lunes, 2 de agosto de 2010

Traición a los muertos. Por César Alonso de los Ríos

No es difícil imaginar el desplome interior de los etarras en las largas noches de la cárceles.

No es difícil imaginar el desplome interior de los etarras en las largas noches de la cárceles. De los que cometieron asesinatos y de los que ayudaron a cometerlos. Porque para todo preso el Estado —aun el gobernado por el PSOE y sus fiscales— es un terrible Leviatán. Así que para sustentar a sus presos ETA se ve obligada a emplearse muy a fondo imponiendo su disciplina y, de esta manera, el etarra encarcelado es doblemente preso: por el Estado y por ETA. Uno le niega la libertad y el otro la conciencia. Una situación en la que el Estado tiene todas las de ganar a no ser que renuncie a su poder, esto es, a la aplicación de las condenas que en su día impusieron los jueces. Y esto es lo que, desgraciadamente, está sucediendo en estos momentos. Las cartas de arrepentimiento que están firmando decenas de etarras están llevando al Gobierno a unas concesiones no sólo vergonzosas sino ilegales. Con la disculpa de dividir a los presos de ETA, Prisiones está concediendo a los arrepentidos el traslado a Nanclares de Oca (Alava), la aproximación a los familiares, la cohabitación con la compañera, la salida semanal y ¿por qué no? la concesión del tercer grado y de la libertad provisional. Porque ya se han dado casos de excarcelación.

El acercamiento de etarras al País Vasco es la repetición de la jugada que intentó Jaime Mayor si bien nunca se llegó a hablar de posibles excarcelaciones. No como un modo de debilitar a ETA como dice Zapatero sino como un argumento de distensión. Al emprender esta política el Gobierno lleva a cabo una política no sólo lesiva para las víctimas sino para la propia sociedad; al perpetrar esta agresión contra la voluntad de los Jueces conculca el Estado de Derecho y viene a dar la razón a ETA, es decir, a la organización que mata para destruir el Estado y sustituirlo por el suyo. El relativismo llevado hasta estos extremos por el Gobierno es atentado contra la Nación y traición a los muertos.

ABC - Opinión

ETA. Terrorismo y prohibición. Por Agapito Maestre

Zapatero ha roto con el principio de equidad de toda la población reclusa española como si no pasara nada. Y así es, no pasa nada; él se queda tan pancho y feliz, porque conoce bien al gentío que le vota.

Sobre el fondo del griterío de la canalla, de la turba empeñada en votar a los izquierdistas y populares, el espectáculo de los traidores empieza a ponerse interesante. Las declaraciones de los gallos del corral nacional son simpáticas. Graciosas. Es la envoltura para que no veamos las miserias de sus respectivas traiciones. Los gallos coinciden en lo fundamental sobre esa envoltura: la prohibición de los toros en Cataluña y las caricias penitencias a los criminales de ETA no tienen apenas importancia. Traidores.

De Cataluña sale un hedor a mierda y muerte. Mientras el gallo de La Moncloa no opina sobre la prohibición de los toros en Cataluña, el gallito de Génova planteará una bobada en el Parlamento para declarar la cosa de "interés cultural y artístico". No se engañen con la movida de los toros en Cataluña. Todo está perdido. Allí no hay sociedad civil; en realidad, nunca la hubo. Fue otro de los inventos nefastos de la izquierda de las décadas de los sesenta y setenta, algunos incluso insisten todavía en esta patraña, para no reconocer que las tradiciones catalanas, o mejor, el catalanismo, como una visión particularista de amor a la tierra y a las costumbres, no tenían viabilidad institucional y política sin España. Jamás tuvo Cataluña tradiciones civiles decentes al margen de España para construir una sociedad abierta y democrática. Libre.


Por eso, una vez que se ha matado España, la libertad, el espacio público político es ocupado por la chusma y el nacionalismo. Cataluña está ya fuera de la civilización nacional. La aldea catalana está abocada a la miseria, el abismo y la nada. El resto es un griterío de lamentos sensibleros sobre la desaparición de España. Estas pobres gentes, imbéciles políticos y culturales, empiezan ahora a enterarse de las consecuencias del proceso de destrucción más importante que se ha llevado a cabo, en las últimas décadas, de una nación en la Europa contemporánea. Pobres. Ya es tarde. Su fuerza no pasará de gemidos populacheros.

También de El País Vasco sale un hedor a muerte y mierda. Una vez que los socialistas y los nacionalistas, y en los últimos tiempos con la aquiescencia de Basagoiti, lograron expulsar de estas provincias todo lo español expulsable, el proceso de paz, es decir, el parte de guerra periódico sigue adelante. El último lo ha redactado Pérez Rubalcaba, pero surge de la negociación entre Zapatero y los criminales de ETA. Zapatero cumple el pacto con los terroristas y manda a los asesinos más crueles de la banda a las cárceles más cercanas a sus lugares de nacimientos. Y, encima el truchimán de La Moncloa, justifica su decisión en nombre de una noción moral: el arrepentimiento. Imagino que las cárceles están llenas de asesinos que también les pesa en su conciencia, que no otra cosa significa arrepentimiento, haber cometido tan graves delitos; pero, por fortuna, eso no es razón suficiente para concederles beneficios penitenciarios.

Zapatero ha roto con el principio de equidad de toda la población reclusa española como si no pasara nada. Y así es, no pasa nada; él se queda tan pancho y feliz, porque conoce bien al gentío que le vota. Él se sabe fuerte, o sea, justo; Zapatero es un político que sólo cree en un tipo de justicia: la que impone el fuerte al débil. Sí, queridos lectores, Zapatero en este caso no es el fuerte sino el débil. La dulcificación de las penas a los criminales no es una creación del Ejecutivo sino una imposición de la banda criminal ETA a Zapatero. No hay nadie en España, y seguramente en el mundo occidental, capaz de defender con tanta pasión como Zapatero la concepción de la justicia sintetizada por Tucídides con estas palabras: "El examen de lo que es justo sólo se realiza cuando hay la misma necesidad por las dos partes. Donde hay uno que es fuerte y otro que es débil, lo posible es ejecutado por el primero y aceptado por el segundo".

¡El terrorismo ejecuta y Zapatero acepta! Fue así, después del 11-M; y sospecho que el fenómeno se repite, después de la larga negociación entre ETA y el Gobierno de Zapatero.


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Juegos sagrados. Por Gabriel Albiac

Jugamos. Todos. Sin más objeto que el de ser entretenidos. Para ello trenzamos reglas estrictas.

Jugamos. Todos. Sin más objeto que el de ser entretenidos. Para ello trenzamos reglas estrictas. Sembramos de riesgos la partida, de estrategias que, en medidas diversas, remiten siempre al horizonte exorcizado de la muerte. Tasamos ganancia y coste para aquel que vence o pierde. El juego es ficción escénica de la vida. Da igual que el escenario sea el del tablero sobre el cual dos desarrollan las largas estrategias militares del ajedrez o el go. Da igual que el juego se despliegue en soledad ante la montaña o bien en el estruendo del estadio. Da igual que en él se crucen incruentos floretes o el grave guante de los boxeadores. Sin el juego, lo humano es sólo angustia: todo juego es sagrado. La tauromaquia es eso: un juego. Y, como todo juego, tiene reglas. Que yo ignoro, como otros ignorarán las de escritura o cine, sin los cuales no concibo yo la vida. Y, como todo juego, pone en el proscenio un riesgo. Neutralizado sólo hasta cierto punto, porque la ausencia de riesgo trueca el juego en ridículo. Juegan a él sólo aquellos que saben. Y son espectadores aquellos que se envuelven en las reglas de su rito. Nada, en esa operación metafísica que es el refugio en el cual juega un hombre, pinta el Estado. Ni para alentar ni para prohibir. El juego es un paréntesis de eternidad fingida. Y el jugador está solo.

ABC - Opinión

Democracia a la catalana. Por José Carlos Rodríguez

Esa es la identidad de Cataluña; la prohibición. Nos lo ha dicho The Economist, pero los nacionalistas nos lo llevan diciendo décadas, con su política.

Lo ha dicho Joan Puigcercós, amigos. "Una sociedad democrática avanza cuando prohíbe". Extraordinario. Seis palabras le han bastado para definir en una frase, sujeto verbo y predicado, ¡Tantas cosas! Pues, yendo por lo más filosófico, como le gusta a Puigcercós, estamos, así es, en la plena sustitución del ideal liberal, que es la preeminencia de leyes que favorezcan una igual libertad para todos, frente al democrático, que es la tiranía de la mayoría. Ese ideal, el democrático, avanza a medida que va prohibiendo e imponiendo lo que quiere la mayoría. Si la mitad larga lo puede todo, no hay ley, vieja o nueva, justa o injusta, ni hay derecho legítimo que se le ponga por delante. Este hombre es un Kelsen; justo lo que necesita el nacionalismo catalán.

Claro, que un poco más cerca de la tierra, de la tierra catalana, esa frase es testimonio fiel no sólo de la conclusión última del principio democrático sino más bien de una forma particular de entender la democracia. Para los nacionalistas, como para la izquierda, sólo un sector de la población tiene derecho a ejercer el poder, y una vez instalado en él, puede hacer lo que quiera. Y el programa nacionalista pasa por prohibir a mansalva, prohibir a diestro y siniestro, desde la cuna hasta la tumba y desde el trabajo hasta la alcoba. Ciento y poco años de nacionalismo a base de definir el auténtico ser de Cataluña, y resulta que lo que le caracteriza es la prohibición. Es un nacionalismo en parte contradictorio, pues en lugar de abrazar con generosa dilección a toda la sociedad catalana, desprecia a una parte de ella, que considera enferma y prescindible, y le metería el bisturí hasta el fondo. Esa es la identidad de Cataluña; la prohibición. Nos lo ha dicho The Economist, pero los nacionalistas nos lo llevan diciendo décadas, con su política.

Se ha prohibido el toreo en Cataluña. Vanas son las llamadas a la tradición de la lidia en esta región, porque los nacionalistas no la desconocen; sólo la desprecian, por española. Y ante eso no hay razón que valga. Todo el mundo identifica, a veces hasta extremos estereotipados y ridículos, a los toros con España. Ahora también al fútbol, pero eso no lo van a prohibir. Esta estocada en las libertades de los catalanes da la medida exacta de lo que es el Estatuto de Cataluña; una constitución a lo Kelsen, del todo vale desde el poder, mientras venga referido a una norma suprema. Es la manifestación folclórica, vistosa y polémica de mil imposiciones que ampararán las leyes en Cataluña, y marca el futuro de aquella región española. Una degradación consentida, sí, democráticamente. Pero degradación al fin.


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ETA: Plan de jubilaciones. Por José María Carrascal

Todos esos traslados de etarras a cárceles en el País Vasco forman parte de la nueva estrategia gubernamental para acabar con la banda terrorista «por las buenas».

EL último engaño de Zapatero es también uno de sus primeros: el «proceso de paz». ¿Recuerdan cómo en 2006 nos decía que la negociación con ETA traería la paz a Euskadi? ¿Y cómo acabó, con dos muertos en Barajas? Bueno, pues ahora tiene la cara de decirnos que «aquello fue un instrumento para acelerar las condiciones para ganar esa batalla y ver el final de la violencia». Cuando lo ocurrido fue justo lo contrario: que aquello trajo el final de las negociaciones y el comienzo de un acoso a ETA con todas las armas policiales y judiciales, como todos los expertos aconsejaban. Pero ese cambio no fue producto del «plan de paz» de Zapatero. Fue producto de las ansias asesinas de ETA, que, como el escorpión, mata incluso cuando no conviene a sus intereses. Si fuese por Zapatero, estarían todavía negociando y ETA disponiéndose a participar en las próximas elecciones. No olvidemos que ZP llegó a calificar el crimen de Barajas de «accidente», y sólo el revuelo armado le obligo a rectificar.

Que Zapatero mienta, tergiverse, distorsione, no debe extrañar. Lo extraño sería que dijese la verdad. Pero las circunstancias en que viene envuelto este segundo engaño lo agravan: si antes quiso negociar con ETA ofreciéndola beneficios políticos, ahora intenta acabar con ella ofreciendo a sus presos beneficios penitenciarios. Todos esos traslados de etarras condenados por decenas de asesinatos a cárceles en el País Vasco, con permisos diarios de salida para realizar cursos de formación profesional y otros privilegios, forman parte de la nueva estrategia gubernamental para acabar con la banda terrorista «por las buenas». Rubalcaba, que es a Fouche lo que Zapatero es a Maquiavelo en versión del PSOE actual, cree que esa es la forma de lograr la desintegración interna de la banda. Claro que antes creían que la fórmula era llevar a De Juana a San Sebastíán en helicóptero, para que pudiera ducharse tranquilamente con su novia, con la que se le ha perdido el rastro, incluso para asesinar.

Porque todos esos asesinos históricos estaban ya amortizados para la banda, aparte de hallarse a buen recaudo por más años de los que vivan. Pero si los jóvenes abertzales les ven llegar un día a sus herriko tabernas, con las medallas de sus asesinatos en el pecho, tras el simple trámite de firmar una carta circular en la que se arrepienten de sus crímenes, aseguran haber abandonado la banda y prometen pagar una indemnización a sus víctimas, sin que éstas hayan visto ni oído nada de ello, esos jóvenes abertzalespueden verse animados a ingresar en ETA, hasta que les toque licenciarse en tan favorables condiciones.

En realidad, el «plan de paz» de Zapatero es un plan de jubilación para los etarras.


ABC - Opinión

ETA. Negociar la reelección. Por Emilio Campmany

Están negociando, están cediendo y esperan "acabar con la banda" a base de darles parte de lo que piden. ¿Y cuánto cederán? Me temo que mucho, pues la debilidad de Zapatero es cada vez mayor.

José Luis Rodríguez Zapatero ha dicho que el acercamiento de presos etarras al País Vasco también tiene el objetivo de acabar con la banda terrorista. La afirmación parece una memez. Sin embargo, en este caso, no lo es tanto. En cambio, el editorial de El Mundo que acompañaba este domingo la noticia de que 19 etarras han sido trasladados a la prisión de Nanclares de Oca, al mostrarse partidario de los acercamientos y crítico con las excarcelaciones, sí es un poco memo.

Uno de los recursos de los que dispone el Estado para debilitar a una organización terrorista que lo asedie es la política penitenciaria. Por eso, nuestras leyes dejan amplio margen al Ejecutivo en este asunto, que debería estar en manos del Poder Judicial. Sin embargo, la razón de ser de esta confianza que se deposita en el Gobierno presupone que éste la empleará para combatir a la banda. El alejamiento y la dispersión de los presos no es un castigo extra por ser terroristas los condenados. Su finalidad es minar su capacidad de resistencia propiciando su disposición a "arrepentirse", que no ha de implicar propiamente un acto de contrición, sino ofrecerse a colaborar con las fuerzas del orden en perseguir a sus antiguos compañeros. Si el condenado careciera ya de información útil, servirá al menos para sustraerle de la disciplina de la banda. Por último, la petición de perdón, el arrepentimiento público, reales o fingidos, constituirán un golpe para la base de simpatizantes de que disponga la organización terrorista.


Si los acercamientos y las excarcelaciones se llevan a cabo con esta óptica, la táctica puede ser útil y arrojar algunos resultados positivos. Pero esto no es lo que está haciendo el Gobierno. Sobre estos acercamientos pesa la casi certidumbre de que se trata de concesiones que el Gobierno está haciendo como gestos de buena voluntad para hacer que la negociación avance o para ablandar la intransigencia de algunos dirigentes de la banda o ambas cosas a la vez.

Por eso, cuando Zapatero dice que los acercamientos tienen como objetivo acabar con la ETA, no está pensando en debilitarla o destruirla o aniquilarla, sino que sabe que son flecos de una negociación con la que espera conseguir que la ETA voluntariamente se disuelva. Esto no es precisamente lo mismo que "acabar" con ella.

Y es una lástima que El Mundo, que es quien da la noticia, no se fije en esta cuestión y atienda sólo a los principios para decir la memez de acercamientos, sí, excarcelaciones, no. Porque, como se ha visto, las excarcelaciones pueden ser un recurso táctico útil en la lucha antiterrorista, y los acercamientos pueden, como es el caso, ser estúpida moneda de cambio en una insensata negociación con ETA.

En conclusión: están negociando, están cediendo y esperan "acabar con la banda" a base de darles parte de lo que piden. ¿Y cuánto cederán? Me temo que mucho, pues la debilidad de Zapatero es cada vez mayor y en la firma de esa paz con ETA descansa su última esperanza de reelección. La cuestión no es acercamientos, sí, excarcelaciones, no. La cuestión es por qué se acerca y por qué se excarcela. Y se está haciendo por lo que no debe hacerse, porque se está negociando. Esta es la cuestión.


Libertad Digital - Opinión

Y después de llorar, ¿qué?. Por Félix Madero

Señor Montilla, eso mismo que siente usted en su butaca viendo Rigoletto sentía yo viendo a Julio Robles en Las Ventas.

BIEN, vale, de acuerdo. Sabemos lo que a Zapatero le gustan los toros. Lo sabemos: si el PSC hubiera querido, los toros se salvan en Cataluña. Que sí, que Montilla cree en la libertad: quien quiera que vaya y quien no pues no, oiga. El president no gusta de fútbol, ni de toros. Un día me dijo que lo suyo es la ópera. No creo que el político más triste de la historia de España albergue la más pequeña esperanza de volver a gobernar. Las encuestas anuncian una tormenta con piedra que destrozará la cosecha socialista. Que pierdan la mitad de los votos es, como ahora se dice, para hacérselo mirar. No lo harán.

Desde que Zapatero manda todo se fía para el final. En el último minuto terminarán con ETA; en el último remontarán la economía, la desconfianza y el paro. En el último se irá Zapatero. En el último agónico y definitivo minuto todos a hacer puñetas. Y, ojo Rajoy, que todos tenemos un minuto postrero. Y tu reloj es de arena.


Pero ya digo: hemos llorado. ¿Y? Sabemos quiénes son, qué pretenden. Sabemos que el debate tiene que ver sólo con la libertad, un terreno viscoso y resbaladizo. El PP, por ejemplo, si llega, va a declarar la lidia bien protegido en el Congreso. No sean ventajistas, no metan el pico de la muleta por un puñado de votos. No den munición al que asiste a este debate desde la distancia, que no desde la intolerancia. A los toros les sobran política y también algunos defensores. Aficionados hay pocos; aficionado no puede ser cualquiera. A los toros les sobran ganaderos criadores de animales con horchata en las venas. Les faltan empresarios que sepan que esto no puede ser gestionado como una tómbola. Y les faltan toreros.
Los toros agonizaban cuando llegó José Tomás y los sacó de la UVI. Ahora resulta que en el escalafón lo más parecido al torero de Galapagar es Curro Romero en la portada de ayer de ABC. Y tras un burladero.

Se mueren los toros porque fabrican —sí, vale el verbo— animales bobalicones; porque los toreros, de luces pero sin luces, son maestros de la posturita y la mirada al tendido mientras el público les grita: torero, torero; maestro, maestro. Más dura que la puya independentista es la incuria del sector. Puede que el enterrador sea quien te despacha la entrada o te brinda un toro. Puede que seas tú y no lo sepas.

Manuel Alcántara, joven y aficionado periodista de más de 80 años, cree que pierden el tiempo quienes legislan en contra porque los toros no son una fiesta, son un rito, una ceremonia. O sea, que se trata de sentimientos. O se tienen o no. Señor Montilla, eso mismo que siente usted en su butaca viendo Rigoletto sentía yo viendo a Julio Robles en Las Ventas. ¿Cuesta tanto entenderlo? Haga un esfuerzo, por favor. Vaya usted a la ópera. Y déjeme ir a los toros. O a las dos cosas.


ABC - Opinión

Tontería económica. Masoquismo fiscal. Por Carlos Rodríguez Braun

El señor Peña finalmente alarma, porque es claro que cuando pide "más Europa" no está pidiendo más libertad y menos impuestos, y su última frase revela totalitarismo: habla efectivamente del Gobierno como si fuera la sociedad misma.

El presidente del Consejo Económico y Social, Marcos Peña, declaró a Expansión: "Todos los países se han visto abocados a compaginar sus políticas de austeridad con los estímulos económicos, y en este caso, España ha optado por el masoquismo fiscal... hace falta más Europa para salir de la crisis... España tiene que saber de qué quiere vivir en el futuro, para pensar de dónde sacar los ingresos capaces de resolver el problema del déficit público".

Si cuando el señor Peña dice España se refiere a los españoles, entonces es patente que se equivoca, puesto que todo indica que los españoles no experimentan ningún gozo al ser maltratados o humillados.


La propensión colectivista, habitual en los socialistas de todos los partidos, podría haber llevado a don Marcos a hablar de España cuando en realidad quiere decir su Gobierno. En este caso hay que decir que también se equivoca aludiendo al masoquismo de Zapatero y sus secuaces, que están muy lejos de disfrutar sufriendo, y cuyas medidas no se derivan de ningún masoquismo sino de su propia falta de escrúpulos y de responsabilidad al haber emprendido con anterioridad políticas expansivas insostenibles.

El señor Peña finalmente alarma, porque es claro que cuando pide "más Europa" no está pidiendo más libertad y menos impuestos, y su última frase revela totalitarismo: habla efectivamente del Gobierno como si fuera la sociedad misma, y en ningún caso, aquí tampoco, aludió a la posibilidad de que la coacción fiscal pueda disminuir.

Ilustró bien sus ideas en El Mundo: "La huelga no es el único derecho que tienen los españoles, y todos deben conciliarse". Es verdad: todos los derechos deben conciliarse, pero la única forma de lograrlo en una sociedad abierta es recurrir al principio liberal básico que don Marcos rechaza de plano: dejar a todos en paz.


Libertad Digital - Opinión

Reformismo de chapuza. Por Ignacio Camacho

El Gobierno socialista, el paladín de la socialdemocracia, carece de un modelo riguroso de relaciones laborales.

LO van empeorando poco a poco, como en la más siniestra de las leyes de Murphy. El decreto para fomentar el empleo se ha convertido en una ley para facilitar el despido, y en cada paso que da el Gobierno avanza un poco más en la desprotección de los trabajadores. Como las causas de rescisión procedente habían quedado un poco ambiguas con aquello de los «resultados negativos» de las empresas, lo han precisado para mal: ahora bastará, si nadie lo remedia, con la simple previsión de pérdidas, que hoy en día afecta a casi todo el tejido industrial. En este marco es posible que alguna vez la reforma laboral sirva para crear puestos de trabajo, pero a corto plazo lo seguro es que va contribuir a destruirlos.

Da la impresión de que el Gobierno no cree en lo que está haciendo. Que en el fondo confía en que los jueces dejen en papel mojado un marco legal redactado por imposición del Directorio europeo, y que lo único que le importa de esta ley es el enunciado mismo. La carcasa, como siempre: el envoltorio. Se trata de decir que se ha hecho una reforma laboral, «como sea», con o sin apoyos políticos, y entre hacerla bien y hacerla mal han optado por hacerla de cualquier modo. Primero supeditándola al acuerdo entre empresarios y sindicatos, obviando a los partidos como si estuviésemos en una democracia orgánica, y luego pasándose por el forro la posibilidad de acuerdos parlamentarios. Nadie quiere suscribir ese bodrio, claro, ni siquiera una patronal que sale visiblemente beneficiada pero teme levantar la liebre con su aplauso.


La nueva ley no resuelve ninguno de los problemas serios del mercado laboral, y lo único que viene a hacer es ablandar —y de qué modo—el despido objetivo. Las condiciones para la contratación ya existían y la estabilidad en el empleo necesita otras soluciones que las de la mera imposición. El contrato de trabajo va a seguir siendo un enredo, una maraña casuística, un lío de modalidades, y encima los vigentes quedan sometidos al albur de las previsiones negativas de las empresas, lo que en las presentes circunstancias de zozobra puede dar lugar a una verdadera escabechina de desahucios, a una cadena de «eres» desregulados que acabarán colapsando los juzgados sociales. Lo más paradójico y triste de este asunto tan serio es que el Gobierno socialista, el paladín de la socialdemocracia, carece de un modelo riguroso de relaciones laborales y lo sustituye por una serie de chapuzas improvisadas. Fracasado el pacto de hierro con los sindicatos no sabe por dónde caminar y ha optado por seguir adelante sin rumbo claro. Sólo le interesa el marco teórico, la categoría nominal, poder decir ante el tribunal de examen europeo que España ya tiene una reforma del empleo para seguir colocando deuda. Y a tirar para adelante de cualquier manera. Con cuatro millones y medio de parados… y los que vengan.

ABC - Opinión

En defensa de la Fiesta

Si algo ha caracterizado al mundo del toro es que, tradicionalmente, ha sido un colectivo muy poco corporativo. Por su propia idiosincrasia, las figuras del toreo se han distinguido por su individualismo y pocas veces han dado una respuesta conjunta a cualquier contingente que pudiera sufrir la Fiesta... Hasta ahora. A raíz de la decisión del Parlamento de Cataluña de prohibir las corridas de toros en esa comunidad autónoma, ayer se leyó en todos los cosos taurinos donde se celebraban festejos un comunicado conjunto. En él, los profesionales de la tauromaquia rechazan la decisión del Parlamento catalán al tiempo que expresaban su solidaridad con los aficionados catalanes. En este comunicado, impulsado por la Mesa del Toro, se pide que se respete uno de los derechos fundamentales de los ciudadanos: el de la libertad de asistir o no a un espectáculo si así lo desean, que además es una expresión de nuestra cultura y de nuestras tradiciones. También denuncian lo evidente por mucho que la clase política catalana favorable a esta prohibición lo niegue: la manipulación política de la Fiesta Nacional. Este manifiesto tuvo su anticipo la semana pasada cuando algunas figuras del toreo como «El Juli», José Mari Manzanares, Curro Vázquez –representante de Cayetano Rivera y Morante de la Puebla– y Miguel Ángel Perera se reunieron, con el apoyo de otros diestros que estaban toreando en esos momentos, para acordar una estrategia común en defensa de la Fiesta Nacional que pasa por solicitar una entrevista, prevista para septiembre, con la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, y con los partidos políticos.

Es comprensible la inquietud e indignación que ha provocado la prohibición de las corridas de toros en Cataluña entre los profesionales de la tauromaquia y los aficionados. Hasta la fecha pocos colectivos profesionales han vivido una situación parecida como la que están experimentando los taurinos, que ven cómo están siendo instrumentalizados y utilizados por intereses que pasan más por el oportunismo político que por inquietudes que tengan que ver con la defensa de los animales.

En este punto cabe pedir tanto a la administración central como a las comunidades autónomas y a los partidos políticos que escuchen a los profesionales de la tauromaquia desde la sensibilidad y sin sectarismos ideológicos. Incluido, el Gobierno, a pesar de las recientes declaraciones del presidente del Ejecutivo, Rodríguez Zapatero, de que respetaba la decisión del Parlamento catalán al tiempo que pidió no politizar la prohibición de las corridas de toros en Cataluña. El mensaje llegó tarde, porque es justo lo que sucedió en la Cámara autonómica. De más está decir que lo que ha sucedido en Cataluña ni es el reflejo del sentir mayoritario de todos los catalanes, ni respondía a una demanda perentoria de su sociedad.

Sea como fuere, se ha entrado en una deriva peligrosa, por cuanto algunos políticos parecen empeñados en crear polémicas artificiales que distraigan a los ciudadanos de las cuestiones importantes, una estrategia equivocada y que, como se está viendo, crea problemas donde antes no los había.


La Razón - Editorial

Baile de candidatos

Los socialistas deben cambiar su estrategia en Madrid, se presente o no Gómez a las elecciones.

Tomás Gómez, secretario general de los socialistas madrileños, cerró el curso político con un órdago suicida a la dirección federal, que Rodríguez Zapatero parece dispuesto a jugar, dadas las malas perspectivas del candidato para arrebatar en las urnas la mayoría absoluta de la que dispone Esperanza Aguirre al frente del Gobierno regional. Madrid, antiguo granero de votos socialistas, se ha convertido en un problema para el PSOE que su líder tiene la tentación de resolver mediante un procedimiento que, además de no garantizar el éxito de la apuesta, lesiona gravemente los principios democráticos sobre los que se asienta su partido.

El presidente del Gobierno ya acometió una jugada similar cuando, a la búsqueda desesperada de un candidato capaz de hacer frente en el Ayuntamiento a Ruiz-Gallardón, promovió la candidatura del entonces jefe de la Oficina Económica de La Moncloa Miguel Sebastián. El resultado fue una nueva derrota electoral y el inmediato abandono de Sebastián, que, lejos de cumplir con sus votantes y trabajar desde la oposición, fue rescatado por Zapatero para el Ministerio de Industria.

La historia y, por tanto, el error, podría repetirse si Rodríguez Zapatero cae en la tentación de apartar al que él mismo propuso con los mismos métodos que auparon a Tomás Gómez y que ahora pueden acabar con él. Forzar un congreso extraordinario, imponer un candidato desde La Moncloa y favorecer un baile de políticos que parecen dispuestos a perseverar en su trabajo solo desde el poder es un juego estéril, como bien se ha demostrado, que devalúa el ejercicio de la política y defrauda a los ciudadanos que se movilizaron en busca de un cambio en sus instituciones más cercanas.

Es probable que Gómez, que aún no ha podido batirse en las urnas contra Aguirre, no sea el mejor para disputarle la victoria y es muy posible que otros mejor situados, como la ministra de Sanidad Trinidad Jiménez (derrotada como candidata a la alcaldía de Madrid en 2003 y rescatada también para el Gobierno), tengan más opciones. Razones de cálculo electoral aconsejarían un recambio capaz de acortar distancias con el PP.

Tal como están las cosas, el PSOE debería medir cuidadosamente el procedimiento seguido para abordar ese cambio. Lo que cabe exigirle al partido es que, sean quienes sean finalmente sus candidatos, esta vez se queden, ganen o pierdan.


El País - Editorial

Símbolos contra el nacionalismo

Cada vez se va evidenciando de una manera más descarada que el nacionalismo va de la mano del prohibicionismo y del intervencionismo, lo que equivale a decir que la nación de la que ansían desgajarse, España, va identificándose más con la libertad.

El nacionalismo sobrevive gracias a los mitos y a los símbolos. Ambos instrumentos le sirven para engordar cualquier mínima diferencia hasta convertirlo en un "hecho diferencial" entre dos "comunidades nacionales". Si los mitos se demuestran falsos y la fuerza de los símbolos se diluye, los nacionalistas aparecen como lo que son: una escuadra de supersticiosos que utilizan el supuesto amor hacia sí mismos para camuflar el intenso e irracional odio hacia los demás.

Por eso el nacionalismo se encarga de retorcer la historia hasta volverla irreconocible y otorga tanta importancia a elementos como la bandera, el himno, la lengua e incluso en algunos casos la raza. Necesita que la identidad de cada individuo quede definida en función de su adscripción al rebaño nacionalista para, de ese modo, poderlo pastorear con mayor facilidad. Así, cualquier símbolo o rasgo de social que no encaje en su artificial concepto de identidad colectiva es visto como una amenaza, como un ataque a las esencias de la nación, y debe ser eliminado en legítima defensa.


El caso de la victoria de la selección española de fútbol en Sudáfrica fue paradigmático. Miles de aficionados catalanes y vascos salieron a la calle para celebrar el éxito deportivo del equipo de "otra nación", lo cual socavaba la legitimidad misma del nacionalismo catalán y vasco. Por eso, durante los días de las celebraciones no fueron excepcionales las agresiones a quienes manifestaban un "exceso de españolidad" y a las pocas semanas incluso se ha intentado iniciar una persecución institucional contra parte de la ciudadanía –en concreto, contra los taxistas barceloneses que osaron exhibir la bandera española.

Lo mismo cabe decir de la prohibición de los toros en Cataluña impulsada por los diputados nacionalistas. Empleando como excusa motivos animalistas –ideología que por otros motivos también supone una grave amenaza contra las libertades individuales–, se ha logrado acabar con las corridas de toros en toda la región catalana a partir de 2012. Dado que los ingenieros nacionalistas construyen su identidad catalana enfrentada a cualquier rasgo que suene remotamente español, las corridas de toros –que no cualesquiera otras formas de "maltrato" animal– debían desaparecer de su "nación".

Sin embargo, el ansia totalizadora del nacionalismo es tal que puede que terminen perdiendo la apuesta. Cada vez se va evidenciando de una manera más descarada que el nacionalismo va de la mano del prohibicionismo y del intervencionismo, lo que equivale a decir que la nación de la que ansían desgajarse, España, va identificándose más con el liberalismo y la libertad.

La extrema dependencia que tiene el nacionalismo de los símbolos podría terminar pasándoles factura si adquieren una bien merecida imagen de censores y represores. Los gritos de 'libertad' en la Monumental son gritos contra el nacionalismo; no porque los aficionados estén inmersos en una campaña ideológica o política, sino porque la bota que les aplasta y contra la que se rebelan es a todas luces la del nacionalismo.

Sólo cabe esperar que este movimiento de destape del colectivismo nacionalista prosiga y se amplíe a todos los ámbitos de la sociedad donde su nefasta intervención ha dejado impronta. Necesitamos más símbolos de resistencia y de lucha contra la verdadare cara del nacionalismo: la opresión.


Libertad Digital - Opinión

Mal pronóstico para Montilla

Si Andalucía consuma el vuelco que prevén las encuestas y Cataluña deja de ser su agujero negro electoral, las posibilidades de Rajoy de ganar por amplia mayoría serán sólidas.

LA última encuesta del Centro de Estudios de Opinión, organismo dependiente de la Generalidad de Cataluña, presenta un cuadro electoral para los próximos comicios autonómicos que pone al tripartito social-nacionalista presidido por José Montilla prácticamente en la calle. Apenas quedan tres meses para que se celebren las elecciones catalanas, por lo que el resultado de esta encuesta tiene carácter preelectoral que da más sinceridad a las respuestas de los ciudadanos. Bien es cierto que el estudio se realizó en los días en los que se conoció y polemizó la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto, pero lejos de ser un factor distorsión en las respuestas de los encuestados, será claramente un factor de formación del voto de los catalanes. El resultado de la encuesta —que refleja intenciones directas de voto, no estimaciones— anticipa un cambio en el Gobierno catalán, basado en una clara recuperación de Convergencia i Unió (25,3 por ciento) y en el desplome de los socialistas (14,2) y de sus socios, Esquerra Republicana (6,0) e Iniciativa por Cataluña (5,6). El Partido Popular recibe un corto 3,8 por ciento, que siempre aumenta cuando las encuestas calculan el voto estimado y más aún cuando se recuentan los votos introducidos en las urnas. En todo caso, el escenario probable de la próximas elecciones catalanas incluye a un PP determinante para el cambio del tripartito por un gobierno monocolor de CiU. Montilla y el PSC pueden pagar sus malas opciones políticas en esta legislatura. Siendo un partido de izquierda y no nacionalista ha acabado desfigurado como una formación de soberanistas conversos, engañados por Zapatero en la aventura del Estatuto, que renunciaron al cambio político para ser más soberanistas que nadie y que compiten con los auténticos nacionalistas —y ahí siempre pierden los socialistas— en postulados que tienen muy poco de izquierda, y sí mucho de localismo retrógrado. Todo esto, sumado a una mala gestión cotidiana, se traduce en un incremento de CiU, el partido-régimen que está sabiendo aprovechar las oportunidades que le brindan los errores del PSC. Un aviso para el lendakari López.

La encuesta tiene una segunda lectura sobre elecciones generales, porque muestra el aumento sustancial del voto directo que recibe el PP, duplicándose hasta el 7,8 por ciento, con aumento del voto socialista y descenso del convergente. Esta discriminación del voto según sea autonómico o general permite a los populares encarar con optimismo los comicios de 2012, porque si Andalucía consuma el vuelco que prevén las encuestas y Cataluña deja de ser su agujero negro electoral, las posibilidades de Rajoy de ganar por amplia mayoría serán sólidas.

ABC - Editorial