domingo, 24 de mayo de 2009

LA TORPE IMPRUDENCIA DE LA MINISTRA CHACON

Se busca "cabeza de turco" y como es ahora habitual en España, empapelarán a un militar, porque los de uniforme acatan las órdenes, no protestan y carecen de medios de comunicación que los defiendan. Para quitarse de encima el marron de la gripe porcina en Hoyo de Manzanares y encontrar una "víctima propiciatoria", la ministra Chacón ha ordenado al jefe del Estado Mayor del Ejército abrir un expediente informativo.

En la "jugada" participan sin rubor casi todos. El secretario general del Grupo Socialista en el Congreso, Eduardo Madina, ha declarado a la Cadena SER -donde inicialmnete se tomaron a chirigota el asunto- que fue el director de la Academia de Ingenieros, el general de Brigada Pedro Vivas, quien permitió la entrada de los escolares al recinto militar, y no la titular de Defensa.

La primera excursión de un grupo de alumnos tuvo lugar el lunes, coincidiendo con la aparición del brote. Pero cuando se produjo la segunda visita, ya el miércoles, la situación era muy distinta. El martes acudió a la base el subdirector general de Sanidad, el general Luis Villalonga, -su superior, el general Montero, estaba de viaje- con un equipo de epidemiólogos. Fue éste quien adoptó, en aplicación del protocolo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las medidas de aislamiento de los enfermos y tratamiento preventivo con Tamiflu.

Las declaraciones de Chacón y el expediente anunciado por la ministra han desconcertado a los militares.

En las Fuerzas Armadas no existen «expedientes informativos» ni los generales están acostumbrados a que los parlamentarios anuncien en la radio sus ceses en los destinos.

A la vista de lo que se avecina, llama la atención que el diario El País, tradicionalmente proclive a disculpar tropelías zapateristas, abandone por unas horas su empecinamiento y dedique un editorial a poner los puntos sobre las "íes".

Titula el periódico del Grupo PRISA su editorial "Una torpe imprudencia" y auqnue los periodistas del Imperio Polanco no nombran una sola vez a carmn Chacón, el texto deja bastante calro por donde van los tiros.
Más de 500 militares de la Academia de Ingenieros del Ejército de Hoyo de Manzanares no han podido salir este fin de semana como medida cautelar después de que, el viernes, el Ministerio de Sanidad confirmara que son 11 los contagiados en ese centro por un brote de gripe A (N1H1).

Este sñabado, además, la ministra de Defensa, Carme Chacón, ordenó abrir un expediente informativo para aclarar lo sucedido allí desde que, el pasado lunes, 13 militares se presentaran en el botiquín con síntomas de la enfermedad.

Esta última iniciativa ha sido la respuesta a la alarma desatada cuando se supo que el mismo lunes, cuando aparecían los primeros presuntos casos, pero sobre todo el miércoles, cuando se sospechaba ya que pudieran tener relación con la nueva gripe, más de un centenar de alumnos de 5º y 6º de Primaria del colegio público Virgen de la Encina visitaron las instalaciones de la academia.

Por mucho que la OMS no aconseje restringir "los movimientos de la población en general" cuando irrumpe la enfermedad, y aun cuando los niños no hubieran tenido contacto alguno con las personas en estudio, tal como manifestó el viernes el secretario general de Sanidad, es una manifiesta irresponsabilidad no haber anulado las visitas del colegio a la academia, no sólo para evitar cualquier contagio -por remota que fuera esa posibilidad-, sino precisamente para impedir el más mínimo conato de alarma en la población de Hoyo de Manzanares.

Por leve que sea la nueva gripe (han muerto 86 de 12.022 afectados en 43 países), la preocupación de la OMS a propósito de esta pandemia procede de las aún desconocidas posibilidades de mutación que tiene el virus, y son éstas las que a la larga podrían ser más peligrosas.

La expansión del virus N1H1 es imparable, dijo el jueves Margaret Chan, directora de la OMS, en la clausura de la Asamblea Mundial de la Salud. Hay que ser, pues, extremadamente meticulosos en la aplicación de los protocolos que recomienda esa organización. Así parecen haberlo hecho las autoridades sanitarias militares en el cuartel de Hoyos.

Desde el martes ya hubo epidemiólogos trabajando sobre el terreno y hoy están aislados los 61 sospechosos de poder padecer contagio. Por eso se entiende menos la torpeza de quien autorizara la visita de los colegiales.

Tampoco tienen pase las incoherencias que ha habido a la hora de informar del brote. O Defensa y Sanidad estuvieron coordinados desde el principio, como sostuvieron el viernes dos relevantes cargos de ambos ministerios, o, como explicó la ministra Trinidad Jiménez en la Comisión de Sanidad del Congreso, su departamento sólo supo el jueves de la presunta presencia del nuevo virus en la academia militar.

La batalla contra la nueva gripe es tan compleja que exige que los distintos ministerios y partidos actúen coordinados y no conviertan la pandemia en arma arrojadiza para erosionar al rival político.

Hasta el episodio de Hoyo, la actuación de las autoridades españolas había sido correcta. Debe seguir siéndolo.
Periodista Digital

DOS TRIBUNALES, PEOR QUE UNO. Por José María Carrascal

TENÍA que ocurrir. Estaba cantado que el Tribunal Constitucional y el Supremo disintiesen en un tema importante. Es la segunda vez que ocurre en uno de los más sensibles de nuestra política, la lucha antiterrorista, y menos mal que en esta ocasión los dos grandes partidos están de acuerdo en cómo hay que afrontar esa lucha, porque si el Gobierno estuviera todavía negociando con ETA, la tendríamos de nuevo armada.

Pero los daños de esta divergencia de criterios de las dos máximas instancias judiciales son incalculables. Por lo pronto, una candidatura que reconoce «acoger con gusto el voto abertzale» puede presentarse legalmente a las elecciones europeas, abriendo la posibilidad de otro simpatizante de sus tesis en el Parlamento de Estrasburgo. Muy bonito. Europa incluye a ETA y su entorno entre las organizaciones terroristas, y España se lo devuelve convertido en eurodiputados. Está visto que seguimos siendo diferentes. O, simplemente, duros de mollera.

Pero mayor aún son los estropicios internos. Por si no estuviera ya bastante desprestigiada nuestra Justicia, sus dos más altos tribunales se pronuncian de forma opuesta sobre un asunto capital. ¿Cuál de ellos tiene razón? Vaya usted a saber, pero quien tiene la última palabra es el Constitucional. O sea, que el Supremo, que como su nombre indica significa la máxima autoridad procesal, se ha equivocado. ¡Menuda garantía para los procesados españoles! Pues, si la máxima autoridad procesal puede equivocarse, ¿no puede equivocarse también la máxima autoridad constitucional?, se preguntará el ciudadano de a pie. Con lo que la desconfianza hacia la Justicia no hará más que crecer. En otras palabras: el daño que esos dos tribunales han hecho a la Justicia española con sus sentencias opuestas no puede ser mayor.

Pero la culpa no es suya. Es de nuestro marco legal. Que los juristas discrepen no es raro, ni malo. Lo malo es cuando esa discrepancia ocurre al máximo nivel, aquél que se supone definitivo. ¿Solución? Hacer una sola instancia máxima. Los Estados Unidos no necesitan dos tribunales supremos para demostrar que son una democracia porque lo son. Con uno les basta, que es a la vez última instancia e intérprete de la Constitución. España, en cambio, de escasa andadura democrática y que encima ha pasado un largo periodo sin ella, ha creído oportuno establecer dos últimas instancias procesales, como garantía de los derechos ciudadanos. Y lo que ha hecho ha sido sembrar la duda sobre tales garantías.

Es una de las cosas que convendría corregir en nuestro ordenamiento constitucional antes de que se convierta, como el resto del país, en un galimatías. Pero mucho me temo que no se haga, ya que lo único que importa a los políticos es ganar las próximas elecciones. El país, que lo parta un rayo.

ABC - Opinión

LOS INTERESES DE LA MINISTRA SINDE. Por Antonio José Chinchetru

Ventanas

«El Gobierno se ha reunido consigo mismo y nos tratan de hacer creer que lo ha hecho con los usuarios. La guionista metida a ministra habla de "todos los intereses", pero resulta evidente que tan sólo le preocupan los del Ejecutivo.»


Mal comienza, muy mal, la ronda de encuentros de González-Sinde para dar con un supuesto "modelo sostenible" en lo relativo a la cultura en la red (léase, las descargas de archivos). La ministra ha dicho comprometerse a "hacer que internet sea compatible con todos los intereses". He ahí el primer problema, el papel del Ejecutivo no debería ser el de proteger los intereses de unos u otros, o hacer que estos colisionen lo menos posible entre sí. El único rol que le debería corresponder al Estado y sus poderes es justo lo contrario: la garantía efectiva de que no se vulneran los derechos de los ciudadanos –que es algo muy diferente a "crearlos"– y la igualdad de estos ante la ley.


Además, la ronda comienza con una tomadura de pelo. Para que resultara más evidente qué intereses quiere proteger en realidad, la ministra podría haberse reunido con las entidades de gestión de derechos de autor (nos referimos a que lo hiciera en público). En privado es más que probable que haya tratado ya con ellas estos temas, ya que al fin y al cabo perteneció a la junta directiva de una, además de haber sido presidenta de la Academia del Cine. Si lo que pretendía era disimular, podría haber comenzado por las organizaciones de internautas. Posiblemente no les hiciera demasiado caso, pero al menos se vería obligada a escuchar argumentos que probablemente no le gusten.

Sin embargo ha decidido empezar con los supuestos representantes de los consumidores y usuarios. Y son tan sólo "supuestos" por un doble motivo. En primer lugar, las organizaciones que se definen de esta manera tan sólo representan a sus miembros, nunca al conjunto de los ciudadanos (todas las personas son usuarias y consumidoras de todo tipo de productos y servicios). En segundo término, por el hecho de que con quien se ha reunido González-Sinde es con el Consejo de Consumidores y Usuarios, una entidad adscrita al Ministerio de Sanidad y Consumo. Es cierto que en él están representadas las principales asociaciones del país y que son ellas quienes eligen al presidente. Pero también es verdad que la elección es a propuesta del ministro del ramo.

La actual presidenta de esta entidad es la ex senadora y ex diputada europea Francisca Sauquillo, con lo que su función política es más que evidente. No se puede pretender que una ex legisladora del PSOE nombrada para su actual cargo a propuesta del Gobierno tenga algo parecido que ver con la independencia. Así, la ronda de contactos de González-Sinde ha comenzado con una gran mascarada. El Gobierno se ha reunido consigo mismo y nos tratan de hacer creer que lo ha hecho con los usuarios. La guionista metida a ministra habla de "todos los intereses", pero resulta evidente que tan sólo le preocupan los del Ejecutivo y los de sus palmeros del autodenominado "mundo de la cultura". Y, casualidades de la política, estos se corresponden con los suyos propios

Libertad Digital - Opinión

VIDEO. Por Jon Juaristi

LO cierto es que el vídeo socialista para la campaña de las elecciones europeas estremece, sobre todo, porque su autor debe de ser un racista inmundo. Todos los figurantes son blanquitos y con pinta de nórdicos. Hasta el que hace de cura ostenta un cráneo braquicéfalo como los que exigía Himmler para llegar a furriel en las SS. Por aquí hay mucho progre que piensa -mejor dicho, opina- que, con no sacar un moro haciendo de malo en la película, cumple con el expediente de la corrección humanitaria, pero se le ve la oreja cuando pretende hacernos creer que todos los malos de Europa resultan fácilmente identificables por su fenotipo caucásico. En fin, sólo los cretinos de este jaez siguen apegados a los mitos raciales. Son los tíos Tom de la posmodernidad, los blancos con alma negra, incapaces de comprender que la pigmentación de la piel no implica caracterizaciones morales.

Si esta es la visión que tienen de Europa los socialistas, y me temo que sí, no sé qué pegas le encuentran a Le Pen. Estigmatizar una determinada apariencia física es racismo en cualquier tierra de garbanzos, y el vídeo de marras rebosa antropologismo zafio por todas las esquinas. La derecha -y la Iglesia, de paso- como raza inferior. Qué ingenioso. Algo parecido intentaron ya los bolcheviques con los perversos kulaks que se negaban a entregarles la cosecha (no vamos a ponérselo fácil apuntando a los nazis). Ya que se trataba de matar burgueses, había que transmutarlos previamente en antropoides, como Hitler hacía con los no arios en general y con los judíos muy en particular.

El actual Papa, por cierto, ha mostrado una particular predilección por los cristianos árabes y subsaharianos, o sea, negros de solemnidad, pero no ha cometido la estupidez de satanizar a los europeos de piel blanca ni, mucho menos, de sostener que en Europa sólo hay lugar para una religión. Esas paridas, y al vídeo me remito, sólo se le ocurren hoy a la izquierda, y es una pena, porque los de mi edad todavía podemos recordar que existió una izquierda menos lerda. Incluso Ramón Jáuregui, el candidato que encabeza la lista del PSOE para Europa, parecía más despierto cuando nos conocimos, hace la tira de años. No me imagino al Jáuregui de los setenta diciendo que las cosas son tal como las pinta el vídeo. Una de dos: o se ha vuelto un cínico o un tonto macizo, y, la verdad, preferiría creer lo primero.

En cualquier caso, es una izquierda de caricatura. Y, hablando de caricaturas en el año de Darwin, no está de más recordar aquella estupenda que un oscuro grabador hizo del padre del evolucionismo para la etiqueta del Anís del Mono. Los rasgos faciales del mono en cuestión corresponden a Darwin, y no a Alfredo Pérez Rubalcaba, como algunos afirman. Pérez Rubalcaba es un científico eminente, pero en otra rama (del árbol de la Ciencia, no se me entienda mal), la Química recreativa, aunque ya no se acuerde de cuándo vio por última vez un tubo de ensayo. La que quedaría ideal en una etiqueta feminista de la misma marca es, sin duda, la Miembra, injertada en mona Chita, con una botella en una mano, un plátano pelado en la otra y un cartel desplegado por las patas traseras donde se lea aquello de «la Ciencia lo dijo y yo no miento, y punto redondo por más que me enmiende Gabilondo».

En cuanto al vídeo, supongo que el autor confía en que le servirá para salvar el pellejo cuando los de al-Qaeda reconquisten al-Ándalus. Y es que se trata justamente de eso. De una típica majadería de quintacolumnista dotado de un vacío mental a presión como el que mantiene milagrosamente separadas las orejas de Bibiana.

ABC - Opinión

NADA RESPETABLE. Por Alfonso Ussía

Las sentencias judiciales se acatan y se cumplen. Pero no es obligatorio respetarlas. Como toda obra humana están sometidas al error, e incluso a la subjetividad, la parcialidad y la inmoralidad. En España se ha establecido una batalla judicial entre los dos altos tribunales, el Supremo y el Constitucional, que nos está derrotando a todos los españoles. El Tribunal Constitucional nació mal. La Justicia se resignó ante los intereses políticos. El voto de calidad del Presidente que dio validez al robo a decreto armado de Rumasa, anuló las perspectivas optimistas y el prestigio del más alto tribunal. Su presidente, avergonzado, se instaló en Venezuela y allí falleció, con la melancolía que siempre acompaña a los administradores de la Justicia cuando saben que no han sido justos. Su presidenta actual se deja regañar en público por la vicepresidenta del Gobierno, y no trabaja en demasía.

Allí está, fuera de plazo y congelado por presiones políticas, el recurso del Estatuto de Cataluña, que me temo será aprobado en su totalidad más por motivos de dependencias políticas que de encaje en la Constitución. Ahora le ha enmendado la plana al Tribunal Supremo y autorizado la candidatura de «Iniciativa Internacionalista», a las elecciones al Parlamento europeo. No le han servido las pruebas policiales que señalaban a alguno de sus promotores como colaboradores del terrorismo, batasunos disfrazados. El primero de la lista, el dramaturgo Alfonso Sastre, jamás ha condenado el terrorismo de la ETA. Su esposa, la fallecida escritora Genoveva Forest, fue colaboradora convicta y confesa en el atentado de la cafetería «Rolando» de la calle de Correos. Durante años, su casa de Fuenterrabía ha sido el hogar intelectual de Herri Batasuna. Pero el Tribunal Constitucional, harto de las hemerotecas, ha decidido que Sastre es un enemigo del terrorismo y la violencia etarra. Ayer, conocida la sentencia que se acata, que se cumple y que no se respeta del Tribunal Constitucional, «Iniciativa Internacionalista» eludió nuevamente condenar el terrorismo. Los señores miembros del Tribunal Constitucional tienen tiempo para acostumbrar sus espaldas al peso de sus conciencias. El Tribunal Constitucional nos recuerda, muy amablemente, que la no condena de la violencia no implica la connivencia con la ETA. Y nos lo ha recordado con Alfonso Sastre figurando en la cabecera de la lista de candidatos. El Tribunal Constitucional ha sido muy amable recordándonos ese dato nada concluyente, pero también se ha mostrado indolente para repasar las actividades de Alfonso Sastre, sus declaraciones, sus manifestaciones, su constante presencia en actos y comunicados de Batasuna, su nunca negada simpatía por el Movimiento Nacional de Liberación Vasco, su apoyo a los presos terroristas y su distancia callada con sus víctimas. Sólo con detenerse en un nombre, podría el Tribunal Constitucional reunir las pruebas suficientes para respetar la sentencia del Tribunal Supremo. Una mayoría abrumadora de españoles se ha sentido avergonzada, una vez más, de su Tribunal Constitucional. Esa mayoría de gente buena, pacífica, cívica y decente. Todos acatarán la sentencia y serán testigos de su cumplimiento. Pero el respeto es otra cosa. También se puede acatar y cumplir las sentencias desde el desprecio y la consternación.

La Razón - Opinión

LA MUELA DEL JUICIO. Por M. Martín Ferrand

EN España, donde las apariencias alcanzan jerarquía de realidad, resulta sorprendente que el vestuario de Francisco Camps, cuasi franciscano y monótono, despierte más interés que el de María Teresa Fernández de la Vega, muchísimo más variado y multicolor. Si los dos satisfacen las facturas de sus sastres y sus modistos, bien sea al contado o a plazos, con dinero de plástico o con billetes de curso legal, la «inversión» de la vicepresidenta supera en unos cuantos ceros -a la derecha, lo siento- la del barón valenciano del PP. En el caso hipotético de que el uno y la otra fueran maestros del gorroneo, algo nunca descartable entre quienes, por vivir con cargo al Presupuesto, han perdido la costumbre de pagar lo que usan y consumen, Camps sería un tierno aprendiz en el gañote junto a la veterana gorra de De la Vega, la segunda persona mejor vestida del actual Gobierno y la de más diverso y cambiante vestuario.

Lo anterior, tan sintomático como frívolo, es una caricatura de la irresponsable realidad de nuestra vida política. La pequeñez instalada en los dos grandes partidos nacionales, los que monopolizan la potencialidad democrática de la alternancia, empuja a que así sea y que, de anécdota en chascarrillo, consigamos todos evitar la carga de la categoría. Una triquiñuela eficaz para la salud psíquica individual y fatal para el alivio de los problemas reales, materiales y ciertos, del común: de la Nación empobrecida y del Estado disgregado.

En ese ambiente, adquiere valor la presencia de Felipe González en Cataluña para sumarse a la campaña electoral socialista para el Parlamento Europeo. Dejando de lado el fraude que supone que la lista que se somete al electorado por el PSC-PSOE, en la que aparece como «nº 2» María Badía -cuarta en la auténtica- y no figura Magdalena Álvarez -segunda en la de verdad-, el ex presidente González demostró con sus palabras la posibilidad de anteponer los intereses del país y los ciudadanos a los del partido político al que pertenece, algo que no tienen claro todos los líderes -nacionales, autonómicos y locales- en presencia y en activo. «¿Cómo se puede resolver desde cada uno de nuestros chiringuitos -cuestionó González- la recesión mundial?». La crisis no tendrá remedio con ocurrencias a lo Zapatero y astucias a lo Rajoy. ¿Será que el sentido común, como la muela del juicio, tiene su edad?

ABC - Opinión

CUANTO MAS NOS JUGAMOS EN EUROPA, MENOS NOS INTERESA


El próximo junio 375 millones de europeos estamos convocados a las urnas. Se elegirá a los diputados de la Eurocámara con más poder de su historia, pero el fantasma de la abstención sobrevuela sobre los comicios.

LA VISIÓN del Parlamento Europeo como un cementerio de elefantes está tan extendida entre los ciudadanos como alejada de la realidad. Pero quienes han engordado esta impresión son los mismos políticos que hoy se lamentan por el fantasma de la abstención que sobrevuela de cara a las inminentes elecciones de junio. Todos los sondeos apuntan a que la participación en las urnas en los 27 países de la UE estará muy por debajo del 45% de la anterior convocatoria.


Paradójicamente, cuando menor es el interés por las instituciones comunitarias, mayor importancia tienen en la vida cotidiana de cada uno de nosotros. Es el caso de la Eurocámara, donde en la actualidad se debaten y se aprueban las grandes leyes sobre universidades, comunicación e investigación, por citar sólo algunas materias, de todos los países de la UE. Otros asuntos fundamentales como la lucha contra la discriminación, el terrorismo y el control migratorio tampoco se deciden hoy en los parlamentos nacionales, sino en Europa. Y si, como está previsto, el año próximo entra al fin en vigor el Tratado de Lisboa -sólo falta que lo ratifique Irlanda-, la Eurocámara asumirá competencias mayores aún.

Pese a los tropiezos y cierto encallamiento, la construcción europea sigue avanzando. 375 millones de ciudadanos tienen en sus manos del 4 al 7 de junio la elección de los 736 diputados -50 españoles- del que será el Parlamento Europeo con más poder de su historia. Sin embargo, una gran abstención conlleva un serio riesgo de que la fuerza de los euroescépticos y de los más radicales sea también mayor que nunca. En Estrasburgo lo que cuentan son las alianzas entre familias políticas, y es fácil imaginar las consecuencias de que la llave de los acuerdos esté en manos de partidos de extrema izquierda o derecha.

El desinterés por estos comicios se agranda en la actual coyuntura de crisis económica, que refuerza la frustración de los ciudadanos hacia la política. Sin embargo, con una recesión brutal y más del 8% de la población activa europea en el paro -en España, más del doble-, resulta imprescindible un Parlamento fuerte que impulse la cooperación de los europeos frente a la crisis.

Culpables del escaso interés en Europa son, en buena medida, las instituciones, incapaces de hacer un mínimo ejercicio de pedagogía para explicar lo que la UE representa en 2009. Pero especialmente irresponsable resulta que los partidos basen toda su estrategia de campaña en hablar de asuntos domésticos, sin prestar atención a lo que se dilucida en estas elecciones: el futuro de Europa. En nuestro país, lo volvimos a comprobar ayer. En sus dos grandes mítines, Zapatero y Rajoy dedicaron todo su tiempo a echarse los trastos a la cabeza por la gestión de asuntos nacionales, como el episodio de la gripe A en el cuartel militar de Hoyo de Manzanares. Sus propuestas sobre la UE brillaron por su ausencia.

Hablar de Europa no significa ignorar los graves problemas nacionales, pero hace un flaco servicio a la democracia que toda la campaña se pierda en batallas retóricas partidistas. Además, pese a todas las limitaciones, insuficiencias y defectos de la UE, hoy por hoy nuestro bienestar pasa por hacer realidad el sueño de Schuman y Monnet: una Europa más democrática, pacífica, más próspera y, sobre todo, unida.

El Mundo - Editorial

JUSTICIA CIEGA. Por Ignacio Camacho

A la justicia española no es difícil, por lo visto, tomarle el pelo, como están demostrando los niñatos del caso Marta del Castillo, pero hasta ahora no existía constancia de que se lo dejase tomar con la delectación, autocomplacencia y recochineo que el Tribunal Constitucional ha permitido a los nuevos mamporreros de ETA. Los magistrados del TC necesitan tres o cuatro años para despachar un asunto de mediana urgencia -véase el recurso del Estatuto de Cataluña- y entran en estado de confusión cuando tienen veinticuatro horas para examinar un expediente. Bloqueados por una turbación cataléptica debían de estar los sesudos ropones para no ver la monumental viga de engaño que viajaba en el carro de paja argumental colocado ante sus togas por la defensa de la candidatura-franquicia de los batasunos y dar por bueno un rechazo de la violencia tan ortopédico, abstracto y artificial que habría mosqueado hasta a un coro de ursulinas. Una cosa es que la justicia sea ciega y otra que se lo haga para no tener que enfrentarse a las evidencias.

El Constitucional se ha dejado chulear de un modo infamante, sabe Dios por qué extrañas razones, y más vale no pensar que tenga algo que ver el veterano pique de sus miembros con los colegas del Supremo. Al día siguiente de contemplar cómo los jueces de la «ultima ratio» del sistema dejaban pasar tan panchos su intragable caballo de Troya, los apoderados del conglomerado etarra se quitaron con arrogante alborozo la burda máscara que sólo ha embaucado a quienes dispuestos estaban a dejarse embaucar, mientras Otegi, ese hombre de paz, pedía el voto para sus desembozados amiguetes. Desde el atentado de la calle del Correo -ay, con qué ingenua torpeza creíamos durante la dictadura en los chivos expiatorios- no queda en España nadie que no sepa que el mediocre dramaturgo Alfonso Sastre es como poco un compañero de viaje del delirio terrorista. Pero si en el franquismo todos los gatos eran pardos al anochecer, ya ha llovido bastante para limpiar las legañas de los más perezosos de mirada. Un juez de la democracia no puede confundir un minino con un tigre.

Exultante por el inesperado éxito de su grosera engañifa, un portavoz de la lista mamporrera se encastilló en el sofisma barato del «planteamiento simplista» para evitar una condena explícita de la violencia del terrorismo. «¿Por qué no me preguntáis -dijo con encanallada ambigüedad el fulano- si condenamos la pederastia?». Pues muy sencillo, pedazo de rufián: porque los pederastas son tan repulsivos como vosotros pero no justifican su odiosa perversión con motivos políticos. Porque no hay listas electorales de pedófilos camuflados ni habría ley ni tribunal que lo permitiese. Y porque aquí no se chupa nadie el dedo salvo esa media docena de magistrados de Babia bajo cuya conciencia quedarán las consecuencias de esta ignominia.

ABC- Opiniòn

ESPAÑA FRENTE A PLOTINO. Por Joan Valls

Comunicación

«¿Qué empuja al liberal conservadurismo español a fracasar, una y otra vez, en materia de comunicación? Una de las causas principales sería el desprecio por los artistas y por el arte, sobre todo en una sociedad tan expresiva y visceral como la nuestra.»

Para adentrarnos en los misteriosos senderos de la incompetencia del Partido Popular en materia de comunicación, he intentado analizar en otro artículo el concepto de presunción de relevancia. Por esta presunción entendemos el mecanismo por el que la audiencia no considera como absurdos mensajes que lo son manifiestamente, precisamente por la presunción de relevancia que el espectador otorga a dichos mensajes al asumir que se encuentra inmerso en un contexto publicitario.


Resumido este concepto, deberíamos preguntarnos cómo podría el Partido Popular combatir directamente el imaginario progre que se ha adueñado de buena parte de los hogares españoles. Si asumimos la presunción de relevancia como uno de los mecanismos principales que explican el éxito de la progresía, una forma eficaz de combatirlo podría basarse en la metacomunicación, una de las muchas estrategias utilizadas en el mundo de la publicidad. Así, en algunos anuncios, la propia relación entre el consumidor y el texto o voz del anuncio se configura como el objetivo central. De esta manera, ya no se habla del producto en sí, sino del proceso de mirar el anuncio y de la propia campaña publicitaria de la compañía. Trasladado al ámbito de la propaganda política, la metacomunicación invitaría al ciudadano a que se sintiera parte de la creación de la campaña y del discurso del partido. En publicidad, en muchos casos, estos anuncios adoptan la forma de anti-anuncio con códigos hiperrealistas, con la clara intención de apelar a la curiosidad del espectador. La metacomunicación en el ámbito de la propaganda política incluiría al público objetivo en el proceso mismo. Traducido a nuestro lenguaje cotidiano: que el PP baje a la calle; que se empape de calle y logre que la ciudadanía se sienta partícipe de cuanto acontece en ese partido.

¿Por qué, entonces, no se hace lo que parece fácil? ¿Qué empuja al liberal conservadurismo español a fracasar, una y otra vez, en materia de comunicación? Una de las causas principales sería el desprecio por los artistas y por el arte, sobre todo en una sociedad tan expresiva y visceral como la nuestra. Craso error. Porque la izquierda siempre lo ha tenido muy claro. La izquierda española es un Plotino con dieciocho siglos de retraso. Para el padre del neoplatonismo, las artes y los artistas eran poseedores de la belleza y complementaban las carencias de la naturaleza. En Plotino, además, la materia tiene raíces negativas, por ser un obstáculo a la forma, al arte, a la creación del artista, en definitiva. Se trata de modelar. El artista representa el principio creador y es superior a su obra. De esta forma, a Pedro Almodóvar le basta simplemente con anunciar que va a rodar una película sobre la Guerra Civil. Su éxito se comprueba en las reacciones instantáneas que provoca en sus adversarios y, de hecho, crea un mensaje publicitario plenamente metacomunicacional, en el que toda una cadena COPE baraja, por mucho humor que utilice, los temas y el guión de una película que no existe. Aprenda de Almodóvar, señor Rajoy, y empápese de toda la intertextualidad que este asunto implica y requiere.

Almodóvar nos ha dado una lección sobre cómo dirigir una película sin ni tan siquiera haber escrito el guión. Ése es el poder de la izquierda y la pobreza de la derecha.

Libertad Digital - Opinión

VIRUS SIN CONTROL

LA gestión gubernamental del brote del gripe A en la Academia de Ingenieros de Hoyo de Manzanares ha sido sencillamente desastrosa. Es cierto que hasta ahora Sanidad había actuado con rigor y transparencia para informar a los ciudadanos sobre la evolución de esta epidemia. Sin embargo, la falta de coordinación entre Sanidad y Defensa ha resultado lamentable y la propia ministra, Carme Chacón, tuvo que suspender ayer un mitin electoral para reunirse con altos cargos de su departamento y mandos militares. La visita de un colegio a la Academia cuando ya eran conocidos los problemas sanitarios añade un factor de alarma social y confusión de responsabilidades que debe ser aclarado con urgencia. En todo caso, parece evidente que el Instituto Militar de Medicina Preventiva informó el martes por la tarde a la Dirección General de Sanidad de la existencia del brote y que al día siguiente las muestras de los pacientes fueron enviadas para su análisis al Instituto de Salud Carlos III. Es sorprendente por ello que la ministra de Sanidad no conociera hasta el jueves la existencia del brote y, por tanto, Trinidad Jiménez debería aclararlo con una investigación interna en su departamento para saber por qué nadie le hizo llegar una información tan relevante.

Más allá de los aspectos técnicos y las responsabilidades administrativas, es inaceptable en términos políticos que la vicepresidenta del Gobierno insista en hablar de «normalidad» y «coordinación» cuando la opinión pública percibe un verdadero caos a la hora de gestionar una cuestión tan sensible. Malo es que hayan existido negligencias y fallos en los protocolos de actuación, pero mucho peor todavía es la sospecha de que hubiera una voluntad deliberada de ocultar el problema. Los vecinos de la localidad madrileña donde se ubica la Academia son los primeros perjudicados, pero todos los ciudadanos muestran una lógica inquietud y se preguntan con razón si puede haber otros casos «ocultos» que salgan a la luz cuando ya sea demasiado tarde. Está confirmado que en la noche del lunes tres soldados ingresaron en el hospital de Torrelodones y otros seis en el Gómez Ulla sin que nadie asumiera la responsabilidad de poner orden en el asunto. El PSOE es el primero en reclamar responsabilidades políticas cuando la ineficacia o la imprevisión generan situaciones de riesgo en materias cuyas competencias corresponden a administraciones gestionadas por el PP. En cambio, ahora se limita a insunuar culpas de los segundos escalones y a realizar declaraciones voluntaristas de que todo está bajo control. Es lógico que la oposición reclame explicaciones detalladas de un caso que, salvo prueba en contrario, ofrece motivos para suponer que hubo ocultación deliberada.

Rodríguez Zapatero parece identificar la coordinación y el buen funcionamiento del Ejecutivo con una sesión fotográfica de reuniones entre ministros, acompañada de una retórica optimista fuera de lugar. En este caso, los datos concluyentes desmienten esa imagen complaciente. El virus de la gripe A preocupa seriamente a la opinión pública y cualquier maniobra interesada con fines partidistas o de propaganda merece el rechazo más absoluto. Hay que investigar a fondo, rendir cuentas en el Congreso y establecer responsabilidades políticas en los niveles que corresponda.

ABC - Editorial

EL FELPUDO DE WYOMING. Por Pablo Molina

PP

«A los comunicadores que atacan, denigran e insultan diariamente a los políticos y votantes de derechas, los moraguianos, sorayenses y gallardonitas les dan las gracias con una sonrisa.»

La cadena del marxistimillonario Jaime Roures, que Zapatero concedió a sus compañeros de basket para que la pluralidad informativa fuera un hecho en este país, entusiasma a los dirigentes del neoPP. Sólo hay que verlos en acción cuando aparece una alcachofa de esa cadena para comprobarlo. Pero si el espacio para el que les piden su participación es uno de los que con más saña atacan a las ideas que comparte mayoritariamente la derecha, el espectáculo es soberbio.


El hecho es que andaba anoche viendo La Secta (por motivos estrictamente profesionales, no se preocupen), cuando vi a parecer a D. Jorge Moragas, uno de los principales impulsores del nuevo talante del Partido Popular. ¿Recuerdan ustedes la escena de Gallardón babeando ante una reportera de ese canal mientras hablaban de Wyoming? Pues lo de Moragas fue todavía peor, y además estaba con la misma periodista que recogió para la posteridad aquellas declaraciones del alcalde madrileño, para que no haya suspicacias a la hora de determinar quién es más genuflexo ante los que insultan a diario a los votantes del PP.

Si lo de estos destacados profesionales de la política pepera fuera un rasgo común en su comportamiento con los medios nada habría que objetar, salvo la ausencia de sentido del ridículo. Sin embargo no es eso lo que ocurre. A los comunicadores que atacan, denigran e insultan diariamente a los políticos y votantes de derechas, los moraguianos, sorayenses y gallardonitas les dan las gracias con una sonrisa. En cambio, a los que defienden los principios de esos mismos votantes les llevan a juicio y, de paso, hacen todo lo posible para que se queden sin trabajo.

Treinta segundos después de que Moragas acabara de arrastrarse ante los enemigos jurados del PP, el presentador del programa y presunto maltratador verbal de becarios sacaba unas imágenes de Irak, acusando expresamente a Aznar de ser el responsable directo de las muertes ocurridas en aquel país, que además de ser una falsedad sólo apta para ser creída por retrasados mentales, es algo que a algunos, digamos, nos jode un poquitín. Pero ya saben, es que Wyoming es moooooe bueno. Y los dirigentes actual del PP unos linces. Sólo hay que ver a las dos especies en acción.

Libertad Digital - Opinión

«NOVILLOS» EN EL CONGRESO

LOS datos que hoy ofrece ABC sobre las ausencias de diputados a los plenos del Congreso en las sesiones de votaciones -en el resto de sesiones es prácticamente imposible hacer cualquier recuento riguroso de asistentes- son llamativos y deben mover a nuestra clase política a una rectificación porque en algunos casos que hoy revela este diario la conducta no es precisamente ejemplar. Es cierto que tanto las ausencias reiteradas de parlamentarios como la crítica pública hacia esta conducta son recurrentes y, en honor a la verdad, conviene recordar que no se trata de episodios exclusivos ni de los miembros actuales de la Cámara Baja ni de esta legislatura en particular. De hecho y lamentablemente, los «novillos» no son una práctica novedosa. No obstante, si a la sucesión de imágenes desoladoras durante muchos debates parlamentarios relevantes se une el hecho de que casi una décima parte del hemiciclo no acude ni siquiera a las sesiones de votaciones, el panorama resulta inquietante e irritante.

Conviene no incurrir en demagogia para denunciar la ligereza con la que algunos parlamentarios se toman su labor legislativa y su pertenencia al órgano representativo de la soberanía popular más relevante. Hay diputados que por sus muchas obligaciones institucionales o por las propias de sus cargos, de indudable justificación -es el caso del presidente del Gobierno, de los ministros o del líder de la oposición, por ejemplo-, no pueden asistir a todos los plenos. También sería simplista y una injusticia recurrir al tópico de que los diputados son perezosos por sistema porque indudablemente no es así en la mayoría de los casos y su tarea supera con mucho la de pulsar un simple botón unas horas a la semana. Sin embargo, son precisamente los diputados, siempre muy quejosos con las críticas que reciben, los propios responsables de la imagen distorsionada que como colectivo transmiten a una ciudadanía con tendencia a generalizar y a simplificar su labor. Y poco o nada hacen los partidos políticos por lavar esa imagen y, sobre todo, por corregir con contundencia las conductas de diputados cuya reiterada ausencia de los Plenos se ha convertido en una costumbre de difícil explicación e imposible justificación. Quienes anteponen a una votación obligatoria actividades privadas surgidas precisamente en razón del escaño que ocupan, y por compatibles que resulten con su condición de diputados, transmiten tal sensación de desdoro a la institución que causan un efecto demoledor de desconfianza ciudadana hacia la clase política. Más aún si exige, como ahora en campaña, compromiso, fidelidad e ilusión a los votantes.

ABC - Editorial

EL ACOSO A LA LIBERTAD. Por Alberto Acereda

Obama

«Se hace difícil encontrar en la historia de Estados Unidos otra Administración como la de Obama, una que haya hecho tanto y tan malo en tan poco tiempo.»

El denominador común de todas las tiranías ha sido siempre el odio a la libertad. Las primeras colonias de Estados Unidos declararon su independencia de Inglaterra en 1776 precisamente como reacción contra la tiranía y como defensa y aspiración a la libertad individual. Su objetivo era garantizar aquellos derechos inalienables de la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Desde entonces hasta hoy los norteamericanos han venido instituyendo sus propios gobiernos, cuyos poderes legítimos derivan del consentimiento de los gobernados. Los dos siglos largos de la existencia política de Estados Unidos como nación se han apoyado en la aspiración, defensa y mantenimiento de esa libertad. Sin embargo, es posible comprobar hoy en la práctica un paulatino acoso a la libertad individual por medio de la expansión y el crecimiento de los sucesivos gobiernos y sus burocracias.


El creciente acecho a la libertad no es exclusivo de un solo partido político. En los últimos años el Partido Republicano ha olvidado sus principios conservadores cediendo miméticamente a la tentación de ampliar el gobierno. A nadie puede escapar que el GOP de hoy se ha convertido en una especie de partido progre-light y así le fue en las dos últimas elecciones. En esa misma costumbre de ampliar las facultades del gobierno anda, en mayor medida, el Partido Demócrata: más gobierno, menos libertad económica, menos libertad individual. Así, mientras presenciábamos la siesta ideológica del GOP, el Partido Demócrata demostró que entre lo progre-auténtico y lo progre-light, los norteamericanos optarían por lo primero. Así forjaron la creación de un nuevo y carismático líder cuya llegada a la presidencia supone un paso más para intentar convertir Estados Unidos en una socialdemocracia alejada de los principios fundacionales de esta nación.

El bien disimulado desprecio por la preeminencia del individuo sobre el gobierno dentro de la actual Administración Obama se explica por varias razones. Para el soñado estatismo al que aspira Obama, la idea de libertad del individuo choca con el concepto del Estado redistribuidor de la riqueza. El origen del poder de la izquierda disfrazada de Caperucita socialdemócrata es que el ciudadano crea fielmente que el "Estado del Bienestar" es sólo consecuencia directa de la existencia del Gran Gobierno. La independencia y la libertad individual chocan así contra la voluntad gubernamental de generar dependencia entre los ciudadanos. A la vez, la existencia de ciudadanos no dependientes del gobierno supone el posible cuestionamiento por parte de aquellos del poder gubernamental acumulado. Y nada de eso conviene a la clase política y menos aún a la Administración Obama, ni al Partido Demócrata. Al Gran Gobierno le interesa controlar la riqueza, redistribuirla a su antojo para mantener la dependencia ciudadana. Y así, la libertad individual y la iniciativa privada en el marco del libre mercado están en el punto de mira.

En el terreno práctico, las anteriores razones explican las acciones realizadas en apenas cuatro meses por la Administración Obama aprovechando su control casi total del Ejecutivo y el Legislativo: usando la terminología norteamericana en dólares, estamos hablando de 787 billones gastados para el llamado "estímulo económico", 3 trillones y medio de presupuesto federal (lo que supone un aumento de la deuda nacional por parte de Obama superior a la de todos los anteriores presidentes juntos, desde Washington a Bush) y 1 trillón y medio añadido de déficit presupuestario (cifra record en la historia norteamericana). A esto hay que sumar los varios trillones en programas de "rescates" financieros (TARP, TALF, TIFF...), la intervención federal en la industria del automóvil, la nacionalización de varios bancos y la cuestión hipotecaria, así como el reciente programa de drástica subida de impuestos escondida bajo un eufemístico plan ambiental. Nada de esto ayuda verdaderamente al ciudadano medio, sino que lo hace ser más dependiente todavía del gobierno.

Estos tiempos de crisis ofrecen además a la Administración Obama una oportunidad inigualable (reconocida por su asesor Rahm Emanuel) para cambiar todavía más la cultura política en Estados Unidos, para demonizar el capitalismo y crear un disimulado acecho a la libertad individual. El objetivo es hacer creer al ciudadano que todas estas acciones del gobierno tienen el fin de mejorar la vida de los individuos y sanear la nación. La realidad es la contraria. Como contrario y nocivo resulta también seguir poniendo a Estados Unidos en el camino de un sistema de sanidad dirigido por políticos y burócratas y no por expertos en medicina. Como dañino es también situar a Estados Unidos en el ojo del huracán sacando a la luz documentos secretos, atacando a la Agencia Central de Inteligencia por vía de la presidenta del Congreso o vetando técnicas de interrogación a terroristas que permitieron salvar millones de vidas humanas. Y como igualmente pernicioso resulta demonizar a la oposición política en un falaz documento hecho público por el Departamento de Seguridad o intentar enjuiciar a la anterior Administración.

Se hace difícil encontrar en la historia de Estados Unidos otra Administración como la de Obama, una que haya hecho tanto y tan malo en tan poco tiempo. Quizá sea el momento de recordar aquella lúcida afirmación de Thomas Jefferson de que "cuando el pueblo teme a su gobierno, hay tiranía; cuando el gobierno teme a su pueblo, hay libertad". A día de hoy la ciudadanía norteamericana parece estar más temerosa de su gobierno que éste de sus ciudadanos. Así lo vimos en las protestas de mediados de abril y así lo prueba ya el plantón y negativa ciudadanas hasta en la progre California al votar este pasado martes en contra de las varias propuestas –apoyadas por Obama– de subida de impuestos y aumento del papel del gobierno. Sin duda, estamos ante una oportunidad de oro para aquel político serio que quiera despertar y que explique y ponga en marcha los principios de libertad que hicieron grande a esta nación desde su fundación. No le faltaran votos... y 2010 está a la vuelta de la esquina.

Alberto Acereda es catedrático universitario en Estados Unidos.

Libertad Digital - Opinión

LA DESCONFIANZA, UN AGRAVANTE DE LA CRISIS. Por Manuel Jiménez de Parga

RARO es el momento de la historia en el que algunos pensadores no hayan percibido encontrarse en una crisis. Gramsci solía decir que las crisis surgen cuando «lo que tiene que morir no muere y lo que tiene que nacer no nace»; o sea, siempre. El ser humano vive entre dos creencias, sin sentirse instalado en ninguna de ellas. Ortega nos dejó unas agudas reflexiones al respecto. Pero no toda crisis tiene efectos negativos. Puede salir de ella un futuro mejor. Rodrigo Borja nos recuerda que los chinos, con su profunda sabiduría, escriben la palabra crisis con dos caracteres: uno que significa «peligro» y otro «oportunidad».

Los historiadores registran un total de 15 crisis de la economía, de intensidad variable, a partir de 1780 y hasta finales del siglo XX. La más importante fue la de 1929. La depresión, el desempleo y la pobreza fueron de tal magnitud que Keynes propuso, como solución para reactivar la economía, contratar trabajadores en paro y pagarles un salario solamente «por abrir y cerrar zanjas», pues esa movilización generaría una demanda efectiva de trabajadores que, con su efecto multiplicador, impulsaría el proceso productivo. Se desecharon las fórmulas del «automatismo del mercado» y de la «mano invisible» y se entregaron al Estado los instrumentos necesarios para conducir la economía. Los discípulos de Keynes creen que gracias a esta doctrina se conjuró la depresión.

Sin embargo, economistas notables no aceptan que el keynesianismo resolviese los problemas de aquel complicado momento. Los neoliberales lo creen así. Pedro Schwartz lo expone con gran brillantez. Y no faltan quienes opinan que fue la Segunda Guerra Mundial la que cerró el «ciclo de Kondratieff», usando la terminología de Joseph A. Schumpeter.

Y es que, según el famoso economista austriaco, fue el ruso Kondratieff quien descubrió unos ciclos económicos de larga duración, alrededor de cincuenta años. El que finalizó en 1940 dió comienzos en 1896, con veinte años de expansión y los restantes de contracción.

Todas estas meditaciones sobre la evolución de la economía nos llevan a la conclusión siguiente: es posible advertir, con anticipación suficiente, que se acercan días de dificultades, o, si se prefiere, que la crisis económica está a punto de llegar. Los políticos -o determinados políticos- se resisten a admitir algo que, en la presente situación del mundo, resulta inevitable. Podría ser el mencionado «ciclo de Kondratieff», de larga duración, o los «ciclos Juglar» y «ciclos Kitchin» mucho más cortos.

En España se intuía desde el año 2003, por lo menos, que iba a desencadenarse la crisis económica. En las reuniones semanales de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas se anunciaron los males que nos esperaban. El académico Jaime Terceiro lo vaticinó en una ponencia del mencionado 2003, y luego insistieron en el diagnóstico nuestros mejores especialistas, entre ellos José Barea, como ha recordado Juan Velarde. ¿Por qué, entonces, desde el Gobierno se negaba lo que ya se sabía?

Las crisis económicas, que pueden y deben ser anunciadas en el momento oportuno, agravan la situación cuando van acompañadas de una crisis de confianza respecto a quienes están en los puestos de mando. Hace unos días en nuestra Academia el profesor García Delgado, rector honorario de la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo, destacó con acierto la importancia de la confianza en el quehacer económico: «La confianza -dijo- está en la base de los comportamientos de los mercados; la confianza es el antídoto de la incertidumbre y el lubricante del emprendimiento; la confianza tiende puentes e invita a la negociación y al acuerdo... En política económica, suscitar confianza es determinante, y si es deseable en la bonanza aún lo es más en la adversidad...».

Resulta fundamental la confianza en todos los gobernantes, pero de forma especial en aquellos que pretenden controlar el discurrir de la economía. Si se acepta que «el mejor gobierno es el menor gobierno» -en la orientación doctrinal de Adam Smith- la confianza no tiene el mismo valor que la exigida en la realización de los programas políticos antiliberales, donde se sostiene que las fuerzas del mercado son absolutamente insensibles respecto de la justicia social, la protección del medio ambiente, la defensa de los recursos naturales, el fomento de la cultura y otra serie de valores que se relacionan con el desarrollo humano de los pueblos. Estas preocupaciones no entran -aseguran- en la agenda de las fuerzas del mercado. La promoción de tales valores requiere una acción deliberada y eventualmente coercitiva de la autoridad pública. La confianza en tal caso resulta imprescindible.

Aconsejable es que se adopten las medidas oportunas para superar la presente crisis. Pero el ciclo tendrá la duración de los ciclos de Kondratieff, o se acortará en el tiempo si los que mandan cuentan con la confianza de los ciudadanos.

Cuestión distinta es la aceptación como inevitable de la decadencia de determinadas maneras de ser y de pensar. Los historiadores destacan la caída de Atenas y de Roma. También se considera que el Estado, como una forma de organización jurídico-política, fue la tabla de salvación de los europeos ante la inseguridad que originó el fin de la Edad Media. Y a finales del siglo XVIII se habla de una nueva «crisis de la conciencia europea», sin olvidar el «nihilismo europeo» denunciado por Nietzsche.

Resultó inquietante la leyenda sobre los temores del año mil. Fue uno de los momentos en los que la Humanidad se encontró más oprimida, más angustiada. Lo recuerdo ahora para dar ánimos en la actual crisis. Algunos historiadores urdieron el tapiz de una leyenda, que llegó a aceptarse ampliamente. Nos aseguraron que los hombres del siglo X habían abandonado las labores sustentadoras de la vida y habían huido en sumisos rebaños al sosegado y milagroso secreto de los claustros. Ortega lo recordaba así: «Nacida en el siglo XV, esta leyenda ha pasado entre las manos de todos los que han escrito historia medioeval, y precisamente los de pluma más poderosa se han complacido en detenerse junto a ella y enriquecerla con nuevos fantásticos detalles. Así se explica que, teniendo una falta absoluta de comprobación, esta tradición se haya perpetuado y hasta hace muy poco no hay sido anulada. Lo extraño es que hombres tan escrupulosos y pausados en sus frases como Taine, la hayan aceptado».

En la presente sociedad de la intercomunicación, los antiguos temores adquieren otro sentido y un alcance distinto. Ya somos ciudadanos del mundo. Las viejas fronteras han sido prácticamente eliminadas. Sin embargo, continúa siendo esencial la confianza en quienes nos imponen las normas que encauzan la nueva convivencia. La desconfianza agrava las crisis económicas -según apunté antes- y la desconfianza deteriora a cualquier régimen político.

ABC - Opinión

PIENSELO DOS (O TRES) VECES. Por Arturo Pérez Reverte

Permítame un consejo, caballero. Si se tropieza con un fulano que le está dando una felpa a su legítima, o sucedáneo, piénselo dos veces, incluso tres, antes de meterse en jardines. Estoy de acuerdo en que esas cosas no deben tolerarse. Admito, además, que no permiten reflexión previa, pues actúa el piloto automático. Todo depende de la casta y virtud de cada cual. En principio, ante tales situaciones se es un mierdecilla o un tío decente. Ésa es la teoría ética. Pero estamos en España. Si defiende a señoras maltratadas, sepa a qué se expone. Una juez de Vigo nos lo recordó hace unas semanas, calzándole 3 meses de cárcel y 15.550 euros de multa a un joven de allí. Éste había cometido la ingenuidad de impedir que un pavo maltratase a su pareja. Le afeó la conducta y recibió un cabezazo. Entonces se lio la pajarraca, y el defensor de la moza le dio al otro una patada en la cara, rompiéndole la mandíbula.

Lo instructivo no es que el juicio se haya celebrado tres años después, ni que la defendida –como es frecuente– defendiera al que le zumbaba, en plan soy de mi Paco y puede darme hasta con la hebilla, si quiere. La lección cívica del asunto reside en que la juez, aun admitiendo que la defensa fue oportuna y que el primer leñazo lo sacudió el maltratador, empitonó al defensor de doncellas pese a que la sentencia reconocía que su reacción inicial «fue legítima», que el otro le dio el cabezazo «con ánimo de menoscabar su integridad física» y que el joven largó la patada «para repeler la agresión y evitar que continuase». Pese a lo cual, la juez estimó que la patada en el careto fue, sin embargo, «un exceso defensivo que no puede estar ya justificado por una notoria desproporción en el mismo». Dicho en cristiano, que el joven tenía que haberse defendido, pero menos. Con la puntita nada más. Dando unas pocas bofetadas con la mano abierta, o con unos calculados puñetacitos en el hombro. Una pelea civilizada, vamos. Políticamente correcta. De esa manera, el otro, acojonado, habría dejado de darle cabezazos. Seguro.

Me va a perdonar la juez de Vigo. De tribunales sabrá mucho, pero de peleas no tiene ni puta idea. Tampoco es que yo sea un experto. Me apresuro a matizarlo, por si acaso. Siempre fui –lo juro por el cetro de Ottokar– un cruce de osito Mimosín, Bambi y conejillo Tambor. Más o menos. Pero cualquiera que haya visto atizarse de verdad a dos tíos –la calle no es el cine– sabe que cada cual se las arregla como puede, y una vez metido en faena no anda calculando con qué da y dónde lo hace. La defensa con manos desnudas sólo es excesiva o desproporcionada si te ensañas cuando ya tienes al otro en el suelo. Mientras, se pelea para tumbarlo, con la sangre caliente y con la pericia y el coraje disponibles, procurando dejar fuera de combate a un adversario que, mientras colee, se revolverá contra ti. Y eso es lo que hay que evitar: que colee. Hasta ahí es razonable. Cuando se esparrama de tú a tú, con dos jambos dándose estiba, la desproporción viene si uno de ellos echa mano de herramientas que desequilibran la cosa, como un objeto contundente o una navaja empalmada. E incluso en tales casos lo desproporcionado es relativo. No es igual vérselas con uno de tu misma edad y calibre, que ser un tirilla de sesenta kilos delante de un animal de dos metros de largo por uno de ancho, o tener que zafarse de cuatro o cinco que te están breando o te van a brear. Ahí, a veces hay que echar mano a algo: una silla, una botella. En cualquier caso, y con permiso de la juez de Vigo, del Código Civil y del Código Da Vinci, lo aconsejable siempre es madrugar. Ser rápido, brutal y eficaz en la medida de las posibilidades que ofrezca tu forma física y tu propio cuerpo. Tu edad y tu destreza. Quien pelea lo hace para ganar, no para que lo inflen, si puede evitarlo. Si no, lo mejor es no meterse. Así que ya me dirán ustedes, en ese contexto, si va a andar uno calculando dónde pega la patada, si el golpe lo da con el puño o con la palma, si la fuerza que aplicas al leñazo que consigues colocarle al otro para menoscabar su integridad física es proporcionada, o si vulnera el artículo 33, apartado 48 bis, de la ley integral de Hostias Callejeras.

Resumiendo: cuando ayudas a una mujer, asumes una posible pelea. Y, de igual a igual, ésta no hay forma de ganarla si no es rompiéndole la cara al otro. Así que en Vigo han hecho mal tercio a las maltratadas y a los pardillos que aún las defienden. La letra de la Ley es imperfecta, y el sentido común de quienes juzgan debe templar sus errores y lagunas. Puesto que a ningún maltratador se lo disuade con palabras o una simple bofetada, la sentencia de Vigo sitúa el problema en un punto imposible. O te dejas machacar y pierdes la pelea, como el profesor Neira, o te buscas la ruina si la ganas. Hagas lo que hagas te la endiñan, y sólo aplauden si entras en coma. Eso es un disparate. Uno más de esta absurda Justicia nuestra, que siempre privilegia al canalla sobre las personas decentes. Quizás algunos jueces deberían darse una vuelta por la calle. Por la vida.

XL Semanal