domingo, 12 de julio de 2009

Olivia Newton-John and Electric Light Orchestra - Xanadu

De nombres y barcos. Por Arturo Pérez Reverte

En barco, sobre todo si se trata de un velero, es un ser vivo. Fue Joseph Conrad quien dijo que, del mismo modo que los hombres, esos singulares individuos flotantes se mueven en un elemento inestable, sometidos a sutiles y poderosas influencias, y prefieren ver sus méritos apreciados que sus defectos descubiertos. Creo que nunca hubo una verdad como ésa. Hay barcos torpes, lentos, veloces, húmedos, caprichosos, astutos, celosos, ingenuos, ingobernables. Hay barcos felices y barcos tristes. Hasta en el modo de bornear cuando están al ancla se les notan las maneras. Los hay de poco carácter, siempre dispuestos a ser lo que es el hombre que los gobierna; pero también con personalidad propia, acusada, capaces de tomar por sí mismos decisiones fundamentales para su supervivencia y la de aquellos a quienes transportan. Yo mismo he visto, en mitad de un chubasco espantoso y con un viento inesperado, brutal, que rompió el anemómetro en la cifra de 51 nudos y siguió subiendo, a un velero noble gobernarse por sí solo, adoptando la posición correcta a la espera de instrucciones de su patrón, durante el dramático minuto que éste, cegado por una intensa lluvia casi horizontal, tardó en encender el motor, arriar velas y hacerse cargo del timón. Un buen barco piensa por sí mismo, y es capaz, en las condiciones adecuadas y bien gobernado, de hacer cualquier cosa menos hablar. Incluso, para un oído atento al macheteo de la proa y el aguaje en las bandas, el crujir del casco, el vibrar de la jarcia y el gualdrapeo de las velas, algunos barcos hablan. Por eso, cuando hay mal tiempo y las cosas se ponen duras, el navegante experimentado blasfema –nadie tan proclive a eso como un marino– e insulta a Dios, al mar o a su perra suerte. Nunca al barco.

No es casual, por eso, que los barcos tengan nombre propio. Una de mis aficiones es leer amuras y espejos de popa. Cuando un nombre me llama la atención, lo apunto. Algunos están asociados a malos recuerdos, como el de un petrolero que me hizo pasar muy mal rato entre Menorca y Cerdeña, o un pesquero de Santa Pola con prisas y de regreso a puerto, gobernado por un perfecto hijo de la gran puta, que me pasó, desde babor y yendo yo a vela, a un metro exacto de la proa, dejándome una sensación de furiosa impotencia que no olvidaré en mi vida. En cuanto a los barcos deportivos, es frecuente que sus nombres reflejen el carácter, ensueños o sentido del humor de sus propietarios. Los hay de talante modesto, como Cascarón; musicales –el Syrtaki de mi compadre Luis Salas–, y con sentido del humor, como Socarrao y Saleroso. Tampoco faltan los agresivos –Barracuda, Tiburón–; los tiernos con un toque cursi –Mi sueño–; los patrones ajenos a toda superstición, capaces de llamar a su barco Borrasca o Tormenta; los de manifiesta mala leche –Piraña–, o los que van sobrados por los mares: Love Machine. Otros nombres, como el Viera y Clavijo del capitán Siso, son monumentos flotantes a la nostalgia. Me enternecen los que no se complican la vida: Lola, Carmen, Manolo, Encarni y cosas así; y también los barcos guiris cuyos propietarios se hacen la chorra un lío con los idiomas o el paisaje a la hora de bautizarlos: Bono viento, Gitana mora, Fiesta hispaniola. En mi lista de nombres tampoco faltan un cinéfilo –Ventury Fox– ni un indeciso: Depende.

La historia más pintoresca de nombres de barcos la viví en persona hará diez o doce años, cuando escuché por radio una llamada de socorro en los siguientes términos: «Arriba España, mayday, mayday. Latitud tal, longitud cual. Mayday. Arriba España». Hasta que llegué al lugar del siniestro, dispuesto a prestar auxilio, estaba convencido de que se trataba de un fantasma de la Guerra Civil, y que cuando llegase allí me iba a topar con el espectro del crucero Baleares hundiéndose de proa bajo los focos del Boreas y el Kempelfelt. En vez de eso, lo que encontré fue una embarcación a motor de ocho metros con banderas rojigualdas pintadas a una y otra banda; y a popa, flameando al viento, una enorme enseña franquista con el escudo de la gallina. Había a bordo un tipo flaco y moreno, de edad madura, con gorra de capitán. Sin poder darle crédito a la cosa –apartaba los prismáticos para frotarme los ojos y volvía a mirar de nuevo–, comprobé que el nombre de la embarcación, pintado con letras bien gordas, era precisamente ése: Arriba España. Luego supe que el patrón era miembro de un club náutico próximo, y obviamente más surrealista y facha que la madre que lo parió. Se había quedado al garete por una avería del motor, y derivaba hacia la costa. Le di un cabo hasta que vinieron a remolcarlo, solucionamos el asunto, y allá se fue el hombre con su barco y sus banderas. «Es para joder a los rojos», dijo al despedirse. «Así, cada vez que alguien me llama por radio, lo obligo a decir Arriba España.»

XL Semanal

Buesa corrobora en COPE las desigualdades del modelo de financiación

Tampoco cree que llegue en el mejor momento el nuevo acuerdo de financiación que habrán de firmar las Comunidades Autónomas el miércoles el ya ex miembro de UPyD, Mikel Buesa, que considera que aumentará los desequilibrios entre territorios.

Buesa entiende que la única finalidad que ha tenido el Gobierno con su modelo de financiación ha sido la de satisfacer los intereses independentistas catalanes, lo que conlleva que la cobertura financiera de los servicios públicos, que son competencia autonómica, vayan a estar desigualmente financiados. También ha señalado que los privilegios catalanes redundarán en un peor servicio en Extremadura, Castilla-La Mancha o Castilla y León y por tanto, en vez de introducir bases de igualdad sus frutos serán lo contrarios.

Por último ha señalado que el hecho de su marcha de la formación política Unión, Progreso y Democracia supone un frenazo a la expansión de este partido. Considera que no se trata de una crisis de crecimiento sino de un talante directivo erróneo donde hay demasiado optimismo por parte de Rosa Díez y demasiado centralismo en la adopción de decisiones. En su opinión, el estilo que ha adoptado UPyD es totalitario.


COPE

Deje de sonreir. Por Antonio Ferra

Es tanto el sufrimiento que me han ocasionado los de UPyD de Palma de Mallorca, que desde que me afilié, no he vuelto a sonreir. No puedo decir lo mismo de la sede central, dónde me han atendido con esmero y de forma amigable He pedido mi baja en el partido y me lo ponen tan complicado, que tendré que dedicar una jornada para poderlo realizar. Pero ahora me lo he pensado mejor, y no quiero darme de baja. Ahora quiero que me expulsen y en ello pondré todo mi empeño. Un saludo desde Mallorca canafa@terra.es

España Liberal

La carta que compromete aún más a la dirección de UPyD

La carta en cuestión, cuya primera hoja sellada pueden ver en el interior de esta noticia, ha sido publicada en el blog de Aurora Ferrer. Se trata del escrito presentado por un militante de UPyD, fechado el pasado 5 de mayo de 2009, en el cual se solicita la apertura de expediente disciplinario "de expulsión" contra el coordinador de UPyD Madrid, Ramón Marcos. (Sigue...)

Desde el sector crítico se acusa a la dirección, que ha afirmado que para formular quejas existen cauces reglamentarios, de no haber respondido jamás a este tipo de quejas, como también de haber hecho caso omiso de una carta entregada en mano a Rosa Díez en el Congreso de los Diputados y firmada por más de 50 militantes.

Sin duda, este es el primer escrito de los que nos susurran podrían aparecer, que pone, de cara a la militancia, en una situación complicada a la actual dirección de UPyD.


España Liberal

Marejada en el paraíso de UPD. Por Antonio Santos Bilbao

Tras casi dos años de éxitos, la marcha de Mikel Buesa y la amenaza de expulsión a militantes críticos con Rosa Díez desata una crisis interna en Unión, Progreso y Democracia.

Amenaza tormenta en el edén de Rosa Díez. Cuando aún no se han cumplido dos años de la fundación de Unión, Progreso y Democracia -soplará las velas el próximo 29 de septiembre-, la abrupta marcha de uno de sus fundadores, Mikel Buesa, la renuncia del hasta hace poco coordinador del partido en Andalucía y la apertura de expedientes disciplinarios a una quincena de militantes por criticar abiertamente a la actual dirección política ha abierto la caja de los truenos en una formación que hasta el momento sólo paladeaba el éxito.

Pocos partidos hoy día pueden soñar con una trayectoria como la que ha protagonizado UPD desde su conformación en 2007. De cuatro elecciones en las que ha debutado, ha logrado representación en tres. Rosa Díez, líder de la formación, abrió en el Congreso de los Diputados la estela que luego siguieron Gorka Maneiro como parlamentario vasco y Francisco Sosa Wagner en las recientes europeas. Sólo Galicia se les ha resistido, de momento. De la nada ha pasado a tener cierto peso político y reflejo en los medios de comunicación.


Cuando todo parecía un remanso de paz, la resaca post-electoral ha sacado a flote las primeras divergencias serias que, según todos sus protagonistas, llevan larvándose «muchos meses». Mientras para unos las discrepancias obedecen al «pernicioso afán» del equipo directivo de Díez por «dominar a la militancia» y «eliminar la más mínima disidencia», desde el aparato se resta trascendencia a los problemas y se subraya que «sólo» afectan a una veintena de personas de los más de 6.000 afiliados.

«Van de víctimas, pero los expedientados han conspirado desde dentro contra UPD. Y eso no lo vamos a consentir», asegura Carlos Martínez Gorriarán, fundador de estas siglas junto al filósofo Fernando Savater. El catedrático de la UPV niega incluso que se trate de una crisis y reconoce que el equipo directivo se siente «aliviado» por la marcha de «ciertas personas» que, en su opinión, «se han equivocado de partido». Y subraya que la irrupción de voces críticas al mismo tiempo en diferentes comunidades autónomas es «una mera coincidencia» y fruto de la «sequía informativa del verano».

La versión de los disidentes es bien distinta. Aseguran que han «callado» mientras la maquinaria electoral estaba activa para «no perjudicar» y que si ahora hablan, es por el temor a que «unos pocos» tomen las riendas de UPD y diluyan un proyecto que, recalcan, nació con «vocación de no ser un partido como los demás, donde unos pocos mandan y otros muchos obedecen». Entre quienes claman por una mayor «libertad interna» figura Javier Carroquino, ex coordinador en Aragón y uno de los afiliados con expediente de expulsión abierto por mantener en funcionamiento, junto a otros compañeros, un blog en Internet (estanoeslawebdeupyd.blogspot.com) en el que se censura abiertamente la forma de actuar del equipo de Rosa Díez.
Congreso de noviembre

Este militante acusa a la líder del partido y a su «más cercano colaborador», Martínez Gorriarán, de dirigir la formación con mano dura, tener «el control absoluto», impedir «la comunicación entre afiliados» de diferentes territorios y alentar «purgas» contra aquellos «que no son sumisos». Lamenta, en este sentido, que la cúpula dirigente de UPD no quiera promover la «pluralidad interna» y considera «excesivo» el castigo a quienes, como él, han levantado la voz. Recuerda que la dirección del PSOE «nunca» impulsó la expulsión de Díez a pesar de las declaraciones que la por entonces europarlamentaria socialista lanzó contra José Luis Rodríguez Zapatero y su Gobierno durante el proceso de paz. La apertura de expedientes obedece, en su opinión, a un intento de la dirección de «allanar el camino» al congreso -el primero de su corta historia- que Unión, Progreso y Democracia celebrará en Madrid el 20 de noviembre.

Otro de los disconformes, Mikel Buesa, abunda en la tesis del «férreo» dominio que Díez y su equipo han establecido. Reconoce que mostró ya sus primeras discrepancias hace «ocho meses» y que, en su caso, circunscribe las críticas a la estructura de UPD en Madrid, aunque considera que «los males» son extensibles a todas las ramificaciones de esta formación. De hecho, afirma que ha habido revueltas en Andalucía, Valencia, Galicia, Cataluña y Castilla y León.

Alerta, en este sentido, de cómo «nuevos afiliados» que se han unido al proyecto «al calor de los buenos resultados» han comenzado a «apartar» a algunos de los fundadores por mera «ambición política». «Como en el resto de partidos donde los burócratas hacen carrera, aunque no tengan muchas luces. UPD lo empezamos gente que quería luchar por unas ideas y que no tenía ningún afán de tener un cargo público». Buesa coincide con Carroquino a la hora de censurar el comportamiento en los últimos meses de Rosa Díez. Ambos aseguran haber planteado a la líder sus reproches y haber obtenido por respuesta un escueto «lo arreglamos tras las europeas», que pasado el 7-J se ha traducido en un silencio absoluto.

Corruptelas municipales

Nada que ver con la versión de Carlos Martínez Gorriarán. Padre fundador de UPD, distingue entre el caso de Buesa y el de Carroquino y los otros trece expedientados. Del militante vasco asegura que la dirección «desconocía» su malestar y que «nunca» se había quejado. Y describe gráficamente el por qué de su salida: «no siempre se le puede hacer caso en todo a uno».

La opinión sobre el militante aragonés es mucho más dura. Además de implicarle en diferentes «corruptelas municipales» -expresión que ha llevado al aludido a anunciar medidas legales contra Martínez Gorriarán-, le acusa de haber impulsado, junto a sus compañeros de blog, una estructura paralela, una especie de 'partido b', que «sólo» pretendía «la destrucción» de UPD. «No somos nazarenos. En cualquier formación política se parte de un pacto de lealtad interna y mutuo apoyo y estos militantes no la tienen», resume. Y sobre la falta de libertad interna, anuncia: «en el congreso de noviembre vamos a permitir que todos los afiliados puedan votar por internet la candidatura que quieran. ¿En qué partido se ha visto eso?». La guerra parece haber comenzado.

El Correo Digital

La encrucijada de Rosa Díez. Por Blanca Torquemada

Último papel estelar, Garoña. Rosa Díez corrió a la planta nuclear burgalesa en cuanto el Gobierno anunció su «cierre al ralentí» para proclamar que no sólo no estaba de acuerdo con la decisión, sino que abogaba por la construcción de una «Garoña 2» como garante del «mix» energético que España precisa.

Una vez más, la dirigente vasca obró el milagro político de los panes y los peces y multiplicó en los titulares de prensa la cuota de protagonismo que corresponde habitualmente a una sola diputada. Lo malo, dice ahora Mikel Buesa, que acaba de abandonar UPyD desengañado de «autoritarismos y divismos», es que los órganos internos del partido no habían debatido previamente qué posición adoptar sobre la cuestión nuclear, trascendental y sensible. Primó, opina el disidente y ya ex militante, «el oportunismo». O la comprobación de que el jovencísimo partido es, en opinión de otras fuentes, un traje a la medida de Rosa Díez en el que «tira de la sisa» todo aquello que no se amolda a su arrolladora personalidad. Una especie de «cesarismo» magenta.


Dardos interesados

Lo de Garoña es un mero ejemplo con el que Buesa trata de ilustrar la primera y temprana crisis de calado en el seno de UPyD, cuando esas siglas aún no alcanzan los dos años de vida y acaban de obtener un meritorio escaño en las elecciones europeas, con cosecha de votos mayor que en las generales de 2008. La «tercera vía» en la marea bipartidista, esa formación estimulante y comprometida «con los derechos de los ciudadanos, y no de los territorios» empieza a ser observada con recelos, algunos justificados y otros inducidos por intereses de parte: a nadie se le escapa que en Ferraz (y aún mucho más en Génova) se están frotando las manos y amplificando el mensaje que más daño puede hacer a ese «grano» molesto que empieza a ser UPyD.: «Van a acabar como Ciudadanos».

En el seno de UPyD se insiste en que sus poderosos enemigos políticos están aprovechando el «caso Buesa» para presentar su ejecutoria reciente (con decisiones disciplinarias contra una veintena de militantes) como un «desastre» o una «descomposición» cuando, aseguran en la formación, «ya podrían aplicarse otros el cuento de la coherencia y la decencia interna en lo que a la Gürtel se refiere, o al escándalo de la hija de Chaves».

En todo caso, las fisuras de este frágil proyecto político son innegables: la primera, el exagerado peso de la figura de Rosa Díez. El propio Fernando Savater lo señaló cuando a finales de 2007 se produjo el alumbramiento de la «criatura», más como baza que como carencia: «Sin Rosa no seremos nada». Y esa pauta establecida en el arduo rodaje de los primeros meses sigue valiendo a día de hoy. Hasta el punto de que la fotografía de los carteles de campaña de las últimas elecciones europeas era la de la diputada, y no la del candidato Francisco Sosa Wagner.

Otra de las debilidades de UPyD es su bolsa de votos prestados: cuenta con la prometedora base de un electorado desencantado o hasta ahora huérfano (harto del menú de dos platos PSOE-PP), pero también con un apoyo circunstancial que se resume en una manida proclama: «Yo no voto al Partido Popular mientras esté Rajoy».

De manera que la pretendida «transversalidad» fundacional de UPyD (es decir, su vocación de pescar votos en distintos caladeros) inquieta más al equipo de Mariano Rajoy que a la dirección socialista, pese a que determinada socialdemocracia «leída» y muy minoritaria también se haya aproximado a la oferta de Díez.

Ahora habrá que ver si se logra atajar la creciente sensación de inconsistencia (lo de Buesa ha supuesto un auténtico mazazo), pues UPyD ha de afrontar su primer congreso en noviembre, bajo la supervisión de Carlos Martínez Gorriarán, forjador doctrinal del partido.

Entretanto, la líder trata de situarse a distancia del epicentro del seísmo y continúa volcada en su hiperactividad parlamentaria, impelida por su valiosa e incuestionable fibra política: quienes la han seguido en actos públicos saben que en un par de minutos se mete en el bolsillo a auditorios de cientos de personas.

El 29 de agosto de de 2007 Díez convocó una precipitada rueda de prensa en Bilbao. ABC había despachado esa mañana la primicia de su ruptura definitiva con el PSOE y descolocó los tiempos que la entonces eurodiputada se había fijado para anunciar a la opinión pública la gestación de su criatura política, de su nuevo partido.

Enfundada en un traje rojo, lucía en la solapa un gatito, un broche «naif» sin más valor que el sentimental. Era un regalo de su hijo, una especie de talismán. Y funcionó. Sólo seis meses después, bajo el paraguas de UPyD logró el acta de diputada nacional, un cargo que, sorprendentemente, nunca había desempeñado en su dilatada carrera política.

Congreso Federal

Daba así carpetazo a tres décadas de militancia en el Partido Socialista, larguísima etapa en la que pasó por el Gobierno vasco de coalición con el PNV como consejera de Comercio y Turismo (argumenta que entonces, antes de Estella, se creía posible «constitucionalizar» a los nacionalistas) y se convirtió después en cabeza de lista del PSOE al Parlamento Europeo. Más adelante entró de lleno en la refriega del congreso federal del PSOE de 2000, donde se postuló para secretaria general y, derrotada en los primeros «rounds», no halló posterior encaje en el zapaterismo.

Hasta que su figura se agigantó con su abierta oposición al «proceso» de negociación con ETA, una postura coherente y disidente que la estigmatizó definitivamente en Ferraz (donde José Blanco decidió no expedientarla ni expulsarla para no concederle ni un solo motivo de notoriedad) pero la reforzó ante muchos ciudadanos. Sobre esos cimientos de dignidad construyó la propuesta jacobina de UPyD, la del Estado fuerte en favor de la igualdad de todos los españoles. Un planteamiento lo suficientemente elevado como para que en la foto de su prometedor partido quepa alguien más que ella misma.

ABC

España de dos velocidades. Por Ignacio Camacho

SI los principios que inspiran el acuerdo de financiación autonómica -dar más dinero a los que más tienen- se aplicasen al impuesto sobre la renta se armaría un escándalo de primer orden en el que el Gobierno sería acusado de favorecer a los ricos. Ocurre que en el mapa de las autonomías algunas de las más ricas son decisivas en los resultados electorales. Así, a base de presión política, el nacionalismo y sus aliados han conseguido implantar de hecho en España una democracia de los territorios superpuesta a la democracia de los ciudadanos.

En el fondo, la cuestión es tan sencilla como esto: Cataluña pide y recibe más recursos porque es allí donde el PSOE obtiene, disputándoselos a los nacionalistas, los votos que cimentan sus victorias. Como el Estado no dispone de más fondos sólo le quedan dos vías para complacer la insolidaridad catalana: quitárselos a las demás comunidades o incrementar el déficit. Y ha optado por las dos a la vez para mitigar el malestar de las autonomías que salen perdiendo en el nuevo reparto. Con los nueve mil millones de euros extras -billón y medio de pesetas- aportados para compensar el modelo, el Gobierno finge remediar a todos cuando en realidad está detrayendo dinero de la estabilidad presupuestaria, de la recuperación económica, del futuro del país. Para dárselo, esencialmente, a Cataluña y Andalucía, sus dos grandes caladeros electorales. Si eso no es una compra de votos se le parece bastante.

Zapatero está rompiendo el sistema redistributivo que sostiene el Estado autonómico y encima se permite sacar pecho y concederse un sobresaliente cum laude. Su fórmula retuerce la Constitución y consagra un principio arbitrario cercano al mercado negro de la política: pacta con su propia coalición interna para mantenerse en el poder. En realidad, desde el nuevo Estatuto, el acuerdo con Cataluña es su único resorte de estabilidad, como lo fue de Aznar en su primera legislatura. Pero Aznar pactaba con otro partido -CiU- mientras ZP se halla obligado a aliarse con el suyo.

Aunque existen más comunidades por debajo de la media en ingresos por habitante, Cataluña es la única de entre ellas que dispone de capacidad de presión: Valencia, Murcia o Canarias no resultan decisivas para sostener a un presidente que ha convertido la gobernación de España en una especie de alianza bilateral entre «naciones». Al reconocer ese rango en el Estatuto catalán se obligaba a sí mismo a entablar una relación confederal, que equivale a deshacer el equilibrio del Estado. Para la inmensa mayoría de los ciudadanos el de la financiación es un arcano indescifrable, pero la endogamia de la clase dirigente lo ha convertido en la piedra angular de una política que va a descomponer la solidaridad constitucional para crear por la vía de los hechos consumados una España de dos velocidades.

ABC - Opinión

Los complejos de algunos los pagamos todos. Por Maite Nolla

«En política, los complejos de algunos los pagamos todos. El último ejemplo ha sido el de Garoña. Si Zapatero quiere ir de progre, que se compre una camiseta del Ché, pero que no se comporte como un irresponsable.»

Las mujeres estamos cargadas de puñetas; yo no sé si se pueden llegar a llamar complejos, pero la que no está preocupada por su nariz, lo está por sus labios, y a la que no tiene complejo de culo o de piernas, le gustaría tener más o menos pecho. Afortunadamente, los hombres han tomado la senda –digo afortunadamente para fastidiar– y si no, se dan ustedes una vuelta por los gimnasios y me darán la razón. Por suerte, la democracia ha llegado a lo estético y al mundo de los spás y cada uno se soluciona sus complejos como puede, según su capacidad económica y su nivel de renta. Ponerse tetas, que dice la ministra intelectual.


En cambio, en política, los complejos de algunos los pagamos todos. El último ejemplo ha sido el de Garoña. Si Zapatero quiere ir de progre, que se compre una camiseta del Ché, pero que no se comporte como un irresponsable. Además, si el plan para la reconversión de la zona es tan maravilloso, que Leire deje su sueldo de política profesional sin profesión conocida y se vaya a trabajar al Parador, a ver qué tal.

Pero donde el complejo de la izquierda ante el nacionalismo, además de insoportable, nos lo hemos tenido que embaular el resto de conciudadanos, es en el ámbito jurídico-judicial. De forma increíble, pero explicable, el complejo progre ha derivado en que la izquierda ya no sea el garante de la igualdad de todos los españoles, sino que sea el garante de los derechos forales o feudales. Los ciudadanos ya no son iguales por el hecho de ser españoles, sino que dependen del lugar donde viven. Y los territorios ni siquiera son iguales entre ellos, sino que tienen diferentes derechos según la intensidad del nacionalismo. El mundo al revés. La izquierda española es el garante del caciquismo más rancio. La izquierda piensa que cualquier crítica al nacionalismo, por razonable que sea, es propia de la derecha. Como reflexión de alto nivel no está mal.

Como les decía, en el mundo jurídico eso nos ha llevado a una interpretación de la Constitución y de las leyes siempre a favor de los nacionalistas, siempre por juristas de izquierdas. Desde María Emilia a la Ley del Suelo. Por desgracia, juristas de izquierdas como Francesc de Carreras o Sosa Wagner –el profesor de Zapatero– son la excepción o no mandan. Ellos están en contra del estatuto de Cataluña por razones políticas, pero, sobre todo, por razones jurídicas, y son de izquierdas.

Todo esto se lo cuento porque he oído esta semana al ministro Caamaño mostrar su satisfacción por el nuevo estatuto de Cataluña, por el sistema de financiación y avanzando una sentencia que lo dará por bueno, aunque sea de aquella manera. El ministro responde exactamente al patrón que les decía; la izquierda judicial o jurídica como soporte básico del nacionalismo. Y el otro que ha tenido una intervención extraordinaria, ha sido el ministro Gabilondo, dando por buena la ley de educación de Cataluña.

A mí me gustaría que ya que el estatuto es tan bueno y la ley tan nutritiva, los ministros Gabilondo y Caamaño se empadronen en Barcelona y con ellos toda su familia. Luego que nos lo cuenten.

Libertad Digital - Opinión

La subasta imposible. Por M. Martín Ferrand

QUIENES se disponen a traspasar las puertas del Infierno y los que pretenden comprender el plan (?) de José Luis Rodríguez Zapatero para la financiación autonómica deben perder toda esperanza. Del Infierno no se sale y el Título VIII de la Constitución es, como ya demuestra la experiencia, una trampa sin retorno. Es posible que Dante Alighieri, como imagina Matilde Asensi en El último Catón, conociera el enrevesado camino que conduce al Paraíso Terrenal y hasta se puede admitir, según pormenoriza tan apasionante novela de la escritora alicantina, que, en su condición de miembro de una secta bienhechora, estuviese en el secreto de todos los recovecos que conducen a tan deseable lugar; pero escapa a la razón, e incluso a la fantasía, una suma tan esperpéntica como la que, para resultar simpático, pretende el presidente del Gobierno.

Zapatero ha abdicado de su responsabilidad de ser el presidente de todos los españoles. Le han empujado a ello su debilidad parlamentaria y su entendimiento, «discutido y discutible», de lo que es la Nación Española. También, en lo concreto, su fofo conocimiento de la aritmética y la suposición de que el todo del Estado puede ser, a efectos presupuestarios, mayor que la suma de sus partes. José Montilla, en su doble condición de cabeza del tripartito catalán y de líder del PSC, es el único armazón que le sostiene enhiesto en La Moncloa y eso obliga a mucho. ¿Se podrá ejercer cabalmente la responsabilidad del Gobierno de la Nación sin el respaldo cierto de un partido auténtica e incontestablemente nacional?

Mariano Rajoy ha calificado de «subasta» el espasmódico método con el que Zapatero trata de tapar, sin ajustarte a la Constitución, el agujero de la financiación autonómica. Ojala lo fuera. Las subastas tienen su fin. En un momento dado, ya nadie puja y eso establece el precio de lo subastado; pero, instalados en el Estado de bienestar y sin coto que limite el gasto público, ¿dónde puede llegar la demanda de las Autonomías? Según el líder del PP, de lo que se trata es de repartir los recursos existentes; pero, al margen de Navarra y el País Vasco - territorios constitucionalmente diferenciados -, ¿son iguales los quince restantes? Podrían serlo, o parecerlo, con un presidente fuerte en escaños y criterios; pero, en lo uno y en lo otro, estamos ante un personaje de ficción. Como Virgilio en La divina comedia.

ABC - Opinión

El golpe de las burlas. Por Mario Vargas Llosa

El grueso de la población hondureña se manifestó en contra de convertirse en un país dependiente de Hugo Chávez, es decir, en una pequeña dictadura populista enfeudada al caudillo venezolano.

Despertar a un presidente constitucionalmente elegido a punta de bayonetas y enviarlo al exilio sin darle tiempo siquiera a cambiarse el pijama, como hicieron los militares hondureños con Manuel Zelaya hace dos semanas, es un acto de barbarie política y resulta justa la enérgica condena que este atropello ha merecido de las Naciones Unidas, la OEA y de la mayoría de naciones del mundo entero.


Ahora bien, sentado este principio, que la interrupción de la democracia por una acción militar no es justificable en ningún caso, es preciso analizar lo ocurrido más de cerca y con prudencia porque en este golpe de Estado, como en la famosa "cena de las burlas", nada es lo que parece ser y la frontera entre la verdad y la mentira resulta más escurridiza que una anguila.

Tal vez más que la acción misma del asalto a la residencia del jefe de Estado hondureño haya que reprochar a los militares, y a los jueces que les dieron la orden de hacerlo, que, con semejante atropello, hayan convertido en víctima de la democracia y poco menos que en héroe de la libertad, a un demagogo irresponsable como Mel Zelaya, quien, en violación flagrante de la Constitución que había jurado respetar, se disponía a llevar a cabo un referéndum para hacerse reelegir, una pretensión que fue condenada por la Corte Suprema y la Fiscalía de la Nación, y por la que el Congreso hondureño había iniciado un proceso para destituirlo como jefe del Estado. Éste era un procedimiento legítimo en defensa de la democracia que la acción militar frenó y desnaturalizó, sembrando una confusión de manicomio.

A tal extremo que nada menos que el comandante Hugo Chávez, el comandante Daniel Ortega, Evo Morales y hasta el mismísimo Raúl Castro aparecieron de pronto liderando la protesta continental en defensa de la ley y de la democracia, exigiendo sanciones contra Honduras y convocando en Nicaragua una reunión de ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas) a la que el despistado José Miguel Insulza, secretario general de la OEA, dio, con su presencia, un aura de legitimidad.

Si el comandante Hugo Chávez, gran desestabilizador de la democracia latinoamericana, ex golpista y megalómano caudillo que ha convertido a Venezuela en una pequeña satrapía personal y aspira a hacer otro tanto con el resto de América Latina, se arroga el rol de defensor del Estado de derecho hondureño, además de un eclipse del sentido común y de la racionalidad, comprobamos una evidencia: que algo debía de andar podrido antes de este golpe en ese pequeño país latinoamericano convertido hoy en el centro de la atención mundial. Y, en efecto, Honduras estaba a punto de caer, tras de Bolivia, Nicaragua y Ecuador, en la órbita de Hugo Chávez cuando sobrevino la intervención militar. Manuel Zelaya era la última conquista del caudillo venezolano.

Lo había sobornado, al igual que a sus otros vasallos latinoamericanos, vendiéndole el petróleo de su país a precio de ganga y con créditos generosos, y, sobre todo, apoyando sus apetitos reeleccionistas. Ni corto ni perezoso, Zelaya, antiguo destacado figurín de la oligarquía rural hondureña, vinculado en el pasado a matanzas de campesinos, y elegido presidente como candidato del Partido Liberal, de centro derecha, con un programa de apoyo a la inversión extranjera y a la empresa privada y de severa persecución a la delincuencia, de pronto, a media gestión, experimentó una conversión populista y revolucionaria (es decir, chavista), afilió su país a ALBA y comenzó a preparar su eternización en el poder mediante una reforma constitucional, tal como lo han hecho Chávez y sus discípulos, es decir, la hez política de América Latina.

Pero, a diferencia de lo ocurrido en países como Ecuador, Bolivia o Nicaragua (o, en el otro extremo del espectro político, la Colombia de Uribe, un mandatario democrático que por desgracia incurrió también en el siniestro deporte de la reelección), donde los mandatarios reeleccionistas contaban con una base popular que apoyaba sus planes, en Honduras la pretensión de Zelaya fue desde el principio masivamente impopular y lo desprestigió en todos los ámbitos del espectro político. Todas las instituciones rechazaron su intento, la Corte Suprema de Justicia, el Tribunal Electoral, todos los partidos políticos democráticos (empezando por el suyo, el Liberal), la Fiscalía de la Nación y la opinión pública en general. El rechazo no fue sólo al volteretazo ideológico del voluble mandatario. Fue, también, una clarísima toma de posición del grueso de la población hondureña en contra de la perspectiva de convertirse en un país dependiente de Hugo Chávez, es decir, en una pequeña dictadura populista enfeudada al caudillo venezolano.

Éste es el contexto en el que hay que juzgar la situación hondureña. No para justificar una acción militar de una gran torpeza, que sólo ha servido para sembrar el descrédito en unas instituciones y un pueblo que habían emprendido una valerosa resistencia contra un intento claramente antidemocrático de un mandatario sin principios, sino, para no incurrir, creyendo actuar en defensa de la democracia, en una operación que termine legitimando los planes inconstitucionales, reeleccionistas y de entrega de Honduras al poder chavista de Manuel Zelaya.

¿Qué se puede hacer para reconstituir la demediada democracia hondureña? Lo ideal, que sería reponer a Zelaya en la presidencia a condición de que renuncie a sus planes reeleccionistas y garantice que las elecciones de noviembre se lleven a cabo de manera impecable bajo vigilancia de las Naciones Unidas, parece ahora difícil, por lo envenenada que está la situación, como se vio el 5 de julio, cuando el fracasado intento de retorno a Tegucigalpa del depuesto presidente, que provocó violentos incidentes y varios heridos. Honduras se ha retirado de la Organización de Estados Americanos, lo que no debe sorprender a nadie dada la pertinaz inutilidad de esta institución que tiene, además, la nefasta propiedad de volver también inútiles a sus secretarios generales, incluso a los que, como José Miguel Insulza, parecían más despiertos que los otros, de modo que la OEA mientras menos intervenga ahora tanto mejor. La mediación del presidente de Costa Rica, Óscar Arias, premio Nobel de la Paz, es una buena idea: se trata de un estadista respetado y respetable, buen negociador y auténtico demócrata.

De otro lado, hay que evitar por todos los medios que la tensión existente evolucione hacia el derramamiento de sangre. Chávez ha amenazado con una intervención militar, en la que probablemente haría de peón de brega la Nicaragua del comandante Ortega, a la que el Gobierno de facto ha acusado de movilizar tropas hacia la frontera con Honduras. Es cierto que no hay manera de verificar si las noticias según las cuales esa frontera viene siendo cruzada ya desde antes del golpe por comandos venezolanos y cubanos que denuncia la prensa de Honduras son ciertas o meras operaciones publicitarias en defensa del Gobierno de Roberto Micheletti, pero, dados los antecedentes y el contexto político de América Central, tampoco pueden ser descartadas. La situación inestable y precaria de Honduras, ahora en la picota de la opinión internacional, es propicia para una acción insurreccional teledirigida desde Caracas.

Tal vez estos riesgos puedan conjurarse con el adelanto de las elecciones presidenciales ya convocadas para el mes de noviembre. Este proceso debería tener lugar a la brevedad posible, dentro de un par de meses a lo más, algo realizable si la comunidad internacional colabora con la infraestructura electoral, y llevarse a cabo bajo la responsabilidad y vigilancia de las Naciones Unidas y con observadores internacionales de la Unión Europea y de organizaciones políticas y de derechos humanos como la Fundación Carter, Amnistía Internacional y Americas Watch. No veo otra manera más rápida de reconstruir el Estado de derecho y poner fin a la anómala situación que vive Honduras por culpa tanto de los militares que asaltaron la Presidencia con nocturnidad como de las arteras maniobras de Mel Zelaya y su gurú ideológico, Hugo Chávez.

El País - Opinión

El Leviatán catalán. Por Emilio J. González

«El nuevo modelo de financiación autonómica responde a las necesidades crecientes de la Generalitat de Cataluña de alimentar el Leviatán que ella misma ha ido creando. Sin embargo, ese es su problema y el resto de España no tiene por qué pagarlo.»

Entre los muchos errores en política económica que está cometiendo el presidente del Gobierno, uno de los más serios puede ser su empeño en aprobar un nuevo sistema de financiación autonómica para tratar de contentar a los catalanes. Después de haber dado el visto bueno al Estatut, con esa cláusula por la cual el Estado tiene que destinar a Cataluña el mismo porcentaje de las inversiones públicas que representa el PIB catalán respecto del conjunto de la economía nacional, Zapatero quiso dar marcha atrás, presionado por los barones regionales de su partido y entonces se sacó de la manga un nuevo sistema de financiación autonómica. De esta forma, ZP se convirtió en prisionero de sus propias acciones y ahora no se atreve a incumplir nuevamente su palabra ante el temor de ruptura del PSC con el PSOE. De ahí que lo que Zapatero pretende poner sobre la mesa es un plan que ofrece un poco de dinero a casi todos para tratar de mitigar el hecho de que Cataluña, una de las regiones más ricas de España, se va a llevar la parte del león.


Basta este motivo para decir ‘no’ al nuevo sistema de financiación autonómica porque, con esa filosofía de fondo, rompe principios tan elementales y tan fundamentales para la cohesión de la Nación española como la solidaridad interterritorial. Conforme con él, aquellas regiones más pobres y atrasadas teóricamente son las que deben recibir más ayuda del Estado. Sin embargo, Zapatero va hacer justo lo contrario y va a dar más dinero a quien tiene más, lo cual es ilógico para un partido que se dice socialista y que pretende buscar la igualdad. Pues lo que va hacer es consagrar y ampliar las desigualdades entre regiones.

Cataluña tiene el gasto público por habitante más alto de toda España, un dinero que, en muchos casos, no se ha empleado precisamente en mejorar el bienestar de los ciudadanos a través, por ejemplo, de la ampliación y modernización de las infraestructuras públicas, como viene haciendo Madrid desde hace años con sus presupuestos. Por el contrario, los distintos Ejecutivos catalanes están dilapidando sus recursos en cosas tan absurdas como abrir embajadas por todo el mundo o comprar Spanair, una compañía aérea en quiebra, con tal de tener una aerolínea de bandera catalana, cueste lo que cueste porque de una u otra forma ya lo pagará el resto de España, cuando no a potenciar el clientelismo político. A ello se suma que la política de inmersión lingüística y los pasos hacia el separatismo que está dando el tripartito catalán están echando a las empresas de la región, con lo que Cataluña está recaudando menos impuestos de lo que esperaba y gastando mucho más de lo que se puede permitir. Lo lógico en estas circunstancias sería que la Generalitat se dejara de hacer tonterías y recortara sus gastos para poder equilibrar sus cuentas. Pero Montilla, Carod Rovira y demás no están por la labor y quieren más y más dinero para alimentar al insaciable Leviatán catalán, que nunca tiene bastante.

Como argumento para justificar su posición alegan que durante los años de Gobierno del PP se invirtió más en Madrid que en Cataluña, olvidando que mientras el Estado construía autopistas en territorio catalán y modernizaba Barcelona de cara a las Olimpiadas del 92 donde no invertía era en Madrid. De la misma forma olvidan que buena parte de la ampliación y modernización de la red de infraestructuras madrileña está financiándose con el presupuesto autonómico, no con fondos estatales. La Generalitat debería hacer lo mismo y, si no cuenta con recursos suficientes para ello, entonces que redefina sus prioridades de gasto, o que suba los impuestos a los catalanes o, simplemente, que entienda que no se puede tirar el y pretender, al mismo tiempo, disfrutar de infraestructuras mejores porque no hay recursos suficientes. Por ello también hay que decir ‘no’ al nuevo modelo de financiación autonómica.

Por último, hay un tercer elemento de suma importancia a tener en cuenta. Estamos inmersos en la que posiblemente es la crisis económica más grave de la historia moderna española, que está disparando el déficit presupuestario y la deuda pública, en parte por la propia crisis, en parte por la mala gestión de la misma que está llevando a cabo Zapatero. En estas circunstancias, hay que apretarse el cinturón. Sin embargo, las autonomías no están por la labor y dicen que lo haga el Estado. La salida de la crisis, empero, compete a todos los niveles de la Administración, autonomías incluidas. Por ello, ese dinero debería destinarse a reducir el déficit y la deuda, o a bajar impuestos, en lugar de transferirlo a unos Ejecutivos regionales insolidarios que van a malgastarlo, al tiempo que, con ello, van a impedir que desde el Estado puedan llevarse a cabo políticas de alcance nacional para combatir la crisis.

El nuevo modelo de financiación autonómica, en resumen, responde a las necesidades crecientes de la Generalitat de Cataluña de alimentar el Leviatán que ella misma ha ido creando a lo largo del tiempo. Sin embargo, ese es su problema y el resto de España no tiene por qué pagarlo.

Libertad Digital - Opinión

El summitcrasher. Por José María Carrascal

¿HAN visto ustedes la cara de felicidad de Zapatero al dar la mano a Obama? Talmente la de un niño cuando su futbolista preferido le firma un autógrafo. Los pies de Aznar sobre la mesa del rancho de Bush no son nada comparado con el mendigar de Zapatero la entrada en las grandes reuniones internacionales. Al menos Aznar no pedía, exigía, y en Niza consiguió para España un estándar nunca alcanzado, que puede ya nunca alcanzaremos. Mientras lo de Zapatero es patético. Cuánto nos costó la silla que le cedió Sarkozy en la cumbre del G-20 en Washington nunca lo sabremos, pero seguro no fue poco, pues los franceses se venden caro. Sabemos, en cambio, lo que le ha costado colarse en la última reunión del mismo club, una vez finalizadas sus sesiones principales: de 30 a 40 millones de euros, que constará reconstruir la fortaleza de L´Aquila, como ha prometido a Belusconi, con aires de gran señor. En el mismo tono, habló de la lucha contra el hambre en el mundo, olvidándose de los 800.000 españoles que se han acercado últimamente a los comedores de Cáritas. Aunque lo más importante para él era coordinar con los canadienses su participación en la cumbre del G-8 a celebrar en aquel país en junio del año que viene. No irá como representante español, sino como presidente de la UE, que nos toca. Pero el caso es asistir. Dentro de poco, le llamarán el «summitcrasher», el que se cuela en las cumbres, como esas señoras que se cuelan en las recepciones para ponerse moradas de canapés. La única diferencia es que Zapatero lleva una fuente de canapés para el anfitrión y los invitados. Que pagamos usted y yo.

Siendo todo esto bochornoso, lo verdaderamente grave es que ocurre cuando en España la crisis económica continúa presentando su cara más torva, al no encarar las medidas tomadas por el gobierno los problemas de fondo. El ministro de Trabajo ha dejado para el otoño un pacto laboral, ya que sindicatos y empresarios no se ponen de acuerdo. La ministra de Hacienda tiene el próximo día 15 una cita con la financiación autonómica aún no cerrada, con muchas posibilidades de cerrarse en falso, y el FMI empeora las previsiones económicas para España, mientras las mejora para el mundo. Ante tal panorama, nuestro presidente ha hecho lo previsible en él: marcharse a L´Aquila a hablar del hambre en el mundo, y allá se las arreglen la Salgado y el Corbacho con las Autonomías, la patronal y los sindicatos.

De niños, todos hemos sentido esas ansias de escapar al no saber cómo salir del lío en que nos hemos metido. Es también la actitud de los gobernantes pusilánimes desbordados por los acontecimientos: buscar refugio en el exterior. Aunque una vez allí, lo único que sepan hacer sea sonreír de oreja a oreja, al no hablar otro idioma que el suyo. Suerte de sus interlocutores.

ABC - Opinión

¿Qué está pasando en UPyD?

Parece que hay gente en UPyD que se ha cansando de eso de "el partido de Rosa Díez". Tres días después del sonoro portazo de Mikel Buesa, UPyD se enfrenta a su segunda crisis interna grave. El Consejo de Dirección de UPyD aprobó el pasado 22 de junio abrir expediente disciplinario y suspender cautelarmente de militancia a 14 de sus dirigentes, algunos de ellos ex coordinadores autonómicos y provinciales. Éstos anunciaron que van a formar parte de una candidatura y lo hicieron en una web alternativa a la oficial.

Desde el jueves pasado, estos 14 militantes están recibiendo un burofax de más de cuatro folios, en el que la dirección les informa del expediente, de que pueden haber cometido "una infracción muy grave" y de que su sanción podría ser "la expulsión del partido". En el caso de que no sea levantada la suspensión de militancia cautelar ni siquiera podrán presentarse al I Congreso de UPyD, que se celebrará del 20 al 22 de noviembre en Madrid, según informa El Mundo.

Según el responsable de Programa de UPyD, Carlos Martínez Gorriarán, los expedientes se han abierto porque con esa página web "han creado una estructura paralela a la del partido", en ella "desvelan datos internos" y "han abierto el proceso de presentación de candidaturas saltándose el Reglamento del Congreso".

La 'web' (estanoeslawebdeupyd.blogspot.com) es una sucesión de artículos, muchos críticos con la dirección, en los que sus autores defienden los principios fundacionales de UPyD pero también se muestran en contra de algunas actitudes de la dirección. Uno de los promotores de esa página web, Gerardo Hernández, anunció que van denunciar de manera conjunta en los tribunales la decisión de UPyD.
"No estamos dispuestos a pasar por un proceso humillante y vejatorio".
Periodista Digtal

¿Conoce Rosa Díez los efectos del cannabis?

Con una nada disimulada intención populista, Rosa Díez descubría esta semana su lado más radical e irresponsable al mostrarse partidaria de la legalización del cannabis. Si antes de hablar se hubiese informado mejor, sabría que no sólo es imposible la legalización, ya que obligaría a España a romper con algunos tratados de la ONU, también porque está demostrado científicamente los perjuicios de esta droga. Según el informe de la Comisión Clínica del Plan Nacional de Drogas, el consumo de cannabis está asociado a la pérdida de memoria y a problemas de ansiedad y depresión. Hasta el Gobierno holandés, tradicionalmente tolerante con el cannabis, está estudiando clasificarlo como droga dura y prohibir su consumo. Con propuestas como ésta, Rosa Díez da muestras de una inconsciencia que no es propia de un líder político con alturas de miras que busca el bien general de sus ciudadanos.

La Razón

En UPyD no todo es de color de rosa

¿ La formación afronta una importante crisis por el «autoritarismo» de Rosa Díez y la falta de crítica interna? «En el partido hay mucha mediocridad», dice Mikel Buesa.

Parecía que era todo de color de «rosa». Los cimientos sobre los que se edificó el partido de Rosa Díez, Unión Progreso y Democracia (UPyD), se alzaban sobre la ilusión de superar el «bipartidismo imperfecto» que, según la formación, «premia a los partidos nacionalistas», y luchar «por la libertad y la igualdad». No fue casualidad. Unos brochazos de optimismo y audacia le bastaron a Díez para dibujar un escenario político atrayente y lograr alzarse con un escaño en el Congreso de los Diputados y otro en el Parlamento Europeo.


Su imagen de política arriesgada y guerrera le valieron para atraer votos de uno y otro bando; sus numerosas propuestas en la Cámara Baja, coincidentes en gran parte con el Grupo popular - hasta el extremo de haberle acusado de «plagiar sus iniciativas»- inducían a engaño a los votantes del PP y se convertía así en una tercera vía para los desencantados de los partidos mayoritarios. Ahora, la falta de democracia interna en UPyD están poniendo contra las cuerdas a la líder, Rosa Díez. Mikel Buesa, ex presidente del Foro Ermua, no ha podido aguantar el «control férreo y autoritario que se vive en UPyD», la misma formación que él ayudó a fundar, y ha salido de la formación dando un sonoro portazo. Abandona el sueño de un proyecto político diferente en el que «debería dominar el debate interno, sin imposiciones ni personalismos». «No entré en UPyD para hacer reverencias a Díez», asegura Buesa. Las acusaciones del ex presidente del Foro Ermua apuntan a la vez al coordinador de UPyD por Madrid, Ramón Marcos, por su «estilo autoritario». Éste fue el detonante que le hizo saltar y abandonar el partido. Frente al apoyo incondicional a Marcos por parte del núcleo duro del partido, no han servido ni la misiva de 52 militantes críticos, ni las peticiones de Buesa a Díez para que mediara ante la situación creada Buesa, muy crítico con el devenir del partido, asegura que «la organización está muerta porque carece de libertad y de sentido de la crítica. El problema de Díez es que lleva demasiadas riendas». Tiene un exceso de protagonismo». Pero el conflicto interno que hoy sufre UPyD, sobre todo, es debido a que en la organización hay «personas con mucha ambición y mediocridad» al mismo tiempo, asegura Buesa. No se trata solo de Mikel Buesa. Aurora García, número cuatro en las listas al Congreso de los Diputados y una de las encargadas de elaborar el programa de la formación, también proclama su desencanto. «Me siento engañada con la dirección del partido. Esto no es una empresa privada para colocar a los afines». «Se está yendo gente de mucha valía», advierte. Además, se está planteando dejar su militancia. La realidad es que aquellos que no están de acuerdo con la opinión dominante o quedan relegados a un segundo plano o se les abren expedientes disciplinarios. Pero algunos críticos, organizados en la web http://estanoeslawebdeupyd.blogspot.com, a pesar de que les han invitado a abandonar el partido y fundar otro, han rechazado esta posibilidad porque su intención es lograr democratizarlo. Ante esto, la ex diputada socialista, Rosa Díez, que ayer celebró el Consejo Político de la formación, aseguró que que el hecho de que se haya expedientado a algunos miembros es algo que «está inmerso en un proceso de aplicación de las normas del partido, que se aprobaron entre todos por igual». El conflicto de UPyD no se limita a Madrid. Tiene además otros focos dispersos por el resto de las comunidades. En el País Vasco han sido «barridos del mapa» todos los que llevaron al partido al éxito. También en Andalucía se han producido fricciones, donde el coordinador de Unión Progreso y Democracia ha dimitido. En Cataluña, el descontento vino unido a los pésimos resultados y la Ejecutiva de Galicia está dividida.

La Razón