sábado, 18 de julio de 2009

El dominó de la financiación. Por Maite Nolla

«¿Qué hacemos ahora, doña Alicia? ¿Qué pasa ahora después de pedir un frente común de los partidos catalanes en el asunto de la financiación y de pedir a Zapatero que cumpliera el Estatut, que nosotros mismos tenemos recurrido?»

Mi opinión sobre el asunto de la financiación autonómica es que la Constitución separa autonomía y solidaridad por una "y" y no por un "y si se puede" o por un "y si eso". Artículo 2. Eso no se puede cumplir cuando el principal beneficiado de un sistema basado en la igualdad y la solidaridad lo que pretende es la desigualdad y la insolidaridad. Así de fácil.


A mí me interesan las consecuencias políticas que tiene el tema. En este caso, los principales afectados por la resolución del asunto, lo que el socio de Zapatero, Joan Puigcercós, ha calificado como doblegar al Estado, son CiU y el PP de Cataluña. Como las piezas de dominó, va a caer uno empujado por el otro.

A los de CiU, confiados en que lo de la financiación se atascara eternamente, les han colocado en fuera de juego, les han hecho la puerta atrás –si te ha pillao la vaca– y, para resumir, que no van a ganar las elecciones dentro de un año, ni que se hunda otro barrio en Barcelona, ni que de aquí a octubre de 2010 no haya ni luz ni agua en toda Cataluña, que, como ustedes saben, son lo métodos que el PSC utiliza para ganar, qué digo ganar, arrasar en las elecciones. Si son moderados, tendrían que dar por bueno el acuerdo y eso ya lo hacen los socialistas; y si son radicales, tienen que serlo muchísimo, porque ERC también está por el acuerdo, pero eso no da votos, los quita. Igual que el pacto de La Moncloa sobre el estatut les dio vida cuando estaban acabados, el acuerdo sobre la financiación les da la puntilla cuando mejor estaban.

Y el que cae con CIU es el PP de Cataluña, que había puesto todos los huevos en el cesto de que CIU ganaba las elecciones. Avanzo un primición, y es que CiU y PPC no van a sumar sesenta y ocho escaños en las autonómicas catalanas, excepto cataclismo. ¿Qué hacemos ahora, doña Alicia? ¿Qué pasa ahora después de pedir un frente común de los partidos catalanes en el asunto de la financiación y de pedir a Zapatero que cumpliera el Estatut, que nosotros mismos tenemos recurrido? ¿Está usted en contra del acuerdo por lo que dicen Núñez Feijóo, Juan Vicente Herrera o Beteta, o por lo que dice Artur Mas?

Estoy de acuerdo con los editoriales de nuestro periódico; Rajoy es incapaz de responder a la jugada de Zapatero, porque no ha tenido un criterio previo. Ya sé que en el PP, en contra del PP donde el PP gana por mayoría absoluta, se aboga por los criterios generales y luego que cada uno defienda lo suyo en su autonomía; lo mismo que Galeuscat, vamos. Y no deja de ser triste que en lugar de llamar al orden a Alicia Sánchez-Camacho, los que acaben siendo obligados a abstenerse sean los que ni están a favor del acuerdo, ni se ven beneficiados.

Libertad digital - Opinión

La reforma laboral de Hugo Chávez. Por Pablo Molina

«Como todo lo que hace Chávez les parece estupendo, sería bueno que los progres españoles importaran a sus empresas el modelo venezolano, suprimiendo los convenios colectivos y cediendo al empresario la facultad exclusiva de decidir sobre su salario.»

El exgolpista bolivariano, últimamente empeñado en devolver a su monigote en Honduras al frente del gobierno, ha creado un modelo de sociedad basado en ciertas premisas que los gobernantes de progreso deberían tener muy en cuenta para solucionar los problemas de sus respectivos países.


La tan traída reforma laboral, asunto sobre el que gobierno y los sindicatos españoles tienen una opinión opuesta a la patronal, es para Chávez un asunto menor para el que tiene una solución la mar de sencilla. Básicamente se trata de que los empleados no cobren las horas extra y, eventualmente, hacer que trabajen de forma voluntaria sin cobrar un sueldo más allá de lo que el empresario, y en última instancia el gobierno de forma subsidiaria, fijen como precio justo.

Para Chávez, las horas extra son un "vicio" (sic) que hay que erradicar. En efecto, también los trabajadores venezolanos tienen la fea costumbre de exigir el pago de los honorarios correspondientes a las labores realizadas fuera de su horario habitual, con el incremento fijado en los acuerdos colectivos. Esto de los convenios, que Chávez denomina "contratos colectivos", es otra lacra de las relaciones laborales que el mandatario venezolano desprecia profundamente, porque atacan al Estado, es decir, a la capacidad gubernamental de fijar de forma científica cuánto debe cobrar cada trabajador.

Los progres europeos, divididos entre los que se declaran fascinados por las conquistas bolivarianas y los que disculpan los "excesos" totalitarios de la revolución porque se realizan por una causa elevada (la implantación del socialismo), deberían reflexionar sobre su condición laboral si vivieran en un país gobernado al estilo de su ídolo sudamericano.

Y como todo lo que hace Chávez les parece estupendo, incluida su campaña brutal contra los medios de comunicación privados (285 emisoras de radio cerradas son su última conquista en este terreno), sería bueno que importaran a sus empresas el modelo venezolano suprimiendo los convenios colectivos, dejando de cobrar las horas extra y cediendo al empresario la facultad exclusiva de decidir sobre su salario.
Igual al principio es algo molesto, pero como ellos mismos suelen decir, lo harían por una buena causa. ¿O es que sólo los trabajadores de Venezuela van a tener derecho a disfrutar de tanta felicidad?

Libertad Digital - Opinión

Los tiempos de Bárcenas. Por Ignacio Camacho

SI hay algo que no le guste a ningún político es que le marquen los tiempos y le impongan la agenda. En ese sentido, la presión mediática sobre el tesorero Bárcenas no ha hecho más que acentuar la tendencia de Mariano Rajoy a no tomar decisiones inducidas -incluso simplemente a no tomar decisiones- y a mantener los pulsos hasta más allá de donde a la mayoría le empiezan a temblar los nervios. El líder del PP decidió aguantar el caso hasta que cruzase la línea roja de la imputación formal, y así lo hará porque entiende que otra conducta sería ceder a la coacción externa. Es una cuestión de lógica partitocrática: a Rajoy le vendría muy bien sacudirse el problema cuanto antes, pero un tipo que aspira a liderar el país tiene que empezar por defender el liderazgo de su organización, y en los partidos está mal visto que se deje tirada a la gente si no hay por medio evidencias objetivas. La imputación razonada es la frontera convencional de esa objetividad en términos penales. Sin embargo ha llegado un momento en que el mismo Bárcenas está poniendo las cosas difíciles al gestionar el asunto por su cuenta y meter bulla desde dentro. De ahí que el gallego haya comenzado a trasladarle la presión al propio afectado, auspiciando en la dirigencia del partido una crecida de declaraciones y gestos para que dimita.

Cuando hablé con Bárcenas el pasado jueves -está contado en el blog de ABC digital- salí con una duda razonable, quizá parecida a la que logró sembrarle a Rajoy, pero si él pone la mano en la Biblia por la financiación del PP yo no me atrevería a pasar la mía por el fuego a cuenta de la inocencia que defiende con una enérgica refutación de los indicios aparentes. Tiene gran poder de convicción y me declaro dispuesto a creerlo, pero le creeré más después de que convenza al instructor del Supremo. Aunque resulta evidente que ha sufrido acoso policial y judicial, y hasta es probable que si no fuese senador le hubiesen metido en la cárcel para cobrarle pena de telediario, tiene que darse cuenta de que como mínimo está en una siniestra encrucijada de casualidades muy comprometidas. Y no sólo para él, sino para los que se supone que son los suyos.

Por eso se tendría que haber ido ya; si el partido, o más exactamente el presidente del partido, está dando la cara por él, es hora de que devuelva el favor aliviándolo de presiones. En vez de hacer eso permite que se entienda que recibe apoyo porque dispone de información comprometedora; sugiere que tiene la sartén por el mango y establece por sí mismo que si renuncia será «provisionalmente». Grave error. Primero porque eso equivale a decidir por Rajoy, a marcarle los tiempos y de alguna manera a chulearlo invitándole a eternizar la provisionalidad. Y segundo porque si lo imputa el Supremo ya no será de ningún modo Bárcenas sino los jueces quienes tengan la última palabra.

ABC - Opinión

Rajoy es Rajoy. Por Antonio Casado

El presidente del PP, Mariano Rajoy, sostiene que no está siendo chantajeado por su tesorero ni lo hubiera permitido si al tesorero se le hubiera pasado por la cabeza chantajearle. No podemos discutir la sinceridad de algo tan subjetivo. Sin embargo, sí se puede afirmar que Luis Bárcenas ha creado las condiciones objetivas para que la opinión pública vea a Rajoy con las manos atadas. Especialmente después de los mensajes que Bárcenas ha ido deslizando durante la campaña que realizó días atrás mediante el acercamiento a periodistas influyentes.

Los recaditos eran más o menos de este tenor: no hay cojones para cesarme, tengo mucha información; si cae Bárcenas, cae Rajoy, Cospedal es una retrasada mental, ya me he llevado del despacho algunas cajas con documentos, etc. El o sus muy allegados estuvieron dando cuartos al pregonero unos cuantos días, lo cual multiplicó el ruido de pasillos y el malestar de los dirigentes del PP.

Algunos medios de comunicación hicieron encuestas entre sus lectores. Y en todos sin excepción eran claras las mayorías convencidas de que Rajoy teme que Bárcenas tire de la manta. Quienes conocemos el armazón moral de Mariano Rajoy sabemos que esa percepción de la opinión pública no responde a la verdad. Sin embargo, no se libra de la sospecha por haber llevado más allá de lo razonable su apoyo al personaje.

¿Y qué necesidad tiene de aguantar eso? El habla de esperar a que se apague la hoguera, de actuar en frío, de manejo de tiempos, etc. Como todas esas amenazas del tesorero de moda se formularon de aquella manera, bajo el formato "off the record", sin que consten como declaraciones suyas, no quiso darse por enterado. Hasta las piedras sabían que la paternidad de las mismas era la de Bárcenas. Y hasta las piedras sabían que su tono amenazante o conminatorio dejaron al líder del PP en una situación muy incómoda, mientras su partido le reclama el cese del tesorero.

Lógico. Son muy serios los desperfectos que está sufriendo la imagen del PP. A cuenta de Bárcenas y a cuenta de Camps, aunque no es lo mismo. Bárcenas carga con un supuesto delito fiscal y la versión más reprobable del cohecho. Camps sólo con la versión menos castigada del segundo. Tampoco es lo mismo desde el punto de vista político. Se parecen, eso sí, en el ruido de pasillos que generan dentro del PP. Y en los espacios mediáticos que ocupan.

Bárcenas está tardando demasiado en dar un paso atrás. Ni Rajoy está por la labor de pedírselo. De momento. Por no hacer las cosas en caliente, según él. El líder del PP quiere enfriar el asunto. Una estrategia muy peligrosa para su causa personal y la del partido que dirige. Pero Rajoy es Rajoy.

Periodista Digital - Opinión

El cisne forofo. Por Alfonso Ussía

Le tengo afecto al Muy Honorable Jordi Pujol. Y una nostálgica admiración. Su mujer, Marta Ferrusola, me cae peor, pero ahí se enfrentan la objetividad y la subjetividad, y uno es siempre sujeto. De ser objeto, mi opinión valdría lo mismo que un elefante de plata con colmillos incrustados de marfil o que un Quijote de nácar blandiendo su adarga. Creo que el Muy Honorable Pujol, inspirador de grandes tonterías y protagonista de muy aceptables decisiones, no merece -como otros dirigentes nacionalistas y aldeanos- la amargura crítica. Pujol, después de ser entusiasta oficial del Ejército de España, mentón alzado y pulidas botas, se entregó a la causa provincial y estuvo en la cárcel durante el franquismo. Disfrutó y padeció los caprichos del Régimen. Pero en la Transición, además de traicionar a Tarradellas, demostró su inteligencia sin límites, y se distanció de los esquizofrénicos nacionalistas vascos. Fue leal a lo que pretendió.

Al nacionalismo catalán desde un rincón pragmático de su melancolía, y a España por inteligente, que no apasionada, emoción medida. El Muy Honorable es personaje de aspecto turbio y escasa presencia, pero muy respetable por su sentido del equilibrio. Insisto en que no me inquieta reconocer mi admiración hacia su persona, si bien me desasosiega pensar que estos paletos que hoy tripartitan Cataluña son consecuencia de sus desahogos. Siempre he desconfiado del cisne en declive. Ese canto del cisne agónico y fanfarrón de los cisnes sin alas, de los cisnes sin ganas, de los cisnes sin nenúfares y de los cisnes unánimes del cursi de Rubén Darío, me entristece. Ahora, sin venir a cuento, ha dicho Jordi Pujol que el «Barça» es la selección de fútbol de Cataluña, y se me han abierto, como abanicos de hilo, las holguras de mis pololos. Vamos a ver. En el «Barça» militan, juegan, compiten y triunfan una mayoría de profesionales del deporte a los que les importa un pimiento el nacionalismo catalán. Ni a Messi, ni a Etoo, ni a Henry, ni a Touré Yayá ni al resto de los componentes extranjeros de la maravillosa plantilla del F.C. Barcelona les quita el sueño la realidad, cierta o soñada, de Cataluña. Iniesta, el mejor jugador de la plantilla, es de Albacete y de familia madridista. Y Xavi y Puyol son dos columnas de la selección de España, que es la que vale, y no la figurada por el tontorrón, gastón y gorrón de Carod-Rovira. Esa bobada la puede pronunciar Carod, o su hermano Apeles, o Chiqui Beguiristain, pero no Jordi Pujol. El «Barça», admirable club, con centenares de miles de seguidores en toda España, es eso, tan grandioso y único como un impresionante club, pero nada más. A muchos de sus grandes futbolistas, o baloncestistas, o lo que sean, les importa un higo el nacionalismo catalán, la Señera estrellada, el «Freedom for Catalonia» que no es «Spain» y todas esas chorradas. El «Barça» es lo que es, porque, además de sus socios, millones de personas en el mundo le han dotado de horizontes y no de aldeas. Y es un club español rebosado de jugadores que han venido de fuera para cumplir sus contratos profesionales, no para intervenir en pequeñas historias de ombligo. Que Pujol, el Muy Honorable, piense de esa manera me decepciona. Eso, el canto del cisne, tan aparatoso y tan cursi.

La Razón - Opinión

Chávez y Zelaya, los auténticos golpistas

Pese a la lamentable actuación de la comunidad internacional, la unidad de todos los poderes del Estado y el respaldo de la sociedad civil han impedido hasta ahora la invasión chavista de Honduras.

A una parte de la izquierda –la más fiel a sus principios socialistas y, por tanto, totalitarios– nunca le ha importado la libertad de los seres humanos. Su programa consistía únicamente en cambiar la sociedad, en construir un nuevo mundo donde supuestamente todos los individuos iban a ser iguales y donde, siguiendo a Marx, el hombre dejaría de explotar al hombre.


El único problema es que los seres humanos no estaban demasiado interesados en que les planificaran la vida y les cercenaran su libertad. El socialismo siempre ha estado y estará asociado con la fuerza y con la violencia porque es imposible su implantación pacífica. De ahí las múltiples revoluciones, insurrecciones, golpes de Estado y guerras civiles que ha promovido la izquierda más radical: necesitaban acceder, sea como fuere, al monopolio del poder para ser capaces desde allí de reprimir y asfixiar a los individuos.

Claro que llegó un momento en el que descubrieron que la sublevación abierta, el destape y el clamor revolucionario cada vez se volvían menos efectivos. Si tras la experiencia soviética Gramsci ya descubrió que la única forma de implantar el socialismo en el Occidente democrático era pervirtiendo las instituciones desde dentro, una vez caído el muro, cualquier conato de insurrección comunista, por lo general, habría fracasado nada más empezar.

Por este motivo, la izquierda totalitaria ha adoptado en todo el mundo nuevas y originales formas destinadas a conservar sus esencias, tal y como magistralmente explicó Jean-François Revel en su Gran Mascarada. En Europa y Estados Unidos, la conversión se produjo en forma de "movimiento ecologista": una fórmula para controlar la provisión energética y, por tanto, el conjunto de la economía. En América Latina, sin embargo, el reclamo fue otro: la pobreza de la mayoría de los ciudadanos y los privilegios de los que gozaba una casta política poco democrática, nada liberal y mayoritariamente criolla, llevaron a los totalitarios a enarbolar la bandera de la redistribución de la riqueza, el derrumbe de las oligarquías y, en definitiva, una reinvención de la "democracia" que otorgara una igualdad efectiva a las siempre sometidas clases indígenas. Para terminar de darle consistencia al cóctel, se puso a Estados Unidos como enemigo externo y desestabilizador (debido a las intervenciones más o menos afortunadas que tuvo durante la Guerra Fría) al que culpar de todos los males habidos y por haber.

Ésta fue la fórmula ideológica que tuvo que inventarse Hugo Chávez para alcanzar el poder en Venezuela después de su fallido golpe de Estado de 1992 contra Carlos Andrés Pérez. Su objetivo, claro, era tomar el poder y explotar a su pueblo; poco o ningún respeto le guardaba a la democracia y mucho menos a la libertad de sus ciudadanos. Siete años después, sin embargo, ya había aprendido la lección gramsciniana: manipula a la población, gana las elecciones y, desde dentro, implanta poco a poco una dictadura.

Es el modelo bolivariano que desde entonces se ha exportado con éxito a Bolivia, Ecuador y Nicaragua y que en Occidente nos intentan vender como plenamente democrático y respetuoso con las libertades de los latinoamericanos, pese a que sus promotores no dudan en rendir culto y buscar inspiración en la dictadura cubana.

La revolución interna bolivariana ha fracasado, de momento, en Perú, México y Honduras. En los dos primeros casos, Ollanta Humala y Andrés Manuel López Obrador perdieron las elecciones; en el segundo, Manuel Zelaya las ganó con el Partido Liberal y con un programa electoral totalmente contrario al chavista, pero afortunadamente las instituciones hondureñas –el Legislativo, el Judicial y el Ejército– abortaron desde dentro el golpe de Estado que tenía programado Zelaya y que no sólo era absolutamente contrario a la Constitución hondureña, sino que además ya sabemos que iba a ser todo un fraude electoral.

Desde entonces el chavismo –que inclusó proporcionó al depuesto presidente hondureño las urnas y las papeletas del referéndum inconstitucional– ha tratado de presionar a los hondureños para que Zelaya sea restituido en su cargo. La unidad de todos los poderes del Estado y el respaldo prácticamente unánime de la sociedad civil han impedido tal extremo, pese a que una lamentable comunidad internacional ha hecho un completo vacío a la democracia hondureña, dejando que Chávez y los suyos siguieran con sus tejemanejes y amenazas.

El caso probablemente más ridículo fue el de la Organización de Estados Americanos (OEA), que primero lanzó un ultimátum de expulsión a Honduras por el golpe contra la democracia y después dio marcha atrás no reconociendo como válida la decisión de Micheletti de abandonar una institución internacional que cada vez parece más sumisa a los intereses totalitarios bolivarianos. Todo ello pocas semanas después de que la OEA invitara a Cuba a regresar a la organización: tales son sus exigencias democráticas.

Sin embargo, el ridículo de la OEA no ha sido el único. En España Zapatero no dudó en apoyar a Zelaya retirando el embajador español en Honduras. Nada ha dicho, por el contrario, de la continúa intromisión chavista en la política hondureña; no tenemos constancia de que el embajador español en Venezuela vaya a ser llamado a consultas.

Obviamente, toda esa complaciencia internacional con las bravuconadas de Chávez le han dado alas para que dé, con la excusa de restituir la democracia, el paso definitivo: invadir Honduras. Que el gorila venezolano esté dispuesto a saltarse su guión tradicional –ganar las elecciones y abolir la democracia desde dentro– sólo indica que está en una situación de debilidad; la deposición de Zelaya lo ha humillado ante el resto de América Latina y ante sus objetivos futuros. Y ya se sabe que los animales acorralados reaccionan de la manera más violenta posible.

Esperemos que la escala de amenazas de Chávez no cristalice en una invasión armada. Desde luego, sería el peor final que podría alcanzar esta limpia defensa del orden constitucional hondureño. Pero en todo caso sería un final que las democracias occidentales, y muy en particular la española, habrían incentivado con su apoyo pasivo al golpismo bolivariano de Hugo Chávez y Manuel Zelaya; dicen defender la democracia pero, como a la izquierda más radical, sólo les importa el poder y el sometimiento de la población.

Libertad Digital - Editorial

Financiación con trampa

LA vicepresidenta Elena Salgado presentó ayer la propuesta del nuevo sistema de financiación autonómica, que resume la política de José Luis Rodríguez Zapatero de contentar a todas las autonomías. Según Salgado, el criterio principal del nuevo sistema será garantizar la prestación de servicios públicos básicos, como educación y sanidad, con una aportación per capita igual en todas las comunidades. La población se configura como la base de cálculo principal, aunque la ministra Salgado aseguró que se habían tenido en cuenta las exigencias de las autonomías, tales como la dispersión de la población, el envejecimiento o el territorio. Además anunció la creación de diversos fondos tendentes a facilitar la convergencia entre territorios, entre otros objetivos. La descripción del nuevo sistema fue superficial y, en ocasiones, confusa. Careció de cifras que cuantificaran realmente los incrementos de financiación -de las que por la tarde sí presumieron comunidades como Cataluña y Andalucía-, porque lo que debía quedar claro en la comparecencia es que este sistema teóricamente va a dar más dinero del que ya reciben las autonomías. Es decir, no se parte de cero. A la exposición le faltaron contenidos, y esto hace que la valoración de la propuesta que verá el Consejo de Política Fiscal y Financiera sea provisional. Pero nada se dijo de cómo se afrontarán los incrementos de fondos a las autonomías y cómo el Estado se asegurará recursos una vez que se hagan efectivos los traspasos a las autonomías de los nuevos tramos de los impuestos especiales (58 por ciento), IRPF e IVA (50 por ciento). La subida de impuestos es el capítulo escondido de este sistema, que en las condiciones actuales de recesión, aumento incontrolado del gasto y desplome de la recaudación tributaria, tiene una viabilidad financiera más que dudosa, salvo a costa de aumentar el déficit público.

Políticamente, el objetivo de Zapatero es amarrar el apoyo de los partidos catalanes y pacificar la situación del PSC con ERC. Sencillamente, Zapatero se garantiza votos y cierta estabilidad a cambio de 3.855 millones adicionales para Cataluña. Es evidente que la oferta de más dinero será difícilmente rechazable en tiempos de crisis, pero también lo es que hay que aplicar una mínima visión de futuro. El Gobierno sabe dónde están sus apoyos electorales y no va a escatimar recursos para asegurar su fidelidad. Es cierto que había que modificar el sistema de financiación autonómica, porque hay comunidades que precisan más dinero para atender su nivel de desarrollo social y económico. Pero el problema de este nuevo plan no ha sido el sistema aprobado en 2001 con el PP en el Gobierno, como pretendió hacer ver la ministra Salgado al comienzo de su intervención, sino la improvisación constante del Ejecutivo de Zapatero en su modelo de Estado, tanto en lo financiero como en lo territorial. En lo que afecta al PP, la propuesta del Gobierno no puede funcionar como una trampa para su unidad interna. Un partido con sentido nacional debe combinar la satisfacción de intereses regionales con el bien general de la nación. Al PP le corresponde, como hizo ayer su portavoz económico, Cristóbal Montoro, poner sentido crítico y realismo a este nuevo ejercicio de voluntarismo del Gobierno socialista, que no deja de esconder un chantaje a las comunidades del PP para intentar dejarlas en evidencia cuando reciban el dinero pese a oponerse al nuevo sistema.

ABC - Editorial

Problemas en UPD. Por José Cavero

La formación política que pusieron en marcha Rosa Díez y Fernando Savater hace un par de años, y que ya se ha enfrentado a varias consultas electorales y a muchísimas encuestas sobre inclinaciones electorales de los españoles, ha mostrado signos, en las últimas semanas, de estar padeciendo problemas derivados de un estancamiento indeseable y de una organización interna que choca con las apetencias y aspiraciones de algunas otras figuras de la primera hora.

De hecho, y en la práctica, de los dos "padres fundadores", hace tiempo que el filósofo Savater parece haberse quitado de en medio, y parece haber cedido toda la autoridad a Rosa Díez, de vocación política más decidida y de entrega a la causa. Pero se vienen produciendo sucesivos e inacabables anuncios de baja por discrepancias con Rosa que a muchos observadores parecen altamente preocupantes: Mikel Buesa fue el primero en anunciar su desacuerdo con lo que considera autoritarismo de la presidencia. Y tras él, otros varios personajes de la primera hora de partido han decidido arrojar la toalla: Luis Bouza Brey, Carlos Martínez Gorriarán o Magdalena San Vicente. Y algunos otros han expresado públicamente su desacuerdo con la marcha del partido, como Miguel Alvarez Adán.


El propio Alvaro Pombo se ha mostrado crítico con lo que viene sucediendo. Y es curiosa la serie de reacciones que se vienen produciendo, sobre todo entre "fundadores" o figuras de primera hora, que muestran su descontento particularmente desde páginas web de Internet, que se ha convertido en el modo frecuente de mostrar la disidencia interior con la dirección. "Aunque aún se callen muchas cosas, como que UPD, la repera limonera del liberalismo patrio, no haya celebrado un Congreso, ni en Valencia, ni en Bulgaria, en dos años, uno de sus fundadores que se han ido, Bouza Brey, denuncia por ello que UPD no cumple con la Ley de Partidos", dice una de tales comunicaciones críticas.

Añadía este comunicante disconforme que "en Andalucía ha dimitido toda la coordinadora. No sé si tiene que ver, pero la gente se sigue largando del partido magenta y lo califican, directamente, de "vergüenza". Y que también se ha largado el coordinador de Utrera...". Otro comunicante del partido de Rosa Díez dice que: "Cada vez hay más tensión y en Madrid han comenzado ya las "purgas". Seguiré informándoos. Por cierto, sorprenden algunos iracundos silencios*".

Muchos se preguntan por el futuro de esta formación política que unos entienden que se pelea por los votos del PP y otros por los del PSOE. Hay bastante coincidencia en apreciar que sin el apoyo de determinados medios informativos "el partido de Rosa" apenas habría llegado adonde ya está, con una única diputada en el Congreso, la propia Rosa Díez, y un eurodiputado electo en Estrasburgo, el profesor Sosa Wagner, partido sobre el que hay toda suerte de especulaciones para el futuro: ¿Duplicará sus efectivos o los terminará de perder, en esta sangría presente?. Pero no es menos cierto que desde otros medios informativos, como denuncian sus propios promotores, la Unión Progreso y Democracia sufre un obstinado silencio que nada favorece esta opción política naciente. No es improbable que tenga una vida paralela a la de otra fuerza con escasa presencia pública, Ciudadanos, con la que a menudo parece que compite por un pequeño nicho...

Siglo XXI