viernes, 6 de marzo de 2009

Presidencia gasta 550.000 euros para repartir una revista

El Departamento de Presidencia ha convocado un concurso para la fabricación y suministro de bolsas destinadas a cuatro revistas de la Generalitat, por un presupuesto máximo de licitación de 549.926,59 euros (incluyendo el IVA), con un plazo límite para la presentación de ofertas que finalizó el pasado 26 de febrero. El organismo que convocó el concurso es la entidad autónoma del Diario Oficial y de Publicaciones de la Generalitat, que especifica que el número de bolsas que deben ser fabricadas y suministradas es de 2.350.000 ejemplares. También se indica que las bolsas deben ser entregadas en un total de 23 direcciones. El anuncio de la licitación señala asimismo que las bolsas tienen que entregarse en un máximo de 18 días naturales desde la entrega de las cuatro revistas por la empresa impresora.

e-notícies

Juan Velarde: el "Plan Zapatero" es "absurdo"

El economista Juan Velarde ha señalado en Gijón que las medidas contra la crisis o son efectivas en el abaratamiento del despido o "son absurdas".

En el plano energético, para Velarde, "la energía nuclear es la única salida".


Velarde no ve "ninguna" salida al túnel de la crisis. En su opinión medidas concretas como el "Plan Zapatero" o la propuesta de la CEOE de abaratar el despido son "absurdas que no sirven para nada". Pese a todo, animó a prepararse "para que cuando venga la marea alta, flotemos".

"La gran resurrección vendrá dentro de cierto tiempo", dijo antes de añadir que por eso es necesario tomar medidas ahora, pero en conjunto. Como ejemplo, citó la flexibilización del mercado, unido a un cambio en el sistema energético, de los mecanismos de internacionalización y también de la educación, entre otros.

En cuanto a Asturias, señaló que la venta al exterior será lo que salve en parte a las empresas, siempre que la situación en el extranjero mejore. "Que va a sufrir muchísimo es evidente", apuntó sobre la economía de la región. Velarde aseguró que Asturias no es un compartimento estanco y agregó que necesita también prepararse, como por ejemplo con una industria competitiva y mayor acción en el exterior.

También ha incidido en que en Asturias lo rural sigue pesando lo suficiente en la economía, tocada por la Política Agraria Común. En este punto, lamentó que haya un mayor "peso diplomático" de cara a defender los derechos de los españoles ante la Unión Europea. "Nos miran como a pájaros extraños", dijo sobre los griegos y los españoles en la UE.

Por contra, señaló que la zona mejor situada es el eje entre el puerto de Valencia, el mayor de contenedores el Mediterráneo y que conecta el extremo Oriente con la Unión Europea, Madrid y el puerto de Lisboa.

Para el economista, aumentar el gasto público a costa de un incremento en el déficit "no sirve". También rechazó que se proponga volver a la peseta y devaluarla, ya que la inversión extranjera se marcharía y hundiría la economía española. "El que diga esto es que no sabe nada de economía", afirmó. Según el economista, la situación cada vez se "agrava más". Es más, señaló que estamos ante una depresión económica "importante".

Por otro lado, justificó el rescate económico a las entidades financieras, debido a que el hundimiento del sistema provoca "un riesgo sistemático" y que por mucho que moleste se hace preciso salvarlo. Según explicó, el hundimiento de un banco afecta más que el de una empresa, aunque matizó que tras el rescate puede que no queden los mismos que se beneficiaron de la bonanza económica antes de la crisis, como ya pasó en la que duró de 1977 a 1993.

Para Velarde, se hace obligado que los bancos tengan un sistema de control "adecuado y bueno". Asimismo, acusó al actual presidente de los EEUU, Barak Obama, de ser uno de los causantes de la crisis, ya que se opuso a la propuesta del Gobierno estadounidense de controlar más a los bancos cuando él era senador, ya que dijo que era controlar el crédito a las personas.

Otro de los puntos claves, a su juicio, es la energía. El economista aseguró que España apostó por una energía cara, primero por el carbón asturiano que era más caro que el internacional, que fue un "desastre" para la economía española según él, luego por el petróleo, luego la energía nuclear -de la que se produjo el parón en 1982. "Somos un país que le apetece tener la energía cara".

Para Velarde, la energía nuclear es "la única salida". El economista acusó al ex presidente del Gobierno, Felipe González, de ser la "causa" de no tener energía barata en España. Por eso, al apoyar González este tipo de energía Velarde considera que debe pedir "perdón por esa barbaridad", con relación al parón nuclear. "Es de esos tremendos errores históricos", dijo del asunto.

El economista recordó que se tarda de cuatro a cinco años en montar una central nuclear y que será difícil que le den hoy día un crédito a una empresa para ello, debido al anterior parón de 1982. "Un país tiene que ser consciente de sus responsabilidades", añadió.

Velarde explicó que se han juntado dos crisis, una internacional "severísima" y otra propia de España. "Todas las crisis tienen su personalidad y hasta su nombre", apuntó. A la primera la bautizó como la de "la titulización", en referencia a la venta de títulos de crédito a nivel internacional a través de paquetes financieros, y a la segunda como la crisis "inmobiliaria". Por eso cualquier propuesta debe tomarse para cuando la economía internacional suba, en su opinión. "No hay manera ninguna de saber en una situación de estas cuánto va a durar la depresión", apostilló.

En cuanto al paro, recordó que a los que buscan empleo pero están realizando un curso no se les cuenta como parados, por lo que, según él, en España ya se supera, o se hará este año, los cuatro millones de desempleados. "Es horrible", dijo sobre la cifra de parados.

Con todos estos datos, aseguró que España está "mucho peor" que otros países europeos para salir de la crisis, especialmente en desempleo y déficit público. Velarde situó en una situación similar a Irlanda, Portugal, Italia y Grecia, por un lado, al Bloque del Este, que según él está "empeorando a toda velocidad", por otro, y el conjunto hispanoamericano, que cae "en picado" y EEUU, en lo que se refiere a fuera de Europa. Tan sólo los países nórdicos están más aventajados, como los daneses, a su parecer.

Libertad Digital

La Unión ante la crisis. Por José Mª de Areilza Carvajal

Entre las distintas propuestas para hacer frente a la crisis económica, el fortalecimiento del proyecto europeo es una de las que tienen más sentido. Las decisiones del reciente Consejo Europeo dando los primeros pasos para que exista una supervisión financiera común apuntan en esta dirección esperanzadora. Sin embargo, en general la crisis está llevando sobre todo hacia un repliegue de emergencia hacia lo estatal, como si no nos gobernásemos en buena medida desde Bruselas. La negativa a aprovechar a fondo el sistema comunitario está sin duda relacionada con el hecho de que la Unión no atraviesa su mejor momento político y está saliendo de unos años difíciles.

Conviene recordar que las instituciones, normas y principios europeos han contribuido seriamente a la prosperidad compartida del continente durante más de medio siglo. Las autoridades de Bruselas gestionan junto con los gobiernos nacionales una combinación hasta ahora exitosa de libertad económica y protección social. Los principios de libre competencia, no discriminación y eliminación de barreras a la libre circulación de factores de producción conforman una verdadera «constitución económica» que ha dado resultados muy positivos y ha hecho más transparente y racional cualquier intervención pública en la economía. La Unión Europea es un límite permanente y eficaz contra el proteccionismo, esa «filosofía de guerra» en palabras de Ludwig von Mises. Además, la Unión posee una notable capacidad de aprendizaje e innovación en el diseño de políticas comunes en el mercado interior, y goza de una visión de conjunto privilegiada sobre el espacio económico comunitario. También posee un potencial aún no utilizado a fondo para proyectar los intereses comunes europeos en el mundo.

Es cierto que el Estado ha recuperado un papel central en la crisis, como último recurso para volver a hacer funcionar los mercados. Pero en el repliegue de emergencia hacia lo público que vivimos no nos podemos olvidar de lo público-europeo. La situación actual tiene que ver más con un fallo de Estado que con un fallo de la Unión. El nivel nacional se ha resistido a completar el gobierno económico del euro y el ejemplo más claro de esta indolencia ha sido la falta de desarrollo de la Agenda de Lisboa aprobada en el 2000 y su plan de reformas económicas. Ante el fracaso de agencias y organismos nacionales a la hora de regular de modo adecuado las entidades financieras, es justo que se plantee ahora una regulación y supervisión común en todo el mercado interior.

Pero probablemente no basta con esto. Sería conveniente europeizar ámbitos como política energética, investigación y desarrollo o educación superior, todos ellos asuntos cruciales para el futuro del continente si quiere seguir siendo «una esquina indispensable del planeta», en la atractiva formulación de Denis de Rougemont. A corto plazo, se debería contribuir con una sola voz europea a la difícil y necesaria tarea de reinventar las reglas del juego del sistema financiero global. La presencia en el G-20 de media docena de representantes nacionales más tres representantes europeos (José Manuel Durao Barroso, Mirek Topolanek y Jean-Claude Juncker) no es un ejercicio de armónica polifonía europea sino más bien de cacofonía.

Pero hoy existen serias resistencias -aunque claramente más entre dirigentes nacionales o regionales que en sus poblaciones- a transferir poderes a Bruselas y dotar de más medios a sus instituciones para abordar nuevas tareas. En estos últimos años ha habido una pérdida de confianza y se ha creado la sensación de que la Unión ha perdido su dinamismo y en el fondo se ha diluido el proyecto original de avanzar siempre hacia una unión cada vez más estrecha. «Más Europa» es un slogan con problemas en parte porque el proyecto de Constitución Europea se asoció con la absurda visión de un super-estado europeo dispuesto a dejar sin contenido la soberanía nacional, lo que ha calado sobre todo en políticos de países como Alemania, Francia y el Reino Unido y de algunos países del Este que simplemente ignoran los fundamentos del proceso de integración.

Por ello es necesario consolidar y afirmar el modelo existente de integración económica y política, una federación jurídica en una confederación política, que respeta y renueva las identidades nacionales, a las que somete a una saludable disciplina jurídica y económica. En este contexto, la transferencia de nuevos poderes a Bruselas debe hacerse con la misma flexibilidad con la que se pueden renacionalizar algunos y evitando dos claros riesgos. Por un lado, la retórica europeísta, un modo escapista de atribuir la responsabilidad sobre cualquier problema candente a la UE sin darle medios y poderes para atenderlos. Por otro lado, no ser capaces de que el ámbito europeo sirva para un aprendizaje horizontal de las soluciones que funcionan en distintos Estados miembros. La única posibilidad de salvación no puede ser la expansión continuada de competencias europeas, porque parte de la legitimidad europea descansa en la limitación material de poderes de la Unión. La suma del ámbito de gobierno europeo y de los ámbitos nacionales pueden resultar en un verdadero laboratorio de regulación y liberalización, en la mejor tradición del federalismo. Esta alternativa ya fue descrita por Louis Brandeis, uno de los grandes jueces del Tribunal Supremo de EEUU, defensor del New Deal de Roosevelt. El jurista norteamericano ensalzaba no la centralización sino la experimentación a la hora de gestionar la economía por cada Estado dentro de una federación y su función de laboratorio de ideas para el resto de los componentes de la Unión.

En esta deseable consolidación del modelo de integración europeo, las ampliaciones recientes no son el problema. Este proceso histórico de reconciliación entre las dos mitades de Europa injustamente divididas en la Conferencia de Yalta ha servido, hasta la llegada de la crisis, para revitalizar la economía de la Unión y para que se acepte más la necesidad de competir como europeos en la globalización económica. La ampliación, por supuesto, también es un reto político, porque también ha dado lugar a una Europa con grandes diferencias de desarrollo económico y social entre sus miembros y ha modificado la cultura institucional europea.

Del mismo modo, es el momento de reconocer que en el proceso constitucional se invirtieron tal vez de modo excesivo muchas energías políticas durante cinco años y al final se ha saldado con el nada ejemplar y todavía incierto rescate de muchos de sus contenidos en el farragoso Tratado de Lisboa. La mayor parte de las reformas contenidas en este acuerdo son deseables pero la integración puede sobrevivir e incluso avanzar sin ellas, como lo ha demostrado la presidencia francesa durante la segunda mitad de 2008. El verdadero obstáculo para desarrollar el potencial de la Unión, en un año crucial en el que la crisis económica coincide con las elecciones europeas y la elección de una nueva Comisión, puede ser de liderazgo. Necesitamos dirigentes capaces de politizar el día a día de las instituciones europeas para hacerlas más atractivas y al mismo tiempo que sepan pensar a largo plazo y formular un proyecto político sugerente que sea percibido como suyo por casi quinientos millones de ciudadanos europeos.

ABC - La Tercera

En Rusia. Por Alfonso Ussía

Equivocaciones y errores se han dado en la alta política siempre. Gerald Ford brindó en Israel por la «noble nación palestina»

El presidente Zapatero nos ha invitado a los españoles a follar en Rusia. Se agradece el detalle y el interés. Menos mal que lo ha hecho ante el presidente ruso y no ante el canadiense, porque las malas lenguas aseguran que lo más divertido que puede producirse en una cama del Canadá es que se caiga el edredón. En mujeres, Rusia es espectacular. Desde que terminaron los quinquenios comunistas, las mujeres de Rusia han experimentado la maravilla del paisaje nuevo. No obstante, estoy seguro de que Zapatero no quería incitarnos con tanta claridad. Cuando las preocupaciones se acumulan, la mente piensa una cosa y la boca suelta otra, a su capricho y albedrío.


Se disponía a despegar el avión que llevaba a la mujer del Embajador de España en Brasil rumbo a Río de Janeiro. El embajador, Adolfo Martín Gamero estaba casado con una señora divertidísima, Anita Castillo, hermana de Rafael Castillo, uno de los míticos pilotos de Iberia. A la mujer del embajador le daba pánico volar, y a punto la maniobra de despegue, su compañera de vuelo, a la que conocía, le anunció que se había casado. –¿Y cómo se llama tu marido?–, preguntó sin ningún interés. –Casimiro Conejo–, contestó la feliz recién casada. –Pues no sabes cómo lo siento–, comentó la embajadora víctima de la preocupación por el despegue. Equivocaciones y errores se han dado en la alta política siempre. Gerald Ford brindó en Israel por la «noble nación palestina». Harold Wilson, Primer Ministro de Su Majestad británica, con diez «martinis» de más, y sometido a la nube que el exceso de alcohol procura, se enamoró en Venezuela del contorno de una mujer vestida de rojo. «Bellísima dama, ¿me concede este vals?». No, por tres motivos –respondió ofendida la bellísima dama de rojo–; me conozco y no me considero una bellísima dama. Lo que suena no es un vals, sino el Himno Nacional de Venezuela. Y soy el Arzobispo de Caracas». El cardenal Grampoglia, facilitó a Agustín de Foxá una audiencia con el Papa Pío XII. El Papa creía que el valedor de Foxá era el cardenal Antoniutti, y así se lo hizo ver. «No, Santidad, mi contacto en la Santa Sede es otro cardenal». «¿Cómo se llama?», preguntó el Papa; «No se lo puedo decir porque me da la risa», respondió Foxá pocos segundos antes de que Su Santidad diera por terminada aquella surrealista audiencia. Cuando Franco se equivocaba no daba su brazo a torcer. En una de las cenas de La Granja, saludó a una invitada de esta guisa: «Eztoy muy preocupado por zu marido»; «Excelencia, soy viuda»; «Precizamente por ezo». Y ahí se quedó la cosa.

¿En qué estaba pensando Zapatero cuando nos invitó a follar al turismo ruso? Tengo que reconocer que lo ignoro. ¿En Touriño? ¿En Ibarreche? ¿En el Real Madrid? ¿En Rajoy? ¿En María Sharapova? La primera opción ha sido cumplida. La segunda, lo lógico es que se cumpla. La tercera no la va a conseguir. La cuarta ha sido al revés y la quinta es la más sugerente. El problema es que lo de María Sharapova le traería gravísimos problemas, conmigo principalmente. Y ha llegado a Gibraltar Ana de Inglaterra. En tres días, va a inaugurar un hospital, pasear por la calle principal y visitar una escuela y un centro de ocio. Eso, en Gibraltar, se puede hacer en dos horas. ¿Por qué tres días? Con toda probabilidad porque ella también tiene derecho a follar al turismo británico.

La Razón - Opinión

Ahora a por el cine. Por Juan Carlos Girauta

Nacionalismo

«Viven de nosotros, malgastan nuestros recursos, nos aleccionan, construyen su realidad virtual y trabajan para que desaparezca cualquier resistencia a su verdadera aspiración: gobernar todas y cada una de las facetas de nuestra vida.»

Si la demanda de cine doblado o subtitulado en catalán ascendiera a la mitad de los espectadores catalanes, ya existiría la oferta que la conselleria de Cultura, en manos independentistas, se dispone a crear artificialmente. Lo mismo sucedería si los demandantes fueran el setenta por ciento, o el treinta: la oferta se ajustaría. Pero las cosas son como son (algo casi imposible de entender para un nacionalista), y, a pesar de la inmersión, las multas y demás discriminaciones positivas, la situación es la que describe en El Mundo quien mejor conoce el asunto, la gerente del Gremio de Empresarios de Cine de Cataluña, Pilar Sierra: "Si pones la misma película en catalán y en castellano en el mismo multicine, la gente entra masivamente a ver la copia en castellano". Todos lo sabemos.


Dejando aparte las cuestiones que suscita esta verdad (entre otras, ¿a qué aula del mismo colegio bilingüe acudirían masivamente los escolares catalanes si pudieran escoger libremente la lengua en que aprenden matemáticas?), hasta los defensores de la nueva ley catalana del cine reconocerán que su objetivo es alterar la demanda a través de la oferta. Otra vuelta de tuerca intervencionista. Ingeniería social, modelación de una sociedad avanzada según agarrotados patrones ideológicos de una minoría iluminada y conocedora de lo que nos conviene a todos.

La locura va más allá. Se prevé implantar en Cataluña una red pública de salas de cine. Bien mirado, es lógico: todo seguirá como hasta ahora, con las salas existentes proyectando sus copias en castellano, y además habrá varias decenas de salas nuevas casi vacías cubriendo la cuota obligatoria del 50%. Así será si el mundo sigue girando en Cataluña al margen de su clase política. Viven de nosotros, malgastan nuestros recursos, nos aleccionan, construyen su realidad virtual y trabajan para que desaparezca cualquier resistencia a su verdadera aspiración: gobernar todas y cada una de las facetas de nuestra vida, incluidos el ocio y la intimidad. Los sentimientos más básicos los vienen invadiendo y explotando de antiguo. Ahora se van a poner más sofisticados. ¡Y todavía dicen que se puede ser nacionalista y liberal!

Libertad Digital - Opinión

La princesa plebeya. Por M. Martín Ferrand

LAS casualidades no existen. Tienden a ser una buena explicación para justificar lo injustificable; pero cuanto ocurre en la vida pública y política tiene un germen cognoscible y una maduración susceptible de análisis. La princesa Ana de Inglaterra, por ejemplo, estará en Gibraltar hasta esta misma mañana. A su llegada, el miércoles, la banda de las tropas británicas acantonadas desde hace tres siglos en el Peñón le rindió honores, como es debido, a la única hija de Isabel II: unos pocos compases del inevitable God Save The Queen, el himno de la casa, que, por arte de las adaptaciones musicales, derivaron en la música de Indiana Jones. No es una casualidad. La visita de la princesa Ana a Gibraltar está más cerca de un espectáculo producido por George Lucas que de un gesto solvente y señorial como los que cabe esperar de tan egregia Casa Real.

Quede claro que Ana de Inglaterra, su madre -¡por supuesto!- y cualquier otro miembro de tan respetable familia tiene todo el derecho a visitar Gibraltar. Lo adquirieron con el Tratado de Utrecht. Lo que señalo es que, siendo el Peñón un punto de discordia entre las dos grandes naciones de la Europa más occidental, la visita resulta inelegante. No se debe, parece plebeyo, mentar la soga en casa del ahorcado. A mayor abundamiento, como para evitar la hipótesis de pasar inadvertida, la princesa vestía para la ocasión un atuendo en amarillo huevo y azul eléctrico capaz de dañar una retina sensible. Y por si eso fuera poco Ana llevaba un sombrerito, a juego con el abrigo, que, salvo por los colores, resultaba idéntico del que utilizan los conocidos Beefeaters, los guardianes ceremoniales de la Torre de Londres.

La octogenaria Isabel II empieza a acusar ya la fatiga de los materiales y, además, su actual primer ministro, Gordon Brown, desmerece mucho de sus predecesores; pero alguien debiera estar atento para evitar gestos tan desafortunados e innecesarios como el que Ana de Inglaterra protagoniza en estos sus días gibraltareños. Algo que cursa con menos ruido del debido en razón de que, según parece, nuestro Ministerio de Exteriores sólo existe a fin de mes, cuando Miguel Ángel Moratinos y su equipo de pensamientos vacuos y decisiones incógnitas cobran la nómina. También podría ser que, con su visita a Gibraltar, paraíso de contrabandistas y blanqueadores de capital, la princesa cumpla penitencia por alguno de sus pecados...

ABC - Opinión