domingo, 9 de enero de 2011

El año del cambio. Por M. Martín Ferrand

Dado que los ciudadanos tenemos mala memoria, los políticos tienden a decir lo que se les viene a la boca.

DICE Mariano Rajoy, quien nunca deja claro lo que verdaderamente quiere decir, que el PP, sus alcaldes y líderes autonómicos deben «apretarse el cinturón sin dejar de prestar ningún servicio». Eso es instalarse en Mayo del 68, para lo que ya no tiene edad, y gritar a pleno pulmón: «¡Sé realista, exige lo imposible!». Es imprescindible apretarse el cinturón, qué duda cabe; pero sin llegar a comprometer la respiración y el tracto intestinal de los ciudadanos. En esa dirección resulta más sencillo y eficaz, mejor que la apretura heroica, la supresión de los servicios y prestaciones inútiles o superfluos que, hoy por hoy, las administraciones —todas ellas— le brindan al ciudadano. Por el camino del Estado de Bienestar, una hermosa formulación teórica que esconde el fomento de la holganza y la irresponsabilidad, terminaremos por crear un cuerpo de asistentes sociales que nos visite, antes de dormir, para arroparnos en la cama y, después de hacernos beber un vaso de leche templada, besarnos la frente. A tales disparates estamos llegando, por la derecha y la izquierda, que nuestros próceres pueden terminar por inventar la madre o, cuando menos, su figura sustitutiva.

Dado que las palabras son gratis y los ciudadanos tenemos mala memoria, los políticos tienden a decir lo que se les viene a la boca. Muchos repiten, por hablar y sin mayores fundamentos, que 2011 será «el año del cambio». La primera vez que escuché anunciar «el año del cambio» fue a Alberto Ullastres cuando, al final de los cincuenta, arrancaba con Mariano Navarro Rubio el Plan de Estabilización en el que se cimentó, después, el de Desarrollo. Javier Arenas es quien más insiste ahora en «el año del cambio». Para él, posiblemente, lo será porque el PSOE andaluz, como el capitán Cortés en Santa María de la Cabeza, anda escaso de futuro. Arenas será presidente de Andalucía; pero no, precisamente, por decir cosas tan mostrencas como ésta: «El felipismo nos dejó como nos dejó y el zapaterismo nos va a dejar como nos va a dejar». Quizás la elocuencia de Pero Grullo cotice en el Sur; pero, aún así, debiera esforzarse más quien es mucho en el PP y aspira a serlo todo en Andalucía.

El único que se expresa con la claridad y la precisión debidas es Felipe González que, libre como un pájaro, ha dicho, con la vista puesta en el futuro de su enclaustrado sucesor en el PSOE: «Uno tiene libertad para decir no, pero no tiene libertad para decir sí con todas las consecuencias». Oportuna matización para quien, en ignorancia de la Nación y olvido de su propio partido, asume, sin saber francés, el pensamiento de Luis XIV.


ABC - Opinión

La crisis como lección. Por Andrés Aberasturi

Es fácil entender que la movida de Cascos da mucho juego; lo mismo que la subida en las tarifas eléctricas o las elecciones de mayo o el comienzo de la liga. Pero de esta crisis tendría que salir algo más que la discusión, o el pacto puntual. No sé qué organismo o institución se atrevería de una vez a afrontar el futuro ni sé si debería ser nacional, europeo o internacional. Pero hay algo claro: esto -o sea, todo- así, ya no se sostiene ni se va a poder sostener. Nadie ha querido ver en la irrupción de las nuevas tecnologías un cambio tan radical como fue en su momento la revolución industrial y menos aun han reflexionado sobre que la caída del muro de Berlín significó solamente el fracaso del modelo socialista y no la santificación del capitalismo.

De esta crisis global, aunque yo quisiera referirme a España solamente, no podemos salir, cuando salgamos, para volver a lo de siempre. Alguien deberá replantearse dos grandes temas: si el estado de las autonomías -tal y como está- es viable y si el estado del bienestar -tal y como está- es sostenible. Comprendo que no es un tema para despacharlo en treinta líneas, pero me parece lo suficientemente importante como para pararse un momento y empezar a reflexionar sobre qué futuro debemos diseñar. Ahora que está tan de moda lo de la "transversalidad", yo encerraría a economistas, sociólogos, filósofos y un largo etcétera de eso que hemos dado en llamar intelectuales, tan solo para que marcaran unas líneas maestras sobre las que asentar el futuro. Naturalmente los gobiernos y las oposiciones tendrían que hacer luego algo de caso y pactar de una puñetera vez cosas tan elementales como la educación, la sanidad, las relaciones laborales, un sistema fiscal sin privilegios o la separación real de los tres poderes.


Lo que no vale ya es seguir echando remiendos y deshaciendo lo que el otro hizo. No vale porque se ha demostrado que así no se va sino al caos y al fracaso. ¿Qué estado de las autonomías nos podemos permitir? ¿Cómo lograr que sobreviva -a qué coste- el estado del bienestar? Naturalmente que van a pesar, en esa utópica reunión, las ideologías, pero la realidad se impone como bien ha visto, demasiado tarde, este Gobierno. El objetivo sería llegar a principios claros y asumibles por todos sabiendo que todos tendrán que renunciar a algo; pero esto no es nuevo: así fueron los pactos de la Moncloa y la cosa no salió mal. En aquella ocasión nos jugábamos la libertad y merecieron la pena los sacrificios que cada uno hizo. Hoy está en juego el futuro y habrá que encararlo desde el realismo aunque las recetas que de allí salieran fueran duras.

Las preguntas que uno se hace son varias: ¿Hay alguien dispuesto a llevar esa iniciativa? ¿Es posible a estas alturas dar marcha atrás en algunas concesiones a las autonomías? ¿Les interesa a los dos grandes partidos compartir esta responsabilidad histórica? ¿Sabremos aprovechar la crisis como una lección? No soy muy dado al optimismo, pero si superamos la crisis arrastrados solamente por la marea del tiempo y sin que nos sirva de nada el sacrifico de tanta gente, habremos perdido una oportunidad y más pronto que tarde, el castillo se volverá a derrumbar o, en el mejor de los casos, nunca llegará a construirse realmente.


Periodista Digital - Opinión

De mal en peor. Por José María Carrascal

Los mercados quieren hechos, y hechos son precisamente los que no acaban de llegar de España.

El balón de oxígeno chino le ha durado al Gobierno exactamente 24 horas. Bastó que Portugal se tambalease para que las dudas se trasladasen a España, cuya prima de riesgo volvió a alcanzar los 260 puntos. ¿A cuánto va a ponerse cuando tengamos que lanzar los nuevos títulos de deuda las próximas semanas? ¿Cuál va a ser nuestro próximo «salvador»? ¿Corea del Sur? ¿Los ayuntamientos, con ese «plan de empleo» que nos anuncian, copia de aquel que arregló las aceras y se quedó en otro «brote verde»? Son capaces, pese a estar archidemostrado el dicho norteamericano «puedes engañar a uno una vez, pero no a todos siempre». Y a los mercados, nunca. Los mercados no se contentan con «fotos», que es lo único que interesa a nuestro presidente y, al parecer, lo único que domina. Los mercados quieren hechos, y hechos son precisamente los que no acaban de llegar de España. Al revés, lo que de ahí llega son contra-hechos, contradicciones. Ahí tienen a un Gobierno tratando de posponer la jubilación a los 67 años al tiempo que se ve obligado a jubilar anticipadamente a miles de empleados de las Cajas de Ahorro para que puedan consolidarse Pues si no los jubila, no habrá consolidación sino liquidación de las mismas, tras el desastroso manejo que los políticos han hecho de ellas. Es así como se está haciendo el ajuste que nos piden nuestros socios: desnudando a un santo para vestir a otro. Con lo que, a la postre, todos pueden quedar desnudos. Perdón, podemos, pues del ajuste no nos libra nadie.

Mientras Felipe González clama: «las malditas reformas necesarias se deberían de haber hecho hace diez años» ¿Por qué no hace quince? Pues porque él gobernaba, y no las hizo. Así da gusto. El marrón, que se lo coman otros. Que es lo que está haciendo Zapatero, pidiendo ayuda a todos, incluido al nefasto PP, para salir del pozo en que nos ha metido. Presentándose, además, como un héroe, como un mártir. Pero en España no sólo todo es posible, sino que da lo mismo, como demuestra que el ex presidente también haya dicho que igual le da que gane la derecha o la izquierda, lo que le quita el sueño es que «no sepan qué hacer con España». Los españoles lo sabemos perfectamente porque lo estamos viendo y sufriendo: la están deshaciendo. ¿Cómo no va a saberlo Felipe González? ¿Por qué no lo dice claro y en voz alta? ¿Por qué se limita a insinuarlo, al advertir que si depende de Zapatero el no presentarse a la reelección, el presentarse depende del partido? ¿Se atrevería él a encabezar una delegación del PSOE para pedir a Zapatero que dimita o anuncie que no se presentará, como hizo Goldwater tras el Watergate, para exigir a Nixon que abandonase la presidencia para evitar mayores daños a la nación?
Me temo que no. Aquí todos somos expertos en sacudirnos las responsabilidades y en tirar la piedra y esconder la mano.


ABC - Opinión

El enigma Cascos. Por Rafael Torres

Seamos serios y empecemos por el principio: ¿Es posible que Francisco Alvarez Cascos pueda gustarle a alguien? Sólo una vez despejada positivamente (positivamente para Cascos, se entiende) esa cuestión preliminar, podríamos avanzar en el enigma encarnado en ese señor al que Natura o el Altísimo, a elegir, no dotaron de ninguna de las cualidades que se necesitan en política, bien que probablemente en compensación de otras que le concedieron con longanimidad, aunque no sabemos cuales. Si se tratara de un tío simpático, culto, bienhumorado, comprensivo, dialogante o flexible, o si tuviera un pico de oro, o mano izquierda, o una visión original de las cosas, podríamos entender la alta idea que tiene de sí mismo, o incluso, respecto a la que los demás tenemos de él, podría desvanecerse de la memoria, con el tiempo, el recuerdo de su "ostentórea" boda cordobesa o el de su gestión, llamémosla así, del AVE a Lleida, aquella sucesión de improvisaciones, socavones y sistemas de seguridad completamente inútiles, pero siendo Cascos quien es, y perseverando tozudamente en ello, no cabe en la cabeza que nadie pueda suponer que Asturias podría ser más próspera o más feliz con esa criatura mandándola.

El caso Cascos sólo tiene, en puridad, una lectura seria; las demás lecturas son todas de coña. La seria alude al sentido patrimonialista de los políticos españoles: el oso es de uno, propiedad de uno, aunque haya que pasar el enojoso trámite de cazarlo, o sea, de postularse electoralmente para cobrar su piel. Las lecturas de coña son todas las demás: que si el espectro de la vieja guardia, que si Rajoy, que si el alcalde de Oviedo, que si fue, que si vino. Asuntos, como se ve, meramente pandillares y de poder patromonial, como el que enfrenta, también en el seno del PP, a Gallardón y a Aguirre en Madrid.

Pero el enigma Cascos, sea cual fuere la lectura que se haga, resulta particularmente espeso. ¿A quién puede gustar, fuera de su radio íntimo, ese hombre?


Periodista Digital - Opinión

El caso Álvarez-Cascos. Por Germán Yanke

Cascos, que va por libre con sus maneras, se queda fuera y Cospedal, que va por la calzada interior, se sale con la suya.

Como todo tiene un lado divertido, el del «caso Cascos» es el modo en que explicaron algunos portavoces del PP la patada en el trasero a su antiguo secretario general. Mientras unos se preparaban para el cotillón de Nochevieja, el Comité Electoral decidió dejar en la cuneta a Francisco Álvarez-Cascos, como si no quiere la cosa, «para no dividir al partido». No deja de resultar gracioso que luego el candidato a candidato se dé de baja, anuncie la posibilidad de presentarse por su cuenta, algunos militantes le sigan, otros se enfaden, el nerviosismo aflore, se repita la murga en las sedes del partido de que siempre hacen mal las cosas y se ponga en duda que la derecha pueda gobernar en Asturias tras las elecciones autonómicas. Para lograr la paz no está mal, incluida la gracia de que sea Gallardón, que amagó con lo mismo, el que pida a Cascos que se quede en casa, que ya le buscarán un hueco, que el partido es lo fundamental y la salvación.

Mi ingenuidad no alcanza a pensar que a los dirigentes del PP les haya cogido por sorpresa la tormenta aunque sí habría esperado que, siendo quien es el descartado, Rajoy hubiera hablado antes con él. Y no para explicarle qué significa eso de no dividir al partido porque el asunto tiene mala explicación sin esas dosis de cinismo que no casan bien con tanto pasado compartido. No dividir al partido, con el modo en que se gobierna la organización, es no molestar a la secretaria general y sus aliados. El poder del aparato queda bien dibujado con este episodio: Cascos, que va por libre con sus maneras, se queda fuera y Cospedal, que va por la calzada interior, se sale con la suya. Hay que estar en el meollo de las cosas para poder tener dos cargos en el partido, dos actas parlamentarias, presentarse a las elecciones con familia y equipo propios y hasta con candidato en Asturias para el futuro de Caja Castilla-La Mancha. Hay que estar en el aparato para que nadie te tosa. Cascos debía la inutilidad metafísica de ser solo militante.


ABC - Opinión

Caso Cascos, Asturias, dedazo y democratización del PP. Por Miguel Cancio

El Partido Popular, en el corazón de las Navidades del 2010, por iniciativa de su presidente Rajoy y su secretaria general Cospedal, después de que el alcalde de Oviedo —de Lorenzo— junto a otros dirigentes del PP asturiano, como Ovidio Sánchez, y sin convocar los órganos directivos del PP, dieran un golpe de mano y ante el gran éxito de la propuesta de que Cascos fuese candidato por el PP a la presidencia de la autonomía asturiana con grandes posibilidades de éxito y un gran apoyo de la mayoría de alcaldes asturianos del PP, de los miembros del PP y mas aún de sus simpatizantes y votantes; el Partido Popular bajo la responsabilidad de Rajoy y Cospedal, en lugar de tratar de que el PP asturiano, por medio de un congreso extraordinario o, al no haber un consenso en la dirección del PP sobre quien debería ser el candidato del PP en Asturias, por medio de una consulta a sus miembros, eligiese a quien debería ser el candidato a la presidencia asturiana por dicho partido; el PP de Rajoy y Cospedal por medio de Dedazo ha propuesto a la candidata propuesta por Gabino de Lorenzo, Ovidio Sánchez y su gente, a Isabel Pérez Espinosa como candidata por el PP a la presidencia de la autonomía asturiana y que es una completa desconocida.

Para colmo, la candidata rechazada por la mayoría de los miembros del PP y mas aún por sus simpatizantes y votantes, Isabel Pérez Espinosa declara, en los medios gubernamentales Radio Nacional de España y en la cadena de radio SER, que ella tiene el mismo programa para Asturias que Cascos, que Cascos es un referencia fundamental para ella, etc., pero, sin embargo, es Cascos el mas conocido y valorado para ganar en Asturias, con mucha diferencia de cualquier otro candidato del PP asturiano, mientras ella es una absoluta desconocida en Asturias y España, y esta ahí como candidata, no por méritos propios conocidos, sino por el Dedazo del todopoderoso en el PP asturiano Gabino de Lorenzo y que ha secundado el dedazo de Rajoy y Cospedal, que, por lo que se ve, quieren un partido del Dedazo, de fieles escuderos, donde los miembros, los militantes cuentan muy poco y los simpatizantes y votantes nada, y no un partido democrático en su estructura, organización, funcionamiento, dirección y representación (como dice la constitución española en su articulo 6), abierto, de juego limpio, que, de forma justa y transparente, en una competencia en buena lid, seleccione, promocione y controle a los mejores y que, por tanto, donde todos sus miembros (en otros países como los Estados Unidos, el partido republicano, pero también el partido demócrata, eligen a sus candidatos por medio de la votación no solo de los miembros de dichos partidos sino también de sus votantes y simpatizantes y que participan abiertamente en el amplio debate que se abre para la elección en el interior de cada partido de los mejores candidatos y al margen de cualquier tipo de dedazos como muy triste y lamentablemente sigue sucediendo en el PP español y que se dice liberal, reformista, moderno, abierto, participativo y democrático) sean los que de forma democrática y con garantías, cuando no hay consenso, cuando surgen serios problemas, elijan, mediante un debate responsable sobre sus propuestas, a los principales candidatos y dirigentes del PP a escala local, provincial, autonómica, nacional e internacional, y participen activamente en la elaboración y aplicación de su política, y no solo de pascuas en ramos y por llamadas de teléfono o e-mails, de forma vertical, señoritil, familiar, amiguista, clientelar, sin ningún tipo de debate democrático, abierto, participativo, enriquecedor.

¿Pero porqué el PP le tiene tanto miedo a la participación activa de sus miembros, simpatizantes y votantes en la vida, en la política de su partido, en la elección democrática, mediante el voto y un debate honrado y responsable, de sus principales dirigentes y candidatos?

Esto es lo que se hace, y desde hace tiempo, en los partidos de centro-derecha mas prestigiosos a escala internacional en Estados Unidos, Alemania, Francia, Inglaterra, Holanda, Suecia, Dinamarca, Noruega, etc.

El PP español de Rajoy y Cospedal, al secundar el golpe de mano de Gabino de Lorenzo, Ovidio Sánchez y su gente, que vienen perdiendo año tras año en Asturias, que solo han sido capaces de hacerse con 12 alcaldías de 78 ayuntamientos asturianos y de los cuales 9 apoyan a Cascos, que mantienen un partido cerrado, verticalista, del dedazo, señoritil, amiguista, muy poco presente y activo cerca de la ciudadanía de todos los municipios asturianos, en el tejido social, en la sociedad civil asturiana, que no tiene ninguna presencia ni influencia en España desde hace tiempo lo que si ha tenido y tiene Cascos y que con el presidente Aznar como ministro de Fomento hizo un gran plan de infraestructuras para Asturias, para España, que han apoyado y distinguido con importantes distinciones, como en el caso de Gabino de Lorenzo como alcalde de Oviedo o de varios concejales de Gijón, etc., a gentes tan impresentables, partidistas y sectarios como el vicepresidente de la tiranía comunista totalitaria cubana José Ramón Fernández Alvarez El Gallego, uno de los últimos dirigentes que se entrevistó en Irak con el socio, aliado de la Cuba comunista, con el tirano terrorista Sadam Husseim (Gabino de Lorenzo como alcalde de Oviedo organizó, además, viajes de la ciudad de Oviedo a la Cuba comunista y que le sirvieron a la misma, como se ha podido verificar en sus medios y comunicados, para hacer propaganda y para legitimarse cuando estaba maltratando, deteniendo, torturando y liquidando a disidentes cubanos, a presos políticos como Zapata, las Madres de Blanco, el gran Fariñas, el gran Biscet y otros que piden el cumplimiento en Cuba de los mas elementales derechos humanos, la libertad incondicional de todos los presos políticos cubanos y libertades democráticas para Cuba ya. Disidentes cubanos se me han quejado del apoyo dado por Gabino de Lorenzo, etc. a la Cuba comunista) o como el impresentable, partidista y sectario político comunista-socialista Santiago Carrillo y que ahora, en plan neoleninista, estalinista, esta atacando la transición que defendió (porque él y otros como él, después de liquidar a Semprun, Claudin, etc., pensaron que se harían con gran número de escaños y que serían el partido mas votado de la oposición. Cuando vieron que no fue así rompieron la baraja y han vuelto al peor leninismo, al peor gerracivilismo, anticlericalismo cristiano) y vuelve a las andadas guerracivilistas y en las que él con relación a la Guerra Civil española tiene gravisimas responsabilidades (Paracuellos, etc.).

Todos los militantes, miembros, simpatizantes y votantes del PP asturiano, del resto de la nación española y de otros países deben de oponerse al Dedazo de Rajoy y Cospedal que secunda el Dedazo, el golpe de mano en el PP asturiano de Gabino de Lorenzo, Ovidio Sánchez y su gente, y deben de movilizarse a todos los niveles para exigir la democratización real del PP (y del resto de los partidos y fuerzas políticas, sindicales, empresariales, etc. españolas, europeas, etc.) a escala local, provincial, autonómica, nacional e internacional, que se cuente realmente y democráticamente con los miembros, simpatizantes y votantes del PP como sucede en los mejores partidos de centro-derecha occidentales y que, por tanto, se seleccione, promocione y controle, de forma justa, rigurosa y transparente, a los principales dirigentes y candidatos del PP por medio de la participación real, del voto y de un debate honrado, responsable y riguroso si no hay un amplio consenso, de los miembros, simpatizantes y votantes del PP para elegir (promocionar y controlar) a los mejores, es decir, a los mas honrados, competentes, humildes, trabajadores, creativos y profundamente humanos.

Es lo que algunos definimos como un Liberalismo Humanista de Juego Limpio, Creativo, Critico y Profundamente Solidario-Humanitario-de Justicia Justa (donde los valores del humanismo cristiano junto a otros humanismo creyentes y no creyentes ocupan un lugar muy importante y no solo de boquilla, en la ideología, doctrina proclamada, sino en la practica real).

Rajoy y Cospedal de sabios es rectificar y tanto ellos, como todos los dirigentes y miembros del PP asturiano y español pero también sus simpatizantes y votantes, los ciudadanos que quieren lo mejor para Asturias y España, deben de hacer todo lo posible por la real y efectiva democratización en la practica real de los partidos políticos españoles establecida en la Constitución española y que dé lugar a la selección, promoción y control, de forma justa y en lo público, privado y eclesial, de los mejores. Lo que, sin lugar a dudas, redundará en el bien de Asturias y de España, en su regeneración, en su mejor desarrollo, en el desarrollo honrado, responsable y de juego limpio, creativo, critico, competitivo y cooperativo, que debe servir, a escala local, nacional e internacional, para enriquecernos, no solo socioeconómica y medioambientalmente de forma justa, sino también humana y espiritualmente.


Miguel Cancio, economista y sociólogo, profesor de Sociología, Sociología de la Empresa y Socioeconomía del Desarrollo y los Movimientos Sociales de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de Santiago de Compostela.

Periodista Digital - Opinión

Retrato de una hecatombe. Por Ignacio Camacho

El segundo paso de un vuelco político es la consolidación de la idea de que la oposición va a ganar las elecciones.

SI el primer paso de un vuelco político es la continuada tendencia del desplome del Gobierno entre la opinión pública durante un lapso significativo de tiempo, el segundo lo constituye la consolidación de la idea de que la oposición va a ganar las elecciones. Consumada desde hace casi un año la caída vertical del zapaterismo, en las encuestas aparece ya con nitidez la aceptación general, incluso entre muchos votantes socialistas, de la próxima victoria de Rajoy. La que hoy publica ABC incluye además dos datos demoledores para el presidente: por un lado aparece por primera vez peor valorado que el líder de la oposición, lo que derrumba la última de sus expectativas; por otro, sólo el 53 por ciento de quienes le apoyaron en 2008 creen aún que es mejor gobernante que su adversario. Eso ya no es sólo la fotografía de un relevo inminente: es el retrato de una debâcle.

Hasta ahora, Zapatero ha venido sosteniendo que el escaso entusiasmo que despierta Rajoy constituía su mejor activo incluso en los peores momentos de popularidad, pero esa coartada también se ha acabado. Es más: se ha invertido. A día de hoy, el jefe del Gobierno representa la mejor baza para su rival, el factor principal de la enorme brecha que separa al Partido Popular del PSOE y le conduce hacia una mayoría absoluta. Aunque el trasvase de voto entre los dos grandes partidos sigue siendo relativamente escaso —una constante sociológica en España—, más de la mitad de los votantes socialistas se sienten indecisos o inclinados a huir hacia la abstención como consecuencia de su desencanto respecto al presidente, valorado mucho peor que la mitad de sus ministros. Teniendo en cuenta el nivel objetivo de competencia del Gabinete, se trata de una apreciación devastadora. En este estado de cosas, Rajoy debería incluso modular su estrategia para darle un cierto respiro a quien le garantiza la victoria.

Enfrente, el desgastadísimo Gobierno tiene a un partido sólido —el PP mantiene el 84 por 100 de su respaldo y crece en estimación nueva—con un líder que supera ya a Zapatero aunque su valoración global no sea para tirar cohetes. Y se ha extendido la aceptación del relevo con un carácter casi inevitable. La distancia se estrechará al final con toda probabilidad, pero perder 18 puntos de ventaja en quince meses sería un desastre político superior incluso al brusco descenso del británico Cameron. Improbable hasta para un líder tan gélido como el del PP.

Claro que la patente aceptación de Rubalcaba podría originar en el electorado cambios de percepción relevantes. Si el candidato socialista no fuese Zapatero —incluso aunque tampoco lo fuese su valido— estas encuestas podrían no servir para nada. Pero si ese relevo se demora, ningún otro dirigente socialista podrá hacer otra cosa que minimizar la derrota. Y en ese caso lo que no serviría para nada sería la operación de recambio.


ABC - Opinión

Pasos atrás contra ETA

La lucha antiterrorista se encuentra en una compleja encrucijada a la espera del famoso comunicado de ETA, en el que presumiblemente los terroristas anunciarán una tregua unilateral, indefinida y verificable por instancias internacionales, pero también que no renunciarán al terrorismo ni se disolverán ni entregarán las armas. Más allá de filtraciones más o menos interesadas y de movimientos tácticos del mundo proetarra, el balance de la situación dista de ser esperanzador. La realidad es que, después del alto el fuego de septiembre, se han dado pasos atrás que han alimentado la confusión y el escepticismo en una sociedad que no quiere suposiciones y elucubraciones, sino certezas. La manifestación de ayer en Bilbao a favor de los reclusos terroristas es el último de esos actos desconcertantes para un Estado de Derecho. Que la Justicia, con el visto bueno de la Fiscalía dependiente del Gobierno, permitiera la marcha convocada y organizada por reconocidos simpatizantes y ex candidatos de organizaciones del entramado de ETA, con informes contrarios de la Guardia Civil y de la Ertzaintza, es algo incomprensible, que alimenta toda clase de interpretaciones, equivocadas o no, sobre la trastienda de la política antiterrorista. Con poco que se conozca la realidad del País Vasco, los antecedentes o los colectivos como el de los familiares de los presos de ETA, es imposible sostener con razones fundadas que un acto como el de ayer en Bilbao no supone una exaltación de las actividades criminales desarrolladas por los terroristas. Harían bien la Justicia y el Ministerio Público en explicar a la sociedad por qué las manifestaciones en favor de los presos en 2007, 2008 y 2010 fueron prohibidas si sus connotaciones y características eran prácticamente iguales a la de este año. En una democracia nadie debería poder salir a la calle a apoyar a los delincuentes, sean terroristas, maltratadores o violadores.

Pero hay más. También inquietan situaciones inasumibles como la libertad de Díez Usabiaga, una auténtica burla, o los experimentos políticos que el Ejecutivo lleva a cabo en las cárceles con los etarras supuestamente arrepentidos. Cuesta asumir que terroristas con sangre en sus manos salgan de permiso con el frágil argumento de que han renegado de ETA, cuando ni siquiera han pedido perdón a sus víctimas ni han resarcido a la sociedad ni han cumplido la mayor parte de su pena. Y cuesta todavía más entender estos movimientos confusos mientras los terroristas roban vehículos, extorsionan a los empresarios, modernizan y fortalecen su aparato de falsificaciones y recopilan informaciones.

Las víctimas del terrorismo han sido siempre, y deben seguir siéndolo, un termómetro moral y político, y una conciencia social. Si el colectivo se siente humillado, como lo manifiestan sus representantes, algo está fallando y alguien ha tomado un atajo equivocado. El discurso oficial y público del Gobierno, con el que coincide el PP, es de firmeza máxima y de perseverar en el acoso policial y el rigor judicial. Ésa es la fórmula hasta la derrota final de ETA. El Gobierno será el responsable de que no exista desviación alguna en esa hoja de ruta y de que los terroristas y sus acólitos no puedan presentarse a las elecciones.


La Razón - Editorial

Lodo en las togas de la Audiencia Nacional

Si es cierto que estamos más cerca que nunca del final de la banda, y todo parece indicar que así es, es ahora precisamente cuando más firme ha de ser el estado de derecho para aniquilar las distintas cabezas de la hidra terrorista y no al contrario.

Es necesario ser muy ingenuo para no ver al brazo político de la ETA, cuando no a la misma banda terrorista, detrás de una manifestación convocada para denunciar la supuesta vulneración de derechos humanos de que son objeto los asesinos de esta organización, encarcelados en virtud de las condenas previstas en nuestro Estado de Derecho.

El juez Pedraz, al que no cabe acusar de bisoñez en cuestiones relacionadas con el terrorismo y sus distintas ramificaciones, ha autorizado la manifestación convocada por representantes del mundo batasuno a pesar de las peticiones formuladas por las asociaciones de víctimas del terrorismo y los informes de la Guardia Civil en contrario. El requerimiento a la policía vasca de que vigile el desarrollo de la manifestación por si se produjera algún delito durante la misma, cláusula habitual en las autorizaciones de este tipo emitidas por la Audiencia Nacional, no deja de tener un cierto toque de sarcasmo, no por reiterativo menos doloroso para las víctimas de los que aparecen revindicados con estos actos.

Y es que desde la personalidad de los convocantes hasta los lemas coreados, pasando por las declaraciones de todo tipo vertidas para dar notoriedad al acto público, asistimos a una sucesión de hechos que necesariamente han de constituir en su conjunto una humillación para los familiares de los asesinados por la banda terrorista.


La asistencia en número importante a esta última manifestación exigiendo el acercamiento de los presos etarras al País Vasco no otorga legitimidad a esta pretensión, por más que el mundo nacionalista pretenda hacer ver lo contrario. La dispersión de los terroristas encarcelados, acordada por las autoridades penitenciarias en función de las disposiciones legales vigentes, ha sido y es una herramienta importante en la lucha antiterrorista a pesar de que Rubalcaba la esté haciendo saltar también por los aires, como ha hecho con otros elementos también decisivos a este respecto.

Tampoco debería la sociedad civil española pasar por alto el hecho de que una entidad tan popular como el club de fútbol de la Real Sociedad de San Sebastián, figure como uno de los apoyos más destacados a esta marcha gracias a la colaboración de una parte de su plantilla. Ni siquiera cabe alegar la famosa e inicua equidistancia para disculpar la afrenta de esta entidad deportiva puesto que, como es conocido, jamás en el País Vasco se ha producido un gesto de cercanía por parte de esa institución u otras similares hacia las víctimas de esos a los que ahora arropan con el escudo de su club.

No estaría mal que el mundo del fútbol español, tan dispuesto a movilizarse por otras causas menos significativas, tuviera un gesto de respeto a las víctimas del terrorismo y de reproche hacia estos colegas que jalean a los victimarios.

Si es cierto que estamos más cerca que nunca del final de la banda, y todo parece indicar que así es, es ahora precisamente cuando más firme ha de ser el Estado de Derecho para aniquilar las distintas cabezas de la hidra terrorista y no al contrario. La anulación de los consistorios controlados por organizaciones colaboradoras del terrorismo, la eliminación de cualquier posibilidad de que vuelvan a entrar en la política municipal o la prohibición de cualquier algarada que otorgue visibilidad al entorno terrorista para lanzar sus consignas falaces, han de ser la prioridad del gobierno de un país que, como España, ha sufrido durante demasiado tiempo el azote terrorista.

Por desgracia el Gobierno parece opinar lo contrario y algunos jueces, tal vez partidarios de la infausta metáfora de un lamentable fiscal general del Estado, favorecen esta tesis con sus decisiones a pesar del cerco de lodo que, inevitablemente, acabará depositándose en los bajos de sus togas.


Libertad Digital - Opinión

La mayoría más absoluta

La opinión pública ha interiorizado que el Gobierno es parte del problema y que el cambio político resulta indispensable.

EL barómetro político realizado por DYM para ABC refleja una contundente ventaja electoral del PP, que supera en 18,5 puntos porcentuales al PSOE. En concreto, los populares obtendrían el 49,3 por ciento de los votos estimados, frente al 30,8 que recibirían los socialistas. Más revelador es el dato de la intención directa de voto, que da al PP el 28,8 por ciento, y a los socialistas, el 14,7. Esta fortaleza del PP se explica por la fidelidad de la mayoría de sus votantes, que lo respaldan en un 84 por ciento. Zapatero solo consigue el apoyo del 44 por ciento de los suyos. Las valoraciones personales también se decantan de forma general, por vez primera, a favor de Rajoy, a quien el 35 por ciento consideraría mejor presidente, frente al 25 por ciento que lo cree de Zapatero. También es mejor la valoración que recibe Rajoy (3,6 por ciento) frente a Zapatero (3,1); y la que recibe el PP (3,4 por ciento), frente al Gobierno (3,0). En definitiva, la encuesta expone la consolidación de una tendencia que comenzó en noviembre de 2008, cuando el barómetro político dio al PP un exigua ventaja de tres décimas frente al PSOE. Es una tendencia creciente en la opinión pública, que ha pasado de una respuesta impulsiva ante la crisis a la interiorización definitiva de que el cambio político es necesario. Incluso esta percepción pasa por encima de la escasa valoración que aún conceden los encuestados a Rajoy, quien, no obstante, recibe de los votantes del PP un respaldo mucho mayor que el que consigue Zapatero de los suyos.

Esta encuesta demuestra también que Zapatero ha quemado su arsenal político sin rentabilidad alguna. La remodelación del Ejecutivo, que concentró todo el poder en Rubalcaba, ha tenido un efecto cero en la confianza ciudadana, porque el problema no era lo mal que se comunicaban a la opinión pública las decisiones tomadas por el Gobierno, sino el Gobierno mismo. El estado de opinión general, cuajado con las medidas de recorte social, las subidas de precios, el descrédito internacional y la tasa de paro más alta de Europa, está sentenciado a poco menos de cinco meses para las elecciones municipales y autonómicas. El desafío de Zapatero no es tanto aguantar el envite electoral de la oposición en esos comicios como controlar una reacción interna del PSOE ante una derrota que puede tener dimensiones históricas. Con los resultados del sondeo que hoy publicamos, Zapatero tiene motivos para preocuparse más de sus compañeros de partido que del PP.

ABC - Opinión