sábado, 28 de febrero de 2009

El interventor. Por Alfonso Ussía

Es importante el gesto, que se convierte en gesta, de Rodrigo Rato, ofreciéndose a actuar de interventor de Mesa en Guipúzcoa

Los gestos en la política siempre se agradecen. Hay gestos que se convierten en gestas. Regina Otaola lo sabe y lo sufre. Todos estamos en deuda con la Alcaldesa de Lizarza, incluidos los animales que le acosan, insultan y amenazan. Los hijos de esos animales pueden encontrarse con una tierra mejor gracias a la resistencia de unos pocos frente a la perversidad de sus padres. Es curioso, pero en algunos lugares de Vasconia, de la unión de un mulo y una burra puede nacer un niño. Un ser humano. A uno se le antoja que es hecho milagroso, pero la Ciencia no ha reparado en ello.


De gestos y gestas está sembrado el País Vasco por el Partido Popular y una buena parte de los socialistas. Gracias a ellos, la sociedad no se ha rendido del todo ante el nacionalismo burgués y el nacionalismo estanilista y asesino. La mitad de los vascos resisten abiertamente, y si algún día los nacionalistas perdieran el poder político y el manejo de los dineros públicos, a esa mitad se sumarían muchos vascos sometidos en la actualidad al miedo y los intereses personales.

Las elecciones no son libres en muchos sitios y mesas dispersos en las tres provincias vascas. En las localidades pequeñas y controladas por los batasunos, desaparecen las papeletas de los partidos constitucionalistas y se vigila sin disimulo la opción que eligen los vecinos. Entiendo que es una vergüenza y que produce rubor escribirlo. Cuando en un Estado de Derecho la libertad no es plena para elegir a sus representantes en un territorio concreto, se hace necesaria la presencia de observadores internacionales. Y en Guipúzcoa, Vizcaya y Álava las elecciones no son tan libres como en Madrid, Valencia o Sevilla. El que quiera engañarse que lo haga a su antojo y capricho, pero la realidad establece que el sistema que predomina en el País Vasco no es el que entendemos por libre, democrático y respetuoso con los derechos humanos, cívicos y sociales de sus habitantes.

De ahí la importancia que ha tenido el gesto, que se convierte en gesta, de Rodrigo Rato, ofreciéndose a actuar de interventor de mesa en Guipúzcoa. Es un gesto de grande. Durante treinta años, en Vasconia se ha enseñado a los vascos desde niños a odiar a España y al Partido Popular. Sucede que más de quinientos años de unión efectiva y afectiva no se borran con consignas y manipulaciones. Haber sido vicepresidente de un Gobierno de España conservador, presidente del Fondo Monetario Internacional y pasar de ahí a interventor de una mesa electoral en Guipúzcoa, merece el reconocimiento y la admiración de cuantos creemos en la soberanía de los votos y la normalidad en unas elecciones. Algunos, incluso muchos analistas políticos, interpretarán este gesto como un primer paso en la carrera presidencial de su partido. Me incluyo entre los muchos, pero dada la capacidad infinita que poseo para errar en mis vaticinios, prefiero resumir la voluntad de Rato en eso, en el gesto, exclusivamente. Si viene algo después, bienvenido sea, que el PP necesita una inyección de moral. Pero el magnífico gesto, por sí solo, ya tiene un significado de sobrada importancia por su responsabilidad, valentía y coraje.
Bravo, Rodrigo.

La Razón - Opinión

Las generales gallegas...

«Populares y socialistas han decidido a última hora convertir las gallegas en una previa de las generales y en esta metamorfosis electoral no han vacilado en vilipendiar a sus respectivos candidatos, a quienes van a tener responsabilidades de gobierno.»

Pese a que estemos oficialmente en jornada de reflexión –un día en el que los legisladores insultan la inteligencia de los españoles aislándoles de cualquier ruido ambiental que pueda influirles el voto como si de niños inmaduros se tratara– mañana se celebran elecciones en Galicia y parece conveniente que reflexionemos.


Desde el giro de estrategia del PP, las elecciones gallegas se han convertido inevitablemente en un referéndum sobre el liderazgo de Rajoy. No en vano, aparte del hecho relevante de que éste fuera vicepresidente de la Xunta, son los primeros comicios en los que podrán validarse los nuevos principios del PP. Sin embargo, habida cuenta de la endeble posición de Rajoy dentro de su partido, lo último que necesitaba el popular era volver a perder las elecciones frente al Gobierno bipartito del PSOE y los nacionalistas. Por este motivo, la dirección del PP siempre intentó desligarse del resultado electoral: en Galicia se evalúa a Feijóo, en el País Vasco a Basagoiti y en las venideras europeas a Mayor Oreja. En ningún caso, la estrategia de Rajoy iba a ser sometida a un plebiscito popular.

Pero hete aquí que cuando los vientos parecen haberse puesto a su favor en las encuestas, gracias entre otras cosas a los desmesurados lujos de Touriño y Quintana, Rajoy se ha decidido a apuntalar su imagen y capitalizar una eventual mayoría absoluta en Galicia. Sólo así se explica que en el vídeo de cierre de campaña, Feijóo, el hombre que sí se presenta a las elecciones y que se postula como capacitado para gobernar las vidas de más de 2,5 millones de gallegos, sólo aparezca dos segundos. Desde luego, marginando a Feijóo no se transmite la imagen de que sea un líder especialmente dotado para la acción de gobierno. Si no es capaz de pedir el voto, ¿cómo va a dirigir la Xunta? Parece que los cálculos de Rajoy para estas elecciones no pasan tanto por proporcionar a los gallegos el mejor Ejecutivo posible como por consolidar su liderazgo nacional aun a costa de la credibilidad de su candidato a la Xunta.

Ahora bien, si Rajoy ha antepuesto sus intereses particulares a los de Galicia, qué no decir de Zapatero. El presidente del Gobierno siempre se ha vanagloriado de que desde su llegada a la Secretaría General del PSOE, los socialistas han mejorado sus resultados en los distintos comicios que se han celebrado. Al margen de que esto dejara de ser cierto en las municipales de 2007, Zapatero sí se jugaba en Galicia la primera derrota clara de su PSOE, algo que en plena crisis económica podría precipitar una decadencia en sus expectativas electorales.

Por este motivo, Zapatero ha tenido que acudir de manera inesperada a cerrar la campaña en Galicia recurriendo a sus manidos tópicos de siempre: Feijóo es Rajoy, Rajoy es Aznar, Aznar es Bush y Bush es el mal personificado. Aun sin echar mano de la guerra de Irak, Zapatero sí ha amenazado a los gallegos con una catástrofe política neoconservadora si el PP logra la mayoría absoluta. De hecho, ha llegado a afirmar sin que se le moviera una ceja, que "votar a Touriño es como votarme a mí". Dicho de otra manera, lo importante, en lo que ha de pensar el votante cuando acuda a la urna, no es en el actual presidente de la Xunta, sino en Zapatero. Votar a Touriño no sólo es votar a Zapatero; más importante, votar a Feijóo es votar contra Zapatero, y eso, asume el presidente del Gobierno, no puede suceder en su España.

En todo caso, populares y socialistas han decidido a última hora convertir las gallegas en una previa de las generales de, en principio, 2012; probablemente porque sus escenarios postelectorales sean muy similares: o el PP obtiene mayoría absoluta o el PSOE pacta con los nacionalistas. Y en esta metamorfosis electoral no han vacilado en vilipendiar a sus respectivos candidatos, a quienes van a tener responsabilidades de gobierno. De nuevo, la política se convierte en un arte para obtener el poder y alcanzar los privilegios que ello conlleva y no en un proceso por el que se selecciona a los gestores más honrados y capaces para la cosa pública.
Y este mismo baile de egos inflados de Zapatero y Rajoy es lo que les ha llevado a desatender a los comicios vascos en el último día de campaña, pese a que su resultado probablemente sea mucho más decisivo para el futuro de la libertad y de España que el de Galicia. No piense el lector que nosotros también nos hemos olvidado del drama vasco; precisamente hemos puestos los puntos suspensivos en el título de este editorial porque dejamos este asunto fundamental para mañana.

Libertad Digital - Editorial

El sonido es esférico. Por Eugenio Trías

Uno de los acontecimientos musicales más interesantes de este año en Madrid tiene lugar en la programación de Musicadhoy 2009, dirigida por Xavier Güell, y consagrada a un músico italiano todavía poco conocido, Giacinto Scelsi, Conde de Ayala-Valva, cuya vida se prolongó a través de todo el siglo XX (1905-1988). El ciclo se titula El universo Scelsi.

En vida fue sencillamente ignorado y hasta despreciado por el club de la música contemporánea, por utilizar la apropiada expresión de Tomás Marco. Murió sin haber recibido el reconocimiento que su obra merecía. Se hizo verdad una vez más que la época de la información y la comunicación es también la que hace posible que se produzcan, en ocasiones, las más llamativas carencias de reconocimiento de lo que es valioso. La nascita del Verbo, la obra más ambiciosa del compositor, compuesta entre 1946-1948, en la que esperaba al fin la síntesis de sus incursiones en el continente de la modernidad, quedó lamentablemente fallida. Giacinto Scelsi lo advirtió muy pronto, con amargura y desesperación.Ese fracaso mordió en el ánimo de Scelsi hasta el extremo de que tuvo que recluirse en una casa de salud, en Suiza. Confiesa que estuvo a un paso de seguir el camino de Robert Schumann. No tomó esa trágica, terrible, definitiva decisión. No consumó el más grande y grave de todos los sacrificios imaginables, la ofrenda de la propia vida.


Los médicos le decían a Giacinto Scelsi: «Usted en parte no ha nacido, sólo la mitad de usted ha venido al mundo». Una lucecita de sonido le mantenía en el ser. En este tiempo de peligrosa turbación insistió en el mismo procedimiento que en su infancia había ya probado. Siempre -dice Giacinto Scelsi- hay en todo sanatorio un piano olvidado, antiguo, en desuso.
Desde que lo descubrió, insistió en lo que ya había ensayado en su primera infancia: se ejercitaba en tocar una sola nota. Siempre una sola nota. De este sencillo modo mantenía vivo el hilo conductor de su aventura musical incluso en una circunstancia tan penosa. A partir de cuatro años de descensus ad inferos, logra el compositor, poco a poco, re-nacer. Vuelve al ser tras su visita a la casa de salud, en la cual tan sólo la nota única repetida en el piano le salvó de la pura y total esterilidad creadora (y acaso también de la locura).

En el período creador más importante de este músico, a partir de 1959, logrará la proeza de componer una pieza musical en cuatro movimientos cada uno de los cuales se ciñe a una única nota musical (asistida y enriquecida por micro-tonalidades, y por toda suerte de modificaciones de velocidad, intensidad y densidad instrumental). La nota se convierte de pronto en un ser vivo, o en un pequeño mundo sonoro.

La música necesita, en circunstancias cruciales, reencontrarse con su sustento natural, el sonido. Es preciso comprender que el sonido -como dice Giacinto Scelsi- puede existir sin el arte musical, pero éste debe asumir siempre las características -físicas, materiales- del sonido. Deben dejarse de lado consideraciones historicistas sobre el material musical, o modos externos y extrínsecos de acercarse a la materia sonora.

Es un error creer, como se dice a veces, que el procedimiento musical de este creador es intuitivo. Se afirma esto como prueba de escaso rigor formal, por mucho que se diga con empatía. Lo que sorprende de la música de Giacinto Scelsi a partir de las Quatro pezzi (per una sola nota), es su clara conciencia reflexiva. Una vez consumado ese tour de force -la sinfonía en cuatro movimientos, cada uno de ellos centrado en una única nota- no repetirá la proeza, pero siempre, a partir de entonces, se hallará continuamente connotada.

Con gran sentido del arte musical quedará incorporado el procedimiento como el principal pensamiento musical, o la más específica propuesta musical que guía a este compositor. El sonido, en todo caso, es considerado del mismo modo en las obras que siguen a las Quatro pezzi: como un organismo viviente de naturaleza cósmica. Pero el sonido admite una doble caracterización, que es fundamental tener en cuenta.

Cuanto más se concentra el método en el sonido uno y único, más se esparce su fragancia sonora a través de la materia tímbrica. Eso da a esta música una cualidad material -o matérica, como suele decirse- que la hace inconfundible. Siempre se halla bordeando el frágil límite entre el sonido y el ruido. Pero siempre logra rescatarse de toda confusión al prevalecer el tonus que «entona» la pieza.

La ilusión de la música consiste en creerla cartesiana: como si solo la verticalidad espacial de las alturas y la horizontalidad lineal de las duraciones alojasen, a modo de bisectriz, la totalidad del evento sonoro.

Pero eso implica una tremenda amputación que Scelsi ha sabido comprender en sus aforismos, sus definiciones y su música. Se deja de lado la dimensión más sorprendente del sonido, su profundidad. El sonido tiene altura y duración; también profundidad. Dice Scelsi que el sonido es esférico, y que es un error concebirlo, al modo cartesiano, como la bisectriz entre la altura y la duración. En la esfera del sonido se aloja aquello que confiere profundidad de campo al sonido: las microtonalidades que acompañan, como una orla necesaria, a cada tonalidad que se elige, y que dotan a éste de carácter de organismo viviente, o de microcosmos. El músico es el artista capaz de situarse en el centro mismo de esa esfera del sonido.

La más interesante de todas sus innovaciones, con la que pretende conseguir estos objetivos, es también, como a veces sucede, la novedad que mayor incomprensión, equívoco y absurdo ha generado: su facultad chamánica por entrar en trance a través de la improvisación -una improvisación en laboratorio, en estudio cerrado, en cierto modo clandestina- y a través de un procedimiento que cuestiona la escritura musical.
Improvisaba al tiempo que un grupo de amanuenses transcribían en el pentagrama lo que, por otra parte, era siempre grabado. Improvisaba al piano acompañado de un sintetizador arcaico que le permitía incorporar micro-tonalidades, glissandi, vibratos.

Uno de los escribanos, también músico (Vieri Tossati) no tardó, tras la muerte de Scelsi, en proclamarse el verdadero autor de las obras en que había participado (Scelsi c´est moi). Pero el simple cotejo de su obra y la transcrita evitó cualquier equívoco. El escándalo nuevamente redundó en que el ejército de enemigos de Scelsi redoblara su inquina a esta música tan innovadora y que podía cuestionar muchas ideas musicales.

Hoy por fortuna todos estos asuntos quedan anegados en el gozo que la audición de esta música provoca. Y que justamente ahora suena fresca, cercana, contemporánea. Y cuya principal proeza ha sido restituir el Ton (tonus, tono) en un sentido radicalmente distinto de su tratamiento tradicional o serial: como si constituyese un ser vivo que debe ser asistido, y cuya forma dimana de su propia peculiaridad de auténtico microcosmos.

ABC - Opinión

Turisme de Girona usó una foto de Canadá para promover el Pirineo

# La imagen publicitaria de las montañas gerundenses ha resultado ser de la isla canadiense Ellesmere, en pleno Ártico
# La directora del Patronat, Dolors Batallé, no quiso decir nunca si la imagen era o no del Pirineo


Al igual que hizo con la imagen de la Costa Brava, que resultó ser al final una fotografía de las Bahamas, el Patronat de Turisme Girona Costa Brava falseó también la imagen del Pirineo gerundense en los anuncios publicitarios que distribuyó en prensa, revistas especializadas y folletos desde principios del mes pasado y hasta que La Vanguardia hizo público el engaño. La foto de lo que según el Patronat era una cumbre pirenaica ha resultado ser un inhóspito lugar en algún punto de la isla canadiense de Ellesmere, situada a tan sólo 800 kilómetros del Polo Norte, junto a Groenlandia, en pleno Árticoy a más de 5.300 kilómetros de Girona, algo menos de la distancia que hay entre la Costa Brava y las Bahamas, que es de cerca de 8.000 km.


La fotografía, comercializada también, al igual que la de las Bahamas, por la agencia Getty Images, fue tomada por John Dunn, un fotógrafo de origen británico enamorado del Árticocanadiense que ha trabajado para el National Geographic y el Canadian Geographic, durante una expedición por la mayor de las islas del archipiélago de las Islas de la Reina Isabel, en el extremo noroeste del Canadá. Ellesmere es, con una superficie de 196.236 kilómetros cuadrados, la décima isla más grande del mundo, y uno de los pocos núcleos habitados que hay en ella (en el 2001 tenía 168 habitantes) es la estación meteorológica de Alert, el poblado más septentrional del mundo.

Ayer, La Vanguardia se puso en contacto con el presidente de la Diputación de Girona y del Patronat de Turisme, Enric Vilert, para recabar su opinión al respecto, pero este, a través de su gabinete de prensa, declinó hacer cualquier comentario sobre el asunto. El portavoz de la Diputación señaló también que Vilert ya había reconocido el error cometido con la publicación de la campaña durante la celebración del último plenario del organismo supramunicipal y en la reunión del consejo de administración del Patronat celebrada la pasada semana, en cuyo decurso se intentó echar tierra sobre este asunto.

Una respuesta similar obtuvo La Vanguardia de la directora del Patronat de Turisme Costa Brava, Dolors Batallé, que contestó a todas las preguntas, incluso a las que se le formularon sobre si la empresa de publicidad que elaboró la campaña engañosa continúa recibiendo encargos del Patronat con un lacónico: "No quiero decir absolutamente nada". Batallé sólo se salió del guión cuando dijo:

"Sólo me gustaría saber el interés que tiene este tema".

Tras desvelar La Vanguardia la utilización de la foto de las Bahamas en la campaña publicitaria del destino turístico de la Costa Brava y el Pirineo de Girona, Batallé la defendió señalando que se anteponía el "concepto" de las huellas sobre la playa y la montaña para vincular los dos territorios "por encima de la imagen". La directora tampoco quiso precisar nunca si la foto de la montaña correspondía o no a los Pirineos.

El Patronat emitió posteriormente un comunicado reiterando ese criterio pero anunciando la retirada de la campaña, pese a hacerlo con una discreta frase en la que se decía que había sido una inserción publicitaria aislada que "no tendrá continuidad". A pesar de ello, durante la celebración del pasado Fòrum Gastronòmic de Girona se han continuado distribuyendo publicaciones en las que aparece el polémico anuncio. Batallé no ha vuelto a pronunciarse sobre el asunto a pesar de que el presidente del Patronat de Turisme reconoció posteriormente y de manera explicita el error, con lo que se desautorizaba a la directora.

La Vanguardia