domingo, 5 de julio de 2009

Esa gentuza. Por Arturo Pérez Reverte

Paso a menudo por la carrera de San Jerónimo, caminando por la acera opuesta a las Cortes, y a veces coincido con la salida de los diputados del Congreso. Hay coches oficiales con sus conductores y escoltas, periodistas dando los últimos canutazos junto a la verja, y un tropel de individuos de ambos sexos, encorbatados ellos y peripuestas ellas, saliendo del recinto con los aires que pueden ustedes imaginar. No identifico a casi ninguno, y apenas veo los telediarios; pero al pájaro se le conoce por la cagada. Van pavoneándose graves, importantes, seguros de su papel en los destinos de España, camino del coche o del restaurante donde seguirán trazando líneas maestras de la política nacional y periférica. No pocos salen arrogantes y sobrados como estrellas de la tele, con trajes a medida, zapatos caros y maneras afectadas de nuevos ricos. Oportunistas advenedizos que cada mañana se miran al espejo para comprobar que están despiertos y celebrar su buena suerte. Diputados, nada menos. Sin tener, algunos, el bachillerato. Ni haber trabajado en su vida. Desconociendo lo que es madrugar para fichar a las nueve de la mañana, o buscar curro fuera de la protección del partido político al que se afiliaron sabiamente desde jovencitos. Sin miedo a la cola del paro. Sin escrúpulos y sin vergüenza. Y en cada ocasión, cuando me cruzo con ese desfile insultante, con ese espectáculo de prepotencia absurda, experimento un intenso desagrado; un malestar íntimo, hecho de indignación y desprecio. No es un acto reflexivo, como digo. Sólo visceral. Desprovisto de razón. Un estallido de cólera interior. Las ganas de acercarme a cualquiera de ellos y ciscarme en su puta madre.

Sé que esto es excesivo. Que siempre hay justos en Sodoma. Gente honrada. Políticos decentes cuya existencia es necesaria. No digo que no. Pero hablo hoy de sentimientos, no de razones. De impulsos. Yo no elijo cómo me siento. Cómo me salta el automático. Algo debe de ocurrir, sin embargo, cuando a un ciudadano de 57 años y en uso correcto de sus facultades mentales, con la vida resuelta, cultura adecuada, inteligencia media y conocimiento amplio y razonable del mundo, se le sube la pólvora al campanario mientras asiste al desfile de los diputados españoles saliendo de las Cortes. Cuando la náusea y la cólera son tan intensas. Eso me preocupa, por supuesto. Sigo caminando carrera de San Jerónimo abajo, y me pregunto qué está pasando. Hasta qué punto los años, la vida que llevé en otro tiempo, los libros que he leído, el panorama actual, me hacen ver las cosas de modo tan siniestro. Tan agresivo y pesimista. Por qué creo ver sólo gentuza cuando los miro, pese a saber que entre ellos hay gente perfectamente honorable. Por qué, de admirar y respetar a quienes ocuparon esos mismos escaños hace veinte o treinta años, he pasado a despreciar de este modo a sus mediocres reyezuelos sucesores. Por qué unas cuantas docenas de analfabetos irresponsables y pagados de sí mismos, sin distinción de partido ni ideología, pueden amargarme en un instante, de este modo, la tarde, el día, el país y la vida.

Quizá porque los conozco, concluyo. No uno por uno, claro, sino a la tropa. La casta general. Los he visto durante años, aquí y afuera. Estuve en los bosques de cruces de madera, en los callejones sin salida a donde llevan sus irresponsabilidades, sus corruptelas, sus ambiciones. Su incultura atroz y su falta de escrúpulos. Conozco las consecuencias. Y sé cómo lo hacen ahora, adaptándose a su tiempo y su momento. Lo sabe cualquiera que se fije. Que lea y mire. Algún día, si tengo la cabeza lo bastante fría, les detallaré a ustedes cómo se lo montan. Cómo y dónde comen y a costa de quién. Cómo se reparten las dietas, los privilegios y los coches oficiales. Cómo organizan entre ellos, en comisiones y visitas institucionales que a nadie importan una mierda, descarados e inútiles viajes turísticos que pagan los contribuyentes. Cómo se han trajinado –ahí no hay discrepancias ideológicas– el privilegio de cobrar la máxima pensión pública de jubilación tras sólo 7 años en el escaño, frente a los 35 de trabajo honrado que necesita un ciudadano común. Cómo quienes llegan a ministros tendrán, al jubilarse, sólidas pensiones compatibles con cualquier trabajo público o privado, pensiones vitalicias cuando lleguen a la edad de jubilación forzosa, e indemnizaciones mensuales del 100% de su salario al cesar en el cargo, cobradas completas y sin hacer cola en ventanillas, desde el primer día.

De cualquier modo, por hoy es suficiente. Y se acaba la página. Tenía ganas de echar la pota, eso es todo. De desahogarme dándole a la tecla, y es lo que he hecho. Otro día seré más coherente. Más razonable y objetivo. Quizás. Ahora, por lo menos, mientras camino por la carrera de San Jerónimo, algunos sabrán lo que tengo en la cabeza cuando me cruzo con ellos.

XL Semanal

Los talibanes lingüísticos. Por Yauma

Después de aprobarse la famosa LEC con los votos en contra de los diputados del PP, C´s y ICV el, hasta ahora, representante de ciudadanos Antonio Robles ha declarado:
“Sólo servirá para educar el espíritu nacional de los talibanes lingüísticos y despojar de derechos a muchos catalanes”.


Hay que reconocer que el señor Robles, nefasto político para ese pequeño partido en fase de descomposición tan familiar a todos nosotros, ha tenido siempre en el parlament una voz clara y nítida contraria al régimen nacionalista que agobia y oprime, con modos suaves y gestos democráticos, a gran parte de los habitantes del oasis.

Para un número significativo de catalanes la presencia en el parlamento de Cataluña de diputados que digan lo que dice Robles, en castellano, claro, nítido y fuerte, es tan necesaria como el aire que permite realizar las funciones vitales de la respiración aerobia a los seres vivos.
No, no nos sirve el PP, ni algunas aisladas buenas voluntades del PSOE, ni siquiera buenos y solidarios españoles que vivan por ejemplo en Cuenca o Argamasilla de Calatrava. El problema lo tenemos aquí, cada día, con la Ley de educación con la lengua, con…..esa tenaza que lenta y constante aprieta poco a poco sobre los derechos y libertades de los ciudadanos no afines al proyecto madre del nacionalismo cuatribarrado.


Llega un momento, comprensible sólo si se vive en la certeza de lo que realmente está ocurriendo, que a uno no le importa que el diputado o diputados que le representa, sean de derechas, izquierdas, centro, o de la Santa Inquisición. Con tal de que defienda las ideas políticas y derechos claros que se conculcan sistemáticamente en el oasis. Vamos, políticos antinacionalistas declarados. Nada de ambigüedades no- nacionalistas ni eufemismos por el estilo. Antinacionalistas, puros y duros, que conozcan vivan y sufran el problema en sus propias carnes.

Pero el tema va de talibanes, y, a ello nos vamos a aplicar:
El lingüista Joan Solà pide en el parlanment una defensa firme del catalán. Se trata de la primera personalidad invitada a intervenir en el pleno, el último Premi d`Honor de les Lletres Catalanes. Durante veinte minutos en la tribuna de oradores “trazó una cruda radiografía de la situación actual de la lengua catalana”. Lengua según el eminente profesor: “degradada, subordinada políticamente, incansablemente y de mil maneras atacada por los poderes mediáticos, visceralmente rechazada por los otros pueblos de España”. ¡Ahí queda eso!
Porque “esta lengua no puede ni quiere sentirse ni un minuto más inferior a ninguna otra”. El docto doctor Solá dibujó un panorama muy sombrío sobre el catalán. La lengua propia de Cataluña no goza de buena salud ni política ni social ni filológica. Política porque al pactar la Constitución se aceptó que quedara en situación de inferioridad respecto al castellano, social porque ha ido perdiendo terreno también frente al castellano, y filológica por la degradación alarmante de todas sus estructuras. “Somos una comunidad lingüísticamente enferma desde hace muchos años”. Para reconducir la situación y lograr que el catalán sea “una lengua útil y necesaria debemos estar dispuestos a llegar hasta donde sea preciso para preservar nuestra personalidad”.
Los diputados aplaudieron de pie (no se menciona si brazo en alto) largamente, al eminente profesor, a excepción de los del PP, que no aplaudieron ni se levantaron de sus asientos, y de los tres de C´s que muy valientemente abandonaron la sala antes de producirse la intervención del insigne invitado.

Hace unos días el diario Público hizo una amplia entrevista a Joan Solà, este periódico siempre en la línea zapateril y en la defensa del nacional socialismo cuatribarrado. En ella el profesor dice entre otras cosas: “La asimilación al castellano puede convertir al catalán en una sub lengua, somos un pueblo que vive enfermo, y de ahí esa sensación de gran interés por la lengua”.
“Sólo recuperando la autoestima como pueblo y como entidad política, del nivel que sea, pero sin estar subordinado a nadie te sentirás más fuerte para defender tu lengua.”
¿Entonces la única solución es tener un Estado Propio? (pregunta del periodista)
“Yo no digo eso. Digo que la única manera de salvar la lengua es tener una concepción política de este país no subordinada. ¿Cómo debe ser? El ideal evidentemente es la independencia, pero podría haber una fórmula intermedia tan digna como esa. Como pasa en Suiza, Canadá o Bélgica.”

¿Quién es Joan Solà?.
Para tener una idea equilibrada del profesor Solà , sin que se me pueda tachar de tendencioso, reproduzco aquí un artículo del escritor y periodista Antoni Puigverd catalanista moderado , persona inteligente y sensible, sobre Joan Solà:

"Elogio crítico de Joan Solà
Aplaudirle como gramático portentoso no implica divinizar su discurso romántico
Joan Solà, flamante Premi d'Honor de les Lletres Catalanes, es un gramático portentoso, un lingüista formidable. De formación grecolatina, complementada en lingüística general en Gran Bretaña, ha dedicado su fértil vida al estudio de la lengua catalana, especialmente en su vertiente sintáctica.
Catedrático de la UB (1983) y profesor visitante en muchas universidades extranjeras, Joan Solà es un verdadero sabio: ha renovado el legado de los dos pilares de la filología catalana: Pompeu Fabra y Joan Coromines. Tal renovación ha sido posible porque es el máximo exponente entre nosotros del generativismo, teoría lingüística que de la mano, entre otros, de Noam Chomsky, ha revolucionado los estudios gramaticales en todo el mundo.
Rigurosamente cosmopolita, pues, y fervorosamente local, Solà ha escrito una gran cantidad de estudios gramaticales entre los que destaca la monumental Gramàtica del català contemporani, en tres volúmenes, para la que contó con más de 50 colaboradores, a los codirigió con Maria Rosa Lloret, Joan Mascaró i Manuel Pérez Saldanya. Miembro relevante del Institut d'Estudis Catalans (IEC), ha redactado la parte sintáctica de la nueva gramática normativa, de próxima aparición. Es el eslabón contemporáneo de la excelente cadena de lingüistas que han formalizado el catalán moderno: Alcover, Fabra, Corominas, Moll, Sanchis Guarner, Badia.

Solà no se ha encerrado en la torre de marfil académico. Ha redactado libros de estilo para medios de comunicación, ha inspirado manuales de divulgación y tratados de puntuación y ortotipografía. Sus impagables columnas en el diario Avui, que cumplen ya 20 años, son verdaderas chocolatinas de sabiduría lingüística: con la excusa de paseos, lecturas u observaciones, da rienda suelta a su portentosa inteligencia, pero también a sus sentimientos patrióticos, que a veces se confunden con sus oceánicos conocimientos. No tengo la suerte de conocer personalmente al profesor Solà, cuya sapiencia intelectual y lingüística admiro, aplaudo y agradezco con todas mis fuerzas.
Celebro que le hayan concedido el Premi d'Honor. Pero, de la misma manera que la admiración por el lingüista Chomsky no debe implicar aceptación de su discutible visión del mundo, mi admiración por el lingüista Joan Solà no me impulsa a divinizar sus planteamientos sociolingüísticos, que, con todos mis respetos, me parecen más emocionales que intelectuales.
Solà tiene una visión herderiana, romántica, de la lengua, y con frecuencia avisa de su próxima defunción si no se rompe la dependencia política del Estado español, cuya legalidad impide jerarquizar a la lengua catalana en sus territorios históricos por encima de la oficial española. Solà parte de una afirmación acuñada en tiempos de la Renaixença: "Llengua = pàtria". Una afirmación que sitúa, de facto, el futuro del catalán ante el desastre, pues, como es notorio, la sociedad catalana está hoy –como ha estado siempre en su historia contemporánea– muy lejos de apoyar una solución soberana.

El independentismo tiene predicamento, pero no es hegemónico, y su hipotético desarrollo, o se hace a costa del abandono de las tesis del monolingüismo, como hizo el independentismo irlandés (y como sugieren en voz baja algunos políticos de CiU y ERC), o, en el supuesto de progresar, acabará suscitando un movimiento antagónico. La división sería fatal para Catalunya y hundiría la lengua más débil.

Es natural que algunos deseen encontrar monolingüismo allí donde existe el plurilingüismo. En realidad lo desean unos y otros (un año atrás polemizaba en estas páginas con los intelectuales que confunden lengua mayoritaria con lengua común y que pretenden justificar la subordinación del catalán argumentando una supuesta superioridad cultural, social y hasta democrática del castellano). Pero la sociedad catalana es como es, desde hace un siglo. En lugar de repetir el manifiesto de Els Marges hasta la saciedad, ¿no es hora ya de deslindar los fundamentos románticos de las posiciones lingüísticas? ¿No es hora ya de abandonar la idealización del Noucentisme que impide reconocer las contradicciones que anidaban en la Catalunya de 1909? ¿Acaso no existió la Setmana Tràgica? ¿Acaso las matanzas catalanas en tiempos de la guerra las provocaron agentes externos? ¿A una inteligencia como la de Solà no le tienta estudiar una vía nueva que no nos obligue a escoger entre hecatombe y asimilación? ¿No le tienta aceptar el principio de una realidad catalana en irreversible mezcla identitaria, política y cultural? ¿No le tienta encontrar fórmulas para mantener a flote nuestros dos grandes tesoros: la concordia civil y la pluralidad cultural?"

El blog de Yauma

La casa de los espías. Por M. Martín Ferrand

FÉLIX Sanz Roldán y José Luis Perales tienen la misma edad y ambos son conquenses; pero eso, supongo, no le obliga al primero a cantarle a Alberto Saiz la canción que el segundo compuso para Jeannette: «Por qué te vas». En puridad, y según el ejemplo de Carlos Saura, que la utilizó en la banda sonora de Cría cuervos, la interpretación le correspondería a un trío de postín: José Bono, el descubridor del espía cesante, María Teresa Fernández de la Vega, su mantenedora, y Carme Chacón, que, en su condición de abadesa castrense, no suele enterarse de nada.

En realidad, al director saliente del Centro Nacional de Inteligencia no hay que preguntarle «por qué te vas». Indagar las razones que le llevaron al cargo resultaría más comprometido e incómodo. Es algo que se integra en el método de Gobierno empleado por José Luis Rodríguez: el desprecio al talento y la práctica del amiguismo complaciente. Alberto Saiz no ha podido defraudar a nadie. Su calamitosa gestión al frente de un organismo neurálgico para el Estado era previsible y estaba prevista por cuentos creemos que la preparación y la experiencia son condiciones indispensables -no suficientes- para ejercer una responsabilidad pública.

Los antecedentes del CNI, una fundación de José María Aznar en la que ya demostró su falta de idoneidad su primer director, Jorge Dezcallar, no son buenos. Ya en democracia, los servicios secreteos del franquismo mantuvieron su inercia y fueron poco más que un centro de sospechas infundadas, vigilancias indebidas, escuchas delictivas y usos espurios de métodos que, con el pretexto de la seguridad del Estado, marearon la perdiz a mayor gloria de sus directores. Entre Emilio Alonso Manglano y Javier Calderón, por citar sólo a dos de ellos, no hay más diferencia que las establecidas por sus inspiradores máximos, Felipe González y Aznar.

Ahora le toca el turno a Sanz Roldán. Dado el alto número de militares que integran la plantilla del Centro y desvirtúan su condición civil, no está de más un teniente general para poner orden en el desmadre. Según dice el recién nombrado tendrá que hacer «cirugía fina». Es una elegante manera de hablar; pero toda la cirugía que, en este caso, no se practique con un hacha será inútil. Son muchos años de malas costumbres y prácticas no deseables las que hay que desterrar. Del Rey abajo, son numerosas las víctimas del Centro.

ABC - Opinión

Seria dificultades en el diálogo social. Por José Cavero

Hasta ahora, y durante toda la crisis, la mesa del diálogo social que constituyen los dos principales sindicatos, UGT y CCOO, las patronales CEOE y Cepyme, y el Gobierno, representado por el Ministerio de Trabajo, han sido objeto de una queja permanente: pese a haberse depositado en esa mesa de diálogo tosas las esperanzas de que los agentes sociales hicieran alguna aportación sustancial a la solución de la crisis, particularmente en lo relativo a la reforma del mercado laboral y alguna otra reforma, el diálogo no ha dado nada de sí. En las últimas semanas, y forzados ya por una opinión pública cada vez más apremiante y por presiones crecientes, los negociadores de esta mesa parecían dispuestos a hacer nuevos esfuerzos y, finalmente, llegar a alguna clase de acuerdo que diera satisfacción de las tres partes, Gobierno, empresarios y trabajadores. Sin embargo, desde la tarde del jueves empezó a tenerse información sobre crecientes y graves tensiones que llegaban a amenazar a la mismísima existencia de la mesa del diálogo. Y hoy, sábado, son varios los periódicos que, alegando distintas razones, insisten en las muy serias dificultades por las que atraviesa ese diálogo, y que acaso hayan dado la puntilla a un diálogo hasta ahora ineficaz.

Una de las primeras versiones del choque entre los participantes en esa mesa, la proporcionaba La publicación de Internet "El confidencial", Carlos Sánchez, excelente fuente informativa en materias económicas y laborales, hablaba de "crisis de las gordas" en el diálogo social, y relataba que CCOO y UGT se habían levantado el jueves de la mesa, llegando incluso a amenazar con una huelga general. "Nunca antes se había tensado tanto la cuerda de los agentes sociales" decía el cronista. Y sobre las cursas, mencionaba el último documento presentado por Moncloa, más en línea empresarial que sindical. El representante de Zapatero, Vallés, provocó incluso hasta proferir gritos a los sindicalistas Górriz y Ferrer. Se había discutido la extensión del seguro de paro a los colectivos que han dejado de percibir estas ayudas, así como la reducción de cotizaciones a la seguridad Social para contingencias comunes. La postura de presidencia llegó a ser considerada una agresión por los sindicatos.

En su versión de hoy, el diario La Vanguardia también se ha señalado ese abandono de la mesa por los sindicatos, después de que la patronal exigiera un nuevo contrato, y sobre la rebaja de las cotizaciones, destacaba que los empresarios reclaman una rebaja de cinco puntos. Mar Díaz Varela también habla en su relato de las distancias insalvables entre los interlocutores sociales: mientras el Gobierno parece conformarse con un acuerdo de mínimos, la CEOE no está dispuesta a firmar un acuerdo que no incluya una rebaja de los costes del empleo y del despido. A su vez, CCOO quiere alcanzar un cambio de modelo económico que protejamos a los parados, y en este aspecto coincide con UGT, que se resiste a que se producta cualquier reforma laboral. Según este relato, el único punto de absoluta coincidencia de los agentes sociales es el rechazo unánime a la propuesta de acuerdo para el diálogo social elaborado por la Moncloa, en la que el Gobierno propone un subsidio temporal de 420 euros para los parados a los que se le agiten las prestaciones, que beneficiaría a 200.000 desempleados. Tampoco complace la propuesta de que mejore la intermediación de las empresas de trabajo temporal ni la reforma de la negociación colectiva.

Otra versión es la que hoy ha proporcionado a sus lectores el diario económico El Economista, que no ha dudado en hablar de "incendio del diálogo social", y asegura que la negociación se tensa y hace tambalearse el principio de acuerdo dotado con 19.000 millones. La CEOE y los sindicatos relevaron sus exigencias al Gobierno al plantear por separado, un nuevo paquete de máximos. A su vez, es llamativo el titular de Público, que ofrece su propia y singular versión: Zancadilla al pacto social. Los empresarios se radicalizan. La patronal pone en crisis el diálogo tras un almuerzo con Rajoy. Relata que los sindicatos se levantaron de la mesa ante la pretensión de CEOE de abaratar el despido mediante un contrato con sólo ocho días de inmunización, y la exigencia empresarial de rebajar las cotizaciones sociales cinco puntos. Más esperanzadora es la versión de El País, al señalar, primero, que "el fiasco del jueves no supone, en todo caso, la ruptura de las negociaciones". El lunes hay previsto un nuevo encuentro, aunque no se descarta que pase al jueves. Pero la cita de la semana próxima no evitó que ayer el secretario de Comunicación de CC OO, Fernando Lezcano, reclamara a Zapatero que tomara cartas en el asunto para "reconducir" la situación, atendiendo a que es Moncloa, y no Trabajo, quien coordina esta ronda de negociaciones. Este diario hace un repaso a unas cuantas dificultades ahora mismo existentes en el diálogo social.

Periodista Digital - Opinión

La irresponsabilidad del Gobierno argentino ante la gripe A

Las noticias de que los afectados por la gripe A en Argentina alcanzan ya cifras superiores a los cien mil, que las víctimas mortales superan el medio centenar y que la pandemia avanza de manera incontrolada han conmocionado al país y elevado la alarma en la comunidad internacional, sobre todo entre sus vecinos. España, con la que el país andino mantiene un intenso intercambio de viajeros, también tiene motivos para la preocupación. Sobre todo después de revelarse que el Gobierno de Cristina Kirchner ocultó deliberadamente el alcance de la gripe por motivos puramente electorales. Nada puede haber más deleznable y repulsivo que jugar con la salud de las personas para sacar tajada política. La muestra de irresponsabilidad e inmoralidad que han dado los gobernantes populistas argentinos no sólo perjudica a sus ciudadanos, que se ven sometidos ahora a medidas sanitarias tardías; también coloca al país en el punto de mira internacional de cómo no se debe gestionar una grave crisis sanitaria. Sin caer en la petulancia, convendría que los dirigentes peronistas tomaran nota de cómo se está afrontando la pandemia en España, donde la ministra de Sanidad y su homólogo madrileño, de diferentes partidos, han dado ejemplo de coordinación y responsabilidad ante el único caso de víctima mortal.

La Razón - Editorial

Otro golpe a ETA, Otegi y el PNV a lo suyo

AUNQUE LA BANDA ESTá BAJO MíNIMOS QUIERE LIDERAR AL NACIONALISMO VASCO

LA DETENCIÓN ayer de tres etarras que figuraban en la lista de los terroristas más buscados supone un golpe importante para la dirección operativa de la banda. Las policías española y francesa mantienen un cerco constante y muy eficaz contra la dirección etarra, ya que en las últimas semanas han llevado a la cárcel a terroristas con un papel clave en ETA. El pasado día 25 se detuvo a dos miembros del aparato de información y ayer a tres etarras del aparato militar a los que se relaciona con los asesinatos del ex concejal socialista Isaías Carrasco en vísperas de las últimas elecciones generales y del empresario Ignacio Uria en diciembre de 2008. Todas estas detenciones son posibles gracias a que la colaboración hispano-francesa atraviesa sin duda uno de sus mejores momentos. Las operaciones policiales golpean a los que empuñan las pistolas, pero su entorno político está más desarbolado que nunca después de que la sentencia del Tribunal de Estrasburgo haya dejado sin argumentos su discurso contra la Ley de Partidos.


No obstante, según publicamos hoy, ETA sigue queriendo liderar al mundo nacionalista radical, desde Batasuna a EA, pasando por Aralar y llegando al sector más soberanista del PNV. Un documento incautado a un terrorista detenido establece como objetivo la creación de una llamada «Alianza Popular Nacional» que ETA quiere poner bajo su mando. Batasuna obedece, desde luego, a la banda terrorista, hay que recordar que en vísperas de las elecciones vascas, Otegi intentó un acuerdo con EA y con Aralar para crear una coalición independentista que no prosperó. No es una noticia que ETA quiera liderar al mundo nacionalista, sí es preocupante que los partidos democráticos no se separen con claridad de sus postulados. En este sentido, resulta inquietante -además de ridículo- lo que sucedió ayer en el monte Gorbea, donde el líder del PNV encabezó una marcha para protestar contra la colocación de una bandera española en el transcurso de unas maniobras militares e hizo un discurso al que Otegi no le haría ascos. «Euskadi no es Perejil ni un punto estratégico en el que clavar el estandarte como signo de conquista», dijo. Cabría preguntarle a Urkullu, entonces, qué pintaban él y sus correligionarios poniendo la ikurriña en la cima del Gorbea con una oración fúnebre «a los gudaris vascos que dieron su vida por este país».

El Mundo - Editorial

El problema de Garoña no son los trabajadores. Por Juan Ramón Rallo

«El problema del cierre de Garoña es que se destruye un negocio que estaba generando riqueza y, como consecuencia, se destruyen unos puestos de trabajo que estaban orientados en la dirección adecuada: producir energía barata.»

Aunque parezca mentira, porque es ahí donde fundamentalmente se han cargado las tintas, el problema del cierre de Garoña no es que sus trabajadores se vayan a quedar en el paro. Por supuesto eso supone una tragedia personal que no conviene olvidar, pero sin obviar tampoco cuál es el verdadero coste que subyace a esta arbitraria decisión política.


Los trabajadores pueden recolocarse con cierta facilidad, tal y como se ha apresurado en remarcar el Gobierno. Trabajos potenciales los hay infinitos, y no es la escasez de tareas a realizar lo que genera un desempleo estructural. No.

El problema del cierre de Garoña es que se destruye un negocio que estaba generando riqueza y, como consecuencia, se destruyen unos puestos de trabajo que estaban orientados en la dirección adecuada: producir energía barata.

La oposición a la absurda decisión socialista ha insistido en las familias que se quedarán sin un salario, pero eso es un error. Ahí está un "generoso" Zapatero (siempre con el dinero ajeno, el de los contribuyentes, claro) presto a recolocar en un Parador Nacional o en cualquier otra descabellada ocurrencia los empleos que ha destruido. ¿Entonces? Entonces la diferencia estriba en que Zapatero se ha cargado empleos que eran capaces de pagarse sus propios salarios y pasará a crear otros puestos de trabajo que, precisamente por estar ubicados en actividades insostenibles sin la subvención pública, tienen que obtener sus remuneraciones de la riqueza que otros han generado.

Es la perversa lógica del Plan E: creemos empleos donde sea porque lo relevante no es a qué se dedique ese empleo, sino mantener a la gente ocupada en "algo", gastando o malgastando su tiempo y sus energías.

A los políticos les cuesta entender que los beneficios de la división del trabajo emergen de que cada uno se especialice en producir bienes y servicios que otros desean a cambio de que esos otros produzcan los bienes que ese uno demanda. Si empezamos a producir bienes y servicios caros e inútiles, la división del trabajo se quiebra, porque nadie está dispuesto a ofrecer su mercancía de calidad a cambio de unos cacharros averidos. El mercado tiende a readaptarse hasta lograr coordinar a las distintas personas. Pero el Gobierno puede bloquear ese proceso espontáneo de ajuste. Y ahí es donde interviene el Ejecutivo con sus subvenciones: dado que a una parte de la sociedad le impide ganarse el pan en esa división del trabajo, tiene que rapiñar a los que sí siguen generando riqueza para mantener a quienes ha arruinado.

Puro ABC del intervencionismo económico.

Libertad Digital - Opinión

Nacionalismo en el monte. Por Ignacio Camacho

HAY que ver lo que le gusta al nacionalismo vasco echarse al monte. Ayer lo hizo, literalmente, en el Gorbea, para conjurar con un exorcismo ritual la profanación cometida por unos militares arriscados que plantaron allá arriba una intolerable bandera española. ¡Cómo se atreven esos malandrines a colocar una bandera de España en territorio español! Ni que el País Vasco fuera Perejil, dice el tal Urkullu, reconvertido en ocasional caudillo liberador de tierras ocupadas. Y para expulsar los malos demonios han llenado el monte de ikurriñas, como si una bandera fuese excluyente de la otra; ambas son perfectamente constitucionales, pero el PNV se acostumbró a convertir la una en excluyente, en la «suya», que era un modo de atizarle simbólicamente con el mástil a quienes no sienten ningún reparo en identificarse con las dos. Ésta es la clave de la hegemonía forzosa que han impuesto los nacionalistas: aprovechar el sentido integrador de la autonomía que diseñó la Constitución para construir un ámbito de exclusiones. Para subvertirla, literalmente.

La estrategia les ha dado, qué duda cabe, resultados rentables: treinta años de dominancia política nada menos. Un período tan largo ha generado un sentimiento de sumisión más o menos subconsciente, hasta el punto de que la sociedad vasca ha interiorizado como una especie de necesidad ontológica que el nacionalismo ha de estar en el poder de un modo u otro. Así se explica el dato esencial del último Euskobarómetro, según el cual el 60 por ciento de los vascos está en desacuerdo con el pacto PSOE-PP, inclinándose en mayoría por una fórmula de coalición entre los socialistas y el PNV. Lo curioso es que en las últimas elecciones el partido-tótem obtuvo sólo un 38,5 por 100 de los votos. Es decir, que incluso muchos ciudadanos que no lo votaron piensan que debería seguir gobernándolos. Sentido de dependencia, se llama eso. Síndrome de Estocolmo.

Con semejante estado de opinión, que es el verdadero enemigo del gobierno de Patxi López, es natural que el nacionalismo sienta impulsos de subir al monte para proclamarse como providencialista salvador de la patria amenazada. En realidad, los nacionalistas nunca han bajado de los cerros, desde que Arana dio en elegir escenarios montaraces para sus proclamas mesiánicas, a menudo pronunciadas tras bien regadas comilonas campestres; se trata de un partido estrictamente cerril, que busca sus raíces en una mitología de ruralismo atávico, antiurbano y antimoderno, amigo de akelarres y demás conjuros mágicos. Pero está por ver el día en que se echen al monte con todas sus enseñas y su parafernalia excursionista para protestar en serio contra ETA y sus cómplices, o para honrar la memoria de las víctimas del terrorismo. Sería un picnic muy celebrado en el que nadie echaría de menos o de más bandera alguna.

ABC - Opinión

Garoña y el blindaje de la democracia. Por Carlos Carnicero

José Luis Rodríguez Zapatero es un político solitario, táctico, con instinto y que además funciona con las encuestas en la mano. Tiene una habilidad extraordinaria para decir a cada uno lo que quiere oír; es capaz de prometer cosas contradictorias y no piensa en las consecuencias y en los costes de las decisiones políticas porque lo que prima son las soluciones instantáneas sobre los problemas que es incomodo contemplar en una perspectiva lejana.

La soledad con la que toma sus decisiones se ha definido en su entorno como "radial". Zapatero irradia y los demás ejecutan. El presidente elige a sus colaboradores más directos y a sus asesores áulicos fuera del núcleo del partido porque sabe que llevarle la contraria equivale a proferirle una ofensa. Piensa en él y no en el estado y es frecuente conocer anécdotas de personas que se referían a las consecuencias de abrir determinados debates, como el nuevo estatuto de Cataluña, y su respuesta invariable no es hablar de las consecuencias para España sino las que le afectan a él personalmente. El bonapartismo o cesarismo es una condición frecuente del ejercicio del poder en el que quienes lo padecen piensan que han sido ungidos de unos dones especiales para gobernar al margen de los ciudadanos, aunque siempre los invocan a ellos para justificar sus conductas y en algunos casos, como el que nos ocupa, sin que esa conducta sea contradictoria con su origen y legitimidad democrática indiscutible. Pero son los tiempos que nos ha tocado vivir y la elección posible es entre Zapatero y Rajoy: hasta ahora la mejor garantía para que el presidente socialista continúe en La Moncloa.

El cierre de la central de Garoña es un buen ejemplo del hurto de un debate a la sociedad porque la decisión estaba vinculada a voluntad y al cálculo personal del presidente en medio de una polémica larvada dentro de su propio partido. Si todavía no se ha producido, ni siquiera formulado, el cambio inevitable de modelo económico para sobrevivir a esta crisis y ganar posiciones en este mundo en ebullición, ¿por qué precipitar soluciones? Y, sobre todo, por qué anunciar el blindaje de una decisión institucional y democrática que podrá revocarse por una norma del mismo rango. Las cosas que quedan "atadas y bien atadas" no suceden siquiera en las dictaduras, porque una de las condiciones de la democracia y de la soberanía popular es que gobiernan sobre un mundo en el que las leyes se pueden cambiar siempre que tengan mayoría y encajen en la Constitución. Eso lo tendría que saber hasta Zapatero.

Periodista Digital - Opinión

Grietas. Por Alfonso Ussía

Tengo amigos y familiares que no han dado un palo al agua en su vida, viven de las rentas y no tienen tiempo para pensar en nada, que votan entusiasmados a Rosa Díez. Anteriormente lo hacían al PSOE e incluso a Izquierda Unida, porque entre la nobleza y el mundo del dinero existe un modelo de esnobismo que ha resultado, para muchos, altamente beneficioso. No parecer de derechas. Viven en una derecha recalcitrante y antigua, madrugan a las once de la mañana, actúan como la ya obsoleta «aristocracia letrinal» acuñada por Luis María Anson, y se divierten jugando a ser de izquierdas de toda la vida. Hay familias especializadas en ello. Y la aparición de Rosa Díez en el cotarro político ha aliviado sus angustias y conciencias. Ya no se ven obligadas a votar a Izquierda Unida y acudir al colegio electoral desde su campo de ocho mil hectáreas. Aquello era muy duro. Votar para mantener un falso prestigio de progre termina con la calma de cualquiera. Y Rosa Díez ha sido la solución.

Rosa Díez ha sido mansa y valiente en dos etapas de su vida política. En la segunda, valiosísima y ejemplar. En la primera, colaboradora del nacionalismo y muy aficionada a querellarse con ciudadanos que no tragaban con sus mensajes de «normalidad» en el País Vasco. Quiso meter en la cárcel a Mingote. Y de ello no me olvido. Pero sus años últimos en el PSE los transcurrió con una gran dignidad. Cuando fundó UPyD la aristocracia de sangre o dinero que vota a las izquierdas desde sus fincas o desde sus bancos –la relación de nombres causaría asombro–, se apuntó al carro de la señora Díez en búsqueda del mal menor. Pero el tiempo deteriora los sueños, y las grietas en la fachada joven e impoluta de UPyD se han hecho visibles y preocupantes.

Mikel Buesa fue uno de los fundadores de UPyD. Hermano de Fernando Buesa, parlamentario vasco asesinado por la ETA en Vitoria, y ex Presidente del Foro de Ermua, nunca ha renunciado a sus orígenes izquierdistas y siempre ha mantenido el equilibrio y la dignidad ante la barbarie terrorista que ha sangrado su tierra. En muy poco tiempo, Mikel Buesa se ha cansado de Rosa Díez, a quien atribuye un excesivo placer por el autoritarismo. «No estoy en UPyD para hacer reverencias a Rosa Díez». Y se ha marchado. Se demuestra, una vez más, que los inventos políticos, por muy apoyados que se sientan durante su constitución, terminan por desvanecerse. A Rosa Díez no se le ha ido un mindundi. Se le ha marchado su número 2, su portavoz en Madrid y uno de los más influyentes miembros del Consejo de Dirección del partido.

No debe confiar Rosa Díez en la lealtad de la aristocracia letrinal y de la oligarquía económica con ínfulas progres. Estos se van como han venido, porque para ellos la política es un juego de salón, una continua fiesta de disfraces. No son demasiados, ni dentro de la nobleza ni de la banca y aledaños del ámbito financiero. Pero resultan agobiantes porque organizan muchas cenas, y siempre hay un tonto dispuesto a dejarse convencer por esnobismo. La grieta de Mikel Buesa puede llevar a la aristocracia esnob de nuevo hacia el PSOE o IU. Es lo más impactante, «alucinante» y elegante.

La Razón - Opinión

Honduras se enroca

La misión de la OEA fracasa en su intento de que los golpistas devuelvan el poder a Zelaya.

Las posiciones se enrocan. La OEA estaba reunida ayer en Washington para votar la expulsión de Honduras, mientras el régimen golpista de Tegucigalpa anunciaba su retirada preventiva de la organización. El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, había viajado el viernes a Tegucigalpa para exigir la reposición del presidente Manuel Zelaya en el cargo, en consonancia con la condena general, no sólo de la OEA, sino también de la UE y EE UU, por la ominosa reedición de un pasado que se creía ya extinguido: el golpe de Estado militar en América Latina.


El domingo pasado, los soldados sacaban de la cama a Zelaya y lo despachaban en un avión al exilio para impedir que ese mismo día se celebrara un referéndum del que el presidente esperaba que abriera camino a la reelección de los máximos mandatarios, lo que prohíbe la Constitución hondureña. Y los golpistas se apresuraban a elegir al presidente de la Cámara, Roberto Micheletti, sucesor de Zelaya.

Pero la pelea de fondo atiende a la ubicación política de Honduras en América Latina. Pese a ser un gran propietario y su partido, el Liberal, representar a la derecha conservadora más profunda, el presidente había virado a la izquierda, hasta integrarse en el ALBA, la Alianza Bolivariana, creada por el presidente venezolano, Hugo Chávez, en oposición al ALCA, tratado de libre comercio que impulsa Washington. Y los golpistas no ocultan hoy sus motivaciones: actuaron contra el alineamiento de su país con el bloque chavista, en el que militan Bolivia, Ecuador, Nicaragua y, recientemente, Paraguay. Zelaya aseguró ayer que volvería hoy a Tegucigalpa para reclamar la presidencia, operación en la que iban a acompañarle varios presidentes latinoamericanos. Y el régimen golpista ha garantizado que si vuelve dará con sus huesos en la cárcel, acusado de innumerables violaciones de la Constitución.

Con las espadas tan en alto por ambas partes, ¿adónde se va desde ahí? La OEA no ha intentado negociar porque, posiblemente, los golpistas no se prestaban a ello; las potencias de la UE, entre ellas España, han llamado a consultas a sus embajadores; el presidente norteamericano, Barack Obama, ha dejado claro que desea la reinstauración de Zelaya por muy chavista que sea; la ONU condenó unánimemente el golpe; los radicales como Chávez piden una acción militar restauradora, al tiempo, que, con su verbo inimitable, el venezolano llamaba a Micheletti, goriletti. Y en esta relativa precipitación de acontecimientos ha jugado un papel la necesidad de no regalar al chavismo el copyright de la protesta.

Pero como no se ve estómago para intervenir por parte de EE UU ni de nadie, salvo quizá Venezuela, el camino sólo puede conducir a la adopción de sanciones, a una ruptura diplomática masiva que denote el aislamiento del golpe, y al fin de la ayuda norteamericana. Mucho más allá no parece posible ir. Aunque si el golpe se consolida, todos salimos perdiendo.

El País- Editorial

Gabilondo se lava las manos frente al nacionalismo catalán

El ministro alega que, mientras el Constitucional no se pronuncie sobre el Estatuto, el Gobierno no puede evitar que la Generalitat proclame su independencia en materia educativa a través de la nueva Ley de Educación de Cataluña

EL PASADO jueves el Gobierno saludó la Ley de Educación de Cataluña (LEC) advirtiendo que estudiaría «sus recovecos» ante la certidumbre de que esta normativa contraviene -como mínimo- el Real Decreto de 2006 del Ministerio de Educación que establece la obligatoriedad de impartir tres horas semanales de castellano. Pues bien, de la entrevista con el ministro de Educación, Ángel Gabilondo, que hoy publicamos, se desprende que el Ejecutivo no sólo no va a mover un dedo para impedir que Cataluña proclame su independencia de España en materia educativa, sino que está dispuesto a recurrir a todo tipo de pretextos para pasar por alto el órdago soberanista más importante al que se enfrenta el Estado desde el plan Ibarretxe.


La LEC se ampara en el Estatuto de Cataluña para consagrar el catalán como lengua vehicular única en la enseñanza en esta Comunidad -algo que ya reconocía la Ley de Política Lingüística de 1998-; contraviene flagrantemente la Constitución al imponer un modelo monolingüe en las escuelas y negar a los padres el derecho a elegir la lengua en que van a ser educados su hijos; ignora la sentencia del Tribunal Supremo que obligaba a la Generalitat a ofrecer formularios de escolarización bilingües; y se burla del Gobierno -que según el TC es quien debe fijar las enseñanzas mínimas- al relegar el castellano al nivel de una lengua extranjera y al atribuir a la consejería de Educación catalana el diseño curricular.

Pese a estas evidencias de que la LEC es una peana del independentismo que desprecia las leyes del Estado y las sentencias judiciales, el mismo ministro que hace solo dos meses recordaba que «el español es la lengua oficial de todo el Estado» y porfiaba que «todos los españoles tienen el deber de conocer el castellano y el derecho a usarlo», ahora concluye que todas las disposiciones de la ley catalana son legítimas y hay que respetarlas mientras el Tribunal Constitucional no resuelva los recursos presentados hace tres años contra el Estatuto, cuya normativa es efectivamente de rango superior a los decretos de su departamento.

Gabilondo se lava las manos en la vergonzosa pasividad del TC y pide a las familias que olviden sus derechos básicos y «asuman la legalidad» de la lengua vehicular catalana. Tiene razón el ministro cuando subraya que «el debate de fondo es el debate sobre el Estatuto», pero no por ello podemos evitar recordarle que los derechos constitucionales están por encima de cualquier Carta autonómica, así como preguntarle si se siente pues exento de responsabilidades en Cataluña mientras los magistrados del TC no decidan pronunciarse.

En el trasfondo de la docilidad del Gobierno para con los desafueros de los nacionalistas catalanes volvemos a encontrar las hipotecas de la geometría variable de Zapatero, así como el uso de las lenguas cooficiales como armas arrojadizas. Si no, no se explica que el mismo partido que en el País Vasco pacta con el PP para frenar la euskaldunización programada por el anterior lehendakari, en Aragón ponga en riesgo su alianza con el PAR para promover el catalán a través de la controvertida Ley de Lenguas, o en Cataluña se avenga a hacer de comparsa del secesionismo lingüístico.

El Mundo - Editorial

En Honduras no hay cuento de buenos y malos

«Resulta ridículo que la OEA decida expulsar a Honduras por incumplir su "Carta Democrática" semanas después de proponer a Cuba su ingreso en la organización, invitación finalmente rechazada por la dictadura.»

Visto lo ocurrido superficialmente en el país centroamericano esta última semana, todo estaría claro. Había un presidente democráticamente elegido que fue detenido y expulsado del país por el Ejército, que tras un golpe de estado –eso sí, incruento– habría puesto a un sustituto civil al frente del país. Dentro de los numerosos ejemplos que ha dado Hispanoamérica de este tipo de intervenciones, ya catalogadas por Carlos Rangel hace 30 años en su Del buen salvaje al buen revolucionario, estaría entre las más benignas. Pero no deja de ser un golpe de estado contra una democracia que desde 1982, todo un récord en la zona, había permanecido estable y en paz.


Sin embargo, a poco que un observador imparcial profundizara en el caso, vería una serie de incongruencias que casan mal con ese sencillo paisaje. Para empezar, no sólo el Ejército, sino también los poderes legislativo y judicial de Honduras han apoyado que se defenestrara a Manuel Zelaya. Por otro lado, quienes más ruido están haciendo fuera del país reclamando el regreso del presidente al poder en nombre de la democracia son Hugo Chávez, Daniel Ortega, Rafael Correa, Evo Morales y Raúl Castro. Gobernantes que, al margen de la mala consideración que podamos tener sobre sus políticas, no cabe duda de que otorgan a la democracia y las instituciones un valor meramente instrumental. Escuchar al dictador cubano o al gorila rojo defender las instituciones que han destruido en sus propios países hace sospechar que lo importante para ellos no es Honduras, sino su adscripción al proyecto chavista del "socialismo del siglo XXI".

La democracia no es sólo un ritual periódico por el que se acude a las urnas. Es principalmente un sistema en el que se respeta a las minorías, las instituciones y el Estado de Derecho frente al poder arbitrario de la mayoría legítimamente elegida. Un presidente no puede hacer todo lo que quiera al frente del poder Ejecutivo, sino que dispone de una serie de limitaciones enfocadas, cuando la democracia está bien diseñada, para impedir que pueda acaparar todo el poder, dividiéndolo según las enseñanzas de Montesquieu.

Zelaya había ido cambiando de chaqueta conforme avanzaba su mandato. Escogido por un partido de centro-derecha, se había alineado con Chávez y su eje bolivariano. Sin duda, era un fraude a sus electores, pero no era algo ilegal. Sin embargo, como los principales líderes de ese eje, también estaba planteando la posibilidad de cambiar la Constitución para poder seguir en el poder, con un referéndum que violaba los artículos 5, 239, y 374 de la ley de leyes hondureña, que de hecho considera delictivo y causa de cese "inmediato" en el cargo promover siquiera ese cambio.

Se podrá discutir si esa peculiar característica de la Constitución hondureña, encaminada a impedir el surgimiento de caudillos, es buena o mala, aunque vista la historia reciente de Hispanoamérica parece especialmente sabia y previsora. Pero lo que no puede hacerse es ignorarla en el análisis de lo que ha sucedido. La Corte Suprema prohibió la consulta de Zelaya, y éste desobedeció el dictamen del poder judicial. Asimismo, se ha desvelado que el juez encargado por el tribunal de investigar al presidente había ordenado su detención al Ejército, aunque no que lo expulsara del país. Pero al margen de la credibilidad que merezca el documento, no cabe duda de que la defenestración por parte del Ejército de un jefe de Estado es todo lo contrario al ideal y las costumbres democráticas, y debe ser condenado.

Sin embargo, quedarse en esa condena sería injusto, especialmente con la realidad. Los militares no se despertaron un día y decidieron dar un golpe porque sí. Y Zelaya, con sus acciones encaminadas a subvertir el orden constitucional de Honduras, había perdido todo el derecho a mantenerse en su cargo, según las propias leyes hondureñas. Resulta ridículo que la OEA decida expulsar a Honduras por incumplir su "Carta Democrática" semanas después de proponer a Cuba su ingreso en la organización, invitación finalmente rechazada por la dictadura. Pero el nuevo Gobierno de Honduras, el Parlamento y la Corte Suprema debieron tener en cuenta que un golpe de esta naturaleza era la mejor forma de legitimar a Zelaya cara al mundo, y la peor de restablecer la normalidad democrática tras el asalto del presidente a las instituciones. Han convertido en mártir a un villano.

Libertad Digital - Editorial

Agresión al castellano en Cataluña

CUANDO un presidente del Gobierno jura o promete guardar y hacer guardar la Constitución no se trata de una fórmula ritual sino de un compromiso político y jurídico que está por encima del oportunismo y las conveniencias coyunturales. De ahí que sea inaceptable la actitud de Rodríguez Zapatero ante la Ley de Educación aprobada por el Parlamento catalán con el voto favorable de socialistas y nacionalistas. La vulneración de los derechos de los ciudadanos y el desconocimiento del castellano como lengua común a todos los españoles no puede ser analizada desde una perspectiva partidista. El presidente incumple sus obligaciones cuando mira para otro lado en un asunto tan grave porque prefiere mantener una supuesta «paz social» y criticar el «empeño» en hacer batalla política del bilingüismo. Es notorio que el PSOE tiene serias dificultades para sacar adelante la financiación autonómica y que no puede arriesgarse ahora a una rebelión de los diputados del PSC, al tiempo que le interesa mantener abiertos los cauces para un acuerdo con CiU en el Congreso. Sin embargo, el interés particular de un partido político en apuros para completar mayorías parlamentarias nunca puede justificar la pasividad del Ejecutivo y la permisividad del presidente, puesto que la propia Constitución exige que el Gobierno garantice la igualdad de derechos y deberes de los españoles en todas las partes del territorio nacional.

Mientras el TC se eterniza en las deliberaciones sobre el estatuto catalán, la realidad de los hechos desborda ya los posibles efectos de la sentencia. En este contexto, el PSOE prefiere no echar leña al fuego y deja hacer a los partidos catalanes porque necesita votos para una supervivencia política cada vez más complicada. Lo peor de todo es la insistencia en negar la realidad, haciendo creer que en Cataluña existe una «convivencia pacífica» de las dos lenguas y dando por buenas las garantías verbales del consejero de Educación Ernest Maragall. La ley recién aprobada establece, en efecto, que los estudiantes deberán dominar ambas lenguas al llegar a los doce años, pero las buenas palabras no se corresponden con los hechos ya que se elimina sin más la obligatoriedad de la tercera hora de castellano. Ello supone una discriminación para sectores muy amplios de la población y una invasión de las competencias del Estado, profundizando así en la fórmula confederal que altera el modelo territorial sin modificar la letra de la Constitución. Por eso los promotores de la norma hablan de «la ley más importante de la legislatura», hasta el punto de que la búsqueda de acuerdos con CiU ha sido prioritaria sobre las desavenencias internas del tripartito.

Desde la pasada legislatura, la falta de criterio en materia de organización territorial del Estado pasa factura a todos los españoles. No es aceptable que un gobernante ponga en primer plano sus intereses oportunistas cuando están en juego competencias estatales y principios básicos para vertebrar la convivencia en todo el territorio nacional. El castellano es una lengua de dimensión universal, en plena expansión internacional cuya convivencia natural con el catalán responde a la realidad histórica y sociológica. Es muy grave que en una materia tan relevante el Gobierno de España haga dejación de su responsabilidad por razones oportunistas.

ABC - Editorial