martes, 5 de octubre de 2010

Se recrudece la crisis. Por Fernando Fernández

El gobierno sigue exhibiendo un optimismo deslumbrante, pero la verdad es que cada vez tiene menos argumentos objetivos. Los datos que vamos conociendo del tercer trimestre no dejan lugar a dudas. La tenue recuperación, si es que se le podía llamar así, se ha abortado. Como era de esperar, la retirada del extraordinario impulso fiscal, trece puntos del PIB en dos años, ha pasado factura y eso que la inyección monetaria todavía se mantiene, y parece que por mucho tiempo dada la fragilidad financiera, pues no cabe olvidar que en España los tipos de interés reales son negativos y aún así la demanda de crédito no se ha recuperado, porque no hay confianza en el futuro. Habrá quien piense, incluido algún Premio Nobel, que la contracción fiscal ha sido una virtud prematura, pero yo prefiero recordar que las políticas de demanda solo pueden cambiar el perfil temporal de la actividad económica, espolear el crecimiento actual a costa del futuro, y eso solo en la medida en que los agentes económicos, inversores incluidos, sean sorprendidos en su buena fe. Lo que cada vez es menos posible. Es otra consecuencia de la globalización.

Los datos de desempleo y afiliación de septiembre son malos, sin excusas, peores de lo esperado. Nos lo temíamos pues Eurostat ya nos había advertido que la tasa de paro desestacionalizada de la economía española en agosto había subido al 20,5%. Añadamos la caída de la confianza del consumidor y del indicador de actividad de servicios y se vuelve a configurar un cuadro recesivo. La mayoría de analistas esperan ya un crecimiento con tasas intertrimestrales negativas en el segundo semestre, sin olvidar que las interanuales nunca han dejado de serlo. Si alguien cree que eso es recuperación que se lo haga mirar, porque la gente de la calle entiende otra cosa. Si no le gustan las series estadísticas, que miren las encuestas. Dicen lo mismo.


ABC - Opinión

Paro. Los problemas laborales de ZP. Por Emilio J. González

Sólo mediante la reforma laboral, acompañada de una reordenación y una reducción drástica del gasto de todas y cada una de las administraciones públicas españolas, se podrá pensar en una salida relativamente próxima de la crisis.

Zapatero debería hacer un profundo ejercicio de reflexión sobre los problemas laborales de nuestro país y su política al respecto. Hasta ahora, casi todo lo que ha intentado, que no es mucho, ha sido un completo fracaso y lo poco sensato que ha salido de las reuniones del Consejo de Ministros puede desaparecer de un plumazo si el presidente del Gobierno se empeña en mantener a cualquier precio su idilio con los sindicatos.

Lo primero que debe entender ZP es que esta crisis económica tiene características muy especiales. En primer lugar, porque el motor del crecimiento económico de los últimos años, la construcción, ha saltado por los aires y no hay alternativa al mismo, al menos por ahora, puesto que carecemos de una base industrial lo suficientemente significativa y avanzada como para tomar el relevo. En consecuencia, cuando la crisis toque fondo y el crecimiento empiece a remontar, lo hará con debilidad y sin capacidad para absorber los 4,5 millones de parados que hay en estos momentos y los que pueden estar por venir. Por el contrario, el desempleo puede seguir creciendo poco a poco, o quedarse en los niveles actúales, que son de por sí muy elevados. Esa es una de las características propias de esta crisis.


Además, a partir de ahora la economía española tampoco va a contar con ese lubricante que, en el pasado, engrasó los mecanismos del crecimiento y la creación de empleo, esto es, un crédito abundante y barato que fluía hacia España con suma generosidad porque nuestra actividad productiva crecía con fuerza y ofrecía retornos al capital que no se daban en otros países de la zona euro, en especial, en una Alemania embarcada en una política de recuperación de su competitividad que colocaba su ahorro en países mucho más rentables en aquellos momentos. Esos tiempos maravillosos no van a volver porque ni los capitales abundan ahora como antes, ni nuestro país volverá a crecer lo suficiente como para resultar lo suficientemente atractivo como para seguir recibiendo de los demás financiación abundante y barata, sobre todo mientras nuestro presidente y sus políticas, lejos de infundir confianza, susciten tantos temores. Y todo ello, además, con nuestra crisis financiera aún viva, que puede entrar en una segunda etapa de procesos de fusiones, y con el crédito restringido porque buena parte de nuestro sistema financiero sigue sin estar saneado y porque el Gobierno absorbe casi todos los recursos disponibles para cubrir el abultado déficit público.

En este contexto, las políticas encaminadas a crear empleo cobran una importancia y unas dimensiones especiales, porque se encuentran en el centro de cualquier estrategia sensata para superar la crisis y resolver, o amortiguar, algunos de los problemas más serios de nuestra economía, que están relacionados con el mercado laboral y su penosa situación. Sin más empleo no habrá más consumo, ni más inversión, ni más crecimiento económico, ni más generación de puestos de trabajo, ni más ingresos presupuestarios. Sin todo ello, y con un sistema político absurdo que multiplica el gasto por doquier en cosas y en políticas innecesarias, será muy difícil reconducir el déficit y evitar que los números rojos se enseñoreen de las cuentas de la Seguridad Social.

Con semejante telón de fondo, un Gobierno mínimamente sensato lo primero que haría sería aprobar una reforma laboral con todas las de la ley, y mucho más ahora que los sindicatos no sólo han dejado más que patente su debilidad y su escasa capacidad de convocatoria, sino que se encuentran con que la sociedad les da la espalda por completo. Sólo mediante la reforma laboral, acompañada de una reordenación y una reducción drástica del gasto de todas y cada una de las administraciones públicas españolas, se podrá pensar en una salida relativamente próxima de la crisis.

Por desgracia, ni Zapatero cree en esas medias, ni su forma de ver su propia situación política en estos momentos le va a llevar a actuar como debería, sino todo lo contrario. El presidente del Gobierno está muy tocado políticamente y hasta los suyos le plantan cara, como hemos visto este fin de semana con el triunfo de Tomás Gómez en las primarias socialistas de Madrid. Pero ZP, lejos de entender que las causas de su acentuada debilidad política se encuentran en él mismo y sus actuaciones, sigue queriendo jugar a congraciarse con la izquierda más reaccionaria, sindicatos incluidos. Y ese es el problema porque si ahora Zapatero, para tratar de recomponer sus relaciones con unas centrales que son como zombis en el panorama sociopolítico español, da marcha atrás en lo poco que avanzó con su mini reforma laboral y encima deja que Méndez y Toxo vuelvan a ser sus asesores áulicos en materia de empleo, lo único que hará será retroceder y poner las cosas peor aún de lo que ya lo están. Por desgracia, ni hay nadie que le haga entender estas cosas ni los suyos están dispuestos a dejarle caer hasta que lleguen las elecciones generales de 2012 o hasta que tengan un líder alternativo. Porque pensar que ZP se marche por voluntad propia sería ilusorio.


Libertad Digital - Opinión

Por la culata. Por Eduardo San Martín

Pues, para ser el candidato de la derecha, los militantes socialistas de Madrid no le han hecho muchos ascos a Tomás Gómez. O dicho de otro modo, más humillante para el sanedrín de Ferraz: prefieren a un «candidato de la derecha» que a cualquier otro avalado por Zapatero. El verboso alcalde de Getafe no imaginaba el juego metafórico que puede dar ahora la insidia lanzada contra Gómez con la complacencia de los estrategas de las encuestas. Ellos sabían que se trataba de una iniquidad, y al final el tiro reventó la culata. La primera lección de las primarias del domingo es que el nombre de Zapatero ya no seduce. Más bien lo contrario. Y no solo en Madrid. El runrún interno de la sucesión se hace cada día más sonoro.

Además de Pedro Castro, Rubalcaba debe de estar arrepentido de haber disparado el otro obús con el que el zapaterismo quiso tumbar la osadía de Gómez. También por la culata. Decir no a Zapatero se ha revelado, no cómo el único, sino como el mejor activo del dirigente socialista madrileño. Y con el rumbo que marcan esas otras encuestas que Ferraz simula ignorar (una tercera parte de los votantes socialistas de 2008 han desaparecido y casi dos de cada tres no quieren a ZP como candidato), el ejemplo puede cundir. Decir no al presidente produce mayores réditos políticos que responderle amén. O que parecer excesivamente cercano a él. Que se lo digan a Trini Jiménez.

Lo de Tomás Gómez no es sino una estación más en una vía crucis que empezó para Zapatero con la Gran Rectificación de mayo y que le va a llevar hasta la vísperas electorales de 2012 con paradas penitenciales en Cataluña, las autonómicas, más paro, escasa recuperación.... Nada en el horizonte augura un milagro. Salvo que se lo brinde el PP.


ABC - Opinión

Zapatero ha 'muerto', ¿debe estar preocupada Esperanza Aguirre?. Por Federico Quevedo

La primera lectura del resultado de las primarias del pasado domingo en el PSM ya la ha hecho todo el mundo, de izquierdas, de derechas y medio pensionistas: ha perdido Rodríguez. De eso ya no le cabe la menor duda a nadie, y menos que a nadie al propio Rodríguez, que a estas alturas ya sabe que su proyecto político está finiquitado, y que la puntilla se la ha dado no Tomás Gómez, sino la propia militancia del PSOE madrileño, es decir, los suyos. Porque, no se equivoquen, aquí lo importante no es si Tomás Gómez le ha ganado a Trini, sino el hecho de que en Gómez la propia militancia socialista ha personificado el rechazo a Rodríguez, a su vez personificado en Trinidad Jiménez. Los barones socialistas deben estar poniendo sus barbas a remojar, porque si eso es lo que le ha ocurrido a la candidata de Rodríguez en unas primarias internas, qué no les va a ocurrir a ellos en unas elecciones abiertas cuando sea el electorado el que simbolice en los señores Barreda, Griñán, Areces, Vara y compañía el rechazo a Zapatero. Un rechazo que ya es algo más que eso: la gente tiene unas ganas de aquí a Lima de darle una patada en salva sea la parte y darle al país la oportunidad de resurgir de las cenizas del incendio que ha provocado este pirómano de la política.

En cierta ocasión ya dije que Rodríguez estaba muerto -políticamente hablando, se entiende- y que hiede. Si quedaba alguna duda, el domingo su defunción se hizo más evidente que nunca, y ahora lo que ocurre es que en el socialismo se ha abierto la veda para quedarse con los restos de su propio naufragio y, con ellos, intentar construir lo que ya todo el mundo llama el ‘post-zapaterismo’. La manera en que esto se lleve a cabo, la iremos descubriendo en los próximos meses. De entrada, las elecciones catalanas van a ser un elemento más en la derrota definitiva del zapaterismo y servirán para enterrar un poco más hondo tanto a su líder político como la herencia que deja a sus sucesores. A partir de ahí, puede pasar de todo, incluso que a Rodríguez le convoquen los suyos unas elecciones generales anticipadas a finales del mes de febrero, con el único fin de dar por perdido el poder central pero intentar salvar los muebles en clave de poder autonómico y municipal. No hacerlo así supondrá el riesgo añadido de la pérdida de poder en los tres niveles, ya que el electorado castigará al PSOE en mayo, pero volverá a hacerlo en las generales y eso puede llevar a los socialistas a una situación francamente desesperada en términos de poder y de pérdida de cargos públicos, con lo que eso significa de gente que se quedaría en la calle con una mano delante y otra detrás.

«Desde el domingo, Gómez es alguien, y alguien que además se ha enfrentado a Rodríguez y le ha ganado, y eso puede tener una traducción en términos de votos.»

Pero esto es a lo que ha conducido Rodríguez a su partido, y allá ellos y lo que quieran hacer para evitarlo, aunque no les vendría nada mal a muchos pasar por lo mismo que están pasando millones de españoles gracias a la incompetencia y la malicia de Rodríguez: el paro. La segunda lectura cabe hacerla en clave de lo que pueda pasar en las próximas elecciones autonómicas, y debe servir de aviso serio para el PP. Hasta el domingo, o mejor dicho, hasta que este verano pasado Gómez le plantó cara a Rodríguez, el líder de los socialistas madrileños no era nadie. Incluso era menos que nadie, y, sinceramente, era muy difícil que pudiera preocupar lo más mínimo a Esperanza Aguirre. Pero desde el domingo, Gómez es alguien, y alguien que además se ha enfrentado a Rodríguez y le ha ganado, y eso puede tener una traducción en términos de votos. No creo que llegue hasta el punto de evitar la victoria del PP en Madrid, pero ahora Esperanza Aguirre no puede permitirse ningún lujo. Es verdad que quedan todavía nueve meses, y que es más que probable que en ese tiempo el ‘factor Gómez’ se desinfle, y que también acabe por pasarle factura ese desastre llamado Rodríguez como al resto de barones socialistas, pero si el PP quiere evitar contratiempos, más le valdría contribuir desde hoy mismo a desinflar ese globo hinchado artificialmente y que, al igual que el propio Rodríguez, no está lleno más que de aire, el aire de la demagogia recubierto de la goma de la radicalidad.

El Confidencial - Opinión

ETA. ¿Qué sabe Chávez para que Zapatero calle?. Por Guillermo Dupuy

Si hay un mandatario extranjero que tiene conocimiento pormenorizado y de primera mano de a qué vergonzosos extremos llegó el Gobierno de Zapatero en sus tejemanejes con la banda terrorista, ése es Hugo Chávez.

No hacía falta que los terroristas del comando Donosti detenidos el pasado miércoles lo confesaran, tal y como han hecho este lunes ante el juez Ismael Moreno, para saber que Venezuela, desde hace años y con el beneplácito del régimen chavista, se ha convertido para los etarras tanto en un balneario como en un campo de entrenamiento y de asesoramiento de organizaciones terroristas amigas como las FARC. La policía española y los medios de comunicación lo sabían desde hace mucho tiempo, tanto por documentación intervenida a ETA en Francia, como por el disco duro del ordenador del jefe de las FARC Raúl Reyes, como por testimonios recogidos en Bogotá por agentes españoles a ex narcoterroristas como fueron entrenados en armas y explosivos por miembros de la ETA en la selva venezolana.

A eso hay que sumar las públicas y reiteradas negativas del Gobierno de Chávez a extraditar a etarras, como el "Fanecas" que fue detenido en marzo en Francia, o Arturo Cubillas, etarra al que Chávez han concedido no sólo la nacionalidad venezolana sino también un alto puesto en su administración.


Pese a ello, el Gobierno de Zapatero tuvo la desvergüenza de fingir "sorpresa" cuando el pasado mes de marzo un auto del juez de la Audiencia Nacional, Eloy Velasco, denunció abiertamente la "cooperación" del Gobierno venezolano en la alianza entre ETA y las FARC, y reveló cómo militares venezolanos escoltaron en 2007 a etarras que iban a impartir "cursillos" a los terroristas colombianos. Ahora ni eso. Ahora el Gobierno de Zapatero ni siquiera ha comentado la noticia. Simplemente calla y hace, más que nunca, el avestruz ante la alianza del gorila rojo y la serpiente etarra.

A algunos no les sorprenderá este mutismo, tratándose de un Gobierno que ha hecho de la debilidad y la cesión la seña de identidad de su política exterior y que por no irritar, por ejemplo, a Marruecos califica de "inoportuna" hasta la visita de un dirigente español a un territorio español como Ceuta o Melilla. Pero es que, en este caso, se da además la circunstancia de que se trata de un Gobierno que, con la excusa de la "paz", ha llevado a cabo un proceso de colaboración con ETA, a la que además de prometerle públicamente que "todo tendrá cabida, tenga el alcance que tenga", le ha brindado capítulos tan bochornosos como el del chivatazo policial a su aparato de extorsión.

A este respecto, no tengan ustedes dudas de que si hay un mandatario extranjero que tenga conocimiento pormenorizado y de primera mano de a qué vergonzosos extremos llegó el Gobierno de Zapatero en sus tejemanejes con la banda terrorista, ése es Hugo Chávez. El traslado constante de miembros de ETA desde México y Francia a Venezuela, detectado en los últimos años por los servicios de inteligencia, ha podido facilitar al caudillo venezolano un enorme caudal de información; más aun si tenemos en cuenta que el alto cargo de su Gobierno, el etarra Cubillas, era precisamente la persona que, según confesión de los propios terroristas ahora detenidos, les recogió y les dio cobijo durante el tiempo que pasaron en los "cursillos" en Venezuela.

Algunos dirán que esto no es más que una hipótesis por mi parte y, ciertamente, lo es. Pero tiene, sin embargo, todo el fundamento viendo el escandaloso silencio que mantiene el Gobierno español ante unos hechos tan graves y tan acreditados que exigirían, como mínimo, una protesta y una inmediata llamada a consultas de nuestro embajador en Caracas. Sin embargo, Zapatero, aun dado por cierto que no ha vuelto a las andadas en su negociación con ETA, no puede correr el riesgo de que un temperamental y deslenguado dirigente como Chávez diga lo que sepa. Ya no habría posibilidad de lanzarle un "por qué no te callas". Por eso, Zapatero prefiere ser el que calla.


Libertad Digital - Opinión

Más Zapatero en vena. Por Hermann Tertsch

Gómez es por tanto ya el Zapatero del futuro. Osado, sectario, izquierdista, más preparado para la vida.

¡POBRE presidente, acostumbrado a que le rieran hasta la peor de sus gracias, a que le apoyaran con entusiasmo en las más disparatadas ocurrencias! Los socialistas han estado diez años con el partido prácticamente disuelto. Todos los órganos de control y debate se habían convertido en organillos con las melodías de adulación, sumisión y cánticos de larga vida al líder infalible. Pues ahí le tienen, víctima de una revuelta en la organización de Madrid que se ha hartado de la enésima humillación a manos de La Moncloa. Ha devuelto el bofetón con toda la mala uva acumulada. El balance después de la batalla no podía ser peor para Zapatero. El Partido Socialista en Madrid ha quedado más dividido que nunca. El orden que había impuesto allí Tomás Gómez con sus métodos dudosos se ha revelado ficticio. La pobre Trinidad Jiménez ha quedado políticamente carbonizada y habrá de buscarse el futuro por otras lides lejanas a la vida pública si no quiere terminar de gestora de una Casa del Pueblo. Nuestro querido Alfredo Fouché Rubalcaba ha sido desautorizado con la misma contundencia que Zapatero. Y don José Blanco ha hecho el perfecto ridículo. Los hombres fuertes del zapaterismo, los magos de la intriga, todos han salido maltrechos del lance. Ahora pretenderán que esto de las primarias de Madrid no iba en realidad con ellos. Pero lo cierto es que los socialistas de Madrid, esos incondicionales que aun conservan el carnet de un partido que lleva diez años reducido a «claque» del caudillo, han sentido lo que tantos españoles sentimos a diario. Podríamos describirlo piadosamente como un hartazgo indignado. Y se lo han hecho saber al eterno adolescente de La Moncloa, que en su infinita autoestima piensa aún que la realidad es esclava de su capricho.

Lo cierto es que se ha creado una inmensa paradoja. Porque viene a humillar al Zapatero padre un Zapatero hijo, tan radical en sus fines como en sus métodos —de los que mucho se hablará en estos próximos meses—, pero mucho más valiente que el tramposo leonés. Tomás Gómez ha demostrado que tiene cuajo de líder. Y desde luego un coraje que debería avergonzar a todos los socialistas destacados que podrían haberse enfrentado a Zapatero para impedir algunas de sus tropelías contra la sociedad española. Nos habría ido mejor a todos si en esa ejecutiva sumisa hubiera habido unas cuantas voces dignas que le hubieran dicho a Zapatero que su política era un suicidio a plazos pero no sólo para el partido sino para este país que no quiere suicidarse.

Gómez es por tanto ya el Zapatero del futuro. Osado, sectario, izquierdista, más preparado para la vida, duro consigo mismo, diferencia con el original que le honra, y con los demás. Perfecta cuña de la misma madera que ya ha quebrado el monolitismo cobarde del apoyo incondicional al líder, cada vez más desgastado, errático y definitivamente hundido en su discurso de la nada. Cuando el mayordomo en casa te da un corte de mangas, debes comprender que tu familia lleva tiempo haciéndote luz de gas y puedes estar seguro que las infidelidades se harán más patentes. El Zapatero original podría ahora darnos pena si no nos diéramos tanta pena nosotros por el daño que nos ha hecho. El Zapatero que emerge gracias a la inestimable ayuda de sus enemigos es ya un invitado no deseado en el centro del poder socialista. En todo caso no deja de ser preocupante ver cómo el zapaterismo se prolonga y sobrevivirá al personaje que propició tan funesto invento y tan ruinosa aventura.


ABC - Opinión

Gómez no quiere jugar al post-zapaterismo. Por Antonio Casado

En pleno subidón por el patinazo de Zapatero en las primarias socialistas de Madrid, la derecha política y mediática anuncia el principio del fin del zapaterismo. Quizás acierten tan vivarachos analistas pero no por lo ocurrido el domingo. Ya era lugar común levantar acta del declive del hombre del talante sin esperar el triunfo de Tomás Gómez sobre la candidata de Moncloa. Bastaba mirar la gestión de la crisis económica y el desplome del PSOE en las encuestas. En consecuencia, como precursor de la alarmante pérdida de credibilidad de Zapatero, el caso Gómez reproduce un síntoma tardío y, por tanto, innecesario. De efectos tan inútiles como mear en las cataratas del Niágara.

Más sofisticado es relacionar la decadencia del personaje con el principio del post-zapaterismo. Ahí ya se desliza un hipotético salto a la política nacional de Tomás Gómez. Aunque no lo dicen, porque puede ser verdad, piensan que ha nacido un líder, una estrella de la política, como aquel Barack Obama que dejó a todos boquiabiertos, empezando por Hillary Clinton, en el Arts Club de Chicago, cuando en mayo de 2004 recababa fondos para su campaña de candidato a senador por Illinois (Véase El Juego del Cambio, de Heilemann y Halperin).


Quienes ya venían manejando esa especie en vísperas del 3 de octubre encontraron sumamente significativo el hecho de que Tomás Gómez no mencionara a Zapatero en su discurso de ganador del domingo por la noche. Muchas vueltas le han dado a ese detalle. Sin embargo, no es ingrediente para ese caldo de cerebro. No había intención deliberada de ningunearle sino, bien al contrario, de preservarle.

«Ahora es Zapatero el que necesita el apoyo de Gómez. En Moncloa le han pedido que no contribuya a difundir la idea de que tiene premio llevarle la contraria al jefe»

Que el nombre de Zapatero no saliera a relucir fue un favor que le hizo Gómez, pensando justamente en quienes le han caracterizado como el hombre que dijo “no” al líder máximo del PSOE. Si le mencionaba para mal, les daba alas. Si le mencionaba para bien, sabiendo todos que Gómez no era su preferido, las carcajadas se hubiesen oído en Cartagena. El patinazo de Zapatero estaba demasiado cerca y había sido demasiado clamoroso. Así que lo mejor era el silencio, el tupido velo.

Tomás Gómez estuvo inteligente y le echó una mano. Ahora es Zapatero el que necesita el apoyo de Tomás Gómez y no al revés, como hasta ahora. En Moncloa le han pedido que no contribuya a difundir la idea de que tiene premio llevarle la contraria al jefe. Fue el Gómez generoso y leal el que decidió no mencionarle en la noche del triunfo. No el Gómez envalentonado que buscaba el ajuste de cuentas. Se trataba de no hurgar en la herida y no agitar ese caldo de cerebro de quienes no aceptan algo tan democrático como que sean los militantes, y no los jueces, quienes decidan sobre sus candidatos.

En ese sentido, elevo a definitiva mi conclusión de ayer. Al margen de Zapatero, o a pesar de él, la verdadera victoria de las primarias socialistas de Madrid ha venido a caer del lado de la marca, en términos de motivación y mejora de la autoestima de los socialistas madrileños. Perdió Zapatero pero ganó el PSOE. O, si se quiere, ganó la democracia y perdieron las malas prácticas, tales como el dedazo, la dictadura de los aparatos y el recurso a las estrellas invitadas por encima del escalafón.


El Confidencial - Opinión

Primarias. Maravillas de la partitocracia. Por Cristina Losada

Zapatero sale debilitado de la riña interna, pero ello no significa que el socialismo madrileño emerja fortalecido para la disputa externa. Lo primero, en cualquier caso, promete consecuencias de mayor alcance.

Madrid es Madrid, nada menos. Sin embargo, la elección del candidato socialista a la presidencia de la comunidad madrileña no hubiera tenido mayor relevancia de no ser por el factor que, una vez pasado el trance, niegan todos los implicados. A saber, su impacto sobre Zapatero. Los propios partidarios de la aspirante derrotada sembraron la semilla de esa interpretación que ahora rechazan tajantes, a fin de componer el preceptivo cierre de filas. Pues no fue Esperanza Aguirre, sino Rubalcaba quien proclamó, en su estilo enrevesado, que el mayor activo de Gómez consistía en ser el hombre que le dijo "no" al presidente. De ahí que tirios y troyanos concluyan, con toda lógica, que el triunfo del "rebelde" deja a Zapatero tocado. O más tocado. Que ya es tocar las narices que el mindundi de un partido regional se oponga a los designios del Líder todopoderoso.

Tras la tempestad, la calma y tras los puñetazos, la piña. El héroe de Parla se deshace en elogios a quien quiso echarle de la carrera desde la suprema autoridad del sillón de la Moncloa. La coral socialista canta una victoria común con reparto igualitario de laureles. Suena el clásico "ha ganado la democracia" y los adversarios de ayer se echan un baile agarrao. Pero, ¿qué ha ganado el Partido Socialista de Madrid? Una batalla interna. A cambio de ese triunfo ha elegido, seguramente, al peor de los dos candidatos. A falta de diferencias políticas entre Jiménez y Gómez, en ausencia de un debate de fondo entre ambos, sólo quedaban en juego los valores de "imagen" que sustentaban la apuesta paracaidista de Ferraz. La codiciada y caprichosa "popularidad". Y las bases le han dado la espalda. Han rechazado guiarse por el dictamen de los sondeos y, como ocurre a menudo en las primarias cerradas, la dinámica partidaria ha primado sobre la consideración electoral. Son las maravillas que la democracia opera en la partitocracia.

Zapatero sale debilitado de la riña interna, pero ello no significa que el socialismo madrileño emerja fortalecido para la disputa externa. Lo primero, en cualquier caso, promete consecuencias de mayor alcance. Aunque hay una, de cajón, que el aparato del PSOE no parece dispuesto a extraer. Y es que si aplicara los criterios que intentó imponer a su agrupación capitalina, con las encuestas en la mano, Zapatero tendría que pedirle a José Luis que no se volviera a presentar.


Libertad Digital - Opinión

Dos calvos y un peine. Por Tomás Cuesta

El partido socialista aborda ahora las elecciones en posición de perdedor ridículo. Nada hay más letal en la arena política.

LO que ha ocurrido en Madrid es que dos calvos se han peleado por un peine y la trifulca ha puesto en evidencia a unos cuantos pelanas y a un pelón verbenero. Tal cual: ahí queda eso. Cosa distinta es que, para vestir la mona, se quiera transformar un sainete cómico en un cantar de gesta. Que a un jaquetón grosero le pinten como un héroe del noble pueblo trabajador. Que le den tanto hilo a una cometa que se ha movido siempre a ras de suelo. Pretender que el compañero Tomás Gómez haga el papel de Bruto (con perdón) en los idus de mayo del César Zapatero es un empeño estéril. Convertirle en el líder de la revolución pendiente, un crimen de lesa inteligencia.

Si el envalentado campeón del zipizape madrileño ha conseguido hacer de la necesidad virtud es porque a la fuerza ahorcan y porque no le quedaba otro remedio. Si le plantó cara a Blanco fue para no abismarse en un agujero negro. Si no imploró clemencia al ver a Rubalcaba amartillar el dedo fue porque, a fin de cuentas, nadie muere dos veces. Y porque, ya puestos a ejercer de muertos, tanto el omnisciente responsable de Interior, Intrigas y Entretelas como su nesciente Jefe son dos cadáveres políticos que se ha de comer la tierra.


Gómez, en cualquier caso, se ha ganado el derecho a estrellarse en «prime-time», en crudo y en directo. Podrá lucir su estampa de majo de arrabal en la alta madrugada de la teleindigencia. Se jactará de ser un tipo del montón, un «hombre corriente», e intentará ocultar el rictus de la vulgaridad flagrante tras una veladura de presunta llaneza. Echará pestes, claro, de la señora Aguirre escupiendo el desdén por el colmillo izquierdo. Perderá los comicios cuando toque, pero antes, genio y figura, perderá los papeles y extraviará el oremus.

La lección de esta historia estrafalaria puesta en escena por el dizque marxista Zapatero parece resumirse en una versión cazurra de aquel «dictum» que Groucho nos dejó en herencia: «Es preciso alcanzar, partiendo de la nada, la cumbre de la miseria». El PSM partía, hace un par de meses, en posición de perdedor penoso, lo cual podía mover a esa compasión estética que absuelve a los «outsiders» sistemáticamente y les exime de dar explicaciones sobre los disparates que les llevaron a ese extremo.

El partido socialista aborda ahora las elecciones en posición de perdedor ridículo. Nada hay más letal en la arena política, ni aprovecha tan poco a los que en ella medran. Trinidad Jiménez ha interpretado un desairado papelón de sumisa impenitente; ha sido, sin regodeo, por supuesto, la Gracita Morales de la disponibilidad a ciegas: «¡A mandar, señorito!». (Y ni se lo agradecerán, siquiera). Tomás Gómez, por contra, ha exhibido maneras de levantador de pesas y solventado a bajonazos la rebatiña de taberna.

Ya sólo faltaría, para redondear la juerga, que acabara creyendo que es lo que parece. Que quiera ser el títere y el titiritero. Que los dioses le concedieran lo que pide y se empeñe en medirse, de igual a igual, con Zapatero. Más almas —nos advirtió Santa Teresa— se pierden por las plegarias atendidas que por las no escuchadas. Agucen el oído, que el asunto promete.


ABC - Opinión

Comunidad de vecinos. Por Alfonso Ussía

Las masas son tontorronas. Los colaboradores y partidarios de doña Trini recibieron a la derrotada ministra en las primarias madrileñas al grito de «¡Presidenta, presidenta!». Divertida ronca, peculiar berrea en el ulular unánime. ¿Presidenta de qué? A lo sumo, de su comunidad de vecinos. Gómez y los suyos le habían propinado en su trasero respingón, aquel que fuera en su juventud como un melocotón temprano, una patada dirigida a Zapatero. Y el consuelo se resumió en decirle «Presidenta», que es igual que dirigirse al señor párroco de Tubilla del Agua (Burgos) con el tratamiento de «Su Santidad».

Su llegada al Ministerio de Sanidad puede resultar mortificante para ella. A los perdedores recalcitrantes se les pierde el respeto. Su culpa no ha sido otra que obedecer al gran derrotado de este proceso primario, que no es otro que Zapatero. Pero cuando se pone el trasero por el antifonario de otro, suceden estas cosas. De la atalaya al barranco de la indiferencia hay pocos segundos de precipitación. Lo decía el inolvidable don Camilo, maestro en desaires recibidos y en cosas de culeríos. «Al amigo, el culo; al enemigo, por el culo; y al indiferente, la legislación vigente». Doña Trini es hoy un cuerpo abandonado que incita el codeo de los viandantes. «Ahí va Trini, la perdedora». De vivir el gran Rafael de León ya le habría dedicado el romance que se convertiría en copla popular. «La Perdeora», así, con sintaxis andalucera y agitanada, que ya lo dijo días atrás un reputado cantaor de flamenco: «El flamenco y la copla se cantan con faltas de ortografía». Pues ya está: «Triniá la perdeora».


Haría bien Zapatero, para los pocos meses que le quedan, llevarse a doña Trini de nuevo a un enchufe exterior. Una ministra que pierde unas primarias con un Gómez desafortunado, no puede pedir ni que le traigan un café. Lo pide y no se lo llevan. Las derrotas no son justas o injustas. La injusticia es la soledad que toda derrota conlleva. Están con ella Zerolo, Lucas y Lissavetsky, y Rubalcaba y Blanco, y Zapatero detrás, pero muy pronto se sentirá abandonada, incluso por quien le ha metido en este tinglado tan conmovedor.

«¡Presidenta, presidenta!». Bello alarido, singular mensaje. El único que no abrió la boca fue Lissavetsky, que es más soso que el arroz blanco sin sal. Se sentía dignamente hundido. Y también por precipitado. ¿Qué necesidad tenía de mojarse el pompidú a favor de Trini? Para mojarse el pompidú siempre está Zerolo, superviviente nato de reveses y contratiempos. Doña Trini ya no es candidata a nada, y me temo, que en pocas semanas, dejará también de ser ministra.

No ha demostrado nada y se ha dejado vencer, en contra de la potente maquinaria del PSOE, por un elemento que poco tiene de particular. Gómez es un invento de Zapatero. Trini es otro invento de Zapatero. Y Zapatero se ha cargado a los dos. A Gómez por desinventarlo, y a Trini por reinventarla. Zapatero ha luchado contra sí mismo, y ha claudicado ante Gómez, que durará poco, pero quizá algo más que su devastado inventor.Trini ya no es nadie.

Y todo, por agradar a una piedra que se precipita por el acantilado. Resumamos. Presidenta de la Comunidad de Vecinos. Y eso tampoco lo tiene seguro.


La Razón - Opinión



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Siete de un golpe. Por Martín Ferrand

En las autonómicas catalanas, Montilla puede ocupar el sexto lugar entre las siete víctimas del golpe de Gómez.

AUNQUE fueran moscas, el sastrecillo valiente de los Hermanos Grimm mató siete de un golpe. Como Tomás Gómez. Siete, cuando menos, son las víctimas directas de su victoria en las primarias socialistas para la Comunidad de Madrid. Rodríguez Zapatero es el más notable de todos. Quiso, en su constante confusión entre deseos y realidades, invertir los valores del juego y ha salido trasquilado en un momento en el que el PSOE acumula una expectativa de voto menor que la que tuvo en 2000, cuando Aznar obtuvo la mayoría absoluta.

José Blanco es, jerárquicamente, la segunda de las víctimas del éxito del que fue el más votado de los alcaldes españoles. De poco le va a servir al gallego su nueva imagen de chico bien. Ha evidenciado su descontrol del partido y eso, que era su fuerza, le deja para el arrastre. Lo mismo le ocurre a la tercera víctima del golpe de Gómez, Alfredo Pérez Rubalcaba. Junto con Blanco, uno de perro y otro de liebre, corrían la carrera sucesoria del líder desmoronado por los acontecimientos y los genios tenebrosos pierden su fuerza cuando se les nota que lo son.


Trinidad Jiménez no puede faltar entre las víctimas de las primarias. Fue de lista, como acudió a las municipales en que quiso arrebatarse la vara a Alberto Ruiz-Gallardón, y salió perjudicada. Ahora seguirá al frente de Sanidad como para demostrar que los héroes de Zapatero no corren riesgos. Después de treinta años de empleo socialista haría bien en reconsiderar su propia biografía y entregarse a labores de provecho. Con menor cuantía, debe incluirse en la lista de afectados a Leire Pajín que, aunque intentó ponerse de perfil cuando las vio venir, no deja de ser secretaria de Organización del PSOE y, por acción u omisión, cocinera de este guiso.

Dada la proximidad de las elecciones autonómicas catalanas, José Montilla puede ocupar el sexto lugar entre las siete víctimas del golpe de Gómez. Sus potenciales votantes de cariz nacionalista le afearán con mayor fuerza su dependencia de un líder español tan enclenque y los otros, los auténticamente socialistas, acusarán el peso de una derrota que se sustenta básicamente en los modos caprichosos, huecos y erráticos con que gobierna Zapatero.

Al final, pero no el último de los siete, hay que apuntar a Íñigo Urkullu, el presidente del PNV que, después de su censurable —y censurada— presencia en la manifestación abertzaledel sábado en Bilbao, se presenta como único avalista de Zapatero para sacar adelante un Presupuesto que no tiene más interés que el precio que el País Vasco recibirá por ello. Se queda de náufrago en la balsa del de León. Grandes estrategas.


ABC - Opinión

PSC. La uelga cosecha un aprovado. Por José García Domínguez

A nadie debe sorprender que un varón tan dotado para las letras alcanzara el supremo liderazgo de la rama pueril del PSC. Pues no otro más que el gramático Moreno fue quien acaudilló las Jubentudes Montillistas hasta fecha bien reciente.

Con creciente interés, leo en el blog de un Raúl Moreno, a saber si hunibersitario, que la "mobilización" de los sindicatos ha cosechado un "aprovado"; algo raspado por lo que se ve, pero aprovado a fin de cuentas. Así, a decir del mentado Moreno, más que en la cifra de huelguistas debiéramos reparar en los aspectos cualitativos de la protesta. Y es que, según le dicta su entender, lo en verdad trascendente sería discernir si cuanto "rehivindican" Toxo y Méndez "ha calado". Sépase, por lo demás, que este Moreno, un JASP socialista recién entrado en la treintena, eligió el oficio de edil apenas alcanzada la mayoría de edad. Muy precoz vocación laboral a la que ya nunca renunciaría.

"Mi dedicación profesional se centra en ser concejal", confiesa con velado orgullo gremial en su curriculum vitae. Una ocupación, ésa suya, que a no dudar le ha procurado una especial sensibilidad hacia la conservación del patrimonio público. De ahí lo airado de su testimonio contra los piquetes que, tal como denuncia, dejaron múltiples cerraduras "asiliconadas" en los centros escolares de Santa Coloma de Gramanet, población donde Moreno ejercita los saberes de su empleo concejil. Aunque, se apresura a matizar, "estos [los asiliconadores] no son representativos del conjunto de piquetes". No criminalicemos, entonces, al grueso del honorable colectivo piquetero por los asiliconamientos puntuales de alguna que otra oveja negra.

En fin, a nadie debe sorprender que un varón tan dotado para las letras alcanzara el supremo liderazgo de la rama pueril del PSC. Pues no otro más que el gramático Moreno fue quien acaudilló las Jubentudes Montillistas hasta fecha bien reciente. Y con puño de yerro, es de suponer. A la vera de otra reencarnación de Nebrija, don José, le cupo a Moreno el honor de rehivindicar los espectaculares logros pedagógicos de la LOGSE en Cataluña. Es sabido, en todas las clasificaciones educativas de la OCDE España ocupaba los últimos lugares. ¿Cómo terminar con esos porcentajes que tanto afeaban la imagen del Gobierno en los escaparates internacionales? Muy sencillo: el fracaso crónico en el bachillerato desaparecería de golpe suprimiendo también de golpe el propio bachillerato. Dicho y hecho. He ahí el compañero Moreno, la prueva del nuebe de que bamos por vuen camino.


Libertad Digital - Opinión

La puntería del líder. Por Ignacio Camacho

Las primarias de Madrid han reventado por dentro el proyecto zapaterista, víctima de un fallo de puntería escandaloso.
SUELE considerarse una habilidad objetiva de Zapatero, y ciertamente lo es, su capacidad para la reinvención, para la finta in extremis, para la pirueta política. Pero tal supuesta virtud es hija de un defecto anterior, nada irrelevante en un líder con responsabilidad de gobierno, que es su tenacidad para equivocarse. El presidente presume de ser un político que arriesga, líquida cualidad que debe de considerar excelente sin tener en cuenta que los riesgos en que se aventura suelen acarrear consecuencias perniciosas para el Estado que dirige; su doble mandato es de hecho una sucesión de apuestas insolventes —el Estatuto catalán, la negociación con ETA, la presidencia europea, la gestión inicial de la crisis económica— que a menudo le obligan a rectificaciones apresuradas, contorsiones forzadas y volantazos extremos para evitar la catástrofe. En cada uno de ellos se ha ido dejando jirones de credibilidad hasta alcanzar un serio grado de desgaste que hoy por hoy casi le garantiza la derrota en las próximas elecciones. Si se presenta.

En los últimos tiempos, esa tendencia al envite impremeditado se ha extendido a las providencias que mejor controlaba, que son las relacionadas con su propio partido. En las primarias de Madrid ha cometido un error de diagnóstico similar al que le llevó a considerar «hombres de paz» a los batasunos, a evaluar como fracaso el resultado electoral de Angela Merkel, a dar por segura la victoria de Kerry frente a Bush o a minimizar la escala de la recesión. La puntería le ha fallado de modo escandaloso, y aunque sus arúspices se empeñan en culpar a Blanco de la fallida apuesta por Trinidad Jiménez es al líder a quien corresponde la carga de la decisión final. Su equivocación al minusvalorar a Tomás Gómez conlleva además el agravante de que se trataba ya de una autorrectificación: fue él, personalmente, quien designó al entonces alcalde de Parla como sustituto del achicharrado Simancas, en un envite improvisado que en aquel momento debió de considerar una genialidad política.

Su facilidad para revocarse a sí mismo le llevó a encelarse con una nueva cabriola, que ha terminado en un batacazo indisimulable a la vista de todo el mundo. El fracaso —del que ahora trata de zafarse con la retórica de exaltación democrática de las primarias— le ha alcanzado de lleno y con estrépito de unánime repercusión, y compromete a fondo su autoridad, su imagen y su futuro político; ni siquiera una victoria de Gómez frente a Esperanza Aguirre podrá apartar de la opinión pública la idea de que oponerse al designio presidencial constituye un notable activo político. Las primarias de Madrid han puesto de manifiesto, de forma descarnada y en un momento crítico, la completa falta de solidez en que ha derivado el proyecto zapaterista. Lo han reventado por dentro, que es donde los daños resultan más dolorosos e irreversibles.


ABC - Opinión

Más firmeza con Venezuela

Por primera vez en la historia de la banda, dos etarras, Xabier Atristain y Juan Carlos Besance –miembros del «Comando Imanol»– declararon ayer en la Audiencia Nacional que, en 2008, viajaron a Venezuela para recibir un cursillo de formación de desmontaje de armas y posiciones de tiro. Su contacto en el país caribeño fue el etarra Arturo Cubillas. Este asesino está bajo el amparo de Hugo Chávez, ya que en 2005 fue nombrado director adscrito a la Oficina de Administración y Servicios del Ministerio de Agricultura y Tierras de Venezuela, además de ocupar otros cargos públicos. Éstos, como se confirmó ayer por boca de dos miembros de la banda, le servían de pantalla para seguir vinculado a ETA, circunstancia que no paso inadvertida a la Justicia española. Prueba de ello es que, en marzo de este año la Fiscalía de la Audiencia Nacional presentó una querella contra Cubillas y otros miembros de ETA y las FARC y se solicitó su detención y extradición como presunto autor de tres asesinatos y responsable de la organización terrorista en Venezuela. Esta orden de detención se quedó en agua de borrajas gracias a la impunidad que goza Cubillas bajo el manto protector del régimen de Chávez.

La confesión de los dos etarras, recogida en el auto del juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno, viene a corroborar los indicios de que Venezuela se había convertido en los últimos años en el santuario de la banda, después de la «tolerancia cero» que se ha ejercido en los últimos años contra los etarras en Francia. Hasta ahora las únicas pruebas eran la documentación intervenida a la banda en Francia y los correos electrónicos que contenía el disco duro del ordenador del jefe de las FARC, Raúl Reyes. El testimonio de Atristain y Besance obliga al Gobierno a dar un paso más allá, puesto que de las conjeturas se ha pasado a las certezas. Le corresponde al Gobierno y al Ministerio de Exteriores mover ficha. Ya no es suficiente con pedir explicaciones al régimen de Chávez sobre su connivencia con los etarras en su país, donde tienen libertad de movimientos para seguir participando en la dinámica asesina de la banda. El Ejecutivo tiene que exigir al Gobierno venezolano la máxima colaboración para facilitar la extradición de los etarras que considere la Justicia, al tiempo que debe dejar de ser cómplice indirecto de sus actividades ilícitas en su país. Porque es intolerable que personajes con presuntos delitos de sangre como Cubillas tengan una relación tan privilegiada con el Gobierno bolivariano, hasta el punto de ser un interlocutor privilegiado con los mandos de la Guardia Nacional y de la Dirección de Inteligencia Militar.

Las relaciones con Venezuela, y más aún si está ETA por medio, deben desarrollarse desde la firmeza y la contundencia. Porque a la vista está que la cooperación en materia terrorista entre España y Venezuela es insuficiente, por más que el pasado 6 de marzo ambos gobiernos ratificasen su más enérgica condena al terrorismo. Es hora de que Chávez abandone su retórica baldía contra ETA y pase a los hechos, que pasan por ejercer todo el arsenal diplomático, político y judicial para que Venezuela deje de ser un exilio de lujo para los asesinos.


La Razón - Editorial

La asocial política "social" del zapaterismo

Su gestión de la crisis ha sido peor que mala, constituye el modelo práctico de cómo arruinar un país tomando todas las decisiones equivocadas posibles, una tras otra.

El desempleo parece no tocar fondo en España. Los datos de septiembre, en los que vuelve a sobrepasarse la plusmarca de los 4,5 millones de parados, invitan a cualquier cosa menos al optimismo por más que desde el Gobierno quieran vender que la recuperación está ya en marcha. No hay nada de eso. Nuestro país se encuentra metido de lleno en una depresión económica de la que nadie sabe cuándo ni cómo vamos a salir, especialmente mientras sigamos aplicando desastrosas políticas de intervención pública. Esta es la cruda realidad y el resto simples ensoñaciones a las que los políticos son muy dados.

Nos encontramos ante una situación doblemente complicada. Por un lado se destruye empleo sin pausa y a toda velocidad, por otro no se genera prácticamente nada, es decir, la economía española es totalmente incapaz de remontar el vuelo y empezar a crear riqueza tras el severo ajuste que ha padecido. El Gobierno, el mismo que se llena la boca con la palabra "social" y que hasta hace bien poco decía disponer de la varita mágica para devolvernos al crecimiento, se muestra inoperante, da palos de ciego y asiste impávido a cómo el castillo de arena que ha construido con toneladas de dinero público se viene irremisiblemente abajo.


Porque he ahí la clave de la cuestión. La política de gasto sin límite, de grifo abierto a cargo de las arcas públicas se agosta por momentos. Con los mercados internacionales entornados y a punto de cerrarse, la deuda en máximos y la economía real en mínimos nadie puede mantener la fiesta "social" que Zapatero ha montado a cuento de la crisis. El contribuyente no da más de sí, las empresas sobreviven de milagro haciendo malabarismos para cuadrar el balance, pero el Estado se niega a apretarse el cinturón. Ni lo hizo cuando tocaba, hace ya tres años, momento en que la crisis estaba encima y aún había tiempo de reaccionar, ni lo hace ahora, hundidos como estamos en la sima del desempleo y el desencanto generalizado.

Esta es, en breve, la asocial política "social" que ha llevado por bandera el zapaterismo. Gastó lo que no tenía en programas estatales ruinosos como los planes E confiando en supercherías teóricas que nunca y en ningún lugar han funcionado. Cuando éstas se demostraron falsas pidió dinero prestado para mantener la máquina de gastar encendida todo el tiempo posible con la ilusión puesta en una recuperación que nunca llega. Ahora, con todos los indicadores por los suelos y el drama del paro de larga duración castigando a la sociedad, su única receta es saquear a los ciudadanos productivos vía impuestos y seguir, mientras el cuerpo los permita, gastando a manos llenas hasta la próxima cita electoral.

Por este camino vamos directos al abismo. Nos lo recuerdan desde fuera, pero Zapatero actúa ya como un boxeador noqueado que no quiere bajo ningún concepto caer a la lona. Su gestión de la crisis ha sido peor que mala, constituye el modelo práctico de cómo arruinar un país tomando todas las decisiones equivocadas posibles, una tras otra. El resultado lo tenemos a la vista y no estamos todavía en el peor de los escenarios, ahora bien, si esto sigue así lo alcanzaremos más pronto que tarde.


Libertad Digital - Editorial

Zapatero, lastre para el PSOE

Los que animaron a Zapatero a apoyar a Jiménez tienen su cuota de responsabilidad. La debilidad de Zapatero es contagiosa para el PSOE.

LAS dimensiones del revés sufrido por Zapatero en el Partido Socialista Madrileño son suficientes para calificarlo como una crisis política fuera de su control. Lo relevante no es el hecho de que su candidata haya perdido en las primarias madrileñas, sino la cadena de síntomas que se asocian a esta derrota, producida en este concreto momento político. A un dirigente con autoridad y proyectos suficientes, no le hubiera sucedido esto. La derrota de Zapatero tiene una gravedad cualificada porque carece de recursos políticos mínimos para revertirla a corto plazo, que es la única agenda que puede manejar el presidente del Gobierno. Zapatero no tiene un gobierno sólido y creíble que lo proteja con una gestión eficaz. Tampoco tiene una opinión pública dispuesta a disculparle los tropiezos que cometa. Por el contrario, la sociedad española exhibe un claro hartazgo del zapaterismo. Ya no cuenta con un partido y con unas bases receptivas a una llamada de cierre de filas en torno a su persona. Lo intentó su equipo más cercano para que Trinidad Jiménez ganara las primarias y falló. Un equipo que también está directamente tachado por la derrota de Jiménez, al haber implicado de forma personal al presidente del Gobierno en una disputa interna muy condicionada por las escasas posibilidades del PSOE de ganar en Madrid. No había proporcionalidad entre el riesgo que corría Zapatero y el beneficio que pudiera derivarse de la victoria de Trinidad Jiménez. Los que le animaron a apoyar a Jiménez tienen su cuota de responsabilidad. Por eso, la debilidad de Zapatero es contagiosa para el PSOE. El silencio alrededor del presidente se está espesando porque su partido tiene algo más que la intuición de que el camino por el que va Zapatero conduce a una debacle electoral. Baste comprobar que, después de seis años de Gobierno, el de Zapatero se sostiene solo por voluntad de Íñigo Urkullu y Josu Erkoreka.

La cuestión política que debe resolver Zapatero es hasta cuándo antepondrá su voluntad de permanecer en el poder a la necesidad nacional de acudir a las urnas para regenerar políticamente la situación de España. Afirmó que seguiría «cueste lo que cueste» y está haciendo buena su declaración, aunque el resultado de las primarias en Madrid ha introducido un factor novedoso que rompe completamente la pacífica perspectiva de un pacto de legislatura encubierto con el PNV hasta 2012. Zapatero ha hecho de su continuidad un asunto meramente personal.


ABC - Editorial