lunes, 18 de mayo de 2009

MARSE, VESTIDO DE PINGÜINO. Por Arturo Pérez Reverte

Hace unas semanas, como ustedes saben, Juan Marsé recibió el premio Cervantes. Zanjaba así la cultura española una deuda, largo tiempo aplazada, con uno de los dos clásicos de la Literatura que todavía nos quedan vivos –el otro es Miguel Delibes, y ya lo tenía–. No asistí al acto de Alcalá de Henares porque nunca lo hago. Allí no pinto nada, y me ahorro estrechar ciertas manos. Pero me gustó ver, en las fotos y el telediario, al viejo león, con su cara de boxeador curtido, peripuesto de chaqué, corbata, chaleco y pantalón rayado. En el discurso y las declaraciones, por supuesto, siguió fiel a sí mismo: independiente, bravo y un punto chuleta, sin cortarse un pelo ante los expertos en mamadas profesionales, los oportunistas y los cantamañanas de guardia. El indumento no hace al cortesano. Con premio Cervantes o sin él, Marsé sigue siendo Marsé. Por eso admiro y respeto tanto, además de por sus novelas inmensas, a ese duro cabrón.

Pero mi satisfacción tenía también otras causas. Por primera vez desde hace tiempo, el Cervantes se ha concedido de forma limpia, irreprochable y justa. Es una novedad como para tirar cohetes. Y eso hago hoy. Esto no quiere decir que todos los premiados en los últimos diez o quince años fuesen indignos de él. Ojo. Pero es cierto que esa distinción, la más alta de las letras hispanas, se había convertido, con irritante frecuencia, en instrumento de los sucesivos ministerios de Cultura y sus correspondientes Gobiernos –lo mismo del Pesoe que del Pepé– para otorgar mercedes según los intereses políticos de cada cual, amiguetes de presidentes incluidos, montando paripés y enjuagues descarados con candidatos que eran ganadores designados de antemano. La estructura del jurado, ocho de cuyos once miembros nombraba el Gobierno, daba a éste la decisión final. Así se explica que el nombre de Juan Marsé estuviera siempre entre los finalistas y no saliera nunca; que Francisco Umbral –como novelista era inexistente, pero como hombre de letras su magisterio fue indiscutible– tardase muchos años en conseguir el premio; que Javier Marías, otro eterno y más joven finalista, no lo tenga todavía, y que algunos nombres de escritores mediocres, más cercanos a la oportunidad política que al prestigio literario, figuren en la nómina de premiados junto a otros de prestigio incontestable.


Nada de esto lo sé de oídas. Hace algunos años, en un momento más ingenuo de mi vida, fui dos veces jurado del Cervantes. Las dos voté por Marsé. Las dos asistí, desconcertado e impotente, a manipulaciones vergonzosas y falsas deliberaciones sobre ganadores decididos de antemano. Y juré no volver más. De cualquier modo, conmigo o sin mí, todo habría seguido igual de no ser porque la Real Academia Española, que preside oficialmente el jurado y avala el premio con su prestigio a ambas orillas de la lengua española, se plantó la última vez, negándose a seguir dando cobertura a semejante golfería. El entonces ministro de Cultura, César Antonio Molina, estuvo de acuerdo; y uno de sus primeros y dignos actos administrativos fue modificar la composición del jurado del Cervantes, con objeto de que la elección fuese limpia y libre de sospecha. El resultado está a la vista: en la primera votación con jurado independiente salió elegido Marsé, que siempre caía en la final, a veces –no todas, insisto– ante nombres que no cito aquí, pero que no puedo evitar me den mucha risa. Tía Felisa.

Es una pena que al ministro Molina lo hayan fumigado sin darle tiempo a meter mano, también, a otra aberración manifiesta: los Premios Nacionales de Literatura, cuyas deliberaciones anuales responden –no siempre, pero sí a menudo– a criterios de política territorial, reparto y satisfacción de poderes autonómicos, más que a elementos objetivos. A intereses de bloques periféricos frente a criterios literarios realmente nacionales. Pero en el turbio mundo de las honras y premios hispanos, sean institucionales o privados, algo es algo. El Cervantes, al menos, discurre ahora por senderos de justicia. Juan Marsé vestido de pingüino en Alcalá y codeándose, a regañadientes pero sin remedio, con la realeza y la política –esa ministra de Cultura hablando de lectores y lectoras, y tuteándolo en el discurso oficial como si fueran compadres de toda la vida– es evidente prueba de ello. Ser un clásico vivo, como dije antes, tiene sus inconvenientes. Pero en cualquier caso, ya era hora. Recuerdo que, cuando le concedieron por fin el premio, le puse al viejo luchador un telegrama con estas palabras: «Enhorabuena, maestro. Todo llega al fin, incluso en este país de hijos de puta». Quise enviarlo por teléfono, pero la empleada se negó a aceptarlo. No podemos, dijo, aceptar telegramas telefónicos con palabras malsonantes. De nada me sirvió argumentar que no se puede calificar de malsonante el término que con mayor precisión histórica y social define, más o menos, a media España. La chica se mantuvo firme. Así que tuve que salir a la calle y buscar una oficina de Telégrafos.

XL Semanal

El núcleo galáctico de nuestra Vía Láctea cruzando el cielo

Galactic Center of Milky Way Rises over Texas Star Party from William Castleman on Vimeo.

LA NECESIDAD DE DESPENEUVIZAR LA ERTZAINTZA

«Habrá que investigar y limpiar la Ertzaintza de infiltrados para que pierda cualquier rasgo de policía de partido y se convierta, por fin, en una policía al servicio de todos los vascos».

Que tras 30 años en el gobierno el PNV había desarrollado un sentido patrimonialista de la Administración y que una de las primeras tareas del nuevo Ejecutivo vasco iba a ser eliminar todas las redes clientelares que en estas tres décadas se habían tejido, era algo que ya habíamos pronosticado. Es inevitable, el poder corrompe y te hace querer conservarlo a toda costa.


Lo que ya empieza a ser más sorprendente –al menos si no conociéramos la historia del PNV y miráramos los acontecimientos como un observador democrático externo– es que el ahora principal partido de la oposición en el País Vasco esté intentando boicotear al Gobierno de Patxi López desde dentro. En concreto, según ha revelado el diario El Mundo, dirigentes del PNV se reunieron con tres altos cargos de la Ertzaintza –que no por casualidad habían sido nombrados a dedo por el propio PNV– con el doble objetivo de garantizar la provisión de información "sensible" a los nacionalistas y de obstruir la labor del nuevo Ejecutivo.

A su vez, esos tres altos cargos, que previsiblemente iban a ser cesados por sus politizados antecedentes, se reunieron con 30 subordinados que serían los que actuarían como una red de topos al servicio de los nacionalistas. Gracias a ella, el PNV obtendría datos de primera mano que, en el menos malo de los supuestos, podría utilizar para perfilar sus críticas a la actuación de las fuerzas de seguridad vascas bajo la dirección del nuevo consejero del Interior, Rodolfo Ares.

Además, al frustrar ciertas operaciones de la Ertzaintza, como las antiterroristas, la cuestionable labor del PNV al frente del Gobierno quedaría menos empañada que si, en los próximos meses, las operaciones policiales experimentan un renovado y desconocido vigor. Dicho de otra manera, el PNV pretendía seguir obstruyendo la labor de la Ertzaintza desde fuera del Gobierno tal y como lo venía haciendo desde dentro.

La reacción de Basagoiti es, sin duda, la mínima exigible a los diputados del Parlamento Vasco que sostienen al nuevo Gobierno. No sólo es necesario sino urgente depurar a todos los implicados en este sabotaje y buscar posibles responsabilidades penales. Si resulta inadmisible que se obstruya la labor de un Gobierno democrático que no atente contra los derechos de los ciudadanos, más aún lo es cuando esa labor va destinada, precisamente, a defender y hacer prevalecer sus derechos.

Habrá que investigar y limpiar la Ertzaintza de infiltrados –que tras tres décadas probablemente vayan más allá de los denunciados por El Mundo– para que pierda cualquier rasgo de policía de partido y se convierta, por fin, en una policía al servicio de todos los vascos. Al PNV y al nacionalismo en general les va a costar mucho de asumir, ya que en buena medida las instituciones vascas se construyeron a su imagen y semejanza –bandera, himno y policía–, pero aceptar esa transición será el primer paso para implantar la democracia en el País Vasco. El siguiente, terminar con ETA y con las imposiciones identitarias. Lo uno sin duda facilitará lo otro. No se entiende –o se entiende demasiado bien– por qué el PNV aborrece de tales cambios.

La Razón - Opinión

EL SECRETO NORRUEGO. Por Alberto Sotillo

La severidad luterana suele ser vista muy por encima del hombro por los alegres habitantes del Mediterráneo, orgullosísimos de nuestra derrochadora concepción de la vida. En estos tiempos de crisis, sin embargo, convendría echar un vistazo a la adusta Noruega, probablemente el único país del mundo próspero que sigue creciendo a un ritmo cercano al tres por ciento y que apenas se ha visto afectado por la crisis. El secreto noruego es muy sencillo: en tiempos de vacas gordas, en vez de gastarse el dinero en langostinos a la plancha y sueños inmobiliarios junto a la playa, se dedicó a ahorrar mediante la creación de un «Fondo de Riqueza Soberana» que hoy les permite capear la tormenta sin sobresaltos.

Es verdad que Noruega es un país rico y pródigo en petróleo. Pero, por eso mismo, llama la atención que en lugar tan agraciado por la fortuna sus hoteles sean tan fríos y austeros, sus ciudades tan provincianas, sus restaurantes tan del plato del día y sus tiendas tan sosegadas. La riqueza en ese país nunca se tradujo en extravagancias saudíes, en verbenas chavistas ni en despilfarros mediterráneos, sino en esa máxima luterana de que el que más recibe más obligado está a esforzarse y a atesorar lo que recibe con el puño bien cerrado y el arca asegurada. Tampoco es cuestión de reconvertir nuestras zambras, marchas y bares de langostinos a la plancha en escenarios de una película nórdica del Dogma. Pero ahora que tanto se habla de diálogo de civilizaciones igual convendría aprender de esa cultura luterana, más de Dreyer que de Rubens. Porque, en tiempos de crisis, aquí seguimos tirando de chequera, del gasto alegre y pródigo, y añorando los años de la zambra incontrolada, como si no hubiera otra manera de garantizar un decoroso vivir. Y tal vez sí que la hay, pero está en otras culturas, en las que la prosperidad no se basa en calentones, burbujas y ferias diversas.

ABC - Opinión

ILUSIONISMO Y ESCAMOTEO. Por Borja Prieto

En espiral.

«Lo que Zapatero deberían decir es que se puede dar el caso de que algunos padres tengan que pagar parte del portátil, después de que todos los demás, padres y no padres, hayamos pagado el resto con nuestros impuestos».

¿Han visto alguna vez actuar a un ilusionista experto en escamoteo? Es esa especialidad que consiste en quitar objetos (carteras, relojes, móviles) al espectador mientras se le distrae con palabrerías o gestos. Así como Houdini fue el mejor escapista y Tamariz es insuperable con las cartas, Zapatero ha elevado el escamoteo a la categoría de arte.


Entre las últimas medidas anunciadas por el ilusionista de La Moncloa, la de proporcionar ordenadores a los niños de quinto de primaria es una muestra de escamoteo magistral. Mientras habla de banda ancha, pizarras electrónicas, portátiles y nuevas tecnologías, está quitándonos el dinero del bolsillo. Ha dicho la secretaria de Estado para la Educación, Eva Almunia, que "se puede dar el caso de que algunos padres paguen una parte". No, señora Almunia. Lo que usted y Zapatero deberían decir es que se puede dar el caso de que algunos padres tengan que pagar parte del cacharro, después de que todos los demás, padres y no padres, hayamos pagado el resto con nuestros impuestos.

Le resulta muy sencillo al escamoteador aligerarnos los bolsillos, porque el público sigue a la mano que distrae, embobado con la palabrería de los "ordenadores gratis para los niños". Y todos a discutir sobre si deben llevar software libre, si Microsoft está maniobrando para colocar unos cuantos Vistas de esos que la gente no quiere ni regalados, si hay o no suficiente material educativo en formato electrónico... y mientras, Zapatero se ha quedado con nuestro reloj y nuestro móvil.

Aunque tengo hijos en edad escolar y unos cuantos ordenadores en casa, todavía no tengo claro si son útiles o no en la educación. Pero es que tampoco importa demasiado. Si en este país hubiera libertad de enseñanza, habría colegios que ofertarían una educación puntera basada en las nuevas tecnologías con portátiles, pizarras electrónicas e Internet hasta en el recreo. Otros podrían ofertar una base más sólida en humanidades, o en ciencia. Los padres elegiríamos lo más adecuado para nuestros hijos, el que quisiera ordenadores los pagaría, y todos felices.

Pero claro, el político no podría entonces ilusionarnos con regalarles a nuestros niños un ordenador, ni podría escamotearnos la cartera para pagarlo.

Libertad Digital - Opinión

EL JUEGO DE LAS SILLAS. Por Alfredo Aycart

Arrinconado en el último rincón de la última fila del mismo grupo socialista que hace pocas semanas le aclamaba con estruendo, el ex presidente de la Xunta, Emilio Pérez Touriño, va a tener tiempo, mientras calienta su escaño en las Cortes, de meditar con largueza sobre las consecuencias de despreciar al pueblo gallego sumando el descaro a las mentiras insultantes con que intentó disimular la tendencia al derroche suntuario que caracterizó a su gabinete en tiempos de crisis.

Durante toda la campaña electoral, Touriño, y con él todo su Gobierno, convenientemente jaleados por algunos articulistas y tertulianos de la cultureta del pesebre, y demás altavoces mediáticos, intentaron soslayar las informaciones de ABC sobre su incalificable despilfarro, con el socorrido expediente de negar la evidencia documental.


Entre el cúmulo de mentiras oficiales, destacaba la de negar la compra de las sillas a 2.300 euros para la Sala de Consejos del Ejecutivo autónomo. Mentira reiterada por los columnistas y tertulianos del régimen, y mentira repetida en chulesco desafío desde la oposición, pues fue lo primero que dijo el flamante nuevo líder del PSdeG, Pachi Vázquez, el del chalé.

Pues bien, mal que le pese al lastimero jefe de la oposición, las pruebas determinan que las sillas fueron adquiridas con oscurantismo «por motivos de seguridad», y exactamente al precio documentado por este diario y contestado por quienes se empeñan en discutir la realidad. Los documentos demuestran que perdidas ya las elecciones, semanas después de la victoria del PP, el Gobierno en funciones de Emilio Pérez Touriño intentó esconder la tropelía, devolviendo con nocturnidad y alevosía los preciados muebles a la tienda, para cambiarlos por otros más modestos.
Pero ocultó sus mentiras con tan chapucera precipitación que, pese a producirse su sustitución por mobiliario más barato, -esperemos que no choque con el lujo del resto de elementos decorativos-, el coste de la obra no se rebaja un euro. Que alguien lo explique.

ABC - Opinión

LOS RETOS DE PATXI LOPEZ

Difícil equilibrio entre la promesa de cambio y los acuerdos con un posible PNV pactista.

Patxi López habrá tenido éxito si el resultado de su gestión es convertir a Euskadi en un país normal; ahora no lo es. Por la amenaza de ETA, pero también por la tensión a que ha estado sometida la sociedad vasca, en permanente enfrentamiento con las instituciones del Estado, con la opinión pública española, consigo misma.

No se trata de crear ahora una Euskadi para los no nacionalistas, sino un marco que permita la convivencia entre unos y otros. De momento, con no hacer algunas de las cosas que hacía su predecesor ya habrá un cambio considerable. El balance mejorará si demuestra que también es capaz de hacer mejor cosas que Ibarretxe no hizo mal: en materia de gestión económica y administrativa, por ejemplo.


No lo va a tener fácil. Los sindicatos nacionalistas le reciben con una huelga general, esta misma semana, pese a su oferta de diálogo por el empleo, tras una década en que no lo hubo. Y el nacionalismo ex gobernante ha llevado la deslegitimación del nuevo Gobierno hasta límites nunca antes conocidos. Acusa a López de poner en peligro el autogobierno por haber suscrito un acuerdo de estabilidad parlamentaria con el PP vasco, que identifica con "Madrid". Su buena conciencia le impide ver contradicción entre esa acusación y su actual acercamiento al grupo popular para "concitar mayorías alternativas" (Erkoreka) a la del PSOE. Sin embargo, el pase a la oposición dará probablemente ocasión a los sectores moderados (sumergidos tras la salida de Imaz para no poner en riesgo la victoria electoral) de presionar en favor de un regreso al pactismo. Patxi López se ha comprometido a intentar asociarles a sus iniciativas contra la crisis. El PNV está en contra de la huelga general del día 21.

Ello coincide con una reordenación en ciernes del mapa político: la izquierda abertzale busca liderar un frente soberanista sin el PNV, pero sus posibles aliados, EA y Aralar, condicionan su participación a la renuncia de ETA. La banda, por su parte, no desiste de condicionar la política vasca, como demuestra su intervención contra las obras del TAV. Mientras ETA siga y la izquierda abertzale mantenga la validez de la "estrategia político-militar", sus expresiones organizativas no podrán participar en las elecciones. Las dudas que se planteen sobre situaciones nuevas como la utilización de plataformas electorales preexistentes (Iniciativa Internacionalista, etc.), deberán resolverlas los jueces.

Patxi López tiene que encontrar un equilibrio entre la prudencia (no asustar a los nacionalistas) y las reformas que den contenido al cambio prometido. Excepto en casos extremos, los derechos adquiridos de empleados públicos deben ser respetados. Pero a la vez se deben establecer criterios que impidan los abusos clientelares en el futuro. En un periodo en que el paro va a crecer mucho, hay que evitar que criterios lingüísticos, a veces como cobertura de razones ideológicas, sigan siendo tan determinantes en la contratación de personal como hasta ahora.

El País - Editorial

MEMORIA DE TIEN-AN-MEN. Por Gabriel Albiac

LOS de mi edad recuerdan aquel día; está en el santoral de sus más trágicos. 1989, 19 de mayo. Pekín, plaza de Tien-An-Men. El secretario general del PC chino acudía a la explanada, donde una ingenua muchedumbre de estudiantes se soñaba libre. Zhao Ziyang es un náufrago en esas fotos, que evocan al Dubcek de veinte años antes: el hombre que sabe que la sentencia se ha dictado. Y que intenta evitar que se ejecute. Y fracasa. Y, al fracasar, se redime. Y es roto. Zhao, rodeado de chavales que no entienden que no se les entienda: al cabo, es tan elemental, tan mínimo lo que piden. Pero él sabe que por elemental, por mínimo, jamás será concedido. Nadie pueda ya parar la máquina. Sale de allí llorando. Y eso hace de él el primer cadáver. El Partido no perdona a un Gran Timonel débil. O sentimental. No puede. Quedaría de él menos que polvo, si lo hiciera. El Partido es poderoso sin límite, porque nadie más que el Partido es dueño del sentido histórico. Y Zhao sabe que, al llorar en público por los inminentes féretros de esos críos, se ha trocado en enemigo del pueblo. El resto de su vida lo pasará en su domicilio, rigurosamente vigilado. Ni permiso para salir, ni para recibir visitas. Allí murió el 17 de enero de 2005. Nadie había vuelto a verlo. La verdad es que lo olvidamos. También, su sollozo de hace veinte años. Que es, sin embargo, uno de los tan escasos momentos de verdad en la política del siglo.

Pero pudo dejar memoria. En 1937, y ya con un pie en el paredón, Nicolai Bujarin pasaba largas jornadas dictando su testamento a la que iba a ser su viuda. Ni papel, ni lápiz: demasiado peligrosos. Sólo el oído y la memoria de la joven que iba a sobrevivirle bajo Stalin. Y una monótona repetición, que la muchacha debía preservar hasta el día -si llegaba- de poder contarlo. Pocos instantes conozco tan líricos como ese seco repetir de los amantes. Zhao Ziyang dispuso de otro recurso. Menos poético. Y menos doloroso. Con infinita cautela, los suyos lograron introducir una grabadora en el hogar-prisión. Fueron haciendo llegar fragmentos fuera. En la sombra, en el secreto herméticos. Fue tarea de una década y media. Ahora va a ver la luz en inglés este Prisionero del Estado, relato de quien perdió, en el tiempo vertiginoso de una lágrima, el poder infinito. Y ganó a cambio de eso -puede- su alma. Al precio de una amargura para la cual no hay consuelo. La lectura de los breves fragmentos hasta ahora publicados sobrecoge por lo absurdo. No existía el menor riesgo para el régimen en aquel conmovedor juego de niños maravillosamente enamorados de una libertad que nunca conocieron. «Traté de explicar en aquel momento que la mayoría de ellos nos pedía que corrigiéramos nuestras imperfecciones, que no pretendían derrocar el régimen». Y, ¿cómo iban a pretenderlo?, ¿con avioncitos de papel contra los tanques? ¿O como aquel pobre tipo plantado firme ante los blindados y que vete a saber en qué quedó luego, cuando las cámaras ya no estuvieran para consagrar su épica? «Bajamos a la plaza demasiado tarde», lamenta en sus memorias Zhao. «Pero me prometí que, pasara lo que pasase, jamás aceptaría ser el secretario general de un partido que movilizara al ejército para disparar contra los estudiantes». Había sido todo. Fue nada, a partir de su apuesta. Menos que nada. En la noche del 3 de junio, «yo estaba sentado en el jardín de mi casa junto a mi familia. Escuché las descargas. La tragedia que iba a conmover al mundo no había sido evitada». Nada cura la culpa de haber sido engranaje de eso. Quiso, al menos, contarlo. La historia no conoce otro tipo de redenciones.

ABC - Opinión

OBAMA PASA DE SEBASTIAN. Por José Carlos Rodríguez

Desde la cofa

«Lo último es que Obama, que ponía a España como ejemplo a seguir, se la envaina y no se atreverá a mencionar a nuestro país, dado el impacto del informe. Probablemente no ha habido ningún informe extranjero con tanta repercusión en aquel país.»

Zapatero está en una cruzada contra la realidad. Para él lo importante, lo realmente verdadero, no es lo que pasa, sino su discurso. Ocurre que a veces, en ocasiones, esa realidad es mucho más poderosa que su buenismo paternalista y adanista. La legislatura del pleno empleo es la de los cuatro millones de parados, que pronto serán cinco. Pero hay más ejemplos, y uno de ellos es especialmente significativo.


Zapatero ha hecho suya la energía renovable, y nos está llevando por ese despeñadero a base de miles de millones de nuestro dinero, el de los impuestos, repartidos entre unas pocas grandes empresas, a las que se asegura 25 años de subvenciones. Sólo de ese modo resultan lo suficientemente rentables como para subsistir. 29.000 son los millones de euros necesarios para crear 50.000 empleos. Esos millones de euros, de haberse invertido en la economía general, habrían creado más de 100.000 puestos de trabajo, de modo que por cada nuevo empleo "verde" se han destruido dos en el resto de la economía.

Como esos trabajos se crean en la instalación y producción, no en la explotación ordinaria, para mantener o incrementar el número de empleos "verdes" hay que aumentar sin parar las nuevas instalaciones, y con ellas, los compromisos de subvenciones por un cuarto de siglo. Cada vez la pelota se hace más grande. Es un sistema piramidal que sólo se mantiene incrementando las ventas. Como nuestras arcas no dan más de sí, ZP ha mandado a Sebastián a venderle la moto a Obama, otro profeta del ecologismo basado en el bolsillo del contribuyente.

Aquí es donde entra el Instituto Juan de Mariana. Tres de sus miembros han elaborado un informe que demuestra que el empeño en las energías renovables destruye más empleo que el que crea. Lo recogieron The Economist, The Wall Street Journal y, a partir de ahí, gran parte de la prensa estadounidense. Han tenido que salir al paso desde el portavoz de la Casa Blanca a otros miembros del equipo de Obama. Lo último es que el negro presidente de los Estados Unidos, que ponía a España como ejemplo a seguir, se la envaina y no se atreverá a mencionar a nuestro país, dado el impacto del informe. Probablemente no ha habido ningún informe extranjero con tanta repercusión en aquel país.

El Gobierno español se ha mordido la lengua todo lo que ha podido, pero a preguntas de los periodistas estadounidenses, Miguel Sebastián recurrió a la descalificación, al pensamiento progresista, en definitiva, para atacar el informe. CCOO y la Fundación Ideas han seguido por la misma senda intelectual. Caldera dice del Juan de Mariana que es "poco conocido" y que está vinculado al PP. Piensa el recaudador de subvenciones que todos son de su condición, pero el Juan de Mariana no las acepta.

No pueden hacer nada contra las buenas ideas.

Libertad Digital - Opinión

COLLERA DE JARRONES. Por Ignacio Camacho

AHORA van por colleras, quién se lo iba a decir -a ambos- hace diez o doce años, cuando se detestaban con una intensidad provocadora, que diría Sabina. No es que González y Aznar hayan dejado de aborrecerse, pero el tiempo atempera la vehemencia y distingue las voces de los ecos; aunque continúan despreciándose han entendido que es buen negocio compartir cartel -en orden sucesivo, juntos pero no revueltos- de foro en foro y de conferencia en conferencia para administrar un leve veneno exculpatorio. Les une, además del caché millonario, una intención común de retrospectivo desagravio: demostrar que el que tuvo retuvo y marcar distancias con este presente inhóspito, deshabitado de talento, huérfano de liderazgo. Dejar patente una cierta solera nostálgica que salve sus egos hipertrofiados y ponga en valor su memoria jubilada. Rebelarse contra el destino que los consagra como jarrones chinos de la política, valiosas reliquias inútiles que, sin embargo, a veces brillan más desde el fondo de sus vitrinas polvorientas que las vajillas de diseño que lucen sin gloria en el escaparate de la escena pública.

Por ahí andan los dos, embelleciendo con sus recetas sobre la crisis el casting de diversas jornadas socioeconómicas para directivos, orgullosos al fin de volver a sentirse referencias de prestigio en medio de un páramo de ideas en el que los proyectos han sido sustituidos por ocurrencias. Con una pátina arrogante de paternal soberbia ante la inanidad de sus sucesores, a los que se guardan de aludir aunque los retratan en cada diagnóstico. Discretamente rebeldes frente al destino común que los arrumba en los anaqueles del pasado o les corona con el laurel protocolario y jubilar del consejo de ancianos. Cortando al sesgo oblicuas comparaciones elusivas que vienen a reflejar en un espejo de melancolía este horizonte de desesperanzas y fracasos. Autoindulgentes con sus propios fantasmas, como si el tiempo borrase del todo las sombras de sus errores y perfilase de grandeza cotejos y comparanzas.

Y hay que admitir que les beneficia el parangón. Que salen globalmente ventajosos de las comparaciones con esta gobernanza desnortada y esta esclerosis de futuro. Que la anorexia intelectual del debate político agiganta de algún modo los contornos de sus vigores difuminados por la distancia. Y que tienen derecho a hacerse oír, aunque sus voces suenen a caduca soberbia de salón y a tardía reivindicación de legados vencidos. Aunque ya no les corresponda reclamar más trienios que los de una cierta justicia histórica, una relativa clemencia beneficiada por el balance de su posteridad sucesoria.

Porque no es cualquier tiempo pasado sea mejor, ni siquiera el suyo; es que esta época de incuria resulta tan infértil que hasta parece que nos merecimos el pasado del que llegamos a renegar cuando creíamos que no sería difícil mejorarlo.

ABC - Opinión

LOS "CONVIDADOS DE PIEDRA" DE LOS ANALISIS DEL 11-M

Antonio Iglesias, el químico que, junto a otros siete expertos, analizaron el explosivo del 11-M, afirma que la sentencia es erronea, y eso cambia muchas cosas.

LA ENTREVISTA que hoy publicamos con Antonio Iglesias, uno de los ocho expertos que participaron en la prueba pericial sobre explosivos ordenada por el tribunal del 11-M, es demoledora para la sentencia de la Audiencia Nacional refrendada por el Supremo. Los datos que este químico pone sobre la mesa indican que fue dictada sobre bases falsas y condicionada por una más que probable manipulación de la investigación.


Iglesias es contundente al afirmar que en las muestras recogidas en la estación de El Pozo «aparece el retrato robot del Titadyn». La sentencia da por hecho, en cambio, que estalló Goma 2 ECO basándose en el dibutilftalato presente en los análisis. Sin embargo, en contra de lo que afirma el texto de Gómez Bemúdez, este elemento no sirve como «diferenciador». De hecho, estaba en el Titadyn incautado a ETA en Cañaveras días antes de la masacre. Durante la pericial del 11-M se detectó su presencia, pero se camufló entonces bajo el nombre genérico de «ftalatos», por lo que al tribunal le pasó desapercibido un dato que podría haber cambiado la sentencia, al menos en lo que se refiere al papel de Trashorras y la trama asturiana. ¿Casualidad o manipulación? Es ahora cuando Iglesias ha comprobado que la referencia a los ftalatos escondía el dibutilftalato.

En contra de la tesis de que lo que estalló en los trenes fue Goma 2 ECO está el hecho incontrovertible de que en la estación de El Pozo apareció DNT, que no forma parte de ese explosivo. Iglesias lo presenta como un inesperado «convidado de piedra». Es muy revelador, a ese respecto, el episodio en el que narra la reacción airada del jefe de la pericia del 11-M, Alfonso Vega, contra los Tedax, cuando constata la presencia de DNT en los análisis. Su enfado se debió, probablemente, a que en ese instante cayó en la cuenta de que la Policía Científica había sido engañada por una unidad (los Tedax) a la que no correspondía el análisis de los explosivos.

Curiosamente, días después, en las instalaciones donde se custodiaban las pruebas, se produjo el apagón que desconectó las cámaras que garantizaban que nadie pudiera manipularlas. Y fue a partir de ese momento cuando comenzaron a aparecer trazas de DNT en las muestras de Goma 2 ECO que alimentaron la teoría de la contaminación, pese a que ninguno de los análisis anteriores las habían detectado. De nuevo, ¿casualidad o manipulación?

La reacción de desconcierto de Vega ante la aparición del DNT es parecida a la que manifestó cuando se conoció la presencia de otro «convidado de piedra» -la nitroglicerina- en los restos de polvo de extintor. Y es que la nitroglicerina tampoco forma parte de la Goma 2 ECO.

Los análisis de Iglesias llegan a otra elocuente conclusión. Merced a un estudio de granulometría, advierte que es «estadísticamente imposible» que la muestra patrón de dinamita que el jefe de los Tedax ofreció a la Policía Científica proviniera de un cartucho distinto a aquel al que pertenecían los restos de explosivo que los agentes decían haber encontrado en la furgoneta Kangoo supuestamente utilizada por los islamistas. Eso apunta a la fabricación de una prueba falsa. Pero además, en todos los análisis de las dos muestras aparece lo que Iglesias presenta como un tercer «incómodo convidado de piedra»: metenamina, un compuesto que tampoco forma parte de la Goma 2 ECO y que, por lo tanto, no debía estar en ninguna de ambas.

Iglesias, que en sus explicaciones demuestra que el rigor científico no está reñido con la exposición didáctica, nos presenta así un documento esencial, de primera magnitud, que confirma las sospechas de manipulación no sólo durante la instrucción del 11-M, sino también durante la pericia ordenada por el tribunal. Esos «convidados de piedra», como en el Tenorio, parecen querer volver del pasado para recordar a los vivos que la justicia sigue siendo una asignatura pendiente. Su informe será publicado próximamente por La Esfera de los Libros para que cualquier ciudadano pueda consultarlo.

El Mundo - Editorial

CRISIS «MADE IN SPAIN»

LOS datos son incontestables: la caída de la actividad de la economía europea que acaba de revelar la UE es la más brusca desde la II Guerra Mundial y en este sentido las diferencias entre países son prácticamente de matiz, aunque cada cual expone sus puntos débiles particulares; como es el caso de España, donde esa caída se ha trasladado de una forma más dramática al desempleo. Es decir, la crisis económica tiene un factor externo, internacional, que afecta de modo general a todos, pero España se ha revelado como una estructura particularmente vulnerable para la destrucción de puestos de trabajo. Ni en Alemania, que ha sufrido un retroceso histórico del 3,8 por ciento, o Italia con más de 5 puntos de caída, se encuentran paralelismos con la velocidad con la que en España aumenta la cifra de parados, cuando la tasa interanual se ha desplomado un 2,9 por ciento y tres de cuatro nuevos parados europeos son españoles. Es evidente que las características de nuestra economía contienen males específicos que no se pueden achacar a la evolución internacional o a las gestiones ajenas a nuestro esquema productivo.

Lo que dicen en suma los resultados de la economía europea es que el Gobierno de Rodríguez Zapatero no ha logrado consolidar los beneficios de la herencia económica que recibió ni ha sabido aprovechar los años de vacas gordas para cambiar aquellos elementos que -como se ha demostrado ahora dramáticamente-siguen fragilizando específicamente nuestro mercado de trabajo. Las reformas que debieron haberse llevado a cabo no se han hecho y la destrucción acelerada del empleo que estamos viviendo demuestra claramente que eran necesarias; seguir con el modelo que nos ha llevado hasta aquí es un suicidio.

Naturalmente, cuando alguien no quiere buscar la respuesta a los problemas en su propia conducta, se limita a culpar a los otros. Pero después de más de cinco años al frente del Gobierno, ese no parece un pretexto razonable para Rodríguez Zapatero. En cinco años, había tiempo de sobra para haber llevado a cabo los cambios que una ventajosa situación económica hubiera permitido hacer sin traumas, y pese a ello, el Gobierno socialista prefirió dormirse en los laureles. Los datos fríos dicen que los cambios siguen siendo imprescindibles, aunque el Gobierno se empeña en mantenerse dentro de los esquemas que nos han llevado a esta crítica situación.

ABC - Editorial

IBARRA Y EL CENTRO SESGADO. Por Carlos Rodríguez Braun

Tontería económica

«La izquierda, en cambio, cuyas políticas intervencionistas generan millones de parados, ella sí que tiene en cuenta los "costes sociales".»

El ex presidente extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra, cuya larga gestión se caracterizó por unas tasas de paro elevadas y persistentes, insiste, como otros de sus correligionarios, en dar lecciones. Reclamó en El País imaginación ante los cambios tecnológicos, que a su juicio suscitan reacciones inapropiadas en ambos flancos políticos: la izquierda se ha "asustado" ante los cambios de la tecnología por el "temor a perder mano de obra"; frente a ella, la oposición: "La derecha liberal, por el contrario, ha buscado en esos cambios el beneficio económico inmediato y sin tener en cuenta los costes sociales".


La caricatura no puede ser más disparatada: la izquierda siempre es bienintencionada, aunque a veces pueda caer en el desconcierto, mientras que la derecha es malvada y codiciosa por definición, sólo atina a la búsqueda del beneficio, y además sólo a corto plazo.

La izquierda, la gran creadora de paro, es presentada por don Juan Carlos como abnegadamente preocupada por los parados, lo que la lleva a equivocarse como lo hicieron los luditas, que destruían las máquinas pensando que eran las responsables del desempleo. Hay que reconvenirla amablemente. Eso sí, no debe buscarse un centro equidistante entre derecha e izquierda porque la derecha sólo entiende el cambio técnico para apropiarse de sus beneficios de modo egoísta. La izquierda, en cambio, cuyas políticas intervencionistas generan millones de parados, ella sí que tiene en cuenta los "costes sociales".

Libertad Digital - Opinión

BATASUNA SE ASIFIXIA

LA ilegalización por la Sala del 61 de la candidatura de Iniciativa Internacionalista ha desenmascarado la última oportunidad de ETA para participar en unos comicios. La decisión del Tribunal Supremo no ha sido fácil, como lo demuestra que cinco de sus magistrados no eran partidarios de anular la lista de esta formación para las elecciones europeas del 7 de junio, aunque su criterio no ha dado lugar a la inclusión de votos discrepantes en la resolución final. El auto de la Sala del 61 está firmado por todos sus magistrados, sin reserva. Es lógico que a medida que se aplica la Ley de Partidos Políticos también la izquierda proetarra perfeccione sus estrategias para intentar burlarla. Para evitar este resultado están las instituciones del Estado de Derecho, sobre todo los servicios de inteligencia, y, en este caso, pese a las dificultades técnicas que han constatado diversos magistrados del Supremo, el resultado final acredita que Iniciativa Internacionalista se prestó a ser el porteador de los intereses electorales de ETA, tal y como informó ABC en primicia, al desvelar los vínculos de la izquierda abertzale con un partido que reúne todos los ingredientes ideológicos para servir de títere a la banda terrorista. El Tribunal Constitucional decidirá en última instancia el próximo jueves si finalmente este partido puede o no comparecer a los comicios europeos. Hasta el momento, el TC no ha revocado ninguna decisión del Supremo en aplicación de la Ley de Partidos Políticos.

El escenario de la izquierda proetarra se complica con este auto del Supremo, porque el Estado de Derecho les está anulando los márgenes de actuación y ya no cuentan con el protectorado del PNV desde las instituciones, ni con la repercusión de sus ilegalizaciones en la opinión pública. Su marginación en la democracia es consecuencia de su servidumbre a ETA y, además, se está normalizando. Ya no es un acontecimiento excepcional, porque lo normal es que aquellos que apoyan la violencia queden excluidos del tablero democrático. La aplicación de la ley, cuando se produce sin vacilación, tiene un efecto arrollador y de éste pretende huir el entramado batasuno, centrado ahora en organizar una nueva izquierda abertzale, apoyada en una nueva agitación social, como la huelga general anunciada para el próximo día 21 contra el gobierno de Patxi López, y en una táctica de «acumulación de fuerzas» en torno a un planteamiento soberanista que atraiga a formaciones como Aralar y Eusko Alkartasuna, e incluso acabe pugnando con el PNV por el liderazgo del frente nacionalista.

En buena medida el éxito de esta táctica de reagrupación urgente de los abertzales dependerá de las esperanzas que, por acción o por omisión, le dé el PSOE o el Gobierno central, porque sus muñidores, Arnaldo Otegi y el sindicalista Rafael Díez Usabiaga, confían tanto en que ETA facilite una nueva tregua como en que los socialistas acepten, en tal caso, otra vez una negociación política. La respuesta que frustre estas esperanzas de los proetarras no debe ser pura retórica, sino la perseverancia en hechos y comportamientos claros que de nuevo están llevando a ETA y a sus sicarios más cerca de la derrota, como las operaciones policiales que se están ejecutando, la impugnación judicial de listas «contaminadas» por los terroristas y, sobre todo, la consolidación de una alternativa estatutaria y constitucional entre populares y socialistas vascos al frente del Gobierno autonómico.

ABC - Editorial

ELOGIO DE LA CENSURA. Por José García Domínguez

TVE

«Por lo visto, la primera y principal obligación de la televisión estatal consiste en servir de cauce propagandístico a las algaradas contra la dignidad colectiva de los contribuyentes que la sostienen con sus impuestos.»

Quizá el rastro más indeleble que dejó el franquismo en nuestra psicología colectiva sea el temor, que digo temor, el pánico escénico a que cualquier acto de autoridad, hasta el más nimio, pueda percibirse como intolerable gesto de autoritarismo. La aparente liberalidad de la sociedad española que tanto asombra a los visitantes europeos, desde la proliferación de contenidos pornográficos en la televisión hasta la versallesca delicadeza de la Policía en el trato con los alborotadores callejeros, no es más que un síntoma de esa profunda anomia, de esa patología moral heredada del paso por la dictadura.


En el fondo, ese desorden manifiesto en los valores cívicos es fruto de un movimiento pendular que intuye ilegítima toda restricción a la conducta individual o gregaria, sea la que sea. No otra explicación cabría, por ejemplo, a la reacción pavloviana que ha desatado entre políticos y periodistas la muy sensata decisión del jefe de Deportes de Televisión Española, negándose a ser usado como cómplice y caja de resonancia de una ofensa perfectamente orquestada contra los símbolos de la Nación española. Así, en lugar de felicitarlo por tal lección de profesionalidad, todas esas inmaculadas vírgenes, escandalizadas, han dado en gritar a coro: "¡Censura! ¡Censura!".

Por lo visto, la primera y principal obligación de la televisión estatal consiste en servir de cauce propagandístico a las algaradas contra la dignidad colectiva de los contribuyentes que la sostienen con sus impuestos. Ya se sabe: si un invitado adjetiva a "la puta España" en TV3 procede acudir raudo a los Tribunales. Sin embargo, el derecho a la notoriedad mediática que asiste a una grey borreguil estabulada en un campo de fútbol es sagrado. De ahí que, una vez defenestrado el responsable de tan gravísimo atentado contra la libertad de expresión, Maria Teresa Fernández Etcétera a punto estuviese de pedir perdón a los separatistas por haber interferido en las injurias al Rey de España contra su voluntad.

En fin, la Plataforma Pro Selecciones Deportivas Catalanas ha tenido que invertir parte del millón doscientos mil euros con que la premia cada año el tripartito en pagar los cinco mil silbatos que aturdieron Mestalla mientras sonaba el himno nacional. Sería de justicia que el Gobierno de España compensara tan gravoso quebranto en la nueva financiación de la Generalidad. Qué menos.

Libertad Digital - Opinión

LA GUERRA, EL TERRORISMO Y LA SEMANTICA. Por Javier Rupérez

ES bien conocido el prurito de neutralidad del que alardean los medios de comunicación norteamericanos. En su afán de ofrecer la noticia sin coloraturas ideológicas o políticas evitan cuidadosamente la utilización de determinados adjetivos calificativos. Entre ellos el más conocido es el de «terrorista» y sus variantes. Tan lejos llega la obsesión para evitar el término que al informar el «New York Times» sobre los atentados del 11 de Septiembre de 2001 provocó una sonora protesta entre muchos de sus lectores porque, siguiendo la regla, los autores de la matanza fueron descritos con circunloquios varios y nunca con la denominación de «terroristas»

Han transcurridos los años pero no han cambiado las normas. Tampoco la sensibilidad de los lectores. Hace todavía pocas semanas, con ocasión del ataque terrorista en Mumbai a finales de 2008, el defensor de los lectores del «New York Times» se hacía eco de las numerosas cartas de protesta recibidas con motivo de la cobertura informativa del ataque terrorista. El diario los describió como «militantes», «hombres armados», «atacantes» y «asaltantes», nunca como «terroristas». El defensor del lector narraba con sutileza los complejos y agónicos estados de ánimo por los que atraviesan los redactores del periódico antes de emplear la controvertida alocución y llega a citar a uno de ellos que, en un arrebato de dolorida sinceridad confirmaba, como si le arrancaran una confesión, que «disparar indiscriminadamente contra civiles sí parece constituir un acto de terror». Y la editora internacional del diario resumía el dilema de sus colegas al decir que «nuestro instinto es proceder cautelosamente, sin apresurarnos a etiquetar a cualquier grupo con el término de terrorista antes de llegar a tener un conocimiento más profundo de sus verdaderos alcances».

En el caso de ETA esa profundización teológica todavía no se ha producido, a pesar de los años y de las víctimas. El respetado diario neoyorquino, al que sus admiradores y adversarios denominan con cariño y envidia la «dama en gris», quizás por la consistencia plúmbea de sus coberturas informativas, publicaba el pasado 11 de abril la noticia de la detención de un tal Sirvent Auzmendi, a lo que parece responsable destacado de la banda terrorista ETA, con un titular significativo: «Detenido un vasco». El texto de la noticia explicaba que Sirvent es sospechoso de pertenecer al «grupo separatista vasco ETA», al que, recordaba, «se le imputan 825 muertes en su lucha de cuarenta años a favor de una patria independiente vasca». No hace falta presumir de la sensibilidad antiterrorista que los españoles hemos acumulado con dolor a través de las cuatro décadas para mostrar al menos algún punto de perplejidad ante el ejercicio informativo. ¿Ha sido detenido el vasco por el mero hecho de serlo? ¿Son los 825 muertos suficientes para calificar a los asesinos de terroristas? ¿Merece la lucha por la independencia vasca un tratamiento casi heroico?

Desde innumerables instancias públicas y privadas españolas, incluyendo los propios medios de comunicación, buenos conocedores del paño y conscientes del reto, han sido continuas las críticas, reconvenciones, ruegos y demandas ante el tratamiento que los medios americanos -con una conspicua excepción: el «Wall Street Journal»- vienen otorgando al tema del terrorismo en general y al de la banda ETA en particular. La experiencia obtenida y los años pasados aconsejan al respecto un abierto pesimismo. No es para mañana el momento en que el NYT decida calificar de terrorista a la banda ETA o de terroristas a sus integrantes. Ya les costó mucho utilizar la palabreja para con los responsables del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y el 11 de marzo de 2004 en Madrid.

Pero si la orgullosa alma de nardo de los redactores de «New York Times», y del «Washington Post», y de los «Angeles Times» impedía que las cosas fueran calificadas con el nombre con el que la mayoría sufriente las conocía, sin embargo no llegaba a coartar la solidaridad nacional e internacional en contra del terrorismo, cada vez más dotada de precisión. Tampoco la polémica en torno a la definición del terrorismo ha reducido la proliferación de documentos políticos y jurídicos en su contra, remitidos todos a una sensata constatación: el terrorista lo es cuando comete los actos condenados por los instrumentos legales internacionales. De los cuales existen en la actualidad más de dos docenas.

Pareciera, sin embargo, que determinados sectores de la nueva Administración americana quisieran explorar las avenidas semánticas de la «dama gris» y otorgar nuevas denominaciones a realidades bien conocidas. Cualificados portavoces demócratas han comenzado el ejercicio sustituyendo la expresión «guerra contra el terror» por la de «operaciones de contingencia en el extranjero» y la palabra «terrorismo» por la de «desastres debidos a mano humana».

Son comprensibles las objeciones a la utilización de la palabra «guerra», con sus implicaciones militares y jurídicas, y el deseo de evitar expresiones grandilocuentes, pero subsumir al terrorismo bajo el eufemismo del desastre debido a mano humana induce a un indudable desconcierto. ¿Es lo mismo gestionar mal las necesidades creadas por una catástrofe natural, como ocurrió en el caso del huracán «Katrina», que estrellar aviones de pasajeros contra las Torres Gemelas? Y si de lo que es trata es de enterrar la expresión «terrorismo» y sustituirla por una sorprendente invención, ¿que haremos con todas las obligaciones, garantías y compromisos bilaterales y multilaterales contraídos en nombre de la lucha en contra del terrorismo? ¿Va a establecer el Departamento de Estado de los Estados Unidos una lista de los responsables de los «desastres debidos a mano humana» que sustituya a la actualmente existente de personas y grupos que practican el terrorismo?

Hechos recientes -la forma contundente de acabar con el secuestro del marino mercante americano retenido por piratas somalíes- apuntan a un cambio semántico, más que a una alteración sustancial de las políticas. Pero todos saldríamos ganando si el juego de las palabras no se convirtiera en una ceremonia de la confusión. Sobre todo cuando de lo que se trata es de luchar contra el terrorismo.

ABC - Opinión

UNA DESPRECIABLE MANIOBRA QUE RETRATA A SUS PROMOTORES

Altos cargos de la Ertzaintza han intentado formar una red de topos para tener informado al PNV de cuanto se decide en el seno de la Policía Autonómica vasca

LOS RECELOS de los socialistas y populares vascos al mal perder del PNV eran fundados. Según desvelamos hoy, altos cargos de la Ertzaintza que debían su puesto al anterior Gobierno de Ibarretxe mantuvieron reuniones con sus subordinados tras las elecciones con la intención de garantizar que, una vez el PNV fuera desalojado de Ajuria Enea, el partido siguiera teniendo cierto control sobre el Cuerpo. Para conseguir ese objetivo, decidieron crear una red de topos que permitiera a la formación que preside Iñigo Urkullu estar perfectamente informada de lo que ocurría en la policía autonómica e incluso tratar de entorpecer desde dentro la labor de los nuevos dirigentes. Este comportamiento marrullero y antidemocrático demuestra la resistencia de los nacionalistas a soltar el poder que han tenido ininterrumpidamente durante cerca de tres décadas.


A nadie escapa que la Ertzaintza, con sus 8.000 agentes, es una institución clave para la gobernabilidad del País Vasco y que puede ser utilizada como ariete para erosionar al Gobierno de Vitoria. Socialistas y populares tienen claro también que necesita una reorientación para que pueda cumplir eficazmente las misiones que tiene encomendadas. Su voluntad de combatir a ETA, por ejemplo, ha sido muy cuestionada. Baste decir que desde septiembre de 2003, cuando desarticuló el comando Bizkaia, sus éxitos en la lucha antiterrorista se reducen a la detención de un solo colaborador de la banda. Hay demasiadas sospechas de que han venido primando los criterios políticos sobre los policiales en la actuación de la Policía vasca. No es casualidad que una de las primeras medidas de la Delegación del Gobierno tras la elecciones fue pedir informes al Cuerpo Nacional de Policía y a la Guardia Civil para conocer cuál es su relación con la Ertzaintza y de esta forma poder sentar mejor las bases de una mayor colaboración y coordinación entre los distintos Cuerpos.

El complot urdido para perjudicar a un gobierno legítimo salido de las urnas como el de Patxi López sería deplorable en cualquier circunstancia, pero mucho más en un territorio sometido permanentemente a la amenaza terrorista, donde la colaboración de los demócratas es fundamental. De hecho, los violentos siguen intentando hacerse hueco y, en la madrugada de ayer, el Supremo decidió ilegalizar su última intentona por concurrir a unas elecciones. El Alto Tribunal estima que la lista de Iniciativa Internacionaista-Solidaridad entre los Pueblos presentada a los comicios europeos es sucesora de Batasuna.

«En democracia, o se está con los votos o con las bombas», dijo ayer con rotundidad el ministro del Interior, Rubalcaba, a la hora de valorar esa ilegalización. Desde el PP, Rajoy también se felicitó por que «una franquicia de ETA» no se pueda presentar a las elecciones. Sin embargo, el mismo PNV que pretende encastillarse allí donde gobernaba dijo que la decisión del Supremo «cercena las esencias de la democracia».

Tarde o temprano el PNV deberá entender que la democracia tiene unas reglas no escritas que van más allá de la Constitución que tantas veces cuestiona: ni los terroristas ni sus acólitos tienen sitio en un Estado de Derecho.

El Mundo - Editorial