jueves, 9 de julio de 2009

Leire Pajín se mete a economista


¿Pero es que nadie puede hacerle la autocrítica?

Javier Carroquino y Gerardo Hernández decididos a llevar a UPyD a los tribunales


La noticia completa a partir de minuto 3:39

Queman la bandera española de la Casa de Juntas de Guernica

La Razón: Queman la bandera española en Gernika

Unos desconocidos han quemado esta madrugada la bandera española que ondeaba en la Casa de Juntas de Gernika, en Vizcaya, y han realizado una pintada con la leyenda "Gurea ikurriña" (nuestra bandera, la ikurriña).

Según ha informado el departamento vasco de Interior, que ha tenido conocimiento del suceso a las diez de la mañana, los desconocidos han descolgado durante la pasada noche la bandera española del mástil y posteriormente le han prendido fuego.

Además, han realizado una pintada en la acera, junto a la entrada de la Casa de Juntas pero en el exterior del recinto, en la que se leía "Gurea ikurriña".

La enseña española se izó en la Casa de Juntas de Gernika el pasado 26 de abril en cumplimiento de una sentencia del Tribunal Supremo que ordenaba que esta bandera ondeara en todos edificios públicos.

La bandera fue colocada a la entrada del recinto que acota la sede foral en Gernika junto a la ikurriña, la europea y la de Vizcaya.



ABC: Queman la bandera española que se colocó en Guernica el pasado abril

La bandera española que ondeaba en la Casa de Juntas de Guernica ha aparecido quemada esta mañana junto a otras tres. En el suelo ha aparecido una pintada en la que se lee «Gurea Ikurriña» (La nuestra es la Ikurriña).

Hace un mes que la izquierda abertzale pidió que se retirara la bandera nacional, que se había colocado en Guernica el pasado 20 de abril.

Se acabó la magia de UPyD. Por Edurne Uriarte

Después de las elecciones europeas, escribí que UPyD había alcanzado probablemente su techo electoral y apunté que sólo contemplaba una hipótesis alternativa en caso de una severa crisis del PP o del PSOE. Pero resulta que quien ha tenido la crisis es la propia UPyD, que podría llevar a este partido a un futuro mucho más negro que el del estancamiento electoral, el de la autodestruccion.

Y es que el notable éxito mediático de UPyD se ha debido a dos razones. A ser percibido como una partido defensor de la unidad de España y de la fortaleza del Estado, por un lado, y como un partido alternativo a los partidos tradicionales, por otro. Y es en este segundo elemento donde se ha fabricado la magia de UPyD, su glamour político. Su aura de contestación, de digresión, de ruptura, de cambio, de alternativa. De superación de las estructuras y mecanismos viejos, burocráticos y jerárquicos de los partidos.


Y, por supuesto, se acabó la magia. Pero de una forma mucho más brutal de lo que cabía imaginar. Una cosa es que UPyD sólo pueda ser eficaz con un modelo de partido burocratizado, jerarquizado y con decisiones basadas en la democracia indirecta, a semejanza del PSOE y del PP, que es lo algunos pensamos. Y otra cosa es que UPyD haya llevado lo de la burocracia y la jerarquía hasta extremos tan radicales. Y se haya cargado el glamour en una semana y no en un lento proceso de desencantamiento digerible para sus seguidores.

Una crisis tan importante como la del PP en el último año no ha dado lugar a un solo expediente disciplinario. Y UPyD se las ha arreglado para abrir 14 él solito. Al margen de la cascada de dimisiones, sobre todo, la de Mikel Buesa.

UPyD puede reconducir el embrollo con diálogo y un congreso integrador el próximo noviembre. Pero lo de la magia se acabó definitivamente. Para jerarquía y disciplina, la de UPyD.

ABC - Opinión

Ganas de correr. Por Hermann Tertsch

NUESTRA máxima preocupación estos días, después de que algunos aviesos investigadores lograran determinar, por orden del juez Baltasar Garzón, que Francisco Franco, Millán Astray y el general Yagüe habían muerto, es que nuestras mermadas fuerzas del aparato judicial han decidido que ellos no se van a dedicar a sacar a siete cadáveres de la guerra civil que están sepultados en el Valle de los Caídos. Estamos aviados. Hay en Cualgamuros, se lo contaba el otro día en mi presencia al magnífico historiador Michael Bulreigh, uno de los conservadores de la basílica, unos 37.000 cadáveres enterrados en diferentes nichos. Unos 20.000 de la parte vencedora o llamada nacional y otros 17.000 de la republicana. A este ritmo de frenética actitud por encontrar e identificar cadáveres de hace setenta años, supongo, así, a ojo de buen cubero, que tardaríamos siete generaciones en determinar las identidades de los muertos que reposan en el Valle de los Caídos. Garzón, aunque quiera cumplir los años de Francisco Ayala, estaría ya compartiendo la suerte de todos aquellos que se fueron entonces, antes y después. Habría quien fuera a ponerle flores al cementerio civil de Madrid o de su pueblo natal de Jaén. Pero serían familiares. Aunque a él se le antojen auténticos cortejos públicos. Mientras, nuestra Policía y nuestra administración de Justicia, peor pagadas que un fontanero albanés un poco espabilado, estarían dedicadas plenamente a identificar los huesecitos de nuestros antepasados muertos. Y tendrían los investigadores que hacerles un análisis de ADN exhaustivo para saber sí eran huesos del bando bueno o del bando malo, porque en el caso de que fueran del segundo, los meterían en unos cubos y los dejarían secarse aun más de lo que ya están en alguna estantería de un almacén municipal. Es la justicia histórica de algunos de los revanchistas de este país. O la conjura de todas las mamarrachadas, que habría dicho algún anglosajón con buen criterio. Mientras, al juez especialista en huesecitos con historia se le escapan unos señores muy vivos que hacen grandes negocios intoxicando a la gente. Y a la Policía de Sevilla se le evaporan unos kilos de cocaína estupendos que quizás hayan comercializado amigos de los evadidos por despiste judicial. Mientras, los huesecitos de una niña muerta en Sevilla hace sólo seis meses siguen sin aparecer y los autores materiales de su muerte podrían estar en la calle, coqueteando con nuestras hijas, dentro de muy poco tiempo. Desde luego todavía jóvenes, chulitos y crecidos. Los padres de la niña sevillana no entienden ya nada pese a haber sido ejemplo de sentido común y templanza. Pero nuestro problema fundamental radica en saber si siete de los 37.000 cadáveres que hay en el Valle de los Caídos o tres osamentas de las decenas de miles de víctimas «paseadas» por uno u otro bando de este país cainita, son buenos o malos. Dan ganas de salir corriendo.

ABC - Opinión