sábado, 12 de diciembre de 2009

Ni inminente, ni recuperación. Por Emilio J. González

El Gobierno no puede seguir negándose a ver la realidad. El paro, la recesión, el déficit, los problemas del sistema financiero... forman parte de un todo, la crisis, que no se va a resolver mientras no se arreglen todos y cada uno de estos problemas.

Lo de este Gobierno ya es de risa, por no decir de llorar. Tan sólo 24 horas después de que Zapatero pusiera todo su empeño en tratar de convencernos de que la recuperación económica es "inminente", ha tenido que salir la vicepresidenta primera a decir que bueno, que tanto como inminente no, pero sí cerca. O sea, que al Ejecutivo no le van a cuadrar los datos para presentar un crecimiento positivo en el cuarto trimestre ni siquiera haciendo trampas estadísticas. Pero más allá de lo que diga el uno, la otra y la que calla, lo cierto es que en el horizonte no se atisba recuperación alguna, y mucho menos inminente, próxima, a la vuelta de la esquina o como quieran decir.

Lo cierto es que la mejora relativa de algunos indicadores económicos no es más que el fruto de las ingentes cantidades de dinero público que se han derrochado en ese intento de Zapatero de superar la crisis a golpe de talonario, sin entender ni la verdadera naturaleza de la misma, ni que el camino que ha emprendido no lleva a ninguna parte más que al desastre. Aún así, ha conseguido generar una cierta ficción que, por su propia fragilidad, por carecer de cimientos adecuados, se va a venir abajo como un castillo de naipes en cuanto desaparezcan los impulsos a base de chequera. ZP ha pretendido sostener artificialmente la demanda sin entender que esto es una crisis de oferta y ahora que ya no tiene más dinero para tirar, esa demanda artificial que mejoraba el aspecto de algunos indicadores se va a venir abajo y va a devolver a la producción y al empleo a la verdadera realidad de una crisis muy profunda que todavía no se ha empezado a combatir. Así es que, de recuperación inminente, nada de nada. Aquí lo único inminente va a ser el descalabro de la economía española a partir de la próxima primavera, con lo cual, de recuperación, tampoco nada de nada.

Al Gobierno ya se lo está advirtiendo todo el mundo: no puede seguir como hasta ahora, negándose a ver la realidad tal cual es. El paro, la recesión, el déficit público, los problemas del sistema financiero... forman parte de un todo, la crisis, que no se va a resolver mientras no se arreglen todos y cada uno de los problemas que han dado lugar a ella. La economía no va a remontar el vuelo mientras no se arreglen los problemas del sector financiero y vuelva a fluir el crédito. Y eso implica, entre otras cosas, que se permita de una vez por todas que se produzca el ajuste necesario en el sector de la construcción. El desempleo no se va a solucionar sin una verdadera reforma laboral que genere puestos de trabajo, reduzca el gasto en prestaciones por desempleo y aumente los ingresos de hacienda a través del IRPF de los nuevos contratados y del mayor consumo que lleven a cabo, lo que generará más recaudación por IVA y más beneficios empresariales. Pero, aún así, el déficit seguirá siendo un problema mientras el Gobierno no se decida de una vez por todas a recortar esos 60.000 millones de euros que se pudo gastar el sector público español durante la burbuja inmobiliaria porque ella misma los generaba y que ya han pasado a la historia. Si el Gobierno no resuelve el problema del déficit, va a seguir absorbiendo todos los recursos financieros y, entonces, no habrá crédito para que las empresas puedan invertir y contratar y las familias, consumir. Y ese problema sólo se resuelve con una reforma estructural que afecte a todas las administraciones públicas, empezando por las comunidades autónomas.

¿Va a hacer Zapatero algo de esto? Francamente, lo dudo mucho. En materia laboral, es prisionero de unos sindicatos que ha dejado que se le suban a las barbas y, por tanto, jamás van a aceptar la reforma del mercado de trabajo que este país está pidiendo a gritos. Si ZP lo intenta, lo más probable es que se encuentre con una huelga general porque es un presidente débil y enfrente tendría a unos sindicatos nada racionales y muy ideologizados. En materia financiera, o sea, de cajas de ahorros, el presidente tendría que enfrentarse con los barones territoriales que quieren que las cajas sigan siendo un coto privado suyo y no lo tendría fácil, aunque, con la ayuda del Banco de España, podría conseguirlo. Pero en cuanto intentase meterse en el charco de las finanzas autonómicas, todo el mundo se le iba a echar encima, empezando por Cataluña, y, como he dicho antes, ZP es un presidente débil que no tendría capacidad alguna de aguantar el envite porque, entre otras cosas, sigue negándose a un pacto de Estado con el PP para resolver todas estas cuestiones. En conclusión, y por desgracia, además de que todavía tenemos crisis para rato, lo que nos espera después es un largo periodo de depresión, con lo cual, de recuperación, nada de nada, y mucho menos inminente.


Libertad Digital - Opinión

El entorno. Por Alfonso Ussía

Aminatu Haidar es víctima del «Síndrome del Entorno». Si en un momento de debilidad decidiera dar por finalizada su huelga de hambre, la decepción de sus rodeantes sería tan profunda, que terminaría por persistir en el empeño. La que se muere es ella, no Pilar Bardem, ni Almodóvar, ni los juanes diegos, ni Guillermo Toledo, ni Aitana Sánchez Gijón, ni el resto de los viajeros de «Air Ceja». La debilidad física aumenta la timidez. Si Aminatu acaba por entender que sus peticiones, hoy por hoy, son técnicamente imposibles, y concede un margen de tiempo a la solución de su problema, los de la «Air Ceja» podrían armarle una buena. Se han unido a los pesebristas los líderes sindicales, que es pleonasmo, por cuanto también son beneficiados del pesebre sin fondo que les ofrece Zapatero. Curiosa la petición de que el Rey actúe. El que tiene que actuar es el Gobierno, que para eso está y atesora todas las competencias. Los sindicalistas, con cinco millones de parados, han convocado una manifestación contra los empresarios, no contra el responsable de la catástrofe económica. Comen de él. Y los saltimbanquis de la Ceja le piden al Rey que arregle lo que corresponde a Zapatero. Comen de él. Y en el medio del lío, la pobre Aminatu Haidar, que vive su debilidad y su agobio entre un grupo de personas, el entorno, que van y vienen, que se fotografían con ella, que le dan la murga, que explotan su figura y que aprovechan su huelga de hambre para seguir comiendo a costa de los contribuyentes.

Aminatu Haidar sabe que no puede conseguir un pasaporte saharaui para volver a su tierra. No existe, por desgracia, ese documento. Aminatu Haidar no quiere ser refugiada en España. Aminatu Haidar no acepta ese pasaporte marroquí que le ofrecen a cambio de pedir perdón al intolerable Mohamed. Aminatu Haidar no puede engañarse. Busca la solución con su huelga de hambre, y está mal aconsejada. Su muerte es la solución. Para Marruecos y para el Gobierno de Zapatero. Ignoro si se halla en condiciones de pensar con lucidez. Su lucha ha trascendido, y en todas partes se habla de ella. Que aproveche el momento. Que renuncie a la huelga de hambre y prepare su estrategia de mañana. Morir a cambio de lo imposible es heroico, pero necio. ¿Es ella la responsable de su empecinamiento, o la víctima del circo que se ha montado alrededor de su tragedia? Llega Alberto Sanjuán, se marcha Aitana, la Bardem cena en el hotel, Guillermo Toledo vuelve pasado mañana, Lola Dueñas manifiesta que hay que arreglar el asunto, Juan Diego Botto le susurra memeces argentinas y Juan Diego no Botto le recomienda mantenerse firme. ¿Para qué? ¿Para que muera a cambio de ser la nueva mártir de la izquierda? ¿Una mártir de la Izquierda martirizada por la propia Izquierda del Gobierno de España? –Resiste, Aminatu–. ¿Creen los viajeros de «Air Ceja» que al Rey de Marruecos le importa algo la vida de Aminatu? Menos que un higo o que un dátil. Pero ella se mantiene ahí, víctima del entorno, firme y valiente, sin nadie que le diga que su vida vale mucho más que una huelga de hambre para obtener por la fuerza lo que hoy es imposible. El «Síndrome del Entorno».

La Razón - Opinión

Falta de realismo

El informe económico de Presidencia relega los problemas reales de trabajadores y empresas

El presidente del Gobierno parece haber caído en la cuenta de que la gestión de la crisis económica no se decide tan sólo en la aprobación de planes de estímulo económico y financiero, desde luego muy necesarios, sino que exige un control del déficit público y de la deuda pública. Si no se presta la debida atención a los equilibrios financieros del Estado aparecen sobresaltos como la degradación de las expectativas crediticias de la deuda española, anunciada por la agencia Standard & Poor's y la insidiosa identificación de la calidad crediticia del Reino de España con situaciones potencialmente explosivas como la de Grecia.

En apenas dos semanas el presidente del Gobierno ha realizado más comparecencias públicas para hablar de economía que en casi todo el año. Las intervenciones en torno al anteproyecto de Ley de Economía Sostenible y la reciente presentación del Informe económico del presidente han demandado mayor atención que la que mereció el proyecto más importante de actuación económica, el de los Presupuestos Generales del Estado. Ninguna de esas comparecencias parece estar contribuyendo a anticipar objetivamente un horizonte de recuperación del crecimiento económico y del empleo; y tampoco satisface esos mínimos que ha de conseguir la acción de las autoridades: frenar la erosión de la confianza de los agentes.

El contenido del tercer informe que elabora la Oficina Económica del Presidente es técnicamente correcto, aunque los temas que se abordan tienen poco que ver con la verdadera naturaleza de los graves problemas que sufre la economía, en particular gran parte de las pequeñas y medianas empresas. Salvo los abordados en la introducción, son asuntos (la naturaleza de la crisis crediticia, la incorporación de la mujer al mercado de trabajo, la transición hacia una economía "medioambientalmente" sostenible) distanciados de la realidad inmediata. Es un enfoque poco práctico cuando se vive una recesión prolongada y con una de las tasas de paro más elevadas de Europa. El informe no deja entrever el menor realismo sobre la evolución de la economía española, porque en 2010 aparecen escenarios hostiles a la recuperación. Baste citar la probable retirada de las facilidades crediticias del BCE o la presumible subida de los tipos de interés.

El empeño del presidente sigue centrado en transmitir la idea de una recuperación económica inmediata. El presidente quiere hacer creer a los agentes económicos que tocar fondo en la larga y pronunciada recesión significará el inicio de la recuperación. Sin embargo, con el final de la caída del PIB no llegará la creación de empleo; y el aumento de los puestos de trabajo debe considerarse como la señal cierta de que la sangría de la recesión ha terminado. Entre otras cosas, el aumento de la ocupación contribuirá además a bajar el coste de los estabilizadores automáticos y, por tanto, a reducir el déficit y la deuda, que tanta inquietud provocan en los mercados internacionales.


El País - Editorial

¿Manifestación o excursión de fin de semana?

NO SE PUEDE decir que UGT y CCOO estén pasando precisamente su mejor momento. Hace unos días, un joven realizaba una durísima crítica de su labor desde la tribuna del Congreso, aprovechando la lectura de la Constitución. La anécdota refleja el desconcierto creciente que existe en la sociedad española sobre unos sindicatos cada vez más preocupados por defender sus privilegios mientras se agudiza la crisis.

Resulta muy difícil de entender la decisión de Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo de convocar hoy a sus bases en Madrid bajo el lema: «Que no se aprovechen de la crisis, el trabajo lo primero, por el diálogo social». Todo el mundo está a favor de la prioridad del trabajo y de la necesidad del diálogo social, pero la primera parte del eslogan -ese «que no se aprovechen de la crisis»- es un implícito y desafortunado juicio de intenciones sobre los empresarios.

En una coyuntura en la que han desaparecido 140.000 empresas en año y medio, parece de bastante mal gusto que los sindicatos se arroguen el derecho de movilizar a sus militantes contra los empresarios, que son un factor imprescindible para la creación de empleo y riqueza en nuestra sociedad.

Conscientes de que esta referencia puede ofender no sólo a los empresarios sino a otras muchas personas, Méndez y Fernández Toxo intentaron ayer restar importancia al eslogan, elegido hace un mes, subrayando que lo que pretenden es pedir «un equilibrio en el reparto de los sacrificios que provoca la crisis».

Según datos del INE, el coste medio salarial ha subido en España en 2009 un 4,1%, lo que pone en evidencia que no son los trabajadores que conservan su empleo los que tienen más razones para quejarse. Los que de verdad han salido perdiendo son los casi dos millones de empleados que han ido a las filas del paro desde agosto de 2008.

Los sindicatos han rechazado hasta ahora -y lo siguen haciendo- cualquier reforma laboral que reduzca el coste del despido para los nuevos contratos, lo cual dificulta la creación de esos puestos de trabajo que permitirían reducir las estadísticas del desempleo.

Cualquiera que escuche lo que dijeron ayer los líderes de UGT y CCOO, unido al eslogan de la convocatoria, podría llegar a la conclusión de que la manifestación de hoy carece de objetivos claros, más allá de un acto de autoafirmación de su propio poder, puesto que no piden medidas concretas ni se aboga por un cambio en la política económica del Gobierno, como en ocasiones anteriores.

Dicen los convocantes que el primer objetivo de la manifestación es «restablecer las condiciones para el diálogo social». Esas condiciones no van a ser mejores tras esta movilización. Los empresarios también quieren el diálogo social, lo que sucede es que no están de acuerdo con los sindicatos en el contenido de las iniciativas que deben salir de la negociación.

Méndez y Fernández Toxo reconocieron que «no hay un clamor» para proceder a una huelga general, lo cual es cierto. Casi nadie piensa que en estos momentos la solución a la crisis pueda venir del enfrentamiento entre los agentes sociales, sino todo lo contrario.

Da la impresión de que UGT y CCOO están molestas porque se les reprocha que no han hecho nada para luchar contra la crisis y que sacan a la calle a sus bases -venidas a la capital en trenes y autobuses de toda la geografía española- para desmentir esa tesis. Hoy tendremos más elementos de juicio para valorar si esta convocatoria es una excursión de fin de semana o una manifestación con objetivos concretos.


El Mundo - Editorial

Si vis pacem. Por Ignacio Camacho

EL comandante en jefe se presentó en Oslo con las estrellas de cinco puntas prendidas bajo la pechera del frac. Como aquel Arafat que compareció en la ONU con una rama de olivo en una mano y una metralleta en la otra, Obama fue a recoger el Nobel de la Paz con dos guerras cargadas en su equipaje y el interruptor rojo de la bomba atómica en el attaché de mano. Y cuando los arúspices del buenismo acaso esperaban que se pusiese a tocar la lira del apaciguamiento y a entonar la palinodia pacifista, se descolgó con un discurso inflexible y sin excusas: no hay paz posible con los enemigos de la libertad, no hay libertad en la que quepan los enemigos de la paz.

Con su defensa kennedyana de la guerra justa -sin torturas, bajo la Convención de Ginebra y «con las menos víctimas civiles posibles»-, el presidente americano ha cogido a los incondicionales del pacifismo de salón con el pie cambiado. En vez de pedir perdón, anunciar la retirada incondicional de Irak y tender los brazos a la Alianza de Civilizaciones para hacerse acreedor a las zalameras mercedes del Nobel, Obama asume sin conflicto la contradicción de recibir el Premio con trescientos mil soldados desplegados en Oriente y un Guantánamo por cerrar. Sabiéndose concernido por una responsabilidad de Estado y un liderazgo moral, reclama al mundo libre más soldados en Afganistán, afirma la doctrina de vigilancia democrática y comunica su determinación de victoria. «Nuestra creencia de que la paz es necesaria no es suficiente para lograrla»; «la guerra tiene un papel en la preservación de la paz»; «los que violen las reglas rendirán cuentas»: el romano Vegecio -si vis pacem, para bellum- no pudo soñar nunca una actualización más diáfana.

Conviene aclarar que, para los Estados Unidos, la guerra justa es aquella que protege sus intereses nacionales, identificados sin complejos con los del mundo libre y democrático. Obama no es en ese sentido un líder disolvente dispuesto a renunciar a la hegemonía mundial, y su discurso compromete a quienes, como Zapatero, pretenden interpretar a su conveniencia de parte la diplomacia multilateralista de la Casa Blanca. Obama llama guerra a la guerra y sacrificio al sacrificio; no le tiembla el pulso para usar la fuerza y su ética de la responsabilidad está lejos de las políticas indoloras y lenitivas de cierta izquierda europea. Sus reglas de juego son precisas, y Gobiernos como el de España, tan rendido al nuevo liderazgo estadounidense, se van a tener que dejar la cintura en las piruetas retóricas destinadas a complacerlo. Emplazado a implicarse en el infierno afgano, el zapaterismo se las a va ver y desear ante la opinión pública para transformar la melodía sedante del antibelicismo en la severa, antipática cadencia del tambor de la guerra que toca sin remordimientos ni culpa su recién adoptado paladín planetario.


ABC - Opinión

El procejariado se va de manifa. Por Pablo Molina

Gallardón debería asistir también a la manifestación, junto a los comicastros del Partido, para protestar contra Esperanza Aguirre, culpable junto a los empresarios de que Zapatero haya destruido nuestra economía a una velocidad nunca vista.

De traca, amigos, de traca con trueno final bien gordo. Así que para protestar por la crisis económica los sindicatos horizontales (es la posición más cómoda para recibir inyecciones, más aún si son de fondos públicos) van a organizar un festejo prenavideño acusando a los empresarios de los problemas de nuestra economía. La escena es tan surrealista que sólo se puede dar en la España de Zapatero, no porque en otros lugares el sindicalismo de clase (alta) no insulte a la inteligencia y el bolsillo del resto de trabajadores, sino porque fuera de nuestras fronteras lo hacen con más discreción.

Aquí se despelotan sin ningún pudor y convocan una manifestación contra los enemigos seculares del proletariado, sin tener en cuenta que la famosa lucha de clases pasó a la historia y lo que queremos los trabajadores no es hacer la revolución sino un puesto de trabajo y un pisito en la costa como cualquier sindicalista liberado, vaya.

Con sus acciones, los sindicatos confirman que la batalla en el mundo actual ya no discurre entre empresarios y empleados, sino entre los que viven del dinero público y los que debemos financiar sus francachelas.

Y como adecuado colofón a un acto tan sublime estará de maestro de ceremonias el periodista preferido de Gallardón, que incluso es posible que haya rebajado su caché para aceptar ir a amenizar la fiestuki. Que no falte de nada. El alcalde de Madrid debería asistir también a la manifestación, junto a los comicastros del Partido, para protestar contra Esperanza Aguirre, culpable junto a los empresarios de que Zapatero haya destruido nuestra economía a una velocidad nunca vista en un país civilizado. Total, salvo el PSOE, los sindicatos, el procejariado y Gallardón, que están libres de culpa por su condición de progresistas, los demás no sólo tenemos que financiarlos a todos sino escuchar también sus reprimendas.

Dicen que se van a manifestar contra los que se aprovechan de la crisis. Hombre, yo creía que se referían a ellos mismos, porque no hay nadie en España que esté aprovechándose con más intensidad de la actual catástrofe económica que los sindicalistas y el resto de subvencionados. Oiga pues no. Para estos detentadores de la moral pública, el pequeño empresario que cierra su negocio, pierde su patrimonio y se va al paro o a la economía sumergida es un enemigo al que hay que combatir del brazo del Gobierno socialista, que es el que maneja el BOE.

Y todos los demás, que financiamos su alegría reivindicadora, no sólo tenemos que seguir pagando sino aceptando con resignación la bronca de estos ungidos. Y sin rechistar, oiga, no sea que una patada perdida de kárate acabe impactando en nuestras costillas, que cosas más raras se han visto.


Libertad Digital - Opinión

Esperpento sindical. Por M. Martín Ferrand

RAMÓN del Valle-Inclán, en lo que al esperpento respecta, resulta un pardillo si se le compara con Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo, grandes fabuladores sociales. Luces de Bohemia, frente a la manifestación sindical convocada para hoy en Madrid, es un pequeño sainete de costumbres burguesas y Max Estrella, un notario de provincias. Supongo que liderar sindicatos escasamente representativos y enchufados a la ubre del Presupuesto debe de ser una tarea imposible que exige grandes dosis de imaginación y oportunismo. Hacerlo, además, en actitud de guardaespaldas de un Gobierno errático y confuso requiere la desvergüenza precisa para, sin inmutarse, llamarle redondo a lo cuadrado.

Como en los mejores tiempos del sindicalismo vertical del franquismo, el sindicalismo actual, horizontal en razón de su siesta permanente a la hora de defender los intereses de los parados, los inmigrantes y los autónomos, ha fletado trenes y autobuses, dieta y viáticos incluidos, para que «espontáneamente» los empleados se manifiesten contra sus empleadores sin que, más allá de la superada lucha de clases -la máxima razón del sindicalismo de izquierdas medien razones concretas que puedan justificar la movilización. Es dramático, pero las organizaciones a las que el tiempo y el progreso social -el Estado del bienestar- han dejado sin contenido en los países del Viejo Continente necesitan, periódicamente, demostrar su existencia. Tienen que obtener su fe de vida, como un abonado a la Plaza de Toros de las Ventas, para seguir renovando su abono.

Ya sería de difícil explicación, dadas las circunstancias que perfila el momento, una manifestación sindical contra el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, culpable por omisión y tardanza en sus reacciones, de una parte del problema laboral vigente; pero manifestarse contra los empresarios confirma el diagnóstico del maestro Valle-Inclán: «España es una deformación grotesca de la civilización europea». La movilización que promueven CC.OO. y UGT, tan extemporánea como ridícula, no es un camino para promover el empleo, la más urgente de nuestras necesidades colectivas, sino todo lo contrario: una maniobra para incrementar el recelo de los emprendedores, propios y extraños, y extremar las cautelas de los inversores abrumados por el creciente riesgo financiero que supone invertir en España. Por lo demás, muy oportuna la iniciativa.


ABC - Opinión