sábado, 4 de julio de 2009

Entrevista a José María Aznar en La Hora de Federico - 02/07/2009

La sentencia de Rubalcaba. Por M. Martín Ferrand

SI nos atenemos a las apariencias, algo fundamental cuando se habla de política, el más eficaz entre los ministros del Gobierno actual es Alfredo Pérez Rubalcaba. Le ha tocado bailar con las más feas -ETA y la inseguridad ciudadana en tiempos de crisis económica- y lo hace con el garbo de Fred Astaire, sin descomponer la figura y sin más aspavientos que los justitos. Podría decirse, incluso, que no merece formar parte de un equipo en el que sus compañeros más notables sólo consiguen brillar por sus ausencias y compiten en la magnitud de sus despropósitos.

A Rubalcaba se le notan la experiencia y la formación científica. Es químico y no suele andarse por las ramas barrocas de la retórica. Está instalado en el laconismo. Su juicio sobre el relevo del risible Alberto Saiz al frente del Centro Nacional de Inteligencia es para las antologías de la crítica política: «Lo importante es que su sucesor sea competente y conocedor de los temas que debe tratar». Lo dijo con los aires de inocencia propios de una ursulina, pero la sentencia encierra una tremenda carga explosiva. Saiz, un descubrimiento de José Bono, amparado por Carmen Chacón, protegido por María Teresa Fernández de la Vega y confirmado en su cargo -¡hace sólo unos días!- por José Luis Rodríguez Zapatero, le parece a Rubalcaba claramente incompetente para una función clave en la seguridad del Estado y desconocedor, en todo o en parte, de la tarea que tenía encomendada.

Zapatero es muy dado, quizá para encubrir su pequeñez, a rodearse de gente como Saiz. Véanse, para comprobarlo, los nombres de los miembros y miembras de su Gobierno. Ru-balcaba es una excepción y, como pieza excéntrica, se mantiene por su propia dinámica, por sus logros y resultados; pero, seguimos con las apariencias, no parece gozar de las preferencias del líder que tanto se gusta a sí mismo.

La peripecia del CNI - un jefe inadecuado, incapaz y gastoso y toda una rebelión a bordo - no es un problema menor. Dando por bueno su relevo, quedan por aventar las muchas responsabilidades políticas que flotan en el aire. Empezando por la de la ministra de Defensa, a la que, superados el noviciado y la lactancia, hay que dejar de reírle las gracias para no terminar incurriendo en la peor de las formas del machismo, la tolerancia complaciente con la incapacidad de una mujer. ¿Es competente y conoce los temas a tratar?

ABC - Opinión

A la Moncloa en sidecar. Por Pablo Molina

«El socialismo consiste en robar a unos para darle a otros, excepto el 40% destinado a los gastos burocráticos. El proyecto económico de Zapatero era tan inservible hace cinco años como ahora.»

Al Gobierno de Zapatero hay que reconocerle una gran imaginación. Para el despilfarro, sí, pero es un grupo de personas que no para de tener ideícas. Ninguna de ellas tiene la menor utilidad para salir de la crisis, sino al contrario, pero como de lo que se trata es de presentar proyectos para cubrir la cuota "informativa" de los telediarios, ahí tenemos al Consejo de Ministros produciendo casi diariamente nuevos planes económicos, todos basados en la misma consigna: gastar más.


Ahora quiere la vicepresidenta que vayamos en moto. Supongo que dará ejemplo, aunque para ello tenga que renovar parte de su fondo de armario incorporando pantalones, botas y chupas de cuero. Verla llegar a La Moncloa en ciclomotor (mejor en sidecar, dada su edad) sería un gran incentivo para el plan "Moto E", que así se llama el último invento para salir de la crisis, consistente, como saben, en sacar del bolsillo de unos contribuyentes 9 millones de euros para introducirlos en los de quienes decidan hacer caso al Gobierno y pasarse a las dos ruedas.

Esos nueve millones de euros son, en realidad, una subvención encubierta para los fabricantes y vendedores de ese tipo de vehículos, pero como los progres no ven demasiado bien eso de entregar el dinero directamente a los empresarios (salvo si son de la banca), prefieren hacerlo a través de persona interpuesta (los que decidan comprar una moto), así de paso todos participamos de la liturgia socialdemócrata y hacemos como que luchamos hombro con hombro para salir de la recesión.

El socialismo consiste en robar a unos para darle a otros, excepto el 40% destinado a los gastos burocráticos. El proyecto económico de Zapatero era, por tanto, tan inservible hace cinco años como ahora. La única novedad es que cuando se produce una crisis económica, el daño que las ideas socialistas provocan a la economía se multiplica hasta tener consecuencias irreversibles.

Y luego está el factor de corrupción popular que el socialismo siempre lleva aparejado. Por ejemplo, los que habían decidido adquirir una motocicleta están muy contentos con esa subvención que han trincado del bolsillo ajeno, sin embargo, bastará con que reparen un momento en los varios miles de líneas de subvención a las que no tienen derecho por sus circunstancias personales o profesionales para darse cuenta de que les están tomando el pelo y de paso vaciándoles el bolsillo. En cuanto una parte de los once millones de votantes socialistas comprendan tan sencilla ecuación, asunto solucionado.

Libertad Digital - Opinión

Normalidad plena entre López y Sanz

EN MENOS de dos meses como lehendakari, Patxi López ha dado un giro de 180 grados a la forma de gobernar desde Ajuria Enea. El cambio se escenificó ayer con la visita a su homólogo, el presidente de Navarra, Miguel Sanz. Era el primer viaje de un lehendakari a Pamplona en 13 años, periodo en el que las relaciones institucionales entre el País Vasco y la Comunidad Foral han sido casi nulas por culpa de Ibarretxe, que nunca respetó la realidad política navarra. López y Sanz han suscrito acuerdos de colaboración en desarrollo de infraestructuras, fomento del euskara o la captación de ETB en Navarra. Pero, sobre todo, han abierto una senda de colaboración sin injerencias. La izquierda abertzale se mostró escocida al ver cómo se desvanece así su sueño de construcción de la gran Euskal Herria.

El Mundo - Editorial

El garoñazo. Por Ignacio Camacho

LE han temblado las piernas. Ni siquiera la fuerza simbólica del mantra antinuclear, tan grato a su imaginario de progresía años ochenta, ha podido empujar al presidente a hacer lo que le pedía el cuerpo en Garoña, que era echar el cerrojazo en el acto y sacar pecho ecologista. Pero dejar en el paro a dos mil trabajadores y a toda una comarca tiene en estas circunstancias un coste político demasiado alto para un gesto, por mucho que este hombre viva de, por y para los gestos. Así que ha optado por ganar tiempo con un cierre en diferido, que de paso servirá para encontrar, subvenciones mediante, algún sitio al que llevar los residuos del desmantelamiento. Que no va a ser fácil porque a base de prejuicios antinucleares se ha creado un clima en el que la construcción de un cementerio radioactivo equivale para muchos ciudadanos a la vecindad del Apocalipsis. Tendría gracia que al final el emplazamiento elegido fuese... la propia Garoña.

Al mezclar la decisión sobre la central de Burgos con el debate genérico sobre la energía atómica, Zapatero ha quedado preso de su propia inclinación a la gestualidad y al final se ha complicado a sí mismo su proyecto de convertir el asunto en un ejercicio de retórica política. Quizá esperaba un respaldo mayor, un aplauso popular entusiasta, y se ha encontrado con una atmósfera imprevista. Primero, la evidencia demoscópica de que está disminuyendo el rechazo social al hecho nuclear. Luego, la inesperada presión de algunos socialdemócratas de relieve que han venido a resaltar la existencia de un discurso alternativo y a romper la dialéctica simple que tanto gusta al presidente; desde el momento en que Felipe González o el propio ministro Sebastián se han pronunciado contra el cierre, resultaba imposible cargar sobre la derecha la etiqueta del nuclearismo a ultranza y apelar a un barato debate ideológico. Y, por último, el problema del empleo, que rodeaba la clausura inmediata de un aura de impopularidad manifiesta, esa clase de atmósferas que tanto detesta un gobernante acostumbrado a moverse a favor de corriente. Al final ha salido del trance con una patada a seguir, embarcando la pelota al otro lado de las elecciones cuando se la había preparado a su gusto para tirar un penalty que creía fácil de convertir en un gol populista.

En el colmo de la osadía, mientras tomaba la decisión de cerrar a plazos la central, el Gobierno presentó ayer en la ONU ¡un candidato para presidir la Agencia de la Energía Atómica! Zapaterismo puro: defender al mismo tiempo una cosa y su contraria. Que tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda. En ese foro debe de haber gente muy civilizada, porque se limitaron a tumbar cortésmente al aspirante español en la primera votación, sin reírse a carcajadas ni hacer amago alguno de tirarlo por la ventana.

ABC - Opinión

El capitalismo sin refundarse y yo con estos pelos. Por Juan Carlos Escudier

Esperando la refundación del capitalismo o el cambio de modelo productivo –nos conformábamos con lo que llegara antes- se nos ha echado encima el verano, que ya se sabe que arranca oficialmente cuando el Rey se sube al Fortuna para surcar la mar oceana. Se trata de un acontecimiento del que se conoce su término –a finales de agosto- pero no su comienzo, en vista de que año tras año suele adelantarse con precisión suiza. Sorprendería que la crisis modificara esta regia tradición, porque incluso a los parados sin vacaciones les gusta hojear el Hola en la peluquería y verse reflejados en el bronceado del jefe del Estado. Además, la crisis debe de estar controlada porque, a diferencia de la pasada Semana Santa cuando el Gobierno se castigó sin holganza, Zapatero no ha previsto jardineros de guardia para regar los brotes verdes de la economía.

Como se decía, de la refundación del capitalismo seguimos sin tener noticias, por lo que mucho nos tememos que haya extraviado por el camino. Por el momento, lo único con visos de refundarse son las entidades financieras, esencialmente las insolventes y con cargo a nuestro bolsillo. Hay que aflojar la guita para que no se nos hunda ninguna caja o banco porque, al parecer, de eso depende nuestra felicidad futura. La fortaleza de nuestro sistema financiero, esa de la que se vanagloriaba el Gobierno, era de tal naturaleza que no ha parado de engullir recursos públicos sin devolver siquiera la calderilla. Hemos comprado su morralla triple A, hemos avalado su ruina y, de paso, vamos a darles un crédito de hasta 90.000 millones para que puedan ser rescatados del naufragio sin mojarse las pantuflas.

Con todo, lo que más molesta de estos señores a los que estamos subvencionando no es que nos miren como apestados cuando vamos a pedirles un crédito, sino que se permitan sentar cátedra sobre la salida de una crisis en cuyo origen se encuentran y nunca previeron. Así, no hay servicio de estudios que no predique abaratar el despido, cuando hasta el mayor haragán de los ejecutivos bancarios tiene contrato blindado; o retrasar la edad de jubilación, siendo la banca la campeona de las prejubilaciones a los 50, o incluso, rebajar la cuantía de las pensiones, esas que los banqueros se aseguran cobrar con fondos privados multimillonarios pagados por los accionistas y, en algunos casos, en paraísos fiscales, por eso de que Hacienda somos todos menos ellos.

Se nos ha repetido que la susodicha refundación debía asentarse sobre cimientos éticos, en los que la lógica del beneficio ceda el paso a valores universales como el de la justicia. Impresionante declaración de intenciones tan inservible como el cenicero de una moto. Lo vemos cada día. Los descensos en las ganancias, por mínimos que éstos, implican el despido automático de una parte de las plantillas; las grandes corporaciones siguen mirando a sus trabajadores como un mero apunte contable en la rúbrica de ‘gastos de personal’; y, por increíble que parezca, el criterio determinante para valorar la marcha de una empresa es su cotización en bolsa, de la que, por cierto, dependen las stock options de sus directivos. ¿Es así como funciona la famosa responsabilidad social corporativa? ¿Esta es la ética capitalista?

Hasta cierto punto, lo anterior no deja de ser una consecuencia inevitable de la propia economía, una ciencia elaborada por los ricos y para los ricos, como destacaba en su blog el catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, Joaquín Guzmán Cuevas: “Con alguna excepción, especialmente en los años centrales del siglo XX (caso de New Deal y la política económica keynesiana), se puede afirmar que la elaboración de la mayor parte de las teorías económicas han nacido en las universidades de elite –pertenecientes a los círculos sociales más ricos de los países ricos- y se han proyectado sobre las condiciones de vida de esos mismos círculos de riqueza. De tal modo que en la época actual, la mayor parte de los textos de la economía ortodoxa apenas hacen alusión a la problemática de los más desfavorecidos y, cuando lo hacen, se plantea como una variable exógena al correspondiente modelo económico y con una cierta dosis de ‘compasión’, pero no como el objeto principal de la Economía como ciencia. Es como si en las facultades de Medicina los enfermos no fueran el objetivo central de la investigación”.

Lo que de momento se ha conseguido es un compromiso para acabar con los paraísos fiscales, tan inmorales ayer como hoy, pero contra los que conviene ahora lanzar la gran cruzada tras constatarse que los damnificados de los hedge found que allí tienen su sede suele ser gente de dinero, que ha hecho un capitalito especulando honradamente. Por tanto, nada como ser implacables con ese infierno de paraísos y con demonios como Madoff, al que se condena a morir en la cárcel para satisfacción de sus víctimas –esencialmente bancos y grandes fortunas-, que le confiaron inocentemente sus ahorros para que los multiplicara como los panes y los peces. Eso sí, sin hacer muchas preguntas.

¿Que qué nos deparará el futuro? Lo normal es que cuando la crisis remita todo vuelva a su ser. El nuevo capitalismo que esperamos tendrá pico de pato, plumas de pato y patas de pato, aunque tras su refundación no se llamará pato, como es natural.

Por lo que respecta al nuevo modelo productivo que pretendemos estrenar, la espera será más larga porque el Gobierno no ha encontrado todavía la pócima con la que convertir a los peones de albañil en ingenieros de telecomunicaciones, pero está en ello. Entre tanto, es irónico que el brote verde más visible de la economía -la bajada del paro durante dos meses consecutivos- sea consecuencia de esa actividad frenética de abrir y cerrar aceras en cada pueblo, conocida como Plan E. ¡Qué verde es el cemento!

Si lo que se nos ha contado es cierto, en el muy loable empeño de que la economía española deje de depender del ladrillo y se haga menos dependiente del turismo lleva Zapatero desde que llegó a la Moncloa, pero, según parece, la cosa no se resuelve con un puñado de becas. Así, mientras la ministra Garmendia asegura que somos la novena potencia científica del mundo, todos los indicadores se encargan de desmentirla. Porcentualmente, el gasto en I+D+i no es ni la mitad que el de nuestros socios más cercanos, Estados Unidos o Japón, por no hablar de Finlandia que destina casi el 3,4% de su PIB a esos menesteres. Por cada patente que se solicita en España, se presentan 24 en Alemania y 8 en Francia. Si como dice la ministra el cambio de modelo ya ha empezado, siéntense a esperar a que se complete porque esto durará más que El Padrino y Novecento juntos.

En definitiva, los que puedan no se perderán nada si se van de vacaciones. A la vuelta se encontrarán con el mismo capitalismo y el mismo modelo productivo. Y si ven un brote verde, no lo pisen, por mucho que Zapatero les caiga gordo.

el confidencial - Opinión

Sombreros. Por Alfonso Ussía

El Presidente del Congreso, José Bono, ha ordenado a los estoicos y discretos ujieres de la Cámara Baja que impidan la entrada al Parlamento a todo aquel que no vista decorosamente. Medida dirigida más a los invitados a las tribunas que a los diputados en los escaños. Aún se recuerda aquel burruño de fealdad que protagonizaron los de la Ceja cuando fueron invitados a desalojar la tribuna. Soy amigo de la estética, y las normas de respeto en la vestimenta ayudan a camuflar la antiestética natural de muchos parlamentarios.

Besteiro rebosaba elegancia. Pero le ganaba, según Federico García Lorca, Fernando de los Ríos:

«Viva Fernando
de los Ríos Urruti,
barbas de santo,
padre del socialismo
de guante blanco.
Besteiro es elegante…
pero no tanto».

En «Caras y Caretas» se dedica este epigrama al elegantísimo diputado señor Duque de Tamames, don Antonio María Messía del Barco:

«He oído hablar de sus honores,
he oído hablar de su elegancia,
he oído hablar de sus gabanes,
he oído hablar de sus polainas,
de su flor y su monóculo,
de su frac y sus corbatas,
de sus cuellos y sus puños,
de sus cruces, de sus bandas;
pero de su inteligencia
no he oído hablar ni una palabra».

Y extremadamente elegante era el marqués de la Torrecilla y duque de Ciudad Real, cuyo cochero custodiaba en su landó una muda de camisa del aristócrata por si el calor sudoral le exigía la prenda de refresco.

«Ni la Torrecilla es grande
ni Ciudad Real tampoco,
pero él es marqués y duque,
y Grande de España…y tonto».

Nos recuerda Raúl del Pozo el deterioro, según Camba, del gusto por la indumentaria en las Cortes Constituyentes de la II República: «Los diputados son sinsombreristas, sinchalequistas y algunos sincorbatistas». Así les fue.

Cuando nos alcancen los primeros fríos del otoño, y con Antonio Mingote de Presidente y ejemplo, nos disponemos algunos a rescatar del olvido el uso del sombrero. Un hombre sin sombrero es poca cosa. Toda la cortesía masculina se reúne en esa prescindible prenda que tanto ha contribuido al buen aspecto de muchos tontos. Un tonto con sombrero no dejará de ser tonto, pero será un tonto importante, y por ello, respetable. El sombrero se lleva para quitárselo en el saludo, no por otro motivo. Los sombreros son como las bragas de las meretrices, que se suben para ser bajadas. Pero la estética del movimiento del hombre que se descubre ante una mujer estalla de belleza. Se dice que nadie se ha quitado el sombrero con la cadencia, la armonía y la profundidad del conde de La Cimera, que diariamente recibía en su casa la visita del peluquero para que nadie advirtiera que se había cortado el pelo. Toque de saludo en el ala cuando hay encuentro en la calle pero no detención para establecer charlita. Breve alzada del sombrero en el mismo caso cuando quien se cruza es una mujer. Y descubrimiento total y cadencioso, llevando el sombrero desde la cabeza a lo que dé de sí el brazo izquierdo, cuando el saludo conlleva parada y conversación. Bono no pretende llegar a tanto, lo que mucho lamento. Pero algo de estética y cortesía no nos vendría mal. En octubre, todos con sombrero.

La Razón - Opinión

Presidente de Irán por 'juicio divino'. Por Timothy Garton Ash

La verdad sobre las elecciones presidenciales iraníes es polémica. Y las protestas, escritas con sangre, suponen un cambio irreversible en la situación política. Ahora el objetivo es una verdadera democracia.

Ya es oficial. El Consejo de los Guardianes iraní, después de ordenar un recuento aleatorio de un 10% de los votos, ha apoyado el dictamen del Líder Supremo de que no hubo ningún problema en la realización y la apresurada proclamación de resultados de la elección presidencial iraní. Lo que el Líder Supremo llamó un "juicio divino" ha quedado confirmado. Mahmud Ahmadineyad es legalmente el presidente electo de la República Islámica. Cualquiera que se atreva a salir a la calle para protestar contra este resultado será debidamente golpeado, encarcelado, torturado o abatido a tiros.


Incluso aunque la elección hubiera sido la más limpia de toda la historia de la democracia, la dimensión de las manifestaciones de oposición posteriores y la violencia arbitraria de la represión -simbolizada en la muerte de Neda Agha-Soltan-, de todos modos, habrían transformado la situación política en Irán de forma irreversible. Lo que ocurra a partir de ahora no dependerá de ningún detalle que vaya conociéndose poco a poco sobre los comicios. Las fechas fundamentales son el 9 de julio, cuando se celebra el aniversario de las manifestaciones estudiantiles de 1999, y el final de los 40 días de luto por una joven a la que el mundo entero conoce ya como Neda. Las maniobras clericales en la oscura Qom, la excepcional solidaridad de toda la Unión Europea con el perenne chivo expiatorio, Gran Bretaña, la estrategia de Estados Unidos, la salud del Líder Supremo y el precio del petróleo son elementos que tendrán más influencia que el análisis estadístico e histórico de las elecciones.

Algunos opinan, incluso, que lo que sucedió en las elecciones no es tan importante, a la hora de la verdad. Lo que importa es quién salga triunfador de esta situación. Lo que importa es una verdad más profunda, revelada por los rezos a Alá o por el rechazo occidental a una República Islámica. Lo que importa es quién consigue imponer su relato (el posmodernismo se ha convertido en la puta de la política del poder). Yo estoy totalmente en desacuerdo con esta postura. Los hechos importan, y debemos atenernos a ellos. Veamos, por ejemplo, una carta abierta cuyo firmante más destacado es Bernard-Henri Levy y que, en su versión inglesa, ha aparecido en la publicación de Internet The Huffington Post: "El 12 de junio de 2009, el pueblo iraní votó abrumadoramente a favor de los dos candidatos reformistas y supo usar las urnas para dar un rotundo no al ayatolá Alí Jamenei, que se había situado abiertamente en el bando del presidente saliente, Ahmadineyad". No conozco, ni en la filosofía francesa, unos métodos que puedan justificar una afirmación empírica tan firme y categórica sobre unos hechos controvertidos. No debemos confundir nuestros deseos con la realidad.

Los hechos importan; incluido el hecho de que, en este caso, los hechos que cuentan son difíciles de establecer. Lo que se ha averiguado hasta el momento justifica dos afirmaciones. La primera, que es muy improbable que Ahmadineyad obtuviera en la primera ronda una victoria de las dimensiones que se apresuraron a anunciar las autoridades iraníes, y que existen fuertes indicios circunstanciales de que hubo fraude. Si se hubieran contado todos los votos verdaderos, y sólo ésos, Ahmadineyad quizá habría ganado, o quizá habría tenido que presentarse a una segunda ronda, pero, en cualquier caso, no habría obtenido esa victoria abrumadora a la primera. En segundo lugar, está claro que estas elecciones no se han llevado a cabo de acuerdo con los criterios internacionales sobre elecciones libres y justas, que están reflejados en el Comentario General del Comité de Derechos Humanos de la ONU a propósito del artículo 25 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP), del que la República Islámica es signataria (busquen en Google General Comment 25).

Entre los indicios circunstanciales mencionados hay que incluir las cifras oficiales publicadas hasta ahora. El especialista iraní Alí Ansari dice, en un estudio de Chatham House, que la participación registrada en dos provincias, Yazd y Mazandaran, fue de más del 100% de los electores. La oposición asegura que se registró una participación de más del 100% en más de 100 ciudades, mientras que el Consejo de los Guardianes dice que eso ocurrió "sólo en unas 50". ¡Sólo 50! Es verdad que, en Irán, la gente puede votar donde quiere, pero esas cifras son mucha gente votando lejos de su casa.

Walter R. Mebane, de la Universidad de Michigan, utiliza un complicadísimo análisis forense estadístico de las cifras oficiales para llegar a esta conclusión provisional: "Los datos ofrecen sólidos argumentos para diagnosticar que en la elección de 2009 se cometió un fraude significativo". La pauta de los resultados, añade, "sugiere que muchas urnas tuvieron votos de relleno". En su opinión, esta conclusión "debería suscitar unas investigaciones que examinen los registros administrativos, testimonios presenciales y otros hechos para tratar de determinar qué sucedió", pero eso es precisamente lo que es imposible en el Irán actual.

Para comprobar estas cosas como es debido hace falta tener los resultados de cada colegio electoral contados, escritos y certificados sobre el terreno, en presencia de testigos independientes. Mark Weisbrot, en un artículo en washingtonpost.com, después de haber hablado con un profesor de la Universidad de Teherán y un solo miembro de una mesa electoral, sugiere que eso es lo que sucedió en Irán. Pues bien, eso es lo que se suponía que tenía que suceder; pero existen suficientes anécdotas y pruebas aisladas que indican que en varios colegios se impidió a los observadores de la oposición que comprobaran los resultados. Por lo que yo sé, no hubo presencia de observadores electorales internacionales que fueran creíbles. Y el propio Weisbrot reconoce que este recuento no incluye las urnas móviles, que son muy fáciles de rellenar.

En vez de ir anotando los resultados de abajo arriba -de cada colegio al nivel provincial y luego al nacional-, se anunciaron desde arriba, y con una velocidad increíble, si se tiene en cuenta que los votantes tenían que escribir a mano los nombres de los candidatos en la papeleta. La elección la organizó el Ministerio del Interior, controlado por los conservadores, y la supervisó el Consejo de los Guardianes, la mitad de cuyos miembros están nombrados directamente por el Líder Supremo. Luego se invitó al Consejo a que se investigara a sí mismo; no precisamente la "autoridad electoral independiente" prevista en el artículo del PIDCP. Y así, más cosas.

No hay pruebas irrefutables, positivas, de que haya habido un gran fraude electoral. Pero, como escriben dos experimentados analistas electorales, "la prueba fehaciente es el proceso", un proceso que hace muy fácil el fraude y muy difícil desvelarlo. En cualquier caso, pedir a la gente que demuestre que el Gobierno ha amañado las elecciones es hacer las cosas al revés. La carga de la prueba recae sobre el Gobierno, que siempre tiene que demostrar a su pueblo que una elección ha sido justa y libre. Y en este caso no lo ha hecho.

Los simpatizantes del exterior y los jóvenes iraníes pueden extraer una enseñanza. La vigilancia internacional de elecciones es un campo cada vez más importante, en el que Europa desempeña un papel crucial, pero sigue viéndose muchas veces como una imposición de Occidente, en vez de la puesta en práctica imparcial de una norma auténticamente universal. Es preciso internacionalizarla y extenderla a todas las culturas y regiones. Desde el punto de vista de Irán, con un régimen fracturado, un sistema político con verdaderos, aunque limitados, elementos de democracia, y una sociedad civil vigorosa, existe la posibilidad de que las próximas elecciones sean mejores que éstas. El objetivo del poder popular que ha salido a la calle debería ser lograr su institucionalización duradera en eso que llamamos democracia. En recuerdo de Neda, levantemos en alto el artículo 25.

Timothy Garton Ash es catedrático de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford y profesor titular de la Hoover Institution en la Universidad de Stanford.

El País - Opinión

Los prejuicios de partido, sobre el interés general

Con la decisión de cerrar Garoña, Zapatero ha hecho de la política energética una cuestión ideológica y sectaria.

CUANDO LLEGÓ al poder hace cinco años, Zapatero reivindicó el concepto de democracia deliberativa y abogó por un Gobierno respetuoso con los dictámenes de los órganos técnicos y las agencias que asesoran a los poderes públicos en los grandes asuntos.

Ya despreció las recomendaciones del Consejo de Estado para reformar la Constitución y ahora ha ignorado el exhaustivo y riguroso informe del Consejo de Seguridad Nuclear, que concluía que la central nuclear de Garoña podía seguir abierta 10 años más con plenas garantías. Zapatero ha decidido cerrarla el 6 de julio de 2013, sin el más mínimo debate en el Gobierno. Ha optado, como él mismo ha explicado, por ser coherente con su programa electoral en lugar de seguir la recomendación de los expertos del Consejo, cuyo acuerdo era unánime.


Felipe González se lo reprochó ayer, subrayando que el Consejo de Seguridad Nuclear es «la autoridad legal» para decidir hasta cuándo puede llegar la vida útil de una central. González criticó -«nos lo podríamos haber ahorrado»- que el PSOE incluyera en su programa el cierre de las nucleares y subrayó que ello nos condena a depender de Francia. Jamás se había escuchado de labios del ex presidente una desautorización tan expresa y contundente hacia decisiones de Zapatero como la formulada ayer.

No parece que el Gobierno, sin embargo, vaya a dar marcha atrás. La vicepresidenta De la Vega aseguró que el cierre de la central es «irreversible» y «definitivo», pero la realidad es que no lo es porque, si el PP ganara las elecciones en la primavera de 2012, podría paralizar el desmantelamiento de Garoña.

Ello no quita trascendencia a la decisión del Gobierno, que en realidad está mandando el mensaje de que cerrará también las otras cinco centrales existentes cuando concluyan el ciclo de 40 años de vida útil, tal y como figura en el programa del PSOE.

Para justificar la clausura de Garoña, el Gobierno alega que la instalación es prescindible porque sólo genera el 1,3% de la producción nacional de energía eléctrica. Ello es cierto pero también que esa energía tendrá que ser reemplazada por otra que resulta mucho más cara como, por ejemplo, la eólica. El coste del kilovatio de origen nuclear es cuatro veces menor que el eólico.

Al cerrar Garoña, el Gobierno pierde un emplazamiento para albergar una central, algo muy difícil de encontrar en una sociedad con prejuicios hacia la energía nuclear. Pero además su clausura supone la eliminación de más de 1.000 puestos de trabajo en una zona donde no existen otras alternativas de empleo.

El problema de fondo es la falta de una política energética para reducir nuestra dependencia de las importaciones de petróleo, diversificar el suministro y abaratar la generación eléctrica. Zapatero ha seguido la senda trazada por los Gobiernos anteriores, con muy poca previsión de futuro y apostando -eso sí- por la carísima alternativa eólica.

Las centrales nucleares suministran hoy el 18% de la energía eléctrica. La cuestión que la sociedad española debe debatir es si quiere seguir contando con las ventajas de precio y calidad de la energía nuclear o hay que optar por un mayor peso del gas natural y la eólica.

Teniendo en cuenta que los precios del petróleo llegaron a subir a 150 dólares por barril hace poco más de un año, parece una locura aumentar nuestra dependencia del exterior y desdeñar una tecnología como la nuclear, que suministra el 90% de las necesidades en Francia. Pero Zapatero ha hecho de la política energética una cuestión ideológica y sectaria, lo que va a pasar factura a todos los ciudadanos.

El Mundo - Editorial

La enfermiza obsesión antinuclear de Zapatero

«La decisión del Gobierno carece de todo sentido económico y técnico. Pero como aclaró Sebastián, se trata de una decisión política: Zapatero no persigue mejorar la vida de los españoles sino imponer sus prejuicios ideológicos.»

El Gobierno no ha vacilado en decretar el cierre de la central nuclear de Santa María de Garoña para el año 2013, momento en el que siendo optimistas estaremos estabilizando los bandazos de la crisis actual. Y es que pese a los espejismos de recuperación que parecen surgir en torno a la moderación de las cifras de desempleo, lo cierto es que la economía española sigue hundiéndose a tasas del 3% y está lejos de haber tocado fondo. Hay una diferencia sustancial entre comenzar a recuperarse y reducir la velocidad de despeño.

Los políticos, populares e incluso socialistas, suelen apelar al mágico sintagma de "reformas estructurales" para resumir cuál es su fórmula para salir de la crisis. Por lo visto, la economía española requiere de ciertos cambios estructurales que llevan décadas siendo aplazados y que, una vez adoptados, la catapultarían a las cimas de la prosperidad. El problema es que los mismos políticos que apelan a esas reforman no suelen ser capaces de concretarlas. Parece que las "reformas estructurales" son más un refugio para los inmovilistas que un programa de acción política.

Pero lo cierto es que España sí necesita de urgentes reformas estructurales, y entre ellas destaca el cambio de modelo energético de nuestra economía. La retórica ecologista que contamina tanto a la izquierda como a la derecha ha cristalizado en la última década en un modelo de producción eléctrica donde las energías renovables han ido cobrando un peso creciente que ya se sitúa alrededor del 20% del total.

Las energías verdes han ido ganando peso conforme la nuclear lo ha perdido, de modo que hoy ya consumimos más energía originada por la primera fuente que por el segunda. Para muchos, entre los que sobresale nuestro presidente del Gobierno, esta circunstancia supone una excelente noticia que coloca a España al frente de un "cambio de modelo productivo" mundial que pivota sobre energías renovables y limpias.

Lástima que este planteamiento tan "progresista" tenga un problema de fondo bastante importante: la energía eólica es unas tres veces más cara que la nuclear y la fotovoltaica alrededor de 12. Dicho de otra forma, nuestro país se va especializando en producir electricidad cada vez más cara.

Precisamente por ello España necesita en este sector una profunda reforma estructural: en los próximos años asistiremos a subidas de la factura eléctrica o de impuestos para costear este oneroso sistema eléctrico. Una energía más cara siempre acaba afectando a consumidores y empresas –por mucho que durante un tiempo se la enmascare bajo el rótulo de "déficit tarifario"– en forma de beneficios más bajos, mayor desempleo, menor inversión y una menguante competitividad industrial.

Este desastroso escenario futuro, por mucho que en la última década se haya hablado incorrectamente de "liberalización eléctrica", no ha sido fruto del libre mercado, sino de todo lo contrario: de un atroz intervencionismo en el sector energético. Por un lado, los distintos gobiernos han promovido con diversas ayudas el desarrollo artificial de las energías renovables y, por otro, han obstaculizado la construcción de nuevas centrales nucleares y han forzado el cierre de las ya existentes, como sucede con Garoña y como sucedió hace tres años con Zorita.

La decisión del Gobierno carece de todo sentido económico, pues la prosperidad no puede edificarse sobre un encarecimiento de nuestra provisión energética. Tampoco tiene sentido técnico, ya que el Consejo de Seguridad Nuclear ha avalado la viabilidad de Garoña hasta el año 2021. Pero es que, como se apresuró en aclarar el ministro de Industria durante la rueda de prensa en la que se oficializó el cierre, no estamos ante una decisión técnica o económica, sino política. O dicho en román paladino, Zapatero no persigue mejorar la vida de los españoles sino imponer unos prejuicios ideológicos que le permitan permanecer en el poder. Algo que, por lo visto, debe abundar bastante entre la izquierda, pues los sindicatos han dejado de protestar por el cierre de la central tan pronto como han olido la presencia de fondos europeos.

La clausura de Garoña, a diferencia de lo que sostiene Zapatero, ni nos acerca a la recuperación ni nos coloca en la vanguardia de ningún progreso que merezca tal nombre. Como todas las medidas de política económica adoptadas por este Ejecutivo, sólo nos vuelve a todos más pobres y nos hunde más en una lamentable crisis que el PSOE sólo ha contribuido a agravar.

Libertad Digital - Editorial

La democracia en Honduras

LA misión que ha emprendido el secretario general de la OEA, Miguel Insulza, es extremadamente delicada. La Comunidad internacional ha dejado en sus manos la resolución del problema creado en Honduras, pero lamentablemente hasta ahora la gestión de la OEA sólo ha servido para acentuar las posiciones intransigentes, tanto por parte de las nuevas autoridades que reclaman la legitimidad de lo que desde el exterior ha sido considerado un golpe de Estado, como por parte de los que dentro y fuera del Honduras apoyan al presidente depuesto, Manuel Zelaya.

Para encontrar un camino hacia la solución no se puede ignorar que hay una diferencia evidente entre esta unanimidad granítica de la postura internacional y la situación real de un país que está dividido entre dos posiciones mutuamente excluyentes. Si el reconocimiento del presidente Roberto Micheletti es imposible dadas las circunstancias que rodearon su llegada al cargo, la vuelta de Zelaya parece algo aún más contraproducente para la paz y la tranquilidad del país. Siendo como parece tan claramente mayoritario el rechazo que suscita entre la población, no se ve cómo Zelaya podría volver a Tegucigalpa sin provocar mayores daños que los que se pretenden evitar.

Probablemente a Insulza no le faltan las buena intenciones, pero no está libre de influencias poco recomendables. Ni el nicaragüense Daniel Ortega ni mucho menos su mentor venezolano Hugo Chávez tienen credenciales democráticas para dar lecciones. Que junto a Raúl Castro, representante de un régimen dictatorial que castiga con la cárcel a la disidencia pacífica y que no ha permitido una elección libre en medio siglo, sean los que marcan el paso de la gestión de Insulza, es muy preocupante para la salud de la organización y el Gobierno norteamericano debería hacer una reflexión profunda sobre sus posiciones en este caso.

En concreto, el papel de Chávez, desde que manipuló a Zelaya para añadir un socio más a su club de revoluciones bolivarianas, hasta estos momentos en los que ha hecho bandera de la su restitución incondicional, no deja lugar a dudas sobre sus verdaderas intenciones. Ni a Chávez ni a Zelaya les mueve el interés de defender la democracia. Y si así fuera aceptarían la única propuesta que puede evitar que se agrave la situación y que sería la convocatoria de elecciones anticipadas lo antes posible, siempre que estén libres de influencias exteriores.

ABC - Editorial

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