jueves, 19 de abril de 2007

La rebelión de los ciudadanos frente a políticos y medios

Los ciudadanos se están transformando en resistentes y se rebelan. La antigua confianza en los políticos y en los medios de comunicación se hunde. Están votando lo contrario de lo que esperan los políticos y les recomiendan los expertos en los medios de prensa. Ocurrió de manera ostentosa en Europa cuando los orgullosos discípulos de José María Aznar fueron derrotados en España y cuando los votantes franceses y holandeses rechazaron la nueva Constitución Europea, pero más tarde volvió a ocurrir lo mismo en Ucrania, Italia, Alemania y Polonia

En América Latina se abre camino el populismo autoctono e indigenista, cuyas raices crecen en la rebeldía frente al viejo poder dominante. Pronto ocurrirá en todos los continentes, en múltiples comicios, en los que se incrementarán la abstención, el voto en blanco y los resultados más inesperados. Es la rebelión (por ahora pacífica) de unos ciudadanos que se sienten traicionados por los políticos y por los medios de comunicación, en los que ya no confian y a los que aprenden a despreciar.

Detras de esa rebeldía ciudadana late un mensaje claro: el rechazo a una política actual ineficiente y corrupta, que ha sido transformada en un monopolio de los políticos profesionales, aliados con los grandes poderes mediáticos.

Los ciudadanos creen que "otra política es posible" y empiezan a exigirla. La gente está cansada de que los grandes problemas del mundo nunca sean resueltos por la política, ven que la democracia necesita regenerarse y exigen cambios drásticos en el liderazgo, por ahora de manera pacífica y civilizada.

Lo grave de la situación es que los políticos, alienados por el poder y ajenos a la realidad, no perciben el peligro. Lo mismo ocurre con los intelectuales y periodistas, en su mayoría "comprados" por el poder y adscritos al pensamiento dominante, lo que les impide analizar correctamente la realidad y percibir los signos de la rebeldía.

Está ocurriendo lo mismo que cuando cayó el muro de Berlín: el comunismo se hundió por sorpresa, sin que ningún político, intelectual o periodista, occidental u oriental, hubiera sabido anticipar la debacle, a pesar de que, desde años atrás, había miles de signos que anunicaban la ruína del sistema creado por Lenin.

Ahora, la democracia está en ruínas, dervirtuada por unos políticos que la han acaparado como si fuera un patrimonio propio, pero nadie se da cuenta de que el sistema está en profunda crisis, desacreditado ante los ciudadanos, que han sido expulsados del sistema a pesar de que son los protagonistas auténticos de la democracia, los únicos que pueden otorgar o quitar legitimidad a los gobiernos.

Cualquier día, esta democracia, tan admirada y querida hace apenas una década, entrará en abierta crisis y se volatilizará. Entonces habrá llantos y manifestaciones de sorpresa, a pesar de que existieron signos y avisos que nadie supo interpretar a tiempo: desprestigio de la política, desconfianza ante el liderazgo, descrédito de los políticos, divorcio entre ciudadanos y gobierno, insaciable voracidad de poder por parte de los partidos políticos, crecimiento constante de la abstención electoral, añoranza del antiguo comunismo en amplios sectores de la Europa del Este, surgmiento de partidos políticos nuevos y aparentemente inexplicables, como el de los neocomunistas, en Alemania, o "Ciudadanos", en España, la derrota de la Constitución Europea en Francia y Holanda, el auge del terrorismo desesperado, la inexplicable transformación de ciudadanos pacíficos en radicales, la transformación de los líderes políticos en los "nuevos amos" del mundo, el hundimiento de la participación ciudadana en la política, el deleznable espectáculo de la ostentación del poder político, la acumulación de privilegios por parte del liderazgo político, la persistente fetidez de la corrupción política, la esperanza que nace y se quema velozmente por culpa de la corrupción, como ha ocurrido en Brasil y en Ucrania, etc., etc.

Voto en Blanco (19/04/07)