miércoles, 6 de diciembre de 2006

Hotel Tierra, de Sabino Méndez


Un tipo de apenas dieciocho años anota los hechos remarcables de sus días. Las sensaciones, las emociones quedan registradas en un dietario perplejo. El desencanto amoroso, no podía ser de otra manera, irrumpe en las primeras páginas.
Tampoco extrañan las cavilaciones por un futuro que se prevé incierto. Entre el vaivén desconcertado, dos ciudades cumplen fielmente el requisito literario de escenario impertérrito. Barcelona, ciudad natal, es un deambular por calles mojadas y garitos conocidos.

Madrid, desperezada de la larga nuit franquista, conspira, en locales míticos como Rockola, la rebeldía enervada que culminará en la archiconocida movida. Estamos en los años ochenta del pasado siglo. Y el escritor de las líneas aporrea una guitarra y pergeña canciones que con el tiempo corearán estadios atestados. Junto al cantante Loquillo, formará la banda Loquillo y Trogloditas, puntal ineludible del rock español. El tipo de dieciocho años se llama Sabino Méndez (Barcelona, 1961) y empieza a escribir Hotel Tierra.

Bien es cierto que, en palabras preliminares, Méndez clarifica que las anotaciones juveniles han sido modificadas en un pertinente ejercicio literario. Encuentra en el diario de Stendhal, Roma, Nápoles y Florencia (1826), que refunde y altera material autobiográfico de 1817 y 1818, y en El quadern gris de Josep Pla, quien reelaboró a los sesenta y nueve años las anotaciones juveniles, los precedentes de un experimento estilístico arriesgado donde la verosimilitud debe contar con la aquiescencia (in)crédula del lector. Conocedor de tales riesgos, hilvana un convincente trazado entre la verosimilitud y la veracidad última que persigue toda auténtica obra literaria: “En ese sentido, el dietario no deja de ser un trabajo de coherencia, de intento de verosimilitud. Pero, como dijo el siempre estimulante Vizinczey, la coherencia es una virtud muy loable en los trenes si bien no tan esperable en los humanos.”

En Corre, rocker (2000), su debut literario, Sabino Méndez inició una sugestiva andadura por los terrenos de la autobiografía. Si en ese caso la necesidad de autoafirmación y de ajuste de cuentas con el pasado impregnaban buena parte de la narración, en Hotel Tierra se impone una voz madura que se acomoda al material de la memoria. Y destaco con cursiva la voz, puesto que en el relato autobiográfico importa sobremanera la confidencialidad con el lector, la proximidad confortable de una conversación con un viejo amigo que se arrellana con íntima naturalidad en la butaca y nos cuenta sin pudor, pero evitando la exhibición impúdica del propio yo, de su vida y del mundo. Hay, pues, la forja de una cosmovisión que se moldea párrafo a párrafo. Libro a libro. Inevitable no recordar a Josep Pla, autor de cabecera de Méndez, que abre el libro mediante cita a manera de pórtico: “Observar es más difícil que pensar”. Así pues, el escritor parte de la subjetividad extrema para alcanzar una aprehensión y comprensión de la realidad.

La singladura vital que recrea la narración debe mucho al patrón conocido de la novela de formación. Son las dos primeras partes del dietario el retrato del joven artista. Desde los pasos primerizos y la conquista de la fama hasta la adicción a la heroína y el abandono del grupo. Sin embargo fijan una obsesión que recorre todo el libro: la escritura. Más allá de las composiciones musicales, el dietario recoge las reflexiones sobre los mecanismos de escritura. De creación literaria. Entramos en la tercera parte: “Un paseo por la escritura”. Este apartado, además, incluye dos de los episodios más hilarantes, con aroma libresco. Las descripciones de un edificio barcelonés con su galería de tipos raros de la época que, inmediatamente, hacen pensar en las anécdotas de pensión de Balzac o en las Escenas de la vida bohemia de Henry Murger. Por su parte, un episodio descacharrante en el aeropuerto de Buenos Aires está contado con la extravagancia delirante y lisérgica de Hunter S. Thompson y el humorismo hiperbólico de Bryce Echenique. Se deben al cuarto capítulo los retazos más estremecedores. El diagnóstico de la Hepatitis C conlleva un tratamiento tortuoso y sin garantías de éxito, detallado mediante el frío rastreo de los síntomas y los efectos secundarios en el propio cuerpo. Es ahí donde la contención y la observación se agudizan de manera admirable y los sentidos parecen apoderarse del teclado para dejar constancia de la evolución de la enfermedad. Finalmente, como si de un lógico compromiso con la realidad se tratara, Sabino Méndez cuenta su adscripción a la plataforma Ciutadans de Catalunya, creada en 2005 y que bajo las siglas de Ciutadans-Partido de la Ciudadanía ha alcanzado tres escaños en las elecciones autonómicas catalanas

Jordi Bernal (Letras Libres)(XII/06)

C´s#: Enhorabuena a nuestro compañero, Sabino Méndez, por la publicación de su libro "Hotel Tierra".

El Poder y la Razón


Lo que sigue viene a cuento de la dicotomía existente entre el poder y la razón. El poder se ejerce y, según la división de poderes, éste reside en el pueblo, que lo otorga al Ejecutivo tras los procesos electorales democráticos. Cuando el poder carece de los contrapesos y del control de los ciudadanos que lo otorgan, estamos ante la dictadura, las hay de «derechas» y de «izquierdas»
La labor de control al Gobierno compete a la oposición, que la ejerce en lo que se llama sesiones de control parlamentario.

La razón se fundamenta a través de la argumentación, el discurso en pro de una causa que bien podría ser el bien común, en el caso del Gobierno de una nación. No obstante, podría haber otras muchas.

En las sociedades democráticas, el máximo exponente del discurso racional debería ser el Parlamento de la nación, donde se supone están representadas todas corrientes políticas. Desde esta tribuna se debería argumentar a favor o en contra de las causas que afectan a todos los ciudadanos, según los distintos puntos de vista políticos. Esto que parece de «perogrullo» y en lo cual estaríamos de acuerdo la mayoría, pues resulta que es la excepción en nuestro parlamento. Cuando escuchamos muchas veces los debates parlamentarios de estas sesiones de control al Gobierno, muchos tenemos la sensación de que lo que oímos en nada se parece al ejercicio de la razón, ni tan siquiera de lo razonable. Lo que suele escucharse son las descalificaciones, los chascarrillos, lo de «y tú, más», aquello de «váyase señor González», etcétera. De este deplorable espectáculo son responsables tanto unos como otros, porque los asuntos que se debaten casi siempre se plantean en clave electoral. Esta legislatura, de manera exagerada, la oposición está en permanente campaña electoral y el fin justifica los medios y el todo vale con tal de... Como ejemplos véase lo que está pasando con el terrorismo, la inmigración, la reforma constitucional, la ley electoral 0 la desmesurada especulación del suelo.

O los partidos políticos cambian su comportamiento o la sociedad les dará la espalda, cosa que ya ocurre. Véase los resultados de las pasadas elecciones en Cataluña con una abstención de casi el 50%. ¿Promueven alguna iniciativa los partidos políticos para impulsar la participación ciudadana a algún nivel? ¿Puede ser la alternativa nuevos partidos políticos tipo Ciutadans de Cataluña -tienen difícil darse a conocer sin el apoyo de medios de comunicación-, un cambio en el comportamiento de los ya existentes o la abstención activa del voto en blanco?

Manuel Arango Amor (La Nueva España) (05/XII/06)

El análisis grafológico de Zapatero

Dicen que "por su letra los conocereis". Si esto es cierto, el presidente Zapatero es un tipo impaciente y ansioso. Tiene un buen nivel, en lo que a inteligencia se refiere, pero sufre cusiosas contradicciones, sobre todo entre la dimensión intelectual y la afectiva. Experimenta también, cierto temor y angustia hacia el futuro.
Asegura el grafólogo José Bolivar, que ha examinado concienzudamente la letra del presidente de Gobierno para la revista Epoca, que Zpatero es emocionalmente es ingenuo aunque, después, el pensamiento y la estrategia se imponen de forma brutal. Es un sujeto de pensamiento rígido y simple, que huye de las complejidades.

Sentimientos intensos y, sobre todo, variables que sabe dominar violentamente, lo que causa enervamiento y tensión interna, y en muchas ocasiones, provoca crisis de ansiedad.

Las barras de las t son altas y lanzadas hacia arriba, lo que manifiesta un afán polémico y crítico. Indican también oposición a la autoridad, detalle que se ve acentuado por una S mayúscula cuyo final se lanza al cielo.

Las letras terminan rápido, de forma cortante, en el contexto de una armonía gráfica. Es persona de embestida corta y dura. Esta idea se ve reforzada porque los inicios de las letras y sobre los finales son cortos y acerados, reflejando, insistimos, un sentido muy pragmático, deseoso de terminar las cosas por la vía rápida y de forma contundente.

Estas conclusiones se oponen (es una persona compleja y contradictoria) a la fotografía aérea del escrito, que manifiesta aparentemente ingenuidad y claridad, tanto en su forma de ser como de entenderse.

Ese deseo de terminar las cosas también se puede apreciar en que el escrito empieza a ser espaciado, con letras claramente dibujadas y algo anchas, para terminar siendo apretadas. La letra apretada y, en general, alta refuerza la idea de agobio y cierta angustia.

Manifiesta tendencia al idealismo o, al menos, a la abstracción intelectual, lo que se pone en abierta contradicción con ganchos y barras que descienden en la zona inferior. Estos rasgos manifiestan un sentido práctico, económico, material y decididamente estratégico a la hora de actuar.

Temor y angustia ante el futuro. Desea terminar las actividades rápidamente. Buen organizador de un grupo que sea reducido. Ha habido o hay problemas de canalización de la respiración. Esto puede también ser debido a problemas relacionados con el asma infantil o bien porque, no existiendo un problema real de respiración, éste se deba a la ansiedad.

Sabe sintetizar, quitar lo que sobra y esquematizar. Éste es un aspecto positivo de la inteligencia. Buena canalización de esa energía emocional, que sabe superar caídas bruscas del estado de ánimo.

Asimismo, sin mediar causa, disfruta de un intenso estado de euforia y alegría, que también sabe doblegar. Guarda una carga emocional reprimida que salta en descargas eléctricas súbitas. En un sentido volitivo, esa tensión interna provoca que su ritmo de trabajo hipercinético sea, no obstante, irregular.

Trabaja a saltos. Es impaciente, vivaz, rápido e, insistimos, doblegado por la impaciencia y la ansiedad. La línea básica donde se asientan las letras cae para luego levantarse, manifestando una tendencia natural y también voluntaria para estabilizar su estado de ánimo. Orgánicamente, sufre de molestias en la columna vertebral, en la zona cervical dorsal, y tensiones en los músculos de la nuca. La firma es quizás algo más sobrealzada que el escrito y pronunciada.

La Z del apellido y otros rasgos no solamente suben intensamente, sino que bajan desproporcionadamente. Además, esa firma es de dimensiones más reducidas que el resto del escrito. El yo íntimo es más sufrido y oscilante de lo que se manifiesta ante los demás, que aparenta cierto equilibrio. Ese yo busca, ante todo, seguridad, afianzamiento, tanto en el aspecto material como en el afectivo.

Con todo, es una persona sencilla, sencilla, afable, sin egolatría, pero con falta de sentido de la realidad. Las ideas y el sentimiento espiritual son fácilmente canalizados al mundo operativo, como se puede ver en los enlaces del punto de las i (de Luis sin acento) con la letra siguiente (la s), y de la t con la e.

En general es una persona inteligente de carácter cíclico y en la cual la ingenuidad es paradójicamente cubierta por un sentido radical de la estrategia y del puro pragmatismo. El resultado es un escrito aparentemente armónico, que refleja una personalidad aparentemente también armónica, pero que es una pura contradicción de fuerzas opuestas.

Periodista Digital (06/XII/06)

¿A qué se refiere?.



EL ROTO

Nutrida manifestación republicana en Madrid


Unas seis mil personas convocadas por organizaciones de izquierda realizaron este mediodía una manifestación republicana, bajo las consignas de lucha por la Tercera República, defensa del derecho de Autodeterminación, derogación de la constitución del '78 y exigencia de responsabilidades por los crímenes cometidos durante la dictadura, “en un marco de lucha contra el neoliberalismo y el imperialismo”.

La marcha arrancó pasadas las 12:00 horas de la plaza de la Cibeles a los acordes de La Internacional y con los tradicionales gritos de "España, mañana, será republicana" y finalizó en la puerta del Sol.

Bajo la discreta vigilancia de policías antidisturbios, representantes del Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE), Los Verdes de la Comunidad de Madrid y el Bloc Nacionalista Valenciá, entre otras organizaciones, cubrieron el recorrido de la manifestación junto a gentes de todas las edades que ondeaban cientos de banderas tricolores.

También participaron del acto el bloque de Izquierda castellana, CJC, la Coordinadora Antifascista de Madrid, la Asociación Republicana de Terrassa, UCR, el colectivo Ciudad Lineal por la Tercera República, Juventudes Comunistas, Corriente Roja, Plataforma de Ciudadanos por la República, PCE, PCPE, Plataforma Republicana Soberanía valenciana y Plataforma Ciudadanos por la República.

Las consignas

Consignas como "Queremos un pisito como el del principito", "Que no, que no, que no queremos al Borbón", "Contra la constitución del 78. Ni rey ni reina" se escucharon a lo largo de la marcha, anunciada por petardos y automóviles con altavoces.

Asimismo, los manifestantes corearon gritos a favor de la República y en contra de la Constitución y, especialmente, de la monarquía, para cuyos miembros -a los que se aludía en muchas de las pancartas, como una que rezaba "Viva el rey... en el exilio"-solicitaron la aplicación de la Ley de Extranjería.

Al pasar por un edificio de la Comunidad de Madrid frente al metro Sevilla, con la bandera de España, los manifestantes cantaron "Esa bandera, es de la burguesía", ante la mirada vigilante de la guardia policial apostada a lo largo de todo el recorrido.

Un portavoz de CJC afirmó que la marcha fue “una de las más numerosas de los últimos tiempos”. Agregó que “el estado de desarrollo del movimiento republicano está creciendo a nivel popular, y se debe insistir en que sea un movimiento que responda a los intereses de estos sectores sociales. Los intereses de la clase obrera y popular deben estar reflejados”.

Los manifestantes criticaron también la posición que han adoptado PCE y PSOE, no sólo en esta manifestación, “si no al intentar reconducir el movimiento por la vía institucional”. Consideran que esto es “muy negativo, porque intenta vaciar de contenido al tema republicano, que debe ser un proceso que avance en reformas de carácter democratizador y que expulse a la oligarquía que gobierna el país”.

Por su parte, miembros de la Coordinadora Antifascista de Madrid aseguraron que “con esta segunda transición que ha intentado hacer el PSOE, ha tratado de tapar la contradicción fundamental del Estado español, que es la herencia de Juan Carlos I, del franquismo, y la respuesta de la gente a esa contradicción es la república, popular y socialista”.

Manifiesto

Los organizadores dieron a conocer un manifiesto en el que se afirma que "el movimiento por la República no acepta la Constitución monárquica de 1978 ni la monarquía, y lucha por la conquista de la III República como forma superadora de la opresión, tanto social como nacional, y de las desigualdades que entraña el anacrónico sistema monárquico".

También señala que "el proceso de paz abierto a partir de la tregua permanente de ETA permite albergar la esperanza de superar el conflicto en el País Vasco si se resuelven los problemas políticos que lo generaron,como el derecho a la autodeterminación".

El manifiesto afirma que medidas como la derogación de la ley antiterrorista y la de Partidos, así como "el reconocimiento de la existencia de presos políticos y la eliminación de la represión a la izquierda abertzale" ayudarían a avanzar en el proceso de paz.

Por último, los convocantes de la manifestación reclaman una ley de la Memoria Histórica "que satisfaga a todos los que lucharon por la República como verdaderos patriotas y demócratas, que anule todas las sentencias franquistas y condene a los verdugos, que fueron los fascistas y quienes les apoyaron".

Glocalia.Com (06/XII/06)

Los decretos de la elegida Salgado


La semana pasada vimos las amenazas de la ministra de Sanidad y Consumo, Elena Salgado, contra la hamburguesa XXL de Burger King. La ministra parece creer ser nuestro superior, algo así como la elegida de Dios, para imponernos su autoridad moral diciendo a Burger King cómo ha de gestionar su publicidad, qué vender y qué no.
El gobierno jamás ha tenido autoridad moral en nada, pues la moral es algo que sólo concierne al hombre libre, al ciudadano individual; pero Salgado sí que tiene la capacidad de aplicar la fuerza contra sus enemigos, Burger King y el consumidor, olvidando totalmente la libertad de elección de la gente a meterse en el cuerpo lo que le venga en gana, elegir si quiere estar gordo o no, llevar o no una vida sana. No necesitamos a ninguna ministra socialista para decirnos lo "malo" que es Burger King o McDonalds; otros como Morgan Spurlock, el de Super Size Me, ya lo han hecho con mayor éxito y, de paso, se han forrado. Sí, sí, uno de esos anticapitalistas a los que tanto les gusta el dinero.

Para justificar el acto totalitario de la ministra los defensores de la omnipotencia estatal han apuntado, como siempre, al corazón de la gente para provocar el miedo, diciendo que las hamburguesas inducen a la obesidad y a morir prematuramente, y que además esto representa un coste para la Seguridad Social. Según un informe de FUNCAS publicado en 2005, España tiene una de las tasas de longevidad más altas de Europa y el de las mujeres, concretamente, es el más alto del continente. Realmente no nos hace falta ningún informe para demostrar algo tan obvio, y es que, a pesar de la aparición de Burger King, por más que les duela a los socialistas y otros dictadores de la vida sana, cada vez somos más y vivimos más: si a comienzos del siglo XX el número de personas que alcanzaban cada mes en España los 65 años era de 10.000, en el siglo XXI la cifra se ha triplicado y el futuro pinta mucho mejor. No encontrará ningún informe que afirme que en el futuro moriremos antes. Pero es que incluso nuestra calidad de vida ha mejorado también: los jóvenes son más altos, sanos y robustos que sus padres y llegamos a la vejez en mejores condiciones que nuestros bisabuelos. Esta situación no sólo se debe a los increíbles avances médicos que nos ha proporcionado el capitalismo sino también a la diversidad alimenticia y reducción de costes en la estructura productiva de la alimentación, a la que Burger King y su competencia han contribuido. Hoy pocos alimentos nos resultan prohibitivos por su precio. A principios del siglo XX era exactamente al revés.

Lo que también llama la atención es ver como aquellos que se proclaman anti-materialistas ahora se preocupen por el estado financiero de la Seguridad Social. La Seguridad Social no la pagamos porque queramos, sino porque el Estado nos obliga bajo amenazas de tomar represalias contra nosotros. A pesar de los socialistas, tenemos el derecho de ir al médico estatal cada vez que nos encontremos mal por cualquier causa, y no sólo eso, sino que el médico está obligado a sanarnos. Si lo que quiere la ministra es que cada uno sea responsable de sus actos, algo aberrante para un fanático igualitarista ya que eso implicaría tener libertad, lo que tendría que hacer es privatizar totalmente la medicina y desregular parte del mercado financiero para que aflorase la oferta sanitaria en todas sus ramas y formas de financiación; así no pagaríamos las enfermedades de personas "irresponsables" o de aquellas a las que ni conocemos y a cuyos gastos concurrimos por el miedo a la venganza gubernamental. Pagaríamos no sólo por nuestro consumo sanitario sino también por el de nuestros allegados, pero por amor, no por temor.

Burger King tiene más de 11.000 restaurante en todo el mundo, de los cuales 400 están en España. Mantiene sólo en nuestro país casi 10.000 empleos directos y eso sí que es saludable para nuestro tejido económico a pesar de las intenciones de Salgado. Además, la voluntad de servir a la gente lo señala perfectamente la estrategia de Burger King: "Poner al Servicio del Consumidor lo que le Apetece", que es lo contrario a lo que hace Salgado. Asimismo, Burger King tiene infinitos controles de calidad de los que carece el "Bar Manolo" donde usted va a comer en su hora de descanso laboral, y la compañía facturó en el año 2004 en España 268 millones de euros, un 12% más que el ejercicio anterior.

Esto significa que la gente quiere consumir productos Burger King y no leyes totalitarias Salgado. Siéntase libre de comerse un Whopper XXL, un Big King XXL o cualquier otro delicioso manjar de 1.000 Kilocalorías made in King, y mejor aún si lo acompaña de una o varias cervezas y termina con uno o más cigarrillos. La libertad de elegir es nuestra, no de fanáticos prohibicionistas, y eso significa que, aunque naturalmente siempre se puede no consumir lo que no apetece, no se le puede negar a los demás con amenazas el mismo derecho. Quién sabe, podría ocurrir que esta moda de la prohibición indiscriminada le acabe rebotando a esos fanáticos sobre algo que sí aprecien y que, al igual que comer hamburguesas, no sea un acto criminal.

Jorge Valín (Libertad Digital)(06/XII/06)

La ministra de la hamburguesa


Cuando a Elena Salgado la echaron de la gerencia del Teatro Real, allá por el año 96, la farándula subvencionada le organizó un fiestongo en los bajos del Teatro María Guerrero, sede del Centro Dramático Nacional. Es probable –no puedo asegurarlo– que la mitad de los asistentes a aquel desmadre retroprogresista fueran poli toxicómanos, y el resto alcohólicos.

Sea lo que sea, defendieron con entusiasmo previsible a Elena Salgado y la independencia del arte y la cultura, que para esta gente viene a ser hacer lo que les dé la gana con dinero de los demás. El dinero de nadie que dice Pixie y Dixie. Por un rato, Elena Salgado debió creerse la Pasionaria o la Fabiola de Quo Vadis transmutada, por la magia del rojerío, en mártir progresista.

Según cuenta Virginia Drake en su biografía de Esperanza Aguirre, Elena Salgado ingresaba por aquella tarea 21 millones de pesetas anuales del dinero de los contribuyentes españoles. Veintiún millones de los de hace diez años. Los cobraba, eso sí, para la noble causa de fomentar "una política cultural arriesgada e innovadora", que es el papel que siempre se asignan los burócratas con pretensiones de vanguardistas. Cito sus propias palabras, las de Salgado.

Ahora Elena Salgado, lejos ya de "la política cultural arriesgada e innovadora", ha encontrado otra causa aún más digna. Zapatero la nombró ministra de Sanidad, me parece, y como todos sabemos, la sanidad pública en España no tiene ningún problema. No hay listas de espera, ni falta de personal, ni pacientes descontentos, ni agresiones, ni saturación de camas, ni tratamientos dudosos, ni nada de nada. En fin, que Elena Salgado, con todas las competencias transferidas y un sistema en que los enfermos son tratados con mimo exquisito, vive en el mejor de los mundos posibles.

Por eso se le ha ocurrido que la mejor forma de justificar su situación administrativo-política es lanzar una cruzada contra Burger King por el tamaño de algunas de sus hamburguesas. Será también para exhibir su antiamericanismo, una forma de hacer méritos ante su jefe, o para fomentar la anorexia entre los jóvenes españoles y así lanzar otra campaña propagandística. A costa de nuestros bolsillos, ni que decir tiene.

Elena Salgado no debe de saber que quienes se instalaron al otro lado del Atlántico lo hicieron, entre otras cosas, para no volver a pasar nunca, jamás, el hambre que habían pasado en la subdesarrollada Europa. Lo consiguieron gracias a su esfuerzo y a una organización política muy sofisticada que hasta ahora les ha garantizado, sin rupturas, la libertad, la igualdad de oportunidades y en consecuencia, la prosperidad y la riqueza. La hamburguesa, tan prosaica, es uno de los símbolos de este éxito. Pero para Elena Salgado, con el sueldo que cobraba en 1996, eso le debe resultar una vulgaridad. Los 21 millones no le darían probablemente para mucho caviar beluga, pero sí para alguna entrada de mousse de cabracho de pincho en su lecho de verduritas frescas, a ser posible con jugo sublimado de facha del PP.

Lo malo es que no ha caído en algo evidente. Y es que para ser coherente con el pretexto de su cruzada, debería prohibir buena parte de la comida española. No creo que la chistorra, las croquetas, la morcilla, los bocadillos de calamares, la ensaladilla rusa, el mazapán o el turrón de Jijona tengan menos calorías y menos grasas que las sufridas hamburguesas. Temblad, por tanto, bares, restaurantes e industriales españoles de la restauración.

Los vascuences y los catalanes estarán a salvo, eso sí, porque Elena Salgado, que en el fondo de su corazoncito pijoprogre es sin duda una antiimperialista militante, mantendrá su lealtad inquebrantable hacia los pueblos oprimidos.

José María Marco (Libertad Digital) (06/XII/06)

El puzzle catalán


El resultado del último proceso electoral catalán genera más interrogantes y escepticismo que optimismo. Aunque posiblemente las cosas aún podrían haber ido a peor si hubiéramos retornado al reinado convergente o si se hubiera puesto en marcha el nuevo experimento de la sociovergencia. Pero a todo el mundo le queda la impresión de estar ante el mal menor.
En primer lugar está la cuestión de la elevada abstención, la ausencia de movilización política de una gran parte de la ciudadanía. Sin duda es un tema que admite muchas lecturas. Para un sector de la izquierda alternativa es un buen síntoma, puesto que indica el desapego de la ciudadanía respecto al poder. Mi particular posición es que esta lectura es errónea. Sin duda hay desapego frente a lo político (y ello se entiende cuando un día sí y otro también son noticia los casos de corrupción). Pero no se trata necesariamente de un desapego “de izquierdas”. Los movimientos y organizaciones sociales se enfrentan a dosis masivas de “absentismo” de sus potenciales activistas y simpatizantes. En una sociedad que se precia de participativa es difícil encontrar alguna entidad, organización o movimiento que no dependa de un reducido puñado de personas. El absentismo es en gran medida un desapego de lo público sobre el que difícilmente se pueden desarrollar movimientos sociales ni transformaciones de gran calado. Y expresa en parte un apoliticismo y una ausencia de compromiso social en el que la derecha, especialmente la populista, se mueve como pez en el agua. Sin duda las razones del absentismo en las elecciones autonómicas tienen causas diversas. La figura gris de Montilla, los rifirrafes del Tripartit, la sucesión de comicios... han dejado fuera de las urnas a una parte del electorado. A los políticos profesionales les preocupa la abstención en la medida que refleja un déficit de legitimación ( y como ésta no es homogénea, suele castigar más a aquellos grupos políticos con una base menos militante, lo que en Catalunya suele afectar al PSC). A los activistas sociales nos debería preocupar porque ello refleja un fenómeno más general de ausencia de participación en los asuntos públicos.

Si pasamos al análisis de los resultados, en términos globales las cosas han quedado bastante como estaban. El tránsito de escaños ha sido pequeño si se toma como punto de partida la divisoria izquierda-derecha que polarizó la anterior legislatura. A pesar de ser el partido más votado, el avance de Convergéncia i Unió ha quedado lejos de aquellos tiempos en los que alcanzaba la mayoría absoluta. Aunque Artur Mas hubiera roto su compromiso notarial de no pactar con el PP, no habría alcanzado la mayoría necesaria para gobernar. Y en la medida que su campaña se centró en una ataque en bloque al Tripartit, puede considerarse que su estrategia ha resultado fallida. La izquierda sigue siendo mayoritaria, aunque en tal grupo se incluya un espectro de aspiraciones y corrientes ciertamente variopinto y contradictorio. Sí se han producido en cambio variaciones en el seno del bloque, particularmente el ascenso de Iniciativa Verds-Esquerra Unida i Alternativa (IV-EUIA), la muy reducida caída, sorprendente al calor de sus actuaciones, de Esquerra Republicana y, eso sí, la caída más estrepitosa del PSC. Sólo los primeros han aumentado en número de votos, y pueden considerar que han alcanzado una cierta consolidación institucional. El PSC en cambio ha sido el más castigado tanto por la abstención como por el surgimiento de Ciutadans, que posiblemente es en este electorado donde ha obtenido más audiencia.

II

El ascenso de Ciutadans ha sido presentado por algunos sectores como una rebelión democrática frente al poder del establishment . Se ha generado incluso una mítica en la que se explica que estos votos se han alcanzado a pesar del total boicot de los medios de comunicación hacia su propuesta, frente a la que se ha alzado una importante movilización de base. Como muchas otras míticas, especialmente las nacionalistas, se trata de una casi completa falsedad. Es cierto que Ciutadans ni aparecía en los espacios electorales de los programas informativos de los medios de comunicación ni fue invitada al debate de candidatos. Pero esto le ha ocurrido exactamente igual a todas las demás candidaturas que no contaban con representación parlamentaria, con independencia de su mayor o menor arraigo. Quizás es una regla discutible, pero si se cambia debe ser para todo el mundo (lo cual no es necesariamente lo mejor al calor de la inflación de siglas que se presentan a los comicios electorales). Pero lo que sí ha tenido Ciutadans es una gran campaña publicitaria, con cuñas radiofónicas frecuentes (en la Ser ) y un enorme apoyo de la prensa derechista ( El Mundo , La Razón ), así como una buena campaña de actos y propaganda que indica que se ha contado con importantes medios económicos, a años luz del resto de grupos extraparlamentarios (y posiblemente al nivel de las austeras campañas de ICV-EUIA cuando su peso parlamentario era menor). De dónde ha salido este apoyo nadie ha hablado, y no parece creíble que se haya limitado al adelanto de cuotas de militantes como ellos explican.

La obtención de 3 escaños y unos 80.000 votos refleja que ciertamente el tema lingüístico puede tener un cierto apoyo social. Su pretendido laicismo lingüístico difícilmente esconde que lo que verdaderamente reivindican es la defensa del castellano. Y éste es un banderín para sectores diversos para quienes el aprendizaje del catalán constituye algo parecido a un agravio. Se trata de una situación que afecta a sectores sociales diversos, pero puestos a hacer hipótesis parece que es en sectores de clase media baja donde estas actitudes son más radicales (sectores de enseñantes, de funcionarios...). También porque es en estos sectores donde las cuestiones lingüísticas tienen mayor importancia. En empleos industriales, en la construcción, el uso del catalán es menos importante. En la vida cotidiana la gente habla lo que quiere, pero en determinadas profesiones donde la relación con el público es directa la lengua sí que importa y en el caso de empleados públicos la demanda de conocimiento se convierte en imperativo legal. El rechazo es una respuesta que uno puede entender, pero que sin duda ha quedado amplificada por la persistencia de una legitimación de lo español que el franquismo consolidó y que nunca se ha replanteado. Y, a menudo, el rechazo que en algunos sectores genera “lo catalán” en el resto de España tiene posiblemente más que ver con el hecho de que aquí se hable y se defienda otra lengua, lo que no ocurre, por ejemplo, en el País Vasco (a pesar de Lizarra o el plan Ibarretxe nunca se han lanzado campañas de boicot a lo vasco como la del cava).

El pretendido cosmopolitismo de Ciutadans es más que discutible. Aunque en su campaña han predicado “que cada cual hable como quiera”, se trata de una demanda que sólo se aplica al español, pero que se niega para los nuevos inmigrantes parlantes de muchos otros idiomas. No hay por tanto defensa de un derecho universal al uso individual de la lengua, sino reivindicación de lo español sin más. Es en todo caso jacobinismo a la francesa. Quizás hubiera sido una buena solución, pero difícilmente es viable en una sociedad donde el catalán esta consolidado socialmente y en un momento histórico donde el plurilingüismo se plantea como una necesidad civilizatoria. Me resulta extraño entender que alguien encuentre natural aprender inglés y se resista a aprender catalán viviendo en Catalunya (máxime cuando, como ocurre con otras lenguas latinas, la proximidad es real y el esfuerzo de aprendizaje es absolutamente marginal). Es evidente que cuando uno vive en un mundo plurilingüistico debe ser respetuoso con los demás, con su dominio del idioma, con su preferencia en expresarse en uno u otro, pero considero poco aceptable que se plantee sin más un modelo que niegue de facto la posibilidad de consolidar una lengua en el ámbito espacial en la que siempre ha existido. El resultado de unos veinte años de inmersión lingüística en catalán no ha alterado el predominio del castellano en amplios sectores sociales, ha servido como mucho para que la inmensa mayoría entienda, lea o pueda hablar (con mayor o menor fluidez) el catalán y hacer sostenible la fluidez de una sociedad bilingüe sin demasiados problemas de convivencia. Sin duda a veces hay excesos y deben denunciarse, pero las actitudes extremas se encuentran en ambos lados. Centrar un programa político en esta cuestión puede ser el camino más corto para generar radicalización

Sin duda a Ciutadans la reivindicación del español le ha sido electoralmente rentable. Al presentarse como una fuerza progresista ha podido recoger votos de personas que de otra forma quizás hubieran sentido repugnancia de votarlos. Sus problemas empiezan ahora, cuando tendrá que desarrollar una política parlamentaria. Si es de verdad un grupo de izquierdas, posiblemente deberá coincidir más de una vez con los proyectos del Tripartit, lo que le va a alejar de una parte de su electorado potencial. Si opta por un crecimiento rápido quizás su única baza sea la opción populista, en la que la defensa del español-idioma se traduzca también en la defensa del español frente al extranjero. Es una deriva posible y sobre la que hay que tomar conciencia. La construcción de una sociedad mestiza en la que ya estamos instalados en Barcelona (donde la tasa de recién llegados supera el 10% en casi todos los barrios) requiere generar empatías y reconocimientos entre personas de origen diverso. Una de estas vías consiste precisamente en mostrar que el proceso migratorio actual no es más que la continuidad de procesos anteriores. Y cuando las cosas se plantean en estos términos la respuesta más habitual de mucha gente es la de diferenciar entre “nosotros que somos españoles” y “estos que son extranjeros”. No está clara cual de las direcciones orientará el programa de Ciutadans, pero es evidente que siempre es más fácil levantar una bandera simplista que jugar permanentemente en un tablero político en el que se mueven muchas realidades complejas. En todo caso el peor problema a corto plazo es que su presencia parlamentaria puede tener el efecto de reactivar el pesado debate identitario. Puesto que un grupo que ha hecho del tema idiomático su cartel electoral va a estar obligado a sacar este debate de forma recurrente para hacerse oír y dar señas a sus votantes. Un verdadero fastidio.

III

Finalmente, el Tripartit ha salido porque han resultado imposibles otras combinaciones, a pesar de los intentos desde Moncloa de forzar una alianza sociovergente (o cuando menos conseguir un Gobierno de CiU en minoría con el apoyo vergonzante del PSC). No ha sido posible porque si bien éste era el escenario que mayor estabilidad le ofrecía a Rodríguez Zapatero, era un escenario difícilmente digerible por el PSC, Un gobierno de coalición como el que se proponía, solo es justificable en situaciones de emergencia, que ahora no se dan. El pacto corría peligro de desnaturalizar completamente el papel del PSC, desmoralizar a sus bases y militantes y en suma ahondar en su descrédito político. Podía incluso arrastrar a Zapatero, porque hoy por hoy Catalunya es uno de sus principales graneros de votos en las elecciones generales. En cierta medida la apuesta de Moncloa era la búsqueda de dos equilibrios incompatibles. Y al final ha pesado el juego de lo inmediato. Como había insistentemente subrayado Josep Ramoneda, ningún partido con opciones de tomar el poder suele renunciar a él por cálculos a corto plazo. Porque tener el Gobierno significa ampliar las posibilidades de influencia y dar salida a las aspiraciones de sus cuadros. Y esto es lo que ha ocurrido. También porque en Esquerra Republicana de Catalunya sigue pesando su temor ser abducidos en el caso de una coalición con CiU (tal como ocurrió de 1980 a 1984).

No deja de ser paradójico que mientras en Catalunya la reedición del Tripartit es vista con un cierto alivio, en el resto de España (y aquí incluyo una valoración subjetiva de lo que he percibido en recientes viajes a otras ciudades) la cosa se vea completamente diferente. Y es que si bien el nuevo Gobierno no despierta grandes entusiasmos, lo que daba miedo era el retorno de Mas y Durán, crecidos en su papel de salvadores de la patria (como apoyo privilegiado a Zapatero) y recordándonos lo mal que lo había hecho la izquierda. Una CiU que, quizás con un exceso de optimismo, no dudó en lanzar numerosas propuestas reaccionarias, como el carné por puntos a los inmigrantes, la desgravación fiscal a quien hablara inglés y una política de cheques para el pago de servicios privatizados. Una CiU que acabó su mandato con numerosos casos de corrupción y que en 23 años desarrolló políticas muy reaccionarias en todo aquello donde tenía poder: la educación, los servicios sociales, la sanidad... En cambio, por razones diversas, en el resto de España el Tripartit se percibe como el pacto con el “diablo ERC” y el predominio de una apuesta nacionalista por encima de lo social.

Sin duda ERC tiene muchas cosas criticables. Y la cultura nacionalista, expresada en la voluntad de seguir manteniendo una renta per capita superior al resto (o de ser los “líderes” de la economía española per secula seculorum ) va más allá de la propia Esquerra. No cabe duda que el Tripartit genera una imagen fácilmente explotable por el PP. Pero si bien todo esto es parte de los problemas que se plantean en una sociedad tan compleja como la española y donde coexisten identidades nacionales tan diferenciadas, tampoco es posible pensar que podría haberse dado una situación diametralmente diferente. De hecho quién más radicalizó los contenidos del Estatut no fue ERC, sino CiU. Aunque la posterior competencia electoral por un mismo espacio y la propia confusión y errores de los republicanos les llevaron a extremar posturas. La sociovergéncia o el gobierno monocolor de CiU (y en contrapartida su apoyo al Gobierno de Madrid) no hubieran ahorrado tensiones en la misma dirección. Y además habrían reforzado una alianza que siempre acaba pasando una factura clara en términos de derechización de los programas del Gobierno (como ya ha ocurrido en la reforma del IRPF). Quienes más apostaban en el PSOE por una salida de este tipo posiblemente lo hacían menos por el temor al coste de pactar con los nacionalistas catalanes que por anclar las políticas del Gobierno en sus variantes más conservadoras, sin correr el riesgo de verse obligados a pactar con fuerzas más a la izquierda. La gente de izquierdas catalana tenemos el deber de empujar al gobierno hacia reformas sociales alternativas. Pero nuestros amigos del resto de España tienen también que ser nuestros aliados (y muchos lo han sido) a evitar que el jacobinismo español se convierta en el mayor aliado del nacionalismo catalán.

IV

No soy entusiasta del nuevo gobierno. Más bien parece que la única lección aprendida es que deben mejorar su respetabilidad, evitando debates públicos entre ellos, actuando centralizadamente y unidos. Posiblemente, la dispersión del anterior gobierno fue uno de sus puntos más débiles frente a la opinión pública (e incluso uno de los factores de aumento del voto IV-EUIA que apareció como un grupo de gente seria y responsable). Pero a cambio no ha habido una reflexión a fondo de las limitaciones de la acción de gobierno, ni un intento serio de discusión de sus contradicciones. Y, dada la hegemonía del conservador PSC en el mismo, los nuevos modos de actuar pueden ser una vía directa para coartar las propuestas más alternativas que representa Iniciativa.

Lo de poner a Saura al frente de Interior suena a jugada maquiavélica de Montilla (un mal orador pero un eficaz hombre de aparato) ya que de una tacada reduce el peso de una rival en su propio partido —Montserrat Tura— y coloca a un rival emergente en una posición realmente complicada. Saura va a ser desde ahora el enemigo número uno de okupas y otros alternativos, al tiempo que ya empieza a percibir el rechazo de una fuerza policial —los Mossos de Escuadra— formada en las ubres convergentes y, como todas las fuerzas de orden, poco amistosa con las ideas progresistas. Que IV-EUIA pueda salir malparada de esta aventura puede tener consecuencias que van más allá de su propia parcela de poder, al fin y al cabo lo menos importante, ya que ello reforzaría en unos el convencimiento de que sólo se puede actuar en movimientos sociales fuera del juego institucional y, en otros, el desprestigio de las ideas de izquierdas. Los terrenos pantanosos de los que nunca podemos escapar.

El nuevo gobierno anuncia una apuesta por lo social. Su proyecto estrella será el crecimiento de los servicios sociales, hasta ahora totalmente infradotados incluso en comparación con otras Comunidades Autónomas. Y se seguirá invirtiendo en la remodelación de los barrios (con experiencias ambiguas, pues en muchos casos se acaba por provocar su “gentrificación” y su conversión en escaparates turísticos, aunque también existen ejemplos notorios de mejoras sustanciales en sus condiciones de vida), o en el mayor gasto educativo. Se espera que la mejora financiera que se deriva del nuevo Estatut permita financiar este gasto. Puede ser sin duda la cara buena de la experiencia, aunque al lado queda el continuismo en muchos otros aspectos, como los modelos sanitario y educativo heredados del pasado o la obsesión, compartida en gran medida por PSC y ERC, por la inversión en grandes infraestructuras. Se trata en parte de obsesiones de los propios políticos y también de la presión de importantes lobbies y grupos de poder que utilizan todo su aparato mediático y organizativo para imponer sus intereses como objetivos nacionales.

Es en este contexto donde IV-EUIA tiene que batirse si quiere demostrar que es posible una intervención social alternativa desde el plano institucional. La apuesta por una transformación ecológica de la sociedad es una necesidad más clara. Al igual que una transformación profunda de nuestra estructura social que permita hacer frente a los problemas que se plantean por ejemplo en el mundo laboral —precariedad, desigualdades, imposibilidad de gestión de la vida cotidiana, autoritarismo, riesgos para la salud, segregación sexual, etc.— o en el campo de la vivienda. Y ello exige cierta osadía propositiva y mucha intervención y movilización social. No está claro que la opción por un gobierno “unificado” en aras a la imagen de seriedad, una concesión excesiva al realismo más plano (como la insistencia en asociar competitividad y ecologismo hecha insistentemente por Saura en toda la campaña electoral), o la propia dedicación al “orden público” vayan a ser terrenos muy favorables para que una voz autenticamente ecosocialista se haga sentir en la acción de Gobierno.

Realmente desearía que el aumento de votos de IV-EUIA se tradujera en un crecimiento de la influencia de las ideas y proyectos que defienden. Y hay que reconocer que, con toda su moderación, han llevado a cabo algunas buenas experiencias. Pero también es cierto que en algunos casos han sufrido ataques que no han podido frenar (empezando por el cese de su anterior Conseller de Medi Ambient por la presión de los grandes grupos empresariales) o que incluso en algunos casos han acabado internalizando las razones de sus socios (por ejemplo no han planteado un debate serio en el campo de la externalización de servicios públicos). Y menos aún están en condiciones de llevar a cabo un capilar esfuerzo de desarrollo de una sociedad civil alternativa capaz de dotar de profundidad a sus propuestas. Hoy por hoy el voto de IV-EUIA es más el voto de las capas medias “progres” que la representación de un amplio movimiento social. En su descargo hay que indicar que tampoco a su izquierda hay muchas fuerzas, y las pocas que hay a menudo están más empeñadas en organizar batallas sectarias que en entablar un proceso dialéctico, sin duda no exento de tensiones, entre la intervención institucional y la movilización social. Faltan energías y faltan cabezas. El reto para la izquierda es que esta nueva etapa de Gobierno no se convierta en otro período de frustración. Evitarlo pasa por empezar siendo conscientes de los riesgos y las debilidades. Porque si en algo estamos en sintonía con el mismo Montilla es en que “no nos podemos permitir otro fracaso”.

Albert Recio (Rebelión.org) (06/XII/06)

C´s#: Estoy plenamente seguro de que Ciutadans realizará propuestas sociales que están incluidas en los programas electorales de los partidos que gobiernan en Cataluña, y que pondrán a prueba la sensibilidad de la izquierda en el tripartit, veremos si PSC, ERC, o IV-EUIA las apoyan o siguen fieles a la unidad de voto del tripartit. Todo es cuestión de tiempo y dignidad.

Clarobscurs constitucionals

La Constitució de 1978 provoca en els ciutadans estats d'ànim diferents. Per a uns, la majoria dels espanyols, és l'instrument adequat que ha permès consolidar un règim democràtic a Espanya, fer del nostre país un dels més avançats en drets i llibertats i, amb alguns clarobscurs, assegurar un Estat de benestar que està a punt d'igualar quant a prestacions la mitjana europea.


En canvi, altres ciutadans, insatisfets amb la situació, defensen la necessitat d'incrementar els drets mitjançant l'íncrement de l'autogovern de les comunitats autònomes i el reconeixement del dret a l'autodeterminació.

Lamentablement, i reconeixent que l'Estat de les autonomies ha permès equilibrar les diferències entre les diverses regions que conformen Espanya i igualar en drets els espanyols, el model territorial no ha resultat del tot satisfactori, perquè afavoreix l'aparició d'una castes polítiques locals, més preocupades moltes vegades en la defensa dels seus privilegis que en l'interès comú. Per tant, no podem saludar amb alegria la carrera que últimament s'ha iniciat en moltes comunitats autònomes per emular l'Estatut de Catalunya amb la pretensió de reproduir "petits Estats" a escala local.

Potser ha arribat el moment de replantejar-se aquest procés i pensar en la seva racionalització, que passa per la reforma del Senat per convertir aquesta cambra en la de la representació territorial, però també és imprescindible un increment de la coordinació entre totes les comunitats autònomes i l'Estat.

Finalment, és necessari plantejar-se certes dosis d'atreviment i considerar pertinent i per estudiar la recuperació d'algunes competències per part de l'Estat, per a la millora de la gestió dels serveis públics, perquè als ciutadans no els preocupa tant el titular de la competència com la competència del titular.

Jose Domingo Parlamentario por Ciudadanos en Cataluña (e-noticies) (06/XII/06)

La tendència

El primer baròmetre d'opinió política elaborat pel Centre d'Estudis d'Opinió de la Generalitat després de les eleccions ha ofert una sorpresa agradable per a Ciutadans-Partit de la Ciutadania. Era la primera vegada que es preguntava als ciutadans sobre les seves intencions de vot incloent entre les opcions la nostra formació; el 4,4% dels enquestats han expressat intenció directa de votar-nos en les properes eleccions autonòmiques (amb el corresponent maquillatge es pot traduir aquest percentatge en un 7-8%).

L'enquesta revela a més que el votant de Ciutadans és fidel al seu partit (el 91% no canviarà de vot) i que els nous votants procedeixen substancialment d'aquells que tradicionalment s'abstenen en les eleccions autonòmiques.

El passat 1 de novembre, Ciutadans va superar el llindar del 3% i va poder entrar al Parlament de Catalunya; en dates posteriors moltes persones s'han acostat a nosaltres manifestant que si haguessin conegut la nostra formació, ens haurien votat en les eleccions autonòmiques. És evident que Ciutadans té una clara tendència a l'alça, que anirà a més a mesura que el seu missatge sigui més difós, perquè agafa entre els electors gràcies a un programa que combina de forma creïble avenç social amb un missatge allunyat d'extremismes rancis i nacionalistes.

José Domingo. Parlamentario C´s en Cataluña (e-noticies) (05/XII/06)

Ciutadans



Pallarès en El Mundo

La Constitución es sagrada


LA CONSTITUCIÓN ES SAGRADA.
El treinta de enero de 2003, Mario Onaindía publicó en
El Mundo un artículo que llevaba ese título. Lo he recuperado para hoy porque su contenido me parece uno de los homenajes más singulares e inteligentes que le podemos hacer a nuestra Constitución. Y el mejor recuerdo para Mario, que hubiera estado con nosotros en la Plaza de Correos, como lo hizo siempre que pudo.

LA CONSTITUCIÓN ES SAGRADA.
Mario Onaindía.


Para muchos vascos la situación política de su país resulta cada vez más insoportable. Casi tres vascos de cada cuatro tienen miedo a participar en la política, y más de la mitad ni siquiera se atreve a hablar de ella. Mientras, carecemos de Concierto concertado, no sabemos qué ocurre con los presupuestos, las instituciones de la Unión Europea no entienden nuestras peculiaridades porque Aznar no se las explica y tenemos a nuestras autoridades enojadas hasta con el Papa de Roma, que no nombra obispos de aquí.

Pero se equivoca quien piense que la situación es percibida igualmente por todos los vascos. Hay conciudadanos nuestros que están encantados con esta situación; pueden expresar sus ideas, e incluso gritarlas en cualquier sitio con entera libertad; ocupan puestos en el Gobierno y la Administración que nunca antes habrían sospechado sin que les suponga mayor riesgo; y encima tienen el privilegio de sentirse oprimidos y, por tanto, convencidos de que los demás, los escoltados, los marginados e ignorados, ese proletariado político que padece de hecho la situación, no sólo les debe algo que le arrebataron a sus abuelos, sino que somos los responsables de la grave situación política, porque somos «inmovilistas» y poco dialogantes, no respetamos las instituciones, etcétera.Vamos, que es un auténtico chollo esto de ser nacionalista. No sé por qué la gente se resiste a reconocerlo.

Esta situación no sería posible si no fuera por la enorme hegemonía ideológica del nacionalismo sobre el resto de las fuerzas políticas, que acaban interiorizando sus acusaciones más burdas y sus tópicos más tontorrones,como si fueran cosas obvias.

Uno de los últimos tópicos generados por los aparatos ideológicos del nacionalismo que se ha convertido en la esencia del ser vasco, dialogante, tolerante y amante del País, es que no hay que sacralizar las leyes. La mayoría de los vascos lo asumen como mera obviedad.¿Qué puede significar «sacralizar» las leyes? ¿Convertirlas en motivo de veneración, como la Virgen de Begoña? ¿Intentar transformarlas en inamovibles, eternas, como si fueran los diez mandamientos, otorgados por el propio Yahvé a Moisés? ¡Qué disparates! Así no vamos a ningún lado. Debemos ser dialogantes, flexibles, y de la misma manera que en su día elaboramos unas leyes, como el Estatuto o la propia Constitución, ahora podríamos aprobar otras que tendrían la misma validez, nos dicen quienes jamás asumieron la supuesta validez de estas leyes para los vascos.

No en vano siempre añadieron disposiciones adicionales para expresar que las acataban pero no las asumían y que, por tanto, no consideraban que resolvieran el «contencioso vasco», que no terminará mientras todos los ciudadanos de Euskal Herria no asumamos el proyecto nacionalista etnicista.

Y sin embargo, nada más alejado de la tradición vasca que esa postura ante las leyes del país. La tradición de los vascos en la defensa de sus derechos nacionales y el autogobierno no ha tenido nada que ver con este anarquismo nacionalista. Muy al contrario, los textos de los fueristas vascos están llenos de referencias a las «leyes sacrosantas», «leyes venerandas», etcétera, en las que se aprecia el uso el lenguaje religioso para referirse a las leyes que garantizaban el autogobierno. Porque, en efecto, las consideraban «sagradas».

Alguien podría pensar que esta manera de hablar no es más que la influencia de la Iglesia sobre la política del país. Nada más lejos de la realidad. Quienes se expresaban así no eran los carlistas, sino los liberales y, antes que ellos, los ilustrados.

¿De dónde puede proceder esta tradición? Según mis investigaciones, no es más que la influencia del pensamiento republicano sobre la Ilustración vasca, cuyos grandes exponentes fueron el lekeitiano Ibáñez de la Rentería, el alavés Foronda o el mundakés y militar del Ejército español Manuel de Aguirre; por no hablar de los liberales Pedro de Egaña o Mateo de Moraza.

Estos ilustrados y liberales diferenciaban, según la tradición republicana e ilustrada, las leyes sagradas y santas de las que no lo eran. Una costumbre que procede, nada menos, que de Numa, el segundo rey de los romanos, que diferenciaba las leyes que consagraban los derechos del pueblo, que eran santas, de las que regulaban alguno de los aspectos puntuales o coyunturales de la sociedad romana de la época.

Curiosamente, los nacionalistas que reivindican que las leyes no pueden ser «sacralizadas», como si tuvieran una extraña conciencia de estos hechos, tratan de trivializar aquellas que consagraban los derechos del pueblo.

La Constitución española, por supuesto, no es sacralizable, pero sí encierra unos artículos que deberían considerarse santos y sagrados: aquellos del Título I que consagran el derecho a la vida, a la propiedad, a la opinión, al honor, etcétera, de los ciudadanos. Mientras que hay otros que jamás merecerían este tratamiento. Pero los nacionalistas que cuestionan estos derechos cívicos son precisamente quienes lanzan la idea de que no hay leyes sagradas.

Me refiero lógicamente a ETA, que lleva una estrategia de exterminio de los no nacionalistas y de quienes sienten alguna piedad por ellos, como Uxue Busca. Y Xabier Arzalluz, cuando explica que en su Euskadi independiente los no nacionalistas tendríamos los mismos derechos políticos que los alemanes en Mallorca.

Quienes niegan que la Constitución y el Estatuto son sagrados es sólo porque desean colocar en su lugar un ídolo falso al que no sólo idolatran, sino que ansían que adoremos los demás: «la voluntad de la mayoría de la sociedad vasca» utilizada como un fetiche o como un detente bala, para mostrar su equidistancia de las víctimas y de los asesinos así como su falta de compromiso con el sistema democrático.

No es la voluntad solemnemente expresada en un referéndum, como en los de la Constitución y el Estatuto, sino la voluntad de los auténticos vascos que sustituye al monarca absoluto de los carlistas por un sujeto colectivo, pero no menos arbitrario y displicente con los derechos de las minorías y el sistema democrático.

Todo esto no son los resultados de la llamada «deriva soberanista», sino cuestiones sustanciales al nacionalismo vasco. No es casualidad que ni el PNV ni las numerosas fundaciones, asociaciones, colectivos, etcétera, que viven opíparamente del dinero público, hayan realizado ningún esfuerzo para legitimar el Estatuto, como denuncia con su lucidez característica Joseba Arregi en su La nación posible, sino que el lehendakari es el único mandatario del mundo, según mis investigaciones, que reconozco no son exhaustivas por ahora, que no jura cumplir y hacer cumplir la ley, sino simplemente «cumplir su mandato» («agindua bete»), cuyo significado habría que preguntar a su redactor, Jon Ajuriaenea. Con todo lo que ha llovido, no es difícil imaginar que se trata de alcanzar los fines últimos de su partido.

No conozco ninguna idea de Dios imaginada por ninguna religión que merezca más adoración y veneración que los derechos cívicos que protegen mi derecho a la vida, a opinar, reunirme, a manifestarme o a elegir a unos representantes políticos que tengan como primer compromiso la defensa de estos derechos, amparados en la Constitución; ni ningún cielo que merezca nuestro sacrificio mejor que la sociedad plural y abierta que diseña la Constitución, ¿por qué, entonces, no habríamos de considerarla sagrada? "

............

Nosotros tampoco conocemos ninguna idea por la que luchar que merezca más la pena que los derechos que reconoce y protege la Constitución del 78. Por eso, un año más, mientras en el resto de España la conmemoran, nosotros, los constitucionalistas vascos, la volvemos a reivindicar. Hoy, en Vitoria. Con muchos amigos de toda España.

Y con aquellos que no habéis podido venir, a las 12.30, allá donde estéis, un brindis:

¡¡¡VIVA LA CONSTITUCION !!! VIVA LA LIBERTAD!!!


Rosa Díez y Mario Onaindía
Basta Ya
, 06-12-2006


Las tribulaciones del agente de seguros Ortiz


Mi nuevo joven talento literario normalizado favorito es el agente de seguros Ortiz; que es uno que acaba de denunciar a un tal Cervantes como modelo paradigmático de mediocridad subvencionada. Un cráneo privilegiado este Ortiz.

Hace mucho, mucho tiempo, cuando Barcelona no era más que una simple ciudad española, aquí apenas vivía una docena de escritores: García Márquez, Julio Cortázar y gentecilla así. Nada, habas contadas. Pero, ahora, cuando al fin somos la capital nacional de Liliput, las cosas han cambiado. Y a mejor, que también hay que decirlo. Sin ir más lejos, sólo en el Ensanche gozamos de varios miles de novelistas; vernáculos todos, por supuesto. Eso, ya les digo, sin ir más lejos. Porque yendo más lejos, hasta las lindes con el término municipal de Hospitalet del Llobregat, pongamos por caso... Huy, huy entonces. Bueno, pues que no cabrían en las gradas del campo del Barça los que dan a la imprenta sus obras completas cada primero de mes. Así de clarito.

Entre todos ellos, mi nuevo joven talento literario normalizado favorito es el agente de seguros Ortiz; que es uno que acaba de denunciar a un tal Cervantes como modelo paradigmático de mediocridad subvencionada. Un cráneo privilegiado este Ortiz. En fin, otra bendición que le ha dado Dios a la Cataluña rica y plena de nacionalismo: los genios a granel. Que no es por presumir, pero han de saber que, de un tiempo a esta parte, nos crecen a tasas más altas que el PIB chino.

Nadie se extrañe entonces de que ya no sepamos dónde meterlos. Así, en lo que llevamos de tripartito municipal los creadores domésticos de todas las ramas del arte se han visto en la necesidad de incautar trescientos edificios privados en el casco urbano de la ciudad. En algunos casos, por fortuna aislados, habiendo de soportar incluso la connivencia descarada de ciertos jueces con los propietarios. Aunque de poco habrán de servir esos parches. Y es que el torrente incontenible de nuestra cultura no cesa de crecer, y requiere urgentemente de más y más espacio físico.

Sirva como botón de muestra la denuncia descarnada de uno de esos doscientos prometeos que se firman "La Makabra": "Esto es mucho más grande que donde estábamos antes; disponíamos de 6.000 metros cuadrados, que no es poco; pero ahora tenemos dos hectáreas". ¡Dos hectáreas! ¡Qué serán dos miserables hectáreas para la inmensidad del pensamiento de la legión de jordis ortiz que hoy okupa Barcelona!

Se nos debería caer la cara de vergüenza a todos. Al primero, a Joan Saura. ¿Acaso sabrá el consejero de Interior que los okupas de "La Makabra" se han visto obligados a solicitar los servicios de una empresa privada de seguridad, tras ser abandonados a su suerte por los Mossos? Él, tan tranquilo, limpiando las caquitas del gato de Imma Mayol, y la crema de la intelectualidad expuesta a dos hectáreas de inseguridad ciudadana. Menudo novelón va a levantar Ortiz con toda esta historia.

José García Domínguez
Libertad Digital, 06-12-2006

Los progretanos


En general, no se debe decir aquello que la gente no está dispuesta a creer. Pero como excepción…
La gente no está dispuesta a creer que el progresismo sea puritano. Para Juan Español, un tipo con aristas pero no carente de sentido común, más amante de la retranca que de la prosopopeya, el progresismo consiste en que las señoras enseñen las piernas. Y no va mal encaminado, porque ya se sabe que el progresismo consiste más o menos en eso : “Abajo los curas y arriba las faldas”.

Ahora bien, a Juan Español le cuesta algo más entender que el progre sea puritano. Y sin embargo es así. El progre es ferozmente puritano, no porque le importe la pureza, sino porque no vive la vida, sólo la sobrevive. Y enlaza con el puritanos anglosajón por su miedo a la libertad, que no es otra cosa que miedo a la vida.

El progretano, hoy en la cresta de la ola, sólo tiene dos mandamientos: la salud y la seguridad, y por ambos está dispuesto a los mayores sacrificios.

El Gobierno Zapatero es un ejemplo eximio de puritanismo. Primero la cogió con el tabaco. ¡Ojo!, no animó a dejar de fumar: simplemente lo prohibió. Luego con el alcohol. La Federación Española del Vino (FEV) acaba de protestar contra el borrador de la ley para la protección de la salud (siempre la salud) y la prevención del consumo de bebidas alcohólicas por menores. Se oponen, entre otras cosas, a la pretensión de consumir vino delante de menores… “y a todo lo que suponga una intromisión en el ámbito de la responsabilidad personal”. Esta es la clave: una nueva merma de libertad, y, con ella, de responsabilidad personal.

Más. Ahora le toca el turno a la obesidad. Nuestra inefable ministra de Sanidad, Elena Salgado, vegetariana ella, por tanto portadora de una inefable melancolía, amenaza a Burger King por su hamburguesa XXL. La firma norteamericana (no me cae muy simpática, pero aquí aplaudo su actitud con las dos manos) le ha respondido que si los clientes la solicitan… Es decir, está dispuesta a afrontar el mismo viacrucis de los juzgados norteamericanos. Los gringos, ese pueblo más adorable que imitable, inventaron el puritanismo (bueno, lo inventaron los ingleses, pero ya se sabe de quiénes descienden), fueron los primeros en inventar el puritanismo progre. En su nombre, consideran que, si están gordos, la culpa no la tienen ellos, sino quien les ha proporcionado el presunto componente de su obesidad. El progretano siempre está dispuesto a vender su libertad si con ello se deshace de su responsabilidad. Como decía en aquel asesino psicópata recién llegado a Estados Unidos: “Me encanta América. Nadie es responsable de nada”.

Y así, el Gobierno británico quiere recetar –es decir, obligar- a los británicos gordos a bailar en público para adelgazar, y nuestra ministra Salgado se dispone a marcar el menú de los niños, que luego llegará el de los adultos. La excusa para esta nueva merma de libertad: los costes que la obesidad origina a la Sanidad pública, en forma de hipertensión, enfermedades coronarias, diabetes y -todavía no se ha certificado pero estamos en ello- mal de ojo.

Pues bien, el Gobierno español, en nombre de la izquierda progresista, se dispone a decirnos qué debemos comer. Como comentaba alguien en un bar: “Vamos a ser los más sanos del cementerio”.

La historia del progretano es la historia del viejo chiste, en el que el médico prohíbe al paciente, fumar, beber, tomar alimentos grasos, dulces, ver la tele, hacer el amor, ducharse con agua caliente…

-¡Y usted cree que así viviré más, doctor?

A lo que el médico, puritano pero sincero, responde:

-Si vivirá más no lo sé, pero se le va hacer de un largo…

Tan largo, que un de las consecuencias habituales de este puritanismo de izquierdas es, precisamente, la depresión.

Lo que más me asombra es que el feroz atentado progretano contra la libertad individual pase inadvertido. Si a ello se le une la obsesión por la seguridad, cuado la vida es riesgo permanente, debo concluir que la libertad está en peligro, y que la única posibilidad de escape es hacer justo lo contrario de lo que nos recomienda el ‘progretanismo’, amen de mandarles a freír espárragos. Viviremos igual de inseguros y seremos mucho más felices. Porque, de seguir así, el poder progrepuritano nos dirá lo que debemos comer, lo que de debemos vestir, lo que debemos leer y de quién nos tenemos que enamorar. Y deberemos estarle agradecido porque lo hará por nuestro bien: por nuestra salud y seguridad.

Odio las hamburguesas, pero mañana aprovecharé la Fiesta de la Constitución para entrar en un Burger King y solicitar el producto estrella: a la memoria de Zapatero y su ministra Salgado. ¡Nadie podrá detenerme! Y no será una “Ingesta”, sino un acto libertario.

Eulogio López (Hispanidad.com) (05/XII/06)