miércoles, 27 de enero de 2010

Zapatero y la energía nuclear. Por Agapito Maestre

La señora De Cospedal ha perdido su apuesta populachera contra la instalación de un recipiente de energía nuclear merced al resultado de una votación en un pleno del Ayuntamiento de Yebra.

La decisión de dos ayuntamientos de España vuelven a darle la victoria a Zapatero. El bueno de Rajoy sigue sin enterarse de lo que va esta historia. Pobre. Dice que no tiene criterio. No hace falta que lo diga. Lo sabemos. Es obvio que los manejos y tejemanejes de la energía nuclear, en España, tienen un propietario. Se llama Rodríguez Zapatero. Su perfidia a la hora de plantear el asunto es de libro. No me extraña que haya vuelto a vencer entre tanto político estulto en las filas del PP, PSC y nacionalistas. Zapatero pasará, atentos a su cansina evolución, del rechazo total a la aceptación de las nucleares, según condiciones; y, finalmente, la solución para la instalación o no de silos nucleares vendrá dada por los propios ayuntamientos de toda España, y quién sabe, si más pronto que tarde, serán los propios ayuntamientos los demandantes de la construcción de alguna nueva central nuclear.


De momento, la decisión de crear en España almacenes para los residuos nucleares no sólo está tomada, sino que también será legitimada por decisión popular. Democrática. Por eso, precisamente, digo que el único ganador de este conflicto sobre la ubicación de residuos nucleares es Zapatero. Nadie como este presidente de Gobierno para sacar rédito político, especialmente electoral, de una situación relativamente complicada. En cualquier caso, Zapatero ha mandado un mensaje claro a sus adversarios: el único que manda sobre la energía nuclear es el presidente del Gobierno. Y, sin duda alguna, ya ha conseguido ganar con las decisiones de los ayuntamientos de Yebra y Ascó.

Quienes han tratado de adornarse con el rechazo fundamentalista de la energía nuclear, cada vez más segura y desarrollada, han sido vencidos. La señora De Cospedal ha perdido su apuesta populachera contra la instalación de un recipiente de energía nuclear merced al resultado de una votación en un pleno del Ayuntamiento de Yebra. No sólo ha sido derrotada su opción populista, sino que también ha montado un pequeño escándalo, uno más, en su partido, que muestra algunas contradicciones derivadas de la carencia de liderazgo y un programa ideológico deshilvanado. Cuándo se enterará este personal del PP del fundamento de toda política plausible, a saber, "no se consigue nunca lo posible si no se intenta lo imposible una y otra vez". No es mío, señores del PP, pertenece al filósofo político más realista del siglo veinte: Max Weber.

En todo caso, el pequeño escándalo provocado por la señora De Cospedal es menor, si se compara con la crisis surgida en todo el establecimiento político catalán por el resultado de la votación de un pleno extraordinario del Ayuntamiento de Ascó (Tarragona). Montilla, Carod-Rovira y el resto de sus socios de Gobierno han quedado con las vergüenzas al aire. Las imbecilidades populistas de los socialistas, nacionalistas y comunistas de Cataluña contra la energía nuclear han sido puestas en evidencia por un amplio margen de siete votos a favor y dos en contra para acoger el almacén temporal centralizado (ATC), una instalación que albergará los residuos nucleares de toda España.

¿Cuáles son los argumentos básicos de esos ayuntamientos? Que un deposito de residuos nucleares es, sin duda alguna, diez mil veces más seguro que una central nuclear. Zapatero no sólo aceptará el razonamiento, sino que agregará alguno más, por ejemplo, dirá que España no puede pagar la subida del precio, casi al doble al actual, que exige Francia para aceptar nuestros residuos en su suelo. En fin, Zapatero, el más listillo de una casta política cutre y descerebrada, sale ganando. Es, sí, el único beneficiado políticamente de este conflicto.


Libertad Digital - Opinión

No me creo el número de parados. Por Antonio Burgos

NO sé si soy creyente o crédulo, pero creo en muchas cosas. Demasiadas. Creo, por ejemplo, que ya es creer, que Javier Solana y Víctor García de la Concha se merecían el Toisón de Oro por sus impagables servicios a la Corona. Como también creo con pleno convencimiento que dos servidores de la Institución recién marchados al patio de las malvas como don Antonio Fontán y don Sabino Fernández Campo no habían hecho a lo largo de su vida méritos suficientes para el Toisón. Punto en el que también creo a pie juntillas lo de Chateaubriand: «La ingratitud es oficio de Reyes, pero los Borbones exageran».

Y hay muchas más cosas en las que creo. Creo que nunca como ahora es verdad lo que dictaminó Ortega en «La España invertebrada». Creo, con sus palabras, que España sufre de aristofobia: «La ausencia de los mejores ha creado en la masa, en el pueblo, una secular ceguera para distinguir el hombre mejor del hombre peor, de suerte que cuando en nuestra tierra aparecen individuos privilegiados, la masa no sabe aprovecharlos y a menudo los aniquila». Creo que aunque haya metido el freno y la marcha atrás, ese rector que tiene nombre de anuncio de detergentes, el señor Luque, ha consagrado la aristofobia con el derecho a copiar en la Universidad de Sevilla. Y las gracias hemos de dar al cielo, porque como creo profundamente que en España estamos convirtiendo los delitos en derechos, cual el aborto, menos mal que la aristofobia universitaria hispalense quedó en la apología de la chuleta, pues creo que llegará el día que al que pillen copiando le darán directamente matrícula de honor.

Y aunque soy tan crédulo como habrán comprobado por las confesiones que expuestas quedan, no me creo sin embargo las cifras oficiales sobre el número de parados. Ni el paro registrado en el INEM, ni la Encuesta de Población Activa, ni nada. Aunque lo reconozca el ministro Corbacho o lo reconozca el sursum corda. ¿Que en España hay cuatro millones de parados? ¡Tequiyarcarajo! Tiene que haber pero que muchísimos menos. Eso es un infundio, una calumnia que han levantado contra el Gobierno los fachas de siempre, la caverna, los papafritas del PP, que son los que tienen la culpa de todo en España según creo firmemente cuando veo los telediarios de La 1 y sale la Fernández de la Vega con el modelito nuevo de cada día, dánosle hoy, o sale esa Leire Pajín con más maquillaje que la propia cifra del paro.

No puede ser verdad que en España haya cuatro millones de parados. Yo creo en el misterio de la Santísima Trinidad, creo en la infalibilidad del Papa, creo en los dones del Espíritu Santo, creo en la mediación universal de la Virgen y creo que la Esperanza Macarena es la verdadera Madre de Dios, al que en Sevilla llamamos Gran Poder. En todo eso creo, y en el credo nicenoconstantinopolitano entero y pleno, completamente del todo. Pero no me creo que haya cuatro millones de parados. No es posible. Si en España hubiera cuatro millones de parados, las hambrientas turbas ya estarían desvalijando supermercados. Ya habría estallado la revuelta campesina como en los tiempos de la Mano Negra. En Barcelona se viviría otra Semana Trágica. Los antidisturbios se verían desbordados en su intento de restablecer el orden. La gente desesperada asaltaría los bancos, reventaría los cajeros automáticos para coger el dinero, ocuparía los restaurantes de lujo reclamando algo tan viejo como el pan y la justicia.

Pero salgo a la calle, y veo los bares llenos, y los coches venga a gastar gasolina en los embotellamientos, y el Ikea a rebosar, y las discotecas llenas. Es mentira que haya cuatro millones de parados. Mentira cochina. Salvo, claro está, que estemos viviendo el verdadero milagro español: el milagro del dinero negro y de la economía sumergida.


ABC - Opinión

El PP debería impulsar la candidatura de Zapatero en 2.012 . Por Antonio Casado

Por la última prospección del FMI acababa de saber que España sigue arrastrando los pies para superar la crisis mientras el resto de los países desarrollados ya salen del túnel. Así que no estaba el patio para bailar jotas cuando ayer, en Moncloa, preguntaron a Zapatero si será el candidato de los socialistas en las elecciones generales de 2012. Le molesta el tema. No está en su agenda sino en la de otros, no precisamente amigos. Sobre ellos trató de elevarse con apelaciones al “principio de responsabilidad”. La exigencia del gobernante es dedicar más tiempo a los problemas de los ciudadanos que a los propios. “Es lo que hago yo, y con más razón a mitad de la Legislatura”, dijo ante su colega noruego, Jens Stoltenberg, que ponía cara de no acabar de entender las chispas que Zapatero echaba por los ojos.

Tampoco es para tanto. Claro que hay una campaña para fragilizarle personalmente. El PP ha decretado el tiro al blanco contra Zapatero. Forma parte de una dinámica general de desgaste del adversario. Tan viejo como la humedad. Sin embargo, no se entiende el empeño del partido de Mariano Rajoy por focalizar sus críticas en la figura individual de un presidente del Gobierno dizque desahuciado por su acreditada incompetencia política. Al menos esa es la foto fija de Zapatero que todos los dirigentes del PP llevan en la cartera.

El PP tira piedras contra su propio tejado cuando trata de boicotear el eventual reenganche de Zapatero como candidato socialista a la Moncloa. “El debate sobre su sucesión existe porque no tiene nada que ofrecer a los ciudadanos”, de día ayer Soraya Sáenz de Santamaría. Todos los días oímos en boca de estos dirigentes que Zapatero es una desgracia para España. Por tanto, deberían estar rezando para asegurarse de que le volverán a tener enfrente como candidato en las próximas elecciones generales.

El PP prefiere otro candidato

Que las alusiones a un Zapatero terminal no se acompañen del interesado deseo de volverle a tener como adversario solo puede tener una explicación. Aunque el PP sabe que es muy fácil derrotarle en estas condiciones, prefiere que el PSOE se busque otro candidato, por el bien de España. Si no les parece a ustedes verosímil, sólo queda maliciarse que el PP no cree lo que dice y, por el contrario, teme seriamente que Zapatero derrote a Rajoy por tercera vez.

La número dos del partido, María Dolores de Cospedal, se refiere a Zapatero como alguien que manipula las instituciones, aumenta la inseguridad jurídica, recorta las libertades y divide a los españoles. A mi juicio –sólo es una humilde opinión, claro-, semejante forma de referirse al presidente del Gobierno de la Nación desborda escandalosamente el derecho a la crítica que asiste a un partido de oposición aspirante a gobernar, porque si fuera como Cospedal dice, si Zapatero estuviera haciendo deliberadamente todo eso, estaríamos ante un gobernante insensato.

Y si estamos ante un gobernante tan insensato, la obligación constitucional e incluso el deber patriótico del PP debería concretarse en la inmediata presentación de una moción de censura. Siendo tan evidentes las vergüenzas de Zapatero, contaría con respaldo suficiente para echar del poder a un partido que ni siquiera tiene mayoría absoluta para hacer de su capa un sayo. Si no lo hace, es que el PP no cree realmente lo que dice, en cuyo caso los insensatos son sus dirigentes. O está contribuyendo irresponsablemente a la continuidad de un Gobierno capaz de cualquier cosa con tal de mantenerse en el poder.


El confidencial - Opinión

Por favor, no rescaten al ladrillo. Por Manuel Llamas

Cubrir el enorme agujero que ha dejado la burbuja inmobiliaria con impuestos presentes y futuros es, a todas luces, inaceptable, inmoral, vergonzoso e ilegal. Es un robo, un atraco a mano armada que no podemos ni debemos consentir.

España se encuentra en la encrucijada, en uno de esos momentos clave en los que las medidas a tomar determinarán en buena medida el futuro de la economía nacional durante un largo período de tiempo. Pero vayamos por partes.


En primer lugar, la banca ya se ha caído del guindo. La mayoría de entidades, otrora adalid de la "solidez" y "solvencia" del sistema financiero español, acaban de reconocer abiertamente lo que hasta hace dos días se negaban a aceptar. Esto es, que el mercado inmobiliario ha quebrado y, por lo tanto, los promotores no pueden afrontar el pago de su deuda, próxima a los 325.000 millones de euros.

La propia Asociación Hipotecaria Española advierte de que "el sistema no puede asumir la deuda inmobiliaria" y "las refinanciaciones posteriores (proceso conocido como roll-over) estarán comprometidas". ¿Qué está pasando? Bancos y cajas son concientes de que el crédito concedido a los promotores es incobrable y, como resultado, tendrán que acabar incorporando a sus balances gran parte del stock inmobiliario –pisos y, sobre todo, suelo–, cuyo precio de mercado es muy inferior al que consta en sus balances contables, lo cual se traduce en suculentas pérdidas que, por el momento, ocultan.

Si a mediados de 2009 la banca acumulaba cerca de 100.000 pisos embargados, ésta acabará absorbiendo, como mínimo, medio millón en manos de los promotores hasta 2012, por no decir casi todo –entre 1 y 1,6 millones, según los cálculos–, sin contar con una abultada cartera de suelo que, hoy por hoy, carece de salida en el mercado. En resumen, la crisis financiera nacional está a punto de comenzar.

Segundo punto. Ante tal panorama, como no podía ser menos, el sector pide ayuda al Gobierno. En concreto, emplear dinero público (el de los contribuyentes), ya sea a través del Instituto de Crédito Oficial (ICO), Banco de España o Estado, para "financiar" al sector del ladrillo. Y es aquí donde está la clave. ¿Qué reclama la Asociación Hipotecaria? Muy simple: que los contribuyentes desembolsen los 325.000 millones de euros en créditos que los promotores adeudan a bancos y cajas y que, en su mayor parte, son incobrables. De este modo, el sector financiero no tendrá que absorber el citado stock. ¡Fantástico!

Y es que las primeras medidas destinadas al rescate público del sector inmobiliario han obtenido un rotundo fracaso. En 2008, el Gobierno anunció que el ICO avalaría la concesión de créditos por valor de 25.000 millones de euros (2,5% del PIB) destinados a la compra de VPO y préstamos a los promotores de vivienda protegida. ¿Problema? Ni los promotores pueden construir, dada la parálisis que sufre el sector, ni los ciudadanos quieren seguir endeudándose aún más para comprar unos pisos que están sobrevalorados.

Y puesto que las medidas destinadas a estimular la demanda no han dado sus frutos, ahora lo que se plantea es intervenir por el lado de la oferta. Que el Gobierno compre el stock, cosa que ya están haciendo múltiples comunidades autónomas, o que, directamente, se rescate el ladrillo mediante la concesión de ayudas, tal y como reclama ahora el ex ministro socialista Jordi Sevilla.

El problema es que cualquiera de estas medidas implicará, en todo caso, un incremento disparatado del endeudamiento público, con todo lo que ello implica: nula recuperación económica, descuadre aún mayor de las cuentas públicas, aumento de la presión fiscal y riesgo de quiebra soberana. Cubrir el enorme agujero que ha dejado la burbuja inmobiliaria con impuestos presentes y futuros es, a todas luces, inaceptable, inmoral, vergonzoso e ilegal. Es un robo, un atraco a mano armada que no podemos ni debemos consentir.

Puesto que el famoso Fondo de Rescate Bancario (FROB) sigue paralizado en Bruselas, ante el temor de que se salve indiscriminada y arbitrariamente al sector de las cajas de ahorros (en manos de los políticos), las entidades aspiran a que seamos nosotros quienes tengamos que cargar con la factura. ¡Y se quedan tan anchos, oiga!

Pues bien, ni rescate inmobiliario ni rescate bancario. Que cada palo aguante su vela. Los promotores han quebrado, ya que con rebajas del 15% o 20% optan por declararse en concurso y entregar los pisos a sus acreedores para saldar la deuda. Y puesto que el mercado sigue sobrevalorado en un 30% de media, serían bancos y cajas los encargados de liquidar el stock a pérdidas. Sin rebajas sustanciales no habrá ajuste.

¿Que eso va a comprometer la solvencia de numerosas entidades? No cabe duda. Entonces, ¿qué hacer? Analizar caso por caso y proceder a una dura y transparente reestructuración e, incluso liquidación ordenada, del sector mediante privatizaciones y apoyos públicos puntuales que, en todo caso, deberán ser devueltos con intereses una vez saneado el sistema. Lo contrario sería, simplemente, injusto, además de desastroso.


Libertad Digital - Opinión

La rebelión de los ayuntamientos. Por José María Carrascal

LA próxima guerra en España no será de la izquierda contra la derecha, sino de los ayuntamientos contra el gobierno. Una guerra que no respetará ideologías ni partidos, creencias ni identidades. Una guerra por el dinero, mondo y lirondo, al margen de ideologías y de partidos, de creencias y de incredulidades. A tales extremos estamos llegando bajo el desgobierno que sufrimos.

Después de disparar con pólvora del rey durante los años de vacas gordas, los ayuntamientos se encuentran, al llegar las flacas, sin un duro, y lo buscan hasta debajo de las piedras -literalmente-, recortando gastos sin respetar las normas más elementales de solidaridad. Si un depósito de residuos nucleares trae unos cuantos milloncejos a la villa, junto a unos cientos de puestos de trabajo, se acepta, y no me venga usted con la radiactividad, pues no hay nada más radiactivo que un estómago vacío. Como si no hay dinero para atender a las necesidades sociales más urgentes -sanidad, educación, vivienda- se niega el empadronamiento a los inmigrantes ilegales, que para eso son los últimos de la cola. Lo primero es lo primero, y las reclamaciones, al juzgado de guardia, que ya sabemos que no las va a atender. Si en Madrid o en la sede central de los partidos protestan, que protesten. Los ayuntamientos tienen que atender, sobre todo, a la calle, donde el que no ha perdido el empleo teme perderlo y todo el mundo está de un humor que no veas.

Es la consecuencia de un planteamiento extravagante, que puede dar al traste con nuestra democracia, tierna y frágil como una orquídea. Me refiero a haber diseñado uno de los Estados más descentralizados, con una financiación fuertemente centralizada. Conscientes de que el dinero significa poder, los gobiernos quieren controlarlo, para repartirlo entre los ayuntamientos según criterios más políticos que económicos. Y no es eso lo peor. Lo peor es que, como suele ocurrir con todo el dinero regalado, los ayuntamientos lo venían gastando sin el menor sentido de la responsabilidad. Si tuvieran que «ganárselo», es decir, obtenerlo a través de impuestos a sus vecinos, se andarían con muchísimo más cuidado en el gasto y en el gravamen, no fueran a provocar una rebelión fiscal entre el vecindario. Así que los ayuntamientos se rebelan contra el gobierno y, si les llaman la atención desde su partido, contra la dirección del mismo. Con las cosas de comer no se juega.

Lo malo es cuando las arcas del Estado están vacías y no queda para repartir. Que es la situación a la que empezamos a llegar en una España a la que habían dicho que era rica, y resulta que no lo era tanto. Hay un hilo más allá de la ideología entre Vic, Ascó, Yebra y Torrejón, que puede extenderse como una borrasca invernal a otros municipios conforme la crisis se ensancha y los recursos disminuyen. A perro flaco, todo son pulgas.


ABC - Opinión

El escándalo de los partidos y sus dineros. Por Andrés Aberasturi

Hace falta ser ingenuo para denunciar en unos foros una cosa y exigir luego su contraria; y hablo -humildemente- de mí. En algunas conferencias me dicen que hable de lo que yo titulo, sin demasiada originalidad, "una democracia manifiestamente mejorable". Denuncio ante unos auditorios distintos pero solidarios con casi todos mis argumentos, que el drama fundamental de nuestro sistema es la partitocracia, la presencia omnipresente y omnipotente de los partidos convertidos en grandes empresas/maquinarias que lo controlan todo y cuya regulación pasa por ellos mismos, de forma que el problema se convierte en un circulo vicioso. A partir de ahí, no parece fácil que se cambie el sistema electoral, que se modifique la Ley de Financiación de los propios partidos, que la independencia del poder judicial sea de todo real etc.

Pero esta verdad, que no sólo me parece evidente a mí sino a la mayoría de los asistentes a esas conferencias, se me desdibuja cuando, en estas épocas de crisis, pido al Gobierno que se ponga serio con las entidades financieras y les exija algo que no está ocurriendo y que desde mi punto de vista es uno de los pilares de la reactivación económica: que el crédito llegue a la PYMES, a los autónomos y a las familias.

Naturalmente soy un ingenuo contradictorio. ¿Cómo, a la luz de los hechos, va a exigir algo cualquier gobierno a la banca? El goteo de las noticias de condonaciones y olvidos y perdones de muy diversas entidades financieras a muy diversos partidos, es incesante e inquietante. Ahora andan dos diarios nacionales (El Mundo y El País) sacando cada uno los trapos sucios de las deudas y extrañas financiaciones del PSOE y del PP. Hablan de millones (y no pocos) o bien de ignorado origen e ingresado en las cuentas del partido o bien perdonados graciosamente por la bancos y cajas. ¿Cómo le va a exigir Zapatero presidente del Gobierno a un banco si ese banco ha perdonado no sé cuantos millones a Zapatero secretario general del PSOE? Y si fuera Rajoy el presidente, otro tanto. Los dueños de la democracia no están en los despachos de Moncloa o en los escaños del Parlamento; ya saben dónde se les puede encontrar.

La Ley de Financiación de los partidos, incluso después del último y aun reciente arreglo, sigue siendo escandalosa para el ciudadano. Los partidos -vamos a ser serios- ya no son grupos que defiendan una concepción del mundo, una idea de gobierno, unos ideales sino, más bien, grandes paquidermos que todo lo devoran y que para seguir existiendo necesitan cada vez más dinero porque no surgen líderes ilusionantes sino que se crean desde la cuna en unas operaciones planificadas para con el único fin de no perder el poder. La democracia así carece de sentido y de grandeza. Pero esto es lo que hay y si leemos que el PSOE sólo pagó 780.OOO euros de los 34 millones que debía por demora (según el Tribunal de Cuentas) y no pasa nada, es que algo muy grave está fallando, es que ya vale todo y los partidos que dicen representarnos, son entes que pueden permanecer al margen de la Justicia, de la normalidad, del buen sentido. Seguramente no hay delito en todo esto. Pero si es así, en lugar de tranquilizarme lo que hace es aumentar aun más mi cabreo como ciudadano y mi falta de fe en este sistema en el que -lo digo por enésima vez y sin ninguna esperanza- sobra partido, sobra exceso de poder y falta equilibrio.


Periodista Digital - Opinión

A mi no me tuteen por favor

A estas alturas al alumno español no se le impresiona por tutearlo. Bueno, sí: hoy día el tratarlos de usted los sorprende por lo inhabitual, y me consta que a algunos les complace."Pero, Pepe, si yo ya sé hablar, leer y escribir... ¿para qué estudio Lengua otro año?"Esta fue la pregunta que me soltó un alumno de 4º de ESO a principio de curso. Hubo que hacerle tres aclaraciones. Primera: que Pepe sólo me llaman mis amigos y compañeros (inútil aclaración, porque precisamente fue uno de esos compañeros el que les había dicho que el de Lengua se llamaba Pepe). Segunda: que exijo que los alumnos me traten de usted. Y tercera: que la razón de ser de tantos cursos de Lengua... Pero esto lo dejaré para otro artículo. Hoy vamos al asunto de los tratamientos.

Hay quien dice que desde que los alumnos nos empezaron a tratar de tú a los profesores se acabó todo nuestro prestigio y se empezó a desmoronar la posibilidad de una buena enseñanza. Otros, en cambio, afirman que el usted es una barrera que impide el acercamiento, la complicidad, la amistad, la relación cordial entre profesor y alumno. En este grupo están los que regañan amigablemente: "No me habléis de usted, que me hacéis muy mayor".

Si un profesor prefiere que el aula resulte un espacio familiar, que sea como la calle, que haya naturalidad, que el alumno no se sienta incómodo, que disfrute en la clase como disfruta del juego y que no lo traumatice la ingrata experiencia discente, es muy probable que elija el tuteo como tratamiento mutuo con el alumnado: "Oye, Manolito, sal a la pizarra". Aunque puede ser que Manolito entienda, en ese ambiente distendido, que es incómodo salir a la pizarra en ese momento –se encuentra confortablemente retrepado en su silla– y conteste: "Que no, tío, no me jodas, saca a Vanessa, que es la empollona". Objetivo alcanzado: han hecho su aparición la confianza, la espontaneidad y el feeling... Con la encantadora innovación de que el alumno, en uso de su creatividad, ha pasado del tuteo al tíoteo. Por supuesto, entre las risotadas del resto de la clase y la perplejidad del profe-coleguita. También, como antídoto para las risotadas, está la posibilidad de aliñar la confianza con unas dosis de bordería cuartelera, del tipo: "Mira, pedazo de mamón granujiento, o sales a la pizarra o te saco yo a patadas, ¿te enteras?". Lo cierto es que con la Ley del Menor esta variante no es recomendable.

Pero ¿es el usted es una reliquia del pasado? No lo parece. Tras el sarampión del tuteo falangista ("Oye, camarada") o comunista ("Compañero, únete") no se observa que la sociedad española (y menos la hispanoamericana, en general mucho más usteante) haya desterrado esta práctica. Es posible que esté en retroceso, pero yo oigo ustedes por todas partes: en los medios de comunicación, en los establecimientos públicos, en las relaciones sociales... A nadie se le ocurre, por ejemplo, en una entrevista de trabajo, soltarle al posible futuro jefe: "Bueno, mira, es que yo vengo a que me contrates". Por educación o por propio interés, a casi todos nos sale el usted, con distintas matizaciones o frecuencias, que dependen de edad, confianza, posición social o laboral, situación de comunicación, lugar, grado de intoxicación alcohólica... y buena o mala crianza.

Sin embargo, no faltan los militantes contra el usted, sobre todo entre el funcionariado de la enseñanza pública, donde todo extremismo doctrinario tiene su asiento. Según ellos, hay que derogar los tratamientos para crear una sociedad futura sin estamentos ni jerarquías. En la antigua Roma tampoco había tratamientos, y los esclavos, sudorosos, quizás encadenados y con las marcas sangrientas de los latigazos, se dirigían de tú al amo patricio que arrastraba la toga mientras le echaba un ojo a la explotación agrícola. El patricio, cómo no, le devolvía el solidario tú al siervo, también de su propiedad, como el campo.

En fin, si el usted existe y goza de plena vigencia, ¿deben los alumnos tratar igual a sus compañeros de pupitre que a un licenciado universitario que se ocupa de adentrarlos en el mundo de la cultura o de la ciencia? Porque, independientemente del tú, del usted, del vos, del vuesa merced, del excelencia, del tío, del colega, del oye o del pchs, lo que está claro es que allí hay un grupo de personas en periodo de formación frente a otra, adulta, que se encarga de la tarea de enseñar. Aunque el papel de ambos debería estar bien delimitado, hace tiempo que no lo está, y el desuso del usted es precisamente una muestra de esa confusión de papeles.

Y ya puestos, como aproximadamente desde 3º o 4º de la ESO los chicos (y aun antes las chicas) son capaces biológicamente de procrear, que es lo que diferencia a los niños de los adultos, no está de más tratarlos como tales adultos y ustearlos a ellos también, para crear en la clase lo contrario de lo que predican los tuteadores pedagógicamente correctos: un ámbito distinto de la calle, de la tele, de la familia, de la discoteca y del ligoteo.

¿Que no les va a gustar? Es que no se trata de darles gusto. Pero, además, ¿por qué no les va a gustar? Me he encontrado alumnos a quienes no les agradan mis clases porque exijo rendimiento y constancia, porque odian estudiar, porque les trae al fresco la asignatura, porque intento mantenerlos callados cuando es preciso... pero no porque los trate de usted. Sostener que el usted es una barrera que incomoda, coarta e impide la comunicación entre profesor y alumno es tan estúpido como considerar que el tú mejora el rendimiento escolar.

Es posible que hace algunas décadas, cuando el usted era la norma en las clases de bachillerato, los mozos se sintieran seducidos por la informalidad del profesor moderno, progre y avanzado, que los tuteaba y se hacía tutear. Puede que antaño eso los motivara. Pero a estas alturas al alumno español no se le impresiona con tanta facilidad. Bueno, sí: hoy día el tratarlos de usted los sorprende por lo inhabitual, y me consta que a algunos les complace.

Aunque si detrás del usted no hay enjundia docente, casi mejor abandonarse al "¡Tíos, queréis callaros! ¡Oye, que os he dicho que os estéis quietos, que no hay forma de dar clase!". Y en ese plan.


Libertad Digital - Opinión


A mí no me tuteen, por favor. Por José Aguilar Jurado

Nimby. Por Ignacio Camacho

LOS españoles somos muy partidarios de la energía nuclear... en Francia. Los franceses son encantadores: fabrican electricidad para nosotros en sus centrales atómicas y se quedan con los residuos radiactivos de las nuestras; previo pago, eso sí, de importantes facturas que acaban bloqueándonos los salarios y embargando el crecimiento económico. Si no fuese por ellos, por los gabachos, nos quedaríamos sin luz con la que encender el aire acondicionado y ver la televisión de plasma. Son unos tipos estupendos que nos permiten ir de chachis ecologistas, desmantelar parques nucleares y proclamar al mundo que la tierra sólo es del viento.

En 2030, cuando se cierre la última central nuclear española, los franceses quizá hayan construido algunas más para poder seguir suministrándonos la energía que necesitamos. O a lo mejor para entonces ya tiene también alguna Marruecos, y nos puede vender electricidad a través de aquel cable submarino del Estrecho que los verdes rechazaron violentamente hasta que alguien preguntó cuánto costaba su anuencia. Nadie se ofendió de la pregunta; pusieron precio y se tendió el cable. España es un país muy rico que se puede costear caprichos ideológicos para mantenerse limpio siempre que haya otros dispuestos a recogernos la mierda.

Los anglosajones lo llaman síndrome nimby, acrónimo de «not in my back yard»: no en mi patio trasero. En español sería SPAN: Sí, pero aquí no. Es una conducta muy frecuente en problemas ambientales o sociales; nadie quiere vivir cerca de un vertedero, de una antena de telecomunicaciones o incluso de una cárcel, cuya necesidad es evidente siempre que no estén al lado. Como corresponde a un Estado descentralizado y pseudofederal hemos aplicado la doctrina a la esfera local y autonómica, de tal modo que todos somos partidarios de los almacenes radiactivos y comprendemos sus ingentes beneficios pero ninguno los queremos en la vecindad. Los riesgos, lejos, para los demás. Montilla, por ejemplo, rechaza como presidente catalán lo que aprobó como ministro de Industria, y Dolores de Cospedal expedienta como dirigente del PP castellanomanchego a alcaldes alcarreños que se creen los principios que ella misma defiende como dirigente del PP nacional. Se trata de una esquizofrenia muy divertida y guay porque se apropia de los beneficios y se desentiende de los costes. Jauja.

Como éste es un país en el que hace décadas que no se toman decisiones estratégicas, el efecto nimby va aplazando indefinidamente decisiones y problemas, lanzándolos de una autonomía a otra como pelotas en un jardín. Pero no es sólo un asunto regional: constituye una política de Estado, o más bien un remedo de ella. Y el día que los franceses suban los precios o apaguen el interruptor vamos a tener que lavar la ropa y los platos en el back yard de los adosados. Si no están embargados por impago de la hipoteca.


ABC - Opinión

Estricta gobernanta. Por Luis Del Val

María Dolores de Cospedal, que pasa por ser guapa, joven e inteligente, triángulo que no despreciaría la más talibán de las feministas, se ha puesto en plan estricta gobernanta con el alcalde Yebra, porque el alcalde de Yebra coincide con la doctrina oficial del PP al que pertenece, en el sentido de que la energía nuclear no es cosa del diablo, no es asunto de sangradores vampiros capitalistas, y produce una energía limpia y no contaminante, siempre, eso sí, que pongamos a buen recaudo los residuos radiactivos, y nos los dejemos en los patios de las escuelas para que jueguen los niños.

A Francia, nuestra vecina, le compramos la energía nuclear a un precio mucho más caro del que la podríamos producir nosotros, y le llevamos los residuos para que nos los guarde a una tarifa que, en nuestra casa, se podría obtener mucho más barata. O sea, que cuando el PSOE y el PP, por una vez en la vida -y no se lo digas a nadie- se pusieron de acuerdo en que íbamos a construir un almacén de residuos radioactivos para que nuestros bolsillos se alivien un poco de estética antigua, y viene un alcalde dispuesto a que en su pueblo se instale el almacén, llega la "seño" de suaves labios líricamente almohadillados, y frunce las comisuras y convierte los labios en morro despectivo, y está dispuesta a empujar al alcalde de Yebra hasta el linde de la autonomía, de la misma manera que un gobernador civil me amenazó a mí con perseguirme a patadas hasta el límite de la provincia, eso sí, en los tranquilos tiempos de la Dictadura, que la Cospedal no sufrió.

Está claro que corren malos tiempos para la lírica, para los almacenes nucleares y para los alcaldes. Habrá que organizarse un poco la mente para saber lo que es la ideología, lo que es la autonomía municipal y qué coño es eso de la energía nuclear, al margen de los labios, para no tener que quedarnos todos con la boca abierta y el morro torcido.


Periodista Digital

Madrid no es Yebra. Por Pablo Molina

Lo único claro en este asunto es que el PP está en contra de las energías limpias como la nuclear y a favor de las más contaminantes como las centrales que construye Gallardón.

Ana Botella es la concejala de Medio Ambiente más imaginativa con que cuenta el PP a escala nacional, que tratándose del partido de Soraya y de Cospedal es decir bastante. Naturalmente no podría ejercer su labor en otro lugar que el Ayuntamiento de Madrid, la primera administración que ha culminado la vieja aspiración progre de llevar la imaginación al poder. Claro que eso ocurre porque al alcalde madrileño le está todo permitido, al contrario que a los regidores de municipios menos imaginativos como el de Yebra, que se ven amenazados de expulsión por una decisión infinitamente más sensata, más rentable y, sobre todo, menos gravosa para sus vecinos que la última idea de Gallardón, un disparate en toda regla que además perjudica gravísimamente en sus derechos a los contribuyentes de la zona de Vallecas.


Así que una "district heating", señora Botella. Podría haber dicho que lo que se está construyendo en Puente de Vallecas es una especie de estufa grandota para calentar las gélidas noches invernales y evitar que los niños cojan sabañones al ir al colegio, porque ya que ha fastidiado la vida de miles de madrileños no había necesidad de ultrajar también al idioma español con anglicismos innecesarios.

Claro que todo parece indicar que las obras de la central térmica están desarrollándose a espaldas de la concejala Botella, porque a día de hoy no le consta que se haya puesto un ladrillo sin el permiso de su departamento. Con darse un paseo por la zona sin bajarse del coche oficial hubiera sido suficiente para salir del error, porque lo cierto es que el "district heating" ya abulta un huevo. No le pediremos que visite nuestro periódico para ver el reportaje fotográfico publicado, no sea que se entere su jefe de que nos lee y tenga que acudir a su marido para mediar en el conflicto que sin duda se generaría.

Lo único claro en este asunto es que el PP está en contra de las energías limpias como la nuclear y a favor de las más contaminantes como las centrales que construye Gallardón. Si expedientan a un alcalde por acoger en su municipio una industria de tratamiento de residuos nucleares, que no viajan a la atmósfera, y apoya a otro alcalde que desaloja a cientos de vecinos para llenar de contaminación el medio ambiente madrileño, que no nos vengan después a los honrados contribuyentes con la monserga de que hay que luchar contra el cambio climático. Caminemos todos por la senda del respeto a la Pachamama, sí, pero Gallardón el primero. Y Rajoy detrás, como siempre.


Libertad Digital - Opinión

La más cruda realidad

«LA desaceleración no va a ser ni profunda ni prolongada. Va a ser una desaceleración para la cual nuestro país está más preparado que nadie», afirmaba el 25 de febrero de 2008 el presidente del Gobierno. Dos meses después, el 28 de abril de ese mismo año, Rodríguez Zapatero arremetía contra la actitud de quienes «exageran sobre el alcance de la actual situación económica: es antipatriótica, inaceptable y demagógica», sentenciaba. En junio, el jefe del Ejecutivo iba más allá: «España tiene condiciones para ambicionar llegar a los niveles de empleo de la media europea y de pleno empleo técnico. Vamos a trabajar por ello. El Gobierno ha sido el que más ha acertado en sus previsiones».

El Fondo Monetario Internacional hizo ayer público su Informe de Perspectivas Financieras, en el que se confirma la recuperación de las grandes economías del mundo, que abandonarán las cifras de crecimiento negativo en 2010. Sólo hay una excepción: el FMI prevé que España cierre este ejercicio con una contracción del 0,6 por ciento del PIB. Por otra parte, el Instituto de Estudios Económicos, con datos del Instituto de la Economía Mundial de Kiel, reveló que durante este año la tasa de paro registrará un moderado aumento en el conjunto de países de la UE, y pasará del 9,1 por ciento en 2009 al 10,2 en 2010. En lo que respecta a España, el informe es demoledor: «La situación del mercado laboral será muy preocupante porque la tasa de paro alcanzará el 20 por ciento, y con ello duplicará la media y registrará la mayor cifra de desempleo de toda la Unión Europea», por delante de Letonia, que alcanzará el 17,5 por ciento; Lituania, el 16,5; Estonia, el 12,8, y Eslovaquia, el 12,6. Las palabras de Zapatero son tan elocuentes como los datos y las cifras. Peor que la crisis económica son la negación de la misma -esa recurrente oratoria que trata de poner música al drama del desempleo desvirtuando la realidad de la situación- y una permanente huida hacia adelante que hoy mantiene a España en una peligrosa encrucijada. Perdida la palabra y la confianza de los españoles, lo que se no se puede perder es más tiempo. Está en juego la prosperidad y el futuro de una nación en franco retroceso.

ABC - Editorial

El papel de la Ertzaintza

No hubo pasividad ante ETA pero sí distinta intensidad cuando la prioridad era otra.

El consejero vasco de Interior, Rodolfo Ares, considera que hay pruebas que demuestran la participación de los cinco etarras detenidos ayer en la zona de Ondarroa en el atentado contra la comisaría de la Ertzaintza en esa localidad en septiembre de 2008: un atentado en el que los terroristas emplearon 100 kilos de explosivos y que claramente buscaba una matanza, aunque la prudencia de los agentes (y la suerte) hicieron que sólo se produjeran 10 heridos. Se trata de una operación relevante en sí misma, pero significativa además por haber sido realizada por la propia policía vasca, víctima de aquel atentado.


Durante el día de ayer hubo algunas declaraciones imprecisas sobre el cambio en la actitud de la policía autonómica que revelarían estas detenciones. La Ertzaintza se ha enfrentado a ETA, y ETA a la Ertzaintza, casi desde su creación a comienzos de los años ochenta. En un boletín fechado en 2003, ETA decía que "la actitud de la organización es equivalente a la de la Ertzaintza respecto al movimiento de liberación". Se trataba de advertir a los agentes de que si no perseguían a ETA, la banda no los perseguiría a ellos.

Un total de 16 agentes de ese cuerpo han sido asesinados. En los últimos 20 años, la Ertzaintza ha detenido a 174 activistas, si bien es cierto que con un rendimiento decreciente. Entre 1991 y 1998, con Ardanza en Ajuria Enea y Atutxa en Interior, las detenciones fueron 108; mientras que entre 1999 y 2008, coincidiendo con el periodo de Ibarretxe, la cifra se redujo a 59.

En general se ha admitido (lo hizo hace poco el consejero Ares) que la tarea esencial de la Ertzaintza debería ser la de cortar la renovación de ETA actuando contra la violencia callejera, cantera principal de activistas. Su condición de policía enraizada en la población juega en favor de esa especialización y así se demostró en gran parte de la década de los noventa, en que la policía vasca detuvo numerosos grupos de violencia organizada (unos 70 activistas al año), poniendo las bases para la casi extinción de la kale borroka en los siguientes. Pero su repunte tras la ruptura de la tregua no encontró una respuesta comparable de la Ertzaintza.

Ésos son los datos, menos lineales de lo que algunos pretenden pero bastante elocuentes. Ha habido alguna exageración pero que no justifica el tono apocalíptico con que reaccionó ayer el PNV. Sólo a ETA favorecería ahora una polémica sobre quién es más eficaz dirigiendo a la Ertzaintza. Pero es evidente que el Gobierno de Patxi López ha considerado una prioridad el combate contra ETA, creando una división antiterrorista que no existía como tal y plasmando la idea de deslegitimación de ese mundo con iniciativas para eliminar los símbolos etarras, tolerados de hecho durante años.

Por ejemplo, en la fiesta mayor de San Sebastián. Este año, por primera vez en muchos, apenas se han visto tales símbolos en la reciente tamborrada. La Ertzaintza había advertido a los vecinos de que cometerían un delito si cedían sus balcones a los habituales visitantes para colgarlos.


El País - Editorial

Escapismo nuclear. Por José García Domínguez


Un asunto estratégico en todas partes, ése de los residuos nucleares, ocupa en España idéntico rango administrativo que la inspección de los puestos ambulantes de frutas, las multas por tender ropa en la calle o las ordenanzas urbanas de ciclomotores.

En este pobre país nuestro siempre tan dado al escapismo folclórico, resulta que las grandes cuestiones de Estado han pasado a constituir una prerrogativa municipal, otra materia más sometida al ponderado y juicioso arbitrio de concejales de pueblo, alcaldes pedáneos y parejas jerarquías locales de similar calado político. En consecuencia, el deber que estos días pugnan por eludir Rajoy, Cospedal, Montilla, Barreda y demás sacrificados estadistas, habrá de asumirlo el Antonio Garisa de turno en algún remake urgente de Bienvenido Mister Marshall.


Y es que la viabilidad del suministro eléctrico de la Nación ha devenido potestad exclusiva de un puñado de ayuntamientos tirando más bien a desolados. Así, un asunto estratégico en todas partes, ése de los residuos nucleares, ocupa en España idéntico rango administrativo y moral que la inspección de los puestos ambulantes de frutas y hortalizas, las multas por tender ropa en la calle, o las ordenanzas urbanas de ciclomotores. Cosas veredes, que decía el clásico.

Y aún gracias. Que, entre nosotros, si no llega a ser por el alcalde de Móstoles a estas horas aún andaríamos pendientes de que los Borbones encontraran el momento de declararle la guerra al francés. Igualito que ahora con la heces radiactivas, huelga decir. Un respeto, pues, por el Ilustre Consistorio de Ascó, que, además de los colores, le ha sacado las castañas del fuego a la clase política más oportunista del universo mundo.

Esa mezquina cofradía de afanes particulares, siempre incapaz de elevarse sólo un palmo por encima de su propia miseria con tal de servir a al interés general. Un reflejo más que fiel, por lo demás, del pretencioso club de nuevos ricos que la ha elegido. El mismo que ya ha premiado con 630 millones de euros a Francia para que esa menesterosa república de indigentes y carpantas acoja la basura nuclear que genera sólo una de sus centrales atómicas, la de Vandellós.

Es sabido: la única diferencia fáctica entre un político y un diletante cualquiera reside en que el primero está condenado a tomar decisiones; decisiones públicas de las que restará obligado a responder ante la gente. Ésa constituye la justificación primera y última del empleo que ocupa. De ahí, en fin, que nadie debiera perder su tiempo preguntando a Rajoy por quién doblan las campanas de Yebra.


Libertad Digital - Opinión

Verdades y mentiras sobre las penas

EL Gobierno ha recibido con evidente incomodidad la reactivación del debate sobre la cadena perpetua, que ayer volvió a reclamar Mariano Rajoy, quien recordó que esta pena está prevista y aplicada por la práctica totalidad de las democracias occidentales, empezando por las europeas. Pero al Gobierno socialista le molesta que se hable de cadena perpetua porque es un tema que los prejuicios progresistas de la izquierda consideran tabú, en la medida en que implica reconocer el fracaso de esas tendencias criminológicas que defienden a ultranza la rehabilitación del delincuente. Los argumentos del Ejecutivo socialista contra esta pena de prisión perpetua han aplicado el método de la manipulación. Primero, porque han vinculado este debate a «una incursión en la extrema derecha» por parte del PP. Es lo habitual: cuando el PSOE no sabe cómo participar racionalmente en una controversia, la tacha de ultraderechista. Lo que han hecho los socialistas es calificar de extrema derecha a todos los países europeos -Gran Bretaña, Francia, Italia, Alemania, entre otros- que aplican la cadena perpetua. En segundo lugar, porque afirma el Gobierno que esta pena es inconstitucional. Falso. La cadena perpetua sometida a un sistema de revisión periódica -que es el que ayer defendió Rajoy- sería conforme con la Carta Magna, como ya ha dicho el Tribunal Constitucional con ocasión de la entrega a Italia de mafiosos condenados a perpetuidad.

A pesar de la falsedad teórica y material de los argumentos del Gobierno, el más pernicioso es el que afirma que el sistema penal español es más severo que los que tienen la cadena perpetua. El ministro del Interior, Pérez Rubalcaba, incluso se refirió al cumplimiento íntegro de condenas, que podrían llegar a cuarenta años, como si fuera una posibilidad generalizada. Esta visión de la justicia penal española es una absoluta distorsión. El cumplimiento íntegro hasta cuarenta años está previsto de manera efectiva sólo para delitos graves de terrorismo. Tratándose de delitos comunes, sólo se podría llegar a ese límite máximo si el delincuente hubiera cometido, por ejemplo, dos o más asesinatos especialmente agravados, que pudieran ser castigados cada uno con más vente años de prisión. En caso de violaciones, en los supuestos más graves, el violador múltiple no cumpliría más de veinticinco años, sin contar con permisos penitenciarios o libertades condicionales. En la mayoría de los países europeos, un solo asesinato basta para la pena perpetua.

ABC - Editorial

Las autonomias contaminan el debate nuclear

La polémica por el ATC demuestra que los partidos nacionales son víctimas de sus organizaciones regionales.

EL DEBATE lógico y natural que debería suscitar la elección del punto en el que se van a almacenar los residuos radiactivos del país ha acabado absolutamente desvirtuado y contaminado por la política. La polémica ha puesto al descubierto dos cosas: la hipocresía de los partidos en asuntos que afectan a sus apoyos electorales y, sobre todo, el poder omnímodo que han adquirido las comunidades autónomas, capaces de ejercer en la práctica la soberanía sobre cualquier materia, interfiriendo en asuntos que ni siquiera son de su competencia.


De entrada, tal y como la ministra de Medio Ambiente, Elena Espinosa, manifestó ayer en unas jornadas celebradas en EL MUNDO, estamos ante un asunto que debe decidirse entre el Gobierno central y los municipios interesados. Sin embargo, son dos presidentes de comunidades autónomas (Barreda y Montilla), una aspirante a serlo (Cospedal) y la coalición que intenta reconquistar la Generalitat (CiU) quienes han sacado toda la artillería, con amenazas de expediente incluidas a los alcaldes. Y eso pese a que varios de estos líderes son partidarios de la energía nuclear y todos sus partidos defienden la iniciativa de crear el almacén de residuos.

Los acontecimientos vienen a demostrar que las comunidades están imponiendo su voluntad y condicionando la vida del país también en este asunto. Igual que ha pasado con la polémica del agua, los partidos nacionales son víctimas de sus organizaciones regionales y del discurso autonómico que han asumido; es decir, acaban siendo devorados por el monstruo que ellos mismos han creado. Cuando Cospedal dice que los castellanomanchegos no pueden tolerar una sola instalación nuclear más en su territorio o Montilla asegura que la cuota de solidaridad de Cataluña en esta materia ya está cubierta, están apelando a cuestiones identitarias o a agravios comparativos que poco tienen que ver con el caso. En realidad, es como si ya no hubiera asuntos de Estado, porque todo es susceptible de someterse a la prueba del algodón autonómico.

Sucede además que ese discurso es un recurso fácil para intentar salir de situaciones incómodas. En el caso de Montilla es aquí evidente: la creación del almacén nuclear se aprobó cuando él era ministro de Industria y no ha invocado a Cataluña para oponerse a su instalación hasta que sus socios de gobierno no le han exigido un cambio de posición. Es decir, Montilla presenta como un acto de defensa de Cataluña lo que hace para protegerse a sí mismo. Y todo esto, en el asunto concreto de la energía nuclear adquiere un aire más absurdo y grotesco, por cuanto es obvio que la radiación no entiende de fronteras, y en el supuesto de un hipotético escape, la contaminación cruzaría de una comunidad a otra.

El PP, al dejarse llevar en este tema por el interés inmediato de su secretaria general, ha perdido una gran oportunidad de poner al PSOE frente a sus contradicciones. Y es que, a la hora de la verdad, dos presidentes autonómicos que forman parte de los órganos de dirección socialista están boicoteando la labor del ministro de Industria, de su propio partido. Claro, que también hay que advertir que el primero en alentar los fantasmas y la superstición en torno a la energía nuclear es el propio presidente Zapatero, que hace siete meses ignoraba el informe unánime del Consejo de Seguridad Nuclear que le pedía prorrogar una década la actividad de la central de Garoña.

En la misma contradicción que el PP, que ha llamado al orden al alcalde de Yebra (Guadalajara), ha incurrido CiU, que pese a respaldar también este tipo de energía ha amenazado al de Ascó. Así, por demagogia populista, lo que era una flagrante incoherencia del PSOE ha acabado salpicando a otros. El episodio vuelve a poner además sobre la mesa el debate de la debilidad del liderazgo de Rajoy, que ha permitido este nuevo desaguisado en el PP.


El Mundo - Editorial

El mundo se recupera; España, no

A la vista está el "optimismo" de nuestro Gobierno, que insiste en una política de gasto público y endeudamiento que ya se ha traducido en que España ocupe el peor puesto en creación de empleo y en crecimiento económico del mundo desarrollado.

España va a ser el único país del mundo desarrollado que seguirá en recesión en 2010. Así lo afirma el FMI en sus últimas previsiones de coyuntura, en las que pronostica una caída para nuestro país del 0,6%, mientras que para la Eurozona y Estados Unidos prevé un crecimiento del 1% y del 2,7%, respectivamente.


Para colmo, la recuperación, cuando llegue, será en nuestro país más débil que en sus socios y competidores. Así, mientras que para España el Fondo prevé un crecimiento del 0,9% en 2011, en la Eurozona será del 1,6% y en Estados Unidos del 2,4%.

Este nuevo y rotundo desmentido de los anuncios de recuperación que Zapatero viene haciéndonos prácticamente desde que reconoció que estábamos en crisis, ha sido puesto en duda –como era de esperar– por nuestra ministra de Economía. Salgado ha afirmado, sin sonrojo, que el Gobierno es "más optimista" en sus previsiones y que confía en que la Ley de Economía Sostenible y el segundo fondo de inversión local, el Fondo para el Empleo y la Sostenibilidad Local, tendrán un impacto positivo en nuestro PIB.

A la vista está que en "optimismo" nadie le gana al Gobierno de Zapatero. Creer que la insistencia en una política de gasto público y endeudamiento, que ya se ha traducido en que España ocupe el peor puesto en empleo y en crecimiento económico del mundo desarrollado, pueda todavía ser la vía de una rápida recuperación es una muestra de optimismo tan insuperable como irresponsable. Más aun cuando el FMI vuelve a insistir, tal y como ya hiciera en 2009, en la necesidad que tiene España de "corregir el déficit presupuestario", poniendo "el énfasis en los recortes de gastos para evitar perjudicar la frágil recuperación". Vamos, justo lo contrario de lo que ha hecho y se propone seguir haciendo el Gobierno de Zapatero.

La responsabilidad política del Ejecutivo de Zapatero en la situación que estamos no sólo queda de manifiesto por la previsión de crecimiento que el FMI hace para los otros países de nuestro entorno o por su crítica al endeudamiento al que de manera tan acusada y sistemática recurre nuestro Gobierno. El FMI, al igual que el BCE y el propio Banco de España, ponen de manifiesto otras medidas que Zapatero se ha negado a emprender como las destinadas a liberalizar el mercado laboral. Así, mientras el jefe de Estudios Económicos Mundiales del FMI, Jörg Decressin, o el consejero del BCE, José Manuel González Páramo, han criticado este martes la "rigidez salarial" de los convenios españoles, que siguen creciendo por encima de la media europea cuando la tasa de desempleo en nuestro país duplica la media europea, el presidente del Banco de España ha vuelto a insistir en la necesidad de reducir la indemnización por despido para alentar la nueva contratación. Pero está visto, por enésima vez, que Zapatero no quiere afrontar reforma alguna que le pueda enfrentar con los sindicatos, y prefiere seguir tirando de chequera a la espera de que escampe la crisis, aunque sea tarde y mal.

Lo suyo es recurrir a un falso optimismo, completamente ajeno a la realidad, para no tener que admitir su enorme responsabilidad en la situación en la que se encuentra España. Así, primero denigró como "antipatriotas" a quienes, antes del estallido de la crisis financiera internacional, ya alertaban contra las evidentes señales de desaceleración de nuestra economía. Cuando por fin Zapatero admitió que estábamos en crisis, tuvo la desfachatez de situar el origen de la misma en el exterior y de culpar a los "neocon" de ello. Ahora que el resto de los países de nuestro entorno ya están saliendo del hoyo, su Gobierno se permite calificar de pesimistas a quienes simplemente constatan que los españoles seguimos en él. Todo por no admitir que la crisis y su posterior agravamiento se deben a las mismas políticas intervencionistas que el propio Zapatero defiende e implementa. En España pueden verse los resultados.


Libertad Digital - Editorial

¿Obama acabado? Hombre, no.... Por Darío Valcárcel

Una cosa es desear que alguien se hunda. Y otra distinta es que se hunda de verdad. En estos días se han escrito algunas tonterías sobre el presidente de los Estados Unidos. Hay autores a los que lo único que importa es tener razón (si ya lo decía yo...). Nosotros defendemos a Barack Obama, pero no nos confundimos ni tratamos de confundir a los lectores.

El partido demócrata contaba, justo-justo, con una mayoría cualificada de 60 escaños en el Senado, 100 senadores. La muerte de Ted Kennedy, histórico defensor de la reforma sanitaria, los dejó en 59-41. El azar mueve montañas. El elegido, Scott Brown, había hecho su carrera oponiéndose a todo, al seguro médico, a los bonus de los banqueros, al aborto, a la inyección financiera del Tesoro... El cáncer de Kennedy y la torpeza de la candidata demócrata de Massachusetts, Martha Coakley, hicieron lo demás.

Obama se disculpó a poco de conocerse el resultado electoral (hemos cubierto demasiados frentes en estos doce meses). Pero de inmediato vino la reacción de la Casa Blanca contra ocho grandes banqueros. No era una descalificación de la banca sino un contraataque contra ocho grandes, representados por Loyd Blankfein, de Goldman Sachs. Un banquero poco escrupuloso sabe qué clase de mercancía vende a un comprador. El prestigio de las grandes firmas acredita cada paquete a la venta. Algunas agencias de rating concedían triple A a negocios quebrados. Pero los ocho banqueros querían hacer transacciones, muchas transacciones, una comisión por cada venta. Para ellos un acuerdo a largo plazo podía prolongarse incluso hasta tres meses...


Ni siquiera la furia con que Obama se lanzaba contra esos banqueros permitía pensar que se tratara de una cortina de humo ante la derrota de Massachusetts. Aquello era más: los servicios del Tesoro llevaban meses preparando el golpe. Obama compareció en la Casa Blanca el 21 de enero, respaldado por Paul Volker, 82 años, casi dos metros de estatura, antiguo presidente de la Reserva Federal. Si quieren ustedes pelea, la van a tener. Desde Bruselas, los dos comisarios más influyentes, Joaquín Almunia y Michel Barnier, apoyaban al presidente americano. Gordon Brown, Wolfgang Schäuble, ministro de finanzas alemán, y su homóloga francesa, Christine Lagarde, le seguían.

Otro frente, reforma de la sanidad: Obama quiere pactarla, no imponerla. Obama, recuerda Jaime Ojeda, antiguo embajador de España en Washington, prefiere trabajar sobre la colaboración y el consenso. Una encuesta sostiene que el 85 % de los votantes blancos están desilusionados, con un 30 % abiertamente hostil. Pero la opinión es voluble. «Si vamos a morir, dice Don Sharp, que sea peleando». Estados Unidos es un país muy duro: el americano medio tiene una visión de lo que debe hacer, además de la voluntad para hacerlo. Lo acabamos de ver en Haití: portaaviones, helicópteros, camiones, marines ponen orden en el caos.

El tratamiento médico ha subido sus precios casi un 30 % en los últimos dos años. Los seguros privados son distintos en cada uno de los 50 estados. Los tratamientos se complican sin cesar: scanners, análisis, resonancias... Hay estados pequeños, Montana o Dakota del Norte, con regímenes de trust: una o dos aseguradoras. Los trucos son infinitos: en la medida en que el tratamiento aumenta, las aseguradoras suben sus primas. Una de ellas descubrió que un cliente octogenario había tenido a los tres años una crisis asmática: rescindió su contrato. Frecuentemente Senado y Cámara se enfrentan al debatir un proyecto. Pactan una reconciliación, que significa un trágala. La reconciliación requiere mayoría simple en el Senado, 51-49. Esa posibilidad evitaría el filibusterismo, la sistemática dilación de cada proyecto legislativo.

La cara Este de América, Nueva York, Boston, Filadelfia, da una imagen liberal. Pero el interior del país es distinto. La hostilidad de la derecha más dura deja escapar a veces un mal agüero, ya le matarán. Pero mientras Obama vive, negocia. Conoce la norma del príncipe de Talleyrand: negociar, negociar y volver a negociar... Y cuando la negociación se ha roto, volver cuanto antes a la mesa de negociación.

En la batalla exterior, América ha de estabilizar primero y ganar después dos guerras en una larga línea que comienza en la orilla oriental del Mediterráneo y acaba en India. El centro es Afganistán-Pakistán. La sorpresa ante el fallido atentando de Detroit, con el viaje del nigeriano Abdulmutallab a través de tres continentes, no disminuye sino que crece. Pero habrá de conseguir además que israelíes y árabes pacten el nacimiento del nuevo Estado palestino.

El general-jefe de CENTCOM, David Petraeus, con base en Bagdad, ha abandonado progresivamente el contraterrorismo para concentrarse en la contrainsurgencia. La invasión de un país obliga ante todo a neutralizar a los insurgentes. Mientras su inmediato subordinado, el general Stanley McChrystal, intenta garantizar en Afganistán la seguridad en 20 ó 25 ciudades, abandonar el campo y asegurar que al menos tres grandes instituciones, judicatura, policía, maestros y profesores, avancen poco a poco hacia una mayor estabilidad. Sabemos lo que Estados Unidos se juega. El mundo talibán está más y más dividido, dispuesto cada día a cambiar de campo. Sus divisiones sólo pueden impulsar una economía basada en la amapola. Hay quien sostiene que el fenómeno talibán ha salido de los servicios secretos paquistaníes. La obsesión paquistaní ante India absorbe todas las fuerzas de Islamabad, ver JM Robles Fraga, nº 133 de Política Exterior.

Recordemos la herencia de Obama: un país desprestigiado más allá de sus fronteras. Militares que torturaban en Irak, Afganistán, Cuba, aunque el ejército americano hubiera mantenido a rajatabla, durante 200 años, su sentido del honor. Un número creciente de empresas cotizadas en Wall Street que valoraban ante todo el trabajo especulativo sobre el productivo. Los banqueros preferían no ver la gigantesca burbuja hipotecaria. La mezcla de codicia e incompetencia acabó en un agosto de 2008 en aquel terrible ¡¡crrraaaaak!!

Obama y sus colaboradores presentan un enorme balance: inyección de 787.000 millones en el sistema financiero; frenazo al hundimiento de la industria automóvil; principio de una cierta recuperación; nuevas leyes sobre células madre; reacción, provisional, del consumo; pequeña alza de pedidos en la industria; política de igualdad de salarios de la mujer... ¿Ha habido retrocesos en el frente exterior? No, no los ha habido. Copenhague es una derrota del mundo, sobre todo de Europa: pero Obama ha obtenido de China un compromiso para reducir el 18 % de su CO2 en 2020. En Irán, América resiste mientras el régimen de los clérigos descubre una nueva realidad. Los suicidas de Bagdad, Kabul o Peshawar, están ahí, pero son ellos los que se suicidan, no McChrystal ni Petraeus.

Algunas opciones no salen. Pero otras sí. ¿La reforma sanitaria? No está ni mucho menos perdida. ¿China tras Copenhague? Un poco de paciencia. ¿Irak y Afganistán? Calma y tenacidad. ¿Salida de la crisis? Las dos naciones más pobladas crecen una al 8.5 por cien, la otra al 6.8. Europa, con las excepciones conocidas, empieza a ir mejor. Estados Unidos y Canadá empujan. Quizá la cosa marche un poco, un poquito menos mal.


ABC - Opinión