sábado, 21 de julio de 2007

La revista que se secuestra los viernes

"Si lo medimos por los resultados, no cabe duda de que quienes han ordenado el secuestro de El Jueves son mucho más culpables de "dañar el prestigio de la Corona" que la misma revista."

La libertad de expresión es un derecho fundamental y, como tal, los límites que le marque la ley deben estar perfectamente tasados y limitados a la defensa de un derecho aún más importante, como pueda ser el de la vida. Así, en un país sin la larga historia de asesinatos y coacciones terroristas que España tiene a sus espaldas el delito de apología del terrorismo podría ser considerado una intromisión inaceptable en la libertad de decir y escribir lo que se quiera. Sin embargo, la violencia que se promueve por medio de ese tipo de declaraciones y proclamas es bien real, y la defensa de quienes la sufren o la pueden sufrir en el futuro es razón suficiente para que ese delito se persiga. Pero como cualquier actuación de los poderes públicos que afecte a derechos fundamentales, aquellas excepciones a la libre expresión deben estar muy bien justificadas y razonadas. No es éste el caso del secuestro solicitado por Conde Pumpido del último número de la revista El Jueves.

Según el auto del juez Del Olmo, la viñeta publicada en la portada de la edición secuestrada "resulta innecesaria y desproporcionada para la formación de la opinión pública". Pero lo que olvida el instructor del 11-M es que en ningún caso el objetivo de El Jueves es informar o formar a sus lectores. Es una revista satírica, humorística, una más dentro de la larga tradición de este tipo de publicaciones en España. Por más que sus valores estén en las antípodas de los que nosotros defendemos, no cabe duda de que sus viñetas están hechas para hacer reír y no para informar. Todos y cada uno de sus más de mil quinientos números son "innecesarios y desproporcionados" vistos desde esa óptica.

Además, la tardanza con que se ha solicitado esta medida, aún en el supuesto de que estuviera justificado el secuestro de esta publicación lo único que ha conseguido ha sido aumentar extraordinariamente la difusión y publicidad de la ofensa que se quiere perseguir. La televisión, la radio, los periódicos, los digitales; toda la prensa, y no sólo la española, se ha encargado de dar a conocer el contenido de una viñeta que, hasta este viernes al mediodía, era conocida casi en exclusiva por los lectores de El Jueves, una revista con un promedio de difusión de poco más de 70.000 y que llevaba unos años cayendo, lenta pero inexorablemente. Sin duda acabarán agradeciendo tanta publicidad gratuita.

Era tan evidente que ese iba a ser el resultado inevitable de esta medida que es difícil no pensar que ha sido algo buscado. El aprieto en que Conde Pumpido y Del Olmo han metido a la Casa Real es mayúsculo. La institución monárquica será vista por muchos como responsable de un ataque a la libertad de expresión y vista como retrógrada e intolerante. Si lo medimos por los resultados, no cabe duda de que quienes han ordenado el secuestro de El Jueves son mucho más culpables que la propia revista de "dañar el prestigio de la Corona", el delito del que acusan. Y que a estas alturas, con todo lo que ha avanzado la tecnología, el juez instructor del 11-M haya pedido la recogida del molde empleado para la impresión del número demuestra que no ha dedicado a este caso el celo y la prudencia debidos.

Ha querido la casualidad que esta decisión se haya tomado el mismo día en que hemos sabido que el Tribunal Supremo no ha considerado delictivo que el grupo Soziedad Alkoholika desee que los ertzaintzas exploten y se esparzan sus tripas. Sorprende la diferencia entre el trato que reciben unos y otros, especialmente cuando, desgraciadamente, sigue habiendo tantos dispuestos a llevar a la práctica las edificantes admoniciones del grupo vasco. La viñeta era de un mal gusto indudable y demuestra la escasa sutileza que siempre ha caracterizado el humor de El Jueves. Pero esas no son razones suficientes para perpetrar un ataque como éste al derecho fundamental de la libertad de expresión.

Editorial de Libertad Digital, 21-07-2007

De cómo amplificar una grosería convirtiéndola en delito

El fiscal general del Estado y el juez Del Olmo convirtieron ayer a la Monarquía española en noticia mundial al propiciar el secuestro de la revista El Jueves, que aparecía en su portada con un irreverente dibujo de los Príncipes Felipe y Letizia.
El dibujo, que había sido visto hasta ese momento por algunos miles de personas, pasó a ser portada de numerosas web fuera y dentro de España, con lo que a buen seguro, a estas horas, habrá sido contemplado por decenas de millones de ciudadanos. Ni el mayor enemigo de la Corona habría provocado el mismo efecto. El fiscal pidió la retirada de la página web de El Jueves, pero, ¿qué pasa con las páginas de medios de todo el mundo que han reproducido la caricatura?EL MUNDO, que tuvo acceso a esa portada de la revista coincidiendo con su salida al mercado, había decidido no reproducirla para no divulgar su patente grosería. La decisión del juez de iniciar un procedimiento penal por un delito contra la Corona, a instancias de la Fiscalía, nos obliga ahora a hacerlo para que los lectores dispongan de un indispensable elemento de juicio.

Lo primero que hay que subrayar es que esta resolución supone un grave error porque consideramos que no hay tal delito contra la Corona. El juez argumenta que el dibujo es «claramente denigrante y objetivamente infamante», lo cual es un juicio estético o moral pero no legal. A nuestro entender, no existe injuria ni, por supuesto, calumnia porque se trata de un dibujo satírico en una revista de humor. La imagen es de mal gusto, zafia y puede molestar a muchos ciudadanos. Pero no es delito. Entra dentro de lo permisible en una sociedad donde la libertad de expresión es un valor fundamental.

Da la impresión de que el juez se ampara en el artículo 491.2 del Código Penal, que castiga con multa a quien «de cualquier forma pueda dañar el prestigio de la Corona». La redacción es tan ambigua como desafortunada y su aplicación literal obligaría a los jueces a actuar todos los días contra quienes critican a la Monarquía. Desde el punto de vista jurídico, puede haber en la intención del dibujante un animus iocandi o propósito de burlarse, pero no hay ningún insulto y, menos aún, ninguna imputación delictiva a los Príncipes, porque cualquier lector entiende que esa imagen es una caricatura, producto de la imaginación del autor.

Hace más de 30 años, en plena Transición, un juez decidió secuestrar el semanario Cambio 16 porque consideraba una falta grave de respeto una ilustración en la que Don Juan Carlos aparecía, evocando a Fred Astaire, sobre los rascacielos de Nueva York. Aquel fallo fue también un grave error que en nada favoreció la imagen de la Monarquía.

La Fiscalía reconoció ayer que la iniciativa de proceder contra El jueves había sido suya y que su único ánimo era hacer cumplir la ley. El juez que ha tomado la decisión de secuestrar y el propio fiscal -que podría haber preguntado antes a la Casa del Rey, pero no lo hizo- se han equivocado porque, aun aceptando el razonamiento de que no se puede dejar de exigir el cumplimiento de la ley por las repercusiones que pueda tener un fallo judicial, el daño a la imagen de la Monarquía ha sido tan elevado que habrían hecho mucho mejor en abstenerse. Los Príncipes Felipe y Letizia han sido las verdaderas víctimas de este episodio y por partida doble: primero, del mal gusto del dibujante y luego, del exceso de celo de un poder judicial, que ha convertido una publicación que había pasado desapercibida en centro de atención mundial.

Editorial de El Mundo, 21-07-2007

COMUNICADO DE EL JUEVES: ¿20 de julio de 2007?

Escribimos esta nota el viernes, 20 de Julio de 2007, a las 19h. Tenemos la redacción llena de medios de comunicación que nos preguntan el por qué del secuestro de la revista. No sabemos qué responderles. El Jueves ha publicado decenas, cientos de dibujos sobre la familia real ( y sobre políticos, famosos, la ETA y todo lo que se mueve). Incluso hemos publicado un libro, TOCANDO LOS BORBONES, un tomazo de 350 páginas que recopilaba los dibujos más divertidos.

Somos humoristas gráficos y trabajamos conscientes de que nuestra obligación, lo que nos piden los lectores, es que exploremos el límite de la libertad de expresión. Podemos aceptar que, incluso, en alguna ocasión, lo podamos traspasar . Gajes del oficio. Si nos pasamos para eso están los tribunales pero...¿un secuestro? ¿ la policía recorriendo los quioscos de todo el país retirando nuestra revista? ¿ De verdad escribimos esto el 20 de Julio del 2007?