jueves, 21 de mayo de 2009

QUE CULPA TIENE EL TOMATE. Por Yauma

El tomate el pimiento y la patata, junto a otras plantas más distantes de la cocina, como el tabaco y la fasolina (Phaseolus vulgaris) todos sabemos que fueron importadas de América por los españoles, y desde entonces la distribución por Europa, y otras partes del mundo, es un hecho evidente. Los nombres vulgares de todas ellas están en consonancia con dicho origen. Así el tomate, su nombre deriva de tomatl, nombre de esta planta en la lengua mejicana náhvatl, crecía en estado silvestre desde Perú hasta México, apareció en Europa en 1.550 como planta ornamental, pues se le juzgaba venenoso, hasta finales del siglo XIX el tomate era todavía una hortaliza casi exclusivamente meridional.

El tomate, el pimiento, la patata y el tabaco pertenecen a una gran familia de plantas herbáceas o arbustivas formada por unas 1.700 especies la familia de las Solanáceas: Algunas especies de esta familia constituyen el grupo de plantas más tenebrosas de la historia de Europa. El beleño, la belladona, la mandrágora y el estramonio, (origen de la atropina, escopolamina, hiosciamina y otros alcaloides) hicieron volar a las brujas y juntarse con el demonio para acabar finalmente en la hoguera.
Los descendientes de los conquistadores extremeños de apellidos ilustres, Pizarro, Orellana, Cortés, Alvarado, Hernando, Vasco Núñez de Balboa....etc. son en la actualidad grandes productores de tomate en la vega del Guadiana, con una importante industria conservera, en manos de las multinacionales de la alimentación, lo corriente en estos tiempos de globalización.

Hace unas semanas la familia de Ruiz- Mateos se ha implicado en el negocio tomatero extremeño, comprando a la multinacional Kraft Foods la empresa Carcesa (Carnes y Conservas Españolas), que elabora tomates entre otros productos, en sus fábricas extremeñas. El propio Don José María en persona, dueño de Nueva Rumasa, (autor tan celebrado del “que te pego leche”) visitó a Guillermo Fernández Vara, sucesor de Ibarra al frente de la junta, oficializando la devolución de una histórica firma a su territorio original. Nueva Rumasa espera llegar a producir cien millones de kilos de tomates.
Hasta ahora la empresa Carcesa tenía su sede social en Montornès del Vallès municipio situado en la comarca del Vallès oriental, provincia de Barcelona.
Al parecer la nueva sede social estará situada en Mérida, zona de desarrollo creciente. Fernández Vara aprovecha este ejemplo para criticar que la publicación de las balanzas fiscales que reclama Cataluña “podían ofrecer ilusiones o alucinaciones, pero no transparencia”.

El actual presidente de la junta anuncia que Extremadura encargará la elaboración de su propia balanza fiscal, pero de ninguna manera se hará pública, pues la publicación de las balanzas fiscales la considera una inmoralidad. Según él, los métodos de cálculo son contradictorios y irreconciliables: “contienen visiones subjetivas que carecen absolutamente de rigor, y que deben ser despreciados cuando de lo que se habla es de la vida cotidiana de la gente, de los servicios a los ciudadanos”
Además, sigue, hay que considerar “aspectos como dónde tributan las empresas, la aportación de capital humano de unas regiones a otras, la producción energética o la contribución al medio ambiente, para no obtener una fotografía borrosa y desenfocada de España”. Por lo que parece apuntar Fernández Vara, y no digo que no pueda tener cierta razón, ¡aquí sí, hay tomate!

En Extremadura hay dos centrales nucleares a pleno rendimiento, Almaraz y Valdecaballeros, la producción de ambas en gran parte sale de la región para ser consumida en el resto de España, del tema del agua, otro bien estrictamente autonómico más vale no hablar, y ahora parece apuntarse el tema del medio ambiente, o sea una comunidad con grandes extensiones de encinas, donde la regeneración del aire se produce de manera natural debería cobrar un impuesto a otra comunidad por respirar un bien natural “importado” de la primera.
Y, a todo esto ¿Qué culpa tiene el tomate?
Se trata de una canción popular que nació durante la guerra civil española, y que también se cantaba en la revolución cubana y otros intentos revolucionarios de izquierda, afortunadamente estas cosas ya quedan muy lejos en nuestro país.

Qué culpa tiene el tomate

La hierba de los caminos
La pisan los caminantes (bis)
Y a la mujer del obrero
La pisan cuatro tunantes
De esos que tienen dinero (bis)
Qué culpa tiene el tomate
Que está tranquilo en la mata (bis)
Y llega un hijo de puta
Y lo mete en una lata
Y lo manda pa Caracas (bis)
Los señores de la mina
Han comprado una romana (bis)
Para pesar el dinero
Que toditas las semanas
Le roben al pobre obrero. (bis)
Cuando querrá Dios del cielo
Que la tortilla se vuelva (bis)
Que la tortilla se vuelva,
Que los pobres coman pan
Y los ricos mierda, mierda. (bis)


El blog de Yauma

EL DILEMA DEL PROGRE. Por Alfonso Rojo

Era muy sencillo en los tiempos de Bush. Los «bushies» y sus amigos europeos, incluidos los españoles, tenían unas maneras tan bruscas y parecían tan empecinados que resultaba casi natural y hasta fino oponerse a sus iniciativas.

Ahora manda Obama en la Casa Blanca, tiene como presuntos aliados a todos los izquierdistas y centristas del planeta y adoptar una posición frente a alguien que aparece como la versión tecno de San Martín de Porres, se ha vuelto bastante complicado para los progres.

Ninguno de ellos lo dice en público, pero muchos de los que pululan por las tertulias de radio y televisión andan ya cavilando cuántos sapos más tendrán que tragarse antes de atreverse a airear que el nuevo presidente norteamericano les ha decepcionado.


No seré yo de los que se sume al coro. En la política, como en la vida, rara vez actúa uno como desea. Ni siquiera como desean los demás. Uno hace lo que puede y en los cuatro meses y un día que Obama lleva en el cargo, ha hecho lo que ha podido.

No ha revitalizado la economía, aunque lo intenta, no ha firmado la paz con los ayatolás iraníes, no ha desactivado a Corea del Norte, no ha arreglado el embrollo entre palestinos e israelíes, no ha puesto fin a la dictadura cubana, no ha frenado a Chávez, no ha cerrado la cárcel de Guantánamo, aunque ha prohibido métodos de interrogatorio especialmente crueles, y sigue tratando de montar una coalición militar que le ayude a derrotar a los talibanes.

Para los abonados al «buenismo» debo subrayar que lo de Afganistán y Paquistán es una guerra y que en las guerras se mata. Es de lo que se trata y una vez que se empieza, la matanza adopta múltiples formas y todas horribles. Nosotros tenemos tropas allí y Obama quiere que enviemos más, así que oído al parche

ABC - Opinión

BIBIANA AIDO: EL SER Y LA NADA

Requerida su opinión sobre el sonrojante disparate nihilista de Bibiana Aído -cuya oceánica ignorancia sólo es comparable a su atrevimiento, y éste a la irresponsable temeridad de quien la nombró ministra-, su colega Ángel Gabilondo ha contestado con una evasiva ciertamente embarazosa, y nunca mejor dicho: que ni siquiera el rango de catedrático de metafísica le alcanza a él para saber a ciencia cierta cuál es la clave de la condición humana.

Es decir, que hay asuntos sobre los que es mejor abstenerse de opinar antes de proferir una descomunal tontería de la que lamentarse.

Si yo que soy un filósofo, ha venido a decir con impostada modestia, no sabría explicar con exactitud qué es un ser humano, cómo puede esta indocumentada chiquilla meterse en honduras existenciales o científicas sobre el ser y la nada.

Subraya Ignacio Camacho en ABC que la cosa se complica si damos en pensar que ya son al menos dos los miembros de este Gobierno confusos ante una cuestión tan seria, y encima uno de ellos ha ejercido el ministerio sacerdotal antes que el político. Más vale que no prosiga la encuesta.

No al menos antes de que alguno de los cientos de asesores que trabajan en Moncloa les recuerde a ciertos ministros -y sobre todo a ciertas ministras- que entre sus obligaciones no figura la de decir todos los días una gilipollez.

La democracia del canutazo parece haber impuesto la necesidad de salir cada mañana bien temprano a pronunciar una enormidad que agite el debate de opinión pública, comparecencia que a menudo constituye la única actividad reseñable de los miembros -y miembras- con menos competencias en el fantasmal gabinete de Zapatero, lleno de gente bisoña y mal amueblada intelectualmente que ni siquiera ha aprendido aún el arte de hablar sin decir nada.

Por incompetente que resulte para ejercer su cargo, un ministro callado puede parecer un ministro discreto, pero la locuacidad los vuelve transparentes en su indigencia. En las academias de coaching para ejecutivos está de moda leer a Baltasar Gracián, fraile taimado que enseñaba la cautela senequista de aprender a callar cuando lo que se va a decir no mejora el silencio.

Pero a Gracián y a Séneca hace tiempo que los barrieron de los planes de la LOGSE, primordial fuente de conocimiento de esta joven generación que el presidente considera «la mejor preparada de la Historia».

Gabilondo, que sí es un hombre culto y bien leído, ha salido mal que bien de una tesitura envenenada en la que acaso haya empezado a aprender que la metafísica hace mala mezcla con una materia tan impregnada de pragmatismo cínico como la política.

«Hay gente pa tó», dicen que exclamó con cazurra desconfianza El Gallo cuando le presentaron al gran metafísico que fue don José Ortega -Gasset, no Cano-. Más vale no pensar lo que se le hubiese ocurrido si le llegan a poner delante de toda una ministra de Igualdad.

Periodista Digital

MOVILIZAR CON ODIO. Por Hermann Tertsch



EL nuevo vídeo presentado por el PSOE para la campaña electoral a las elecciones europeas que comienza hoy a medianoche, y presenta a unos seres detestables como votantes de la derecha, está muy bien hecho. Si en algo han demostrado capacidad los socialistas españoles bajo el zapaterismo ha sido en difundir con éxito todo tipo de mensajes propagandísticos, algunos contradictorios entre sí. Nunca han entorpecido este éxito ni dichas contradicciones, ni las más obvias mentiras ni difamaciones después reveladas como tales. Ni siquiera se ha visto afectado negativamente por la participación en la difusión de sus mensajes de algunos de sus dirigentes, personajes que supondrían un descrédito hasta para organizaciones con objetivos mucho menos piadosos que los que se atribuyen los socialistas españoles. Era lógico que el continuo deterioro del capital humano en el partido desde la partida de Felipe González trajera consigo una pauperización de los mensajes. Aunque muchos puedan sorprenderse de que el primitivismo ideológico haya vuelto en ocasiones a los niveles de los Años Treinta. De que todo esfuerzo por pretender al menos una cierta honestidad intelectual haya desaparecido en profundidades abisales.

En realidad, la población española se pasa todo el año consumiendo propaganda socialista en todas las series televisivas nacionales y la inmensa mayoría de los programas de entretenimiento. Ese es el vídeo de decenas de miles de horas que se emite ininterrumpidamente por las cadenas públicas y privadas. Es el interminable vídeo que muestra, con mayor o menor gracia, la forma de vivir y de pensar que los socialistas consideran la adecuada a su pequeño universo cultural y sentimental. Y la conveniente para eternizar su hegemonía en el discurso socio-cultural y político. La mediocridad como signo de identidad, desconfianza y resentimiento hacia la excelencia, culto a la comodidad, la radical división ideológica entre la bondad izquierdista y la maldad de la derecha y, por supuesto, la lucha constante contra el hecho religioso, el católico, por medio de la caricatura y la ridiculización, del insulto y la manipulación de textos, hechos y medias verdades. El poder socialista paga a las productores de cine y televisión, cuenta con la simpatía o el miedo de la mayoría de las cadenas y maneja para ello el dinero público sin complejos y ha dado patente de corso a su tropa de la Zeja. Hace tanta propaganda durante todo el año que hasta para ellos debe ser difícil inventar algo especial para una campaña. Ésta debe ser la causa de que el vídeo sólo tiene como novedad una radicalización del mensaje del odio, dentro de los cánones de manipulación de la palabra ajena y de los mensajes del enemigo. Este enemigo aparece como la personificación del mal. En ese sentido, no se diferencia de las caricaturas y los textos de la revista «Der Stürmer» que publicaba Julios Streicher en la Alemania nazi contra los judíos. O de los que publicaba la prensa soviética contra los kulakos y los judíos. En resumen, el zapaterismo va mostrando su rostro más auténtico.

ABC - Opinión

EL PSOE DE ZP MIRA LAS ENCUESTAS Y SACA EL PERRO

El nuevo vídeo presentado por el PSOE para la campaña electoral a las elecciones europeas que comienza hoy a medianoche, y presenta a unos seres detestables como votantes de la derecha, está muy bien hecho.

Si en algo han demostrado capacidad los socialistas españoles bajo el zapaterismo ha sido en difundir con éxito todo tipo de mensajes propagandísticos, algunos contradictorios entre sí.


Subraya Hermann Tertsch en ABC que nunca han entorpecido este éxito ni dichas contradicciones, ni las más obvias mentiras ni difamaciones después reveladas como tales.

Ni siquiera se ha visto afectado negativamente por la participación en la difusión de sus mensajes de algunos de sus dirigentes, personajes que supondrían un descrédito hasta para organizaciones con objetivos mucho menos piadosos que los que se atribuyen los socialistas españoles.

Era lógico que el continuo deterioro del capital humano en el partido desde la partida de Felipe González trajera consigo una pauperización de los mensajes.

Las cadenas de TV emitirán el vídeo desde esta medianoche, junto con los dos del PSOE que vienen programando en la precampaña: el de Barack Obama, que evoca el multitudinario triunfo de noviembre pasado e insta al votante socialista a acudir a las urnas, ya que no pudo hacerlo en EEUU, y el del «parón» en el Parlamento de Estrasburgo al aumento de la jornada laboral semanal de 65 horas.



Los socialistas focalizan este vídeo en el europarlamentario Alejandro Cercas, que el PSOE considera verdadero artífice de ese «parón» contra uno de los derechos esenciales del estado de bienestar europeo.

Aunque muchos puedan sorprenderse de que el primitivismo ideológico haya vuelto en ocasiones a los niveles de los Años Treinta. De que todo esfuerzo por pretender al menos una cierta honestidad intelectual haya desaparecido en profundidades abisales.

En realidad, la población española se pasa todo el año consumiendo propaganda socialista en todas las series televisivas nacionales y la inmensa mayoría de los programas de entretenimiento. Ese es el vídeo de decenas de miles de horas que se emite ininterrumpidamente por las cadenas públicas y privadas.

Es el interminable vídeo que muestra, con mayor o menor gracia, la forma de vivir y de pensar que los socialistas consideran la adecuada a su pequeño universo cultural y sentimental. Y la conveniente para eternizar su hegemonía en el discurso socio-cultural y político.

La mediocridad como signo de identidad, desconfianza y resentimiento hacia la excelencia, culto a la comodidad, la radical división ideológica entre la bondad izquierdista y la maldad de la derecha y, por supuesto, la lucha constante contra el hecho religioso, el católico, por medio de la caricatura y la ridiculización, del insulto y la manipulación de textos, hechos y medias verdades.

El poder socialista paga a las productores de cine y televisión, cuenta con la simpatía o el miedo de la mayoría de las cadenas y maneja para ello el dinero público sin complejos y ha dado patente de corso a su tropa de la Zeja. Hace tanta propaganda durante todo el año que hasta para ellos debe ser difícil inventar algo especial para una campaña.

Ésta debe ser la causa de que el vídeo sólo tiene como novedad una radicalización del mensaje del odio, dentro de los cánones de manipulación de la palabra ajena y de los mensajes del enemigo.

Este enemigo aparece como la personificación del mal. En ese sentido, no se diferencia de las caricaturas y los textos de la revista «Der Stürmer» que publicaba Julios Streicher en la Alemania nazi contra los judíos. O de los que publicaba la prensa soviética contra los kulakos y los judíos.

En resumen, el zapaterismo va mostrando su rostro más auténtico.

Periodista Digital

UNA PARALISIS MAS QUE PARCIAL. Por Valentí Puig

HAY cosas en la vida pública que son de hoy y de siempre. Cicerón describió alguna «situación lamentable, quebradiza y cambiante». Fue como una vieja estampa parlamentarista ver a Zapatero yendo por las bancadas del Congreso de los Diputados en busca de votos para aprobar unas medidas económicas que han acabado por tener muy poco que ver con lo prometido en el debate del estado de la nación. Hay una diferencia entre salir al encuentro de los problemas y agazaparse para no tener que aplicar soluciones arduas. España se quedó sin proyecto incluso antes de que la recesión económica llegase de lleno.

En los arsenales retóricos de la política española hay pocas reservas de energía capaz de formular o sugerir. Al darse las elecciones presidenciales de 1995, Chirac pidió el voto de los franceses con el «ritornello» temático de la «fractura social». La fórmula era del sociólogo Emmanuel Todd, quien, como resulta inevitable, acabó por quejarse de la apropiación política de su idea, la de una Francia fracturada por el desempleo, la exclusión social y las tensiones debidas a la inmigración. Fueron factores que contribuyeron al descalabro del Tratado Constitucional europeo en Francia.

Con Nicolas Sarkozy, la fórmula electoral seleccionada fue «política de civilización». Era una tesis del sociólogo Edgar Morin, quien también se ha quejado de que su idea fuese trivializada y convertida en confeti político. Morin se refería originariamente a que, si existen aportaciones de civilización, también se han producido males que se deben solventar sin echar a perder las bondades. Ya se ve que a los intelectuales franceses, siempre tan deseosos de la atención del príncipe, luego les maltrae el «ego» ver sus ideas diluidas en forma de eslóganes.

Con Zapatero no se dan situaciones de este género porque la parálisis propia de su devaneo intelectivo es más que parcial. No hubo proyecto ni eje dinamizador en las elecciones generales, ni antes de la crisis o en su posterior despliegue triturador. La renuncia del Gobierno socialista a ser algo más gracias a una política exterior atinada y pugnaz ya es algo conocido en toda Europa. Ahí siempre aparecerá alguien que ocupe el vacío que deja otro. Haber retrasado deliberadamente el reconocimiento de la crisis económica hará que nuestra recuperación tarde más que en la mayoría de países con los que competimos, que son todos. No es una paradoja que reconocer tan tarde la crisis esté induciendo a una parálisis en la concepción de salidas efectivas.

En el momento en que la sociedad española comenzaba a imbuirse de la noción de competitividad, especialmente con las nuevas redes empresariales y tecnológicas, la tentación igualitaria y las inercias de la cultura de dependencia reciben nuevos incentivos del Estado. En el momento de lograr síntesis creativas entre la flexibilidad económica -flexiseguridad laboral- y los modos de protección social resulta que entramos en vía muerta. Es escalofriante el espectáculo del desplome de la inversión y del incremento del paro. El anquilosamiento de las oportunidades frena el ascensor social y desanima la iniciativa individual. Ha sido muy citado estos días el dato sobre creación de nuevos negocios: de abril a abril cae un 34 por ciento. Es algo por lo menos equivalente a una especie de parálisis que va a ir dejando ya una huella inquietante y grave. Sí, lamentable, quebradiza y cambiante. Cada vez se contagia más el carácter específicamente inactivo de la segunda etapa del zapaterismo.

ABC - Opinión

LA CULPA ES DEL CLIENTE. Por Warren Graham

Inversión

«Warren Buffet decía hace no mucho que "si al cabo de media hora jugando al póquer, uno no sabe quien es el pardillo, ¡el pardillo es uno mismo!". Pues esto es lo que les ha pasado a los clientes.»

En los últimos meses está siendo habitual encontrar artículos en la prensa que alzan la voz contra las deficiencias del sistema actual de asesoramiento de la banca española e internacional.

Aunque me solidarizo con alguno de los puntos destacados en estos artículos, no dejo de sorprenderme de que no se haga mención a que muchos de los males del sector tienen su origen en los propios clientes.


Así pues, los clientes han sido los grandes cómplices de las deficiencias del sector, y los más perjudicados. En vez de echar balones fuera, deberían de hacer examen de conciencia de por qué han sido corresponsables.

Los problemas del asesoramiento

1. Modelo integrado

El modelo tradicional de la banca universal y privada se ha apoyado en la unificación de las distintas áreas de la cadena de valor. Esto es, han participado desde la originación y construcción de los productos, distribución, comercialización y asesoramiento en base a lo que producían. El motivo de participar en toda la cadena de valor no era otro que las economías de escala, las sinergias que se producen y el acaparamiento de una mayor parte del beneficio.

De esta manera se producían inevitablemente conflictos de interés, primero entre las distintas áreas de las entidades y, después, entre las entidades y el cliente. Como resultado de este último elemento se producían niveles de asesoramiento sesgados hacia aquellas áreas que aportaban, lógicamente, mayor valor a la entidad y que no siempre favorecían los intereses de los clientes.

2. Flexibilización de los riesgos

La época extendida de mercados alcistas y de una generación de riqueza sin precedentes en el mundo desde el año 2000, hizo que las entidades no fueran capaces de valorar los riesgos a los que se exponían y a los que desplegaban a sus clientes. Así, los procesos de due dilligence, valoración de riesgos y adecuación a los intereses de los clientes se fueron diluyendo y flexibilizando gradualmente hasta límites insospechados. Todo ello todo basado en la generación de mayores ingresos.

3. Enfoque del corto plazo

Los sistemas de compensación de los distintos profesionales del sector, enfocados mayoritariamente en el corto plazo, hicieron que las relaciones de largo plazo entre entidad y cliente se fuesen pervirtiendo a favor de la maximización de las relaciones de corto plazo y en la generación de beneficios de la manera más inmediata, sin valorar las consecuencias que, a más largo plazo, tendrían para las instituciones. Pan para hoy, hambre para mañana.

Los problemas de los clientes

1. Enfoque en la rentabilidad

El "Espíritu Animal" del ser humano, tal y como detallaba Keynes ya hace muchos años, se ha hecho patente de nuevo. Durante los últimos años, los clientes se han lanzado en busca de soluciones fáciles y rápidas sin un plan premeditado, reaccionando según a la rentabilidad esperada de los productos y no basándose en una política de inversiones o en un plan determinado que buscase coherencia entre sus objetivos personales, las expectativas del mercado de capitales y sus correspondientes carteras.

Asimismo, al centrar sus ansias exclusivamente en la búsqueda de rentabilidad y, en la gran mayoría de los casos, basando sus criterios de selección en la técnica del retrovisor –mirando rentabilidades pasadas y no entendiendo la inversión–, no han sido capaces de prever la exposición de riesgos a los que estaban expuestos. La ausencia de un proyecto inversor que diera soporte cuando vinieran las vacas flacas ha provocado una reacción despendolada y sin rumbo, que ha ampliado el sufrimiento de la propia crisis.

2. Ambición desmesurada

Los individuos sufrimos de miedo y avaricia, de ahí que constantemente estos impulsos nos lleven a sobre reaccionar y olvidarnos que la vida es una mezcla de euforias y lamentos. Durante las épocas de bonanza nos desprendemos de los recuerdos negativos para impulsarnos sobre las premisas de un supuesto nuevo paradigma en el que nada puede ir mal.

Esto ha provocado que, durante los últimos años, la ambición se haya apoderado de los clientes y que éstos hayan inclinado sus miradas sobre las rentabilidades potenciales, olvidando que hay una cierta relación entre rentabilidad y riesgo y que, por tanto, a más rentabilidad potencial serán mayores los riesgos que hay que asumir.

Asimismo, los clientes han sido cómplices de suscribir planes de inversión altamente atractivos, sin preguntarse los razonamientos que subyacían detrás de éstos. Ante el ofrecimiento de rentabilidades de dos dígitos en proyectos de inversión, uno debería haber tenido la precaución de verificar que para la obtención de estos retornos no se estuviera perjudicando a nadie. Ejemplos de esto serían las hipotecas subprime, la compra de pólizas de vida, la utilización de información aventajada (p.e. Maddoff) así como otras ventajas competitivas en el límite de la moralidad.

3. Sofisticación que ha superado sus capacidades

En línea con la ambición desenfrenada ha hecho aparición una sofisticación inversora que ha superado con creces las capacidades y recursos de los inversores. La complejidad ha venido de la mano de invertir indiscriminadamente en productos donde la adecuación y alineación de intereses no eran las apropiadas. De esta manera, las carteras se han llenado de productos estructurados, hedge funds, private equity, inmobiliarios, etc. –en muchos casos porque todo el mundo lo hacia– que aportan riesgos no tan evidentes como el de liquidez, contrapartida, crédito, además de riesgos de tipo siniestral. Esto es, mientras no pasa nada desfavorable uno se gana la vida razonablemente bien, pero ante la más mínima dificultad, uno pierde hasta la camisa.

La sofisticación ha venido incentivada por las modas, la envidia de las rentabilidades fastuosas de los amigos y por la propia vanidad inversora, y no en base a las capacidades y conocimientos financieros.

4. No han querido entender el modelo

Pero, sin lugar a dudas, el mayor de los problemas de los clientes se ha producido por no entender la dinámica de la industria. ¿Por qué las entidades venden o recomiendan ciertos productos y no otros? ¿Cómo es que me asesoran gratis?, ¿Cuáles son las fuentes de remuneración de las entidades? Si son tan buenos los productos, ¿por qué los quieren compartir con terceros? ¿Cómo diferenciar el asesoramiento de la comercialización?

¿Cuál es la diferencia entre los originadores, comercializadores, y asesores? ¿Qué aporta cada uno al proceso? Al no haber hecho los deberes de entender cuáles son las motivaciones de todos sus participantes, han caído en sus propias trampas.

Warren Buffet decía hace no mucho que "si al cabo de media hora jugando al póquer, uno no sabe quien es el pardillo, ¡el pardillo es uno mismo!". Pues esto es lo que les ha pasado a los clientes: su vanidad les ha impedido entender que los pardillos de la jugada eran ellos mismos.

Libertad Digital - Opinión

DESLEALTAD NACIONALISTA. Por M. Martín Ferrand

RESULTA difícil, especialmente en España, dibujar el perfil y establecer los límites de un sindicato. Muchos de ellos tienen tradición satelital y, además, no siempre es posible la dicotomía entre lo que nos interesa como ciudadanos y lo que nos conviene como trabajadores. Tenemos en el País Vasco un claro ejemplo de ello. Los dos grandes sindicatos nacionalistas del lugar han convocado para hoy una huelga general que toma razón de la crisis económica; pero que, a todas luces, es un primer embate contra el recién establecido gobierno de Patxi López.

ELA, uno de los sindicatos convocantes, el de más representación en las tres provincias vascongadas, fue hace casi cien años una fundación del PNV. LAB, el otro, de más reciente factura, pretende liberar a la clase obrera de la opresión de sus patronos y al País Vasco de la de España. Por si quedaba alguna duda sobre la escasa entidad sindical de la huelga convocada, y de lo mucho que tiene de prólogo para una actitud de rechazo básico a una lehendakaritza en manos socialistas, Arnaldo Otegui y Batasuna apoyan con entusiasmo la convocatoria. Es, en consecuencia, una huelga política ilegal y, sobre todo, desleal. El nacionalismo vasco, en toda su gama, sale a la calle para buscar en ella lo que el procedimiento democrático no le ha permitido obtener en el Parlamento de Vitoria.

Esa deslealtad nacionalista, perturbadora para la buena marcha de la Nación y atentatoria contra la esencia del Estado, puede llegar a manifestarse en el seno de una misma familia partidista. El PSOE, instalado en La Moncloa, tiene la misma raíz que el PSC instalado, en compañía de otros, en el Gobierno de la Generalitat; pero son dos almas distintas. Así es posible que los diputados del PSC voten en la Carrera de San Jerónimo en sentido contrario de cómo lo hacen, para salvar la cara frente a sus socios del tripartito, en el Parlamento de Cataluña. Acabamos de verlo a propósito de una resolución sobre la financiación autonómica y la gestión del aeropuerto de El Prat.

Al final, la ambigüedad socialista -para nuestra desgracia, no demasiado diferente de la del PP- opera contra la estabilidad de los gobiernos, nacional y autonómicos, y contra la certeza en la que debe cimentarse la prosperidad del país y los ciudadanos. La conquista del poder como único contenido partidista, lejos de las ideas y los principios, sólo conduce al desastre total.

ABC - Opinión

CAMPS: TARDIAS PERO VERIFICABLES EXPLICACIONES

El presidente de la Comunidad Valenciana no debería haber tardado tanto en dar las explicaciones con las que respondió a las preguntas del juez.

FRANCISCO CAMPS declaró ayer ante el Tribunal Superior de Justicia de Valencia en medio de una gran expectación, tres meses después de aquella comparecencia en la que, rodeado de su equipo, calificó de falsas las informaciones que le acusaban de haber aceptado trajes como regalo de Álvaro Pérez.


Camps no debería haber tardado tanto en dar las explicaciones con las que respondió a las preguntas del juez y que la oposición le había pedido en reiteradas ocasiones. En síntesis, el presidente de la Generalitat aseguró ayer que él había devuelto cuatro trajes a Milano y pagado otros cuatro con dinero en metálico.

Según su testimonio, él desembolsó personalmente 2.400 euros en la tienda de Forever Young en Madrid que le había confeccionado los trajes. Ese dinero habría salido de la caja de la farmacia de su mujer, puesto que, según sus palabras, él no utiliza casi nunca tarjetas de crédito y acostumbra a pagar en efectivo.

Su declaración es fácilmente comprobable, ya que Forever Young debería guardar alguna constancia documental de la entrada de ese dinero si es que no hay algún empleado que recuerde haber recibido esos pagos en metálico del presidente de la Generalitat.

Damos por supuesto que el juez se dirigirá a Forever Young para confirmar la versión de Camps, pero sus afirmaciones encajan tanto con lo que él ha venido manteniendo en público como con la grabación en la que Álvaro Pérez niega que regalara trajes al presidente valenciano. Ayer mismo, El Bigotes ratificó ante el juez que él nunca ha regalado prendas a Camps.

Hasta ahora, todo lo que se ha filtrado en los medios arrojaba una apariencia incriminadora contra Camps, pero el estado de la opinión pública podría haber sido distinto si se hubieran difundido grabaciones como la que recoge el pasaje en el que El Bigotes niega que regalara trajes a El Curita.

En cualquier caso, nuestro ordenamiento jurídico reconoce la presunción de inocencia y corresponde a los que acusan demostrar que el presidente de la Generalitat no está diciendo la verdad, que en este caso parece comprobable.

Por otra parte, aun en el supuesto de que Camps hubiera aceptado unos trajes como regalo de una persona a la que consideraba «su amigo del alma», sería muy difícil de argumentar jurídicamente que hubo delito en esa conducta y, por ello, el caso debería ser archivado.

Otra cosa es que se probara que el presidente realizó gestiones, influyó u ordenó a los funcionarios de la Generalitat que contratara a las empresas de Álvaro Pérez. Ello sí sería muy grave y tendría consecuencias penales y políticas. Pero de momento no existe indicio alguno de que Camps actuara en ese sentido.

El tribunal ha citado la semana que viene a 35 funcionarios de diferentes departamentos que tendrán que responder si recibieron indicaciones para favorecer a las empresas de Pérez. Ello será determinante para saber si esta investigación penal debe seguir o tiene que ser archivada.

Si finalmente la indagación judicial acaba de manera favorable al presidente de la Generalitat, serán los electores valencianos los que tendrán que valorar su conducta política en este asunto y si su imprudencia al relacionarse con personas como Álvaro Pérez merece o no el castigo de las urnas. Pero de momento lo más importante es que la Justicia corrobore el testimonio de Camps, que dejaría desarmados a sus detractores si se probara que pagó esos trajes.

El Mundo - Editorial

EL SER Y LA NADA. Por Ignacio Camacho

REQUERIDA su opinión sobre el sonrojante disparate nihilista de Bibiana Aído -cuya oceánica ignorancia sólo es comparable a su atrevimiento, y éste a la irresponsable temeridad de quien la nombró ministra-, su colega Ángel Gabilondo ha contestado con una evasiva ciertamente embarazosa, y nunca mejor dicho: que ni siquiera el rango de catedrático de metafísica le alcanza a él para saber a ciencia cierta cuál es la clave de la condición humana. Es decir, que hay asuntos sobre los que es mejor abstenerse de opinar antes de proferir una descomunal tontería de la que lamentarse. Si yo que soy un filósofo, ha venido a decir con impostada modestia, no sabría explicar con exactitud qué es un ser humano, cómo puede esta indocumentada chiquilla meterse en honduras existenciales o científicas sobre el ser y la nada. Pero la cosa se complica si damos en pensar que ya son al menos dos los miembros de este Gobierno confusos ante una cuestión tan seria, y encima uno de ellos ha ejercido el ministerio sacerdotal antes que el político. Más vale que no prosiga la encuesta.

No al menos antes de que alguno de los cientos de asesores que trabajan en Moncloa les recuerde a ciertos ministros -y sobre todo a ciertas ministras- que entre sus obligaciones no figura la de decir todos los días una gilipollez. La democracia del canutazo parece haber impuesto la necesidad de salir cada mañana bien temprano a pronunciar una enormidad que agite el debate de opinión pública, comparecencia que a menudo constituye la única actividad reseñable de los miembros -y miembras- con menos competencias en el fantasmal gabinete de Zapatero, lleno de gente bisoña y mal amueblada intelectualmente que ni siquiera ha aprendido aún el arte de hablar sin decir nada. Por incompetente que resulte para ejercer su cargo, un ministro callado puede parecer un ministro discreto, pero la locuacidad los vuelve transparentes en su indigencia. En las academias de coaching para ejecutivos está de moda leer a Baltasar Gracián, fraile taimado que enseñaba la cautela senequista de aprender a callar cuando lo que se va a decir no mejora el silencio. Pero a Gracián y a Séneca hace tiempo que los barrieron de los planes de la LOGSE, primordial fuente de conocimiento de esta joven generación que el presidente considera «la mejor preparada de la Historia».

Gabilondo, que sí es un hombre culto y bien leído, ha salido mal que bien de una tesitura envenenada en la que acaso haya empezado a aprender que la metafísica hace mala mezcla con una materia tan impregnada de pragmatismo cínico como la política. «Hay gente pa tó», dicen que exclamó con cazurra desconfianza El Gallo cuando le presentaron al gran metafísico que fue don José Ortega -Gasset, no Cano-. Más vale no pensar lo que se le hubiese ocurrido si le llegan a poner delante de toda una ministra de Igualdad.

ABC - Opinión

LA PARADOJA DE LOS RELATIVISTAS. Por Cristina Losada

Caso Neira

«Neira representa el civismo, ese viejo y anticuado civismo que ha desaparecido en el torbellino del relativismo ético y cultural. Una extinción ligada a la de otra especie en peligro, que es la responsabilidad individual.»

Jesús Neira es un héroe de la España de nuestro tiempo, porque en la España de nuestro tiempo es una rareza actuar como un ser humano civilizado. Oponerse a la barbarie a título individual no sólo constituye un riesgo, sino que es también un hecho extraordinario. A Neira se le reduce oficialmente a símbolo de la lucha contra la violencia que sufren las mujeres. Servidumbres a la moda políticamente correcta. El comportamiento del profesor representa la antítesis de la actitud habitual ante cualquier transgresión de las normas de conducta.


Al recibir la Gran Cruz del Mérito Civil, Neira declaró que la sociedad española es silente ante el maltrato. Cierto. Aunque no calla sólo ante episodios violentos que afectan a mujeres. El silencio es omnipresente y su causa profunda no es tanto la cobardía como el desconcierto. ¿Quién sabe qué está bien y qué está mal? Si un tipo golpea a otro en la calle, si un gamberro rompe un escaparate, si un hombre entra desnudo en un bar, el ciudadano de nuestro tiempo apurará el paso, mirará para otro lado, se dirá que no es asunto suyo. Pensará que no le toca restablecer un orden que, además, no es quién para determinar cómo ha de ser.

Cuando el ethos dominante dicta que no hay valores y estándares universales y mucho menos autoridad para imponerlos, no cabe esperar otra cosa que ese encogerse de hombros y esa pasividad ante las violaciones de unos códigos que es de mal gusto considerar vigentes. Neira representa el civismo, ese viejo y anticuado civismo que ha desaparecido en el torbellino del relativismo ético y cultural. Una extinción ligada a la de otra especie en peligro, que es la responsabilidad individual. Los clásicos entendían que libertad y responsabilidad son inseparables. Eran unos cenizos. El tándem triunfador en nuestro tiempo se compone de libertad sin responsabilidad y dependencia absoluta del Estado. De eso está hecho el elixir embriagador que vende el Gobierno socialista.

Y ahora viene lo bueno. La paradoja de los relativistas impenitentes. Tras socavar los cimientos sobre los que se levanta una actitud responsable, piden a la gente que intervenga contra aquellos abusos que no relativizan y que se ven incapaces de frenar. Desarman moralmente a los individuos y al tiempo les exigen que se mojen. Impotentes ante los efectos del desorden cultural que estimulan, reclaman conductas que hoy son heroicas. Están atrapados en su cenagal y lo malo es que se trata del nuestro. De nuestro incívico e irresponsable tiempo.

Libertad Digital - Opinión

AMBITOS DE LA JUSTICIA

EL acuerdo del PP y el PSOE va a permitir, si el Gobierno cumple con el mandato del Congreso de los Diputados, reformar la Ley Orgánica del Poder Judicial y limitar la jurisdicción universal de la Audiencia Nacional. La iniciativa fue de los populares y a ella se han sumado los socialistas, tras ver aceptadas algunas de sus enmiendas al texto, conscientes de que, si antaño las aventuras judiciales en el extranjero ponían en un compromiso a los gobiernos del PP, ahora interfieren los intereses diplomáticos y perturban la agenda exterior del ejecutivo de Zapatero. Los sumarios contra los responsables de Guantánamo o los ministros del gobierno chino y el episodio lamentable de los piratas somalíes han obligado al PSOE a reconsiderar su posición tradicionalmente favorable a una jurisdicción universal sin restricciones. La propuesta aprobada, como proposición del debate sobre el estado de la Nación, pide al Gobierno que condicione la competencia de la Audiencia Nacional por delitos en el extranjero a que las víctimas sean españolas o a que los responsables se encuentren en suelo español y, en todo caso, a que no esté en marcha en el Estado donde se cometió el delito una investigación «real y no ficticia». Se trata, en definitiva, de legalizar la doctrina del Tribunal Supremo expuesta en la sentencia del «caso Guatemala» -revocada por el Tribunal Constitucional-, que exigía un interés claro del Estado español para justificar su competencia.

Esta reforma es necesaria y nadie debería cargar sobre ella la responsabilidad de que determinados delitos, por odiosos y graves que sean, queden impunes. Si esto sucede no será porque los tribunales españoles no investiguen, sino por otras muchas circunstancias que España no puede compensar asumiendo una potestad jurisdiccional inviable. El cambio aprobado por PP y PSOE sigue la senda de las legislaciones europeas que condicionan sus competencias a un vínculo nacional con el delito. Lo razonable y eficaz es que la jurisdicción de un Estado se ejerza principalmente conforme a los límites de su soberanía, es decir, sobre su territorio, y sólo excepcionalmente trascienda sus fronteras siempre que exista un interés directo en el caso. Para los demás supuestos, no hay más alternativa que los tribunales internacionales, como la Corte Penal creada en 1998, que sólo funcionará cuando exista una verdadera comunidad de países -formada por Estados de Derecho y democráticos, no por dictaduras, monarquías totalitarias o repúblicas teocéntricas- que compartan los mismos valores y principios, condición que ahora no se cumple.

ABC - Opinión

LA IZQUIERDA EXQUISITA. Por José García Domínguez

Modelo productivo

«Quizá Zapatero no llegue a descubrirlo nunca pero, hacia el año 69 del siglo pasado, un tal Peter Druker ya comenzó a divulgar todos los tópicos y lugares comunes sobre la economía del conocimiento que él recita sin tregua desde hace una semana.»

Resulta difícil no sentir vergüenza ajena al escuchar a todo un presidente del Gobierno perorando alegre sobre cambios radicales en el modelo productivo desde la indigencia intelectual más absoluta. No por la falacia en sí, que es asunto intrascendente. Al cabo, esa historia del modelo productivo a revolucionar vía Real Decreto Ley acarrea idéntica carga empírica que la Alianza de Civilizaciones. Nada más allá de la charlatanería de rigor en los telediarios. El rubor no surge, pues, de que, a falta de mejor mercancía, Zapatero trate de vender humo. La fecha de caducidad del humo elegido es lo que invita al bochorno.


Y es que, ante el consorte de Sonsoles, uno tiene la sensación de tratar con cierto personaje de Tom Wolfe en La izquierda exquisita: el tipo que siempre llegaba tarde a todas las modas. Aquel tragicómico aspirante a moderno que, clarividente, se aventuró, por fin, a comprar unos pantalones de campana justo el primer día que Mick Jagger compareció enfundado en ajustadísimos tejanos de tubo. El mismo que, expeditivo, dio en rasurarse greñas y patillas sólo cinco minutos antes de que John Lennon se exhibiera cubierto con larga barba e indómita y novedosa melena. Así, la estomagante retórica monclovita a cuenta de los modelos productivos: Zetapé la presume vanguardista y rompedora cuando ya era género obsoleto hace veinte años.

Una evidencia de comprobación fácil en la sección de saldos editoriales de El Corte Inglés. Allí, al lado del volumen con los pruebas de que el ejército americano mantiene a varios marcianos congelados en una base secreta, y otros con los testimonios de cómo emigró Hitler a Brasil tras huir del búnker por un agujerito, dispone el curioso de toda la ciencia presidencial sobre modelos productivos. Empezando por La tercera ola, de Alvin Toffler, siguiendo por Ser competitivo, de Michael Porter, y acabando por Funky Bussines, el best seller de aquel par de calvos suecos de impronunciables apellidos.

En fin, quizá Zapatero no llegue a descubrirlo nunca pero, hacia el año 69 del siglo pasado, un tal Peter Druker ya comenzó a divulgar todos los tópicos y lugares comunes sobre la economía del conocimiento que él recita sin tregua desde hace una semana. Un paso más, sólo uno y patenta la sopa de ajo.

Libertad Digital - Opinión

INCAPACIDAD LEGISLATIVA

COMO su propio nombre indica, la función principal del Poder Legislativo consiste en debatir y aprobar las leyes que reflejan la voluntad de los ciudadanos a través de sus representantes. Es llamativo, por tanto, que en una resolución aprobada como consecuencia del debate sobre el estado de la Nación, el propio Congreso de los Diputados reproche al Gobierno su incapacidad para ejercer la iniciativa que pone en marcha el procedimiento legislativo. La producción de normas con rango de ley se sitúa bajo mínimos en la actual legislatura, con el agravante de que las pocas normas aprobadas son básicamente de carácter técnico o tienen por objeto incorporar al Derecho español compromisos ineludibles en el marco de la UE. De este modo, el PSOE incumple sistemáticamente su programa electoral, cuya puesta en práctica exigiría una dinámica política que el Gobierno es incapaz de impulsar. Hasta ahora, sólo el 5 por ciento de los proyectos de ley anunciados en dicho programa ha llegado a las Cámaras. En este contexto, la promesa de Rodríguez Zapatero de convertir el Parlamento en centro y eje de la vida política se sitúa -una vez más- en el plano de la retórica sin contenido: salvo en alguna sesión de control, el Congreso vive una etapa lánguida, mientras el Senado ni siquiera utiliza su tiempo en elaborar planes para su propia reforma.

El absurdo pretexto de la «geometría variable» no sirve para ocultar la soledad parlamentaria de un Ejecutivo que carece de socios estables y busca salir del paso como sea de cara a la galería. El coste político y financiero de sacar adelante un proyecto de ley paraliza la acción gubernamental y compromete seriamente la gobernabilidad. Nadie puede garantizar a día de hoy que el Gobierno consiga la aprobación de los próximos presupuestos generales del Estado, elemento determinante para generar un mínimo de confianza en plena crisis económica. Un Parlamento que no legisla pierde su razón de ser y los grupos políticos se lo han recordado oportunamente a Zapatero exigiendo un calendario razonable. Lo peor es que no aparece la luz al final del túnel, porque -por unas u otras razones- nadie está dispuesto a ofrecer apoyo estable a un Ejecutivo errático e incoherente, que funciona a base de ocurrencias. En lugar de vender como un triunfo su fracaso en el debate, el PSOE debería meditar sobre este reproche generalizado a su incapacidad legislativa, que carece de precedentes en nuestro sistema constitucional.

Rodríguez Zapatero ha agotado su crédito en sólo un año de legislatura y pretende sobrevivir a base de maniobras oportunistas. Sin embargo, la sociedad española no puede permitirse el lujo de que el Congreso y el Senado hagan dejación de su función más característica por culpa de un Gobierno débil e ineficaz. El Ejecutivo tiene que presentar proyectos de ley y negociar su aprobación con los grupos parlamentarios en función del interés general y no de las conveniencias partidistas. Tanto tiempo denunciando la supuesta «soledad» del PP ha creado un hábito al servicio de la propaganda socialista cuyo único objetivo consiste en aparentar unos apoyos que no existen. El presidente del Gobierno tiene que actuar por una vez con sentido de la responsabilidad con el fin de evitar una situación degradante para las Cortes Generales, sede de los representantes de la soberanía nacional.

ABC - Editorial

UN MUERTO QUE GOZA DE BUENA SALUD

«La muerte de Belhadj es tan falsa como la afirmación que refleja la sentencia del 11-M de que otro de los huidos, Mohamed Afalah, llamara el 17 de marzo de 2005 desde Irak a su familia para intentarse despedir antes de inmolarse en un atentado suicida.»

"Los muertos que vos matáis gozan de buena salud". Esta conocida frase, erróneamente atribuida al autor del Tenorio, bien se podría dirigir a los autores del oficio de la UCIE que en 2005 daban por muerto a uno de los huidos del 11-M, Mohamed Belhadj, detenido y encarcelado este miércoles en Marruecos. En aquel oficio, remitido al juez del Olmo el 10 de junio de 2005, y que figura en el sumario del 11-M, se daba a conocer al juez "el hecho de la probable muerte" de Belhadj y la de otro de los cuatro huidos, Mohamed Afalah, "en algún tipo de acción violenta, al parecer de carácter suicida, en Irak".


No sabemos en qué se basaba la UCIE para dar por hecho la probable muerte de Belhadj, acusado de haber alquilado el apartamento de Leganés en el que se alojaron siete miembros del comando que supuestamente perpetró la masacre. Tampoco sabemos cómo se les pudo escapar teniendo en cuenta la vigilancia policial a la que estuvo sometido ese apartamento, y que denota una falta de seguimiento del "arrendador" que, a su vez, contrasta con la que –se supone– es necesaria para darle posteriormente por muerto, "en algún tipo de acción violenta, de carácter suicida y en Irak".

En cualquier caso, la muerte de Belhadj es tan falsa como la afirmación que refleja la sentencia del 11-M de que otro de los huidos, Mohamed Afalah, llamara el 17 de marzo de 2005 desde Irak a su familia para intentarse despedir antes de inmolarse en un atentado suicida. Tal y como ha desvelado la sentencia de la Operación Tigris, en esa fecha Afalah estaba todavía en un centro de detención de extranjeros en Turquía, de donde consiguió escapar el 28 de marzo. No sabemos si en el futuro también Afalah aparecerá tan vivo y coleando como Belhadj, o efectivamente está muerto, tal y como con probable antelación adelantó el oficio de la UCIE.

De lo que tampoco cabe duda es de que Rubalcaba faltó hace unos días a la verdad al decir que "ni en el 2004, ni en el 2005, ni en el 2006, ni en el 2007" se supo que otro de los huidos, Daoud Ouhnane, había estado en la casa de Santa Coloma, cuando el hecho, tal y como reveló El Mundo, es que agentes argelinos ya lo habían identificado en el 2006 y la policía se lo comunicó al propio juez del Olmo.

No debemos olvidar, por otra parte, que las propias sentencias de la Audiencia Nacional y del Supremo no determinan qué participación habrían tenido los siete muertos de Leganés en los hechos, puesto que su implicación no se había analizado en el juicio.

En cualquier caso, y volviendo al caso del huido y "probable suicida" ahora detenido, Mohamed Belhadj, esperemos que pueda ser extraditado y juzgado en España, y que no ocurra como Abdelila Hriz que ha sido juzgado y condenado en Marruecos.

Lo que, en cualquier caso, resulta preocupante, son las muchas casualidades y contradicciones que se suman a las gravísimas y recientes declaraciones de Antonio Iglesias, uno de los expertos que participaron en la prueba pericial sobre explosivos ordenada por el tribunal del 11-M, quien afirma contundentemente que en las muestras recogidas en la estación de El Pozo "aparece el retrato robot del Titadyne". La desvelada presencia en ellas de determinados componentes químicos –"convidados de piedra", los llama Iglesias–, cuya presencia elimina la posibilidad de que en los trenes estallara Goma 2 ECO, supone un revés tan demoledor para la sentencia del 11-M, como el que, para el informe de la UCIDE, supone la aparición en buen estado de salud de uno de sus "huidos suicidas".

Lo que, desde luego, todavía no parece que goce de buena salud es la Justicia que merecen las víctimas del 11-M.

Libertad Digital - Editorial

EL MALDITO EQUIVOCO. Por José María Carrascal

Para salvar el Escila y el Caribdia entre la España una y la España plural, los padres de la Constitución del 78 echaron mano del término «nacionalidad», sin aclararnos sus dimensiones. Lo que nos ha llevado a una situación cada vez más difícil y, a la larga, insostenible. Pues nación y nacionalidad comparten etimología, pero no contenido. Es decir, se trató de un equívoco. Y de equívocos, como de buenas intenciones, está empedrado el camino del infierno.

«Nacionalidad es la condición peculiar de los individuos de una nación» (Diccionario de la RAE), o sea, el rasgo nacional característico, pero no la nación misma. Algo que viene a confirmar el Artículo 2 de la Constitución, al declarar que Nación sólo hay una, España, «indisoluble, patria de todos los españoles, que reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran.»


O sea que las nacionalidades, como las regiones, son parte de la Nación, no su equivalente. Lo que ha ocurrido es que este principio constitucional ha sufrido un desgaste a lo largo de las últimas décadas, al rebajarse el concepto nación -«algo discutido y discutible,» según J.L. Rodríguez Zapatero- e inflarse el de nacionalidad, hasta convertirse en equiparables, como intentó abiertamente el Plan Ibarretxe y trata de legitimar indirectamente algún nuevo estatuto, como el catalán, al reclamar para su nacionalidad el rango de Nación. Pero por muchas vueltas que se les den, Nación y nacionalidad no son lo mismo conceptual, constitucional, política ni históricamente. La Nación tal como hoy la entendemos es un fenómeno reciente. Y revolucionario, al ser hijo de la Revolución Francesa. Antes, se hablaba de pueblo, de patria, de país, para designar un conjunto de individuos con un origen común, la tribu, unidos por parentescos de sangre y asentados en un determinado lugar, a lo que unían una serie de características comunes, como la lengua, la religión y las costumbres. Por encima de ello sólo existía el «Imperio», como el Romano, formado por pueblos muy distintos, en lugares muy distantes y ciudadanía de diferente graduación. Término que en los albores de la Edad moderna se convierte en «Monarquía», que es como los escritores de nuestra Edad de Oro llaman al Imperio Español.

Pero todo eso queda borrado por la Revolución Francesa. La nación deja de ser algo propio de la tribu, del lugar, de la religión y las costumbres, para convertirse en una idea abstracta, pero de enorme atractivo: un pacto, un «contrato social» entre individuos libres, para que todos tengan los mismos derechos y deberes, y no haya sujeto ni territorio privilegiado. La Nación es eso: la utopía igualitaria convertida en melodía constitucional. Uno de los más viejos sueños del hombre, desde que salió del Paraíso, para empezar a ganarse el sustento con el sudor de su frente. Bien lo percibió el ojo agudo de Goethe cuando, tras ver morir abrazado a la bandera tricolor a un soldado francés en la batalla de Valmy, gritando "Vive la Nation!", dice al conductor de su carroza: «Volvamos. Una nueva era ha comenzado.» En efecto, la edad moderna, la era de las naciones, acababa de nacer con toda su carga revolucionaria. Ya no era el terruño, el viejo hogar y las tradiciones patrias lo que hacía girar el mundo. Era la bandera, el símbolo de un pueblo sin diferencias entre sus ciudadanos, la voluntad conjunta de todos ellos de gobernarse según las normas que decidieran dictarse, no según las viejas leyes y los viejos fueros, de los que la constitución hace tabla rasa. Ya nadie es superior a nadie ni hay privilegios de ninguna clase. Los derechos van a estar tan regulados como las obligaciones y las decisiones se tomarán según voluntad de la mayoría. Con lo que la democracia parlamentaria había nacido y Renán podía definir la Nación como «un plebiscito diario», mientras Ortega la celebra con su prosa modernista como «un proyecto sugestivo de vida en común».

He dado este largo rodeo para mostrar que las actuales nacionalidades españolas nada tienen que ver con las Naciones modernas. Bien al contrario, representan un retorno al pasado, una búsqueda entre nostálgica y desesperada de los rasgos originales, de la vieja tribu incluso: la lengua, la fe, las costumbres ancestrales. Basta oírles hablar de «agravios históricos», de «deudas históricas», de «derechos históricos» para comprender lo desfasados que están. Su mirada se dirige al ayer, no al mañana; su contrato social es excluyente, no aglutinante; su ideal está en el pretérito, no en el futuro. De ahí su empeño en destruir la Nación moderna, democrática, revolucionaria, y en barrenar su estructura formal, el Estado, hasta dejarlo convertido en mera carcasa, para poder darle el empujón definitivo, una vez que todos sus poderes y competencias hayan pasado a sus partes. Si repasan lo ocurrido en España durante las últimas décadas se darán cuenta de que ése ha sido el guión de los acontecimientos. En vez de un Estado de las Autonomías hemos construido las Autonomías como Estados. En vez de una Nación de nacionalidades, hemos levantado las nacionalidades como Naciones. En vez de descentralizar el poder, hemos creado múltiples centros de poder, que se disputan los recursos naturales y económicos, como si en vez de ser partes de un todo, fueran rivales entre sí. Y así queremos afrontar la globalización.

Creo que ha pasado bastante tiempo y que tenemos la suficiente experiencia para evaluar con frialdad nuestra trayectoria desde que, por voluntad propia y ayudados por la suerte, decidimos hacernos cargo de nuestro destino. Pero la estación final sigue sin verse clara, al no estar aún determinada. Para determinarla, se necesita que hablemos todos y decidamos lo que realmente queremos. Pero esta vez sin equívocos, pues no se puede negar la Nación española al mismo tiempo que se ordeña al Estado español. Para decirlo con un ejemplo bien plástico y bien reciente: no se puede celebrarse como un gran triunfo ganar la Copa del Rey y silbar a éste. Pero tal esquizofrenia se está imponiendo en España.

Pero el mayor defecto de nuestro Estado de las Autonomías no es que Nación y nacionalidad chocan frontalmente. Es que ni siquiera constituye una Nación moderna, al permitir que unas nacionalidades tengan más derechos que otras, reconocer privilegios del Viejo Régimen (no me refiero al franquista, sino al preconstitucional) y conculcar el principio de igualdad entre todos los ciudadanos. Se trata de un defecto de fábrica de nuestra Nación, al querer cuadrar el círculo de la unidad y de la pluralidad con las nacionalidades, pero que en vez de cuadrarlo, ha desatado un conflicto entre las nacionalidades y el Estado, y entre las nacionalidades entre sí. España nunca será una Nación moderna ni una verdadera democracia mientras mantenga la incertidumbre entre Nación y nacionalidad. Pero ese es un plato demasiado indigesto para los políticos de cualquier color e incluso para el Tribunal Constitucional, como muestra su continuo posponer la sentencia sobre los nuevos estatutos. Una incertidumbre que sólo beneficia a quienes van convirtiendo las nacionalidades en Naciones por la vía de los hechos consumados, ante la cobardía de los políticos y la indiferencia del gran público. Podemos seguir en esa ambigüedad como quien vive sobre una falla tectónica, sabiendo que cualquier día la casa puede hundírsenos bajo los pies. O podemos acabar de una vez con el equívoco, antes de que el equívoco acabe con nosotros.

ABC - Opinión