lunes, 6 de julio de 2009

El japonés. Por Atsushi Fukazawa

Imagínese que se traslada a mi país, a Japón, con sus hijos en edad escolar. Y escolariza a sus hijos con la ilusión de darles la oportunidad de aprender japonés. Y al escolarizar a sus hijos encuentra que todos los colegios imparten clase en una lengua regional japonesa (también tenemos lenguas regionales, como en casi todos los países). Y que no encuentra ningún colegio con el japonés como lengua vehicular.

Supongo que usted, atónito, preguntaría por qué no existen colegios con la lengua oficial común del Estado. Y le cuentan algo sobre que hay que proteger no sé qué y que es una especie de revancha contra no sé quién que hizo que hace más de 50 años esa lengua regional estuviera perseguida. Y usted sigue sin entender por qué no puede elegir en Japón una educación en la lengua oficial común del Japón, el japonés.

Pues bien, esto me ha ocurrido en Barcelona, donde actualmente no hay ningún colegio con español como lengua vehicular. Ni público, ni concertado, ni privado.

En mi país, todo el mundo entendería que usted no tuviera ningún interés en que sus hijos aprendieran una lengua regional de mi país, pero sí japonés. Y aquí en España, ¿entienden que nosotros queramos aprender español y no catalán.

El País

Ramón Tamames: "La crisis es profunda y el presidente del Gobierno vive en un mundo de fantasías"


Ramón Tamames publica "Para salir de la crisis global" (Ed. Edaf ) donde sostiene que el Gobierno de Zapatero no ha tenido ningún acierto en la gestión de la crisis. El economista explica que es desde la Unión Europea donde se están llevando medidas económicas importantes como, por ejemplo, subir la garantía de los depósitos de los bancos (de 20.000 hasta 10.000 euros). España sigue en Babia.
"Si no se detecta a tiempo tiene graves consecuencias. Y con 10 meses sin afrontar la crisis es cómo se ha dado la situación que hoy vivimos".
NUEVO MODELO ECONÓMICO ESPAÑOL

Tamames cree que estamos en un momento de "tardofranquismo" porque el sistema laboral de nuestro país es un modelo creado en la dictadura que no ha evolucionado. Así, confía en la instauración de otros modelos que están teniendo buenos resultados (como el danés) en donde hay indemnizaciones para los trabajadores despedidos y no altas liquidaciones.
"No sólo hay que pensar en los despidos sino también en la pervivencia de las empresas"
Con la "lamentable" situación económica no sólo los trabajadores están preocupados. Para Ramón Tamames, los empresarios también están "deprimidos" y les cuesta crear empleos si no saben las nuevas condiciones a las que se enfrentan. Por eso subraya que, una reforma laboral es muy necesaria.
"En Alemania hay menos paro porque ha subido el empleo a tiempo parcial y en España eso no es aceptado. Prefieren estar dos años en el paro sin dar ni golpe".
Ramón Tamames reconoce cómo, afortunadamente, nuestro país no sólo depende de la construcción y que otros sectores tienen capacidad para salir de esta situación económica.
"Tenemos cuatro millones de parados pero otros 19 millones siguen trabajando"

Periodista Digital

Tontería izquierdista de la semana. Por Emilio Campmany

Goytisolo no se dan cuenta, o no quieren dársela, de que el enemigo del fundamentalismo musulmán es Occidente entero, sin distinciones.

Carlos Rodríguez Braun nos deleita todos los lunes aquí, en Libertad Digital, con la tontería económica de la semana. Algún día debería empezar a escribir la tontería izquierdista de la semana, aunque es muy probable que no dé abasto y tenga que convertirla en la tontería izquierdista de cada día o de cada hora.


Juan Goytisolo es uno de nuestros más ilustres escritores. Rabiosamente izquierdista, ha sido tan alabado como premiado. Lo cual no es óbice para que con recurrente frecuencia diga alguna tontería. Este domingo ha escrito una muy gorda en un artículo en El País dedicado a explicarnos lo bien que conoce Irán. Ya se sabe que Goytisolo es experto en mundo islámico. Con el artículo demuestra que el campo de su saber no se limita al mundo árabe, sino que se extiende también a otros países musulmanes. Pues bien, dice Goytisolo tras una larga exposición de cuáles son las claves de lo que ocurre en Irán: "la obstinación de Ahmedineyad contra el Gran Satán carece de credibilidad frente al cambio representado por Obama". La gente de El País, criada a los pechos de Juan Luis Cebrián, destila tanta mala leche que, para que la necedad no pase desapercibida, la han destacado en un recuadro no vaya a ser que a los que nos aburre Goytisolo se nos escape.

Total, que es muy natural que los iraníes y los demás musulmanes vieran a los Estados Unidos como el Gran Satán hasta Bush. Sobre todo, cuando mandaba Bush. Pero, ahora que está Obama, no hay razón para ser tan descortés. La bobada se las trae. Goytisolo se cree que el radicalismo islámico es como un izquierdismo de raíz religiosa, una especie de socialismo utópico, que debería saber que en Occidente tiene enemigos, los demonios de la derechas, pero también amigos, la buena gente de la izquierda. No se dan cuenta, o no quieren dársela, de que el enemigo del fundamentalismo musulmán es Occidente entero, sin distinciones. Ni tampoco que, para ellos, no importa que se llamen Ahmadineyad, Jameini, Bin Laden o Ismail Haniya, cuanto más laico y desacralizado esté Occidente, más satánico se les figura.

Y luego, ¿qué significa que "la obstinación de Ahmadineyad carece de credibilidad"? Goytisolo habla del presidente iraní como si se refiriera a Llamazares o a Ignacio Ramonet, un correligionario al que, tras pecar de excesivamente extremista, hay que conminar para que vuelva a la ortodoxia pragmática. A Ahmadineyad le importa un bledo la credibilidad que pueda tener ante Goytisolo y el resto de la izquierda española, europea y norteamericana.

Además, ¿qué ha cambiado Obama? Lo único que ha hecho es largar en El Cairo un pestiño que sólo ha servido para demostrar lo poco que sabe sobre la Inquisición, la Ilustración y el Renacimiento. Lo que sí ha hecho Obama es ordenar una ofensiva militar en Afganistán en la que se están aplicando ce por be las exitosas tácticas empleadas por Bush en Irak al final de su mandato.

A Goytisolo le pasa que no sabe a qué bando apuntarse en Irán. Por un lado, le caen simpáticos los ayatolás por habérselas tenido tiesas con los norteamericanos. Por otro, no deja de conmoverle ver masas de gente protestando en las calles contra un Gobierno, siempre que el Gobierno no sea de izquierdas. ¿Con quién quedarse? Goytisolo vacila y acaba diciendo tonterías. ¡Jesús, qué izquierda!

Libertad Digital

Triste, solitario y final. Por Gabriel Albiac

NO le digo ahora adiós. Lo dije entonces, cuando, hace menos de dos años, Mikel Buesa inició la derrota que cierra dignamente ahora. Fue el síntoma de que todo iba a venirse abajo. Los partidos recuperaban el control total de lo político, que parecían haber perdido, y que quizá ciertamente perdieron, entre la primavera de 2004 y el invierno de 2007; cuando, por primera vez desde que España es democracia, la gente tomó en las calles el relevo de una casta por la cual se juzgaban estafados. En 2007, Buesa anunciaba su ingreso en el partido nuevo de una vieja aparatchiki del PSOE a punto de perder el sueldo del cual vivió en los últimos treinta años. Vi en aquello un error, entonces. Ahora, cuando Buesa decide volverse a casa, es ya tarde. No hay remedio. Los partidos recuperaron el control. De todo. Y el ciudadano entró en el tibio redil tras sus pastores. Lo peor sucede siempre: es una ley de la materia.

Por eso fascinaba tanto el movimiento ciudadano hace cuatro años. Por eso era preciso aniquilarlo. Los partidos políticos son una maldición inseparable de la democracia: quizá su precio más oneroso y su perversión moral más repulsiva. Pero algo hay que pagar por este, que es, pese a todo, el menos doloroso de los sistemas políticos hasta hoy conocidos: el único en el cual, por lo menos, el pago de brutales impuestos compra el primordial derecho a atrincherarse en lo privado y mandar, desde allí, al Estado a hacer puñetas. Los que hemos visto otros tiempos y otros sitios, sabemos hasta qué punto esta minucia es el mayor lujo. No dan para mucho más las sociedades humanas. Y allá donde un mundo es bastante inteligente -y suficientemente rico- para pagarse una vida mínimamente agradable, no persigue ya siquiera librarse de la parásita casta de sus políticos. Acota sólo lo que es conveniente pagarles para que no molesten. Y fija, en paralelo, las redes de comunidad que permitan al ciudadano relacionarse con sus iguales y despreciar con sosiego a aquella mala gente necesaria, a la cual mantenemos para que carguen con el trabajo moralmente más sucio. La libertad real de un país se mide por el índice de autonomía de la sociedad respecto de lo político; y por la intensidad de su hastío hacia partidos y Estado.

Aquí nunca existió eso. Ni antes, ni durante, ni después de la dictadura. El Estado, en la España del siglo veinte, absorbe todo. Y los partidos tienen, como objetivo primero, quebrar alma y libertad de quienes pagan sus cuentas. Es el mundo al revés. Pero viene de tan largo, que ni siquiera ya percibimos la amputación anímica que toma aquí nombre de democracia. Y es cierto que es menos malo eso que una dictadura. Pero, ¿puede llamarse democracia? Sólo muy analógicamente. Por eso, cuando el Foro Ermua sacó a la gente a la calle con objetivos y lemas que eran abiertamente odiosos a los partidos, cosechó un éxito tan inesperado. Fue una fiesta. Al fin la ciudadanía, pensamos algunos. Lo pensaron también los dirigentes políticos. Y entendieron que había que aniquilarlo. La más inteligente fue, desde luego, Rosa Díez: hacer de aquel grito de rechazo contra los partidos matriz para otro partido más, revela un cinismo político sin duda brillante. Buesa fue rehén de aquel proyecto. Se equivocó. ¡Tantas veces nos equivocamos todos! Le honra haberlo constatado ahora. Y haber tenido el vigor de abandonar. Y a mí me pasa como al protagonista de cierta novela negra, que no acierta a formular su despedida, porque eso sucedió hace mucho: «No le digo adiós. Se lo dije cuando tenía algún significado. Se lo dije cuando era triste, solitario y final».

ABC - Opinión

Del Estado raquítico al Estado anoréxico. Por José García Domínguez

«Motu propio nada tenía que decir el estadista presunto sobre la prohibición del español en un rincón –teórico– de España. En eso, don Mariano nos ha salido a Franco: él tampoco se mete en política. Jamás.»

Es tradición. La derecha, tan gallarda cuando toca perorar sobre la patria acodada en las trincheras de Madrid, se rila en cuanto pisa Barcelona. Apenas atisban El Prat, feroces leones indómitos y temibles legionarios de la causa hispana, de súbito, se transmutan en inofensivos conejitos de peluche. Y no digamos al llegar a la Plaza de Cataluña (Catalunya para los creyentes).


Tanto da entonces que se trate de políticos, rutilantes estrellas del periodismo o intelectuales más o menos orgánicos: se arrugan todos con una diligencia que haría las delicias de Adolfo Domínguez. Así, Rajoy, que ha aprendido a conducirse por territorio comanche aplicando aquella máxima de supervivencia tan cara a los quintos de provincias en la mili: pasar lo más inadvertido posible, en todo momento, bajo cualquier circunstancia, siempre. De ahí su heroico "No me han preguntado" a cuenta de la Ley de Educación de Cataluña . Y es que motu proprio nada tenía que decir el estadista presunto sobre la prohibición del español en un rincón –teórico– de España. En eso, don Mariano nos ha salido a Franco: él tampoco se mete en política. Jamás.

Así las cosas, sólo resta que hagan pública de una vez la inapelable sentencia del Constitucional contra la Constitución. Atajo vergonzante por medio del cual habrá de cerrarse el largo ciclo que diseñaron los dos gobernantes más sobrevalorados de la Historia de España, Cánovas y Adolfo Suárez. Muy loado fundador del Estado raquítico, el uno; no menos nefasto precursor del Estado anoréxico, el otro. Y en medio de ambos promotores de la nada, del poder reducido a mera ausencia, el catalanismo ocupando ese inmenso espacio libre regalado a su cotidiana labor de zapa.

Las naciones, todas, sin excepción, han sido creaciones de los Estados, no viceversa como presumen los simples. Por eso, consumada la secesión sentimental, la expulsión del castellano se antojaba imprescindible al Estado catalán en gestación con tal de apuntalar la nació en las mentes bajo su soberanía. Y al fin, lo han conseguido. Cuentan los cronistas del Desastre del 98 que el honrado pueblo, indiferente, lo celebró en los toros. Hoy, apenas un siglo y pico después, las portadas de la prensa patria las monopoliza Barcelona. No es para menos: José Tomás, soberbio, ha triunfado en La Monumental.

Libertad Digital - Opinión

El juego de la bandera. Por Félix Madero

HEMOS dado por bueno que a político puede llegar cualquiera, que quien viva del presupuesto no incordie y cree problemas. Ocurre que los que mandan desarrollan autoridad y destreza para complicarnos la vida. Veamos: el presidente del PNV, Íñigo Urkullu, se ha parado en el peor tiempo posible, el del perdedor. Desde esa visión se dedica a organizar excursiones al monte Gorbea porque antes unos militares colocaron una bandera española. Olvidémonos de que la ikurriña es la bandera del PNV, y que la hizo bandera de la patria vasca, que es una forma de confundir lo público con lo privado. O no lo olvidemos, mejor, repararemos en el disparate de la bandera que tan entretenido tiene a Urkullu. Cuando sólo queda eso no hay otra cosa que sentimientos. Y con eso no se gobierna, ni se hace oposición, ni se puede trabajar. Y menos ganar.

El despiste le lleva a decir tonterías como que el País Vasco no es Perejil. Y miren ustedes, con la ley en la mano, es lo mismo. Son territorios de España, como lo son Madrid, Sevilla o La Puebla de Almoradiel, que está en Toledo. En esto gasta el tiempo, en lo innecesario, en lo evidente, y no precisa de explicación. Otra cosa es que entre sus huestes haya quien tire de bandera, llene la hortera con una tortilla española -¿perdón?- y se vaya de excursión. En este mundo de disparates, en el que acaso el mayor sea dar marchamo de democrático a una parte del nacionalismo que no lo es, lo excepcional es que el PNV convocara una marcha en contra del terrorismo de ETA. Estaría bien el flamear de ikurriñas para una causa como esa. Y ya ven, es tan imposible como necesario.

Deje Perejil en paz, que de sobra sabe que hace trampas con la comparación. Díganos, Urkullu, qué le parece la detención del aparato militar (?) de ETA en Francia que ayer conocimos. Diga qué piensa del jefe de este grupo, Asier Borrero. Diga qué va a hacer para recuperar el poder, qué para contener a aquellos de los suyos que piden lógica y modernidad a un partido que todavía se desenvuelve entre el mito y la leyenda.

Ahora la bandera entretiene a unos cuantos. Hoy lunes vuelvo al Eclesiastés: Stultorum infinitus est numerus, el número de los tontos es infinito. Lo dice la Biblia.

PD. En el momento de enviar esta colaboración a ABC salta la noticia: Zapatero asegura que prorrogar Garoña fue decisión autónoma y al margen de grupos económicos. Les remito de nuevo al Eclesiastés. Y les recuerdo otra vez que es la Biblia quien lo dice. ¡Por favor, no disparen contra el pianista!

ABC - Opinión

Euskadi, más que Perejil, es un trébol de cuatro hojas. Por Javier Ybarra

El presidente del PNV ha encabezado una romería nacionalista hasta la cruz del monte Gorbea para desagraviar a la ikurriña, una bandera que más que convivir en armonía, compite con la bandera española en soberanía y en afectos populares y corre el peligro de padecer algún tipo de psicopatía según sea quien la acarree sobre los hombros: Patxi, Urkullu, Basagoiti o Arnaldo. Euskadi no será Perejil pero parece un trébol de cuatro hojas muy mal avenidas.

La ikurriña de Arnaldo, por ejemplo, sueña con que un día ondeará en solitario y , como les ocurre a sus simpatizantes de Aralar, EA y Batasuna, vive en trance permanente, en ese estado irreal que alcanzan los fumadores de opio cuando experimentan visiones. La ikurriña que enarbolan los abertzales sueña con que llegará el día en que los soldados del Ejército de España no podrán pasear sus uniformes invasores por la tierra vascongada porque, en lo alto de sus cumbres y edificios oficiales, solo será la ikurriña la que ondee bajo una lluvia de sidra y txakolí, el nuevo sirimiri.


En cambio, la ikurriña que enarbolan Urkullu y sus correligionarios del PNV es bastante más realista por mucho que juegue el papel que desempeñan la picardía y la teatralidad a la hora de captar simpatizantes para la causa sabiniana. La ikurriña del PNV cumple su papel pero sabiendo que Antón Irala, el que fuera brazo derecho del lehendakari Aguirre y padre del actual presidente de la BBK, tenía razón cuando decía que “no hay nada más españolista que pedir la independencia de Euskadi”.

Cuando los peregrinos del PNV alcanzaron la cumbre del Gorbea, su líder, Urkullu, recordó a sus muertos. “Estas colinas”, dijo, “están regadas con la sangre de los gudaris”. No quiso recordar que, en ese mismo monte, también perecieron muchos vascos que se sentían españoles y pelearon contra sus hermanos nacionalistas para impedir que prosperase la independencia. En las estribaciones del Gorbea, por ejemplo, los terroristas de ETA mataron a mi padre, tras haberlo tenido secuestrado en una cueva durante treinta días.

Desde que Francisco Javier López Álvarez, Patxi para los amigos, se encumbrase a la lendakaritza, la ikurriña oficial, la que ondea en los organismos públicos, se ha naturalizado española y se le ha visto vibrando de emoción con la selección española de fútbol y ahora, desde las carreteras francesas, anima a Alberto Contador en su carrera hacia el pódium de París. Si la ikurriña fue una bandera inventada por Sabino Arana, ahora nos pertenece a todos los vascos. Algo parecido ocurre con la palabra Euskadi.

Euskadi es un término inventado por Sabino Arana. Hasta que él introdujo esa palabra nueva, el País Vasco se llamaba en vascuence Euskalerría, tierra de los euskaldunes. Pero a Sabino la palabra Euskalerría no le gustaba porque los euskalerriakos fueron unos románticos que, tras el final de la segunda Guerra Carlista, aunque acataban la Constitución, clamaban por la restauración foral.

Cómo se inventó el término Euskadi

Fue tras la muerte de su fundador, Miguel Sagarmínaga, cuando la Sociedad Euskalerría se deslizó hacia el nacionalismo. Y así, para no tener que emular a los euskalerriakos, Arana inventó la palabra Euskadi a la que Adolfo Suárez le otorgó rango constitucional creyendo ingenuamente que sería ella la que, desde los aires revueltos del polvorín vascongado, obraría el milagro de la reconciliación. Y así, a la raíz euskaldún de Euskalerría, Sabino Arana le incorporó la desinencia adi que significa reunión. De ese modo, la palabra Euskadi nació con el germen de la animadversión hacia España, lo mismo que la ikurriña.

Pero, ahora, tanto esa palabra nueva de raíz euskaldún como la bandera que le representa asisten con normalidad al cambio generacional y político, y ven en Patxi López al Unamuno y al Baroja del siglo XXI, los mantenedores de la conciencia nacional española en el País Vasco, mientras Urkullu va pareciéndose cada vez más a él mismo e incluso a Cambó y su Lliga Regionalista; cada vez menos independentista y algo más Irala.

Menos mal que la mamba verde, la serpiente más mortífera del País Vasco, la víbora de ETA, va desapareciendo de las cuevas pirenaicas gracias al increíble acoso policial. Y menos mal también que la bandera que exhiben los terroristas cuando salen de sus guaridas, no es siempre la ikurriña. Pobre ikurriña. Posee tantas personalidades diferentes que no sería de extrañar que acabase internada en un manicomio, preguntándose con ansiedad y desorientación cuál de ellas será en realidad: la de Patxi, la de Urkullu, la de Basagoiti o la de Arnaldo.

el confidencial - Opinión

Aún quedan relevos necesarios. Por Fernando Jaúregui

Cuando las cosas no van bien, se impone un relevo. Más allá de que quien empieza a constituir una carga tenga o no una conducta moralmente idónea. Es lo que decidieron de común acuerdo el Gobierno y el interesado a la hora de buscar un nuevo director para el Centro Nacional de Inteligencia. Es lo que ocurrirá con los "segundos escalones" del CNI, a partir de esta semana. Y es lo que debería ocurrir en otros niveles del Gobierno y en algunos partidos de la oposición, comenzando por el PP. Hacen falta algunos cambios de caras, lo que, en el caso del Ejecutivo comandado por Zapatero, no deja de resultar curioso, porque la remodelación gubernamental se produjo la pasada semana santa, hace apenas tres meses; pero ya se constata que hay piezas en el Gobierno que no encajan.

Ha habido más de un suspiro de alivio tras la sustitución de Alberto Saiz por el general Sanz Roldán al frente de los servicios de Inteligencia españoles. Ahora, dicen todas las fuentes, toca acometer relevos secundarios en personajes tan poderosos en el Centro como el director operativo, coronel Francisco Montes, o la directora de Inteligencia, la filóloga Raquel González, entre otros. Yo diría que "la Casa" se va a ver sacudida, porque entre los planes de Sanz Roldán también figura, se asegura, la sustitución de la secretaria general, Elena Sánchez, con lo que toda la cúpula del "albertismo", incluyendo su jefa de Gabinete, una periodista toledana llamada Mercedes Pérez, será relevada en breve.

Fin de ese capítulo, porque lo cierto es que la llegada del general Félix Sanz Roldán se ha visto acompañada de numerosas muestras de satisfacción, incluido el PP, pese a que Zapatero desdeñó consensuar con este partido el nombre del nuevo jefe de los espías. A Rajoy, si ganase las próximas elecciones y fuese investido presidente, le tocaría gobernar con Sanz Roldán en el CNI durante dos años, salvo sobresaltos.

Otra cosa es cómo anda el Gobierno. Lo peor de la crisis del CNI es que ha evidenciado algo que hasta ahora apenas se susurraba: que hay divergencias entre algunos de los personajes que se sientan en el Consejo de Ministros, como la vicepresidenta primera y la influyente ministra de Defensa, por ejemplo. Además, en el Gobierno hay zonas que marchan mejor (Economía pese a todo, Exteriores, Interior, Sanidad) y otras que lo hacen bastante peor; a estas alturas, Zapatero, y el propio afectado, deben de estar muy arrepentidos de haber propiciado la ida de Manuel Chaves a Madrid para encarnar una inoperante vicepresidencia tercera. De la misma manera que no funcionan ni el Ministerio de Cultura ni otros que, como el de Igualdad, vienen de tiempos anteriores.

También se ha revelado como un error la salida de Ramón Jáuregui del grupo parlamentario: por muchas cualidades políticas que tengan Alonso y el delfín Madina, que las tienen, aún les falta recorrer un trecho para llegar a la veteranía política del hoy ya eurodiputado. Así, el funcionamiento de las dos principales ruedas del engranaje político del poder sería mejorable, como lo sería el de la "tercera pata", el partido, el PSOE, que, aun con una persona de la valía de Leire Pajín al frente, se resiente del alejamiento del imaginativo y correoso José Blanco, que parece estar contentando a todos con su labor en el decisivo Ministerio de Fomento.

No creo, por supuesto, que Zapatero se atreva a forzar ahora otros cambios en el Gobierno, en el partido o en el grupo; no de manera inmediata, al menos, aunque sí es más que probable que lo haga el año que viene, para reforzar a su equipo ante las importantes elecciones locales y autonómicas de mayo de 2011. Ahí se lo juega todo, y tiene que mover peones, incluyendo candidatos a las presidencias autonómicas (Rosa Aguilar "suena" para Andalucía, por ejemplo).

Sin ánimo de repetir lo que es ya un tópico, pienso que en el principal partido rival, el Popular, Mariano Rajoy, que ya no puede ni enfrentarse a los periodistas que le preguntan por el tesorero Bárcenas, tendrá que tomar una determinación ya, sin esperar a la tregua vacacional. Sus dilemas son menores que los de Zapatero, pero también menor es su capacidad de resolución, y Bárcenas sigue enseñando papeles que teóricamente le liberan de responsabilidades dolosas. Lo malo es que el daño, para el PP, ya está hecho, y aumenta cada día que Bárcenas pasa en su despacho de la desde de la calle Génova.

Periodista Digital

Comienza la purga

Los halcones iraníes han ganado el pulso a la calle. Pero el régimen ha perdido la legitimidad.

La calma dinamitada por unas elecciones fraudulentas ha vuelto a las calles de Teherán. La represión del régimen teocrático adopta ahora formas más específicas, de purga. Se detiene a centenares de activistas, a ciudadanos corrientes, a periodistas o defensores de los derechos humanos, se intimida, se cortan las comunicaciones. Los medios al servicio del poder viran hacia registros tan burdos como supuestas confesiones de agentes extranjeros.

Los ultraconservadores presentan sin ningún pudor la revuelta que siguió al 12 de junio, que llegó a sacar la calle a dos millones de personas y se cobró una veintena de vidas, como un compló de Occidente para imponer en Irán una revolución de terciopelo. Por ese camino fue la detención de miembros de la Embajada británica y la amenaza de juzgarlos, que motivó la llamada a consultas de los embajadores iraníes ante la UE.


Mahmud Ahmadineyad, el extremista abrumadoramente reelegido, mantiene el cargo después de que el Consejo de los Guardianes, a las órdenes del sumo sacerdote Alí Jamenei, decretara finalmente que la votación fue transparente. Pero no cuenta con todas las bendiciones: una de las principales asociaciones de ulemas, la de Qom, ha cuestionado el resultado de las elecciones, y en las calles ha perdido la legitimidad, que es la del régimen que le ampara, a los ojos de millones de iraníes.

El Irán de hoy ya no es el de hace tres semanas, aunque las consecuencias de ese cambio afloren con ritmo diferente del vértigo occidental. El 12 de junio no sólo ha liquidado el mito de un poder revolucionario y teocrático por consenso. Ha abierto también un foso, que tiene mucho de generacional, entre quienes se sienten engañados -y arriesgaron o perdieron sus vidas en las protestas- y sus gobernantes. La grieta se extiende a la propia vieja guardia de la revolución jomeinista.

Algunos de sus notables adscritos al campo reformista, caso de los ex presidentes Jatamí o Rafsanyani, proclaman su lealtad a la República Islámica y desaconsejan la continuación de las protestas mientras intentan negociar un compromiso. En la medida en que la votación fue una lucha por el poder entre facciones, han sido los halcones del régimen, no los acusados de reformistas, los auténticos instigadores de la gran crisis.

El argumento central en torno al que gira el proceso iraní es la normalización con EE UU, un paso decisivo por sus consecuencias de toda índole para un régimen que se mantiene desde hace treinta años en la autarquía política. Ni Jamenei, ni Ahmadineyad, ni el aparato que los cobija estaban dispuestos a que las urnas encargaran a un moderado, aunque fuera un tibio como Musaví, romper el gran tabú.

Barack Obama necesitará ahora un cuidado exquisito para que su planeada apertura a Teherán no sea vista como una traición a quienes tanto arriesgaron en nombre del más elemental mandato democrático y a su reivindicación de que sus votos fueran contados limpiamente.

El País - Editorial

Ofensiva clave en la guerra contra los talibán

La muerte del oficial británico de mayor graduación y la ofensiva de Obama con 10.000 marines al asalto de Helmad, confirman que Al Qaeda no es un enemigo fácil.

TAN SÓLO tres días después de que cayera en Helmad el oficial británico de mayor graduación muerto en combate desde la guerra de las Malvinas, otros dos soldados de Reino Unido perdieron ayer la vida en esta provincia del sur de Afganistán. Por otro lado, 16 empleados de una empresa de remoción de minas han sido secuestrados. Todo indica que el incremento de bajas en la lucha contra los talibán no ha hecho más que comenzar, lo que pone de manifiesto el alto precio que están dispuestos a pagar los aliados para culminar con éxito la mayor ofensiva militar terrestre en este país asiático desde que comenzaron las operaciones en 2001.


El pasado jueves Obama lanzó a 10.000 marines al asalto del bastión talibán de Helmad, una zona en la que ya hay desplegados cerca de 8.000 soldados británicos. Esta operación de gran alcance responde al cambio de estrategia en Afganistán prometido por el presidente de EEUU. Los aliados toman la iniciativa tras ocho años que sólo han servido para constatar que Al Qaeda no es un enemigo fácil, así como el hartazgo de la opinión pública occidental ante lo que parece un conflicto sin solución. Washington y Londres saben que del éxito o fracaso de esta ofensiva puede depender el curso de la guerra y han optado por la estrategia más eficaz para acabar con los talibán, pero tal vez por la más arriesgada a corto plazo.

Obama prometió una mayor implicación en Afganistán y la combinación de las acciones militares con la reconstrucción del país. En este sentido, la ofensiva de Helmad responde a varios objetivos. Por un lado se trata de limpiar la región para dirigir los ataques hacia la provincia de Baluchistán (Pakistán), donde la inteligencia aliada sitúa a la cúpula de Al Qaeda. Por otro, estadounidenses y británicos tratan de complementar las acciones del ejército de Pakistán, que hace dos meses inició su propia ofensiva en su frontera con Afganistán, con el objetivo común de dificultar la principal baza de la insurgencia: su continua movilidad en un terreno muy dificultoso, una táctica que les ha permitido resistir los embates de una organización tan poderosa como la OTAN. Además, Helmad es la principal región productora de amapola de Afganistán y los aliados quieren dejar a los rebeldes sin su principal fuente de financiación: el tráfico de heroína. Los mandos han decidido reducir al máximo los ataques aéreos, que tantas bajas inocentes producen y tanta animadversión crea hacia las tropas internacionales, y apuestan por llevar a cabo ocupaciones de larga duración para ganarse la confianza de la población civil. De ahí que la ofensiva de Helmad podría convertirse en la primera de una serie de operaciones sucesivas en distintas zonas del país de aquí a las elecciones del próximo 20 de agosto. La OTAN necesita consolidar la influencia de las autoridades de Kabul, así como su implicación en la estabilización del país, siguiendo un modelo muy similar al de Irak. Más allá de las objeciones que merece el Gobierno de Hamid Karzai por su corrupción y alianzas con los señores de la guerra, conseguir una alta participación en el proceso electoral es un objetivo importante para articular un Estado que se haga cargo del control de las zonas rebeldes.

La ofensiva de Helmad responde pues a una estrategia audaz para golpear a Al Qaeda en su feudo talibán, por más que el compromiso de la mayoría de los países de la UE -a excepción de Reino Unido y Polonia- sea testimonial. España sólo contribuirá con un contingente de 450 soldados, para garantizar el proceso. Así las cosas, la cuestión es ponderar hasta qué punto EEUU y el Reino Unido podrán sostener una ofensiva de largo alcance para ocupar y pacificar un país en el que históricamente todas las potencias han fracasado.

El Mundo - Editorial

El partido más antiliberal y mentiroso de España

«Los socialistas sólo quieren esconderse detrás de la etiqueta "liberal" para tener las manos libres a la hora de anular las libertades de los españoles. Es la vieja estrategia de vender libertad mientras se desempolvan los grilletes y las cadenas.»

A Zapatero le resulta paradójico que el gran partido liberal de España sea también el Partido Socialista. Y no es de extrañar, porque resultaría paradójico si no fuera rematadamente falso. En España, después de que Rajoy echara por la ventana a los liberales y a sus principios en el nefasto Congreso de Valencia, no existe ninguna formación genuinamente liberal, si acaso algún partido con ciertas políticas tímidamente liberales, y más por casualidad o interés electoral que por convicción.


Zapatero miente y sabe que miente, será para no perder la costumbre que tan buenos réditos electorales le ha dado hasta la fecha. Al fin y al cabo, la esencia del famoso talante es ésa: atacar y cercenar todas y cada una de las libertades de los españoles con una sonrisa en la cara. El líder socialista ha comprendido que una parte muy significativa de España consiente cualquier exceso del poder estatal siempre que no perturbe su calma, siempre que no recurra a la bronca, siempre que no diga una mala palabra aunque tampoco cometa ninguna buena acción.

Sin embargo, la otra parte de España, esa minoría que nunca ha tragado con las ruedas de molino ni de la izquierda depredadora ni de la derecha timoratamente simpática y retorcidamente centrista, sólo puede escandalizarse –una vez más– ante el desvergonzado descaro del presidente del Gobierno.

Basta una fugaz lectura de la prensa de este domingo para desmentir la afirmación de Zapatero por todos y cada uno de los costados de la realidad. Será difícil encontrar siquiera una noticia no ya donde el PSOE promueva o respete la libertad de los españoles, sino donde no la ataque con saña e inquina.

En el ámbito institucional, donde un partido liberal debería defender la contención del poder político, la transparencia y la interdicción de la arbitrariedad, el PSOE sólo ofrece ejemplos de nepotismo y corrupción orgullosos de serlo. Saiz ha dimitido por su escandaloso comportamiento al frente del CNI, pero Zapatero sólo sabe calificar su gestión de "buena"; le ha faltado añadir "ejemplar". Y es que, de hecho, si hubiese seguido el ejemplo del vicepresidente tercero, el jefe de los espías españoles continuaría limpiando piscinas, cazando y pescando, manipulando fotografías o espiando criadas a costa de los contribuyentes: el nepotista Chaves no sólo no se va, sino que recibe el espaldarazo de su partido como "político, honesto, cabal e íntegro".

En el ámbito económico, donde un partido liberal debería postular la reducción de impuestos y del gasto público así como la libre empresa, nos encontramos con que Zapatero anuncia la planificación de la industria energética hasta el año 2030 (lo que en términos estalinistas vendrían a ser unos cuatro planes quinquenales) y con que nuestro país se ha convertido en todo un ejemplo internacional de cómo el despilfarro y el déficit público sirven no para salir de la crisis sino para hundirnos todavía más en ella.

En la política exterior, donde un partido liberal habría de alinearse con los regímenes democráticos más respetuosos con las libertades ciudadanas, Zapatero se alía, como pocos otros mandatarios mundiales, con el totalitarismo bolivariano –Chávez, Castro, Correa y Morales– para dar el golpe definitivo a la democracia hondureña. No sólo no respeta la soberanía nacional, sino que está dispuesto a pisotearla para validar su red de relaciones internacionales con algunos de los regímenes más tiránicos del planeta.

En la educación, donde un partido liberal debería defender con uñas y dientes la libertad de los padres para instruir a sus hijos en sus valores, ideas y lengua, el ministro Gabilondo aparece defendiendo la Ley de Educación Catalana con argumentos tan liberticidas como que "las familias deben asumir que la lengua vehicular es el catalán". No hay otra opción, porque el liberalismo marca Zapatero consiste precisamente en eso: eliminar las opciones individuales reduciéndolas a los caprichos del líder.

Tal vez Zapatero se crea liberal por despenalizar todo aborto durante las 14 primeras semanas de gestación, esto es, por conceder a las madres la potestad irrestricta de terminar con la vida de un ser humano. Pero aun cuando algunos liberales bienintencionados confundan la desprotección jurídica total del nasciturus con la "libertad a abortar", difícilmente el PSOE podría encuadrarse entre los liberales.

No, los socialistas sólo quieren esconderse detrás de la etiqueta "liberal" para tener las manos libres a la hora de anular las libertades de los españoles. Es la vieja estrategia de vender libertad mientras se desempolvan los grilletes y las cadenas.

Libertad Digital - Editorial

La energía de la subvención. Por Ignacio Camacho

A los socialdemócratas les gustan las energías renovables porque, entre sus muchas virtudes, tienen una especialmente grata a su forma de concebir la política: son susceptibles de subvención, que consideran la verdadera fuente de energía social. En realidad, en España toda la energía es subvencionada a través del llamado déficit de tarifa, pero la renovable permite una subvención minorista -sostenida más que sostenible- que se ajusta como un guante al sueño de la socialdemocracia: subsidiar la pasividad. Cuando un ciudadano instala un panel fotovoltaico o permite plantar en su finca molinos eólicos recibe de inmediato una subvención, como esos agricultores que han sustituido los cultivos por la cosecha de ayudas europeas. Zapatero, que ha descubierto en el sector energético un nuevo ámbito en el que desarrollar su afición por la ingeniería política, podría pedir la inclusión de los generadores alternativos en la PAC como una modalidad posmoderna de aprovechamiento agrícola. Si nos dejan de subvencionar el algodón, siempre quedará la posibilidad de sembrar molinillos.

Pero hay otra actividad que al presidente le gusta tanto como subvencionar, y es regular mediante leyes el funcionamiento de sectores que funcionan bastante bien por sí solos. Legislar es su forma de intervenir la sociedad según su invasivo concepto de la socialdemocracia. Este Gobierno tiene una pronunciada inclinación a inmiscuirse en las formas de vida de los ciudadanos, sea su forma de conducir, beber, estudiar o hasta amarse, y esa tendencia se vuelve compulsiva cuando se trata de dirigir la actividad socioeconómica. La crisis le ha servido el pretexto para entrometerse a través de la planificación del «modelo económico sostenible», que viene a ser un modo de decretar lo que hay que producir y lo que no y, por supuesto, lo que hay que subvencionar y lo que no. Así que ayer anunció que se pondrá en otoño manos a la obra, a legislar sobre la duración de las centrales nucleares enmendándole la plana a los técnicos, esos ignorantes que no entienden la capacidad transformadora de la política.

Eso pasa por discutirle cuándo hay que cerrar Garoña. Se va a enterar el Consejo de Energía Nuclear de lo que vale un peine socialdemócrata; qué es eso de decidir la vida útil de un reactor entre unos cuantos expertos que ni siquiera saben nada de subvenciones. Eso no es democracia deliberativa, ni participativa, ni republicanismo cívico. Los reactores duran lo que el Gobierno diga que han de durar, y para evitar malas interpretaciones, se hace una ley y punto. Una ley basada en el principio de Humpty Dumpty sobre la semántica y el pragmatismo. Que traducido al lenguaje zapaterista viene a resumirse en sólo dos artículos: el presidente siempre tiene razón, y cuando no la tenga se aplicará el artículo primero. En punto a energía, a ver quién es más enérgico.

ABC - Opinión