jueves, 30 de abril de 2009

EUROPA COMO BALNEARIO. Por M. Martín Ferrand

EL PP y el PSOE, tan aparentemente distintos en sus respectivas fuentes ideológicas y sus proyectos políticos, resultan dramáticamente iguales en lo que respecta a su funcionarial organización interna y a su escasa voluntad representativa de una sociedad que, en un gran ejercicio de paradoja, les respalda con el ochenta por ciento de los votos que vienen sumando en los comicios de ámbito nacional. Es un efecto más de la partitocracia degenerativa que secuestra el espíritu de la Constitución y, todavía más grave, nos impide confiar en el futuro.

A la vista tenemos las listas -cerradas y bloqueadas, no faltaba más- que las dos formaciones a las que se reduce la hipótesis de la alternancia nos proponen de cara a las elecciones para el Parlamento Europeo. ¡Cuánta miseria biográfica! Con la excepción de unos pocos nombres, no más de media docena en cada una de ellas, es una nómina de fantasmas, de personalidades sin personalidad. Entre la obligatoria paridad -¡esa norma que tanto perjudica al respeto a la condición femenina!- y las cuotas que se deben a los barones regionales y a los jefes de clan, lo mejor que puede decirse de ellos es que resultan menos tranquilizadores los nombres conocidos que los muchos ignotos que las integran.

Ni Europa ni nosotros merecemos tan poco respeto y consideración.

Con manifiesta irresponsabilidad, lo mismo José Luis Rodríguez Zapatero que Mariano Rajoy, han completado sus propuestas con nombres más aptos para ir a Baden-Baden, el más significativo de los grandes y clásicos balnearios del Continente, que para cubrir una representación en Bruselas y Estrasburgo. Ni Europa ni nosotros merecemos tan poco respeto y consideración. Cubrir unos puestos que comportan una cierta bicoca remunerativa sin buscar la idoneidad de sus titulares y, por el contrario, entendiéndolos como una compensación para cesantes y perjudicados es un grave síntoma de instrumentalización del poder que, por delegación ciudadana, adorna a nuestros dos líderes principales. El hecho de que tanto el PP como el PSOE entiendan estos comicios como una suerte de «primarias» con vistas a 2012, nos permite sospechar los niveles de degradación que hubiera podido alcanzarse en la selección de candidatos sin esa espuela estimulante. España es un país menguante, pero no por el fatalismo de la Historia. El esfuerzo que nuestros líderes hacen para que lo sea no es menor. En un ambiente democráticamente cierto daría grandes resultados.

ABC - Opinión

LA IZQUIERDA FASHION VICTIM. Por Cristina Losada

Sarkozy

«Zapatero le ha hecho a Sarkozy una solemne promesa muy parecida a la que escuchó Ségoléne. Incluye un "para siempre". Impregnarse del aura carismática del presidente francés bien merecía perdonar que le llamara imbécil.»

La visita de Sarkozy ha permitido observar en qué consiste este socialismo nuestro. Aunque consistencia es lo que falta. Los socialistas han caído rendidos a los pies de un político al que hace dos años tenían por la viva encarnación de cuanto proclaman que les resulta odioso. Entonces, el hoy admirado líder francés era para el "progresismo" patrio un sospechoso amigo de Aznar y Berlusconi, un neogaullista, un neoliberal y casi un neocon, un partidario a ultranza del mercado, la globalización, y las privatizaciones, un atlantista, un reaccionario, un tipo de la derecha dura y un alter ego de Le Pen en asuntos como la inmigración y el patriotismo.


¿Ha cambiado de ideas Sarkozy? No especialmente. ¿Ha cambiado el PSOE? Tampoco. Y, sin embargo, unos socialistas adictos a la guerra ideológica se han inclinado con particular unción ante un representante de la derecha. Que –conviene recordar– no por ser francesa y chic deja de ser derecha. Qué caras de felicidad mostraban junto a él. Qué aplausos cuando impartía lecciones de política antiterrorista que eran la antítesis de lo que han hecho. El entusiasmo socialista por Sarkozy ha sido desbordante y, desde luego, nada inocente. Pero va más allá del obvio intento de adquirir popularidad por contacto con la glamourosa pareja.

El espectáculo dejaba a la vista que los herederos de aquella izquierda de la lucha de clases, que aún resucita como farsa en ocasiones, son un grupo de niños bien y de aspirantes a nuevos ricos que se funden ante un vestido de Dior y un aire cosmopolita. Y que lejos del radical chic que descubría Tom Wolfe en un guateque de los Bernstein, se quedan en un ordinario quiero y no puedo. La frivolidad reordena las fobias y filias de estos socialistas, pero también rellena el vacío de su ideario, que componen con restos de temporada que van dejando las modas políticas.

Pobre Ségoléne. Dos años atrás, Zapatero le hacía a ella y a los socialistas franceses una promesa de amor eterno. Con un "siempre, siempre estaré a vuestro lado", concluía en Toulouse un emotivo discurso de respaldo a la candidata. Perdió Royal, fracasó el partido hermano del PSOE, tal vez primo, y al cabo Zapatero le ha hecho a Sarkozy una solemne promesa muy parecida a la que escuchó su rival. Incluye un "para siempre". Impregnarse del aura carismática del presidente francés bien merecía perdonar que le llamara imbécil.

Libertad Digital - Opinión

DOS LIDERES. Por Ignacio Camacho

EL ideal democrático consiste en una política participativa en la que los ciudadanos manejen con fluidez sus propios asuntos y en la que los representantes públicos sean tan sólo leves intermediarios de una voluntad popular encauzada a través de una sólida sociedad civil, pero en tiempos de crisis la incertidumbre colectiva demanda liderazgos firmes que establezcan objetivos claros y posean la determinación necesaria para impulsarlos. No es fácil encontrarlos en circunstancias claves, pero cuando aparecen -Churchill, Rooselvelt, De Gaulle, Kennedy, Adenauer- emerge con ellos un beneficioso espíritu de esperanza colectiva. Dirigentes dotados de pujanza para hallar caminos donde los demás sólo ven obstáculos; tipos capaces de trazar nuevas fronteras donde la gente sólo encuentra límites antiguos.

Quizá por esa necesidad histórica la psicología social ha hecho brotar en esta época indecisa figuras de referencia como las de Obama o Sarkozy. El primero expresa una profunda ambición de cambio en el modo de dirigir las relaciones políticas, y representa con tal fuerza ese anhelo capital que su popularidad se mantiene intacta cien días después de haber pasado sin logros patentes de la utopía de las expectativas a la realidad de las decisiones. El segundo ha tenido ya tiempo incluso de decepcionar algunas de las ilusiones que despertó su arrolladora irrupción, pero conserva un encanto magnético de cuyo hiperactivo despliegue acaba de ofrecer en España una seductora puesta en escena.

Obama y Sarkozy encarnan, cada uno a su modo, la resistencia contra la mediocridad y el conformismo

Con una común vocación de liderazgo, con un mismo empeño de aglutinar voluntades para modificar el curso adverso de las cosas, ambos se han convertido en referentes de un mundo que se enfrenta a un vertiginoso cambio de ciclo. Agotada la mortecina etapa de los Bush, Chirac o Schröder, capitanes sin galones morales ni prestigio intelectual, esta acelerada convulsión social, económica y política requiere el revulsivo de una intuición ganadora. Requiere gente que no se conforme, que no se arrugue, que no se quede inmóvil, que afronte incluso el riesgo de equivocarse antes que el de quedarse a gestionar el desplome de los escombros. Requiere una política de principios y una ética de valores.

En ese sentido, Obama y Sarkozy encarnan, cada uno a su modo, la resistencia contra la mediocridad y el conformismo. Por eso les salen imitadores superficiales, impostores de gestos o de retóricas que tratan de manejarse en la pasión del poder copiando estilemas de su imagen de marca. Pero lo mejor que tienen no es su carisma, ni su fascinación, ni su coraje, sino la propiedad de contagiar a los ciudadanos el espíritu de la rebeldía. Ellos están enseñando un mensaje que acabará por calar en la mentalidad social: que en tiempos de turbación sí conviene hacer mudanza.

ABC - Opinión

LOS CONDONES DEL TRIBUNO HERRERA. Por José García Domínguez

Benedicto XVI

Lo que a la progresía le resulta intolerable del Papa no son sus principios, sino el hecho, subversivo en sí mismo, de que los posea. Es eso lo inaceptable a sus ojos: que ose rehuir el universal eclecticismo contemporáneo.

Por lo visto, el diputado comunista Joan Herrera acaba de enterarse de que la Iglesia católica se muestra refractaria al uso de cualquier tipo de anticonceptivo en las relaciones sexuales desde hace unos dos mil años. Y, contrariado por la noticia, ha decidido presentar una urgente proposición en las Cortes Generales con tal de afearle la doctrina canónica a Jesús de Nazaret. Así, el tribuno Herrera aspira a que en la Carrera de San Jerónimo se "repruebe" al Papa de Roma por predicar tal conducta privada a los fieles. En fin, como en España apenas hay problemas, algo tenían que ingeniar sus señorías para andar entretenidas, que el caso, ya se sabe, es pasar el rato.


Ahora ya sólo restará que el juez Garzón dicte la preceptiva orden internacional de búsqueda y captura contra el ciudadano romano Pablo de Tarso en el momento procesal oportuno. Y que se vayan preparando Irán, Arabia Saudita, Pakistán y demás protectorados terrenales del Profeta: en cuanto el erudito Herrera acuse recibo de que el Corán prohíbe comer jamón a los musulmanes, promoverá su fulminante expulsión de la OMC, del FMI, de la ONU y de la FIFA. Nadie lo dude. Sobre todo, teniendo en cuenta que las soberanas gansadas de tal Herrera cuentan con el inestimable aval político, jurídico e intelectual de Ana Pastor.

Por lo demás, en ese asunto los condones suponen mera anécdota, jamás categoría. Y es que, en el fondo, lo que a la progresía le resulta intolerable del Papa no son sus principios, sino el hecho, subversivo en sí mismo, de que los posea. Es eso lo inaceptable a sus ojos: que ose rehuir el universal eclecticismo contemporáneo, ése que ordena seleccionar los valores morales con la laxa indiferencia de quien maneja el mando a distancia de un televisor. Renunciar a diluir en simples opciones los imperativos morales que impone su fe, he ahí pecado de lesa modernidad que no le habrán de perdonar jamás ni los nihilistas herreras, ni las vocingleras consortes de los oportunistas arriolas.

Para él, la Biblia no resulta equivalente al último manual de autoayuda que arrase en las estanterías de El Corte Inglés; del mismo modo que la doctrina de Cristo no es intercambiable por la afición al tarot, ni la Iglesia de Pedro representa una alternativa a los cursillos por correspondencia de meditación trascendental. Horror, a estas alturas del fin de la Historia el Papa aún sostiene que hay valores absolutos. ¡Anatema!

Libertad Digital - Opinión

LIDERAZGO Y EMOCION. Por Hermann Tertsch

PESE al título, queridos amigos, desengáñense. No vamos a hablar de Carla Bruni. Vamos a reflexionar un poquito sobre la responsabilidad y el liderazgo, dos cosas que a muchos de ustedes ya les parezcan remotos conceptos históricos perfectamente arcaicos. Hubo gente en este país, en España, que en regímenes muy diferentes creían y sentían su vocación por servir a una serie de gentes que no tenían con ellos nada más en común que la pertenencia a una patria. Hubo mucha gente, aquí en España, que luchó, mató y murió creyendo firmemente que lo hacía por mejorar España. En todas las trincheras. En todos los frentes. Este país ha tenido obviamente una sobredosis de patria y de historia. Y una inmensa caterva de personajes del tres al cuatro que no sólo pretendieron ser líderes. Que lastimosamente acabaron siéndolo. Con todo el respeto para sus familiares y descendientes. A sus calles y apellidos. Como comprenderán, yo prefiero una calle dedicada a Merry Gordon, gran e ilustre general, que a la madre de Javier Bardem.

Para valorar el liderazgo, para valorar el servicio al bien común, para valorar la vocación de servicio, hay que tener ante todo un sentido que unifique dignidad personal con proyección histórica. Esto puede parecerles muy cursi a unos. Y muy borde a otros. Pero no hay otra forma de conseguir la fuerza que requiere el ser humano para acudir a un estado de emergencia colectivo. Los estados de emergencia privados los resolvemos por el acuerdo o la violencia, por la fuerza de la concordia o la intimidación. La profundidad en la asunción de un liderazgo tiene muy diversas formas. Los ha habido de toda suerte y calidad. Muchos de ellos con consecuencias muy trágicas para las naciones lideradas.

Nadie accede al liderazgo, querido presidente Sarkozy, consorte de Bruni, por muchas elecciones que gane.

Pero lo que es evidente es que aquellos que son petimetres, por muchas elecciones que ganen, seguirán siendo petimetres. Nadie accede al liderazgo, querido presidente Sarkozy, consorte de Bruni, por muchas elecciones que gane. Muchos pueden hundir a su país en catástrofes que eran imprevisibles y evitables y en pocos años pueden hacer daños que sufran generaciones. La vida es muy caprichosa. Y el determinismo histórico de la secta inflamada es siempre falso. Aunque engañe cien veces y sirva a gente sencillamente inverosímil como son tantos de los que hoy vemos en cargos públicos. El liderazgo sea bueno o malo, nada tiene que ver con pataterismo o zapaterismo. El presidente de Colombia, Álvaro Uribe, dio una lección de liderazgo el martes en el Hotel Ritz. Por supuesto no acudió nadie del Gobierno socialista de Zapatero para ver si aprendía algo. Si no se leen siquiera los papeles que nos afectan al mal o buen vivir de los españoles es absurdo pensar que ninguno de ellos acuda a un sitio donde puede mejorar, como persona y líder. Sarkozy es un líder. Ya se verá si para bien. Uribe ha demostrado ser un líder que ha sacado a Colombia de una sima y la ha convertido en ejemplo para Iberoamérica. Por aquí, por lo demás, poco que contar al respecto.

ABC - Opinión

NO TAN LISTAS

Las candidaturas para las europeas se deciden en función de problemas y equilibrios internos

El desinterés de los ciudadanos de los Veintisiete por participar en las elecciones europeas de junio es proporcional al que demuestran los gobernantes hacia la dimensión europea de los problemas políticos y económicos de cada país; ahora, especialmente, los relacionados con la crisis. Y ese desinterés se refleja también en la elaboración de las candidaturas.

El ex presidente portugués Mario Soares lamentaba aquí el pasado domingo el mínimo interés con que los partidos socialistas de la UE habían acogido la declaración sobre la crisis firmada en marzo por sus líderes. Cumplido el expediente, las propuestas no han sido objeto de debate en cada partido, por más que casi todos ellos insistan en la necesidad de políticas concertadas a escala europea. Y Zapatero avala la continuidad del conservador Durão Barroso en la presidencia de la Comisión.


Los 736 eurodiputados que se eligen tendrán la oportunidad de aprobar leyes que condicionarán la legislación interna de cada país. Sería lógico promover a los candidatos más preparados para proponer y defender esas políticas contra la crisis, y que la campaña girase en torno a las propuestas que derecha e izquierda plantean al respecto. Sin embargo, de lo que discursean sus candidatos es de asuntos de política interna. No es que no les importen las elecciones europeas, pero sólo en cuanto sirvan para mejorar o empeorar su posición en la trifulca nacional.

La elaboración de las listas es coherente con esa visión. Si se repasan las candidaturas de las últimas convocatorias se observa la presencia destacada de dirigentes a los que más que enviar a Estrasburgo se les separa de la política interna. Vidal Quadras está allí desde que Aznar descubrió, en 1996, al catalanista que llevaba dentro.

También fueron enviados a ese destino personas con ideas propias, como el socialista Borrell, recuperable, o Rosa Díez, para ver si lo era. O ex herederos frustrados como Mayor Oreja una vez consumada la sucesión a dedo en favor de Rajoy y enviado Rato al FMI. A Ramón Jáuregui, un político que se distingue por ser capaz de argumentar y no sólo afirmar, se le saca del puesto en que más podía brillar, en aras de la renovación generacional; le acompaña Magdalena Álvarez, como consuelo por su cese en Fomento. Y Rajoy zanja por eliminación las dudas internas sobre la continuidad de Galeote, investigado por el caso Correa, para evitar que su presencia dé argumentos a los socialistas.

El País - Editorial

CUANDO LA PANDEMIA SE ACERCA

Todo apunta a que este virus no es demasiado agresivo, por lo que es muy improbable que se repita una catástrofe como la de 1918

LA GRIPE PORCINA -que las autoridades sanitarias bautizaron ayer como nueva gripe- se extiende rápidamente por todo el mundo.Hay ya casos sospechosos no sólo en Europa y en el continente americano sino además en Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) elevó la alerta a la llamada fase cinco, que indica que el riesgo de pandemia es inminente.El nivel de alerta cinco está caracterizado por «la propagación del virus de persona a persona al menos en dos países de una región de la OMS».


El Ministerio de Sanidad detectó ayer que una joven catalana que había estado recientemente en México contagió a su novio, el primer caso que se ha registrado en todo el mundo de una persona que se infecta sin haber estado en el país de origen del foco.

La OMS calcula en estos momentos que existen 2.000 casos sospechosos de nueva gripe en cuatro continentes. Es evidente que un porcentaje alto de quienes hayan contraído el virus lo ha transmitido a sus familias o sus amigos, lo que anticipa que van a aparecer muchos más casos de personas que se han infectado sin moverse de los lugares donde viven.

Si ello es así, la pandemia de la nueva gripe está a la vuelta de la esquina, lo que no debería suscitar alarma entre la población porque el nivel de mortandad es muy bajo y porque existen tratamientos antivirales que curan o amortiguan sus efectos.

Hasta ahora, los Gobiernos están actuando correctamente, aislando rápidamente a las personas que tienen síntomas de haberse contagiado del virus. La ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, informó ayer que hay ya 10 casos confirmados en España, donde se están habilitando zonas en algunos hospitales para internar a los enfermos.Esto es lo que se puede hacer de momento, al igual que informar a los ciudadanos. Ayer, el Gobierno británico encargó la elaboración de millones de folletos sobre la gripe, que serán distribuidos entre toda la población. También encargó de forma preventiva 30 millones de mascarillas, protector que en España se fabrica ahora mismo a destajo.

Uno de los debates que ha surgido en los últimos días es el de la conveniencia de cerrar las fronteras con México y EEUU y, más concretamente, la prohibición de vuelos procedentes de ambos países. Un portavoz del Gobierno francés pidió ayer una reunión urgente en Bruselas de los ministros de Transportes de la UE para discutir la suspensión de los vuelos procedentes de México.Es cierto que el cierre de las fronteras evitaría el riesgo de una propagación más rápida e intensa, pero la medida presenta dos graves inconvenientes: que ya es tardía y que su coste económico sería altísimo.

Desgraciadamente, vivimos en un mundo interconectado que facilita la instantánea difusión de las infecciones. Ello impide evaluar con precisión cuál es la extensión real de esta gripe, como demuestra el episodio de una mujer austriaca de 26 años que se contagió hace una semana en Guatemala cuando fue a visitar a sus padres.

El primer caso de contagio -el del niño cuya foto aparece en nuestra portada- fue detectado en México el 2 de abril. En tan sólo 28 días, la nueva gripe se ha extendido por todo el mundo.Ello pone en evidencia la fragilidad de nuestra sociedad globalizada ante eventuales enfermedades infecciosas, causadas por mutaciones que no podemos controlar. De cualquier forma, el contraste entre el niño mexicano que ha superado la gripe y el alarmismo suscitado en todo el mundo provoca la reflexión de si no se está exagerando la magnitud de la amenaza. Afortunadamente, todo apunta a que este virus no es demasiado agresivo, por lo que es muy improbable que se repita una catástrofe como la llamada gripe española de 1918.

El Mundo - Editorial

AGUIRRE, EN LA BUENA DIRECCION

«Con estas medidas Aguirre apunta en la buena dirección para salir de la crisis, que no es otra que la de reducir los impuestos, introducir austeridad en la Administraciones Públicas y emprender reformas estructurales.»

A pesar del escaso margen del que dispone en política fiscal, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, ha anunciado una serie de reducciones impositivas dentro de un próximo paquete de 49 "medidas anticrisis", entre las que destaca la eliminación del recargo autonómico del Impuesto de Actividades Económicas (IAE), la reducción en un 20% del impuesto de matriculación, así como una rebaja de 1 punto del IRPF a todos aquellos compradores de vivienda nueva, que sea su primera casa.


Para que nos hagamos una idea del beneficio que para los bolsillos de los madrileños supondrá la eliminación del recargo autonómico del IAE debemos tener en cuenta que los ingresos previstos por este concepto para las arcas de la Comunidad de Madrid en el presupuesto de 2009 ascendían a más de 30 millones de euros. Al margen de su cuantía, se trata de una forma directa y eficiente de inyectar liquidez en las empresas sin necesidad de acudir a intermediarios financieros o al ciego gasto público.

Asimismo, la reducción fiscal para la compra de primera vivienda nueva es especialmente oportuna para minorar el stock de inmuebles que no encuentran comprador y que servirá para acortar de forma sana la purga a la que está abocado el deprimido sector de la construcción.

Otro tanto se podría decir del estimulo que va a recibir el sector del automóvil con la ayuda económica, equivalente al 20% del impuesto de matriculación, que van a recibir los compradores de un coche nuevo en la Comunidad de Madrid. Es cierto que, en lugar de dar al comprador "una cantidad equivalente", Aguirre podría haber reducido directamente la cuantía del impuesto, si bien esta forma restaría visibilidad al desahogo que supone la reducción fiscal.

No menos destacable es el hecho de que esta apreciable reducción de impuestos va acompañada de un compromiso de reducción de gasto, como el que permitirá la supresión de la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte, cuyas funciones serán asumidas por la Vicepresidencia y la Consejería de Economía.

Aunque se puedan plantear objeciones a la escasa cuantía o a la naturaleza sectorial de estas reducciones fiscales, lo que nos parece incuestionable, al margen de recordar las limitadas competencias autonómicas en este campo, es que con estas medidas Aguirre apunta en la buena dirección para salir de la crisis, que no es otra que la de reducir los impuestos, introducir austeridad en la Administraciones Públicas y emprender reformas estructurales, como la que requiere nuestro rígido mercado laboral.

Se trata de una dirección opuesta a la que está protagonizando Zapatero, absolutamente renuente a que sea el Estado el que se apriete el cinturón en desahogo del contribuyente. La política de Zapatero no es otra que la del inmovilismo, la del irresponsable endeudamiento o la de hacer proclamas tan vacías de contenido como esa de que va a "plantar batalla al desempleo" o de que se va a "dejar la piel" por un "orden económico más justo". Si tenemos en cuenta que con este Gobierno no hacemos otra cosa que aproximarnos a marchas forzadas a los cinco millones de parados, ya nos podemos hacer una idea de lo que entiende Zapatero por un orden social justo o por plantar batalla al desempleo.

Libertad Digital - Editorial

LA LEALTAD Y LA POLITICA. Por J. J. Armas Marcelo

Una es la moral del ciudadano y otra la del político, dijo el filósofo. En la noche del 30 de julio de 1812, Simón Bolívar, entonces joven coronel de la I República venezolana, detiene al generalísimo Francisco de Miranda, su superior máximo, por traición a la patria. Miranda había llegado a un pacto con el jefe realista Domingo de Monteverde: entregaba el ejército de Venezuela a cambio de que el español no hiciera matazón alguna contra el republicano y derrotado. Bolívar sostiene que Miranda es un traidor. Quiere hacerle juicio sumarísimo y fusilarlo. El dueño de la mansión de La Guaira donde suceden los hechos, De las Casas, convence a Bolívar y entrega a Miranda a los españoles a cambio de un salvoconducto para que Bolívar pueda salir de Venezuela rumbo a Curazao. La Historia (los historiadores) no suelen decirlo (ni escribirlo), pero quien traiciona no es Miranda, sino Bolívar. Traiciona a Miranda y gana dos veces: se lo quita de arriba y salva su vida. Telón.

La vida política está llena de lealtades y traiciones. En cuanto aparecen dos figuras aparece la lealtad y, a su lado, el enemigo: la traición. De la transición española a la democracia se han escrito decenas de libros donde la traición no es más que un elemento que juega en el escenario la parte teatral que le corresponde en la vida. «Anatomía de un instante», escrito por Javier Cercas y aparecido muy recientemente, es un estudio sobre la conducta humana de los políticos en un momento clave de sus vidas y de la vida de la España contemporánea: el 23 de febrero de 1981. Desde mi punto de vista, Cercas ha escrito un libro extraordinario, no porque diga algo nuevo en la investigación de las tramas negras del «golpe», sino precisamente por lo contrario. Al no decir nada nuevo sobre ese episodio bochornoso, todo lo que dice es viejo salvo una cosa: el modo de contarlo, la manera en la que el escritor, un narrador insoslayable, relata cada punto exacto de la cuestión y cómo (el modo, la manera, la forma) resuelve narrativamente cada uno de los encartes sustanciales del ensayo. Ahora bien, la resolución narrativa no tiene siempre que ver con «la verdad» histórica del asunto del que se habla y escribe, aunque en el caso de «Anatomía de un instante», ambas parecen encajar a la perfección. Lo sé: no es lo mismo escribir sobre la marcha, y en caliente de su suceso ocurrido ayer, que escribir del mismo episodio bastantes años después de que haya sucedido. También lo sé: no es lo mismo un libro oportunista que un libro oportuno, como no es lo mismo escribir bien que escribir mal. Y Cercas ha escrito un libro oportuno y lo ha escrito muy bien. ¿De qué trata este libro?

Con el telón de fondo de un episodio aparentemente esperpéntico de nuestra vida política más reciente, Cercas escribe un ensayo sobre la traición en la vida y la traición en la vida política. Claro que en la vida (y en la vida política mucho más) la traición ha pasado ya a ser una «vía de conocimiento», mientras que la lealtad es una suerte de antigualla que provoca sonrisas entrecortadas en el común de los protagonistas informados. A los ejecutores de la traición, Cercas los llama sin ironía (y con muy buen tino) «los héroes de la despedida». Tales deconstructores son, en este episodio y en la vida política del país en los primeros años de nuestra democracia, Adolfo Suárez, el general Gutiérrez Mellado y Santiago Carrillo. Suárez «traiciona» al idear el modo exacto de desmontar el Movimiento y el franquismo; Gutiérrez Mellado «traiciona» al contener y desmontar los «instintos básicos» del ejército de Franco, y Santiago Carrillo «traiciona» al desmontar los dogmas del comunismo estalinista.

En medio de todos está el Rey de España, que piensa que aquel presidente del gobierno, Adolfo Suárez, ya es un lastre para el desarrollo democrático. El Rey, como toda España, tiene mucha prisa por gobernar con la izquierda. Sabe que esa será la señal de la nueva democracia española y su convalidación como demócrata. Suárez es entonces un estorbo. Pero Suárez es un converso de verdad: el general De la Rovere, pero sin teatro. Se ha creído tanto su papel de demócrata que los demócratas de toda la vida están muy asustados con aquel joven con pinta de tenista de club náutico de provincias costeras que se resiste ahora a salir del poder. Digámoslo una vez más, como lo dice Cercas: todo el mundo está contra Suárez en ese momento. Todos menos Gutiérrez Mellado y Carrillo. Otra paradoja de aquel instante: los dos «traidores» son leales al «traidor» que ha hecho leales votos democráticos hasta fundir el juramento en su alma más profunda. Los demás, incluso los suyos, traicionan la lealtad debida. Por ambición, por traicionares, por mediocres, por oportunistas. Por lo que sea, son desleales. «¡Jo, vaya tropa!», diría Romanones (y decimos nosotros).

Tengo noticias muy fidedignas de la existencia de un documento fechado en 1969, y firmado por Suárez, donde «le cuenta» al entonces príncipe Juan Carlos todos y cada uno de los vericuetos y desfiladeros que hay que atravesar para llegar a la democracia plena en España. El Rey se lo cree y confía en el joven con pinta de tenista provinciano. Y, llegado el momento, lo elige para ese papel en el teatro de la historia. Pero el actor se lo cree. Es decir, no cree que sea sólo un actor, sino que se transforma en protagonista real y uno de los motores velocísimos de la política española de la transición a la democracia. No he visto ni he leído el documento al que me refiero, pero de existir tal papel forma parte de la Historia de España y tenemos derecho a conocerlo.

Después pasó lo que pasó. ¿Y qué pasó? Cercas, y otros antes que Cercas, lo esbozan, sugieren y hasta dicen: la clave central está en Cortina, que juega con su apellido y con una inmensa inteligencia para el papel que juega en el supuesto esperpento. Su nombre aparece en el golpe, en el contragolpe, en el contragolpe del contragolpe e, incluso, en el golpe contra el contragolpe. Y, sin embargo, judicialmente, no tuvo nada que ver ni con los golpes ni con los sucesivos e hipotéticos contragolpes. Indemne, tal vez no formó parte de la traición, pero no me creo que no haya formado parte de «un algo inasible» y etéreo que flota con pesadez excesiva en el aire de aquel episodio.

El libro de Cercas quiere decir, además, que podemos seguir escribiendo periodística y literariamente (aunque se hace periodismo o se hace literatura) del 23-F como si tal cosa. Sí. He leído mucho de aquel suceso. Estuve a dos metros (como todo el mundo, ¿no?) del Palacio del Congreso aquella noche y terminé por irme a dormir (como todo el mundo) cuando el Rey de España dijo por televisión lo que dijo. Escribiendo de todo esto, me acuerdo de mis amigos Fernando Castedo y Jesús Picatoste. Me consta que, en medio de tantas traiciones, ellos fueron una vez más leales a sí mismos. Como Cercas al escribir «Anatomía de un instante» en un momento tan oportuno.

ABC - Opinión

DESPERTA FERRO. Por Yauma

!Desperta ferro! o Dispierta fierro, era uno de los gritos de guerra entonados por los almogávares antes de la batalla, mientras hacían repicar sus espadas contra el suelo haciendo saltar chispas contra las piedras.
"Aur, aur...Desperta ferro" gritó el Gran Honorable hace varios días en la fiesta de Convergéncia (CDC sin unión U) ante 11.000 personas reunidas en Vic-Gur para celebrar el día del partido. El Gran Honorable llama a los catalanes a rebelarse contra las "migajas de Madrid". En el mismo acto Mas reivindica el papel de Convergència como movimiento patriótico al servicio de los catalanes.
El ex president Jordi Pujol cree que ha llegado el momento (? Cuantas veces creen los nacionalistas que ha llegado el momento sublime de no sé qué?) de que Cataluña plante cara a España y rechace de pleno "las cuatro migajas que nos quieren dar desde Madrid".


"Lo que ahora nos proponen : darnos infraestructuras, competencias y servicios a cambio de que nos portemos bien,que no reclamemos más poder político ( y del otro), que no reclamemos ser tratados como una nación..Debemos ser capaces de resistir esto, si no estaremos perdidos como nación y como pueblo". El Gran Honorable se huele que los que están en el Govern van a sacar una buena tajada a costa de Madrid, ósea de toda España, y está vacunando al personal para que el tripartito no obtenga rédito político en el oasis. Pujol advirtió que hay mucha gente en Cataluña dispuesta a aceptar un trato de este tipo y recordó, como no podía ser de otra manera, que tan sólo CiU está por la labor de negarse a ello. Prueba palpable de que la mejora en medios, estructuras y recursos de progreso le importa una higa si ellos, los nacionalistas, no pueden sacar beneficio propio.

"Tenemos un panorama nacionalmente complicado caracterizado por falta de sensibilidad de buena parte del Estado y marcado por la pretensión de los socialistas y el partido popular de convertir Cataluña en una pequeña Diputación sin poder y sin conciencia colectiva, porque no quieren que seamos un pueblo, un país que vaya hacia adelante". Llegado a este punto del discurso, un servidor ya no pudo aguantar las lágrimas patriotas y, el moco acompañante,agotando los cuatro pañuelos, mocadors, que llevaba encima más dos de mi acompañante, y un paquete de clínex que me ofreció una amable señora compañera de partido.
El Gran Honorable acabó el discurso reivindicando la fortaleza de CiU y destacó que pese a estar en la oposición y a que les han negado el pan, el agua y la sal, hoy por hoy, para el resto de las fuerzas políticas el hombre a batir es Mas.

Mas dijo entre otras cosas " Convergència tiene un alma suficientemente fuerte para ser un gran movimiento patriótico al servicio de los catalanes" . otra vez dándole vueltas al alma, ya no solamente un alma catalana si no también un alma convergente.! Cuanta espiritualidad cuatribarrada impregna nuestro ser y llena de gozo nuestros corazones.! " Los que nos critican por hacer la Casa Gran del Catalanisme etiquetan a todo el mundo, nosotros no etiquetamos a nadie; hablar de autonomistas, soberanistas, independentistas....es una trampa para dividir el catalanismo y debilitarlo". Todos somos almogávares. !Aur, aur......Desperta ferro !"Hace falta acoger a todos, sin etiquetas, los que quieran poner su grano de arena al servicio de la construcción nacional".
En fin, el lenguaje de siempre en cuya base está el rechazo a la diversidad, cuya expresión es la tensión identitaria, el rechazo del diferente que la política nacionalista transforma en interés y conflicto y los líderes nacionalistas instrumentalizan hacia sus intereses particulares.

Según Doodou Diènne, ex relator especial de la ONU en materia de racismo: El racismo es un iceberg: lo que se combate con la ley es la parte visible, para llegar al fondo y cambiar las fuentes profundas del mismo, hay que hacerlo desde la infancia. Hay que reescribir y enseñar la historia de otra manera, porque todas las historias nacionales son construcciones de odio y prejuicio hacia otro.Hay que relacionar el combate contra el racismo con la construcción del multiculturalismo. Prohibir las discriminaciones, promover la igualdad etc. Europa vive un choque entre las identidades nacionales y las dinámicas multiculturales actuales.Cuanto más multicultural y plural es la sociedad, más los partidos políticos fundamentalmente los partidos nacionalistas, se refugian en las antiguas identidades nacionales, y de ahí la instrumentalización del racismo. En el discurso de estos partidos políticos siempre encontramos la noción de defensa de la identidad nacional, y defender, como atacar, siempre se hace contra alguien.

Al Gran Honorable se le considera un restaurador de los valores nacionales catalanes. Gracias a que la sociedad catalana es una sociedad madura e inteligente, el enfrentamiento lingüístico y de sentimientos de pertenencia, hasta el momento, afortunadamente, no ha tenido lugar. Pero eso no quita que si los nacionalistas continúan tensando la cuerda, no se pueda producir en un futuro más o menos cercano. Diversos elementos contribuyen a alimentar la idea de que las posibilidades de mantener este equilibrio se están agotando. La oleada inmigratoria de los últimos años, la impaciencia de los jóvenes cuatribarrados educados en el catalanismo más rancio y la resistencia de muchos jóvenes castellano hablantes al abandono de la lengua de sus padres pueden estar en la base del conflicto.
A pesar del gran volumen de vaselina con que los nacionalistas intentan trajinase al personal no cuatribarrado, principalmente en el tema lingüístico, los medios de comunicación extranjeros detectan el hecho y sus consecuencias. El pasado mes de noviembre The Economist dio un aviso. El miércoles de la semana pasada otro diario internacional, Financial Times, manifestaba las consecuencias de una política lingüística excluyente. Las inconveniencias que una implantación lingüística como la nacionalista tiene para todos los castellano hablantes.Y para muchos catalanes también. Para los inversores puede ser incluso peor, tanto nacionales como extranjeros. Debido a tanta burocracia, autonómica y estatal, llega a afirmar el diario, que la Administración española padece elefantiasis.

No querría terminar este escrito sin explicar una de las singulares anécdotas del Gran Honorable, guía y luz serenísima de nuestro destino nacional. Hace poco tiempo visitó un barrio marginal del extrarradio barcelonés, en calidad de ex president, acompañado de un sólo escolta, craso error en estos tiempos que corren. Un tipo del público con aspecto de fanfarrón de encrucijada, un perdonavidas mal educado, encarándose con el Gran Honorable llegó a faltarle al respeto, haciendo referencia a su avanzada edad y a sus atributos como varón. Sugiriéndole que lo más adecuado para él sería dedicarse a ver los programas de dibujos animados de TV3 y alimentarse "con sopitas y buen vino" y, que lo más propio sería estar contemplando ahora su cenotafio (increíble palabra para un individuo tan bruto) que las divagaciones patrióticas cuatribarradas en lugar tan poco apropiado como este barrio obrero repleto de emigrantes. El maromo en cuestión, se creía muy macho debido a que padece elefantiasis de los órganos sexuales externos y, en su barrio, el éxito con el personal femenino le aumenta la auto estima considerablemente.

El Gran Honorable, muy digno, pidió silencio con voz almogávare e improvisó sobre la marcha el siguiente discurso:
"Pero viejo soy y no tengo edad de retozos. Porque ya no estoy en tiempo de ir a pacer verde hierba, sino de alimentarme con seco forraje; que ésta mi cabeza blanca pregona mis años y mi corazón está tan marchito como mi cabeza misma. Aunque bien pudiera pasarme lo que al níspero, que es el más desabrido de los frutos hasta que madura entre estiércol o paja. Quizá los viejos seamos así y sólo con el tiempo entremos en sazón, y luego ya bailamos al son que el mundo nos toca. Sabed, además que los ancianos tenemos la cabeza blanca y el rabo verde, como la hierba del puerco, de manera que, aun si vamos perdiendo las fuerzas, la voluntad incítanos a las mismas locuras. Y, si otra cosa no podemos, dámonos a hablar. Por ende, fuego hay en nuestras cenizas, y cuatro ascuas se encierran en ellas, vanidad, mentira, cólera y ambición. Podrá costarnos esfuerzos regir nuestros gastados miembros, pero nuestra voluntad niégase a decaer, a buen seguro. Y, en fin, aún tengo yo, a pesar de mis años, un diente primerizo, de los que me salieron cuando la espita de mi vida comenzó a fluir. Pues ha de entenderse que, cuando se nace, quita la muerte el tapón de la espita y deja correr la vida hasta que el barril queda exhausto. Ya casi vacío mi barril está. Puede la triste lengua alardear de las menudencias que años atrás acaecieron, pero de esto tan sólo."
(Cuentos de Canterbury)
Según explica un testigo presencial, ex militante de Ciutadans para más señas, la verdad, la verdad verdadera, el episodio acabó con el gañán provocador abandonando el lugar cabizbajo y silente ante tanta dignidad y majestad demostrada por el Gran Honorable.

El blog de Yauma

miércoles, 29 de abril de 2009

LA ENFERMEDAD: EL HOMBRE. Por Gabriel Albiac

«La enfermedad, en sus perseverantes irrupciones de exterminio, rigió siempre un estupor primordial entre los hombres.»

MÉXICO, un virus mutante, un mundo ínfimo: el nuestro. La enfermedad, de nuevo. Y en su exacta metáfora, la verdad de lo humano.

La más bella exaltación de mundo y vida, y la más inteligente, la escribió Lucrecio hace más de dos mil años: un prolijo poema cuyos versos aspiran a inventar un universo equiparable en lo extraño a lo real del cual busca dar cuenta de la mano de Epicuro, primer maestro que «supo alzar una luz clara en el fondo de las tinieblas, e iluminar los verdaderos bienes de la vida». Su título remite al encuentro con la prodigiosa «naturaleza de las cosas», De rerum natura; y pocas veces, o tal vez ninguna, la mirada de un filósofo se ha sabido tan desnuda ante la inmensidad de eso, narrar cuya epopeya es imperativo moral de aquel que piensa. Narrarla tan bellamente. En la invocación de Venus, que lo abre, está todo el fervor claro del «padre griego que descubrió la verdad»: que «nada es nuestra muerte, pues que en nada nuestra muerte nos afecta»; que no hay muerte jamás que nos alcance nunca; que cuando ella, no yo; que cuando yo, no ella. En el cuadro devastador de la peste sobre Atenas, sin embargo, que cierra su libro VI, y con él la obra, todo es tiniebla, absurdo y exterminio. El soplo de la muerte prima; y, con él, dolor, angustia, y miedo. Un paisaje de insepultos cadáveres acecha al poeta de la lucidez y del sosiego sabios: «Se afanaban en sepultar a la multitud de los suyos,/ volvían a sus casas agotados de llanto y de gemidos», y «la súbita necesidad y la pobreza les inducían a muchos horrores».


La enfermedad, en sus perseverantes irrupciones de exterminio, rigió siempre un estupor primordial entre los hombres. Acepta uno dar razón del mal, aun del más enorme, cuyo responsable moral pueda ser designado. Eso consuela, porque impone un sentido lógico, un orden y -aun monstruosa- una cierta armonía en el fingido equilibrio de los daños y las culpas. La ausencia de sentido es lo más insoportable para la mente humana. Pero no hay mente humana que pueda postular su acceso a la edad adulta sin comprender que el sentido, que tanto nos consuela, es, como todo consuelo, una forma eficaz -y, como tal, perversa- del engaño. Lucrecio había, con seguridad, leído también al Aristóteles más grande: ese que sabe cómo vida y muerte son lo mismo; nombres de la misma cosa, corrupción y generación; todo lo más, perspectivas conmovedoramente humanas de la impecablemente desalmada naturaleza. Y tengo por el momento más alto de la metafísica cristiana ese instante «aterrador» -el adjetivo es suyo- en el cual el infalible matemático Blaise Pascal sentencia lo inexorable: que la enfermedad es el hombre, esa mirada de espanto que nos devuelve entera la perversidad de ser en un mundo efímero, tan efímeros como él, pero sabiéndolo. El lacónico Borges lo cifraba en una de sus más sabias ironías, que trueca el axioma epicúreo en paradoja: sólo el hombre es mortal, porque sólo él sabe que muere.

No hay tiempo en la breve historia de los hombres que no haya tenido su propia Peste de Atenas. Sacralizadas epidemias medievales; sífilis, con la cual abrirá el mundo moderno su universo sin fronteras; demasiado escenográfica tuberculosis de la pésima lírica en el siglo diecinueve; sida que arrasó cuanto una generación soñaba haber ganado en la tan trabajosa construcción del propio cuerpo... Y Heráclito que llamó, hace ya más de dos mil quinientos años, a la Guerra padre de toda cosa, señor de toda. La guerra, la enfermedad... Majestuosa herencia de los hombres. Únicos que son libres. Por ser trágicos.

México. Virus mutante. Ínfimo mundo. El nuestro.

ABC - Opinión

MUY RARO. Por Alfonso Ussía

El torneo de tenis «Conde de Godó» era el más prestigioso de España. En los últimos años ha perdido protagonismo en beneficio del «Masters» de Madrid. Pero sigue siendo un gran campeonato, y su nombre arrastra un indudable prestigio. Este año, por quinta vez consecutiva, lo ha ganado Rafael Nadal. Y lo ha hecho con facilidad suprema, porque al Godó no ha venido casi nadie de fuera. Ni Federer ni Djokovic ni Murray. Pero en este artículo no pretendo establecer comparaciones con la posible desgana de los organizadores del Godó y la ambición y fuerza de Manolo Santana, que han contribuido de manera fundamental para que Madrid, y no Barcelona, se haya convertido en la capital del tenis español, rango que siempre ostentó la Ciudad Condal. Me interesan otras rarezas, políticamente sospechosas.

El torneo lleva el nombre de un conde. El de Godó. Se celebra en el centenario Real Club de Tenis Barcelona, que como su nombre indica es un «Real Club». Lo patrocina el Banco Sabadell, que está implantado en todo el territorio de España. Me figuro que contará con el asesoramiento de la Real Federación Española de Tenis. Se trata de un acontecimiento deportivo que aún mantiene su atractivo en el circuito internacional de tenis, y está notablemente dotado de premios y dietas. Pero le molesta el Himno de España. Rafael Nadal ganó, a principios de año, el Internacional de Australia, celebrado en Melbourne. La primera vez que un tenista español lo conseguía. Después de recibir el trofeo, se oyó el Himno de España. Rafael Nadal ganó en Indian Wells, un «Masters 1000» -como el inmediato que se celebrará en la Caja Mágica de Madrid-, y después de recibir el trofeo, se oyó el Himno de España. Rafael Nadal ganó el también «Masters 1000» de Montecarlo, y asímismo por quinta vez consecutiva. Cuando el Príncipe Alberto de Mónaco le entregó el trofeo, se oyó el Himno de España. Y llegó el Godó. Lo ganó Nadal, y se lo entregó la Infanta Cristina. Pero en España, no se oyó el Himno español. Y me pregunté. ¿A quién le molesta el Himno de España en el Godó? ¿Al conde de Godó? ¿Al Banco Sabadell? ¿A los directivos del Real Club de Tenis Barcelona? ¿A la Real Federación Española de Tenis? ¿A la Infanta Cristina? ¿A los recogepelotas?¿ Al público no. El público de tenis de Barcelona es el más sabio, antiguo por afición y educado de España. Un público que se vuelca con Nadal, Ferrer, Verdasco y Feliciano López no se puede sentir molesto y ofendido porque en un gran evento deportivo celebrado en Barcelona suene el Himno español. Estoy seguro de que a la Infanta Cristina, duquesa de Palma e hija de los Reyes, tampoco. Le encanta el Himno. A Nadal y Ferrer, los finalistas, lo mismo de lo mismo. Del conde de Godó tampoco albergo dudas, como de los directivos del Real Club de Tenis Barcelona y del Banco Sabadell. Aunque su nuevo presidente sea republicano, pensar que la Real Federación Española de Tenis es la causante del desprecio u olvido del Himno Nacional no se me antoja correcto. Por ello, sería conveniente que la organización del Godó nos abriera los ojos señalando al imbécil que considera inapropiado que en España, y después de vencer un español, el Himno Nacional esté prohibido. No sabemos quién es el imbécil, pero por ahí se mueve.

La Razón - Opinión

EL RUIDO DE LA LLUVIA. Por M. Martín Ferrand

«Si, aunque el marido de Angela Merkel tenga menos glamour que la esposa de Sarkozy, nuestros líderes reparasen en el modo alemán de enfrentarse a la situación se les podría caer la cara de vergüenza.»

SEA grande o pequeño, desde la gripe porcina al sastre de Francisco Camps, cualquier pretexto es bueno para que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero no se centre en el primero y más grave de los problemas que nos angustian. Tampoco podría decirse con justeza que el PP -especialmente en las Autonomías de su jurisdicción- y cuantos partidos integran el mosaico de la oposición actúen como cabría esperar frente a una situación que está desintegrando buena parte de los logros materiales alcanzados en los últimos años y que, en lo que respecta a sus cuatro millones de protagonistas principales, es rotundamente dramática.

Ya que tanto deslumbran el encanto de Carla Bruni y la habilidad y finura de Nicolás Sarkozy, podrían reparar nuestras fuerzas vivas en las medidas, muchas de ellas drásticas, que ya operan en Francia para enfrentarse a una crisis global y financiera. Una crisis a la que aquí se le añaden la quiebra de un modelo económico taponado por un exceso de ladrillos y un sistema de relaciones laborales en el que los empleados aparentan trabajar y los empleadores hacen como si retribuyeran el esfuerzo virtual. Si, aunque el marido de Angela Merkel tenga menos glamour que la esposa de Sarkozy, nuestros líderes reparasen en el modo alemán de enfrentarse a la situación se les podría caer la cara de vergüenza. Allí toman medidas, muchas y radicales, sin el menor interés por resultar simpáticos u obtener un rédito electoral: al servicio de Alemania.

Dejando a un lado a los partidos periféricos y nacionalistas, una de las cargas añadidas aportadas por el germen consentidor de la Transición y la degeneración partitocrática, los dos grandes partidos en presencia, en la poco sutil reflexión de que los parados también votan, se las prometen felices ante la hipótesis de enriquecer su parroquia natural con los cuatro millones de perjudicados directos. Craso error. Aquí está floreciendo un insano sentido de negación democrática que, con base en el tradicional acratismo hispano, puede llegar a tener fatales consecuencias. Como cuando llueve, nadie se siente responsable del agua que cae y unos, los prudentes, esperan a que escampe y otros, los audaces, se someten al chaparrón; pero, hay que recordar lo obvio, no es la lluvia lo que nos empapa, sino la inoperancia de un Gobierno sin rumbo y con complejos y el prudente desdén de una oposición sesteante.

ABC - Opinión

ADVERTENCIAS AL GOBIERNO

El gobernador del Banco de España, Fernández Ordóñez, ha salido al paso avisando al Gobierno de que va por el camino erróneo, que el desaforado gasto no resuelve la recesión, es necesario reducir y abrazar la austeridad, que está en peligro el sistema de pensiones y son precisas medidas correctoras, porque el erario público no se puede vaciar y agotar. El hombre, F. Ordóñez, quiso intervenir la Caja Castilla La Mancha (CCM), pero el Gobierno de ZP, se lo impidió para salvar a sus amiguetes socialistas colocados en el Consejo de Administración; luego, cuando se hizo, ya era tarde, habían mareado la perdiz innecesariamente" durante varios meses, lo que puso al borde del infarto financiero a la caja. La hambruna de estos politiquillos ha convertido las Cajas de Ahorro en refugio y pasto de sus ambiciones.

Pues bien, su diagnóstico, que ha venido a coincidir con las previsiones del FMI, advirtiendo que, en España, la recesión durará un año y medio o dos, el PIB caerá un 3% y, el año próximo, el paro llegará al 20%, ha hecho saltar, sin dilación, a varios ministros, atajando sus apreciaciones y tildándolo de alarmista y equivocado; ellos que nos han dejado caer en este desastre y no saben tomar las medidas oportunas, son los que impulsaron la fusión de CCM con otras cajas de ahorro, a sabiendas de que se producía sobre unas cuentas falseadas, y los que, no reconociendo la existencia de la crisis, para tomar a tiempo las medidas necesarias, han provocado una situación aún más grave, a la que el sistema financiero no puede ser inmune. El aumento del paro de marzo demuestra que la situación se agrava y que el problema económico-financiero, en España, va a durar más que en el marco europeo, por no haberlo atajado en su momento.

Las alegrías de ZP chocan contra las advertencias del FMI y del Banco de España; sus voces autorizadas, al pronosticar que la gravedad, lejos de amainar, irá en aumento, aconsejan racionalizar el gasto público; no siendo necesario recortar el gasto social, el Gobierno debe poner fin al derroche que suponen las autonomías y al dispendio, que bajo la etiqueta de cultura, sindicatos y otros inventos, se dilapida en financiar la propaganda encubierta de los partidos políticos. Si no se hace así, esta crisis de confianza se enquistará y ya no habrá remedio. ZP, al no querer ver sus errores y no enmendar sus políticas ineficaces, sólo hará que el enfermo caiga en coma y se apague definitivamente.

Además es preciso, y aquí los deberes corresponden a empresarios y gobierno, incrementar nuestra productividad, acomodándola a un modelo económico más competitivo y acorde con los tiempos. La Confederación de Cajas de Ahorro insta al Gobierno a entablar un plan de contingencia para el sistema financiero, que pueda responder a riegos catastróficos. Aquí, se requiere, no un cambio de ministros, sino un estricto proceso de austeridad y ahorro, una profunda reforma laboral, un cambio radical de política, en definitiva, un frenazo en seco, un corte por lo sano y convocatoria de elecciones.

Voto en Blanco

OBAMA, CIEN DIAS

Pese a los muchos frentes abiertos, el nuevo presidente se ha afianzado como un líder solvente

No resultaba fácil enfrentarse a la herencia de George W. Bush y de toda una época de excesos políticos, económicos y militares, pero Barack Obama ha conseguido durante sus primeros 100 días en la Casa Blanca mantener intacta la confianza que depositaron en él los norteamericanos y también el resto del mundo. La formación de su equipo de Gobierno fue un signo claro de la nueva forma de hacer política que intentaba promover. Frente a la consigna sectaria del conmigo o contra mí que la doctrina neoconservadora exportó a la mayor parte de los países democráticos, incluidos los europeos, Obama se rodeó de los mejores sin importar la adscripción partidaria ni, tampoco, la proximidad a su persona.


Cien días después, su mensaje político de fondo ha calado en la opinión pública, pese a algunos escándalos y dimisiones entre sus colaboradores: Obama no se propone ejercer la jefatura de un partido, sino el liderazgo de un proyecto. Las medidas adoptadas para hacer frente a la crisis financiera y económica van más allá del simple catálogo de recetas rutinarias o de iniciativas mediáticas. Se han enmarcado, por el contrario, en una estrategia de gran calado que ha obligado a reformular el papel del Estado y a establecer una escala diferente de valores en una sociedad como la norteamericana.

La mayor parte de las instituciones internacionales y los expertos coinciden en señalar que Estados Unidos podría ser una de las primeras economías en ver la luz al final del túnel gracias a las políticas de Obama, y, en ese caso, su presidencia habrá marcado un hito. Aún es pronto, sin embargo, para conocer unos resultados de los que dependerá en gran medida el balance global de su gestión al frente de la Casa Blanca. Porque es difícil imaginar que se lleguen a reconocer sus méritos en ámbitos como la cohesión social o la política exterior si fracasan sus medidas para vencer la crisis.

La retórica de los discursos internacionales de Obama ha podido confundir no sólo a quienes han acogido su diplomacia con reservas, sino también a sus propios partidarios. En estos 100 primeros días Obama no ha perfilado la política exterior de un soñador. Antes por el contrario, ha recuperado la doctrina del interés nacional frente a la fanática ideologización de la diplomacia de Bush, que a punto estuvo de comprometer la hegemonía internacional de Estados Unidos. Y es en esta primacía del interés nacional donde pueden surgir para Obama algunos problemas estratégicos, como la difícil compatibilidad entre la nueva política hacia Irán, enmarcada en el objetivo de detener la proliferación del arma atómica, y el mantenimiento de la alianza a ultranza con Israel.

Cien días tan exitosos como los transcurridos desde su llegada a la Casa Blanca eran imprescindibles para que Obama afianzara su liderazgo interior y exterior; ahora queda que sepa administrar esa capacidad para hacer frente a una crisis cuya profundidad espanta.

El País - Editorial

"ESPAÑA NOS QUIERE LIQUIDAR". Por José García Domínguez

Pujol

«Gente rara, esos españoles. Fueron capaces de vencer al Imperio Inca, de eclipsar al azteca y de someter al maya y, sin embargo, nunca se atrevieron a exterminar de la faz de la tierra a sus muy odiados payeses de Vic.»


Descubro en una gaceta catalana de ambición doméstica la siguiente deposición: "Los españoles siempre nos han querido liquidar, desde el siglo XVI, y ahora tienen la sensación de que lo pueden hacer. Será trabajo nuestro, una vez más, el impedirlo". He ahí una loable muestra de sensatez, cordura y sereno afán de concordia, amén de envidiable rigor histórico; en suma, un ejemplar testimonio de equilibrio mental al que nada cabría apostillar si su autor no fuese Jordi Pujol i Soley, "español del año" entre otras distinciones y honores civiles.


Gente rara, esos españoles. Fueron capaces de vencer al Imperio Inca, de eclipsar al azteca y de someter al maya. Su poder incontestado abarcó un continente entero. Italia toda se arrodilló a sus pies. Dominaron Flandes. El Franco-Condado obedeció presto a su férrea voluntad. A sangre y fuego impusieron, implacable, su ley. Temibles sus tercios, que levantaban olas de incontenible pavor a su paso. Y, sin embargo, nunca se atrevieron a exterminar de la faz de la tierra a sus muy odiados payeses de Vic, tal como ansiaba esa catalanofobia patológica que, eterna, corre por sus venas. Raritos, raritos...

Tan raritos que, tras ser estafado su Ministerio de Hacienda por una banda de contrabandistas de divisas catalanes dirigida por cierto Florencio Pujol, decidieron castigar al tal Pujol otorgándole una ficha bancaria. No de otro modo nació Banca Catalana, la misma que después heredaría su hijo Jordi. Aquel monumental timo lo explicó en sus memorias Manuel Ortinez, gerente durante la autarquía del Consorcio Algodonero de Barcelona, el célebre sanedrín de la burguesía textil. Así:

Si tú exportabas un producto que te daba un millón de dólares, simulabas venderlo al doble de ese precio y por tanto podías importar por dos millones [gracias a las licencias de importación que concedía el Estado]. Era evidente que necesitabas un millón de dólares extra (...) Yo libraba las pesetas en Barcelona, en billetes de cien, que hacían un bulto considerable, y las pesetas convertidas en dólares aparecían en los Estados Unidos o en Suiza. Naturalmente era una operación delicadísima que no podías realizar con cualquiera (...) Con Florenci Pujol nunca tuve ningún otro trato más que éste.

Raritos, los españoles. Décadas después de aquel tocomocho germinal, en 1982, en lugar de liquidar a los catalanes, su eterna asignatura pendiente, prefirieron liquidar 83.633 millones de pesetas (504 millones de euros) con tal de salvar a los impositores de la quebrada Banca Catalana de la ruina y a Pujol (Jordi) del oprobio público. Lo dicho, extraños, raros, rarísimos genocidas.

Libertad Digital - Opinión

EL NOMBRE DE LA COSA. Por Ignacio Camacho

QUE le cambien el nombre. Ya. Inmediatamente. Si la vacuna va a tardar tres o cuatro meses en inmunizar nuestros cuerpos, resulta urgente, perentorio, blindar al menos nuestra dignidad. No es decoroso morirse de gripe porcina. En un mundo disfrazado de eufemismos hasta el extremo del ridículo nadie merece el apóstrofe de una plaga nominalmente degradante. Ya es suficiente calamidad contraerla para que, además del aislamiento social y físico, los enfermos sufran el estigma de una denominación ignominiosa. El pudor colectivo que aún se resiste a hablar del cáncer e impone el circunloquio de la «larga y penosa enfermedad» exige que se levante un cierto velo de sensibilidad en torno a los afectados por la epidemia. Una tarea que, por cierto, se antoja bastante más fácil que controlarla.

De momento, el empeño parece reducido a sacudirse literalmente el muerto. La OMS está empezando a mencionarla como «gripe americana», mientras los estadounidenses, tan expertos en el arte perifrástico del disimulo conceptual, han desplazado hacia los mexicanos la denominación de origen. Y en México, después de unas semanas de ninguneo que acaso hayan resultado cruciales en la expansión del mal -los viajeros recientes se sorprenden del silencio inicial que reinaba en el foco de la crisis vírica-, han optado por referirse simplemente a la «influenza», palabra de eco más retórico, o al menos más ambiguo. Los españoles llevamos un siglo arrastrando el vestigio histórico de una pandemia que sembró de muertos el planeta: la gripe española de 1918. Si vamos a enfrentarnos a una hecatombe similar, deberíamos tener el derecho a elegir siquiera el nombre de nuestro asesino.

La peste porcina afecta en exclusiva a la cabaña ganadera, por lo que identificarla con este virus que nos acecha supone una renuncia moral a la condición humana.

Para colmo, algunos medios han dado en hablar de la «peste porcina». Peste suena medieval, atávico, premoderno; en el mejor de los casos, a agonía camusiana, alegoría de la resistencia frente a la opresión, pero el adjetivo infama sin paliativos cualquier pretensión honorable. Además, es inexacto: la peste porcina afecta en exclusiva a la cabaña ganadera, por lo que identificarla con este virus que nos acecha supone una renuncia moral a la condición humana.

Parecerá una cuestión baladí, pero el propio Camus nos enseñó que a la catástrofe sólo se le puede hacer frente desde la dignidad. Y ya que a la medicina le ha pillado a contrapié este inesperado enemigo invisible, que viene a mostrar lo vulnerables que aún somos en nuestro presunto progreso, no dimitamos de la autoestima de la especie. Como enseñó el viejo nominalismo escolástico, hay que encontrar una palabra, un término, una expresión que salvaguarde nuestra esencia metafísica. El nombre de la cosa. Una especie de testamento vital para, llegado el caso de una fatalidad irremediable, morir como personas y no como gorrinos.

ABC - Opinión

CIEN DIAS PARA CAMBIAR EL RUMBO DE EEUU

Lo esencial del balance de estos 100 primeros dias del presidente Obama no son tanto los resultados por venir, sino las herramientas y el carácter del nuevo inquilino de la Casa Blanca.

«LOS GRANDES Estados se parecen más a un superpetrolero que a una lancha motora. Si quieres cambiar de rumbo, tienes que ir despacio». Esta metáfora, formulada por Barack Obama el pasado 7 de abril, define a la perfección la forma en la que ha encarado sus primeros cien días como presidente: sin radicalismos pero con el timón firme en dirección opuesta a la de su predecesor.


Obama será juzgado sobre todo por la evolución de la crisis económica, y de ésta depende que el demócrata pueda impulsar su ambiciosa agenda social. Es pronto para saber si sus planes rendirán frutos, pero las bases puestas están: un estímulo de 787.000 millones de dólares que incluye rebajas fiscales para las clases medias y grandes inversiones en infraestructuras, un plan para limpiar la banca de activos tóxicos y otro para que nueve millones de familias puedan renegociar sus hipotecas. Y como colofón, un presupuesto de 3,6 billones de dólares que incrementa las asignaciones de salud pública y los impuestos a las grandes fortunas.

Además, y frente a todo pronóstico, Obama no se ha centrado sólo en la economía. Se ha involucrado personalmente en los más diversos ámbitos y en todos ellos se comprueba el giro emprendido por la gran potencia. Ya en su primer día como presidente suspendió los tribunales militares de Guantánamo, y prometió cerrar las ominosas prisiones de la base en un año. Dos días después, prohibió las cárceles secretas de la CIA y las prácticas de tortura en los interrogatorios. Ha hecho públicos los informes de la anterior Administración que admitían esas prácticas. Ha levantado el veto a la investigación con células madre de embriones humanos. Ha anunciado limitaciones a la emisión de gases de efecto invernadero.Ha puesto un calendario a la salida de Irak, enviando 17.000 soldados más a Afganistán. Ha emprendido una nueva diplomacia abierta al diálogo, como demuestran sus acercamientos a Cuba o Irán y su propuesta de desarme a Rusia. Nadie espera que los Castro reviertan de la noche a la mañana su proceder de los últimos 50 años o que Ahmadineyad ponga fin al programa nuclear sintiéndose seducidos por esa política mano extendida. Pero al menos éstos y otros gobernantes no podrán atribuir a la prepotencia y el unilateralismo norteamericanos la razón de todos sus males.

Lo que atempera este cambio de rumbo es que Obama ha demostrado en todo momento ser un líder pragmático, dispuesto a escuchar a todos antes de tomar una decisión y de incorporar diversos pareceres al resultado final. Prueba de ello es por ejemplo que optó por una retirada escalonada de Irak que culminará a finales de 2011 pese a la decepción de muchos demócratas. O su oposición a crear una comisión de la verdad que someta al escarnio público a la Administración Bush por permitir las torturas. Si no ha logrado hasta ahora convertirse en el líder bipartidista que prometió ser se debe más a una estrategia de confrontación de los republicanos que a la radicalización del presidente. Prueba de ello es que Obama mantiene un índice de popularidad del 65%.

Lo esencial del balance de los primeros 100 días no son tanto los resultados, que están por venir, sino las herramientas y el carácter que demuestra tener el presidente para afrontar el resto de su mandato. Pocos recuerdan las 15 leyes que Franklin D. Roosevelt logró que aprobara el Congreso en sus primeros 103 días, alguna de ellas un fiasco, pero sí que con su amplia iniciativa demostró ser un líder diligente, dispuesto a innovar y a extender el poder del gobierno federal. En estos tres meses, Obama ha sabido transmitir seguridad y confianza a los estadounidenses y a la opinión pública global sin caer en ese optimismo simplista que nos es tan conocido por estos pagos. Ha demostrado ser capaz de tomar decisiones coherentes con unos principios pero no cegadas por el partidismo. Y encima ha logrado que todo ello parezca fácil. No parece un mal capitán para esta singladura.

REl Mundo - Editorial

UNA LISTA CON LUCES Y SOMBRAS

«La sustitución de Galeote por alguien como Teresa Jiménez Becerril, o la persistencia de Vidal-Quadras, no hacen, sin embargo, menos criticable la injusta defenestración de un eurodiputado tan conocido y querido por el electorado popular como Luis Herrero»

El Partido Popular por fin ha hecho pública su lista electoral para los próximos comicios europeos del 7 de junio, en la que Luis de Grandes aparece como número dos y en la que, finalmente, no está incluido el hasta ahora "número tres" del PP en Europa, Gerardo Galeote. Como se recordará, este eurodiputado ha sido vinculado por el juez Garzón en el "caso Gürtel", si bien la Fiscalía Anticorrupción ha rechazado en dos ocasiones su imputación en la supuesta trama de corrupción liderada por Francisco Correa y que salpica a algunos miembros del PP. Según fuentes de Génova, la ausencia de Galeote, tras quince años como eurodiputado, se ha producido "a petición propia" para "no perjudicar la candidatura" de Mayor Oreja y evitar convertirse en "el eje de la campaña".


Aunque el principio de presunción de inocencia debe ser siempre defendible, y aunque la buena labor de Galeote en Europa haya sido reconocida hasta fuera de las filas del PP, su ausencia en estos comicios es una decisión acertada y sensata que, ciertamente, evitará al PSOE manejar las sombras de la sospecha contra sus adversarios políticos. Más aun en una campaña electoral que va a girar, como es previsible, en torno a asuntos domésticos, poco o nada relacionados con el ámbito europeo, y en la que los socialistas se aferrarían a buen seguro a este supuesto caso de corrupción que salpica al PP, por mucho que en él Galeote ni siquiera esté imputado. En cualquier caso, esta asunción de responsabilidades políticas por parte de Galeote –pues de eso se trata, tanto si ha sido decisión propia como si no– contrasta con la persistencia como Tesorero del PP de Luis Bárcenas, sobre el que se ciernen tantas o más sospechas en el ya citado caso Gürtel.

La sensata sustitución de Galeote por una persona como Teresa Jiménez Becerril, o la persistencia de Vidal-Quadras como número cuatro, no hacen, sin embargo, menos criticable la absurda e injusta defenestración de un eurodiputado tan conocido y querido por el electorado popular como es Luis Herrero. Más aun teniendo en cuenta la brillante y conocida labor en defensa de la libertad de los medios de comunicación, de los derechos lingüísticos o de la libertad en países como Cuba o Venezuela que Herrero ha protagonizado valientemente dentro y fuera de la sede parlamentaria europea. Así paga, sin embargo, Rajoy una independencia que nunca estuvo reñida ni con la lealtad ni con la mejor representación de los valores y de los votantes del Partido Popular.

Por lo demás, se trata de una lista previsible, de continuidad en la que alrededor del 70 por ciento de los actuales miembros del Grupo Popular vuelven a formar parte de la candidatura; una lista que, además del activo que supone Mayor Oreja, va a verse beneficiada por la absoluta incompetencia del Gobierno de Zapatero a la hora de afrontar una crisis que, se quiera o no, va a constituir el eje de estos comicios europeos. Al margen del desinterés por la política europea, detectable hasta en los propios candidatos, los previsibles buenos resultados del PP en estos comicios serán sin duda aprovechados por Rajoy, cuya posición de liderazgo ya se ha visto reforzada tras las elecciones vascas y, sobre todo, gallegas. Estrasburgo es una etapa necesaria, aunque no suficiente para la meta monclovita a la que aspira Rajoy. En cualquier caso, cada vez resulta más probable que Rajoy termine por heredar del desgobierno de Zapatero lo que aspiraba a recibir del buen gobierno de Aznar.

ABC - Editorial

UN LUJO. Por Hermann Tertsch

Nuestra querida presidenta consorte francesa, Carla Bruni, con las permanentes bailarinas, es probablemente una brujilla. Y muy tramposa. Pero también, y fundamentalmente, es una diosa, una diosa griega. No nos engañemos.

Lo ha sido el presidente de Francia y el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, que saben ambos los que se dicen. Aunque a veces lo diga muy mal. Aunque a veces parezca un chico malo y gamberro. Porque es perfectamente correcto e impecable en el arte de mostrar la gloria republicana. Incluso rodeado de monarcas. Impecable ha sido su mujer que a tantos molesta, a tantos impone y a tantos inquieta. Porque es, digámoslo, lo que queremos ser. Guapos, ricos, inteligentes y muy listos. Como quieren ser ellas. O mejor dicho, quieren ser muchas de ellas. Nuestra querida presidenta consorte francesa, Carla Bruni, con las permanentes bailarinas, es probablemente una brujilla. Y muy tramposa. Pero también, y fundamentalmente, es una diosa, una diosa griega. No nos engañemos.

Pero lo importante de la señora Sarkozy o Bruni no es eso. Ni siquiera lo mucho más elegante que sea frente a otras. Lo importante y definitorio, como pasa con la inmensa señora que siempre es nuestra Reina Sofía, es todo lo que sabe estar esta jovencita en el momento que importa.Con su diferencia de edad, con su diferencia de trayectoria, obviamente no hablamos de lo mismo. Mientras nuestra gran señora que es la Reina lo sabe prácticamente todo en el estar, la niña Bruni, tan pija ella en tanto, va alcanzando sus mismos niveles, que son la perfección. Quienes la creen endiosada no entienden la disciplina. Quienes la pretenden amanerada no saben nada de lo que es, simplemente, el estar.


ABC - Opinión

Electric Light Orchestra - Livin' Thing

martes, 28 de abril de 2009

MEDITERRANEO. Por Arturo Pérez Reverte

Amarrar un barco bajo la lluvia, en la atmósfera gris de un puerto mediterráneo, suscita a veces una melancolía singular. Es lo que ocurre hoy. No hay sol que reverbere en las paredes blancas de los edificios, y el agua que quedó atrás, en la bocana, no es azul cobalto a mediodía, ni al atardecer tiene ese color de vino tinto por cuyo contraluz se deslizaban, en otro tiempo, naves negras con ojos pintados en la proa. El mar es verde ceniciento; el cielo, bajo y sucio. Las nubes oscuras dejan caer una lluvia mansa que gotea por la jarcia y las velas aferradas, y empapa la teca de la cubierta. Ni siquiera hay viento.

Aseguras los cabos y bajas al pantalán, caminando despacio entre los barcos inmóviles. Mojándote. En días como hoy, la lluvia contamina de una vaga tristeza, imprecisa. Hace pensar en finales de travesía, en naves prisioneras de sus cabos, bolardos y norays. En hombres que dan la espalda al mar, al final del camino, obligados a envejecer tierra adentro, recordando. Esta humedad brumosa, impropia del lugar y la estación, aflige como un presentimiento, o una certeza. Y mientras te vas del muelle no puedes evitar pensar en los innumerables marinos que un día se alejaron de un barco por última vez. También, por contraste, sientes la nostalgia del destello luminoso y azul: salitre y pieles jóvenes tostadas bajo el sol, rumor de resaca, olor a humo de hogueras hechas con madera de deriva, sobre la arena húmeda de playas desiertas y rocas labradas por el paciente oleaje. Memoria de otros tiempos. De otros hombres y mujeres. De ti mismo, quizás, cuando también eras otro. Cuando estudiabas el mar con ojos de aventura, en los puertos sólo presentías océanos inmensos e islas a las que nunca llegaban órdenes judiciales de busca y captura, y aún estabas lejos de contemplar el mundo como lo haces hoy: mirando hacia el futuro sin ver más que tu pasado.

En el bar La Marina –reliquia centenaria, sentenciado a muerte por la especulación local–, Rafa, el dueño, asa boquerones y sardinas. A un lado de la barra hay tres hombres que beben vino y fuman, junto a la ventana por la que se ven, a lo lejos, los pesqueros abarloados en el muelle próximo, junto a la lonja. Los tres tienen la misma piel tostada y cuarteada por arrugas como tajos de navaja, el aire rudo y masculino, la mirada gris como la lluvia que cae afuera, las manos ásperas y resecas de agua fría, salitre, sedales, redes y palangres. A uno de ellos se le aprecia un tatuaje en un antebrazo, semioculto por la camisa: una mujer torpemente dibujada, descolorida por el sol y los años. Grabada, supones, cuando una piel tatuada –mar, cárcel, milicia, puterío– todavía significaba algo más que una moda o un capricho. De cuando esa marca en la piel insinuaba una biografía. Una historia singular, turbia a veces, que contar. O que callar.

Sin preguntarte casi, Rafa pone en el mostrador de zinc un plato de boquerones asados, grandes de casi un palmo, y un vaso de vino. «Vaya un tiempo perro», dice resignado. Y tú asientes mientras bebes un sorbo de vino y te llevas a la boca, cogiéndolo con los dedos y procurando no te gotee encima el pringue, un boquerón, que mordisqueas desde la cabeza a la cola hasta dejar limpia la raspa. Y de pronto, ese sabor fuerte a pescado con apenas una gota de aceite, hecho sobre una plancha caliente, la textura de su carne y esa piel churruscada que se desprende entre los dedos que limpias en una servilleta de papel –un ancla impresa junto al nombre del bar– antes de coger el vaso de vino para llevártelo a los labios, dispara ecos de la vieja memoria, sabores y olores vinculados a este mar próximo, hoy fosco y velado de gris: pescados dorándose sobre brasas, barcas varadas en la arena, vino rojizo, velas blancas a lo lejos, en la línea luminosa y azul. Tales imágenes se abren paso como si en tu vida y tus recuerdos alguien hubiera descorrido una cortina, y el paisaje familiar estuviese ahí de nuevo, nítido como siempre. Y comprendes de golpe que la bruma que gotea en tu corazón sólo es un episodio aislado, anécdota mínima en el tiempo infinito de un mar eterno; y que en realidad todo sigue ahí pese al ladrillo, a la estupidez, a la desmemoria, a la barbarie, a la bruma sucia y gris. El sabor de los boquerones y las sardinas que asa Rafa en el bar es idéntico al que conocieron quienes, hace nueve o diez mil años, navegaban ya este mar interior, útero de lo que fuimos y lo que somos. Comerciantes que transportaban vino, aceite, vides, mármol, plomo, plata, palabras y alfabetos. Guerreros que expugnaban ciudades con caballos de madera y luego, si sobrevivían, regresaban a Ítaca bajo un cielo que su lucidez despoblaba de dioses. Antepasados que nacieron, lucharon y murieron asumiendo las reglas aprendidas de este mar sabio e impasible. Por eso, en días como éste, reconforta saber que la vieja patria sigue intacta al otro lado de la lluvia.

XL Semanal

EL "ZAPATERISMO" ES COMO UNA BANCA PIRAMIDAL EN ESTADO DE EMERGENCIA

El "Zapaterismo" funciona como una banca piramidal: necesita dinero abundante para generar confianza y comprar voluntades y votos, pero fracasa y se hunde cuando el dinero escasea y la gente desconfía. Entonces, todo el edificio, construido sin cimientos, se viene abajo.

El sistema de gobierno impuesto por Zapatero en España es incompatible con la crisis, la austeridad y el esfuerzo. El "Zapaterismo" es un sistema de compra de personas, votos y voluntades que requiere enormes cantidades de dinero gestionado por el Estado para funcionar, utilizándolo sin límites ni remilgos para generar clientelismo, comprar la paz de los sindicatos y de la patronal, inundar los medios de comunicación con publicidad, lubricar a los grandes poderes y contratar con sueldos elevados a cientos de miles de enchufados. En España, ese sistema de poder politico basado en el despilfarro del dinero público ha sido posible gracias a la lluvia recibida de fondos europeos, a la extraordinaria expansión del consumo, al "boom" del ladrillo y a la desmedida presión fiscal que soporta el ciudadano y la empresa.


Al llegar la crisis, Zapatero se negó a reconocerla no sólo para engañar a los españoles, sino para poder endeudarse libremente y prolongar así, artificialmente, el periodo de opulencia económica del gobierno. Cuando endeudó a España hasta el límite, hipotecandola por varias generaciones, y se le acabó el crédito, entonces, sólo entonces, reconoció la existencia de una crisis que entonces reconoció como muy grave. Entonces cambió su gobierno, diseñado para la opulencia, por un equipo nuevo, experto en ganar voluntades sin usar masivamente el dinero, utilizando influencias y otras capacidades para convencer, al que incorporó a sus amigos más influyentes y a los pesos pesados de su partido.

La última esperanza del zapaterismo, que es consciente de que sin dinero su gobierno es inviable, consiste en resistir unos años más, consiguiendo dinero de donde existe, que es del bolsillo de los ciudadanos, de las debilitadas finanzas de las empresas, y de la banca española, a la que se le está obligando a comprar masivamente deuda pública, con la esperanza de que otros paises consigan salir pronto de la crisis y contagien su prosperidad a España.

Pero el "milagro" que espera Zapatero es una quimera irrealizable por dos razones concretas: la primera es que la crisis va a durar más de lo que a él le conviene y las elecciones de 2012 van a celebrarse con España en el foso de la pobreza, el retroceso y la desesperación, con casi seis millones de parados y con el tejido productivo dinamitado por el mal gobierno y el despilfarro político; la segunda es que la España de Zapatero no está preparada para salir de la crisis ni siquiera contando con una oleada de bonanza mundial porque la formación de sus jóvenes es tercermundista y porque el zapaterismo, que cierra empresas, manda al paro a los autónomos y crea desempleados a rítmo de vértigo, habrá destruido pronto el tejido productivo casi en su totalidad.

Consciente de que el "milagro" no va a producirse, Zapatero ha formado un gobierno defensivo a ultranza, dispuesto a colocar el autobús delante de la portería para evitar goles, mantener las alianzas básicas que permitan la victoria electoral en 2012 y desmoralizar al Partido Popular, al que se le viene encima un acoso y una presión destructora que ni siquiera imagina.

El gobierno que Zapatero ha congregado tras la reciente crisis es un equipo diseñado para ganar voluntades y complicidades: Chaves tiene la misión de cautivar a los partidos políticos de las autonomías, en especial a los nacionalistas, para recomponer las alianzas excluyentes que dieron apoyo al PSOE en los últimos años y volver a aislar al PP, cerrándole, si fuera posible, cualquier ruta que le conduzca la la Moncloa. Pepiño tiene el encargo de beneficiar con el dinero de su superministerio de Fomento, el único que va a manejar dinero a gran escala, a las grandes empresas y poderes económicos del país. Gabilondo tiene el encargo de cerrar alianzas y pactos de complicidad con el más poderoso "lobby" del país, el de los profesores universitarios, del que él forma parte. La sonriente Trinidad Jimenez es la encargada de controlar al poderoso y rebelde colectivo médico. González Sinde, miembro del sindicato pro-Zapatero de "la ceja", asume la misión de mantener adicto a los artistas, un grupo poderoso y con gran capacidad prescriptora en España. Corbacho sigue en su puesto porque está controlando de manera aceptable a los sindicatos y Elena Salgado, necesaria sustituta de un Solbes que se negaba a someterse a los dictados de Zapatero, es una gestora sumisa que tendrá que ceder a los caprichos del jefe y emplear toda su experiencia para controlar a todos los colectivos de interés con los cada día más escasos fondos públicos.


Voto en Blanco

MUCHO QUE APRENDER. Por Ignacio Camacho

ESE sonriente faldero narizotas que camina con gesto arrogante junto a la esbelta arquitectura de Carla Bruni no es un llavero con patas sino el presidente de una potencia nuclear que todavía es capaz de darnos sopas con honda. Así que un respeto; detrás de ese pequeño napoleón con alzas elegido por sufragio directo hay una nación que, por intensidad política, por cohesión cultural, por estrategia económica y por prestancia internacional, todavía tiene mucho que enseñarnos además del longilíneo perfil y el mohín pizpireto de la señora esposa de su Jefe del Estado.

De Francia, por ejemplo, podría España aprender el sistema electoral del «ballotage», que evita el mercadeo político de las poltronas; o el desacomplejado orgullo nacional de su clase dirigente; o el pragmatismo estratégico con que cimenta su poderío económico en una energía nuclear que aún le sobra para vendernos al precio de hipotecar nuestra independencia y nuestra balanza de pagos; o incluso el denuedo con que defiende su sector industrial y tecnológico como base de su estabilidad y de su desarrollo. De Sarkozy, al que se ha puesto de moda denostar por frívolo sólo porque bebe los vientos por una dama de aquí te espero, nos vendría bien tomar prestado algo del coraje hiperactivo con que se echa la crisis a las espaldas, o de la generosidad con que incorpora a su Gobierno a miembros relevantes de la oposición para sentirse rodeado de una excelencia sin dogmatismos; o de la firmeza de principios con que preconiza una cultura del mérito y del esfuerzo; o del realismo con que enfoca la política de inmigración. Todo eso junto, más una honda tradición democrática basada en los valores del liberalismo igualitario, mantiene al país al frente del concierto europeo con una sólida conciencia hegemónica y un tejido productivo que encaja el sufrimiento de la crisis con voluntad de resistencia, sin desmoronarse al primer soplo de contrariedad en su modelo.

Hay, sí, mucho de soberbio en la farfolla bonapartista de ese estilo de exhibicionismo republicano, y algo de «rollo Evita» en la hipertrofia mediática de la exmodelo reconvertida en primera dama; pero Francia es una nación que sabe dónde está y a dónde quiere ir, y que aún se ríe de la paleta jactancia con que no hace demasiado tiempo pronosticaba Zapatero que España iba a sobrepasarla en renta per cápita y en derechos ciudadanos. Francia, la vieja Francia, aún sabe renovarse a sí misma y buscar en el mundo un papel acorde con su proyección en la Historia. Y más allá de caricaturas facilonas y de oportunismos obamianos, su presidente nos trae la estela de un envidiable intangible político que trasciende la pasión por el poder para revelarse como un factor de impulso frente a la adversidad y la catástrofe. Se llama liderazgo.

ABC - Opinión