domingo, 25 de enero de 2009

Nieve en los desérticos Emiratos Arabes Unidos

Unos 20 cm de nieve cubrían este fin de semana una montaña de los Emiratos Árabes Unidos, un fenómeno muy poco habitual en este desértico país del Golfo, informó el domingo la prensa local.

La montaña de Al Jees, con una altitud de 1. 737 metros, situada 25 kilómetros al noreste de la ciudad de Ras al Jamiah (norte), amaneció cubierta con una capa de 20 centímetros de nieve, informó la agencia de noticias oficial WAM.

Según la población, este fenónemo es tan poco habitual que en el dialecto local no existe una palabra para designar la nieve, señalaba el diario en inglés The National.
"Hace unos años hubo otra pequeña nevada en la montaña, sin embargo es la primera vez que aparece toda cubierta de nieve", afirmó WAM.


ABC

Reformas y azucarillos. Por Germán Yanke

Para describir lo que está pasando podemos imaginar cualquier imagen o metáfora con la única exigencia de que sea absurda. Por ejemplo, un equipo de fútbol en el que sus dirigentes y jugadores se pasen el día perorando sobre la posibilidad de que los comentaristas acierten o se equivoquen sobre el pronóstico del próximo partido, ¿Preparan una estrategia? No, no hay tiempo, están todo el día diciendo que los agoreros puede que no acierten, enarbolaando -con gran dedicación a los archivos y las estadísticas- los resultados de antiguas ligas y explicando que, aunque hayan perdido los últimos partidos y vaya a ocurrir lo mismo en el próximo, no tiene por qué seguir pasando en los siguientes. Añadamos asimismo que, para dar un toque cosmopolita al asunto, recuerdan con oportunidad o sin ella que también el Manchester perdió el mes pasado y que, en el fondo, ellos quieren jugar como el Inter. ¿Se entrenan? No hay tiempo, caramba, teniendo que responder a tanto teórico dando malas noticias.

En esas estamos. El debate sobre las medidas y los planes para combatir -o paliar al menos- la crisis parece haberse convertido en una cuestión de medición de los guarismos que la certifican. Si ya empezó peleándose entre unos y otros por si la crisis existía, ahora se trata de determinar hasta qué punto nos afecta. No es cuestión baladí tener un buen diagnóstico y, seguramente, la inoperancia del Gobierno tiene bastante que ver con la ocultación de la realidad primero y con la necesidad táctica de compensar ahora la evidencia de los datos edulcorándolos de algún modo. O de todos los modos imaginados. Si no había crisis, ¿por qué tomar las medidas que se demandaban? Eran, según este criterio, argucias electorales. Si aparecía la crisis pero sólo era importada, ajena a nuestro sistema económico, ¿por qué ir más allá de las medidas de contención que, además, suponían un gasto público imponente? Pedirlo era aprovechar políticamente unas dificultades de las que el Gobierno ni nadie en España tenían culpa. Y ahora que todos los ratios se desmoronan, ¿por qué la pretensión de modificar radicalmente importantes elementos de nuestra estructura económica que han venido demostrando su fortaleza? A los agoreros se les ve la mala intención, parecen decir.

Pero, sin embargo, sólo lo que se reconoce exige ya una determinación que se echa de menos. No basta, desde luego, con la retórica, el uso del déficit como único recurso y la petición reiterada de que se consuman productos españoles. Es como, sin estrategia ni entrenamiento, pedir como único recurso que la afición llene el estadio y anime a pleno pulmón.

Convendría preguntar por qué motivo es preciso reclamar el consumo de productos españoles. ¿Los ciudadanos son unos «snobs» que prefieren cualquier producto extranjero a los españoles, mejores y más baratos? No parece que sea la conclusión exacta de lo que pasa. ¿Alguien cree, por otro lado, que el modo de combatir la crisis es comprar objetos más caros o peores porque -o aunque- sean españoles?

Lo que todo esto revela es que uno de los graves problemas de nuestra economía, que no es precisamente importado, es la falta de competitividad para conseguir que un número cada vez mayor de españoles y no españoles compren los productos elaborados en nuestro país. No es, desde luego, un problema de falta de dedicación, ni de imaginación, ni de espíritu emprendedor. Es, sencillamente, que los dedicados e imaginativos emprendedores tienen que moverse en un sistema que no facilita como debiera la competitividad.

En el reciente encuentro entre dirigentes socialistas y la representación de los empresarios españoles parece que hubo un entendimiento suficiente acerca de las reformas estructurales precisas. Si es así, se puede recordar el lema del reloj de una famosa torre suiza: «Es más tarde de lo que piensas». Hasta el momento no se ha hecho, por no asumir el coste inmediato y el esfuerzo debido. Los planes puestos en marcha, costosísimos pero insuficientes, ya se han disuelto como un azucarillo.

ABC - Opinión

Una de panchitos, por Arturo Pérez-Reverte

Cada vez que voy al Museo Naval paso junto al cuartel general de la Armada, donde están los infantes de marina, vestidos con uniforme de camuflaje, siempre son tipos con cara de indio. Eso me dispara la sonrisa cómplice, recordándome Nicaragua y El Salvador, cuando fulanos idénticos a éstos, con uniformes parecidos, se daban estopa con valor y crueldad inauditos. A pesar de las apariencias, esos tíos bajitos con cara de llamarse Atahualpa son extraordinarios soldados, bravos hasta lo increíble, duros y orgullosos de cojones. Lo que pasa es que como son chiquitos y con ese hablar suave, despistan. Sobre todo si van en moto de mensaka con el casco a lo Pericles, o pasean el domingo con la familia por el parque del Oeste. El golpe de vista engaña mucho. Pero quien sepa leer en los ojos de la gente, que los mire bien. Y si no, que lea a Bernal Díaz del Castillo.

Esto viene al hilo de una carta reciente. Comentando un artículo mío, en el que contaba cómo un comanche pasado de agua de fuego me llamó cabrón y del Pepé por llevar corbata, un lector torpe interpretando sujeto, verbo y predicado, concluye con la siguiente frase: “Hay que joderse con los panchitos”. Y para qué los voy a engañar. Ese equivocado compadreo me fastidia un poco. Sobre todo porque veo que mi comunicante no entendió una puta línea. Así que voy a intentar explicarlo algo más claro.

En mi opinión, si alguien tiene derecho a estar en España –lo tiene, claro, mucha otra gente- son los emigrantes hispanoamericanos, sean mestizos o indios como la madre que los parió. Porque son nuestros, o sea. Somos nosotros. Me troncho cuando aquí decimos que, a diferencia de los anglosajones, los españoles no exterminaron indígenas y se mezclaron con ellos. Cuando lees la letra pequeña de las relaciones de Indias, adviertes que los españoles –mis abuelos se quedaron aquí, ojo- fueron a America a buscar oro y a calzarse indias. Y si no exterminaron a los indios fue porque necesitaban esclavos para las minas y criados para las casas. A cambio, es cierto, los de allí obtuvieron una lengua hermosa y universal. Pero la pagaron cara, y la pagan, con la herencia de corrupción y desbarajuste que la estúpida y egoísta España dejó atrás. Cierto es que llevan doscientos años reventándose solos, sin nuestra ayuda. Pero nadie históricamente lúcido puede olvidar la culpa original. Una responsabilidad que, por otra parte, hace babear a políticos analfabetos y elementales ante golfos populistas que, bajo el poncho de la retórica, tomaron el relevo en el arte de chulear y estafar a su gente.

Ahora vienen, buscando futuro, al sitio natural donde los trae la lengua que se les dio y la religión que se les impuso. Vienen a donde tienen derecho a venir, trayendo sangre nueva, ilusión, capacidad de trabajo, idas y coraje, con la determinación de quien no tiene nada que perder. Llegan como carne de cañón, a comerse los más duros trabajos de esta España con la que soñaron. Su error es creer que llegan a Europa. A un sitio que imaginaban civilizado, culto, con políticos decentes y valores respetables. Pero encuentran lo que hay: demagogia, picaresca y poca gana de currar. Y además, la crisis. Así, en cuanto espabilan, algunos se españolizan. Aprenden a mimetizarse con el entorno, a esforzarse lo justo. A ser lo groseros que en su tierra no fueron nunca. A despreciar a estos españoles maleducados que tanto aire se dan pese a ser una puñetera mierda, incapaces de valorar lo que tienen y lo que podrían tener.

Descubren también la clave mágica española: el victimismo. Aprenden pronto a explotar la mala conciencia y lo políticamente correcto, a montar pajarracas sabiendo que nadie va a negarles, como a los moros y los negros, el derecho a exigir más incluso que los propios españoles. En todo caso se les dará, no por sus méritos de trabajo, educación o cultura, que a menudo los tienen sino por el qué dirán, por el no vayan a creer que soy racista, o lo que sea. Y a eso, algunos –no todos, pero no pocos- suman malas costumbres que traen de allí: la afición a ponerse hasta arriba de alcohol, a conducir mamado hasta las patas, y la tradicional bronca de fin de semana, tirando de arma blanca o de otro calibre; con ese orgullo valiente y peligroso del que hablaba antes, y que lo mismo puede ser una virtud que una desgracia cuando no se maneja con la cabeza. Y mientras, las autoridades que deberían acogerlos y educarlos, planificando para ellos una España futura, inevitable y necesaria, emplean su tiempo y nuestro dinero en contaminarlos de la sarna política al uso, abogada con la más infame demagogia. En atraerlos a su puerco negocio, halagándolos de forma bajuna y jugando con ellos al trile de los votos, sin que importen a nadie su pasado, su presente o su futuro. Haciendo lamentar a los lúcidos, que la suya sea el español y no otra lengua que les permita irse a otro país que de verdad sea Europa.

Arturo Pérez-Reverte
XL SEMANAL

Bernie Madoff y mi Nueva York. Por Barbara Probst Solomon

La operación de Bernie Madoff era la crónica de un delito anunciado. Una explosión repentina de dinero nuevo en una sociedad no sólo permite la aparición de nuevos peluqueros y restaurantes, sino también de nuevos delincuentes, y, cuando Madoff inventó la gestión electrónica de los traspasos de acciones, la producción industrial se consideraba un remanente sentimental de otra época y a nadie pareció llamarle la atención ni preocuparle que el desempleo se hubiera disparado en el Estado de Nueva York. Harry Markopolos, miembro de una firma financiera, curiosamente situada en Boston y no en Nueva York, advirtió en repetidas ocasiones a una SEC [la Comisión del Mercado de Valores de Estados Unidos] de ineficacia criminal de que Madoff estaba llevando a cabo "el mayor esquema de Ponzi del mundo". Una señal de alarma que deberían haber visto, y no vieron, los investigadores fue que la firma auditora de las actividades de Madoff no era una de las ocho grandes que suelen utilizarse, sino una pequeña oficina que habría encajado muy bien en la película Los productores, con Nathan Lane y Matthew Broderick. The Washington Post publicó informaciones que ponían en duda las actividades de Madoff. ¿Por qué nadie tomó medidas?

¿A quién interesaba desenmascarar a Madoff? No a la SEC, cuyos empleados, mal formados, confiaban quizá en obtener mejores trabajos con él. Ni a los responsables de los fondos alternativos, que podían ser considerados cómplices. Ni a un establishment amorfo, un sistema que quería que los buenos tiempos nunca se acabaran. Ni tampoco a las organizaciones benéficas, que quieren hacer buenas obras como sea y, cada vez más, se despreocupan por el origen del dinero.

No sé qué pasó con Madoff, pero mi propia experiencia de hace muchos años (una joven viuda cuya herencia disminuyó misteriosamente hasta alcanzar, como dijo un amigo, el valor de una bicicleta; mi novela Smart Hearts in the City estaba vagamente basada en el caso, que tardé años en ganar) me enseñó varias cosas sobre el dinero y el sistema. 1. No se descubre un delito de cuello blanco a base de hurgar en auditorías. Primero hay que estar convencido de que existe un delito y luego buscar las auditorías para comprobarlo, no al revés. 2. Es necesaria una gran motivación para soportar la humillación de que a uno le tomen por loco. 3. Lo más importante, hay que aprender a sortear los mecanismos del sistema (cualquier sistema). Los que denuncian cosas no le caen bien a nadie.

Madoff sabía que era fundamental que sus clientes se sintieran tan impresionados por su respetabilidad como por su habilidad con el dinero; era un sociópata que necesitaba engañar a la gente y ganar la partida. Sus víctimas consideraban que era una "suerte" que él las hubiera aceptado y los rechazados sentían que habían caído ignominiosamente en desgracia; ninguno de los dos grupos entendía que lo que le hacía falta a Madoff eran clientes que no necesitasen retirar fondos.

Todo esto habría dado muy buen material a un Balzac, un Proust y, por supuesto, un F. Scott Fitzgerald, pero los novelistas literarios contemporáneos, equivocadamente, no suelen preocuparse por cómo se gana la vida la gente. Y Madoff necesitaba un toque de misterio. El edificio Lipstick (así llamado por su forma ovalada, como de barra de labios), en el que Madoff tenía su despacho legítimo en un piso y su falsa oficina en otro, está fuera del circuito habitual y es un lugar en el que Madoff podía evitar a otros intermediarios y banqueros que observaran sus idas y venidas.

En su búsqueda de respetabilidad, Madoff se centró en la pequeña sinagoga ortodoxa de la Quinta Avenida a la altura de las calles sesenta y tantos. A diferencia del enorme y elegante Temple Emmanuel, constituido a mediados del siglo XIX por judíos alemanes que preferían una religión light, o la rígida sinagoga de españoles y portugueses, con sus profundas raíces históricas, o la amplia Sinagoga Central -con su vasta congregación y sus mujeres cantoras, dedicada al ecumenismo, la cultura, la música, etcétera-, todos ellos lugares llenos de individuos que tenían conexiones propias con Wall Street, la Sinagoga de la Quinta Avenida, más aislada, ofrecía a Madoff una oportunidad única para controlar su entorno. No tuvo que conquistar más a que a una sola persona, su presidente, el gestor de fondos alternativos Ezra Merkin, que, sin saberlo -o sin preocu-parse-, le abrió la puerta a las organizaciones benéficas judías a las que posteriormente robó.

Como el estafador que se casa con una mujer, le roba el dinero y luego le regala unas cuantas joyas compradas con el dinero robado, por las que ella, como tonta, le da las gracias, Madoff contribuyó a las grandes organizaciones benéficas judías con los fondos robados y, de esa forma, se situó como respetable líder de la comunidad.

Al meditar sobre estas revelaciones, recuerdo la época en la que discutía con mis abogados porque pensaba que había algo extraño en la auditoría que nos habían presentado tras la muerte de mi esposo: no podía dejar de mirar un paquete de acciones presuntamente sin valor que rendía 50 dólares cada trimestre. Lo examinaba una y otra vez, cada vez con más detalle. Hasta que resultó que no era un paquete de acciones, como insistían los brillantes abogados, sino una manzana de naves industriales (las naves industriales no son una cosa que se pueda hacer trocitos y enviar a las islas Caimán). Recuerdo el día en que encontré esas naves, el día en que me hice mayor. Mi marido, que era muy de izquierdas (más que yo), había demostrado excesiva ignorancia sobre nuestra fuente de ingresos.

El caso Madoff tiene demasiadas connotaciones. El dinero suscita, o demasiado temor y respeto por el mero hecho de ser dinero, con lo que implica -la autoridad-, o, en el otro extremo, la fe infantil que no necesita ninguna atención; y ambos extremos son muy típicos de Estados Unidos. En otras palabras, una receta perfecta para el desastre.

Barbara Probst Solomon es periodista y escritora estadounidense. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

El País - Opinión

Rajoy atrapado en su telaraña

«La reacción entre cómplice y pusilánime con el diario de Prisa de Alberto Ruiz Gallardón y del propio Mariano Rajoy muestra una vez más el espíritu cainita y anti-democrático que anida en la actual jefatura del PP.»

Si de algo carece nuestra democracia es libertad de expresión y debate de ideas en el seno de los partidos. El sistema electoral de listas cerradas y bloqueadas y una cultura política parroquial son los principales factores que inhiben la discusión entre dirigentes de una misma formación política. Sin embargo, una cosa es el debate y otra las contradicciones y la incapacidad para formular un proyecto claro y con una mínima coherencia interna. Si a lo anterior le sumamos el autoritarismo y la impotencia que exhiben a diario los actuales dirigentes del Partido Popular, la conclusión es que la situación actual del principal partido de oposición a Rodríguez Zapatero es francamente mejorable.


Sin embargo, es difícil imaginar una trance más grotesco y dañino para la credibilidad de un partido que aspira a gobernar que el espectáculo que algunos de sus dirigentes están ofreciendo a propósito del supuesto caso de espionaje revelado por un periodista del diario El País. La reacción entre cómplice y pusilánime con el diario de Prisa de Alberto Ruiz Gallardón y del propio Mariano Rajoy muestra una vez más el espíritu cainita y anti-democrático que anida en la actual jefatura del PP. Tras renunciar a ofrecer una alternativa al peor Gobierno de la historia reciente de nuestro país y temerosos de escuchar a sus bases, los partidarios del alcalde de Madrid se lanzan ahora a una operación contra Esperanza Aguirre que sólo cabe calificar de suicida.

Mientras tanto, algún medio de comunicación afín a Rajoy contribuye a la voladura interna del PP atacando de forma incomprensible y a veces absurda la candidatura de Jaime Mayor Oreja al Parlamento Europeo. Por alguna extraña razón, lo que en otros se silencia o se celebra como síntoma de moderación y centrismo se convierte en hipocresía e impostura aplicado a Mayor Oreja y a otros diputados españoles del Partido Popular Europeo. Más les valdría dedicar más papel a los abusos de la Generalidad de Cataluña y a los desmanes de los miembros del Ejecutivo central que al fomento de la confusión y el desaliento entre los votantes cuyos principios dicen defender.

Así las cosas, y en medio de esta chirriante jaula de grillos en que se ha convertido el PP, el partido ha celebrado un Foro Abierto con el objetivo de mejorar su presencia en Internet y ofrecer una imagen de cercanía con la sociedad. Sordos ante la exigencia de mayor rigor y firmeza frente al Gobierno socialista expresada por los participantes en el encuentro, Ruiz Gallardón y Mariano Rajoy han usado sus intervenciones para realizar un patético ejercicio de autocomplacencia. Así, que los mismos que condonan las operaciones de desprestigio contra sus propios compañeros apelen a la responsabilidad y al diálogo resulta cuando menos paradójico, si no simplemente despreciable.

Tras el congreso de Valencia, la nueva dirigencia del PP se dedicó a tejer una complicada tela de araña hecha de equívocos y mentiras a fin de neutralizar cualquier crítica a su gestión. Por desgracia, ellos han sido las primeras víctimas de su propia trampa. Cada vez son menos los dispuestos a rescatarlos.

Libertad Digital - Opinión

Io buy ser president. Por Yauma

Lluís foix va escriura un articul en La Vanguardia an data 13-9-07 fen ona reflexio sobra el nombra actual de presidents d`Catalunya y va arribar a le conclusio d`que in tenin tres presidents y mig, les mol hunorables Pujol, Maragall, Montilla i el señor Carod Rovira. Presidents que i pensan y actuan com tals.

An aquest pais qui no corra vola, i per aicho el mol hunurabla president Pujol esta prumucionan al seu fill Oriol com futur president de la Generalitat, diu que ies un gran patriota, fabulos traballador, i te condicions pulitiques inmillurablas per liderar la nacio hacia l`autonomia que ens cal, l`autonomia Portuguesa. Per cert TV3 i ha firmar un acord an la televisión pública portuguesa per produir un documental sobra 1.640 la data en que Catalunya i Portugal es van sublevar contra el malëit (maldito) Felip IV.


Arriban a aquest punt, yo vuldria pustularma com futur candidat a president de la generalitat, ies per aquest motiu que i fare cinc centims de curriculum impressindibla per puder axpirar a tan nobla cargo.

Un servidor es natural d`Torrecillas de la Tiesa, provìncia de Caceres, environada (comarca) de Trujillo. Ell cugnom del meu pobla de naixement, de la Tiesa, te ell seu origen en un fet fisiologit singular e insolit de les habitans barons de aquesta villa: La elevat producio interna de una substància química denominada Citrat d`Sildenafilo (vulgarment Viagra), estudis previs sobra ells cumpurtament de aquestas persones d`Torrecillas van ser mol utils per l`investigacio i popularisacio d`aquest milagros farmac. Y sembla ser que el citrac d`Sildenafilo actua similarment all alcaloide de ona plante uriginarie d´sudamerica la yohimbina aumentan lè vasodilataciò i estimulan les ganglis que controlen el tejill eréctil. Als mateix tem fa ona inhibisio forta d` la serotonine cuyo exces bluquea l`apetitu sexual.

Puser dispusar de aquesta virtud natural no tingui una maior impurtansia, i no as te que magnificar, pero un president com cal, per ser un bon gubernan ha de estar realment relajat sensa prublemes d´ abstinencia i dispusat en cualsevol mument a demustrar qui ies d`confianza per la bona marcha dell pais. Mireus l`ejemple del expresident norteamerica Clinton y tambe el seu sucesor, ell señor Bush i cumpareus.

Un servidor a diferensia de Uriol Pujol, no ies on bon patriota , pusiblement, io ,sigui un mal espayol i piyor catala, pero tutom tenin deret a gaudir, fruir (difrutar) d´ ell ejercisi dell puder i teoricamen un servidor te las mateixas pusibilitast que cualsevol catala de origen o nouvingut, a mes a mes, con Vustes podan cumprubar dumino la llengua dell pais mol millor que el seyor Muntilla, i aicho te ell seu merit.

La gen d`ERC diu que volen crear espais de suberania desde el Guvern Muntilla. Io vuldria dir que cuan arrivi al puder lo mes urgent que fare i sera cumprarme ona bona finca a Tordecillas, pusar al fron de la matecha a un testaferru i dedicarla a la cria dell Brau.

A Deu si Aus.

El blog de Yauma