viernes, 13 de noviembre de 2009

Gran inversión. Por Alfonso Ussía

La directora general del Instituto de la Mujer de Extremadura –título larguísimo–, doña María José Pulido, ha invertido14.000 euros en el fomento de las pajas. Ha presentado el proyecto en compañía de la presidenta del Consejo de la Juventud, doña Laura Garrido. Talleres de masturbación femeninos. Una «demanda social basada en el derecho de los adolescentes a ser informados sobre este tema». También «actividad lúdica y formativa», y «desarrollo e interiorización de hábitos saludables». Desde que el mundo es mundo ha existido la masturbación, pero esto de Extremadura, además de un despilfarro es una cursilería cerdita. ¡Qué lenguaje! Y además, nada originales las señoras Pulido y Garrido. En el socialismo se fomenta el autogozo desde muchos años atrás. También copionas. De doña Matilde Fernández cuando era ministra con Felipe González.

Corría el año 1992, y doña Matilde había negado una ayuda de 40 millones de pesetas a las Víctimas del Terrorismo. Simultáneamente, su Ministerio subvencionaba una publicación, «La Boletina», también centrada en el pajerío femenino. Una cochinada más cursi aún que la de Extremadura. «La Boletina» cerraba su publicación con un poema de la poetisa mejicana Rosa María Roffiel que no tiene desperdicio, por ser un desperdicio total. Pero antes, se informaba a las jóvenes españolas con ganas de autogozarse el chichamen de cosas tan interesantes como la que sigue: «Hay que aprender a examinar nuestros pechos y nuestra genitalia». Si Alitalia es la compañía aérea italiana, la genitalia será el conjunto de chichis de las italianas. Pero no. Se refería a las españolas, que a partir de aquel momento se examinaron más los pechos y la genitalia para progresar adecuadamente en la modernidad. A las señoras Pulido y Garrido se les ha olvidado referirse a la genitalia, y se conforman con las conocidas pajas de toda la vida, objetivo social de los 14.000 euros que han volado entre grititos y suspirillos que se hubieran producido igualmente sin necesidad de invertir los 14.000 euros. O no, que en esto de las pajitas femeninas saben más doña María José y doña Laura que este servidor de ustedes, que después de examinarse concienzudamente sus pechos y su genitalia ha llegado a la conclusión de que no tiene cómodo acceso a los 14.000 euros pajilleros. Y les ha fallado también el poemario de Rosa María Roffiel, seguramente por culpa de la incultura poética de doña María José y doña Laura, a las que recomiendo desde aquí la urgente adquisición de cualquiera de sus libros. Versos elegantes, limpios y sencillos, como los de su escalofriante poema «Gioconda»:
«Mi vulva es una flor,
es una concha,
un higo,
un terciopelo,
es color rosa,
suave, intima, carnosa.
A mis doce años le brotó la pelusa,
una nube de algodón entre mis muslos.
Es mi segunda boca,
mis cuatro labios,
y siente, vibra, sangra, se enoja, se moja, palpita y me habla».

Poema digno de ser recitado durante los talleres de masturbación femenina que tanto emocionan a doña María José y doña Laura. Extremadura ha alcanzado el progreso.

La Razón - Opinión

Un tapado en el armario. Por Emilio Campmany

Supongamos que a partir de entonces Aguirre y un Rato salido del armario en el que estaba tapado empiezan a trabajar de consuno para ofrecer a España un tándem capaz de regenerar las instituciones democráticas (Aguirre) y la hundida economía (Rato).

Supongamos que Esperanza Aguirre se convenció hace unos meses de estas cosas: primero, que Rajoy no llegará vivo a 2012 y si llega, será para perder; que su caída abrirá la lucha entre ella y Gallardón; y que vencerá quien de los dos tenga más apoyos en el partido. Supongamos que entonces reflexionó sobre cómo asegurarse esos respaldos. Supongamos que pensó que las adhesiones, en los partidos, provienen sobre todo de las lealtades personales, de la capacidad de obtener financiación para las elecciones y del predicamento que se tenga entre el electorado. Supongamos que entonces la presidenta de la Comunidad de Madrid calculó que cuenta con muchos leales entre los cuadros medios del partido, pero que éstos podrían estar dispuestos a traicionarla si perciben, con razón o sin ella, que Gallardón tiene más respaldo económico y más carisma entre el electorado.


Supongamos que entonces Esperanza Aguirre se preguntó qué hacer. Supongamos que decidió que necesitaba vencer en Caja Madrid para tener casi tanto poder económico como Gallardón. Sin embargo, esto podía no ser suficiente si Gallardón convencía al partido de ser más atractivo para el electorado. Supongamos que Aguirre pensó entonces que la crisis económica ofrecía la oportunidad de ser mucho más carismática que el alcalde manirroto si, junto a su atestiguada costumbre de ser comedida en el gasto, era capaz de presentarse con un aliado que ofreciera garantías de ser capaz de reanimar la economía española. Quién mejor que Rodrigo Rato, que ya la había recuperado antes. El que Gallardón, en su soberbia, no perciba que en este momento necesita a un aliado que ofrezca solvencia en la gestión de las cuentas públicas y crea que con Cobo tiene bastante no hizo más que añadir ventajas a la decisión de buscar la alianza de Rato.

Supongamos que Esperanza Aguirre negoció con Rato y ambos decidieron unir los dos elementos de la estrategia colocando a Rato en Caja Madrid. Desde allí, Rato podría ofrecer tanta financiación electoral al partido como la que pueda proporcionar Gallardón y, a la vez, hacer propuestas económicas con las que ir empezando la campaña contra Zapatero. Supongamos que el primer intento de colocar a Rato salió mal porque Rajoy no aceptó a uno que podría utilizar la plataforma para hacerle sombra. Y supongamos que entonces Aguirre decidió proponer a quien suscitara la airada oposición de Gallardón, esto es, a alguien de su absoluta confianza, Ignacio González, con el fin de que su obstinación en el veto allanara el camino a Rato. Supongamos que entonces Rato acertó a conseguir que desde Moncloa y otros núcleos de poder se susurrara al oído de Rajoy su nombre. Y supongamos, finalmente, que Gallardón, convencido de la neutralidad del ex vicepresidente del Gobierno y a la vista de que Aguirre lo acepta sólo a regañadientes, resolvió ofrecer su nihil obstat.

Supongamos que a partir de entonces Aguirre y un Rato salido del armario en el que estaba tapado empiezan a trabajar de consuno para ofrecer a España un tándem con visos de ser capaz de regenerar las maltrechas instituciones democráticas (Aguirre) y la hundida economía española (Rato). Y supongamos, para terminar, que este tándem, tras desbancar a Rajoy y derrotar a Gallardón en la lucha interna del PP, es capaz de vencer a Zapatero o a quien en el PSOE le suceda en 2012.
Ya sé que es mucho suponer, pero ¿a que suena bien?

Libertad Digital - Opinión

A masturbarse tocan. Por José María Carrascal

DEBERÍA de hablarles de los presupuestos y de la financiación autonómica, pero ¿qué voy a decir de unos presupuestos que hasta quienes los apoyan los critican -el PNV- y de una financiación que privilegia a los ricos en detrimento de los pobres? Así que voy a hablarles de esa disposición de la Junta de Extremadura para enseñar a los jóvenes extremeños a masturbarse. No por afán humorístico o pornográfico, sino como reflejo de nuestro flamante socialismo.

Rodríguez Ibarra quería que todos los niños extremeños se convirtieran en informáticos. Su sucesor se contenta con que manejen sus dedos para darse gusto a sí mismos, que es una actividad bastante más placentera y mucho más barata. Productiva ya es otra cosa, pero no sólo de productividad vive el hombre, nos contestará el señor Fernández Vara con toda razón.


No crean que está solo en esta interpretación de la política. Se limita a seguir la línea de toda la izquierda europea durante las últimas décadas. Desplomado el muro de Berlín, desmoronada la Unión Soviética y enviado al trastero el mito de la revolución, ¿qué le queda a la izquierda? Viene intentándolo todo, sin conseguir nada. La «tercera vía» fueron unos bonitos fuegos artificiales que duraron lo que duraron. La vuelta al socialismo militante ha terminado en rotundos fracasos electorales en Alemania y Francia. La alianza con los Verdes, en viaje a ninguna parte, y el abrazo con los ex comunistas, en receta para el suicidio. Así que la izquierda se ha refugiado en la llamada «revolución cultural», que tiene de revolución lo que un «yuppie» tiene de revolucionario, y de cultural, lo que un «hippy» tiene de erudito. La revolución cultural no ha sido más que el epílogo de la revolución burguesa, la traca final de la misma, manteniendo su estructura económica, pero ofreciendo barra libre en materia de costumbres, es decir, saltándose todos los convencionalismos que venían sirviendo de freno a la sociedad burguesa. No trajo la nacionalización de la banca, de las empresas, ni de los latifundios; al revés, privatizó muchas empresas estatales, lo que desde un punto de vista marxista es más antirrevolucionario que revolucionario. Trajo, en cambio, el divorcio exprés, el aborto a la carta, los matrimonios homosexuales y cosas por el estilo, mucho más relacionadas con el individuo en particular que con la sociedad en su conjunto, que supuestamente es la primera preocupación del socialismo.

Eso ocurrió hace 40 años en el mundo y, algo después, en España. Zapatero quiere darnos ahora otra ración de ello, a falta de otra cosa que ofrecernos: más abortos, más divorcios, más píldoras anticonceptivas, mezclado con la «memoria histórica», condimento antifranquista de todas sus salsas, a modo de bálsamo de Fierabrás. Fernández Vara le añade la asignatura de la masturbación. Eso si es elevar el nivel educativo.

ABC - Opinión

La errática estrategia del Gobierno contra los piratas

El Ejecutivo carece de una estrategia definida para liberar a la tripulación y va tomando decisiones desligadas, inconsistentes y en permanente revisión, agravando la ya de por sí lamentable situación de los secuestrados.

Aunque, siguiendo el criterio de la Navaja de Ockham, lo más probable en el caso de los piratas somalíes detenidos era que Garzón hubiese vuelto a meter la pata anteponiendo su afán mediático a cualquier otra consideración, parece ser que, en esta ocasión, la responsabilidad no le corresponde al "juez estrella", sino al Gobierno y, en concreto, a su vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega.


Señala la Audiencia Nacional en una nota de prensa que "ningún juez de la Audiencia Nacional reclamó la competencia del caso Alakrana", sino que "una vez presentada la denuncia por la Abogacía del Estado, se resolvió sobre la competencia previo informe del Ministerio Fiscal". Dicho de otra manera, fue el Gobierno quien requirió el traslado urgente a España de los dos piratas detenidos, Abdu Wiilly y Raageggesey Adji Haman.

Debería haber parecido evidente desde un comienzo que una decisión de tamaña trascendencia iba a tener rápidas consecuencias sobre el proceso negociador y el Ejecutivo debería haberse planteado si estaba dispuesto a digerirlas desde su tradicional postura de parálisis e indefinición. La propia célula de crisis que decidió detener a los piratas y traerlos a España, presidida por De la Vega, contó de hecho con un informe del Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas donde ya se advertía con claridad de que ante semejante decisión los piratas podrían reaccionar elevando la tensión y las amenazas.

Ignorando el informe técnico, el Gobierno no vaciló demasiado en tomar por unanimidad una rápida y delicada decisión que cerraba numerosas opciones dentro de un proceso de negociación ya inevitable como consecuencia de las reticencias socialistas a rescatar militarmente a los pescadores secuestrados.

Lo grave del asunto, con todo, no ha sido ya la precipitación y la ausencia de perfil técnico de una decisión más política que táctica, sino la incapacidad del Ejecutivo para ser consecuente con las decisiones adoptadas. Una vez trasladados los piratas a España, habría sido de esperar que nuestros mandatarios estuvieran dispuestos a resistir cualquier previsible represalia de los piratas. No ya porque no tiene mucho sentido dar un golpe sobre la mesa negociadora sabiendo de antemano que a la mínima nos volveremos a sentar acobardados en ella y casi pidiendo disculpas.

El Gobierno debería haber tenido en cuenta, sobre todo, que nuestro sistema judicial es formalmente independiente, de modo que una vez llevados a disposición judicial los detenidos, la decisión tendría una muy complicada marcha atrás; a menos, claro está, que se pretenda forzar una vez más las instituciones democráticas y debilitar el Estado de Derecho.

Al final, por consiguiente, resulta que el negociador en el que se ha convertido el Ejecutivo por voluntad propia carece de una estrategia definida y clara para alcanzar el resultado supuestamente pretendido –la liberación de la tripulación– y que va tomando decisiones desligadas, inconsistentes y en permanente revisión, agravando la ya de por sí lamentable situación de los secuestrados.

Muy mal han de estar haciéndose las cosas cuando en unos pocos días se siguen criterios prácticamente contradictorios sobre asuntos esenciales dentro del proceso negociador y cuando esa contradicción no es fruto de un cambio inesperado de las circunstancias concurrentes, sino del efecto previsible que esas decisiones iban a tener. Y mientras prosigue esta caótica estrategia, los pescadores españoles ya llevan más de 40 días apresados.

Libertad Digital - Editorial