miércoles, 2 de diciembre de 2009

Zapatero pierde el apoyo incondicional de los músicos y cineastas de izquierda

Cientos de artistas se manifestaron ayer en Madrid para reclamar al Gobierno medidas que favorezcan a la industria musical. Una concentración de rostros conocidos muy diferente a la que tuvo lugar en vísperas de las elecciones generales de 2008. Entonces se reunieron para apoyar a José Luis Rodríguez Zapatero con el dedo índice arqueado sobre la ceja. En esta ocasión, el manifiesto que portaban los artistas concentrados ante el Ministerio de Industria no era de respaldo al Ejecutivo, sino la exigencia de acabar con la piratería.

La relación entre Zapatero y los artistas de izquierda está atravesando su primera gran crisis por la disonancia entre las promesas electorales del PSOE y la práctica política del Gobierno. Los creadores, que ya consiguieron la implantación del polémico canon digital a finales de la pasada legislatura, combaten ahora por mantener las subvenciones al cine español y por preservar el comercio musical del intercambio de archivos a través de internet (P2P), que tachan de piratería.

El Gobierno está tratando de complacer a todos los grupos implicados (internautas, operadoras, artistas, productoras, cadenas de televisión), aunque con poco éxito. Para contener las protestas de la industria musical, el Ejecutivo introdujo en la Ley de Economía Sostenible (LES) la posibilidad de cortar el servicio de internet a quien viole la propiedad intelectual. Una medida que ha alarmado a los internautas y que ha causado estupor entre las operadoras de telecomunicaciones agrupadas en Redtel.

Esta patronal no se ha pronunciado oficialmente sobre el proyecto legislativo, pero según ha conocido este diario, las operadoras se oponen a la medida y critican que el Gobierno la haya introducido de forma unilateral y sin previo aviso, al margen de la comisión encargada de deliberar sobre esta materia. Redtel, la Coalición de Creadores y nada menos que 10 ministerios deben publicar sus recomendaciones para luchar contra la llamada piratería antes del próximo 10 de diciembre.

Difícil acuerdo con el Gobierno

Según Antonio Guisasola, presidente de la asociación de Productores de Música de España (Promusicae), la comisión dará a conocer un plan que complemente las restricciones contenidas en la LES. Aunque, de momento, Promusicae ve difícil un acuerdo con el Gobierno, ya que el ministerio de Miguel Sebastián ha centrado la lucha contra el P2P en el cierre de webs que proporcionan enlaces a películas o canciones. Para Guisasola esto no es suficiente, por lo que reclamó un plan de “reeducación” o “sensibilización” para “dejar claro que descargar archivos es ilegal”, así como un sistema de avisos previo al corte del servicio para advertir a aquellos usuarios que descarguen contenidos.

Estas medidas, que los artistas creen insuficientes y que disgustan a los operadores, también cuentan con el rechazo general de la opinión pública, que ya manifestó su oposición al canon digital. El abogado especializado en nuevas tecnologías Carlos Sánchez Almeida aseguró que el Gobierno ha abierto la puerta al cierre administrativo de páginas web sin intervención judicial. Por ello, advirtió que el contenido de la LES puede cambiar sustancialmente al pasar por el Consejo General del Poder Judicial, el Consejo de Estado y el Parlamento.

Además, Sánchez Almeida sostuvo que perseguir a las webs que ofrecen enlaces podría haber sido útil hace varios años, pero no ahora que muchas de estas páginas están cerrando por iniciativa propia, sustituidas por otros sistemas. “La tecnología hace imposible controlar cómo compartimos los contenidos”, concluyó.

El cine reclama subvenciones

El cine, que constituyó otro sensible apoyo para el PSOE, también ha tenido que conceder algo en aras a la realpolitik de Zapatero. La Ley General Audiovisual, aunque no toca el 5% de sus ingresos que las televisiones privadas deben destinar a producción audiovisual europea, sí lo desglosa en beneficio de las cadenas y en detrimento de la industria cinematográfica, mejor tratada en la anterior normativa. A partir de ahora, un 2% se podrá dedicar a “películas y series para televisión, así como documentales y productos de animación”, como era el deseo de las televisiones, agrupadas en Uteca. El 3% restante sí deberá ir exclusivamente a financiar películas cinematográficas, con el 50% para obras de productores independientes.

¿Suficiente? No deben verlo muy claro las huestes del cine cuando el presidente de la Academia, Álex de la Iglesia, aseguraba ante el Rey la semana pasada que “con la nueva Ley Audiovisual las televisiones podrán reducir sus inversiones en el cine español y eso sería mortal”. Y eso que el Ejecutivo, en su afán por contentar a dos lobbies que le son afines –el de las televisiones y el del cine- había buscado una forma de contentar a los cineastas. Eso sí, a costa de TVE. La televisión pública ve cómo se eleva hasta el 6% el porcentaje de sus ingresos que debe destinar a financiar películas cinematográficas. Todo mientras el nuevo presidente de la Corporación, Alberto Oliart, insiste en cada intervención en que necesita más dinero.

Todo un conjunto de desavenencias entre el Gobierno y los artistas de izquierda que cristalizó en la firma de otro documento crítico el pasado 30 de octubre. 297 nombres como Ana Belén, Víctor Manuel, Pilar Bardem, Joan Manuel Serrat, Juan Diego Botto, Luis Eduardo Aute o Joaquín Sabina reclamaron a Zapatero una política más progresista. Ayer, más de 2.500 personas, según Promusicae, habían suscrito ya el manifiesto contra la piratería. Entre las firmas figura lo más granado del pop español (El Canto del Loco, La Oreja de Van Gogh, Pereza, Miguel Bosé, Alejandro Sanz…), los citados Aute y Ana Belén, y clásicos como Miguel Ríos, quien reconoce que no volvería a votar a Zapatero. Y es que, como señaló el presidente de Promusicae, “el apoyo de los artistas no es incondicional, y el Gobierno se lo tiene que ganar con hechos”.


El confidencial

Alto, que somos los buenos. Por José Antonio Martínez-Abarca

Qué susto para los españoles enterarse de que estamos considerados por Al Qaeda casi como cuando estaba Aznar: pero si nos habíamos rendido ya lo suficiente.

Qué sorpresa ha debido de ser para los españoles saber, por su Ministerio de Interior, que siguen siendo objetivo preferente de Al Qaeda, cuando pensaba que a esos pastores de cabras alternativos los tenía comprados. Que los tenía en el bote. No para otra cosa sirvieron aquellas elecciones tras el 11-M: para dejar clara la inflexible voluntad soberana de los españoles de darles a los de Al Qaeda todo lo que pidieran. Incluyendo el hacer como que la autoría de los atentados de Atocha había sido cosa de ellos.

Qué susto para los españoles enterarse de que estamos considerados por Al Qaeda casi como cuando estaba Aznar: pero si nos habíamos rendido ya lo suficiente. No sólo eso. España reanudó la privilegiada relación con las teocracias árabes, heredera directa (como que es la misma cosa) de la "tradicional amistad". Pero no se quedó ahí. La "alianza de civilizaciones" incluía a la civilización del irredentismo, la que se esconde en cuevas y baja de vez en cuando a anunciarnos el Apocalipsis a través de un vídeo.

Era poco. Aquella España salida de las elecciones del 14-M se sentía inclinada a ser mucho más generosa. Por supuesto, entregar Ceuta y Melilla al primero que se subiera al mástil del ayuntamiento y cambiara la bandera. Pero también Al Andalus, discutida y discutible. El Gobierno surgido del inquebrantable sentimiento nacional de regalar cualquier cosa, aún la propia existencia del Estado, a cambio de tranquilidad dejó claro a los mercachifles del terror mundial, sean éstos ex pescadores somalíes o chivos de las montañas de Bora-Bora, que cualquier cosa de España se puede adquirir
en el mercado, y además a un coste ridículo.

"Pero si ya habíamos comprendido las razones de los terroristas", dirá aquella España que le dio la mayoría a Rodríguez Zapatero. "Si ya, para reajustar el equilibrio interior de nuestra superioridad moral progre, habíamos encontrado, cerrando los ojos ante la inesquivable presencia de Alá, un motivo laico, plausible, una dialéctica ricos/pobres, una insaciable sed de justicia mundial por la cual esa gente hace lo que hace y promulgamos a los cuatro vientos que estábamos más que dispuestos a dejar de existir sin dejar huella por complacerles, sólo a cambio de que nos permitieran pacer en el dulce desfibramiento en los cuatro ratos que nos quedan por vivir como país".

No se conforman. Siguen creyendo que esta España es la de Aznar. Qué desasosiego han provocado en un buenismo que ahora empieza a pensar que aún no ha sido lo suficientemente bueno, lo bastante deshuesado y anélido. ¡Secuestros de cooperantes del país que más dispuesto a cooperar está del orbe a cargo de un grupo de soñadores con causa, "con motivo"! ¡Qué disgusto!


Libertad Digital - Opinión

El secuestro de la Razón. Por José García Domínguez

Habita un equívoco pueril tras la alegre irresponsabilidad. El prejuicio que presume a todo terror político como nacido de la pobreza y la desigualdad. Piadoso yerro que lleva a creerse libres de amenaza a quienes se perciben en el bando del Bien.

Antes, cuando Franco y todo aquello, los chicos con inquietudes de las familias bien se hacían del Partido Comunista para expiar su mala conciencia por los golpes que no les había dado la vida, que diría Gil de Biedma. Y ahora montan oenegés con tal de arreglar el mundo durante unas vacaciones de quince días en temporada baja, o sea, lo mismo, pero con la ventaja de ahorrarse el seminario ladrillo sobre la undécima tesis de Feuerbach.

En fin, todo sea por enmendarle la plana a la Iglesia que, sabia por vieja, había taponado esas grietas del alma burguesa con las huchas del Domund y la entrega encomiable, ésa sí, de los misioneros. Y pensar en lo mucho que podrían hacer por la Humanidad tantos coroneles Tapioca de campo y playa, Indianas Jones de fin de semana, quedándose en casa y dejando a quienes en verdad conocen el percal la tarea de auxiliar al Tercer Mundo. Pero no. Por cada émulo doméstico de Vicente Ferrer nos ha tocado capear con la negligencia peliculera de cien Lawrence de Arabia.

Habita, por lo demás, un equívoco pueril tras la alegre irresponsabilidad que demasiadas veces los empuja a correr riesgos temerarios, inadmisibles desde cualquier punto de vista que se quiera adulto. A saber, el prejuicio que presume a todo terror político insurgente como nacido de la pobreza y la desigualdad. Piadoso yerro antropológico que lleva a creerse libres de amenaza a quienes se perciben en el bando del Bien y la Justicia, al modo de tantos turistas del ideal. Como si Al Qaeda, sin ir más lejos, no odiase a los occidentales por el simple hecho de serlo, sin mayores distingos, reos todos del supremo pecado de impiedad por no postrarse, sumisos, ante las salvíficas enseñanzas del Profeta.

Sólo desde las brumas de ese adanismo tan primario, tan elemental, tan ciego, cabe entender ciertas imprudencias rayanas en la pura y simple necedad. De ahí que ya fuese siendo hora de fijar límites a las obligaciones del Estado ante las arriscadas audacias de eternos adolescentes particulares. "Que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde", sentenció en memorables versos el mismo Gil de Biedma. ¿Cuánto nos habrá de costar que no se entienda verdad tan simple?


Libertad Digital - Opinión

Los moriscos del Magreb nos la juegan. Por (Antonio Casado

Una moción del Parlamento español insta al Gobierno a reforzar los vínculos con el Magreb, donde habitan los descendientes de los moriscos expulsados de España en 1609. En mal momento nos inventamos esta percha donde colgar el espíritu de la Alianza de Civilizaciones, que a su vez fue una percha donde colgar una política de entendimiento con el mundo islámico. Oiga, para coincidir con las vísperas de nuestra presidencia semestral europea, no está nada mal este jarro de agua fría que, según parece, nos acaban de echar los moriscos del Norte de África cuatrocientos años después.

La ironía es un balón centrado al pie de quienes teorizan sobre el “buenismo” de Zapatero. Para que marquen a puerta vacía. No faltarán quienes relacionen en serio lo uno y lo otro. Tampoco estaremos a salvo de los necios que vinculen el secuestro de los cooperantes en Mauritania a la debilidad del Gobierno frente a las exigencias de los piratas del Alakarana. Aún así, la seguridad de los tres cooperantes catalanes, Roque Pascual, Albert Villalta y Alicia Gámez, vuelve a estar por encima de cualquier otra consideración. Y muy por encima, por supuesto de cualquier consideración de naturaleza política, como la supuesta flojera del Gobierno al tratar con facinerosos que quisieran aprovechar sus adversarios -los del Gobierno, se entiende- en la lucha por el poder.

Ahí encajan las declaraciones del presidente del PP, Mariano Rajoy, cuando ayer vinculó su deseo de que Alicia, Roque y Albert “vuelvan pronto a casa” con la inequívoca manifestación de apoyo a las gestiones del Gobierno orientadas a ese objetivo. Y ahí rechinan las del portavoz del partido de Rajoy, Esteban González Pons, que más o menos al mismo tiempo acusaba al Gobierno de incurrir en contradicciones públicas y en volver a cometer las mismas faltas de coordinación que durante el secuestro de los marineros del Alakrana.

En este caso la falta de coordinación es notoria en la dirección del PP, de donde también ha salido la orden de retirar las preguntas que el diputado Fernández de Mesa iba a formular hoy mismo, en la sesión de control parlamentario al Gobierno, sobre las gestiones oficiales que condujeron a la reciente liberación de los 36 marineros secuestrados en Somalia. No parece el día indicado para seguir intentando la realización de beneficios partidistas por cuenta del ya famoso atunero de Bermeo.

Esperar con paciencia

Al margen de esos apuntes para el consumo interno de nuestro debate político y mediático, cada vez más barato, se vuelve a imponer la necesidad de quedarse a las puertas del quirófano y esperar con paciencia. Hemos de vencer la tentación de irrumpir en el quirófano a echarle broncas al cirujano, o a decirle lo que tiene que hacer. Además, nos faltan datos para hacer una aproximación razonable al suceso que se produjo el domingo pasado mientras media España, y también los secuestrados, estaba pendiente del clásico Barça-Real Madrid.

Aunque todos los indicios apuntan hacia el terrorismo islámico de estirpe magrebí, por los antecedentes y por la información facilitada por el Gobierno mauritano, a estas horas no tenemos certezas sobre la identidad de los secuestradores y lo que quieren de nosotros. Sin embargo, algunas cadenas de televisión españolas ya han ofrecido algunos publirreportajes sobre estas franquicias de Al Qaeda en el norte de África. Y algunos medios nacionales ya se han dejado llevar por la prisa al anunciar la localización de los secuestrados, con el posterior desmentido por parte de las autoridades mauritanas y españolas ¿Ya empezamos?


El confidencial

Montilla. Por Andrés Aberasturi

Cuando se llega a presidente del Gobierno catalán con el apoyo y la colaboración necesaria de un partido como Esquerra Republicana, resulta complicado referirse sin una cierta falta de pudor a presuntas ofensas a la dignidad de Cataluña. No voy a citar ni una sola de las gratuitas ofensas con las que los capitostes de ERC han sembrado el camino del entendimiento. No voy a hablar de Extremadura o de la aspiración de Madrid a los JJOO. Y no lo voy a hacer porque mi dignidad está muy por encima de estos manipuladores de la sensibilidad social. Pero que le quede claro a Montilla que si alguien ha ofendido aquí, ha sido el estrafalario Carod y su extraña comitiva. Y ya que hablamos de ofensas, conviene recordar al señor Montilla que el Ayuntamiento de Barcelona ha olvidado incluir el español en su políglota felicitación de Navidad. Un lapsus sin duda.

Pero estos conceptos éticos, siempre polémicos, sobre la dignidad, no pueden servir para escamotear la verdad ni para falsear la realidad rotunda de los hechos. Y es que el discurso del presidente Montilla en Madrid tuvo de todo un poco: siguiendo el ejemplo de Cicerón, quiso dejar tan claro que sus palabras no eran una presión añadida al Tribunal Constitucional que, efectivamente, los allí presentes salieron convencidos del todo lo contrario.

Y dijo más Montilla; se preguntó, por ejemplo: "¿Nos están diciendo que los catalanes no cabemos en la Constitución, donde sí caben el resto de los españoles?". Pues no, señor presidente; lo que dudan el Defensor del Pueblo, el PP y los gobiernos de Aragón y Baleares es si caben algunos o todos los artículos del Estatut en esa Constitución en la que caben -porque están- todos los catalanes. Una cosa es el Estatut y otra los catalanes; una cosa son unos artículos de una ley o la ley misma y otra muy distinta las personas

En otro momento Montilla hizo una afirmación complicada: "el Estatut es constitucional; es ley y la ley se debe aplicar". Y no. El Estatut es una Ley recurrida al Constitucional y por tanto sujeta a posibles cambios. El problema es que esa Ley se ha puesto en marcha, se está aplicando y desarrollando al margen de la resolución del alto Tribunal, lo cual no deja de ser una temeridad y puede complicar todo hasta extremos insospechados si el fallo invalida algunos aspectos.

Y terminamos ya con una de esas frases que gustan tanto a los políticos: "No escuchar lo que dice Cataluña es grave; no entender lo que dice, peor". Yo creo que debe ser al contrario: lo peor es no escuchar; al fin y al cabo, en muchas ocasiones, no logramos entender lo que se nos dice pese a prestar toda la atención del mundo. El problema tal vez sea referirse siempre a Cataluña como un todo, un todo que, además, esta absolutamente preocupado con lo que preocupa a su clase política. Con estas continuas alusiones a Cataluña, me viene a la memoria la respuesta que alguien (no recuerdo quién) dio a una pregunta absurda: -¿Y cómo son los franceses? -Pues no lo sé, no les conozco a todos.


Periodista Digital - Opinión

La ceja presenta su factura al cobro. Por Pablo Molina

Las dos únicas posibilidades son o adaptarse a las nuevas circunstancias y explotar sus posibilidades, como hacen los músicos de otros países, o exigir al Gobierno que coarte la libertad de los ciudadanos que comparten afición a través de la red.

Por alguna razón misteriosa, muchos creen que la industria cultural debe estar mucho más protegida por el paraguas político de lo que lo están otros sectores productivos. Los artistas de la canción, que llevaban ya un tiempecito sin echarse un manifiesto al bolígrafo, acaban de firmar un documento en el que afirman que sus productos suponen una seña de identidad nacional que hay que preservar de internet, ese nido de libertarios que ni siquiera el gran Janli Cebrián ha podido amojonar.

Dicen que la industria musical está en crisis, gran novedad en los tiempos que corren, y en lugar de echar la culpa a la política económica de Zapatero, al que llevaron al poder a golpe de ceja, se la endosan a los adolescentes frikis que combaten los ataques de acné bajándose de las redes P2P el último éxito del momento.

En los últimos tiempos han descendido los ingresos de las discográficas, como lo han hecho en el sector del automóvil, de la panadería o de la fabricación de esparteñas, pero lo que no dicen los artistas es que, en cambio, han aumentado los beneficios directos de los grupos musicales gracias a la proliferación de actuaciones, debido en gran parte a la popularidad que obtienen sin ninguna inversión a través de internet.

Los tiempos han cambiado y las líneas de negocio que hace una década eran rentables ahora son deficitarias por la propia evolución de la tecnología y, por tanto, del mercado. Las dos únicas posibilidades para triunfar son adaptarse a las nuevas circunstancias y explotar sus posibilidades, como hacen los músicos de otros países, o exigir al Gobierno que coarte la libertad de los ciudadanos que, sin cometer ningún delito, comparten afición a través de la red.
Los cantantes, músicos y empresarios de la copla españoles han optado por lo segundo, que es más cómodo y bastante rápido. En última instancia, el coste de imponer una coacción institucional en internet lo asumiría el Gobierno y ellos serían los beneficiarios limpios de culpa. Sin embargo, la pasión por la libertad de los usuarios de internet les puede pasar una gravosa factura, y si no sólo tienen que preguntarse a sí mismos a qué festival puede acudir hoy en día su colega Ramoncín, pionero en el intento liberticida que ahora pretenden llevar a cabo todos estos "abajofirmantes". Es lo malo de la red: nada pasa desapercibido. Y mucho menos los nombres de los enemigos de la libertad.


Libertad Digital - Opinión