lunes, 20 de diciembre de 2010

¿Nos vamos al garete?. Por César Alonso de los Ríos

Para todo el mundo la esperanza de vida es un hecho indiscutible. Menos para los dirigentes sindicales. Para todo el mundo las autonomías son una trampa mortal de nuestra economía. Menos para los partidos políticos. Y, sin embargo, la superación de la crisis y la salvación del sistema dependen de esta doble batalla que, necesariamente, deberán dar, y ganar, los propios partidos. Porque en esto consiste la grandeza del sistema democrático. Implica un necesario ejercicio de desdoblamiento de los partidos. De lo contrario se abre la sima, entra en quiebra el sistema, amenaza el caos y la posibilidad del golpe.

Respecto al sistema de pensiones nadie puede ser tan ignorante o tan malvado como para no convenir que una persona de 65 años era un anciano hace veinte, no hoy. Quizá Toxo considere «indecente» a quienes opinamos así, incluido el Gobierno. Toxo y Méndez amenazan de nuevo con la huelga general porque pretenden que el sistema de pensiones puede seguir funcionando con una edad laboral máxima de sesenta y cinco años. Toxo y Méndez quieren simplemente seguir al frente de su ejército de funcionarios. De «clase». Así que nos veremos en la huelga. General.

El régimen de Autonomías es la peste. Más allá de la buena fe de los propios dirigentes en aquellos casos en que hay buena fe. Las autonomías fueron el café para todos por la incapacidad para contener las aspiraciones de los nacionalistas. Fueron cargos, sueldos, ejercicios de vanidad… a costa del sistema, cada vez menos productivo, cada vez más caciquil, corruptible por naturaleza, las diecisiete Españas, los diecisiete defensores del pueblo, los diecisiete Parlamentos… Conseguimos superar el 23 F que fue la burda respuesta a la transición en relación con este problema, y con ello entramos en lo que ha terminado como una peste. Que atajamos o nos vamos al garete.


ABC - Opinión

PSOE. Manda Zapatero. Por Agapito Maestre

Según las declaraciones de Arenas en el Diario de Sevilla, parece que el PP cambia sus políticas de liberalización por las de intervención. Esto parece el mundo al revés. Sospecho que esto terminará pasándole factura al partido de Rajoy.

Es bueno no confundir los deseos con la realidad. La política tiene mucho de deseo, pero el analista político que confunde sus preferencias políticas con lo real, suele acabar de ideólogo, o peor, haciendo negocios sucios para sobrevivir. Seamos claros: Zapatero no está agotado ni mucho menos amortizado. A pesar de las múltiples voces que lo deslegitiman como cabeza de cartel de los socialistas para las próximas elecciones, hay todavía un largo partido que jugar. De momento, pierde y por goleada Zapatero; pero es menester dejar dos o tres cosas claritas para que nadie se llame luego a engaño.

Primero y principal: la gente no es tan tonta como creen los políticos del PP. No se puede hacer oposición "enfrentándose" a todo lo que propone el Gobierno, especialmente la actitud del PP ante la reforma del sistema público de pensiones no tiene nombre. Creen que el común de los mortales ha perdido el sentido sencillo y elemental de las cosas; creen los del PP que la gente no reacciona cuando una medida, como es la reforma del sistema público de pensiones, que debería estar abanderada por el PP se esconde en retóricas infumables. Por otro lado, según las declaraciones de Arenas en el Diario de Sevilla, parece que el PP cambia sus políticas de liberalización por las de intervención. Esto parece el mundo al revés. Sospecho que esto terminará pasándole factura al partido de Rajoy.


El segundo asunto importante es que Zapatero empieza a recibir caricias por toda Europa. No entro ahora sin son interesadas o afectivas, simuladas o ideológicas, entre otras cosas porque en el ámbito político lo que no es interesado es negociable. Lo cierto es que está recibiendo elogios tanto de von Rompui como de Merkel; por no decir nada de las declaraciones de Sarkozy que considera las medidas adoptadas por Zapatero, entre todos los socialistas europeos, las más cercanas a su programa. Zapatero, pues, se rehace; tarde, sí, pero está adoptando las medidas que exigen en Europa. Así las cosas, yo no tengo demasiada fe, por no decir ninguna en Elena Salgado, pero no puedo decir lo mismo de Campa. Ese señor me merece bastante más respeto, como economista y hombre de Estado, que otros muchos que han pasado por ese Ministerio. Y parece que ahora Campa está mandando como nunca antes lo había en su cargo.

El tercer factor, y quizá más decisivo de todos ellos, se refiere al propio Zapatero. Frente a quienes lo dan por muerto, yo mantengo que Zapatero está actuando ahora como un serio centrocampista que reparte juego por todas partes. La prueba fue que asistió al Parlamento a ver el debate sobre la prórroga del estado de alarma. No sonreía, no, porque la cosa era seria, pero estaba disfrutando enormemente en su interior. Le dio la palabra a Jáuregui, un político de toda la vida, para que defendiera la prórroga y lo hizo aseadamente. Y, además, ganó la votación por mayoría casi absoluta; el ridículo del PP fue de antología: se opuso con poderosas razones a la prórroga pero en la votación se abstuvo, quizá algún imbécil le llame a eso lógica democrática.

Ayer, Zapatero mandó a Pérez Rubalcaba a Afganistán. Oportuno en una época tan señalada darle cariño a quienes se juegan la vida por la libertad. Y, por supuesto, mañana seguirá mandando a quien haga falta a otro sitio; de modo parecido mueve el banquillo e, incluso, se trae a Madrid un político de la periferia para que sea el portavoz del partido. Nadie puede poner en duda que Zapatero todavía sigue mandando. Repartiendo juego. Nadie lo dé por muerto. Pérez Rubalcaba no hace nada sin consultar con el jefe. Pero, en cualquier caso, si alguien cierra los ojos y no quieren levantar acta de lo que digo, compare el nivel de confianza interna en el PSOE con la del PP. ¿Quién cuestiona a Zapatero? Pocos. Hay algunos, pero, en general, sus "críticas" son más por pose que por convicción; por ejemplo, el candidato de Castilla-La Mancha se trae, hace mucho tiempo, ese juego de sí, pero no... Nadie le da importancia. ¿Qué decir del PP? Nada, entre otros motivos, porque Álvarez Cascos aún espera cómo resuelve el asunto el gran líder.

En fin, si esos datos no fueran pocos a favor de Zapatero, añadan que ha venido Dios a verlo con el "sistema fiscal común" que prepara la UE. Aquí hay mucho partido que jugar. No está dicha la última palabra.


Libertad Digital - Opinión

Zapatero y Obama. Por José María Carrascal

La principal diferencia entre Zapatero y Obama es que Obama es un hombre de centro, Zapatero es un izquierdista radical.

«OYE —me pregunta un amigo al felicitarme las Navidades—, ese Obama, ¿está tan mal como Zapatero? Pues aquí se dice que va fatal». Me llevó su tiempo explicarle la verdadera situación, y como supongo que serán bastantes los españoles que se hacen la misma pregunta, voy a dedicar esta «postal» al tema, que sin duda interesa, como todo lo que ocurre en Estados Unidos.

Que Obama ha perdido poder y prestigio, no cabe duda, y ahí está el descalabro en las últimas elecciones legislativas para demostrarlo. Pero conviene tener en cuenta, primero, que partió de un nivel de popularidad altísimo y, segundo, que una cosa es ser candidato y otra muy distinta, ser presidente, sobre todo en medio de una gravísima crisis económica y con dos guerra que no se pueden ganar, todo lo más salir de ellas sin ser derrotado, que es lo que Obama pretende. En Irak puede conseguirlo. En Afganistán es mucho más dudoso.


Pero su verdadera batalla es la doméstica y ahí, pese a las apariencias, no le va tan mal. Es más, puede presentar más victorias que derrotas, a diferencia de nuestro presidente. Con lo que llegamos al nudo del asunto. La principal diferencia entre Zapatero y Obama es que Obama es un hombre de centro, de centro izquierda si quieren, pero más de centro que de izquierda. Mientras Zapatero es —o era, pues a estas alturas ya nadie sabe lo que es, él incluido— un izquierdista radical, alguien que venía a cambiar la historia, la sociedad y la estructura territorial de España, a romper con su pasado, no ya conservador, sino de izquierda moderada. De ahí su negociación con ETA, su alianza con los partidos nacionalistas de tinte independentista, su enfrentamiento con la Iglesia, su empeño por excluir al PP, su Alianza de Civilizaciones, el Irán nuclear incluido. De todo ello no queda hoy nada, barrido por la crisis económica, que en su sectarismo se negó a reconocer.

Obama, en cambio, se propuso desde el principio buscar una alianza de centro con los demócratas moderados, para ir solucionando los problemas más importantes del país. Y a la chita callando, lo está consiguiendo. La reforma sanitaria, la salida de Irak y Afganistán, la nueva ley fiscal, la aceptación de los gays en el ejército. Todo ello a base de compromisos, de ceder en algunos aspectos y ganar en otros, de ir soldando esa gran alianza de centro que buscaba. Hoy, su problema son los extremos, el Tea Party en la extrema derecha y la extrema izquierda de su propio partido, que le acusa haber cedido demasiado. Pero recuerden que los extremistas nunca han ganado unas elecciones en Estados Unidos.

Mientras Zapatero ha tenido que tirar por la borda prácticamente todo su programa político, económico y social. Estando hoy enfrentado a todos excepto a los que le deben el cargo, muchos pero no bastantes para ganar unas elecciones. Esa es la gran diferencia.


ABC - Opinión

Crisis política. Bono jetudo. Por Emilio Campmany

¿A qué juega Bono? A ser presidente de Gobierno, por supuesto. Sí, claro, ¿pero cuál es su plan? ¿Espera ser el candidato del PSOE en 2012? ¿Cuenta con que Zapatero dimitirá y que el Rey le propondrá como sucesor al Congreso elegido en 2008?

Si Rafael Alberti, tan poeta y tan comunista como Neruda, todavía viviera, podría escribir: "El Bono confianzudo, calvipelambrudo, cobardicorajudo, lengüisoltudo y velludo, lisonjea, alfilerea, pastelea, alardea, tocapelotea y se pitorrea con un saludo".

¿A qué juega Bono? A ser presidente de Gobierno, por supuesto. Sí, claro, ¿pero cuál es su plan? ¿Espera ser el candidato del PSOE en 2012? ¿Cuenta con que Zapatero dimitirá y que el Rey le propondrá como sucesor al Congreso elegido en 2008? Para una u otra cosa ¿con qué aliados cuenta? No sabemos siquiera que los tenga. Lo que sí tiene, y a calderadas, son enemigos. Los más enconados y acérrimos, en su partido.

Son varios los puñales que el espectador puede ver centellear desde su butaca, pero las sombras que cubren el escenario no permiten distinguir quiénes los empuñan, aunque está claro que todos pretenden hendirlos en el quinto espacio intercostal del César Zapatero. También es posible entrever que algunos de los que enarbolan la daga visten ricas túnicas púrpura mientras otros tan sólo se cubren con un corto sayo, propio de esclavos.


Pero, para Bono, no importa tanto quien aseste la puñalada como ser él quien suceda al César asesinado. Para lograrlo, necesita saber cómo será el esperado óbito. Si fuera fruto de una larga agonía, hasta 2012, necesitaría ser elegido secretario general y candidato a la presidencia del Gobierno por su partido. Ya lo intentó hace diez años y guerristas y felipistas se pusieron de acuerdo en apoyar al aparentemente inofensivo Zapatero con el sólo fin de cerrar el paso al salobreño. ¿Sería ahora diferente? Es imposible saberlo. El partido está abierto en canal y la única consigna que se oye es "sálvese quien pueda".

Si, por el contrario, la muerte del César fuera súbita, caben dos posibilidades, que dimita o que convoque elecciones anticipadas en las que Zapatero ya no sería candidato. Algunos barones socialistas pueden desear un anticipo de las generales a las autonómicas para que la visión de la derechona en el poder movilice a los votantes socialistas cuando llegue el momento de presentarse ellos ante sus electores. Pero, para eso, apenas queda tiempo. Y poca diferencia hay entre que las elecciones sean en otoño de 2011 o la primavera de 2012.

La última opción es la de la dimisión. Si alguno de los muchos asesinos que merodean La Moncloa lograra que Zapatero cometiera suicidio, las opciones de Bono, y de cualquier otro aspirante a ceñir la corona de laurel, habrían de fundarse no tanto en el aparato de Ferraz, como en el Grupo Parlamentario Socialista del Congreso, que es quien ha de votarle en la subsiguiente investidura. Si el grupo estuviera dividido y sus miembros no pudieran ponerse de acuerdo en un nombre, el respaldo definitivo tendría que venir del Rey, a quien corresponde constitucionalmente proponer candidato a la presidencia del Gobierno en caso de dimisión del titular. Si el propuesto fuera Bono, o cualquier otro socialista con nombre, no es previsible que haya diputados socialistas dispuestos a rechazarlo. De hacerlo, se arriesgarían a que, transcurridos dos meses sin obtener nadie la investidura, se convocaran unas elecciones que el PSOE perdería por goleada.

Ya ven, Bono zorrea y culebrea más que nuca, prueba evidente de que el río anda revuelto. No es el único que trata de pescar en él, ni el más listo. Veremos en qué queda.


Libertad Digital - Opinión

Asilo de suicidas. Por Gabriel Albiac

Se acabó. O nos metemos en la cabeza que somos pobres, o nos lo meterána garrotazos.

ASILO de la ignorancia: a eso llamamos azar, suerte, fortuna, nombres pálidos para lo que antaño tuviera uno grandioso: Providencia. La raquítica superstición suplió a la alta liturgia. En ausencia de paraíso, lotería.

Camino del trabajo. Amanece el domingo. Madrid, glacial. La Gran Vía es cansina última Thule de náufragos que, en la madrugada, van rumiando la íntima derrota de volver a casa. Pasada ya la plaza del Callao y las melancólicas fachadas que en mi infancia fueron cines, una cola de gente silenciosa, dando vuelta a la manzana, me sorprende. ¿Alguna institución benéfica que ofrece a quienes duermen al abrigo de los escaparates de la Gran Vía desayuno? Me equivoco. Por supuesto. Cualquier madrileño menos pazguato que yo se hubiera ahorrado la pifia. Todos saben que lo único que moviliza a nuestros conciudadanos ya es Doña Manolita. Cuando todo cálculo racional de futuro da sobre el precipicio, cada cual se busca el consuelo que puede. Pocos logran vivir sin esas mentiras piadosas. Tal vez, ninguno. La lotería es la última metamorfosis popular de la Providencia: si Dios aprieta pero no ahoga, ¿por qué el azar habría de ser menos benévolo?


Acaba el año en ruina. En ruina de cada uno. Acaba el año sin gobierno. No porque el Presidente hiberne, tibio bajo el edredón familiar, hasta la primavera y las municipales; ésa, hasta sería una buena noticia. Sin gobernación real. Justo en el momento crítico de un cataclismo económico que aún dista de alcanzar su fondo, la política económica no existe; donde otros gobiernos europeos han tomado medidas de austeridad para amortiguar el golpe, el gobierno español se ha ido volatilizando a la medida misma en que su prodigalidad loca nos sumía en una deuda pública de cuya reparación no se fía nadie. Sacar a la tarima la vieja jerga de los «especuladores» que «conspiran contra España» nos trae, a quienes sufrimos los tiempos duros de la dictadura, recuerdos poco gratos. Es mentira. Si Moody's rebaja la nuestra calificación no es por maldad ni capricho; es por algo que sabe cualquiera que alcance a contar con los dedos: un Estado que reduplica su administración con el adiposo dispendio de las Comunidades Autónomas no es económicamente viable. Ha ido tirando, mientras la euforia permitía exhibiciones dispendiosas. Ahora, hay que pagar por todos esos años. Y no hay dinero. Europa ha cargado con el pago de los derroches absurdos de una España que, en buena parte, vivió de los fondos compensatorios. Se acabó. O nos metemos en la cabeza que somos pobres, o nos lo meterán a garrotazos.

Lo que queda de aquí a la primavera va a ser lo más duro que hayamos vivido desde el final del franquismo. El ultimátum se ha dictado ya en Bruselas. Hay dos opciones: obedecer y constatar que todos hemos perdido en torno a un tercio de lo que pretendíamos valer, o rechazar ese dictado y ser, de una manera u otra, expulsados del euro y arrojados a las tinieblas de la Argentina de los años más oscuros.

No. ¿Quién soportaría abrir los ojos a eso? Mejor la lotería. Ojos cerrados. Abracemos el calor de su sosiego. Ignoremos, muramos ignorando. Aletargados. Es, tal vez, lo que llaman «muerte digna». Festivo suicidio en el manicomio. Para todos.


ABC - Opinión

Políticos catalanes. La casta. Por José García Domínguez

Como en botica, pues, en el Parlament habrá de todo. Excepto, huelga decirlo, juristas de prestigio, catedráticos, economistas más o menos señeros, ingenieros de solvencia acreditada o directivos de empresa.

Con alguna perplejidad, la justa, acuso recibo por la prensa provincial de que el 64 por ciento de los diputados del nuevo Parlament de Cataluña jamás ha trabajado en una empresa privada. Tal que así, 86 de los 135 tribunos que integran la cámara doméstica, una holgada mayoría absoluta, aún ignoran qué es una entrevista laboral. Memorable virginidad en la que destacan los comunistas. Y es que apenas el 10 por ciento de esos benefactores del proletariado se ha mezclado alguna vez con el objeto de sus desvelos en horario de oficina. Una prudencial distancia con la clase obrera que igual han procurado mantener sus pares, los electos del PSC. De ahí que apenas el 18 por ciento de ellos haya pasado por experiencia tan traumática como la de cobrar cada fin de mes en base al efectivo valor del trabajo realizado.

Mas nadie vaya a pensar que les anda a la zaga el cuadro de actores que representa a la célebre burguesía catalana, esa ficción literaria que tanto deslumbra a algunos palurdos de la Meseta. Sépase al respecto que entre los hijos putativos de Jordi Pujol, más de la mitad, en concreto el 63 por ciento, tampoco ha pisado en su vida una sociedad mercantil de las de verdad, de ésas que dependen de la cuenta de resultados con tal de subsistir en el mercado. Por lo demás, y en justa compensación, volveremos a disfrutar, al igual que en la legislatura pasada, de un muy variado surtido de directivos en tinglados solidarios con las causas más estupefacientes que imaginar quepa.

Nada nos ha de faltar en el Hemiciclo, desde promotores de oenegés comprometidas con los derechos de inciertas tribus del Congo, a entusiastas defensores de las ricas variantes lingüísticas que imperan en la selva amazónica. Como en botica, pues, en el Parlament habrá de todo. Excepto, huelga decirlo, juristas de prestigio, catedráticos, economistas más o menos señeros, ingenieros de solvencia acreditada, directivos de empresa, o cualquiera cuyo currículum no remita a los eslabones funcionariales de acceso restringido. Esto es, al retrato robot del apparatchik pedáneo de anémica formación técnica, parca inquietud académica y contrastada obediencia al mando. Suerte que Artur Mas encarna la excepción: durante años, fue empleado y mano derecha de Prenafeta en la quebrada Typel.


Libertad Digital - Opinión

Vergara. Por Ignacio Camacho

La expectativa de un comunicado etarra es por sí misma una cesión de poder que otorga ventaja al terrorismo.

NO deja de ser triste la constatación de un Estado a la expectativa de un comunicado prenavideño de ETA. Esa cierta esperanza sotto voce, esos off the record ministeriales, esas idas y venidas de intermediarios, esos tejemanejes de Txusito, esas miradas de soslayo al móvil, esos reporteros americanos de safari étnico en el País Vasco, esos intentos más o menos camuflados de obtener la inclusión en la prosa terrorista de tal palabra o cual concepto. Todo ese ajetreo oficioso de inminencias y rumores constituye en sí mismo un éxito político del terrorismo, convertido en interlocutor razonable de una esperanza por más que el lenguaje oficial disimule su desazón con la retórica preventiva del escepticismo. El Gobierno, el nacionalismo y los independentistas llevan semanas pendientes del oráculo etarra, y esa escucha proactiva otorga a los encapuchados la solemnidad de un reconocimiento que legitima como un éxito incluso su eventual anuncio de disolución o retirada. Los vuelve a convertir en protagonistas de un proceso en el que no deben ni pueden tener otro papel que el de, en el mejor de los casos, prófugos de la justicia.

Asfixiado por la crisis económica y financiera, el zapaterismo sueña con un nuevo abrazo de Vergara que no sería sino una victoria política del terrorismo. Incluso en la hipótesis de una capitulación si ésta fuese acompañada del desistimiento de la acción judicial pendiente, de la acomodación de las penas, del establecimiento de una cierta impunidad a cambio del final del delirio aventurero de la sangre. De todo lo que, de un modo u otro, explícita o implícitamente, forma parte de esta especie de no-negociaciónen la que se ultima la conversión de ETA en un partido legal. Un presunto final feliz en el que quedaría pendiente la exigencia de responsabilidades y, por tanto, el único resarcimiento posible de las víctimas que han soportado con su sufrimiento intransferible la lucha moral y física de todos estos años de plomo.

Llegue o no llegue ese momento, su simple expectativa representa una derrota del Estado y un éxito de ETA, que ahora no necesita matar porque ha recibido el privilegio de elegir el momento en que dejar de hacerlo. Aunque el Gobierno no cometa ya los errores tácticos de la primera legislatura y cumpla con celo su obligación de apretar el cerco policial, el mero debate sobre la posibilidad de reconversión política del terrorismo constituye un logro que fortalece su estrategia de erigirse en núcleo de la vida vasca. Se le ha concedido la prerrogativa de decidir sobre su propio futuro, y se le amplía con esta alerta oficiosa de su próxima entrega discursiva, a la que seguirá un minucioso escrutinio de su farragosa terminología. Esa tensa espera del comunicado es por sí misma una claudicación, una cesión de poder que le da ventaja incluso en la improbable hora de su desistimiento.


ABC - Opinión

Europa contra sí misma

Es notorio que el auge del radicalismo islámico ha acentuado la persecución contra los practicantes de otras religiones, especialmente la cristiana. Desde Marruecos hasta Indonesia apenas si hay un país musulmán donde no se produzca cada semana un episodio de intolerancia, acoso y hasta de asesinato por practicar el cristianismo. Casos como el de Asia Bibi o los atentados sangrientos contra los coptos egipcios y los maronitas iraquíes han causado horror en todo el mundo por su extremada violencia. Con toda razón alarma e indigna la intransigencia de los Estados islámicos en materia religiosa, que prescinde del más elemental respeto a los derechos humanos. Sin embargo, esta oleada de acoso a los cristianos no es privativa de países fanatizados. También en la vieja Europa, que no se explica sin el cristianismo porque en él hunde sus raíces culturales, morales y espirituales, se están registrando episodios de intolerancia que repugnan a su naturaleza democrática. Según el informe de un observatorio con sede en Viena que analiza este tipo de actos, en los últimos años se han documentado hasta 130 agresiones contra personas o bienes motivadas por su carácter cristiano, desde incendios hasta palizas, pasando por amenazas y discriminaciones más o menos solapadas. Naturalmente, no es comparable la situación europea, donde los derechos religiosos y la libertad de culto están garantizados por las leyes, con la del mundo islámico. Pero no por ello deja de ser un síntoma preocupante de cómo se está erosionando el basamento espiritual de nuestro continente. Al devaluar irresponsablemente la argamasa cristiana que ha fraguado, tras veinte siglos de evolución, en la actual organización democrática del Estado, el sistema inmunitario de las sociedades europeas queda expuesto a la agresión de los fanáticos, que se aprovechan precisamente de las conquistas logradas por la cultura judeo-cristiana para imponer sus dogmas excluyentes. No cabe duda de que todos los creyentes, cualquiera que sea su fe, son iguales ante la ley, pero eso no significa que todos los sistemas religiosos sean equiparables e igualmente respetables. No es aceptable, por ejemplo, lapidar, mutilar o asesinar amparandose en motivos religiosos; tampoco son admisibles la sumisión, el maltrato y la discriminación legal de la mujer basados en preceptos religiosos. A los europeos que menosprecian el legado cristiano o que tratan de diluirlo en el supermercado de las religiones no debería escapárseles este simple detalle: sólo existe democracia real en los países con raíces cristianas, salvo alguna excepción que confirma la regla. No es una casualidad, desde luego. Pese a los esfuerzos de esa izquierda aturdida por la caída del Muro, cuyo único legado intelectual parece centrarse en la fobia contra lo cristiano, lo cierto es que el andamiaje ético, espiritual y social de la fe cristiana es hoy el único dique de contención contra el avance de quienes, impulsados por un supuesto y oscuro mandato divino, tratan de destruir el sistema democrático que nos hemos dado con mucho esfuerzo para imponer su propia fe y su propio sistema de valores fundamentalistas y excluyentes.

La Razón - Editorial

Balance provisional

Resulta urgente una explicación pública de lo que los papeles de Wikileaks revelan de España.

Miembros del Gobierno español mantuvieron un discurso diferente en público y en privado sobre los vuelos secretos de la CIA, las torturas a ciudadanos españoles en Guantánamo, la muerte de José Couso o las relaciones con Marruecos. Algunos de ellos, por otra parte, dejaron patente ante el embajador de EE UU las querellas internas del Ejecutivo, ofreciendo en busca de beneficios políticos y de imagen personal informaciones que podían debilitar la defensa de los intereses generales del país. Todo ello forma parte del balance aún provisional de las revelaciones sobre España contenidas en los documentos filtrados por Wikileaks.

Ante los datos anteriores no puede seguir imponiéndose el silencio, ni entre el Gobierno ni entre la oposición. Los documentos del Departamento de Estado norteamericano ahora conocidos ponen de manifiesto hechos graves e influencias indebidas de Estados Unidos que en última instancia suponen un deterioro del espacio público.

El pacto que parece haberse establecido entre Gobierno y oposición para no pedirse cuentas por los hechos que se describen en esos documentos es una manera de seguir degradando ese espacio, hurtando a los ciudadanos las explicaciones que merecen y evitando depurar las responsabilidades políticas que en última instancia puedan corresponder. Algunas de las dobleces y falsedades de las que dan cuenta los documentos fueron sostenidas en el Parlamento.


No pocos de los hechos relatados agotaron sus efectos en el pasado, por más que continúen pendientes la explicación y la asunción de responsabilidades. Otros siguen proyectándose sobre el presente, y el Gobierno está obligado a aclarar cuál es su posición actual ante ellos. Las recientes tensiones con Marruecos se entienden mejor tras conocer la apuesta de la diplomacia española por la solución autonomista para el Sáhara, por más que en su día se negara en público. La ruptura de la neutralidad en el conflicto acarreó como primer resultado un brusco enfriamiento de las relaciones con Argelia; después, un recrudecimiento de la tensión con Marruecos y, en definitiva, el completo desmantelamiento de una política coherente con el Magreb, ya gravemente deteriorada por la diplomacia de Aznar.

Producen rubor las comprometidas confesiones de algunos responsables políticos ante el embajador de Estados Unidos. La legación diplomática de la primera potencia mundial no es el lugar para solventar las luchas en el seno del Ejecutivo. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha tendido a evitar la homogeneidad de sus equipos, en muchas ocasiones interviniendo en el nombramiento de segundos escalones gubernamentales por encima de la voluntad de los ministros. Más allá de la ya conocida descoordinación que esto ha supuesto en ocasiones clave, los documentos revelan ahora nuevos efectos indeseados de esta forma de gobernar.


El País - Editorial

El insultante despilfarro autonómico

El cambio que necesita España para sobrevivir económicamente pasa por acabar con los injustificables privilegios de un estamento político que se ha llegado a creer, no ya que el dinero público no es de nadie, sino que es suyo.

La semana pasada conocimos que por primera vez en nuestra historia la deuda de las comunidades autónomas superaba el 10% del PIB: en concreto, 107.624 millones de euros. La cifra podrá no parecerles a muchos demasiado espectacular, teniendo en cuenta que el déficit anual del conjunto del Estado se situó en 2009 en el 11,2% del PIB. Sin embargo, el dato adquiere tintes mucho más preocupantes al matizar que el 50% de toda de esa deuda se generó en los últimos dos años y que el despilfarro autonómico, lejos de moderarse, se está acelerando: en los nueve primeros meses de 2010, las autonomías ya se han endeudado casi un 20% más que en todo el ejercicio anterior.

Se trata, qué duda cabe, de una onerosa carga para nuestra solvencia: además de que los esfuerzos de la Administración central por cuadrar sus cuentas casi brillan por su ausencia, los jerarcas autonómicos parecen empecinados en competir por ver quién es el que más gasta. Si Zapatero ha hecho poco caso a la austeridad que le han exigido desde Bruselas, el resto de administraciones no se han sentido en absoluto aludidas a tal llamamiento.


Y no será precisamente porque los presupuestos autonómicos no tengan partidas superfluas, redundantes o innecesarias que puedan suprimirse de un plumazo. Sin ir demasiado lejos, la Fundación UPyD calculó hace unos meses que el gasto de las autonomías podría minorarse cada año en 26.000 millones de euros simplemente si todas ellas se dedicaran a mejorar la eficiencia con la que prestan sus servicios. En otras palabras, esa muy considerable reducción de 26.000 millones anuales ni siquiera contemplaba eliminar partidas de gasto, únicamente proponía racionalizarlo.

Pero lo cierto es que sí hay numerosas partidas que tanto por austeridad como por higiene democrática deberían suprimirse por entero. Resulta incomprensible cómo, mientras el país vive sometido a un continuo riesgo de suspender pagos, nuestros caciques regionales siguen dilapidando nuestro dinero a manos llenas: museos de la boina, intérpretes catalán-español, deficitarias televisiones públicas, sobresueldos y coches oficiales... Sea mucha o poca la cuantía total de estos gastos, no puede admitirse que mientras se están pidiendo sacrificios duros pero necesarios a todos los españoles, la casta política siga disfrutando de insultantes prebendas a cargo de un contribuyente cada vez más asfixiado.

El cambio que necesita España para sobrevivir económicamente pasa por acabar con los injustificables privilegios de un estamento político que se ha llegado a creer, no ya que el dinero público no es de nadie, sino que es suyo. Si el PP aspira a liderar ese cambio, debería empezar por dar ejemplo en las autonomías donde gobierna, y de momento sólo Madrid y Castilla y León están manteniendo a raya el déficit. Es hora de ponerle el cascabel al gato y de mostrar si el PP realmente alternativa o sólo una continuidad turnista del manirroto régimen socialista en que se ha convertido nuestro país.


Libertad Digital - Editorial

Socialismo en busca de líder

Las aguas bajan revueltas en las filas de un partido cuyos líderes hacen cuentas sobre la magnitud de las próximas derrotas electorales.

MIENTRAS Rodríguez Zapatero deja pasar el tiempo sin pronunciarse sobre su continuidad o no al frente del PSOE, las aguas bajan revueltas en las filas de un partido cuyos líderes hacen cuentas sobre la magnitud de las próximas derrotas electorales. Con Alfredo Pérez Rubalcaba —ayer en Afganistán—ejerciendo sin disimulo como cabeza visible de un Ejecutivo desbordado por las circunstancias, unos y otros toman posiciones ante la debacle que anuncian todas las encuestas. Ayer mismo, Tomás Gómez lanzó un mensaje inequívoco ante los sindicatos afines. Según el vencedor en las primarias madrileñas, hay que abordar una reforma de las pensiones desde el prisma de la izquierda, añadiendo que los mercados —a los que atribuye toda la responsabilidad de la crisis económica— deben ser «gobernados» por el poder político. No son ciertamente las palabras que cabe esperar de un dirigente responsable, sino las de un candidato que pretende llamar la atención por el viejo procedimiento de marcar las distancias con un líder en caída libre. Gómez derrotó a Trinidad Jiménez gracias a que presentaba una imagen de rechazo al oficialismo, y ahora intenta evitar que la sombra del presidente del Gobierno acabe definitivamente con sus ya limitadas posibilidades de plantar cara a Esperanza Aguirre.

Algunos sectores del PSOE interpretan en la misma clave la evidente tendencia de José Bono a sobreactuar en los últimos tiempos desde el cargo institucional que ostenta. Ya sea en el discurso del Día de la Constitución o en el cierre de puertas para la votación del estado de alarma, lo cierto es que el antiguo rival de Zapatero por la dirección del partido no pierde ninguna ocasión de recordar que continúa siendo un peso pesado de este socialismo en horas bajas. La función institucional que debería desempeñar como presidente del Congreso de los Diputados cede su lugar con demasiada facilidad a la tentación de jugar algún papel, todavía indefinido, en los próximos acontecimientos. Aquí y allá se perciben síntomas de inquietud en un partido cuyo principal rasgo de unidad consiste a día de hoy en que todos contemplan a Zapatero como un líder ya amortizado.


ABC - Editorial