sábado, 1 de mayo de 2010

Crisis en UPyD

Amenazas. Por Eduardo San Martín

Nos encontraremos ante una crisis institucional de verdad si el Parlamento de la Nación acepta la propuestas del legislativo catalán sobre el Tribunal Constitucional; o si éste se hace el harakiri como le reclama el nacionalismo multicolor desde el antiguo Arsenal de la Ciutadella. De lo contrario, ruido e intimidación, fuegos de artificios y brindis al sol; gestos condenados a lo puramente virtual si las fuerzas políticas mayoritarias no pierden los nervios. La duda reside en saber si el PSOE aguantará el tirón. Si lo hace, los partidos catalanes habrán añadido una frustración más a las muchas que ya acumula el pueblo de Cataluña desde que Maragall convenciera a Zapatero de que era el momento de meterle mano al diseño territorial por la gatera de las reformas estatutarias, cuando nadie, ni siquiera en Cataluña, reclamaba tal cosa.

No nos jugamos la democracia en los desafíos nacionalistas, ni en las deliberaciones del TC, ni en las peripecias procesales de un juez. Si no nos volvemos locos todos. Nos la jugamos en la colas del paro, en la debacle fiscal y en los cementerios de empresas. Las amenazas para el futuro de España como país no se encuentran en las proclamas de un parlamento autonómico ni en las dificultades para sustituir a los magistrados del TC. Tampoco en el revisionismo histórico de unos trasnochados que, como afirmaba el jueves Javier Solana en la entrega del premio Fernando Abril a la Concordia, vuelven la vista atrás atrás porque no tienen futuro al que mirar.

Un país solvente puede convivir con tentaciones centrífugas y con fantasmagorías nostálgicas; pero no puede hacerlo con casi cinco millones de parados, con cuatro de cada diez jóvenes desempleados, con una deuda total que suma tres veces lo que producimos en un año y con un Gobierno empeñado en colocar tiritas sobre la cornada en la femoral que nos ha dado la crisis.


ABC - Opinión

Fiesta del desempleo

Los sindicatos saldrán hoy a la calle en la celebración del Primero de Mayo un día después de que se confirmaran oficialmente las demoledoras cifras de la Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre del año.

El desempleo se situó en el 20,05%, su mayor nivel desde 1997, lo que supone que 4,6 millones de personas no tienen empleo. Las familias con todos sus miembros en paro alcanzan ya los 1,3 millones, nada menos que 230.200 más que hace un año. Con este panorama, UGT y Comisiones Obreras dedicarán hoy la denominada fiesta del trabajo a responsabilizar a los empresarios, que no al Ejecutivo, de la crítica situación y lo harán acompañados de una pléyade de liberados, pero no de esos cientos de miles de españoles en paro que no han figurado entre sus prioridades durante estos años. La realidad es que Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo no pueden valorar la depresión laboral española con la aséptica mirada de un observador imparcial, porque han sido promotores activos de la estrategia que ha colapsado el mercado de trabajo en nuestro país y que ha frustrado las posibilidades de recuperación. Hasta la fecha, lejos de asumir su responsabilidad en una gestión perjudicial para los trabajadores, se han dedicado a disculpar al Gobierno, por un lado, y por tanto a ellos mismos, y a repartir culpas entre los empresarios, el PP, los bancos, los organismos internacionales y todo aquél que haya denunciado la equivocada política económica.

Es muy probable que Méndez y Toxo compartan las palabras del secretario de Estado José Manuel Campa, que aseguró ayer que España no llegará a los cinco millones de parados. Puede que coincidan incluso con Campa en que, ahora sí, se atisban brotes verdes en el mercado laboral, con un mejor comportamiento de la población activa, la ocupación y la movilidad laboral. Nosotros casi hemos perdido la cuenta de las ocasiones en las que el Gobierno ha realizado pronósticos similares mientras la crisis se extendía imparable y la economía entraba en shock. Aún recordamos cuando el propio presidente aseguró que nunca se alcanzarían los cuatro millones de desempleados, y ya vamos camino de los cinco.

El Gobierno no atiende las advertencias que le llegan desde dentro y desde fuera del país. Las esperadas y necesarias reformas no se concretan mientras se enreda en confusos e inacabables procesos negociadores. Sin actuaciones urgentes en el mercado laboral, en el sistema financiero o en el gasto público, la recuperación de la economía será un propósito inalcanzable y el deterioro una consecuencia ineludible. Ayer, el Ejecutivo aprobó el recorte de 29 empresas públicas y 32 altos cargos para ahorrar 16 millones de euros. Es una medida limitada y tardía, que parece más otra operación cosmética que una apuesta real por la austeridad, tan necesaria en un país con un elevado déficit. Si el Gobierno no afronta las medidas de choque que la Economía precisa, el Primero de Mayo del año próximo será de nuevo la «fiesta» del desempleo.


La Razón - Editorial

La segunda mitad del segundo semestre. Por Maite Nolla

Cuando dicen eso de que la recuperación vendrá en la segunda mitad del segundo semestre de no se sabe cuándo, no se deben ni escuchar a ellos mismos y les da igual. Con lo cual, lo mejor es que arrimemos todos el hombro, pero para echarles.

Me dice un amigo que, en realidad, la crisis en las empresas empezó hace algo más de dos años. Hasta hace poco el problema eran los impagos, especialmente en los negocios que dependen de otros y estos otros de otros. Hago un inciso y es que en algún momento se tendrá que plantear qué se hace con las deudas que dejan por el camino algunos tipos de sociedades, especialmente las de responsabilidad limitada, porque una cosa es el fraude de ley y otra el fraude legal. La cuestión es que, desde hace un tiempo, el cierre de los grifos por parte de los bancos ha acabado de hundir a muchos negocios que se han visto obligados a despedir a mucha gente; despidos en perjuicio, claro está, del trabajador, pero también de la empresa que tiene que asumir unos costes que no son elevados, son desproporcionados. La situación ha llegado a tal punto que, para que se hagan una idea, muchas pequeñas empresas han decidido dejar de defenderse ante los procesos de ejecución, porque ni siquiera pueden pagar al abogado que les alarga el procedimiento y rasca algo; incluso ahora, que empieza a haber una corriente entre algunos jueces de considerar abusivos los intereses de muchas pólizas.

Y el Gobierno lleva dos años despreciando todo eso. Desprecia incluso a la oposición, que a veces, entre ocurrencia y ocurrencia, ha apoyado las medidas de la nada que ha adoptado el Gobierno. Y les pondré varios ejemplos. El primero es que cada fin de semana Leire Pajín reclama de la oposición eso de "arrimar el hombro" contra la crisis y tal. Lo cierto es que, pese al apoyo incomprensible que la oposición ha dado al Gobierno, Zapatero ya dijo que no podía alcanzar pactos de Estado con la derecha en materia económica por "motivos ideológicos"; lo cual da una idea de la peligrosidad social del personaje.

Y otro ejemplo es que mientras muchos empresarios intentan cobrar una décima parte de los impagos y que no les embarguen más que casi todo, el Gobierno este verano adoptó dos medidas de gran calado social: la primera fue dar satisfacción a Puigcercós aprobando el sistema de financiación para Cataluña, insolidario, desigual y en desarrollo de una norma pendiente de una sentencia que lo puede anular. Le recordarán en la sede de ERC, en un atril con una bonita cifra a modo de botín. La otra fue dar gusto a su empresario mediático de cabecera, aprobando en agosto un Decreto-Ley –que exige una extraordinaria y urgente necesidad– para darle el fútbol de pago. Luego es normal que sean los primeros en defender la alegría y en acusar a los medios de la derecha de poco menos que de golpismo por hablar en términos catastróficos de lo que pasa; total, aún no estamos como en Grecia.

Cuando dicen eso de que la recuperación vendrá en la segunda mitad del segundo semestre de no se sabe cuándo, no se deben ni escuchar a ellos mismos y les da igual. Con lo cual, lo mejor es que arrimemos todos el hombro, pero para echarles.


Libertad Digital - Opinión

El intocable. Por Ignacio Camacho

ESTÁN linchando a jueces de carrera impecable para defender a un juez de trayectoria borrosa.

La poliédrica red de relaciones de Garzón se mueve en ambientes políticos y mediáticos para desacreditar a todo el que mantenga una posición crítica sobre el magistrado, y de paso a los juristas del Constitucional sospechosos de ver con malos ojos el Estatuto de Cataluña: los han criminalizado hasta por ir a los toros, actividad que de momento permanece amparada por la Constitución. Quizá pronto veamos en los papeles la lista de patrocinios de cursos a miembros de la Audiencia Nacional y el Supremo, aunque no hayan eximido luego de responsabilidades o culpas al patrocinador. La operación de salvamento, dirigida o apoyada por el propio Garzón, amenaza con desestabilizar a todo el alto aparato judicial del Estado. No basta, por lo visto, con la defensa jurídica propiamente dicha, plenamente garantizada y respaldada por la decencia de profesionales como el instructor Varela o la consejera del CGPJ Margarita Robles, capaces de autoinhibirse donde el encausado jamás lo ha hecho; es menester intimidar a todo ciudadano con toga que ose cuestionar la línea de pensamiento único. Política de tierra quemada, un bombardeo de abrasión que va a dejar la Justicia hecha unos zorros por haberse atrevido a procesar a un intocable.

De los tres casos que comprometen a Garzón, en dos tiene asegurada una estrategia de alboroto político: la causa del franquismo, primera exhibición de fuerza, y la de las escuchas de Gürtel, que pese a ser a criterio de los expertos la de más sólidos indicios promete ruido a cuenta de sus implicaciones colaterales con el Partido Popular. Pero en la de los pagos del Santander va a ser difícil movilizar la agitación callejera. Nadie ve a los sindicatos y a los actores reclamando libertad para exculpar a un banquero. El asunto parece penalmente más liviano, pero deja al héroe en mala postura ética. Es una cuestión poco honorable, un temilla de dineros que provoca escasas solidaridades y ofrece un pésimo perfil ideológico. Entre la clase judicial irrita sobremanera que Garzón cobrase por los cursos de Nueva York el triple del salario medio de un colega. Así que no va a haber más remedio que poner en marcha el ventilador y tratar de esparcir las salpicaduras.

Por si acaso se resiste, empero, algún elemento impermeable o correoso, también ha empezado a funcionar la máquina de favores políticos. La sonrojante liberación de Usabiaga engrasa la sintonía con un Gobierno empeñado en sacar del lado oscuro a Batasuna. Y el caso Faisán aguarda en stand by con su carga expansiva de responsabilidades por aclarar. Garzón es duro, muy duro de pelar; en dos décadas y media ha acumulado demasiada información comprometedora. Él mismo o quienes lo respaldan están dispuestos a convertir su defensa en un cable pelado de alta tensión capaz de electrocutar al que lo roce.


ABC - Opinión

La gran sentencia. Por Alfonso Ussía

Hay frases que descoyuntan a quien las oye o lee. Descoyuntan, porque son saludadas con una inclinación de cabeza que lleva a ésta hasta el suelo.

Sentencias plenas de talento que nos abren los ojos e invitan a la meditación. Manuel Chaves, «caballa» ceutí, ex presidente de la Junta de Andalucía y hoy vicepresidente del Gobierno, ha sido el autor del encadenamiento de palabras más inteligente de los últimos cincuenta años. A Manuel Chaves le descubrió mi compadre barroco Antonio Burgos una característica física de apreciable importancia. De frente, el entorno de su rostro coincide a la perfección con el dibujo del escudo del Barça. Me consta que no es el momento más oportuno para referirse al gran club español, recientemente apeado de la Liga de Campeones. Pero ninguna culpa tengo de ello. Ni de la eliminación del Barça, ni de la cabeza de Chaves, ni del escudo, ni de la coincidencia. Escribo abrazado a la buena voluntad y con el entusiasmo propio del ser humano sorprendido por un rasgo de talento ajeno. Chaves, dicha sea la verdad, es el vicepresidente de un Gobierno que no existe, y por ello, existe aún menos que el mismo Gobierno. Con las excepciones que confirman la regla, el vicepresidente de cualquier institución, o entidad pública o privada, acostumbra a ser el hermano tonto. En las sociedades anónimas o limitadas, los vicepresidentes no tienen ni despacho. Los vicepresidentes del Gobierno ingobernable, no gobernado y nada gobernador de Zapatero, van a su aire porque nadie, ni el propio Zapatero sabe qué cosa vicepresiden. De ahí la libertad que tienen para decir genialidades. La vicepresidenta De la Vega dijo, no hace mucho, que gracias a los socialistas las mujeres españolas de hoy son más cultivadas que las de ayer. Me sucede lo que a Sacha Guitry, que al oír hablar de una mujer cultivada me la figuro con rábanos, coles de Bruselas, zanahorias y plantas de tomate emergiendo de sus orejas. Pero lo de Chaves ha sido mejor. Formidable es el adjetivo adecuado.

«Si no se crea empleo en el último trimestre de 2010, será a lo largo de 2011». Descoyuntado me hallo, insisto. Se puede ser concluyente, pero no tanto. Es frase que aventura y tranquiliza. Y además, con el secreto de extender el porvenir al antojo del calendario. Porque si no se crea empleo en el último trimestre del 2010 y tampoco en el año 2011, Chaves podrá vaticinar que si no se produce la creación de puestos de trabajo en el último trimestre de 2011, el empleo se creará en 2012, y así sucesivamente hasta llegar al año 2016 con el treinta o cuarenta por ciento de parados, cifra de muy probable consecución mientras los sindicatos se tocan el bolo. Hoy, sábado 1 de mayo, los sindicatos salen a la calle a manifestarse contra los empresarios. Contra el Gobierno, eficaz creador de cinco millones de parados, ni una palabra, que hay que pagar las nóminas y los coches oficiales. Así, Cándido Méndez, podrá decir en la tribuna al final de la manifestación: «Nuestro vicepresidente Chaves ha dicho que si no hay creación de puestos de trabajo en 2010, la habrá en 2011, así que compañeros y compañeras, trabajadores y trabajadoras, enchufados y enchufadas, subvencionados y subvencionadas, podemos estar tranquilos. La culpa de los cinco millones de parados la tienen los empresarios, Esperanza Aguirre y Mariano Rajoy, y contra ellos nos manifestamos, compañeros y compañeras, que os lo creéis todo y parecéis más tontos que mandados a hacer de encargo». Y dicho esto, Méndez se esconderá tras los grandes paneles de la tribuna de oradores para morirse de risa. La frase de Chaves forma parte, y con alta justificación, de la antología de sentencias ingeniosas de la política española. Eso no quita que la gente de la calle pueda considerar su sentencia como la propia de un descomunal caradura. La libertad de opinión y de expresión es así. Monumentales carotas.

La Razón - Opinión

El socialismo, es lo que tiene. Por Pablo Molina

Ese es el resultado inapelable de la aplicación de las ideas socialistas: una casta de ungidos encaramados al poder que se enriquece, unos grupos de presión que le hacen el trabajo sucio y, en contraposición, una clase media destruida.

La propaganda de izquierdas es tan burda como eficaz. Los socialistas llevan dedicados al noble oficio de engañar a los obreros desde su fundación hace más de un siglo, así que no resulta extraño que en todo este tiempo hayan depurado sus técnicas hasta alcanzar el grado sublime que tienen en la actualidad.

Esas abultadas dosis de propaganda, a base de frases sencillas y acusaciones metafísicas que influyen en el terreno emocional de la gente de a pie, es lo que permite a nuestros socialistas contemporáneos seguir blasonando de que su principal objetivo es defender el bienestar de los más desfavorecidos. El PSOE dice que va a castigar a los ricos y los pobres le creen, aunque los realmente adinerados, en este o cualquier otro país, disfruten de muchas más gabelas cuando manda la izquierda que cuando lo hace la derecha. La consecuencia es que, aunque los trabajadores pasen hambre como ya está ocurriendo en muchos casos, prefieren votar a un partido que les regala los oídos estimulando el sentimiento de la envidia, sin el cual el socialismo perdería gran parte de sus expectativas.

Cuando aparece algún socialistón que se ha enriquecido de forma asombrosa, las víctimas del telediario saldan el expediente acusándole de no ser realmente de izquierdas. Al contrario. Precisamente por ser socialista se ha enriquecido mientras la población normal se empobrece. Ese es el resultado inapelable de la aplicación de las ideas socialistas: una casta de ungidos encaramados al poder que se enriquece, unos grupos de presión que le hacen el trabajo sucio a cambio de que sus miembros vacíen el bolsillo ajeno y, en contraposición, una clase media destruida y millones de obreros viviendo del mísero subsidio estatal.

Lo dramático es que precisamente cuando la injusticia social es más notoria, es cuando los más perjudicados exigen una dosis mayor de socialismo; no de otra forma cabe entender que, a estas alturas, Zapatero siga generando un notorio apoyo popular que le puede llevar a revalidar su victoria electoral en 2012 si antes no revienta por completo nuestra economía.

El socialismo es el mayor agente destructor de riqueza y la garantía de que los pobres lo van a ser cada vez más, mientras un ejército de parásitos vive en la abundancia desvalijando a los que no tienen capacidad suficiente para defenderse de las coacciones del Gobierno. Eso es el socialismo y esos son los socialistas. En una pena que no sólo estén en el PSOE.


Libertad Digital - Opinión

La solución es el PSOE. Por M. Martín Ferrad

ESPAÑA no es Grecia, repiten machaconamente Elena Salgado y otros notables gubernamentales.

Eso es verdad; pero tampoco es Alemania, Francia o Gran Bretaña. En lo que a solvencia respecta, España es como Irlanda y hasta un poco más que Italia. Ello no quiere decir, en modo alguno, que sería conveniente organizar un multitudinario concierto nacional de castañuelas para mostrar nuestra alegría colectiva. España, y no sólo en términos económicos y de rating, está peor que hace seis años, cuando José Luis Rodríguez Zapatero sucedió a José María Aznar como residente en La Moncloa y mucho peor que hace dos, cuando renovó su contrato de inquilino. Ese debe ser el punto de partida de cualquier análisis. Esto no es una competición, sino la vida y el bienestar de los ciudadanos.

Tampoco es cosa, por estéril, de ensañarse en la crítica a quien, siendo el peor jefe del Ejecutivo de los últimos 35 años, parece convencido de estar tocado por los dioses y tener en sus manos el talismán de la grandeza nacional. Unas veces por acción y otras por omisión, Zapatero ha creado el ambiente propicio para la ruina económica, desde el paro a la Deuda pasando por el déficit, y, lo que es peor y más irreversible, también para la ruina política. Aquí, donde hasta los gatos quieren zapatos, un líder regional cuyo partido respaldan un 3 por ciento del total de los votantes españoles puede permitirse el lujo de «avisar» de la gravedad que conlleva que la Constitución se anteponga a «su» Estatuto de Autonomía.

Tan grave situación exige soluciones y, ante la imposibilidad de un pacto de Estado entre los dos grandes partidos, a dos años de las próximas legislativas y sin que el principal grupo de la oposición admita la hipótesis de una moción de censura sin victoria garantizada (!), sólo cabe una solución teórica y no rupturista: el PSOE, responsable y respaldo del liderazgo de Zapatero, tendría que actuar y, en uso de las prerrogativas reglamentarias que asisten a su cúpula, reconvenir y, en su caso, sustituir a quien ya tiene acreditada su incapacidad fáctica para enfrentarse a la situación con la energía y la inteligencia debidas. La dejación presidencial está calentando un cisma institucional y, al tiempo, ha puesto el futuro económico de la Nación en manos de los llamados agentes sociales. Vistas las cosas desde esta perspectiva, no estamos como Grecia, sino muchísimo peor.


ABC - Opinión

Al borde del colapso

Más familias sin ingresos y más paro prolongado amenazan los indicios de recuperación

La encuesta de población activa (EPA) del primer trimestre de 2010 revela algunos aspectos del grave deterioro del mercado de trabajo sobre los que deberían reflexionar con urgencia el Gobierno y los agentes económicos. No se trata sólo de que la tasa de paro ha rebasado la barrera psicológica del 20% ni de que el número de parados (4.612.700 personas, 286.200 más que a finales de 2009) sea un récord. Además de tales comparaciones dolorosas, la economía española se enfrenta a problemas sociales de más calado que el puramente estadístico. La EPA detecta 1.298.500 familias con todos sus miembros en paro; y los parados de larga duración (más de un año buscando trabajo) son ya 1.787.000. Aunque las familias han protegido hasta ahora a sus parados, existe el riesgo de que aumente la pauperización.

Frente a este crash laboral, el Gobierno esgrime hasta ahora un reconocimiento teórico de la gravedad del problema y la convicción de que "el deterioro del mercado laboral es menos acusado que en el primer trimestre de 2009". La conclusión estadística es correcta, pero muy corta de miras. En el primer trimestre de 2010 la EPA muestra un cambio significativo: la población activa aumentó en 34.400 personas, casi todas ellas mujeres. Aunque sea muy probable que en el mes de abril la tendencia del empleo ha mejorado y se confirme que el crecimiento del paro ha tocado techo, un aumento sostenido de la población activa mantendría la tasa de desempleo en niveles muy altos durante varios trimestres. Y, como se ha repetido hasta la saciedad, el principal peligro para la economía (sobre todo para la estabilidad de las cuentas públicas) es un paro elevado de larga duración. En ese sentido, la evolución del número de familias sin empleo y de parados casi permanentes induce más bien al pesimismo. En estas condiciones, cualquier indicio de recuperación es simple voluntarismo. Sobre todo cuando el FMI advierte que la economía española llegará a tasas de crecimiento del 2% allá por 2016.

La primera EPA del año trae también un mensaje para los sindicatos. De los 239.000 empleos desaparecidos, 73.000 son contratos fijos. Es la tercera EPA en la que desaparecen puestos fijos. El ajuste de empleo no afecta sólo a los contratos temporales y tampoco a la construcción en exclusiva; toca también a los clientes o afiliados de los sindicatos. Estos han optado por responder con maniobras evasivas. Instan al Gobierno a que actúe para acabar con el paro. No es una buena respuesta, porque en su mano está reflexionar sobre lo que pueden hacer para crear empleo. Acelerar la negociación sobre la reforma del mercado de trabajo, por ejemplo.

No es noticia afirmar que la situación económica es grave o que la crisis del mercado laboral, además de la amenaza de empobrecimiento social, puede agravar la parálisis del crédito bancario y comprometer todavía más la solvencia de las finanzas públicas. Pero lo cierto es que la amenaza de colapso, con una economía saliendo de la recesión con tasas de crecimiento muy bajas y tasas de paro muy altas, sólo puede conjurarse con decisiones contundentes: recorte del gasto público y reformas rápidas en el sistema financiero.


El País - Editorial

De Juana Chaos y un lamentable sistema penal

De Juana Chaos nunca se ha arrepentido de sus crímenes y mucho menos ha pedido perdón a los familiares de sus víctimas, que es lo menos que se debería exigir a un asesino antes de ser puesto en libertad.

De Juana Chaos es uno de los peores asesinos de la historia de la banda terrorista ETA, lo que no le impide ubicarse fuera del alcance la justicia aprovechándose de los beneficios de un código penal español más preocupado de beneficiar al delincuente que de resarcir a las víctimas.

Su participación directa en veinticinco asesinatos cometidos por la banda, además de la realización de labores de organización en el entorno terrorista, le llevaron ante la justicia en 1987 para ser condenado a casi tres mil años de cárcel. Lo que hubiera sido de hecho una cadena perpetua, con el código penal español, no por tantas veces revisado menos lamentable, se convirtió finalmente en dieciocho años de privación de libertad, tras los cuales tenía todas las posibilidades de acabar en la calle como cualquier otro ciudadano que jamás hubiera cometido una falta. Tan sólo la insistencia de la Fiscalía de la Audiencia Nacional, procesándolo por delitos de enaltecimiento del terrorismo, permitió que volviera a la cárcel, no sin antes protagonizar una grotesca huelga de hambre que nadie creyó salvo él mismo y unos medios de comunicación internacionales, protagonistas de uno de los episodios más siniestros de la historia informativa reciente.


De Juana Chaos fue finalmente puesto en libertad en agosto de 2008. Cuatro días más tarde, la Audiencia Nacional abrió diligencias por el delito de enaltecimiento del terrorismo que ha llevado finalmente a pedir su extradición de suelo irlandés. Demasiado tarde. Una justicia lenta y un código penal absurdamente benévolo le han dado el tiempo y los recursos necesarios para desaparecer sin que ni las autoridades irlandesas ni las españolas conozcan su paradero. Algo parecido ha ocurrido con la estrambótica desaparición de otro asesino etarra, Iñaki de Rentería, al que la policía busca tras su salida de prisión, después de que la Audiencia Nacional se negara a procesarle por el intento de asesinato del Rey Juan Carlos, sin que nuestra justicia atine a hacer otra cosa que culpar al país vecino.

De Juana Chaos nunca se ha arrepentido de sus crímenes y mucho menos ha pedido perdón a los familiares de sus víctimas, que es lo menos que se debería exigir a un asesino antes de ser puesto en libertad en cumplimiento de unos beneficios penales que, según dicta el sentido común, sólo deberían ser aplicados a quienes de modo fehaciente se retracten de su pasado sanguinario. Hablamos del criminal que en marzo de 1993, tras el asesinato del concejal sevillano Alberto Jiménez Becerril y su esposa, mostró su alegría escribiendo "sus lágrimas son nuestras sonrisas". La misma alimaña que en mayo de 1998, tras el asesinato del concejal de UPN Tomás Caballero, solicitó al director de la prisión champán y langostinos para celebrarlo.

Hoy está desaparecido, lo que constituye un insulto añadido a sus víctimas y una ofensa más a los ciudadanos que juiciosamente quieren que los asesinos paguen por el daño causado hasta sus últimas consecuencias. Veinticinco seres humanos inocentes, destrozados por las bombas y los disparos de un sucio asesino, no merecen menos. La sociedad española tampoco.


Libertad Digital - Editorial

El paro condena a Zapatero

LA exclusiva adelantada por ABC sobre los datos de la Encuesta de Población Activa del primer trimestre de este año fue confirmada ayer por el Instituto Nacional de Estadística, con la publicación oficial del informe. La tasa de paro está en el 20,05 por ciento, con 4.162.700 personas sin trabajo.

Pero aún hay datos más preocupantes, como el de que en 1.298.500 familias no hay un solo miembro trabajando. Además, los jóvenes entre 16 y 25 años siguen abocados al desempleo y no hay atisbo de una mejora sustancial. El Gobierno confía en la tregua que pueda darle el paro de abril, que se conocerá la semana que viene, pero, por bueno que sea el dato, no podrá neutralizar el descrédito del Gobierno ni justificar previsiones optimistas a medio plazo. Por el contrario, es evidente que se está extendiendo la economía sumergida, única forma de entender la subsistencia de cientos de miles de familias sin ingresos del trabajo, lo cual anuncia un escenario en el que las medidas fiscales que se tomen tendrán un efecto muy limitado o nulo -porque las actividades productivas son cada vez más ocultas- y que generará un mercado laboral alternativo y difícilmente controlable.

En todo caso, al margen de estas consecuencias económicas, la tasa de paro confirmada por el INE pone al Gobierno ante el espejo de su incapacidad y explica su descrédito internacional. A pesar de los mensajes inverosímiles del Ejecutivo acerca de que el paro ha tocado techo o de que el deterioro del empleo se frena, la convicción instalada en la opinión pública es que la evolución será a peor. ¿Realmente está el Gobierno en condiciones de descartar que se llegue a los cinco millones de parados o a una tasa de desempleo del 25 por ciento? Baste recordar cuántas veces descalificaron la tasa del 20 por ciento. Ahora los responsables económicos se apresuran a recordar que ya anunciaron que se podía llegar a ese porcentaje. Lo hicieron, sí, cuando era evidente y, lo que es peor, tarde.

El estado actual de la economía y el empleo desautoriza los llamamientos del Ejecutivo a la confianza. El crédito sigue sin circular entre empresas y particulares. Empieza a repuntar la inflación, pese al aumento del paro y la recesión. El déficit es insostenible y obligará a suprimir los planes de ayudas públicas, lo que hará que los sectores beneficiados por ellas vuelvan a resentirse de la retracción del consumo. No son profecías, sino la lista de daños de una política económica equivocada y sin propósito de enmienda.


ABC - Editorial