viernes, 31 de julio de 2009

1984 + 60. Por Jeff Jacoby

El arranque de 1984 es uno de los más famosos de la literatura inglesa contemporánea: "Era un día de abril luminoso y frío, y los relojes marcaban la una". Su frase final es aún más célebre: "Amaba al Gran Hermano".
En junio cumplió 60 años esa novela brillante y amarga de George Orwell, que a pesar del paso de todo este tiempo conserva intacta su poder de conmoción. Su héroe es el decididamente antiheroico Winston Smith, un tipo débil y melancólico que vive en el policíaco, totalitario Estado de Oceanía, en el que gobierna el Partido –personificado por el Gran Hermano, cuya intimidatoria imagen está por todas partes– y la Policía del Pensamiento reprime sin contemplaciones el menor atisbo de disidencia. El Partido impone su voluntad a través de la ubicua vigilancia, la propaganda permanente y la aniquilación de todo aquel que, aun en la intimidad, se rebele contra la autoridad. Winston abraza esa forma de criminalidad al registrar secretamente su odio al Gran Hermano en un diario y, luego, al mantener un romance con una joven llamada Julia. Con el tiempo será detenido, interrogado, torturado y domesticado.




Mil novecientos ochenta y cuatro fue la advertencia de Orwell acerca de lo que puede pasar cuando un Estado disfruta de un poder omnímodo; una advertencia conformada con los horrores registrados en la Alemania nazi y la Unión Soviética, con su desprecio a la vida y la conciencia humanas, su culto a la personalidad, sus crueldades y engaños sin cuento. "No creo que el tipo de sociedad que describo llegue necesariamente a darse, pero sí (...) podría sobrevenir algo parecido", escribía Orwell al poco de dar su libro a la imprenta. "También creo que las ideas totalitarias han echado raíces en la mente de los intelectuales de todas partes, y he tratado de llevar esas ideas a sus consecuencias lógicas".

Orwell era un socialista convencido, e insistía en que Mil novecientos ochenta y cuatro no debía entenderse como un ataque al socialismo o a los partidos de izquierdas. De hecho, aunque la ideología imperante en Oceanía se llama Ingsoc ("socialismo inglés", en la neolengua allí hablada), los objetivos del Partido nada tienen nada que ver con la colectivización de la riqueza, ni con la creación del paraíso proletario ni con ningún otro objetivo socialista.

"El Partido busca el poder por el poder", le dice el funcionario O'Brien a Winston. "No nos interesa el bienestar de los demás; nos interesa únicamente el poder. Ni la riqueza ni el lujo ni una vida próspera ni la felicidad: sólo el poder, el poder sin límite... Sabemos que nadie ha llegado al poder con la intención de acabar renunciando. El poder no es un medio, es un fin. Uno no erige una dictadura con el fin de salvaguardar una revolución; uno hace la revolución para erigir una dictadura. El objetivo de la persecución es la propia persecución. El objetivo de la tortura es la tortura misma. El objetivo del poder es el poder. ¿Empieza usted a entenderme?".

Con independencia de que el pobre Winston lo entendiera o no, desde luego los que sí lo entendieron fueron los totalitarios de aquella hora (1949) y de las posteriores. El Pravda de Stalin hizo una crítica demoledora de Mil novecientos ochenta y cuatro por su presunto "desprecio al pueblo", mientras Masses and Mainstream, el órgano del partido comunista americano, en una reseña titulada "El gusano del mes" lo fustigaba por ser "carroña cínica", una "diatriba contra la raza humana". Ahora bien, en la mayoría del mundo libre fue enseguida aclamada y considerada un clásico. "Ninguna otra obra de esta generación –pudo leerse en el New York Times– nos ha hecho desear la libertad con más vehemencia ni rechazar la tiranía con más firmeza".

Incluso hoy es difícil pensar en una novela que pueda compararse a Mil novecientos ochenta y cuatro en su análisis de la mentalidad totalitaria. Orwell dio con las claves: el deseo insaciable de poder; el uso de la mentira masiva como sustituto de la verdad; la consideración de la libertad de pensamiento como algo delictuoso y enfermizo; la perversión del lenguaje; la manipulación flagrante de la historia; el uso de la tecnología para imposibilitar la intimidad; la represión de la sexualidad; sobre todo, la destrucción violenta de la identidad y la libertad individuales. "Si quiere una imagen del futuro –le dirá O'Brien a Winston es sometido a interrogatorio y tortura–, imagine una bota pateando un rostro humano... permanentemente".

Gran Hermano, Policía del Pensamiento, despersonalización, doblepensar...: no es casual que tantos términos acuñados por Orwell en estas páginas –por no hablar del propio término orwelliano– hayan pasado a formar parte de nuestro vocabulario, y que recurramos a ellos a la hora de hablar de la falta de libertad. Lamentablemente, Orwell murió, a los 46 años, apenas siete meses después de que viera la luz; pero, 60 años después, Mil novecientos ochenta y cuatro conserva intacta su fuerza, y su mensaje de alerta es más perentorio que nunca.


JEFF JACOBY, columnista de The Boston Globe/The New York Times.

sábado, 25 de julio de 2009

"Quienes diseñaron el GAL quieren liquidar al PP" Entrevista a Alvarez Cascos

(PD).- El ex secretario general del PP Francisco Álvarez Cascos ha reaparecido en la escena pública. Y lo hace con fuerza: «Si me sacan a bailar, acepto». El antiguo número dos de José María Aznar denuncia la instrumentalización del «caso Gürtel» y advierte de que «quienes diseñaron el GAL quieren liquidar al PP».

Cascos, que tacha de «rigurosamente falso» que haya acudido a Génova a recoger cajas con documentación, asegura que conoció a Francisco Correa como proveedor de los viajes del PP «en el año 91 ó 92».

«Yo no tenía agencia de viajes en Madrid y, en alguna ocasión, entre el 92 y el 93, utilicé la agencia de viajes del señor Correa».


Añade que «a partir del 95-96 nunca más volvía tener relación con aquella agencia». Según el ex secretario general, «era un proveedor más del partido», dice en una entrevista en Época.

Habla también de otro de los implicados en la «Gürtel», Álvaro de la Cruz, a quien considera «un gran profesional» y de cuya amistad se honra. También se considera amigo del tesorero del partido y senador Luis Bárcenas, en quien conserva su confianza y al que considera «una persona honorable».

«Estoy seguro de que las imputaciones que aparezcan en los sumarios serán debidamente contestadas y resueltas por los propios interesados».

«Cierto presidente socialista ha recibido alguna finca con chalé incluido»

Sí cree que «hay que establecer unas normas, unos criterios y unas orientaciones de tipo general» acerca de los regalos a cargos públicos, profesionales y funcionarios, aunque recuerda «que cierto presidente de Gobierno del partido socialista ha recibido la donación de alguna finca con chalé incluido». Admite haber recibido alguna corbata de Renfe, sin tener la sensación de incurrir en cohecho y, a la pregunta de si ha devuelto alguna vez un regalo, señala que recuerda «algún detalle que por sus características o su valor» entregó al oficial mayor para que pasara a formar parte del patrimonio del Ministerio de Fomento.

«No me vale eso de ahora voy a abrir el melón porque me llamo Garzón, voy a organizar una cruzada contra un partido, en este caso el Partido Popular, y voy a meter en el saco a todos».

En la entrevista, Cascos considera «escandalosa» la noticia de las filstarciones d eunas grabaciones telefónicas en torno a la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, que, apunta, «ni siquiera están en el sumario del "caso Gürtel"». El ex número dos del PP opina que Garzón es «una anormalidad democrática, el único ciudadano español que en un año ha sido miembro del Poder Judicial, el Legislativo y el Ejecutivo».

«Nunca debió instruir el "caso Gürtel", por justificado que esté investigar las conductas reprobables de algunos dirigentes del PP». Más aún, piensa que «hace mucho tiempo que la trayectoria de Garzón debería estar preocupando a la Inspección del Consejo General del Poder Judicial».

A su juicio, «el "caso Gürtel" es una iniciativa política, judicial y policial, instrumentalizada par desencadenar una persecución del Partido Popular». En esa línea, afirma haber leído «documentos firmados por algunos inspectores de la Agencia Tributaria que son en sí mismos un monumento a la prevaricación».

«No hay límites, estamos en el salvaje»

En su opinión, el caso de Rita Barberá demuestra «que no hay límites, que estamos en el salvaje oeste». «Son los mismos que en su día diseñaron los GAL para liquidar a una organización terrorista, y que ahora han diseñado esta estrategia, que implica a determinados policías -quede claro que no todos-, determinados fiscales y algún juez instructor cuyo objetivo no es otro que el de instrumentalizar el "escándalo Gürtel" para aniquilar al Partido Popular».

Arremete también contra la prensa, la radio y la televisión del «movimiento de la ceja» y asegura que «se está extendiendo la calumnia y la injuria de manera gratuita, sin coste penal para quien la emite».

A la pregunta de si tiene tentaciones de regresar a la política, Cascos contesta: «Todos los días». No obstante, señala que no va a volver, porque en 2004 ya tomó una decisión. «Aunque todos los días hay gente que me pide que la revise», deja caer. Añade entonces que «si sigue deteriorándose la calidad democrática en este país», podría revisar esa decisión.

«No tengo ningún interés en salir a la palestra, pero si me sacan a bailar, contesto».

La nación -Ñ-

jueves, 23 de julio de 2009

Las Sombras del Poder en UPyD (1). Por Pilar Jáuregui

Este escrito de reflexiones sobre el poder político va dirigido a los futuros votantes de UPyD que son los que deberán escribir finalmente la historia de este partido.

Albert Boadella suele recomendar la lectura de Josep Pla, un misógino célebre y, al mismo tiempo, un escritor imprescindible. Este tipo de contrastes en un mismo individuo, esta bipolaridad entre el vicio y la virtud, acostumbra a ser tan perturbadora como inevitable en el ámbito privado. Pero, cuando este fenómeno se manifiesta en la esfera pública, el mimetismo que provoca en individuos corrientes acostumbra a tener efectos muy perniciosos. Son los efectos colaterales del poder (1).
La “levedad moral” de la mayoría de los poderosos, acostumbrados a decir una cosa y hacer otra, a “largar” discursos y no predicar con el ejemplo, suele tener un efecto dañino en el cuerpo social donde esas gentes actúan. El paso doble de la teoría a la práctica, y de la práctica a la teoría, suele pillar a los actores políticos a contrapié (o con el pié ‘cambiao’) lo que da lugar a no pocos tropezones. La reciente dimisión de Mikel Buesa, cofundador de Unión Progreso y Democracia (UPyD), es un buen ejemplo de ello. La prometida transversalidad en UPyD, aireada como uno de los signos del progresismo político de esta recién creada formación política, brilla por su ausencia. Es más. La anhelada y moderna transversalidad se sustituye por el trasnochado “culto al líder” (o ¿deberíamos decir “la líder” para ser políticamente correctos?) y los afectados, defraudados y “moralmente estafados” se van. Se marchan.


Otra de las promesas de los líderes de UPyD, la anhelada regeneración democrática de la vida política, también está ahora en entredicho. Recientemente, la dirección de UPyD ha cursado expedientes de expulsión del partido a catorce militantes que, a falta de un espacio horizontal de debate en su propio partido, habían promovido un blog abierto a militantes y simpatizantes para facilitar la comunicación e intercambio de ideas entre compañeros. La cúpula de UPyD considera éste tipo de blogs, no oficiales, una frontera que no se puede traspasar. En China, país dónde los dirigentes comunistas han ideado la insólita fórmula “1 régimen, 2 sistemas”, también ocurre lo mismo. Quieren imponer “un cinturón verde” a Internet para que los ciudadanos chinos sólo puedan acceder a los espacios tutelados por las autoridades chinas.

La mayoría de los que ejercen de poderosos - aunque en su pasado vistieron la vitola de “rebeldes”- tienen algo en común: se resisten, por sistema, a aceptar las realidades que según ellos no les favorece. Sabemos que el poder es conservador. Pero lo que desconocíamos es la increíble velocidad en la que “un progresista” se convierte en un “torquemada” cuando toca algo de poder. Carlos Martínez Gorriarán, sin ir más lejos, comenta en un blog que a los discrepantes hay quien cree conveniente “cortarles” la cabeza, los pies y someterles a suplicios tales como los estiramientos en el porto de tortura. ¡Claro está que lo dijo en términos figurados! Aún así ésta metáfora le sienta como anillo al dedo. Le describe adecuadamente pues solo una persona en situación de poder dentro del partido puede aspirar a tales atropellos. Las practicas señaladas, por lo demás, son sueños largamente acariciados por él, a juzgar por la insistencia con que numerosos afiliados, con quienes ha compartido mesa y mantel, relatan que viene anunciándolas desde hace tiempo. Pero el blog del Sr. Carlos Martínez Gorriarán no parece traspasar la frontera moral para la cúpula de UPyD, ni sus descalificaciones perjudican la buena marcha del partido. ¡Una forma curiosa de entender la democracia!

Afortunadamente, no siempre las tensiones internas de un partido político se resuelven a la manera de Carlos Martinez Gorriarán. Por ello es importante conocer cómo reaccionan los dirigentes a las tensiones inherentes al grupo que dirigen. Es imprescindible para valorar el buen ó mal uso del poder de un dirigente, sus aciertos y sus desaciertos. Pero, ¿interesa a los ciudadanos las cuestiones de organización interna de UPyD? En general, es posible que no. Pero seguro que sí ha de interesar a sus votantes potenciales porque, de la manera en cómo se resuelven hoy las cuitas internas del partido, se puede vislumbrar las formas de dirimir futuros temas de gobierno de la nación.

¿Qué aporta de novedoso UPyD al panorama de la política española? Rosa Díez presume de las diferencias entre UPyD y otros partidos en lo que se refiere a la democracia interna. Nos muestra los cambios que ha introducido referidos a los avales, que en otras formaciones son necesarios para la formación de candidaturas, y que, en UPyD, no se exigen. Sin embargo, como bien sabe Rosa Díez, la democracia no es una simple cuestión de avales, sino de la capacidad de cada uno para trasladar su discurso al resto de participantes, concepto este, el de la capacidad, largamente predicado en otro tiempo (en el PSC y en Cs) por Ramón Marco, actual colaborador de Rosa Díez. «It is empowerment, stupid» que diría un impaciente Bill Clinton. Pero para eso, para desarrollar esa capacidad emancipadora se necesita debate previo y se necesita conocerse unos a otros para poder observar la forma en la que el discurso acompaña al gesto y valorar que este no sea mentiroso.

En UPyD se ha evitado el contacto entre afiliados en muchas de sus localidades, como por ejemplo Cataluña, y se ha ignorado la posibilidad de fomentar el contacto entre afiliados de las diferentes autonomías. Y esto lo saben Carlos Martínez Gorriarán, lo sabe Savater y lo sabe Rosa Díez. Les consta porque no se convocó una sola reunión de afiliados, en esa comunidad, en los dos primeros años de vida del partido. No ha habido, por tanto, voluntad por buscar la excelencia democrática por parte de la dirección. Para ello, hubiera sido necesario establecer un terreno de juego en igualdad de condiciones, imprescindible para poder votar de manera informada, para poder emanciparse del poder de las cúpulas y para que lo colectivo devenga el mejor producto posible para ese momento dado.

El alibí para justificar la falta de contacto entre afiliados es el cumplimiento de la ley de protección de datos. Muy extraña coartada para el caso que nos ocupa. ¿Qué tiene que ver la ley de protección de datos con que a los afiliados se les convoque a una reunión, o a varias, éstos se conozcan, intercambien voluntariamente sus teléfonos o mails, decidan comunicarse en un foro, verse para seguir hablando de política o decidir a que manifestación sumarse la próxima vez? Esto no se ha dado con Rosa Díez, una excelente portavoz en tiempos difíciles pero escasa en dotes de liderazgo aglutinador. Uno más de los contrastes a los que nos referíamos al principio que tan desafortunadas consecuencias acostumbran a traer.

Pero sigamos con lo que Rosa Diez quiere exponer a la luz y lo que deja en penumbra ya que, como casi siempre, lo sustancioso de los argumentos esta en lo que no nos dicen. Rosa Díez enumera los procedimientos que se han establecido en nuestro partido para que sea diferente al resto, para que sea ‘más’ democrático. Nos ha hablado de avales pero no nos habla de que la ejecutiva de su partido pueda ser elegida mediante listas abiertas. No hay tal posibilidad. UPyD reclama en su programa electoral listas abiertas para todos los partidos en futuras contiendas electorales, pero no se contemplan estas para la primogenitura de UPyD. Sin embargo, todos cuantos han cometido la deslealtad de impedir tal posibilidad saben que, para la necesaria emancipación del afiliado, también es preciso que pueda expresar su voluntad mediante el procedimiento de listas abiertas para la ejecutiva. Esto, la emancipación del afiliado, al parecer, ‘ahora no toca’, en célebre frase de Jordi Pujol. Así, por este camino, Rosa Díez terminará pareciéndose a sus adversarios.

La transparencia, otro de los pilares de la regeneración democrática, parece que tampoco ‘toca’ porque, según ha declarado Rosa Díez, la organización interna de un partido no es cosa que interese a los ciudadanos. Puede que a los ciudadanos, en general, no les interese pero, ¿y a los futuros votantes de UPyD? ¿Quién pone la frontera entre lo que interesa o no interesa a los potenciales votantes de su partido o de cualquier otro? ¿No repite sin cesar que se ha de aproximar la política a los ciudadanos? ¿Quién decide lo que se ha de saber y lo que no? Rosa Díez ha confundido hacer política para los ciudadanos con decirles a sus votantes lo que les debe interesar o no.

Vayamos ahora a una cuestión principal ¿los dirigentes de UPyD cumplirán lo que prometen? De momento lo que se ha visto, con claridad, es su voluntad para que no hubiera transparencia en el necesario debate interno y lo difícil que les resulta a sus líderes estar a la altura de las demandas de sus afiliados. Coleman ilustró a la perfección, en sus análisis del Líder Resonante, la manera en que los lideres pueden generar expectativas y, con ellas, nuevas estructuras a su imagen y semejanza. No es lo mismo los EEUU de Bush que los EEUU de Obama. Pero, no lo es porque la estructura social cambie de la noche a la mañana, en el transcurso del día que los ha alzado con la victoria electoral. Las estructuras tardan décadas y a veces siglos en cambiar. La razón por la que la USA de Obama no es la misma que la USA de Bush es porque Obama representa una esperanza de cambio creíble. No ignora la discriminación en su país, ni la ignora en África. Tampoco es condescendiente al afirmar que las limitaciones de la estructura social no pueden servir de excusa al individuo para dejar de luchar y esforzarse por algo mejor. De esta manera, nos llama la atención sobre el revolucionario potencial que cada ciudadano alberga para cambiar las cosas. Ahí tenemos un líder que entiende que la estructura condiciona pero que la voluntad del individuo, su carácter como agente del cambio, es fundamental para que la estructura mejore. El liderazgo de UPyD no parece entenderlo de la misma manera y aduce malévolas intenciones a quienes expresan su discrepancia con la organización en un blog no oficial.

Sigamos intentando ver algo más entre las sombras ¿Cómo han reaccionados otros responsables y referentes morales de nuestro partido? Empecemos por Albert Boadella. Probablemente ya no recuerda su frase en los medios: La reelección de Rivera es una mala noticia para Cs. Y, sin embargo, nadie le acusó de estar rompiendo el partido. No. Todo el mundo pensó que daba su opinión. Muchos esperaban que también se posicionara cuando se oyeron las primeras críticas a Antonio Robles por informar a los medios de las disensiones internas. Ignoro la razón por la que Albert Boadella calla sobre el uso de la prensa diaria por parte de un diputado de Cs que ha reclamado la necesaria atención de los medios en su inevitable enfrentamiento Rivera-Libertas y, por el contrario, pone de ‘chúpa de dómine’ a quienes expresan discrepancias con la línea oficial de UPyD en temas organizativos y lo expresan en un modesto foro no oficial. La aparición de declaraciones de los críticos, en los medios, vino después de serles comunicada la arbitraria voluntad del partido de expulsarles y sentir su indefensión. La realidad de los catorce expedientes eran difíciles de ocultar hasta para el mismo Carlos Martínez Gorriarán.

NOTA (1) Pla percibió con inusual ironía el fenómeno al advertirnos que la verdadera historia de Cataluña está en las notarías. Tenía razón, y así nos lo supo hacer notar Flotats en su insustituible recreación de la obra Els Ametllers ja estan batuts. Los poderosos, para salir bien parados, escriben la historia con tanto adorno que la adulteran. Se engrandecen detalles, como cuando inventan complots de enemigos imaginados, mientras que minimizan u ocultan otros, como sus propios delitos. Son los claroscuros del poder puestos en evidencia por las pequeñas historias de cada día, esa repetida secuencia de relaciones cotidianas, que emerge transparente y clara en los registros en los que los ciudadanos vamos dejando cuenta de nuestro quehacer diario. Así, las lecturas de nuestra etnografía particular nos muestran obstinadas una realidad de las cosas muy diferente a la oficial.

Esta no es la Web de UPyD

miércoles, 22 de julio de 2009

"Gibraltar inglés". Por Agapito Maestre

El ciudadano ejemplar español no espera demasiado del Estado y da todo a su sociedad. No presta mucha atención a las expectativas del Estado, menos a las del Consejo de Gobierno y nada cree de las promesas de cada uno de sus ministros, sino que da lo mejor de sí mismo para que crezca la dignidad y la grandeza de la sociedad en la que le tocó nacer. Eso significa que el desarrollo de nuestra sociedad, vista históricamente, ha dependido más del esfuerzo y sacrificio de ciertos españoles que de sus políticos, más del trabajo cotidiano del que cree en la obra bien hecha, del profesional que en cualquier ámbito toma en serio su oficio, que del político o de las "elites dirigentes".

El ciudadano ejemplar español no espera demasiado del Estado y da todo a su sociedad. No presta mucha atención a las expectativas del Estado, menos a las del Consejo de Gobierno y nada cree de las promesas de cada uno de sus ministros, sino que da lo mejor de sí mismo para que crezca la dignidad y la grandeza de la sociedad en la que le tocó nacer. Eso significa que el desarrollo de nuestra sociedad, vista históricamente, ha dependido más del esfuerzo y sacrificio de ciertos españoles que de sus políticos, más del trabajo cotidiano del que cree en la obra bien hecha, del profesional que en cualquier ámbito toma en serio su oficio, que del político o de las "elites dirigentes".

Para hacernos cargo de esa idea de ciudadano ejemplar –que Antonio Machado cifraba en aquello de que los españoles hemos ido por el mundo sin hacer mal papel– es menester contrastarla con la "figura" del representante del Estado, del "político" de turno sin dignidad y grandeza, que le importa tan poco su sociedad que hace de su "representación" gubernamental un instrumento para llenar de indignidad y bajeza moral a la sociedad que le vio nacer. El caso de enanismo político y vileza moral, como dirían las crónicas de más rabiosa actualidad, está a la vista. El ministro de Asuntos Exteriores de España, Miguel Moratinos, ha visitado Gibraltar como ministro de España, o sea, reconoce de facto que Gibraltar es británico. Es difícil hallar en la historia reciente de España, desde el Tratado de Utrecht, mayor fechoría de un "profesional" de la política a su sociedad.

Jamás ningún ministro de Asuntos Exteriores había visitado el Peñón porque no se admitía una colonia británica en suelo español, pero Moratinos, con el consentimiento de su jefe de Gobierno, ha querido pasar a la historia por su traición, primero, a la tradición política nacional de todos los gobiernos de España desde Utrecht hasta hoy, que se negaron a visitar la Roca; y, en segundo lugar, Moratinos desprecia a esa sociedad pasada y, ahora, presente que ha luchado y se esfuerza cada día por su engrandecimiento y dignificación. La visita de Moratinos a Gibraltar es más que una traición al Estado y más que una ruptura con una tradición de política exterior; es una traición a la patria, a la nación, a ese patrimonio de esfuerzos y derrotas, que aún compartimos todos los que no sentimos vergüenza de llamarnos españoles.

Después del Estatuto de Cataluña, la visita de Moratinos a Gibraltar representa el ataque más importante del socialismo a la muerte de la nación española. Una sociedad que traga con esto, obviamente, traga con todo. Es un argumento más para mantener que la sociedad española, la sociedad de ciudadanos ejemplares, no existe. El Estado nacional está roto. La economía nacional cae en bancarrota. Y la sociedad está casi reducida a un gentío con la obsesión de llenarse la panza; pues ya no se ríe de uno de los latiguillos del régimen de Franco, "Gibraltar español", sino que ahora llevaría con entusiasmo el latiguillo del régimen de Zapatero: "Gibraltar inglés".

http://www.libertaddigital.com/opinion/agapito-maestre/gibraltar-ingles-50123/

lunes, 20 de julio de 2009

"¿Qué tienen los niños catalanes que los haga distintos del resto y exija otra ley?"

El primer paso de la secesión en Cataluña se ha materializado con la aprobación de la Ley de Educación que no sólo impone el catalán y margina al castellano, sino que se basa en el adoctrinamiento de los escolares. Varias asociaciones cívicas han solicitado al Defensor del Pueblo que presente un recurso de inconstitucionalidad para detener esa canallada. Para Francisco Caja, presidente de Convivencia Cívica Catalana, se trata de "un golpe de Estado que hace tabla rasa con el ordenamiento jurídico español" que busca "formar catalanes antes que ciudadanos".

¿Espera que prospere este recurso?

Primero tenemos que esperar la decisión del Defensor del Pueblo, pero confiamos en que, de la misma manera que se recurrió el Estatut, se recurrirá una Ley que es desarrollo de dicho estatuto, que se atribuye de manera arbitraria y unilateral una serie de competencias en materia educativa.

¿Cómo se ha llegado a esta contradicción?
Porque el Constitucional no cumple con su obligación y retrasa tres años su decisión sobre el Estatut. Pero lo más sorprendente es cómo el Parlament puede aprobar una ley como ésta que es la secesión educativa de Cataluña. Es un golpe de Estado que hace tabla rasa con el ordenamiento jurídico español. Para ello tiene que soslayar la existencia de dos leyes orgánicas como la LODE y la LOE, que no son ni siquiera mencionadas. El problema es que se puede ignorar cualquier ley española y que el ministro de Educación mire para otro lado. Los nacionalistas sabemos lo que son, pero que sea consentido por el Estado es sorprendente.
¿Por qué cree que el ministro se ha lavado las manos en este asunto?
Porque el Gobierno de Zapatero depende ya no sólo de los nacionalistas, sino de la facción del PSOE catalán, el PSC. Son decisivos para que Zapatero gobierne y como a éste le trae sin cuidado cualquier cosa que no sea seguir en el poder, pues cede lo que hay que ceder. Es un reto del PSC respecto a Zapatero: presionan en puntos sensibles y colaboran con partidos como ERC, que busca la independencia.

No se trata simplemente de un reparto de poder político, lo que sacrifica son los derechos de la ciudadanía. Por eso acudimos al Defensor del Pueblo porque además vemos con estupor la pasividad del principal partido de la oposición, al que habría que llamarle PPOP: Partido de la Principal Oposición Permanente. Con independencia de la constitucionalidad o no del Estatut, esta ley es inconstitucional en sí misma ya que desarrolla el derecho de la Educación. El artículo 81.1 exige el rango de ley orgánica para cualquier ley que desarrolle un derecho fundamental. Esto hace añicos el blindaje que han dispuesto los ingenieros jurídicos del Parlament. Por eso, que haya pasado desapercibido tanto para unos como para otros es bastante sospechoso, porque no creo que sean tontos, pero canallas sí.
¿Cómo afectará desde el punto de vista educativo?
Rompe con la unidad del sistema educativo español y crea uno separado e impide que un escolar se desplace a Cataluña. ¿Qué tienen los niños catalanes que los haga distintos del resto y exija otra ley? La respuesta es sencilla: se trata de catalanizar a los escolares, de "arraigarlos" a su país. Cualquier objetivo que tenga como fin arraigar es adoctrinamiento, no formación. Por eso necesitan un sistema separado, porque el sistema español no garantiza el adoctrinamiento, sino todo lo contrario. Lo que interesa es formar catalanes antes que ciudadanos.
¿Qué escenario podríamos encontrar en cinco o diez años?
Un escenario catastrófico. Hemos comprobado que la imposición del catalán causa dificultades terribles. Según el informe PISA, el rendimiento escolar de los estudiantes inmigrantes en Cataluña baja en cuarenta puntos respecto al resto de estudiantes inmigrantes en España. Y también afecta a castellanohablantes.

Luego, si miras los libros de texto te das cuenta que no se propone la formación de los escolares; se lanzan consignas. Como dijo uno de los diputados de ERC el día de su debate, esta Ley construye piedra por piedra la independencia de Cataluña.
¿A qué responde el silencio del PP? ¿Teme perder los pocos votos que le quedan en Cataluña?
De esta manera perderán los que le quedan. Aunque han votado 'no', no han dicho una palabra de una cosa tan sencilla. Están al dictado de lo que marca Génova de no irritar a los nacionalistas ya que han pactado con CiU el próximo gobierno si el PP gana las generales. Un líder de la oposición que dice ahora que se pensaría mejor el recurso de inconstitucionalidad contra el Estatut se retrata de una manera muy torpe.

Además, la inmersión lingüística lleva años y no han hecho nada. Es más, el PP pactó con CiU en el 96 el tema de la lengua y luego no recurrió la Ley de Política Lingüística del 98. No sólo no impugnó una ley inconstitucional, sino que ordenó al Defensor del Pueblo que no presentase el recurso en uno de los episodios más bochornosos. Es normal que se pacte, pero es inaceptable que se entreguen los derechos fundamentales de los ciudadanos para mantenerse en el poder. La representación política no es una patente de corso.
¿Siente que las asociaciones cívicas son la única oposición al nacionalismo?
Así es. Intentamos hacer frente a una merma progresiva de libertades que la política institucional es incapaz de atajar. Pensamos que la única posibilidad de que las cosas cambien consiste en que los ciudadanos se movilicen y planteen a la política en general las reivindicaciones necesarias. En otras democracias, los movimientos sociales son decisivos.

Periodista Digital

España desvaría entre la desidia de la ciudadanía y la osadía de los gobernantes. Por Javier Ybarra

La buena política, como la buena salud, no se siente. Solo al perderla es cuando se la echa de menos. Muchos doctores diagnostican que la política española ha perdido la salud, y no solo en el terreno económico. Cada día resulta más difícil encontrar un político que posea altura de miras, que no lo fíe todo a la conveniencia de partido.

Los doctores culpan de la mala salud de la política española a la osadía y a la improvisación de nuestros gobernantes. Pero también culpan de ello a la desidia de la ciudadanía. Ya lo advirtió Alexis Tocqueville: los ciudadanos observan con prevención a la clase política, la aceptan como tutora pero, para evitarse problemas, no se mezclan con ella.


Los ciudadanos únicamente se movilizan en masa cuando toca votar. Luego, tras acudir a las urnas para cambiar de tutor o para reelegirlo, justificándose de ese modo ante sí mismos – “nosotros elegimos a nuestros gobernantes” –, regresan a su esclavitud consentida. Solo invaden la calle si están en la ruina o si se disparan los precios de los alimentos básicos. Cuando la ciudadanía pierde la capacidad de asombro, emprende el camino del desvarío y suele acabar suicidándose. Alemania, por ejemplo, fue del desvarío de la inflación al desvarío del Tercer Reich.

En Recuerdos de la inflación alemana (1942) cuenta Thomas Mann que, por los años veinte, la gente ya se había olvidado de cómo asombrarse y, desde entonces, no hubo nada tan descabellado y cruel como para que pudiera impresionarle, ni siquiera cuando la tendera pedía secamente “cien billones de marcos” por un huevo. El propio Mann vendió su casa en diciembre de 1923 por dos mil billones de marcos. Sin embargo, muchos alemanes no se enteraban de lo que estaba ocurriendo. “Aún recuerdo el rostro orgulloso y desamparado con el que nuestra vieja niñera nos aseguró un día que pensaba retirarse pronto y vivir de sus ahorros. Tenía un par de miles de marcos en el banco, pero con ese dinero ni siquiera podía comprar un huevo”.

Esperar todo del Estado

Fue durante la hiperinflación cuando, según Mann, los alemanes se olvidaron de confiar en sí mismos como individuos, y aprendieron a esperarlo todo del Estado. “Se acostumbraron a contemplar la vida como una salvaje aventura cuya salida no dependía del propio esfuerzo, sino de unos poderes malvados e ignotos. así, habiendo sido atracados, los alemanes se convirtieron en una nación de atracadores”.

Los meteorólogos de la sociología advierten sobre un cambio de vientos políticos en España. La ciudadanía va percibiendo que el gobierno de ZP, primero negando la crisis económica y ahora apuntalando con cheques montilla la insolidaridad territorial, no sabe estar a la altura de las circunstancia. Frente a los trajes elegantes, al aroma a plata y a bolso Vuitton, las monedas que tintinean de verdad son las que se entregan para apaciguar la voracidad de las comunidades autónomas que se creen superiores al resto y no quieren oír hablar de igualdad por nada del mundo.

Y mientras nos gobiernan en medio de grandes obsequios y amplias sonrisas, como si España fuera el país de Jauja y ZP Mr. Jajá, la gran mayoría sufre cruzada de brazos y espera la llegada del momento decisivo, el momento electoral. A veces, cuando esa mayoría acude al bar para refrescarse el gaznate, pregunta por lo que ofrece la alternativa política y el camarero responde que “más de lo mismo”. Y unos se lo creen y otros piensan que, tal como ha ocurrido en las Vascongadas, los cambios suelen ser curativos y ejemplarizantes.

Urge reclutar para la política gentes con un claro sentimiento de servicio a la sociedad, gentes que tengan altura de miras y gobiernen pensando en el medio y largo plazo. Cuando las clases rectoras se dedican a jugar al cortoplacismo olvidan la conciencia de su misión y se dejan suplantar por las improvisaciones y las osadías. Entonces, los ciudadanos se sienten atracados y, tal como sucedió en Alemania, el país corre el riesgo de convertirse en una nación de atracadores.

El Confidencial

Montilla y Mas, comienza la batalla.. Por José Cavero

La campaña por las elecciones autonómicas catalanas del año que viene ha tenido comienzo por virtud de la financiación autonómica, y concretamente, por el acuerdo alcanzado entre el Gobierno central y el tripartito catalán que preside Montilla, contra el que Artur Mas se ha manifestado reiterada y ásperamente. Como si la vida -la vida política- le fuera en ello. Y es posible que así pudiera sucederle al dirigente de los convergentes.

Hoy mismo, desde "La Vanguardia", Artur Mas reitera la argumentación que ha venido exponiendo desde que ERC y los restantes miembros del tripartito celebraron el acuerdo alcanzado con Elena Salgado y el Gobierno central. Dice Más que ese acuerdo de financiación "incumple el modelo, la cifra y el calendario del Estatut", y acusa de sentirse objeto de una propaganda intimidatorio. Artur Mas, en una de sus declaraciones más ácidas que se le recuerdan, no tiene inconveniente en describir a Cataluña ·"Enjaulada e hipotecada". Y explica que la cesta de impuestos prevista en el Estatut obliga a mayores ingresos, y que se han sacado de la manga un plazo, 2012, no previsto en ningún lado. Para Mas, el acuerdo sólo tiene una lógica, salvar el tripartito un año antes de las elecciones. Y su queja final: ¿Para qué votamos al Estatut? ¿Para incumplirlo?

Frente a este "perdedor de antemano" que es hoy por hoy Artur Mas -porque sus adversarios políticos han conseguido lo que él pensó que era un sueño inalcanzable-, aparece José Montilla, que acaba de festejar en Madrid, en compañía de Zapatero de sus restantes colegas presidentes socialistas de Comunidades Autónomas, que el acuerdo de financiación alcanzado "conjura la desafección catalana", nada menos. Montilla admite que, aunque todas las autonomías saldrán ganando, la suya será lamás beneficiada, por la sencilla razón, dice, de que "España ha corregido una injusticia con Cataluña y ha saldado una deuda con ella. Se corrige una injusticia, pero Cataluña seguirá siendo solidaria", declara Montilla a "El País", donde también explica que "no hubo guerra con Zapatero, simplemente defendemos intereses distintos".

Y se refiere a la otra asignatura pendiente de Cataluña, el Estatut, que tres años después siguen analizando los diez magistrados del Tribunal Constitucional, pero al que Montilla no ve posible marcha atrás: "El Estatuto es un pacto político, y eso los tribunales no lo pueden tumbar". Habrá que ver lo que determinan sus señorías los magistrados, ya hartos de marear esa perdiz que se les resiste. Aprovecha la ocasión Montilla para arremeter contra la catalanofobia de algunos dirigentes políticos, acusación de la que vuelve a defenderse Esperanza Aguirre, en otras declaraciones dominicales: "Si denunciamos que algunos han recibido un trato de favor se nos acusa de catalanofobia".

Me niego y rechazo rotundamente esa acusación. Amo a los catalanes, los admiro, y nunca he dicho si han recibido demás porque lo desconozco. Lo que sí digo, porque es cierto, es que los madrileños vamos a ser los únicos que aportemos a la caja común, y encima se nos maltrata. Ahora, el victimismo parece haberse trasladado de Barcelona a Madrid...

Periodista Digital - Opinión

Lo inexplicable es la postura de Rajoy

«Parece como si en el PP todos los altos cargos fueran libres de coquetear con el socialismo y el nacionalismo y, por el contrario, nadie pueda hacer lo propio con los principios liberales sobre los que, supuestamente, se asienta este partido.»

La unidad –transmitir una sola y coherente voz ante cada uno de los asuntos de actualidad– es uno de los mayores activos con los que puede contar un partido político. Al fin y al cabo, estas formaciones no son más que canales a través de los cuales la opinión pública expresa sus puntos de vista. Si un grupo tiene posturas muy distintas sobre cada tema, difícilmente el votante podrá seleccionarlo como garante y depositario de sus valores.


Ahora bien, no cualquier unidad política es beneficiosa para un partido y para el conjunto de la democracia. La unidad debe guardar una coherencia interna (es decir, que las distintas opiniones de un partido no sean contradictorias y antagónicas entre sí) y externa (debe ser compatible con los valores de sus votantes y con los del ordenamiento jurídico). Cualquier unidad que no cumpla esta doble restricción se convierte más bien en un despotismo dentro del partido y en un fraude hacia los votantes; esto es, la unanimidad a la búlgara que impera en tantas formaciones españolas.

En el PP, la tan característica unidad de discurso durante la era Aznar fue ciertamente sana y revitalizante para la democracia. El votante español tenía a su disposición un programa político coherente –con mejores o peores propuestas pero en todo caso coherente–, al que apoyar o rechazar según sus preferencias e ideologías. Y, para rematar, sabía que a grandes rasgos solía cumplirse y defenderse. En estos casos, los cargos populares que se salieran de las pautas marcadas por la dirección del PP estaban siendo desleales no con Aznar, sino con sus votantes y, por este motivo, su actitud resultaba reprobable.

Con la llegada de Rajoy al frente de la dirección popular, la coherencia interna y externa del discurso comenzó a difuminarse. Especialmente tras el Congreso de Valencia y con su segunda derrota electoral a cuestas, la necesidad de diluir el discurso para atraer a una parte de la izquierda y del nacionalismo aceleró tanto la ruptura interna del discurso (no se defendía lo mismo en Cataluña que en Madrid o en Murcia que en Castilla La-Mancha) como la externa (un creciente olvido y desdén por los valores y las promesas electorales de sus más de 10 millones de votantes): los casos de Alberto Ruiz Gallardón, Celia Villalobos o Alicia Sánchez-Camacho son claros ejemplos de la ruptura de la unidad de discurso y de la deslealtad del PP hacia muchos de los planteamientos de sus votantes. Simplemente, a Rajoy le interesa no definirse y no tomar decisiones para no parecer "áspero" y terminar sucediendo a Zapatero.

Lo mismo sucedió la semana pasada con el tema de la financiación autonómica. Pese a que la propuesta del Ejecutivo socialista atentaba directamente contra los valores más básicos del PP –incentivaba una hipertrofia del gasto público y limitaba las reducciones de impuestos–, Rajoy se negó en un principio a liderar el partido y tomar una postura conjunta, dando otra muestra más de la Realpolitik del Partido P’ayudar. Confiado en que la inicial lluvia de millones que las comunidades autónomas van a recibir gracias al nuevo sistema de financiación (a costa de cargar de deuda el futuro de los españoles) las llevara a abstenerse (haciendo buena la frase de De la Vega en contra del PP, "coge el dinero y corre"), dio libertad a cada gobierno regional para que decidiera en el Consejo de Política Fiscal y Financiera de acuerdo con sus intereses.

Por fortuna, la presidenta del PP madrileño, Esperanza Aguirre, no traicionó a sus votantes y anunció que votaría en contra del nuevo modelo de financiación, ya que al fin y al cabo –como la propia dirección nacional del PP denunciaba– tendía a perpetuar la crisis económica y pocas cosas hay más contrarias a los intereses de sus ciudadanos que prolongar nuestro estancamiento.

Sin embargo, tan pronto como el gallego avistó la posibilidad de que Zapatero tuviera que soportar un voto negativo en el Consejo de Política Fiscal y Financiera, Rajoy impuso un voto unitario de carácter abstencionista a todas las comunidades autónomas gobernadas por los populares. Con esta decisión, por muy unitaria que fuera, Rajoy quebraba la coherencia interna de su discurso (pues había estado denunciando la propuesta de Zapatero como contraria a los intereses de los españoles) como la externa (ya que apoyaba aquello que sus votantes le pedían expresamente que rechazara). Una decisión deplorable e impropia de un líder de la oposición que quiera seguir siéndolo.

Con este historial, la dirección popular no debería remover demasiado las aguas, tratando de pasar página. Pero, sorprendentemente, parecen empeñados en defender su pasteleo con los socialistas y en criticar a Esperanza Aguirre por ser la única que de vez en cuando recuerda que el PP es un partido liberal-conservador y que se encuentra en la oposición. Así, una vez que Aguirre reiteró este domingo su muy lógica oposición al acuerdo de financiación alcanzado con la complacencia del PP, desde Génova han mostrado su "enfado" hacia la presidenta madrileña hasta el punto de considerar "inexplicables" sus palabras.

Parece como si en el PP todos los altos cargos fueran libres de coquetear con el socialismo y el nacionalismo y, por el contrario, nadie pueda hacer lo propio con los principios liberales sobre los que, supuestamente, se asienta este partido. Por ello, lo más grave no es ni que se adopte una línea política equivocada, ni que Rajoy se enfade por que Aguirre se separe de su torcida estrategia; lo realmente preocupante es el doble rasero que exhibe el PP: la brutal asimetría que existe entre el trato dispensado a los liberales, por un lado, y a los "socialdemócratas", por otro.

En realidad, pues, lo inexplicable es que Rajoy esté adoptando un discurso errabundo y contrario a los valores de sus votantes con tal de alcanzar el poder. Lo inexplicable es que para algunos La Moncloa valga tanto como para traicionar sus principios. Lo inexplicable es que la alternativa al PSOE sea un PSOE bis.

Libwertad Digital - Editorial

El género de los parámetros econométricos. Por Yauma

El PIB es masculino (noticia de La Vanguardia)

“La última idea de la secretaria de organización del PSOE, Leire Pajín, ha causado estupor en el mundo económico. Profesores de economía y expertos se preguntan si es intención del Gobierno definir el sexo de economía. Durante un curso de verano ante los cuadros socialistas, afirmó convencida que el PIB es masculino, es claramente masculino. Ante la cara de asombro de algunos asistentes que no comprendían por qué atribuía masculinidad al indicador económico que mide la creación de riqueza, la dirigente socialista siguió diciendo que el cambio estará en el momento en que las decisiones importantes estén tomadas también por mujeres. No es la primera frase de Pajín que causa revuelo. Ya provocó todo tipo de comentarios su atrevida aseveración sobre la coincidencia del liderazgo de Rodríguez Zapatero con el de Obama como una conjunción planetaria. Seguramente que el PIB no es masculino, porque por esa regla de tres igual se podría decir que la inflación es femenina.”
El PIB representa la suma de todos los bienes y servicios finales producidos en un país durante un año, ya sea por nacionales o por extranjeros residentes. Es importante el término “finales” no se incluyen los bienes intermedios pues se produciría una doble contabilización. El PIB funciona como un marcador que se pone a cero al principio de cada ejercicio, va contabilizando la riqueza generada durante un año y se para el 31 de diciembre.
El PIB se puede medir desde dos enfoques diferentes, debiendo coincidir ambas mediciones (las dos de género masculino):
Como flujo de gastos(o productos finales): es decir, cuál ha sido el destino de los distintos bienes y servicios producidos durante el ejercicio. PIB=consumo+inversión+gasto público+exportaciones-importaciones
Como flujo de rentas: cómo se distribuyen las rentas que se han generado durante la producción de esos bienes y servicios. En este apartado el número de sumandos resulta bastante menos evidente.


La econometría, medición de la economía literalmente, se define como la ciencia que aplica las técnicas matemáticas y estadísticas a los problemas y teorías económicos. Se habla de económetra como un especialista en econometría. También, en la jerga económica se utiliza el término econometrista con igual o parecido significado.
La econometría empezó a tomarse en serio en 1930, (se considera la etapa inicial de la econometría el periodo comprendido entre 1930-1950) fundamentándose una “Teoría General” en 1944 con aplicación de métodos y modelos matemáticos, cálculo, probabilidad, estadística, programación lineal, teoría de juegos etc.
Desde que en 1970 la academia de ciencias sueca concediera el premio Nobel de Economía a Paul A. Samuelson “Por el trabajo científico a través del cual ha desarrollado la teoría económica estática y dinámica y contribuido activamente a elevar el nivel del análisis en la ciencia económica” no se había producido en el mundo científico una noticia, pasada casi desapercibida, de tantísima envergadura, una redefinición de los pilares teóricos de la teoría económica. Asociando, de un plumazo, uno de los parámetros de medición de la economía más conocido, el PIB, al género masculino.
Este gesto científico genial, creemos modestamente que no puede catalogarse mejor, ha tenido su origen en unas declaraciones públicas de una política socialista de nuestro tiempo: La señora Pajín “El problema es que el PIB es claramente masculino” Dijo la dirigente socialista ante numerosos periodistas que la escuchaban con la boca abierta. Con razón, lo de la boca, expresiones sublimes donde la biología se une a la econometría son de rarísima contemplación, algo tan cíclico como un eclipse solar total y que pocos mortales tienen la suerte de poder contemplar a lo largo de su vida.

Entendemos que la señora Pajín, esa Dolores Ibárruri del socialismo zapateril, no ha sido consciente del alcance científico de su asociación, producto interior bruto y masculinidad, hormonas masculinas, andrógenos (testosterona, androsterona…) todas ellas hormonas esteroides derivadas del ciclopentanoperhidrofenantreno junto al PIB.
Seguramente algunos sabios economista, fisiólogos, y de otras ramas del saber, estarán celebrando que, por fin alguien aunque no sea del gremio, se haya atrevido a dar un primer paso en la tan ansiada teoría de la unificación científica, un saber unitario para todas las disciplinas científicas, que ya empezó Maxwell en el siglo XIX con sus intentos de unificación de la electricidad, magnetismo y óptica con la teoría del electromagnetismo. Ha tenido que ser un político, perdón una política, con empuje irreflexivo y ganas de desplazar a barones y varones de su partido, la persona que ha encendido una linterna en la dirección correcta hacia el futuro.
Hay que reconocer, sin ninguna reserva mental, que el presidente Zapatero ha sabido rodearse en general de personas, hombres y mujeres, machos y hembras, de verdadero talento político y del otro, posiblemente en un intento, logrado, por acercarles al suyo propio. Entre estas personas destacan con luz propia las compañeras Pajín y Aído. Ambas brillantes universitarias, creativas, inteligentes, definidoras de conceptos y matices inalcanzables para la gente corriente como usted y como yo ciudadanos normales, aunque no normalizados.
Pajín y Aído, Aído y Pajín, rebeldes con causa luchan diariamente por la igualdad de géneros sustituyendo la lucha de clases de la izquierda tradicional por otra lucha, no menos encarnizada, entre lo masculino y lo femenino. Estas personas generosas utilizan la alta tribuna social que ocupan con asiduidad para denunciar, de una vez por todas, la idea secular masculina de que las mujeres han nacido para vivir en esclavitud y penitencia, bajo la autoridad de los hombres.
Por ello, entra dentro de la lógica de esta lucha sin cuartel el feminizar el indicador económico conocido como PIB (en adelante la producto interior bruta) mismas siglas PIB pero un significado muy diferente. Y ante una bella PIB siempre cabe analizar si es fornida y ancha de caderas, abultados senos salientes redondos y de cabellera hermosa.

El blog de Yauma

domingo, 19 de julio de 2009

Con lengua o sin lengua. Por Arturo Pérez Reverte

Me gusta el centro de Madrid. Es mestizo y cosmopolita: una especie de legión extranjera donde cualquiera puede enrolarse. Es ésta una ciudad bronca, generosa, con una potencia cultural extraordinaria que quisieran para sí otras urbes que van de modernas. Es cierto que casi todos los lugares castizos que amaba han dejado de serlo. En vano busco la huella de Felipe y Mari Pepa, o la de esos pícaros que encarnó en el cine el gran Tony Leblanc por los años 50. Tampoco del Madrid elegante –Pasapoga, Chicote, Fuyma– queda apenas rastro, y el chotis famoso de Agustín Lara dejó de tener sentido. Sin embargo, pasear por el centro es una experiencia intensa de la ciudad, la Europa que representa, el mundo que, para bien o para mal, nos pertenece y espera. No digo que este Madrid me guste más que el otro. Desde luego que no. Falta educación y sobran maneras bajunas. Pero es lo que hay, y lo que queremos que haya. Como tal debo aceptarlo, considerando sus virtudes y ventajas. De lo que no cabe duda es de que se trata de un Madrid más luminoso, justo y libre. Vaya una cosa por la otra.

Pienso en ello mientras camino por la acera de la Gran Vía. Hay allí dos viejos roqueros cubiertos de tatuajes, habituales del sitio. También lumis variopintas, un negro que toca el saxo, un limpiabotas mejicano –el rey del brillo, afirma el cajón– y una librería que sigue viva y llena de gente. Frente a un semáforo en rojo se abraza una pareja. Son dos hombres jóvenes. Lo hacen con mucha naturalidad y afecto. Con ternura. Uno le pasa una mano por la nuca al otro, acariciando su cabello. No hay en ellos nada de extravagante, o escandaloso. La actitud es propia de una pareja cualquiera, heterosexual o no. Otra cosa sería –mis reflejos son viejos y automáticos, qué remedio– dos pavos metiéndose la lengua y sobándose sin recato. Eso lo estimaría tan desagradable como si lo hicieran un pavo y una pava. No por cuestiones morales, sino por simple estética. Hay momentos y lugares para cada cosa. Creo. Por eso no me agradan los que se magrean excesivamente en público, sean hombres, mujeres, pareja convencional o pareja de la Guardia Civil. Me parece una falta de consideración. Una ordinariez propia de gentuza.

Hay a mi lado un fulano que mira a la pareja con cara de desagrado y luego se vuelve hacia mí, como buscando complicidad. No dice nada, pero es evidente lo que piensa. Menudo espectáculo, etcétera. En ésas el semáforo se pone en verde, todos seguimos adelante, y me quedo con la inquietud de si el que me miró se lleva la impresión de que comparto su enfoque del asunto. Me habría gustado contarle algo personal. Un recuerdo de juventud: parque de ciudad mediterránea y pareja de dieciséis o diecisiete años, chico y chica sentados en un banco, ella con la cabeza apoyada en el hombro de él. Y en ésas, un guarda jurado de los de antes, con bandolera de cuero y chapa dorada, parándose delante para darles la bronca por la actitud. El representante de la autoridad, o sea. El esbirro estúpido de un sistema hipócrita regido por curas que tonteaban con niñitos en el cole y por espadones de comunión diaria, casados con loros resecos que meaban agua bendita, ganándose el sucio jornal de la decencia a costa de dos chicos sentados en un banco. «A ver si tenemos posturas más decentes», fueron las palabras exactas de aquel cerdo vestido de pana marrón. Y cuando –ella, avergonzada, mantenía el rostro oculto en el hombro de él– el jovencito se encaró con el guarda diciendo que la chica estaba mareada y se apoyaba por eso, el otro, chulesco, perdonavidas, con esa insolencia que los mierdas con autoridad suelen mostrar ante los más débiles, respondió: «Pues en cuanto se espabile, largo de aquí. Y ligeritos». Y aquel muchacho, que cuarenta años después todavía recuerda aquello con impotencia y rubor, lamentó no tener edad suficiente para levantarse y, con alguna garantía de éxito, intentar romperle la cara a ese hijo de puta.

Calculo ahora, recordando, la suerte que habrían corrido entonces los dos hombres jóvenes abrazados del semáforo. La que corrieron tantos por menos de eso, a manos de representantes de la autoridad, de guardas jurados y guardias ejemplares, custodios celosos de la moral y las buenas costumbres. Cuánto sufrimiento y cuánta amargura irreparables. Cuánta injusticia. Por eso merece la pena lo ganado desde entonces, a cambio de otras cosas, buenas o malas, que se quedaron en el camino. Con miserables como el del parque dedicados hoy –por desgracia, nunca faltarán voluntarios para delatar o reprimir a otros– a menesteres menos evidentes y grotescos. Así que, concluyo, bendito sea este Madrid donde pueden abrazarse dos jóvenes en la calle sin que un sicario a sueldo del obispo o el comisario de turno los importune con su vileza insolente. Puestos a elegir entre esto y aquello, incluso violentando las buenas maneras, prefiero verlos meterse la lengua. Hasta dentro.

XL Semanal

Haydn Abschiedssinfonie

Franz Joseph Haydn - Sinfonía nº 45 en fa sostenido menor, Hob. I/45. "Los Adioses"
IV - Finale: Presto e Adagio molto
Wienner Philharmonic Orchestra, Daniel Barenboim



¡Algo así van a tener que hacer los españoles!

Herejía en UPD

El partido de Rosa Díez vive su primera gran crisis interna tras los expedientes abiertos a 14 cargos y militantes y la marcha de Mikel Buesa.

Conviene que haya herejías. Sirven para espabilar a los creyentes. Les ayudan a conocer mejor las razones (...) los límites y sobre todo las posibles alternativas razonables de su compromiso”. El autor de estas palabras es el escritor Fernando Savater , miembro del partido Unión, Progreso y Democracia (UPD), que el pasado 9 de julio se descolgaba con frases como estas en un artículo publicado en el diario El País que llevaba por título Los herejes imprescindibles. En el texto Savater lamentaba que a su juicio el establishment político español, así como muchos medios de comunicación, consideraban herética y de alguna forma ilegítima la aparición y consolidación de un partido como UPD, fervientemente antinacionalista y sin ninguna intención, de momento, de pactar con el PP o el PSOE. Pues bien, lo escrito por Savater lo podría haber firmado Mikel Buesa , catedrático de Economía y activista político, que dejó UPD hace unos días por profundas diferencias con la dirección, o alguno de los 14 militantes de la formación, entre los que hay cargos de relevancia, que fueron suspendidos de militancia en junio por disentir de la línea oficial.


Tanto Buesa como el grupo de los 14 denuncian un estilo de dirección autoritario, marcado por la ausencia de democracia interna y un excesivo personalismo de la presidenta del partido, Rosa Díez . La fractura ha llegado a tal punto que en unos días una treintena de militantes abandonarán el partido. La dirección de UPD, sin embargo, no eleva a la categoría de herejes imprescindibles a este grupo; los tacha, más bien, de individuos con ansias infinitas de protagonismo y la única intención de hacer carrera a costa del partido. El malestar interno en UPD venía de largo, al menos desde principios de 2009. Diversos cuadros regionales del partido compartían la opinión de que en UPD faltaba democracia interna y comunicación horizontal, y sobraban decisiones unilaterales, ceses arbitrarios de militantes no afectos a la dirección y un estilo de gobernar no compatible con los valores de libertad, igualdad y transparencia que predica el partido.

Según Javier Carroquino , uno de los fundadores del partido, ex coordinador en Aragón y uno de los disidentes más activos de UPD, la chispa que llevó a los descontentos a actuar saltó cuando la dirección propuso un nuevo reglamento del Consejo de Dirección, el órgano que concentra la mayor parte del poder en el partido, formado por unas veinte personas. Afirma Carroquino que el nuevo reglamento imponía que la composición de este órgano se eligiera mediante una votación con listas cerradas, tomaba decisiones que le correspondían a la Asamblea General, formada por todos los miembros del partido, y convertía los órganos de control internos en “elementos decorativos”.

Tiempo

Dos largos años perdidos. Por Victoria Prego

La sentencia del Constitucional sobre el Estatuto de Cataluña no se ha empezado a preparar seriamente hasta hace un año. Desde julio de 2006, cuando el PP presentó ante el TC un recurso de inconstitucionalidad, hasta la primavera de 2008, el Estatut ha estado durmiendo el sueño de los justos en la sede del Alto Tribunal. Dos años y medio en barbecho.

Algunos magistrados como Vicente Conde insistieron machaconamente desde el comienzo en la urgencia de abordar lo que consideraban una cuestión de Estado de la máxima trascendencia. Pero durante 20 largos meses no se produjo ningún movimiento serio en esa dirección. Por entonces el «equilibrio» entre los calificados por la prensa como progresistas o conservadores era favorable a estos últimos después de que el TC hubiera aceptado recusar a Pablo Pérez Tremps y apartarlo de las deliberaciones.


Las frecuentes declaraciones que la presidenta del TC, María Emilia Casas, hacía en privado en esos años insistiendo en que el tema del Estatut era su prioridad e iba a ser abordado con la máxima urgencia no tienen absolutamente nada que ver con la realidad de los hechos. Ni en 2006 ni en todo 2007 se abordaron los recursos.

No fue hasta abril o mayo de 2008 cuando Casas dio por fin la orden de ponerse a trabajar de verdad en el tema. Para entonces la relación de fuerzas en el seno del tribunal se había equilibrado de nuevo, aunque por un trágico motivo: la muerte de Roberto García-Calvo -juez del Tribunal Supremo-, uno de los más radicales defensores de la tesis de que el Estatuto de Cataluña era inconstitucional en su espíritu y en su articulado.

A partir de mayo, pues, se cambian los ritmos, se pisa el acelerador y se encarga a varios letrados que se ponen a trabajar en un proyecto de sentencia. Elisa Pérez Vera es designada ponente y, por tanto, ella es la responsable de todos los proyectos, incluido este último que ha desatado la caja de los truenos y ha roto los delicados consensos trabajosamente tejidos en los últimos meses.

No podría decirse que Pérez Vera, acérrima defensora de la plena constitucionalidad del Estatut, esté entre los magistrados con más peso e influencia de los que componen el Constitucional. Mucho más prestigio y más peso, con enorme diferencia, tiene la propia presidenta, María Emilia Casas, a la que se considera inteligente y culta aunque, eso sí, muy poco dada a asumir un perfil rotundo en sus posiciones.

Casas quiere salir de este trance sin que se le pueda reprochar el haber influido descaradamente en el sentido de la sentencia. Por eso de ningún modo estará dispuesta a deshacer con su voto de calidad un hipotético empate entre quienes quieren endurecer la resolución de fondo y fijar con mayor claridad los preceptos inconstitucionales y quienes prefieren suavizar el fallo y garantizar las competencias del Estado sin hacerle sangre al Gobierno. Lo que sí es competencia suya, y por lo tanto su responsabilidad, es la administración de los tiempos y del ritmo del trabajo. Ella será quien diga cuándo se vota, pero no lo hará hasta que se asegure de que el panorama está claramente despejado. Y ya ha dicho que no tiene ninguna prisa.

Entre quienes suman hasta ahora los cinco votos favorables a la sentencia interpretativa que se estaba pergeñando, no todos están dispuestos sin embargo a comulgar con según qué ruedas de molino. Y, de entre ellos, el más sólido es Manuel Aragón, catedrático de Derecho Constitucional y reconocido como una de las mejores cabezas en su especialidad. Aragón, del que se habla como próximo presidente del TC, ha criticado ácidamente el tercer proyecto de sentencia y, junto a Pascual Sala, lo ha hecho tambalear hasta hacerlo inútil. El quinto voto en principio favorable a esta sentencia ambigua es el de Eugeni Gay, el único abogado, considerado por los defensores del Estatut como un voto seguro, aunque él lo discuta a veces.

En el lado contrario, y nulamente dispuesto a respaldar una resolución interpretativa ni manipulativa, lo cual significa que es uno de los cuatro votos negativos con que en principio podría salir la sentencia, está Javier Delgado, ex presidente del Supremo, y otra de las grandes cabezas jurídicas del Tribunal. A pesar de encontrarse enfermo, jamás ha faltado a los plenos en los que se ha discutido el Estatut y siempre ha mantenido la misma posición. Él, junto a Vicente Conde y a Jorge Rodríguez Zapata -ambos jueces del Supremo- quieren llevar al fallo y establecer en él con total claridad cuáles de los artículos han de ser declarados inconstitucionales.

Perteneciente también al sector conservador, el catedrático Guillermo Jiménez había suavizado su posición y estaba ya dispuesto a votar a favor de una sentencia que, aunque disimulada en las formas, garantizara la plena protección de los intereses del Estado. Un poco más atrás, pero en la misma línea, se había situado Ramón Rodríguez Arribas, así que María Emilia Casas acariciaba ya una sentencia claramente favorable al Estatut aunque escondiera grandes dosis de truco. Ahora la ponente tiene que volver a empezar. Pero ya no es tan seguro que los votos sigan estando en el mismo lugar en el que estaban.

El Mundo - Opinión

El nuevo embajador USA. Por José María Carrascal

QUE España sigue siendo un país de segunda categoría para Estados Unidos lo demuestra el embajador que Obama ha elegido para representar a su país en el nuestro: Alan D. Solomont, un magnate financiero de Boston, auténtico genio recaudando fondos electorales, que consiguió 800.000 dólares para la campaña del actual presidente norteamericano. Es como suelen pagarse estos favores: una embajada cómoda en un país agradable. Los diplomáticos tienen una palabra para estos puestos: embajada «balneario». Prestigio, descanso, facilidades y el título de embajador para toda la vida. En las capitales de las grandes potencias amigas -Londres, París, Berlín-, se necesitan pesos pesados de la política o la diplomacia, ya que los asuntos a tratar, por mucha amistad que haya, requieren tanto tacto como experiencia política. Pero las de segundo rango vienen de perlas para este tipo de embajadores, que unas veces salen bien y otras no tanto, pues los elegidos no suelen tener idea del país al que van destinados e incluso alguno ha tenido problemas en localizarlo en el mapa durante la comparecencia que está obligado a hacer ante el Senado, para que le dé su visto bueno. Excusado decir que la inmensa mayoría no habla la lengua del mismo. Pero si en los viejos balnearios, con saber francés bastaba, en las embajadas actuales, con saber inglés es suficiente, aunque a veces no se sepa mucho más, como ocurre a los «embajadores» de la Generalitat catalana. Pero ésa es otra historia. ¿O es, en el fondo, la misma?

Pudo, sin embargo, ser peor. Que nos enviasen un experto del Departamento de Estado en situaciones conflictivas, por ejemplo, lo que significaría que la Administración Obama pronosticaba tiempos difíciles para España. O a un jefazo de la CIA, señal de que éramos sospechosos de narcotráfico, terrorismo o algo peor. Pero no, todo apunta que para el Washington de Obama España no es Afganistán, ni Irak, ni Irán, ni Rusia, ni Venezuela ni ninguno de los quebraderos de cabeza -algunos, al pie de la letra- que tiene mundo adelante. Más bien nos ve como un lugar placentero y tranquilo, donde nunca pasa nada. Esperemos que no se equivoque porque en España nunca pasa nada, hasta que pasa todo de repente.

E incluso el hecho de que Mr. Alan D. Solomont, aparte de ser un mago en recaudar fondos, sea también un filántropo, fundador de una empresa asistencial de la tercera edad, el ADS Group, y actualmente consejero delegado de Solomont Bailis Ventures, dedicada a la atención de los jubilados norteamericanos con pocos medios, puede venirnos muy bien, ya que las perspectivas de nuestros jubilados no son precisamente brillantes, tras los palos que el gobierno Zapatero viene dando a las arcas públicas, donde, a este paso, pronto empezará a haber telarañas.

ABC - Opinión

El partido lo gana Zapatero... de momento. Por Fernando Jáuregui

La semana que concluye ha sido verdaderamente de infarto, tanto para Zapatero como para Rajoy, los dos grandes protagonistas del circo político nacional. Pero, si hubiese de poner calificaciones a estos penúltimos exámenes de junio, y atendiendo exclusivamente a los resultados, yo estaría a punto de aprobar a ZP y a punto de suspender a MR. Quizá apenas porque a uno le han salido, de momento, las cosas bien y al otro, por ahora, le están saliendo bastante mal.

A Zapatero le ha salido bastante bien, por ejemplo, lo de la financiación autonómica. Nadie ha votado "no", puesto que de recibir dinero se trataba, y, curiosamente, los "populares" no han exigido demasiadas explicaciones acerca de cómo se ha hecho el reparto, que tanto ha beneficiado a catalanes y andaluces, ni se han preguntado por qué la suma de las previsiones de cada autonomía sobre lo que van a recibir asciende a casi catorce mil millones de euros, cuando lo presupuestado eran once mil. Yo diría que, acuciado entre las exigencias de sus "barones" y la conveniencia de salir a la palestra a denunciar las incoherencias y silencios cómplices del Gobierno en el proceso, Rajoy eligió lo primero: tener al menos semicontentos a sus líderes autonómicos, que han tenido que justificar con diversas acrobacias dialécticas por qué se han abstenido tras una negociación que adquirió tintes surrealistas -justamente denunciados-- y mereció el calificativo de "subasta" por parte del mismo Rajoy.

Lo que cuenta en política es, para bien a para mal, el resultado, y ya digo: Zapatero y su vicepresidenta segunda, Elena Salgado, que ha actuado con enorme eficacia y con métodos expeditivos, han logrado que diez autonomías dijeran "sí" a su proyecto de financiación autonómica, y las restantes se abstuviesen. Ni un presidente autonómico se atrevió a votar "no", pese al ruido previo que muchos hicieron y a las justas dudas expresadas por los medios acerca de la procedencia del dinero que ahora se va a repartir y también acerca de los muchos silencios oficiales que se han impuesto en este tema. Chitón, y todos, especialmente ZP, felices. Uno-cero en contra de Rajoy.

Mientras, el presidente del PP ha tenido que ir sorteando a los micrófonos que le preguntaban por Bárcenas, por Camps, por el "caso Gürtel" en general. No puede dar un paso sin tener que huir de los chicos de la prensa. En el PP no encuentran una respuesta adecuada para el asunto del tesorero del partido, que esta semana que empieza tendrá que declarar en el Supremo, ni para el del presidente de la Generalitat valenciana, que es cuestión diferente, pero poco agradable para la marcha hacia La Moncloa del principal partido de oposición.

Por su parte, Zapatero ve cómo el "affaire Alberto Saiz", el ex director del Centro Nacional de Inteligencia cuyo procesamiento pide el PP, ha quedado relegado a las páginas pares de los periódicos y a mínimos titulares: episodio parece que concluido. Así que ZP se prepara para protagonizar dos nutridas conferencias de prensa, la primera este viernes en Mallorca y la segunda, la de fin de curso en La Moncloa el último día del mes, en las que podrá destacar sus logros: la financiación autonómica, el inicio del diálogo social, que Obama le haya invitado a la "cumbre" del G-20 en Pittsburg/Pensilvana, que Montilla haya acudido a Madrid para dedicarle una de sus infrecuentes sonrisas en plan reconciliación -faltaría más-- Rajoy, mientras, ya digo: escapando como puede de los micros. Dos a cero.

Claro que el partido está apenas concluyendo el primer tiempo. Queda mucho hasta el final y me parece que el mayor desgaste, porque es quien está tomando la iniciativa y corriendo más por el campo, lo está soportando Zapatero. Rajoy no está noqueado: está, pienso, replegado. Cree, no sé por qué, que sus problemas se solucionarán solamente con el paso del tiempo, sin tomar ninguna medida. Está feliz porque las encuestas dicen que, si hubiese ahora elecciones, el PP las ganaría, aunque raspando y mostrando la figura del jefe de la oposición una muy escasa aceptación -o, más bien, un escaso entusiasmo por parte del electorado. Parece, no obstante, que con esto le basta. Como si sus mensajes sobre las incoherencias, el juego marrullero, las improvisaciones y las trampas del Gobierno llegasen a todos sin interferencias -y sin preguntas molestas de los periodistas-- y fuesen suficientes para llegar hasta La Moncloa. Yo no soy entrenador de fútbol, y entiendo poco del asunto, pero siempre he oído que los partidos se ganan cuando sales a ganarlos, con hambre de balón y a la ofensiva, no a la defensiva, que es donde MR, en estos primeros cuarenta y cinco minutos, se ha situado. Y encima, insultando al árbitro, que siempre, ya se sabe, es casero y está con el equipo que gana.

Periodista Digital - Opinión

¿Cuántos para él? . Por Alfonso Ussía

Carod-Rovira es un carísimo pájaro migratorio. En sus constantes vuelos le caen de las plumas millones de euros que se derrochan por nada.

De esos más de cuatro mil millones de euros -cuarenta veces lo entregado a Cantabria-, que se lleva Cataluña en el reparto adicional, ¿cuántos millones irán a parar a Carod-Rovira, sus embajaditas, sus viajes, sus regalos y sus croquetas? Lo decía el pasado jueves Antonio Mingote en su obra de arte de «Abc». El dinero de los españoles para unos nacionalistas catalanes que no quieren ser españoles. Más o menos.


Sucede que si ese dinero se emplea en infraestructuras, hospitales, ayudas a las empresas y demás acciones lógicas y correctas, sólo podríamos hablar de agravio comparativo entre Cataluña y el resto de las autonomías. Pero hay más. Esas infraestructuras, hospitales, ayudas y demás acciones lógicas y correctas suelen correr a cuenta del Estado, y una buena parte de las canonjías que percibe el Gobierno de la Generalidad se destina a las mamarrachadas de Carod-Rovira, que parece estar harto de Cataluña, porque siempre se halla ausente inaugurando chiringuitos con pretensión diplomática que no sólo pagan injustamente los catalanes, sino todos los españoles, aunque en esos chiringuitos no nos representen. Carod-Rovira es, en efecto, un carísimo pájaro migratorio. En sus constantes vuelos le caen de las plumas millones de euros que se derrochan por nada. Los ánsares vuelan en otoño de los fríos rusos a las tibias costas de España. Los más decididos y en número más grande, alcanzan el paraíso de Doñana. Cuando llega la primavera y se marchan -muchos restan aquí para siempre-, de África nos visitan las golondrinas, los abejarucos, las oropéndolas y las cigüeñas, entre otras especies. Los cielos son un constante ir y venir de aves migratorias que no descansan hasta que llegan a su objetivo. Pero es un destino establecido por la naturaleza, que no cambia ni se somete al capricho, y para colmo de bienes, gratuito. Nos regalan su belleza y su presencia sin quitarnos ni un euro del bolsillo. Y no es regalo cómodo. Volar ininterrumpidamente durante días y días con sus noches y noches, no está al alcance de cualquiera. Si Carod-Rovira, para malgastar el dinero de todos los españoles tuviera que dar tres golpes de alerón, no se movía de Barcelona. Él viaja en otros pájaros. Y en primera clase, con un séquito de hortera árabe, la bolsa rebosada de euros que no le pertenecen y la lengua siempre dispuesta para denostar a la nación y a los ciudadanos que le proporcionan, por obligación que no por gusto, el oro que derrocha. Un pájaro de cuentas que se aprovecha de otros pájaros de iguales cuentas que le dan el dinero sin consultar a los contribuyentes. Para ti, todo, para los demás, mucho menos, y para algunos, lo que sobre. Que así ha salido Cantabria, señor Revilla, que a este paso, o se esmera más en las anchoas, o en lugar de recibir lo que le corresponde, va a tener que dar lo que no tiene. Ocurre que en Cantabria no hay violencia nacionalista, ni victimismo, ni coacción racista ni posibilidad de atemorizar a un Gobierno de España caprichoso y pusilánime. El dinero, para el pájaro migratorio a cuenta ajena. El día que los jueces se atrevan a levantar las alfombras de determinadas autonomías privilegiadas nos llevaremos un buen susto. Pero pelillos a la mar. Todo habrá pasado y los derrochadores del dinero público se irán de rositas. Como este Carod-Rovira, el pájaro migratorio, que dilapida el dinero de España para negarla y envilecerla.

La Razón - Opinión

Petulancia de Zapatero, desazón de Aguirre

AUNQUE NADIE se había dado cuenta, España acaba de iniciar una nueva era en su historia: nada menos que la del «verdadero Estado de las autonomías». Eso, claro, si hemos de creer al presidente del Gobierno, quien ayer no tuvo empacho en jactarse además de haber logrado «vertebrar España» gracias al nuevo modelo de financiación autonómica. Zapatero entonó las bondades del recién aprobado sistema en el Consejo Territorial del PSOE, rodeado por todos los barones, que se limitaron a aplaudir sin el mínimo atisbo de crítica, incluidos los presidentes autonómicos a los que poco o nada les gusta este modelo por lo perjudicial que resulta para sus comunidades. El cierre de filas supone, por tanto, la reedición de tiempos no tan lejanos del partido en los que, como decía Alfonso Guerra, «quien se mueve, no sale en la foto». En el PP, la pesada digestión de lo acontecido en el Consejo de Política Fiscal y Financiera todavía dura. Esperanza Aguirre no puede ser más clara en la entrevista que hoy publicamos. «Pienso que el PP debería haber votado en contra de este sistema, por lo que dijo Rajoy: es una chapuza, insolidario y perjudicial para los españoles». La presidenta de Madrid muestra su desazón por la imagen que ha dado el partido y admite que se abstuvo por lealtad a las indicaciones de la dirección. Eso sí, advierte que habría que preguntar a Javier Arenas por qué se optó por actuar así. Lo cierto es que fue una decisión inexplicable y equivocada. Primero, porque ninguna comunidad hubiera perdido los fondos del sistema si votaba en contra, ya que hay por delante 6 meses para acogerse al mismo. Y, sobre todo, porque esa especie de sí pero no, supone ponerle muy fácil la crítica al PSOE, que siempre podrá argumentar que el PP no tiene las cosas claras en un asunto de Estado como es éste.

El Mundo - Editorial

Correa, las FARC y el turbio rastro del chavismo

«El gobierno de Zapatero, uno de los más veloces en retirar a su embajador en Honduras, tal vez podría hacer un gesto similar en el caso de Ecuador, si es que quiere seguir blasonando de defensor de la democracia y enemigo del terrorismo.»

Honduras está dando una lección al mundo de cómo un pequeño país se niega a someterse al dictado de un peligroso totalitario, por más que la denominada "comunidad internacional" siga decidida a no identificar a los verdaderos golpistas, que no son otros que el depuesto presidente Manuel Zelaya y, en un plano superior, Hugo Chávez, su patrón político y financiero.


Pero si hay un ejemplo de país hispanoamericano que lucha por la dignidad y la libertad de todos sus ciudadanos, éste es sin duda Colombia. Situado entre Ecuador y Venezuela, los dos principales polos de desestabilización de la región, Colombia padece desde hace décadas la presión terrorista de las FARC, un grupo de orientación marxista fuertemente armado, que ha hecho del asesinato, el secuestro y el narcotráfico su modo de vida.

A la evidencia de los vínculos entre los gobiernos "bolivarianos" y los terroristas de las FARC, notorios en lo que se refiere a la coincidencia de sus objetivos políticos, esta semana se suma la constatación de que las relaciones entre ambos van mucho más allá. La fiscalía colombiana tiene en su poder documentos que probarían que las FARC financiaron la campaña electoral de Rafaél Correa, entre ellos un vídeo encontrado en el ordenador de Raúl Reyes, líder terrorista abatido por el ejército colombiano en su ataque a un campamento situado en Ecuador en marzo del año pasado, que confirma la entrega de dinero a los emisarios del presidente ecuatoriano.

No se trataría ya únicamente de la acusación de la fiscalía de otro país, sino del reconocimiento por parte de uno de los protagonistas de que el presidente de Ecuador ha recibido dinero de un grupo terrorista. La patética reacción del presidente Correa, negando la evidencia y calificando la incontestable prueba gráfica de sus vínculos con los terroristas de las FARC como "una arremetida de la derecha" con el objetivo de "desestabilizar a los gobiernos progresistas de la región", es la típica reacción de un político populista que elude sus responsabilidades e intenta situar el foco de atención en una imaginaria conjura exterior.

Las investigaciones de las autoridades colombianas y las pruebas halladas hasta el momento de la colaboración de las FARC con el partido político del presidente ecuatoriano, debieran tener también una respuesta adecuada por parte de la "comunidad internacional". El gobierno de Zapatero, uno de los más veloces en retirar a su embajador en Honduras, tal vez podría hacer también en este caso un gesto, aunque fuera simbólico, si es que quiere seguir blasonando de defensor de la democracia y enemigo del terrorismo. En caso contrario, constataríamos una vez más que la política exterior de Zapatero y Moratinos no se inspira en los grandes principios enarbolados en sus discursos, sino simple y llanamente en el sectarismo ideológico tan común en la izquierda de todas las latitudes.



Libertad Digital - Editorial

Zapatero y la España insolidaria

RODRÍGUEZ Zapatero, quien ayer se permitió el lujo de afirmar que el nuevo modelo de financiación configura el auténtico Estado de las autonomías, identifica la política con una operación permanente de imagen, de tal manera que su objetivo consiste siempre en «vender» un producto mediático sin que los ciudadanos sepan con claridad cuál es su contenido. Esta vez se trata de la financiación autonómica, un acuerdo injusto a todas luces que altera sin reparos el principio constitucional de solidaridad para beneficio exclusivo del PSOE y sus necesidades coyunturales de apoyos parlamentarios. Después de sacar adelante la negociación inicial, todo se traduce en abrazos, parabienes e imágenes optimistas de cara a la galería, como refleja la reunión que mantuvo ayer Zapatero con los «barones» regionales. La satisfacción del tripartito catalán tiene cierta lógica, al menos desde una perspectiva particularista, y lo mismo cabe decir -en otro nivel- del socialismo andaluz, oportunamente utilizado para que Manuel Chaves reciba un apoyo político del que anda muy escaso en los últimos tiempos. En cuanto a los demás «barones» territoriales del PSOE, es evidente que hay mucha sonrisa desganada y muchos abrazos de compromiso porque todos ellos son conscientes de que su región se sitúa a la hora de la verdad en el bando de los perdedores. Ferraz acusa a los populares de centralismo y sumisión a los criterios del aparato de Génova, pero antes de hablar algunos líderes deberían mirar en su propia casa y escuchar lo que se dice por los pasillos sobre la «generosidad» del presidente del Gobierno hacia los compañeros y socios catalanes.

El ridículo debate sobre una imaginaria «catalanofobia» y otras fobias regionales refleja el absurdo que supone esta especie de guerra de todos contra todos desatada por Zapatero y cuyo origen directo e inmediato es la financiación privilegiada que establece el Estatuto catalán. Mientras tanto, la vicepresidenta Elena Salgado ha intentado negociar hasta el final con las comunidades gobernadas por el PP en un esfuerzo por abrir una brecha en el mensaje conjunto de todos sus líderes a cambio de ventajas particulares. El interés general es algo más que la yuxtaposición del interés egoísta de unos y de otros, porque exige que los problemas se enfoquen con sentido de Estado y al servicio de todos los ciudadanos. No es éste el caso, como es notorio, porque aquí prima el egoísmo de unos y el oportunismo de otros, por mucho que luego los «barones» socialistas hayan cerrado filas para aparentar en público una satisfacción que no es unánime ni mucho menos.

Mientras llega la sentencia del Tribunal Constitucional -ya superada, a estas alturas, por el desarrollo estatutario- se consolidan los efectos de la mutación del modelo territorial. El presidente del Gobierno ha eludido la reforma formal de la Constitución, pero este sistema de financiación autonómica quiebra las reglas que sustentan un Estado basado en los principios de unidad y autonomía, donde no hay lugar para el ventajismo insolidario. Las reuniones autocomplacientes y las declaraciones a mayor gloria del líder, sólo reflejan la debilidad de unos dirigentes regionales que son incapaces de plantar cara a sus jefes en Ferraz y en La Moncloa. Es probable que lleguen nuevas ofertas particularistas en los próximos días para abrir brecha en la respuesta homogénea de los populares. Frente a ello, es imprescindible que el PP mantenga la defensa sin fisuras de la Constitución y su modelo territorial.

ABC - Editorial