viernes, 31 de agosto de 2007

Basta ya de bromas

"Rosa Díez y sus amigos se convierten en la mejor forma de evitar que el PP avance. En aliados del PSOE."

Existe un mandato relacionado con los progresistas, y es que cuando un progresista empieza a arrepentirse de su progresismo no hay que criticarlo, sino animarlo y acogerlo.

Nunca he estado muy de acuerdo con esta prescripción y menos ahora, cuando unos cuantos progresistas han decidido, al parecer, descolgarse del PSOE.

Eso sí, mejor no hablar del pasado de cada cual. Por eso, ciñéndonos al presente, en mi opinión la creación de un nuevo partido político para unas elecciones que como mucho se van a celebrar dentro de siete meses es una broma. De mal gusto, además.

Por una parte, Rosa Díez y otros compañeros que vienen viviendo del cuento de la izquierda desde hace muchos años van a quitar votos al PP. Como estos señoritos no pueden ser de derechas, es decir del PP, del único partido que defiende la Constitución y la nación española, van a captar para una supuesta nueva izquierda, otra vez virgen y mártir, los pocos votos que a lo mejor, con un poco de suerte, hubiera obtenido el PP de algún votante socialista capaz de recapacitar, pensar y actuar por su cuenta.

El tabú ideológico, deducido de un problema existencial relacionado con que estos progresistas suelen ser políticos, funcionarios o ricos de familia, es decir han vivido siempre del dinero de los demás, tendrá consecuencias electorales. Rosa Díez y sus amigos se convierten en la mejor forma de evitar que el PP avance. En aliados del PSOE. Como entre sus filas se cuentan eminentes intelectuales, supongo que por lo menos el filósofo oficial, aquel que ha pasado a los anales de la ética y la metafísica por su sofisticada formulación de que "España me la suda", habrá medido las consecuencias de sus actos. Saben, y muy bien, a lo que están contribuyendo.

Por otra parte, el intento de presentarse como partido bisagra alternativo a los nacionalismos al mismo tiempo que se propone una reforma constitucional que evite que los nacionalismos sean partidos bisagra suena un poco... raro.

Una de las muchas consecuencias perversas del diseño electoral e institucional español es el surgimiento de lobbies, en particular lobbies regionalistas, vascos y catalanes, que parecen convencidos de que tienen el derecho a monopolizar la vida pública nacional, mientras que los demás, los que somos españoles sin más, tenemos la obligación de escucharlos y atenderlos. Que los escuchen en su pueblo. Basta ya de bromas.

José María Marco
Libertad Digital, 31-08-2007

Rosa Díez y la causa de la libertad


"¿Qué razón de peso hay para que, en las actuales circunstancias, una persona como Rosa Díez no pueda compartir lista electoral con una persona como María San Gil?"

No por previsible resulta menos destacable la decisión de la histórica dirigente socialista Rosa Díez de abandonar definitivamente el PSOE y su escaño como eurodiputada, tras sus fuertes y públicas discrepancias con la deriva nacionalista y la política de apaciguamiento con el terrorismo llevada a cabo por el gobierno de Zapatero.

Rosa Díez es un referente moral y político de la lucha por la libertad y contra el terrorismo a quien hoy ex compañeros suyos como Rodolfo Ares han tenido la desfachatez de reprocharle una supuesta "falta de coherencia personal y política".

Lo cierto es que ha sido precisamente por no tener que sacrificar unos principios y unos compromisos de firmeza antiterrorista y de lealtad constitucional a los que ha dedicado su vida –y por los que muchos de sus compañeros han sido asesinados–, por los que Díez ha decidido, precisamente, abandonar el partido en el que ha militado durante treinta años. Son los mismos principios que tienen en común los principales partidos en los países de nuestro entorno, pero a los que el Gobierno de Zapatero no ha importado dejar en el estacada con tal hacer un frente común contra el principal partido de la oposición.

Con todo, si coherente es la decisión de Rosa Díez de abandonar el PSOE, harina de otro costal supone su decisión de impulsar un nuevo partido junto a Fernando Savater y asociado a la Plataforma Basta Ya. Y no, desde luego, porque desde la izquierda no pueda y deba haber un partido que también abandere la cohesión nacional y la lucha contra el terrorismo desde el Estado de Derecho, sino porque, en términos de utilidad, y también apelando a esos mismos principios, lograr ese objetivo sería mucho más factible con un cambio de dirección en el PSOE a través de una victoria lo más amplia posible del PP.

Con el PSOE y el Gobierno de Zapatero, lo que está en juego en España, en general, y en el País Vasco, en particular, hace absolutamente irrelevante las diferencias entre esa "izquierda" que quiere representar Rosa Diez y esa "derecha" que representa el PP. ¿Qué razón de peso hay para que, en las actuales circunstancias, una persona como Rosa Díez no pueda compartir lista electoral con una persona como María San Gil?

Editorial de Libertad Digital, 31-08-2007

Nuevos partidos

"Tanto Ciudadanos como Basta Ya reflejan esa necesidad de relevar a los viejos partidos, y, desde luego, sería magnífico que salieran adelante como depuración y regeneración de la izquierda."

¿A quién quitará votos Rosa Díez? No parece la forma adecuada de plantear la cuestión. ¿El PP es la única alternativa al PSOE? Solo de manera formal, en realidad no es alternativa. Para saber lo que hará solo hay que ver lo que ha hecho en la oposición.
El terrorismo nacionalista vasco (TNV) ha sido la piedra de toque de los partidos y los políticos desde la transición, y, salvo, en parte, el PP de Aznar, todos han demostrado su escasa valía, que actualmente ha llegado a la ruina. PP y PSOE han naufragado ideológica y políticamente, como la DC y el PCI en Italia.

¿Entonces? Harían falta otros partidos, que empezaran por sacar la experiencia histórica de estos treinta años y no solo expresasen descontento por lo que pasa y ansias de llenar algún hueco electoral. ¿Van a surgir? No parece probable. Tanto Ciudadanos como Basta Ya reflejan esa necesidad de relevar a los viejos partidos, y, desde luego, sería magnífico que salieran adelante como depuración y regeneración de la izquierda, pero no se les aprecia suficiente impulso ni claridad. Y en la derecha no se ve nada, sencillamente.

Con la subida de Zapo y su pandilla al poder hemos asistido a un proceso de sustitución del espíritu democrático de la transición por los viejos mitos guerracivilistas; un proceso de auge de los partidos separatistas y de recuperación política (no solo política) del terrorismo. La putrefacción del país y de la democracia continuará, por tanto, lo mismo con el PSOE que con el PP.

Muchos países, España desde luego, han padecido largos procesos de ese tipo.

En Una historia chocante he intentado extraer la experiencia de estos años. Se trata de un simple esbozo, discutible por demás. Pero, obsérvese: nadie parece sentir necesidad de discutir sobre ello.

Comente este artículo en el Blog de Pío Moa, "Presente y Pasado"

Pío Moa
Libertad Digital, 31-08-2007

El carné


Desengáñense, no seguirá sus pasos nadie. Y "nadie" significa nadie. No escribo a humo de pajas. Sé muy bien lo que digo. Conozco perfectamente lo que ocurre cuando algún enajenado decide marcharse de la Secta. Lo sé porque yo mismo lo hice en su día. Sí, en su día. Casualidades de la vida: justo un 30 de agosto de hace veinte años me dio por tirar el carné del PSC en un contenedor de basura del Paseo de San Juan de Barcelona.

¿Tienen curiosidad por saber lo que ocurre después? Pues se lo contaré: no pasa nada. Y "nada" también significa nada. De repente, el teléfono no vuelve a sonar. Los amigos del alma de tantas noches de vino y rosas, súbitamente, extravían la agenda en la que tenían apuntado el número. Aquellas voces cotidianas, familiares, nunca más vuelven a emerger al otro lado del hilo. Y "nunca más" también significa nunca más. Es así como uno comienza a descubrir el significado de ese sagrado principio constitucional que se conoce por "libertad de movimientos". Porque, a partir de ese mismo instante, se abren las grandes alamedas y ya no se otean más que espacios llenos de nada alrededor.

La gente se aparta con suma prudencia, respetando escrupulosamente las distancias de seguridad con tu sombra cuando teme tropezarse con ella por la calle. Ni siquiera es necesaria ninguna de esas costosísimas campañas que organiza la Dirección General de Tráfico. Pues, de forma espontánea, se obra el milagro y todo tu mundo, que para ti es todo el mundo, comienza a obedecer con celo exquisito las normas que ordena el Código de la Circulación. Entonces es cuando se empieza a sentir por primera vez el frío. Porque en las largas rutas solitarias siempre hace frío. Mucho frío. Un frío que, poco a poco, te va calando los huesos hasta el tuétano de la hipoteca. Un frío gélido que, como en el poema de Gil de Biedma, enseña a comprender de golpe que la vida iba en serio.

Desengáñense, un partido, cualquier partido, no es más que el híbrido perfecto entre una ETT y la pista central de un canódromo. Ahora mismo, mientras leo el cándido titular de Libertad Digital –"Rosa Díez agrava la mayor crisis del PSOE desde Suresnes"–, recuerdo a G. casi con ternura. G. fue el único que se arriesgó a dirigirme la palabra cuando me los tropecé a todos, con sus banderitas rojas y sus puños en alto, en aquella manifestación de homenaje a Salvador Allende. "¿Qué va a ser de ti fuera del partido? ¿Te has vuelto loco?". Quién sabe, igual hasta tenía razón.

Que los dioses del camino te sean propicios, Rosa, porque lo tendrás que recorrer sola.

José García Domínguez es uno de los autores del blog Heterodoxias.net.
Libertad Digital, 31-08-2007

Otras rosas socialistas


"Rosa Díez no podía respirar en semejante vertedero, y no concibo intenciones ocultas en quien ha dedicado todas sus energías a denunciar la indignidad de los atajos "antiterroristas", que, por ser atajos, siempre acaban perdiendo el prefijo."

Claveles y puños aparte, los socialistas también cultivan rosas. Algunas tan espinosas como la Regás, riega que regarás. La izquierda ha regado generosamente, para su desgracia y para la de Ptolomeo, ese tipo de flores carnívoras porque desde que llegó Rodríguez y mandó a parar, ser de izquierdas no quiere decir nada. Apenas un furor sectario y una defensa del prejuicio y la prebenda a coces y mordiscos. Otras flores, como Rosa Díez, se agostan en el rosal de la nada.

Se ha marchado del PSOE pero no de la izquierda, y carece de sentido criticarla por lo segundo; el ropaje sectario le cae mejor a ellos, no vayamos a olvidarlo. Justamente por ser progre, el partido que impulsa Savater marcará distancias insalvables con el PP en asuntos con un común denominador: el alcance del papel del Estado. En la educación, en la economía, en la cultura, en lo que sea.

Y va a coincidir con el PP en aquello sin lo cual una nación está condenada a desaparecer: su propia conciencia, plasmada en una unidad soberana y en una comunidad de individuos, elementos que sólo un nacionalista periférico puede denunciar como "nacionalismo español", pues apuntan en sentido contrario al nacionalismo: libertad individual frente a derechos colectivos, razón ilustrada frente a irracionalidad romántica, igualdad ante la ley frente a privilegios (leyes privadas, como el reciente y ruidoso estatuto catalán).

Ojalá más partidos coincidieran en estas coordenadas, que son superiores y anteriores a perfiles ideológicos como conservadurismo, liberalismo o socialdemocracia. Fascistas y comunistas no entran en el cuadro. Ni en ningún sitio, por otra parte. Tampoco entran, por definición, los nacionalistas, madre de un problema cuya solícita niñera es un PSOE que ha perdido lo único digno que le quedaba: la defensa de la unidad de España.

De esa pérdida calculada vienen estos lodos, de su abrazo obsceno al separatismo filoterrorista y del guiño más obsceno aún al simple terrorismo. Rosa Díez no podía respirar en semejante vertedero, y no concibo intenciones ocultas en quien ha dedicado todas sus energías a denunciar la indignidad de los atajos "antiterroristas", que, por ser atajos, siempre acaban perdiendo el prefijo.

No creo que con esto el PP tenga nada que temer, y sí mucho que celebrar. Principalmente, que se acabó la estupidez de identificar España con derecha. Y que mientras Blanco magnifica anecdóticas fisuras en el PP, a la izquierda le nace la Tercera Vía. O sea, que el PSOE se está cayendo a pedazos.

Juan Carlos Girauta es uno de los autores del blog Heterodoxias.net.
Libertad Digital, 31-08-2007

Gotzone Mora critica a Díez por debilitar la "única alternativa constitucional" a Zapatero


"VA A QUITAR EL VOTO AL PP", OPINA LA OTRA DISIDENTE SOCIALISTA

La disidencia de Rosa Díez provoca división de opiniones. Otra socialista histórica, Gotzone Mora, igualmente disidente dentro del PSOE, ha sido de las primeras en criticar la decisión y alertar con que puede acabar restando apoyo electoral al PP, el único partido, a su juicio, capaz de garantizar la pervivencia de la España constitucional. Mora ha intervenido en La Mañana de COPE –al igual que lo hiciera el pasado miércoles en otro programa de ese canal, La Linterna– para señalar que el nuevo partido que surja de Basta Ya "va a quitar el voto al PP", y no tanto al PSOE y a sus aliados nacionalistas.

(Libertad Digital) La ex concejal del PSOE en Guecho ha criticado la decisión de su antigua compañera en el PSOE. Rosa Díez, de abandonar el partido y sumarse al proyecto de Fernando Savater y Carlos Gorriarán de un nuevo partido poítico.

Para Gotzone Mora, "este tipo de andadura impide que la democracia se manifieste en todo su valor", ha señalado en el matinal de COPE.

Mora opina que el nuevo partido político no provocará la regeneración del PSOE, como pretenden, sino que dañará las expectativas electorales del PP, "el único" que, a su juicio, hoy garantiza la pervivencia de la unidad constitucional de España.

"Se lo dije hace mucho tiempo" a Rosa Díez, ha revelado Gotzone Mora.

"Para mí, se han aprovechado de la plataforma Basta Ya, en la que yo estuve antes que Rosa Díez y que nació como expresión de la ciudadanía frente al nacionalismo obligatorio, se han aprovechado de ese movimiento para formar un nuevo partido que va a quitar el voto al PP".

Mora no se explica cómo "existiendo ya un partido que defiende la España constitucional como alternativa a la deriva del PSOE, un partido como el PP que es el único que puede gobernar, Rosa Díez no lo apoya y decide sumarse a una plataforma incierta cuyos impulsores no han dudado en apoyar al mismo Zapatero al que ahora critican", ha comentado.

Gotzone Mora cree que Rosa Díez "ha tirado hacia delante y tendrá que dar cuentas a los ciudadanos en el futuro". A su juicio, Díez debería haber resistido en las filas socialistas y continuar con su disidencia desde dentro, algo que, para Gotzone Mora, habría sido verdaderamente útil a la regeneración democrática del PSOE.

"Claro que es duro estar dentro, que me lo digan a mí, pero es la única forma de que el PSOE y el PP vuelvan a estar de acuerdo en lo fundamental para España", ha declarado al mismo canal de radio.

Libertad Digital, 31-08-2007

El puño pierde la rosa

Hotel Ercilla, Bilbao, 30 de agosto de 2007, a las 12:00 horas. Palabras de Rosa Díez anunciando su baja en el Partido Socialista Obrero Español:

Quiero anunciarles mi decisión de darme de baja en el Partido Socialista Obrero español. Así mismo les comunico que he renunciado a mi escaño como Parlamentaria española en el Parlamento Europeo. De ambas decisiones he dado cuenta a través de carta certificada en la mañana de ayer al Secretario General del Partido Socialista Obrero Español y a la Junta Electoral Central. La misma comunicación ha sido remitida al Presidente del Parlamento Europeo.

He tomado la decisión de darme de baja en el Partido Socialista Obrero Español para poder defender con más libertad y mayor eficacia las ideas que me llevaron hace más de treinta años a militar en ese partido.

Siempre he considerado que los partidos políticos han de ser instrumentos al servicio de los ciudadanos. Los partidos políticos no son propiedad de sus dirigentes; ni tan siquiera de sus afiliados. Sin los ciudadanos que confían en nosotros cuando nos dan su voto no seríamos nada. Por eso siempre he pensado que un cargo público se debe, sobre todo, a los ciudadanos a los que representa. Los partidos políticos hacen las listas, designan los candidatos. Pero los diputados, senadores o concejales los eligen los ciudadanos.

Los ciudadanos no dan a los políticos un cheque en blanco. Los ciudadanos delegan en nosotros para que defendamos aquello con lo que nos hemos comprometido al pedirles su voto. Por eso siempre he creído que por encima de la disciplina partidaria está el compromiso con los ciudadanos. Lo bueno sería no tener que elegir entre la disciplina del partido y el compromiso con los ciudadanos; pero si hay que elegir porque ambos mandatos no son compatibles, los ciudadanos son lo primero. Por eso he defendido con mis mejores argumentos las cosas que creo que hay que hacer; y he criticado aquellas que se hacían y que yo no compartía. Nunca he desacreditado personalmente a nadie; nunca he juzgado intenciones. Siempre he argumentado, con respeto pero sin tapujos, cada una de las decisiones políticas sobre las que ha creído que tenía que opinar. Los ciudadanos tienen derecho a saber lo que piensan sus representantes durante todo el tiempo, no sólo cada cuatro años cuando les llaman a votar.

Durante mucho tiempo he creído que era posible defender mi posición, --que no es otra que aquella con la que el Partido Socialista Obrero Español se presentó a las últimas elecciones generales y la que se recoge el programa electoral y de gobierno--, desde dentro de las filas del Partido Socialista y desde mi escaño de Parlamentaria Europea. Hace ya tiempo que comprendí que en lo orgánico no había nada que hacer. Pero seguí creyendo que mantener un discurso político público podía facilitar un debate que provocara una reorientación de la política del Partido Socialista, en temas de tanta importancia como la política antiterrorista o el modelo de Estado. Nunca me han importado las dificultades, ni en estos tres últimos años ni en los anteriores. Pero he llegado a la conclusión de que tampoco por ahí hay nada que hacer. Si el discurso político no contribuye a condicionar las políticas, deja de ser práctico. Y cuando se llega a esa conclusión, quien quiera seguir comprometida con las ideas y que su trabajo sirva para algo, ha de dar un paso adelante. Eso es lo que yo hago hoy.

Así que me voy para ser más libre y para ser más eficaz desde la perspectiva de los ciudadanos. Sobre todo para ser más eficaz; yo seguiría soportando los problemas, las tensiones y la falta de libertad si creyera que eso iba a contribuir a que se produjera un debate racional. De la misma manera que sigo haciendo política y viviendo en Euskadi a pesar de las dificultades: porque creo que lo práctico, lo que más nos va a ayudar a ganar, es quedarnos aquí. Al menos mientras podamos.

Pero eso les digo que he llegado a la conclusión de que para poder seguir defendiendo estas mismas ideas por las que me afilié al PSOE y para las que pedí el voto a los ciudadanos lo que tengo que hacer es irme del Partido Socialista. Y eso es lo que he hecho.

No quiero que nadie se equivoque. Para mí no ha sido una decisión fácil. Llevo toda la vida militando en él. Soy hija de socialistas. Y tengo un enorme respeto a toda su historia. Un partido no es una dirección, o las sucesivas direcciones que éste ha tenido y tendrá en el futuro. El Partido Socialista está hecho de su historia centenaria, está hecho de los sacrificios de muchos hombres y mujeres anónimos que en su nombre defendieron las ideas de la libertad, la solidaridad y el progreso. Y yo me siento orgullosa de haber formado parte durante más de treinta años de esa familia de hombres y mujeres buenos que han dado lo mejor de su vida para defender esos valores.

Dejo en el Partido Socialista un montón de amigos; muchos que me han ayudado, que me han animado, que me han querido; y a los que yo quiero. A todos ellos les deseo lo mejor. Respeto su decisión, como sé que ellos respetarán la mía. Ellos saben, porque lo hemos hablado muchas veces, que cuando hay que elegir entre disciplina y coherencia, yo elegiré siempre coherencia. Sé que ser coherente no equivale a tener razón. Pero, aunque muchos – en un afán de protegerme-- me han sugerido que ponga perfil bajo y espere tiempos mejores, yo eso no sería capaz de hacerlo nunca. Defender las cosas en las que uno cree es lo mínimo que se le puede exigir a un cargo electo. Y a mi modo de entender, a cualquier ser humano que se respete a sí mismo.

Pido disculpas a los afiliados, simpatizantes y votantes del PSOE que hayan podido sentirse mal al escuchar o leer mis posiciones contrarias a las sostenidas por la dirección del PSOE y/o por el Gobierno. Pero sé que si lo piensan bien me entenderán; está escrito en el carnet del que hasta ayer era mi partido: somos socialistas no para amar en silencio nuestras ideas, ni para recrearnos con su grandeza ni con el espíritu de justicia que las anima, sino para llevarlas a todas partes. (Pablo Iglesias)

Así pues hoy empieza para mí una nueva etapa. No voy a hacer nada diferente a lo que venía haciendo. Sólo voy a hacerlo desde otro lugar. Lo fácil siempre es no moverse. Pero circunstancias extraordinarias requieren decisiones también extraordinarias. Y yo creo que vivimos una situación extraordinaria, en la que la creciente desafección por la política termina por empobrecer las instituciones democráticas. Y eso nos obliga a reflexionar sobre la necesidad de hacer cosas nuevas, de movernos de la cómoda situación en que cada uno de nosotros podríamos encontrarnos. Bueno, pues yo ya me he movido. Ahora a ver que pasa.

Gracias por su atención. Estoy a su disposición para cualquier pregunta.


Blog de Santiago González

jueves, 30 de agosto de 2007

La publicidad del irracionalismo


Nunca he sentido el rechazo por la televisión que experimentan los progres desde que Marshall McLuhan enunció aquella olvidable pero no olvidada sentencia de que el medio es el mensaje. La televisión nos mete en el salón lo que le mandan meter. Y eso sí que merece un análisis.

Dejemos de lado los deportes, que ocupan una parte desproporcionada de los informativos, aunque no mucho mayor que la que ocupan en la prensa escrita, en la que existen dos periódicos especializados que se venden tanto como los diarios de información general, que también llevan una amplísima sección deportiva. Cada uno se idiotiza como quiere, mirando partidos de lo que sea, atendiendo a las miserias de los programas rosa o siguiendo las peripecias de Bea, todas cosas que vienen del papel y de la radio.

La Sexta, que al parecer va a convertirse en la cadena oficial del PSOE, más aún que ahora, ayudada por el nuevo diario El Público, de próxima aparición, da una pauta ideológica del pensamiento del gobierno: es la que más deportes ofrece, como la Cinco ofrece Pantoja y padres descastados que les dan droga a sus hijas y que no serían nada famosos si no les jalearan esas gracias.

Si usted no quiere nada de eso, la televisión le ofrece otras alternativas: series y películas. Agosto ha sido un mes maravilloso en este terreno: no hemos podido ver un solo episodio nuevo de ninguna serie, ni una sola película que no hubiera sido emitida repetidas veces. Yo he podido comprobar cosas que sospechaba: que Memorias de África ha envejecido, que Grissom ha ido ganando con los años y que El ala oeste de la Casa Blanca, la mejor serie en muchos años, sigue dando mucho miedo: la han condenado a los viernes, a la una de la mañana. Como la han pagado, no les queda otra que pasarla a pérdidas o mostrarla cuando el público está medio dormido.

Todavía estamos esperando una nueva temporada de 24 y sospecho que, si llegan a ponerla, será también en horarios siniestros.

La producción de series en los Estados Unidos es abrumadora, en todos los niveles de calidad y para cualquier público, y está claro que las cadenas españolas de televisión abierta hacen una selección a la hora de comprar unas u otras. Selección que tendrá que ver con las posibilidades comerciales, pero también con otros matices, entre ellos el ideológico. Y no es que El ala oeste no sea progre, pero muestra entripados de la política que no deben ser mostrados. Prefieren cosas más light.

¿Y qué hay más light que los fantasmas? Pues resulta que, de la docena y media de series visibles, nueve se dedican a ellos, a los médium o a los tipos con poderes singulares: Medium, Entre fantasmas, Las voces de los muertos (británica), Premoniciones, Sobrenatural, Embrujadas, Millenium, John Doe y una más, cuyo nombre he olvidado, protagonizada por una médium al servicio del FBI. No cuento La habitación perdida porque pasó a mejor vida. El contrapeso científico queda a cargo de CSI.

No es un fenómeno nuevo. Tras el fracaso de la revolución de 1848, Marx decía en una carta que "todas las mesas de Europa han empezado a moverse" por obra de los espíritus. Y Alan Furst escribe en El oficial polaco, que transcurre en los dos primeros años de la Segunda Guerra Mundial: "En una época en la que el consuelo era prácticamente inexistente, las profecías abundaban, por extrañas que fuesen algunas de ellas." Cierto: en tiempos de crisis, prospera el irracionalismo. Pero, teniendo en cuenta que los capítulos de estas series suelen emitirse en tandas de dos o de tres, veinte horas de televisión cada semana dedicadas a los diálogos con los muertos y con los espíritus, del bien o del mal, o a la investigación de crímenes por adivinación, parece excesivo.

Los seres humanos tendemos a lo irracional, el ser primitivo no deja de estar agazapado un solo instante en el fondo del hipotálamo, y cualquier excusa es buena para dejarlo aflorar, cargándose milenios de cultura y de contención. Pero que se lo promocione desde un poderoso difusor de valores como es la televisión, es harina de otro costal. Si llegamos a dar por normal que a nuestro alrededor haya miles de personas que hablan con espíritus a diario, terminaremos por aceptar cualquier absurdo, desde la combustión espontánea hasta los derechos históricos.

No pienso, como los señores Dorfman y Mattelart en Para leer El pato Donald, que el sello Disney apañe a una conspiración de malvados dispuestos a lavarnos el cerebro mediante los discursos ininteligibles del pato, siempre tan irritable, tan primitivo. En el universo de los relatos, los fantasmas venden tanto como los vampiros. Y se producen series y películas y novelas y cuentos ad hoc. Una proporción en cada mercado, en competencia con las historias de amor, de dolor, de guerra, del far west, de secuestros, de ladrones, de crímenes y, desde luego, con las comedias, que también tienen su público. En la televisión, el consumidor no elige, está a lo que le echen. De modo que si la proporción entre géneros varía, o apaga el aparato o se traga lo que ponen. Y alguien escoge la desproporción.

Claro que irracionalismo y corrección política van de la mano: ahí está A dos metros bajo tierra y su clon, Cinco hermanos, con la que hasta comparten actores. Son como los culebrones de toda la vida, infinitamente mejor hechos y con la presencia de todas las minorías concebibles, salvo negros, que no podían ser concebidos por parejas blancas: pero todas las familias tienen un hijo gay, una hija o una esposa promiscua, un padre con amantes, y A dos metros riza el rizo otorgándole al hijo gay (pero religioso) un amante que, amén de negro, es policía. Son familias impecables, sin reproches esenciales, de libre sexualidad y sin posición política, aunque en Cinco hermanos Rob Lowe haga de senador republicano que cada vez que abre la boca demuestra lo demócrata que es. Irracionalismo, cotilleo, corrección política y deportes conforman el universo mental de la víctima. Y la repetición, como se sabe, genera adicción.

Pinche aquí para acceder a la página web de HORACIO VÁZQUEZ-RIAL.

vazquez-rial@telefonica.net



Horacio Vázquez-Rial
La Revista de Agosto de Libertad Digital

Te esperábamos, Rosa

Catálisis (del gr. «katálysis», disolución) ­f. Quím. Acción activadora (o, más raramente, retardadora) de las reacciones químicas, realizada por cuerpos que, al terminar la reacción, permanecen inalterados. Ô Acción de presencia.

Catalizador Persona o cosa que impulsa o aglutina las distintas fuerzas que intervienen en una reacción colectiva importante.

(Del diccionario de María Moliner)

Creo que muchos te esperábamos, Rosa, porque tu puedes catalizar el proceso reactivo que está iniciándose frente a la degeneración política del país. Porque tú y los que te seguimos podemos hacer cuajar un nuevo equilibrio político que regenere España.



Pero el nuevo partido democrático progresista que España necesita debe fundarse sobre bases sólidas, a fin de cumplir el papel histórico que tiene que desempeñar. Por eso urge acelerar ya el proceso de creación estructural de la nueva organización.

Tu nos liderarás a muchos que estamos buscando una nueva forma de hacer política y un nuevo equilibrio de fuerzas en el país, que instauren una democracia viva, que haga frente al secuestro oligárquico y caciquil de la voluntad democrática, que se ha producido lentamente desde comienzos de la transición y aceleradamente durante el actual trienio necio. Que haga frente a la estafa a la democracia a la que tenemos que enfrentarnos.

Pero España está viviendo una crisis seria de la democracia y superarla resultará enormemente difícil si no sabemos conjugar bien las exigencias del proceso: tiempos, principios, liderazgo, estructura y catarsis.

LA SINCRONIZACION

La primera exigencia es el tiempo, la sincronicidad de urgencia y maduración progresiva de un proceso que comienza: tenemos que frenar urgentemente la degeneración del país y al mismo tiempo necesitamos construir sobre bases sólidas y estabilizadas una nueva realidad política consistente y coherente.

LOS PRINCIPIOS

Para ello, es preciso definir con claridad los principios fundamentales sobre los que tendremos que basarnos. Y creo que estos principios deben referirse a unas cuantas cosas esenciales:

a) La defensa de la idea de España como patria común e indivisible, que encarna e institucionaliza el pluralismo y la libertad como rasgos esenciales de nuestra integración interna y externa en Europa, y que es preciso defender frente a soberanismos y caciquismos. Patologías cuyos principios y orientaciones les llevan a pretender la construcción de naciones monolíticas enfrentadas a la unidad y convivencia del conjunto de los españoles. Impulsos y orientaciones que si no se contrarrestan producen la destrucción del pluralismo, la ruptura de la unidad y la cohesión social, y la degeneración y derrumbe de la democracia.

b) La concepción de la actividad política como una tarea de enorme importancia para el desarrollo de la sociedad, que exige, por tanto, cualificación para tratar sistemas complejos, ideas claras y entrega moral al servicio del interés general. Una actividad, por consiguiente, que exige la actualización permanente de la sensibilidad y los conocimientos, la dedicación entusiasta a la "respublica", y la sensibilidad y empatía necesarias para sintonizar con las demandas y problemas de los ciudadanos y la sociedad.

Una actividad, por consiguiente, que no puede fundamentarse en ideas esclerosadas y delirios anacrónicos; ni en electorerismos vacuos y populistas que manipulan la opinión pública y pervierten la democracia; ni en clientelas de sicarios obedientes a caudillos iluminados; ni en oligarquías cerradas e impermeables a las necesidades sociales.

Una actividad que exige la promoción de los mejores y más capacitados, y no la selección negativa de los que carecen de criterio, personalidad, sentido crítico y autonomía, o profesión conocida.

c) La percepción de la cultura e ideas políticas actuales propias de las sociedades modernas europeas como orientaciones de consenso, a la búsqueda de la interpretación y gestión de un mundo global en transición acelerada y radical. Cultura e ideas que tienen que canalizar y dirigir fuerzas poderosísimas hacia el desarrollo de la Humanidad en una época de crisis global. Cultura e ideas, por consiguiente, que no pueden estancarse en las fórmulas ideológicas de hace dos siglos más o menos remozadas, sino que precisan innovación radical basada en la reformulación de los valores humanos de siempre y en su adaptación a una nueva realidad mundial y global. Cultura e ideas que necesitan integrar y gobernar un mundo en cambio con instrumentos obsolescentes como los Estados actuales. Cultura e ideas, en definitiva, que necesitan construir unidades políticas superiores a las existentes mediante la superación de los sectarismos y brechas del pasado.


EL LIDERAZGO

Necesitamos un liderazgo fundacional, que construya de la nada y/o de las cenizas del pasado algo insólito, una relidad política nueva que integre, en síntesis frescas, ideas y residuos estructurales obsoletos, y que sepa abrirse un nicho nuevo de estabilidad, centralidad y progreso en el seno de una sociedad bloqueada que comienza a derrumbarse.

Por eso te esperábamos, Rosa, porque muchos creemos que tú puedes catalizar todo lo nuevo que hace falta: actitudes, ideas, personas y estructuras, a fin de desatascar el país. Porque somos conscientes de que te guían tus convicciones profundas de persona progresista, cuyas metas son el desarrollo de la libertad y la igualdad, y que sabes perfeccionar y aplicar esos principios a la realidad incluso en contra de lo existente cuando es necesario.

En tu biografía política nos has dado un ejemplo, Rosa, de que en ocasiones es necesario sacrificar la estabilidad y la tranquilidad personal en aras de objetivos y bienes superiores. Porque, como tú dices, Rosa, tenemos hijos a los que legar algo mejor y no peor que lo que tenemos.

En todo esto, creo que somos muchos los que sintonizamos contigo, vemos el peligro de declive y creemos en la necesidad de entregar nuestro esfuerzo a evitarlo. Necesitamos un liderazgo como el tuyo que movilice a los hasta ahora desengañados o estafados por la situación política. Estamos en ello, Rosa.


LA ESTRUCTURA

Los que tenemos algo de experiencia política sabemos de la dificultad de construir partidos vivos, flexibles y adaptativos. Tal como yo veo mi experiencia en el PSC-PSOE y en Ciudadanos, ambos partidos se han podrido por diversos factores y circunstancias a diversos ritmos, sucumbiendo a la corrupción de los principios fundacionales, a la oligarquización y a los intereses de los dirigentes.

Por eso es muy importante que el liderazgo se complemente con una estructura viva y con afiliados motivados por altos ideales de servicio al país, conscientes de la situación de emergencia que vivimos y prestos a entregar gran parte de su tiempo durante algunos años a superar la situación.

En ambos casos, el fracaso estrctural deriva de la avalancha de oportunistas, la jerarquización y oligarquización, la falta de liderazgo de calidad y la degeneración sectaria.

Debemos tratar de evitar las dos primeras patologías y la última, ya que tenemos la suerte de contar con liderazgo de calidad. Pero los objetivos ambiciosos que perseguimos no se pueden conseguir únicamente con la confianza o fe en el liderazgo, sino que se hace preciso construir una estructura ágil y democrática que frene la posible avalancha de oportunistas mediante los filtros adecuados, y sea capaz de integrar la pluralidad interna de sensibilidades variadas propias de un partido transversal.

Un partido que ha de situarse en un espacio central y centrípeto que fortalezca la democracia española frente a la centrifugación nacionalista y el desvarío de una izquierda obsoleta y sin rumbo.

LA CATARSIS

Si acertamos en todo esto y conseguimos actuar con inteligencia, honestidad y eficacia, creo que conseguiremos ganarnos la confianza de un sector importante de la población, que espera como agua de mayo el proyecto que queremos presentarle. Y si conseguimos votos suficientes para jugar un papel significativo entre los dos grandes y frente al soberanismo y el caciquismo, habremos triunfado en ese gran objetivo histórico de impedir la degeneración del país, y sacarlo adelante como una democracia moderna y fuerte que pueda hacer jugar a España el papel que le corresponde.

Nuestra transición actual, nuestra crisis y movimientos, están siendo observados con atención en toda Hispanoamérica. Tengámoslo en cuenta. Y hagamos despertar a los españoles con la idea de que nuestra democracia se puede regenerar, como el ave fénix que finaliza este artículo. Nuestro papel histórico es conseguir la catarsis del país. Un abrazo, Rosa.


Luis Bouza-Brey

miércoles, 29 de agosto de 2007

Contra Fraga (2) : Consejero fracasado


Contra Fraga En fin, Fraga, que es a la derecha liberal lo mismo que Atila a la industria de los fertilizantes, resulta que, ahora, anda con prisa por sentar a Gallardón en el palco del Gran Inquisidor Centrista. Cosas veredes, que decía el otro.

A don Manuel siempre hay que escucharlo poniendo mucha atención. No porque jamás haya habido manera humana de descifrar lo que dice, sino porque el fundador viene a ser lo más parecido a Scott Fitzgerald que nos ha dado la provincia de Lugo desde Prisciliano. Y es que Fraga también habla con la suprema autoridad que le da el fracaso. Por lo demás, como ya desde pequeñito ha llevado el Estado dentro de la cabeza, al de Villalba nunca le ha quedado el más mínimo espacio en la testa para almacenar ideas. De ahí que lo suyo sean las ocurrencias. La penúltima nos la regaló ayer. Y es ésa de que habrá que ir pensando en hacerle la cama a Mariano Rajoy, que, a cinco minutos de una convocatoria electoral, se ve que es lo que más le conviene al Partido Popular.

Lástima que don Manuel sólo haya salido perito en preparar las sucesiones del prójimo. Razón de que cuando fueron a convencerlo para que no regalara Galicia a Touriño y su Anxo Exterminador, saltase raudo con el cuento del cumpleaños del obispo. Ya saben: "Hijo mío, no pongamos límites a la voluntad divina", dicen que replicó cierto venerable mitrado a un arcipreste que acababa de desearle que cumpliera otros cien años más. En fin, Fraga, que es a la derecha liberal lo mismo que Atila a la industria de los fertilizantes, resulta que, ahora, anda con prisa por sentar a Gallardón en el palco del Gran Inquisidor Centrista. Cosas veredes, que decía el otro.

Más de una vez hemos barruntado aquí que las dos enfermedades crónicas de la derecha española son el fulanismo y la adicción a la gomina. Así, que al partido de orden durante la República tuvieran que bautizarlo Confederación de Derechas Autónomas ya lo dice todo sobre la primera de esas taras genéticas que arrostra hoy el PP. En cuanto a lo otro, lo del pelo, que casi es más grave aún, también viene de atrás y, por lo que se ve, tampoco tiene remedio. De ahí que no hayamos de extrañarnos en absoluto del caprichito que le ha entrado a don Manuel por el capataz de aquella patética Alianza Popular que nunca alcanzó ni cinco miserables millones de votos. Al cabo, si a esas dos pandemias se les pudiese poner nombre y apellidos, el ruiz-gallardonismo ya aparecería en todos los informes anuales de la Organización Mundial de la Salud al lado del tifus, el cólera y las fiebres de Malta.

Trece interminables años de socialismo trincón. Ese fue el precio que hubimos de pagar a cuenta de que aquella derechona de Atapuerca que representaban Fraga y su amado ahijado Alberto siguiera rehusándose a entrar de una puñetera vez en la Modernidad. Trece infinitos años de nepotismo al por mayor y mediocridad a granel. Pues, nada, ya volvemos otra vez a las andadas. Lo dicho: no tienen cura.

José García Domínguez

Contra Fraga (1): El facha respetuoso


A Fraga, el amigo de Fidel Castro (¿precursor de la alianza de civilizaciones?), el hombre que luchaba contra el franquismo desde dentro, suelen recordarle los progres que firmó no sé cuántas sentencias de muerte (en realidad no firmó ninguna, pues las firmaban los jueces y el gobierno daba el enterado o conmutaba, según prefiriese). Como ocurre con tantos derechistas, en el castigo no se crece. Al contrario, se revuelve contra su propia biografía. Ahí lo tenemos de nuevo.

Pío Moa
Libertad Digital, 28-08-2007

Muerte de un escritor, UMBRAL


Faltan, sobre todo, los cojones de ponerse el mundo por montera, de arrojarlo en un brindis, de arriesgarlo todo por una buena frase, de entregarse al placer del escritor y del lector de raza. Ahora sí que Cela se ha muerto del todo.

Ahora sí que se ha acabado un siglo XX español, el de las letras recias y el esplendor del genio provinciano que llega a la capital y se enseñorea, con todo derecho, de las tabernas, de las tertulias y del papel impreso. Dejaremos la crítica para los críticos. Y dejaremos el anecdotario –de las pensiones a los grandes premios, de los lupanares a la movida madrileña–, para los trescientos amigos de toda la vida que le van a salir. Dedicarle una columna a Umbral es como pintar un retrato de Goya. Una temeridad, un fracaso cantado. Pero peor habría sido hacérsela en vida o en agonía y contarse entre las aves de mal agüero o entre las carroñeras que ansían su espacio vacío.

Nada de eso importa. Es la literatura, estúpidos, que diría aquel. Quedará, por encima de todo, un despliegue de columnas. Más que el edificio, la columnata, porque los libros ya veremos. Prevalecerá la voz lúcida, bronca y quebrantadora, la sorpresa urdida en unos pocos párrafos; el columnista es un luchador con el brazo bueno atado a la espalda y el cronómetro urgiéndole a acabar cuando justo ha empezado a lucirse. Restará el misterio que llaman estilo.

Prefiero, entre todas sus piezas de periódico, las propias de un género que él había fundado y al que regresaba cuando le daba la gana, elevando a sujetos poéticos, como un dios caprichoso, a políticos, a ricachos o a folclóricas: el columnismo poético. No la prosa poética, ojo, que ya estaba fundada, sino una poesía con su metro que se ve de repente empaquetada en párrafos apresurados de poeta inevitable, arrebatos endecasílabos, rimas ocultas o evidentes. Todo dispuesto para ser devorado por el intelecto y la sensibilidad de una sola vez y sin contemplaciones. Sin guiños, sin barras, sin espacios, sin respiración.

Un siglo XX español, pertinaz, alargaba a su través un brazo incorrupto y se metía en épocas ignotas que ya no podían reconocerle porque faltan demasiadas cosas. Faltan lecturas y disposición. Faltan, sobre todo, los cojones de ponerse el mundo por montera, de arrojarlo en un brindis, de arriesgarlo todo por una buena frase, de entregarse al placer del escritor y del lector de raza. Ahora sí que Cela se ha muerto del todo.

Juan Carlos Girauta
Libertad Digital, 29-08-2007

Rosa Díez abandona el PSOE y será cabeza de cartel en el nuevo partido impulsado por Savater

Madrid. (EUROPA PRESS).- Rosa Díez ha decidido abandonar el PSOE en el que militaba desde hacía décadas y el próximo 7 de septiembre sellará oficialmente su incorporación al nuevo partido encabezado por el filósofo Fernando Savater, según informa ABC en su edición impresa de hoy.


Según indica el diario, la dirigente socialista sellará su compromiso oficial con la nueva formación el 7 de septiembre durante un cena a la que asistirán también el propio Fernando Savater y el profesor de la UPV, Carlos Gorriarán, otro de los impulsores del proyecto.

Asimismo, este nuevo partido del que todavía no se conoce el nombre se presentará en sociedad el próximo 29 de septiembre en Madrid, momento en el que dará a conocer sus bases programáticas de cara a las futuras elecciones del año que viene.

Rosa Díez pondrá así fin a su trayectoria política como militante socialista en la que fue consejera de Comercio, Consumo y Turismo del Gobierno Vasco bajo la presidencia de José Antonio Ardanza (PNV) desde 1991 hasta 1998. Asimismo, fue diputada del Parlamento vasco y desde 1999, desempeño funciones como Eurodiputada. Además es miembro de la plataforma política `Basta Ya! contra el nacionalismo vasco y el terrorismo de ETA.

En 1998 fue derrotada por Nicolás Redondo en las elecciones primarias del PSE para elegir candidato a lehendakari y también fue derrotada por José Luis Rodríguez Zapatero dos años después en las primarías del PSOE para elegir al nuevo secretario general del partido tras la dimisión de Joaquín Almunia.

Rosa Díez, en los últimos años se ha mostrado muy crítica con algunas de las políticas llevadas a cabo por el Gobierno socialista de Zapatero como la relación con los partidos nacionalistas y fundamentalmente lo referente a la política antiterrorista.


La Vanguardia

sábado, 25 de agosto de 2007

El futuro según 'Blade Runner'

Hace 25 años se estrenaba en España la cinta más influyente de la ciencia ficción, una sombría premonición del caos urbano.

Fernando Savater visitó hace unos años el edificio Bradbury de Los Ángeles, donde se rodaron algunas de las escenas más famosas de 'Blade Runner'. «Ridley Scott no se inventó nada», constata el filósofo. «Todo está en las mismas condiciones de la película. Hay basura apilada a la entrada, vagabundos durmiendo en los rincones, niños dispuestos a quitarte las ruedas del coche. La Policía recomienda no pasear por el barrio al anochecer. Incluso juraría que la lluvia que cae de vez en cuando tiene altos índices de radioactividad ».

Este lunes se cumplieron exactamente veinticinco años de su estreno en España. 'Blade Runner' se estrelló en taquilla, pero no tardó en convertirse en una película de culto. El público de entonces esperaba una cinta de acción futurista, en la estela de 'La guerra de las galaxias'; el protagonista, Harrison Ford -alias Han Solo e Indiana Jones-, prometía aventura escapista. Ni la crítica ni el público vislumbraron el sustrato filosófico del filme más influyente de la ciencia ficción.

Y es que 'Blade Runner' proyecta su apocalíptica sombra sobre el diseño, la arquitectura, el cine y el cómic posteriores. Ridley Scott supo rodearse de talentos visionarios que dibujaron un futuro que ya es presente. El director de 'Alien' y 'Gladiator' no ha vuelto a hacer una película mejor. La novela de Philip K. Dick publicada en 1968 '¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?' le sirvió para dibujar un Los Ángeles superpoblado, que en 2019 aparece como una megalópolis putrefacta, construida a base de rascacielos piramidales y coches que vuelan sobre calzadas húmedas. Un 'melting pot' humano entre neones intermitentes. Una vívida y aterradora premonición de nuestras ciudades bajo la síntesis de tecnología avanzada y decadencia social.

Ninguna otra película ha provocado tantos análisis; Google detecta casi tres millones de páginas web que hablan de 'Blade Runner'. Ridley Scott, que padeció un rodaje de pesadilla en lucha contra el estudio, los técnicos y su estrella principal, se ha ocupado de mantener viva la atención con nuevos montajes del filme. Warner anuncia para diciembre el lanzamiento mundial de 'Blade Runner. The Final Cut'. El 'montaje final' -el quinto desde 1982- añade escenas y pule efectos especiales. En su edición de lujo, un maletín de aluminio como el del cazarreplicantes Rick Deckard contendrá cinco DVD con todas las versiones, un sinfín de extras, miniaturas, fotografías, una carta firmada por Scott y hasta el celebérrimo unicornio de papel que tantas disquisiciones ha provocado.

Un unicornio filosófico

Ese unicornio se encuentra a la misma altura filosófica que el monolito de Kubrick en '2001'. En el mundo imaginado por Dick, los androides (robots con apariencia humana) se llaman replicantes y son ilegales. Una Policía especial tiene derecho a 'retirarlos', aterrador eufemismo de exterminarlos: son los 'blade runner', un término cortesía del escritor William Burroughs. La gracia reside en que los androides, pese a su apariencia punk, resultan más humanos que los humanos. Buscan identidad y afecto como la criatura de Frankenstein, sumidos en una patética e inútil plegaria a su creador para que les alargue la vida. Deckard descubrirá en su cacería que su presa no son los robots insensibles que imaginaba. ¿O es él también un replicante?

En 1992, el 'director's cut' estrenado en los cines dio la razón a los partidarios de que el personaje de Harrison Ford era el Nexus 6 más perfeccionado, porque ni siquiera él mismo conoce su condición no humana, al igual que la bella Rachael. Scott eliminó la voz 'en off' que en su día le impusieron los productores y que otorgaba un chandleriano aire de cine negro al relato. Asimismo, se deshizo del pegote final, la fuga de Deckard con Rachael, e incluyó la aparición onírica de un unicornio en un bosque tomada de 'Le-gend', rodada tres años después. Un sueño que alude a los recuerdos implantados de Deckard. Scott sacaba de dudas este mes en la revista británica 'Empire': «En una película que habla sobre la paranoia, siempre me pareció que Deckard tenía que ser un replicante. Es una ironía divertida que se mantiene escondida en el filme, excepto para aquellos que pongan atención».

Pero 'Blade Runner' posee virtudes que van más allá de lo filosófico y lo ético. Se convirtió en piedra angular de un nuevo movimiento literario, el ciberpunk, y reanimó la carrera de Philip K. Dick. Su diseño de producción, densamente conceptualizado, marcó la estética de películas, anuncios, videoclips y series de televisión. ¿Cuántas veces hemos visto desde entonces interiores llenos de humo y cortantes haces de luz? Una de las primeras influencias visuales de Scott fue el retrato de la soledad que presenta el pintor Edward Hopper en su cuadro 'Nighthhawks'. Hizo copias para todo el equipo: «Este es el ambiente que quiero». Los paisajes alucinantes y retorcidos de la revista de cómics 'Heavy Metal' le condujeron a reclutar a los dibujantes Syd Mead y Moebius. El técnico en efectos especiales Douglas Trumbull, responsable de los ballets espaciales de '2001', y el músico Vangelis se sumaron a una conjunción de talentos irrepetible.

Juntos crearon un entorno futurista basado en un concepto ideado por Scott, 'retrofitting' o retroutilización: actualizar ma-quinarias y edificios añadiéndoles elementos nuevos. Los vehículos, viviendas, calles y bares no lucen asépticos, blanco NASA, como en el cine de ciencia ficción de hasta entonces. Se llegaron a diseñar y construir los interruptores de la luz, las tarjetas de crédito, los vasos, las portadas de revistas expuestas en los quioscos. Paraguas con luz, pantallas planas de televisión, fotografías digitales, la 'interlingua' que hablan los protagonistas. «Un mundo de detritus culturales, donde lo atávico convive con la más avanzada tecnología», según el arquitecto y diseñador Juli Capella.

Ironías del destino, Syd Mead escogió como punto de partida de sus diseños urbanos las torres gemelas del World Trade Center. Ya no existen, igual que marcas comerciales que aparecen en el metraje, como Atari y Cuisine Art. El tiempo, el gran tema de 'Blade Runner', según Fernando Savater, no ha envejecidolo más mínimo esta sombría y melancólica epopeya. Y la muerte del androide Roy Batty, una de la más hermosas de la historia del cine, conmueve veinticinco años después. «Al final, cuando expira el tiempo, vuelve la constancia de lo irrepetible», reflexiona Savater. «Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia ». Bienvenido a la humanidad, hermano replicante.



oskar l. belategui
El Diario Montañés

domingo, 19 de agosto de 2007

Gustavo Bueno: el discurso progresista “es de los políticos que no saben lo que dicen”

El filósofo, Gustavo Bueno, ha asegurado que el discurso progresista en el marco de la política nacional “es de los políticos que no saben lo que dicen”. En su opinión, “ generalmente la izquierda” ha echado mano del término ‘progreso’ en su discurso político, “olvidando que el progreso real lo hizo la derecha, la burguesía capitalista”, que era quien disponía de los medios para construir, por ejemplo, “el ferrocarril”.

De este concepto de ‘progreso’, así como del de ‘evolución’, ha hablado Bueno en el curso ‘España como concepto progresista’, que esta semana se viene desarrollando en Laredo dentro de los Cursos de Verano de la Universidad de Cantabria (UC). Este filósofo -padre del materialismo filosófico y que desde 1998 desarrolla su labor desde la ‘Fundación Gustavo Bueno’, ubicada en Oviedo- ha recordado que el concepto de ‘progreso’ en España comenzó a desarrollarse en el siglo XVIII, con autores como Jovellanos, que en sus textos ya recurre a este término; un recurso que ha ido amoldándose a las diferentes etapas de la historia de España, y que –hasta estos momentos- no se ha visto resentido en lo que a su uso se refiere.

Sin embargo, según Gustavo Bueno, en la época actual o no se utiliza de forma correcta –“desde Felipe González, que tiene la ‘Fundación para el progreso global’, hasta el propio Fraga, que dice que es conservador progresista”- o se tiende a pensar en términos de regresión. “La gente empieza a no creerse el progreso”, ha subrayado Bueno, que ha señalado que “hoy día hay un estado minoritario, pero bastantes biólogos son degeneracionistas”, por lo que no consideran la evolución en términos de progreso, sino incluso de regreso.

Para el filósofo, “hay que aplicar a España como Nación la idea de ‘progreso’ de manera que no sea puramente teórica”, para lo que se hace necesario “distinguir cuál es el sujeto del progreso”, porque hay materias “en las que no tiene sentido el progreso”, como la pintura o la música. “¿Qué pasa, que Velázquez estaba menos progresado que Goya?”, se ha preguntado Bueno, para quien es imprescindible que “para que haya progreso hace falta una magnitud que se desarrolle en grados susceptibles de medir, que pueda ser positiva o negativa”.

Como ejemplos ha apuntado hacia “la demografía o la expansión territorial”, que son factores que pueden contabilizarse y de los que se puede obtener una curva evolutiva.

Tema Relacionado: España
España no es un mito, de Gustavo Bueno, por Agapito Mestre


Santanderciudadviva

sábado, 18 de agosto de 2007

Sosa Wagner cree que debería evitarse que los partidos con implatanción regional 'condicionen la política nacional'

El historiador cree que España camina hacia la "fragmentación del Estado" con los procesos estatutarios

El historiador Francisco Sosa Wagner afirmó hoy que debería evitarse "la singularidad española en virtud de la cual unos partidos con implementación regional condicionan de manera tan activa la política nacional".

También propuso "un pacto de Estado" similar al acordado en Alemania de cara a la reforma de la Constitución de 1949 -un proceso que se llevó a cabo el año pasado- en el marco de "las reformas políticas que se han puesto en marcha con motivo de la implantación de los nuevos Estatutos de Autonomía", informó la Universidad de Cantabria en un comunicado.

En opinión del historiador, estos textos estatutarios que "se están haciendo en Barcelona, Sevilla, Santiago de Compostela y Valladolid" crean "unas tensiones muy grandes, algo que ya se está viendo en Andalucía" y no son más que el comienzo del camino que desembocará en "la fragmentación del Estado".

Sosa Wagner -que fue miembro de la Comisión de Expertos que diseñó el modelo autonómico español- intervino en el curso "España como concepto progresista", que se desarrolla esta semana en Laredo dentro de los Cursos de Verano de la Universidad de Cantabria.

El historiador puso como ejemplo Alemania, que cuenta con "un modelo federal de gran tradición histórica, institucional y política", mientras que España camina "del modelo federal al confederal, lo que supone un retroceso en la historia". En su opinión, en España se rompe en este momento el principio básico del federalismo, a través del que "el todo y las partes se ponen de acuerdo en lo que son las grandes líneas de la arquitectura constitucional".

"España va hacia la fragmentación del Estado", subrayó, señalando que "es peligroso" que pesen más unas comunidades autónomas que otras, en función de que sus partidos nacionalistas "condicionen con sus votos la política nacional". "Lo estamos viendo", afirmó, por lo que es importante volver al modelo federal tradicional, "que son modelos que se estructuran sobre la base de los partidos políticos nacionales".

Debido a esto, tanto las comunidades autónomas como los grupos políticos "deben pedir un pacto de Estado", dijo, de manera que "todos tengan unos máximos de competencias ajustados y que partan de unos acuerdos globales". "No puede ser que en cada territorio se estén haciendo las componendas correspondientes", señaló, "aunque luego pasen por el filtro de las Cortes Generales". "Esto no es un pacto de progreso, sino de regresión", opinó.

Para Sosa Wagner "todo esto les puede parecer bien a los nacionalistas", pero no "a los que pensamos en términos socialistas", ya que "si lo poco de justicia social que hay en el mundo está en el Estado" hacen falta "instituciones políticas fuertes y no fragmentadas

Tema relacionado:
La nación de naciones, no es un modelo territorial, es un disparate (El Mundo)


Diario Siglo XXI

jueves, 16 de agosto de 2007

Un soñador para el pueblo: José Luis Rodríguez Zapatero

Un viejo catedrático, ya muy de vuelta de casi todo lo que engatusa en la vida, solía hacer la siguiente recomendación a sus conocidos más jóvenes cuando se encontraban a las puertas del matrimonio: “Dinero y buenas maneras”. No se trata de un consejo demasiado romántico, cierto, pero son muchos los que podrían testimoniar que seguir la máxima proporciona buenos rendimientos.

No me consta que Rodríguez Zapatero haya recibido personalmente el consejo, pero su conducta política se atiene sabiamente a esa vieja y astuta sabiduría, y del mismo modo que el recién casado podía considerar que cumpliendo esos deberes primordiales estaba autorizado, eso sí, de vez en cuando, a echar alguna cana al aire, nuestro angelical presidente entiende que él está legitimado para deshacerse de cualquier aire austero y dejar que su imaginación se lance a la conquista del incierto horizonte de mañana con la alegría del soñador más desinhibido.

Nuestro Presidente se transforma cuando sale a la luz, cuando abandona la covachuela, seguro de que la intendencia no le va a fallar y convencido de su carisma. Cada vez que sale a escena se convierte en una especie de Quijote cuya soltura y valentía -eso sí, verbal- nunca cansa a los infinitos Sanchos de la anchurosa España.

Estando la economía en buena forma y siendo el líder de más suaves modales que ha conocido esta híspida España, casi nadie experimenta una sensación de vértigo cuando el Presidente anuncia alguna de sus grandes empresas: desde la Alianza de Civilizaciones hasta la conversión de ETA al republicanismo, pasando por los 2.500 euros para los recién nacidos, nuestro líder no ha dejado de sorprendernos con un inusitado retablo de las maravillas.

Probablemente, un marciano no sabría qué admirar más en la liviandad sonora de ZP: si su potente inventiva para enriquecer el calendario político con hallazgos inverosímiles hasta que cobran vida en su verbo o su habilidad para desdecirse, una especialidad que implicaría ciertos riesgos de no ser Sancho, como es, un acreditado especialista de la desmemoria.

Tenemos a un soñador al frente del negocio, y esto funciona bien en un país que, no hace tanto, acogió como líder moral de, al menos, la mitad de España a alguien capaz de pensar que a los pueblos los guían los poetas (aunque esos y otros españoles acabaron al mando de un general poco dado a los sonetos).

Quiero decir con ello que cualquiera que crea que enfrentándose a Zapatero está librando una batalla meramente argumental, está perdiendo el tiempo. No se puede luchar contra un fantasma del mismo modo que se lucha contra un litigante pejiguero. Mariano Rajoy debería saberse la lección a estas alturas: cuanto más contundente sea su argumentario, más sutiles y exquisitas serán las salidas del artista. Cinco neo-ministros, alguno enterado poco menos que por los periódicos, son el más reciente ejemplo de la creatividad de Zapatero. Si la oposición aprieta, el Presidente no tiene por qué sentirse aludido porque, de alguna manera, su reino no es de este mundo.

Y bien, ¿cómo se puede luchar contra tales encantos? Don Quijote, que sabía lo suyo de maleficios, ya dijo que no hay encantos que puedan con la verdadera valentía (“Bien podrán los encantadores quitarme la ventura, pero el esfuerzo y el ánimo, será imposible”). Ánimo y esfuerzo más que buenas razones, porque éstas se dan por hechas.

El problema de Rajoy consiste en convencer a los Sanchos de que él es el verdadero Quijote, mientras que Zapatero no pasa de ser un malandrín con cierta labia. El remedio no figura entre los de la retórica ordinaria porque, para el común de los mortales, nada hay más fácil que confundir a un sandío con una eminencia.

El mercado de los votos debiera ser un mercado de razones, que es lo que, en último término, lo justifica desde un punto de vista moral, pero es también un mercado de ilusiones que, si bien no prestan a la democracia una justificación tan sólida como las razones, le dan en cambio un colorido y una fuerza sin las cuales la democracia tampoco sería lo que es.

Quien quiera triunfar en ese mercado tiene que preguntarse no lo que creen los electores que es verdad, sino lo que desean que sea verdad. Tiene que acertar a mover el corazón de los españoles, a ganar sus sentimientos, a vender ilusiones. Esto, que podría sonar inmoral, es parte esencial de la política, esa parte que suelen olvidar los doctrinarios y que casi nunca detectan los arúspices.

Rajoy tiene que saber qué están deseando oír unos españoles que tal vez se encuentran un poco hartos de que se les hable de ETA, y que ya saben que con el PP lo de ETA iría de otra manera, del mismo modo que saben que en El Corte Inglés les devuelven el dinero si no quedan satisfechos con la compra, pese a lo cual esos grandes almacenes se gastan un dinero en anunciar con la mejor imaginación que encuentran sus zapatillas, sus neveras o sus pulligans.

La derecha española tiene una acreditada y equívoca tradición de enfrentarse a las elecciones como si de ganar unas oposiciones al notariado se tratara. Y no es cuestión de que haya programa, sino de que el programa no sea un tocho indigerible en el que figuran los tipos de exención previstos para las viudas ciegas, junto a magníficas afirmaciones del siguiente tenor: “Se incrementarán las medidas destinadas a favorecer la x en la y con el fin de mejorar la z”, lo que indefectiblemente produce una especie de orgasmo intelectual en el encargado del departamento z, las políticas y, o los problemas x.

Rajoy está seguro de administrar una herencia electoral sólida y muy amplia, pero tiene el deber de intentar conquistar nuevos apoyos para batir a ese rival tan gaseoso que ya le ganó una vez, aunque un poco de carambola. De modo que tendrá que meditar sobre sus propuestas, pero mejor haría si hiciese algo de psicoanálisis respecto a la disonancia entre las verdades que proclama y el desdén con que las recibe cierto sector amplio del público.


José Luis González Quirós, filósofo y analista político

El Confidencial

martes, 14 de agosto de 2007

Los obituarios no son para el verano

Julio y agosto se han llevado a unos cuantos. Gente decente, gente inclasificable cuya ausencia tranquiliza, marginales políticos y grandes artistas. Nada voy a poder decir que no se haya dicho sobre Gabriel Cisneros, Jesús Polanco o Xirinacs. Tampoco voy a poder añadir nada a las sesudas crónicas necrológicas que se han escrito sobre Bergman y Antonioni, pero con ellos tuve una relación personal de la que me gustaría hablar.

Con Cisneros, con Polanco y con Xirinacs conversé en varias ocasiones. En el primer caso, fue siempre placentero y enriquecedor. En el segundo, mi desconfianza instintiva me impidió acercarme al hombre, aun en mi época de colaborador de El País. El tercero me convenció de dos cosas: de que la izquierda marginal y los activismos nacionalistas fueron refugio de tipos con grandes tragedias psicológicas, y de que una parte importante de la primera transición, la que terminó en 1982, fue el acting out de muchos males del alma que podían o no deberse al franquismo, pero que le fueron atribuidos. La historia de muchísimos de los militantes de las izquierdas guerrilleras, esto es, terroristas de los años setenta es, ante todo, historia clínica.

Bergman y Antonioni me ayudaron a vivir sin pedirme casi nada a cambio: una entrada de cine.

Yo iba a ver las películas de Bergman al cine Lorraine, en la calle Corrientes de Buenos Aires, la cumbre de las salas de arte y ensayo. En la mayoría de los casos estaban prohibidas para menores de 18 años. Tuve la fortuna hormonal de poder dejarme bigote a los dieciséis años, lo cual me abrió muchas puertas, entre ellas las del Lorraine. En el vestíbulo de ese cine veía a Juan José Sebreli, cinéfilo empedernido, pero no me atreví a dirigirle la palabra hasta muchos años después: él era ya demasiado maestro para un lector desconcertado como yo. (Cuando por fin hablé con él, no fue porque me considerara su igual, ni mucho menos, sino porque ya había aprendido que no hace falta que dos hombres sean iguales para que puedan conversar, y que hasta es mejor que no lo sean.)

A Bergman no lo conocía casi nadie fuera de Suecia en los años cincuenta, pese a que llevaba rodadas una docena de películas cuando se estrenó Un verano con Mónica en 1953. Fue a finales de esa década o a principios de la siguiente cuando un ignorado crítico uruguayo de la revista Marcha, llamado Homero Alsina Thevenet, lo descubrió, para sí mismo y para el mundo. Los que hacían Cahiers du Cinéma leían Marcha, cuyo redactor jefe era Juan Carlos Onetti. Alsina, de quien fui amigo en sus (nuestros) años de exilio en Barcelona, murió hace dos años en Uruguay, dirigiendo aún el suplemento cultural de El País de Montevideo. En los sesenta, las películas de Bergman se estrenaban primero en Montevideo y luego se proyectaban en Estocolmo y Buenos Aires. El sueco no era un tipo fácil, pero siempre mantuvo una relación especial con aquella parte del sur del mundo a través de su ex mujer y amiga incondicional de siempre, Liv Ullman, que llegó a protagonizar dos películas sobre la época de la dictadura en Argentina, Detenido desaparecido (1983, con Roy Sheider en el papel de Jacobo Timerman) y La amiga (1988).

Pues bien. Fresas salvajes es de 1957, de modo que cuando yo la vi, con otro título, Cuando huye el día, como corresponde a países separados por una lengua común, debía de llevar unos años dando vueltas por ahí, pero el Lorraine hacía revisiones y uno se pasaba un mes seguido viendo obras del mismo director. Calculo, por esas raras referencias que la memoria acumula para que no sólo recordemos algo, sino que también recordemos cuándo y cómo, que debe de haber sido en 1967, a mis veinte años. De pronto, sin la menor disposición para ello, sin que jamás me hubiese hecho preguntas serias sobre la cuestión, Bergman me hizo comprender la tragedia de la vejez.

Poco después, en las páginas de la autobiografía de Trotsky, me di de bruces con una reflexión adecuada al caso, en la que el viejo político y viejo mujeriego venía a decir que, de todas las experiencias que un hombre puede prever que ocurran en el curso de su vida, la llegada de la vejez es la que invariablemente le coge por sorpresa. Bergman me había puesto en guardia. Si para Buñuel la pérdida del deseo sexual fue una suerte de liberación, para Bergman fue el detonante de una gravísima depresión: me siento más próximo al frío sueco que al apasionado español. Los dos fueron perseguidos: el español, por sus herejías disfrazadas de erotismo; el sueco, por su esencial erotismo disfrazado de herejía.

Recuerdo el rostro de Gunnar Björnstrand, desesperado, ante el altar, diciendo: "Y lo que más me irrita es el silencio de Dios." ¿Sería en Los comulgantes, llamada en aquel lado del mundo Luz de invierno? El hombre ha perdido la fe. Y está rodeado de deseos, a los que se niega, pero que son la vida.

Muchos años después, mi amigo José Luis Ramírez, en un increíble viaje por la minería del hierro en Suecia, detuvo el coche ante una capilla perfectamente aislada, en medio de un paisaje que hubiese hecho las delicias de Norman Rockwell, y me invitó a visitarla. Era la iglesia del padre de Bergman. El manantial de la doncella y El séptimo sello estaban pintadas en el techo. Ahí estaban la muerte, el caballero, la doncella, el eterno combate, la alucinación medieval que había sido la infancia, puro maltrato y represión, del director. ¿Pero no es eso la Edad Media: erotismo y herejía confundidos? ¿Y no es ése el objetivo de cualquier educación puritana, confundir las dos cosas para siempre en el alma del niño y del hombre que será? Para desenmarañar esa trama espesa hace falta tiempo, hace falta jugar una partida desigual con la muerte. Y el caballero que la juega sabe que se cansará antes de terminar, que llegará la vejez, que el erotismo se desvanecerá y la herejía, entonces, perderá sentido. En aquel techo no sólo estaba la infancia, sino la vida toda. Bergman pasó sus últimos años en una isla, después de intentar por todos los medios posibles ajustar las cuentas con el remoto padre que no dejó de acosarle un solo día.

Por la misma época en que aprendía de Bergman casi todo lo que uno puede saber, en 1966 se estrenó Blow Up, de Michelangelo Antonioni. Él también tuvo raros vínculos con el Río de la Plata: su segundo documental, de 1948, se llamó Roma-Montevideo. Precedió en un año al breve Bomarzo, la villa dei mostri (1949). Adelantándome a preguntas: la novela de Mujica Lainez es de 1962.

Blow Up. Instantánea: no sé por qué nunca se tradujo ese título (en España se llamó, absurdamente, Deseo de una mañana de verano, pero todo el mundo la recuerda como Blow Up). La vi en el cine Coliseo, en la calle Charcas de Buenos Aires. Cuando terminó el pase, salí de la sala, compré otra entrada y volví a verla en la siguiente función. Cuando salí, me fui a casa y releí el cuento de Cortázar en el que Antonioni declaraba haberse basado: Las babas del diablo. Aparentemente, no tenía nada que ver. Salvo en una cosa, la esencial: la idea de que si uno atiende lo suficiente al detalle, el conjunto cambia definitivamente.

En el paisaje, ordenado aunque no con la evidencia del jardín cartesiano, de un parque inglés en el que sólo suceden pájaros, la ampliación ad infinitum de un fragmento de la imagen general revela la presencia del crimen. El fotógrafo (en la película, el olvidado y siempre infrautilizado David Hemmings) ha percibido una distorsión al tomar la instantánea, es decir, al prestar atención, una atención menor que la reclamada por el detalle, pero que basta para generar inquietud. Así es como se pasa de la mirada a la observación y de ahí, de modo indefectible, al pensamiento. Así es como alguna gente se complica la vida, empieza a hablar del crimen que nadie más ha visto y termina por comprender dos cosas: que, así como él ve cosas que los demás no ven, los demás ven cosas que él no ve, y que si sigue insistiendo con el asunto ese del crimen, alguien lo matará. El peligroso filo de las cosas, tituló Antonioni su último producto artístico, en 2004: treinta minutos, junto a otros treinta de Soderbegh y otros treinta de Wong Kar Wai, bajo el rótulo común Eros.

Era un sabio que se burlaba de los críticos diciendo: "Hago películas aburridas porque la vida es aburrida." Hace poco volví a ver Desierto rojo. A diferencia de Blow Up, ha resistido mal el paso del tiempo. Pero a mí aún me conmueve. Siento que es parte de mi vida.

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Horacio Vázquez-Rial
Libertad Digital, Revista de Agosto

Mossèn Xirinacs

"¿De qué extrañarse, pues, si un pobre demente ha tratado de emular el martirio de Cristo en nombre de la salvación eterna de Cataluña? ¿O de que alguien aparentemente sano, como Jordi Pujol, lo haya tildado de "profeta" tras la aparición de su cadáver?"

La última vez que lo vi todavía seguía plantado delante de la puerta del Palacio de la Generalidad, en la Plaza de San Jaime. Durante un mes y pico el hombre permaneció allí, firme como una estatua, con el propósito de reclamarle a Jordi Pujol la redacción de un decreto proclamando la independencia, no recuerdo si de Cataluña o de los Países Catalanes. Ya anciano, con aquella eterna mirada suya de iluminado, completamente solo, ignorado por todos los turistas y paseantes que se tropezaban con él camino de las Ramblas o la Vía Layetana, convertido en un juguete roto por los mismos que antes lo habían izado a los altares laicos del antifranquismo, daba pena.

Pocos días después, supe por una de esas notas breves que los jefes de redacción de los periódicos remiten a la sección de Sucesos que había decidido abandonar la protesta indefinida y volver a casa. Al parecer, el motivo que lo obligó a desistir de aquel gesto absurdo fue que, a altas horas de la madrugada, un grupo de jóvenes lo agredió a patadas y puñetazos, antes de dejarlo tirado semi-inconsciente en el asfalto. Se trataba de una banda de moritos de la Plaza Real, que subió a su encuentro por la calle Fernando para robarle el reloj y la cartera.

Mossèn Xirinacs, que en momento de su suicidio padecía una enfermedad incurable, ya había emitido señales inequívocas de desequilibrio mental a lo largo de los últimos años de su vida. Ése es el contexto en el que habría que interpretar las famosas manifestaciones de apoyo a ETA y los otros muchos dislates que salpicaron sus intervenciones públicas más recientes. Triste víctima de sí mismo, al final ha terminado sus días llevando a la última consecuencia lógica la secularización del relato evangélico que inspira toda la cosmovisión nacionalista. Así, en la Historia Sagrada, al éxodo del Paraíso motivado por el pecado original lo sucede el sacrificio expiatorio en la Tierra, antesala inevitable del acceso al Reino de los Cielos.

Y en el catalanismo político, esa sublimación del panteísmo alimentada a diario por legiones de ex curas y ex seminaristas – Carod y Pujol apenas constituyen la punta del iceberg–, viene a ocurrir exactamente lo mismo. La icaria medieval que dio forma al Estado catalán independiente, ése que han inventado en sus manuales escolares, antecede a la epopeya ascética del combate contra los invasores bárbaros, preámbulo necesario de una nueva plenitud nacional en la que todos los ciudadanos de Cataluña seremos felices y comeremos perdices. ¿De qué extrañarse, pues, si un pobre demente ha tratado de emular el martirio de Cristo en nombre de la salvación eterna de Cataluña o si alguien aparentemente sano, como Jordi Pujol, lo ha tildado de "profeta" tras la aparición de su cadáver?

Que mossèn Xirinacs descanse en paz y que Dios nos coja confesados.

José García Domínguez
Libertad Digital, Agosto 2007

Xirinacs: aquellos años, aquellas mentiras...

"Por fin perdió el juicio y se declaró amigo de la ETA. ¡Y fue justo entonces, loco y filoterrorista, cuando devino un personaje valioso para los peligrosos sujetos que gobiernan y han gobernado Cataluña! "

El caso Xirinacs clama al cielo. A mediados de los setenta, el sacerdote pasó casi dos años sentado en la calle (en la calle Entenza, por más señas), frente a la cárcel Modelo de Barcelona, para exigir la amnistí­a. Estuve all­í con él, dejando correr las horas, en numerosas ocasiones. Algunos al pasar lo saludaban (los menos), otros lo insultaban (algunos más) y la mayor­a de viandantes lo ignoraban por completo. Casi todo el tiempo estuvo solo, y en d­ías especiales nunca nos juntamos con él más de cuatro personas.

A nadie debe sorprender la pasividad, la indiferencia general de la sociedad catalana en aquellos años. Quien les cuente lo contrario y pinte un cuadro de compromiso masivo con las libertades polí­ticas, miente. O no estuvo all­í por razón de edad y le han mentido sus padres, como a los vascos del poema de Juaristi. Alenté a Xirinacs porque lo creía un héroe. Hay más recuerdos agridulces.

En época de Arias Navarro, participé varias semanas, en verano y huido de casa (pues era menor) en la Marxa de la Llibertat, sonada –y ya legendaria– iniciativa para que cinco columnas recorrieran los pueblos de Cataluña exigiendo libertad, amnistí­a y estatuto. Mi columna se llamaba Abat Escarré. Cuando llegábamos a los pueblos del Maresme vistiendo nuestras camisetas ilegales (que comportaban detención y multa de cincuenta mil pesetas de la época), se organizaba un pequeño sarao de consignas y carreras con la Guardia Civil. Cierto es que la gente nos acogí­a, alojaba, alimentaba y animaba a continuar. Pero, ¿cuántas personas recorrimos realmente Cataluña a pie, jugándonos el tipo, aquel verano del 76? En mi columna éramos cinco. ¿Serán muy diferentes las otras? Lo dudo. Hipótesis: cinco columnas por cinco personas, en total veinticinco "luchadores por las libertades de Cataluña", que ese el t­ítulo con el que nos certificó para la posteridad y con su firma Ángel Colom, cerebro del cotarro. Los necios separatistas que me llaman fascista anticatalán en foros de internet o por la calle venderí­an a su madre por poder exhibir un certificado como ese, que guardo en casa por si un d­ía se me acaba el scottex.

En cuanto a Xirinacs, lo ignoraron, como decí­a, en la calle Entenza. Luego lo hicieron senador cuando tocó reinventar la historia reciente y simular que se le apreciaba mucho. Más tarde volvieron a olvidarlo y el sacerdote se tuvo que dedicar a vender sellos, literalmente. Por fin perdió el juicio y se declaró amigo de la ETA. ¡Y fue justo entonces, loco y filoterrorista, cuando devino un personaje valioso para los peligrosos sujetos que gobiernan y han gobernado Cataluña! Finalmente se ha quitado la vida, y sobre eso, naturalmente, guardaré silencio.

Juan Carlos Girauta es uno de los autores del blog Heterodoxias.net

Juan Carlos Girauta
Libertad Digital, agosto 2007

domingo, 12 de agosto de 2007

Cuando oigo la palabra cultura

No echo mano al revólver. Simplemente, me pregunto de qué estarán hablando. Mi curiosidad se remonta a muchos años atrás y a una publicación clásica de la izquierda argentina: la revista Crisis, dirigida en su primera época por Eduardo Galeano.

El grupo fundacional era variopinto en lo ideológico, y la cosa resultó como suele: un montón de intelectuales de prestigio habían respaldado con su nombre algo muy distinto de lo que imaginaban y de lo que deseaban. No es ésta la ocasión de hacer la historia de Crisis, tan compleja como la difícilmente inteligible realidad del país que la vio nacer. La menciono porque en sus páginas me encontré por primera vez con una idea de la cultura que no era la establecida: en la portada de su número inicial se reunía a Pablo Picasso con Juan Perón y a Lenin con Henry Miller. Era una concepción muy amplia de algo necesariamente limitado. Y abría la puerta a otra cosa, que llegó casi inmediatamente después: la mezcla de la cultura y la política con el espectáculo. Un trágala. Un coladero para la basura ideológica: por el mismo agujero por el que pasa Borges, pasan los cantautores y, tras ellos y con ellos, las consignas. Y, cuando pasa Borges, ése fue el caso de Crisis, pasa entrevistado por la ya histórica periodista María Ester Gilio, que le daba lecciones al maestro: el antiborgismo es una lacra argentina.

Las consignas son la reducción al absurdo de cualquier doctrina, además de ser su quintaesencia. Lo he escrito otras veces: ¿qué significa que "la sangre derramada jamás será negociada" o "el pueblo unido jamás será vencido"? Absolutamente nada. La sangre se derrama en procura de una negociación, siempre: es la parte más brutal de una negociación, pero la guerra y la política se sirven mutuamente y se realizan en los mismos términos. Y los pueblos rara vez están unidos y rara vez son vencidos como tales. ¡Ya le hubiera gustado a Hitler, y dejó constancia de ello, que el pueblo alemán hubiese sido derrotado junto al nazismo! Pero el agit prop llenó el mundo de consignas, a tal punto que en muchos casos los programas de los partidos políticos se limitan a ellas.

La enorme mayoría de los que hoy se dicen bolivarianos, empezando por Hugo Chávez, lo ignoran casi todo sobre Bolívar y, en consecuencia, sobre Venezuela, un país maravilloso al que tuvo que llegar don Pedro Grases para que hubiese una biografía aceptable del supuesto padre de la patria. Allá por 1978, llegó a mis manos, y conservo, un opúsculo de los sandinistas titulado El pensamiento de Augusto César Sandino: unas patéticas cuarenta páginas de máximas más o menos apócrifas del líder que dijo que "la injusticia no tiene ninguna razón de existir en el Universo, y su nacimiento fue de la envidia y antagonismo de los hombres, antes de haber comprendido su espíritu". No había mucho más. Tal vez por ello no haya que sorprenderse de las invenciones de los propagandistas: el número de volúmenes de las obras completas de Lenin no dejó de crecer mientras existió la URSS, y otro tanto ha venido sucediendo en Cuba con José Martí: ambos escribieron más después de muertos que mientras se encontraban en este mundo. Pero, si es así, ¿de qué textos se nutren los pueblos? De los que difunden los cantautores.

El comunismo cubano, el bolivarianismo venezolano, el peronismo argentino, el neovarguismo brasileño, el aprismo peruano pre-socialdemócrata, se resumen en ese malhadado "a desalambrar" de Daniel Viglietti: "A desalambrar, a desalambrar, que la tierra es nuestra, es tuya y de aquel, de Pedro y María, de Juan y José". Como si el alambrado, la limitación de las propiedades rurales, no hubiese sido un paso de progreso de enorme alcance; como si el derecho de propiedad fuese un estorbo a abolir. Ni siquiera son gentes de izquierdas las que dicen estas cosas, ni siquiera poseen un modesto pensamiento proudhomiano acerca de la propiedad como robo: hacen anarquismo estúpido, primitivo. De la revolución sandinista dijo en su día, poco después de la toma del poder, una indígena requerida por una cadena de televisión, que eso era "el gran permiso". Le fue corto el permiso.

De Crisis, es decir, de los primeros años setenta, pasamos, por acumulación simple, a El País de los años noventa y a los demás periódicos españoles poco después: primero hubo solapamientos leves entre las páginas de cultura y de espectáculos, más o menos explicables, fundados en la imposibilidad de distinguir si Ingmar Bergman o Federico Fellini pertenecían a unas o a otras. Pero es que la movida madrileña ya no es espectáculo, es historia (¿?), y merece un sitio mejor que el de los estrenos de la semana. ¿El cine es cultura? Claro, según qué cine: ¿Gruppo di famiglia in un interno o Torrente? ¿La movida es cultura? Claro, según qué idea de la cultura se tenga.

¿Hablamos de alta cultura o de cultura, en el sentido antropológico del término, o de cultura popular? ¿De kultur o de "culturas"? Si no se hace diferencia, todo vale: igual Los Buddenbrook que El código Da Vinci; igual Un ballo in maschera que Ponte el cinturón; igual Alfonso Paso que Peter Weiss; igual Joaquín Sabina (se edita) que Philippe Soupault (no se edita). Peor: igual Miles Davis que Marta Sánchez.

Se han cruzado, trastocado, confundido los conceptos: se han nivelado. El igualitarismo ha llegado al museo: me consta, lo he visto en la nueva Tate de Londres. La historia de esa confusión, de ese arrasamiento, es larga. Habrá que rastrearla en la prensa satírica del XVIII en Inglaterra, en ocasiones tan deleznable como Salsa rosa y de la que nació el sensacionalismo del Daily Mirror y el Sun, la prensa que inventó y destrozó a Cagliostro (funcionaba de modo idéntico a la prensa de bidet de nuestros días, amparándose en la libertad de expresión, que Dios nos conserve siempre). Habrá que rastrearla en el Proudhom crítico de arte que convirtió a Courbet en un pintor social (hasta que Proudhom lo dijo, Courbet lo ignoró). Habrá que rastrearla en la historia de Nelson Rockefeller y su papel de mecenas del arte latinoamericano. Habrá que rastrearla en las intervenciones del KGB y la CIA en el arte contemporáneo, en la promoción del realismo la una, en la del expresionismo abstracto, la otra. (Picasso, que vivió del Partido Comunista y de los americanos más ricos, está por encima de todo eso.)

A toda esa historia, tortuosa como es, hay que añadirle la de la intervención del Estado en los procesos de creación, tan vieja como el mundo: no existe el artista egipcio al margen del faraón, ni el escultor persa al margen de Darío o de Jerjes. Los mecenas del Renacimiento eran jefes de Estados: pequeños como Florencia o grandes como Francia. Leonardo dependió de los Medici, de los Sforza y de Francisco I de Francia. Pero aquéllos eran hombres de poder, no funcionarios. El gran ejemplo de mecenas contemporáneo es el funcionario Jack Lang, la rama podrida del árbol del Estado cultural creado por Malraux, por la zona más soviética del alma de ese centón ideológico que era Malraux, apañado por el autoritarismo del general De Gaulle.

Jack Lang es el modelo de todos los ministerios de Cultura que en el mundo son; en el mundo occidental, claro, porque en el resto, más brutos, es el ministro de Interior el que interviene en los procesos de creación, lo hace sin ambages, y no le da un duro a ningún productor de cine. Hay grandes naciones occidentales que no padecen ningún Ministerio de Cultura. Suecia, por ejemplo, que tiene un cine de primera línea, pocas pero casi siempre excelentes películas. En España, el mal de intervencionismo está en plena erupción; se incubó durante el franquismo y se desarrolló hasta la locura en la transición.

La cuestión es de qué cultura se ocupa el Ministerio de Cultura, y todas las consejerías del ramo en las diecisiete autonomías, y todos los diputados del ramo en las diputaciones, y todos los concejales del ramo en los varios miles de ayuntamientos que hay en España (y ya son salarios a pagar, salidos del bolsillo del contribuyente). Hace poco, oí que alguien se quejaba en un programa de televisión porque uno de los últimos conciertos de la Pantoja había sido pagado por el ayuntamiento del caso, y ese alguien ponía el grito en el cielo, no por la aberración misma de la subvención, sino porque la cantante no era trigo limpio y estaba seguramente implicada en lo de Marbella, decía. Vamos, que no estaba contra las subvenciones, sino que reclamaba más control moral por parte del Estado.

Pues bien, ahí tenemos la respuesta: los organismos subvencionadores de la cultura se ocupan de la cultura representada por la Pantoja. No se negarán, desde luego, si el hombre tiene las relaciones políticas necesarias, o da las debidas garantías ideológicas, a hacer lo mismo con los cuadros de un gran pintor o los conciertos de una gran soprano; claro que se corre el riesgo, y es bastante corriente, de que el pintor o la soprano elegidos no sean grandes pero tengan las relaciones políticas y den las garantías ideológicas, etc. Financian cambalache, la Biblia está en pie de igualdad con el calefón, y si un día eligen Biblia, jamás lo hacen por las razones adecuadas.

La cultura de Estado no discrimina calidades. La cultura de Estado es política. Lo que la prensa proponía al meter en el mismo saco a Visconti y a Pimpinela es ahora política de Estado. Y los creadores responden bien. ¿Acaso no cobraban un salario los escritores en la URSS? Y si las secciones de cultura y de espectáculos son la misma cosa desde hace tiempo, ¿dónde habrá que situar la noticia de que Sting actúa o compone para las Madres de Plaza de Mayo? ¿Corresponde dar lugar a Sean Penn, cuando visita Irak una semana antes de la guerra o cuando es agasajado por Chávez, en las páginas de política o en las de espectáculos? Bono, el de U2, no el otro, se reúne con los líderes de la globalización para hablar del impresentable (por inútil y por mentiroso) protocolo de Kyoto: ¿es cultura, política, show? No sé, pero les funciona, venden más discos, están más cerca del Oscar. Participan activamente del hundimiento de la cultura, ellos, los que maldicen de la Edad Media y hablan de oscurantismo: ¿hay oscurantismo mayor que el que se perpetra al hablar de globalización, de imperialismo, de salvar el planeta (no a la humanidad), del 0,7% del dinero del mundo para Mugabe o para Kabila, de petroleros hundidos o bosques quemados, sin saber absolutamente nada?

Porque no saben absolutamente nada, ni quieren saberlo. Han ocupado el lugar de los intelectuales y son profundamente ignorantes. Los ministerios de Cultura, la cultura arrasada por un igualitarismo demencial que equipara la obra de Shakespeare a la de los poetas populares del Caribe (incluidos Palés Matos y Nicolás Guillén, no dan la talla), han creado la figura del intelectual ignorante. El mismo viaje de los ministerios de Educación hacia la nada: más igualitarismo, más arrasamiento hacia abajo. La idea de mérito, de competencia, de calidad, está al borde de la muerte, y los funcionarios están dispuestos a desconectarla. Más aún: llevan años intentando desconectarla. Cuando oyen la palabra mérito, la palabra calidad, la palabra excelencia, llevan la mano al talonario y le pagan a un aprendiz con revólver para ejecute al que la ha pronunciado. Le pagan con una exposición, una conferencia, una película.



Horacio Vázquez-Rial, Las guerras de toda la vida

Libertad Digital, Revista de Agosto