jueves, 1 de octubre de 2009

Los 30.000 apóstoles físcales de ZP. Por Redacción



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Atiéndale con afecto, forma parte de un ejército de propagadores de la Única Verdad Fiscal.
El Testigo o la Testiga pertenece a una nueva confesión moldeada por la urgencia de los tiempos: la Iglesia de los Treinta Mil Hijos de San José Luís, así llamada por ser los treinta mil cargos públicos del Partido Socialista que deberán seguir la consigna de la Apóstola Leire que, desde la derecha del Padre -es sabido que nadie puede estar a la izquierda de José Luís-, ha mandado a sus huestes a mostrar al pueblo las bondades de la subida de impuestos, «Ajuste Fiscal» en su lenguaje.


Anuncia Carlos Herrera en ABC que un ejército de pequeños apóstoles, pues, con cargo al Presupuesto, ha salido a las calles de España con la intención de evangelizarle a usted; en perfecta formación ideológica van a desarrollar una misión tan difícil como agotadora: convencerle de que una subida de impuestos como la que se anuncia es lo mejor que le podía pasar al país y, posiblemente, a usted.

Cuando abra la puerta esté bien atento a los detalles que les identifican: visten pretendidamente sencillos y llevan un libro en la mano firmado por un tal Keynes o por un tal Lakoff.

El primero es el creador de una Biblia económica que sugiere que lo que hay que hacer es gastar, por mucha crisis en la que esté inmersa una sociedad, y el segundo es un conspicuo lingüista que asegura que los gobernantes deben olvidarse de la verdad, concepto obsoleto por excelencia, y limitarse a una relación meramente emocional con los votantes. Dice más: «cuando piensas que lo único que te falta es encontrar palabras adecuadas para expresar ideas, lo que ocurre de verdad es que no tienes ideas».

Esa parte es improbable que sea leída en los fervorines previos a cada salida, pero sirve para describir un tanto cruelmente alguno de los procesos de la secta.Llamarán a su puerta, digo, y mostrarán esa bondad inequívoca que todo misionero luce ante el buen infiel, digamos un cierto populismo inarmónico.

Si aprecia en ellos cierta inseguridad en el mensaje crea que no es por falta de Fe, es que tienen todo el derecho a hacerse la lía un picho: San José Luís dijo que la subida de impuestos tendría carácter temporal y no afectaría más que las clases pudientes, a las que se les instaba a efectuar un esfuerzo solidario, pero su segunda Magdalena acaba de desdecir al líder asegurando que de temporal no tiene nada y que lógicamente se basa en rascarle la cartera a las clases medias.

Si les plantea esta disyuntiva puede que les vea vacilar, pero tratarán de volver al hilo del discurso y elaborarán tres o cuatro prolepsis del todo aprendidas. Su misión es convencer a indecisos, aplacar los arrebatos de los iracundos, engatusar a los ingenuos, espantar a cualquier suspicaz, y arrebatar místicamente a los incondicionales.

Los Treinta Mil Hijos de San José Luis, los que llamarán a su puerta, le dirán que un café apenas va a aumentar un par de céntimos su precio, que la gasolina subirá otro tanto y que los cuatrocientos euros deben ser utilizados en otros menesteres más urgentes, todo por el bien de la recuperación económica, pero seguramente no le explicarán que todos los observadores niegan todas y cada una de las previsiones de la Secta, que las medidas adoptadas generarán más paro y más déficit y que no recuperaremos el aliento hasta que no seamos capaces ni de leer la matrícula de los que van por delante, que son todos los demás.

No se enoje con ellos: muchos creen a pies juntillas lo que dicen, y los que no, disimulan. Saque usted una taza de café y siéntese a charlar de las cosas del pueblo, de su vida de Testigos, de cualquier intrascendencia. Pero deje caer, al final de la charla, una definitiva y algo despiadada frase como colofón a la visita:

«merecemos un gobierno que no nos mienta».




Periodista Digital