lunes, 30 de marzo de 2009

Albert Boadella: "La defensa del nacionalismo es muy complicada. Como no tienen argumentos, insultan"

Desterrado de Cataluña por criticar al nacionalismo, el director de los Teatros del Canal explica el boicot que sufrió por parte de los medios catalanes y del poder establecido por la Generalitat que le privó, incluso, de la libertad para desarrollar su trabajo en aquella Comunidad.
“Cataluña ha pasado de ser un lugar democrático y constitucional a ser un régimen. Cuando se instaura un régimen nacionalista, la adhesión al régimen es imprescindible sobre todo quien tiene una voz pública en el mundo cultural. Cualquier disidencia es considerada como una traición”.
Para Albert Boadella el “boicot total” comenzó a raíz de su fuerte apoyo a la plataforma Ciudadanos de Cataluña. Fue entonces cuando todos los medios catalanes, en especial relacionados con el mundo cultural, dieron la espalda a la compañía “Els Joglars”.
“De 300 peticiones para actuaciones, conferencias, entrevistas, cursos… Pasamos a tener 3 o 4 al año. Hubo un boicot absoluto”
Por poner el dedo en la llaga de lo que el llama “la tribu” casi toda la ciudadanía les tomo como traidores al criticar el nacionalismo. Fue en ese momento, cuando Boadella dijo “Adiós Cataluña”.

De su trabajo actual, explica que al menos le dejan total libertad para tratar los temas que quiere. Porque para Boadella si un trabajo, un montaje teatral, es de calidad, ésta característica lo convierte en un modo de expresión legítima.
“Pujol con el 'Ubú, president' no se atrevió a hacer nada porque todos sus consejeros le dijeron que la obra tenía mucha calidad y sería un escándalo ir contra ella”
Aunque Boadella sostienen que es difícil conjugar ser un artista con convivir con determinados poderes públicos. De su actual convivencia con la Comunidad de Madrid dice que, de momento, ha sido “extremadamente agradable”.
"Además, me siento muy solidario con Esperanza Aguirre por la cantidad de palos que recibe. Es lo mismo que me ha pasado a mí. Somos solidarios entre palos. Además lo aguanta con dignidad e incluso devolviendo alguno de esos golpes”.

Periodista Digital

"Amateurs". Por Almudena Grandes

Desengáñense: nunca fue una buena idea. Si se lo pareció, fue porque no lo pensaron bastante. Es lo que tiene el marketing, que lo carga el diablo de la autocomplacencia para que lo dispare el demonio de la irreflexión. Me refiero a Kosovo, ese torpe intento de alejar la crisis económica de los titulares, recuperando el fervor antibelicista de un pasado ya no tan reciente. Yo no sé si ustedes no conocen a su electorado o si les hacen tanto la pelota que se les ha fundido la toma de tierra, pero lo único que han logrado es acentuar la sensación de soledad de quienes les llevaron al poder para sentir que ahora, en lo que debería ser el peor momento de la historia del PP, están descontando días para la próxima victoria de Rajoy.

¿Se acuerdan de Aznar? Eso sí que era un profesional, profesionalmente autoritario, peligroso, desagradable. Salvando todas las distancias, ideológicas, éticas y estéticas, ustedes producen el efecto contrario, y sobre todo por esas distancias, y pese a la castiza tradición desarrollada en ese sentido por la izquierda española, su confusión da pena. Parecen un Gobierno de amateurs, mientras se arriesgan y se acobardan, y declaran y se desmienten, y hacen y deshacen en una improvisación perpetua, sin tener en cuenta el desvalimiento que su naufragio produce en los españoles que les apoyan. Créanme, todos ellos preferirían mil veces seguir oyendo hablar de la crisis que asistir al espectáculo de su cansancio.

Una cosa más. Últimamente no hago más que escribir sobre las mujeres, y les aseguro que estoy deseando dejarlo, pero, por favor, por favor, señora Chacón, no vuelva a consentir que, después de meter la pata, sus compañeras la protejan diciendo que las críticas a sus errores son machistas. Si manda como los hombres, encaje como los hombres. Usted no se merece otra cosa. Y las demás, tampoco.

El País - Opinión

UpyD: listas cerradas y doble rasero de “El Mundo”. Por Almudena Negro

Le preguntaban recientemente en una entrevista a mi padre qué opinión le merece UpyD y contestaba que no lo tiene claro, porque parece que es un partido más de tantos nacido para formar parte del sistema que se está viniendo abajo por meses. Pues bien, tenía razón. UpyD es parte del sistema y, además, es que eso es lo que quiere ser, aunque otra cosa pretenda aparentar. UpyD ha elegido formar parte del mismo sistema que el tsunami económico que sufrimos y que en España es en realidad una crisis de todo el régimen se llevará irremediablemente por delante en los próximos tiempos, por más que la casta parasitaria que tan bien vive en estas taifas autonómicas que nos arruinan y quitan la libertad se empeñe en mantener el régimen contra viento y marea.

Y es que UpyD se enfrentó estos días pasados a uno de los retos más decisivos que la neonata formación de Rosa Díez tiene de cara al futuro, su I Congreso Nacional. Javier Carroquino, responsable de UpyD Aragón –ya le están moviendo la silla- y voz de los muchos militantes descontentos con la deriva de un partido que les hizo recuperar la ilusión por una regeneración democrática que, visto lo visto, tendrá que esperar a mejor ocasión, presentaba en el Consejo Político celebrado el pasado sábado una enmienda a la totalidad del Reglamento de Organización del Congreso exigiendo, entre otras cosas, poder elegir en listas abiertas a los miembros de la dirección del partido. Petición que fue denegada en un Consejo cargado de tensión e incluso virulencia y en el cual sólo el bueno de Mikel Buesa ejerció como voz disidente mientras Rosa Díez amenazaba con abandonar la formación que lidera si dicha enmienda de listas abiertas, que según algunos dicen afirmó supondría un cambio total en el modelo de partido, hubiera salido adelante. Y es que a doña Rosa Díez, mal que le pese a toda esa cuadrilla de liberales biempensantes que por algún extraño motivo se han sentido abducidos por la valiente y socialista Díez, parece que le gusta –repito, valiente y socialista- más predicar que dar trigo. Gorriarán, holograma de Savater, llegó también muy lejos al afirmar, según me cuentan mis indignadísimas fuentes, algo así como un “esto es lo que hay y al que no le guste que se largue”. Toma ya. Luis Bouza ha tomado la decisión de irse. Carroquino se lo está pensando. Y esto es sólo el comienzo.

Pues bien, UpyD ha aprobado copiar el modelo de elección del Partido Popular. El modelo de Valencia, Bulgaria. Si no me creen, consulten el Reglamento de Organización aprobado: las listas al Consejo Político, de Garantías y de Finanzas serán cerradas. Así pues, quien quiera presentar su candidatura al margen de la actual dirección tendrá que competir contra Rosa Díez. Un imposible. Valencia, Bulgaria.

Sorprende en todo esto, por incoherente, el papelón del diario “El Mundo”, que ha llegado a hablar de “lección de democracia interna” en relación al Consejo Político en el que se intimidó, con chascarrillos según denuncian las propias víctimas, a la disidencia . Y es que el periódico que dirige Pedro J. Ramírez, el mismo medio que se las hizo pasar canutas, con razón, a los de Rajoy por el método de elección del Congreso Nacional celebrado en tierras de Camps y Barberá y que apoyó a los que exigían un proceso de “primarias” para elegir en listas abiertas a sus dirigentes, jalea ahora el mismo sistema que tanto criticó cuando es aprobado por Rosa Díez. ¿Ustedes lo entienden? Yo demasiado bien. El sistema. Siempre el dichoso sistema.

Diario Siglo XXI

La empresa que reforma la sede del PSM recibió 2,2 millones del «Plan E»

Urbopama ganó el concurso pese a estar entre las más caras y las que menos empleos creaban

La entidad se hizo con un proyecto del Ayuntamiento de Leganés financiado con los fondos de Zapatero.


Tras cuatro días negando que se hayan realizado reformas sin licencia en la que será su nueva sede, hoy el Partido Socialista de Madrid (PSM) recibirá una carta del Ayuntamiento de Madrid en el que se notificará el cierre cautelar de la obra, que se ha convertido en un «Vía Crucis» para Tomás Gómez. El pasado 30 de enero los socialistas solicitaron en Urbanismo una licencia de obras para el «acondicionamiento puntual de oficinas sin cambio de uso» por un importe de 180.000 euros, sin embargo desde Urbopama S. A. –la empresa adjudicataria de estos trabajos– tasaron sus honorarios por la adecuación de las plantas segunda y cuarta del Palacio de la Prensa a las necesidades del partido en más de un millón y medio. Las cuentas no cuadran. Lo que los socialistas piensan pagar oficialmente por la reforma dista en 1.320.000 euros de lo que ha presupuestado Urbopama.


En el mismo mes

Se da la circunstancia de que fue también en enero –mes en el que el PSM pidió la licencia de obras al Ayuntamiento– cuando la empresa que está realizando las obras ilegales de la sede recibió un contrato millonario del Ayuntamiento socialista de Leganés dentro del marco del Plan E (Plan Español para el estímulo de la economía y el empleo) puesto en marcha por el Gobierno de Zapatero.

Concretamente, Urbopama resultó adjudicataria de una obra por valor de 2.205.461 euros, más IVA, para la remodelación y acondicionamiento de viales y calles en la avenida de Fuenlabrada y las calles de Melchor Cano, San Isidro y San Lorenzo, todas ellas en el barrio de Las Batallas de Leganés. Las obras están a punto de comenzar. La constructora agraciada con la reforma de la nueva oficina socialista en Callao informó en el concurso que crearía para llevar a cabo esta empresa once empleos mientras que tanto la oferta económica como la de creación nuevos puestos de trabajo de otras de las 22 candidatas a esta obra eran mejores.

El Gobierno puso en marcha el Plan E para fomentar la creación de empleo y como medida contra la crisis pero en este caso en concreto la sociedad Joca, por ejemplo, se presentó al concurso con un presupuesto de 1.885.368,19 euros y la propuesta de contar con 25 trabajadores, catorce más que Urbopama.

La diferencia económica entre la adjudicataria y la empresa que presentó el presupuesto más ajustado es de 320.000 euros. La propuesta de Urbopama es de las más caras del concurso.

Hasta el momento el Ministerio de Administraciones Públicas ya ha ingresado en la cuenta de esta empresa 1,79 millones de euros, el 70 por ciento de la cantidad total, según publica en su página web. En total el Estado entregará a Leganés un presupuesto de 32.288.146 euros para que fomente el mercado de trabajo.

La Razón

Cospedal exige la creación de una comisión de investigación por la intervención en Caja de Castilla-La Mancha

La presidenta del PP en Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, considera que "hoy es más necesaria que nunca" la creación de una comisión de investigación en las Cortes regionales sobre la situación de Caja Castilla-La Mancha (CCM) tras la intervención de la entidad por parte del Banco de España.

Cospedal, que también es secretaria general del PP, ha manifestado en rueda de prensa que la comisión, a la que se opone el PSOE, debe servir para conocer las responsabilidades que tienen, tanto los gestores de la entidad, como los responsables políticos de Castilla-La Mancha en la situación de la entidad.
La dirigente popular ha asegurado que la "gran irresponsabilidad" del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, "ha puesto en peligro" los ahorros de más de 1.200.000 clientes, las inversiones de los empresarios y casi 3.000 puestos de trabajo.

También ha criticado al presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, a quien considera "corresponsable político" de la situación y a quien ha reprochado su "ocultismo y falta de transparencia que ha perjudicado mucho a la entidad".


Periodista Digital

Un fundador de UPyD tacha de "dictatorial" a Rosa Díez

El ex presidente en Barcelona abandona por "estructura cesarista" y "comportamiento autoritario"

El ex presidente y fundador de UPyD en la província Barcelona, Luis Bouza-Brey, ha comunicado que "abandona" definitivamente el partido meses después que ya renunciara a todos sus cargos en la formación presidida por Rosa Díez. El motivo, entre otros, es la aprobación del reglamento para el primer congreso del partido, que, a criterio de Bouza-Brey, supone "la cristalización de las patologías antidemocráticas natas del partido, constituido como una estructura cesarista fundada en el carisma de Rosa Díez, y dotada de un alto grado de autoritarismo en su organización interna".


Bouza-Brey, que se enfrentó a Albert Rivera en el congreso de Ciudadanos, lamenta que "el componente crítico del consejo político se ha neutralizado y en el que toda acción de las bases que escape al control férreo de los gestores superiores es considerado 'asamblearismo pueril'". "La consecuencia de estos dos años de autoritarismo ha sido la creación de un Consejo Político sumiso al Ejecutivo, la supresión de todo elemento democrático a nivel local y la selección negativa de muchos de los coordinadores de las Agrupaciones territoriales, cuyo comportamiento se caracteriza por la obediencia ciega a la dirección, el sectarismo y la falta de iniciativa y criterio propio", añade.

"Este es el punto de partida del proceso: liderazgo carismático de Rosa Díez, comportamiento autoritario del Consejo de Dirección, sometimiento dictatorial del Consejo Político, proscripción de la democracia a nivel local, y selección dedocrática y negativa de la gran mayoría de los dirigentes locales", sentencia. Bouza-Brey, que explica detalladamente el reglamento de UPyD que le ha llevado a desistir, considera que "ante el declive de una organización por parte de quienes son leales a la misma: no hay más opción que manifestar la discrepancia frente a las patologías y disfunciones que pueden afectar al proyecto que la organización pretende representar y marcharse cuando la voz no es escuchada".

"Se pretende dar continuidad a políticas antidemocráticas realizadas por el actual Consejo de Dirección, camuflando los errores autoritarios bajo el liderazgo cesarista de Rosa Díez. No se puede ser leal frente a la deslealtad. Desde mañana abandono UPyD", concluye.

e-notícies

La Frase Progre: "El objetivo que perseguimos es una jornada laboral de cuatro días". Por Cándido Méndez

Luego, en El País, sugiere otra medida brillante: "Hay que subir los impuestos a los ricos". Que nivel, maribel.

De todos modos, Don Cándido, no se ande usted con circunloquios, y deje usted sus propuestas claras. Al fin y al cabo, son las mismas ideas que la izquierda defiende siempre. Repita usted conmigo: "Queremos trabajar menos, y que el Estado robe mas a los que más tengan para dárnoslo a nosotros".

A mí asombra que haya gente con la suficiente caradura como para pedir que suban los impuestos a otros. A esto lo llaman solidaridad. Es decir, pedir que los políticos atenten contra la propiedad privada de otras personas. Que tengan más dinero es irrelevante, no por el hecho de tenerlo se les ha de quitar. Eso es un robo, y cualquiera que lo llame de otra manera es un cínico.


¿Y qué me dicen de la otra brillantísima idea de este vividor? Pedir que la gente trabaje menos, naturalmente con el mismo sueldo. Eso significará una subida de facto del 20% del sueldo. ¿Y adivinan lo que pasará? Que los trabajadores serán más caros, con lo cual los empresarios contratarán a menos, lo que generará paro. Claro, que eso a los sindicatos, a los bien untados sindicatos se las trae floja. Según este caballerete, a ZP le montarán una huelga cuando se produzcan "agresiones concretas a los derechos de los trabajadores". Por ejemplo, ¿al derecho de 4 millones largos de españoles a trabajar?

Lo único que le importa a Méndez y a los otros sindicalistas es mantener las subvenciones, a los liberados y hacer que Papá Estado intervenga cada vez más en nuestra economía. Es decir, exactamente lo contrario de lo que necesitamos. Vamos, lo que cabe esperar de los sindicatos.

La Frase Progre

Míreme a los ojos, señor Moltó. Por José García Domínguez

Caja Castilla-La Mancha

«Privatizar por la vía de urgencia las Cajas de Ahorros; he ahí la única cirugía con tal de frenar una sangría que, ojo, apenas acaba de empezar.»

Hasta hace apenas unas horas, el compañero Hernández Moltó, aquel disciplinado propio de la cleptocracia felipista que alumbró Filesa, Malesa, Times Spot, los convolutos, el GAL, Rumasa p´al pueblo, ni Flik, ni Flok, el BOE, Roldán, Vera, la Cruz Roja, los pellones de la Expo de Sevilla, los cafelitos del hermano de mi henmano y otras mil historias para no dormir, parecía llamado a ocupar una modesta nota a pie de página en la crónica universal de la infamia merced a cierta frasecita lapidaria:"Míreme a los ojos, señor Rubio, si todavía le queda algo de vergüenza"; la tan teatral como cínica sentencia que nuestro héroe pronunció en la comisión del Congreso maquinada a fin de linchar a Mariano Rubio por el asunto Ibercorp.


Poca cosa para ese engolado Torquemada de las finanzas ajenas, el iracundo Calvino de la banca patria. Y es que el compañero Hernández Moltó, paradigma desde su mayorazgo en Caja Castilla-La Mancha de la gestión pública al servicio de muy privados intereses caciquiles, ejemplo insuperable de politizada incompetencia, modelo de ineptitud en la suicida concentración del riesgo crediticio, supremo inútil entre los inútiles, merecía mucho más; como mínimo, un capítulo encomendado a su ilustre figura en la historia de los escándalo financieros de España, encabezando una sección que, por ejemplo, se titulase: "Repare en mi soberana jeta, señor MAFO, e intente averiguar luego dónde habrán ido a parar los tres mil millones de euros del enorme agujero de Caja Castilla-La Mancha".

La crónica de esa intervención anunciada del Banco de España constituye la prueba de que la mitad del sistema financiero resulta algo demasiado importante como para dejarlo en manos de diecisiete reyezuelos de taifas autonómicas y sus correspondientes mesnadas de concejales de urbanismo; bajo el arbitrario descontrol de unos órganos de gobierno que, a imagen y semejanza del general Franco y del compañero Hernández Moltó, únicamente responden de sus actos ante Dios y ante la Historia, nunca frente una prosaica junta general de vulgares accionistas que se jueguen su patrimonio personal en el empeño societario. Privatizar por la vía de urgencia las Cajas de Ahorros; he ahí la única cirugía con tal de frenar una sangría que, ojo, apenas acaba de empezar.

Libertad Digital - Opinión

Un rentable fascismo. Por Gabriel Albiac

PODRÍA hasta inspirar piedad la imagen. Si hubiéramos perdido la memoria. Y nada viéramos en el voluminoso anciano que balbucea en Estrasburgo (http://www.youtube.com/watch?v=Df7uckrHLBQ), salvo el devastador efecto de la senilidad: «Me he limitado a decir que las cámaras de gas fueron tan sólo un detalle en la historia de la segunda guerra mundial». Podría inspirar piedad. La misma que podría inspirar la foto aquella de Rodríguez Zapatero envuelto en la blanquinegra cofia palestina. Piedad por lo senil del uno. Por lo pueril del otro. Pero el senil será próximo presidente de edad del Parlamento Europeo. Pero el pueril, va ya para cinco años que preside este al cual llamamos un país adulto. Y no hay piedad que pueda sobreponerse a la defensa de la dignidad democrática frente al fascismo.

Porque es fascismo, en el rigor del concepto, hacer de la Shoá uno más de los desastres de la guerra. «Un detalle», balbucea en la pantalla el viejo dinosaurio Jean-Marie Le Pen. Intercambiable con otros de dimensión idéntica, dicen sus paradójicos émulos españoles. ¡Jodida pertinacia de la memoria! Abril de 2002. Yenín. A la alharaca de la vieja judeofobia se suma en masa el humanitarismo socialista: ningún pudor impide a las buenas gentes del PSOE proclamar el «genocidio», bautizar a Yenín de «Auschwitz» de nuestro tiempo, o, como mínimo, de nuestro contemporáneo «Ghetto de Varsovia». A principios de mayo, Human Rights Watch, ONG poco sospechosa de simpatías israelíes, estaba ya en condiciones de dar el balance: 52 bajas palestinas, 23 israelíes. A eso habían llamado partido socialista, prensa, intelectuales, comediantes españoles un «genocidio», un «nuevo Auschwitz», un «Ghetto de Varsovia».

¿Qué es, en rigor, «fascismo»? La forma nacional del socialismo. Como tal lo concibe, y con tal contenido le da nombre, un dirigente socialista en conflicto con sus colegas italianos, Benito Mussolini. Y, en aún más inequívoca literalidad, de esa amalgama hace nombre para su partido el fundador de su exterminadora variación centroeuropea. Y, con demasiada frecuencia, olvidamos -porque es, ¿a qué ocultarlo?, de lo más doloroso hacer frente a ciertas cosas- que «nazi» no es sino apócope de un Nationalsozialismus que no admite otra traducción castellana que no sea la de «socialismo nacional». En el proyecto de su fundadores, la solidez del proyecto está asentada sobre la primordial fuerza unificadora de la irracionalidad afectiva. Es por ello la forja de grandilocuentes mitologías la que prima, inauguralmente en Mussolini, después y con más eficacia en Hitler. Y no hay mitología tan potente como la del monstruoso enemigo intemporalmente al acecho. Frente a lo demoníaco en estado puro, la patria erige su acorazado búnker en torno al guía, al conductor, al Führer. Y el monstruo intemporal está al alcance de la mano; Hitler no ha tenido más que recuperarlo de los relatos europeos más viejos; también de las más brutales mitologías socialistas de finales del siglo XIX. El monstruo tiene nombre: el deicida, el judío, que es ahora el plutócrata corruptor del puro espíritu social de Europa. La abrupta originalidad del socialismo nacional centroeuropeo consistirá en pasar al acto: aniquilar a lo previamente erigido en antihumano. Seis millones de indiscriminados asesinatos. No de bajas en combate: seis millones de asesinatos a sangre fría. Y un proyecto: borrar la enfermedad judía del mundo. «Un detalle tan sólo» de la Segunda Guerra mundial, según Le Pen. Un avatar idéntico a los 52 muertos en los combates de Yenín. Un presente que da asco. El del rentable fascismo. Con cofia blanquinegra.

ABC - Opinión

Ante la crisis del sistema financiero. Por Lorenzo Bernaldo de Quirós

LA intervención de la Caja de Castilla la Mancha por el Banco de España era inevitable y necesaria. La única pregunta es por qué ha tardado tanto en producirse. Desde el comienzo, la proyectada fusión con Unicaja constituía una evidente fuga hacia adelante, un instrumento para camuflar las responsabilidades de una pésima gestión y para eludir los costes políticos derivados de ella. Todo el proceso negociador entre esas dos entidades ha estado presidido por un extremo oscurantismo y por una estrategia de desinformación incompatible con la demanda de ayudas públicas para llevarla a cabo. Por fin, la ceremonia de la confusión ha finalizado con la decisión del antiguo instituto emisor de intervenir la CCM. Sin embargo, la caída de esta institución es sólo la punta del iceberg de un problema de mayor envergadura: la inevitable crisis del sistema español de bancos y, sobre todo, de cajas de ahorro.

Con una recesión en curso profunda y de duración incierta, con un abultado endeudamiento de las familias y de las empresas y con una acelerada caída del valor de los activos reales y financieros, las entidades crediticias nacionales se enfrentan en el horizonte del corto plazo a un aumento de la morosidad con consecuencias imprevisibles sobre sus ratios de liquidez y, si la actual coyuntura se mantiene, de solvencia. Esta opción tiene muchas posibilidades de materializarse a lo largo de este ejercicio si, como es casi seguro, la negativa evolución de la economía española devora las provisiones y los beneficios de determinadas instituciones de crédito y acaba por afectar a su capital. Esta hipótesis constituye una amenaza seria porque conduciría a un escenario de «riesgo sistémico», esto es, a la desestabilización del mecanismo de pagos de la economía española y a una profundización en la recesión de dimensiones incalculables.

Este marco problemático se ve agravado por el «Armagedón» financiero internacional cuyo final no se vislumbra. Este ha golpeado de manera sustancial tanto a los mercados mayoristas como a los minoristas lo que explica la contracción del crédito a escala global. En el caso de España y de su modelo banca-cajas, ese efecto contractivo es mayor por dos razones: la primera, porque cerca de la mitad de la oferta crediticia otorgada a la economía nacional ha procedido del exterior hasta el inicio del actual ciclo recesivo; la segunda, porque los bancos y las cajas necesitan refinanciar un volumen sustancial de sus préstamos hasta 2010. En un entorno como el actual, conseguir ese objetivo es complicado pero en medio de una fase recesiva, con un nivel de endeudamiento público y privado alto, creciente y con una incertidumbre general sobre la salud de las distintas entidades crediticias locales, eso resulta un ejercicio de finanzas-ficción. En esta tesitura, la actual contracción crediticia interna tenderá a agravarse, desencadenando una presión vendedora sobre los deudores que tenderán a deshacerse de sus activos a cualquier precio para hacer frente a sus obligaciones. Esto a su vez debilitará más su posición financiera y su capacidad de pago con un impacto negativo adicional sobre los balances de los bancos/cajas. Esta es la perversa dinámica «deuda-deflación» descrita por Irving Fisher en 1933 y reformulada por Bernnake medio siglo después.

Aunque ese peligro se extiende al conjunto del sistema financiero nacional, las cajas están mucho más expuestas. Su cuota de mercado, ganada en los últimos años, es superior a la de los bancos y además se concentra en los sectores más castigados por la crisis (construcción e inmobiliario). Ello aumenta su vulnerabilidad ante el colapso de la burbuja o, si no se acepta ese concepto, a la potente, inevitable y profunda depresión experimentada por ambos sectores. Esto no es una casualidad sino la consecuencia directa de la propia naturaleza de esas instituciones. No son compañías privadas, carecen de dueño, no están sometidas a la disciplina del mercado, están controladas por el poder político y, por tanto, sus gestores carecen de los incentivos necesarios para realizar una valoración realista y prudente de sus actuaciones. Por eso, cualquier estrategia de saneamiento de esa parte del sistema financiero ha de abordar previa y/o simultáneamente un cambio en su estructura de propiedad.

A lo largo de los próximos meses, las tensiones desestabilizadoras sobre el sistema financiero español arreciarán. En un contexto como el actual, las líneas divisorias entre la liquidez y la solvencia son tenues e inestables. Ante esta tesitura, la estrategia correcta es centrarse en fortalecer las ratios de capital y de solvencia de las entidades viables en lugar de debilitarlas mediante la fusión con aquellas cuya inviabilidad es manifiesta. El Banco de España tiene o debería tener un conocimiento preciso de cómo está cada cual. En las actuales circunstancias, cualquier proyecto de integración entre cajas o entre bancos ha de guiarse por un solo criterio: crear instituciones capaces de sobrevivir a la crisis y sentar las bases de un sistema financiero sólido en España. En esta línea carece de sentido enterrar los escasos recursos disponibles y/o captables en instituciones sin futuro. Esta es una lección a recordar en el centenario de Darwin.

Una táctica adecuada y sensata es proceder de modo transparente y ordenado a la liquidación de las entidades crediticias cuya insolvencia es de carácter estructural. El sector público garantizaría los depósitos. Sus titulares podrían transferirlos a las entidades solventes aumentando su liquidez y los activos de la entidad liquidada se venderían a precios de mercado. Las ayudas estatales deberían producirse sólo ante la imposibilidad de levantar capital privado y materializarse a través de unas reglas del juego claras. Una política de saneamiento de esta índole reduciría los problemas de información asimétrica y de selección adversa que están en la raíz de la restricción de los flujos financieros procedentes de los mercados de capitales a los bancos y a las cajas nacionales. Este sería el primer y fundamental paso hacia una normalización del mercado crediticio en España y, por tanto, para permitir la salida de la recesión.

Un programa de esas características exige un gran acuerdo de Estado, público y escrito. Ante las graves amenazas que se ciernen sobre el sistema financiero español, los dos grandes partidos nacionales deberían centrar las bases procedimentales y operativas para afrontar con éxito el saneamiento y reordenación del sistema crediticio y, por ende, mecanismo de pagos de la economía nacional. Esta es una condición necesaria aunque no suficiente para superar esta grave coyuntura. Si España no es capaz de frenar el potencial desplome de su modelo financiero, existe el peligro real de entrar en la senda de una depresión de alcance desconocido y permanecer en un valle de recesión/estancamiento muy prolongado. La interacción de las crisis financieras con las económicas es letal.

Habrá quien considere extremado este análisis incluso anti patriótico. Sin duda serán los mismos que pronosticaron hasta ayer una suave y temporal desaceleración de la economía para después convertirla en una recesión en V y ahora culpan a las incontrolables fuerzas del destino de causar los males económicos de España con un fatalismo estéril e inmovilista. A ellos habría que recordarles y, sin que sirva de precedente, el viejo axioma de Gramcsi: «Es preferible el pesimismo de la inteligencia al optimismo de la volutad». Tal vez el segundo resulte más agradable pero, por desgracia, no sirve para nada. Si se actúa ante la situación financiera de la misma manera con la que se ha actuado frente a la económica, cuelguen en sus puertas el dantesco «lasciate ogni speranza».

ABC - Opinión

La quiebra de una caja y de la enésima mentira del PSOE

«Con la caída del mito, el Gobierno se dedica a seguir mintiendo y tomando el control de las cajas para que los ciudadanos no averigüemos quiénes eran los responsables de acumular tamañas cantidades de basura en los balances.»

El sistema financiero más sólido del mundo ya ha experimentado la primera quiebra de una de sus partes: Caja Castilla-La Mancha. Lo que para el Gobierno parecía imposible –aún hoy lo siguen calificando de caso aislado– ha terminado por producirse. Habida cuenta de las incontables mentiras que el PSOE ha vertido sobre la gestación y desarrollo de la crisis, es dudoso que Zapatero se haya sorprendido por que la realidad haya desmentido su categórico diagnóstico. Simplemente, porque nunca fue un diagnóstico, sino una mascarada sistemática y generalizada.


Todavía ahora, cuando la tinta del decreto de intervención sobre la entidad y el aval de 9.000 millones todavía no se ha secado, Solbes trata de quitar hierro al asunto diciendo que se trata de un problema de liquidez, pero no de solvencia.

Es posible que Zapatero siga necesitando dos tardes para aprehender cuatro nociones básicas de economía, pero Solbes necesita volver a pasarse por clase de contabilidad. Cuando los pasivos de una entidad son superiores a su activo, de lo que se habla es de insolvencia, de que los acreedores deben lanzarse vorazmente sobre el patrimonio de su deudor para tratar de recuperar una parte de lo que les prestó. Al fin y al cabo, si el problema fuera de liquidez, ¿de qué habrían servido los 50.000 millones que Zapatero con tan poco control y rigor repartió entre los banqueros? ¿No se nos decía que aquello ya era para inyectar liquidez? ¿De verdad no hemos sido capaces de emplearlos para evitar la suspensión de pagos de Caja Castilla-La Mancha?

Mucho hay que temerse que no. Esencialmente porque esas hipotecas subprime a la española que son los créditos a promotores plagaban el balance de la caja; créditos baratos que ayudaron a realimentar una burbuja inmobiliaria de mano de los cuatro amigos del consejo de administración de la caja. Solbes dice que no existe agujero, pero como poco faltan 3.000 millones de euros. Será que el vicepresidente carece de nociones básicas de contabilidad o que, más simple y probablemente, siga mintiendo; la única estrategia contra la crisis que parecen desarrollar con cierta habilidad los miembros de este Gobierno.

Por desgracia, el agujero manchego no será el único. Los bancos centrales sembraron la semilla de esta crisis y fueron las cajas las que se sumaron a la ola especulativa con mayor entusiasmo: el 70% de todos sus créditos iban destinados a hipotecas, a constructores y a promotores. Parece que nuestro sistema financiero no era tan sólido y fiable como al presidente del Gobierno tanto le gustaba proclamar por los foros internacionales. Y no lo era especialmente en el sector de las cajas de ahorros, auténticos cortijos de la clase política.

Convendría que quienes están abogando por una mayor supervisión política de las entidades financieras o incluso por su total nacionalización (siguiendo el modelo sueco) se pararan un poco a reflexionar sobre lo que están proponiendo: precisamente, la parte más vulnerable, más manirrota y más especuladora de nuestro sistema bancario era la parte menos libre y más copada por los políticos. Al menos, los directivos de los bancos, por torpes y corruptos que hayan podido ser, tenían que responder ante las juntas de acciones de sus empresas. ¿Ante quiénes responden los políticos colocados al frente de una caja?

Como bien ilustra el episodio del recurso ante el Constitucional por parte del Gobierno de la ley de cajas madrileña, a los políticos sólo les interesa el control de estas entidades, no su viabilidad y buena gestión. ¿Cómo si no se explica que hace apenas unos días el PSOE estuviera más interesado en meterle el dedo en el ojo al Ejecutivo de Aguirre que en evitar o suavizar el colapso de Caja Castilla-La Mancha?

No, desde el 2004 los socialistas sólo han utilizado su escasa política económica con fines electorales. Cuando la burbuja inmobiliaria alcanzaba su punto más elevado, prefirieron vanagloriarse de que estábamos a punto de alcanzar el "pleno empleo" que por pincharla para evitar que alcanzara proporciones mayores. Cuando la crisis ya empezaba a asomar las orejas –poco antes de los comicios del 9 de marzo– se dedicaron a negarla por todos los medios, en lugar de reconocer su dimensión y comenzar a aplicar las medidas necesarias: reducir el gasto público y los impuestos y liberalizar algunos mercados como el laboral. Cuando las cifras del paro alcanzaron niveles insufribles, pasaron a despilfarrar los recursos nacionales en absurdos planes E para colocar a unos miles de trabajadores a costa de hipotecar nuestro presente y el futuro de nuestros hijos. Y ahora que se desmorona el mito de que contábamos con el sistema financiero más sólido del mundo, se dedica a seguir mintiendo y tomando el control de las cajas para que los ciudadanos no averigüemos quiénes eran los responsables de acumular tamañas cantidades de basura en los balances.

Libertad Digital - Editorial

Ciento cuarenta y siete toneladas). Por Yauma

En la Vanguardia de hoy aparece un articulo de opinión firmado por el señor Pere Notó, profesor de psicología social y psicoanalista, en el cual plantea lo siguiente: “ No existe todavía una obra que estudie la personalidad colectiva catalana desde la perspectiva rigurosa de la psicología política como ámbito científico de psicología social, aunque todos los ensayos publicados reconocen el pactisme como actitud esencial del alma catalana”.
Ante el vacío intelectual que representa la falta de una obra de tal naturaleza, un servidor modestamente se ofrece para hacer un intento de estudio, del alma catalana, cuyo esbozo plantearé a continuación, partiendo de un base esencial: la complejidad asociada a los conceptos de alma y de alma colectiva.


El término alma se emplea a veces como sinónimo de psique. En las representaciones del hombre primitivo el alma era considerada como algo material, sombra, sangre, aliento,...etc. En religión se entiende por alma cierta fuerza inmaterial, incorpórea e inmortal, que posee existencia propia, independiente del cuerpo, en el mundo del más allá. En la filosofía idealista, el alma se identifica con tal o cual elemento de la conciencia. En Platón, es la idea eterna; en Hegel, la manifestación sensorial inferior del espíritu en su nexo con la materia, sensible y activa. En las doctrinas dualistas, el alma se entiende como algo independiente que existe a la par del cuerpo (Descartes, Spencer, Wundt, James). En el materialismo premarxista (Demócrito, materialismo metafísico), el alma se entendía como algo secundario, dependiente del cuerpo, vista así, el alma, la actividad psíquica, se reducía a elementos procesos mecánicos o físico-químicos. No era raro que algunos filósofos materialistas llegaran incluso a admitir que todas las cosas poseen alma, Hilozoismo.

Kant no negó la existencia del alma, principio inmaterial, simple y espiritual, según él no es posible su conocimiento, aunque se puede postular su existencia como consecuencia de la reflexión relativa a la experiencia moral. La psicología filosófica racionalista creyó posible alcanzar el conocimiento del alma entendida como el sujeto o responsable último de la vida psíquica del individuo.

La idea primaria de alma colectiva surge al admitir la hipótesis psicológica siguiente:
Un sujeto estando en grupo o en masa prescinde de su psicología individual y adquiere una psicología de grupo que transforma su actitud, lo que le hace sentir pensar y obrar de manera muy diferente a como lo haría aisladamente “ciertas ideas y ciertos sentimientos no surgen ni se transforman en actos, sino en los individuos constituidos en multitud”(Sigmund Freud).
Aparece como consecuencia un alma colectiva, familiar, municipal, provincial, sindical, autonómica, nacional,.......etc. Luego el termino alma catalana está más que justificado, todos los habitantes de Catalunya tienen una idiosincrasia similar, una manera especial de comportarse, que nace de la vida conjunta. En esta alma colectiva catalana, gravitan todas las emociones, instintos, pensamientos y pasiones del pueblo catalán.

Para poder cuantificar, de alguna manera, el alma colectiva de nuestra nación, las cuentas claras hasta en cuestiones del alma, dada la extraordinaria
uniformidad existente en el colectivo estudiado, bastaría ponerse de acuerdo en la definición de alma individual más acorde con nuestra forma de ser y extender el concepto a todo el conjunto. En este punto creemos muy interesante los estudios del Dr. Duncan Macdougall que realizó al comienzo del siglo XX una serie de experimentos para poner de manifiesto la forma material del alma, demostrando la pérdida de peso provocada supuestamente al abandonar el alma el cuerpo que la cobijaba. Al morir pesó diversos pacientes moribundos intentando demostrar que el alma es algo real material y mensurable.

Según este visionario de la experimentación científica el alma humana pesa 21 gramos (titulo por cierto de una buena película de Alejandro Gonzáles Iñárritu), Duncan utilizó el método gravimétrico, uno de los más fiables del análisis químico clásico en su experimento. Teniendo en cuenta que los catalanes somos siete millones, si se multiplican por 21 gramos, se obtiene si no me equivoco, 147 toneladas, muchas toneladas de alma para un país con déficit fiscal, por lo que desde aquí proponemos a quién corresponda, vender unas cuantas toneladas de alma a otros países más pobres en esta preciada sustancia. Por ejemplo a Extremadura, se trataría de una venta virtual pues se comprende que la operación ha de ser incruenta, algo parecido a la titularización hipotecaria, he mencionado a esa parte del Estado español debido a que últimamente los ánimos están un poco increpados a raíz de la propuesta de uno de nuestros patriotas, el concejal comunista de Torredembarra y, ya se sabe, en una tierra donde se sitúa el drama de Calderón de la Barca, Zalamea de la Serena, Badajoz, el concepto de alma y del honor es algo diferente al mero trueque comercial “El honor es patrimonio del alma, y el alma sólo es de Dios” según palabras de Pedro Crespo.

El blog de Yauma

Palabras de Honor. Por Arturo Pérez-Reverte

Hubo un tiempo en que los chicos nos pegábamos a la salida del colegio porque, durante el recreo, alguien había puesto en duda nuestra palabra de honor. En aquella época, más ingenua que ésta, de cine con bolsa de pipas, de tebeos del Guerrero del Antifaz, de libros de la colección Historias o Cadete Juvenil –Con el corazón y la espada, Ivanhoe, Quintín Durward, El talismán y cosas por el estilo–, de reyes magos que traían la espada del Cisne Negro, poner el honor como aval de esto o lo otro era un argumento al que algunos recurríamos con cierta soltura. Quizá porque también oíamos esa palabra en boca de nuestros mayores. En cualquier caso, con esa recta honradez que suelen tener los muchachos mientras no crecen y la pierden, algunos solíamos llevar el asunto hasta las últimas consecuencias. Eso solía zanjarse más tarde, fuera de clase para no incurrir en indisciplinas punibles por el hermano Severiano, o su homólogo de turno según el lugar y las circunstancias. Resumiendo: círculo de compañeros, carteras en el suelo, puños y allá cada cual. Zaca, zaca. A veces, al acabar, nos dábamos la mano. A veces, no. De cualquier modo, como digo, eran otros tiempos. Hoy le hablas a un chico de honor y lo más probable es que te mire como si acabaras de fumarte algo espeso. Como mucho, si mencionas esa palabra –«Cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo», dice el DRAE– algunos pensarán en rancios lances de capa y espada, en talibanes fanáticos que lapidan a su hija porque se niega a usar burka, o en esa gentuza que de vez en cuando aparece en el telediario diciendo: «Prometo por mi honor cumplir los deberes de mi cargo», etcétera. No hay nada más eficaz para corromper la palabra honor que ponerla en boca de un político: una ministra de Educación, un ministro de Economía, un presidente de Gobierno. Pasados, presentes o futuros, todos ellos, sean cuales fueren sus partidos e ideologías. Igualados en la misma desvergüenza.

Pero no sólo se trata de políticos, ni de jóvenes. Cada sociedad, en cada momento, es lo honorable que llega a ser el conjunto de sus individuos. Las menudas honras, que decían los clásicos cuando ambas palabras, honra y honor, andaban emparentadas, y no siempre para bien. Muchas son las infamias que en todo tiempo se cometieron en nombre de una y otra, como sigue ocurriendo. No hay palabra, por noble que sea, que no deje una larga estela de canalladas perpetradas al socaire. Sin embargo, pese a todo eso y a la lucidez obligada del siglo en que vivimos, a veces lamentas no encontrar con más frecuencia a gente en la que el honor sea algo más que una fórmula equívoca o un recurso demagógico, vacío de sentido. A fin de cuentas, la propia estima, los «deberes respecto del prójimo y de uno mismo», también ayudan a conseguir un mundo mejor y más justo. O a soportar el que tenemos.

Recuerdo una historieta personal que viene al pelo. Ocurrió hace casi treinta años, cuando yo conducía por una carretera del sur de España. Adelanté frente a un cambio de rasante, con el espacio justo para ponerme a la derecha sólo unos palmos antes de la línea continua. En ese momento, una pareja de motoristas de la Guardia Civil coronaba la rasante; y el primero de ellos, creyendo desde su posición lejana que yo había pisado la línea, hizo gestos enérgicos para que detuviese el coche. Paré en el arcén, seguro de que no había llegado a infringir las normas. Se acercó un picoleto joven, corpulento, hosco. Ha pisado usted tal y cual, dijo. Me bastó echarle un vistazo a su cara para comprender que de nada servía discutir. «¿Quién está al mando?», pregunté con mucha corrección. Me miró, desconcertado. «El cabo», respondió, señalando al compañero que había estacionado la Sanglas al otro lado de la carretera. Salí del coche, crucé el asfalto y me acerqué al cabo. Era veterano, bigotudo. «Pagaré la multa con mucho gusto», dije. «Sólo quiero pedirle que antes me permita hacerle una pregunta.» Me miraba el guardia suspicaz, sin duda preguntándose a dónde quería ir a parar aquel fulano redicho que tenía delante. «¿Me da usted su palabra de honor –proseguí– de que me ha visto pisar la línea continua?» Me estudió un rato largo, sin abrir la boca. Al cabo hizo un seco ademán con la cabeza. «Puede irse», respondió. Entonces fui yo quien se lo quedó mirando. «Gracias», dije. Le tendí la mano y él, tras una brevísima vacilación, me la estrechó. Di media vuelta, subí a mi coche y me fui de allí. Fin de la historia.

Y ahora intenten imaginar hoy una situación parecida. «¿Me da usted su palabra de honor, señor guardia?» El motorista revolcándose de risa por el arcén, con el casco puesto. Y luego, con toda la razón del mundo, haciéndome soplar en el alcoholímetro y calzándome tres multas: una por pisar la continua, otra por ir mamado y otra por gilipollas.

XL Semanal

Estrasburgo y el Pinchador de Burbujas. Por Javier Orrico

Nos echarán de Europa. Vuelven a creer que somos un país de moscas y sol, de cunetas sucias y justicia silvestre, la España eterna que ha cambiado las sotanas negras por la coca blanca y la Inquisición por la corrupción. Una España afgana donde el Estado apenas existe más allá de Madrid, donde los Señores de la Guerra dominan sus regiones inaccesibles e imponen leyes ajenas a la civilización. Otra vez la España magrebí que alimentaron con sus prejuicios y sus deseos de revancha por los siglos imperiales. El fantasma de los Tercios está hoy compuesto por albañiles, carpinteros y fontaneros.

Tampoco les falta razón. No sólo están comprobando cómo nos hundimos en el paro y el déficit; cómo crece una deuda pública que nos argentiniza en la ruina y convierte al país entero en un inmenso ‘corralito’; cómo estamos gobernados por un grupo de autistas del que los pocos que saben algo están deseando salir; cómo gastamos en idioteces los beneficios que habíamos obtenido en las décadas anteriores a base de pluriempleo y sacrificio.

Lo que ven es que hemos sido nosotros mismos, ¡desde el Gobierno central! y todas sus ramificaciones, los que llevamos cinco años echándonos basura encima, autodenunciándonos, suvbencionando organizaciones que viajaban por Europa para presentar una imagen de España de especuladores y corruptos, agricultores por el pelotazo, políticos pistoleros, leyes contrarias a la razón y ciudadanos envilecidos por el ansia reprobable de tener un apartamento en la playa, grave pecado contra la humanidad y el cambio climático. España era, para regocijo y aliento de la nueva leyenda negra renovada (y renovable) una sucursal de Chicago Años Veinte pasada por Venezuela y Zimbabue.

No hay que extrañarse, pues, de que el Parlamento Europeo acabe de aprobar un informe de la parlamentaria danesa verde Margrete Auken en el que se nos deja a la exacta altura de lo que hemos sembrado con nuestras actuaciones (la fiebre del oro que se propició desde el sistema: partidos, todos, empresarios y banca) y con los ataques contra nuestras actuaciones, en uno de esos espectáculos de cainismo hispano que a los europeos les producen siempre un sentimiento mezclado de estupor y desprecio. Porque corrupción hay en todas partes donde fluye la pasta. La sinvergüencería es universal. Lo que resulta insólito es que un país miembro acuda a las instituciones europeas a hablar contra sí mismo, a aventar sus trapos sucios para vergüenza de todos.

Ahora, lo que ha llegado a pedir la señora Auken es, incluso, que se nos retiren los fondos europeos asignados hasta 2013, casi 32.000 millones de euros (cinco billones de pelas, que es la moneda a la que hay que volver para no seguir engañándonos con una riqueza que nunca tuvimos), por nuestro expolio medioambiental, las transgresiones de la normativa europea, la inutilidad, lentitud y dudosa fiabilidad de nuestra justicia, y, horror, la inseguridad de la propiedad privada en nuestro territorio.

Llega a hablar de “corrupción endémica” y esto constituye el mayor ataque que se nos haya hecho en el último siglo, pues supone la consideración de una naturaleza inevitable, un gen hispánico que nos inhabilita para el imperio de la ley, el Estado de derecho y la democracia. En fin, no es el Méjico de Ciudad Juárez, pero casi.

¿Qué creen ustedes que ha hecho nuestro Gobierno ante semejante descalificación? Ni se ha presentado. Seguramente, además de por su probada incompetencia, porque sabe que es uno de los principales responsables de esta imagen que volverá costarnos decenios levantar. Hace pocos días el propio Presidente Rodríguez se alzaba gigante en la tribuna del Congreso para afirmar que la Historia les recordará como el Gobierno que pinchó la burbuja. Desde luego, que no tenga la menor duda. Son muchos millones los que les recordarán.

Lo que soprende a Europa, y a mí, es que pueda existir una ley en la Comunidad Valenciana por la que se pueden realizar planes urbanísticos que no tienen en cuenta los derechos de edificaciones ya existentes, normalmente de ciudadanos europeos que en su día se instalaron allí con todos los requisitos legales, y que suponen, de hecho, la destrucción de sus propiedades o una expropiación encubierta. O que se planearan urbanizaciones imposibles para miles de ingleses en auténticos secarrales. Pero también lloro cuando paso por Los Alcázares socialistas y recuerdo el pueblo delicioso en el que viví en 1980. O cuando atravieso Seseña y pienso en lo que nos va a costar la intervención en la Caja de Castilla-La Mancha, la ruinosa gestión del socialista Hernández Moltó cuyo fin era enladrillar la llanura manchega.

Lo que nos sorprende a Europa y a mí es que el Gobierno del partido que ha realizado, en sus territorios, la misma política de que acusaba a la oposición, se lanzara, nada más acceder al poder, a una inconcebible campaña de descrédito de lo que había sido el motor económico de su país sin tener preparada una alternativa. Y (lo que constituye definitivamente el copón) es que mientras desacreditaban a España ante el mundo, siguieran alimentando ese modelo basado en la construcción en cuantos ayuntamientos y comunidades gobernaban, sin hacer absolutamente nada, más que presumir del superávit que ese mismo ladrillismo les generaba, para cambiar el modelo y procurar una transformación silenciosa y paulatina que no nos hundiera de golpe en los cinco millones de parados que ya están aquí.

Esta irresponsabilidad, de haberse dado en un país decente, ya le habría costado el cargo al Pinchaburbujas. Hoy son millones las familias españolas endeudadas que ven como el valor de sus propiedades se ha hundido mientras el Presidente de su Gobierno presume de ser el autor del hundimiento.

Conozco a una familia que hasta hace dos años vivía feliz: trabajando todos, habían ido comprando un piso para cada hijo, además de la casa familiar. Hoy uno de ellos, con veinticinco años y una niña, ya está en el paro. El otro, con veintiocho, ha tenido que denunciar a un jefe que no le paga, asfixiado a su vez. Como no está despedido ni siquiera cobra el subsidio de desempleo y su madre tiene que hacer frente a su hipoteca, además de a la propia, para no perderlo todo. Son carpinteros. Unos corruptos endémicos. Eso sí, voy a decirles que Zapatero, el Bueno, acaba de informarnos de que el futuro está en la biotecnología y en las energías renovables. Seguro que se sentirán muy animados.

El blog de Javier Orrico