jueves, 9 de diciembre de 2010

La letra, con sangre entra. Por M. Martín Ferrand

Los nuevos métodos didácticos nos harán añorar la salvajada que inmortalizó el genio de Fuendetodos.

EN el Museo de Zaragoza se conserva un pequeño cuadro de Francisco de Goya de menos de un palmo de alto y poco más de otro de anchura. Lleva el título que he tomado prestado para esta columna y muestra, con clara intención burlona, a un maestro de escuela que, con un flagelo en la mano, castiga las desnudas posaderas de uno de sus alumnos, humillado y puesto con las nalgas en pompa para mejor conciliar en él la vergüenza y el dolor. Otros chicos lloriquean como muestra de haber recibido ya su dosis de estímulo didáctico y los demás, mientras un perro corretea junto al maestro, estudian o simulan hacerlo para no recibir otra carga de conocimientos en su popa.

En aquel tiempo no existía el informe PISA ni cosa parecida y no es fácil establecer comparaciones entre la eficacia docente de finales del XVIII, cuando Goya pintó el cuadro, con la del arranque del XXI, cuando los alumnos, en su mayoría, no rebuznan porque la configuración de la garganta humana no se presta a ello. Una vez más estamos en el pasmo de nuestra mediocridad educativa y, peor aún, del analfabetismo funcional que alcanza a millares de nuestros jóvenes de quince años que leen, pero no entienden lo leído. Es decir, que no saben hacerlo y que son víctimas de un ambiente familiar laxo y de unos planes de enseñanza funestos.

Algo pudiera haber en este mal como consecuencia de la deseable masificación de la enseñanza primaria. La Institución Libre de Enseñanza, por ejemplo, creada para la formación de minorías, no desbarataba por eso derroteros y tenía como meta una excelencia que hoy se desprecia y rechaza. Mucho hay también de los planes educativos que, desde los últimos años del franquismo, vienen abaratando los niveles de exigencia. En los últimos veinte años hemos tocado fondo y, sin consolarnos por la globalización del proceso, vemos llegar a la universidad a una minoría tan magnífica como escasa y a legiones de alumnos desinteresados e indolentes, faltos de conocimientos elementales, sin los hábitos necesarios para el progreso académico y, materialmente, enganchados a una pantalla electrónica que constituye el centro moral y cultural de sus vidas.

No parece prudente reproducir estampas como la de Goya, pero tampoco lo es la tolerancia establecida en las familias —¡ya sufrirán cuando sean mayores!— ni la falta de exigencia en las escuelas, sean estas públicas, concertadas o totalmente privadas. El futuro tiende a peor. Los nuevos métodos didácticos que tratan de implantarse, desde la enseñanza colaborativa en adelante, nos harán añorar la salvajada que inmortalizó el genio de Fuendetodos.


ABC - Opinión

La crisis de los controladores, en el Congreso y la Fiscalía. Por Antonio Casado

Nos trae la jornada de hoy dos anotaciones relevantes en la crisis de los controladores. Una política, en el Congreso. Y otra judicial, en la Junta de Fiscales, convocada en Zaragoza. Los dos frentes abiertos en la determinación de responsabilidades por el caos del fin de semana, deliberadamente creado por este colectivo como palanca de sus reivindicaciones, y las medidas adoptadas después por el Gobierno para poner fin al desbarajuste del pasado fin de semana.

Impunidad para nadie. De acuerdo. Que el Gobierno responda ante el Parlamento, y ante los tribunales si alguien cree que ha desbordado el marco legal. Y los controladores, ante su propia empresa en aplicación del régimen disciplinario y también ante los tribunales penales si alguien cree que han podido cometer algún delito. Como es el caso. Como también es el caso que, en el ámbito político, no todos los partidos creen que las medidas tomadas por el Ejecutivo, especialmente la declaración del estado de alarma, han sido las más adecuadas.
«No todos los partidos creen que las medidas tomadas por el Ejecutivo, especialmente la declaración del estado de alarma, han sido las más adecuadas.»
La cita política es a las diez de la mañana en el Congreso, donde el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, debe explicarse ante los representantes de la soberanía nacional. Es la primera vez que se declara el estado de alarma en nuestra reciente historia democrática. Habida cuenta de que se había colapsado la prestación de un servicio público esencial -el tráfico aéreo-, el Gobierno necesitaba reforzar su autoridad con medidas excepcionales por razones de interés general, nos dirá Zapatero. Pero no todos los partidos tienen por qué compartir sin más los medios utilizados por el Ejecutivo para desactivar el poder conminatorio de los controladores aéreos.

El debate está servido, en formato reducido de los llamados de totalidad, de carácter monográfico y sin votación. Habrá una explicación inicial del presidente y diez minutos para cada portavoz. Todos pendientes de Mariano Rajoy, líder del PP, que en principio expresará su apoyo al Gobierno, sin dejar de reprocharle imprevisión y desidia desde que el Congreso puso en sus manos, por unanimidad, la normativa legal aprobada el 5 de febrero de este año. Aquella norma, que modificó el régimen jurídico y laboral de los controladores, se presentó como la herramienta definitiva para terminar con el recurrente chantaje de los controladores desde que en 2005 la empresa denunció el abusivo convenio colectivo firmado en 1999. Por cierto, cuando el ministro de Fomento era Arias Salgado y el presidente Aznar le pidió que arreglase a cualquier precio la angustiosa escasez de controladores para un tráfico aéreo que se había multiplicado en España.

Decía que la segunda cita importante de hoy es en Zaragoza. El fiscal general, Conde Pumpido, y los fiscales superiores de las Comunidades Autónomas fijarán un criterio de actuación común para los supuestos delictivos en los que pueden haber incurrido los controladores. Sobre todo el de sedición, que prevé penas de cárcel pero no están claros sus perfiles en lo que hace al caso. De cualquier modo, se trata de aplicar el principio de unidad de actuación y dependencia jerárquica establecido en el artículo 124 de la Constitución España, que define en esos términos el papel del Ministerio Público en el Estado de Derecho.


El Confidencial - Opinión

El civil y el militar. Por Edurne Uriarte

El militar es aquel que hace el mismo trabajo que el controlador civil por unas diez veces menos de salario.

Muchos ciudadanos lo destacan en los debates online en las últimas horas. El militar es aquel que hace el mismo trabajo que el controlador civil por unas diez veces menos de salario, sin ataques de angustia o de estrés, y sin que en ningún caso se le pase por la cabeza secuestrar a los ciudadanos en los aeropuertos para hacer reivindicaciones laborales. A lo que habría que añadir que el militar es también aquel que, bajo las estrictas órdenes del Gobierno, se pone al frente del control aéreo y libera a los ciudadanos del secuestro al que han sido sometidos por un civil.

Esa es la realidad del estamento militar en las democracias actuales. Por eso sorprende que aún se escuchen voces, increíblemente, algunas desde la derecha, que se alarman por los estados de alarma o por la intervención de los militares. Apelando al recuerdo de estados de excepción o de medidas tomadas en periodos dictatoriales que en absoluto tienen que ver con los problemas de las sociedades del presente. Y mucho menos con el papel de los militares.


En las democracias, las alarmas, el miedo y las amenazas provienen más bien de la llamada sociedad civil. El ejemplo más extremo y terrible es, obviamente, el terrorismo. Pero, desde ese extremo del terror civil, hay un sinnúmero de crisis y amenazas que se originan en la sociedad. Y ante las cuales los militares son, como en el caso que vivimos, garantía de tranquilidad y de seguridad.

En otras palabras, que el papel de los militares ha cambiado radicalmente respecto de las teorías izquierdistas de los años sesenta y setenta. Incluso de las teorías izquierdistas muy recientes. Y si cincuenta años de terrorismo no han sido suficientes para entenderlo, crisis como la de este fin de semana deberían ayudar a integrar las nuevas realidades. Y lo digo por algunos sectores de las élites. Porque los ciudadanos sí lo tienen muy claro.


ABC - Opinión

Aniversario. Lennon o la invención del pasado. Por Cristina Losada

Un "pacifismo" selectivo, dirigido contra quienes combatían la expansión del comunismo y alentado por la propia Unión Soviética. De haber triunfado, hoy cantaríamos loas a un Kim Jong Il o a un Ceaucescu.

Como todos los 8 de diciembre, el aniversario del asesinato de John Lennon sirve menos para recordar al músico de talento que al "rebelde" que, al parecer, encarnaba como pocos el malogrado artista. Ya hemos hecho de él un apóstol y un mártir de no se sabe bien qué causas. O sí: representa los sueños de los sesenta, cuando los jóvenes, sujeto revolucionario del momento, creyeron que podían "cambiar el mundo". De ahí la pretensión de dotar a su asesinato de un significado que trascienda el hecho, terrible pero simple, de que un perturbado mate al hombre del que es fan, o sea, fanático.

Para los fabricantes de mitos de ocasión, Lennon era un indomable luchador contra el "sistema", que sea lo que sea, siempre es malo y siempre es capitalista. Rememoran el famoso bed in de John y Yoko, realizado en un lugar tan antisistema como la suite presidencial de un Hilton. Cierto que su "no a la guerra" fue más creativo e ingenuo que el que vendría luego, pero no dejaba de ser típico de la Guerra Fría: un "pacifismo" selectivo, dirigido contra quienes combatían la expansión del comunismo y alentado por la propia Unión Soviética. De haber triunfado, hoy cantaríamos loas a un Kim Jong Il o a un Ceaucescu.


En esos relatos que se prodigan, el asesinato de Lennon simboliza el fin de las ilusiones concebidas en aquella década: muertas las esperanzas de construir un mundo mejor, uno en el que reina la paz y sólo necesitamos amor, advinieron tiempos sombríos. Un dictamen que se refiere a los tiempos de Reagan y Thatcher y que siempre elude la existencia del imperio comunista, cuyos amos, por cierto, veían el pop, el rock y el jazz como una degeneración burguesa.

Así nos cuenta la historia la mitología al uso. Toda una invención del pasado de la que, tal vez el propio Lennon, un hombre inteligente, echaría pestes. Y que aún resulta más extravagante cuando se traspone a España, donde sólo cinco mil personas asistieron al concierto de los Beatles. Aunque igual todo el mundo estuvo allí, del mismo modo que todo dios corrió delante de los grises y vivió, en París, el famoso mayo. La tendencia a la mitificación incluye ahora, como regalo, la mitificación de la propia biografía. No se quiere minimizar con ello la influencia social de los Beatles. Ni la que ejercieron tantos grupos de la época en cuanto a la difusión de conductas vitales y actitudes políticas. Al contrario, tuvieron un influjo enorme. Y de efectos destructivos para muchos, incluidos ellos mismos.


Libertad Digital - Opinión

El cáliz. Por Ignacio Camacho

Zapatero privatiza empresas, recorta subsidios, militariza servicios. ¿Qué agenda le puede ya reprochar al PP?

NO presidía Sarkozy, ni Cameron, ni Merkel, ni Berlusconi, ni siquiera Aznar, sino José Luis Rodríguez Zapatero, el Gobierno que en un solo día, el pasado viernes, adoptó las decisiones siguientes: Privatizar la gestión de los aeropuertos y la lotería, suprimir el subsidio de desempleo a los parados sin cobertura, rebajar los impuestos de las pymes y militarizar el servicio de control aéreo. Medidas probablemente necesarias todas ellas y en su mayoría bien encaminadas para luchar contra la crisis y normalizar el caos repentino desatado por la sedición de los controladores en la aviación española. Pero lo que en ningún caso puede decirse de ellas es que se trate de resoluciones propias de un gobernante socialdemócrata y antiautoritario, cansado de repetir su inalterable y fervoroso amor por la socialdemocracia y el antiautoritarismo. Del hombre que dijo muy solemnemente que «la salida de la recesión será socialdemócrata o no será». Del adalid de la política indolora que denostaba las fórmulas neoliberales culpándolas con simplismo pedagógico del colapso económico y financiero.

Privatizar empresas, recortar subsidios, militarizar servicios. Y por decreto-ley. Eso se le plantea a Zapatero hace dos años —qué dos años: seis meses— y habría soltado un discurso muy suficiente y despectivo sobre su incompatibilidad con las recetas antisociales de la derechona. Ha sido él, sin embargo, el que ha puesto su firma al pie de unos decretos urgentes que provocarían urticaria moral al político que decía ser. (Bueno, no de todos: por alguna razón insuficientemente explicada —¿acaso un último escrúpulo ideológico, un reflejo de remordimiento, una señal codificada de que la decisión la tomó Rubalcaba?—, el del estado de alarma lo suscribió el ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui). Unas medidas que, sumadas a las de mayo, entierran de forma concluyente siete años de política en dirección opuesta y desnudan con impía claridad una clamorosa abdicación de principios.

Al aceptar esta meridiana renuncia de sus propias convicciones con tal de permanecer en el poder, Zapatero se inmola como dirigente de futuro y anula el discurso electoral de cualquier eventual sucesor. ¿De qué oculta agenda de intenciones antisociales puede él o cualquier otro acusar ya al PP? ¿De vender empresas públicas? Ya las ha vendido él. ¿De congelar pensiones? Ya las ha congelado. ¿De suprimir prestaciones sociales? Ya las ha suprimido. ¿De bajar salarios? Ya los ha bajado. Y a todo ello le ha añadido la militarización forzosa de un colectivo civil, expresión extrema de autoritarismo. Acaso tenga aún que pasar, si se empeña en continuar en el cargo, por nuevos y más dolorosos ajustes, por otras demoledoras deconstrucciones de su avatar público. El cáliz del pragmatismo, que es el de su fracaso ideológico y político, todavía conserva para él algunos tragos de amargura.


ABC - Opinión

Anglada. Un aprendiz de racista. Por José García Domínguez

Barrera, ilustre militante de la Esquerra, no hace tanto sentenció solemne: "Los negros de Estados Unidos tienen un coeficiente intelectual inferior al de los blancos". Memorable aserto que sería bendecido con el clamoroso mutismo del establishment local.

Es sabido que los malhechores tienen por costumbre universal gritar "¡Al ladrón, al ladrón!" con tal de sembrar el desconcierto mientras se dan a la fuga. Así también el Tripartito. De ahí que cierto Oriol Amorós, archipámpano cesante en un negociado bajo usufructo de la Esquerra, haya anunciado acciones legales por xenofobia no contra sí mismo y su partido, tal como aconsejaría la lógica, sino contra un tercero. Y es que la Generalidad, siempre alerta en busca de la paja en el ojo ajeno, cree haber detectado incitación al odio étnico en el programa de un Josep Anglada, bisoño aprendiz en el oficio al lado de semejantes fiscales. A fin de cuentas, ese racismo tan elemental en su ruda tosquedad, el que en efecto postula Anglada, no supone ninguna novedad ajena a la tradición canónica del catalanismo político. Aunque los interinos de Montilla ya no parezcan recordar que Heribert Barrera, fervoroso entusiasta de la higiene racial (catalana, huelga decir) y de la eugenesia, presidió hasta hace nada el Parlament.

El mismo Barrera, ilustre militante de la Esquerra, que tampoco hace tanto sentenciara solemne: "Los negros de Estados Unidos tienen un coeficiente intelectual inferior al de los blancos". Memorable aserto que al punto sería bendecido con el clamoroso mutismo cómplice del establishment local. Una losa de silencio pareja a la que aún cubre el más célebre párrafo de La inmigración, problema y esperanza para Cataluña, magna obra de Jordi Pujol i Soley. Aquella perla nunca repudiada por su muy honorable autor que auguraba apocalíptica:
«Ese hombre anárquico y humilde [el inmigrante andaluz] que hace centenares de años que pasa hambre y privaciones de todo tipo, cuya ignorancia natural le lleva a la miseria mental y espiritual y cuyo desarraigo de una comunidad segura de sí misma hace de él un ser insignificante, incapaz de dominio, de creación (...) si por la fuerza numérica pudiese llegar a dominar la demografía catalana sin antes haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña.»
Se larvaba el drama infantil que doña Marta Ferrusola nos confesó en público años después. "Hoy no puedo jugar, mamá: todos los niños son castellanos", le dijo por aquel entonces su amado hijo Oriol Pujol. ¿Anglada? Que lo contraten de becario.

Libertad Digital - Opinión

Filtraciones. Por Javier Rupérez

«Washington debe tomar inmediatamente medidas para impedir estos embarazosos incidentes. El problema no es tanto el comprometer la seguridad nacional propia o ajena sino la generalización de la desconfianza que la filtración genera».

DEJARÍAMOS de ser humanos si no lleváramos encerrado en nuestro almario un ingente volumen de curiosidad insatisfecha. El mirón, el «voyeur», el «peeping tom», es un arquetipo literario porque fue primero, y sigue siendo, una poderosa realidad vital. Una de sus variantes, el espía, cubre brillantemente los anaqueles de bibliotecas y librerías. Mecida entre la credulidad de las teorías conspiratorias y la necesidad de encontrar fuentes para corroborarlas, la humanidad se acerca con pasión al taumaturgo que le desvela los secretos de la imaginación frustrada. Para muchos la respuesta a ese impulso cósmico está hoy encarnada en Wikileaks y en su fundador y líder, el australiano Julian Assange, a lo que parece no solo lanzado a la cruzada de revelar lo que complotan los malignos norteamericanos, sino también, entre cotilleo y cotilleo, y según la fiscalía de la muy exigente y calvinista Suecia, dedicado al sano deporte de violar a sus colaboradoras. A lo mejor eran solo cebos colocados por la perversa CIA para hacer hocicar al ángel albino de la transparencia. Y así estamos: esperando la entrega correspondiente del capítulo diario del folletón, cuya longitud exacta desconocemos, cual si de la nunca bien recordada «Ama Rosa» se tratara, para saber de quién tenemos que reírnos hoy, cuál es la última barrabasada de los diplomáticos estadounidenses o la cara que pondrán los líderes y jefecillos de turno al ver reproducidas en letras de molde sus confidencias mientras tomaban té, o whisky, con el embajador de Washington. Esto sí que es un culebrón.

Los medios que se han prestado a difundir en exclusiva las revelaciones del filtrador profesional lo hacen con desgarradores pucheros de saurio: dicen haberse prestado a la maniobra, cuyos perfiles de ilegalidad son evidentes, solo en aras de la sacrosanta transparencia informativa y siempre defendiendo la libertad de información, faltaría más, no sin antes mostrar su rostro de responsables miembros de la comunidad, al afirmar que han borrado aquellas referencias nominales que hubieran podido resultar lesivas para las personas mencionadas. Lo hacen también asegurando que los sorprendentes y novedosos contenidos que el privilegiado lector irá recibiendo a lo largo de los días, o de los meses, o de los años, porque doscientos cincuenta mil documentos adecuadamente dosificados dan para muchas ediciones de periódico, muestran en toda su desnudez los turbios manejos de la diplomacia de la gran potencia y anuncian ominosamente que Assange y sus muchachos y muchachas —no se sabe en qué grado de integridad estas últimas— han conseguido abrir un nuevo y definitivo capítulo en las relaciones internacionales. Lo cual, como fácilmente se comprenderá, es abiertamente incierto. No lo es tanto, sin embargo, la esperanza con que los guardianes del Grial filtrador aguardan el incremento en el número de ventas de sus respectivos productos. Dicen que el «Washington Post» y el «Wall Street Journal» rechazaron las ofertas del huidizo desvelador de secretos. A lo mejor les sobra tirada. O decencia. Nunca se sabe.

El caso es que por lo que vamos sabiendo no hay en realidad nada que no supiéramos ya. Claro, el factor de morbo se ve exponencialmente incrementado al comprobar que las sabidurías convencionales ampliamente compartidas sobre las intenciones, los comportamientos y los intereses de la diplomacia americana encuentran eco en las opiniones de los cualificados interlocutores, tal como han sido escuchados por los enviados de Washington, y para los interesados de las notas a pie de página no faltaran matices reveladores, pero nuevo, lo que se dice nuevo, prácticamente nada. No nos hacían falta Assange y los telegramas robados con que diariamente nos obsequian sus portavoces para saber que Washington está preocupado con la carrera nuclear iraní, con la falta de respuesta china a las peticiones para que modere las ínfulas de Corea del Norte, con el narcotráfico en Afganistán, con la financiación de los islamistas radicales o con los infinitos meandros de la política europea y de sus responsables. Cuando se trata de nuestro propio patio de vecindad, donde uno tendría la tentación de añadir detalles de color a las sobrias descripciones burocráticas de los funcionarios americanos en Madrid, tampoco encontramos nada que no sea ampliamente previsible, incluso en los inevitables despistes. Pero de ello a deducir que nos encontramos ante una nueva fase de la diplomacia mundial y sumergidos en el conocimiento de secretos poderosos e inimaginables dista un imposible abismo.

Más bien lo que tenemos entre manos es una descripción minuciosa y forzosamente monótona de lo que hace y debe hacer un diplomático, tanto más si representa a la mayor potencia mundial: conocer a gente, averiguar sus opiniones, transmitir recados, recabar apoyos, solicitar favores. En definitiva, lo que hace cualquier diplomático, sea cual sea su nacionalidad. Y no deja de causar satisfacción el comprobar que en el cumplimiento de sus instrucciones los americanos no traspasan ninguna frontera legal ni promueven causas con las que las sociedades occidentales no estuvieran de acuerdo: la lucha contra el terrorismo, contra el narcotráfico, contra la proliferación, la promoción de la estabilidad, la búsqueda realista de la paz. Si eso es todo lo que Assange ha encontrado para desacreditar a los Estados Unidos —motivo este que parece guiar obsesivamente todas sus acciones—, debe buscar claramente en otra parte. ¿Para esto tanto ruido?

En realidad el ruido está en la vulnerabilidad de un sistema reservado de comunicaciones que ha permitido la intrusión indebida de Assange, sus cómplices y compinches. Como en tantas ocasiones ha ocurrido con otros tantos temas, los enemigos de la sociedad libre utilizan sus mecanismos para intentar destruirla. Es harto improbable que el australiano pudiera dirigir con éxito sus venenosas intenciones —que seguramente tampoco alberga— contra China, Irán, Cuba o Rusia. A cualquiera de esos países le faltaría tiempo para cortar de raíz la posibilidad técnica de difusión con la que hasta ahora ha contado Wikileaks. Por no evocar escenarios truculentos: ¿no se acuerdan ustedes del espía ruso asesinado con polonio cuando intentaba traficar con secretos nucleares rusos?

Washington debe tomar inmediatamente medidas para, en la medida de lo posible, impedir estos embarazosos incidentes. Porque el problema no es tanto el comprometer la seguridad nacional propia o ajena sino la generalización de la desconfianza que la filtración genera. A lo mejor eso era lo que el australiano perseguía. Pero el daño es evidente: ni el presidente del Yemen, ni el Rey de Arabia Saudí ni la mayor parte de nuestros políticos —salvo aquellos que siempre han mostrado su disposición a mover ágilmente la cintura al ritmo del viento dominante— se mostrarán dispuestos a repetir fácilmente entrevista con el embajador de los Estados Unidos o con sus colaboradores, a riesgo de ver sus palabras repetidas en tamaño de titular a toda página. Lo de Assange no es un roto irremediable, pero si un grave descosido. Hay que remendarlo cuanto antes.


Javier Rupérez es Embajador de España

ABC - Opinión

Ahora le toca a Zapatero

Si hasta hoy la atención y la ira de los españoles, suscitadas por el caos aéreo, se han centrado en los controladores, a partir de ahora la carga de la prueba pasa al Gobierno. Ha quedado meridianamente claro que los técnicos de vuelo cometieron muy graves irresponsabilidades; ahora le toca al Ejecutivo demostrar que ha gestionado correctamente la crisis, que no ha incurrido en abuso de poder y que no ha manipulado la legislación para dar cobertura a sus decisiones. Será el presidente Zapatero, hasta ahora apartado en un segundo plano de forma premeditada, el que tendrá que explicar hoy en el Congreso los motivos, las bases jurídicas y las garantías constitucionales en los que se apoyó para militarizar, primero, la gestión del tráfico aéreo y declarar, después, el Estado de Alerta. Porque no está nada claro que se haya empleado adecuadamente ese mecanismo que la Constitución y la Ley Orgánica de 1981 ponen a disposición de los poderes públicos para hacer frente a catástrofes naturales, crisis sanitarias o severo desabastecimiento de productos básicos. Pero lo que sucedió el viernes y el sábado pasados fue un conflicto laboral que no parece encajar en los supuestos previstos para un Estado de Alarma. Tampoco parece ajustarse a derecho la militarización de los controladores, sólo aceptable constitucionalmente en Estado de Sitio. He aquí, por tanto, el núcleo sobre el que debería girar hoy el debate parlamentario. Una cosa es que el Gobierno haya actuado con eficacia para restablecer el tráfico aéreo en el menor tiempo posible y otra bien distinta que para lograrlo haya utilizado herramientas inapropiadas o que haya vulnerado la ley, lo cual no sólo acarrearía el quebranto de la legalidad, sino que también podría invalidar los expedientes judiciales abiertos a los controladores. Ni que decir tiene que además se pondría en marcha la reclamación de indemnizaciones astronómicas por parte de los técnicos. En suma, en el debate de hoy cabe esperar del Gobierno que informe con escrupulosa transparencia y del PP que no renuncie a esclarecer hasta la última sombra de duda. El líder popular ha actuado con responsabilidad y sentido de Estado al apoyar el restablecimiento de la normalidad rehusando la pugna partidista. No obstante, una vez alcanzado el objetivo primordial, es obligado que Rajoy someta la actuación gubernamental a la prueba de la legalidad y de los derechos constitucionales. Pero esto no es todo. Queda pendiente saber si el Gobierno planteará la prórroga del Estado de Alarma para garantizarse unas vacaciones navideñas sin sobresaltos en los cielos. Sería rechazable que así fuera. El ministro de Fomento, el otro gran protagonista de esta grave situación, tiene el deber de resolver el conflicto laboral sin abusar de métodos tan extraordinarios y lesivos para la normalidad democrática como la militarización y el Estado de Alarma. Ningún gobierno decente encubre su ineficacia prolongando unas medidas legales reservadas a casos muy excepcionales, porque es tanto como devaluar la normalidad democrática y primar las medidas autoritarias. Y estamos hablando de una negociación sindical y laboral que debe resolverse por los cauces que le son propios.

La Razón - Editorial

!La Guardia Civil al servicio del pueblo! Por Manuel Rosa Recuerda

Mi buen amigo José Piñeiro y mejor compañero, me pide a bote pronto este artículo, para conocimiento general de los GUARDIAS CIVILES y lo más importante de la SOCIEDAD a la que servimos y nos debemos, o deberíamos. Me vienen así tantos recuerdos, que debo por ello hacer honor a mi segundo apellido. Todo comenzó aquel 20 de Septiembre de l.986,cuando a las l3´00 horas presento en conducto reglamentario un derecho de petición amparado en el Artículo 29 de la Constitución, solicitando en esencia me autorice el Excmo. Señor Secretario de Estado (D.RAFAEL VERA Y FERNANDEZ HUIDOBRO),recoger más firmas pertinentes a fin de legalizar en la Guardia Civil una ASOCIACION PROFESIONAL al amparo del Art.22 de la Constitución, entrando así con voz propia en el Acuerdo Económico y Social que estaba llevando a cabo con el Cuerpo Nacional de Policía, el indicado Secretario de Estado. En el momento de la entrega del documento al Capitán CARLOS CACERES ESPEJO, sin Don, pues para mí perdió todos los honores, se levantó y apretando mi mano se atrevió a decir! CABOS DEMOCRATAS COMO USTED HACEN FALTA EN LA GUARDIA CIVIL!.Fue un iluso si creyó que me lo creí, pues ambos sabíamos lo que nos iba a ocurrir .Yo ya cumplí mi parte, SEDICION MILITAR, pero cabe preguntarse tras las torturas dicho día, registro de los domicilios sin la presencia del detenido, terror infligido a esposa y tres niños pequeños, que sólo sabían preguntar aterrorizados que dónde estaba su padre, etc.,etc, sólo por un derecho de petición.

Nadie sabía nada de la UNION DEMOCRATICA DE GUARDIAS CIVILES, --UDGC-- pues eso estaba tan solo en mi pensamiento. ¿Que sustancia me aplicaron para sacármela del cerebro? El que en todo momento se identificó como Secretario del Juez Togado Militar, identificado por periodistas como JULIAN HERNANDEZ DEL BARCO, Teniente de los Servicios Especiales de la Guardia Civil, aún hasta hoy me ha sido imposible identificarlo y que se le tome declaración.¿Quien le protege?¿Quién ampara al torturador?¿Estamos en un Estado de Derecho o esto son reductos del franquismo y con mi caso deben desaparecer?.

Eran tantas las claves que debía despejar, para llevarlos a los TRIBUNALES ORDINARIOS DE JUSTICIA y tantas las dificultades para poner a LA GUARDIA CIVIL AL SERVICIO DEL PUEBLO, como policías conformadoras de LAS FUERZAS Y CUERPOS DE SEGURIDAD DEL ESTADO, aseguradoras de los DERECHOS DE LOS CIUDADANOS¿?. El que no tiene derechos asegurando los de los ciudadanos, o sea la zorra guardando las gallinas, como buena madre.

Unos escribieron, que yo era PROMETEO, otros que era SISIFO, que por un lado, robaba el saber de los dioses y lo daba al pueblo para que adquirieran la cultura que los hace libres. Lo cierto es que me obligaron a ser fuerte y diariamente subir la gran roca ,por la ladera y vuelta a rodar hasta abajo y vuelta a subir, con las águilas comiéndome a diario las entrañas. Presenté los Estatutos, Acta fundacional y Exposición de motivos de la
UNION DEMOCRATICA DE GUARDIAS CIVILES, desde la Prisión Militar de Alcalá de Henares(Madrid),donde me "doctoré" en Derecho Constitucional, me leí todas las Sentencias del Tribunal Constitucional promulgadas hasta entonces y por ello supe que según la STC 81/83,a los 20 días la meritada Asociación tenía la PERSONALIDAD JURIDICA adquirida, pero el Registro de Asociación dijo que como era una Asociación profesional reivindicativa, ello significaba que era UN SIDICATO incidió en la ilegalidad borrando de un plumazo mis derechos constitucionales. Recurrí contra tal tesis, a la Audiencia Nacional y Margarita Robles, entre otros lo confirmó, igual ocurrió con el Tribunal Supremo hasta agotar la vía y llegar al Constitucional, que declaró el derecho y ya aunque SINDICATO eramos legales !que iluso quien lo crea!. El Registro, aún hoy sigue sin darle un número, con lo fácil que es. Lo mismo paso con la Oficina del DEFENSOR DEL GUARDIA CIVIL, Vuelta a subir la pesada roca. Aquel 20-Septiembre-1986 comencé con el HABEAS CORPUS, otra titánica lucha que desembocara en un REGIMEN DISCIPLINARIO ESPECIFICO, después de CIENTO CINCUENTA AÑOS, mediante la STC l94/89 de l6 de Noviembre. LLegué a ser amenazado por dicho Alto Tribunal que si volvía a recurrir en Amparo, sería sancionado con l00.000 pesetas de las de antes, pues lo reconozco que les tenía colapsados mis temas, pero entendía que a la Guardia Civil le hacían falta tantos derechos, que las amenazas para mi humilde parecer eran hueras. Mientras tanto se legalizó todo lo legalizable al SERVICIO DEL PUEBLO. Pero me pregunto: ¿ES TERRORISMO DE ESTADO ?¿HAN SIDO GUANTANAMOS LOS TRIBUNALES MILITARES PARA REPRIMIR NUESTRAS IDEAS?¿NO ERAMOS MILITARES SOLO EN LOS DE ESTADOS DE GUERRA,SITIO O EXCEPCION EN EL CUMPLIMIENTO DE MISIONES PARA LAS FUERZAS ARMADAS¿.Dejo los interrogantes para otro momento, pues tuve que ir al Tribunal de Estrasburgo y me encuentro que según las claúsulas firmadas por España no era REVISABLE el tema de un GUARDIA CIVIL. Vuelta la roca para abajo y escrito documentado al Consejo de Ministros de España para que quitasen dicho impedimento, para que Da Costa pudiera conseguir la fabulosa Sentencia en 2006. Lo reconozco, no ha sido fácil, pero era tan imprescindible poner a la GUARDIA CIVIL AL SERVICIO DEL PUEBLO, que todo sufrimiento es poco, para lo que le debemos a la SOCIEDAD LIBRE EN UN ESTADO DE DERECHO.

En hilo de mi argumento señalar la gravedad de los hechos cometidos y muy especialmente algo que no nos debe pasar desapercibido: los 80.000 Guardias Civiles priva-dos de libertad por los Mandos, sin potestad judicial alguna al ser simplemente Autoridades administrativas y que por ende el Tribunal de Estrasburgo condenó a España, dándonos por lo tanto la razón a los “sindicalistas españoles”, aquellos que desde siempre creímos en la Constitución. Cabe preguntarse ¿Es GENOCIDIO privar de libertad a tanto buen funcionario por sus ideas democráticas, creando el terror en todo el Colectivo?.Los DERECHOS FUNDAMENTALES DE LA PERSONAS son inherentes al individuo, de tal forma que son de obligado cumplimiento e inalienables, de ahí el criterio hermenéutico reiterado por el Constitucional en las SSTC.,75/l.982,8l/83,l04/86.,etc.,respecto a DEBERSE INTERPRETAR Y APLICAR LAS NORMAS Y LAS LEYES CON AJUSTE A LO PRECEPTUADO EN LA CONSTITUCION. Esperemos que en lo sucesivo, jamás persona alguna, se tenga que defender tan desigualmente, será la prueba de que tiene derechos y le son respetados como PERSONAS.

Un saludo:

Manuel Rosa Recuerda, Cabo de la Guardia Civil , Premio Derechos Humanos y Promotor del movimiento Asociativo y democrático en la Guardia Civil

La Voz Periodística

Posición mediocre

El informe PISA muestra las dificultades de nuestro sistema educativo para corregir sus fallos.

Esta semana se ha hecho público el informe PISA correspondiente a 2009 que, cada tres años, evalúa el nivel de la enseñanza secundaria en 65 países. El rasgo más sobresaliente de este último informe es la preponderancia de los países asiáticos en los tres registros analizados: comprensión lectora, competencia matemática y competencia científica. Se trata de un fenómeno ya apuntado en informes anteriores pero asentado de forma definitiva en este, desbancando a Finlandia del primer lugar, aunque este país sigue estando entre los mejores del mundo y a la cabeza de Europa en cuanto a resultados en educación.

Como en anteriores ocasiones, y a partir de un cierto umbral de gasto en enseñanza, no se aprecia una correlación entre este y resultados obtenidos; hay otro tipo de factores que tienen una mayor influencia, especialmente la calidad y motivación de los profesores, el nivel sociocultural del entorno de los alumnos y la organización interna de los centros de enseñanza. De hecho, las diferencias entre centros en un mismo país son superiores a las que separan diferentes países.


En el caso de España, lo que se observa es una posición ligeramente retrasada respecto del promedio, es decir, un nivel más bien bajo en los tres indicadores, en línea con los obtenidos en años anteriores aunque con una cierta mejora respecto de los resultados de 2006, que fueron especialmente malos. Profundizando más, se puede concluir que España es eficaz en la difusión de la educación a todas las capas sociales y en la corrección de las diferencias debidas a la posición social de los alumnos. Es un rasgo positivo de nuestro sistema escolar que, sin embargo, descuida la promoción de la excelencia y el tratamiento específico de los mejores estudiantes, algo que contrasta agudamente con los países que obtienen mejores resultados, sobre todo los asiáticos. Otra diferencia con estos últimos es la consideración de las familias por la educación y el respeto por los educadores, lo que se traduce en una preocupación por el nivel de exigencia, mientras que en España, esa demanda por parte de las familias es menor o inexistente.

También hay grandes diferencias entre comunidades autónomas, hasta el punto de que algunas de ellas podrían estar al nivel de los mejores países europeos, mientras que otras estarían en una posición muy retrasada. Estas diferencias son persistentes, lo mismo que la posición mediocre del conjunto de nuestro país, lo que demuestra la inercia de los fallos del sistema educativo, difíciles de corregir en poco tiempo. Lo que no obsta para que se hagan todos los esfuerzos necesarios para aumentar la calidad de nuestra escuela y veamos progresos sostenidos en el tiempo; los datos del informe son una excelente base para elaborar estrategias de cambio. Todos los expertos coinciden en que una clara mejora en la educación de nuestros jóvenes es condición imprescindible para el cambio en nuestro modelo productivo. Se trata de una apuesta a largo plazo pero de enorme valor para el futuro.


El País - Editorial

La pusilanimidad alienta nuevas provocaciones

No exigimos a nuestro Gobierno que mate moscas a cañonazos, pero sí, desde luego, que impida que estas se conviertan en halcones animados a llevar las cosas a más por falta de una respuesta mínimamente firme por nuestra parte.

Se atribuye a Lenin la máxima de "pincha y si notas blando, sigue profundizando". Esta es, en cualquier caso, la pauta del régimen marroquí, ante la pasividad y condescendencia que nuestro Gobierno brinda a cada una de sus provocaciones. La última ha sido la que ha protagonizado un grupo de marroquíes, encabezado por el alcalde de la localidad de Beni Enzar, el también senador Yahyia Yahyia, y el regidor de Beni-Chicar Mohamed Aurag, que han intentado apoderarse de dos manantiales que abastecen a la ciudad autónoma de Melilla como forma de protesta por que el parlamento español condenara la violación marroquí de los derechos humanos en el Sahara. Se trata de las fuentes de Trara y Yasinen, que surten de agua del Monte Gurugú a la ciudad autónoma desde hace por lo menos medio siglo, en tiempos del Protectorado español. Aunque los bravucones mandatarios marroquíes no consiguieran su propósito de cortar un suministro tan esencial gracias a que los guardas españoles que vigilan las citadas fuentes no se marcharan nunca de allí, es bochornoso que nuestro Gobierno no haya elevado la menor queja ante unas amenazas como las proferidas por estos cargos públicos de Marruecos.

La pasividad española ante esta nueva provocación marroquí es aun más deplorable cuando esta última se suma a las que grupos marroquíes han venido haciendo desde hace unos días al convocar una marcha "por la liberación" de Melilla para este sábado o la reciente declaración del propio parlamento marroquí instando a su Gobierno a que exija la soberanía de Ceuta y Melilla.

Naturalmente, ante es último incidente, no exigimos al nuestro que mate moscas a cañonazos, pero sí, desde luego, que impida que estas se conviertan en halcones animados a llevar las cosas a más por falta de una respuesta mínimamente firme por nuestra parte. Precisamente para evitar males mayores, el Gobierno español debería no sólo hacer una protesta pública sino incrementar las dotaciones policiales, incluso militares, en una zona donde las tensiones pueden ir a más en los próximos días.

En cualquier caso, lo que es evidente es que la indigna renuencia del Ejecutivo español a condenar actos tan execrables como los perpetrados por Marruecos hace escasas semanas en el Sahara no se borra con la tibia y tardía condena que finalmente tuvo que suscribir el PSOE para no quedarse solo en el Congreso. Y, desde luego, esa pusilanimidad, como ha quedado por enésima vez en evidencia, lejos de aplacar las provocaciones de Rabat, no hace otra cosa que alentarlas. Esperemos que el Gobierno español no prosiga haciendo el avestruz con Marruecos ni espere a reaccionar, tal y como es su costumbre, a que el problema se haya hecho tan grande que difícilmente tenga solución.


Libertad Digital - Editorial

Preguntas para Zapatero

A los ciudadanos les interesa saber no tanto lo que el Ejecutivo hizo los días 3 y 4, sino lo que ha dejado de hacer a lo largo del año.

EL Congreso de los Diputados acoge hoy un debate sobre la crisis provocada por los controladores aéreos que no responde a la gravedad de las decisiones tomadas por el Gobierno los días 3 y 4 de este mes. La militarización de las torres de control de los aeropuertos y la declaración del estado de alarma por vez primera en la historia democrática de España son asuntos de gran trascendencia política y constitucional, que no deben quedar ventilados en un debate en el que el principal líder de la oposición, Mariano Rajoy, va a disponer de solo diez minutos para formular sus preguntas al presidente del Gobierno. La calidad de los sistemas democráticos se mide mejor en situaciones de crisis, cuando las instituciones deben funcionar por encima de los requerimientos habituales y cuando la clase política se ve obligada a abandonar los tópicos de sus discursos. No hay proporción entre la dimensión social, política y legal del boicot a la navegación aérea con la estrechez del debate parlamentario con el que Rodríguez Zapatero pretenderá compensar su incomprensible ausencia ante la opinión en los días clave de la crisis. El remate de este despropósito vendrá la semana que viene, cuando de los ministros afectados por el cierre del espacio aéreo, por las posteriores decisiones del Gobierno y por las consecuencias del boicot en el turismo y el comercio, solo Rubalcaba y Blanco responderán en la sesión de control del miércoles. Chacón y Sebastián no asistirán, pese a la responsabilidad directa de la primera, en la militarización de aeropuertos y controladores, y del segundo, en la valoración de los efectos del boicot en la actividad turística y comercial.

Aun así, quien debe dar cuenta de la actuación del Gobierno es, ante todo, Zapatero, que ya sabe cuáles son las preguntas que los ciudadanos esperan que responda. Porque si al Gobierno le interesa principalmente recrearse en la eficacia de sus decisiones de «mano dura», a los ciudadanos les interesa saber no tanto lo que el Ejecutivo hizo los días 3 y 4, sino lo que ha dejado de hacer a lo largo del último año y que quizá hubiera servido para prevenir una situación sin precedentes. Preguntas elementales sobre la pasividad del Gobierno ante un conflicto que, antes o después, iba a reproducirse; sobre la legalidad constitucional de una militarización por decreto, previa y no posterior al estado de alarma; y sobre el conocimiento previo que tenía el Ejecutivo de que el boicot iba a producirse. Preguntas que Zapatero debe responder.

ABC - Editorial