viernes, 6 de febrero de 2009

Solbes reaparece para aclarar: "Soy muy paciente, muy tranquilo"

Le llaman el desaparecido. Han salido cifras de paro, más datos negros de la economía española y él, en su cueva sin dar la cara. El vicepresidente Pedro Solbes ha reaparecido este jueves para aprovechar y darle un revés a su enemigo en el Gobierno, Miguel Sebastián: "Soy un hombre muy paciente, muy tranquilo". Una aclaración de uno de los responsables máximos del desastre, por si a alguien le quedaba alguna duda.

El vicepresidente del Gobierno y ministro de Economía, Pedro Solbes, dijo en Londres ser «muy paciente» con los bancos, ante las restricciones que éstos están aplicando en la concesión de créditos a pesar de las ayudas acordadas desde el Ejecutivo.


Solbes contradijo así al titular de Industria, Miguel Sebastián, quien había indicado que al Gobierno «se le está acabando la paciencia con los bancos». Con ello se alineó con el vicesecretario general del PSOE, José Blanco, quien ya había respondido a Sebastián que la paciencia gubernamental es «ilimitada».

Solbes se ha entrevistado este jueves en Londres con el ministro británico del Tesoro, Alistair Darling, con el objeto de lograr un mayor compromiso del Reino Unido sobre la participación de España en la cumbre del G-20 que se celebrará en abril en Londres. Solbes indicó que la presencia de España está garantizada en la cumbre de jefes de Gobierno, pero no existen plenas garantías de su inclusión en las reuniones preparatorias.

Libertad Digital

Sindi... ¿qué?. Por Alfonso Ussía

No puedo, y al no poder, no debo presumir de sindicalista. Las centrales sindicales y yo no hemos sido preparados para amarnos mutuamente. Pero una cosa es el amor y otra muy diferente el respeto, y mi respeto por el sindicalismo es tan verídico como razonable. Las grandes centrales sindicales representan a centenares de miles de trabajadores, afiliados o no, y por ello el respeto es más obligatorio que cortés. Los respetos por mera cortesía no son profundos. Pero debo reconocer que en los últimos tiempos mi respeto ha menguado, no por mi estado de ánimo o actitud, sino por la mansedumbre política de unos sindicatos que lo único que han hecho para protestar por los tres millones de parados que ha creado el Gobierno socialista de Zapatero ha sido ponerse un pañuelo palestino, defender a los terroristas de Hamas y gritar a coro que Israel es un Estado asesino, cuando es el único democrático del Oriente Medio.

Se usa frecuentemente el adjetivo «desproporcionado» cuando la progresía se refiere a las respuestas militares de Israel a los ataques del terrorismo. Zapatero ha caído en el lugar común y también ha acusado a Israel de responder de manera «desproporcionada» a los proyectiles de Hamas. Cuando se establece con tanta seguridad lo que es una desproporción, se da por hecho que se sabe en qué consiste la proporción. Por ello, haría muy bien Zapatero en explicar al Gobierno de Israel cuáles son los límites que la proporción aprueba y la desproporción demanda para responder a los ataques de Hamas, que no ha quedado muy bien después de que varias organizaciones palestinas hayan denunciado a sus dirigentes de utilizar a niños como escudos humanos. No obstante, y para no engañar, el primer ministro de Israel, Ehud Olmert, ya ha avisado que si Hamas insiste en lanzar cohetes contra el sur de Israel, responderá a los ataques de forma «desproporcionada», entre otros motivos, porque nadie le ha explicado cuál es el límite de lo proporcionado.
A mí, sencillo español de la calle, se me antoja más desproporcionado que un juez español empapele a siete militares israelitas por una acción militar ocurrida hace siete años y a miles de kilómetros de España, que la respuesta, proporcionada o no, de un Estado a un sistemático y perfectamente organizado ataque terrorista. Pero no es fácil derrotar a la demagogia, y si la retroprogresía española ha dictado sentencia, todos los que defendamos el derecho a la defensa de Israel seremos unos pro-semitas desproporcionados. Cuento con ello. Con lo que no contaba es con la desproporción de la respuesta sindical española a los tres millones de parados, que se ha centrado exclusivamente en una manifestación a favor de Hamas y en contra de Israel, cuando lo lógico es que la protesta se reúna en torno a la crisis galopante, las medidas inadecuadas que está adoptando el Gobierno socialista de España para superarla, la pérdida diaria de miles de puestos de trabajo y la propia inacción sindicalista, sometida a la afinidad ideológica con los que gobiernan. Al Partido Popular le crece la cifra del paro hasta los tres millones, y aquí arde Troya.
Y no a favor de Hamas y en contra de Israel. Ésas son excusas de saltimbanquis. Hay que ser más serios.

La Razón - Opinión

Izquizofrenia. Por Juan Carlos Girauta

Electorado del PP

«Una abismal diferencia en tragaderas separa a los dos grandes electorados españoles. Con el PSOE están los suyos (hemerotecas cantan) así roben y maten. Por el contrario, a un significativo segmento de votantes populares no le gustan nada las bromitas.»

En tanto que las divisiones internas enconan, despistan y desgarran al PP, disensiones socialistas como la bancaria refuerzan al PSOE y al Gobierno al multiplicar su presencia en los mapas de posicionamiento. El PSOE es radical y moderado, de orden y antisistema, quiere premiar a la banca y quiere castigarla, la entiende y no la entiende, despliega con ella toda la paciencia y al tiempo tal paciencia se ha agotado, está por nacionalizarla y por entregarse a ella cual frágil doncella dispuesta a dejar de serlo. El PSOE es Gobierno y oposición, guiña un ojo a Botín y otro a los destetados del crédito, lo que provoca en Rodríguez un parpadeo preocupante.


Nada similar lograría el PP por mucha voluntad que le pusiera a la esquizofrenia bancaria. Una abismal diferencia en tragaderas separa a los dos grandes electorados españoles. Con el PSOE están los suyos (hemerotecas cantan) así roben y maten. Por el contrario, a un significativo segmento de votantes populares (digamos un 20 o 25%) no le gustan nada las bromitas y a la primara contradicción de sus representantes tuerce el gesto. Esta desventaja (que es en realidad una superioridad de la derecha se mire como se mire) indigna a don Mariano, impulsor de los congresos de maniquíes: está por la inmovilidad, sería un buen líder del sector de los congelados. Ni Findus ni La Sirena: Rajoy congela mejor. Te sirve unos grupos parlamentarios, nacionales, autonómicos y europeos, que ríete tú de los bacalaos de Islandia. Pero tal efecto glacial e inmovilizante se obtiene con los asalariados. No funciona con la militancia, propensa a agitarse hasta a darle un coletazo al gallego al modo de ese spot que castiga a los manirrotos. ¿Acaso no ha malgastado todo lo que sus siglas tuvieron de valioso?

Con qué envidia mira el PP a la España progre, impertérrita ante toda incoherencia. Qué estupor al ver procesar al pueblo llano las contradictorias instrucciones del partido de sus entretelas:

– ¿Banqueros? ¡A la cárcel con ellos!
– Y eso que son unos sacrificados.
– No te digo... Se merecen un premio.
– Eso sí, nos están agotando la paciencia.
– Habría que entrar a saco en sus cajas fuertes y darle su dinero al pueblo.
– ¡Ahí, ahí! Pero sin dejar de sanear sus cuentas, pues sin ellos se cae el sistema.
– Son fundamentales, los bellacos.
– Son unos bribones, nuestros benefactores.

Libertad Digital - Opinión

El enemigo interminable. Por Carlos Herrera

ESTE Gobierno necesita, definitivamente, hacer política contra alguien. Se trata de ocupar todos los espacios, los de acción y los de reacción, los de gobernación y los de oposición, los de agua fría y los de agua caliente. En cualquier país medianamente serio se calificaría como confusa esa estrategia. En España es pan nuestro de cada día. Presidir un gobierno contradictorio no supone un lastre de imagen más allá de lo que señalan algunos medios no condicionados por deudas ideológicas. O por deudas de otro tipo. Hay uno o varios enemigos a batir, vengo a decir.

Antes de ayer fue la banca. La misma banca que apalancó operaciones muy convenientes a la conveniencias estratégicas del Consejo de Ministros. Las palabras contundentes del ministro más ocurrente del gobierno, Miguel Sebastián, no encontraron el eco esperado en los medios de comunicación; como consecuencia de ello, se instrumentó rápidamente la intervención del bombero Blanco, que a su vez fue replicado de nuevo por «el mejor economista de España» reafirmando el aserto primero. Una cosa y otra. La misma banca que tanto ha ayudado a las operaciones estratégicas de Rodríguez Zapatero y sus muchachos es hoy la causante de la paralización anquilosante de la economía española. No puede ser. Algo falla. La ascensión de Luis de Rivero a la categoría de empresario amigo precisó de no poca ayuda crediticia impulsada por la mediación gubernamental: hoy resulta ser un problema colocar las acciones que Sacyr tiene en Repsol y peligra la integridad española de una empresa altamente estratégica. Ahí la banca fue buena. No hace falta que nos imaginemos qué hubiera sido del BBVA si el asalto planeado por Sebastián hubiese llegado a buen puerto. El objetivo de impedir que los alemanes controlaran una empresa deseada por las terminales de los regentes de la Generalitat catalana precisó también de la intervención de la banca amiga: Entrecanales sirvió de pieza de puzzle para que fuera finalmente la empresa pública italiana quien controlase Endesa. Otra vez la banca colaboradora. En cambio ahora, momento en que la banca recela de abrir la mano crediticia mediante el argumento de que no pueden volver a hacer aquello por lo que se les acusa de ser causantes de la pavorosa crisis financiera -dar mucho pidiendo pocas garantías-, está haciendo perder la paciencia al gobierno.

Buscarse un enemigo casi siempre es rentable cuando hay un amplio sector de la población con motivos reales de descontento. Revela impotencia y desorientación, pero puede parecer provechoso a corto plazo. ¿Quién no tiene un problema con su banco? Ahí están los sensibles defensores de la ciudadanía. La ejecutoria de los gobiernos de ZP está llena de ejemplos de adversarios marrulleros: cuando no es la Iglesia, son las víctimas; cuando no el PP, lo es la banca, pero siempre hay un taimado enemigo dispuesto a romper el sueño igualitario, laicista y de progreso de estos grandes amigos de los pobres. Sin embargo, la táctica tiene un recorrido poco definido: el Plan de Rescate, siendo una operación homologable con la Europa de nuestro entorno, puede resultar incompleto. Moncloa sabe que un importante sector bancario va a precisar de una indeterminada recapitalización: hay cajas de ahorro que antes o después precisarán un balón de oxígeno. Algunas, de hecho, disimulan poco ese deseo seminacionalizador. La otra, la privada, sabe que nada espanta más a un accionista que la entrada en el Consejo de Administración de un enviado del gobierno. Cuando llegue ese momento ¿habrá paciencia o no habrá paciencia?

Mañana el enemigo puede ser cualquiera. El Cardenal Bertone marcha de España habiendo dejado clara la postura de la Iglesia de Roma ante desafíos políticos como el aborto, la eutanasia o el matrimonio homosexual. Lo que ayer fueron agasajos educados y cordiales mañana se transformarán en invectivas carentes de piedad verbal. Siempre habrá un miembro del gobierno dispuesto a hacer el trabajo. Un Bermejo, una Aido, otro Sebastián. Tiempo al tiempo.

En pocas palabras: Se busca enemigo. Gobierno de España.

ABC - Opinión