jueves, 1 de abril de 2010

La mediocridad moral contra Jesús Neira. Por Cristina Losada

Resultó que el héroe no se ajustaba al molde. ¡Parecía de derechas! Ello arrojaba nueva luz sobre su acción. Había sido el típico acto de un machista. De un hombre patriarcal y protector. No había salvado a una mujer movido por convicciones feministas.

En un principio, se le tomó por un héroe. Rescatar a una mujer de la agresión de su pareja, recibir golpes que a punto estuvieron de matarle y pagar por tal coraje cívico con más de ocho meses de hospitalización, parecía digno de encomio, de premio y de obtener la consideración de ejemplar ciudadano. Oh, ingenuidad de ingenuidades. Las cosas ya no van así en España.

Mientras aún estaba en coma, la telebasura encumbró a la desagradecida mujer por la que había arriesgado la vida. Su defensa cerrada del agresor y su rencor hacia Neira sembraron las primeras dudas. Las dudas mutaron en sospechas en cuanto el profesor salió del grave trance y comenzó a hacer declaraciones. Resultó que el héroe no se ajustaba al molde. ¡Parecía de derechas! Ello arrojaba nueva luz sobre su acción. Había sido el típico acto de un machista. De un hombre patriarcal y protector. No había salvado a una mujer movido por convicciones feministas. Mal asunto.


Pronto cruzaría Neira esa frontera sutil que separa la condición de sospechoso de la de culpable. El Partido Socialista de Madrid ha pedido su cabeza. Alega razones curiosas. Como escribir un libro. Los socialistas piensan que los libros son peligrosos. Su dirigente cree incompatible criticar la Constitución en letra impresa y ocupar cargos públicos. Dígaselo a Zapatero, a ver si, de una vez, expulsa a los proetarras de los ayuntamientos. Y a los de ERC y del BNG y a cuantos rechazan y hasta desacatan la Carta Magna, al tiempo que son grandes amigos y aliados de su partido.

Todo ello hace ruido, pero no es más que la espuma. La ruindad de costumbre. El proceso de la destrucción civil de Neira no hubiera tenido lugar sin la existencia de una ruindad más profunda. No se le condena sumariamente por no ser de izquierdas ni feminista ni por criticar al PSOE. El pecado capital de Neira consiste en haber sobresalido en el piélago de la mediocridad moral como un raro islote. Eso sí que es mal asunto. La supervivencia del mediocre moral exige eliminar a quien deje en evidencia su falta de virtudes ciudadanas. Como en la esfera profesional y en la política, el rebaño castiga a los que rompen la grupal atonía. Los héroes no son bienvenidos. Nadie puede ser mejor que nadie.


Libertad Digital - Opinión

Moratinos y su desodorante. Por M. Martín Ferrand

NO recuerdo la marca del desodorante que, según los anuncios de la tele, era capaz de abandonar a sus usuarios en los momentos más comprometedores e inoportunos; pero debe de ser el que utiliza nuestro singular y pintoresco ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos. Al hilo de la más cacareada que ponedora presidencia semestral española de la UE estaba prevista para la semana próxima una cumbre madrileña entre Cuba y los ministros y cargos del Viejo Continente más atentos a la situación del castrismo y, sin más, el Moratinos de La Habana, Bruno Rodríguez, la ha cancelado sin exposición de motivo alguno. Ya ni en el tercer mundo, en los restos del totalitarismo que tanto aprecian José Luis Rodríguez Zapatero y su ministro especializado, se toman en serio a nuestro canciller y le ningunean. ¿Será cierto lo del desodorante?

Entre los bastidores del mutis cubano, previo a su aparición en la escena madrileña, quizás influya el que la Alta Representante de Política Exterior de la UE, la laborista británica Catherine Ashton, advirtiera previamente sobre su ausencia a tan esperpéntico encuentro entre un Continente democrático y una isla totalitaria y feroz en la represión de sus díscolos. Muerto Orlando Zapata, en situación límite Guillermo Fariñas y dada la difícil posición de un largo número de cubanos opositores a la dictadura, ¿qué sentido tiene una ceremonia de confraternización, de esas que tanto cultiva Moratinos, con los recalcitrantes líderes comunistas cubanos sino disimular la distancia que mantenemos con los que nos corresponden y convienen?
El semestre europeo de Zapatero, el que según Leire Pajín le convertirá en líder cósmico, va de chapuza en fracaso y de desprecio en desdén. Entre Van Rompuy y Durao Barroso, que tampoco son Spaak o Adenauer, le han comido la merienda -¿y la moral?- a nuestro leonés de cabecera. Primero fue Barack Obama quien declinó el «honor» de copresidir con el socialista español una cumbre EE.UU.-UE y ahora, degenerando, son los cubanos quienes no acuden a la cita española. Algo que no vislumbramos, pero de enérgicos efectos, tiene que envolver a Moratinos -tan sonriente, tan laborioso, tan tercermundista- para que no le sean propicios ni los vientos del este ni los del oeste. ¿Qué tendrá Moratinos, además de un primer ministro, que tanto le aleja de los escenarios internacionales que tan patrullados tiene?


ABC - Opinión

La Dolorosa de Moncloa. Por Jesús Cacho

“No hay una sola reunión de gente del partido a la que asistas y en la que oigas hablar bien de Zapatero…”

Curiosa situación la de un país acosado por una crisis política y económica de gran envergadura y atrapado al tiempo en la paradoja de dos líderes cuestionados, cuando no sencillamente vituperados, dentro de los partidos que dirigen y que deberían ser los llamados a sacar a la nación del atolladero. Como decía The Economist esta semana, “la mayor parte de los españoles no ven que la economía vaya a mejorar en el corto plazo. La fe en la clase política está tocando fondo. Los españoles ven ahora a los políticos como un problema mayor que su vieja pesadilla, el terrorismo”. Los nervios en el PSOE están a flor de piel. “El PSC tiene unas encuestas muy malas, con una abstención del voto socialista brutal. Las catalanas están perdidas, y el único activo que tiene ahora Zapatero en Barcelona es precisamente Montilla…”

Una situación semejante debería obligar al presidente a prescindir cuanto antes de alguno de los miembros del PSC que tiene en su Gobierno, para enviarlo a Cataluña. No son muchos. Como la situación es igualmente comprometida en Andalucía, con tendencia a empeorar, sobran voces cualificadas en el PSOE que hablan de la conveniencia de un adelanto de las generales, un movimiento, sin embargo, tan lleno de peligros para la carrera de ZP que en su entorno lo descartan de plano. Más cerca está la crisis de Gobierno. Algunos han jugado con la posibilidad de que ZP sorprenda esta Semana Santa a los cofrades con la pasión y muerte de Fernández de la Vega, la Dolorosa de Moncloa, que abandonaría la vicepresidencia primera. “Es verdad que dentro del engranaje de Presidencia, la vice es una rueda que ya no hace girar la máquina. Su relación es también pésima con la mayoría del Gabinete, excepción quizá de Chacón y Moratinos, y ello porque ha pisado demasiados callos. Pero yo no creo que haga crisis ahora, sino después de la presidencia de la UE, antes del verano en todo caso. Entre otras cosas porque el presi no sabría qué hacer con María Teresa… ¿Dónde la colocamos?”

El abanderado de la necesidad de hacer crisis se llama José Blanco, el hombre llamado a heredar la vicepresidencia primera, con permiso de nuestro incombustible Pérez Fouché Rubalcaba, presto a disputarle el honor, a pesar de no tener equipo ni haberlo tenido nunca. “La sensación generalizada es que el país está a la deriva”, asegura The Economist, y ello tanto en lo político como en lo económico, con un presidente que, cual náufrago aferrado a un tonel, necesita tiempo y algunos milagros. Su última gran operación mediática orquestada para dar sensación de actividad, los llamados Pactos de Zurbano, se han saldado con un mini paquete de medidas que están muy lejos de las grandes reformas de fondo que un líder consciente de su responsabilidad histórica debería haber adoptado ya hace muchos meses, y probablemente hace ya dos años. Para más INRI, ahora resulta que PP, CiU, IU y UPyD le niegan la foto, asunto de vital importancia para nuestro hombre.

La deuda de Zapatero con Florentino

“Zapatero no va a hacer el ajuste fiscal que necesita este país”, asegura un reputado economista madrileño, “y en estas circunstancias no es descartable cualquier desgracia a la griega. Mira, lo más grave de lo ocurrido aquí en las últimas fechas ha sido la decisión de Santander de pagar el 4% por los depósitos. ¿Qué significa eso? Que los mercados de capitales se pueden cerrar a cal y canto para el sistema financiero español, y que hay que acumular liquidez como sea…” En medio de la galerna que nos aflige, sin embargo, el señor Rodríguez tiene tiempo para ocuparse de pagar letras como la que tiene contraída con Florentino Pérez, presidente de ACS, nadie sabe a cuenta de qué, aunque todos lo sospechan. Años atrás, en la borrachera de dinero abundante y barato, tres grandes constructoras entraron de la mano del Gobierno en otras tantas empresas energéticas. Una de ellas pudo escapar de la aventura con grandes plusvalías, pero otras dos siguen atrapadas en la ratonera con grandes pérdidas, ¡oye, que tú me dijiste que invirtiera…! Y como hay que arreglar ese entuerto, el Parlamento, a iniciativa del PSOE, ha puesto manos a la obra para modificar una ley que permita a Pérez y Del Rivero hacerse con el control de Iberdrola y Repsol y sacar tajada. Fue ZP quien pactó directamente con Pérez la enmienda que lleva su nombre, destinada a acabar con las limitaciones al voto en la sociedades cotizadas, y ha sido Zapatero quien esta semana ha negociado con la muy acreditada Gestoría Durán i Lleida un aplazamiento del asunto. ¿Legislación con nombre y apellido? Más que eso: el presidente del Gobierno cuidando de la cartera de un grupo de menesterosos tan notorio como el citado Floro, los hermanos March y los primos Albertos, sus socios todos. Y en Sacyr, otro pobre de postín como Don Juan Abelló. La vieja y apestosa España de la corrupción perennemente renovada.

Lo que a ZP sí le ha empezado a funcionar es la comunicación. Se nota la llegada a la secretaria de Estado de Félix Monteira, el ex director de Público. La explotación por el Ejecutivo de la última mina que le ha estallado a Mariano Rajoy en su propia casa, Mayor Oreja, así lo acredita. Da la impresión de que en Génova y alrededores hay gente muy principal que no quiere que el gallego alcance La Moncloa y, en consecuencia, se dedica a poner palos en las ruedas de ese tren lento y parsimonioso y frustrante, pusilánime incluso, que pilota a la galaica manera el de Pontevedra. “Algo está pasando en el PP que desconocemos”, sostiene la fuente socialista, igualmente crítica con ZP, “pero dudo incluso que Rajoy llegue a ser cabeza de lista del PP, a menos que dé un golpe de autoridad”. Dos líderes más que discutidos al frente de los dos grandes partidos españoles, o la guinda de infortunio que acompaña a este país en una de sus horas más difíciles: un presidente rebasado por la importancia del reto que le ha tocado vivir y un líder de la oposición que no acaba de emerger como alternativa clara, privando así a tantos ciudadanos del confort que supondría saber que contamos con un relevo fiable a mano.

En Génova siguen aferrados a la vieja estrategia de “no ahondar en las heridas, no entrar de frente a las provocaciones. Aguantar, templar y, si es preciso, mirar hacia otro lado. Lo importante es volver a ese discurso centrado que da las mayorías porque, llegado el día, Mariano presentará su programa rodeado de un equipo a su medida”. Será el momento de ajustar cuentas, incluso con José María Aznar, un tipo que ahora utiliza su ascendiente en el partido como tarjeta de visita para sus negocios particulares, asunto que provoca la irritación de un Rajoy que, sin codearse con Florentinos, March o Abellós, sin ser un hombre del establishment madrileño, se ve obligado, de momento, a callar. Muy complicada tarea la suya: la derecha más rancia le exige que se exhiba cada día pica en ristre, cual caballero templario dispuesto a alancear sin piedad los desmanes del moro Muza leonés, mientras la más templada, esa derecha que aspira a hincarle el diente a las reformas de fondo que el país necesita, para hacer realidad esa España abierta y moderna tantas veces soñada, le pide claridad a la hora de desmarcarse de los Orejas de turno, al tiempo que le exige un discurso contundente en la denuncia de los casos de corrupción.

Y el silencio del PP en el caso Matas

Si la respuesta al primer asunto ha sido tibia, incluso en lo que Cospedal respecta, el silencio que el PP ha mantenido hasta hoy en el caso Matas está siendo francamente decepcionante. No es suficiente, señor Rajoy. A estas alturas no puede usted pedir a la gente que interprete sus silencios, esa ausencia de apoyo a un listo como Jaume Matas. Tiene usted que mojarse y enviar un mensaje claro de regeneración, de compromiso militante de lucha contra una corrupción convertida en la gran plaga de la España de nuestro tiempo. Ya no es tiempo para las componendas: tolerancia cero con los chorizos. Todo ello, naturalmente, en caso de que usted aspire a lograr el respaldo de los españoles. Son muchos los que quieren votarle, pero no están dispuestos a hacerlo en tanto en cuanto usted permanezca agazapado en su hura, rehuyendo salir a la calle a pregonar el discurso de regeneración que una buena mayoría está pidiendo a gritos. Porque para seguir como hasta ahora, para eso ya vale Zapatero.

De regeneración es el mensaje que el Tribunal Supremo ha enviado esta semana en el caso de Baltasar Querido Emilio Garzón, un juez cada día más cerca del banquillo, a pesar de la impresionante movilización en su favor urdida por el Gobierno y el grupo Prisa, un asunto que habla a las claras de la gravedad de la enfermedad moral española. Porque todo el mundo sabe de qué pie/s cojea el Campeador, pero como nos viene bien que siga, nos sirve con diligencia y es uno de los nuestros, hay que evitar a toda costa que lo juzguen, por graves que sean las causas que pesan sobre un hombre acostumbrado a ejercer la investigación penal a su antojo, en las antípodas de lo que Montesquieu definió como “un pouvoir en quelque façon nul”, es decir, un “no poder”, en tanto en cuanto la Justicia está sometida a la estricta aplicación de la Ley. Patética, por eso, la arenga el jueves, en el periódico habitual, de Araceli Manjón-Cabeza, la más estrecha colaboradora de Garzón y a quien Garzón utilizó con profusión en su día para captar información extrasumarial en el caso GAL, relatando el “clamor nacional e internacional sin precedentes que, aglutinando a juristas y no juristas, reclama que se vuelva a la cordura y que se aborte esta persecución, dirigida contra una persona, pero que tendrá demoledores efectos colaterales en la independencia judicial”. Justamente lo contrario, señora, de lo que piensan muchos españoles, para quienes la posibilidad de una Justicia independiente pasa de forma ineludible por la expulsión de la carrera de su querido Rey Baltasar.


El Confidencial - Opinión

España, la mas generosa con Haití. Por Miguel Higueras

Aunque los españoles deben el equivalente a todo lo que produzcan en los próximos cuatro años, se han comprometido a dar a Haití 346 millones de euros y a perdonarle los 27 que ya adeuda.

La promesa de ayuda a Haití que María Teresa Fernández de la Vega ha hecho en Nueva York se asemeja más a la fanfarronada de un pordiosero que a la generosidad de un administrador prudente.

Los españoles, entre ellos los cinco millones que buscan y no encuentran empleo, necesitan que su gobierno sea más lo segundo que lo primero.
Lo que España ha ofrecido en la ONU para Haití representa más del 30 por ciento de lo que los países de la Unión Europea aportarán para remediar los daños que causó el terremoto en Haití.


España, junto a Grecia, Portugal e Irlanda son países europeos que necesitan ayuda para resolver la crisis económica que ha empobrecido a sus habitantes.
Ahora y en el futuro previsible, los españoles parecen más necesitados de ayuda de otros que en disposición de ayudar a los demás.

La población española representa apenas el diez por ciento de toda la población de la Unión Europea, en ingresos por habitante ocupa el decimoquinto lugar y el penúltimo en porcentaje de desempleados.
Con una población siete veces mayor que la de España y un ingreso por habitante que supera en un 50 al de los españoles, el gobierno de los Estados Unidos ha prometido 2.900 millones de euros para ayudar a Haití.

Comparativamente, los españoles son los ciudadanos más generosos del mundo, lo que contradice el dogma de que todos los hombres somos iguales.
El factor que hace diferentes a los españoles de los otros pueblos de la tierra es, evidentemente, el gobierno.

El de España, para bien o para mal de quienes lo han elegido, es mucho más desprendido siempre, naturalmente, que la solidaridad la practiquen con dineros que no son suyos.


Periodista Digital - Opinión

Deberes para el Gobierno

El Consejo de Ministros prevacacional, celebrado este martes, tomó la decisión de recortar drásticamente la oferta de empleo público, de modo que ésta pasa de las 15.084 plazas ofertadas en 2009 a sólo 1.989 para este año; en términos porcentuales, el recorte es del 86,8% y el Gobierno espera ahorrar 280 millones de euros.

No es una medida para presumir, ni agradable, sobre todo porque afecta muy directamente al reforzamiento de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, pero es necesaria e imprescindible para alcanzar el objetivo de reducir el déficit. Sería absurdo, por tanto, reprocharle al Gobierno esta decisión, la primera que toma de manera palpable desde que envió a Bruselas su plan de estabilidad financiera. Al equipo de Zapatero no le queda otro remedio que seguir esta senda, por más que desagrade a los sindicalistas o no goce del favor popular. Sobre todo después de que el Banco de España le pusiera deberes para que los medite en esta Semana Santa. Los pronósticos del gobernador Fernández Ordóñez para el año 2011 suponen un rectificación en toda regla a las previsiones de la vicepresidenta Salgado, excesivamente optimistas e hinchadas.

Así, mientras el Gobierno estima que el PIB crecerá un 1,8%, el paro descenderá al 18,4% y el déficit se reducirá hasta el 7,5%, el Banco de España augura que el PIB sólo repuntará un 0,8%, el paro subirá al 19,7% y el déficit no bajará del 8,9%. Como puede apreciarse, las diferencias son notables. Ni que decir tiene que las proyecciones del Banco de España coinciden sustancialmente con las del Fondo Monetario Internacional y de la Comisión Europea. Con estos mimbres macroeconómicos no parece que el Gobierno pueda trenzar esa política de recuperación que promete a quien quiere escucharle, ni reducir el déficit en 2013 al 3%, como ha prometido a Bruselas. Con más paro, menos ingresos y un consumo atemorizado, las cuentas no cuadran ni por casualidad. Ésa es la razón por la que Fernández Ordóñez, que no es sospechoso de militar en la oposición, insta al Gobierno a profundizar en su plan de recorte de 50.000 millones de euros. Los meses pasan y el equipo de Zapatero sigue paralizado, sin tomar decisiones de fondo, jugando a crear comisiones para ganar tiempo en espera de no se sabe qué feliz acontecimiento que le evite usar el bisturí del ahorro y de las reformas profundas. Entre ellas la del mercado laboral. El gobernador del Banco de España lo dijo con deslumbrante nitidez este martes, lo cual es de agradecer puesto que ningún dirigente político, ya sea del Gobierno o de la oposición, se atreve a formularlo así de claro: para crear empleo es necesario adoptar un nuevo tipo de contrato único con un despido más barato. La andanada de insultos y groseras amenazas que han llovido sobre Fernández Ordóñez desde el PSOE y los sindicalistas revela que, aun habiendo dado en el clavo, la recuperación económica será imposible mientras los agentes sociales y la izquierda no abandonen la retórica populista. Baste añadir que, según los datos difundidos ayer por Eurostat, España sigue siendo el segundo país con más paro de Europa.

La Razón - Opinión

El consenso de la nada

Mientras el Gobierno pierde un tiempo precioso con maniobras propagandísticas y consensos vacíos, lo que sigue creciendo de manera muy justificada es la preocupación de los españoles por el paro, tal y como muestra el último sondeo del CIS.

Cuando un partido no tiene mayoría suficiente para gobernar resulta forzoso llegar a algún tipo de transacción o acuerdo con alguna formación de la oposición que permita al Ejecutivo sacar adelante la mayor parte de su proyecto. Lo que ha pretendido, sin embargo, el Gobierno de Zapatero con el denominado e inalcanzado Pacto de Zurbano es llegar a un consenso con el mayor número posible de formaciones con el objetivo, no de sacar adelante un plan anti-crisis propiamente dicho, sino más bien de disimular la ausencia del mismo y, sobre todo, blindarse de la crítica haciendo a la oposición corresponsable de la acción del Ejecutivo.

Zapatero convocó, con esa finalidad, a los distintos partidos políticos a los que ofreció un "guión" absolutamente vacío de contenido que provocó la perplejidad y el malestar no sólo del principal partido de la oposición, sino también de las formaciones minoritarias. De hecho, fue el representante de CiU, Duran i Lleida, el que describió de forma más acertada esas reuniones en el Palacio de Zurbano como una "coartada para ganar tiempo". Pese a ello, el Gobierno remitió la semana pasada a las distintas formaciones un documento con 54 medidas contra la crisis que no tenían mayor enjundia que el guión inicial con el se iniciaron las conversaciones, y que, desde luego, no aborda una sola de las reformas estructurales que pide a gritos nuestra economía. La intención del Gobierno era que el resto de partidos firmaran ese documento esta misma semana, pero se ha encontrado con reticencias no ya sólo del PP, sino incluso de las minorías con las que había acordado buena parte de esas medidas.

Ante este descuelgue, el Ejecutivo se plantea ahora la redacción de un documento todavía más genérico, un elemental denominador común, que, al margen de su utilidad para afronta la crisis, le permita al menos hacerse la foto con las fuerzas minoritarias, ganar tiempo y, de paso, acusar al principal partido de la oposición con la absurda y delirante cantinela de "no arrimar el hombro".

Mientras el Gobierno sigue derrochando tiempo en estas maniobras propagandísticas, lo que sigue creciendo, de manera muy justificada, es la preocupación de los españoles por el paro, tal y como muestra el último sondeo del CIS. Precisamente, la ausencia del ministro de Trabajo en la comisión negociadora del Gobierno y, sobre todo, la ausencia de reforma alguna de nuestro rígido mercado laboral en el documento de marras, es una de las características más vergonzosas de este pretendido consenso.

El gobernador del Banco de España, de hecho se ha vuelto a pronunciar recientemente sobre el mercado laboral para volver a reivindicar un abaratamiento del coste del despido a través de un "contrato único" que permita reducir la dualidad entre fijos y temporales de cara a aumentar la productividad. Aunque más le valdría a Fernández Ordóñez dedicarse a poner orden y concierto en el mercado financiero, lo cierto es que las recomendaciones del gobernador, aunque insuficientes, están bien encaminadas. Lo malo es que el Gobierno ha aparcado un asunto tan decisivo como este en la mesa del diálogo social, debido a que los sindicatos no quieren ni oír ni hablar de reforma alguna.

Ahí seguimos, con un Gobierno que no asume sus propias responsabilidades y que pierde un tiempo precioso en pro de un vacío consenso político y social.


Libertad Digital - Editorial

La imposible normalidad con Cuba

LA suspensión de la reunión política entre Cuba y la Unión Europea, que debería haberse celebrado bajo presidencia española, es una consecuencia lógica de la grave situación que ha desencadenado la muerte del disidente Orlando Zapata y la sucesión de huelgas de hambre que otros opositores están llevando a cabo en defensa de los derechos humanos.

El Gobierno cubano está visiblemente molesto con la UE y con los grupos que apoyaron la durísima moción del Parlamento Europeo -incluyendo al PSOE- condenando la represión de los demócratas. Y, por parte europea, no se habría entendido que el ministro español de Asuntos Exteriores se sentase en Madrid como si tal cosa a hablar con el representante de la dictadura cubana, mientras hay personas que están jugándose la vida en La Habana para defender las libertades más elementales. Extraoficialmente al menos, hace tiempo que el Gobierno socialista ha renunciado a su idea de forzar el cambio de la posición común de la UE hacia Cuba porque la mayoría de socios comunitarios no le apoyaría. Ha llegado el momento en que es necesario que lo reconozca públicamente y que renuncie también a proseguir por su cuenta una normalización de las relaciones de España con una dictadura agonizante, tal como ha dicho reiteradamente el ministro Miguel Ángel Moratinos que era su intención.

A la dictadura cubana no se le puede reprochar ninguna falta de coherencia. Los Castro no han engañado nunca a nadie sobre sus verdaderas intenciones de hacer todo lo posible para mantener la integridad del régimen a todos los efectos. Hay que estar cegado por una candidez irresponsable o, en su defecto, por las simpatías hacia una revolución fracasada, para seguir esperando que se produzca el menor indicio de apertura democrática real desde el interior del castrismo. Los síntomas de cambio que algunos creyeron ver en la política de Barack Obama no han sido tales, y todos los elementos en los que se basó el ignominioso abandono de la defensa de los disidentes pacíficos han resultado ser un espejismo de mal gusto. Tal vez a Guillermo Fariñas no le de tiempo a asitir, si el régimen se empeña en dejarlo morir también, pero el próximo 12 de octubre la Embajada de España en La Habana debería volver a invitar con todos los honores a los luchadores cubanos por la libertad, que son a quienes un país democrático debería apoyar. Entre los carceleros y los demócratas, un país decente no puede dudar.

ABC - Opinión