jueves, 26 de noviembre de 2009

El ejército inútil. Por Edurne Uriarte

Si un líder político abogara en España por unas fuerzas policiales que no pudieran usar la fuerza, probablemente se pediría su retirada por el peligro evidente de sus teorías para la seguridad de los españoles. Pues ésa es exactamente la situación de nuestro Ejército, la de un cuerpo militar que no puede usar la fuerza. Y no porque lo exija cualquier líder desvariado, sino porque lo ordena el mismísimo Gobierno.

Dijo ayer la ministra de Defensa que los militares hicieron en Somalia lo máximo dentro de la ley para tratar de detener a los piratas. Y añadió que el Ejército no está autorizado para intervenir en tierra ni tampoco para tirar a matar. En otras palabras, que el Ejército sólo está autorizado a mirar, o a ayudar a pagar rescates a los piratas, o a trabajar como una ONG. Y que le están prohibidas sus propias funciones, las de defensa.

Lo que podría haber tenido como esperpéntico resultado la sanción a un teniente que disparó a los piratas, algo que la Armada ha negado, pero que los pescadores que estuvieron allí han denunciado de forma reiterada.

La crisis de Somalia representa la perfecta realización de este Ejército inutilizado por el Ejecutivo. Sin la excusa en este asunto de una guerra extranjera, la de Afganistán, para justificar la inacción de los militares. En Somalia había unos ciudadanos españoles secuestrados por un enemigo claramente identificado y sin ninguna sociedad civil de por medio que complicara la acción. Y, sin embargo, como en Afganistán, la orden ha sido la pasividad.

Y es que una buena parte del socialismo, empezando por este Gobierno, sigue instalado en el más puro extremismo izquierdista en su concepción del Ejército. En la línea de Llamazares que denunció ayer al PP por querer un ejército africanista (sic) que actúe en la calle Serrano para proteger las joyerías y los intereses privados (otro sic, aunque cueste creerlo).


ABC - Opinión

Rosa Díez "La Redentora".

Artículo publicado el 27 de Septiembre de 2.007, el La Voz del Tajo», por Matías Antolín.

El otro día, pensando en Rosa Diez, recordé a un magistrado que se dirigió al condenado así: "Se le acusa de haber ahorcado a su madre, decapitado a su padre, descuartizado a sus hermanos, incinerado a su tía en el horno y haber envenenado al gato… ¿Acaso usted no calculo el daño que estaba haciendo?"…. Y contesto quejumbroso el joven delincuente: "No, señoría, yo siempre fui muy malo en Matemáticas". No merece un diez conducta Rosa Diez. Después de su actitud beligerante contra el partido que representaba, el PSOE mientras jaleaba sin pudor al PP, he de tener cuidado con quien me guiña un ojo, podía estar apuntándome.

Rosa Diez ha dejado el PSOE. ¿Vanidad o venganza? Compitió en Euskadi con Nicolás Redondo Terreros. Y perdió. Disputo la secretaria general del partido a Bono y Zapatero. Estrepitosa derrota… "Soy la solución del PSOE", proclamo en una entrevista. A esta mujer, Narcisa de la política, su yo le devora. Su espejo tiene azogue de soberbia. Una limosna de votos lograra a su nuevo partido que no hará ni cosquillas al PSOE. Yo quiero que ella estaría encantada de ir de numero dos del PP con Rajoy. De momento, ella baila sola, canta sola, desafina a coro con sus palmeros.

Rosa Diez ha practicado durante los últimos anos la estrategia de la tensión. No se puede cambiar de caballo en plena carrera. Donde las dan, las toman. He creado un nuevo partido. Lo fácil es quitar a uno la batuta, lo difícil es dirigir con ella la orquesta. No se que inimaginables beneficios obtendrá su grupo a cambio de esta beligerante actitud contra la política antiterrorista del Gobierno. Hubo un tiempo en que pensé que Rosa Diez tenia demostrada sensatez y prudencia, pero se ha convertido en una política de talante agriado que se alimenta de la bronca como plato del día. Me exaspera su soflama ponzoñosa contra Zapatero… Yo, Rosa Diez, La Pluscuamperfecta, tiene obcecada obsesión contra Zapatero. Se ha metido a redentora y acabara crucificada. Quizá su lupa vea submarinos donde solo hay caballitos de mar. Es peligroso que la pasión venza a la razón.

Todos quieren salir en la película Primera plana, aunque sea en los títulos de descrédito. Rose Diez, como la luna, quizá tenga una cara oscura que a nadie enseña. No se si Rosa habrá leído al filosofo Francis Bacon aquello de "es un extraño propósito perseguir el poder y perder la libertad". Hay más estrategas partidistas a la caza de voto que estadistas en España. Para leer los resultados de los comicios, más que con aritmética de escaños quizá haya que leerlos con matemática ideológica. Algunos políticos, como Rosa Diez, me parecen ser dignos de un estudio neurológico, ya que deben de tener alguna alteración en su sistema nervioso, cosa que les impide el flujo de sangre a los capilares de la cara para no sonrojarse. Aunque pudiera ser que yo no aprecie el sonrojo debido a lo atezado de su cutis o a que este contenga células de amianto o cemento en su composición. La sumisión a una idea fija es el fundamento de todo tiranía. Rosa Diez no puede ahora encogerse de hombros ni escamotear sus contradicciones.


Enlace

El CNI que tenemos, para bien o para mal. Por Fernando Jáuregui

Entiendo que ha habido demasiados escándalos relacionados con los servicios españoles de inteligencia, y eso ha hecho que su papel se devalúe (añadir, claro está, el morbo del síndrome Mortadelo y Filemón"). Pero me parece que tiene razón Zapatero, que tanto hizo en su día por degradar, con un nombramiento tan incompetente como el de Alberto Saiz, el Centro de los espías, cuando dice ahora que "al CNI no se le tima así como así".

Ignoro lo que hay tras la noticia de que tres agentes de "la casa" fueron engañados por un falso funcionario somalí que les "sacó" un millón de euros a cambio de una falsa liberación de varios pescadores del "Alakrana"; sí sé que, como profesional del periodismo, pedí confirmaciones donde debía pedirlas y me desmintieron la noticia. Respeto a quien la dio -un gran profesional, sujeto, como todos, a los vaivenes de la locura de rumores y filtraciones interesadas de estos días--, pero me temo que, dentro del clima de voladura de las instituciones que vivimos ahora, el Centro Nacional de Inteligencia ha entrado a formar parte del sector de las víctimas, tras tantos años de estar al otro lado.

Fui el primero en criticar la anterior etapa de la "casa de los espías", convertida en un zoco absurdo por quien fue su director. O, incluso, por algunos de los que fueron sus directores. Y he querido estar entre los primeros que piden abrir una línea de crédito a este "nuevo" Centro, dirigido por un militar prestigioso sobre quien recaen pocas sombras de sospecha de aprovechamiento del cargo en lo personal y sobre quien difícilmente se puede decir, por su trayectoria, que no está preparado para el puesto.

Algún día sabremos, imagino, la verdad y toda la verdad sobre las peripecias que llevaron a la liberación de los pescadores secuestrados por los piratas somalíes. Habrá entonces que calibrar desde la imprudencia de los propios pescadores hasta sus reacciones militantemente hostiles a las gestiones, algunas bien erráticas, pero con final feliz, del Gobierno que los liberó. Pasando, claro, por los errores de algunos ministros y funcionarios, incluyendo el haber traído a Madrid a los dos piratas capturados, algunas declaraciones imprudentes...qué sé yo. Y no olvidaremos ciertas reacciones precipitadas de la oposición, afortunadamente corregidas por el buen tino de Mariano Rajoy, tras conversar telefónicamente con Zapatero. O podríamos hablar de los jueces, de ciertos comentaristas mediáticos...

Ya digo: tiempo habrá de analizar con calma lo sucedido, lo que se hizo rematadamente mal y no tan mal en estos casi dos meses de agonía, en los que a punto estuvo de caer un Gobierno (o casi) y en los que dio la sensación de que una partida de desalmados hambrientos -y los bufetes internacionales que los apoyan_ponían en jaque a varios estados de derecho.

Pero, aun criticando no poco algunos comportamientos gubernamentales -que fueron desde la imprudencia verbal hasta la falta de un criterio claro--, me parece que quizá ahora no haya llegado del todo el momento de dar las explicaciones al completo. En la sesión parlamentaria de este miércoles, desde luego, no se dieron, contra lo que pedía la portavoz del PP, Soraya Sáenz de Santamaría.

Llegará, sin duda, la oportunidad de la investigación a fondo, de la petición de responsabilidades. Pero entre ellas está también la de quienes tratan de devaluar el papel del Gobierno -que, nos guste o no, es "nuestro" Gobierno, el único capaz de gestionar estas crisis_y el de algunos organismos -que, actuando mejor o peor, son los encargados de defender nuestros intereses--. El tan traído y llevado CNI, que tantos dislates ha cometido, pero sospecho que no precisamente ahora, figura sin duda entre estos organismos sometidos al pinpanpum de la veleta de la opinión pública y publicada.


Periodista Digital - Opinión

Golpe de Estado. Por José García Domínguez

La Hacienda del Estado golpista español le abona cada año al patriota Huguet un pellizco de 127.737 euros limpios de polvo y paja, además, claro, de las reglamentarias dietas y los viajes gratis total en trenes y aviones.

Con el firme propósito de demostrar que a energúmenos no les gana nadie, los dirigentes de la Esquerra han optado por doblar la apuesta retórica de sus iguales del PSC y satélites, en el cotidiano pim, pam, pum contra el máximo órgano jurisdiccional de la democracia española. Así, cierto Huguet, a la sazón consejero de Universidades en el tripartito, acaba de deponer, solemne, que el Tribunal Constitucional prepara "un golpe de Estado" aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, esto es, con la coartada de redactar la sentencia del Estatut. Otra barbaridad a ignorar, si no fuese porque en esta ocasión la astracanada procede de alguien que, guste o no, constituye una autoridad del propio Estado en Cataluña.

Por lo demás, el capitidisminuido de Huguet, al igual que el decapitado Carod, encarna una muestra de la extraordinaria vis cómica de los independentistas confesos. De hecho, si no es en esa clave de lúdica charlotada, ¿cómo interpretar que ellos, los mismos que rechazaron airados la Constitución, se proclamen ahora máximos defensores de su letra y espíritu? ¿O cómo digerir que quienes pidieron el voto negativo en el referéndum prediquen que el Estatut constituye sagrado objeto de su devoción súbita? En fin, humoradas aparte, la viril denuncia contra los golpistas del patriota Huguet sitúa a nuestro héroe ante una disyuntiva civil desgarradora, propia de un personaje de tragedia griega: tener que optar entre la patria y patrimonio.

Y es que la Hacienda del Estado golpista español le abona cada año al patriota Huguet un pellizco de 127.737 euros limpios de polvo y paja, además, claro, de las reglamentarias dietas y los viajes gratis total en trenes y aviones, amén del preceptivo vehículo oficial, un flamante Audi A6, por más señas. Baladís estipendios todos ellos. Prosaicas bagatelas a las que, sin duda, el patriota Huget estará ansioso de renunciar con tal de entregarse en cuerpo y alma a la lucha clandestina por las burladas libertades nacionales de Cataluña . Seguro. Nadie lo dude. Es más, en Barcelona rumores insistentes apuntan a que, a estas horas, ya habría solicitado el reingreso urgente en su antiguo empleo de maestro de taller en la escuela de oficios de su pueblo. Por algo lo advierte la letra de Els Segadors: "Que tremoli l´enemic!".


Libertad Digital - Opinión

¡Que vienen los turcos!. Por M. Martín Ferrand

DOY por hecho que José Antonio Pérez Tapias, socialista y diputado por Granada en el Congreso de los Diputados, es un honrado padre de familia y un profesor competente en la Universidad de la que fue capital del viejo Reino Nazarí. Otra cosa es que el profesor Pérez Tapias no padezca alguna confusión en lo que respecta al análisis de la Historia y a los contenidos básicos de una política social en el Parlamento español entrado ya el siglo XXI. El profesor granadino pretende, y sus mayores en el PSOE no le desautorizan, que el Estado compense, aunque sea simbólicamente, a los descendientes de los moriscos que fueron expulsados de España por Felipe III, hace justamente cuatro siglos. ¿Se les pedirá previamente una compensación a los sucesores de los moriscos que, en tiempos de Felipe II y a las órdenes de Aben Omeya -Fernando de Córdoba y Válor-Táboas por nombre cristiano- protagonizara la Rebelión de las Alpujarras, el enfrentamiento civil más sangriento de los producidos en España hasta 1936 y que tanto perturbó, por la disponibilidad de los tropas, la guerra en los Países Bajos?

Este tipo de proposiciones parlamentarias, si es que tienen algún fundamento más allá del afán de notoriedad de quienes las presentan, será el de la pura distracción de los ciudadanos para que no atiendan asuntos más fundamentales que evidencian la torpeza operativa del Gobierno. Arrastran el mal añadido de presentar ante la opinión pública, tan mal instruida en el conocimiento de la Historia, un juicio al pasado que repugna a la historicidad, quiebra la justeza y, al sacar los acontecimientos de su contexto ético, social y político, confunde y desvirtúa la interpretación de lo que aconteció y las razones de Estado que los produjeron.

La expulsión de los moriscos fue una desgracia económica para Valencia y Aragón y una merma tecnológica importante en el desarrollo agropecuario de toda España; pero con un criterio de Estado que bien pudieran imitar nuestros gobernantes actuales, Felipe III antepuso el interés general de la Nación al particular de alguna de sus porciones y sectores económicos. El Imperio Otomano era un peligro real, tanto como pueda serlo hoy el islamismo que trata de sustituir, en todo o en parte, nuestros valores cristianos y tradicionales. La fe mueve montañas. Cualquier fe. ¿Habrá que conectar la iniciativa de Pérez Tapias con la Alianza de Civilizaciones?


ABC - Opinión

El inviable empeño de la vicepresidenta

La vicepresidenta tenía ayer una misión imposible: convencer a la Cámara de que el Gobierno había gestionado correctamente la crisis del 'Alakrana'

LA VICEPRESIDENTA acudió al debate parlamentario de ayer con una misión imposible: convencer a la Cámara no sólo de que el Gobierno ha gestionado bien la crisis del Alakrana sino, además, de que ha respetado de forma escrupulosa la legalidad vigente.

De la Vega fracasó en el empeño y no porque estuviera mal. Su intervención fue articulada e incluso razonable, dijo cosas interesantes y enumeró una serie de propuestas con las que casi todos mostraron su acuerdo. Pero sus palabras no fueron creíbles cuando afirmó que «el Gobierno se atiene siempre a la legalidad» siendo evidente que ha pagado o contribuido a pagar un fuerte rescate a los piratas o cuando alabó de forma desmedida la actuación de una Armada que no fue capaz de detener a los secuestradores que huían con el botín.

La ganadora del duelo parlamentario fue Soraya Sáenz de Santamaría, portavoz del PP, que radiografió implacablemente los errores del Gobierno, planteando alternativas que habrían podido evitar el humillante desenlace.

El primer punto por el que la oposición arremetió contra el Ejecutivo fue por no proteger los buques de pesca con personal militar, como ha hecho Francia. La vicepresidenta argumentó que hay obstáculos legales, lo cual es discutible, pero no explicó por qué el Gobierno se ha negado hasta ahora en todo caso a cambiar la legislación.

La segunda crítica fue a la decisión de traer a España a los dos piratas capturados. De la Vega se responsabilizó de ello y dijo que era «una obligación legal», pero la popular desmontó el argumento al recordar que la operación Atalanta permite entregar a los detenidos a los tribunales de Kenia tras un canje de notas diplomático. Sáenz de Santamaría recordó a la vicepresidenta que la verdadera responsabilidad consiste en prever las consecuencias de las acciones que uno toma.

El tercer reproche fue el pago del rescate. La parlamentaria del PP recordó que ya se había pagado en el secuestro del Playa de Bakio y que ahora se ha vuelto a hacer lo mismo. Pidió que el Gobierno aclare si «se dejó engañar y encima pagando», a lo que De la Vega respondió que todo lo que hizo el Ejecutivo «respondió a razones de seguridad».

Por último,Sáenz de Santamaría culpó al Gobierno de tener «prejuicios» a la hora de hacer «un uso proporcionado y reglado de la fuerza», lo que facilitó la huida de los piratas. El PP tiene razón: carece de sentido el gran despliegue militar en la zona, con dos fragatas de última generación, si sólo pueden disparar en legítima defensa y en caso extremo. Es necesario no sólo cambiar las reglas de enfrentamiento sino además redefinir el sentido de las misiones militares cuando se dan situaciones de peligro o amenaza como en Somalia o Afganistán.

De la Vega aseguró que el Gobierno «sabía en todo momento» dónde estaban los tres tripulantes que fueron apartados de sus compañeros. No es así y la prueba es que la ministra de Defensa afirmó que habían sido llevados a tierra. EL MUNDO revela hoy que los piratas utilizaron el móvil de un tripulante para engañar a los servicios secretos, lo que pone en cuestión las palabras de Zapatero de que «al CNI no se le tima así como así».

El Ejecutivo ha salido muy malparado de esta crisis porque, en lugar de reconocer que ha tenido que actuar bajo un estado de necesidad, ha pretendido sacar pecho y convencer a la opinión pública de que el desenlace ha sido un éxito. Casi ningún grupo parlamentario -y tampoco aliados como PNV e IU- apoyó las tesis del Gobierno, que ayer pareció más solo que nunca.


El Mundo - Opinión

Un CNI timado y una Armada inutilizada

Sáenz de Santamaría ha estado especialmente acertada al exculpar a los militares y al señalar al "prejuicio del Gobierno al uso legal y proporcionado de la fuerza" como el principal responsable de que los piratas del Alakrana se hayan salido con la suya.

Por si ya fuera poco bochornosa la clamorosa renuencia o incompetencia del Gobierno de Zapatero para impedir, antes, durante y después del secuestro del Alakrana, que los piratas se salieran con la suya, este miércoles el diario El Mundo ha informado de que el CNI habría pagado un millón de dólares a un supuesto alto cargo del Ministerio de Defensa somalí por la liberación de los tres tripulantes que supuestamente los piratas habían bajado a tierra. Lo cierto, sin embargo, es que ninguno de los pescadores descendieron nunca del barco durante su secuestro, y que el supuesto alto cargo somalí que iba a hacer de intermediario no era tal, sino un simple timador que, una vez cobrado el dinero, desapareció dejando a nuestros agentes secretos esperando en vano la liberación de los tres marineros.

Si no fuera porque en este asunto del Alakrana el Gobierno de Zapatero se ha saltado la legalidad tanto española como la de las propias directrices de Naciones Unidas que consideran delito y censuran el pago de rescate a los secuestradores, este nuevo y esperpéntico capítulo protagonizado por el CNI nos podría evocar a un cómic de Mortadelo y Filemón. Desgraciadamente, sin embargo, no nos podemos tomar a risa el hecho de que un Gobierno de España haya incentivado, por segunda vez, los secuestros de buques españoles a través del pago a los piratas, tal y como el Ejecutivo de Zapatero ya hizo con el Playa de Bakio y ha vuelto a hacer con el Alakrana. Tampoco es para tomarse a risa el hecho de que nuestros servicios secretos hayan sido timados y, menos aun, de que nuestro Gobierno oculte unos hechos o mienta sobre ellos a los ciudadanos.

Con la noticia que ha revelado El Mundo se puede explicar una de las muchas y bochornosas descoordinaciones que se han dado en el Gobierno, como fue la que protagonizaron Moratinos y Chacon a propósito de esos tres marineros supuestamente llevados a tierra. Mientras el ministro de Exteriores, en contacto con las verdaderas autoridades somalíes, negaba el desembarco de los marineros, la ministra de Defensa, en contacto con un impostor a través del CNI, no sólo aseguraba que estaban en tierra sino que también sabía "donde estaban y que se encontraban bien".

Con estos antecedentes, no hay que extrañarse de que la comparecencia de la vicepresidenta Fernández de la Vega en el Congreso haya supuesto una tormenta política. La portavoz del PP, Soraya Sáenz de Santamaría, en una esplendida intervención, ha denunciado como el secuestro se hubiera podido evitar si el Gobierno hubiera hecho caso a la petición de protección de nuestros pesqueros solicitada por el PP poco antes del apresamiento del Alakrana. También ha puesto en evidencia la descoordinación del Ejecutivo, la ilegalidad del pago del rescate como solución única y definitiva al secuestro o cómo el Gobierno fue engañado por los piratas y cómo, a su vez, el Ejecutivo trata de engañar a los españoles respecto al pago del rescate y respecto al fracaso –más bien inutilización– del operativo militar tras la entrega del dinero.

A este último respecto, Sáenz de Santamaría ha estado especialmente acertada al exculpar a los militares y al señalar al "prejuicio del Gobierno al uso legal y proporcionado de la fuerza" como el principal responsable de que los piratas se hayan salido con la suya. Y es que por mucho que las ametralladoras de los helicópteros podrían haber alcanzado perfectamente a los piratas, ¿de qué sirve cualquier operativo militar si luego hay órdenes que limitan su utilización contra los piratas para que ninguno de ellos resulte herido o muerto? Ya con ocasión del secuestro del Playa de Bakio, muchos militares denunciaron anónimamente en ABC cómo, tras el pago del rescate y la liberación de los rehenes, se les prohibió abrir fuego contra los piratas en su fuga. Ahora, por mucho que se hayan producido disparos, estos solo iban dirigidos a la proa y al motor del esquife de los piratas para evitar que estos pudieran ser alcanzados.

Con estos protocolos de actuación que desarman a la Armada y que le imponen las limitaciones al uso de la fuerza propias de una agente de tráfico, no hay que extrañarse de que, a pesar de las fragatas, los radares, las ametralladoras y los helicópteros, seis piratas hayan podido, sanos y salvos, darse a la fuga en un esquife con el botín en sus manos. No nos extrañemos tampoco de que hayan nuevos secuestros.


Libertad Digital - Editorial

Como aquí, en ninguna parte. Por Hermann Tertsch

SIEMPRE me ha sorprendido, y de alguna forma asustado, la alegría de la vida meridional. Cierto es que viene bien para salvar las penas y para no producir demasiados Dostoievskis y generar multitud de Jardiel Poncelas. Esa especie de entusiasmo por lo propio que hace olvidar todas las miserias cotidianas, todos los fracasos, las angustias y la necesidad omnipresente y lleva a chabolistas o semichabolistas en Cádiz o Almería, con sus cajones y guitarras, con sus rumbas o bulerías a decir esa frase que siempre me ha dejado estupefacto: «Cómo aquí no se vive en ninguna parte». Ni siquiera es cierta esta sentencia equivocadamente pretenciosa porque así se vive en muchas partes del mundo, olvidando la miseria, la ignorancia y la impotencia con cierta dosis de soberbia, un patriotismo local muy chato, mucho cantar y buscar la alegría de la vida en el puro menester y la picaresca por esquivarlo de vez en cuando, pregonándolo como victoria. Las regiones más pobres de nuestro país han logrado entrar en ese nirvana cañí en el que lo único que importa es tener ojo para la subvención, rapidez en asumir la dependencia y premura en la obediencia.

Todo convertido en un inmenso cortijo en el que los vasallos andan pendientes de cómo están sus señoritos que al final de la juerga les darán la paga. Los señoritos hoy en día, los que manejan masas de vasallos, son por supuesto socialistas a los que gusta compadrear con sus mandados y alimentados. Así se hizo el PER que convirtió en Gran Visir Iznogud a un personaje tan poco interesante como Manuel Chaves del que se puede decir que no sabe hacer absolutamente nada, salvo sobrevivir en el mando. Dirán muchos que no es poco. Aunque alguna vez quisiera ser califa en lugar del califa. Cierto. Para él, esta España cada vez más meridional en hábitos, vicios y pensamiento romo ha sido el gran chollo. Para él, cuya vida en una sociedad desarrollada y moderna hubiera transcurrido en una oficina o gestoría llevando manguitos y cogiendo turnos de ciudadanos en sus diversas cuitas burocráticas. Habría sido divertido ver a este patriota andalusí, que ha heredado el nepotismo de los Omeyas, trabajando en una empresa privada alemana o sueca. Habría aprendido hasta retórica. Lo malo no es que un personaje de tan poca monta haya dirigido a su antojo hacia la permanente pobreza una región española que ha invertido todo el dinero recibido de Bruselas y Madrid en salarios de obediencia. Y que sus jefecillos provinciales y locales ejerzan como lo que siempre quisieron ser, es decir caciquillos implacables, omnipotentes e impunes, imitando a los zafios poderosos de antaño. Lo malo es que cada vez está más claro que tenemos unos gobernantes que ven en la perpetuación de la mediocridad tóxica de los gobernantes en Andalucía un proyecto general de éxito para sumirnos a todos los españoles en la misma pesadilla. Con la obligación de decir que «como aquí no se vive en ninguna parte». O ser tachados de enemigos y ser la anti España. Que en Cataluña ya pasa lo mismo lo sabemos. La forma en que los gobernantes tratan a la oposición es siempre, en toda democracia, el baremo ideal para establecer el grado de salubridad de la misma. Lo que estamos viendo en el Congreso de los Diputados, cuando la oposición exige responsabilidades al Gobierno es algo muy meridional, andalusí o, si prefieren ahora, morisco. El desprecio a las legítimas dudas e interrogantes de la discrepancia es la demostración más fehaciente de que nuestra democracia está en plena regresión. Cuando el espionaje a la ciudadanía, la postración ante los chantajistas, la ocultación de vínculos policiales con los terroristas, la ineptitud en el terreno económico y la obscena utilización del estado para fines partidistas son cuestiones que la mayoría no se digna siquiera a discutir, es que nos hemos vuelto tan meridionales que vamos a acabar teniendo frontera con Zimbabue.

ABC - Opinión

Dirigente gitana Pilar Heredia notifica su baja de militancia de UPyD

La dirigente gitana Pilar Heredia ha notificado hoy su baja de militancia de Unión, Progreso y Democracia (UPyD), al considerar que el partido liderado por Rosa Díez está condenado al fracaso.

Heredia, portavoz de la Asociación Intercultural Gitana "Yerbabuena", ha manifestado en un comunicado "la desilusión, la indiferencia y el desencanto de innumerables militantes" ante el reciente Congreso de UPyD, en el que Rosa Díez ha sido reelegida como portavoz del Consejo de Dirección de esta formación.

La dirigente gitana ha definido el Congreso como "otro episodio para la reflexión y el análisis del claro desvarío demencial que sufre Rosa Díez, por la codicia imponderable del poder".


Heredia ha explicado que le llama la atención que alguien hable con tanta vehemencia de la regeneración democrática, la cohesión institucional y las políticas progresistas, cuando, contrariamente, UPyD se ha presentado en su último Congreso como un partido "con una rígida y severa dirección política" y como "una organización férreamente centralizada".

Tras señalar la baja participación de los afiliados en el Congreso, la dirigente gitana ha opinado que el partido de Rosa Díez no tiene recorrido y está sentenciado al fracaso.

Ha apuntado que la líder de UPyD la "estigmatizó" en el instante en que rechazó el número simbólico que le propuso dentro de la candidatura para las pasadas elecciones europeas, por considerar que la mujer gitana nunca alcanzará la igualdad real postulándose para puestos "meramente testimoniales".

Pilar Heredia ha considerado que la puesta en escena teatral que caracteriza a Rosa Díez, de mujer rebelde y revolucionaria, es un fraude y ha acusado a la líder de UPyD de tratar de sacar el mayor rendimiento de banderas, plataformas cívicas, símbolos patrióticos y nacionalismos radicales para exhibirse como la única defensora de la democracia y los derechos de todos los españoles.


adn.es

Publicidad. Por José A. Sanchidrián

¿Cómo serían las cosas en un congreso en el que los diputados no dependieran de su inclusión en una lista de partido por los aparatos dirigentes de estas organizaciones, sino que hubieran de ser personalmente elegidos, mediante la norma de la mayoría, por el grupo de ciudadanos que van a representar?



¿Qué sucedería si el presidente del Gobierno no fuera el jefe del partido cuyas listas resulten proporcionalmente más votadas, nombrado por un parlamento en el que sus propios delegados son mayoría absoluta, o entrando en oscuras componendas con otros partidos cuando le falten apoyos, sino que hubiera de ser personalmente ganador en otra elección democrática en circunscripción única nacional? Si la ecuación “mayoría del Congreso de diputados de aparato = presidencia del Gobierno de jefe(s) de aparato” es constitucionalmente obligatoria, ¿qué sentido tiene hablar de separación de poderes y control al Gobierno?

Preguntas como éstas, que remiten a un nuevo orden institucional que impediría la oligarquía de las jefaturas de partido, no se pueden plantear en el espacio público español. No hay ni un solo medio de comunicación social, ni un solo periódico, ni una sola radio y ni una sola tv que puedan abordar con profundidad —y no muy ocasionalmente organizar algún debate o entrevista puntual— semejantes cuestiones, y menos tomar una línea editorial a favor de la alternativa. Esto a pesar de la crisis económica y de la “descomposición institucional” que muchos reconocen. O, ¿es que acaso los citados interrogantes carecen de interés, pertinencia, inteligencia y profundidad? No. No nos engañen, lo que falta en la opinión pública española es la libertad.

Los grandes grupos de comunicación están vinculados con los intereses que defiende el Régimen del posfranquismo. Y los pequeños carecerían de licencia administrativa o verían, si osaran emprender el camino de la esperanza, cómo les cancelarían la publicidad. La cobardía hace el resto. Pero sabed, los afamados líderes de opinión, periodistas y contertulios, que en la sociedad civil ya hay quienes conocemos vuestros cínicos manejos. El momento de la verdad está próximo. Así que id pensando lo que hacéis. Y más os vale comenzar a abandonar la podredumbre del Estado de partidos, porque cuando la catarsis de la libertad desborde vuestros diques, los españoles despreciarán a aquellos que les han estado engañando. Y la publicidad buscará entonces las caras creíbles.

República Constitucional