sábado, 9 de enero de 2010

Climategate en la TV finlandesa

Tres vídeos de un reportaje emitido por la televisión finesa y subtitulados en español por el grupo del blog Plaza Moyúa

La noche del Jueves, 19 de noviembre, aparecieron en un servidor de Internet en Rusia archivos de datos internos y copias de los correos electrónicos del centro de investigación climática británico C.R.U. La filtración puso en evidencia el funcionamiento interno de CRU, un bastión de científicos del IPCC, defensores del Global Warming, así como el cúmulo de errores, engaños y presiones efectuados por ellos sobre los científicos que no coincidían con ellos.





Mr. Bean entra en acción. Por Emilio J. González

Zapatero ha entrado en la presidencia de la UE como Mr. Bean, destrozando todo lo que encuentra a su paso. Lo malo es que mientras el personaje cómico británico al final sale siempre bien parado, a ZP no le va a pasar lo mismo.

Si alguien tenía alguna duda acerca de que la seriedad en la España de Zapatero brilla por su ausencia, el estreno de ZP como presidente de turno de la Unión Europea la ha despejado por completo. Vamos, a quién que no sea él se le ocurre decir que hay que sancionar a los países que incumplan sus planes de estabilidad cuando la primera nación que va a faltar a sus compromisos con la UE es, muy probablemente, la que preside él, por desgracia para nosotros, los sufridos españoles. Es como si un convicto de robo pidiera el endurecimiento de las penas por latrocinio, o sea, algo inimaginable. Pero con Zapatero –con él y de él– ya se puede esperar cualquier cosa, especialmente después de aquello de la Cumbre de Copenhague, a lo ‘Indio Lelo’ como decía César Vidal, de que la Tierra no es de nadie, sino del viento. Ahora, por lo visto, debe creerse que él es presidente de la Unión Europea porque ha ganado unas elecciones, o porque ha sido nombrado por aclamación popular dada su enorme talla de estadista internacional, cuando lo cierto es que desempeña en la UE ese papel porque es el presidente de un país al que, por el sistema de presidencias rotatorias a partir del listado alfabético de Estados miembros, le ha tocado estar al frente de los destinos comunitarios durante seis meses. Si el síndrome de La Moncloa alejó a González y Aznar de la realidad, en Zapatero ha hecho verdaderos estragos.


¿Alguno de los asesores monclovitas se ha enterado de la factura que tendría que pagar España si se aplicara lo que dice ZP? Pues permítanme que les instruya en un momento. Según el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, la sanción a cada país que incumpla sus planes de estabilidad es del 0,2% del PIB más la décima parte de la diferencia entre el nivel de déficit del 3% del PIB y el desequilibrio de las cuentas públicas que experimente dicha nación. Si esta regla se le aplicara a España en estos momentos, tendríamos que aportar a las arcas comunitarias una cantidad equivalente al 1,2% de nuestro PIB, como si no tuviéramos ya bastante problemas con nuestro ‘agujero’ fiscal, que con este Gobierno no hay manera de reducirlo, con los largos años de depresión que tenemos por delante y con la debilidad de nuestras finanzas que nos puede llevar a la suspensión de pagos, según temen cada vez más y más analistas. Dice el refrán, muy sabiamente, que en boca cerrada no entran moscas. ¡Qué bien hubiera estado Zapatero quedándose calladito! Porque lo que acaba de decir, en el mejor de los casos, va a provocar hilaridad en toda la Unión Europea, en todo el mundo.

ZP se ha atrevido a criticar a una periodista española que ha puesto en cuestión su capacidad para liderar la UE, después de que toda la prensa internacional haya hecho lo mismo a lo largo de los últimos días. Con declaraciones como la que ha hecho desde luego deja bien claro que no está a la altura de las circunstancias ni del cargo institucional que, por ironías del destino, le toca desempeñar en esta primera mitad de 2010. Y encima sigue insistiendo en eso de que estamos a punto de salir de la recesión. Sí, estaremos a punto de ello, pero también estamos al borde de la suspensión de pagos y, en el mejor de los casos, de una larga y dura etapa de depresión. Ya lo dijo recientemente el secretario de Estado de Economía, el señor Campa, que hasta 2015 no bajará la tasa de paro al nivel del 8%, y eso suponiendo que nos coloquemos en el mejor de los escenarios posibles para la economía española.

En otras circunstancias, posiblemente todo esto nos movería a la risa. Ahora, en cambio, es para llorar de amargura porque en todo el mundo, y después de la que le ha caído a España en la prensa internacional, se va a mirar con lupa a nuestro país. Y ZP no ha hecho más que confirmar lo que los periódicos y revistas más importantes del planeta han venido diciendo acerca de su incapacidad para liderar nada. Eso nos va a pasar, con toda probabilidad, una factura muy alta en términos de dificultades aún mayores para financiar nuestra economía y nuestro déficit público porque, ¿qué inversor se arriesgaría a colocar su dinero en esta España? Como si ya no tuviéramos bastante con nuestros graves problemas económicos y los que además nos crea este Gobierno. Vamos, que gracias a EuroZP podemos estar uno o varios pasos más cerca de la bancarrota del país.

Zapatero ha entrado en la presidencia de la UE como Mr. Bean, destrozando todo lo que encuentra a su paso. Lo malo es que mientras el personaje cómico británico al final sale siempre bien parado, a ZP no le va a pasar lo mismo. Y los destrozos que ya empieza a ocasionar los vamos a tener que pagar todos los españoles a base de mucho paro y mucha pobreza.


Libertad Digital - Opinión

El maestro Ciruela abre en Europa una escuela. Por Pablo Molina

Zapatero es el gobernante que ha provocado en cualquier país la mayor devastación política, económica y social en el menor tiempo posible, lo que no le impide proponer una agenda al resto del continente por una década.

Zapatero es un personaje irrepetible al que algún día la psiquiatría clínica deberá analizar para provecho de las generaciones futuras de estudiosos de la mente humana. La realidad no tiene para él ningún valor, de hecho no existe en lo que a él respecta, y si en algún caso los hechos contravienen sus predicciones con tozudez, su respuesta es persistir en el error con mayor terquedad. Un tipo cojonudo nuestro presidente.

De joven tuvo que ser absorbido por un vórtice cuántico que le alejó definitivamente del espacio-tiempo en el que se desarrollan los fenómenos físicos, de ahí que a sus cincuenta años siga creyendo sinceramente que sus deseos transforman la realidad y la de los que le rodean. Un tipo así dedicado a la venta ambulante es peligroso; como presidente del Gobierno es letal.


Cuando el proceso rotatorio anunció la llegada de Zapatero a la presidencia de la UE, los medios de comunicación extranjeros soltaron la gran carcajada, mayormente porque La Secta no emite para el resto del continente y, aunque lo hiciera, su audiencia sería previsiblemente igual de lamentable, así que la imagen que el presidente tiene fuera de nuestras fronteras es, a diferencia de España, completamente fidedigna. Ahora bien, después de este primer anuncio de Zapatero sobre lo que pretende hacer con Europa la risa se habrá convertido en un rictus de estupor mezclado con miedo a partes iguales. Este tío va a dejar Europa que no la va a conocer ni la progenitora B que la alumbró (por no seguir las recomendaciones del Gabinete de salud reproductiva). Y si a los ciudadanos europeos les gusta su actual forma de vida peor para ellos.

El problema de Zapatero es que su capacidad destructiva en Europa va a ser mucho más limitada que dentro nuestras fronteras, donde actúa con una patente de corso que nadie le ha expedido, porque también en democracia existe un Estado de Derecho que vincula a los gobernantes; a ellos en primer lugar. Otra cosa es que las instituciones garantes de la legalidad y la leal oposición miren para otro lado a la espera de heredar el país a beneficio de inventario, en cuyo caso no convalidan el delito sino que, sencillamente, se convierten en sus cómplices.

Zapatero es el gobernante que ha provocado en cualquier país la mayor devastación política, económica y social en el menor tiempo posible, lo que no le impide proponer una agenda al resto del continente por una década con sanciones a los que se salgan de sus recetas: envilecimiento de la política, subida de impuestos, derroche presupuestario, legislación contra la propiedad privada y la familia, idiotización de la infancia y la juventud a través del sistema educativo y creación de una casta de pesebristas que agiten las masas a su favor. Si no fuera porque la Unión Europea tiene un presidente permanente desde el pasado uno de diciembre y algunos primeros ministros sensatos, la llegada de Zapatero a la presidencia europea sería un nuevo Lepanto con el resultado invertido. En todo caso, está bien que la izquierda europea conozca de primera mano cómo se las gasta su referente más radical. Hala, a disfrutar el momento, que un semestre pasa volando.


Libertad Digital - Opinión

Nada con sifón. Por M. Martín Ferrand

EN España, donde el olvido sienta sus reales y la desmemoria implanta la ingratitud, le ha dado a todo el mundo por hablar más del pasado que del futuro. También los picadores le tapan los ojos a sus caballerías para que no se espanten con lo que tienen delante, pero ese es un mal sistema. Es algo cívicamente penoso, culturalmente empobrecedor y políticamente perverso. Gracias a nuestro peculiar sistema educativo, tan igualitario como paupérrimo, los nuevos españoles no saben de dónde vienen y, gracias a nuestro pintoresco sistema representativo y diz que parlamentario, los ciudadanos no sabemos lo que nos espera. Esto es el limbo. Desde tan singular posición, lejana de los modos con que se enfrentan a la crisis las grandes potencias europeas y próxima a las prácticas de un campamento de boy scout, el PP ha presentado en el Congreso una Proposición no de Ley con la que pretende una estrategia económica válida para la recuperación del empleo.

Alfonso Sánchez, crítico de cine, cronista social, humorista fino y la carraspera más famosa de los sesenta y los setenta, mantuvo durante años en La Codorniz una sección -«Nada con sifón»- que firmaba como Chistera. La Proposición del PP podría incluirse bajo tan memorable y sonriente epígrafe. Llega con retraso en su exposición de motivos, describe lo obvio y conocido y, cuando llega a lo mollar, se limita a dibujar unas cuantas ideas mostrencas que, en buena medida, están en los planes del Gobierno aunque se hayan quedado en formulaciones platónicas, tímidos intentos y acometidas fallidas. Es la expresión de un PP sin brío, como de vacaciones perpetuas, y muy lejano del partido potente y eficaz, claro de ideas y enérgico en sus realizaciones, que en menos de ocho años fue capaz de transformar la realidad económica de España.

José Luis Rodríguez Zapatero no supo prevenir ninguna de las crisis que ahora nos sofocan, que no es sólo la financiera. Tampoco se enfrentó a ellas con el garbo debido y lo que termina de cerrar el perverso círculo de los temores es que Mariano Rajoy, a quien hipotéticamente podría corresponderle enfrentarse a la resaca de tan triste situación, no parece tener muchas ideas en el zurrón. Como gran rabadán de la derecha, se ha rodeado de pastorcillos inexpertos y fofos después de arrinconar y ningunear a los más sólidos valores de su formación. Él pone la nada y el sifón se da por añadidura.


ABC - Opinión

Paradoja de un charnego acomplejado. Por Federico Quevedo

Hará cosa de tres años, más o menos, algunos de los que diariamente hacemos El Confidencial nos reuníamos en un restaurante de Madrid –el Paradís, al lado del Congreso, para más señas- con el Conseller catalán de Economía, Toni Castells. Fue un encuentro interesante en el que yo al menos descubrí a un político sensato, bastante moderado, más cerca que lejos del liberalismo y, eso sí, profundamente convencido de la necesidad de una mayor asunción de competencias administrativas por parte de la Generalitat. En aquella ocasión Castells se refirió a la gestión de los puertos y los aeropuertos. No lo vimos mal. Al contrario, creo que todos los que participamos de aquel almuerzo coincidíamos en mayor o menor medida en la bondad de la descentralización administrativa como vía para la profundización en la democracia, y es en ese sentido en el que éste que suscribe, al menos, sigue a día de hoy creyendo en la necesidad de un Estado descentralizado o autonómico tal y como se planteó en la Constitución del 78.

Lo cierto, sin embargo, es que de aquel Toni Castells, sensato, moderado y abierto, al Toni Castells que esta semana aplaudía la iniciativa epistolar de su jefe de filas, José Montilla, abogaba por que Cataluña y España se sentaran a hablar sobre la peculiaridad de su relación -lo que de hecho supone negarle a Cataluña su ser como parte de la Nación española-, y responsabilizaba al PP de todos los males que le ocurren a aquella comunidad, como si ellos –el PSC, me refiero- no gobernaran la Generalitat junto a ERC e Iniciativa, entre ambos Castells, digo, media un insalvable foso plagado de cocodrilos y otras bestias producto del imaginario colectivo radical-nacionalista. Da la sensación, y perdonen que lo diga así de claro, de que se han vuelto todos locos. Y mucho, además. Una pérdida de juicio altamente peligrosa, extremadamente grave, porque de la misma surge un ataque sin contemplaciones a la estructura misma del Estado de Derecho, una vulneración de la ley y una violación del espíritu constitucional propios de quienes en otros tiempos se enfrentaron a la legitimidad democrática para imponer un cambio de rumbo, tan lejos y tan cerca como aquel 23-F de 1981.

Y lo que no deja de ser sorprendente es que este nuevo intento de enterrar la legitimidad democrática en beneficio de una idea soberanista del Estado Catalán lo lidere un charnego llamado José y apellidado Montilla, nacido en Iznájar, provincia de Córdoba, en 1955, que a la edad de 16 años se trasladó a vivir a Sant Joan Despí, y que habla catalán peor que Aznar en la intimidad. Con esto no quiero decir, Dios me libre, que de haber pertenecido a una cepa milenaria de parellada, eso le hubiera dado legitimidad para retar al Estado de Derecho, pero no deja de ser curioso como los ‘conversos’ se vuelven mucho más extremistas y radicales en la defensa de principios que no les son propios, una actitud en la que confluyen en la misma proporción los intereses electorales, los complejos y el totalitarismo propio de esa izquierda trasnochada y antidemocrática que aflora cuando siente el acorralamiento de la desafección popular.

Dicho de otro modo: da la sensación de que alarmados por el declive electoral al que les conduce su errática gestión autonómica y la aún más errática gestión socialista a nivel nacional, Montilla y los suyos, cual Rafael Casanova y los Regimientos de la Coronela, se han echado al monte sin encomendarse ni a Dios ni al diablo –o a éste último sí, a lo mejor- en una escalada de tensión con el Estado de Derecho que parece no tener vuelta a atrás, y que está empezando a alarmar a sus propios correligionarios. Ahí está el toque de atención de Alfonso Guerra, a quien por otra parte convendría recordar que todo este lío tiene un solo culpable, José Luis Rodríguez Zapatero, y muchos cómplices, tantos como diputados socialistas avalaron el Estatut en el Congreso, entre ellos el propio ex vicesecretario general socialista. Pero ahora empiezan a ser legión en las filas socialistas los que comprueban cómo los frutos que recogen de la gestión de Rodríguez tienen un sabor profundamente amargo.

De todo lo que está ocurriendo, sin duda, lo más grave no es la amenaza, el chantaje y la deriva totalitaria del nacional-socialismo catalán. Lo más grave es ver como Rodríguez ha conducido al Estado de Derecho a una posición de extrema debilidad hasta el punto de haber dado un paso atrás significativo en la defensa del interés general y de los derechos y libertades de la sociedad civil catalana. Iniciativas como la del charnego Montilla deberían tener una oportuna respuesta por parte de la Justicia en defensa de la legalidad constitucional. Mírenlo así: lo que está ocurriendo en Cataluña es de juzgado de guardia. En un país con un Estado de Derecho fuerte cualquiera esperaría ver actuar de oficio a la Fiscalía y a la Abogacía del Estado, pero esta España que encara entristecida, dolida y herida en lo más profundo de su alma la segunda década del tercer milenio, apura sin remisión la copa amarga de un infausto destino en manos de Rodríguez Zapatero.


El confidencial - Opinión

Burka. Por Alfonso Ussía

El burka no es sólo repugnante. Es humillante y delictivo. Y amenazador. Algunas naciones más libres y avanzadas que la nuestra se han apercibido de ello. En Francia, hay una firme decisión de prohibirlo. Su uso en la vía pública conllevará una sanción de setecientos euros. Otros países como Italia, Luxemburgo, Holanda y Bélgica han oficializado su veto. En España no. A Bibiana Aído le parece muy bonito que las mujeres de los musulmanes oculten su rostro en muestra de sumisión y obediencia a sus maridos. En una sociedad libre no se puede salir a la calle enmascarado. El juez Gómez Bermúdez supo imponerse en un juicio a una testigo que se negaba a enseñar su rostro. Si las autoridades permiten el uso del burka a estos fanáticos instalados en la Edad Media, tienen que permitir a los naturales de por aquí la máscara, el antifaz, el pasamontañas y el pañuelo vaquero anudado al cuello para moverse tranquilamente en los bancos, las tiendas, los grandes almacenes y las calles y jardines de cualquier ciudad de España. Todos enmascarados, y todos con el derecho de no enseñar nuestros rostros. Las Fuerzas de Seguridad del Estado lo tendrían crudo, pero aquí somos todos iguales, y no hay motivo para permitir a los que viven en la Edad Media el beneficio de un privilegio que se nos niega a los que lo hacemos en el siglo XXI. Mucho hay en esta permisión estúpida y buenista de laicismo barato. En Europa se permite la construcción de centenares de mezquitas, y en los países dominados por el fanatismo musulmán, están prohibidas las iglesias cristianas. Algún día, muy pronto, pagará Europa su tolerancia majadera. Detrás de estas benevolencias está la ciega irresponsabilidad, el esnobismo de aparentar más libertad que la libertad misma, siempre sujeta a unas leyes que ordenan su funcionamiento.

Y las feministas profesionales mudas. Para ellas, el burka es sinónimo de tolerancia y modernidad. Protestan por un par de tetas en un anuncio y callan ante la humillación de una norma que impide a la mujer mostrar su rostro. Le sobra razón al Cardenal Miroslav Vik, Arzobispo de Praga, cuando afirma que la renuncia a defender las raíces cristianas en Europa nos está llevando a una imparable islamización. A ellos no les importan nuestras tradiciones, y menos aún, nuestras leyes. Les importan las suyas y no esconden su objetivo de imposición. Un burka en una calle de Madrid es un insulto. Un insulto a la igualdad del hombre y la mujer, un insulto a nuestra Constitución, un insulto a nuestra educación y un insulto a nuestra cultura. Si quieren tapar a sus mujeres, que se queden en su tierra. Si quieren lapidar a sus mujeres, que lo hagan en sus pueblos. En unos años van a obligar a los cocheros de Sevilla a cambiar sus caballos por dromedarios. Modernidad y alianza de civilizaciones.

O Europa, y España en ella y con ella, reacciona ante el reto del Islam, o dejaremos a nuestros nietos una civilización marcada por la intransigencia, la violencia y el enfrentamiento. Dueños son los musulmanes de sus burkas, sus piedras y sus sogas. Pero en sus países. Aquí las leyes son las mismas para todos, y el que no las cumple, delinque. Admiremos a Francia más por su sentido común y su falta de complejos que por sus quesos.


La Razón - Opinión

Lo irritante no son las críticas, sino los datos

Zapatero considera 'insólito' que se cuestione su capacidad para liderar en Europa la salida de la crisis económica.

UNA ceremonia presidida por los Reyes sirvió ayer para inaugurar oficialmente el semestre de presidencia española de la UE. Antes, el triunvirato que dirigirá el timón comunitario en los próximos meses -el presidente del Consejo, Van Rompuy; el de la Comisión, Barroso; y el presidente de turno de los Veintisiete, Zapatero- compareció para definir los dos principales retos a abordar: el cambio climático y, sobre todo, la crisis económica.


El azar ha querido que sea nuestro Gobierno el que debe impulsar y coordinar las medidas para sacar a la Unión Europea de su atolladero. Sin embargo, ni en una pesadilla hubiera imaginado un escenario peor que el actual. Porque la credibilidad de las recetas que pueda ofrecer Moncloa es prácticamente nula en Bruselas, ya que, mientras los países locomotora de la Unión -como Alemania y Francia- empezaron a crecer en el último trimestre de 2009, España permanece en el furgón de cola de los Veintisiete. Ayer mismo, a Zapatero le debió de costar esfuerzo sonreír durante la gala en el Teatro Real, porque sólo horas antes se habían conocido los datos de Eurostat, y éstos no pueden ser más demoledores.

La oficina estadística europea confirma que somos uno de los pocos países de la Eurozona que siguen en recesión, sitúa nuestra tasa de paro en el 19,4% -a fecha de noviembre- y nos convierte en líderes absolutos de paro juvenil. Así las cosas, resulta chocante que Zapatero -visiblemente irritado por las críticas recibidas- tachara de «insólito» que se cuestione su capacidad para presidir la UE en plena crisis, e invocara los «30 años» de crecimiento sostenido en España. El presidente sabe bien que lo que está en cuestión no es nuestro país, sino la política errática de su Gobierno, responsable en buena medida de lo rápido que se ha evaporado el milagro español al que aludía.

Igual de chocante resulta que la primera propuesta de Zapatero para la Estrategia Económica 2020 -que Moncloa y Van Rompuy pretenden que aprueben los Veintisiete antes de junio, con las directrices para superar la crisis- haya sido la de fijar sanciones para los países que no cumplan con los objetivos comunitarios. Porque, sin entrar en el fondo de la idoneidad de las multas, la realidad es que el déficit de España va camino de triplicar lo permitido por el Pacto de Estabilidad de la UE. Vamos, que o Zapatero tiene algún conejo en la chistera, o ya puede ir abriendo la cartera de todos nosotros, los contribuyentes, para pagar el multazo.

Aunque la presidencia española no arrancó hasta ayer, es innegable que la torpeza del Gobierno, sumada a la crudeza de la realidad, han dejado un prólogo desastroso, en el que incluso lo anecdótico se le ha vuelto en contra. Porque la habilidad de los hackers, hasta conseguir insertar en la web oficial la foto de Mr. Bean, ha permitido hacer toda clase de chanzas y de comparaciones entre su impericia y la de nuestro presidente. Durísimas han sido también las críticas de medios como el Financial Times -«Una España torpe guiará a Europa»- o The Economist, que no ha dudado en burlarse de que Zapatero vaya a ser quien solucione la crisis del continente.

Tampoco ha sido alentadora su decisión de parapetarse tras ese consejo de sabios formado por Delors, Felipe González y Pedro Solbes. Si a ellos hay que encomendarse para volver a crear empleo, sólo cabe echarse a temblar. Igual que después de escuchar a Zapatero asegurar que «la UE debe ser exigente respecto a Cuba», cuando el régimen castrista nos acaba de humillar al no permitir la entrada del eurodiputado Luis Yáñez, sin que la tropelía haya tenido la mínima respuesta del ministro Moratinos. Con todo, por el bien de los europeos y por el de la imagen de nuestro país, cabe esperar que el Gobierno se afane en hacer un trabajo serio al frente de la presidencia. Y que tome buena nota de paso de las medidas adoptadas por nuestros vecinos para salir del terrible bache.


El Mundo - Editorial

Ni hemos salido de la crisis, ni es insólito hablar del paro


Habituado como está al coro de halagos que le dedican los medios adictos a la Moncloa, que en España son la práctica totalidad, no tolera que alguien le chafe su campaña electoral permanente.

La economía española agoniza y de buena parte de esa agonía el responsable directo es el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. No supo verla venir, la negó durante meses y, cuando aceptó a regañadientes su existencia, emprendió las medidas equivocadas que no han hecho sino agravar el estado del enfermo. Estas son las credenciales que Zapatero, convertido ahora por el azar en menguado presidente de turno de la Unión Europea, puede ofrecer a la opinión pública.


No hay un solo dato que invite a pensar que, en el corto, medio e incluso largo plazo la economía nacional vaya a recuperarse. Más bien todo lo contrario. El paro alcanza máximos históricos, la inversión privada, la única que puede reactivar la economía, está bajo mínimos y no da señal alguna de avivarse durante este año. En esto ha tenido mucho que ver el propio Zapatero, padrino de la última subida de impuestos y responsable de que el gasto público esté desbocado, hipotecando con él toda esperanza de pronta recuperación. En definitiva, no hemos salido de la crisis y no vamos a salir, en el mejor de los casos, en los próximos dos años.

Zapatero, pues, miente ahora y lleva mintiendo desvergonzadamente –él y todo su gabinete­– desde antes de las elecciones de marzo de 2008. Busca desesperadamente un titular que le permita sobrevivir un día más agarrándose a la ilusión de que, la verdad, es la que los políticos construyen en las portadas de los periódicos. Evidentemente no es así. Por encima de los deseos de un Gobierno de ingenieros sociales que cree que todo es posible mediante la regulación estatal, está la realidad, siempre tozuda y siempre insobornable.

Con estos mimbres el presidente del Gobierno aún se ofende que pongan en duda su capacidad para presidir la Unión Europea llenándose la boca de propaganda demagógica y triunfalista. Y no sólo carece de capacidad –extremo ampliamente demostrado en su gestión de la crisis doméstica–, tampoco tiene autoridad para presumir de nada con su currículo de auténtica calamidad en materia económica.

Habituado como está al coro de halagos que le dedican los medios adictos a la Moncloa, que en España son la práctica totalidad, no tolera que alguien le chafe su campaña electoral permanente. En Europa, sin embargo, las sonrisas, las vaguedades y el humo no son bien recibidos y surge lo que no tiene en casa: el escepticismo y la crítica. Para esto, ni él ni su Gobierno están preparados, por lo que, en los próximos meses, Zapatero bien podría convertirse en el hombre del gesto torcido. El único, en rigor, que cabe dentro del desastre que ha provocado y que cuidadosamente mantiene haciendo exactamente lo contrario de lo que debería hacer.


Libertad Digital - Editorial

Lágrimas de cocodrilo. Por Ignacio Camacho

ES una lástima que los políticos de amplio recorrido, como Alfonso Guerra, estén presos de su biografía, porque cuando tienen razón en un análisis suelen entrar en contradicción con su trayectoria de pasadas sinrazones. Este Guerra sensato y ponderado que acusa a los dirigentes catalanes de vivir en la estratosfera y de discutir una sentencia que aún no se ha producido es el mismo que como presidente de la Comisión Constitucional se tapó la nariz ante un Estatuto que repudiaba, y el que cuando gobernaba con poderes de valido propuso, ay, asesinar a Montesquieu sometiendo el espíritu de las leyes al soplo de la política. Con la mala fortuna de que en aquel entonces su palabra era de obligado cumplimiento y la separación de poderes quedó indefectiblemente averiada por mecanismos de sumisión diseñados en su propio despacho. Le faltan remordimientos a esta lucidez intelectual del Guerra contemporáneo que tiene la sabiduría senatorial del tribuno veterano curtido en el escepticismo de la perspectiva, pero sin cuya pretérita arrogancia de poderoso no habría hoy epígono capaz de desafiar al sistema judicial con la presión preventiva de quien se cree investido de legitimidad para sentirse dueño del arbitraje.

De aquella petulante maniobra para someter a los jueces al juego de las mayorías proviene esta fatal inclinación a arrogarse la potestad de influir en el criterio de las sentencias; de aquel avasallador blitzkrieg político sobre la independencia de la magistratura se deriva esta peligrosa costumbre intimidatoria que hoy pone al propio Guerra contra el espejo de su antigua doctrina. Otra cosa es que acaso en los tiempos de la dominancia felipista no habrían pasado de presidir una diputación estos montillas que ahora se consideran capacitados para encarnar presuntos liderazgos nacionales desde los que proyectarse en la Historia. Poco le habría durado al vicetodo -poco le duraron, de hecho, los que le tocaron en suerte- un rebelde virreinal encaramado sobre privilegios territoriales; en este jacobinismo de hierro no hay reproches que formular a los antiguos gerifaltes gonzalistas, salvo el de mostrarse en exceso contemplativos con el adanismo de unos herederos dispuestos a demoler lo más sólido de su obra.

Porque quizá ése sea el aspecto más triste de estas razonables críticas de hogaño: su fondo de puñaladitas de pícaro, de lágrimas de cocodrilo, de consuelo verbal inútil y algo tardío de la desolación por una frívola deriva ante la que ya no sólo no tienen influencia de mentores con autoridad moral, sino ni siquiera fuerzas o interés para moderar más allá de un leve desahogo. Este distanciamiento descreído y mordaz no es más que una débil esgrima de salón para aplacar la desazón ante la cosquilla nostálgica de una cierta impotencia; la de comprobar que un tiempo que no es mejor no sólo los alcanza sino que los desborda.


ABC - Opinión