martes, 16 de junio de 2009

Nace esRadio 99.1 FM Madrid



Federico Jiménez Losantos, Luis Herrero y César Vidal han presentado este martes esRadio, el nuevo proyecto radiofónico para la próxima temporada. Arrancará en septiembre en el 99.1 FM de Madrid, y en el resto de España a través de las emisoras que se vayan asociando. En Internet podrá seguirse en vivo desde la web http://www.esradio.fm

esRadio 99.1 FM Madrid

Federico Jiménez Losantos, César Vidal y Luis Herrero presentan esRadio

LA ENMIENDA. Por Hermann Tertsch

NO creo revelar un gran secreto si les digo que he tenido infinitas dificultades para soportar personal, política e intelectualmente al ya hoy lehendakari Patxi López. Es más, casi podría asegurar que mi animadversión hacia su actitud en el pasado hacia el Partido Popular y sobre todo las asociaciones de víctimas del terrorismo se acercó mucho a la que siempre he profesado a su antecesor, un personaje que no voy a entrar ahora en calificar porque el código penal rige para todos y al parecer últimamente un poquito más para los periodistas. Las mujeres supuestamente maltratadas pueden enviar con mentiras a la cárcel y a la ruina a sus maridos para montarse un divorcio conveniente y expeditivo pero algunos periodistas pagan hoy multas por decir no mentiras sino opiniones. Multas que los dejan tiesos a muchos de ellos pero ante todo cumplen la perfecta función de disuadir de la opinión. Cierto es que en Marruecos, Arabia Saudí o Irán te tratan peor. Pero lo cierto es que aquí la vocación intimidatoria de gobernantes y otros poderosos crece casi tanto como el paro. Aunque las amenazas sean siempre queridas y el desempleo un daño colateral del mundo de nuestro gran Alicia.

Pero aunque jamás dejaré de opinar por mucho que se me insulte por la calle, sí creo que es de buena lid reconocer los cambios de actitud que dignifican a quienes los hacen y a quienes los reconocen. Y, sinceramente, pocas cosas me han emocionado tanto últimamente como el encendido del pebetero de la Academia de Arkaute, una iniciativa que solo puedo atribuir al Lehendakari y por la que siempre le estaré agradecido. Entiendo este acto del domingo como un gesto de dignidad y grandeza que invita a la emulación. Hoy me acuerdo mucho menos de aquel Patxi López que se fue al hotel en Amara a buscarse apaños con los etarras. Que por supuesto no salieron. Hoy sufro menos con el recuerdo de aquellos gestos del hoy Lehendakari cuando Mariano Rajoy apareció en la capilla ardiente de un socialista asesinado. Creo en la enmienda, tanto en la mía como en la de Patxi López. Y creo que el acto de Arkaute es uno de esos gestos que tanto escasean en nuestra España y que en otros países con larga tradición democrática, véase el Reino Unido o Estados Unidos, forman parte de la vertebración moral de una sociedad sana. «Está cerca el día en el que no ocultaréis a vuestros vecinos que sois ertzainas». Bella frase que deseo repita Patxi López a todos los guardias civiles, policías nacionales, militares y funcionarios que hacen diariamente España en el País Vasco, acosados -ellos y sus familias. El día en que todos podamos decir quiénes somos en Euskadi a nuestros vecinos. Sin escolta o contravigilancia. Lo dicho, brindo aquí mi enmienda agradecida a Patxi López. Emocionado. La suya es mucho más importante.

ABC - Opinión

EL NACIONALISMO MANDA CALLAR. Por Cristina Losada

Galicia

«Queda retratado el modus operandi de la "normalización lingüística". Consiste en ignorar la voluntad de los afectados, de aquellos que otros, superiores, los ungidos, decidieron que debían ser "normalizados".»

Los nacionalistas gallegos, dados como otros a la escenografía truculenta, colocaron alguna vez en sus manifestaciones a un grupo de niños con carteles que denunciaban que se les quería quitar la lengua. Naturalmente, ellos querían quitarles la lengua a otros niños y así lo hicieron cuando gobernaron con los socialistas e implantaron de facto el monolingüismo en la enseñanza. Pero el afán lenguicida de los talibanes va más allá, como corresponde a su naturaleza. Ahora, su deseo, rabioso deseo, es que enmudezcan todos, niños y padres. Tienen auténtico terror a que expresen cuáles son sus preferencias en el asunto del idioma, incluso en formato tan alicorto como la consulta que estos días realiza el gobierno autonómico.


No se veía desde el Prestige una ola de indignación rugiente de tal tamaño y catadura. El nacionalismo está en pie de guerra ¡contra una encuesta! Movería a risa si no fuera por el hecho de que disponen de resortes –siempre subvencionados– para coaccionar a padres y alumnos. Una miríada de asociaciones, sindicatos y confederaciones, toda la aldea Potemkim levantada por el nacionalismo, se revuelve contra la posibilidad de que las familias puedan decir algo sobre el idioma en que han de estudiar sus hijos las asignaturas troncales. Queda retratado el modus operandi de la "normalización lingüística". Consiste en ignorar la voluntad de los afectados, de aquellos que otros, superiores, los ungidos, decidieron que debían ser "normalizados".

Un centenar de directores de colegios, convocados por el sindicato nacionalista CIG, se han negado a darles la palabra a los usuarios de sus centros. No distribuirán la encuesta. El presidente de una asociación de directores de colegios públicos dice que el Gobierno mejor haría en ocuparse de la calidad de la enseñanza. ¡Lo dice ahora! No durante los muchos años en que la prioridad de las autoridades educativas era asegurar el cumplimiento de las normas lingüísticas. Los inspectores no hacían otra cosa bajo el bipartito. Vigilar, espiar y amenazar para que ni una palabra de español contaminara las aulas.

Los Equipos de Normalización adjuntan a la encuesta un folleto que conmina a elegir la opción del gallego. Algunos directores hacen idéntica presión con cartas. El escenario de la coacción se completa con los atentados y amenazas contra Galicia Bilingüe a cargo del "brazo armado" de la imposición. El nacionalismo quiere ciudadanos mudos y sometidos, en esta ocasión igual que en todas. Esto es, no quiere ciudadanos. Y no puede quererlos: no reconoce derechos individuales. En procura de la "construcción nacional" sigue un procedimiento que bien se puede describir con una de sus expresiones favoritas: la doma y la castración. Mientras no esté bien domado y castrado, el pueblo deberá callar.

Libertad Digital - Opinión

A SESENTA AÑOS DE «1984». Por Valentí Puig

HACE sesenta años George Orwell escribía una novela que pensaba titular «El último hombre en Europa». Al final, eso fue «1984», la descripción única de un mundo totalitario en el que un Gran Hermano lo vigilaba todo. El totalitarismo soviético duró demasiado pero al fin cayó el muro de Berlín. En nuestra sociedad post-industrial, aunque pese a los antisistema, controlamos la tentación del Gran Hermano gracias al zapeo y la formalización del libre albedrío, entre otras cosas. La democracia no es una idolatría sino un método para limitar el poder y sustituir sus gestores -siempre transitorios- cuando lo decide la soberanía popular. Incluso en sus imperfecciones el sistema de un hombre un voto da prueba de su grandeza.

Si en «1984» la tecnología era el largo brazo del Gran Hermano ahora vemos como en internet tanto hay canales para el progreso como para la regresión, para los vínculos y las oportunidades, para informarse y para pervertir. Ese gran periodista que fue Orwell se admiraría de ver cómo en la confrontación civil que asoma en Irán el gobierno puede controlar el sistema mediático usual -expulsión de la BBC, por ejemplo- pero no la libre expresión de los «blogeros» y esa penúltima virguería de las comunicaciones que son los mensajes por el sistema Twitter. La fórmula ya orbita por el ciberespacio: «Tiananmen más Twitter igual a Teherán».

La de Irán es una situación altamente erizada por lo que hay que desear que no corra la sangre. A lo mejor las postfeministas occidentales captan ahora que en la pseudo-democracia de Ajmadinejad las mujeres son menos libres que en tiempos del Shá. Teocracia más política corruptora suman un alto riesgo de inflamación. En las principales ciudades iraníes las manifestaciones contra los resultados electorales se están convocando por SMS. Eso: «Tiananmen más Twitter igual a Teherán». En el Pekín de Tiananmen casi no había teléfonos móviles, Internet era para uso particular de la «nomenklatura» y la mensajería Twitter todavía era cosa de novelas de ciencia-ficción.

Poco puede la censura teocrática o post-totalitaria contra el «blog». Tomar una foto o filmar una secuencia y ponerla en «You Tube» nunca estuvo tan al alcance de tantos. Teherán intercepta transmisiones vía satélite y ataja el flujo informativo «online» pero es un Gran Hermano sin suficientes tentáculos como para obturar todo el correo electrónico. Por suerte, internet no estaba previsto en «1984» como instrumento totalitario. Puestos a lo peor, seríamos el antepenúltimo hombre de Europa.

Faltará unanimidad en la confirmación o negación de que las elecciones iraníes hayan sido manipuladas aunque no acaben siendo interpretadas como un golpe de Estado. Causa y efecto de esa incertidumbre es el grave descontento social debido a una inflación descomunal que Ajmadinejad pretendió acallar por el método siempre catastrófico de repartir dinero. Retirar a los manifestantes de la calle no va a ser fácil, salvo con derramamiento de sangre. También es cierto que en otras situaciones similares de concatenación semi-espontánea ha ocurrido que las cosas se iban calmando, pasando a otro nivel de incubación de la revuelta sin que el poder de Ajmadinejad deje de tener una buena porción del apoyo popular. Está claro que la revolución del ayatolá Jomeini -apoyada por afamados intelectuales europeos- no le hizo favor a Irán. Si aquella voz de la revolución teocrática entonces se propagó intensamente por casete, a lo mejor su derrumbe se agiliza por SMS y por esa prosa tan libre que flota por la blogosfera.

ABC - Opinión

MENSAJERO Y MENSAJE. Por Antonio Casado

Hace tiempo que el juez Garzón ya no está en el caso Gürtel. Así que el PP no puede culparle del horizonte penal de su tesorero, Luis Bárcenas, después de los últimos acontecimientos. También tiene muy difícil arremeter contra el fiscal después de haber alabado tanto su posición contraria al traslado del caso Gürtel al Tribunal Supremo al considerar insuficientes los indicios para imputar a los aforados Bárcenas y Merino.

Sin embargo, ahora que el fiscal sí ve esos indicios, después del consabido informe de la Agencia Tributaria, al PP no se le ocurre otra cosa que acusar al Gobierno de estar detrás del fiscal para desquitarse de la derrota electoral en las europeas porque Zapatero y compañía tienen muy mal perder, aún sabiendo que no hay nada nuevo en relación con la causa seguida en la Audiencia Nacional, primero, en el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, después, y ahora en el Tribunal Supremo, según parece estar a punto de ocurrir.


Extravagantes reacciones de la gente de Rajoy. Revelan escaso respeto al funcionamiento del Estado de Derecho y persisten en la mala práctica de atacar al mensajero, sea juez, fiscal o periodista, en vez de tomarse en serio el contenido del mensaje. O sea, la posibilidad de que altos cargos del PP, orgánicos e institucionales, hayan podido cometer uno o varios delitos.

Porque todos estamos sometidos al imperio de la ley. El juez Garzón, por supuesto, si el Tribunal Supremo cursa contra él una querella por supuesta prevaricación y el PP aplaude con las orejas. Vale. Pero eso alcanza también al tesorero del PP, al diputado Luis Merino o a los avispados alcaldes de ciertas localidades madrileñas, cuando son imputados por supuestos delitos fiscales, cohecho, tráfico de influencias y otros.

El "Mariano, vienen a por nosotros", que Esperanza Aguirre le dijo a Rajoy cuando estalló el caso Gürtel, es un enfoque tóxico del problema. La sindicación de ambos no debería servir para defenderse del acoso de los mensajeros, sino de los desaprensivos que usan las siglas del PP para quedarse con el dinero de los ciudadanos.

Todos compartimos la indignación del dirigente "popular" vasco, Antonio Basagoiti, cuando denunció la obscena diferencia entre los cargos del PP que se juegan la vida en Euskadi y los que se la ganan metiendo la mano en la caja. Desalojar a los elementos indeseables de un partido no es un síntoma de debilidad sino de fortaleza.

Aplíquese la enseñanza que se contiene en la fábula de la "manzana podrida", como terapia de grupo, y el grupo saldrá ganando, en vez de relacionar los problemas judiciales de Bárcenas y compañía con el mal perder de los socialistas. Valiente tontería.

Periodista Digital - Opinión

EL TESORERO DE RAJOY. Por José García Domínguez

Bárcenas

«Y es que si la hortericie contumaz viniera tipificada en el Código Penal, tanto Bárcenas como su cuate Lapuerta ya estarían cumpliendo condena entre rejas.»

"No es tanto patrimonio, yo tengo bastante más que él", acaba de rumiar cierto Álvaro Lapuerta, contable de oficio aunque alcornoque por vocación, al ser preguntado por esos tres millones y pico de euros que ha logrado ahorrar su sucesor, Luis Bárcenas, merced a la óptima administración de un sueldín mensual que le abona el PP . "Yo tengo bastante más"... ¿Acaso cabe testimonio más obsceno a propósito de esa burbuja autista donde habita la nomenklatura partitocrática y su corte de los milagros?


Y es que si la hortericie contumaz viniera tipificada en el Código Penal, tanto Bárcenas como su cuate Lapuerta ya estarían cumpliendo condena entre rejas. Pisazos en Marbella, apartamentos en Baqueira, los Mercedes más grandes que haiga, trescientos mil euros de nada en óleos y acuarelas, fajos de billetes de quinientos para arriba y para abajo, chulería de gallo ibérico, lenguas de trapo... Sólo falta que irrumpa en escena alguna parienta con el chándal y los tacones para tener el remake perfecto de aquella estética del trinque que hizo furor en tiempos de la cleptocracia felipista.

Un paralelismo, el que proyecta la prescrita memoria del senador Sala sobre el presente sub yúdice del senador Bárcenas, que va más allá de la estridencia plástica de ambos casos. Así, tanto en el affaire del delincuente Sala como en el del presunto delincuente Bárcenas, las Cortes han visto como se manchaba su nombre en beneficio del interés privado de dos de sus inquilinos circunstanciales. Sala, el jefe de Filesa, se aferró a la inmunidad senatorial como gato panza arriba; un uso torticero del acta idéntico al que pretende realizar el tesorero de Rajoy.

Porque la inmunidad, privilegio surgido en el siglo XVIII a fin de defender a los electos frente de la saña liberticida de monarcas y aspirantes a tiranos, no se inventó para salvar a Bárcenas de ser investigado por presuntos mangoneos con muy público dinero y muy privado beneficio. Así, la indecencia del senador al anunciar que entorpecerá la acción de la Justicia escondiéndose tras el escaño, contamina al Partido Popular. Sobre todo, a Rajoy, que liga su personal honorabilidad a la del subordinado mientras no lo cese y le exija renunciar al escaño.

En fin, el gallego sabrá por qué lo ampara.

Libertad Digital - Opinión

EL BADAJO DE GOMAESPUMA. Por M. Martín Ferrand

ÚLTIMAMENTE, el partido de Mariano Rajoy tiende a manifestarse, cuando no lo hace para referirse a la maldad de José Luis Rodríguez Zapatero, de manera tan torpe como hueca. La vaciedad de los mensajes es inquietante por lo que pueda tener de síntoma de otras y más profundas escaseces y malo parece que la elocuencia del silencio resulte más expresiva y brillante que lo que se dice por el mero hecho de no callar.

Soraya Sáenz de Santamaría acusa en las últimas semanas la fatiga que le ha producido un curso político pleno de acontecimientos; pero eso no es suficiente para justificar que, ante la situación judicial del tesorero popular, Luis Bárcenas, llegue a decirnos que si termina por resultar imputado por el Tribunal Supremo habrá que «actuar en consecuencia». Una declaración política para ser respetable y no descalificar a su emisor tiene que: a) tener algún contenido, b) señalar algo más enjundioso y cabal que la afirmación contraria, c) no parecer puerilmente obvia y d) no aparentar menosprecio para quienes puedan llegar a escucharla. ¿Debemos concluir que si Bárcenas no llega a ser imputado, el PP no actuará en consecuencia? En ese caso, ¿se limitará a no actuar o lo hará inconsecuentemente?


Supongo y deseo que Bárcenas sea tan inocente y virtuoso como María Goretti; pero, políticamente, es un personaje de difícil presentación. Su condición de senador por Cantabria, en donde no consta que haya estado nunca, le convierte en risible y habla del rigor de quienes le incluyeron en la candidatura, en pie de igualdad con Gonzalo Piñeiro, eficaz alcalde de Santander durante doce años. Mal están los diputados cuneros, pero llevar esa condición al Senado, al que se quiere prestigiar como Cámara territorial, es atentatorio contra el sistema.

Bárcenas es senador por Cantabria por la misma razón que pudiera ser representante en el Bundesrat alemán por Baden-Wurtemberg. El mismísimo presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, declaraba hacer un par de semanas en Punto Radio no haberle visto ni saludado nunca.

Eso, desde la perspectiva de Rajoy, ¿es obrar en consecuencia? No hay nada tan pretencioso como una gran campana de bronce con un badajo de gomaespuma, tal que la que repican los portavoces del PP en los últimos días. En lo que respecta a su tesorero tendrán que explicarnos, por lo menos, la razón de su presencia en el Senado.

ABC - Opinión

Rajoy, entre la presunción de inocencia y la manzana podrida. Por Antonio Casado

Rajoy dio la cara: “Si se probara que alguien ha hecho cosas que no son aceptables, actuaremos en consecuencia”. Hasta entonces, presunción de inocencia, prudencia, serenidad y defensa de la honorabilidad del PP. Amén. Ni un sólo pero a este discurso que, a diferencia de los firmados por otros dirigentes de su equipo, no practica la ira contra el mensajero ¿Sentará doctrina esta posición, expuesta ayer ante la Junta Directiva?

A ver si cunde el ejemplo entre quienes persisten en la mala práctica de atacar al mensajero, sea juez, fiscal o periodista, en vez de tomarse en serio el contenido del mensaje. O sea, la posibilidad de que altos cargos del PP, orgánicos e institucionales, hayan podido cometer uno o varios delitos, a la vista de los indicios detectados por el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad e Madrid en la conducta de Luis Bárcenas, senador y tesorero del partido, además del diputado Jesús Merino y el eurodiputado Gerardo Galeote (sólo por unos días). Los tres son aforados, y por eso las actuaciones han sido remitidas al Tribunal Supremo, el único que puede juzgarlos.

Es de suponer que Mariano Rajoy no comparte las extravagantes declaraciones de González Pons, Federico Trillo o Álvarez Cascos, acusando directamente al Gobierno de haber inspirado la remisión del caso Bárcenas, y lo que le cuelga, al Tribunal Supremo, como venganza por el revolcón electoral sufrido por los socialistas en las recientes elecciones europeas.

Vamos a suponer que Rajoy cree en el Estado de Derecho y en sus principios. La presunción de inocencia, por supuesto. Pero no sólo. También la igualdad ante la ley, tan coreada por su gente cuanto el Tribunal Supremo, no hace mucho tiempo, admitió a trámite una querella contra el juez Baltasar Garzón por un presunto delito de prevaricación. Vale. Pero eso alcanza también al tesorero del PP, Luis Bárcenas; al presidente valenciano, Francisco Camps; al diputado Jesús Merino, o a los avispados alcaldes de ciertas localidades madrileñas, cuando son imputados por supuestos delitos fiscales, cohecho, tráfico de influencias y otros. Ninguno de los nombrados es individuo de especie protegida frente a los rigores de la ley, que se sepa.

Una vez descontada la disposición de Rajoy a aplicar con carácter general su doctrina (a Bárcenas, pero también al juez Garzón, y al ministro Chaves, si se pudieran comparar los casos, aunque el PP hace meritorios esfuerzos para conseguirlo), llegamos a lo que a mi juicio es el fondo de la cuestión: la defensa de la honorabilidad del PP (o la del PSOE, en su caso, cuando está amenazada incluso desde dentro), a la que también se refirió Rajoy en su discurso de ayer ante la Junta Directiva.

En este punto nunca dejaré de evocar la indignación del líder del PP vasco, Antonio Basagoiti, cuando hace un par de meses denunció la obscena diferencia entre los cargos del partido que se juegan la vida en Euskadi y los que se la ganan metiendo la mano en la caja. Desalojar a los elementos indeseables no es un síntoma de debilidad sino de fortaleza. Aplíquese la fábula de la “manzana podrida” como terapia de grupo y el grupo saldrá ganando.

Eso es actuar en consecuencia, según el anuncio de Rajoy. Naturalmente, “si se demuestra que alguien ha hecho cosas inaceptables”. No sería la primera vez que alguien ha hecho cosas inaceptables en nombre de siglas honorables, como son las del PP, como son las del PSOE, pues claro.

el confidencial - Opinión

LOS MAYORDOMOS. Por Alfonso Ussía

Cosas que pasan

La ventaja de no ser ministro es que si se quiere y se puede, el contratar o no a un mayordomo no depende del Boletín Oficial del Estado. El BOE de 11 de junio, ha anulado la orden por la que se convocaban pruebas selectivas para buscar un mayordomo al servicio del ministro de Asuntos Exteriores. Zapatero es así. En lugar de enfadarse con Leire Pajín le quita el mayordomo a Moratinos. A partir de ahora, el ministro de Asuntos Exteriores se verá obligado a sacar el hielo y servirse él mismo el «wishky» del atardecielo. Dos mayordomos conozco inasequibles. Jeeves, el de Bertie Wooster, y Tomás, el del marqués de Sotoancho. El primero es consecuencia del talento literario de P. G. Wodehouse, y el segundo existe, pero no quiere abandonar «La Jaralera».


Allan Smith también crea un notable ayuda de cámara, Ferdinand, pero con un defecto que Moratinos no pasaría por alto. Al lavarlos, hacía tomates en los calcetines. No me gustaría como español, que nuestro canciller se paseara por el mundo con tomates en los calcetines. En Cuba, Venezuela, Bolivia y en algún aliado de las civilizaciones pasaría desapercibido, pero no en los Estados Unidos o el resto de Europa. Con Ghadafi tampoco existirían problemas, porque no usa calcetines, no por culpa de los tomates que les hace su mayordomo, sino por elemental guarrería.
Me figuro, y me conduelo al figurármela, la desagradable sorpresa que hirió a Moratinos al leer el BOE del 11 de junio. Un ministro de Exteriores sin mayordomo, pierde una barbaridad. Anthony Hopkins, formidable actor, firma un papel de mayordomo en la película «Lo que queda del día» que roza la perfección. Retrato de la clase alta británica minucioso y genial. En el supuesto cine español, cuando aparece un presumible aristócrata, le plantan en su salón una armadura. Así les va. Pero un ayuda de cámara como el que representa Hopkins, tampoco aceptaría servir a Moratinos, que es un ministro animoso, pero muy dado a sudar por el pescuezo. Entre la mayordomía existe un nivel muy alto de esnobismo, y el que sirve a señor con agobios manifiestos, pierde categoría en su selectiva profesión. El mayordomo es más que un secretario, es decir, el custodio de los secretos. Es una sombra discreta cuya principal misión no es otra que aliviar los defectos de la persona a quien sirve. Y todo eso se lo han quitado a Moratinos de un plumazo porque Zapatero está enfadado con Leire Pajín, cuando Leire Pajín lo único que ha hecho es montar una campaña electoral ridícula, sin entrar ni salir en las necesidades domésticas de Moratinos. La política lleva, en ocasiones, a tan altas cotas de injusticia, que es fácil responder a la pregunta de si merece la pena el sacrificio del servicio público. Y la respuesta, a todas luces lógica y evidente, es que no.

La ministra Bibiana Aído tampoco tiene mayordomo, pero el motivo es diferente. No lo quiere tener hasta que un comité de expertos –España se ha llenado de «Comités de Expertos»–, le resuelva su duda acerca de los mayordomos. Si son seres humanos o simplemente, seres vivos. Y así está la pobre, que no da de sí poniendo la lavadora, el friegaplatos, la cafetera y el microondas. Y en su Ministerio se nota, vaya si se nota.

Pero lo de Moratinos se me antoja una injusticia. Se ha equivocado usted de culpable y ha castigado a un inocente, Zapatero. Préstele un mayordomo. A usted le sobran.

La Razón - Opinión

LA HORA DEL SUPREMO

Rajoy arriesga todo al defender a su tesorero tras llegar la trama de corrupción al alto tribunal.

La llegada del caso Gürtel al Tribunal Supremo sólo parece haber sorprendido a la dirección nacional del Partido Popular. Y no tanto por haber sostenido hasta ahora la inocencia de algunos de sus militantes investigados por la justicia, como el tesorero y senador por Cantabria Luis Bárcenas, cuanto por haber visto una vez más desbaratada una línea de defensa que sólo ha consistido en cuestionar la independencia de los jueces y acusar de partidismo a la Fiscalía Anticorrupción.


Desde que la Audiencia Nacional adoptó las primeras diligencias sobre la trama de corrupción dirigida por Francisco Correa, el PP ha preferido cargar contra jueces y fiscales, cuando no escudarse en los resultados de las recientes elecciones europeas, antes que adoptar medidas contra sus militantes imputados o sometidos a investigación. Al menos, contra algunos de ellos, como el presidente valenciano Francisco Camps o su segundo en el partido, Ricardo Costa.

Rajoy reiteró ayer su confianza en que Bárcenas, además del diputado nacional Jesús Merino y del aún eurodiputado Gerardo Galeote, también mencionados en el auto del Tribunal Superior de Madrid, queden sin cargos tras la llegada del caso Gürtel al Supremo, que deberá pronunciarse sobre si asume o no la investigación. El líder del PP justificó su estrategia en el hecho de que ninguno de los tres parlamentarios ha sido imputado todavía y de que, por tanto, es preciso esperar a que los jueces adopten sus decisiones.

Pero es que la actuación de Rajoy no se ha guiado por un único criterio desde que la trama de corrupción que afecta al PP llegó a los tribunales. Los cargos electos y parlamentarios autonómicos imputados en Madrid fueron suspendidos de militancia, mientras que en Valencia han recibido un apoyo de la dirección nacional que parecía esconder un desafío a los tribunales. Habrá que aguardar, pues, a que se pronuncie el Supremo para comprobar cuál de las dos vías sigue el líder del PP con Bárcenas, Merino y Galeote, si finalmente los magistrados aprecian indicios para proceder contra ellos.

Por el momento, la trama de corrupción que investigan los tribunales sigue circunscrita a la actuación delictiva de unos empresarios y unos militantes más o menos destacados del PP. Pero la eventual implicación de Bárcenas empujaría al caso Gürtel por otros derroteros, en los que cobraría cuerpo la sombra que ha planeado sobre este episodio de corrupción desde sus inicios: la presunta financiación ilegal del principal partido de la oposición. De ahí que la cerrada defensa del tesorero Luis Bárcenas sea una arriesgadísima apuesta política para Rajoy. Si el Supremo desestima los indicios contra él que ha apreciado el Tribunal Superior de Madrid, el líder del PP la habrá ganado. Pero si, finalmente, los magistrados imputan a Bárcenas, la vehemencia con la que Rajoy ha defendido su inocencia podría transformarse en un reconocimiento indirecto de culpabilidad.

El País - Editorial

RAJOY NO TENDRA MAS REMEDIO QUE APARTAR A BARCENAS

Nuevos elementos incriminatorios y una decisión de imputación pendiente ante el Tribunal Supremo, obligan al PP a apartar a su tesorero Luis Bárcenas.

El JUEZ Antonio Pedreira elevó ayer al Tribunal Supremo una exposición razonada en la que considera que hay «indicios suficientes» y «posibilidad veraz» para imputar delitos de cohecho y fraude fiscal a Luis Bárcenas, senador y tesorero del PP. El juez acusa también al eurodiputado en funciones Gerardo Galeote y al diputado Jesús Merino.

Al Tribunal Supremo le corresponde ahora decidir si asume la instrucción del caso al tratarse de tres personas aforadas, pero no hay apenas dudas de que aceptará el criterio del juez del Tribunal Superior de Justicia de Madrid. En primer lugar, porque la petición del juez Pedreira está ahora respaldada por la Fiscalía Anticorrupción, que inicialmente no había visto indicios suficientes de delito.


En segundo lugar, por la aparición de nuevos elementos incriminatorios en un informe de la Agencia Tributaria, que concluye que Bárcenas eludió el pago de impuestos.

Y, en tercer lugar, porque los hechos consignados en el sumario abierto por Garzón son de la suficiente gravedad para que la Justicia los examine. Hay en la investigación judicial tres tipos de elementos incriminatorios: la referencia explícita de Correa en la que afirma que le entregó 1.000 millones de pesetas a Bárcenas, las profusas anotaciones de pagos de las empresas de la trama al tesorero del PP y los testimonios de tres antiguos empleados del propio Correa.

Según publicó EL MUNDO, el tesorero del PP ha acumulado un patrimonio inmobiliario de más de tres millones de euros. Entre sus posesiones, figura un chalé en Baqueira Beret, adquirido en 2008 y pagado con dos cheques bancarios de 300.000 euros cada uno. Bárcenas había sido investigado por la Policía por haber ingresado en el banco 330.000 euros en billetes de 500 euros. El tesorero del PP ha sido incapaz hasta ahora de dar una explicación convincente del origen de su patrimonio, que desde luego no puede ser fruto de los ingresos por su actividad política.

Si el Supremo considera que estos hechos constituyen base suficiente para imputarle, Bárcenas tendría que dimitir inmediatamente como tesorero y solicitar su baja temporal como militante. Pero si no lo hace, como él mismo ha proclamado, Rajoy tendría que apartarlo de forma inmediata de la dirección del PP y suspenderlo de militancia hasta que el asunto se aclare judicialmente.

Rajoy dijo ayer que actuará en consecuencia «si se probara que algún militante del PP ha hecho cosas que no son aceptables». No hace falta que se prueben judicialmente, basta el hecho de la imputación por el Supremo para que Bárcenas no pueda seguir en un cargo que requiere una persona fuera de toda sospecha. Por otro lado, el cohecho está castigado con penas de cárcel e inhabilitación, por lo que Rajoy ya no tendría nada que hacer si su tesorero es condenado.

En un intento de defenderle, Álvaro Lapuerta, su predecesor, afirmó que él tiene «mucho más patrimonio» que Bárcenas. Se trata de una salida de pata de banco porque Lapuerta no está incurso en ningún proceso judicial. Tampoco procede la interesada comparación de las responsabilidades de Bárcenas con las de Francisco Camps, ya que la gravedad de la conductas y de las acusaciones de la Justicia son muy distintas. Una cosa es haber aceptado elevados sobornos para enriquecerse y otra no haber pagado tres trajes regalados por un amigo.

Mariano Rajoy no tiene otra alternativa que apartar de la dirección a una persona como Bárcenas que va a ser acusada de gravísimos cargos y sobre la que pesan serios y numerosos indicios de delito.

El Mundo - Editorial

CON O SIN PACTO, LAS PENSIONES HACEN AGUAS

«Cualquiera con un mínimo de sentido común lo sabe, incluida la casta política, primera interesada en mantener a flote un tinglado clientelar muy jugoso y muy rentable en votos.»

La estafa piramidal del sistema de reparto de pensiones vuelve a hacer aguas. Ha pasado más de una década desde que se cerró en falso un debate necesario y, ahora ya, inaplazable. Ni los gobiernos del PP ni, naturalmente, los del PSOE han querido entrar durante los años de bonanza en este tema y toca ahora pagar la factura con todos los recargos. El Gobierno actual, el del pleno empleo y la prosperidad infinita, se encuentra frente a un problema de difícil solución y que, más tarde o más temprano, le va a obligar a tomar decisiones drásticas, poco populares y que van en contra de una de sus bolsas predilectas de voto cautivo.


Nuestro sistema de pensiones es de reparto, es decir, la pensión de los jubilados no proviene del ahorro sino de las rentas que en ese momento están generando los asalariados. Se produce así una sistemática y forzosa transferencia de renta entre la base de la pirámide, los trabajadores, y la cúspide de la misma, los jubilados. El sistema es disparatado desde un punto de vista teórico, pero ha fascinado siempre a los políticos de todos los partidos, que se han servido de él para hacer propaganda de una presunta justicia social al tiempo que lo usaban como munición política una y otra vez.

A raíz del abuso que Felipe González hizo de las pensiones durante sus años de Gobierno, utilizándolas como arma electoral arrojadiza para atemorizar a los votantes de la tercera edad, se suscribió el llamado Pacto de Toledo. Aspiraba a consensuar los cambios en el sistema entre los distintos grupos políticos. Aspiraba también a perpetuar el fondo de pensiones conforme a una reglas que permitiesen hacerlo sostenible en el futuro. Y, sobre todo, aspiraba a que la cuestión de las pensiones dejase de ser para siempre el martillo pilón con el que los partidos se sacudían en cada convocatoria electoral.

Como era de esperar, el Pacto de Toledo no ha conseguido nada de lo anteriormente expuesto. Se firmó en 1995 y se puso en marcha durante la primera legislatura de Aznar, pero el sistema ha cambiado poco y sigue siendo un armatoste insostenible y condenado al colapso en cuanto la pirámide se invierta o en cuanto la base de la pirámide pierda algo de anchura. En las próximas dos décadas nos vamos a encontrar con ambas contingencias. Por un lado, la natalidad en España es muy reducida, de modo que los que ingresarán en el sistema serán cada vez menos mientras que los que perciban de él serán cada vez más. Por otro, la depresión económica en la que estamos sumidos ha contraído –y contraerá aún más– la base de cotización.

Con el envejecimiento progresivo de la población y ante un panorama laboral que apunta ya a los cinco millones de parados, sólo cabe una reforma que es, probablemente, la que se disponen a efectuar ahora. Esta consiste en bajar las pensiones, aumentar la cotización o en ambas cosas a la vez. Con este remache la pirámide puede aguantar unos cuantos años más, pero en algún momento de los próximos 20 años terminará por venirse abajo por falta de cotizantes exprimidos hasta el último céntimo y exceso de beneficiarios mal retribuidos; será el momento de volver a parchear el sistema, aumentando las cotizaciones y reduciendo aún más las pensiones. Cualquiera con un mínimo de sentido común lo sabe, incluida la casta política, primera interesada en mantener a flote un tinglado clientelar muy jugoso y muy rentable en votos. Por eso, a pesar de lo obvio, nadie aboga por la única reforma posible del sistema que es la privatización del mismo devolviendo a la sociedad civil lo que nunca debió salir de ella.

Libertad Digital - Editorial

TOSER Y CALLAR. Por Ignacio Camacho

A los parados españoles ya no les va a quedar ni el consuelo de echarse un pitillo porque el Gobierno ha subido el tabaco para poder seguir pagándoles el subsidio. También se lo ha subido a los que tienen empleo, claro está, pero a éstos al menos la deflación les proporciona un relativo buen pasar, aunque sea consecuencia de la crisis que está empujando a millones de personas fuera del mercado laboral. La subida de las gasolinas importa menos a los desempleados porque no tienen a dónde ir, pero fumar debería ser, en ciertas circunstancias, un derecho humano; hasta a los condenados a muerte se les concedía un último cigarro al pie del cadalso. Para esos sentenciados a la muerte civil que es el paro tendría que regir el derecho a lanzar unas caladas a solas creyéndose Bogart o el vaquero de Marlboro, que por cierto eran dos tipos que tenían trabajo. Aunque ambos acabasen muriendo de cáncer.

La subida del tabaco no es sólo una medida impopular, sino antipopular, porque perjudica directamente a los que carecen de mejor desahogo. El Gobierno socialdemócrata debe sufrir al respecto mala conciencia porque ha justificado el asunto con el consabido mantra sanitario, pero el argumento no cuela porque si la gente dejase de comprar cigarrillos el Estado se quedaría sin recaudar la plata que necesita a corto plazo para cubrir el disparado gasto asistencial. Mientras ven el modo de subir los impuestos directos, que es lo que nos espera más pronto que tarde, las autoridades han echado mano del mecanismo más inmediato, aun a sabiendas de que fastidia uno de los pocos solaces de la clase trabajadora, de ese español que sufre, tose y calla, como escribió Umbral una vez que Felipe González, agobiado por la crisis de los noventa, también decidió buscar recursos en el fondo de las pitilleras del pueblo soberano.

En la Inglaterra de Tony Blair, un ministro laborista se rebeló contra las políticas antitabaco porque le parecía reaccionario y elitista privar a la gente humilde del mínimo derecho de consolarse de su adversidad con un pitillo, y consideraba una hipocresía preocuparse de la salud de los desfavorecidos antes que de su bienestar social. Más hipócrita resulta cobrarles el subsidio por vía indirecta, cuando lo que les sucede a tantos ciudadanos en la España de hoy es que ya no les alcanza el dinero ni para ese pequeño vicio individual; en los estancos ha crecido exponencialmente la venta de picadura y papel de liar, el último recurso del fumador en quiebra que sólo quiere emporcarse un poco los pulmones a falta de mejores alicientes con los que administrar su ocio forzoso. Fumar es malo, sí, y acorta las expectativas de vida; pero se trata de un mal momento para privar a las víctimas de la crisis del derecho a anestesiar un poco su zozobra. Y encima diciéndoles que es por su bien.

ABC - Opinión

Electric Light Orchestra - Midnight Blue