domingo, 12 de abril de 2009

No olvidar lo inolvidable. Por Gabriel Moris

11-M

«Nunca vamos a dejar de preguntar. Y no sólo con intención de responder a lo que tanto nos importa. También para que nadie vuelva a sufrir lo que nosotros sufrimos»

Ahora se cumplen cinco años y un mes de la mayor masacre terrorista sufrida en Europa. A pesar de todo el tiempo que ha transcurrido, creo no equivocarme al afirmar que estamos tan lejos o más del conocimiento de la autoría que donde estábamos en los días en los que ocurrió. ¿Cómo puede explicarse esta realidad en un país de la Unión Europea que fue una de las primeras nacionalidades que surgieron en ella?


Por citar sólo tres hechos. En un principio, se nos habló de varias tramas y se detuvo a más de cien personas que entonces se relacionaron con la masacre. Todavía hoy se habla extraoficialmente de una cuarta trama. Pero desde mi óptica, ni a nivel judicial ni a nivel parlamentario se ha podido comprobar o demostrar con evidencias la existencia de dichas tramas. Respecto al alto número de detenidos, podemos decir que en el juicio y en la condena del Tribunal Supremo resultó un globo pinchado, ya que sólo se ha condenado a tres personas como autores sin explicar a cuál de las tramas pertenece cada una. Es más, respecto al único condenado por su presencia en los trenes, se ha demostrado que la noche anterior a la matanza estuvo en un gimnasio, existiendo registros que prueban su presencia en el mismo. El lector puede sacar sus propias conclusiones. Eso sí, ni los medios de comunicación ni ninguno de los poderes públicos ha desmentido esta investigación periodística.

Recordemos el papel de la oposición durante el atentado y el período de transferencia de poderes. El hoy presidente del Gobierno propaló la falsa información de que había terroristas suicidas en los trenes. Fueron muchos los que pensaron que si la autoría era de ETA, las elecciones las ganaría el partido en el gobierno. Mientras que si hubiera sido de carácter islamista, las ganaría el partido que las ganó. Es lo que entonces más preocupaba a los que, lejos de ayudar en la investigación, sólo reflexionaban sobre cómo iba a influir nuestro sufrimiento en el resultado electoral.

Poco después, el poder legislativo, a petición del principal partido de la oposición, creó una comisión de investigación con la supuesta finalidad de depurar las responsabilidades políticas del atentado. La comisión se cerró sin cumplir su objetivo. No sólo pudimos constatarlo, también vimos con estupor cómo los que nada investigaron mostraron su autosatisfacción por los trabajos no realizados.

El gobierno recién estrenado, que desde la oposición prometía aclarar el atentado, no sólo urgió el cierre de la comisión, sino que con el apoyo de todos los grupos parlamentarios excepto el Popular, trató en todo momento de olvidar y hacer olvidar a todos lo que con tanta fuerza exigió los tres días anteriores al 14 de marzo de 2004.

En lo que al Poder Judicial se refiere, podemos decir que el desastroso sumario difícilmente hubiera permitido llegar al conocimiento de la verdad. A pesar de ello, la vista pública se inició con un tribunal que nos hizo albergar esperanzas. Sin embargo, las pruebas que se presentaron dejaron mucho que desear. Es más, las mentiras y contradicciones de algunos testigos fueron patentes. Pese a todo no hubo deducción de testimonio para ninguno de los que declararon. El juicio finalizó con la sentencia conocida por todos.

Sobre las piezas que permanecen abiertas, yo, al menos, no sé cómo se están tratando. Lo que sí me consta es que en buena medida las peticiones de las partes fueron denegadas. Entre ellas, la visualización de las grabaciones realizadas durante la pericia de explosivos, a las que considero que tenemos derecho al menos los peritos que intervenimos en ella. Por último, la sentencia del Tribunal Supremo tampoco aportó grandes cosas. Ni antes ni después se pudo establecer la autoría intelectual del atentado.

Hoy -a pesar de que el 80% de los españoles considera que no se conoce la verdad- el silencio es casi unánime. Ignoro el interés que los poderes públicos puedan tener en olvidar lo inolvidable. ¿Qué podemos pensar las víctimas que tenemos infinidad de preguntas sin contestar? ¿A quién le importa?

En cualquier caso, ya pueden perder toda esperanza. Nunca vamos a dejar de preguntar. Y no sólo con intención de responder a lo que tanto nos importa. También para que nadie vuelva a sufrir lo que nosotros sufrimos. O el Gobierno, la oposición, los jueces, la fiscalía y la Policía nos ayudan a contestarlas, o desde la impunidad que se les ha ofrecido, los que causaron tanto sufrimiento volverán a intentarlo. Aún estamos a tiempo de reaccionar.


Libertad Digital - Opinión

El presidente Zapatero sí que descansó y tomó vacaciones

Veinticuatro horas después de que la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, anunciara que el Ejecutivo se quedaba sin vacaciones de Semana Santa y se ponía a trabajar estos cuatro días «a pleno rendimiento, poniendo especial hincapié en el empleo», el presidente Zapatero llegó a la finca de Quintos de Mora, en Toledo, para pasar unos días de descanso.

Acompañado por su mujer, Sonsoles Espinosa, y por sus hijas, Alba y Laura, el jefe del Ejecutivo se trasladó a la finca toledana, adscrita al Ministerio de Medio Ambiente, el pasado Viernes Santo de la forma más discreta posible, mientras sus ministros escenificaban en Madrid el frenético nuevo ritmo de trabajo que desde Moncloa se han empeñado en transmitir.


Explica J.A. en ABC que, tras las vallas de la finca, Zapatero contaba con la seguridad de que ningún reportero inoportuno le aguaría las vacaciones, como le ocurrió el pasado jueves al nuevo vicepresidente territorial, Manuel Chaves, a quien sorprendieron en una playa de Huelva cuando se suponía que estaba trabajando en su recién estrenado despacho de Madrid.

Donde cazaba Bermejo
Sin embargo, lo que no pudo evitar el jefe del Ejecutivo fueron las sospechas que provocó entre los vecinos de la zona el despliegue de guardias civiles en las cercanías de Quintos de Mora.

Y eso que los lugareños ya están acostumbrados a la presencia de miembros de Gobierno en esta finca con coto de caza, en la que el ex ministro de Justicia Mariano Bermejo, el cazador cazado, reconoció que participaba en descastes de fauna mayor.

Pero Quintos de Mora también es rincón preferido de descanso para presidentes del Gobierno cuando no acuden hasta Doñana. Agotado después de su participación en la cumbre del G-20, la entrevista con Obama, su presencia en el Foro de la Alianza de Civilizaciones de Estambul y tras cocinar la crisis de Gobierno el presidente se trasladó a la finca toledana.

Mientras, los miembros de su gabinete cumplen en Madrid la consigna del jefe de aparentar frenética actividad pese a las vacaciones de Semana Santa. Ayer les tocó el turno a Carme Chacón, Manuel Chaves, Miguel Sebastián y Elena Salgado.

Atrás quedan las palabras pronunciadas por Fernández de la Vega tras el Consejo de Ministros del pasado miércoles: «Todos los ministros estos cuatro días vamos a trabajar, porque, precisamente, vamos a aprovechar el tiempo en el que no hay la presión del despacho, del día a día, para poder planificar un poquito».

La «nueva etapa», dijo, que se abre tras la remodelación del Ejecutivo, exige un «mayor esfuerzo» de todos.

A continuación, fuentes de Moncloa apuntaron que en estos días Zapatero podría aprovechar también para despachar con los nuevos miembros de su Ejecutivo. Pero, al final, se lo debió pensar y prefirió cargar las pilas en Quintos de Mora.

Periodista Digital

La huelga de hambre de Evo Morales

Recordando sus tiempos de sindicalista

Se utiliza a sí mismo como arma política frente a la oposición


Junto a 1.200 personas más en toda Bolivia, Evo Morales, el presidente de la Nación, inició hace tres días una huelga de hambre presionando así para que el próximo 6 de diciembre se celebren los comicios generales. Evo se utiliza a sí mismo como arma política frente a la oposición, poniendo en peligro su integridad física, algo contrario a la firmeza materialista. Si triunfa con su presión, cambiará el padrón electoral
Recordando sus tiempos de sindicalistaSe utiliza a sí mismo como arma política frente a la oposición


Morales, visiblemente más delgado debido a la huelga de hambre que lleva a cabo, dijo a través de un mensaje televisivo para toda Bolivia que el Estado cobraría los costes de su huelga de hambre. Pidió a la metafísica comunidad internacional que supervisara el registro de los votantes, al mismo tiempo que pidió a la Corte Nacional Electoral (CNE) que asegurase el no modificar, tras su elaboración, la fecha de las elecciones del próximo 6 de diciembre.

Afirmó en el mensaje: «Si la Corte asegura la realización de las elecciones del 6 de diciembre y garantiza técnicamente la implementación de un nuevo padrón biométrico, altamente informatizado y moderno, el Gobierno se compromete a garantizar la construcción del padrón».

La oposición, desde la derecha neofeudalista y la fascista, hasta los liberales y algunos grupos de izquierdas opuestos al indigenismo de Morales, ven que esa nueva ley electoral otorgaría más poder a Morales. Entre estos poderes estaría la posibilidad de la reelección más allá del tiempo permitido en la actualidad, siguiendo la estela de Hugo Chávez en Venezuela (su principal inspiración política), el cual ya puede presentarse a las elecciones todas las veces que quiera.

La oposición afirma que el padrón electoral propuesto por Morales no es correcto, y rechaza el voto de residentes bolivianos en el extranjero. Promueve un nuevo padrón de 4 millones de ciudadanos y la reducción de los escaños indígenas, hoy 14.

Desde el jueves pasado, Evo se ha declarado en huelga de hambre, junto con los sindicalistas y otros ciudadanos bolivianos que piden que la oposición apruebe la ley necesaria para celebrar comicios el 6 de diciembre, en los cuales Morales pretende postularse como candidato una vez más. No abandonará la huelga hasta que no se apruebe la medida. En una anterior reunión del Congreso, el vicepresiente Álvaro García Llinera afirmó que la oposición en realidad no quiere que se celebren tales comicios. Morales sólo ingiere caramelos, agua e infusiones de coca. Y ya ha recibido el apoyo de Hugo Chávez y Fidel Castro.

Desde postulados materialistas, creemos que con ésta acción Morales va contra el primer deber ético más importante: la fortaleza, que permite a todo sujeto operatorio esforzarse para conservar su ser. No se puede considerar como ética cualquier acción que ponga en peligro el propio ser (el propio cuerpo, pues como decía el filósofo hispano-holandés Espinosa « Yo soy mi cuerpo »). Actos como el suicidio o la huelga de hambre no serían considerados éticos en ningún caso. Y es que no es lo mismo estar dispuesto a morir (a que le maten a uno) que estar dispuesto a matarse, por lo que el presidente Evo en principio parecería estar dispuesto a matarse mediante el cese de la ingestión de alimentos con tal de conservar el poder, siguiendo tácticas sindicalistas que ya llevó a cabo en el pasado (no parece distinguir qué tipo de acciones políticas hay que llevar a cabo en cada momento político determinado) e incapaz de perpetuar su proyecto político más allá de su propia persona. Algo que denota síntoma de debilidad política del proyecto indigenista de Morales, Llinera y el MAS.

Además, si actúa en virtud a la mercadotecnia política, consideramos que se trata de un acto de mala fe que puede provocar distaxia (desorden) político en Bolivia, puesto que el jefe supremo de una Nación Política está dispuesto a matarse para forzar así a sus adversarios y enemigos a que el cuerpo indiferenciado de electores bolivianos le perpetúen en el poder. No deja de ser, por otra parte, un acto infantil. Si no me permitís seguir donde estoy, no como.

También consideramos que es un acto egoísta, contrario a la generosidad que conlleva que todo sujeto ayude a los demás (la generosidad no se puede entender sin la fortaleza y la firmeza). Con su acto egoísta Evo no ayuda a una nación, la boliviana, en proceso rápido de descomposición. El seguidismo pobre del bolivarismo chavista no puede salir bien a nuestro presidente, al que sin embargo hemos apoyado desde estas páginas en otros momentos concretos frente al secesionismo y el fascismo. Evo se equivoca, y pone en peligro su proyecto y a la misma Bolivia.

El Revolucionario

Handel - Hallelujah

Un gobierno con fatiga mental. Por Germán Yanke

El nombramiento de Elena Salgado como vicepresidenta económica del Gobierno acarreaba, sin duda, una cierta sorpresa. No porque no se supiera que el presidente la apreciaba como colaboradora ni porque se ignorara que su gestión del programa de ayudas a entidades locales para la promoción de un cierto empleo inmediato era de su agrado, al menos comparada con otros fiascos recientes. Se trataba, más bien, de la creencia inocente de que se buscaría un sucesor de Pedro Solbes que, sin restar un ápice a su prestigio en el mundo económico, pudiera retomar la economía en un punto en el que se impulsara el cambio de rumbo que se le había resistido a quien fuera la gran baza electoral de Zapatero en las elecciones de 2008.

No tiene Salgado el perfil de generar confianza por su trayectoria y personalidad pero a lo mejor su energía (todo el mundo recordaba el impulso con el que se empeñó en luchar contra el tabaco) y la autoridad de un mandato sorprendente pudiera imprimir el necesario nuevo rumbo. De hecho, este viraje de la política económica para terminar con nuestras debilidades estructurales y competitivas es ya una demanda general planteada por expertos de izquierda y derecha, por los organismos internacionales y hasta por el premio Nobel Paul Krugman que, hasta ayer, era el economista que daba la razón al Gobierno de Zapatero en sus aceradas críticas a la economía «neoliberal», causa, según la retórica oficial, de todos nuestros males. Si Krugman no decía exactamente eso de España, como no lo decía ningún otro, y hasta el presidente se vio obligado a apuntar un poco chamuscado que ya haría lo que había que hacer, se podía pensar que la nueva vicepresidenta tendría la autoridad delegada del presidente y la energía acreditada para que, cambiado el rumbo, aportara unidad de acción.

Sin que haya transcurrido una semana ya se sabe que, por el momento, no hay nuevo rumbo, sino nuevo ritmo, que las reformas quedan postergadas a seguir sorbiendo el filtro mágico del gasto público, que se trata de disimular la salvación del sistema financiero con otras medidas que den la impresión de que el Gobierno se ocupa de los demás y, en concreto, de los más desfavorecidos. Sin nuevo rumbo, el nuevo ritmo es un tanto demagógico. En España el rescate del sistema financiero ha resultado bastante barato sin que se haya explicado el efecto perverso en las economías familiares de no hacerlo. Y, por el contrario, el dinero que se ha puesto para «crear» empleo ha devenido ineficaz e incapaz de evitar la sangría del paro.

A pesar de todo, el único mensaje claro hasta ahora del nuevo Gobierno es el del aumento y, en todo caso, la reordenación del gasto. Una vía imposible por los condicionamientos presupuestarios y, además, peligrosa por las consecuencias inmediatas. Hay empleo, no cuando se aumenta el gasto público, sino cuando se propicia el crecimiento económico y la primera obligación del Gobierno, si opta por un nuevo rumbo, debería ser, mediante las oportunas reformas, propiciar el escenario en que sea posible: reformas en lo que concierne a la competitividad, en el espacio normativo que implica un cambio en la productividad, en el sistema laboral, en el papel y la coordinación de la distintas administraciones, etcétera. Si Salgado quiere ser la vicepresidenta de la fatiga mental del Gobierno, quizá sea la adecuada para cambiar -o aumentar- el ritmo. Pero para mudar el rumbo hace falta otro planteamiento.

ABC - Opinión

Humanitaria . Por Alfonso Ussía

El terremoto de Italia ha supuesto una catástrofe humana, artística, económica y social. Pero no una catástrofe humanitaria.

Lo pronunció una bella política de la transición: «Siempre andé bien en la Política». Es decir, que «andó» bien y «hablúvo» mal. Son pequeños desbarajustes lingüísticos que nacen de la improvisación. Al primer Presidente de Murcia, el socialista Andrés Hernández-Ros le pidieron su opinión acerca de Carlos I y Felipe II. Sorprendido sin respuesta preparada, salió del atolladero con la cultura por delante. «¿Carlos I y Felipe II? ¡Joé que tíos! ¡La madre que los parió!». Cuando, en pleno franquismo, se hirió de muerte la enseñanza del Latín y el Griego, se produjo un debate en las entonces Cortes Españolas entre el ministro Solís Ruiz y el sabio y antipático Adolfo Muñoz Alonso. «¡Menos latín y más deporte!», bramó el ministro falangista. Y Muñoz Alonso se lo soltó a la cara: «No se oponga al latín, señor ministro, que gracias a él ustedes los de Cabra se llaman egabrenses».


A Boyer, siendo ministro de Economía de Felipe González, le falló el micrófono de su escaño en un debate parlamentario presidido por Gregorio Peces-Barba. Se disculpó: «Perdón, señor presidente, pero no me funciona el aparato». Y todo el Congreso estalló en una unánime carcajada, porque a Boyer, el aparato, lo que se dice el aparato, le funcionaba perfectamente. Regates divertidos de la palabra, juego del idioma. Pero no incultura clamorosa. Se dice que la juventud de hoy usa menos de quinientas palabras para comunicarse. De las quinientas, «tío» y «tía» son las más repetidas. La oración preferida es «de puta madre». Elogiosa. «Kevin Ramón es un tío de puta madre». Y amenaza al español el uso resumido del idioma en los SMS. La «k» impera. Un mensaje de amor normal, «Te quiero, besos», se ha convertido en una cosa rara que se escribe más o menos así: «Tkier Bss». Los exámenes universitarios están repletos de faltas de ortografía pavorosas. Y de mal uso del idioma, en parte inspirado por el analfabetismo que propagan los medios de comunicación. El terremoto en Italia ha vuelto a ser descrito, por periódicos e informativos de televisión y radio, de «catástrofe humanitaria». Suena bien, pero se trata de una barbaridad. Un terremoto, un maremoto, un incendio devastador o una riada son, efectivamente, catástrofes. Si los afectados son seres humanos, la catástrofe es humana, pero jamás humanitaria, por cuanto lo humanitario es lo benéfico para la humanidad. Hablar de catástrofes humanitarias equivale a decir «bellas amputaciones de miembros», «bombardeos deliciosos» o «guerras divertidas». Un contrasentido descomunal que se ha puesto de moda en el lenguaje periodístico, que tiene la obligación de ser claro, preciso y no confundir al personal. La cesada ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, ha sido una catástrofe humana, pero nunca humanitaria. Los seres humanos bajo su jurisdicción, los españoles, no hemos salido beneficiados de sus catástrofes, sino todo lo contrario. El terremoto de Italia, tan sentido en España por cercano, ha supuesto una catástrofe humana, artística, económica y social. Pero no una catástrofe humanitaria, a no ser que se considere a la muerte, a la destrucción de obras y monumentos artísticos, a la ruina y a la angustia de la sociedad, beneficiosas. Sería beneficioso, y por tanto, humanitario, que políticos y periodistas hicieran un esfuerzo para conocer su idioma.

La Razón - Opinión

Malos perdedores

El Gobierno vasco en funciones acelera partidas y decisiones no pactadas con quienes le sucederán.

El Tribunal Superior de Euskadi ha admitido a trámite el recurso presentado por el Gobierno central contra la orden de la Consejería de Justicia de abrir plazo para la petición de subvenciones a las visitas a los presos vascos. Esa convocatoria, realizada esta vez con mucha antelación respecto a las fechas habituales, se ha convertido en un síntoma de la actitud con que el Gobierno de Ibarretxe, en funciones desde las elecciones del 1 de marzo, está abordando el periodo de transición hasta la toma de posesión del que presidirá Patxi López.


No es seguro que el recurso prospere, dada la dificultad de revocar por vía judicial una decisión no abiertamente ilegal de un Gobierno, por más que resulte forzado considerar que adelantar ésa en concreto fuera obligado para "garantizar el buen funcionamiento de la Administración y el adecuado traspaso de poderes", que es como define la ley de Gobierno vasca la tarea del Ejecutivo en funciones. Pero lo que no ofrece duda es que tal iniciativa está inspirada por una manifiesta mala fe política.

El PSE, que votó a favor de los Presupuestos de Ibarretxe para este año, hizo una salvedad expresa sobre la partida destinada a esa subvención. Pese a ello, el recurso es, según la poco sutil opinión de la portavoz en funciones, "un intento de los socialistas de ganar puntos ante el PP". Tal vez esperaba que alguien le replicara que la iniciativa de adelantar las subvenciones era un intento de caer bien al mundo de ETA antes de abandonar el poder.

Las ayudas a los desplazamientos de familiares forman parte de la respuesta nacionalista a la política de dispersión de presos de ETA seguida por el Gobierno desde hace años. La medida fue presentada con cierta hipocresía como puramente humanitaria, dado que estaba abierta a todos los presos vascos, y no sólo a los acusados de terrorismo. Hace cuatro años el Tribunal Superior anuló una orden similar a la recurrida ahora por considerar que era un intento de contrarrestar la política penitenciaria del Gobierno central. El de Vitoria respondió incluyendo las ayudas en el capítulo de asistencia social.

Esas ayudas a presos suponen un coste de 225.000 euros, cifra modesta si la comparamos con los casi 400 millones de gasto aprobados por el Gobierno de Ibarretxe desde que está en funciones. Será legal, pero es un abuso de posición que constituye la otra cara de la advertencia del PNV de que no dará "ni agua" al nuevo Gobierno.

El País - Editorial

Fin al cortijo de Chaves en Andalucía

LA CRISIS de Gobierno de Zapatero ha abierto una premeditada crisis de Gobierno también en Andalucía que tiene evidentes claves internas. Con el nombramiento de Manuel Chaves como ministro de Política Territorial, Zapatero jubila al último barón histórico del PSOE después de haber hecho lo mismo con Bono y Rodríguez Ibarra.

Andalucía ha sido un coto vedado para el zapaterismo todos estos años, con el problema añadido para el secretario general del PSOE de que se trata de la federación socialista más numerosa del país. Es sabido, además, la falta de sintonía en cuestiones de fondo entre el dirigente andaluz -que apoyó a Bono frente a Zapatero en el Congreso del PSOE del año 2000 y que se considera heredero político de Felipe González- y el presidente del Gobierno.El perfil del dirigente andaluz como supuesto aval de una visión homogénea de España distinta a la defendida estos años por Zapatero es lo que ha llevado por ejemplo a la clase política catalana a criticar su nombramiento como ministro, pues le considera un obstáculo para sus aspiraciones en materia de financiación. Sin embargo, no está claro que la incorporación del ex presidente de la Junta al Gobierno vaya a servir de dique de contención en ese sentido. El ha sido quien ha incluido en el Estatuto que Andalucía es una «realidad nacional», ha reclamado permanentemente la «deuda histórica» y ha blindado el Guadalquivir.


En la decisión de Zapatero de retirar a Chaves de la Junta ha pesado seguramente también la sangría de votos que ha empezado a sufrir el PSOE en Andalucía. Aunque en las elecciones autonómicas de 2008 Chaves revalidó la mayoría absoluta, el PP obtuvo los mejores resultados de su historia y le recortó 15 escaños. En el último año la valoración de Chaves ha caído en picado en las encuestas y algunos sondeos sitúan ya al PP a un solo punto de distancia del PSOE.

A este desgaste del dirigente andaluz han contribuido tanto los numerosos casos de corrupción como la delicada situación económica por la que atraviesa la región. Después de tres décadas seguidas de gobiernos socialistas, en los que el PSOE se ha convertido casi en un partido-régimen, la Administración se ha transformado en un sistema cerrado en el que han proliferado las irregularidades y los escándalos, algunos de ellos protagonizados por el apellido Chaves, es decir, por los hermanos de quien durante 19 años ha presidido la Junta.

En el capítulo económico, Andalucía sigue a la cola en la mayoría de indicadores de desarrollo pese a todas las ayudas recibidas.Chaves encontró la región con 700.000 desempleados y la deja superando el millón, y el servicio de estudios de Unicaja prevé que en 2009 la comunidad alcanzará una tasa de paro del 27% que afectará a más de 1.100.000 personas.

El experimento de Zapatero puede tener contraindicaciones para sus propios intereses, tanto en Andalucía como en Madrid. Chaves ha consentido entrar en el Gobierno a cambio de seguir como secretario general del PSOE-A y de nombrar a su sucesor en la Junta: José Antonio Griñán. Con un presidente heredero que no ha sido votado en las urnas, su precariedad será manifiesta frente a un Arenas 11 años más joven y crecido como referente del PP.

Por otra parte, está por ver el aguante y la disciplina de Chaves a las órdenes de Zapatero, acostumbrado como está a hacer y deshacer a su antojo. Ha escogido como secretario de Estado nada menos que a Gaspar Zarrías, su hasta ahora vicepresidente primero en la Junta, célebre protagonista de votaciones en el Senado con pies y manos y del pucherazo contra Borrell en las primarias socialistas.

El Mundo - Editorial

El Gobierno de los mediocres

«El presidente del Gobierno juega su última carta echando al ruedo a una serie de personajes mediocres y chocantes que sólo despiertan desconcierto e hilaridad.»

Tras la espantada protagonizada por Manuel Chaves a las pocas horas de que Moncloa anunciase que el Ejecutivo no disfrutaría de vacaciones de Semana Santa, Elena Salgado celebró el sábado una serie de reuniones apresuradas dominadas por la abrumadora presencia mediática y los folios en blanco sobre la mesa de sus participantes. Vanas escenas de entremés propias de un photo call de celebridades de las que lo único que ha trascendido es el apoyo de Economía a los alocados planes de gasto del fracasado Sebastián y el anuncio de una nueva financiación autonómica.


Por su parte, José Blanco se estrenó como ministro concediendo una entrevista a la cadena SER. Tras haber actuado durante años como el principal defensor de la alianza del PSOE con los nacionalistas, el nuevo responsable de Infraestructuras se envuelve ahora en la bandera nacional y asegura que las obras públicas deben estar al servicio de la cohesión del país. Además de prometer la llegada del Tren de Alta Velocidad a Valencia y Galicia, Blanco, en perfecta sintonía con el populismo del resto de sus compañeros de gabinete, se ha comprometido a intensificar la labor del Estado para combatir el desempleo.

Trinidad Jiménez, en su visita a un Centro del IMSERSO ubicado en la ciudad madrileña de Leganés, anunció que su ministerio trabajará para que la Ley de Dependencia se aplique con igualdad en toda España. Sin embargo, nada dijo sobre su financiación o los incumplimientos del Gobierno a este respecto. Engracia Hidalgo, consejera de Sanidad de la Comunidad de Madrid, tuvo que recordarle que debido a la negligencia de Sanidad, en estos momentos su gobierno regional sufraga el 80% de las prestaciones, un nivel muy por encima del 50% estipulado por la legislación.

Imprecisión, gasto desenfrenado, promesas populistas de imposible incumplimiento, intervencionismo económico y patriotismo de ocasión son los rasgos que han marcado las primeras apariciones públicas de unos nuevos ministros cuyo único objetivo es acaparar portadas en los medios de comunicación, aunque sea en la sección de humor.

Por si estas situaciones, a caballo entre lo ridículo y lo insultante, no fueran suficientes, la dimisión de David Vegara como secretario de Estado de economía por motivos personales –léase berrinche por no haber sido nombrado ministro– y la de Amparo Valcárcel al frente de la secretaría de Estado de Asuntos Sociales 24 horas después de que los medios gubernamentales informaban sobre la plena sintonía entre los secretarios de Estado y sus nuevos jefes constituyen la prueba más fehaciente del resquemor y sospecha que suscitan los nombramientos de Rodríguez Zapatero entre los suyos.

Agotado y sobrepasado por una recesión económica que ha desembocado en una crisis de liderazgo en el seno del PSOE, el presidente del Gobierno juega su última carta sacando a escena a una serie de personajes mediocres y chocantes que sólo despiertan desconcierto e hilaridad en una España harta de bromas.

Libertad Digital - Editorial

Ni confianza ni esperanza. Por M. Martín Ferrand

AL cumplirse un año de la segunda investidura presidencial de José Luis Rodríguez Zapatero, ha dicho Mariano Rajoy que el líder socialista «ha despilfarrado el caudal de confianza que tuvo en su momento». ¿Lo tuvo? No hay nada más temerario que la pretensión de analizar los senti-mientos colectivos de un pueblo y, en especial, de aquellos que no tienen vocación de permanencia y son puro accidente; pero tengo la sensación de que Zapatero nunca ganó la confianza de los españoles. Su primera victoria electoral, la de 2004, en el fragor del 11-M, tuvo más de reacción a la contra de José María Aznar que de adhesión a un nombre nuevo surgido de un vodevil disparatado e íntimo en el seno del PSOE.

Roque Barcia, uno de los personajes más estrafalarios y erráticos de nuestra política decimonónica, republicano a ultranza y más confederal que el actual presidente del Gobierno -que pregunten por él en Cartagena-, matizó mucho sobre el sentido de la confianza: «Tenemos confianza cuando la seguridad de lo presente nos hace descuidar sobre lo porvenir; tenemos esperanza cuando la seguridad de lo porvenir nos hace tolerar el mal presente». En este último quinquenio resultarían tan insensatas la confianza como la esperanza políticas. Es decir, en enmienda al líder del PP, que nadie puede despilfarrar lo que no tiene, ni tuvo.

«Hoy, como dice Rajoy, nadie se fía del señor Zapatero». Ayer, tampoco. ¿Quién podría hacerlo de quien nunca cumplió un compromiso y viene utilizando a sus interlocutores, conmilitones o distantes, como se usan los kleenex? Zapatero no vio venir las crisis -la global y las propias- que nos afligen y, después, no ha sabido enfrentarse a ellas. Por eso, contra lo que reclama Rajoy -«Un cambio en la política económica es absolutamente urgente»-, lo que se necesita es una verdadera política económica. Parte del mal que nos sacude es que el zapaterismo -tan relativista, tan complaciente- nunca quiso coger el toro por los cuernos.

En estos días vacacionales el Gobierno, para justificar su existencia, aparenta una gran actividad. Hace que hace. Incluso la nueva vicepresidenta, Elena Salgado, ha superado las cotas de elegancia en el atuendo de la vieja; pero, ¿en qué dirección se hacen las cosas? ¿Cuál es el rumbo de la economía nacional? Dar pedales es cosa muy esforzada y meritoria, pero inútil si no tiene un destino y una meta.

ABC - Opinión