jueves, 23 de julio de 2009

Las Sombras del Poder en UPyD (1). Por Pilar Jáuregui

Este escrito de reflexiones sobre el poder político va dirigido a los futuros votantes de UPyD que son los que deberán escribir finalmente la historia de este partido.

Albert Boadella suele recomendar la lectura de Josep Pla, un misógino célebre y, al mismo tiempo, un escritor imprescindible. Este tipo de contrastes en un mismo individuo, esta bipolaridad entre el vicio y la virtud, acostumbra a ser tan perturbadora como inevitable en el ámbito privado. Pero, cuando este fenómeno se manifiesta en la esfera pública, el mimetismo que provoca en individuos corrientes acostumbra a tener efectos muy perniciosos. Son los efectos colaterales del poder (1).
La “levedad moral” de la mayoría de los poderosos, acostumbrados a decir una cosa y hacer otra, a “largar” discursos y no predicar con el ejemplo, suele tener un efecto dañino en el cuerpo social donde esas gentes actúan. El paso doble de la teoría a la práctica, y de la práctica a la teoría, suele pillar a los actores políticos a contrapié (o con el pié ‘cambiao’) lo que da lugar a no pocos tropezones. La reciente dimisión de Mikel Buesa, cofundador de Unión Progreso y Democracia (UPyD), es un buen ejemplo de ello. La prometida transversalidad en UPyD, aireada como uno de los signos del progresismo político de esta recién creada formación política, brilla por su ausencia. Es más. La anhelada y moderna transversalidad se sustituye por el trasnochado “culto al líder” (o ¿deberíamos decir “la líder” para ser políticamente correctos?) y los afectados, defraudados y “moralmente estafados” se van. Se marchan.


Otra de las promesas de los líderes de UPyD, la anhelada regeneración democrática de la vida política, también está ahora en entredicho. Recientemente, la dirección de UPyD ha cursado expedientes de expulsión del partido a catorce militantes que, a falta de un espacio horizontal de debate en su propio partido, habían promovido un blog abierto a militantes y simpatizantes para facilitar la comunicación e intercambio de ideas entre compañeros. La cúpula de UPyD considera éste tipo de blogs, no oficiales, una frontera que no se puede traspasar. En China, país dónde los dirigentes comunistas han ideado la insólita fórmula “1 régimen, 2 sistemas”, también ocurre lo mismo. Quieren imponer “un cinturón verde” a Internet para que los ciudadanos chinos sólo puedan acceder a los espacios tutelados por las autoridades chinas.

La mayoría de los que ejercen de poderosos - aunque en su pasado vistieron la vitola de “rebeldes”- tienen algo en común: se resisten, por sistema, a aceptar las realidades que según ellos no les favorece. Sabemos que el poder es conservador. Pero lo que desconocíamos es la increíble velocidad en la que “un progresista” se convierte en un “torquemada” cuando toca algo de poder. Carlos Martínez Gorriarán, sin ir más lejos, comenta en un blog que a los discrepantes hay quien cree conveniente “cortarles” la cabeza, los pies y someterles a suplicios tales como los estiramientos en el porto de tortura. ¡Claro está que lo dijo en términos figurados! Aún así ésta metáfora le sienta como anillo al dedo. Le describe adecuadamente pues solo una persona en situación de poder dentro del partido puede aspirar a tales atropellos. Las practicas señaladas, por lo demás, son sueños largamente acariciados por él, a juzgar por la insistencia con que numerosos afiliados, con quienes ha compartido mesa y mantel, relatan que viene anunciándolas desde hace tiempo. Pero el blog del Sr. Carlos Martínez Gorriarán no parece traspasar la frontera moral para la cúpula de UPyD, ni sus descalificaciones perjudican la buena marcha del partido. ¡Una forma curiosa de entender la democracia!

Afortunadamente, no siempre las tensiones internas de un partido político se resuelven a la manera de Carlos Martinez Gorriarán. Por ello es importante conocer cómo reaccionan los dirigentes a las tensiones inherentes al grupo que dirigen. Es imprescindible para valorar el buen ó mal uso del poder de un dirigente, sus aciertos y sus desaciertos. Pero, ¿interesa a los ciudadanos las cuestiones de organización interna de UPyD? En general, es posible que no. Pero seguro que sí ha de interesar a sus votantes potenciales porque, de la manera en cómo se resuelven hoy las cuitas internas del partido, se puede vislumbrar las formas de dirimir futuros temas de gobierno de la nación.

¿Qué aporta de novedoso UPyD al panorama de la política española? Rosa Díez presume de las diferencias entre UPyD y otros partidos en lo que se refiere a la democracia interna. Nos muestra los cambios que ha introducido referidos a los avales, que en otras formaciones son necesarios para la formación de candidaturas, y que, en UPyD, no se exigen. Sin embargo, como bien sabe Rosa Díez, la democracia no es una simple cuestión de avales, sino de la capacidad de cada uno para trasladar su discurso al resto de participantes, concepto este, el de la capacidad, largamente predicado en otro tiempo (en el PSC y en Cs) por Ramón Marco, actual colaborador de Rosa Díez. «It is empowerment, stupid» que diría un impaciente Bill Clinton. Pero para eso, para desarrollar esa capacidad emancipadora se necesita debate previo y se necesita conocerse unos a otros para poder observar la forma en la que el discurso acompaña al gesto y valorar que este no sea mentiroso.

En UPyD se ha evitado el contacto entre afiliados en muchas de sus localidades, como por ejemplo Cataluña, y se ha ignorado la posibilidad de fomentar el contacto entre afiliados de las diferentes autonomías. Y esto lo saben Carlos Martínez Gorriarán, lo sabe Savater y lo sabe Rosa Díez. Les consta porque no se convocó una sola reunión de afiliados, en esa comunidad, en los dos primeros años de vida del partido. No ha habido, por tanto, voluntad por buscar la excelencia democrática por parte de la dirección. Para ello, hubiera sido necesario establecer un terreno de juego en igualdad de condiciones, imprescindible para poder votar de manera informada, para poder emanciparse del poder de las cúpulas y para que lo colectivo devenga el mejor producto posible para ese momento dado.

El alibí para justificar la falta de contacto entre afiliados es el cumplimiento de la ley de protección de datos. Muy extraña coartada para el caso que nos ocupa. ¿Qué tiene que ver la ley de protección de datos con que a los afiliados se les convoque a una reunión, o a varias, éstos se conozcan, intercambien voluntariamente sus teléfonos o mails, decidan comunicarse en un foro, verse para seguir hablando de política o decidir a que manifestación sumarse la próxima vez? Esto no se ha dado con Rosa Díez, una excelente portavoz en tiempos difíciles pero escasa en dotes de liderazgo aglutinador. Uno más de los contrastes a los que nos referíamos al principio que tan desafortunadas consecuencias acostumbran a traer.

Pero sigamos con lo que Rosa Diez quiere exponer a la luz y lo que deja en penumbra ya que, como casi siempre, lo sustancioso de los argumentos esta en lo que no nos dicen. Rosa Díez enumera los procedimientos que se han establecido en nuestro partido para que sea diferente al resto, para que sea ‘más’ democrático. Nos ha hablado de avales pero no nos habla de que la ejecutiva de su partido pueda ser elegida mediante listas abiertas. No hay tal posibilidad. UPyD reclama en su programa electoral listas abiertas para todos los partidos en futuras contiendas electorales, pero no se contemplan estas para la primogenitura de UPyD. Sin embargo, todos cuantos han cometido la deslealtad de impedir tal posibilidad saben que, para la necesaria emancipación del afiliado, también es preciso que pueda expresar su voluntad mediante el procedimiento de listas abiertas para la ejecutiva. Esto, la emancipación del afiliado, al parecer, ‘ahora no toca’, en célebre frase de Jordi Pujol. Así, por este camino, Rosa Díez terminará pareciéndose a sus adversarios.

La transparencia, otro de los pilares de la regeneración democrática, parece que tampoco ‘toca’ porque, según ha declarado Rosa Díez, la organización interna de un partido no es cosa que interese a los ciudadanos. Puede que a los ciudadanos, en general, no les interese pero, ¿y a los futuros votantes de UPyD? ¿Quién pone la frontera entre lo que interesa o no interesa a los potenciales votantes de su partido o de cualquier otro? ¿No repite sin cesar que se ha de aproximar la política a los ciudadanos? ¿Quién decide lo que se ha de saber y lo que no? Rosa Díez ha confundido hacer política para los ciudadanos con decirles a sus votantes lo que les debe interesar o no.

Vayamos ahora a una cuestión principal ¿los dirigentes de UPyD cumplirán lo que prometen? De momento lo que se ha visto, con claridad, es su voluntad para que no hubiera transparencia en el necesario debate interno y lo difícil que les resulta a sus líderes estar a la altura de las demandas de sus afiliados. Coleman ilustró a la perfección, en sus análisis del Líder Resonante, la manera en que los lideres pueden generar expectativas y, con ellas, nuevas estructuras a su imagen y semejanza. No es lo mismo los EEUU de Bush que los EEUU de Obama. Pero, no lo es porque la estructura social cambie de la noche a la mañana, en el transcurso del día que los ha alzado con la victoria electoral. Las estructuras tardan décadas y a veces siglos en cambiar. La razón por la que la USA de Obama no es la misma que la USA de Bush es porque Obama representa una esperanza de cambio creíble. No ignora la discriminación en su país, ni la ignora en África. Tampoco es condescendiente al afirmar que las limitaciones de la estructura social no pueden servir de excusa al individuo para dejar de luchar y esforzarse por algo mejor. De esta manera, nos llama la atención sobre el revolucionario potencial que cada ciudadano alberga para cambiar las cosas. Ahí tenemos un líder que entiende que la estructura condiciona pero que la voluntad del individuo, su carácter como agente del cambio, es fundamental para que la estructura mejore. El liderazgo de UPyD no parece entenderlo de la misma manera y aduce malévolas intenciones a quienes expresan su discrepancia con la organización en un blog no oficial.

Sigamos intentando ver algo más entre las sombras ¿Cómo han reaccionados otros responsables y referentes morales de nuestro partido? Empecemos por Albert Boadella. Probablemente ya no recuerda su frase en los medios: La reelección de Rivera es una mala noticia para Cs. Y, sin embargo, nadie le acusó de estar rompiendo el partido. No. Todo el mundo pensó que daba su opinión. Muchos esperaban que también se posicionara cuando se oyeron las primeras críticas a Antonio Robles por informar a los medios de las disensiones internas. Ignoro la razón por la que Albert Boadella calla sobre el uso de la prensa diaria por parte de un diputado de Cs que ha reclamado la necesaria atención de los medios en su inevitable enfrentamiento Rivera-Libertas y, por el contrario, pone de ‘chúpa de dómine’ a quienes expresan discrepancias con la línea oficial de UPyD en temas organizativos y lo expresan en un modesto foro no oficial. La aparición de declaraciones de los críticos, en los medios, vino después de serles comunicada la arbitraria voluntad del partido de expulsarles y sentir su indefensión. La realidad de los catorce expedientes eran difíciles de ocultar hasta para el mismo Carlos Martínez Gorriarán.

NOTA (1) Pla percibió con inusual ironía el fenómeno al advertirnos que la verdadera historia de Cataluña está en las notarías. Tenía razón, y así nos lo supo hacer notar Flotats en su insustituible recreación de la obra Els Ametllers ja estan batuts. Los poderosos, para salir bien parados, escriben la historia con tanto adorno que la adulteran. Se engrandecen detalles, como cuando inventan complots de enemigos imaginados, mientras que minimizan u ocultan otros, como sus propios delitos. Son los claroscuros del poder puestos en evidencia por las pequeñas historias de cada día, esa repetida secuencia de relaciones cotidianas, que emerge transparente y clara en los registros en los que los ciudadanos vamos dejando cuenta de nuestro quehacer diario. Así, las lecturas de nuestra etnografía particular nos muestran obstinadas una realidad de las cosas muy diferente a la oficial.

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