miércoles, 31 de enero de 2007

El CGPJ habla esta vez con claridad y firmeza

La ofensiva nacionalista contra la Justicia suscitó ayer la reacción del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) que, de forma unánime, acusó al lehendakari Ibarretxe de «hostigar» y «presionar» a los magistrados para que archiven la causa en la que está imputado por reunirse con la dirección de Batasuna.

Tras la manifestación en la que decenas de miles de personas en Bilbao pidieron que la Justicia «no controle» al presidente del Gobierno vasco, todos los miembros de la Comisión Permanente del CGPJ -y hay que subrayarlo- se pusieron de acuerdo para solicitar «el cese inmediato de las campañas para deslegitimar a los jueces» en esa comunidad.

El CGPJ recuerda en su comunicado que la independencia judicial no es «un privilegio» sino «una garantía ciudadana» y se lamenta de «la situación de acoso y de peligro físico» que han padecido los magistrados en el País Vasco ante el silencio de los Gobiernos nacionalistas.

Así es. Lo que cualquier demócrata podría exigir de las autoridades vascas es que se movilizaran en defensa de la independencia de los jueces frente al chantaje de ETA. Pero siempre que han salido a la calle lo han hecho para pedir impunidad para sus líderes, como en el caso Atutxa. Resulta patético a este respecto el comunicado de ayer del Gobierno vasco, en el que afirma que el CGPJ carece de autoridad para valorar la conducta de Ibarretxe y que el lehendakari «no es un ciudadano más». ¿Quiere decir que está por encima de la crítica y de las leyes? ¿Que no responde ni siquiera ante los tribunales?

Ibarretxe y el PNV siguen sin entender que la separación de poderes es uno de los principios esenciales de una democracia y que ningún dirigente político está al margen o por encima de la legalidad.

Zapatero daba a entender ayer que los manifestantes de Bilbao ejercían «su libertad de crítica». No es cierto. Movilizar a las masas no es criticar ni argumentar. Es sencillamente «presionar», como muy bien dice el CGPJ. El problema del PNV con la Justicia es que se trata del único poder que no controla, y eso saca de quicio a Ibarretxe y sus compañeros.

Aunque el Supremo haya considerado que reunirse con Batasuna no es delito, Ibarretxe -citado hoy a declarar ante el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV)- tiene que respetar los procedimientos de la Justicia, máxime cuando el instructor considera que el hecho de que el encuentro con Otegi tuviera lugar en Ajuria Enea constituye un factor esencial para imputarlo.

No resulta, pues, extraño que Batasuna adopte la misma estrategia de deslegitimación del Estado de Derecho. Arnaldo Otegi, acusado de un delito de desobediencia, calificó ayer al TSJPV de «tribunal de excepción» que funciona como en «el franquismo». Casi al mismo tiempo, el sanguinario Henri Parot -condenado por 82 asesinatos- aseguraba que no reconoce la autoridad que le juzga por enviar una carta en la que instaba a atentar contra «edificios vitales» del Estado. ¿Pretende acaso que le condecoren por sus amenazas?

La actitud de Parot y Otegi entra dentro de su lógica política, pero resulta inconcebible que un partido que se llama democrático, como el PNV, incurra -como denuncia el CGPJ de forma clara- en este desprecio a uno de los pilares del Estado.

Editorial de El Mundo, 31-01-2007

La intimidación nacionalista

Casi 23 años antes de que el presidente Ibarretxe echara a sus masas contra los jueces, lo hizo Jordi Pujol, gran estadista o español del año, que de ambas maneras puede y debe ser recordado. La tarde del 30 de mayo de 1984 unos cuantos miles de personas se apostaron en el camino que va del Parlament de Cataluña a la sede de la Generalitat exigiendo inmunidad para el presidente recién investido. La manifestación era el punto culminante de una campaña de movilización del nacionalismo ante la querella presentada contra Pujol y otros directivos de Banca Catalana por apropiación indebida.

La intimidación generalizada (de la que la manifestación fue sólo su versión pública) acabó con el fiscal general Luis Burón y no digamos con el apesadumbrado juez instructor Ignacio de Lecea; dejó prácticamente inútiles a los fiscales Mena y Villarejo, incapaces de dar puntada con hilo ante cualquier asunto que se pusiera ante sus ojos, y entre los asuntos hubo magnitudes como la del juez Estevill; ahormó al periodismo catalán, por si fuese necesario, e hizo mudos y/o serviles a políticos, escritores, artistas y pintureros locales con la excepción honrosísima del ponente constitucional Jordi Solé Tura.

Pero, por suerte, aún había un Gobierno en España y el ministro Tomás de la Quadra advertía a Pujol, a los pocos días del aquelarre, que ése no era el camino. La situación contrasta con la de hoy. No por parte de los nacionalistas, desde luego. Los nacionalistas consideran que los jueces son extranjeros y que actúan fuera de su jurisdicción cuando intervienen en los negocios patrióticos. Cuando intervienen quiere decir cuando les perjudican sus decisiones. Ibarretxe, los venerables Garaikoetxea y Ardanza, y los que les siguieron en la calle sólo creen en la democracia vasca, es decir, en una democracia adjetivada. Pero el problema fundamental no es éste. El problema es el contraste que ofrecen las palabras de ayer del ministro De la Quadra y las del presidente Zapatero de hoy, cuando dice que las decisiones judiciales pueden ser criticadas. No podemos esperar que el presidente comprenda la diferencia entre una opinión y una acción, ni entre la crítica y el hostigamiento. Tampoco que advierta la quiebra fundamental que se produce cuando un Ejecutivo denosta la decisión judicial y extiende sobre los jueces una sombra deslegitimadora a la que cualquier ciudadano podrá triunfalmente adherirse. Pero entre lo que no podemos esperar prima esta imposibilidad: la de que actúe, en fondo y forma, como la máxima autoridad democrática del Estado.

Coda: «Creo que ése es un camino equivocado», añadió De la Quadra, «y no debe seguirlo nadie y mucho menos el presidente de una comunidad autónoma. Interferir la acción de la Justicia sería entrar en un mal camino, entrar en ese camino del insulto y de la descalificación carentes de todo sentido». (El País, 2 de junio de 1984).

Arcadi Espada
El Mundo, 31-01-2007

Hilo y cometa

Al poco tiempo de la masacre del 11-M, cuyo éxito para echar del Gobierno al PP y colocar al PSOE fue total y absoluto, Fernando Múgica empezó a publicar su histórica serie sobre Los agujeros negros del 11-M. Y ya en esos inicios de la Gran Sospecha se pudo leer en EL MUNDO que la hipótesis que consideraban más verosímil las fuentes fiables de los servicios de información era que la trama asturiana de los explosivos, la única pieza que aparecía en las investigaciones policiales junto a la conjetura islámica, había sido en todo momento controlada por la Guardia Civil, la Policía o el CNI.

¿Qué había pasado para llegar a tan gigantesca matanza? Pues que tal vez, se dijo, «se le había dado hilo a la cometa», y, cuando se quiso tirar del hilo para recuperar el delicado artefacto la cometa volaba sola y el vuelo acabó fatal. O sea, que la Benemérita, la Policía o el CNI sabían bien lo que Trashorras, los hermanos Toro y demás se traían entre manos, el tráfico de armas y explosivos, pero que estaban protegidos como criaturas policiales para que, en vísperas de un atentado, pudieran pillar a los terroristas.
Y ya entonces, hace más de dos años, apareció la pista del coronel Hernando, la mano derecha de Rafael Vera y su maletín, porque era el que llevaba personalmente a Suiza el pago a sus señoras del silencio de Amedo y Domínguez. Naturalmente, fue muy comentado que el Gobierno del PP, que tenía a gala luchar contra el terrorismo sólo desde la legalidad, mantuviera al frente de la UCO, la unidad de elite de la Guardia Civil, a un hombre encausado por esas actividades delictivas -va a ser juzgado ahora- y hasta lo condecorase y ascendiese. Cuando Hernando llegó a aquella epopeya de la prevaricación y el perjurio al por mayor que fue la Comisión parlamentaria del 11-M, dirigida por el PSOE con la complicidad de los demás grupos para crucificar al PP, mintió, como casi todos los uniformados y no pocos civiles. Y ahora conocemos tres presuntos delitos gravísimos perpetrados por Hernando y su alférez Trigo: el de falso testimonio de Hernando, que mintió sobre su conocimiento de las andanzas explosivas de Toro y Trashorras a nivel nacional; los de encubrimiento e infidelidad en custodia de documento público por parte de Trigo, que, en vísperas de la declaración de Hernando, trató de destruir la prueba del delito. Un guardia civil se negó, pero el PSOE también se negó por tres veces a entregar a Zaplana el documento ahora aparecido. El estilo, entre delictivo y chapucero, recuerda mucho al del falsificador Santano y la trama del bórico. Así que no sabemos quién echó a volar la cometa, pero ya van apareciendo los hilos. Y si el juez Del Olmo y la fiscal Sánchez hubieran querido investigar los delitos de los que tuvieron detallada y careada noticia, posiblemente conoceríamos la hilatura completa.

Federico Jiménez Losantos, Comentarios liberales
El Mundo, 31-01-2007

Sabino Méndez: “Estamos condenados a seguir escribiendo eternamente”

No hables de futuro, es una ilusión, cuando el rock’n’roll conquistó mi corazón”. El estribillo pertenece a ‘Rompeolas’, uno de los numerosos himnos generacionales que Sabino Méndez (Barcelona, 1961), entonces guitarrista, compuso en su banda, Loquillo y Los Trogloditas. Su nombre permanece con letras doradas en la memoria de los españoles que crecieron en los ochenta. Los que se iniciaban en la música y en la vida. Los que fumaban la libertad con caladas largas y coloreaban un país fijado en blanco y negro

La década se disipó y con ella la carrera musical de Sabino Méndez. Palpó las catacumbas de las drogas y volvió con una obsesión: ser escritor. La literatura es un vicio del que no se ha “quitado”. Lee de manera compulsiva, es grafómano, filólogo, investigador de Teoría Literaria, explorador de la realidad y de su historia, motorista ‘outlaw’ y, desde 2005, activista político en la plataforma Ciutadans. Trabaja en un ramillete de proyectos relacionados con el cine, con el partido que integra y, por supuesto, con los libros. ‘Hotel Tierra’ (Anagrama, 2006) es su publicación más reciente.

Sabino Méndez inaugura esta tarde, a partir de las 19.30 horas, el ciclo ‘Poesía del rock’ en el Instituto Municipal del Libro de Málaga, con la conferencia ‘Letristas del rock y última poesía española’.

Pregunta.- La semana pasada volvió a tocar con Loquillo en Madrid. ¿Siente ahora con más intensidad el delirio de subir a un escenario?

Respuesta.- No lo siento como un delirio sino con un placer y una tranquilidad enorme. Me divierto mucho, la verdad.

P.- ¿Su enemistad con el cantante de Los Trogloditas fue como se ha contado todos estos años?, ¿siempre han sido “hermanos de sangre”?

R.- Bueno, yo toda esa terminología de “hermanos de sangre” y tal nunca sé muy bien exactamente a qué se refiere, dónde empieza y dónde acaba. Tampoco sé exactamente todas las versiones públicas que pueden haber arraigado de las habituales peleas y polémicas entre Loquillo y servidor. Lo cierto es que estuvimos apenas sin vernos casi diecisiete años y ahora hemos recuperado el placer de encontrarnos de vez en cuando. Mire, con las biografías que hemos tenido los dos y las cosas y hechos sorprendentes que hemos compartido creo que nadie más que nosotros puede entender ni hablar sobre los matices y detalles de nuestra amistad polémica.

P.- La controvertida historia del grupo tendrá versión fílmica, basada en ‘Corre rocker’ (2000), su primer libro.

R.- Me contrataron para trabajar en el guión el año pasado y lo dejamos en una fase que diría media. Luego, la producción ha estado bastante parada, lo cual me vino al pelo porque entre libros, recuperar viejas colaboraciones con Loquillo y el proyecto de Ciutadans tuve mucho movimiento, pero parece que hay intenciones de reactivarla el año que viene. Ahora bien, tendría que hablar usted con los productores porque yo, para estas materias, soy un verdadero lego y quizá le informaría mal de los planes.

P.- Dedica un amplio fragmento de ‘Hotel Tierra’ a reivindicar la modernidad y la pluralidad artística de la Nueva Ola. ¿Qué ha quedado en las ruinas de La Movida?

R.- No he visto ruinas, la verdad. Desapareció del todo y creo que fue mejor así. Lo que sí he detectado son vestigios en actitudes, de una manera muy parecida a como el latín deja sus vestigios fundamentales en las lenguas románicas. Pero no se fíe de mis comparaciones, la filología me pierde.

P.- Si el arte sirve para narcotizar o para despertar, ¿de qué lado se inclina la balanza en el siglo XXI?

R.- Estábamos sumidos en una fenomenal preponderancia de la narcosis, pero parece que empiezan a sonar algunos despertadores.

P.- Viaja a Málaga para hablar de poesía y rock. Tanto en la música como en la literatura, ¿empieza a escasear la astucia del escritor?

R.- No. Con la edad siempre llega. Quizá ahora, por causas industriales, se hace esperar más.

P.- Por cierto, ¿usted cree en la poesía?

R.- Mis creencias importan bien poco ante la innegable presencia de un hecho tan irrebatible como es la poesía en todas las facetas de la vida humana.

P.- ¿Y asume la perenne intromisión de las drogas en el rock?

R.- Cualquiera que conozca las inmensas tensiones, la extraña forma de vida y la ansiedad que se desarrolla en muchas de las búsquedas de esas existencias al filo, será muy comprensivo, compasivo y benigno con esa perenne intromisión ocasional. No es agradable, aunque pueda parecerlo. Yo, en cualquier caso, ya he renunciado a ellas como consuelo.

P.- Caballero Bonald dice que desconfía de la gente que habla mucho y bebe poco…

R.- Si no perdemos de vista que Hitler era un abstemio ‘cretinizado’ y un verdadero frenético de los vegetales, y mire la que lió con la humanidad, creo que podemos juzgar con cierta perspectiva las modestas aportaciones al género humano de aquellos que hemos gustado de beber. No sería tan drástico como Bonald…

P.- ¿Qué opina de la prensa musical de hoy?, ¿echa de menos un verdadero desván de ideas, como lo era en los ochenta La Luna de Madrid?

R.- La Luna era práctica porque estaba todo reunido en un ejemplar, pero ahora puedes encontrar la misma locura indiscriminada de ideas haciendo un buen collage personal de todos los medios a nuestro alcance. Eso sí, lleva tiempo y hay que ser un curioso infatigable para intentarlo.

UN PASEO POR LA LITERATURA

La última obra de Sabino Méndez, ‘Hotel Tierra’, es, según el prestigioso editor Jorge Herralde, “uno de los mejores libros memorialísticos de los últimos diez años”. El escritor y roquero habla al lector desde el “yo” real, como un recuentista de su propia vida, cuyo sentido entiende que es intentar explicarla. Para Sabino, la realidad es la sustancia misma del arte. Con ella sigue experimentando: en abril aparecerá su próxima entrega.

Pregunta.- ‘Hotel Tierra’ está escrito a modo de dietario, como hicieron Sthendal o Josep Pla. ¿Pensó en André Gide, maestro del diario íntimo?

Respuesta.- Pensé, por supuesto, en todos los ejemplos que conocía. Gide es muy notable pero no, no fue la principal influencia.

P.- ¿Sólo se considera autorizado a escribir en primera persona?

R.- Para algunas cosas, sí; pienso que probablemente sólo puedan escribirse correctamente en primera persona. Otras, desde luego, no. Hay varias personas del verbo en los idiomas, todas son útiles. Cierto es que todas las posibilidades de la primera estaban un poco olvidadas. Sólo se usaba un aspecto de ella que era una evolución espuria del narrador omnisciente. Pero no soy el primero en decirlo.

P.- Entonces, ¿el camino hacia la verdad está en el pasado, en el simulacro?

R.- Como punto de partida pienso que todo es más sencillo. El presente se comprende mejor con información, eso sí, una información difícil de conseguir y encima siempre inabarcable. En el asunto de la verdad todo se simplifica mucho cuando vemos la importancia de la intención y el rigor al inicio de toda búsqueda, aunque sea dolorosa. Bueno, qué estoy diciendo, si todo lo dijo ya Sófocles sobre estos temas. Y me da en la nariz que acertaba.

P.- Acaba de morir Kapuscinski, padre del periodismo moderno, despierto y literario. Concebía los libros como una derrota, un intento fallido de transmitir lo que se quiere expresar. ¿Está de acuerdo?

R.- Absolutamente. Como siempre nos quedaremos unos milímetros por debajo de lo que queremos expresar sobre los humanos, estamos condenados a seguir escribiendo eternamente, intentando mejorar por ver si algún día conseguimos el pleno de la expresividad total, cosa probablemente imposible. Pero ése es nuestro mejor motor y una maravillosa condena. Esa ceguera, además de la indignación, la vitalidad, la bondad y las emociones, es un fabuloso motor creativo como dejaba entrever mi admirado Paul De Man.

P.- Él recomendaba no escribir sobre alguien con quien no se ha compartido un momento. ¿Por eso Sabino Méndez es el protagonista de sus libros?

R.- Algunas ediciones fragmentarias de mí mismo han sido los protagonistas hasta la fecha de mis libros. Pero no olvidemos que cuando un buen escritor empieza a crear con tiempo un personaje de novela, termina también compartiendo con él mucho tiempo de trabajo en su cerebro. Eso no sucede con los personajes trabajados apresuradamente o sin orden.

P.- Pero… ¿la novela banaliza la realidad?

R.- Las buenas novelas, no. Pero son pocas. Las fallidas, sí. Incluso aunque no lo pretendan.

P.- A mediados de los ochenta le obsesionaba saber escribir. ‘Hotel Tierra’ es también la historia de un autor vocacional que sufre por depurar su estilo.

R.- He conseguido algunos logros pero sigo en ello. Afortunadamente, sé que es un trabajo que no se acabará nunca pero en el cual siempre habrá coquetas sorpresas. Eso me garantiza que no me voy a aburrir nunca lo que me queda de vida.

P.- Cuestiona y justifica su papel de literato con insistencia. Montaigne aseguraba que a partir de cierta edad uno podía hacer cosas imprescindibles.

R.- Espero y deseo con todas mis fuerzas que tenga razón.

P.- Califica de “oxigenante” su paso por la universidad, donde intentan que el alumno lea unos quinientos libros. Pero, ¿aprendió algo de por qué y cómo se escribe?

R.- Sí. Pero siempre gracias a iniciativas individuales de estudiosos y pensadores peculiares, singulares y, a veces, incluso mal mirados dentro del perfil universitario. Gente para mi gusto casi un poco heroica, con obsesiones y locuras metodológicas muy enérgicas pero admirables.

UN PASEO POR LA POLÍTICA

La decepción con el último gobierno catalán motivó la acción de un colectivo de intelectuales en 2005. Félix de Azúa, Albert Boadella, Arcadi Espada y Sabino Méndez, entre otros muchos, originan Ciutadans. El joven partido político se presenta como una opción por la política para los ciudadanos, la defensa de sus derechos y libertades, la igualdad, el laicismo y el equilibro constitucional y lingüístico. Contra todo pronóstico, han entrado en el Parlamento catalán con tres escaños. Sabino afirma que “algo está pasando”.

Pregunta.- Determinados círculos intelectuales acusan a nuestros nacionalismos de ingrávidos y a la oposición de golpista. ¿Usted cómo ve a España?

Respuesta.- Ni tan ingrávida ni, desde luego, en ningún modo golpista. A ver si nos quitamos de encima de una vez esos fantasmas apocalípticos de otras épocas y trabajamos racionalmente en serio.

P.- ¿Se cumplen los esquemas de Bataille sobre el juego totalitario?

R.- En unos asuntos acertó hasta un extremo sorprendente. En otros, se equivocó de una manera tan exagerada que hasta da un poco de risa. Lo considero un hombre interesante, muy interesante, pero no me guiaría por sus juicios. Tenía talento, no genio para mi gusto. Hay que observar que tuvo una vida durísima.

P.- La irrupción de Ciutadans tiene mucho de revolucionario. Se trata de un fenómeno avalado por la masiva participación a través de internet. ¿Está ahí la democracia directa?

R.- La revolución me interesa, pero siempre mientras tenga lugar en un despacho de Registrador de la Propiedad y ante notario. Detesto las algaradas callejeras inmotivadas. Quizá el camino sea alguna de las facetas de internet, no todas.

P.- ¿Hay una crisis en la “cultura de debate”?

R.- Hasta hace poco, absolutamente. En los últimos tiempos hemos asistido a cierta revitalización del debate crítico por algunas actitudes innovadoras. Deseo ardientemente que no sea flor de un día.

P.- Ahora Cataluña tiene un Presidente cordobés, un charnego. ¿Sorprendido?

R.- No. Es la realidad catalana que hemos vivido los últimos veinticinco años. Los que están sorprendidos son los nacionalistas de derecha e izquierda que se negaron siempre a aceptar que vivían en la tierra de la mezcla. Espero que el trauma de chocar con la realidad sea sano, higiénico y les cunda.

P.- ¿Qué espera de Ciutadans?

R.- Principalmente, que se institucionalice. Cataluña necesita un canal de expresión política que recoja que una gran mayoría de su población no comparte gran parte del delirio maximalista del nacionalismo que asumen el resto de los partidos. En el futuro y, cuando sean más conocidos, pueden encontrar ahí mucha gente su canal de expresión política. Es sano y realista. Eso garantiza que los roces se tengan en el Parlamento y no en la calle. El resto del camino será largo pero ineluctable.

P.- ¿Y de Cataluña?

R.- No espero nada de un territorio sino de sus habitantes, mis conciudadanos. Espero de ellos rigor y eficiencia. Que atiendan a las cifras demográficas y presupuestarias, dejen de quejarse, de autojustificar sus debilidades inventándose rivales imaginarios y creen una sociedad vigorosa y justa que salga del actual proceso de decadencia y autoengaño.



Ciudadanos en la Red: se oye un rumor.........

Granada Digital (31/01/07)