sábado, 27 de noviembre de 2010

La reflexión catalana. Por M. Martín Ferrand

Una Cataluña como la que ha pretendido el tripartito la ha encanijado económica e intelectualmente.

QUIZÁS no sea casualidad que las elecciones autonómicas de Cataluña se celebren el próximo lunes, día 29, festividad de San Saturnino, que es patrono de Sant Sudurní d'Anoia, Sant Sadurní de l'Heura, San Sadurní d'Osomort y de Montmayor además de otras localidades españolas, como Pamplona. El piadoso mártir era un predicador romano que, en el siglo III, anduvo por la Galia y por el noreste de la Península Ibérica dando noticia del Evangelio. Luego llegó a obispo de Tolosa, no de la villa guipuzcoana que ha beatificado las alubias, sino de la ciudad que hoy conocemos como Toulouse, y resulta significativo que los catalanes que se abrieron al mundo con el conocimiento de Cristo, la modernidad global en la Europa de Sant Sadurní, anden ahora encerrándose bajo su concha nacionalista, celosos de una identidad que, si bien se mira, comparten con todo el Mediterráneo.

A tal punto se está llegando en ese afán catalán por reducir su mundo, por acatetarse y cocerse en su propio jugo, que José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, incapacitados ambos para la coincidencia con su adversario, han cerrado sus respectivas campañas electorales pidiéndole a los presuntos votantes, que no serán muchos, que voten las listas que optan a ocupar el Parlamentcon la vista puesta, más que en los intereses específicos de Cataluña, en los generales de España y, a mayor abundamiento, en el sentido del voto autonómico con respecto a la continuidad del uno y el acceso del otro a La Moncloa, ese horripilante chaletito de las afueras de Madrid que tanto les enloquece y motiva y que, según vamos viendo en quienes fueron sus inquilinos, tanto les enajena y transforma.

El proceso autonómico, que tantas cosas buenas aportó ya a la vida española, y no solo en la descentralización administrativa, está invirtiendo su valor y su mérito, contra lo previsto en el Título VIII, en razón de sus excesos interpretativos. Por ello la memoria de San Saturnino, Sant Sadurní, que fue uno de quienes ensancharon el horizonte de lo que hoy es Cataluña puede ser útil. Una Cataluña como la que ha pretendido el tripartito ha encanijado económica e intelectualmente el territorio que llegó a ser el más abierto y esponjoso, atractivo y evolucionado, de toda la Nación. Aquellos gloriosos tiempos en que todos los peces del Mediterráneo tenían la cola cuatribarrada ya no son posibles. Roger de Lauria no está disponible y la Corona de Aragón, evolucionando para su mayor prosperidad y grandeza, es hoy la Corona de España. Nos iría a todos mejor, incluyendo a Rajoy y a quien sustituya a Zapatero, si somos capaces de sentirnos unidos.


ABC - Opinión

Ciudadanos. Un mérito indudable. Por Maite Nolla

Si al final Ciudadanos consigue entrar en el Parlamento de nuevo, tendrá un mérito indudable. No sólo por el hecho de que se hayan recuperado de sí mismos, sino porque han entrado en un periodo de buena suerte y buena imagen, impensable hace un año.

Tengo que reconocerles que estoy dándole vueltas a la teoría de Luis del Pino, que desea que PP, Ciudadanos y UPyD tengan un buen resultado. Podemos estar de acuerdo en que algunos, especialmente los primeros, se lo merecen entre poco y muy poco, pero al final es preferible que en el Parlamento catalán haya una veintena de diputados no nacionalistas, con todos sus defectos, que no que la representación se quede en diez o doce. Otra cosa es el mal menor: eso es tener que escoger entre Lissavetzky y Gallardón. Además, viendo como el futuro presidente perdonaba la tara de hablar en castellano en tevetrés y como eso ha dado vía libre a la opinión subvencionada para llamar idiota a Albert Rivera y a la candidata del PP, que se pegó a su rueda, ya tienen un motivo de más para desearles un feliz domingo. Por cierto, volviendo al tema del frenopático, qué difícil es explicar, después de treinta años de terapia, que hablar en castellano en tevetrés es algo que debería ser normal.

Desde luego, si al final Ciudadanos consigue entrar en el Parlamento autonómico de nuevo, tendrá un mérito indudable. No sólo por el hecho de que se hayan recuperado de sí mismos, sino porque han entrado en un periodo de buena suerte y buena imagen, impensable hace un año. El cambio y el reconocimiento de errores pasados es más una impresión que una realidad, y es que, como ya les he dicho alguna vez, a Ciudadanos se le atribuyen las batallas y las causas de Pepe Domingo o de Paco Caja, cuando ninguno de los dos es de Ciudadanos, y cuando Ciudadanos ha ido a remolque de ellos, y el PP a remolque de todos los demás. Pepe ha recuperado su plaza, y Paco Caja cierra la lista de UPyD por Barcelona.

Los intelectuales han vuelto todos, menos Boadella y Teresa Giménez que están con UPyD. Han vuelto incluso los que se fueron con gran aparato eléctrico, ya fuera por lo de Libertas o por la fundación del partido de Rosa Díez. La baja de la candidata a la alcaldía de Barcelona y de algunos militantes más, la han suplido con creces con Joan López, ex diputado del PP, un tipo al que yo votaría se presentara por el partido que se presentara. Han recogido a los que no caben al lado de Rosa Díez, y han conseguido pasarle a ella todas las crisis y mini crisis de los primeros tiempos y su correspondiente amplificación. Cuatro años atrás, la baja de un militante censado en el segundo izquierda, escalera B, de la calle Barquillo doce, era considerada el inicio de una nueva crisis; hoy, errores de mucha más enjundia pasan desapercibidos. Incluso han conseguido que se obvie que en alguna provincia, en las listas de UPyD en estas elecciones hay más candidatos de Ciudadanos en 2006, que en las de Ciudadanos. Y, con todo ello, si las encuestas aciertan y no se ha inflado el globo, Ciudadanos está en condiciones de repetir el éxito de 2006.

Si eso acaba siendo así, será un mérito indudable. Les dejo para otro día analizar por qué después de cuatro años el PP sigue teniendo a su lado, más o menos a su izquierda, el mismo problema; si es que lo tiene, claro.


Libertad Digital - Opinión

El récord catalán. Por Edurne Uriarte

Cataluña tiene el dudoso honor de encabezar la clasificación de las mayores tasas de abstención de las elecciones autonómicas.

Cataluña tiene el dudoso honor de encabezar la clasificación de las mayores tasas de abstención de las elecciones autonómicas españolas, con un récord histórico del 45% en 1992 y un porcentaje no menos impactante del 44% en 2006. Dada la especial contribución a esas cifras del cinturón de Barcelona, es decir, del núcleo del voto del PSC, Cataluña bien pudiera batir mañana su propio récord de abstención. Es el principal interrogante sin resolver de unas encuestas que no dudan en señalar a los ganadores, CIU, y a los perdedores, el tripartito.

Y no es que la abstención constituya un signo incuestionable de crisis del sistema político pues grandes democracias como la estadounidense y otras más pequeñas pero igualmente estables como la suiza han convivido tradicionalmente con altas tasas de abstención. Pero la abstención da que pensar cuando afecta especialmente a una parte de un país, Cataluña, a un tipo de elecciones, las autonómicas, y a un tipo de electores, los votantes no nacionalistas.


Da que pensar sobre los sentimientos de alejamiento respecto de unos debates políticos, la nación catalana y sus vicisitudes, que no integran a una buena parte de la población. Y sobre la impotencia para cambiar el cursos de las cosas en unas elecciones donde las opciones ganadoras se reparten entre nacionalismo y más nacionalismo.

De hecho, el único cambio significativo posible en las elecciones de mañana es el que afecta al Gobierno de España. Pues un resultado tan malo del PSC como el anunciado por todas las encuestas menos la del CIS confirmaría el cambio de tendencia nacional y en el territorio clave para el triunfo socialista en 2008. La otra previsión pre-electoral, la victoria holgada de CIU, supondrá una continuación de lo mismo. De más nacionalismo, más etnicismo y más victimismo. Ahora con nombre de Concierto, antes de Estatut. ¿Como para quedarse en casa?


ABC - Opinión

Todo tan lejano.... Por Alfonso Ussía

Van a matar en Pakistán a una joven por ser cristiana y a la izquierda española le aburre el asunto. Es lógico. Bien muerta estará para nuestra retroprogresía. Los que han decretado su ejecución han sido extremadamente bondadosos y pacientes. Le han dicho que si reniega de su fe, le perdonarán la vida. Y ella, que es una retrógrada, se mantiene en su creencia y prefiere ser colgada de una viga a negar su cristianismo. El brutal islamismo del siglo X no preocupa a nuestros «buenistas» profesionales. Ni una voz alta, ni una protesta ante la embajada de Pakistán, ni una pancarta. Ni siquiera una pegatina diminuta reclamando el respeto a las creencias y las ideas de una chica pakistaní que se enfrenta a una sentencia de ferocidad medieval.

El embajador de Israel en Madrid ha reconocido su preocupación por el antisemitismo que impera en España. Toda la izquierda odia a Israel. Es palestina. Abomina del único Estado de Derecho de Oriente Medio. Israel se defiende del terrorismo palestino patrocinado por Siria. Se defiende y hace muy bien. Y nos defiende a todos los países occidentales. Si, como desea la izquierda española, el Estado de Israel desaparece, la bestialidad del medievo derribaría la última muralla de contención. El gran problema de Israel no es otro que ser un pedazo de Europa enclavado en la región de la furia islámica. En el fondo, y aunque no se atrevan a reconocerlo, para una buena parte de nuestra izquierda supuestamente pensante, los nazis se quedaron a medias. No terminaron con la benéfica culminación del exterminio. Fracasaron en el genocidio. Cuando los aliados descubrieron los campos de concentración y muerte de Auschwitz, Treblinka, Dachau, Buchenwald y demás estupendas instalaciones similares, hallaron centenares de miles de huesos judíos, pero no todos. Stalin lo hizo mejor. Claro, que Stalin era de los suyos. Pero tampoco acabó con los judíos.


Hace bien nuestra izquierda «buenista» en movilizarse cuando le sale de su tienda de nísperos. Pero no por ello haría mal en intentar disimular su falta de interés por la vida de una inocente que va a ser asesinada por el amigo del Islam. No sé, una cartita, un breve manifiesto firmado por los de siempre. Lo de esta chica es más grave que lo de Aminatu Haidar, y no se ha movido nadie. Ni Toledo, ni San Juan, ni Sabina, ni Monzón, ni Diego Botto, ni Diego sin Botto, ni los Bardem, ni Almudena Grandes. Reconozco que están muy preocupados con las elecciones de Cataluña, pero sólo les robaría cinco minutos para redactar una nota al embajador de Pakistán y pedirle que no maten a una joven por sus creencias religiosas. Salvarían la cara ante mucha gente que no entiende su escala de valores. Una soga atada al cuello es peor que la renuncia voluntaria a comer cuscús. Admito que enfrentarse o enfadarse públicamente con el Islamismo es más peligroso que hacerlo con Aznar. Pero de cuando en cuando conviene arriesgarse un poco, y más aún, cuando se tiene tanta costumbre y maestría en la redacción de manifiestos y sus posteriores rúbricas. Como con la ETA, siempre tan calladitos, excepto –hay que reconocerlo–, Joaquín Sabina, que supo arrepentirse y se enfrentó al terrorismo vasco con todas las letras. Pero esto me decepciona.

Odiar a los judíos y a la democracia de Israel entra en sus derechos de estalinistas. Pero olvidar la tragedia de una joven y no escribir ni una tarjeta de visita se me antoja ignominioso. Más caridad.


La Razón - Opinión

El liderazgo de Merkel. Por Hermann Tertsch

Merkel, desde su educación del rigor, no puede soportar la vacuidad y frivolidad del presidente español.

No está solo el presidente del Gobierno en el furgón de los perjudicados por la fortaleza y el éxito del Gobierno de Merkel, esa hija de pastor protestante a la que Zapatero se apresuró a llamar despectivamente «fracasada». El desprecio es mútuo. Merkel, desde su educación del rigor, no puede soportar la vacuidad y frivolidad del presidente español. Se asegura que detesta todo en Zapatero, formas y fondo, si esto significa algo. Ya le puso la cruz cuando percibió las malas artes de Zapatero en el caso EON y Endesa. Y desde entonces sólo ha visto confirmada su percepción del presidente como un tramposo, el peor desprecio imaginable para una prusiana. Pero en Alemania, los agraviados por su éxito son otros. Toda una generación de líderes democristianos, relativamente jóvenes y muy preparados —conjurados contra Merkel en el llamado «Pacto de los Andes»— han visto cómo se les ha pasado el arroz mientras no dejaba de crecer la figura de esta alemana oriental a la que en su día subestimaron. La mayoría —en eso la clase política alemana demuestra otro nivel— han recalado en la empresa privada. Ahora Merkel ha recibido más del 90% de votos en su reelección como presidenta de la CDU y todos sus rivales asumen que se jubilarán antes que ella. Sus éxitos son rotundos. El crecimiento de Alemania ya se acerca al 3,5%, el desempleo cae al 6% y varios estados federados hablan ya de pleno empleo. Además Merkel ha dejado claro que piensa dejar huella por algo más que este nuevo milagro alemán. Su desafío a la tradicional política marcada por la supremacía cultural eco-socialista, se ha manifestado ya con la prolongación de vida de las centrales nucleares. Y su política en contra de la falacia multicultural revela que aspira a que, como lograron Adenauer y Kohl, esta era alemana lleve su nombre.

ABC - Opinión

Pajín. Y Herodes abrió una guardería. Por Pablo Molina

Ahora los niños preocupan extraordinariamente al Gobierno socialista. Pues cuando convirtieron el asesinato indiscriminado de niños en un "derecho" (sic), no era eso lo que les afligía, sino el deseo de dar otro golpe de martillo pilón a la familia.

Espero que no quede alguien en España capaz de confiar en la sinceridad de Rubalcaba, porque una cosa es que seamos un país grotesco, que vota a una calamidad sonriente porque "parece buena persona", y otra muy distinta que la mayoría de españoles crea que el socialismo reforma las leyes pensando en el bien común, en cuyo caso más nos valdría ir haciendo las maletas.

Rubalcaba ha dicho que la alucinante reforma del código civil anunciada el jueves por una Pajín más aturdida de lo habitual, que destruye pro domo sua el principal pilar del Estado de derecho tal que la presunción de inocencia, se hace pensando en los niños, esas criaturas desamparadas que D. Alfredo quiere proteger del machismo imperante en una sociedad que conviene desmontar de arriba abajo. Poco importa que los jueces se hayan dado a la bebida ante el anuncio de una reforma legal que convierte a las garantías procesales en una entelequia en beneficio de una de las partes, la mujer, a la que el feminista de Zapatero ha decidido convertir en la excusa para su revolución. De lo que se trata no es de mejorar las leyes existentes, sino de torcerlas para imponer una agenda política radical determinada de antemano.


Así que ahora los niños preocupan extraordinariamente al Gobierno socialista. Pues cuando convirtieron el asesinato indiscriminado de niños en un "derecho" (sic) del que podían hacer uso incluso las niñas adolescentes no era eso lo que les afligía, sino el deseo de dar otro golpe de martillo pilón a la familia, célula imprescindible de todo orden social.

Los socialistas deciden quién vive y quién no. Si tienes la suerte de nacer te adoctrinan en el colegio y te embrutecen con la cultura de masas. Y por si acaso te escapas y amenazas con convertirte en un adulto decente, a partir de ahora ponen en marcha los mecanismos para que cualquier discusión doméstica acabe con uno de los "conyugues" despojado de sus derechos en una aventura judicial sin marcha atrás.

Pero todo esto es, como dice Rubalcaba, pensando únicamente en el bien de las criaturas. Pues no se rían. En cuanto lo repitan varios días consecutivos los locutores de los telediarios nacionales y salga el típico imbécil del PP opinando a favor, los socialistas habrán conseguido imponer otro jalón de su agenda por la vía de los hechos. Los españoles, para nuestra desgracia, somos así.


Libertad Digital - Opinión

España. Parole, parole. Por Eduardo San Martín

Unas horas después de esta estéril algarabía, asomaba en toda su gravedad la herida por la que España vuelve a perder la credibilidad.

Más allá de las dudas expresadas por el portavoz del PP, tal vez innecesarias y seguramente infundadas, y del trágico coro griego que le respondió desde el PSOE, con acusaciones más graves que las reservas formuladas por González Pons; detrás de toda la inútil hojarasca dialéctica con la que los grandes partidos alejan a los ciudadanos de la política cada día un poquito más; sólo unas horas después de esta estéril algarabía, asomaba en toda su gravedad la herida por la que España vuelve a perder la credibilidad provisionalmente recuperada tras los ajustes de mayo.

Lo había adelantado la mañana del jueves Joaquín Almunia, para escándalo y preocupación de sus compañeros socialistas. No, no era González Pons, aunque sus palabras no ayuden; los mercados, es decir, nuestros fondos de pensiones y de inversión, los gestores de nuestros ahorros, que esos son los principales acreedores de las deudas soberanas, tienen dudas de que el estado español salde sus cuentas pendientes si no cumple cuanto antes con los compromisos adquiridos hace meses y no les convence de que dispone de un modelo de crecimiento para después del apocalipsis inmobiliario. Las vacilaciones, las demoras, provocadas a lo que parece por el temor a enajenarse aún más el favor de sus menguantes electores, ese es el comportamiento que está minando la confianza en España, por mucho que Zapatero señalara a otros culpables en el Palau Sant Jordi. Y González, a su lado, lo sabía perfectamente aunque intentara tapar las vergüenzas de un sucesor por el que siente más bien poco aprecio.

Inmediatamente después, la realidad confirmaba los temores de nuestros prestamistas: ocho autonomías no van a cumplir el objetivo de deficit de 2011. Y sigue sin haber noticias de otras reformas pendientes, de cuya puesta en marcha el gobierno solo se puede culpar a sí mismo. Algo más serio que las palabras del PP.


ABC - Opinión

Campaña decepcionante

La campaña de las elecciones catalanas se cerró anoche con más pena que gloria para el tripartito fundamentalmente, que cuenta las horas para redactar su obituario. En general, no han sido días brillantes para una parte de la clase política que se ha desentendido de la ciudadanía e incluso de la coyuntura política y económica. Con alguna excepción, los partidos no han sabido responder a las inquietudes de la sociedad, algo que, por lo demás, ha sido la tónica en los últimos años. Se ha dejado pasar otra oportunidad para acercarse a los problemas reales de la gente y para cerrar la brecha de esa desafección gradual entre representantes y representados, responsable de la honda pérdida de confianza en buena parte de los dirigentes.

Cataluña es un territorio con importantes problemas. Una comunidad con 700.000 de sus ciudadanos en paro y con 15.000 empresas cerradas por la crisis merecía algo más que un puñado de vídeos más o menos intrascendentes y unas propuestas programáticas fantasmales. Es una apuesta sobre seguro que una inmensa mayoría del electorado desconoce las recetas de buena parte de los candidatos para salir de la crisis tras semanas de precampaña y campaña.


Es lógico que una de las principales preocupaciones sea el nivel de la abstención, sistémica en Cataluña desde hace varios comicios y que produce, por ejemplo, que un 12,3% del electorado no vote en las autonómicas y sí en las generales. Si la movilización depende de los reclamos más o menos porno, de las irrupciones chabacanas y los episodios chuscos que han marcado una parte sustancial de la oferta política, puede que la desbandada ciudadana alcance ese 50% que auguran las encuestas, y que, por lo demás, sería una debacle y una prueba irrefutable de la decadencia de una forma de hacer y entender la política.

Pero las generalizaciones son injustas. La campaña del PP ha significado la cara de la moneda y ha servido para constatar la consistente dinámica del partido bajo el liderazgo de Alicia Sánchez-Camacho, que ha contado con la constante presencia de Mariano Rajoy, sabedor de la trascendencia de Cataluña en la suerte de España. A diferencia de otros, los populares han protagonizado una campaña cercana a la gente, más humana, y han sabido conectar con las dificultades reales de la calle. Lejos de los debates estériles identitarios, han priorizado la crisis, el paro, la inmigración, el modelo educativo y el sistema sanitario en el marco de una Cataluña constitucional.

El voto de la centralidad y la moderación a los populares debe servir de contrapeso a los excesos ante la posibilidad de una mayoría holgada de CiU. Una posición estratégica del PP tras el 28N no sólo resultaría relevante por su proyección nacional, sino también la garantía de una gestión eficaz de los problemas que afectan a los catalanes. La derrota del tripartito no es sólo de sus tres socios, sino también del PSOE que permitió las excentricidades de Maragall. Lo es también de Zapatero que no supo o no quiso poner punto final a un experimento que le beneficiaba a corto plazo. Los excesos del tripartito han perjudicado la imagen de Cataluña y han provocado confrontaciones tan innecesarias como el Estatut. Como dijo Rajoy, el cambio comienza en Cataluña.


La Razón - Editorial

Una campaña ligera

Cataluña acude mañana a las urnas tras dos semanas con poca concreción de propuestas

La campaña electoral catalana, que ayer tocó a su fin, no ha conseguido ni movilizar a la ciudadanía ni concretar con claridad las distintas propuestas de los candidatos. Los tres meses de agitación de los partidos, desde que el presidente José Montilla fijó la convocatoria para el 28 de noviembre, apenas han servido para que cambiara la actitud del electorado. Al contrario, en este tiempo ha disminuido incluso la desazón política que dejó la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto, al igual que parecen haberse diluido los efectos de la manifestación que movilizó el 10 de julio a millares de catalanes en defensa de la integridad de su texto estatutario.

El virtual vencedor de los comicios, CiU, se ha movido en terrenos muy vaporosos en cuanto a propuestas, subido en la ola gigante que la sitúa al borde de la mayoría absoluta. Artur Mas, con su pacto fiscal Cataluña-España, ha tratado de capitalizar el descontento por la sentencia del Constitucional. Pero el dirigente de CiU ha evitado cuidadosamente convertirlo en algo inmediato y ha situado en 2013 la fecha "ideal" para comenzar a abordar la propuesta; todo fiado a lo que suceda tras las elecciones generales de 2012, cuando deberá decidir sus alianzas. Así escribió su historia el pujolismo, que siempre rehuyó los frentes nacionalistas.


El estado de gracia de Mas contrasta con la situación de José Montilla, el primer socialista español que lidia con las consecuencias de la crisis y el primero al que el tsunami ciudadano contra los recortes se va a llevar por delante. Su campaña ha tratado de sacar de casa a los 300.000 electores socialistas atraídos por la abstención. La presencia de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero ha tenido la voluntad de animar el granero de votos de la izquierda en el cinturón barcelonés. Pero lo único que pueden ofrecer los socialistas es una gestión más social de la crisis. El PSC intentó levantar la campaña con la propuesta de un cara a cara de Montilla con Mas. Después de rehuirlo durante los días anteriores de campaña fue finalmente la Junta Electoral la que acabó con esta súbita pretensión de última hora. Así la opinión pública se quedó sin ver la que podría haber sido la confrontación más sugestiva.

Junto a CiU, el PP puede beneficiarse parcialmente del tsunami de cambio, aunque en el mejor de los casos será tercero en Cataluña. La campaña popular ha bordeado la xenofobia en relación con la inmigración. El videojuego de las juventudes del PP, luego retirado de la Red, invitaba a liquidar a inmigrantes, amén de independentistas. Los populares han dirigido toda su artillería a rebañar votantes a partidos xenófobos y a hacerse con la bandera de la supuesta persecución lingüística, en competencia con Ciutadans.

Para complementar al PP, Esquerra ha vuelto, con sus exabruptos sobre la "fiesta fiscal" andaluza, a la fórmula de tensar las relaciones Cataluña-España. Se trata de una propuesta, como buena parte de las demás, tan liviana de contenido como retorcida y provocadora en la forma.


El País - Editorial

Que hable la Cataluña silenciosa

Por eso hay que ir a votar este domingo 28 de noviembre, para que la Cataluña silenciosa hable de una vez y no les entregue por incomparecencia el poder a los mismos gobernantes corruptos y liberticidas de siempre.

Los altos índices de abstención electoral en los países más estables, libres y con una democracia más consolidada son una señal de que la mayoría de la población prefiere concentrarse en sus propias vidas que en la res publica, pues sabe que la capacidad del poder político para alterarle la existencia es muy reducida. En otras comunidades, sin embargo, la abstención puede ser un signo de desafección hacia su clase gobernante o directamente una señal de irresponsabilidad por parte de una población que coloca todo el poder en manos de unos políticos que no dudan en restringir sus libertades.

Éste es precisamente el caso de Cataluña. En las elecciones del próximo domingo todas las encuestas vaticinan una alta abstención. Por un lado podría parecer una actitud comprensible, por cuanto el Tripartido ha terminado de hundir una Cataluña que dos décadas de pujolismo ya se habían encargado de asfixiar. Los últimos años de la región –precisamente los años de ese Estatut tan indispensable que iba a elevar el nivel de vida de los catalanes– serán recordados como unos de los más negros de su historia, salvando los que puedan venir de aquí en adelante. Al cabo, los dos partidos mayoritarios, CiU y el PSC, son los dos principales responsables de haber llevado a la comunidad autónoma a esta situación de colapso.


Por otro lado, sin embargo, no es admisible que se arguya que la cleptocracia nacionalista y socialista ha medrado políticamente durante 30 años a costa de la "Cataluña silenciosa" y que, en cada cita electoral, esa Cataluña permanezca silente. Es hora de que los ciudadanos que tengan vocación de serlo se reivindiquen y abandonen la cómoda pero peligrosa posición de siervos. Es posible que ninguna opción política que concurra el próximo domingo se ajuste a las exigencias y a la ideología de cada votante en particular, pero desde luego existen opciones claramente menos malas que otras.

El cambio en Cataluña no pasa por que CiU le arrebate el Govern al Tripartito, sino por que se abandone la autocracia nacionalista que desde siempre la ha sometido y por que se restaure un régimen de libertades que limite el poder político y permita a cada ciudadano catalán vivir su propia vida sin la torticera voluntad dirigirista y constructivista de su clase política. Por eso hay que ir a votar este domingo 28 de noviembre, para que la Cataluña silenciosa hable de una vez y no les entregue por incomparecencia el poder a los mismos gobernantes corruptos y liberticidas de siempre. Que la mayoría de la población se abstenga o vote en blanco en una situación de emergencia regional y nacional es lo mismo que salir a la calle a entonar el tan español "¡Viva las Caenas!". Esperemos que el domingo las cosas tomen, por primera vez en 30 años, un nuevo rumbo; un rumbo que no se dedique a aniquilar las esferas de libertad individual sino a ampliarlas tanto como sea posible.


Libertad Digital - Editorial

En el filo del abismo

Ante la grave situación que atravesamos, lo único que se le ocurre al Gobierno es volver a tachar a Mariano Rajoy de antipatriota.

EL patriotismo oportunista al que ha apelado Zapatero —en Cataluña, a mayor sarcasmo— para criticar a Mariano Rajoy es inútil frente a la actitud de los mercados y organismos internacionales que ven en España un riesgo agravado para la estabilidad de la zona euro. Hacer creer a los españoles que la imagen de España ante los mercados depende de que el líder de la oposición se sume a los diagnósticos falsarios del Gobierno es el enésimo intento de engaño que acomete el Ejecutivo para esquivar una crisis que le alcanza de lleno.

La situación de la economía española es inocultable para los inversores y las instituciones europeas, como reflejan el incremento imparable de la prima de riesgo de nuestra deuda y los negativos juicios de los medios especializados que señalan ya a Zapatero como el responsable de lo que pueda sucederle al euro. Lo que de verdad influiría en la confianza de los mercados hacia España es que la crisis encontrase respuesta en un plan de reformas inmediatas, con contenido estructural y objetivos ambiciosos. Sin embargo, no solo no encuentran esta reacción en las decisiones del Gobierno, sino que además se topan con la declaración de Rodríguez Zapatero de que no hacen falta más ajustes y de que se equivocan los analistas que ponen en duda la economía española para ganar dinero a corto plazo. Todo esto, mientras en Europa se especula con la necesidad de ampliar el fondo de rescate por si hubiera que emplearlo en España, cuya crisis es comparativamente menor que las de Grecia e Irlanda, pero mucho más peligrosa para el euro por la dimensión de nuestra economía.

El horizonte se oscurece en toda Europa, especialmente después del anuncio de que Bruselas repetirá los «test de estrés» del sistema bancario porque el fracaso irlandés de esas auditorías ha puesto en cuestión la certeza de los datos económicos sobre los que se han tomado, u obligado a tomar, importantes decisiones. Pero ante esta grave situación lo único que se le ocurre al Gobierno es colocar al Partido Popular como chivo expiatorio de la crisis y volver a tachar a Rajoy de antipatriota. A eso ha quedado reducida la política de Rodríguez Zapatero contra la peor crisis en casi un siglo: a una absoluta pasividad frente a unos acontecimientos que le superan.


ABC - Editorial