miércoles, 27 de octubre de 2010

Amamos tanto a Cuba. Por Gabriel Albiac

La bestialidad tiene un no se sabe qué para las gentes pusilánimes. Solo el franquismo amó a Castro más que el PSOE.

FELIPE González en el Tropicana. No recuerdo con exactitud el año. Todo cuanto con Cuba se relaciona parece intemporal en este país nuestro. Recuerdo, sí, las tremendas mulatas, todas de lentejuela y floripondio. Y el Comandante —aún no coma andante—, enorme puro en mano, y, junto a él, el otro, casi tan carcajeante como el dictador que iba a proveerlo, a partir de ese día, de sus enormes puros solidarios. Corrían otros tiempos. La corrección política no había impuesto abstinencia a los fumadores, ni resultaba machista echarle mano a un par de mulatazas, al alimón con el último Tirano Banderas, en fraternal campechanía: cosas de machos, y a los maricas de los campos de reeducación castritas que les fueran dando; ya se sabe, vicios burgueses contra el proletariado, que decía el papaíto Stalin. Y que vengan Cohíbas, y que vengan mulatas hipermásticas, y que éste sea un mundo más de hombres, hombres, hombres, que aquel que cantaba el descomunal James Brown en los sesenta.

La señora Jiménez, supongo que no estaba. Supongo. Ni lo sé ni me importa. Pero hubiera sido sublime verla acompañar a ambos caciques y a su pretoriana guardia de chicas demasiado vistosas. Es lo mismo. Nadie va a comparecer ahora puro en mano, ni vedette del Tropicana a tiro. Esas cosas no se llevan, y la política postmoderna, ya se sabe, es un subgénero de la moda. Efímera, y vistosa, y fotogénica, y previsible: un espejo sobre el cual vea el ciudadano medio, no imagen real alguna; sí, la bien maquillada proyección de sus deseos. Fallidos. Ni tabaco, ni chicas apabullantes.
Trinidad Jiménez no se ha ido a La Habana. La Habana no mola ya, más que para los rijosos tristes. Jiménez se fue a Bruselas, para hacerle el trabajo sucio a lo legítimos herederos del póstumo cuya omnipotencia vela paternalmente sobre La Habana. Buscando hacer verdad lo inverosímil: que, por extraña mutación, el régimen de los hermanos Castro se haya transubstanciado en democracia. «La posición común» frente a la dictadura, ha dicho, «quedó superada» por los notables avances de la democracia en la isla. Como si una dictadura pudiera avanzar en democracia sin suicidarse con su Gran Hermano a la cabeza. Pero en Cuba no hay riesgo de detectarle al Gran Hermano tendencias que no sean las de una tozuda perseverancia en su vocación de Padre Eterno. A cuyo culto todos son sacrificados.

Nada cambia. O sí: cambia la fotogenia. Machos, puro y mulata ya no venden. Ya no hay Tropicana, ni compadreo exhibicionista con el déspota. Todo ha de suceder ahora en la elegante discreción de los recónditos gabinetes de Bruselas. Nada de salsa. Hilo musical, si acaso: convencional y hortera, como conviene a esa fauna de nuevos ricos que deciden sobre nuestras vidas y sobre las de quienes se pudren en las cárceles cubanas, en la cárcel colectiva que es la isla. Todo ha cambiado. Todo es tan idéntico: la misma fascinación, aquí, por un rancio dictador apolillado. La bestialidad tiene un no se sabe qué de seductor para las gentes pusilánimes. Y para los políticos. Solo el franquismo amó a Castro más que el PSOE. Pero el cieno es el mismo, igual la sangre. No importa. Lo que importa a esta gente es sólo que no les salpique la ropa.


ABC - Opinión

Cuba. Trini y la obsesión castrista del PSOE. Por Orlando Fondevila

A Trinidad Jiménez y al Gobierno del PSOE no les interesan las libertades en Cuba. Serían felices si los Castro accedieran a imponer un modelito a lo chino o a lo vietnamita. Los cubanos demócratas no lo olvidaremos.

Trinidad Jiménez, flamante canciller española, se ha estrenado en los tejemanejes diplomáticos europeos con una defensa encendida de las supuestas buenas intenciones de la dictadura militar-comunista de Cuba. Sustituta abrupta del olvidable Moratinos, lo ha hecho poniendo su mejor sonrisa a la avinagrada imagen de aquel. Nada más. Y es que la Trini, igual que Moratinos, igual que el jefe admirado de ambos, Zapatero, e incluso igual que el anterior mandamás del PSOE, González, no son otra cosa que representantes ideológicos de esa izquierda que, dado el paso democrático, guarda tal vez en su antiguo e irredento corazoncito el irrenunciable amor por sus cercanos parientes en las ideas y las mañas políticas. Tal vez el viejo sueño juvenil, inconfesado, escondido y negado, permanezca agazapado en las conmovidas conciencias de quienes todavía hoy entonan, de vez en cuando, con sus siniestros puños en alto, la Internacional.

Más grave aún, porque ahora le bailan el agua a la longeva y sangrienta dictadura desde los intereses del poder y bajo la retórica democrática y buenista. Esa obsesión del PSOE, digan lo que digan, por "tirarle un cable" a los Castro en sus horas más bajas no puede ser explicada ni por la realidad de lo que acontece en Cuba ahora mismo, ni siquiera por la defensa de los intereses españole en Cuba. La explicación es ideológica. La ríspida y obscena obsesión de Moratinos –ahora más amable pero igualmente apasionada– por ayudar a sus amigos cubanos (no los disidentes, no el exilio, no el pueblo) es ideología pura y dura.

¿Cómo se puede defender, como ha proclamado Trinidad Jiménez, que "Cuba ha hecho innegables progresos" que merecen "una señal, un cambio" en las relaciones de la Unión Europea con el régimen? ¿Deportar a decenas de presos políticos significa un progreso? ¿Permitir que los cubanos puedan vender mangos, pasear perros o ejercer de peluqueros muestra interés por respetar los derechos humanos y las libertades de los ciudadanos?

Lo cierto es que el régimen cubano está hundido en un verdadero desastre político, económico y social. Le urge ayuda económica y financiera. Necesita créditos e inversiones, así como cobertura política, para poder ganar tiempo y continuar explotando y reprimiendo a sus ciudadanos. Por ello, en complicidad con el Gobierno del PSOE y con un extraño contubernio eclesial, buscan desesperadamente el auxilio europeo que pasa en primer lugar por suprimir la Posición Común. Y así, después, conseguir que la Administración Obama levante las restricciones a los viajes de los norteamericanos y facilite el acceso a los créditos de Estados Unidos. Alcanzado estos objetivos, a olvidarse de libertades y derechos.

A Trinidad Jiménez y al Gobierno del PSOE no les interesan las libertades en Cuba. Serían felices si los Castro accedieran a imponer un modelito a lo chino o a lo vietnamita.

Los cubanos demócratas no lo olvidaremos.


Libertad Digtal - Opinión

Montilla el apóstata. Por M. Martín Ferrand

Bien está olvidarse del jubilado Maragall; pero Zapatero y Montilla ¿no fueron los impulsores del Estatut1.

MARIANO José de Larra, maestro de periodistas que nunca adquirió compromiso con la actualidad, afeaba a los notables de su tiempo por decirse a sí mismos «hombres de honor» y ser capaces «a cada nuevo suceso, de cambiar de opinión y apostatar de sus principios». Posiblemente Larra, que alcanzó mayor notoriedad con el pistolón que con la pluma, hoy no pasaría de becario en uno de los decaídos periódicos gratuitos; pero nadie puede negarle su condición pionera en la clasificación de las miserias morales de nuestros hombres públicos.

Cuando José Montilla se dirige a la cúspide socialista, la del PSOE y la de sus franquicias, para decirles que, ni aunque los votos sumaran lo suficiente, volvería a reeditar el gobierno tripartito con ERC e ICV que le ha servido de pedestal como presidente de la Generalitat, asistimos a un caso de apostasía laica sin precedentes. No es que no las haya mayores, especialmente en atención a la talla de los apóstatas; pero no creo que las haya de génesis tan vertiginosa. De hecho, Montilla es aún el presidente de ese tripartito que ahora denosta y con el que, además de empobrecer Cataluña, ha perturbado notablemente el sosiego de la vida española.


El nuevo secretario de organización de los socialistas, Marcelino Iglesias, celebró con señales de gozo la apostasía de su vecino autonómico y conmilitón «porque va aparejado a una reflexión; que él no va a estar con aquellos que defienden un referéndum de autodeterminación». Por el interés te quiero, Andrés, que no podemos permitirnos el lujo de que nos avergüencen en Utrera por lo que hacemos en Sitges y aquí no ha pasado nada. Bien está olvidarse del jubilado Pasqual Maragall; pero Zapatero y Montilla ¿no fueron los impulsores del Estatutdel que puede derivarse, en su caso, la circunstancia que sospecha el sucesor de Leire Pajín?

Cuando Montilla dejó de ser andaluz de pura cepa para hacerse catalán con cargo y representación, salario y derechos pasivos, podría haberse previsto todo esto. Incluso la renuncia a un sentimiento centrífugo que ya, por lo que parece, cotiza menos en el mercado de los votos catalanes. Es, con el pragmatismo como guía de conducta, una buena medida el arrepentimiento de una postura que ya se ve perdedora en los próximos comicios; pero, reglamentariamente, en lo que se lleva en tiempos de dignidad escasa, ¿debe mediar algún espacio o retiro entre la apostasía de una creencia y la conversión a un nuevo credo? Si yo fuera Artur Mas estudiaría el caso en previsión de que, dado que las urnas las carga el diablo, le hiciera falta un Montilla para rellenar las fisuras de su propia escasez.


ABC - Opinión

EpC. Un PSOE consecuente, un PP cobarde. Por Pablo Molina

En las comunidades autónomas donde gobiernan los populares, los padres con hijos en edad de ser adoctrinados para el zapaterismo estamos tan solos como lo puedan estar en las regiones socialistas.

Los manuales de esa supuesta materia de estudio llamada sarcásticamente "Educación para la Ciudadanía" responden plenamente al objetivo para el que fue diseñada. No cabe por tanto acusar a las editoriales de haberse excedido en sus contenidos, pues con su defensa de la última brizna de basura marxista demuestran que han captado perfectamente los objetivos pedagógicos de la asignatura.

El que los izquierdistas pretendan adoctrinar a los hijos de los demás en su detritus ideológico y además con carácter obligatorio entra dentro de lo esperable en esa ideología. La supervivencia del modelo social que mantiene a estos resentidos sociales necesita a las nuevas generaciones convencidas de que trabajar para los demás no es esclavitud sino solidaridad, que los ideólogos del progresismo y sus grupos de presión no viven aprovechándose del esfuerzo ajeno sino creando cultura y bienestar social, que el aborto es un derecho "humano" o, en el colmo del delirio, que los sindicatos hacen mucho bien a los trabajadores.


Lo que ya no es tan comprensible es que el partido que le disputa a la izquierda el poder no haya planteado hasta sus últimas consecuencias la batalla contra este envenenamiento masivo, al menos allí donde ejerce labores de gobierno. Lo digo porque en las comunidades autónomas donde gobiernan los populares, los padres con hijos en edad de ser adoctrinados para el zapaterismo estamos tan solos como lo puedan estar en las regiones socialistas.

Lo único que ha hecho el PP es publicar en el boletín oficial de la región de que se trate un documento en el que se eliminan de la asignatura los contenidos más polémicos. Ahora bien, ¿de verdad alguien medianamente inteligente piensa que con ese simple gesto nuestros hijos van a estar a salvo de que sus profesores les impartan la materia con todas sus consecuencias? ¿Acaso van a estar los consejeros de Educación populares sentados junto al profesor de EpC para evitar que utilice el manual elegido por el centro educativo en toda su extensión? Por supuesto que no. Se trata únicamente de hacer cómo que se está en contra pero sin implicarse de verdad, no sea que la izquierda vernácula llame facha al político responsable del PP o le organice una manifestación a las puertas de la consejería y acabe saliendo en la primera página del chafardero local.

Con que acudieran a la concentración diez perroflautas, el cese del alto cargo popular estaría garantizado. Igual que el PSOE, vaya.


Libertad Digital - Opinión

Sin novedad en exteriores. Por José María Carrascal

Liberar a 52 presos políticos no es ninguna concesión. Es un deber, pues por política no debe estar nadie en la cárcel.

¿FUE la primera salida de la nueva ministra de Asuntos Exteriores un éxito o un fracaso? Depende de qué periódico, radio o televisión frecuente usted. Pues si para unos consiguió desbloquear la posición europea frente a Cuba, para otros no ha logrado moverla. Imagino a los españoles moviendo la cabeza y yéndose a las páginas deportivas, donde los resultados pueden ser injustos, pero no mienten. Si usted es uno de ellos, no se lo reprocharé.

¿Qué se decidió en la última reunión de ministros de Exteriores de la CE? Pues se decidió, primero, mantener la postura actual hacia Cuba. Y segundo, autorizar a la encargada de relaciones internacionales de la Comunidad, Catherine Ashon, a «explorar la posibilidades de establecer un acuerdo bilateral con Cuba». Usted puede elegir lo primero o lo segundo y llegar a conclusiones opuestas. Mantener la actual política europea hacia Cuba, que supedita todo acuerdo con su régimen a los avances en democratización y respeto a los derechos humanos, significa que la Sra. Jiménez ha fracasado. Encargar a Ms. Ashon explorar un acuerdo puede tomarse, como ha hecho ella, que la CE ha empezado a abrir la puerta hacia Cuba.


La realidad es que ambas cosas están íntimamente unidas, con un importante factor por medio: que mientras la postura de «premiar» las últimas excarcelaciones cubanas sólo la defiende España, los que piensan que Raúl Castro no ha hecho todavía bastante para merecer se le premie incluyen a Alemania, los escandinavos y la Europa del Este, con Francia, el Benelux y el Reino Unido inclinándose hacia esa opinión. Y no hace falta ser un experto en política europea para saber quién manda en Europa. Alguien que lo sabe perfectamente es Ms. Ashon, que ya ha dicho que no se entrevistará, al menos de momento, con las autoridades cubana, lo que significa prefiere fiarse de otras fuentes, como la de los presos recién liberados, que se oponen a relajar la política hacia Cuba. Es también lo que acaba de hacer Obama. Y es lo más lógico, pues si esa política viene dando resultados, ¿a qué cambiarla? Incluso podría resultar contraproducente. Aparte de que liberar a 52 presos políticos no es ninguna concesión. Es un deber, pues por política no debe estar nadie en la cárcel.

Eso no impide que la Sra. Jiménez haya cumplido con el papel que le han encomendado, como lo está cumpliendo en el Sahara. Ahora sólo le falta ceder ante los gibraltareños para ser la digna sucesora de Moratinos, el ministro que, al mejor estilo Boabdil, se despidió llorando como una mujer lo que no supo defender como un hombre. Pero al menos sabemos que doña Trinidad supo encajar sus derrotas en Madrid con la mejor de sus sonrisas.


ABC - Opinión

Rubalcaba, un parachoques para Zapatero. Por Antonio Casado

Rubalcalcabitis en los medios de comunicación. Unos porque le quieren y otros porque le temen le han convertido en la superestrella de la temporada. A nadie deja indiferente y todos se recrean glosando el papel que le ha tocado en suerte, aunque en eso no hay coincidencia. Cerebro, piloto, sucesor, comunicador, látigo de la derecha... Y cosas peores, inspiradas directamente en el odio que algunos le profesan.

Sin embargo, a nadie se le ha ocurrido ver el salto de Pérez Rubalcaba al segundo escalón del Gobierno -sólo en el BOE, porque en la práctica ya era el número dos del poder-, como el parachoques de Zapatero. Es el papel que mejor le cuadra. Y en el que puede ser más útil a su presidente y su partido. Ya no hay ojeras en la cara de Zapatero. Duerme bastante mejor una semana después de la remodelación del Ejecutivo. Se explica porque ahora cuenta con un parapeto donde rebotan las pedradas que hasta hace una semana le lanzaban a él.


El parapeto se llama Rubalcaba. Como antaño se llamaba Alfonso Guerra. Hasta que cayó. Y Felipe González terminó lapidado. La duda es si la reinvención del modelo llega tarde en el caso de Zapatero. Ya hemos tenido las primeras pruebas de la acreditada capacidad del nuevo vicepresidente del Gobierno para devolver las pedradas y poner de los nervios al adversario. Lo justo para despertar al votante socialista. Véase su más reciente fogonazo verbal, el del machismo como producto de la genética de la derecha. El grado de irritación del PP y sus medios afines solo es comparable al grado de identificación de la izquierda con la andanada de Rubalcaba, a pesar de las disculpas del alcalde de Valladolid, León de la Riva.

«La concentración de poder en manos de Rubalcaba ha roto la cintura de su principal adversario político.»

De eso se trata, en definitiva. De que suene el despertador en la izquierda reconocible en los sindicatos y los once millones de votantes del PSOE, a los que Zapatero -y Rubalcaba, y Blanco, y Jáuregui…- quieren rescatar de la resignación con un Gobierno renovado. Es la estrella polar de la nueva hoja de ruta de Moncloa: persuadir a su gente de que el desistimiento de la izquierda es el gran aliado de la derecha. Por ahora, sólo en las encuestas.

Sí parece evidente que la concentración de poder en manos de Rubalcaba ha roto la cintura de su principal adversario político, el PP, que ha desbarrado con infundadas sospechas sobre pactos del Gobierno con ETA y duras descalificaciones al hombre llamado a blindar la figura de Zapatero, no a reemplazarla. Lógico. La operación se ha hecho para motivar a la clientela propia. Si a la ajena se le nota tanto el ataque de contrariedad es que se ha acertado, como declaró el presidente del Gobierno hace unos días “No hay más que verles la cara”, dijo.

Y respecto a las acusaciones de retorno al felipismo, idem de idem. Si tan malo es, el PP debería celebrarlo discretamente. A los socialistas, directamente concernidos, les corresponde valorarlo. En principio deberían sentirse honrados. Empezando por el propio Zapatero, si de verdad cree en la memoria de un partido político con la historia del PSOE. Su progresión se asienta sobre aportaciones solidarias de militantes y dirigentes. El avance de una organización vive de procesos acumulativos al paso de las generaciones ¿Qué tiene de particular que la generación de Zapatero incluya aportaciones de la de Felipe?


El Confidencial - Opinión

Montilla. Adiós al Tripartito. Por José García Domínguez

La suya es la crónica de un desastre anunciado tras el que se esconde una paradoja desconcertante, a saber, la causa última de su fracaso no será otra que su propio éxito.

El increíble hombre normal acaba de repudiar al Tripartito, bienamado hijo putativo hasta hace apenas cinco minutos, con el estupefaciente argumento de que no modificará "sus principios a cambio de ser investido". Una renuncia aparente al marxismo que siempre ha inspirado la praxis del PSC, el de Groucho –"Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros"–, que llama a alguna perplejidad lógica. Pues, si José Montilla se dice incapaz de prostituir sus muy hondas convicciones conchabándose con ERC y los restos del PSUC, ¿nos está confesando que pasó por encima de ellas hace cuatro años a cambio del poder, como bien le han recordado en El País?

A fin de cuentas, Puigcercós y su tropa resultaban ser tan arriscados irredentistas entonces como hoy. Y otro tanto procede certificar de Iniciativa, la tercera pata del banco. Aunque, contorsiones retóricas al margen, la razón de tan repentina liturgia fúnebre obedece a una causa de lo más prosaico: la consabida de la zorra que pretende verdes las uvas cuando le resultan inalcanzables en la parra. Y es que la debacle de la izquierda nacionalista, o sea de la izquierda toda, podría alcanzar dimensiones apocalípticas el próximo 28 de noviembre. La suya es la crónica de un desastre anunciado tras el que se esconde una paradoja desconcertante, a saber, la causa última de su fracaso no será otra que su propio éxito.

Repárese al respecto en que los socialistas han logrado en seis años al frente de la Generalidad lo que no consiguió Pujol durante casi un cuarto de siglo: legitimar socialmente el independentismo e integrarlo en el canon de la corrección política. Así, el viejo tabú secular del catalanismo, la separación de España que yace implícita en su doctrina, merced a Montilla se ha convertido una convención civil de buen tono, otro sobreentendido más, como ser del Barça, gustar de los "calçots" a la brasa o comprar libros de Andreu Buenafuente por San Jordi. Que de ahí el colapso electoral de la Esquerra, ése que le auguran todos los sondeos. Nada extraño si se repara en que ha sido desposeída de su principal seña de identidad, si no la única: el monopolio de la retórica secesionista, ahora prosaico lugar común del discurso público. De tales principios, tales finales.


Libertad Digital - Opinión

Crisis de hipertrofia. Por Ignacio Camacho

Mejor que despedir funcionarios sería dejar de contratar ese personal que duplica una Administración hipertrofiada.

ANTES que despedir funcionarios, como ha propuesto el dueño de Mango ante un impávido Rubalcaba, quizá conviniese probar a dejar de contratarlos. Sobre todo por la puerta de atrás, la de los enchufes y las designaciones de confianza, que es la vía por la que ingresa ya un cuarenta por ciento de los trabajadores de la Administración pública para después consolidarse en ella en pie de igualdad con quienes han entrado por oposición o concurso de méritos. Ese núcleo laboral estampillado ha servido a los ayuntamientos y las autonomías para crear una estructura paralela que duplica innecesariamente la nómina con el objetivo de burlar los procedimientos de control de gasto establecidos en la legislación administrativa. Y no se trata en su mayoría de médicos, ni de profesores, ni de jueces ni de bomberos, sino de personal de gestión, burocracia pura reclutada en muchos casos con criterios clientelares de afinidad política y a la que se va atornillando al presupuesto mediante mil y una triquiñuelas como la que acaba de perpetrar la Junta de Andalucía para asimilar a veinte mil contratados de golpe bajo el pretexto de proceder a un reajuste organizativo.

Gran parte de la mala prensa del funcionariado procede de la desconfianza social en los supuestos privilegios de esa superestructura hipertrofiada. El principal es la estabilidad de los profesionales de la Administración, que surgió como una garantía de neutralidad política y ha desembocado en la realidad de que cada Gobierno —sobre todo los autonómicos— desembarca en el poder con un ejército de empleados afines que superpone a los preexistentes ante la imposibilidad de despedirlos. El resultado es un incremento acumulado del sector público sin que se aprecie mejora sustancial de su eficacia, aunque sí una inflación del gasto que en tiempos de recesión se demuestra insostenible. Pero la solución no está en prescindir de los funcionarios de carrera, que probablemente sean lo mejor del sistema y los que mantienen los servicios, sino en eliminar la grasa acumulada por varias décadas de clientelismo. Y eso equivale para los políticos a practicarse un harakiri electoral.

La propuesta productivista de Isak Andic —cuya exitosa empresa textil ya pretenden boicotear algunos sindicalistas quisquillosos— para introducir criterios flexibles en los salarios y la duración del empleo público tal vez posea impecable lógica de eficiencia pero sólo resultaría practicable en un mundo laboral distinto, creado ex novocon reglas diferentes a partir del caos de una hecatombe. En la España actual un proyecto así se antoja, más que voluntarista, sencillamente inviable. Aunque tarde o temprano alguien tendrá que decidirse a imponerle a la Administración una dieta de adelgazamiento, so pena de que sobrevenga de hecho la catástrofe de una suspensión de pagos.


ABC - Opinión

En posición de tablas

La Unión Europea no cambia, pero somete a revisión la posición común sobre La Habana.

Sobre el papel, la UE ha llegado a una posición de tablas con referencia a la política a adoptar ante Cuba. La disyuntiva era mantener o no la posición común europea establecida en 1996, que condicionaba la mejora de las relaciones con la isla a la democratización del régimen. Se ha decidido mantener esta tesitura; pero, al mismo tiempo, con un dictamen salomónico: los Veintisiete encargan a la ministra de Exteriores de la Unión, la británica Catherine Ashton, que inicie conversaciones con La Habana para explorar cambios que puedan conducir a un deshielo. Las tablas nunca suelen ser eternas y no hay enroque que en diplomacia no acabe por decantarse de uno u otro lado.

Esa es la interpretación, verosímil, que hace la recién estrenada ministra española de Exteriores, Trinidad Jiménez. Ha dicho que se va al desguace o derogación de la política asumida bajo el Gobierno de José María Aznar, tarea en la que ha estado empeñada estos últimos años la diplomacia de su antecesor Miguel Ángel Moratinos. Pero, atención, el camino puede ser largo y accidentado.


El Gobierno de Rodríguez Zapatero ha sostenido que el hostigamiento, incluso por omisión, del régimen castrista solo conducía a su encastillamiento, lo que parece bastante probado. Y que únicamente una política de diálogo constructivo, que es lo que ha hecho España con la intermediación de la Iglesia católica, podía rendir frutos. Estos han sido limitados, pero no despreciables. No ha habido nada que se parezca a una democratización de la isla, pero el Gobierno de Raúl Castro ha aflojado su dogal sobre la disidencia y más de 50 presos políticos han sido liberados, bien que en la mayoría de los casos deportándolos a España. Todo ello es insuficiente, no hay que lanzar las campanas al vuelo, y lo que se le exige a La Habana es mucho más que compasión o exilio para con unos presos de conciencia, que en cualquier otro lugar de América Latina deberían estar en la calle. Pero tampoco hay que suponer que interesados, familiares y círculos respectivos prefieren así las cosas.

El partido es nulo o de tablas, y no hay que dar por asegurado nada. Alemania, Suecia, Polonia y la República Checa son mucho menos comprensivas que España para con el castrismo. Y el hecho de que la remisión del caso al diálogo bilateral de cada país con La Habana y de la señora Ashton en nombre de todos sea una jugada que permite salvar la cara de halcones y palomas tampoco permite prejuzgar sin riesgos el resultado. Si por la vía de los hechos y el diálogo acaba por arrumbarse la posición común, el desenlace será probablemente positivo, puesto que el mejor acceso comercial de Cuba a los países comunitarios, primero, redundará en bien de todos los cubanos; y, segundo, dará algún margen de maniobra a Raúl Castro para liberalizar siquiera sea la economía. Otras dictaduras acabaron cayendo o difuminándose porque un día emprendieron ese camino.


El País - Editorial

La realidad de lo "inimaginable"

Una cosa es que Alonso prefiriese que todas esas reuniones con los proetarras siguieran manteniéndose, como hasta ahora, en secreto, y otra cosa muy distinta pensar que pueda resultarle "inimaginable" lo que lamentablemente es real desde hace mucho tiempo.

Ya podrá el portavoz socialista en el Congreso, José Antonio Alonso, disimular todo lo que quiera y hasta considerar "inimaginable" que un "partido democrático" mantenga reuniones con Batasuna; lo cierto es que, salvo que no considere democrático a su propio partido y a los partidos nacionalistas con los que ha mantenido alianzas de gobierno, esto es precisamente lo que están haciendo, tal y como reconocen hasta los propios protagonistas de dichas reuniones.

Así, la noticia del diario El Mundo de este lunes, que aseguraba –más bien, confirmaba– que "Eguiguren se reúne periódicamente con los líderes de la izquierda abertzale", ha recibido el espaldarazo del dirigente histórico de Batasuna, Tasio Erkicia, quien ha confirmado en Radio Popular que existen "vías de comunicación con el PSOE" y que los socialistas conocen "de primera mano" los pasos de los proetarras.

Asimismo, el secretario general de ERC, Joan Ridao, también ha reconocido en rueda de prensa que él mismo se ha reunido con una delegación batasuna, encabezada por dos miembros de la Mesa Nacional de HB, Fernando Parrena y José Luis Moreno, para, según ha explicado, "conocer las intenciones" de los proetarras.


También el candidato de Iniciativa per Cataluña Verds, Joan Herrera, ha confirmado haber mantenido una reunión con la formación ilegalizada por su pertenencia a ETA, a la que asistió junto a la portavoz parlamentaria Dolors Camats.

El problema, por tanto, no se presenta por una supuesta falta de imaginación del portavoz socialista sino, más bien, de vergüenza; empezando por la que es necesaria para no olvidar las públicas reuniones que los socialistas mantuvieron con los representantes de la ilegalizada Batasuna, y por la que se sentó en el banquillo a Patxi López.

Una cosa es que José Antonio Alonso prefiriese que todas esas reuniones con los proetarras siguieran manteniéndose, como hasta ahora, en secreto, y otra cosa muy distinta pensar que pueda resultarle "inimaginable" lo que lamentablemente es real desde hace mucho tiempo. De hecho, desde los días de infamia que protagonizó el PSOE para desbancar al PP del Gobierno, no hay nada que la falta de escrúpulos de los dirigentes socialistas no haya hecho realidad.

Así, algo tan "inimaginable" como tener como socios de gobierno a una formación separatista como ERC, que había mantenido reuniones previas con ETA en Perpiñan para, según confesaron, "diseñar estrategias conjuntas para la desestabilización del Estado español" se hizo realidad, no ya en Cataluña, sino a nivel nacional. Igualmente, cosas tan "inimaginables" como que un presidente de gobierno cuestionara la nación como "concepto discutido y discutible", o que prometiera, "por una tregua cuanto antes", que "todo tendrá cabida, tenga el alcance que tenga", también se hicieron realidad. Llegada la tregua terrorista que los socialistas habían prenegociado en secreto y adquiriendo compromisos políticos, Zapatero tampoco dudó en hacer una "inimaginable" declaración en el Congreso, en la que respaldó "el derecho de los vascos a decidir su futuro", conocido eufemismo de los separatistas para referirse a la autodeterminación y que, como se supo más tarde, el propio Gobierno había pactado con ETA. Algo tan "inimaginable" como el respaldo de un gobierno a "internacionalizar la resolución del conflicto", también se hizo realidad con una votación en Estrasburgo que hizo a los batasunos allí desplazados descorchar más de una botella. Algo tan inimaginable como que el Gobierno socialista siguiera negociando con ETA después del atentado de Barajas es algo que incluso reconoció el propio Zapatero.

A la vista de ese pasado y de este presente, que ese proceso de negociación se mantenga, y con nuevos bríos, es una repugnante realidad. Y lo único "inimaginable" debería ser que alguien pueda ponerlo en duda.


Libertad Digital - Editorial

Autonomías: vicios y distorsiones

El problema real es la estructura administrativa, viciada de inflación de órganos, duplicación de competencias y exceso de empresas públicas.

EL Instituto de Empresa Familiar ha azuzado el debate sobre los «privilegios» de los funcionarios con su propuesta de que éstos puedan ser despedidos. La idea no es nueva y su planteamiento desenfoca el problema real, que es el de la estructura administrativa de España, viciada de inflación de órganos, exceso de empresas públicas, abuso de asesores y cargos a dedo y duplicación de competencias. Ayer mismo, Mariano Rajoy, que denunció «la madeja administrativa que ahoga a la sociedad civil», y Emilio Botín, que criticó unas duplicidades que generan «ineficiencias, barreras y distorsiones», abogaron por la reducción del aparato administrativo que ABC cuestiona como parte de su reflexión sobre la necesaria regeneración de la vida pública española.

La solución a las faraónicas dimensiones de la Administración no pasa por someterla a los parámetros de la empresa privada, por la radical diferencia de objetivos y estructuras y porque habría que concretar qué ejemplos de gestión se pueden tomar como referencia, porque esa apelación se descalifica con episodios de desastrosas direcciones empresariales. Aun admitiendo la necesidad de controlar y sancionar a los funcionarios que dan por sentado que su obligación acabó cuando aprobaron la oposición, la propuesta del despido pone al funcionario en una situación de precariedad frente a los cargos políticos. El despido del funcionario vinculado a la valoración discrecional de su trabajo abre la vía al control partidista de la Administración, en niveles aún mayores que los actuales. En todo caso, no es necesario porque existen procedimientos de inspección y sanción para los funcionarios que abusan de sus condiciones laborales. Que se apliquen.

El problema de la Administración no se resuelve «privatizando» el estatuto jurídico de los funcionarios, sino atacando su hipertrofia organizativa, verdadero lastre para el desarrollo económico y una fuente patógena de corrupción y derroche. Es mucho más acertado el entramado de empresas públicas, auténticas administraciones paralelas, que son pasto de favores políticos; o el gasto en esos asesores que pululan por las dependencias oficiales; o la multiplicación por diecisiete —uno por autonomía— de muchos órganos del Estado, por ese efecto replicante que lanza a las autonomías a una continua expansión. La responsabilidad de todo esto es política y no de los funcionarios.


ABC - Editorial