martes, 15 de diciembre de 2009

Una Conferencia vacía que ya no se sostiene

Fracaso rotundo del foro de presidentes autonómicos convocado por el Gobierno a propósito de la Ley de Economía Sostenible

EL FRACASO rotundo con el que se ha cerrado la IV Conferencia de Presidentes Autonómicos era algo cantado. Es difícil entender que Zapatero pretendiese lograr ayer el apoyo de las comunidades del PP a su desprestigiada Ley de Economía Sostenible cuando aún no hace ni dos semanas que fue recibida con críticas por toda la oposición en el Congreso de los Diputados. Para que este foro hubiera tenido alguna posibilidad de éxito, Zapatero debería haberlo preparado días antes y a conciencia con Rajoy, y no tratar de cocinar un acuerdo en pocas horas.

Así las cosas, los intentos desesperados de los barones socialistas presionando a los del PP y buscando su apoyo a un documento con medidas genéricas en materia económica no tenían ningún viso de prosperar, máxime cuando se han negado durante año y medio a plantear un gran pacto de Estado contra la crisis.

La responsabilidad del descalabro de la iniciativa es única y exclusivamente del propio presidente del Gobierno, que, como los hechos han demostrado, nunca creyó en la Conferencia de Presidentes, y eso que la presentó en su día casi como una nueva institución del Estado de las Autonomías. Para empezar, anunció que habría al menos una cumbre por año. Pues bien, este órgano fue instituido en 2004 y no hubo reuniones ni en 2006 ni en 2008.

La prueba definitiva de que no ha existido voluntad política de impulsar este foro es que ninguna de las comisiones que se constituyeron en las tres convocatorias anteriores se ha reunido jamás. Zapatero también justificó la creación de la Conferencia de Presidentes con el argumento de que en su seno se debatirían asuntos capitales relacionados con el modelo territorial, como la reforma del Senado y de los Estatutos, el sistema de financiación o la participación de las comunidades autónomas en las instituciones europeas. A la hora de la verdad, no sólo ninguno de esos temas ha estado en la agenda, sino que un acuerdo fundamental como el de la financiación se ha pactado de forma bilateral con Cataluña a espaldas de la cumbre de presidentes y del propio Consejo de Política Fiscal y Financiera.

Pero el fracaso de la Conferencia de Presidentes tiene mucho que ver también con las propias contradicciones del Gobierno. Zapatero, que ayer acusaba a los populares de «falta de altura política» por no bailarle el agua, se sacó ese foro de la chistera para dar la imagen de que propiciaba consensos, pese a que marginaba y sigue marginando de cualquier gran acuerdo al PP, que es como decir a media España.

Pero también creó ese órgano como señuelo que le permitiera conciliar posiciones absolutamente contrarias: mientras estaba dispuesto a aceptar las desigualdades y los privilegios que consagra el Estatuto catalán, invocaba la Conferencia de Presidentes como símbolo de que los españoles somos «distintos en identidades pero iguales en derechos», tal y como dijo en la primera convocatoria. Es decir, Zapatero quería escenificar que existe un diálogo en pie de igualdad de todos los Ejecutivos autonómicos, cuando es imposible ocultar que ahora hay unos Gobiernos más iguales que otros.

En ese sentido, la foto de nuestra portada, en la que varios presidentes comparten café con el Príncipe, evoca la frase atribuida a Clavero Arévalo, el ministro de UCD que solicitó «café para todos» cuando se percató de que en la Transición ya se configuraba una España de territorios con distintos derechos. Lejos de igualar las diferencias, Zapatero ha abierto otras nuevas. Y eso no puede pretender ocultarlo con una Conferencia de Presidentes vaciada de contenido por él mismo y que ya no se sostiene: hoy es un órgano inútil más.


El Mundo - Editorial

Zorros con piel de pacifista. Por Cristina Losada

Si los socialistas forofos de Obama se han abstenido de pronunciarse, la prensa dizque progresista se las ha visto y deseado para digerir el discurso.

Cuatro días de espera llevo y el que espera, desespera. Un silencio sepulcral ha recibido del Gobierno español el discurso de Obama en Oslo. Insólita la callada de unos fans que vibran con las melodías del presidente norteamericano y las corean como si fueran suyas. Y que anunciaron la llegada de una nueva era gracias a la conjunción de dos estrellas gemelas, unidas por sus ansias de paz infinitas. Pues no han dicho ni mu los botafumeiros locales de Barack. Nada, no comment, tras una pieza oratoria en la que el Nobel de la Paz, para empezar a hablar, se presentó como comandante en jefe del ejército de un país implicado en dos guerras. En una de ellas pone España su granito de arena, pero ¡chitón!, digo, ¡Chacón!

Desusado el silencio, lógico el desconcierto. Lejos de proclamar que retirará las tropas de todas partes y que nunca, jamás, ha de involucrarse en guerras, Obama dejó sentado –y a muchos, pasmados– que hay ocasiones en las que el uso de la fuerza es necesario y está moralmente justificado. Resulta que su aprecio por Gandhi no impide al inquilino de la Casa Blanca afrontar el mundo tal como es, por lo que se reservó el derecho de actuar, unilateralmente si fuera preciso, para defender a su país. Un movimiento no violento, recordó, no habría podido detener a los ejércitos de Hitler. Aún más, apuntaría el dato, ignoto para nuestros gobernantes, de que el mal existe en el mundo sin ninguna duda. El mal, que no el mar de injusticia universal, ese océano, que según predica Zapatero, es la causa de toda violencia.

Si los socialistas forofos de Obama se han abstenido de pronunciarse, la prensa dizque progresista se las ha visto y deseado para digerir el discurso. Unos advertían que el superpresidente se vio obligado y hasta insinuaban que forzado por los generales... ¿a punta de pistola? Otros se aferraban a una mención del concepto de "guerra justa" para asegurar que esa era su doctrina, que reputaban opuesta a la de Bush y sus neocon malignos. Pero si hay una doctrina contraria a la que Obama expuso en Oslo es la del zapaterismo, sintetizada por el ex ministro de Defensa en la fórmula "antes matar que morir", siempre que mueran otros, claro. Aquí lo que hay son muchos zorros con piel de pacifista. Ya escribió Orwell en 1942 que la propaganda por la paz era tan deshonesta e intelectualmente repugnante como la propaganda belicista.


Libertad Digital - Opinión

La aristocracia sindical. Por José García Domínguez

El exclusivo club de quienes se han blindado contra el mercado merced a los contratos indefinidos, he ahí la genuina sangre azul que el sábado aireó sus blasones, desfilando altiva por las calles de Madrid.

Algo antes de que el Gran Wyoming pasara a convertirse en el referente intelectual y moral de la socialdemocracia, Kautsky, el renegado más célebre de la Historia, pergeñó la doctrina de la aristocracia obrera. Un asunto, ése de los proletarios convertidos en los primeros explotadores de la plusvalía del prójimo, que al compañero Cándido Méndez le debe sonar a chino mandarín, aunque no a Toxo. Y es que todavía hay clases: no es lo mismo Comisiones, una gremial que nació de la izquierda pata negra, con genuino pedigrí antifranquista, que la UGT, un tinglado funcionarial concebido ex profeso para pastar a la sombra del Presupuesto.

Méndez, que lo más subversivo que ha hecho en toda su vida fue animar al Jaén en la grada del Cádiz, de esas cosas no entiende. Pero Toxo, que ejerció de trotskista en la LCR antes que de fraile mendicante en la procesión del buen rollito zapateril, seguro que lo sabe. Sabe que lo que la vieja izquierda, la decente, siempre consideró intolerable, escindir a los trabajadores en castas enfrentadas, se parece como dos gotas de agua a lo que defienden con uñas y dientes los sindicatos, hoy. Ya lo advirtió aquél: al final, todo el mundo acaba pareciéndose a su peor enemigo.

Así, la aristocracia obrera que denunciara Kautsky, aquellos asalariados de las metrópolis que asentaron sus privilegios sobre la sórdida miseria de sus iguales en las colonias, se reencarna ahora en la novísima nobleza poscapitalista. El exclusivo club de quienes se han blindado contra el mercado merced a los contratos indefinidos, he ahí la genuina sangre azul que el sábado aireó sus blasones, desfilando altiva por las calles de Madrid. Y motivos con tal de sentirse orgullosa de su Gobierno le sobraban, por cierto.

Al cabo, España logró el mismo día una hazaña internacional llamada a pasar a los anales. A saber, en la OCDE, sólo Lituania ha sido capaz de destruir más empleos que nuestra patricia economía estamental. Un alarde que, por lo demás, no esconde ningún misterioso arcano. Simplemente, el paro masivo, crónico y estructural de los jóvenes del Tercer Estado constituye el perentorio derecho de pernada exigido por la nobleza sindical con tal de garantizar la inamovible estabilidad laboral de toda su distinguida estirpe. Así de simple. Así de estúpido. Así de clasista.


Libertad Digital - Opinión

Una cumbre autonómica condenada al fracaso. Por Antonio Casado

La Conferencia de Presidentes estaba condenada al fracaso. Por inútil. Por poco creíble. Y por redundante. Al menos en el objetivo declarado prioritario: la cooperación entre el Gobierno y las Comunidades Autónomas para superar la crisis económica. El resto de los asuntos a tratar, como la Presidencia semestral de la Unión Europea o la violencia de género, eran las ‘marías’ de esta peculiar reunión celebrada en el Salón de Pasos Perdidos del Senado.

Reunión inútil, digo, porque inútil era buscar desde el Gobierno el consenso institucional con las Comunidades gobernadas por el PP, cuando la dirección nacional de este partido ha encontrado en la crisis económica su principal resorte para echar a Zapatero de la Moncloa. En todo caso, son los electores quienes tendrán que valorar la actitud de quienes ponen su condición institucional al servicio de la estrategia de su partido en la lucha por el poder. Lo cual sirve también para Zapatero si con esta convocatoria, cuyo balance podría reducirse a una foto de familia alrededor del Rey de España, estuviera buscando cómplices para disfrazar sus errores en política económica.

La Conferencia era además poco creíble, a juzgar por los antecedentes. Empezando por los incumplimientos fundacionales. Nació en 2004 con la vocación de celebrarse anualmente y convertir sus acuerdos en ley. Ni lo uno ni lo otro se ha cumplido. Y en cuanto a los acuerdos adoptados en las tres reuniones anteriores, todos se convirtieron en papel mojado, excepto el que consistía en poner el cazo para que las Comunidades recibieran del Estado más de 6.000 millones de euros destinados a la financiación de la Sanidad Pública.

Finalmente, era redundante. Su principal objetivo, la remada conjunta de las Administraciones (Central y Autonómica) contra la crisis, centrada en la lucha contra el desempleo y el déficit público, llegaba vinculado a la llamada Estrategia de Economía Sostenible, de larga y reiterada exposición. A saber: en el debate parlamentario sobre política económica, en el debate presupuestario del último trimestre de cada año, en un acto de partido celebrado en el Palacio de Congresos de Madrid, en un debate dedicado monográficamente en el Congreso a la futura Ley de Economía Sostenible y en la reciente presentación de la misma en el Palacio de la Moncloa, con invitados especiales de la Patronal y los Sindicatos.

Si no ha cuajado ya esta reorientación de la política económica de Zapatero, por un cambio del modelo productivo, era difícil que fuese a cuajar en una Conferencia de Presidentes Autonómicos donde tenía garantizada la enemiga de los barones del PP. Por no hablar de la redundancia del marco y los asistentes. No se entiende un formato que se solapa con el Senado, definido por la Constitución como Cámara territorial, y con el Consejo de Política Fiscal y Financiera, o las comisiones mixtas Gobierno-Comunidades, que son los órganos específicos de cooperación entre ambas administraciones. También era redundante la presencia de los presidentes de las dos Patronales y los dos Sindicatos ¿Eso no tiene su marco específico en el diálogo social por el que tanto apuesta Zapatero?

Todo lo cual no importaría si, finalmente, se hubiera conseguido una deseable colaboración del Gobierno con unas administraciones autonómicas que gestionan el 40% de los recursos públicos y ejercen en exclusiva la competencia en materia de políticas activas de empleo. Como palancas de lucha contra el déficit público y el paro, las Comunidades Autónomas son decisivas. Sin embargo, el grado de enconamiento en la lucha por el poder entre el titular, Zapatero, y el aspirante, Rajoy, bloquean esa cooperación. Uno de los barones del PP, Alberto Núñez Feijóo, hizo ayer la frase que resume perfectamente el cuadro: “El PP no puede acompañar a un Gobierno que no sabe adónde va”.


El confidencial - Opinión

Forrados. Por Alfonso Ussía

Están forrados. Los sindicatos, quiero decir. Siete millones de euros cada mes a UGT y CCOO de nuestro dinero. Con las cuotas de los afiliados no pagarían ni las telas de las pancartas. Carlos Herrera le dice a Cándido Méndez «tercer vicepresidente del Gobierno». Se equivoca. Es el vicepresidente primero. Tony Fidalgo avergonzado de la convocatoria manifestante. Cuatro millones y medio de parados y los culpables, los empresarios. Zapatero no. Zapatero es el que reparte los dineros y las propinas. Lo escribió Tip:

«Duérmete niño mío
que viene el CCOO
y castiga al patrono
que paga poco».

Con diez euros de aliciente, tren o autobús pagados y un día de turismo por Madrid, muy poca afluencia. Solís Ruiz lo hacía mejor. Y el topicazo. La Bardem y el «Wyoming», que denuncia un linchamiento mediático. Le arrean a otro y el linchado es él. La Bardem asistió rebotada. Se rumorea que la pobre Aminatu Haidar ha pedido que no vuelva la Bardem a darle la tostada en Lanzarote. A falta de foto con Aminatu, tribuna sindical, o mejor sindicalista. A los manifestantes sin trabajo les pudo parecer exótico que la proclama fuera pronunciada por un individuo que lleva años forrándose en las cadenas de televisión, acompañado de una actriz de reparto que viaja más que Hillary Clinton. El uno y la otra –supongo–, tienen sus sociedades limitadas, y por ende son empresarios. Se manifestaron contra ellos mismos, lo cual tiene su gracia.


Cuatro millones y medio de parados y los empresarios del cine y de los chistes encabezando la manifestación. A Zapatero ni rozarlo. Negó la crisis, mintió a los votantes, no tomó medidas preventivas, llegó la crisis, siguió engañando a los votantes, le crecieron los enanos, fabricó millones de parados, y nada más. Es decir, que Zapatero no tiene la culpa de nada y que la responsabilidad es de los empresarios. Especialmente de las decenas de miles de pequeños empresarios que han tenido que cerrar a causa de la ruina. Eso no lo entienden CCOO y UGT, que reciben cada mes siete millones de euros para sostener a sus elefantes. Y eso tampoco lo entienden el «linchado» por los medios y la subvencionada viajera solidaria. A ellos, Zapatero los trata muy bien, y si Méndez y Toxo dicen que la culpa es de los empresarios, pues adelante con la murga.

Además, todo eso para hacer el ridículo. Poquita gente para tan apreciable oferta turística. La próxima convocatoria, veinte euros de dieta. Y si persiste el desánimo, una tercera con cincuenta euros, que el dinero sobra. «Que no se aprovechen los empresarios de la crisis». ¿En qué quedamos? ¿No aseguró Zapatero que la crisis era una artimaña electoral del Partido Popular? ¿No acusó a los que anunciaban la crisis de antipatriotas? ¿Cómo se van a aprovechar los empresarios, muchos de ellos arruinados, de una crisis que es un invento de los que quieren levantar el culo de Zapatero de los sillones de La Moncloa? Por mí, que se manifiesten lo que les plazca, y si se divierten, jauja. Para eso están el «Wyoming» y la Bardem. Pero háganlo mejor. Copien a Solís Ruiz, que con unas pocas pesetas llenaba el Bernabéu. Y sin famosos.


La Razón - Opinión

Conferencia fallida

La pugna partidista lastra la reunión de presidentes autonómicos e impide el consenso.

La cuarta Conferencia de Presidentes autonómicos celebrada ayer tenía como prioridad la coordinación de las políticas anticrisis y en particular las de fomento del empleo, que es una competencia transferida a las comunidades. No hubo acuerdo, porque los ocho presidentes del PP se abstuvieron, pese a que la resolución recogía gran parte del decálogo propuesto con anterioridad por los populares. Este resultado aconseja revisar el modelo de las conferencias. Un acuerdo de fondo era improbable, dadas las diferencias obvias existentes entre Gobierno y oposición sobre temas como impuestos y reforma laboral; pero también dados los condicionantes propios de este tipo de foros.


Por una parte, la conferencia sólo tiene sentido si funciona por consenso o amplísima mayoría. Así ocurre desde luego en los sistemas federales (Alemania, Austria, Suiza) que cuentan con un foro de similar factura. Para decidir por mayoría ya están las cámaras. Por tanto, los temas a tratar deben ser susceptibles de acuerdo unánime, o casi, por lo que necesariamente será muy genérico. Las conclusiones, si las hay, tendrán que ser trasladadas para su tramitación a otras instituciones que las plasmen en resoluciones, medidas, leyes. El reproche del PP de que no ha habido propuestas concretas, está, por ello, fuera de lugar.

Por otra parte, el tema central de debate lo es también del proyectado diálogo social, por lo que una concreción excesiva de las propuestas dejaría sin margen a los interlocutores sociales.

En el sistema autonómico español, que no cuenta con una cámara territorial propiamente dicha, la conferencia aspira a convertirse en foro de acuerdos transversales, que no reproduzcan necesariamente las mayorías del Congreso. Pero el viernes se reunieron en la sede de Génova los presidentes de autonomías gobernadas por el PP para unificar posiciones, y con el mismo objetivo las del PSOE el domingo.

Otra característica de las conferencias es que son a puerta cerrada. Podría justificarse si sirviera para facilitar acuerdos transversales; pero en la práctica, casi todos los participantes comprometen su posición con declaraciones previas de autoafir-mación partidista. Sobre todo los que auguran que la reunión va a ser un fracaso: ya se cuidarán ellos de que lo sea.

Pese a ello, el PP necesitaba acreditar una actitud constructiva en determinados temas (para atraerse al electorado moderado), y el Gobierno, conseguir algún acuerdo, para que la conferencia no pudiera ser considerada un fracaso total. Del cruce de ambas necesidades nacieron acuerdos unánimes sobre la presidencia española de la UE (trasladando al foro autonómico el ya alcanzado por los grupos en el Congreso) y una declaración contra la violencia machista, tema sobre el que Zapatero se comprometió en 2008 a convocar una conferencia monográfica. Pero no lo hubo sobre el objetivo central de la reunión. Convocarla sin haber madurado previamente el acuerdo, sobre una propuesta conocida por los presidentes, fue un error.


El País - Editorial

Repartiendo las culpas de la ruina económica

Lo peor de la Conferencia de Presidentes no ha sido su manifiesta esterilidad en todos los campos –excepto en el de las relaciones públicas–, sino la rueda de molino con la que Zapatero quería hacer comulgar a las ocho autonomías gobernadas por el PP.

La Conferencia de Presidentes autonómicos ha salido como cabía esperar. Era el último cartucho de Zapatero para validar su plan de Economía Sostenible. Para sacar adelante un proyecto de semejante envergadura que, por su naturaleza socialdemócrata e intervencionista, empeorará la crisis, el Gobierno necesita del concurso del principal partido de la oposición. Por suerte, esta vez los populares han sabido estar a la altura de las circunstancias y se han negado en redondo a caer en la trampa que su anfitrión les tenía preparada.

Porque lo peor de la Conferencia de Presidentes no ha sido su manifiesta esterilidad en todos los campos –excepto en el de las relaciones públicas–, sino la rueda de molino con la que Zapatero quería hacer comulgar a las ocho autonomías gobernadas por el PP. Luego, cuando el perverso truco no ha funcionado, Zapatero ha montado en cólera y se ha colocado ante las cámaras para arremeter con toda su furia contra los de Rajoy.

Los acusa de interés partidista y de no querer arrimar el hombro ante la crisis económica. Pero no es así. Lo que Zapatero ha presentado a los presidentes populares era un órdago por sorpresa. Pretende legitimar su acción de Gobierno sobre los barones del Partido Popular, lo que no deja de ser chocante y de servir para retratar a Zapatero en su misma esencia de aventajado trilero político. Al final, le ha salido el tiro por la culata, al menos por ahora. Tendrá el presidente que inventar algo nuevo o recurrir a alguna contraprestación fuera del debate propiamente económico, para que el PP rinda armas y apruebe los planes gubernamentales de convertir España en uno de los países más intervenidos de Europa.

Por encima de la frustración, manifestada especialmente por Feijoó y Sanz en el receso de mediodía, que ha causado en los presidentes autonómicos del PP esta larguísima e inútil conferencia, queda la arrastrada situación de nuestra economía, a la que ningún político sabe encontrarle solución. La crisis, que en breve entrará en su tercer año, no sólo no remite sino que se agrava a cada mes que pasa. El desempleo sigue aumentando, las empresas siguen cerrando y el déficit público, convertido por Zapatero en una suerte de elixir mágico, se ha disparado hipotecando dramáticamente la recuperación que cada día se vislumbra más lejana.

Los planes de Zapatero son más de lo mismo: más impuestos, más rigideces, más gasto público; menos competitividad, menos empleo, menos riqueza. En definitiva, más socialismo y menos libertad. La manifestación sindical del pasado sábado es el símbolo de la España que Zapatero construye decidido aprovechando los problemas derivados de la crisis económica. Espera, además, culminar su ruina con el apoyo del PP. No le termina de salir y, como no podía ser menos, la culpa es de la Oposición.


Libertad Digital - Editorial

Monumento al Zapaterismo. Por M. Martín Ferrand

AQUELLO que, con patética ironía, versificó Miguel de Cervantes para expresar su pasmo ante el túmulo a Felipe II levantado en la Catedral de Sevilla bien podría servirnos hoy para describir el exceso de nuestras instituciones y la desmesura, diz que representativa, con la que actúan nuestros líderes:
«Voto a Dios que me espanta esta grandeza
y que diera un doblón por describilla;
porque, ¿a quién no sorprende y maravilla
esta máquina insigne, esta riqueza?»

En esta democracia nuestra, en la que los ruidos —muchos, demasiados— tratan de disimular la escasez de nueces, todo se nos va en fastos huecos y ceremonias grandilocuentes. La pomposa Conferencia de Presidentes que ayer se produjo en el Senado es una buena prueba de ello. Un invento para disimular la falta de contenido que define a la Cámara Alta.

Lejos de pretender que las Cámaras, y demás instituciones derivadas de la Constitución, funcionen con la precisión de un reloj suizo, el Gobierno y la Oposición, en feliz compaña, se obstinan en incrementar el folclore con el que suelen difuminar responsabilidades y encubrir las carencias de las que cuelgan buena parte de nuestros males colectivos. Tiene su toque esperpéntico que, para darle al Senado una verosimilitud como Cámara territorial, que no lo es, se reúnan en él los presidentes autonómicos, que no son senadores, y que les acompañen los llamados Agentes Sociales, que si son sociales no son agentes y que, en cualquier caso, no son consecuencia de una elección popular y no se integran en ninguno de los tres grandes poderes del Estado.

Es evidente que nuestra democracia, poco representativa y nada parlamentaria, como acredita la Conferencia de Presidentes, está exigiendo trabajos de mantenimiento y proyectos de reforma, pero no verbenas y fuegos artificiales. La reunión de los presidentes regionales, además de reforzar con alarmante demasía la influencia de los grupos nacionalistas periféricos y separatistas —ya primados por el sistema electoral— ningunea el trabajo (?) de los senadores y saca de sus cauces ordinarios la discrepancia y el consenso que cabe esperar de las sesiones camerales. Verdaderamente, sorprende y maravilla esta máquina insigne y este despilfarro de riqueza que, tan tonante como inútil, evidencia la carcasa hueca de un Estado en crisis y la extraña enfermedad de una Nación sin pulso. Su descripción no vale un par de euros.


ABC - Opinión

La empresa de El Gran Wyoming, Asuntos y cuestiones varias S.L., facturó 923.000 euros el último año que presentó sus cuentas

La sociedad es propietaria de un duplex en Zahara de los Atunes

José Miguel Monzón Navarro, más conocido como El Gran Wyoming, en teoría humorista y showman, pero también activista político y sindical como lo demostró este fin de semana manifestándose contra los empresarios, aunque obviando que él también lo es y no de los que crean empleo.

Ya no sabe cómo llamar la atención o, lo que es peor, buscar publicidad para su programa “El Intermedio”, que emite La Sexta de lunes a viernes, para que el resto de medios de comunicación nos hagamos eco de su “sentido” del humor. Hace pocos meses era una supuesta bronca que, en un irreal directo, le propinaba a una de sus colaboradoras. Ninguna mujer, feminista o no feminista, de la ceja o no de la ceja, compareció a protestar. Y mucho menos la ministra de Igualdad, Bibiana Aído.

Hace pocos días el presentador del programa Diario de la noche de Telemadrid y columnista del diario ABC, Hermann Tertsch, en eleditorial originalde su Telediario nocturno, decía: "Frente a tanto ministro pacifista que prefiere morir a matar, la decisión de matar a un enemigo que nos quiere matar está justificada como defensa legítima y si pudiera matar a quince miembros de Al Qaeda para liberar a los tres compatriotas secuestrados lo haría sin dudar". Este comentario sirvió a José María Monzón para emitir un vídeo que, según fuentes oficiales de La Sexta “son habituales” en el programa “El Intermedio”.

Maldita la gracia de Wyoming y de Jaume Roures, que se lo consiente. A los pocos días, el periodista de Telemadrid era víctima de una brutal agresión por la espalda en un bar de copas de la capital de España que le mantiene ingresado en el Hospital.

Y es que a José María Monzón todo le sale gratis. Nunca ha perdido dinero. Bien de la televisión pública, es decir Televisión Española –eso sí, siempre gobernada por el PSOE–, y si no vía privadas, pero con mucho menos caché. Salvo en “Caiga Quien Caiga”, la audiencia no ha respaldado sus proyectos televisivos. Eso sí, Monzón siempre ha contado con el respaldo del PSOE y de sus grupos afines, en los últimos años especialmente con el de La Sexta de Jaume Roures.

El 15 de marzo de 2005, tras su estreno el 12 de enero de ese mismo año, el equipo de la entonces directora general del Ente Público RTVE, Carmen Cafarell, decidía retirar de la parrilla el programa “La Azotea de Wyoming”. Oportunidades le dieron cambiando fecha y día de emisión. Pero la televisión pública no se podía permitir un gasto tan elevado: 221.143 euros por programa sin contar con el sueldo de su presentador. Fueron sólo nueve entregas, pero la productora de Wyoming cobró la totalidad del acuerdo suscrito con Televisión Española. Un favor más a costa del sueldo de todos los españoles.

Pero dinero no le falta a este peculiar humorista.

Resultados al alza

Después del fiasco de Televisión Española, encontró cobijo en La Sexta, y las cosas no deben irle demasiado mal si vemos los resultados hasta el 2007, ya que las correspondientes al 2008 no las ha enviado al Registro Mercantil aunque ya estamos en diciembre de 2009, falta de tiempo seguro.

Así la facturación de su sociedad Asuntos y Cuestiones Varias, S.L. pasó de los 475.976,53 euros de 2005, a las cifras redondas de 605.200,00 euros y 923.005,00 euros respectivamente en 2006 y 2007. Más de 150 millones de las antiguas pesetas, en una empresa que por supuesto crea mucho empleo, un trabajador en 2007 y que cerró ese año con 328.882 euros de benefio.

Todo ello sin apenas incrementar sus deudores (tan sólo tiene deudas a corto plazo) y engordando sus reservas, que ya sumaban más de 800.000 euros para sumar junto al mínimo capital de 3.008,50 euros a sus recursos propios.

Duplex en Zahara de los Atunes

Lo que sorprende en la cuenta de una sociedad que se dedica a la representación artística es tener un inmovilizado material de más de un millón de euros, en concreto 1.103.000 euros, cuando lo normal en este tipo de sociedades es su práctica inexistencia.

Buena parte de ello será el valor la vivienda con garaje que la sociedad compró en Zahara de los Atunes, Cádiz, compuesto por zona ajardinada y una vivienda tipo dúplex, de planta semisótano, baja, primera, con castillete en planta de cubierta y que por supuesto, como la mayoría de los españoles, los que defiende frente al abuso de los empresarios, pagó no tiene hipoteca.


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