domingo, 15 de agosto de 2010

Frivolidad veraniega. Por Germán Yanke

Zapatero inició la legislatura con un Gobierno elegido para que estuviera a gusto y no tanto para desarrollar un proyecto que, como se ha visto, no existía. Se mueven los ministros un tanto mustios, temerosos de decir algo y encontrarse horas después con unas declaraciones del líder que desbaraten lo que les parecía de sentido común. Con alguna excepción, ni tienen conexión con la sociedad ni con el partido al que representan, cada día más diluido y desconcertado. Sin embargo, si su único vínculo serio es haber sido señalados por el dedo del líder, algunos han descubierto este verano una misión tan razonable como imposible: corregir su relato, interpretarle de modo que logre que las cosas no sean aún peores.

Es difícil entender, salvo acudiendo a la irresponsabilidad o a la necesidad psicológica de autojustificar una política que hasta mayo nos llevaba al desastre, que el presidente, de pronto, sin análisis serio, asegurara que se va a corregir el ajuste de gasto en obras públicas. Cuando las consecuencias de anuncio tan «positivo» en el coste de nuestra deuda se iban haciendo palpables, algo previsible para todos salvo para Zapatero, han tenido que ser algunos ministros los que, sin éxito, expliquen que ni va a ser el gasto y que se compensará con otros ahorros hasta ahora desconocidos.

El daño de esta frivolidad del presidente es múltiple. Subraya la improvisación y de falta de convicción en el programa iniciado. Anima la desconfianza sobre lo que pueda hacerse en el futuro y, así, nuestra deuda se ha encarecido. Afianza la sospecha de que el gasto público es moneda de cambio para los apoyos al Gobierno (esta vez los Presupuestos) en vez de la negociación de un plan coherente. Y se aleja de la exigencia europea, que era algo, aunque pese al presidente, bueno para España: el coste de la deuda, que él acaba de incrementar, es más pernicioso para nuestra recuperación que el descenso de la inversión pública. Demasiado daño para que la matización de los ministros sirva de algo.


ABC - Opinión

Palabras que matan. Por José María Carrascal

No es sólo que nuestra recuperación sea debilísima y nuestro presidente, poco fiable.

HAY frases suyas que merecen entrar en la antología del disparate político. Como aquella de «Catalanes, os daré lo que salga de vuestro parlamento». O aquella otra: «El accidente de ayer en Barajas», referido al atentado terrorista que costó dos vidas. El tiempo nos dirá si hay que incluir también en ellas la de «Tomás Gómez es bueno. Trinidad Jiménez, buenísima». Frases que resumen su insensatez e ignorancia, su improvisación y falta de principios. Para él, las palabras son meras pegatinas que se ponen a los problemas, sin otro valor que el de las hojas secas que se lleva el viento.

Pero si en España estas frases del presidente del Gobierno se toleran, en el extranjero se toman muy en serio, y la última: «Hay margen para recuperar algunos de los recortes en obras públicas», ha tenido el efecto de uno de esos tornados que no dejan títere con cabeza a su paso. La Bolsa se ha pegado un batacazo mayúsculo y la prima de riesgo del bono español se disparó hasta los 187 puntos, con lo que todo lo que habíamos adelantado con las pruebas de riesgo de nuestros bancos se perdió de golpe. ¿Por qué lo dijo? Posiblemente, pensó que la caída de los intereses de nuestra deuda conseguida con el duro plan de ajuste le permitiría suavizarlo, y se apresuró a anunciarlo. Pero, como todo el que vende la piel del oso antes de haberlo cazado, lo que consiguió fue justo lo contrario: la vuelta de las dudas hacia España y hacia su deuda. Con lo que se queda sin margen para inversiones en obras públicas y regresamos al furgón de cola europeos donde estábamos hace un mes.


No es sólo que nuestra recuperación sea debilísima y nuestro presidente, poco fiable. Es que está haciendo lo que hace de mala gana, que es la peor forma de hacer las cosas. Como en su negociación con ETA o con la sentencia del Constitucional sobre el Estatuto catalán, en la crisis económica ha tenido que aceptar los hechos porque no le quedaba otro remedio y tomar las medidas de ajuste porque se las han impuesto. Pero a la menor, vuelve a las andadas. En el fondo y en la forma, todo apunta que sigue convencido de que sus planes son los correctos, mientras todos los demás están equivocados. Y es que las personas como él no tienen remedio. Desasociados de la realidad al no haber tenido nunca que lidiar con ella, con cuatro ideas fijas en la cabeza que no han removido ni remozado desde su primera juventud, navegan por el mundo como sonámbulos, convencidos de su superioridad e impávidos ante sus fracasos, por grandes y evidentes que sean. Por lo general, son inofensivos e incluso divertidos por la magnitud de sus dislates. Excepto cuando llegan a una Presidencia de Gobierno.

ABC - Opinión

Economía para principiantes. Por Angela Vallvey

Según mi amigo economista, el capitalismo tradicional sostenía que si tú tienes dos vacas y vendes una por un poco más de lo que había costado, compras un toro con las ganancias y se lo presentas a la vaca que te queda que, tras haber leído un folleto de educación sexual para adolescentes, decide compensarte con un embarazo no deseado –el ser vivo ternerita–, entonces ganarás un poco más de dinero que podrás invertir en más vacas… El ciclo sin fin. Pero este método, que precisaba de trabajo, buena suerte, paciencia y honradez, es cosa del pasado y ya nadie lo practica. Economía rusa: tú tienes dos vacas pero lo que te gustaría es tener cinco vacas porque crees que te lo mereces y porque el estado te exige tener cinco vacas. Cuentas tus dos vacas y te salen cinco vacas. Para asegurarte vuelves a contar y te salen trescientas cuarenta y siete vacas. Cuentas de nuevo y te sale una vaca. Miras la botella de vodka Stolichnaya y suspiras.

Economía italiana: tú tienes dos vacas. Te parece que las vacas no están bien diseñadas. Dios tiene su delegación terrenal al lado de Roma, y piensas que hasta Él se hizo ayudar por grandes estilistas como Miguel Ángel para exportar correctamente Su producto, de modo que contratas a una modista, un delineante, un diseñador y un arquitecto milanés. Pintan, pelan, asean y decoran a tus dos vacas. Su leche es lo de menos. Convierten a las vacas en unas piezas de sugerentes líneas redondeadas que transmiten perfectamente los valores de lujo y calidez además de lucir una línea vanguardista, funcionalidad y conexión con la naturaleza. Te asocias con una firma holandesa que se encarga de exportar a China cientos de miles de vacas en diferentes acabados y gran variedad de coloridos. Tus dos vacas mueren de estrés sobre unas láminas de espuma técnica fonoabsorbente, pero para entonces tu marca, Vacasace, ya es famosa en el mundo entero y tú reconoces, en una cena en Mónaco con lo mejorcito de las casas reales europeas, que a ti las vacas siempre te han importado un bledo. Economía española: tú tienes dos vacas porque te las dejó en herencia tu tío Arsenio, que era funcionario. Sabes que tienes dos vacas porque lo leíste en el testamento, pero no sabes dónde se meten las vacas. A veces oyes un cencerro al atardecer, pero cuando acaba el partido de fútbol que están retransmitiendo gratis por la tele y te decides a asomarte a la puerta de la calle, ya han desaparecido otra vez las puñeteras vacas. Tu cuñado dice que, en realidad, las vacas son una entelequia inventada por el director de la caja de ahorros del pueblo, un especulador, y que deberías denunciar al ayuntamiento por permitir que las vacas anden sueltas por la calle y que así presionas al poder y a lo mejor consigues un crédito del ICO y te puedes comprar dos vacas. Pero te cuesta creerlo y, además, mañana es puente.

La Razón - Opinión

Crecer para empeorar. Por M. Martín Ferrand

España, en el último trimestre, ha crecido cinco veces menos que la zona euro en la que nos incluimos.

NO todos los huevos son iguales. Un huevo de avestruz equivale a dos docenas de huevos de gallina. Conviene recordarlo, aunque resulte obvio, para entender que el crecimiento económico español que cacarea la poderosa máquina propagandística del Gobierno no es para tanto. Se trata de un retroceso real y notable con respecto al cuadro de los crecimientos experimentados, en lucha contra la crisis, por los diferentes países europeos. España, en el último trimestre, ha crecido cinco veces menos que la zona euro en la que nos incluimos y eso, véndase como se quiera, es otra prueba más del fracaso y la torpeza con la que el equipo de José Luis Rodríguez Zapatero, más corto en ideas que largo en decisiones, se enfrenta al complejo y grave problema que incluye, entre otros, el drama social y humano de más de cuatro millones y medio de parados.

Incluso quienes, para nuestra desgracia, no sabemos alemán entendemos mejor las explicaciones que le da al fenómeno el ministro de Economía de Angela Merkel, Rainer Brüderle —liberal, por supuesto—, que las que nos proporcionan el silencio de nuestra Elena Salgado y el triunfal clamor de los medios que, por devoción o por interés, siempre están dispuestos a cantar las grandezas socialdemócratas del zapaterismo. Aquí seguimos obstinados en hacer la tortilla sin romper los huevos, en abordar con tímidos retoques la drástica transformación laboral y financiera que requieren las circunstancias y ahí está el resultado: Alemania, que redujo impuestos y cortó por lo sano en lo que a prestaciones sociales y gasto público respecta, ha experimentado en estos últimos meses el mayor crecimiento desde su difícil, y económicamente muy costosa, reunificación nacional, y España, por delante de Grecia, Hungría y Letonia, se coloca en la cola, no ya de la eurozona, sino del total de la Unión Europea. Sin entrar en matices, que aquí hablamos de política y no de economía, mientras Alemania experimenta un crecimiento del PIB que su ministro del ramo califica de talla XL, nuestro desarrollo no llega a small, se queda en XS. Solo falta que cualquiera de los predicadores de guardia en el equipo gubernamental —más diligentes, por cierto, que los de la oposición— salga a la palestra para recordarnos las paradojas de Zenón y nos explique que Aquiles no podrá alcanzar nunca a la tortuga. Aquí la tortuga, nosotros, va tan despacio que hasta la Italia de Silvio Berlusconi duplica nuestra velocidad de reacción frente a un problema común que, en alarde de insensatez colectiva, hemos engordado con otros específicamente nacionales y de naturaleza autonómica.

ABC - Opinión

Bajarse al moro. Por Martín Prieto

Tras la iniquidad ventajista perpetrada por Marruecos en 1975 sobre los territorios de Seguia el Hamra y Río de Oro, el rey Hassan II dejó entender a los interlocutores gubernamentales españoles que el contencioso de Ceuta y Melilla quedaba «aplazado» para las próximas generaciones y sujeto a la solución del diferendo hispano-británico sobre Gibraltar. Miel sobre hojuelas de no ser por lo taimado que es la diplomacia alauita. Felipe González me dijo un día que si abría conversaciones con Marruecos sobre las plazas africanas cara a una cosoberanía o a la izada de las dos banderas, al día siguiente le ponían sobre la mesa las Islas Canarias.

Mohamed VI afirmó que el desalojo militar del islote de Perejil ordenado por el presidente José María Aznar le había sentado como una bofetada pero con la mediación del Secretario de Estado Colin Powell no hubo más secuelas que la llamada al embajador a consulta. Zapatero fue a Rabat a templar gaitas y lo sentaron frente a un mapa oficial marroquí que incluía al Archipiélago atlántico. Bajarse al moro para practicar el buenismo . En Marruecos no se abre una flor sin que la ordene el Mazén, que es el entorno ejecutivo del Comendador de los Creyentes, y supuesto descendiente de la estirpe de Mahoma.

Los recientes incidentes con Melilla no son, por lo tanto, espontáneos y lo que falta saber cuál es la intención de nuestro vecino al calentar una frontera que tanto les beneficia. Ambos monarcas se tratan de «hermanos mayor y menor» pero tanta fraternidad no ha servido para evitar un ridículo bloqueo dado que Melilla está abierta a Andalucía. Las plazas de soberanía ya eran españolas cuando lo que hoy es Marruecos éste sólo era un tablero tribal. España es bicontinental como Turquía y EEUU. Y el irredentismo marroquí nos acompará siempre.


La Razón - Opinión

Jiménez, Gómez... y Rodríguez. Por Ignacio Camacho

Con su proclividad al enredo, Zapatero ha convertido las primarias en un plebiscito sobre su propio liderazgo.

NI siquiera con seis años de experiencia en el poder ha logrado Rodríguez Zapatero modificar su tendencia compulsiva a convertir cualquier solución en un nuevo problema. No parece haber lío que le disguste ni sencillez que no pueda complicar. Este hombre gobierna a base de enredos, de los que luego acaba saliendo a trompicones que dejan el paisaje sembrado de conflictos colaterales, como sucedió —a escala paroxística— con el Estatuto de Cataluña. El (pen)último embrollo lo acaba de montar con las primarias de Madrid: ha transformado un sencillo expediente interno, uno de los aspectos en que el PSOE puede exhibir con orgullo su superioridad respecto a los demás partidos, en un plebiscito sobre su propio liderazgo.

Al fracasar en la presión sobre Tomás Gómez para que retirase su candidatura y apostar de manera inequívoca por Trinidad Jiménez —«buenísima» frente a «bueno» a secas—, el presidente se ha involucrado de tal modo en las primarias madrileñas que las ha convertido en un duelo que ya sólo puede ganar si no quiere resultar cuestionado por los suyos a la vista de toda España. Sin esa implicación personal y directa, que ha incluido el aterrizaje forzoso de la ministra de Sanidad en una pugna que no le apetecía en absoluto, una eventual victoria de Gómez serviría para reforzar su cuestionado perfil de candidato frente a Esperanza Aguirre. Ahora eso ya es una cuestión menor: lo que está en juego es la autoridad y el crédito de Zapatero como líder del Partido Socialista frente a un dirigente regional de escasa relevancia. Y todo lo que no sea aplastarlo va a quedar ante la opinión pública como una derrota zapateril a manos de su propia militancia y en un momento especialmente crítico.


La proclamada neutralidad de la dirección del PSOE llega tarde, después de las visibles maniobras para descarrilar al aspirante legítimo de la FSM. Zapatero ha perdido una primera batalla al tener que plegarse a unas primarias que no deseaba —¿por qué, si él mismo llegó a la cúpula socialista en una elección reñida y abierta?—, y ahora se expone a un revés inapelable. Si vence Gómez no sólo habrá surgido un inesperado referente alternativo, sino que las voces críticas de algunos barones autonómicos, que ya se escuchan en voz baja ante la alarma de las encuestas preelectorales, no tardarán un minuto en hacerse oír para cuestionar el liderazgo nacional del partido. Para Zapatero, la salida más airosa sería la retirada del dirigente de Parla antes de la votación; un simple escrutinio apretado ya constituiría un desgaste manifiesto de su prestigio. Todo ese lío se lo ha buscado él solo por no dar cauce natural a un procedimiento de rutina. Pero no puede evitar la complicación. En un escenario tan simbólico como la capital del Estado, se las ha apañado para que entre Jiménez y Gómez todo el mundo vea sólo la mano de Rodríguez.

ABC - Opinión

A casa. Por Alfonso Ussía

Mi distancia de los partidos políticos y su funcionamiento interior me impide conocer los secretos de sus reglamentos internos. Me figuro que existirá alguna comisión encargada de analizar actuaciones oscuras y poco edificantes. He leído que en el Partido Popular hay una comisión de disciplina, pero me temo que muy sosegada y proclive a la inactividad. De lo contrario, ya hubiera sido enviada a su casa la señora alcaldesa de Elda, doña Adela Pedrosa, por haber denegado mediante un largo silencio administrativo bautizar una calle de su ciudad con el nombre de un guardia civil asesinado por la ETA.

En 1983, febrero negro y frío, el guardia civil y vecino de Elda don Miguel Mateo Pastor fue asesinado por los terroristas cuando patrullaba por las cercanías de Villafranca de Ordicia. La idea, feliz y justa idea, de recordar con una calle a su nombre a don Miguel Mateo Pastor ha sido de UPyD, motivo fundamental para que los «populares» de Elda se hayan pasado la gloriosa memoria del guardia civil por los aledaños de sus entrepiernas, tanto los de ellos como los de ellas, que no hay que hacer distinciones al respecto. Es decir, que el PP de Elda se ha comportado con una víctima del terrorismo etarra de la misma manera que el PNV, Izquierda Unida, EA, ANV, ERC, o los esbirros de Batasuna. Ejemplar y edificante.


La señora Alcaldesa, que fue elegida por sus ciudadanos por encabezar la lista del Partido Popular no admite lecciones de UPy D, y ha respondido con el silencio a la petición de un acto de justicia obligado. Esta señora se tiene que ir a su casa, y si no encuentra el camino, señalárselo desde la estancia donde se supone que se reúne la comisión de disciplina interna del Partido Popular. Y si los componentes de la referida comisión disfrutan de vacaciones, el señor Rajoy, o el señor Arenas, o la señora Cospedal, harían muy bien en convocarlos de urgencia para que juntos analizaran el inadmisible desprecio que una alcaldesa del Partido Popular ha demostrado hacia una víctima del terrorismo. En el Partido Popular, esa señora no cabe ni sirve. Y si sirve y cabe, el Partido Popular habrá perdido uno de sus principales y más firmes fundamentos. Apoyar a quienes han muerto por España a manos del terrorismo separatista y comunista de la ETA, honrar su memoria y velar por sus familias.

Si el hecho de que otro partido, en el caso que nos ocupa, la UPyD, haya sido la impulsora del homenaje al guardia civil de Elda asesinado, es motivo razonable para no bautizar una calle con su nombre, todo se hace añicos y el respeto desaparece por completo. No se trata de un asunto menor. Es una cuestión de principios y de valores. Esto no se arregla con una sanción o una regañina a la gallega, a la andaluza o a lo castellano-manchego. Esto no tiene otra salida que la inmediata expulsión de quienes han cometido semejante tropelía. Y si el PP de Elda pierde el control del Ayuntamiento, que lo pierda. Y si los ediles cobardes deciden formar un grupo municipal siguiendo el cercano modelo de la mamá de Leire Pejín o Pajín, que lo formen bajo el paraguas de la ignominia. Mucho más que el Ayuntamiento de Elda vale la memoria de un guardia civil asesinado. Dudo mucho de que haya un solo votante del PP en Elda que aplauda el silencio de su alcaldesa. Y los ciudadanos son los que mandan. Todos, uno del otro en pos, y en fila india, a su casa.


La Razón - Opinión

Zapatero. No va a ser tan bueno. Por José T. Raga

La frasecita, por el momento ya está costando dinero. Por eso, mi pregunta, que no espera respuesta: ¿por qué no se calla?

Tal como lo han oído. Esas han sido las palabras del presidente Rodríguez Zapatero el pasado lunes, y que cada uno interpretará como Dios le dé a entender. Es verdad que podríamos pedirle que nos lo repita, a fin de descubrir si en la repetición descubrimos algún paradigma oculto o alguna clave secreta para su total comprensión. Porque ¿qué quiere decir el presidente al advertir que el tercer trimestre "no va a ser tan bueno" como lo ha sido el segundo? Para los que somos de entendimiento escaso, la expresión la hacemos nuestra con un léxico más sencillo. Suponemos que lo que está queriendo decir es que el próximo va a ser peor que el anterior, o con menor elegancia, aunque no tan enrevesado como el decir del señor ZP, que el tercero va a ser más malo que el anterior.

Dirán ustedes que qué más da, o que no me empeñe en hilar tan fino buscando tres pies al gato. Yo, personalmente, acepto lo que ustedes consideren que es más fiel a la realidad, pero, lo que ocurre es que estoy convencido de que esta gente –sí, los que mandan presumiendo de una izquierda ya caducada–, no dan puntada sin hilo, lo que significa que, cualquier manifestación que realizan está estudiada en toda su dimensión para transmitir lo que realmente quieren decir, o sea, hasta dónde quieren confundir y hasta cuándo mantener el engaño.


Frente a las expresiones más sencillas que propongo, cuyas diferencias con la del señor Rodríguez Zapatero, al menos en apariencia, son mínimas e inocentes, la diferencia real entre ellas, lleva implícita una carga de profundidad. Mi propuesta parte de valorar la situación actual de la economía española, en el segundo trimestre ya concluido, como una situación mala, por lo que el anuncio del Presidente supone la afirmación de que el tercer trimestre será peor o, si quieren, más malo.

La expresión del señor ZP, parte de considerar que la situación en el segundo trimestre del año, ha sido una situación buena –vayan ustedes a saber si, incluso, muy buena– y que el anuncio se limita a anticipar que el tercer trimestre no será tan bueno como lo fue el segundo del año. El Presidente, lo que no se atreve a decir claramente es que el segundo trimestre ha sido bueno –menos aún muy bueno–, porque ello justificaría una revuelta social, a la que él no está dispuesto a hacer frente. Pero, por otro lado, es difícil interpretar otra cosa a la luz de la forma empleada en su admonición.

Son ustedes, los únicos titulares de la soberanía nacional y, por ello, los que tienen derecho a interpretar las palabras del presidente. Asimismo, sólo ustedes tienen derecho, en cuanto que sufridores, a determinar si el segundo trimestre del año 2010 ha sido un trimestre bueno o malo, para concluir en si lo que estoy diciendo tiene algún sentido o es, simplemente, una tontería. Mentir, engañar y confundir no sólo es gratis en nuestro país, sino que se ha convertido en un deporte que solo mejoraría dando premios al engaño más audaz, a la mentira más voluminosa o a la confusión más sofisticada; bien es verdad que la acumulación de premios en manos de ciertos personajes despertaría la envidia más insana entre sus correligionarios. Mientras eso se produce, y como estadio intermedio, merece que el mentiroso compulsivo vea su gloria inscrita en su propio curriculum vitae, para testimonio ante propios y extraños.

Hasta que esta información esté disponible en el mercado, solicitaría de los políticos en general y del señor presidente en particular –no en balde los engaños de éste son los que pueden provocar mayores males– que guarden sepulcral silencio, como mal menor; mejor aún sería que se marcharan, pero eso, ni siquiera en momentos de intensa alucinación lo veo probable. Y, ¿por qué pido reverencialmente silencio? Porque cada cosa que dicen o sobre cada asunto que opinan se convierte en un boomerang que corta cabezas en su vía de regreso.

Ese personaje ZP que nos ha tocado en suerte, sin haber comprado números para la rifa, se le ocurrió también, el pasado martes, y desde ese nirvana en el que vive, declarar a los cuatro vientos que las medidas contra crisis anunciadas, que entre nosotros sabemos que dejan mucho que desear, las va a aplicar con cierta relajación. ¡Y eso que el trimestre no va a ser tan bueno!

Tiempo ha faltado a los mercados financieros para que, antes de haber transcurrido veinticuatro horas desde la mencionada declaración, hayan ampliado el diferencial de interés que tendrán que pagar los bonos españoles frente al bono alemán de referencia. Y es que lo que dice el presidente no tiene gracia; yo al menos no se la encuentro. La frasecita, por el momento ya está costando dinero. Por eso, mi pregunta, que no espera respuesta: ¿por qué no se calla? Ya sé que no tengo la capacidad que mostró S. M. el Rey de España para hacer callar repentinamente al presidente bolivariano de Venezuela, pero, hombre, si no por capacidad mía, ¡hágalo por caridad!

Otra alternativa sería que los medios de comunicación no reprodujeran frases tan económicamente obscenas, que producen daños tan apreciables; al fin y al cabo, entre nosotros ya nos conocemos, pero de lo que se trata es de que no nos conozcan fuera y, en este caso, que no se enteren los mercados financieros. Mientras tanto, señor presidente, podría encerrarse a trabajar –le aseguro que no pasa nada por eso– y preparar, de una vez por todas, una política económica omnicomprensiva y coherente para salir de la crisis. Se trata de renunciar a los parches, a las improvisaciones, a desdecirse hoy de lo que dijo ayer. Una vez diseñado el plan, llevarlo a las Cortes para su aprobación y para conocimiento de los agentes económicos, porque ellos, también toman decisiones que pueden ayudar mucho a iniciar el camino de la recuperación.

Venga, ¡hágase el ánimo y trate de reducir el sufrimiento de los españoles! Es un trabajo que le aseguro que merece la pena. El momento vacacional, es un buen momento para la reflexión y para el trabajo silencioso y fructífero. ¡Inténtelo!


Libertad Digital - Opinión

La infinita tolerancia del infiel. Por Hermann Tertsch

«La mezquita de Manhattan es una prueba más de que a los occidentales se nos exige la tolerancia absoluta, incluso el mayor dolor a nuestra sensibilidad, para permitir la autoafirmación de una cultura hostil a nuestros principios».

Suele hacernos mucha gracia a los europeos el concepto de «lo antiguo» que tienen en Estados Unidos. En muchos pueblos y ciudades tienen allí en alta estima y veneran como antigüedades, o incluso monumentos históricos, unas casas viejas, chamizos o ruinas del siglo XIX, que, en nuestro continente, tan repleto de monumentos centenarios cuando no milenarios, serían demolidos sin el menor atisbo de mala conciencia urbanística. En un país con historia propia tan corta como EE.UU. todo lo que ha cumplido cien años se antoja venerable. Por eso llamará a muchos la atención la facilidad con que la Comisión de Protección de Monumentos de Nueva York se pronunció a principios de mes a favor de la demolición de una antigua fábrica de tejidos de 1858 en pleno centro de Manhattan. La razón está clara. La vieja fábrica, cuya protección como monumento histórico habría frenado otro proyecto urbanístico en cualquier lugar de Estados Unidos, estorbaba para la construcción de una gigantesca mezquita en el corazón de Manhattan. Tendrá la altura de más de quince pisos, tendrá salas de oración, aulas, cines, gimnasios y polideportivos, y será el centro islámico urbano mayor en territorio norteamericano. La polémica en torno a esta mezquita ha desatado pasiones y hace correr ríos de tinta. Pero no por la demolición de la fábrica, sino por el hecho de que se ubicará en parte en la «zona cero», el inmenso solar abierto el 7 de noviembre de 2001 con la demolición de las Torres Gemelas, provocada por el mayor ataque terrorista jamás habido en el mundo. En aquel lugar murieron asesinados cerca de 3.000 seres humanos, ciudadanos de más de cien países y todas las creencias. Y murieron a causa de un acto terrorista perpetrado por fanáticos suicidas. Que explicaron su acción con creencias aprendidas en mezquitas de todo el mundo. Y que decían actuar en nombre del Islam.

En este punto de la exposición de este complejo caso hay que dejar claro y subrayar bien la absoluta evidencia de que el hecho de que esta salvajada fuera cometida en nombre del Islam no hace en lo más mínimo culpable a esta religión ni a los más de mil millones de fieles a esta religión. Se siente uno ridículo al tener que repetir esta obviedad una y otra vez, pero es imprescindible hacerlo para evitar lecturas tramposas de la argumentación posterior. Porque también es un hecho incontestable que los terroristas surgieron de un movimiento islamista mucho más amplio y extendido por todo el mundo islámico cuyo objetivo declarado es la destrucción de nuestra civilización y sistema de vida. Como es también un hecho lamentable pero inolvidado —especialmente por las víctimas— que aquel terrible atentado fue celebrado como un fantástico triunfo, no sólo por islamistas radicales de Hamás en Gaza, sino por enardecidas multitudes en muchos países islámicos. Dicho esto, se plantea una pregunta sencilla que es la que han hecho gran parte de los familiares de víctimas y los adversarios del proyecto: ¿Por qué es necesario que la mezquita esté precisamente allí? Hay decenas de ubicaciones alternativas posibles en Manhattan, cientos en Nueva York y miles en Estados Unidos. ¿Por qué hay que construir una mezquita precisamente en el epicentro de un infinito dolor causado en nombre de la religión que allí se propagará? Precisamente por eso, dice el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg. Para crear puentes entre oriente y occidente y entre las religiones, asegura. Y añade que los derechos constitucionales y la libertad religiosa abogan por este proyecto, pese a que más de la mitad de los neoyorquinos y bastante más de la mitad de los norteamericanos rechazan el mismo. En realidad nadie ha dicho que sea inconstitucional —solo faltaría—, sino que es inadecuado, hiriente para millones y que está, nunca mejor dicho, fuera de lugar. Que muchas víctimas lo consideren ofensivo debería bastar para replantearse este proyecto. El anuncio de la construcción de un monasterio carmelita en el terreno del campo de concentración de Auschwitz en los años ochenta del pasado siglo generó tal rechazo en la comunidad judía internacional que Juan Pablo II ordenó su suspensión precisamente para no herir susceptibilidades, para evitar un dolor gratuito. Bloomberg, judío él, seguramente consideraría adecuado dicho gesto en aquel entonces. Ahora, sin embargo, con el Islam implicado, parece decidido a utilizar otro baremo.

Otra cuestión que se plantea en Manhattan, como en la construcción de centenares de mezquitas en todo el mundo occidental, es el de la financiación y la consiguiente obediencia religiosa y política de sus responsables. En Manhattan los promotores son oscuros personajes relacionados en su día a grupos radicales islamistas, y nadie duda de que el dinero, nada menos que cien millones de dólares, llegará de los países que promueven un Islam radical y nada dispuesto a compromisos en la enseñanza doctrinaria que impartirán a los jóvenes musulmanes norteamericanos. La cabeza visible del proyecto, el imam Feisal Abdul Rauf, es uno de esos personajes tan característicos entre los islamistas llamados moderados y formación occidental que utilizan hábilmente un doble lenguaje dependiendo de la audiencia del momento. Y más allá de la polémica localización, se plantean serios interrogantes sobre la utilización posterior del complejo que albergará la mezquita. ¿Se respetará en los gimnasios, piscinas y los centros culturales la igualdad de géneros, esa sí precepto constitucional? ¿Se permitirán arengas a favor de la destrucción de Israel en la mezquita y las aulas anejas? ¿Y habrá sitio para reuniones de jóvenes en las que se promueve el alistamiento para grupos terroristas en Pakistán o Cachemira, como ha sucedido una vez más en la mezquita cerrada en Hamburgo la pasada semana? ¿Quién vigilará las clases y oraciones para que no se haga allí apología de quienes son innegablemente los que hicieron posible la existencia de esa mezquita, que no son otros que los terroristas del 11-S?

Nadie podrá evitar que muchos norteamericanos, pero también muchos musulmanes en todo el mundo, radicales o no, vean en la mezquita de Manhattan un símbolo del avance del Islam por Occidente. Este avance, se quiera ver o no, lo hicieron posible unos jóvenes islamistas que estrellaron los aviones y sacrificaron sus vidas y las de casi tres mil inocentes. Y nadie podrá evitar que muchos entiendan la mezquita como un monumento en el campo de batalla mismo a los terroristas islámicos que humillaron allí a Estados Unidos y a todo Occidente. Será para ellos un monumento de conquista, una simbólica «pica en Flandes» que hicieron posible unos asesinos o unos mártires. Porque en el vínculo inevitablemente imperecedero entre el ataque terrorista del 11 de septiembre y la gran mezquita se verá, quiera Bloomberg y los biempensantes o no, el triunfo póstumo de los pilotos de los aviones asesinos. Nadie podrá evitar que esta inmensa mezquita en aquel lugar sea para muchos occidentales más un símbolo de avasallamiento que de encuentro.

Hasta la Liga Antidifamación, que lucha desde hace muchas décadas contra todo tipo de discriminación religiosa, ha advertido de que el proyecto puede romper más puentes de los que pretende construir. Pero la corrección política se ha impuesto de nuevo y el proyecto ha sido definitivamente aceptado. Como no podía ser de otra forma, el presidente Barack Obama se adhirió a esta causa. Los que se sientan ofendidos han sido condenados a mostrar esa inmensa tolerancia que siempre se les exige a los ciudadanos occidentales cuando han de aceptar en su entorno la práctica y la promulgación de mensajes muy lejanos a su concepto de tolerancia. Mientras algunas sensibilidades son intocables y merecen toda protección, otras —siempre las mismas— han de sacrificarse en aras de una tolerancia que nunca goza de reciprocidad cuando del Islam se trata. En todos los países de Occidente reclaman los musulmanes un trato especial, y en todos acaban recibiéndolo. En todos plantean retos a los límites de nuestras leyes, y en todos arrancan concesiones de los poderes públicos. En una dinámica general de expansión geográfica y cultural que es, con la supremacía total como objetivo final, el deber de todo musulmán comprometido con su fe y su libro sagrado. No es sólo un problema de la sensibilidad de los neoyorquinos. Lo es de todos los que cada vez se sienten más preocupados ante el aún larvado pero inevitable conflicto entre el mensaje islámico y los sistemas constitucionales occidentales y los valores y principios que éstos reflejan. También es muy nuestro el problema. Porque, se me olvidaba, ¿saben cómo se llamará la mezquita de Manhattan, todo el inmenso complejo proyectado en corazón de la península más tolerante del mundo que es «la gran manzana»? La mezquita, construida como todas para la mayor gloria del Islam y su triunfo final sobre los infieles como fe única en el único dios, que se erigirá en lo que el radicalismo islamista considera el campo de batalla más glorioso de su guerra santa contra Occidente, se llamará, no puede extrañar a nadie, Córdoba.


ABC - Opinión

Al servicio de los lectores

Los profesionales de los medios de comunicación tienen como una obligación ineludible, como el deber principal de su actividad profesional, la de suministrar la mejor y más completa información posible a los ciudadanos de los asuntos que preocupan o interesan a la sociedad. Por encima de circunstancias o coyunturas más o menos adversas, más o menos arriesgadas, los periodistas permanecen fieles a sus lectores desde un compromiso social y un código deontológico que están por encima de otros intereses. Los redactores de LA RAZÓN Macarena Gutiérrez y Luis Díaz viajaron hasta Marruecos para cumplir con esa misión profesional y con el propósito de poner al servicio de los lectores de nuestro periódico la evolución de los acontecimientos que se están sucediendo en esa frontera y la situación actual de la crisis. El fin era tan nítido como escrupulosos fueron los pasos y las actuaciones que protagonizaron en el cruce de Beni Enzar, el paso más importante de Melilla con el país vecino. Ambos periodistas son profesionales curtidos en mil batallas, con una amplia experiencia a sus espaldas, e insobornables en el desarrollo de su labor profesional. No estamos, por tanto, ante dos jóvenes aventureros que desconocen la forma de trabajar en un escenario como el de la raya fronteriza con Marruecos. Los dos ejercían el derecho a la libertad de Prensa que ampara a cualquier ciudadano de un Estado de Derecho y, desde luego, de la Unión Europea. Y en virtud de ese derecho nuestros compañeros recogieron la información del clima de tensión que se respira en la zona y realizaron las fotografías de las pancartas contra España que cuelgan en la denominada «tierra de nadie», zona de seguridad que debería estar desierta por un acuerdo tácito entre Madrid y Rabat, pero que está tomada en las últimas semanas por ciudadanos marroquíes. Se trataba de verificar el panorama a ambos lados de una frontera compleja y de nada más. Para los agentes del reino alauita, sin embargo, la libertad de movimientos y el ejercicio de la profesión periodística están supeditados a la arbitrariedad y discrecionalidad de un régimen censor. Durante más de cinco horas, la Policía de Rabat retuvo a los periodistas españoles, les retiró sus pasaportes y sus acreditaciones de Prensa, y borró todas las fotografías captadas por nuestro reportero gráfico. Fueron sometidos a un interrogatorio durante un tiempo en el que incluso la seguridad marroquí negó que ambos estuvieran retenidos, lo que generó horas de inquietud por la suerte que hubieran podido correr. Después, sin mayores ni mejores explicaciones, fueron puestos en libertad y devueltos a Melilla. Más allá del trato arbitrario e injustificado de los funcionarios marroquíes y del escaso respeto que les inspira los derechos a la libre información, queremos dejar sentado que los redactores de LA RAZÓN se limitaron a cumplir con el deber de lograr la mejor información al servicio de nuestros lectores, porque la libertad de Prensa tiene precisamente al ciudadano como beneficiario principal. El ejercicio de ese derecho y la prestación de ese servicio sirven también para calibrar la calidad democrática de los países y sus gobiernos.

La Razón - Editorial

Efectos secundarios

Las primarias en Madrid condicionarán decisiones como la remodelación del Gobierno.

La agitación que está produciendo entre los socialistas madrileños la pugna por la designación de sus candidatos para las elecciones de 2011 deriva seguramente del especial interés del PSOE por hacer de esas elecciones, y especialmente de las autonómicas, el eje de su estrategia de recuperación con vistas a las generales del año siguiente: porque creen que los escándalos de corrupción pasarán factura a Esperanza Aguirre y porque piensan que derrotar a una dirigente tan señalada del PP elevará la decaída moral del electorado de centro-izquierda y detendrá el deterioro que reflejan las encuestas.

La pugna fue iniciada por Zapatero al proponer a Trinidad Jiménez. Cabe preguntarse si calculó las consecuencias de una implicación tan directa. Porque la resistencia de Tomás Gómez a retirarse en favor de la ministra ha conducido a la necesidad de elecciones primarias; los dirigentes socialistas se han felicitado porque vayan a celebrarse y han resaltado su carácter democrático por oposición al método digital seguido por el PP en casos como la sucesión de Aznar por Rajoy.

Sin embargo, es evidente que no eran primarias lo que deseaban esos dirigentes, al menos, Zapatero, que intentó convencer a Gómez para que se retirara. Precisamente porque se consideraba un riesgo para la cohesión interna la existencia de dos candidaturas enfrentadas. Y en todo caso, que el presidente no consiguiera su propósito es un síntoma de su pérdida de infalibilidad en el cara a cara.


Los resultados del proceso que ahora se inicia tendrán consecuencias asimétricas para los aspirantes. Aunque gane las primarias, si Jiménez pierde ante Aguirre se considerará un fracaso suyo (y de Zapatero), mientras que si lo mismo le ocurre a Gómez, saldrá reforzado: podrá seguir siendo el líder del partido, pero ahora mucho más conocido, jefe de la oposición desde la Asamblea regional y candidato en 2015. En el caso del Ayuntamiento, si Lissavetzky no gana, a nadie extrañaría que cuatro años después volviera a ser candidato, aunque seguramente ya no contra Gallardón, que aspira a más altas misiones.

El proceso también tendrá influencia en el Gobierno. El PP ha pedido la dimisión de Jiménez por considerar incompatible ser ministra y participante en una pugna de partido. Tiene sentido dimitir al ser proclamado candidato a presidir una comunidad, pero es dudoso que aspirar a ello exija abandonar el Consejo de Ministros si no está así previsto en los estatutos del partido. Las elecciones internas no son una cuestión privada, sino parte del funcionamiento de la democracia.

En todo caso, las primarias se celebrarán el 3 de octubre. Si gana, Jiménez tendrá que dejar el Gobierno, lo que dará un pretexto para la remodelación tan largamente aplazada, pero si pierde lo más probable es que también salga del Ejecutivo, pese a su buena gestión en Sanidad. ¿Había previsto Zapatero esas consecuencias cuando tomó la iniciativa de exteriorizar sus preferencias?


El País - Editorial

Mohamed VI y su test de esfuerzo a Zapatero

El problema para España es que Zapatero no está dispuesto a ejercer la más mínima autoridad que el derecho internacional y nuestras leyes le conceden, puesto que su estrategia exterior es siempre la rendición preventiva y la tolerancia sin límites.

Las relaciones de España y Marruecos siempre han estado sometidas a una tensión institucional fruto de las diferencias intrínsecas y los distintos intereses de uno y otro país. España pertenece a la civilización cristiano-occidental y es una democracia donde impera el Estado de Derecho, mientras que Marruecos es una dictadura teocrática dentro de la órbita islámica con todo lo que ello supone. Sumemos a ese hecho la ocupación ilegal del Sáhara que lleva a cabo el Estado marroquí y los constantes problemas que provoca la existencia de un tráfico de drogas y de seres humanos con destino a nuestro país, y concluiremos que Marruecos no es precisamente un vecino con el que forzosamente haya "que llevarse muy bien", tal y como repiten los distintos miembros del Gobierno a raíz de la última crisis desatada en la frontera de Melilla.

Por su cercanía hay que mantener unas relaciones correctas con Marruecos, sin que ello implique renunciar a nuestros derechos de soberanía o a realizar las funciones administrativas y policiales que la existencia de toda frontera implica para un país responsable.


Pero es que además, la Historia de las relaciones hispano-marroquíes es una sucesión inagotable de intentonas del sultanato para erosionar la capacidad Española de gestionar en el norte de África los asuntos que por derecho le corresponden, embates ante los que no cabe si no oponer una actitud de firmeza proporcional al agravio pretendido con cada tentativa, único lenguaje que el sultán actual y su fallecido progenitor han sido capaces de entender correctamente.

El problema para España es que Zapatero, a diferencia de Aznar en la crisis de la isla Perejil, no está dispuesto a ejercer la más mínima autoridad que el derecho internacional y nuestras leyes le conceden, puesto que su única estrategia en política exterior desde que llegó al poder ha sido siempre la rendición preventiva y la tolerancia sin límites.

El ejemplo de la última crisis desatada por Marruecos en la frontera de Melilla es definitorio de la renuncia de nuestro Gobierno a hacerse respetar en la escena internacional. Al episodio lamentable de utilizar a la corona para solucionar un problema que es exclusiva competencia de Zapatero y su desaparecido ministro de Exteriores, hay que sumar la exigencia de su vicepresidente tercero y algún otro miembro del ejecutivo, dirigida al presidente de aquella ciudad autónoma, de que se abstenga siquiera de denunciar unos hechos cuya gravedad hubieran provocado la respuesta inmediata del gobierno agraviado en cualquier país digno de respeto.

Si Zapatero cree que con la finalización del bloqueo unilateral practicado por Marruecos en la frontera con Melilla el problema de Marruecos está solucionado, pronto tendrá ocasión de comprobar lo contrario. La dictadura marroquí está dispuesta a seguir un camino de hechos consumados cuyo nivel de agresión va a seguir aumentando hasta que España decida plantarse y defender tanto sus fronteras como la economía y la libertad de sus ciudadanos en Ceuta y Melilla. Por desgracia eso no ocurrirá mientras gobierne José Luis Rodríguez Zapatero. Si hay alguien consciente de esa evidencia, ese es Mohamed VI.


Libertad Digital - Editorial

La foto del PSOE sale movida

El desorden interno de Madrid, Valencia y Cataluña demuestra que no se han preparado los liderazgos territoriales para contener el voto de castigo que sufrirán en los próximos meses.

LAS grietas abiertas en el partido del Gobierno por las crecientes dudas sobre el liderazgo de Rodríguez Zapatero se abren cada día un poco más. Los socialistas hacen de la necesidad virtud al presentar las primarias en Madrid como un ejercicio de funcionamiento democrático que, incluso, se atreven a proponer al PP.
Pero si los socialistas madrileños van a tener que elegir entre Tomás Gómez y Trinidad Jiménez es porque ha fallado la campaña de la dirección nacional de imponer por decreto a la todavía ministra de Sanidad. Las primarias socialistas madrileñas no son, precisamente, ejemplo de democracia interna sino de falta de cohesión y, además, con el pobre objetivo no ya de ganar sino de evitar la tercera mayoría absoluta de Esperanza Aguirre; por no mencionar que la implicación de Zapatero, torpemente gestionada por su equipo y peor ejecutada ante la opinión pública, lo compromete con la decisión que tomen los militantes madrileños. Esta situación de desorden interno se reproduce de forma similar en la Comunidad Valenciana, donde los socialistas aún no han designado a su cabeza de lista para competir con Francisco Camps, cuyas expectativas electorales son inmejorables. La serie de espectaculares derrotas de los socialistas, tanto en elecciones generales, como autonómicas y locales, ha puesto al PSOE valenciano en un estado de atonía política, muy afectado por divisiones internas en las que se proyectan —como en Madrid— las diferencias de criterio entre José Blanco y Leire Pajín. Tampoco Cataluña escapa a los problemas de los socialistas, donde encaran las elecciones autonómicas de octubre con el portazo del consejero de Economía, Antoni Castells, y la desafección de Montilla con los ministros catalanes del Gobierno de Zapatero, Carme Chacón y Celestino Corbacho. Resulta paradójico que allí donde los socialistas más necesitan fortaleza interna y candidatos de unidad, estén dedicados a conflictos de familia —incluso en el sentido literal del término— o a preparar ajustes de cuentas para el día después de la derrota.


Este cuadro general, más el que se presenta en otras comunidades, demuestra que el PSOE no ha preparado con antelación suficiente los liderazgos territoriales que deberían contener el probable voto de castigo que sufrirán en los próximos meses. En lugar de aplicarse a esta tarea de contención, se está entreteniendo en disputas intestinas, síntoma del peor mal que puede aquejar a un partido en el Gobierno, que es la desconfianza en su dirección nacional.

ABC - Editorial