martes, 11 de mayo de 2010

El rebote y el rebotado. Por Tomás Cuesta

SI el rebote que experimentó la Bolsa ayer fue de los que hacen época, tengan por cierto que el que se cogió el señor Rajoy con la encuesta del CIS no le anduvo a la zaga.

Mientras los especuladores fundían el parqué (porque, salvo mejor criterio de la señora De la Vega, no se trataba de frailes mercedarios) el líder de la oposición recibía un recado tan frío como un «uppercut» en el primer segundo del primer asalto. Con la que está cayendo (y con lo que está callando) no sólo no consigue descolgar a Zapatero sino que le tiene ahí mismo, a punto y medio, a una insignificancia que se enjuga con tres telediarios y unas pocas portadas. De nada sirve denunciar al cocinero o poner en cuestión el recetario porque ni el propio Ferrán Adrià con sus inextricables mañas es capaz de aliñar tal estropicio sin que se le claree el pucherazo. Otra cosa es concluir que la realidad difícilmente puede tabularse y que una alternativa no se construye a cala y cata. ¿O si? Pues, entonces, ajo y agua.

Según Sartori, la sondeo-dependencia consiste en conceder credibilidad a un método que es falso pero también, y ahí está el busilis, confortable. Es la muleta con la que se sostienen las formaciones cojitrancas que fían a los augurios demoscópicos lo que no quieren confiar a su ideario. Así que la sacrosanta opinión pública -que, a tenor de cómo se le pregunte y cuándo, opina una cosa o la contraria- es la que da y quita razones, la que reparte los dulces y los sapos. O sea que, siguiendo a pie juntillas el dictamen del oráculo, parece razonable suponer que el Gobierno ha pasado a la ofensiva y pretende contribuir a la animación bursátil y a la fantasmagórica salida de la recesión (un ínfimo repunte provocado por las compras de quienes no quieren que el IVA les coja inconfesados) con un rearme espiritual de su líder y de sus parroquianos. Más razonable aún es pensar que sólo un riguroso control europeo de nuestra economía, con lo que ello implica de pérdida de nuestra soberanía, puede salvar a España de la hecatombe, lo cual, salvo imponderable mayúsculo, tiene que pasar factura a Zapatero y dar la victoria electoral al PP, aunque sea a la manera tory. O no.

La política no debería ser un juego, mientras que los sondeos se fundan en relaciones matemáticas presentes en actividades como las apuestas y los naipes. Lo primero que haría cualquier moralista que se tuviera por tal en tiempos de crisis sería eliminar el CIS en lugar de cepillarse la dirección general de la Biblioteca Nacional. Eso sólo ya da fe del sentido socialista del poder, palurdo pero práctico. En cambio el equipo de Rajoy propende a pisar todos los charcos, incluido el de firmar recibo de un sondeo en el que Rubalcaba es el ministro mejor valorado y Duran el político con más nota. Apabullante. Como para pedir asilo en Italia, cuyo clima político al lado de semejante panorama resulta el colmo de lo chic y sofisticado, velinas incluidas.

Zapatero, que el domingo era casi un apestado que tenía que viajar en la clandestinidad a Barcelona para ver al Rey (una hora sin piedad) emerge hoy como el último gigante del socialismo europeo, un peñasco, un peñón, un hórrido peñazo, que ha vuelto a tomar aire cuando el espectro de la bancarrota le tenía en sus garras y nos tenía, ay, acogotados. Merkel y Sarkozy pagan los platos ratos y Rajoy, a este paso, quizás acabe pagando el pato.


ABC - Opinión

Tarjeta amarilla para ZP. Por Emilio J. González

A Zapatero no le queda más remedio que olvidarse de sus planes de compra de votos y hacer los deberes de una vez porque el castigo que le espera a España si no cumple es perder la ayuda y forzar su salida del euro.

Como a los futbolistas marrulleros, Alemania acaba de sacar tarjeta amarilla a ZP. Con la aprobación el pasado domingo del fondo de rescate de la Unión Europea, los germanos dan una nueva oportunidad a España y Portugal, a cuyos gobiernos culpan de manirrotos, de seguir en la primera división europea, esto es, en el euro, pero les han dado a ambos países un claro aviso: o se comportan como deben en términos presupuestarios o se van a la calle. Y para ello, como los árbitros escamados con la actitud de un jugador, van a estar vigilando permanente sus movimientos y, a la menor que hagan, les sacan tarjeta roja. ¿Qué quiere decir todo esto para ZP?

Lo primero que implica el aviso que ha dado la canciller Angela Merkel es que el ajuste presupuestario anunciado este fin de semana por la vicepresidenta económica, Elena Salgado, es insuficiente. Ya que van a pagar las facturas de los platos rotos por otros, los alemanes quieren que el Gobierno se deje en paz de tonterías y que añada bastante más al medio punto adicional de recorte en el déficit público para este año y al punto extra en 2011. Cosa lógica, por otra parte, ya que esos nuevos objetivos son una nadería. España puede y debe ser más ambiciosa en su estrategia de reducción del desequilibrio en las cuentas públicas.


Zapatero, sin embargo, no quería ir más allá por dos razones fundamentales. La primera de ellas es que como el PP y casi todos los analistas le han dicho que profundice en el recorte del gasto, él, por sistema, porque es así, se ha negado. La segunda obedece a motivaciones políticas. No hay que olvidar que, en 2011, se van a celebrar en nuestro país elecciones municipales y autonómicas cuyo resultado va a condicionar las elecciones generales de 2012. En esos comicios, el PSOE parte como perdedor, según las encuestas de intención de voto que se van publicando. Sin embargo, Zapatero no está por la labor de aceptar una derrota y, mucho menos, de que los del PP puedan desalojarse de ese poder que tanto le gusta. Por ello quiso limitar los objetivos de recorte del déficit para este año y el próximo ya que ello le permitiría desplegar sus ya más que conocidas políticas de compra de votos con cargo a los presupuestos del Estado. Sin embargo, su estrategia ahora se le puede ir al garete.

A Merkel, que no profesa adoración por ZP precisamente, los problemas electorales del presidente del Gobierno le traen al fresco. Es más, seguro que se alegraría de presenciar su caída en las urnas después de todos los feos y desplantes que Zapatero ha tenido para con ella. Por este motivo, y porque Merkel se debe a sus electores, no le va a pasar ni una. Así es que a Zapatero no le queda más remedio que olvidarse de sus planes de compra de votos y hacer los deberes de una vez porque el castigo que le espera a nuestro país si no cumple con lo que le exijan nuestros socios europeos para evitar la suspensión de pagos es dejar de ayudarle y forzar su salida del euro. Si ZP ya lo tiene difícil para revalidar su mandato en las urnas, mucho más lo tendrá con la crisis económica y social a que daría lugar la suspensión de pagos de nuestro país y la salida del euro. Así es que, le guste o no, o hace lo que tiene que hacer, o a Zapatero le van a condenar los líderes europeos a los infiernos. Por desgracia, a España también.

En consecuencia, Zapatero y su Gobierno van a tener que demostrar a partir de ahora más ambición en el ajuste presupuestario. La cuestión es cómo lo va a hacer. De entrada, eso va contra su forma de pensar. Además, sus amigos los sindicatos ya se han manifestado en contra de recortar el gasto público e, incluso, de la Unión Europea si exige reducciones drásticas que, sin duda, les van a afectar porque supone acabar con las dádivas y mercedes multimillonarias que les ha otorgado ZP. Y después está la cuestión de las autonomías. Para cumplir con las exigencias que nos vengan de Europa, el Gobierno no va a tener más remedio que apretar el cinturón a todas y cada una de ellas, lo cual no le va a resultar fácil y menos aún en el caso de Catalunya, en donde al problema de la sentencia del Estatut se tendrá –o tendría, porque con ZP nunca se sabe– que sumar un recorte importante del dinero que recibe del Estado, una cuestión que puede ser poco menos que ‘casus beli’, entre Moncloa y la Generalitat y entre el PSOE y los partidos catalanes. Todo lo cual parece demasiada tarea para un presidente tan desgastado políticamente como el nuestro y que, además, está amenazado de tarjeta roja si no se comporta como debe. ¿Solución? Que opinen los españoles a través de las urnas.


Libertad Digital - Opinión

Se acabó la fiesta, Timonel. Por Hermann Tertsch

NO hay mejor afición -y más barata- que gastar el dinero de los demás. Y si se puede, a espuertas y comprando favores y sumisión.

Así se hicieron imperios de todo tipo. De naciones, de compañías multinacionales y de chiringuitos más o menos cutres. Porque el dinero, en sí siempre anónimo, da mucho de sí. Aquí, en este nuestro maltratado país, alguna ministra dijo en un arranque de sinceridad inusual que el dinero público no era de nadie. Pero en realidad lo que pensaba es lo que todos sus correligionarios socialistas. Piensan que es suyo. Así lo tratan y gastan al menos. Ahora les ha pasado algo inesperado. Les ha sucedido algo que en su semicultura plenianalfabeta y dehesa, monolingüe, provinciana y primitiva, no se le había pasado por la cabeza. Estaban convencidos nuestros muchachos y muchachas en el Gobierno que fuera se piensa igual que en esta anomalía en que han convertido de nuevo a España. Pues va a ser que no. En otros países, donde aÚn existe una cultura del rigor y la probidad, no se pueden hacer cosas que aquí son impunes. Creo que la presidencia española, de la que tanto se prometía nuestro presidente, no para hacer nada sino humo para su electorado, ha generado por el contrario muchísima claridad. Al menos fuera de nuestras fronteras. Que aquí el CIS nos cuenta que la diferencia entre socialistas y la única oposición, por llamarla de alguna manera, haya caído a 1,5 puntos puede ser mentira como tantas cosas. O verdad, porque donde no hay no hay, y las luchas no están para ser dirigidas por indolentes.

El hecho es que en otros países en los que la democracia y la sociedad civil existen realmente y desde hace mucho tiempo, los contribuyentes -auténticos ciudadanos conocedores de sus derechos y menos fáciles de intoxicar con basura mediática gubernamental- piensan y saben que tener una moneda común con países como Grecia o la España de Zapatero es una insensatez. Y reclaman sensatez a sus Gobiernos. Los resultados de las elecciones en el estado de Renania Westfalia, donde una canciller Angela Merkel -cuya política no tiene alternativa en su país- ha perdido diez puntos de su partido democristiano (CDU) por ayudar a financiar una vía de salvación para un país de finanzas-basura y gestión inepta y corrupta como Grecia, son un toque de aviso. Para navegantes y peregrinos. Se acabó la fiesta. Los alemanes -no sólo ellos- están ya hartos de pagar aventuras irresponsables como la griega de treinta años y la española de los últimos seis. Ayer, después del batacazo electoral en Renania Westfalia, el mayor estado federado de Alemania, Merkel dejó claro que se han acabado las bromas. Y que España y Portugal no pueden jugar con la moneda común como juegan con sus finanzas, con su déficit y sus electores. Hasta hace muy poco era impensable que algún país fuera expulsado de la zona de la moneda común del euro. Hoy tampoco es probable, por complicado. Pero ya es en Berlín o París, asumible, llegado el caso. Lenin, ese héroe de la libertad del gurú de los derechos humanos que es para nuestro Gobierno Santiago Carrillo, hubiera dicho ¿Sto dielat? (¿Qué hacer? en ruso). Pues aquí nadie tiene respuesta a Lenin. Ni sus amigos que lucharon por la libertad en aquella supuesta idílica república democrática y humanista, casi siempre en la retaguardia. No en trincheras en el frente, sino en sacas de presos y creación de fosas comunes. Hemos vuelto a donde quería el abuelo inventado. A hablar del pasado mientras Merkel y Sarkozy buscan fórmulas para neutralizar el peligro que representamos no ya para nosotros, sino para su propia seguridad y bienestar. En fin, hablamos demasiado del pasado, vive Dios. En el presente acabamos de tener otras elecciones además de las de Renania Westfalia. Gran Bretaña tiene que formar Gobierno. Tres partidos sin mayoría han de buscarlo. Lo que está claro es que ninguno quiere compartir destino con nosotros. En el Reino Unido, nadie. En Alemania y Francia son cada vez menos. Mala señal. Para nosotros por supuesto.

ABC - Opinión

Zapatero resiste. Por Cristina Losada

Es sabido que los últimos marxistas están en la derecha: creen que se vota con el bolsillo. El caso es que el bolsillo está vacío y Zapatero resiste.

Como para fastidiar a aquellos que, como Cospedal, reclaman estos días que Zapatero se vaya a su casa, el último barómetro del CIS ha reducido a casi nada la diferencia de intención de voto entre el PP y el PSOE. La opinión pública es, dentro de un orden, una criatura contradictoria y voluble. De ahí que, pese a la sospecha de que el CIS barre para casa, no resulte del todo extraño que entre enero y abril los socialistas hayan recuperado votantes. Ello, incluso, cuando la mayoría desconfía del presidente del Gobierno. Pues el orden, ése que el PP no quiere arriesgarse a modificar y acepta como natural o inmanente, consiste en que España es de izquierdas, aunque le pese.

Los populares achacan el feo resultado al hecho de que las encuestas se realizaran los días en que se levantó el secreto del sumario de la trama Gürtel. Cierto que los sondeados consideran que el PP es el partido más manchado por la corrupción. Pero, ¿no dijeron en Génova que la publicación del sumario no desvelaba nada nuevo y que ya no tendría efecto alguno? Ahora, han cambiado de parecer. Tarde.


Se confirma, una vez más, que las preocupaciones de los españoles son de índole económica. En teoría, la situación ideal para el PP, que ha apostado por hacer una oposición centrada en la crisis y puede presentar un historial de gestión brillante. Sin embargo, el partido de "los problemas que preocupan a la gente" no acaba de conectar con la gente. La inquietud por la marcha de la economía no provoca una modificación sustancial de las preferencias políticas. El PP ha acentuado su perfil tecnocrático y apolítico, frente a un PSOE que hace lo contrario. Y lleva las de ganar este último, que sobrevive sin sufrir grandes daños. Pero es sabido que los últimos marxistas están en la derecha: creen que se vota con el bolsillo. El caso es que el bolsillo está vacío y Zapatero resiste.

Entretanto, el PP deshoja la margarita preguntándose si debe de tomar alguna iniciativa política de gran calibre. Rajoy nada descarta. Y para no descartar nada, se abstiene. A fin de mantener abiertas todas las opciones, no elige ninguna. Ante todo, mucha calma.


Libertad Digital - Opinión

El cambiante Zapatero. Por M. Martín Ferrand

SE equivoca Rigoletto cuando asegura que la donna _ mobile. ¿Hay alguien más mobile, más cambiante e indeciso, que José Luis Rodríguez Zapatero?

Hace sólo unos días le negó a Mariano Rajoy el ajuste del gasto público que, con buen sentido, le reclamaba el líder de la oposición. Incluso tuvimos que soportarle una explicación cantinflesca sobre la inconveniencia de un recorte presupuestario en razón de sus indeseables efectos sociales; pero ha bastado una insinuación europea, sólo un susurro, para que lo que ayer era dogma de la fe política socialista sea hoy un principio de sabiduría económica. Recortaremos el gasto. ¿Cómo? A juzgar por sus antecedentes de sumisa debilidad, el presidente tendrá que consultarlo con los «agentes sociales», esa mandanga que utiliza -unas veces como burladero y otras como ariete- para no encarar la responsabilidad que le compete. Ya veremos lo que dice Cándido Méndez, vicepresidente fáctico, asesor económico y director espiritual del líder socialista.

Es Zapatero quien muta d´accento e di pensier. Lo hace a la menor provocación que venga de fuera, que para algo está señalado como «líder planetario» y, aunque su dimensión sea de cercanías, no renuncia a las largas distancias. En esta su segunda legislatura, tan previsiblemente calamitosa, no ha perdido ninguna oportunidad para cambiar de opinión y defender hoy lo que ayer denostaba. O viceversa. Eso, supongo que suponen sus setecientos asesores monclovitas y todos los sabios externos que le iluminan, debe de ser electoralmente útil; pero, en lo que afecta al rigor y la relevancia exigibles a un jefe de Gobierno, es tan descalificador como ridículo. Más lo segundo que lo primero.

En su empecinado afán de hacer la tortilla sin romper huevos, el socialista pretende reducir el déficit sin subir los impuestos ni tocar el sueldo -menos aún el número- de los funcionarios. Busca la piedra filosofal y, aunque los brujos y los alquimistas ya no son lo que eran, eso podría llevarle a la hoguera o, peor aún en el terreno de lo risible, llegar a tropezar con su propia piedra mientras el país -materialmente- se arruina económica y moralmente. No hay prozac en todo el mundo para atajar la depresión que afecta a los cuatro millones y medio de parados; doce, si contamos a sus familiares y treinta si consideramos también a sus vecinos. De hecho, a cuantos no son funcionarios o jubilados.


ABC - Opinión

Con el rabo entre las piernas. Por Andrés Aberasturi

Si al menos se reconocieran con cierta humildad que tal y como están las cosas nada de lo que se diga hoy es necesariamente válido para mañana, los ciudadanos agradeceríamos la verdad y hasta es posible que eso nos animara a hacer lo posible para salvar la situación.

Pero no. Se empecinan una y otra vez en ser categóricos creyendo que nos convencen con las palabras, los reproches, las apariencias. Y tiene que llegar la señora Merkel en particular y Bruselas en general para sacarnos los colores y hacer que el Gobierno -otra vez- diga dije donde dijo diego.

Hace apenas horas de dos declaraciones contundentes; la primera de la vicepresidenta económica, Elena Salgado, asegurando que no había previstas nuevas medidas y la segunda del mismísimo presidente que respondía a Rajoy con estas palabras: "*por tanto, reducción del déficit, si; drástica, no". Pues ahí lo tienen; un fin de semana en Bruselas y volvemos con el rabo entre la piernas anunciando un recorte adicional del déficit de 5.000 millones (0,5% del PIB) este año hasta situarlo en el 9,3% del PIB y 10.000 millones más de lo previsto en 2011 hasta llegar al 6,3%. Habrá que improvisar nuevas medidas y la reducción será drástica.


Lo curioso, lo que no resulta fácil de entender, es por qué el empecinamiento del Gobierno en contagiarnos su eterno "aquí no pasa nada" a la hora de tomar medidas. Aquí han estado pasado muchas cosas y más que pueden pasar. Aquí se les ha estado reclamando desde todos los ámbitos técnicos -no hablo sólo de partidos- que con los planes previstos ni de broma se podría cumplir con los compromisos europeos y que después de lo de Grecia, el horno no estaba para experimentos ni probaturas. Pues no. El ejecutivo con sus más de cuatro millones y medio de parados, con su endeudamiento galopante, sus hoy disparatados planes de financiación autonómicos, se preocupaba más de los problemas en la Audiencia o el Supremo que de corregir este descalzaperros económico. ¿Y la oposición? Pues combatiendo con la mano derecha al Gobierno y con la izquierda golpeándose a si misma y llamando a los cerrajeros para abrir despachos de Génova. Un número.

Pero hay dos preguntas claves. ¿De dónde va a ahorrar el Gobierno? La respuesta el próximo miércoles si es que les da tiempo a pensarlo, pero más pronto que tarde, desengáñense, de nuestros impuestos. Y la otra pregunta: ¿tan mal lo esta haciendo ZP? Y con la mano en la sinceridad y la vista en las encuestas, la respuesta es "no". Por lo visto al personal le va esta marcha y no sólo no baja la intención de voto desde el último barómetro de CIS sino que recorta la distancia al PP y reduce a un mínimo 1,5% su desventaja. Esto no debería consolarles porque el problema, aquí y ahora, es que los españoles no creemos en ellos, ni en unos ni en otros. Yo no quiero líderes carismáticos sino gentes que sean capaces de administrar con honradez y prudencia los recursos de todos. Pues unos por unas cosas y otros por otras, nos han dejado helados y se han convertido en nuestra principal preocupación. Porque la clase política no es realmente el tercer problema de los españoles sino el primero teniendo en cuenta que el que ocupa ese primer lugar es el paro y el segundo la situación económica, es decir, dos realidades que dependen absolutamente de esa casta cada vez mas rancia a la que llamamos política.


Periodista Digital - Opinión

Moción de censura. Por José García Domínguez

De ahí que presos, tantos años después, entre la España que duerme y la otra que bosteza, una moción de censura se imponga como única terapia capaz de curar la narcolepsia crónica del de Pontevedra.

Deja entrever esa parsimonia de casino de capital de provincia, faria y resopón, la que retrata el liderazgo de Rajoy, un rasgo siempre caro a la derecha española: su muy marcada querencia por que el trabajo lo hagan otros. Como si su libro de cabecera fuese El derecho a la pereza del gran Paul Lafargue, con administrativa indolencia ansían que el poder les sea entregado en bandeja de plata, sin mayor molestia ni trámite que la preceptiva visita a Palacio. Consecuentes, cuando no creen inexcusable obligación de los sindicatos promover una huelga general a su justa medida, pretenden que el PSOE les destituya a Zapatero. Y eso si no dan en reclamar al réprobo mismo que ceda gustoso mover la convocatoria electoral a la fecha que oportunamente se le indique. Todo, mientras los señores echan una partidita de mus en la rebotica de Génova.

Así, hasta que, llegado el punto en que los mercados internacionales optan por ocupar el escaño del jefe de la oposición, aturdidos, despiertan en apariencia de su dulce letargo para, como es norma, nada hacer, siempre a la espera de no se sabe qué Godot. Al tiempo, en fin, nadie ignora que el presidente del Gobierno ya es un ser inhabilitado con tal de mantener comercio alguno, ni el más mínimo, con la realidad de los hechos. Razón de que la urgencia histórica de instalar a un adulto en la Moncloa constituya hoy el imperativo categórico de la fracción del país que aún conserva dos dedos de frente.

De ahí que presos, tantos años después, entre la España que duerme y la otra que bosteza, una moción de censura se imponga como única terapia capaz de curar la narcolepsia crónica del de Pontevedra. Y es que ha llegado el momento procesal de averiguar si tras la hojarasca retórica del PP hay algo parecido a un plan de ajuste alternativo; otro modelo, distinto y distante, de reforma laboral, fiscalidad, pensiones, sanidad, plantillas públicas, sistema educativo... O no. De rehusarla por medroso tacticismo, pánico escénico o simple abulia, dentro de dos años, nadie podrá hurtar a Rajoy su personal cuota de responsabilidad en el desastre. Porque se está agotando el tiempo, sí, y muy deprisa. Pero no sólo el del Encantado.


Libertad Digital - Opinión

Crisis de nihilismo. Por Ignacio Camacho

ESTE clima de desaliento sociológico, este cansancio popular ante los reflejos autocomplacientes de la dirigencia, está incubando una rebelión nihilista contra la clase política. Entre un Gobierno incompetente y una oposición inapetente, la gente se ha entregado a un escepticismo amargo y derrotista que se parece mucho a una dimisión colectiva.

Después, cuando llegue el momento de ir a las urnas, no se consumará la defección porque si hay una pulsión que nos puede es el sectarismo, y los españoles acudirán a las urnas motivados, a falta de mejor aliciente, por la muy cainita pasión de evitar el triunfo del adversario. Pero en las encuestas hay un retrato preocupante de una sociedad desmoralizada por falta de liderazgos.


En Grecia, en los recientes días airados de la rabia y el fuego en las calles, los ciudadanos en estado de cólera arrancaron los adoquines de la plaza Syntagma y los lanzaron contra las fachadas del Parlamento, institución a la que en su arrebato de furia calificaban a gritos de burdel. No había en la zozobra popular helénica un solo matiz de diferencia moral entre inocentes y culpables, ni un ápice de conmiseración por los probables justos de la Sodoma dirigente; aquello era una brutal impugnación de la política como responsable genérica de los males del pueblo. Y había empezado, como aquí, con esa crecida constante de la descreencia y el correlato irresponsable de unos partidos enfrascados en su autocomplaciente batalla por un poder que la gente no sabe para qué sirve porque desde luego no le sirve a ella.

Lo que, cocina de más o de menos, llevan tiempo proclamando los estudios de opinión pública es que la caída de popularidad y confianza de un Gobierno incapaz y de un presidente desacreditado no se corresponde con el presumible avance de una alternativa seductora. Se han roto los vasos comunicantes que suelen hacer funcionar los mecanismos de alternancia. Un retrato social tan persistente no puede ser una fabricación de ingeniería electoral, ni una percepción deformada; en todo caso, es el fruto de un esfuerzo insuficiente por la convicción de la política como servicio público. Y refleja una grave crisis de valores democráticos, en la medida en que da cuenta de un profundo abatimiento popular, de un verdadero déficit de esperanza. Más allá del jolgorio que puede producir al zapaterismo el estancamiento de la oposición -estancamiento relativo, porque al fin y al cabo le va ganando lentamente el pulso-, y por encima de la frustración que pueda causar a los populares la escasa rentabilidad de su esfuerzo, lo que queda patente es la postración ciudadana ante un desafío estéril. Cuando nadie cree en soluciones, las soluciones mismas dejan de existir, y sobreviene un vacío que se parece al caos. Y eso es lo que está ocurriendo en las tripas del cuerpo social español mientras los líderes políticos se enfrascan en una estéril y endogámica pugna sin eco.


ABC - Opinión

Un euro gobernado

La tregua de los mercados tendrá que ratificarse con duros ajustes en los países con más déficit

El mecanismo de asistencia financiera para evitar la quiebra de los países de la zona euro, dotado con 750.000 millones de euros, ha conjurado la amenaza que pesaba sobre el euro y el descalabro general de la deuda europea. No fue sólo el salvavidas lanzado por los países del euro en una decisión histórica lo que disparó ayer los mercados. El Banco Central Europeo (BCE) ha comenzado a comprar deuda y todo apunta a operaciones concertadas entre los bancos centrales de Estados Unidos, Japón, Suiza, Reino Unido y Canadá para inyectar dólares en el mercado interbancario y acabar con las tensiones de liquidez. Será en su conjunto una intervención financiera pública sin precedentes para salvar el euro.

Los máximos responsables de la política económica europea han ofrecido así la imagen de un área euro que se gobierna a sí misma por primera vez. Haciendo de la necesidad virtud, los países agrupados en el euro están empezando a resolver ahora, acuciados por la crisis, los déficits de gobernanza económica que se arrastraban desde la creación de la moneda única. Se trata, se quiera admitir o no, de un salto adelantes sin precedentes hacia un Gobierno económico común de la zona euro.


El acuerdo in extremis, después de una semana tenebrosa para los mercados, ha causado un movimiento pendular contrario: una euforia incontenible en los parqués (el Ibex 35 llegó ayer a ganar el 14,4%, récord de las subidas bursátiles en España) y un reflujo general de las presiones sobre el diferencial de deuda (el del bono español con la deuda alemana bajó desde 140 puntos básicos a 97).

Pero el éxito del fin de semana no es garantía de éxitos futuros. Hay que proseguir en este camino. La decisión europea, de una contundencia excepcional, equivale a comprar tiempo para que los países afectados por las dudas de los inversores puedan ejecutar los planes de ajuste. La volatilidad de los mercados indica que cualquier incumplimiento puede desatar un nuevo espasmo depresivo. No basta con anunciar ajustes; tienen que ser creíbles y hay que aplicarlos.

El Gobierno español es uno de los destinatarios de este mensaje. La vicepresidenta Salgado anunció el domingo un recorte adicional del déficit del 0,5% del PIB este año y de un 1% más en 2011, aunque no sabemos todavía cómo se conseguirán esos ahorros. Los inversores, las agencias de rating y los analistas aplauden el esfuerzo, pero tienen escasa confianza en la capacidad del Gobierno para cumplir con los ajustes. El equipo económico ha repetido que no recortará los gastos sociales; tampoco parece dispuesto a reducir el coste de la Administración; y el recorte de la inversión pública produciría un daño considerable a la recuperación (bastante más que la subida del IVA).

La política económica que tiene que ejecutar el Gobierno es más difícil que anunciar sucesivos recortes del déficit. Las promesas sirven de poco si no se explican las medidas que harán posible su cumplimiento. Si esas medidas no se anuncian con rapidez, la deuda española volverá a perder credibilidad. Cuando se esfume la euforia por el acuerdo europeo, los escrutadores de los mercados volverán a vigilar las decisiones; los anuncios ya están descontados.


El País - Editorial

La bolsa huye espantada de Zapatero

Los inversores no estaban contra Zapatero el viernes y a favor suyo el lunes. Lo que ha cambiado es la garantía de esos títulos. Hace cuatro días sólo los respaldaba la pésima gestión económica de Zapatero, hoy los sostiene el gigante alemán.

La montaña rusa en la que se ha convertido la bolsa española durante las últimas semanas es la demostración palpable de que nadie confía en que el Gobierno de Zapatero pueda encauzar el torcido rumbo de la economía española. La semana pasada el IBEX se derrumbó en una semana catastrófica que puso al borde del abismo al parqué madrileño arrastrando en su caída a todas las bolsas europeas. La razón la tratamos ampliamente en esta misma tribuna el pasado jueves: el mercado internacional no se fía de nuestro presidente del Gobierno y, hasta el acuerdo del domingo, descontaba una más que posible suspensión de pagos estatal en fechas no muy lejanas.

Esta desoladora perspectiva sumada al precedente griego llevó a los tenedores de deuda española a deshacerse precipitadamente de ella. Al fin y al cabo, una bancarrota significa que quien la declara deja de atender a la totalidad de sus deudas. Por tenedores de deuda no hay que entender, –como propagaron Zapatero y sus satélites mediáticos la semana pasada–, a un grupo organizado de usureros que conspiran en la oscuridad contra un Gobierno de izquierdas, sino a miles de inversores desorganizados que buscan un legítimo beneficio comprando los títulos de deuda soberana que emite el Gobierno español, los mismos que Salgado vendía en Londres hace no mucho con el lema “In Spain we trust” como eslogan publicitario.

Si los compradores sospechan que el colateral de la deuda, es decir, la economía española en su conjunto, está muy deteriorado, o que el emisor no es de fiar, huyen despavoridos recuperando lo que puedan en el camino. Así actuaría cualquiera por mucho que Zapatero se empeñe en ver “criminales económicos” o malvados especuladores que aspiran a derribar su Gobierno. El mercado es tremendamente frío y racional. Ni quita ni pone, básicamente porque, dada su complejidad y lo descentralizado de sus decisiones, un cometido como ese se escapa a su radio de acción. En suma, los inversores quieren ganar dinero, no intervenir en la política española que es quien, todo sea dicho, ha recurrido a ellos para financiar sus cuantiosos gastos.

Este lunes las tornas han cambiado. Y no porque la economía española –el colateral de la deuda– haya mejorado o porque de repente los "criminales económicos" hayan pasado a confiar en Zapatero, sino porque unas horas antes de abrirse las bolsas, los líderes europeos acordaron garantizar la hipotética quiebra del Estado español. De esta manera, nuestra deuda está reasegurada, el que la tiene la conserva y el que no la tiene quiere adquirirla a los bajos precios que descontaban una posible suspensión de pagos. Resultado: los valores españoles (nuestra deuda y nuestras acciones) se disparan en señal. La deuda española pasa de este modo a formar parte del pasivo del Estado alemán y de la economía alemana, cuyo crédito en los mercados es muy superior al nuestro.

La gran farsa que Moncloa y sus medios adictos escenificaron la semana pasada ha quedado desmontada en una sola jornada bursátil. Los inversores no estaban contra Zapatero el viernes y a favor suyo el lunes. Nada de eso, estaban con el valor de sus títulos el viernes y siguen estándolo ahora. Lo que ha cambiado es la garantía de esos títulos. Hace cuatro días sólo los respaldaba la pésima gestión económica de Zapatero, hoy los sostiene el gigante alemán. Podría afirmarse en consecuencia que la bolsa ha subido a pesar de Zapatero o, mejor dicho, que la bolsa sube cuando Zapatero ve disminuida, aun temporalmente, su nefasta influencia sobre la economía española.

Los agentes que la han hecho subir siguen siendo eso mismo, inversores bursátiles sin más que persiguen tanto hoy como el martes pasado su beneficio o el de sus clientes, y no “especuladores” o criminales económicos, epítetos aplicados a toda prisa hace una semana a todo el que osase vender un bono español. En estas pequeñas alteraciones del lenguaje es donde el zapaterismo rampante muestra su verdadera cara. No importa la realidad, ni el sentido común, sólo importa el poder. Si las decisiones de esos agentes son propicias a Zapatero serán considerados honrados inversores, si no lo son, malvados especuladores. Nada nuevo bajo el sol.


Libertad Digital - Editorial

El balón de oxígeno de la UE obliga a Zapatero a rendir cuentas

CON la vista puesta en Portugal y sobre todo en España, la intervención de la Unión Europea y del BCE ha supuesto un alivio, recibido con desbordada alegría por los mercados, ya que el riesgo de una crisis de liquidez inminente amenazaba con una crisis de solvencia a largo plazo.

La confianza de los inversores en España estaba deteriorándose a un ritmo alarmante y la respuesta de la UE ha servido, veremos por cuánto tiempo, para frenar el deterioro que amenazaba con arrastrarnos a una situación similar a la griega, Nuestra deuda bruta -tanto pública como privada, casi tres veces el valor del PIB- precisa de ser renovada periódicamente por parte de unos inversores extranjeros de cuya confianza dependemos y a quienes debemos ofrecer garantías suficientes. Esa confianza se estaba perdiendo a marchas forzadas, acentuándose a la par que el Gobierno se perdía en largas disquisiciones sobre la naturaleza de la crisis sin abordar medidas de calado, como la reforma del mercado laboral, uno de los más injustos e ineficientes entre los de las economías desarrolladas.

Tras lo ocurrido este fin de semana, y la inicial reacción de los mercados, el Gobierno no podrá seguir escondiéndose. Puede volver a caer en la tentación de culpar a los mercados financieros, pero ahora ya no sólo rinde cuentas ante las urnas, sino que ha de hacerlo ante sus socios en Europa, a los que habrá de convencer de que España merece el crédito perdido en las últimas semanas. En lugar de excusarse tras las medidas europeas, la responsabilidad del Gobierno le exige ahora más transparencia que nunca, porque los ojos de los socios comunitarios estarán puestos en España, tal como afirmó ayer la canciller alemana, dispuesta a vigilar que Zapatero cumple con su compromiso de reducir el déficit público. Tras la ayuda de la UE, el Gobierno debería aprovechar esta última oportunidad para reconducir la situación de la economía española. Si no lo hace, será la Unión Europea quien exhiba públicamente las miserias de un Ejecutivo preso de su propia necedad e impericia.

ABC - Editorial

La UE dictamina que el canon digital que se aplica en España es ilegal

El canon digital sólo puede gravar los equipos, aparatos y materiales de reproducción digital que presumiblemente se utilicen para realizar copias privadas, y no puede aplicarse indiscriminadamente a empresas o profesionales que los utilicen claramente para otras finalidades.

Así se pronunció hoy la abogada general del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (UE) en unas conclusiones sobre el caso que enfrenta a la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) y la compañía española de soportes audiovisuales Padawan, S.L., que se niega a pagar el canon compensatorio -recaudado a favor de autores, artistas y productores- por copia privada.

La abogada recordó que la directiva europea sobre derechos de autor de 2001 señala que el derecho de reproducción del material sonoro, visual y audiovisual corresponde a los autores, intérpretes y productores.


No obstante, señaló que la directiva consiente que los estados miembros permitan la realización de copias privadas, siempre y cuando velen porque los titulares de derechos reciban una "compensación equitativa" que les retribuya "adecuadamente" por el referido uso de sus obras y prestaciones protegidas.
Así, España optó por permitir la reproducción para uso privado, sin autorización del autor, de obras ya divulgadas, y estableció una retribución "a tanto alzado" a favor de los titulares de derechos, a cuyos efectos gravó los equipos, aparatos y materiales de reproducción digital indiscriminadamente con un canon por copia privada.

Los fabricantes, importadores o distribuidores han de abonar dicho canon a las entidades de gestión de los derechos de propiedad intelectual. En este caso, la SGAE reclama a Padawan -que comercializa aparatos como CD, DVD o MP3-, el pago de una compensación a tanto alzado por copia privada por importe de 16.759,25 euros correspondiente a los dispositivos vendidos entre septiembre de 2002 y septiembre de 2004.

La compensación de la SGAE

La Audiencia Provincial de Barcelona, preguntó al Tribunal europeo si el sistema de gravamen español es conforme con la directiva, y si la SGAE puede reclamar la compensación por todos los dispositivos comercializados o sólo por los destinados a la copia privada.

En opinión de la abogada general, la directiva reconoce a los estados miembros un "amplio margen de actuación" a la hora de establecer sus respectivos sistemas nacionales de compensación, siempre y cuando se respete un "justo equilibrio entre los afectados" (los titulares de los derechos de autor y los obligados directa o indirectamente al pago).

La jurista cree que ha de existir una relación suficientemente estrecha entre el uso del derecho y la correspondiente compensación económica por copia privada.
En ese sentido, si un país opta por un mecanismo como el canon digital, "sólo" puede considerarse un sistema de compensación por copia privada conforme con la directiva en el supuesto de que los equipos, aparatos y materiales vayan a destinarse presumiblemente a la realización de copias privadas.

De esa forma, la asignación de una retribución a los titulares de los derechos como consecuencia de la aplicación indiscriminada a empresas y profesionales que, "según muestra la práctica", adquieren los aparatos y soportes de reproducción digital para fines ajenos a la copia privada, no constituye una "compensación equitativa", concluye.


La Razón

Leer la notícia en otros medios:

Libertad Digital: El canon digital que se aplica en España es ilegal

El País: La abogada del Tribunal de la UE ve "indiscriminado" el canon digital

ABC: El canon digital aplicado indiscriminadamente es ilegal

El País: El canon digital es ilegal, según la abogada del Tribunal Europeo de Justicia

El Mundo: La abogada general de la UE afirma que el canon no se puede aplicar indiscriminadamente