jueves, 2 de julio de 2009

Los sucesivos escándalos le cuestan el cargo a Alberto Saiz, jefe del CNI.

Los sucesivos escándalos le han costado el puesto. El director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Alberto Saiz, ha presentado su dimisión. El general Félix Sanz Roldán, ex JEMAD -Jefe del Estado Mayor de la Defensa-, sustituirá a Saiz al frente de los servicios de Inteligencia españoles a propuesta de la ministra de Defensa. Un hombre de la total confianza de Carme Chacón sustituye a Saiz, una apuesta personal del propio ZP que ha hecho aguas.

La dimisión de Saiz se produce después de la polémica suscitada por las denuncias de varios agentes y mandos del CNI que, según informó el diario El Mundo, le acusaban de utilizar los medios de los servicios de Inteligencia para beneficio propio, así como de contratar a familiares y amigos.

Alberto Saiz negó esas acusaciones en sendas comparecencias parlamentarias, una ante la Comisión de Defensa, el pasado 20 de mayo, y otra ante la Comisión de secretos Oficiales, el pasado 24 de junio.

EL GENERAL SANZ ROLDÁN, EL SUSTITUTO

El que fuera Jefe del Estado Mayor de la Defensa entre 2004 y 2008 y hasta ahora Alto Representante para la Presidencia española de la UE, Félix Sanz Roldán, ha sido elegido nuevo director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI).

Félix Sanz Roldán será a partir de ahora el nuevo sustituto de Saiz al frente del servicio de inteligencia.

Hace justamente un año, la ministra de Defensa, Carme Chacón anunció la remodelación de la cúpula militar. Sanz Roldán, que hasta entonces era el Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) desde 2004, fue sustituido en el cargo por el teniente general del Aire José Julio Rodríguez Fernández.

Desde entonces y hasta ahora, Sanz Roldán ha sido el Alto Representante para la Presidencia Española de la UE, un cargo que tiene dependencia directa de la Jefatura del Gobierno.

Así, desde hoy, Roldán asume una nueva etapa en dentro del Centro Nacional de Inteligencia que en los últimos días ha vivido una gran polémica por la presunta utilización de fondos públicos para fines privados del hasta ahora director del servicio, Alberto Saiz.

Periodista Digital

La alianza de PSC y CIU consuma la secesión lingüística en Cataluña

ZP y Montilla han firmado otro experimento demencial de centrifugación del Estado. En esta tropelía, los socialistas han servido de dóciles compañeros de viaje al nacionalismo catalán. Se ha consumado la impudicia y el Parlamento de Cataluña ha aprobado su ley educativa, la primera que concede autonomía absoluta a esta Comunidad para gestionar su modelo de enseñanza y veta la tercera hora de castellano en los colegios.

Cataluña se independiza de España en materia educativa al implantar un modelo monolingüe en las escuelas y relegar el castellano al mismo nivel que el inglés o una lengua extranjera. Ni 'El País' ni 'Público' titulan con esta importante noticia. El segundo se decanta por la escenificación de ayer en Moncloa tras la reunión de Patxi López con Zapatero en un ambiente de lo más saludable, con los árboles del Palacio de la Moncloa como bucólico escenario. 'El País' reactiva, como tema de apertura, la trama de espionaje de Madrid, que se desmontó con documentos.

El texto ha sido aprobado con el apoyo de PSC y ERC y con la complicidad del principal grupo de la oposición (CiU), mientras que ICV, el tercer socio de triunvirato catalán, se desmarcó oficialmente de la propuesta evidenciando la desunión del Ejecutivo de Montilla en cuestiones de primer orden político. Tampoco avalaron la normativa, que libera a Cataluña del cumplimiento de las sentencias emitidas (TSJC y TS) en materia lingüística, PPC y C´s.

"ESTA ES UNA LEY DE PAÍS"

Ernest Maragall, consejero de Educación y artífice del texto, se jactó ayer de que «ésta es una ley de país». En parecidos términos, se expresó Josep Maria Freixanet, diputado de ERC, que aseguró que con la ley «se construye el Estado catalán» y se fomenta el sentimiento de pertenencia a Cataluña.

Más alto y más claro no se puede decir porque los diputados nacionalistas de CiU y ERC no reivindicaron que la nueva norma vaya a suponer una mejor enseñanza para los ciudadanos sino que hicieron hincapié en lo que les interesa de verdad: que servirá para avanzar en sus objetivos políticos secesionistas. Así lo establecen los principios que inspiran su contenido, entre los que figura «servir a la construcción nacional de Cataluña», lo que recuerda mucho la asignatura franquista llamada gráficamente Formación del Espíritu Nacional.

De entrada, la Ley de Educación niega a los padres el derecho a elegir lengua para escolarizar a sus hijos, lo que venía siendo una práctica constante pero no figuraba en ninguna disposición legal. Y ello a pesar de la sentencia del Tribunal Supremo que, en diciembre del año pasado, falló que las autoridades educativas tienen que ofrecer formularios para que los padres elijan en qué lengua quieren escolarizar a sus hijos porque se trata de un derecho amparado en la Constitución.

IGNORAN AL SUPREMO

Los promotores de la norma no sólo han ignorado esta resolución del Supremo sino que han desobedecido la obligatoriedad de las tres horas de enseñanza en castellano, establecidas por el Gobierno de la nación, que ya anunció hace tiempo que recurriría si se consumaba el desafío. El Ejecutivo de Zapatero debería ser coherente y recurrir no solamente este aspecto parcial de la ley sino prácticamente su totalidad. Pero lógicamente no lo va a hacer porque está preso del apoyo parlamentario de los diputados del PSC en el Congreso.

Se comprende que el nacionalismo esté hoy exultante, pero el sumiso Montilla debería mostrarse abochornado por una ley que, al amparo del nefasto Estatuto de Cataluña, fomenta la desigualdad de los catalanes y viola derechos fundamentales protegidos por la Constitución.

Periodista Digital

'Aló presidente' a la española en RNE

Lo de los medios públicos es insoportable. Encargados de pasar la mano por el lomo del amo, las radios y televisiones de titularidad pública dedican horas a adular a la autoridad competente. RNE lo hace con Zapatero y los suyos. Este jueves estaba todo preparado para que el presidente estuviera en los micrófonos de la radio nacional para lucirse por "los buenos datos" del paro. Mejores incluso de lo que interesadamente habían filtrado desde Moncloa, fíjete usted. Juan Ramón Lucas ha estado en su lugar... al lado de ZP. Como un 'Aló presidente' a la española, vaya.

Juan Ramón Lucas ha estado en el Palacio de La Moncloa junto a Zapatero. Han hablado del cierre de la central nuclear de Garoña y de crisis económica. Pero, -¡oh, casualidad!- los "buenos datos del paro" han centrado la conversación entre el periodista de la radio pública y el presidente del Gobierno.

El presidente del Gobierno ha señalado que "estamos ante uno de los mejores meses de junio de la historia con respecto al descenso del paro" y, aunque ha apelado a la prudencia, ha destacado que "las medidas del Gobierno están teniendo efecto" y hay "indicios positivos" de mejora de la crisis económica.

Muy bien. No ha sido más que la guinda a una estrategia mediática planeada desde Moncloa y a la que servilmente se ha prestado Radio Nacional de España -¿la de todos?-. Horas antes de saberse perfectamente el dato, se filtró una cifra errónea para que este jueves por la mañana el presidente del Gobierno pudiera lucirse en vivo y en directo en la radio pública -luego los telediario redoblarán el efecto- de los resultados no buenos sino buenísimos.

Preguntado por el descenso del paro en el mes de junio en 55.250 personas, ha dicho que es un "buen dato". La fuerte inversión pública y las medidas de apoyo a sectores concretos (como el automóvil) han sido claves, según el presidente, para avanzar hacia la recuperación económica.

"Ya dije que las medidas necesitaban meses y así ha sido", ha afirmado el presidente, para quien las previsiones "no son magia" y "en muchas ocasiones se rompen".

Las albricias que ha cantado Zapatero, ayudado por Juan Ramón Lucas, no menguan la realidad: El paro ha crecido un 49,1% interanual: 1,2 millones más de desempleados. Durante dos meses el batacazo se ha moderado a cuenta de ingentes cantidades de dinero -sacado del bolsillo de todos los españoles -que muchos expertos ven contraproducente. La estacionalidad y el llamado Plan E están dando un poco de aire a los españoles que se amontonan en las filas del INEM. ¿Pero se ha acabado lo malo? ¿Qué pasará cuando se acaba el Plan E y los miles de trabajadores vuelvan a la situación de desempleo? ¿Más dinero público? Zapatero, por si acaso, avisa:
"No tenemos ninguna intención de subir los impuestos, si hubiese que tomar alguna medida coyuntural será muy moderada".
Periodista Digital

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La Vanguardia y El Periódico saludan con alborozo la imposición del catalán... ¡en español!

El régimen nacional-socialista de Cataluña ha expulsado el castellano de la Educación. Lo ha hecho por ley y lo ha blindado. Sólo el PP y Ciutadans han votado en contra. Con esta norma se veta la tercera hora de castellano. Esta imposición es recibida por La Vanguardia y El Periódico con alborozo... en español. ¿Por qué no piden esta misma imposición para el derecho a la información? Periódicos en catalán por obligación, lo mismo que con la Educación, ¿por qué no?

ZP y Montilla han firmado otro experimento demencial de centrifugación del Estado. En esta tropelía, los socialistas han servido de dóciles compañeros de viaje al nacionalismo catalán. Se ha consumado la impudicia y el Parlamento de Cataluña ha aprobado su ley educativa, la primera que concede autonomía absoluta a esta Comunidad para gestionar su modelo de enseñanza y veta la tercera hora de castellano en los colegios.

Esta tropelía no despierta ni frío ni calor en El País y Público, pese a la relevancia del hecho. En La Vanguardia y El Periódico -éste sí que cuenta con una edición en catalán- el calor con el que reciben la noticia es evidente.

Así abre el periódico del grupo Godó:
"Catalunya blinda con un amplio apoyo la ley educativa. La norma nace con el respaldo del 75% de los diputados (CiU, PSC y ERC). Montilla y Mas solemnizan el pacto para subrayar su intención de perdurar".
El editorial de El Periódico -'Una ley básica y singular'- se muestra igual de entusiasta:
"Lo sustantivo es que la ley obliga a la Generalitat a un formidable esfuerzo inversor en educación –del actual 2,7% del PIB al 6% en ocho años– y consagra el principio de autonomía de los centros. El amplísimo apoyo parlamentario a la LEC invita al optimismo sobre su aplicación, aunque ahora, como subraya el conseller Maragall, falta algo imprescindible y ante lo que es legítimo ser más escéptico: una mayor implicación de las familias en la formación escolar de sus hijos".
Este extraordinario regocijo con el que reciben la norma los diarios catalanes choca con el hecho esencial de que ellos muestran su alborozo ... ¡en castellano! ¿Por qué no promueven una ley igual para el derecho a la información? ¿No son igualmente derechos fundamentales?

Periodista Digital

Putsch en catalá. Por Hermann Tertsch

LA verdad es que somos un país de coña del que nos podríamos reír todos mucho si las gracias no llegaran preñadas de miseria, mezquindad o tragedia. Como tenemos gobernando a generaciones de políticos surgidos de las más oscuras madrigueras de la ignorancia, que no tienen la más remota idea de lo que es un Estado de Derecho, aquí cada cual se hace de su capa un sayo y después a tirar millas. No son ya solo trileros de la cosa pública, son procaces salteadores de los caminos de la ley y del derecho. Son los mismos que se escandalizan porque todas las instituciones constitucionales hondureñas -y por desgracia también muy a destiempo el ejército- se hayan levantado contra los intentos de golpe de estado del presidente hondureño Zelaya. Pero no debe extrañar porque los golpistas vocacionales son ellos y las leyes fundamentales les traen al pairo. Quienes ignoran las leyes fundamentales, aquí, en Barcelona y en Tegucigalpa, son golpistas. Quienes están aboliendo la Constitución española en Cataluña no son otra cosa. Y el paso dado ayer en el parlamento catalán con su ley de educación no es otra cosa. Un putsch no tiene necesariamente que verse escenificado con la detención de Víctor Jara. Un golpe puede ser sangriento o no. Y cuando no lo es puede tener consecuencias trágicas más tardías. Pero quienes violan las leyes básicas con la contumacia con la que lo hace la mayoría socialista nacionalista o a la inversa en Cataluña son tan putschistas como su héroe Companys.

Ese es el término justo y exacto para definirlos. Lo grave es que quienes tienen la máxima responsabilidad de poner coto a tanta barbaridad y a ese golpe de estado permanente llevan varios años siendo cómplices necesarios de los putschistas. En la mayoría de los periódicos digitales españoles aparecía ayer como una noticia «normal» el hecho de la aprobación por parte de un Gobierno regional español de una ley que viola la constitución, desprecia las sentencias del Tribunal Supremo de España y se mofa de los derechos de millones de españoles que viven en esa región nororiental de nuestra patria que se llama Cataluña.

Es una vergüenza, es una coña como ya hemos dicho, pero sobre todo es una terrible afrenta a las leyes democráticas de nuestro Estado de Derecho que se ha construido, desde el final de la dictadura con honradez, esfuerzo e ilusión de muchos millones de españoles e innumerables políticos y funcionarios decentes. Es una vergüenza infinita que el Tribunal Constitucional de España, en un acto de permanente e interminable desprecio a la ciudadanía española, todavía no haya aclarado las mil sospechas de inconstitucionalidad de un Estatuto catalán que se está desarrollando por vía de hechos consumados en su mayoría irreversibles. Es un escándalo, es una indignidad y es una traición a la constitución que por conveniencias de mezquindad política partidista el Estado de Derecho haya hecho absoluta dejación de su deber de defender a la ciudadanía frente a los nuevos caciques del nacionalismo socialista. Llámenlo como quieran.

ABC - Opinión

El salto a la fama de FAES. Por Cristina Losada

Galicia

«Los guardianes de las esencias han de preservar la irracional tiniebla para cultivar el hongo del victimismo. Su objetivo no es, qué tontería, debatir ni rebatir, sino hacer de FAES el sacaúntos con el que se asusta a los niños gallegos.»

La fundación que preside José María Aznar ha contraído una deuda con socialistas y nacionalistas galaicos. Es muy posible que nadie, incluidos los militantes y cuadros del Partido Popular, le haya prestado nunca tanta atención a la FAES como los sagaces dirigentes de los dos partidos recientemente derrotados. Están haciendo un gran trabajo. De seguir así, lograrán que el think tank del PP llegue a ser tan conocido en Galicia como el presentador del programa de variedades más longevo de la tele autonómica. Toda una proeza si se considera que esos semilleros de ideas no suelen disponer siquiera de los quince minutos de fama.


Gracias al tenaz esfuerzo del PSdG y el BNG, la fundación del PP está obteniendo, gratis total, una publicidad impagable. Su nombre está en boca de todos. Resuena día sí, día no en el parlamento y aparece con envidiable frecuencia en periódicos, tertulias y debates. Y esa notoriedad se la debe FAES a un artículo que publicó del filólogo gallego Andrés Freire. La pieza se ha convertido en argumento principal de la oposición, un destino del que pueden vanagloriarse pocos articulistas. Cosa distinta, claro, es que vaya a ser leída. No quieren eso las huestes del difunto bipartito. Y para evitarlo han hecho una labor propia de un Reader’s Digest de factura staliniana. El texto de Freire es paseado por el escenario político y mediático como un artículo "contra el gallego", un "ataque al gallego", "las tesis antigallegas de FAES" y hasta ha dado pie a que se alumbrara una equiparación de FAES con ETA.

Como es costumbre, el autor ha gozado de un derecho de réplica tan limitado como ilimitadas han sido las distorsiones que se han hecho de su pieza. Los guardianes de las esencias han de preservar la irracional tiniebla para cultivar el hongo del victimismo. Su objetivo no es, qué tontería, debatir ni rebatir, sino hacer de FAES el sacaúntos con el que se asusta a los niños gallegos. Y en esa tarea han encontrado un aliado en el propio gobierno de Feijóo, que incapaz de hacer frente a la presión, ha optado por ceder a ella. Su consejero de Educación, Jesús Vázquez, respondía días atrás a la pregunta de un socialista sobre el ya célebre artículo, que él y su departamento no comparten "manifestaciones a título personal contra el gallego". Qué arrojo intelectual, qué valentía. Pero, sobre todo, qué sumisa aceptación de las falacias del adversario. Los hay que se entregan atados.

LIbertad Digital - Opinión

Prietas las filas. Por M. Martín Ferrand

POSTRADOS se ven los ánimos del PP tras los ejercicios espirituales de sus líderes en La Granja de San Ildefonso. En esta ocasión, en lugar de correr las fuentes han galopado los dimes y los diretes. No hay reunión de rabadanes en la que no caiga un cordero, un poco para saciar el apetito de los convocados y un mucho para demostrar autoridad frente a los pastores y zagales que tienen bajo su mando. El poder sólo existe cuando se ejerce. Su potencialidad es mera entelequia y únicamente la plasmación de sus efectos realza la figura de los poderosos. De ahí la debilidad que, en ocasiones, aparenta Mariano Rajoy.

El PP cierra filas junto a Rajoy para enfrentarse al problema que significa Luis Bárcenas. No sé muy bien, a estas alturas, lo que significa eso de «prietas las filas»; pero, sea el orden cerrado o abierto, un tesorero en veremos es un grave daño para una formación política. Independientemente de lo que dilucide y determine el Tribunal Supremo, donde tienden a cronometrar con un calendario, el «caso Bárcenas» es un desgaste para el PP que ha incrementado sus efectos dañinos por la calma rajoyana con la que tratan el problema.

Supongo la inocencia de Bárcenas; pero no es, sólo, cuestión de inocencia o culpabilidad lo que el PP tiene en sus manos. La apariencia es, en la vida pública, tanto o más que la virtud y, de hecho, la caterva gubernamental que encabeza José Luis Rodríguez Zapatero es muestra de lo que digo: la propaganda y el aliño han conseguido imbuirnos a todos de que son lo que se dice y no lo que parecen. Bárcenas, salga con barba o resulte lampiño, es una vía de desgaste frente a la opinión pública. Rajoy no debe condenarle antes de que los hagan los tribunales, si es que llegan a hacerlo; pero tampoco es cosa de tenerle expuesto en la hornacina de los mártires por la causa del centro.

La gestión de los conflictos internos, inevitables en un grupo que es el de mayor número de militantes entre todos los partidos europeos, es la mejor medida que pueden tener los votantes de la potencialidad de gobierno que albergan sus líderes. Y debe decirse que, en los diferentes casos de aparente corrupción que tanto jalea del PSOE, el PP viene mostrando una escasa capacidad de respuesta. Dejar pasar el tiempo, con la esperanza del olvido, nunca funciona. La mala intención siempre consigue que germine la buena memoria hostil.

ABC - Opinión

El español, por fin, ilegal. Por José García Domínguez

Cataluña

«A partir de ahora, el español gozará de menor consideración jurídica en las aulas de Montilla que el urdú o el árabe, idiomas ambos de uso reconocido y amparado por la Generalidad.»


Desde hace apenas unas horas, la prosaica orden administrativa que prohibía utilizar el español como herramienta docente en Cataluña ha sido promovida al solemne rango de ley formal. Lo que nunca se atrevió a hacer Pujol, elevar a la dignidad de mandato parlamentario la sorda persecución del idioma que fue común, acaban de consumarlo sus genuinos herederos, los nacionalistas con mácula pero sin complejos del PSC. Se acabó para siempre, pues, tanto aquella mísera tercera hora de castellano jamás impartida, como la muy teórica potestad de reclamar instrucción primaria en la lengua materna; también, huelga decirlo, toda esperanza. Así, a partir de ahora, el español gozará de menor consideración jurídica en las aulas de Montilla que el urdú o el árabe, idiomas ambos de uso reconocido y amparado por la Generalidad, si bien en horario extraescolar. En la práctica, no obstante, nada nuevo.


Curioso, desconcertante laboratorio de experimentación sociológica, la Cataluña posconstitucional del Tripartito. La mitad de la población se presta dócil y gustosa a aculturizarse, renunciando de grado a su propia lengua en pos de una quimérica lengua propia. Al punto de que algunos parecen ansiar la diglosia con idéntico fervor que los islamistas el martirio. Es el peaje histórico que los hijos se creen llamados a pagar por el pecado de los padres: haber "desnacionalizado" la tierra prometida con el fatal injerto de su gramática parda durante los años sesenta del siglo pasado. Imposible comprender la alegre impunidad electoral de los liberticidas sin saber de esa patología colectiva.

A su vez, la otra mitad del censo, no menos enajenada si cabe, pretende que sus vástagos sabrán mantenerse inmunes y ajenos a esa lógica oculta que explica el uso social de todas las lenguas que en el mundo han sido, a saber, la necesidad. Autistas, contemplan indiferentes el exilio forzado del castellano, en la absurda, pueril certeza de que el mercado no acabará por imponérselo de grado o a la fuerza. De ahí que, pobres víctimas de sí mismos, algunos ya reclamen el derecho a "vivir plenamente en catalán". Algo así como el equivalente gramático a, en nombre de la libertad, exigir un paisaje urbano limpio de negros, judíos y gitanos.

Libertad Digital - Opinión

Ahorrar por no consumir

LA tasa de ahorro de las familias españolas se situó en el primer trimestre del 2009 en el 7,9 por ciento, casi 5 puntos por encima del mismo periodo en el año anterior. Los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística revelan que dicha tasa se encuentra ahora en más del 14 por ciento de la renta disponible, el nivel más alto de una serie que se elabora desde el año 2000. Como es notorio, estamos ante un efecto directo de la crisis, producto de un reflejo psicológico que repercute negativamente en la inversión y en el consumo. Los españoles tienen miedo a la situación económica y el Gobierno no consigue transmitir confianza por mucho que hable de «brotes verdes» o que mejoren coyunturalmente algunos datos. La gente guarda lo que tiene ante el temor a que las cosas vayan a peor, especialmente en aquellos hogares donde el paro es ya una trágica realidad o amenaza a quienes todavía conservan el empleo. En estas condiciones, se crea un círculo vicioso que reduce el consumo de aquellos bienes que no son estrictamente imprescindibles y prolonga -a veces en exceso- la vida útil de determinados productos que necesitan una renovación periódica. De este modo se pierde, claro está, calidad de vida pero además se hace imposible una reactivación del consumo, situando a muchas pequeñas y medianas empresas ante al opción dramática de cesar en su actividad comercial o industrial.

He aquí una de las razones para que los precios mantengan una tendencia a la baja que alcanza ya dimensiones preocupantes en la medida en que responde a una fuerte contracción de la demanda. Los posibles compradores se lo piensan dos o más veces y las familias con menor poder adquisitivo hacen incluso un esfuerzo suplementario de ahorro con el fin de asegurar a medio plazo un mínimo vital. Nadie parece confiar en las promesas del Gobierno sobre ayudas excepcionales o en previsiones optimistas sin ningún fundamento. En definitiva, la caída del consumo en un 3,6 por ciento durante el periodo de referencia es la causa de un incremento del ahorro que el Ejecutivo debería analizar en términos realistas. La gente hace de la necesidad virtud, porque nadie confía en un equipo económico desbordado por las circunstancias y mucho menos en un presidente del Gobierno cuyas promesas suenan a retórica sin contenido para la gran mayoría de los españoles. En este contexto, un dato en apariencia positivo se transforma en un síntoma de la percepción muy negativa que tienen las familias sobre sus posibilidades de salir adelante en los próximos tiempos.

ABC - Editorial

Zelaya debe volver para ser destituido legalmente

LA TORPEZA de los militares hondureños al expulsar a Manuel Zelaya ha abocado al país a un callejón sin salida. Desde el momento en el que abortaron la posibilidad de deponer al presidente por los cauces democráticos por su ilegal intento de reformar la Constitución han convertido a Zelaya en un mártir, cuando había hecho méritos suficientes para pasar por ser un villano. El error del golpe militar ha provocado que países que están en las antípodas, como EEUU o Venezuela, se pongan de acuerdo en apoyar a Zelaya. Éste ha anunciado que el próximo fin de semana volverá a Honduras, lo que pone en una situación muy complicada al nuevo Gobierno. Regresará, además, con la bendición de la OEA, que ha dado a Tegucigalpa un plazo de 72 horas para restablecerle en sus funciones. Si Zelaya es detenido, como se anuncia, Honduras podría ser expulsada de esta institución, lo que aumentaría el aislamiento internacional del país. La única solución es que se cumpla la ley: que se permita el regreso de Zelaya a la Presidencia y se inicie el proceso para su destitución.

El Mundo - Editorial

El Irak que deja Estados Unidos

LOS iraquíes están celebrando con legítima satisfacción el comienzo de la retirada de tropas norteamericanas. Seis años después de la invasión y el derrocamiento del dictador Sadam Husein, el balance tiene más luces que sombras y, sobre todo, permite concebir una clara esperanza de futuro de un país regido por principios democráticos, próspero y pacífico en una zona del mundo donde estas características por desgracia no abundan. Efectivamente, en el periodo de ocupación se cometieron muchos errores y sobre el horizonte más próximo se ciernen todavía graves peligros, pero no se puede negar que la situación en Irak mejora y que la inmensa mayoría de sus líderes están dedicados a la legítima confrontación político-electoral, en lugar de seguir matándose entre ellos. De hecho, la violencia que sigue siendo la principal amenaza para el futuro del país se ha reducido y proviene esencialmente de factores exógenos con escasa relación con la política interna. En realidad, Irak se puede definir en estos momentos como una democracia balbuceante, amenazada por el terrorismo procedente esencialmente de dos fuentes: Al Qaeda, que se infiltra desde Siria, y desde el vecino Irán en forma de armas y explosivos para manipular a grupos chiíes.

La Administración norteamericana del presidente Barack Obama comete un error al ignorar la efeméride, de la que los norteamericanos deberían sentirse más orgulloson que avergonzados. A fin y al cabo, el Irak de Nuri al Maliki es hoy el régimen más parecido que existe al ideal que el presidente norteamericano diseñó en su discurso a los musulmanes pronunciado desde El Cairo. Un espacio de democracia es el mejor camino para tratar de resolver aspectos históricamente tan complejos como la convivencia entre árabes y kurdos, entre chiíes y suníes, para construir en suma un futuro mejor para todos y un ejemplo para los vecinos de esta convulsa región. Se puede decir que aquella «misión cumplida» de George Bush unos meses después de la campaña militar acabó siendo escandalosamente prematuro, aunque ahora su sucesor haría bien en abandonar esta ambivalencia estéril, que recuerda más al candidato opositor que fue que al estadista que le corresponde ser, puesto que si los soldados se retiran, Washington no debería dar por terminado su papel, sino seguir ayudando a que las esperanzas germinen.

Las sombras de este cuadro no son pequeñas, en primer lugar porque todo este proceso no ha tenido lugar sin víctimas, de la violencia, primero de Sadam Husein, de la guerra y del caos que siguió o de los abusos en lugares de infausta memoria. Pero frente a este dolor se alza la realidad de un país que está recuperándose a pasos agigantados y que recobra su plena soberanía, incluyendo la del petróleo. Aquellos que denunciaban que todo el objeto de la invasión norteamericana obedecía al intento de controlar las fuentes de energía, deberían reconocer que se equivocaron. Por desgracia, también se equivocaron los que pensaban que se producirían soluciones inmediatas para la seguridad del mundo, porque la inestabilidad en aquella zona viene de muchos focos, empezando por el régimen teocrático de Irán.

ABC - Editorial

Una ley que aleja a Cataluña de España

El nacionalismo catalán se ha apuntado uno de sus mayores éxitos políticos con esta Ley de Educación, que consagra la lengua catalana como lengua vehicular.

SI UNA IMAGEN vale en ocasiones más que mil palabras, eso sucede con las fotografías que publicamos hoy en nuestra portada en las que se puede ver como Artur Mas, líder de CiU, marca el camino y el terreno con su dedo a José Montilla, presidente de la Generalitat.

Ambos dirigentes se habían citado en la sede de la institución para transmitir una imagen de consenso en la aprobación de la Ley de Educación, pactada por los dos grandes partidos de Cataluña y refrendada ayer por el Parlament. Pero lo que en realidad ha sucedido, como reflejan metafóricamente las fotos, es que Montilla ha servido de dócil compañero de viaje al nacionalismo catalán, que se ha apuntado uno de sus mayores éxitos políticos con esta norma que consagra a la lengua catalana como lengua vehicular única en la enseñanza.


No cabe mayor contraste entre esta escena de sumisión de Montilla a los nacionalistas y la otra imagen que hoy recogemos todos los medios de comunicación, en la que Zapatero y Patxi López se esfuerzan en transmitir desde La Moncloa un mensaje de unidad y defensa de los valores constitucionales. O sea, lo opuesto al proyecto político del tripartito que lidera el PSC.

Mayor esquizofrenia no cabe porque si en el País Vasco se avanza en la lucha contra ETA tras desalojar al nacionalismo separatista del poder, puede decirse sin exageración que, desde hoy, Cataluña se independiza de España en materia educativa al implantar un modelo monolingüe en las escuelas y relegar el castellano al mismo nivel que el inglés o una lengua extranjera.

Ernest Maragall, consejero de Educación y artífice del texto, se jactó ayer de que «ésta es una ley de país». En parecidos términos, se expresó Josep Maria Freixanet, diputado de ERC, que aseguró que con la ley «se construye el Estado catalán» y se fomenta el sentimiento de pertenencia a Cataluña.

Más alto y más claro no se puede decir porque los diputados nacionalistas de CiU y ERC no reivindicaron que la nueva norma vaya a suponer una mejor enseñanza para los ciudadanos sino que hicieron hincapié en lo que les interesa de verdad: que servirá para avanzar en sus objetivos políticos secesionistas. Así lo establecen los principios que inspiran su contenido, entre los que figura «servir a la construcción nacional de Cataluña», lo que recuerda mucho la asignatura franquista llamada gráficamente Formación del Espíritu Nacional.

De entrada, la Ley de Educación niega a los padres el derecho a elegir lengua para escolarizar a sus hijos, lo que venía siendo una práctica constante pero no figuraba en ninguna disposición legal. Y ello a pesar de la sentencia del Tribunal Supremo que, en diciembre del año pasado, falló que las autoridades educativas tienen que ofrecer formularios para que los padres elijan en qué lengua quieren escolarizar a sus hijos porque se trata de un derecho amparado en la Constitución.

Los promotores de la norma no sólo han ignorado esta resolución del Supremo sino que han desobedecido la obligatoriedad de las tres horas de enseñanza en castellano, establecidas por el Gobierno de la nación, que ya anunció hace tiempo que recurriría si se consumaba el desafío. El Ejecutivo de Zapatero debería ser coherente y recurrir no solamente este aspecto parcial de la ley sino prácticamente su totalidad. Pero lógicamente no lo va a hacer porque está preso del apoyo parlamentario de los diputados del PSC en el Congreso.

Se comprende que el nacionalismo esté hoy exultante, pero el sumiso Montilla debería mostrarse abochornado por una ley que, al amparo del nefasto Estatuto de Cataluña, fomenta la desigualdad de los catalanes y viola derechos fundamentales protegidos por la Constitución.

El Mundo - Editorial

El listo de Tegucigalpa. Por Alfonso Rojo

El duelo el sol está fijado en la pista del aeropuerto de Toncontín, pero no estoy seguro de que Manuel Zelaya acuda a la cita. Ni hoy ni en las próximas 72 horas. Si lo hace, el ex presidente hondureño no acudirá en pijama, como llegó a Costa Rica hace cuatro días. Aparecerá vestido de terrateniente -con botas y un sombrero Stetson- y escoltado, entre otros, por José Miguel Insulza, secretario general de la OEA. Hugo Chávez -figura clave en este vodevil- se ha descolgado de la comitiva.

Vista la reacción de la OEA, la ONU y la UE cuesta oponerse a la teoría dominante, pero lo mejor que podría hacer Zelaya es aprovechar la inmerecida fama adquirida estos días, instalarse en Caracas y vivir del cuento. Seguro que Correa, Morales y Ortega le invitan a sus fiestas.

Abundan quienes deciden cuál es el bando «malo» en cuanto atisban un uniforme, pero seamos serios. Aquí, el culpable es Zelaya.

El tipo, ranchero y rico de familia, no es precisamente un genio.Fue él quien se empeñó en alterar la Constitución, para eliminar la norma que prohíbe la reelección presidencial, siguiendo el ejemplo de Chávez, su financiador petrolero.

Cuando el Congreso, donde el Partido Liberal al que pertenece Zelaya tiene mayoría, votó en contra, ordenó al jefe del Estado Mayor que movilizara la tropa para garantizar la consulta. Cuando el general manifestó sus dudas, lo destituyó. La Corte Suprema restituyó en su cargo al militar y poco después, el Tribunal Supremo Electoral dictaminó que el presidente no tiene atribuciones para convocar ese referéndum.

Zelaya no se dio por enterado. Lo prudente hubiera sido dejarlo seguir y que se estrellara en las urnas, pero jueces, congresistas y militares decidieron mandarlo al extranjero.

Si finalmente se presenta en Tegucigalpa, le darán un buen susto y lo volverán a echar. En noviembre habrá elecciones, como ha prometido su sucesor, y todo seguirá más o menos igual.

ABC - Opinión

Lenguas contra Libertades. Por Antonio Martín Beaumont

El Parlamento de Cataluña ha votado no ya usar, sino abusar de su autonomía. Son los efectos de un recurrido Estatut aparcado en el Tribunal Constitucional. Una cosa es que las comunidades tengan competencias transferidas del Estado. Otra, que usen su autonomía para levantar barreras en España. Montilla ha decidido que la educación en Cataluña será distinta al resto del país. Lo de menos es a qué lengua beneficie. Lo grave es que se recorta la libertad. Con la nueva normativa del socialismo catalán desaparece la tercera hora de castellano para los niños catalanes. No se trata de una opción, sino de una exigencia. Durante la Transición los nacionalismos argumentaron que «sus» lenguas corrían peligro. Y fueron promocionadas. Ahora podría pensarse que en Cataluña el español, la lengua de todos, está en peligro, con menos horas en las clases que el catalán y el inglés. Sin embargo, no creo que peligre el castellano. Es la lengua más usada en Cataluña. Lo que Montilla pone en peligro -con Zapatero mirando para otro lado- es la libertad. ¿Por qué negar a las familias el derecho a decidir cómo educar a sus hijos? El PSC, apoyado por el nacionalismo catalán, muestra su rostro excluyente. El verdadero peligro no es para las lenguas, que por otro lado ni tienen derechos ni están para arrojárselas unos contra otros, sino para la libertad de los catalanes.

La Razón - Opinión

El chavismo en Honduras. Por Sergio Santamaria Santigosa

No sé si estaré en lo correcto, pero tengo la impresión de que la comunidad internacional se ha precipitado a la hora de valorar lo sucedido en Honduras. Desde un punto de vista democrático, nadie puede negar el carácter legítimo de la presidencia de Zelaya, ahora bien, eso no le habilita para hacer y deshacer a su antojo el régimen constitucional hondureño, máxime cuando lo que la reforma proponía, vía referéndum, era iniciar la revolución bolivariana en ese país, abanderando el caudillismo demagógico y dictatorial que va extendiéndose por América Latina. La máxima magistratura de un Estado democrático también está sometida a los dictados de la ley y a los garantes de su correcta interpretación y aplicación, es decir, el poder judicial, y si no me equivoco, la Corte Suprema de Honduras dictaminó la ilegalidad de la consulta porque de facto podía suponer un golpe institucional desde la propia institución presidencial. Se trataba de seguir los pasos de Chaves, Morales, Correa, Ortega y demás "libertadores" de nuevo cuño que proliferan por Hispanoamérica. Por eso, sin legitimar la asonada militar por lo que tiene de antidemocrático, cabía pararle los pies a Zelaya; lo que sucede es que el cauce escogido ha sido inadecuado, pues deslegitima la honesta acción en defensa de las libertades y garantías, puestas en peligro por el presidente.

La vía del impeachment prevista en la Carta Magna hondureña en su artículo 375 que garantiza la inviolabilidad de la Constitución, hubiera sido la más acertada, puesto que el traslado del presidente a Costa Rica contraviene lo dispuesto en su artículo 102, que prohíbe la expatriación o entrega a un Estado extranjero de cualquier ciudadano hondureño.

Salvar la democracia impone a los salvadores someterse a sus designios. Ésa debe ser la vía por la que opte la comunidad internacional, porque defender la mera restitución en el cargo de Zelaya para que desborde las leyes legítimas de Honduras supondría respaldar el golpe de Estado que desde dentro aquél pretendía.

El País - Opinión

La ilegalidad del español en España

«Hace unos días un ex dirigente de CDC propuso una "declaración unilateral de independencia de Cataluña y luego ver qué pasa". La aprobación de esta Ley de Educación que proscribe el español en la enseñanza no hace sino adelantarnos lo que pasaría: nada.»

El Parlamento de Cataluña acaba de aprobar, con el respaldo de los socialistas y de los nacionalistas y con el voto en contra del PP y de Ciudadanos, la nueva Ley de Educación de Cataluña por la que se blinda la imposición del catalán como única lengua posible en la enseñanza. Se eleva así a rango de ley lo que no es sino una práctica liberticida que desde hace décadas se lleva a cabo en Cataluña para mayor gloria de su "construcción nacional". La Generalitat ya venía incumpliendo las sentencias del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña y del Tribunal Supremo que exigían, en concordancia de la Ley de Política Lingüística de 1999, la oferta de la educación en castellano para la enseñanza infantil y primaria. La nueva ley aprobada este miércoles lo que hace, en este sentido, es dar cobertura jurídica a las conculcaciones de unos derechos que en Cataluña ya se venían sucediendo de hecho.


Ahora bien, por mucho que no suponga una novedad, resulta vergonzoso que la oposición de los sindicatos de docentes se haya dirigido, sin embargo, contra el que es, posiblemente, el único aspecto positivo de esta normativa liberticida: el mayor poder que otorga a las direcciones y la mayor autonomía de los centros en el terreno organizativo, pedagógico y de gestión de recursos humanos y materiales. Por mucho que esa autonomía se quede coja si no va acompañada, a su vez, de una mayor autonomía de los padres a la hora de decidir qué centro de enseñanza quieren para sus hijos, más prioritaria es todavía la libertad de los padres para elegir en qué lengua aprenden sus hijos.

Resulta delirante que en una parte de España no se pueda estudiar en español, siendo el castellano la lengua materna de más de la mitad de los catalanes y una de las lenguas más habladas del planeta. Además de la aberración pedagógica, representa por encima de todo una fragrante vulneración de los derechos individuales de los catalanes y un claro atentado a la Constitución.

El respaldo del Ejecutivo de Zapatero a esta normativa que fractura a nuestra nación como Estado de Derecho no es sino una nueva muestra de envilecimiento de un gobierno que, por no desairar a sus aliados nacionalistas, no ha tenido empacho en respaldar un estatuto soberanista que proclama a Cataluña como nación.

Hace unos días, el que fuera dirigente de Convergencia Democrática de Cataluña, Enric Canela, propuso que el parlamento catalán hiciera una "declaración unilateral de independencia de Cataluña y luego ver qué pasa". La aprobación de esta liberticida Ley de Educación que proscribe el español en la enseñanza no hace sino adelantarnos la respuesta de lo que pasaría: nada. Poco importa que en España haya una supuesta Ley de leyes que preserva los derechos individuales de los ciudadanos y que proclama el derecho y el deber de todos los españoles a usar y conocer el español. Poco importa que exista un Tribunal Constitucional que supuestamente vele para que una ley de rango inferior –como es, o debería ser, toda ley autonómica–, no vulnere los preceptos de la Carta Magna. Aquí no pasa nada. La independencia de Cataluña se ejercita de hecho. A este paso sólo es cuestión de tiempo que también se proclame de derecho.

Libertad Digital - Editorial

Irán: en busca del apocalipsis. Por Rafael L. Bardají

Con la despiadada represión de sus opositores, el carpetazo al fraude electoral y la legitimación del segundo mandato para Mahamud Ahmadinejad, la República Islámica de Irán ha sellado su destino. Y de no hacer nada en contra, también el nuestro. En estos días se han librado dos batallas en Irán cuyos resultados definirán el futuro de Irán, de la región y del mundo entero. Y en ambas batallas, nuestros intereses, los de los valores de la libertad, la tolerancia y la convivencia pacífica, han salido derrotados. De manera evidente, en las calles de Teherán, donde los manifestantes que empezaron su protesta contra un evidente fraude electoral, fueron progresivamente haciendo ver claramente sus deseos por un cambio más profundo, por una vida libre de las imposiciones rigoristas de los ayatolas. Desgraciadamente los instrumentos represores a disposición del régimen islámico y la pasividad occidental ante sus desmanes, han acabado una vez más con todo atisbo de cambio. Los demócratas iraníes han perdido porque el mundo democrático les ha abandonado frente a la tiranía. Con el tiempo se recuperarán, porque nada hay más poderoso que la idea de la libertad, pero está por ver que recuperen la confianza en nosotros, los que hemos preferido hablar con la barbarie a apostar por el cambio.

La segunda batalla se ha desarrollado en un segundo plano, pero no por ello ha sido menos importante y ha enfrentado a clérigos tradicionalistas con la nueva casta emergente cuya máxima expresión es el presidente Ahmadinejad. Aunque a nuestros ojos parezca paradójico, el duelo se libra entre los clérigos de Qom que se han beneficiado en lo personal de la revolución islámica de 1979, y los guardianes de la revolución, personajes volcados en la protección de la revolución misma y su exportación al otras zonas del mundo. Para éstos, con Ahmadinejad a la cabeza, los clérigos se han vuelto blandos y corruptos y su obligación es devolver el espíritu ascético y radical de Jomeini treinta años después de la primera revolución y veinte años tras su muerte. Y quienes han salido vencedores son precisamente estos, quienes reviven el fantasma de Jomeini.

Si alguien había albergado alguna esperanza de una nueva relación con el Irán de los ayatolas, más le valdría despertar a la cruda realidad. El Irán creado por Jomeini hace ahora treinta años, no es un régimen como cualquier otro. Algo que los occidentales tendemos a olvidar con frecuencia. Es un régimen teocrático, fundamentalista y revolucionario. Y, en ese sentido, es irreformable en sus estructuras e incorregible en su naturaleza. Ahora bien, la victoria ha tenido un precio.

Tres son las consecuencias inmediatas de la continuidad de Ahmadinejad, como bien sabemos, un radical iluminado que espera la venida del Mahdi, el duodécimo Imán y el triunfo del Islam a través del caos y la violencia y que cree sinceramente que él está llamado a acelerarlo. La primera, reconocer que el buenismo y la actitud de conciliación con el régimen de Teherán sólo conduce al fracaso. Obama estaba equivocado cuando pensaba que bastaría con tender su mano para que las cosas cambiasen en Teherán; como los europeos lo estaban al confiar en que el radical e iluminado Mahamud Ahmadinejad fuera vencido en las urnas por el aparentemente más moderado Mir Hosein Musavi; o como lo han estado muchos corazones al imaginar que las acusaciones de fraude electoral terminarían con un recuento contrario a Ahmadinejad o en la repetición de las elecciones presidenciales.

Y es que, empachados de buenismo, es fácil hacerse ilusiones sobre Irán. La realidad es bien distinta: la República Islámica de Irán no es un régimen como cualquier otro. Es un régimen teocrático, fundamentalista y revolucionario. Y, en ese sentido, es irreformable en sus estructuras e incorregible en su naturaleza. Jomeini lo creó hace ahora treinta años para hacer realidad la ley coránica sobre la Tierra y el espíritu de Jomeini lo sigue inspirando. Ahí están los guardianes de la revolución para asegurar que las reformas son imposibles. De hecho, Ahmadinejad representa el triunfo de una elite que prefiere la confrontación al acomodo.

El segundo problema tiene que ver con la ambición nuclear de Irán. En buena medida Ahmadinejad es popular entre los iraníes por su defensa del programa atómico y nada puede hacerle pensar que tiene ahora que abandonarlo. Ha amenazado reiteradamente a Israel y nada le ha sucedido; ha interferido cuanto ha querido en Irak, donde de hecho Irán estuvo en guerra abierta con las fuerzas americanas y británicas, y ni Washington ni Londres movieron un dedo en su contra; está presente en Afganistán complicando la seguridad de ese país y amenazando con su ayuda a las tropas de la coalición, pero tampoco se le ha castigado por ello. Y acaba de renovar su mandato sobre un baño de sangre y todo lo que oye es una débil protesta internacionañ y el gran deseo de los americanos de entablar conversaciones con él ¿Por qué cambiar ahora, además, cuando se observan por primera vez importantes divergencias entre la Casa Blanca y el gobierno en Jerusalén?

De hecho, en todos estos días en los que la atención mundial miraba con esperanza las manifestaciones a favor de un cambio real en Irán, Jamenei, Ahmadinejad y los suyos han continuado con el programa atómico como si nada, anunciando, incluso, el plazo de finalización de la central de Busher gracias a la ayuda rusa. Y por lo que sabemos a través de la Agencia de la energía atómica de Viena, las centrifugadoras no han cesado en el enriquecimiento de uranio. Si todo sigue como hasta ahora, a finales de año Irán tendrá suficiente uranio enriquecido para poder fabricar su primera bomba si así lo quiere. Y lo quiere.

La tercera consecuencia podría sernos de mayor utilidad si fuéramos capaces de extraer las lecciones apropiadas: por lo que se ha visto con esta crisis en la calles y por lo que no se ha visto de las bambalinas, es posible afirmar hoy que el régimen de lo ayatolas no tiene por qué eternizarse y puede muy bien caer como cayó hace ahora veinte años el muro de Berlín cuando nadie se lo esperaba. Pero para que Musavi pueda elevarse a la estatura de Gorbachov se necesita un Ronald Reagan entre nosotros. Y no lo hay. Mientras el presidente americano y sus socios de la UE primen el diálogo y la negociación sobre el cambio de régimen, ni habrá negociación seria, ni cambio de régimen. Pensar otra cosa es simplemente una vana ilusión.

Si a través de los foros internacionales y las promesas de una nueva relación se les da la legitimidad que claramente ya han perdido en casa, no sólo se estará cometiendo una abominación moral y un crimen político, sino que la comunidad occidental se estará poniendo ella misma la soga al cuello, pues si los líderes iraníes quieren la bomba es, sobre todo, para garantizar su revolución islámica, cosa que pasa inexorablemente por el apoyo y manejo a su antojo de grupos tales como Hizbolá en el Líbano o Hamas en Gaza; por la desestabilización generalizada del Golfo; y por la confrontación con Occidente.

Hasta anteayer podíamos haber elegido entre el cambio y el Apocalipsis. Con Ahmadinejad hemos escogido el Apocalipsis. Pero tenemos tiempo para cambiar y optar por acabar con él, su bomba y sus secuaces. Bastaría con quererlo de verdad.

ABC - Opinión