domingo, 5 de septiembre de 2010

La estrategia del PP. Por Germán Yanke

Si se diera crédito a lo que se cuenta por aquí y por allá sobre la estrategia del PP para este nuevo curso, uno tendría que concluir que sus dirigentes están un poco alterados. Resulta más conveniente atenerse a lo que dicen y a lo que callan en un momento en el que parecen convencidos de que, tras las próximas elecciones, van a gobernar. Lo que dicen es que Zapatero no tiene ni recorrido ni futuro, ni en lo político ni en lo económico. Se trata de señalar con el dedo y esperar el triunfo, vamos, el fracaso del PSOE.

El poder es una droga y por permanecer en él se hacen estupideces que se vuelven contra uno mismo. Nuestro Gobierno es un ejemplo paradigmático. Pero la oposición también puede ser un estupefaciente y lleva consigo el riesgo de meter la pata. Pedir al PP que actúe ahora no sólo como el partido que espera sino como el que va a gobernar parece un imposible porque es evidente que sus estrategas, a veces disimulando en algunos asuntos, no consideran conveniente concretar la alternativa y el programa. Se teme meter la pata, entendida como enfadar a alguien, tener que colocarse en el lugar del que da explicaciones en vez de exigirlas.

Veremos en qué se concretan las 50 iniciativas parlamentarias anunciadas, que ya tienen el tufillo sospechoso del número redondo, pero el PP, quizá, debería reflexionar en estos meses de esperanza partidaria que la oposición no conlleva necesariamente a la inanidad del «son ellos los que gobiernan, no nos corresponde hacerlo a nosotros». De un lado, gobierna en muchas comunidades autonómas y, mal que les pese, no ha servido para que se visualice un modo distinto de hacer las cosas. Por otra parte, tiene a su disposición todo el terreno de lo simbólico, que no es precisamente el de la retórica sino el de la ejemplaridad y el de las ideas y los ideales movilizadores de una sociedad desconcertada y en buena medida angustiada. Un exceso de prudente silencio se opone más a la movilización del electorado que al intento de evitar errores.


ABC - Opinión

Disimulo para un fracaso. Por M. Martín Ferrand

Que estemos pendientes del futuro de Corbacho es otro éxito de Zapatero. Un genio del disimulo.

ÁNGELES González-Sinde, Beatriz Corredor y Bibiana Aído —«Las tres Gracias» que alegran el museo ministerial de Zapatero—, las miembras peor valoradas del Gobierno, pueden, por contraste, convertir en excelente el trabajo de Celestino Corbacho al frente de Trabajo; pero, si buscamos valores absolutos y rotundos, puede afirmarse que el ex alcalde de Hospitales de Llobregat y próximo candidato en las autonómicas catalanas no ha sido un buen ministro. Ignoro si su próximo e inevitable relevo es consecuencia de una fuga o un despido; pero su función, continuadora de la de Jesús Caldera, es la encarnación del gran fracaso de la política económica y social de José Luis Rodríguez Zapatero, el líder planetario que, sin verlas venir, nos tiene instalados en una tasa de paro superior al 20 por ciento de la población activa, el doble que la media en la UE.

Ya nos explicarán los hermeneutas del socialismo catalán, el único de cercanías que queda en Europa, si la inclusión de Corbacho en la lista autonómica del PSC por Barcelona es un castigo o un refuerzo a José Montilla; pero, fuera como fuese, son pocos los titulares de Trabajo que resisten una huelga general como la que le espera al Gobierno antes de fin de mes. La que le organizaron a José María Aznar en 2002 —y seguimos sin conocer las razones de fondo para su convocatoria— les costó el puesto a dos ministros. Al de Trabajo, Juan Carlos Aparicio, y al Portavoz, Pío Cabanillas. Zapatero, fantasmal como acostumbra, ha convertido en sede vacante la de Trabajo para dificultar la puntería de los enrabietados y voraces sindicatos antes del parto. Un gasto político menos.


La recalcitrante María Teresa Fernández de la Vega niega apasionadamente que la salida del Gobierno de Corbacho, ya segura, y la posible de Trinidad Jiménez, no constituyen materia para una crisis y así será si ella lo dice; pero, ¿se limitará el presidente, abrumado por las circunstancias y en el fragor electoral sucesivo que nos espera, al puro relevo en Trabajo y Sanidad? Por el momento este raro vodevil en el que unos dicen salir y no salen, otros no salen aunque ya no están y no entra nadie en escena le funciona al presidente del Gobierno. Mientras hablamos de estas cuestiones menores y fulanistas, bien dosificadas por las máquinas propagandísticas de Ferraz y La Moncloa, no le prestamos la atención debida a lo fundamental. Nuestros problemas políticos, lejos de aliviarse, se encanallan y los económicos engordan en los números del paro, la deuda y el déficit. Que estemos pendientes del futuro de Corbacho es otro éxito de Zapatero. Un genio del disimulo.

ABC - Opinión

A punto de llanto. Por Alfonso Ussía

Desde niño me atormenta una debilidad. Soy en exceso emotivo. Me emociono cuando veo a otros conmovidos. Lloro con facilidad con los finales felices de las películas que cuentan historias tristes. La lágrima fácil, a punto de cauce, ha sido y es una constante compañera de mi vida. Mientras escribo este artículo, me hallo al borde del llanto. La expresión de emoción incontenida, de conmoción vibrada, y hasta me atrevería a escribir de amor entregado de Leire Pajín y Elena Valenciano cuando saludaban a Raúl Castro, me ha dejado para el arrastre. Me alegra no ser un cantaor de flamenco porque, de serlo, estaría emitiendo jipidos entrecortados. Despliego mi pañuelo y aprecio en su superficie un alto porcentaje de humedad. De tener rascacielos, mi pañuelo sería como Benidorm el 8 de agosto.

Lo que se ha demostrado es que Leire Pajín y Elena Valenciano son buenas personas. Se emocionan a las primeras de cambio y harta sencillez. Si miran, hablan y sonríen de ese modo ante la presencia de un asesino, qué no harán cuando se enfrenten a la mirada de un ser humano normal. Entra dentro de lo posible que no hayan sido informadas previamente. De haber sabido quién es Raúl Castro, probablemente no aparecerían tan contentas y enternecidas. Raúl Castro, el hombre a quien sus ojos se comían, es junto a su hermano Fidel un dictador asesino. Muchos corazones han dejado de latir gracias a la interpretación revolucionaria de Raúl y de Fidel. Y muchas miradas no han visto otra cosa que mugre, barrotes y muerte durante décadas gracias a quien acariciaba la mano de Leire Pajín y hacía reír abiertamente a Elena Valenciano. Cincuenta años al frente de una dictadura comunista dan para mucho. Pero ni a Leire ni a Elena se lo han contado, y así estaban de felices y cómodas con el compañero Raúl.


Se sabe que un despacho forrado de madera de caoba ayuda a la relajación y el sosiego. Moratinos conoce muy bien ese despacho. Las estancias cercanas y mugrientas de las cárceles cubanas no son tanto de su interés. Los Castro son simpáticos. Caribe puro. Cuentan las cosas con gracejo y espontaneidad. Y se nota ese gracejo en las sonrisas de las dos chicas del socialismo español, que ríen las ocurrencias de su ídolo. Una lástima que no estuviera presente Fidel. Los cuatro podrían haber protagonizado una velada inolvidable de risas, chistes y romántica madrugada, aunque ni Fidel ni Raúl estén para muchos trotes. Pero Fidel se hallaba dando el coñazo a los mismos universitarios que un día, y no lo deseo, intentarán hacer con él y con Raúl lo que los rumanos con Ceaucescu. Los jóvenes son así y no cambiarán nunca.

Leire y Elena –o Elena y Leire– ya estarán de vuelta. Le van a contar a Zapatero que Cuba vive feliz y en orden. Que han visto la televisión y han leído los periódicos y han llegado a la conclusión de que todo lo que se dice de Cuba en el exterior son patrañas. Los cubanos viven felices y tienen de todo, hasta ollas a presión para mejorar la condimentación de los frijoles, como explicó Fidel antes de sufrir el tantarantán. –No hemos visto ni disidentes, ni descontentos, ni presos políticos, José Luis. Lo que cuentan por aquí es mentira–.

Son chicas emotivas, tiernas y socialistas. Mujeres buenas y comprometidas. La Habana les habrá asombrado por su belleza y por lo lentamente que se está desmoronando. La Revolución resiste, y esa resistencia emociona a quienes toleran y aplauden sus métodos para resistir. De ahí la ternura que mostraron ante Raúl. Y consecuencia de esa emoción, las lágrimas a punto de cauce que han dificultado en extremo la creación de este artículo. Me seco los ojos, y lo envío.


La Razón - Opinión

Las primarias de Humpty Dumpty. Por Ignacio Camacho

¿Y si una encuesta, o varias, cuestionasen a Zapatero como candidato idóneo y dijesen que Patxi Puede o Bono Puede?

UNA de las características más clásicas del zapaterismo —iba a decir más constantes, pero los términos zapaterismo y constancia forman un oxímoron— es la retórica de Humpty Dumpty, esto es, aquella en la que las palabras significan lo que Zapatero desea en cada momento que signifiquen. Conceptos gaseosos para una política líquida que en realidad se basa en la voluntad omnímoda del líder: una curiosa modalidad de autoritarismo fluido que el presidente y la dirección socialista acaban de aplicar a las primarias: buenas para Madrid, donde el Gobierno tiene un candidato alternativo —ellos dicen «mejor»—, e incluso para Valencia, y malas para Andalucía, donde el partido se siente débil y no quiere cuestionamientos. Prohibir las primarias andaluzas es una muestra de «consenso» y promover las madrileñas supone un fortalecimiento de la democracia interna. Para justificar la incongruencia, Humpty Dumpty dice tener una encuesta en la que Trinidad Jiménez ofrece más posibilidades que Tomás Gómez como rival de Esperanza Aguirre. Trini Puede.

—Oiga, ¿y si hubiese una encuesta, o varias, que cuestionasen a Zapatero como candidato idóneo? Una que dijese Blanco Puede, o Solana Puede, o Alfredo Puede, o Patxi Puede, o incluso Bono Puede… ¿Se sometería Zapatero a unas primarias?

—Esa encuesta no existe.

—No existe… todavía. Nadie lo ha preguntado. Pero existe una sensación clamorosa en el partido de que el presidente está quemado como candidato. Los barones territoriales no lo quieren ni ver por sus dominios. Y a medida que se acerquen las elecciones ese estado de opinión puede ir creciendo hasta convertirse en una exigencia. A ver qué pasa cuando los periódicos comiencen a preguntar por otros líderes en sus sondeos.

—Las únicas encuestas que sirven al respecto son las del partido y las del Gobierno. Y la voluntad de Humpty Dumpty sólo somete a discusión las opciones que no le gustan.

—Ya, pero... ¿y si algún militante se mostrase dispuesto a disputar la candidatura a la Presidencia del Gobierno? Antoni Asunción ya lo ha sugerido.

—Asunción es un outsider. Nadie serio, nadie con peso en la nomenclatura va a desafiar al presidente. Pero es que, además, el candidato que ya está en el poder no tiene que someterse a primarias. Tiene preferencia.

—Sí, la preferencia de Humpty Dumpty. Las palabras, y los conceptos, al servicio de la política. Pero si Tomás Gómez puede… ¿quién sería capaz de impedir que alguien dijese en voz alta que Zapatero no puede?...

—Esa decisión sólo la va a tomar el propio Zapatero. Y si decidiese en algún momento retirarse no convocaría primarias, sino un congreso extraordinario, y probablemente propondría un candidato. O candidata.

—Es decir, que la Presidencia es un asunto demasiado importante para confiarlo a unas primarias…


ABC - Opinión

Zapatero. ¿Quién es Miguelín?. Por José T. Raga

Señor presidente, como español que pago mis impuestos le suplico –si fuera de izquierdas le diría que le exijo– que cuando vaya a salir al exterior y, sobre todo si lo va a hacer para hablar de España, se lo piense dos veces y no salga.

Yo la verdad es que no lo sé, aunque sinceramente tampoco me importa pues, al fin y a la postre, si de muñeco se trata, prefiero el clásico nenuco que siempre me pareció más simpático y que me evoca el recuerdo de mi hija jugando y sintiéndose satisfecha con su maternidad. Por otro lado, a este bebé esperpéntico, cuyo color y sonrisa dan dentera siquiera verlos de pasada, le ha salido un mentor que en nada colabora a su mejor posición social. No sé si al señor presidente se le ha agotado el rendimiento de la copa del mundo y ahora, tras haber promulgado una ley en la que los abortos se practicarán sin apenas restricción, tiene que glorificar a un bebé, como nuevo becerro de oro al que sacarle provecho. Comprenderán ustedes que en eso, yo personalmente, ni entro ni salgo; allá él.

Como español de a pie, sin embargo, me siento insultado por la frivolidad del señor presidente para referirse a los grandes temas que atormentan a la sociedad española; al menos, en lo que conozco, los referidos a las condiciones en las que se desenvuelve nuestra economía. Es un atentado al pudor y al respeto que merece un pueblo, que con una sonrisa hiriente, sí, como la de Miguelín, utilice al muñeco como instrumento y refugio para, con irresponsabilidad inexplicable, eludir menciones a nuestra economía, que pondrían la gestión del Gobierno español en el lugar que realmente le corresponde.


Si esperpéntico es el muñeco, más lo es la manifestación pública del señor presidente de que la economía española es tan grande como ese tal Miguelín. Hubiera podido decir que tan vacía como el muñeco y tan falsa como su sonrisa, lo cual habría estado más cerca de la realidad, pero no, la idea transmitida era la de potencia, la de fortaleza, en definitiva, la de grandeza. Esto, cuando al día siguiente de semejante boutade presidencial, Eurostat –la oficina estadística de las Comunidades Europeas, pues la estadística del ministro Corbacho ya no la cree nadie– alumbraba la grandeza de nuestra economía en desempleo, situándose en el 20,3%, y con ello ganando el campeonato de entre los veintisiete países de la Unión.

Hemos conseguido sobrepasar en tasa de paro a las economías en transición –tales como Letonia, Estonia, Lituania, etc.–, más que doblamos la media de la zona euro (10%) y con mayor diferencia la media de la Unión Europea (9,6%). No quiero pensar, para evitar la envidia, en países con nulas concesiones a la demagogia pero con gran eficacia de gobierno, como Austria (3,8%), Países Bajos (4,4%), Luxemburgo (5,3%) o la larga lista de los otros veintitrés países que, con nosotros, formamos la Europa de los veintisiete. Eso sí, Austria, Países Bajos y otros tantos, sin embargo, no tienen un Miguelín al que emular ni en el que refugiarse, seguramente porque no lo necesitan.

Pero, señor presidente, a ese 20,3% de parados que ha conseguido usted con su gestión económica, con su elusión para hacer frente a los problemas económicos de máxima gravedad, que está sufriendo nuestra economía, no creo que les solucione nada el que Miguelín esté representando a España en Shanghai, ni creo que les satisfaga que el dichoso muñeco sea su referencia pública, como exponente más clarificador del estado en el que se encuentra nuestra economía. Sí que tengo que reconocer, que sigue usted siendo inasequible al desaliento. Como están las cosas, y usted sigue sonriendo, como si nada pasara, como Miguelín, y, con aplomo increíble, sigue diciendo cosas, tan alejadas de la realidad, que sólo una voluntad torticera de engañar puede ser la artífice de semejantes discursos.

Invadido por el sentido de grandeza de Miguelín, explica usted al primer ministro chino que España es un país exportador, a lo que la cortesía oriental responde con su disposición a importar nuestros productos. Digo que la respuesta es el resultado de esa diplomacia oriental, porque si me lo hubiera dicho a mí, que no lo soy, le habría pedido que me explicase cómo siendo un país exportador se tiene un déficit tan abultado en la balanza por cuenta corriente, que llegó a ser en el año 2007 –recuerde que era el tercero de su primer mandato– el más alto de los países desarrollados, superando el diez por ciento de nuestro Producto Interior Bruto.

Así que, país exportador... Las cifras, y cualquiera que las analice o simplemente las conozca, concluirá en que, de ser algo, lo que España es, es un país importador, así que, con toda probabilidad, el premier chino, que tampoco se creyó lo que usted le decía, ya está pensando en qué nos puede vender para desplazar a otros en nuestras importaciones, y no tanto en qué nos puede comprar, porque si los demás no nos compran, será por algo que los chinos descubrirán inmediatamente.

Señor presidente, como español que pago mis impuestos le suplico –si fuera de izquierdas le diría que le exijo– que cuando vaya a salir al exterior y, sobre todo si lo va a hacer para hablar de España, se lo piense dos veces y no salga. Recuerde aquel dicho que como en casa en ninguna parte. Además, para qué cansarse, cuando a usted siempre le ha gustado descansar. Si así lo hace, muchos le estaremos agradecidos y algunos hasta posiblemente le voten.


Libertad Digital - Opinión

España, a juicio

DESPUÉS de años de ejercer de gendarme de la legalidad internacional y de someter a fiscalización el funcionamiento jurisdiccional y la historia de otros Estados, ahora es España, en concreto su Transición y algunas de sus leyes democráticas, la que está en puertas de ser sometida a juicio por un Estado extranjero. No es cierto, sin embargo, que un tribunal de apelación de Buenos Aires haya reabierto un proceso penal al franquismo. Lo único que ha acordado ha sido pedir al Gobierno español que informe de si «se está investigando la existencia de un plan sistemático, generalizado y deliberado de aterrorizar a los españoles de la forma representativa de gobierno, a través de su eliminación física, llevado a cabo en el período comprendido entre el 17 de julio de 1936 y el 15 de junio de 1977». Tan aparatosa formulación —susceptible de interpretaciones divergentes, porque incluiría los asesinatos de demócratas a manos de las milicias republicanas— puede ser fácilmente respondida por el Gobierno español y su Fiscalía General: el juez Garzón tuvo abierta durante 23 meses una causa penal por crímenes contra la Humanidad a la que dio carpetazo el 18 de noviembre de 2008, declarando extinguida por fallecimiento la responsabilidad penal de la jerarquía franquista. Por tanto, sí ha habido investigación, al menos nominalmente, y esta fue clausurada por Garzón y sucesivamente por los diversos jueces de instrucción en los que recayó el sumario por los desaparecidos del franquismo. Además, puede ilustrar el Gobierno español a los jueces argentinos con el dato de que en 1977 las Cortes democráticas, sin tutelas militares, aprobaron, a instancia de la izquierda española, una ley de Amnistía para todos, sin excepción. De esta manera, por la doble vía de la amnistía y de la cosa juzgada, la gran aportación del juez Garzón, es improcedente que la justicia argentina investigue lo sucedido en España

ABC - Editorial

Freno al radicalismo islámico

«Defender a Israel para defendernos a nosotros mismos». El título de la conferencia pronunciada por el presidente de FAES ante el Congreso Mundial Judío, esta misma semana, resume a la perfección el desafío al que se enfrenta Occidente. Las palabras de Aznar, en las que subraya que defender al Estado de Israel es sinónimo de defender nuestros valores democráticos y liberales, frente a los intentos del islamismo radical por imponer sus principios teocráticos, han tenido un gran eco internacional. Ayer mismo, el ex primer ministro británico Tony Blair, que acaba de publicar un libro de memorias, insistió, en este mismo sentido, en que el radicalismo islámico es la mayor amenaza que afronta el mundo y apuntó a que Irán es el país que más apoya ese radicalismo. El extremismo islámico es tan profundo, y sus métodos tan fanáticos, que no se puede combatir con conversaciones sin fin y concesiones. Los integristas deben ser conscientes de que se enfrentan a una civilización, la occidental, con una determinación y una voluntad mayor que la de ellos. Tras los atentados del islamismo radical que llevaron la desolación a Europa y Estados Unidos, algunos, los menos, entre los que se encontraba el Gobierno de España, apostaron por una política de acercamiento al islam. Sin embargo, esta idea, que eclosionó en la Alianza de Civilizaciones no ha logrado su objetivo, más allá de tender puentes culturales y de amistad. Y no ha logrado su objetivo pues confundía el interlocutor. El islam moderado no es la amenaza, sino el radicalismo que se abre paso en Afganistán y Pakistán, se asienta en Irán y en Gaza de la mano de Hamas e intenta crecer en el norte de África. No es posible el diálogo ni el respeto a prácticas como la lapidación, los asesinatos por honor o las condenas a muerte por ser homosexual. No hay nada que negociar. De la misma manera que nada se puede hablar con los que utilizan el secuestro y la extorsión a ciudadanos occidentales como fuente de ingresos para abordar atentados a mayor escala contra esos mismos países occidentales. Las recientes conversaciones de paz iniciadas por Israel y la Autoridad Nacional Palestina, bajo los auspicios del Gobierno Obama son, sin duda, una esperanza, aunque débil. No es posible ser optimista, albergar grandes expectativas sobre este diálogo a la vista de los resultados cosechados hasta ahora. Como recordó Aznar en su intervención, la última reunión de paz sobre Oriente Medio llevó a la segunda Intifada, más letal aún que la primera. El extremismo islamista, como manifestación de un fanatismo religioso, es una amenaza, no sólo para la civilización occidental sino también para las sociedades musulmanas moderadas. Y lo que resulta obvio es que, en Oriente Medio, ningún proceso de paz tendrá valor mientras persista la situación actual de ausencia de seguridad para el Estadode Israel. Un futuro Estado Palestino sólo alcanzará legitimidad ante los ojos de la comunidad internacional si los propios líderes y pueblo palestinos desarrollan un papel activo contra la locura terrorista y se sitúan, de manera clara, en el lado de las libertades y contra ese radicalismo islámico del que son las primeras víctimas.

La Razón - Editorial

Rajoy opta por Camps

Sigue sin reaccionar ante la acumulación de indicios de financiación ilegal del PP en Valencia.

La acreditada tendencia de Francisco Camps, presidente autonómico valenciano, a rechazar con el mayor aplomo las evidencias que van apareciendo sobre la financiación ilegal del PP, está encontrando un imitador en Mariano Rajoy. "Creo que Camps debe ser el candidato en las próximas elecciones autonómicas", zanjó el presidente del PP tras la reunión de inicio de curso mantenida por la plana mayor de su partido en Toledo; lo hizo ignorando olímpicamente los nuevos y más contundentes indicios delictivos conocidos, que según la Fiscalía Anticorrupción "no dejan dudas sobre la existencia de irregularidades" en la contratación por el Gobierno de Camps con empresas de la trama Gürtel.

El nuevo informe policial, aportado al sumario sobre esa trama que instruye el juez Pedreira en Madrid, acredita nuevos casos de financiación ilegal del PP valenciano en el marco de los enjuagues a tres bandas entre la Administración autónoma, la sucursal del tinglado de Francisco Correa en Valencia, comandada por Álvaro Pérez, El Bigotes, y diversos empresarios de la zona, con la adjudicación de contratas públicas al fondo.


La lógica que viene aplicando el PP en el caso Gürtel desde la primeras diligencias del juez Garzón desafía la del común de los mortales. Esa lógica, difícilmente encajable en las reglas de los comportamientos democráticos, conduce a que aumente la intensidad de los apoyos políticos a un dirigente en la misma proporción en que se acrecientan los indicios delictivos que se ciernen sobre él y la organización que dirige. Con ello aumenta y se asume el nivel de riesgo de que un presidente de la Generalitat en ejercicio termine sentado en el banquillo de los acusados, situación nada aconsejable, aunque solo sea por la presión que supondría para la Administración de justicia.

El informe policial que documenta nuevos pagos ilegales a favor del PP valenciano por valor de 845.000 euros no ha sido elaborado a instancias de Rubalcaba, como dejan caer algunos demagogos, sino del juez instructor del caso Gürtel en Madrid. Hablar de manipulación política supone poner en entredicho a la justicia, lo que no es nuevo en la estrategia procesal del PP en este caso: desacreditar la investigación judicial, cuestionar a los jueces que la llevan e intentar que la corrupción política que esconde el caso Gürtel quede penalmente impune y sin coste político.

Contraponer el veredicto de las urnas al de un tribunal de justicia respecto de una conducta delictiva, como ha hecho Camps, supone llevar esa estrategia de descrédito de la justicia al límite. No importa que ese discurso antidemocrático no haya podido cambiar su condición de imputado por cohecho pasivo impropio, un delito de corrupción política menos grave que otros pero igualmente tipificado en el Código Penal. Es a un imputado por un delito relacionado con su cargo de presidente de la Generalitat a quien Rajoy ha decidido apoyar para su reelección.


El País - Editorial

Un Obama vergonzante

Ningún presidente norteamericano hubiera negado a sus soldados el honor de reconocerles su victoria. Obama sí, porque de alguna forma tiene que pagar un cierto peaje a los sectores más radicales que colaboraron en su victoria electoral.

El discurso de Obama desde el despacho oval anunciando el fin de las operaciones de combate en Irak siguió al pie de la letra las pautas de hipocresía y ambigüedad a que tan acostumbrada está la opinión pública europea cuando le hablan sus políticos. El problema para Obama es que los estadounidenses difícilmente aceptan ese lenguaje.

Sorprende que siendo un éxito la campaña de Irak, al contrario de lo que presagiaron la izquierda política y los medios mayoritarios, el presidente del país responsable de que los iraquíes disfruten hoy de un sistema democrático y un régimen de libertades similar al de Occidente (y pese al terrorismo islamista), no hiciera ninguna mención al hecho evidente de que la guerra se ha saldado con la victoria de la coalición que encabezaron las fuerzas armadas de las que él es comandante en jefe. Ningún presidente norteamericano hubiera negado a sus soldados el honor de reconocerles su victoria, especialmente cuando ha sido obtenida a un precio tan alto en vidas humanas. Obama sí, porque de alguna forma tiene que pagar un cierto peaje a los sectores más radicales que colaboraron en su victoria electoral, aunque para ello tenga que ofender innecesariamente a unos soldados a los que sólo cabe rendir honores en nombre de la libertad.


En todo caso, el anuncio de Obama no es una decisión personal del presidente, aunque las circunstancias escénicas de su discurso puedan hacer pensar lo contrario. Haciendo de la necesidad virtud, Obama no ha hecho más que cumplir los plazos fijados por su antecesor en el cargo, un George W. Bush que antes de dejar la Casa Blanca en 2008 ya anunció que la fase de combate finalizaría en estas fechas.

A mayor abundamiento, el presidente que encandiló a los partidarios de la rendición incondicional, como nuestro Zapatero, pensando que actuaría de modo similar no va a retirar sus tropas de Irak, que con cincuenta mil efectivos en el país van a seguir colaborando con las autoridades nacionales en el hostigamiento a los terroristas islamistas.

Obama sigue manteniendo abierta la base de Guantánamo, cumple los plazos previstos por Bush en Irak y ha aumentado los esfuerzos bélicos en Afganistán con el objetivo de exterminar la amenaza de los talibán. No debería tener de qué avergonzarse, porque es exactamente lo que se espera del presidente de la primera potencia del mundo libre. Pero para muchos, la victoria de la libertad y de la democracia sobre el terrorismo sigue siendo motivo de humillación. Allá ellos.


Libertad Digital - Editorial

Retrato de fin de ciclo

La caída en las encuestas ya no es una opinión pasajera, sino un diagnóstico formado por la falta absoluta de un proyecto para España, no solo en lo económico.

A medida que pasan las semanas se acumulan los datos sobre el debilitamiento del Gobierno y la falta de interés de su presidente en preservar la integridad política de su equipo ejecutivo. La negativa a una crisis inmediata no está produciendo el efecto de estabilizar el ruinoso estado del Gobierno, sino el de agravar la amortización de algunos de sus miembros, hasta el extremo de ignorar pautas elementales de dirección política. No tiene sentido que en un país con más de cuatro millones de parados y con la mayor tasa de desempleo en Europa el Ejecutivo tenga un ministro de Trabajo dimisionario al que se sostiene sólo para que aguante el chaparrón de la huelga general del próximo día 29. Esta falta de lógica en la conducción del Gobierno tiene su explicación, no menos grave que los efectos que provoca, en que actualmente solo hay una prioridad, que es la operación de supervivencia centrada en el apoyo del Partido Nacionalista Vasco a los presupuestos de 2011, condición imprescindible para la continuidad de Rodríguez Zapatero. Todo lo demás es secundario, incluso el cuidado de una mínima apariencia de colegialidad en el Ejecutivo socialista.

El nuevo curso político viene con una agenda elaborada con las prioridades y urgencias electorales del PSOE, que ha renunciado a plantear nuevos enfoques a la crisis económica —ahora que vuelven a empeorar los datos del paro y del consumo— o nuevos planes políticos sobre justicia, territorio, educación... No hay ninguna oferta revestida de novedad o apariencia de alternativa, aplicándose tanto el PSOE como el Gobierno a suplantar la acción directiva sobre un país en crisis por la gestión de sus problemas internos —primarias en Madrid— y de su falta de estabilidad.

A estas alturas de 2010, según los reiterados pronósticos gubernamentales, deberíamos estar notando la recuperación económica. En esto confiaban los socialistas para revertir las tendencias de las encuestas, como un velo sobre los clamorosos fallos de su gestión. Pero la caída en las encuestas ya no es una opinión pasajera, sino un diagnóstico formado por la falta absoluta de un proyecto para España, no solo en lo económico. Falta también en el plano internacional, donde los incidentes de Melilla han sido un reactivo de la debilidad diplomática del Gobierno; o en el ámbito institucional, dominado por la inefable insistencia del Gobierno en timar al Tribunal Constitucional con reformas legales que burlen su sentencia sobre el Estatuto. Y otro tanto cabría decir de la educación o el Poder Judicial. El PSOE solo ha tenido éxito en sus políticas divisoras, pero ha sido incapaz de ejecutar una sola reforma constructiva.


ABC - Editorial