domingo, 15 de abril de 2007

Ciudadanos de segunda y dictadores de primera

Un documental de el Mundo TV que fue emitido en Telemadrid ha puesto una vez más patas arriba a las dos España; la de los devotos y detractores de la lengua, la de los tontos por ciento al contado.

No he tenido la fortuna de poder verlo, pues desde Barcelona como es obvio no se emite en abierto, pero he leído prácticamente de todo en los periódicos de estos días. He sabido que si dependiera de algunas caras conocidas e influyentes en Cataluña, como Joel Joan o Miquel Calzada (más conocido como Mikimoto), yo no tendría derecho a vivir en la ciudad donde nací. ¿Por qué? Únicamente por rebeldía, por no claudicar con una sociedad intolerante, que de la mano de unos pocos han transformado la riqueza cultural de saber dos idiomas en un arma de doble filo con la que se ataca a quien no comulga con sus ideas.

En esta ocasión, por lo que parece, desde Madrid no han ayudado mucho a apaciguar las diferencias entre los catalanes y el resto, echando más leña al fuego con un documental que por lo visto está del todo manipulado, según los propios comentarios de algunos trabajadores de la cadena. Lo desconozco, pero no estoy de acuerdo con Josep Piqué -el Gallardón de Barcelona– (que no coincida con el PP no es una novedad; lo gracioso es que tampoco lo haga precisamente en este asunto) cuando dice que en Cataluña no hay ningún problema con el castellano. ¡Ah, es verdad! El PP tiene que recuperar los votos que perdió frente a Ciutadans en las recientes elecciones. Debe ser eso.

Decir que en Barcelona no se persigue el castellano es mentir descaradamente. En el resto de las provincias no se persigue porque prácticamente no se habla. Hay muchas personas, más de las que se imagina uno, que ni siquiera sabe expresarse en castellano cuando sale del pueblo por vacaciones. En Barcelona basta con saber que está prohibido por ley rotular en castellano los comercios, o te multan. ¿Esto qué es sino una persecución? ¿Dónde queda la libertad de expresión? ¿Y el derecho a hacer uso de una suerte llamada bilingüismo?

Lo cierto es que me ofusca, y mucho, la hipocresía. Joan Saura dijo que todo esto es “una nueva batalla” del PP en contra de Cataluña. Y probablemente lo dijo muy convencido, pero sin pensar que buena parte de razón llevan ‘los malos’. ¡Pero bueno! Con el jaleo que están montando por el aumento a una tercera hora lectiva de castellano en los colegios catalanes.

En definitiva, que no creo que haya ciudadanos de segunda sino dictadores de primera. Es muy fácil reconocerlos. En Cataluña se identifican de forma rápida, cuando los folletos informativos o formularios de las administraciones están únicamente en catalán. O lo más gracioso, están también en inglés, pero imagino que la falta de presupuesto de la virgen del puño les impide editarlos también en castellano. En el resto de España, y concretamente en Madrid, se les reconoce porque son los que están todo el día a la gresca con los de Barcelona.

Como dicen en un estudio de otro tema más interesante que este, a los españoles nos gusta mucho la marcha atrás. Debe ser eso. Tal vez sea el momento de irse antes de que nos echen, pero deberíamos irnos de golpe todos los castellanohablantes. Y de paso, también, todos los inmigrantes que tanto molestan. ¿Quién pondría cada mañana las calles de Cataluña?


Eduardo Cassano (
Siglo XXI)