lunes, 25 de mayo de 2009

ZP utilizó un avión de las Fuerzas Armadas para trasladarse con Aído al mitin de Dos Hermanas

Éste es el Ejecutivo socialista que inventó el 'Código del buen gobierno'. Pero no parece que les guste predicar con el ejemplo. Zapatero tenía este domingo mitin del PSOE para apoyar a López Aguilar para las europeas en Dos Hermanas. Y no escatimó en gastos... del erario. ZP usó un avión de las Fuerzas Armadas para trasladarse hasta allá. En la nave iba también Bibiana Aído, que ni siquiera intervino en el mitin.

La Cope avanza que el presidente Rodríguez Zapatero empleó ayer un avión de las Fuerzas Aéreas Españolas para trasladarse para dar un mitin de campaña en la localidad sevillana de Dos Hermanas.

Según ha podido saber la Cope, el avión utilizado fue un Falcon 900, matrícula 4543, que salió de la base de Torrejón de Ardoz a las 10:20 de la mañana y regresó a las cuatro de la tarde a la misma base madrileña.

Una ley no escrita pero respetada que estipula que no se usan aviones oficiales para desplazamientos de partido y, menos aún, cuando se trata de actos de campaña. En esas ocasiones los partidos optan por fletar aviones privados.

Junto a ZP también viajó este domingo, según las fuentes consultadas por Cope, la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, quien, a diferencia de su jefe, no intervino en el mitin.

Éste es otro ejemplo de ZP de 'Código de buen gobierno'. Buenísimo para el PSOE aunque no tanto para los contribuyentes.

Periodista Digirtal

EL TRIUNFO DE SASTRE. Por César Alonso de los Ríos

Gracias al Tribunal Constitucional el independentismo vasco podrá tener voz en el Parlamento europeo. Necesita 300.000 votos. La gran mayoría le llegarán de la ilegalizada Batasuna, Aralar, EA, EB y, fuera del País Vasco, de ERC y, en general, de una izquierda que llegó a pensar que la pareja Sastre y Eva Forest era como una réplica (¡) de la formada por Sartre y Simone de Beauvoir...

Retirado al sur de Francia después de la detención y encarcelamiento de la autora de la «Operación Ogro», y devuelto a España por las autoridades francesas a causa de un encierro con huelga de hambre en la catedral de Burdeos a favor de un grupo de etarras detenidos en la isla de Yeu, Sastre se entregó a la difusión de la obra y el nombre de su esposa. Por supuesto siguió escribiendo teatro y ensayo pero ya con la esperanza del que tiene la realidad a su favor, el terreno favorable al socialismo «revolucionario» en una Euskadi de la que se veían obligados a huir los perseguidos por ETA. El abertzalismo de izquierda vasco ha sido el descubrimiento de la vanguardia de este tardo-marxista que predicaba la revolución en los años sesenta. A su juicio, la voladura de Carrero Blanco debería haber sido la señal de la nueva era; debería haber hecho saltar por los aires las contradicciones de un PCE del orden y un proletariado integrado y mendicante.


El TC, que no ha sido capaz de pronunciarse sobre el Estatuto catalán a lo largo de tres años, se ha comportado en este caso con una «ejemplar» agilidad. Ha sido tan independiente respecto al Supremo como dócil al Gobierno de Zapatero y a las regañinas de algún periódico. Gracias a él, la presencia de Sastre o de Doris Benegas en el Parlamento europeo jugarán a ser el anuncio de la paz institucional por la que están trabajando Otegi y Eguiguren mientras López cumple la misión integradora que le han encomendado las abstenciones de Batasuna.

ABC - Opinión

UNA SENTENCIA CON FRENO Y MARCHA ATRAS

La Justicia debe darse una segunda oportunidad para averiguar lo que ocurrió el 11-M. El 'Informe Iglesias' ha revelado errores graves en la identificación de los explosivos.

POR SI FALTARA alguna prueba de la trascendencia del informe Iglesias que mañana mismo aparecerá en las librerías, el vicedirector de EL MUNDO Casimiro García-Abadillo revela en el prólogo del libro que el juez Gómez Bermúdez estuvo a punto de proponer a sus compañeros una sentencia que hubiera sido muy acorde con las principales conclusiones de este químico: en los trenes no estalló Goma 2 ECO sino Titadyn y la Policía manipuló la investigación. Resulta que apenas una semana antes de la presentación pública de la sentencia, el a la vez presidente de la sala y ponente comunicó a un magistrado amigo suyo no sólo que quedarían absueltos los supuestos cerebros de la trama -como así ocurrió- sino que, además, Trashorras sólo sería condenado por tráfico de explosivos y habría deducción de testimonios contra mandos de los cuerpos de seguridad.


EL MUNDO conoció esta información y se comprometió a mantenerla en secreto hasta que se consumara, y así lo hizo. Ahora García-Abadillo ha reconstruido y corroborado los hechos con el interlocutor del juez. No hablamos, pues, a lomos de un mero rumor.

Es obvio que la absolución de Trashorras como autor de la masacre hubiera desmontado no sólo el tejado de la versión oficial, como pasó con los autores intelectuales, sino sus propios cimientos. Todo el edificio se hubiera desmoronado con estrépito y el comando de Leganés habría quedado flotando en el vacío, sin suministradores de explosivos conocidos. Si además uno o varios policías -el candidato más obvio era Sánchez Manzano- hubieran ido «caminito de Jerez» como el propio Bermúdez había pronosticado ante diversos testigos, el escándalo político habría sido mayúsculo y las circunstancias de la victoria del PSOE en el 2004 habría sido puesta en entredicho. ¿Por qué durante esa semana decisiva el juez Bermúdez primero echó el freno a esos afanes justicieros y luego dio marcha atrás en dos de sus tres propósitos? ¿Recibió presiones del Gobierno? ¿Tuvo en cuenta la precariedad de su recurrido puesto al frente de la Sala de lo Penal de la Audiencia? ¿Ponderó el efecto que una sentencia así habría tenido en la acogida al polémico libro de su esposa? La prueba de que, en todo caso, sus consideraciones fueron políticas está en el inaudito formato con que presentó la sentencia: enfatizando todo aquello que avalaba al Gobierno frente a las dudas y pesquisas de nuestro periódico y camuflando la propia absolución de los «cerebros».

Esta secuencia de acontecimientos adquiere ahora un gran relieve porque en definitiva viene a demostrar que Bermúdez, hombre sin duda perspicaz e inteligente, ya se dio cuenta de lo que Antonio Iglesias demuestra al repasar los análisis de los explosivos: que la química refutaba la versión de la «Goma 2 ECO y vale ya». Por eso se cubrió con la añagaza de que podía haber un segundo explosivo, fingiendo ignorar que en los trenes de lo que no había rastro era del primero.

Así las cosas, creemos que la Justicia debe darse una segunda oportunidad para averiguar lo que ocurrió el 11-M. Podría llegar a través de los flecos que aún investiga el juez Velasco, sucesor del nefasto Del Olmo -por ejemplo la detención en Marruecos del supuesto alquilador del piso de Leganés- pero nadie percibe el impulso suficiente en esa vía. Más factible sería que alguno de los condenados pidiera la revisión de la sentencia a partir de un hecho nuevo como el informe Iglesias o que las víctimas se querellaran contra el entonces jefe de los Tedax y otros policías. La memoria de los muertos y la dignidad de los vivos requieren que alguien levante en sede judicial el freno político que, según todos los indicios, Gómez Bermúdez aplicó sobre su inteligencia y su conciencia en octubre de 2007.

El Mundo - Editorial

EL MAL MENOR. Por José MaríaCarrascal

HE aguantado exactamente dos minutos y quince segundos de campaña electoral, y eso, por obligación periodística. Me bastaron para hartarme de demagogia barata, golpes bajos e ideas mostrencas, no necesariamente por ese orden. Por parte socialista, el tema de estas elecciones europeas son Bush y Aznar. Por parte del PP, Zapatero. Se aproximan más a la realidad los populares, pero lo hacen con tan poca gracia y con argumentos tan reiterativos, que aburren a las ovejas. Unos y otros nos tratan como menores de edad, y puede que tengan algo de razón vista la pasividad con que estamos aceptando la situación en que ha devenido nuestro país. ¿Por culpa de quién? Difícil decirlo. Esto del gobierno y la ciudadanía, en democracia, se parece bastante al viejo dilema del huevo y la gallina. ¿Quién fue antes, un gobierno infecto o una ciudadanía inane que lo elige? Puede optar cada cual por lo que quiera, pues argumentos hay para defender ambas tesis. Aunque tampoco hay que olvidar las culpas que corresponden a la oposición, al ser incapaz de provocar el cambio necesario.

En tales condiciones, me he prometido no volver a escuchar ni una sola frase más de los discursos electorales y soñar, de aquí al 7 de junio, que estoy totalmente equivocado respecto a mis compatriotas. Que ese pasotismo que exhiben no es otra cosa que una forma de engañar a los políticos, como los políticos tratan de engañarles a ellos, y que dedicarán, como yo, el tiempo de campaña a pensar en la situación en que nos encontramos, para terminar votando tal como ésta lo requiere. Y no nos lo han puesto fácil, pues si el Gobierno carece de planes no ya para salir de la crisis, sino para gobernar España, el PP no acaba de ofrecernos un proyecto de futuro convincente y definitivo. Sus alusiones nostálgicas a la era Aznar ignoran algo tan importante como que la situación actual no se parece en nada a aquélla. Por otra parte, Rajoy da la impresión de estar siempre mirando de reojo, como si temiera más las balas que puedan venirle por la espalda que los obuses que le llegan de enfrente. Algo que no contribuye a aumentar la confianza en él, que es poca. Claro que Zapatero no tiene ninguna. Y son ellos dos, no ese galán de playa que tan bien encaja con las ministras progres de la última hornada, ni ese otro señor de barba blanca que parece sacado de una foto del álbum de familia, los verdaderos protagonistas de estas elecciones supuestamente europeas.

Al final, si el panorama no se aclara, habrá que decidirse por el mal menor, pues lo que no cabe en democracia es dejar de votar. Aunque esperábamos más de la nuestra, ¿verdad? Cabe el consuelo de aquello «la democracia es el menos malo de los regímenes políticos». Pero no tanto ni tan calvos.

ABC - Opinión

BIBIANADAS. Por José Manuel de Prada

YA nos rebelábamos hace tiempo contra quienes afirman que Bibiana Aído es imbécil; y lo hacíamos acudiendo a la etimología de la palabra «imbécil», que viene de báculo. Para algunos etimólogos, imbécil sería aquella persona que camina sin báculo, es decir, alguien que aún no ha alcanzado la sabiduría, que según los antiguos era conquista propia de la madurez; para otros, por el contrario, imbécil sería más bien la persona tan debilitada y senil que necesita apoyarse en un báculo. Un pensamiento imbécil sería el que, por inmadurez, anda sin ayuda de báculo; o bien el que, por senilidad, necesita andar con báculo para afirmarse. Pero el pensamiento de Bibiana no es imbécil porque ni siquiera anda; el pensamiento de Bibiana no se ha puesto todavía en pie, es un pensamiento abyecto (de iactus, participio pasado de iacere) que repta, que se arrastra por el suelo, ignorante de su condición humana.

Gregorio Salvador también recurría el otro día a las etimologías para explicarle a Bibiana que un feto es un ser humano, aunque sospecho que irle a Bibiana con etimologías es como si a un caracol le vas con logaritmos neperianos. Es «ser» porque existe; y «humano» por proceder del hombre «y no del mono o del caballo», afirmaba Salvador; y añadía, con delicioso sarcasmo, que «esto no quita para que cuando crezca se vuelva inhumano, con comportamientos impropios de la condición humana». Pues, en efecto, nunca es tarde para ponerse a reptar, como hace el pensamiento de Bibiana. Una de las características distintivas del pensamiento reptante o bestial es su incapacidad para razonar juiciosamente; y su propensión a sustituir el razonamiento por la consigna mecánica y fuera de juicio. Otra característica distintiva del pensamiento reptante o bestial es su alergia al lenguaje, que es racional (como demuestran las etimologías) y amigo de la verdad; y su propensión a sustituirlo por lo que Orwell denominaba «neolengua», un instrumento verbal de dominio, enemigo de la verdad, que desnaturaliza las palabras y las sustituye por eufemismos o circunloquios asépticos. Muestras de esta «neolengua» las hallamos por doquier en las consignas reptantes de los proabortistas: «interrupción voluntaria del embarazo» (o su acrónimo IVE), «salud reproductiva», «derecho a decidir» y demás morrallona lingüística. Y es que cuando las palabras se retuercen como alambiques es porque tienen miedo a nombrar lo que por su naturaleza es odioso y bestial; esto es, inhumano.

El pensamiento reptante de Bibiana entró en cortocircuito cuando le preguntaron si un feto de trece semanas es un «ser humano». Aquí Bibiana podría haber probado a repetir las definiciones que sobre el feto ha elaborado el movimiento abortista. Podría haber dicho, por ejemplo, como los firmantes de un manifiesto publicado por la revista Le Nouvel Observateur en 1971, que el feto es «una especie de tumor en el vientre de la madre»; o como escribía Christopher Hitchens en The Nation, una «protuberancia», una «excrecencia amputable»; o podría haber acudido a la autoridad suprema del Marqués de Sade y llamar al feto una «materia» de la que la mujer «puede purgarse», un «pedazo de carne del que la mujer es dueña, igual que lo somos de las uñas que cortamos de nuestros dedos o de los productos de la digestión que evacuamos de nuestras vísceras». También, en fin, podría haberse puesto más primaveral y decir que el feto es un «brote verde» al que le metemos podadera, como hace su jefe de filas con los presuntos brotes verdes de la economía, metiéndoles la podadera de la fabricación de parados. Si cuando metes la podadera en los brotes verdes de la economía dejas de ver en los parados seres humanos y los conviertes en cifras, ¿por qué no va a poder hacerse lo mismo si la metes en los brotes verdes del útero? El pensamiento reptante puede permitirse estas alegrías.

ABC - Opinión

ETA EN EUROPA. Por Ignacio Cosidó

Otegui apoya a II

«Al Gobierno le ha faltado convicción para instar la ilegalización de esta candidatura, muchos de cuyos componentes mantenían una intensa vinculación con Batasuna»


Pocas horas después de que el Tribunal Constitucional amparara la candidatura proetarra de Iniciativa Internacionalista a las elecciones europeas del próximo 7 de junio, este partido fantasma renegaba de la condena a la violencia terrorista en la que había basado su apelación ante el Alto Tribunal. Simultáneamente, un partido que forma parte de ETA como Batasuna pedía abiertamente el voto, en boca de Arnaldo Otegi, para esa candidatura. Con estos datos, la sensación no puede ser otra que los terroristas han logrado burlarse de la Ley de Partidos y del Tribunal Constitucional. Ninguna de las dos cosas es una buena noticia para nuestra democracia ni para nuestro Estado de Derecho.


La exclusión de ETA de nuestras instituciones democráticas impulsada por los gobiernos de José María Aznar ha sido un factor decisivo en el grado de debilidad que padece actualmente esta banda terrorista. Por eso, la posibilidad de que los terroristas puedan volver a tener una voz en el Parlamento Europeo en los próximos cinco años sería una de las peores noticias que podríamos tener en la política de aislamiento institucional, social e internacional que tan buenos resultados ha logrado en el debilitamiento y deslegitimación del entramado terrorista. Tengo la esperanza de que ETA no tenga ya la fuerza necesaria para lograr el objetivo, pero la mera concurrencia de esta candidatura ya constituye un cierto aliento político para los que apoyan a los terroristas.

Mi impresión es que al Gobierno le ha faltado convicción para instar la ilegalización de esta candidatura, muchos de cuyos componentes mantenían una intensa vinculación con Batasuna, como pusieron de manifiesto los informes elaborados por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. El Ministerio del Interior actuó más como reacción a la denuncia de los medios de comunicación que por iniciativa propia. El propio ministro, Alfredo Pérez Rubalcaba, dudó hasta el último momento confirmar esta voluntad. Los antecedentes demuestran que cuando se trata de aplicar la Ley de Partidos, el Gobierno de Zapatero titubea, como ya ocurrió con las candidaturas de ANV en las pasadas elecciones municipales, cuyos efectos aún padecemos con ayuntamientos todavía gobernados por los proetarras en el País Vasco. La reacción del Gobierno tras la última sentencia del Constitucional parece incluso de cierto alivio.

Acatar las decisiones judiciales es un principio básico de nuestro Estado de Derecho. No es tarea parlamentaria ni el control ni la crítica a las decisiones de los tribunales. Pero sí lo es prever el efecto de esas decisiones sobre la política antiterrorista y, en su caso, impulsar las reformas legislativas o las iniciativas políticas que puedan ser necesarias para un mejor funcionamiento del sistema y una mayor eficacia en la lucha contra el terror.

La gran eficacia demostrada por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en la lucha contra ETA ha colocado a la banda terrorista en un momento de mínima actividad criminal. Pero la experiencia de muchas décadas nos demuestra que es necesario combatir al terrorismo en todos los frentes y no exclusivamente en el policial. El aislamiento político y social de la banda resulta crucial para evitar que pueda regenerarse y provocar así la ansiada derrota definitiva de los terroristas. Cuanto mayor sea la debilidad criminal de la organización terrorista, mayor debe ser la presión sobre todo su entorno político, social, económico y mediático, porque sólo eso conducirá a la victoria final de la democracia sobre el terror.

Libertad Digital - Opinión

TIEMPO DE VENGANZA. Por Gabriel Albiac

CANSADO como está de todo aquello con lo cual lo han venido incomodando políticos a los cuales enriquece sin saber el motivo, el ciudadano atisba en las elecciones europeas ocasión propicia para vengarse. Inocuamente, es cierto, porque no existe modo de librarse de esa gente, la peor gente, la que ha parasitado vidas y bolsillos. Sólo una cosa ansía el ciudadano: arrancarse de la piel a esas perseverantes sanguijuelas. Y sabe que eso no le será permitido. Están ahí de por vida. Ni ellos vivirán jamás de otra cosa, ni a él le será permitido dejar de mantenerlos. Queda el consuelo de no votarlos.

Y claro está que el ciudadano sabe que a esos profesionales del erario público les va a dar lo mismo que esta vez no vayan a votar ni la mitad de los censados. Sucederá. Y ni en un céntimo recortará eso su opulento salario. Que es lo que importa. No hay un electo hoy que no sepa a quién debe su cargo: no al que vota; al Jefe que lo pone en la lista de tal modo que al elector no le quede sino resignarse. No hay votante que no sepa para qué sirve su voto: para nada. Ni nadie tan infantil como para ignorar que la política hoy se asienta, no como se asentara la del siglo XIX sobre la lucha de clases, sino sobre el amable circuito de las castas. Inalterables.


Ni partidos ni sindicatos son ya otra cosa. De los segundos, todos lo han entendido: su afiliación tiende al cero; sus finanzas son ministeriales; de su papel dio ejemplo el jerifalte madrileño de la UGT que embestía, la semana pasada, contra la única gobernante que se resiste a su juego. ¿De los partidos? No, de los partidos no hay manera de librarse. No son siquiera, como los sindicatos, obedientes y gandules funcionarios del Estado. Son el Estado. Poseen poder legislativo, ejecutivo... Y, desde que la ley orgánica del poder judicial de Felipe González -ratificada por el gobierno de Aznar- les diera esa potestad, poseen también el privilegio de nombrar, en proporción exacta a la de su hegemonía, al poder judicial. Jamás, desde que la democracia es democracia; jamás, desde que Montesquieu formulara en el Capítulo IV del Libro XI de L´esprit des lois hasta qué punto era imprescindible que «por la disposición de las cosas el poder contrarrestara al poder», la impunidad del club que agrupa, por encima de nimiedades ideológicas, a los miembros, sin excepción, de los partidos políticos ha sido tan invulnerable. Sueldo garantizado. De por vida. Y autoridad. Y privilegios: conocidos como ocultos. A cambio de una sola virtud: fidelidad al Jefe. A esto fue reducido eso a lo cual, con resonante nombre que hoy ya nada significa, llamamos democracia.

No votaré en las europeas. No es que haga ya de la abstención una cuestión de principio. Aunque tentado me siento, visto el nivel mental de los diputados españoles, a retirarme en una plácida Cartuja: lástima que yo no sea creyente. Que gente de ese nivel pueda decir que habla en mi nombre, me ofende. Pero soy demasiado viejo: sé que moriré yo y la casta seguirá lozana. Nada espero. Y mis deseos hacia esa turba son demasiado homicidas para poder formularlos sin infringir varios artículos del Código Penal. Me callo. Me encierro en la biblioteca lo que puedo: demasiado poco. Procuro no leer nada que tenga menos de tres siglos. Ni aun así consigo olvidarlos del todo. ¿Pero votarles? ¿Para una farsa como la del Parlamento Europeo, institución que sólo sirve para engrosar cuentas corrientes a cambio de no hacer nada, en el mejor de los casos? Bien está que se embolsen mis impuestos: me resigno. Pero que no pretendan que además sonría. Es tiempo de venganza. Aun inocua.

ABC - Opinión

LA NEGOCIACION CON ETA. Por Agapito Mestre

CGPJ

«Llegará el día, más pronto que tarde, que consigamos conocer los pormenores. ETA siempre deja huellas escritas. Le va en ello su propia permanencia como organización criminal.»

La portada de El Mundo del domingo haría temblar los cimientos políticos de una sociedad desarrollada moral y democráticamente; pero estoy convencido de que aquí no pasará nada, entre otros motivos porque las víctimas del terrorismo no son para nuestros gobernantes nada más que monedas de cambio para mantenerse en el poder. El Mundo daba una información que vale su peso en oro. La portada mostraba la fotografía de un hombre, José Manuel Gómez Benítez, en el momento de prometer su cargo de vocal del CGPJ, conocido por ser el gobierno de los jueces o algo parecido. La foto es de septiembre de 2008, dos años antes, en septiembre de 2006, el mismo personaje era uno de los negociadores elegido por el Gobierno de Rodríguez Zapatero para pactar, negociar y cambalachear con ETA al margen de las instituciones públicas.


La información de El Mundo marca el inicio de una nueva época sobre ese fatídico suceso entre el Gobierno y los terroristas. Ya hemos empezado a saber todo lo que ofreció Zapatero a los criminales de ETA. Naturalmente, también empezamos a comprender los funcionamientos oscuros de algunas instituciones claves de nuestro sistema político, que no pasa de ser un régimen de derechos tasados parecidos al antiguo régimen. Llegará el día, más pronto que tarde, que consigamos conocer los pormenores. ETA siempre deja huellas escritas. Le va en ello su propia permanencia como organización criminal. De entrada, ya sabemos los nombres de los principales negociadores.

A la lista formada por Jesús Eguiguren, dirigente del PSE, y Javier Moscoso, antiguo fiscal general del Estado, también sabemos que hubo un especialista en derecho penal. Curioso. ¿Qué podría ofrecer un profesor de derecho penal a los criminales que nunca daría un profesor de ética o un ciudadano común? Quién sabe. Pero a tenor de la "calidad moral" del profesor no sería de extrañar que éste les ofreciese a los criminales su ciencia para hacer más llevaderos los castigos de la ley. La familiaridad del profesor con el manejo del código penal lo pondría, en fin, al servicio de los criminales para que las penas fueran mínimas, o peor, para que la sociedad aceptara a los criminales como "ciudadanos" normales. Según las víctimas del terrorismo consultadas por este cronista, no parece descabellado pensar en que el negociador del Gobierno, señor Gómez Benítez, les ofreciera a los criminales impunidad frente a las exigencias de las propias víctimas, que siempre han exigido el cumplimiento íntegro de las penas.

En cualquier caso, la identidad del personaje desvelada por El Mundo nos ilustra sobre aspectos decisivos de la vida política y moral de nuestro país. Aparte de que nos hacemos una idea de la calidad moral del negociador, que naturalmente acepta ser nombrado vocal del CGPJ a propuesta del PSOE, podemos establecer los vínculos políticos y profesionales del negociador con los criminales por un lado, y con el Gobierno por otro. Según la información de Ángeles Escrivá, basada en los documentos incautados por la policía a ETA, este abogado de Garzón, profesor de derecho penal y hombre de confianza de Pérez Rubalcaba, puede ser una pieza básica no sólo para saber la relación del Gobierno con las decisiones de Garzón, sino también para establecer las responsabilidades del Gobierno y el juez referidas al chivatazo a ETA de la operación policial contra el aparato de extorsión de la banda criminal.

Libertad Digital - Opinión

EL VOTANTE PARTIO. Por Félix Madero

MÍRENLOS, ahí están, en el escenario, desgañitándose con la idea de Europa y del encaje tuerto de España en las comunidades. Observen cómo se entregan a la causa de contarnos lo que van a hacer por nosotros en Estrasburgo, en Bruselas. Adviertan cómo trabajan para que olvidemos la única idea que tenemos de ellos cuando pensamos en Europa: sus sueldos por tan delicado trabajo. Estremézcanse leyendo las listas que unos y otros presentan, lo mejor de cada casa, verdaderos arietes de la intelectualidad y la política. Hijos, todos ellos, de Adenauer, Monnet y Gasperi.

Pienso en la lista del PSOE y no puedo con las ganas de votar. Reparo en el número tres, Magdalena Álvarez, y entonces pido a la vida un milagro, que salten los días del calendario y llegue pronto el 7 de junio porque me muero de ganas de abrazar la urna. Magdalena Álvarez en Europa, la imagino en Estrasburgo diciendo a polacos, alemanes y eslovacos eso de antes partía que doblá. ¿Le pasa a usted como a mí, que no puede con las ganas de votar?


Pero el espectáculo no sería creíble sin la utilería. Ese público rendido que acompaña a cada líder. Cómo aplauden, cómo jalean, cómo pitan. No sé si son siempre los mismos, pero estos paisanos míos, de derechas o de izquierdas, tienen una fe capaz de mover montañas. Hay que vivir plácidamente en el mundo de las confirmaciones para aguantar con devoción la monserga del dirigente sin sentir el insulto de lo zafio y mentiroso. Zapatero: en el PP manda Aznar. Rajoy: ZP es Perón. Así vamos contando los días. Y así llegamos a la conclusión, triste por habitual, de que tenemos lo que nos merecemos, mercancía averiada.

La democracia pueda ser aburrida y roma en emociones, pero no un ejercido en el que unas docenas de políticos desubicados se van a Europa sin la más mínima vocación. De la preparación, no hablo, que ya sabemos que la democracia abre las puertas a ágrafos y voluntariosos. Hablan de España, Europa les importa una higa. Zapatero y Rajoy se mandan recados. Como hablan para convencidos el nivel de exigencia es insignificante. Rajoy en Baleares no nombra a Matas, no sea que vaya a resucitar algún sumario. Y Zapatero se come con patatas el patinazo de su ministra de Defensa que, con insultante tranquilidad, admite que decenas de niños fueron a un cuartel cuando ya se sabía que había gripe porcina. El personal aplaude y jalea. Y vive la ensoñación de que esto es la democracia. La fiesta de la democracia.

ABC - Opinión

LA FACA Y EL FLORETE. Por Emilio Campmany

Vídeos

«Es estúpido, como hacen los del PP, insistir en que se respeten las reglas del Marqués de Queensberry. Cuando un tío saca un revolver, es patético ver al otro desenvainar el sable y gritar: ¡en garde!»


La derecha suele quejarse de que vende mal sus ideas. El problema no es que las venda mal, es que ni las vende, ni las defiende. Ante un vídeo tan zafio como el que ha elaborado el PSOE para presidir su campaña en las elecciones europeas, el PP podía elegir entre contestar con las mismas armas o defender su programa. Prefirió no hacer ninguna de las dos cosas y autocaricaturizarse mostrando a varios perros ladrando, que es precisamente como el PSOE quiere que los electores lo vean.


Unas elecciones, en un país esencialmente bipartidista como el nuestro, son un duelo. En los duelos, hay que procurar reservarse el derecho a elegir el arma precisamente para escoger la que más garantía nos dé. Los electores de la derecha quieren creer que sus representantes son unos caballeros y prefieren verlos empuñando el florete cuando toca enfrentarse a los socialistas. Pero no siempre se tiene el privilegio de elegir arma. A veces, es el otro el que decide. En estos casos, es una ingenuidad ir al duelo peor armado. A los socialistas les gusta pelear a navajazos, cuchilladas y bastonazos porque en estos duelos no hay reglas y así pueden recurrir a cualquier trapacería que les dé alguna ventaja. En ellos, es estúpido, como hacen los del PP, insistir en que se respeten las reglas del Marqués de Queensberry. Cuando un tío saca un revolver, es patético ver al otro desenvainar el sable y gritar: ¡en garde!

¿Deben los del PP rebajarse a pelear con las armas que le gusta emplear al PSOE? No necesariamente. Siempre tienen la alternativa de no pelear. Limitarse a transmitir su mensaje, sus propuestas, lo que piensan del aborto, las reformas en las que creen para generar empleo, lo que crean que debe hacerse con la inmigración, las Comunidades Autónomas y tantas otras cosas que preocupan a sus electores. Ahora bien, si creen que exponer sus ideas les hará perder los votos de los que no acaban de comulgar con ellas y se sienten incapaces de convencer a nadie que no esté ya convencido, tendrán que pelear en el terreno y con las armas que escogieron sus adversarios, es decir, a trancazo limpio.

En vez de tanto perro con el que recordar la imagen que de ellos mismos quieren transmitir los socialistas, podían haber sacado a algunos electores de aspecto inequívocamente socialista afirmando su deseo de entregar nuestro dinero a la SGAE y a los parásitos del cine de izquierdas; de impartir una educación cada vez de peor calidad; de socavar, en beneficio del Estado, la familia; de asesinar fetos no deseados y viejos previamente convencidos de que empiezan a estorbar; de ahogar la excelencia, el esfuerzo, el estudio; de ceder parte de nuestro territorio a nuestros enemigos; de aceptar los chantajes de los terroristas a cambio de una paz humillante. Y acabar diciendo que lo peor no es lo que votan, sino lo que piensan. Suena un poco demagógico, de acuerdo, pero, como caricatura, está mucho más cerca de la verdad que la que ellos han dibujado de la derecha en su vídeo.

El PP, naturalmente, ni hará propuestas concretas, ni se dejará enredar en "provocaciones". Y mientras tanto, tendremos socialismo hasta 2016. Y luego dicen que no hay mal que cien años dure. Lo que no va a haber es cuerpo que lo aguante.

Libertad Digital - Opinión

UN COCHE, UN PRECIO. Por Ignacio Camacho

UNA famosa marca de automóviles acaba de poner en solfa, con una cuña radiofónica de tosca caracterización prosódica regional, no sólo el pomposo plan de ayudas al sector mala y apresuradamente pergeñado por el Gobierno, sino toda la confusión administrativa que el Estado de las autonomías ha implantado sobre el mercado único en España. Al establecer por su cuenta descuentos uniformes en todo el territorio nacional para darle salida a sus acumulados stocks, ésta y otras firmas han venido a abolir por su cuenta el carajal autonómico en beneficio de unos consumidores sometidos a un desbarajuste incomprensible que cuestiona de facto el principio constitucional de la igualdad de derechos. Y han emitido un sencillo mensaje de enorme eficacia ideológica: la empresa privada puede simplificar a plumazos procesos que en la administración pública suponen un infinito laberinto de dificultades burocráticas y políticas.

El mapa autonómico, que ha resultado esencial para equilibrar el desarrollo y la cohesión territorial, se ha ido claramente de las manos de un Estado que en los últimos años -no sólo en los cinco de Zapatero- se ha dedicado a boicotearse a sí mismo con un resultado desalentador de dispersión e inoperancia. Las virtudes del autogobierno se han deformado en el espejo cóncavo de la parodia hasta alcanzar perfiles casi caricaturescos en el desorden y atomización de los servicios públicos. En España hay, por ejemplo, diecisiete calendarios de vacunación, diecisiete permisos de caza, diecisiete planes de estudios y diecisiete modelos de gestión sanitaria, amén de un desparrame de variantes a la carta en materias como la seguridad, la hacienda, la vivienda, la protección civil o la asistencia social. En esta administración centrifugada el Gobierno carece de competencias para imponer medidas de conjunto con las que hacer frente a problemas generales, sean derivados de la crisis o de una simple catástrofe natural.

El caso de las ayudas a la compra de vehículos, con sus diferentes cuantías según la autonomía de turno, ha retratado el caos en todo su esplendoroso desconcierto. Ante el insoluble galimatías de las subvenciones, las marcas más potentes han apostado por descuentos uniformes porque en sus consejos de administración no existen conferencias de presidentes ni comisiones mixtas ni mesas delegadas de (des)coordinación territorial. La verticalidad ejecutiva del sector privado es incompatible con la maraña fronteriza en que ha derivado nuestra desmadejada estructura política taifal. Y frente al insondable guirigay de un Estado descompuesto en diecisiete fragmentos dispersos han implantado por su cuenta la imprescindible unidad del mercado. Un coche, un precio. Ya podría ir aprendiendo el Tribunal Constitucional.

ABC - Opinión

DE IZQUIERDAS Y FARMACIAS. Por Carlos Rodríguez Braun

El líder de Izquierda Unida, Cayo Lara, declaró que la crisis actual se originó en los "años buenos". Pero no vaya usted a creer que se ha pasado a la teoría austriaca del ciclo económico, que siempre ha sostenido que las crisis brotan precisamente de las malas inversiones realizadas en la fase expansiva y debidas al desajuste entre ahorro e inversión que provoca el sistema bancario. Porque este gran progresista amigo de la dictadura cubana señaló a continuación: "casi 800.000 viviendas nuevas cada año, ese es el gran cáncer, por culpa de la falta de intervención pública". La crisis estalla en la construcción, que es un sector intervenido de arriba abajo, con permisos, licencias, recalificaciones y controles e impuestos de todo tipo. En la base de la crisis están el crédito, totalmente intervenido, y el dinero, que no sólo está intervenido sino que está monopolizado por unas entidades públicas de carácter monopólico que son los bancos centrales. ¡Y don Cayo habla de falta de intervención pública!

Esa intervención pública, en cambio, le gusta al ex presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, Pedro Capilla, que aplaudió la resolución de la Corte de Luxemburgo que avaló la reserva de explotación de las farmacias exclusivamente a los farmacéuticos con esta declaración: "los medicamentos no son mercancías... no deben ser vendidos en un establecimiento que no esté regentado por un farmacéutico... Con un modelo de farmacia liberalizado, cientos de pequeñas localidades se quedarían sin farmacia". Parece como si las mercancías fueran necesariamente inseguras, y como si un empresario no pudiese abrir y regentar una farmacia, so pena de desatar toda suerte de males. En cuanto a la idea de que la libertad excluiría a los marginados, cabe recordar que el poder defendió durante décadas el monopolio de Telefónica con idéntico razonamiento: la competencia libre dejaría incomunicados a los pueblos más remotos. Pues bien, se abrió un poco el mercado de la telefonía y el resultado fue el contrario: nunca hemos estados mejor comunicados. Además, el argumento del cuidado de los marginados, típico del Estado del Bienestar, es sólo un señuelo para montar una pirámide burocrática que con la excusa de la atención a los más menesterosos cobra y somete a todos. Si le propusiéramos a don Pedro Capilla la liberalización completa del sector farmacéutico a cambio de un compromiso de una donación específica para abrir farmacias en localidades remotas, ¿lo aceptaría?

Libertad Digital - Opinión

SUBVENCIONES Y SUSPICACIAS

LA «letra pequeña» del Boletín Oficial del Estado ofrece a veces la clave para comprender algunos comportamientos contrarios a la lógica más elemental. Según informa hoy ABC, el pasado 14 de mayo se publicó en el diario oficial una resolución de la Secretaría de Estado de Asuntos Europeos (Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación) sobre concesión de ayudas para estudios de cara a la próxima presidencia española de la UE. Los mayores beneficiarios de tales ayudas son -curiosamente- UGT y Comisiones Obreras, con 25.000 euros cada uno, así como la Fundación Alternativas, que consigue 18.000 euros. Está claro que los socialistas hacen méritos para ganar el «cariño» de los sindicatos, como reclamaba hace poco el propio Rodríguez Zapatero. Los representantes de los trabajadores muestran una sorprendente pasividad ante una crisis económica de dimensiones históricas que sitúa la cifra de parados en un nivel dramático. La única respuesta de los líderes sindicales consiste en predicar paciencia -e incluso mansedumbre- ante la ineficacia gubernamental, mientras lanzan advertencias contra la oposición a propósito de una imaginaria amenaza de despido libre. Por supuesto, prefieren no enterarse del recorte efectivo de prestaciones sociales que practica el Gobierno, al tiempo que jalean la retórica sin contenido sobre un sedicente cambio del modelo productivo que no aporta ningún consuelo a los cuatro millones largos de parados y al conjunto de la sociedad. En todo caso, el responsable de UGT en Madrid afila sus armas sindicales contra el Ejecutivo que preside Esperanza Aguirre en una muestra significativa de sectarismo contra el adversario y servilismo hacia los amigos políticos.

El caso de la Fundación Alternativas, cercana ideológicamente al PSOE, ofrece algunas peculiaridades. Para empezar, el titular de la Secretaría de Estado que convoca y adjudica las ayudas, Diego López Garrido, forma parte del patronato de la Fundación, lo cual contradice el famoso «código de buen gobierno» aprobado hace tiempo a bombo y platillo, y refleja también la buena conciencia de algunos políticos cuando se trata de defender la propia causa a costa del interés general. Si el Ministerio de Asuntos Exteriores necesita asesoramiento sobre cómo abordar la futura presidencia española, sería mucho mejor que se centrara en expertos e instituciones independientes en lugar de hacer favores a los ya convencidos. Cabe esperar que los beneficiarios no se refugien en el argumento de que la cuantía de las ayudas es limitada porque, como es evidente, hablamos de dinero público que debe emplearse según criterios de objetividad y eficiencia, y porque muchos otros candidatos a obtener las ayudas no manejan ni mucho menos las generosas cantidades que sustentan al aparato sindical.

El Gobierno debe dar explicaciones para aclarar las circunstancias que concurren en la concesión de estas ayudas y, por supuesto, López Garrido tendrá que ofrecer argumentos muy convincentes si quiere justificar lo que, a primera vista, genera más de una suspicacia. También los responsables de UGT y Comisiones Obreras han de afrontar el reproche de la opinión pública ante la evidencia de que se dejan ganar para la causa del Gobierno sin atender a la legítima defensa del interés de los trabajadores.


ABC - Editorial

GOEBBELS Y LA ESCUELA DE BARCELONA. Por José García Domínguez

PSOE

«¿Quién le habría de decir a Leni Riefenstahl, tan elegante ella, tan distinguida ella, tan exquisita ella, que algún día se reencarnaría en Leire Pajín?»


En Mi lucha, prescribe Hitler con fría, indiferente lucidez: "Toda propaganda debe situar su nivel en el límite de las facultades del más limitado entre aquellos a quienes se dirige... La capacidad de asimilación de la masa es tan restringida como acotado su entendimiento; por lo demás, su falta de memoria es grande. En consecuencia, toda propaganda eficaz debe limitarse a algunos puntos fuertes y poco numerosos, e imponerlos a fuerza de fórmulas repetidas hasta que el último de los destinatarios sea capaz de captar la idea".


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Libertad Digital - Opinión

JUGANDO CON ANDALUCIA

EL presidente del Gobierno anunció ayer un plan especial para la recuperación económica de la comunidad andaluza con la denominación de «Andalucía sostenible». Según parece, se trata de la puesta en práctica del nuevo modelo productivo que defiende el Ejecutivo como alternativo al inmobiliario, basado en «energía eólica y solar». Si esta es la fórmula de Zapatero para combatir la altísima tasa de paro que atenaza a Andalucía, los andaluces deberían ir asumiendo que tienen crisis para mucho tiempo, tanto como el que ese milagroso modelo productivo empiece a funcionar. Ahora, el Gobierno ha impuesto el discurso de condena a la economía del «ladrillo», como si ésta no hubiera sido la causante directa de las buenas cifras de empleo y crecimiento que con tanta insistencia exhibía Rodríguez Zapatero. Lo que antes era fuente de riqueza hoy es culpable de todos los males, pero el Gobierno no se preocupó de cambiar el modelo productivo cuando regularizó a decenas de miles de inmigrantes, cuyo destino fue principalmente la construcción. Entonces el crecimiento económico era firme y «sostenible».

Las contradicciones del discurso socialista suben un peldaño con el anuncio de Zapatero para Andalucía. ¿Por qué sólo para Andalucía? El presidente persevera en fragmentar sus respuestas a la crisis. No hay visión nacional de la situación, sino adulación a los electores por razón del lugar en el que viven. Poco importa que el vicepresidente de Cooperación Territorial, Manuel Chaves, esté de gira para impulsar un nuevo sistema de financiación autonómica. Como una cuña intempestiva, Zapatero anuncia un plan privilegiado para Andalucía que hará que otras comunidades reclamen la misma atención política y el mismo compromiso financiero, cuando el Gobierno lo concrete. Porque, en efecto, el anuncio no tiene cifras, ni calendarios: es un quite a la ansiedad social provocada por el paro, y sólo implica por ahora que hará proliferar parques eólicos y solares, como si la economía de energías renovables fuera por sí sola suficiente para atajar el desempleo rampante y la caída de productividad. Todo apunta al nuevo golpe de efecto propagandístico de un PSOE sólo preocupado por la desmovilización de su electorado y que se presenta como si nada tuviera que ver con las estructuras económicas de un país que ha gobernado durante diecinueve de los últimos veintisiete años. Y si en algún territorio su responsabilidad es exclusiva y excluyente por la falta de progreso, ese es Andalucía, laboratorio, otra vez, de los experimentos del PSOE.


ABC - Editorial

LOS BROTES VERDES DEL SERVILISMO

«No sólo no están apareciendo los primeros brotes verdes en la economía sino que, si el PSOE prosigue con este despropósito planificador, nunca llegarán a salir. Lo único que ofrecen los socialistas es pobreza y servilismo.»

No caben demasiadas dudas de que el Ejecutivo de Zapatero ha ido dando peligrosos bandazos en su política económica. Hemos pasado en apenas un año del negacionismo más estrecho de la crisis a la urgente necesidad de reestructurar por decreto toda la economía. Es decir, hemos pasado de jurar que la economía estaba en perfecto estado a reconocer que ha colapsado y que es imprescindible reconvertirla de inmediato.

El problema no es ya la incapacidad e inutilidad del Gobierno que tales contradicciones dejan entrever; en realidad, el mayor problema es que si bien existe una contradicción interna entre ambas proposiciones, ellas no entran en contradicción con la estrategia política del PSOE, a saber, conservar e incrementar su poder.


En efecto, negar la crisis económica era la pose necesaria para ganar las elecciones generales de 2008. Admitir, como criticaba el PP, que España se encontraba al borde de una recesión de proporciones desconocidas era reconocer que Zapatero no había hecho nada durante la legislatura anterior para evitarla y que, por tanto, era corresponsable –como ciertamente lo era– de la catástrofe hacia la que nos dirigíamos; es decir, la mentira les sirvió para conservar el poder político.

En cambio, repetir continuamente que la economía española debe reestructurarse para recuperar un mínimo bienestar material es la postura adecuada para justificar hoy un incremento del intervencionismo y de las competencias del Gobierno. Dado que es urgente un "cambio de modelo" se asume que el único agente capaz de implementarlo es el Estado; en otras palabras, el dramatismo les sirve de base para ampliar el poder político.

Sin embargo, si bien es verdad que España necesita realizar ajustes en su estructura productiva, no es cierto que necesite cualquier tipo de ajustes. La idea de que lo importante es el cambio y no el tipo de cambio les sirve para justificar las mayores estupideces; pero si además Zapatero está ideológicamente obsesionado con que este cambio se oriente por imperativo legal hacia el ecologismo subvencionado y hacia la preponderancia de los sindicatos en la vida social, las estupideces se convierten en estupideces peligrosas para nuestra libertad y nuestra prosperidad.

Y es que, por un lado, querer cambiar la economía por ley es un objetivo abocado al fracaso, tal y como ilustran las economías socialistas en su expresión más extrema o tal y como lo plasma, a menor escala, la propia Andalucía en la que Zapatero ha prometido implantar sus primeras ocurrencias dirigistas.

Pocos sistemas, si es que hay alguno, serán tan empobrecedores como el socialismo y precisamente socialismo es lo que nos está vendiendo el presidente del Gobierno. Sus apuestas personales, como la inversión en energías renovables, sólo han logrado encarecer la electricidad y restar competitividad a nuestro tejido industrial; no deja de resultar inquietante que lo único que sepa y quiera ofrecer a estas alturas sean fracasos garantizados. En medio de una crisis no parece que sea lo más recomendable debilitar aun mas la economía.

El cambio de modelo que necesita España debe venir por parte de la propia sociedad: empresarios, capitalistas y trabajadores deben recolocarse en aquellas actividades que ofrezcan unos mayores márgenes de beneficio (producir lo más urgentemente necesitado al menor coste posible), un proceso que, si pretende tener éxito, en ningún caso puede estar dirigido por la Administración.

Por otro lado, la pretensión de cambiar por ley el "modelo productivo" de España también implica riesgos considerables para la libertad. El poder cuasi absoluto que requiere tal objetivo constituye el caldo de cultivo perfecto para la corrupción y para que sean los propios socialistas quienes controlen los centros de decisión de este país. Sólo faltaría que el PSOE pudiera nombrar a dedo a los empresarios españoles y, por tanto, decidir quiénes pueden trabajar y en qué pueden hacerlo. De ahí a una completa dependencia de los ciudadanos de la clemencia socialista (y, por tanto, a una total sumisión) hay sólo un paso.

En definitiva, no sólo no están apareciendo los primeros brotes verdes en la economía sino que, si el PSOE prosigue con este despropósito planificador, nunca llegarán a salir. Lo único que ofrecen los socialistas es pobreza y servilismo.

Libertad Digital - Editorial

LA MEMORIA HISTORICA Y LA TRANSICION. Por Ricardo García Cárcel

UNO de los estigmas, en los últimos años, asignados a la transición política española de la dictadura a la democracia y reiterados hasta el tópico, ha sido el del presunto pacto de silencio u olvido que la transición institucionalizó y que estaría generado por los miedos de una izquierda débil y alicorta en sus expectativas y de una derecha, presuntamente torticera, que quiso reproducirse en el poder pagando los menores costes posibles. En el marco del miedo escénico, de unos a las amenazas que representaban los restos del régimen agónico, de otros, al radicalismo nacionalista o al conflicto social, habría habido un acuerdo para la desmemoria de la historia reciente, un convenio lampedusista salpicado de prudencia y autocontroles a la hora de mirar atrás. El síndrome de la mujer de Lot. La idea del presunto pacto del olvido ya ha sido cuestionada desde distintos sectores ideológicos, por Alvarez Tardío, Stanley Payne o Santos Juliá. No pretendo, aquí y ahora, deshojar la margarita del recuerdo/olvido, ni debatir acerca de lo que se olvidó, sino precisar lo que se recordó, penetrar, en definitiva, en la memoria histórica que se elaboró en los años de la transición política española, la memoria de los hijos de los ganadores y perdedores de la guerra civil.

Una primera cuestión se impone. 1975 no supuso una cesura en el desarrollo de la historiografía española. Desde fines de los años sesenta y primeros setenta había habido cambios notables en la historiografía española. La historia social y económica, ya en su vertiente marxista más o menos escolástica (la influencia de Vilar o Tuñón de Lara fue fundamental) o en su vertiente de la escuela francesa de los Annales, estaba plenamente institucionalizada antes de 1975. El propio estudio de la guerra civil, desde una óptica no franquista, se inició pronto. La bandera de la reconciliación había sido enarbolada por la derecha y por la izquierda desde hacía mucho tiempo. De hecho, en el patético discurso de Azaña «Paz, piedad y perdón» de julio de 1938 está contenido buena parte del ideario reconciliatorio que haría suyo la Transición. Carlos Seco, hijo de un militar fusilado por Franco, al empezar la guerra, por lealtad a la República, escribió ya en 1961 un pionero análisis de la República y la Guerra Civil, que después se institucionalizará a través de su aporte sintético a la célebre Introducción a la Historia de España de la Editorial Teide. En esa temprana historiografía sobre la guerra civil no sólo encontramos antes de la muerte de Franco la abundante producción de Ricardo de la Cierva, vinculado al Servicio de Estudios de la Guerra de España del Ministerio de Información y Turismo de Fraga. En 1973 publicó Ramón Tamames, entonces miembro del Partido Comunista de España, el último volumen de la Historia de España de Alianza-Alfaguara. También antes de la muerte de Franco se rompió el malditismo que se había creado en torno al siglo XIX. El papel de Artola o Jover enterrando el presunto fatalismo del siglo XIX, fue fundamental. Si Julián Marías defendió la «vegetación del páramo» de 1940 a 1955 (muerte de Ortega) el páramo historiográfico en los años setenta ya no existía.

Y llegó la transición. El debate que se planteó, de entrada, fue el del valor y los límites de la historia. La historia como ejemplo a seguir o la historia como lastre a olvidar. No era una cuestión nueva. En las Cortes de Cádiz se había discutido acerca de si convenía fundamentar el proyecto de futuro en el pasado remoto -opción Jovellanos o Martínez Marina- o hacer borrón y cuenta nueva apoyándose en el «deber ser» -opción Flórez Estrada. Más adelante, a lo largo del siglo XIX se habían enfrentado fueristas y liberales, los primeros aferrándose a la fuerza de la tradición; los segundos, profundamente escépticos a una memoria que llevaba a cuestas demasiadas falsificaciones e invenciones. Balfour ha estudiado en los debates parlamentarios previos a la aprobación de la Constitución de 1978, las reservas y prevenciones que suscitaba la historia larga a Manuel Fraga: «es muy difícil saber en qué momento hay que empezar a echarse, digamos, a andar, porque algunos (el origen) lo pondrían en el asesinato de Prim y otros, quizás, en el destronamiento de Wamba». Preocupaba más la memoria histórica larga nacional incluso, que la herencia histórica reciente de la guerra civil.

La transición, en cualquier caso, rompió las inhibiciones previas y supuso un auténtico «boom» de historias de España, por primera vez, escritas con sensibilidad regionalista. La memoria histórica de España producida en la transición política buscó la revisión de las claves de lo que Stanley Payne ha llamado «el Gran Relato» del franquismo. Prosperó frente a la memoria épica de la Reconquista, del Imperio, del nacionalcatolicismo, columnas históricas en que se apoyó el franquismo, una memoria alternativa que evocaba a los perdedores. Se desató la pasión por los centenarios. 1978, el centenario del nacimiento de la Inquisición; 1988, el de la muerte de Carlos III; 1992, el de tantos hitos vinculados a 1492. Memoria voluntariamente discreta (uso del concepto de «encuentro» sustituyendo el de «descubrimiento» de América), un punto melancólica, que rememora pero que no celebra, que busca la lección del pasado para no repetir errores. Obsesionaba la idea del fracaso histórico, como el gran reto a superar. Se insertó la historia de España en el tránsito del feudalismo al capitalismo, a través del estudio de las peculiaridades del la revolución burguesa española. Los referentes históricos más presentes fueron el reformismo borbónico de Carlos III y la Restauración canovista, periodos de pactos estratégicos en tiempo de postguerra. Pero el gran objetivo de la memoria en la transición fue la superación de las dos míticas Españas. La transición no pactó el consenso de las dos Españas en el olvido, sino en el aprendizaje de la lección histórica: nunca más. Los dos grandes temas sobre los que se incidió, buscando enterrar el sectarismo fueron: la Inquisición y la guerra civil. El Santo Oficio como presunto punto de partida del foso histórico entre las dos Españas, la guerra civil como la gran prueba de la terrible continuidad de ese foso de separación.

Ambos hitos se insertaron en la historia cainita de nuestro país y se intentó digerir su impacto trágico, a partir de la desdramatización cuantitativa, devaluando las cifras tradicionalmente manejadas del número de procesados por la Inquisición (un máximo de 100.000) y de muertos en la guerra (unos 350.000 en total, 200.000 en las represiones, 150.000 en campaña). Ni Llorente ni Gironella. La guerra civil se diagnosticó como una locura trágica colectiva, especialmente dramática, más incluso que por sus muertos, porque pudo ser evitada, contra las tesis del fatalismo insuperable. Se relativizó el papel de las ayudas o insolidaridades internacionales, para inscribir la responsabilidad en el ejercicio autocrítico colectivo.

Acabó aquella transición y con ella la memoria con la que se construyó la transición, una memoria que estuvo siempre en guardia para evitar la repetibilidad de la historia reciente. La enfermedad de Alzheimer tristemente ha hecho añicos -en grados dispares de desarrollo-, la memoria de tres de los políticos que mayor protagonismo tuvieron en España desde el fin de la dictadura de Franco. Adolfo Suárez, el piloto de la transición, que procediendo del franquismo, supo conducir la nave del tránsito político en aguas procelosas. Jordi Solé Tura, uno de los artífices de la Constitución que, desde su formación originariamente comunista, participó en el cuestionamiento revisionista del estalinismo hasta convertirse en ministro de cultura de Felipe González. Pasqual Maragall, el catalán que soñó con españolizar Cataluña como alcalde de los Juegos Olímpicos de Barcelona y catalanizar España, como presidente de la Generalitat. Tres políticos que lucharon contra el peso de la historia para abrir futuros diferentes. Memorias rotas todas ellas por la enfermedad del olvido, por cansancio y por desgaste. Memorias astilladas como triste metáfora del olvido en el que hoy han caído los valores de aquella transición.

ABC - Opinión