martes, 25 de enero de 2011

¿Y ahora qué, Mariano Rajoy?. Por José Luis Balbín

En Sevilla acaba de volver a mostrar la astucia que ahora tantos le reconocen y antes tanto le negaron.

SALVO imprevisibles errores de muchísimo bulto, Rajoy va a ganar las próximas elecciones generales. Los previsibles están siendo cometidos. Durante años Rajoy ha sido ninguneado por muchos de los suyos, periodistas incluidos. Ha tenido suficiente paciencia para ver pasar sus cadáveres. Muchos han sido los agoreros que ahora se agolpan en la cola para acudir presurosos en socorro del vencedor. Lo malo es que siga deleitándose en victorias que, a medio plazo, sí que pueden resultar agoreras. En Sevilla acaba de volver a mostrar la astucia que ahora tantos le reconocen y antes tanto le negaron; astucia antes no exenta de «fair play» en la que unos pocos habíamos creído.

Todo tiene su límite y sus plazos, sin embargo. Es paradójico —o no— que sea precisamente en horas de repique de campanas cuando se esté viniendo abajo el prestigio, la confianza que Rajoy producía aunque fuera a sólo unos cuantos. Puede haber sido la venganza del chinito, el rencor impropio de un hombre de verdadero carácter u otra manera de debilidad ciega para elegir colaboradores…, la que le haya conducido a este descarrilamiento en el cambio de agujas. Pasados los primeros momentos de gloria, el tiempo lo probará.


Álvarez Cascos no tenía que haber sido diana de la venganza. Su manera de comportarse habitualmente puede incitar a la polémica, pero ésa es su virtud. Su estilo no es el de la traición ni mucho menos el de la derecha extrema, que otros enemigos interiores y exteriores han logrado atribuirle. Para traidores, a Rajoy se le apelotonan no pocos Yugurtas, que sí están en los escritos. ¡Al tiempo!

Lo verdaderamente importante es que Rajoy y sus acólitos han malvendido a los asturianos por un puñado de lentejas momentáneo. ¿Malvendido? Absolutamente. Asturias va de inconsecuencia en inconsecuencia. Por una vez, los asturianos vislumbraban la salida del túnel, no digamos a través de Cascos —que por supuesto—, sino también de Areces, igualmente ninguneado por su partido.

Ni Rajoy ni siquiera su secretaria general se han molestado durante estos años en disimular con su presencia el desprecio hacia Asturias. Y, puestos a desconfiar, los asturianos desconfían aún más del equipo «reserva» que Rajoy ha improvisado; no sólo producto de la incompetencia, sino de otras sospechas.

En cuanto a «equipos» para el Tour, Rajoy ha salido de Guatemala para entrar en Guatepeor. Buena idea la de los rejuvenecimientos, siempre que no fueran para cambiarlos por material de deshecho. La prueba es que no ha optado por el suyo mismo. Ha sido demasiado pedir a los asturianos que se suicidaran.

O sea que Zapatero perderá a nivel nacional, Rajoy será provisionalmente presidente de Gobierno y Álvarez Cascos, líder en Asturias. Para tal viaje hubiéramos necesitado mejores alforjas.


ABC - Opinión

Terrorismo. Alimentando a ETA con zanahorias. Por Guillermo Dupuy

No hay que ser experto en teoría de juegos ni en análisis económico del derecho penal para saber que esta zanahoria no hace más que debilitar el efecto disuasorio del palo.

"La rendición por la rendición, va a ser que no". Como si la propia dirección de ETA no lo hubiese vuelto a dejar terriblemente claro en su último comunicado de cese temporal y condicionado de la violencia, el diario El Mundo se siente en la necesidad de hacer públicas unas manifestaciones del colectivo de presos de ETA, el autodenominado EPPK, cuya portavoz, la etarra y ex edil de HB, Ana Belén Egües, reitera que lo de la banda terrorista es un mero alto el fuego, no una rendición. En estas manifestaciones realizadas desde la cárcel, la portavoz de los terroristas presos asegura que "las armas sí tienen sentido", equiparando la función de los pistoleros con la del Ejército en su papel de garante constitucional. En esa línea, la etarra insiste en que el alto el fuego no es definitivo y que la tregua forma parte de una estrategia para "buscar que los agentes internacionales ejerzan presión sobre el Estado español".

Salvo denunciar el engañoso titulo del editorial con el que El Mundo comenta estas declaraciones –Un testimonio para abrir los ojos a quienes aun creen las palabras de ETA–, este testimonio no debería suponer revelación alguna para quienes no cierran los ojos ante los comunicados de ETA ni dudan de sus palabras. De hecho, puestos a denunciar, no el "optimismo del Gobierno y el PSOE", tal y como dice el editorialista, sino sus trampas o su ceguera voluntaria, más nos valdría fijarnos en la carta que este mismo colectivo de presos etarras hizo pública en el diario Gara el pasado 24 de diciembre, pocos días antes del último comunicado que hicieran los que siguen prófugos.

En dicha carta, los irredentos presos de ETA dejaban en evidencia –aunque no fuese este, lógicamente, el objetivo de su denuncia–, cómo el Gobierno de Zapatero/Rubalcaba ya ha empezado a pagar con medidas penitenciarias la ficción de "paz" en la que nos quiere instalar. Así, estos criminales presos denunciaban en esa carta cómo "con frecuencia tenemos a los representantes del Gobierno al lado de las puertas de estas celdas en que nos tienen presos, haciendo tal o cual propuesta u oferta, además de chantajes y amenazas. Andan llamando a la puerta, preso a preso, ofreciendo beneficios penitenciarios y opciones de salir a la calle si se firma tal o cual texto". Ese texto, con el que los presos de ETA lo que firman en realidad es su impunidad o cuasi impunidad, no es otra cosa que la "carta de arrepentimiento", gracias a la cual etarras tan sanguinarios como Txelis o la Tigresa están, efectivamente, a las puertas de la excarcelación o trasladados a cárceles del País Vasco.

Con esta carta, los irredentos de ETA dejaban en evidencia no sólo que dan por descontada su impunidad, sino que la consideran insuficiente. Dejan en evidencia también cómo el Gobierno de Zapatero sigue dispuesto a pagar por la "paz" un precio político tan esencial como es el derecho a la justicia, al que legítimamente no renuncian las víctimas del terrorismo. También deja en evidencia el escaso valor y la dudosa sinceridad de dichas "cartas de arrepentimiento" que, en realidad, no son otra cosa que pasaportes a la impunidad.

Esas forzadas cartas de arrepentimiento no son más que una trampa más, con la que buena parte de la clase política y mediática, ahora y en el pasado, nos ha hecho creer que los terroristas estaban en mejor disposición de la que realmente estaban. Aunque no sean más que "guiños de la mentira al crimen", tal y como las he calificado en anteriores ocasiones, hay quien nos los presenta como si de un habilidoso, y no contraproducente, juego del palo y la zanahoria se tratara. Sin embargo, no hay que ser experto ni en teoría de juegos ni en análisis económico del derecho penal para saber que esta zanahoria no hace más que debilitar el efecto disuasorio del palo.

La actividad terrorista, como toda acción humana, está ligada a subjetivos costes y beneficios esperados para el que piensa llevarla a cabo. La probabilidad de ser detenido es, sin duda alguna, uno de esos costes que operan en la ecuación mental –valga la indeseable expresión matemática– del terrorista a la hora de practicar o no la "lucha armada". Sin embargo, si la detención no va ligada a una pena duradera y, sobre todo, a una pena de cumplimiento cierto y efectivo, la disuasión que causa al terrorista se debilitará enormemente. A su vez, al cuestionarse el cumplimiento efectivo de la pena, el beneficio esperado que el terrorista imagina alcanzar se verá reforzado en su cabeza. Y es que si el Estado les ofrece privilegios en el ámbito penal, el terrorista tendrá más razones para pensar –aunque no fuesen ciertas– que por dejar de matar logrará que le paguen los beneficios políticos por los que ha estado matando.

Si al "final dialogado de la violencia" que ha imperado durante décadas como contraproducente paradigma para alcanzar el fin de ETA, sumamos el hecho de que Zapatero no sólo ha mostrado su disposición a "dar una salida a los presos" –tal y como dijo a Savater en casa de unos amigos comunes–, sino que también ha manifestado que "con la paz todo tendrá cabida, tenga el alcance que tenga", incluyendo en ello "el derecho a decidir de los vascos", pues eso: que mucho me temo que los etarras nos dicen la verdad cuando aseguran que "la rendición por la rendición, va a ser que no".


Libertad Digital - Opinión

Prevengan accidentes. Por Hermann Tertsch

Calificar de accidente el 11-M es cuestionable. Fuera de duda está que fue el «accidente» más eficaz posible.

ESTÁ bien que el Partido Popular se festeje como ha hecho en Sevilla. Ha pasado siete años caninos en los que se ha enfrentado a una alianza política de muchos y variopintos socios, cuyo principal objetivo común era destruirlo como alternativa de poder. Hoy puede constatar con satisfacción que ha fracasado definitivamente esa operación para aislarlo y expulsarlo a la marginalidad política. Y que tiene el camino abierto para hacerse con las riendas del Gobierno central cuando concluya esta agonía nacional en la que ha convertido Zapatero el final de la legislatura. Las encuestas revelan muy claramente el desmoronamiento del Partido Socialista y el hastío de la población ante la situación de deterioro y desconcierto general que percibe y de la que ya sólo culpa al presidente. Pero haría bien el partido de Mariano Rajoy en no volver a caer en la tentación de creer que se enfrenta a un partido «normal» y a un Gobierno «normal» en una democracia perfectamente «normal». Durante años, Rajoy ha pretendido lidiar con un adversario tan respetuoso como él con los hábitos democráticos. Pasando por alto todo el desprecio hacia las normas y hacia él —y la mitad de la ciudadanía española— mostradas por los socialistas. Van desde el acoso extraparlamentario previo a la agitación «putschista» de la jornada de reflexión del día 13 de marzo de 2004, de las negociaciones secretas de Zapatero con ETA aun antes y a espaldas del Gobierno de entonces, al caso Faisán o las diversas formas de Pacto de Tinell que, con objeto de destruir a la oposición, adoptó el socialismo. Se trataba, como ya dijo Zapatero en su «primer año triunfal» de un proyecto de cambio de régimen. En su hagiografía del inefable Suso del Toro dice: «Si algo caracteriza a esta etapa de Gobierno es que hay un proyecto. Precisamente porque hay un proyecto hay una resistencia tan inútil como activa de la derecha más dura (…). Se han dado cuenta de que hay un proyecto de alcance en valores culturales y por tanto ideológicos, que pueden definir la identidad social, histórica, de la España moderna por mucho tiempo».

Resulta que el proyecto fracasa. No por la «inútil resistencia de la derecha». Que ha sido menor. Han sido la ineptitud, la inoperancia, la mentira y la impostura evidenciadas en la crisis económica las que han hundido a Zapatero en el favor del electorado y frustran sus intentos de cambio de régimen. De momento. Porque los comisarios del zapaterismo ven aún alguna opción, como cuenta Ekaizer. Lo hace en el periódico socialista inventado por Zapatero para forzar al otro periódico socialista a serle más leal. Dice que «la posibilidad teórica de esa recuperación del PSOE» está «condicionada a dos escenarios: la renuncia de Zapatero a un tercer mandato en favor de un candidato como, por ejemplo, Alfredo Pérez Rubalcaba, y a algún accidente, o acontecimiento inesperado de suficiente impacto nacional como para borrar el desencanto de esta segunda legislatura socialista». Y añade: «Zapatero ganó la campaña electoral de 2004 a Rajoy y dio el sorpassoel 14-M a horcajadas de los graves errores de Aznar y Rajoy ante el atentado del 11-M». Por fin se acepta desde el zapaterismo la evidencia de que fue el 11-M la causa de su victoria. Por hacer esta afirmación se ha difamado en España sistemáticamente desde el poder a periodistas, historiadores y políticos. Calificar de accidente el 11-M es cuestionable. Fuera de duda está que fue el «accidente» más eficaz posible. En todo caso, Gobierno y oposición deberían esforzarse por prevenir cualquier «accidente» que vuelva a obligarnos a votar en un estado de excepción, declarado o no.

ABC - Opinión

El día en que Cascos amenazó a Rajoy. Por Federico Quevedo

Ocurrió el pasado 17 de septiembre. Hasta ahora solo conocíamos una versión de la historia, la que ha contado el propio Álvarez Cascos, una versión idílica, casi de cuento de hadas, en la que un Mariano Rajoy entregado le decía textualmente al ex general secretario: “Quiero que tú seas el candidato en Asturias”. A los que conocemos a Rajoy desde hace ya tiempo, esta versión nos producía incredulidad, cuando no risa floja, pero Cascos no habla para nosotros, sino para su público, que se cree a pies juntillas la mentira. Si, mentira, digo bien. La verdad es que Mariano Rajoy nunca pronunció esas palabras en su encuentro con Cascos, sino que fue el ex general secretario el que pronunció otras bien distintas que sonaban más o menos así: “Si no soy el candidato, me voy del partido”. Amenaza. Clara, contundente amenaza, que fue acompañada de otra no menor, la de organizar un nuevo partido para competir con el PP. La respuesta de Rajoy fue la misma que ya le había dado antes: acuerdo con la dirección regional, que es la encargada de hacer las listas. Pero eso no podía ser, porque el propio Cascos se había ocupado de cerrar esa puerta unos meses atrás.

En efecto, en marzo del año pasado el alcalde de Gijón, Gabino de Lorenzo, y el presidente regional, Ovidio Sánchez, apostaron en un primer momento por la candidatura de Paco Cascos, y así se lo transmitieron. El asunto se torció cuando el ex general secretario por todo agradecimiento les comunicó que pensaba prescindir de ellos y que sería él quien hiciera las listas. No contento con comunicárselo, Cascos se reunió en Génova 13 con Ana Mato y le hizo llegar un informe según el cual contaba con el apoyo del partido para ser el candidato y dejar fuera a la actual dirección del PP en Asturias. Algo que, por pura lógica, el partido no podía aceptar. Lo que se le dijo fue lo mismo que después le trasladó Rajoy, que lo hiciera con acuerdo. Pero el hombre que después ha ido de víctima y ha cantado las excelencias de la democracia interna, lo que quería era imponer su propia decisión, tomar el control del partido en Asturias sin haber pasado previamente por el Congreso ordinario celebrado un año y medio antes. Solo cuando desde Madrid se le dijo que así no podía ser, Cascos empezó a reivindicar la celebración de un Congreso Extraordinario que no venía a cuento.
«Lo que está haciendo Cascos es jugar en un partido en el que el beneficiado van a ser los socialistas, que, cuando tenía todas las de perder, se ven de nuevo en condiciones de volver a ganar en Asturias gracias al ex general secretario que, por segunda vez en su carrera, se lleva por delante las expectativas electorales del PP.»
El PP, por tanto, sabía desde septiembre lo que iba a pasar, y ahora se entiende también porque Mariano Rajoy ha tardado tanto en tomar una decisión: tenía que mantener el equilibrio entre el tiempo necesario para que la candidata, Isabel Pérez-Espinosa, pudiera darse a conocer y hacerse presente para los electores asturianos, y el que necesitaba ‘robarle’ a Cascos para evitar que su nuevo partido se asentara y le hiciera un mayor daño al PP. Porque de lo que es consciente Génova es de que, sin duda, Cascos le va a hacer daño a sus antiguas siglas, y de que eso va a favorecer al PSOE. Y es que, no nos engañemos, en definitiva lo que está haciendo Cascos es jugar en un partido en el que los beneficiados van a ser los socialistas que, cuando tenía todas las de perder, ahora se ven de nuevo en condiciones de volver a ganar en Asturias gracias al ex general secretario que, por segunda vez en su carrera política, se lleva por delante las expectativas electorales del PP en la región.

Quienes le siguen y le apoyan deberían tenerlo en cuenta, y deberían preguntarse que otra motivación, más o menos inconfesable, esconde la decisión de Álvarez Cascos de hacerle esta sucia jugada a su antiguo partido. Porque, no lo duden ustedes, algo inconfesable hay detrás para que Cascos tenga tanta necesidad de ocupar la Presidencia del Principado, y si para ello tiene que pactar con el PSOE, no duden que lo hará, y los votos de muchos asturianos de bien habrán servido de coartada. Al menos, en su día, Sergio Marqués de verdad se creyó que lo que hacía era por el bien de Asturias y los asturianos, pero Cascos no piensa en eso… Cascos piensa en su propio bien y los asturianos le importan lo que yo les diga.


El Confidencial - Opinión

Partido Popular. El eterno auxiliar. Por Cristina Losada

La renuncia a ese intangible que son los valores y las ideas aboca al PP a un papel de eterno auxiliar: el subalterno que "arregla" la economía durante los breves paréntesis de la era socialista.

Se reprocha al PP que tampoco en su Convención sevillana haya expuesto, punto por punto, qué diablos haría de llegar al poder. Y razones hay para la crítica. El programa de nuestro shadow cabinet presenta zonas verdaderamente oscuras. Ensombrecidas, se diría, para no espantar al respetable mostrando el feo rostro de lo real ni proporcionar, gratis et amore, nueva munición al adversario. Así, se hace preciso adivinar cómo serían los planes de austeridad y las reformas que emprendería un Rajoy afincado en La Moncloa. Cierto. Pero esa no es la mayor de las lagunas. El programa, ese tipo de programa, no lo es todo. Es más, no será nada fuera del elemento que confiere sustento a la política, esto es, si no representa unos valores que sobreviven a las vicisitudes de la coyuntura.

Cualquier espectador de telediarios puede identificar alguno de los valores con los que se asocia –y quiere asociarse– el Partido Socialista. Igualdad, solidaridad, derechos, bienestar social (ahora en cuarentena), serán, seguramente, algunos de los que señale. Pero, ¿cuáles son los valores que se relacionan, a bote pronto, con el Partido Popular? Aquí, el observador ocasional tendrá que estrujarse las meninges. No resulta fácil, no. La unidad nacional, tal vez. La familia, puede. Quizás la libertad, aunque aparecía más antes. Al fin, el único aspecto ideológico que detectará con claridad nuestro conejillo de Indias es la disposición a gestionar con eficacia la economía. El PP se asocia a una capacidad administrativa, tal y como el equipo de Rajoy ha querido y manda la tradición tecnocrática de la derecha.

Es muy posible que, en las circunstancias españolas, unos buenos contables y unos gestores eficientes, por grises que resulten, ganen las elecciones. Pero la renuncia a ese intangible que son los valores y las ideas aboca al PP a un papel de eterno auxiliar: el subalterno que "arregla" la economía durante los breves paréntesis de la era socialista. No por casualidad han coincidido dos fenómenos políticos de signo opuesto. Mientras la izquierda se ha dedicado a subrayar, recomponer y radicalizar una identidad en crisis, la derecha ha optado por camuflar, rebajar y diluir la suya, cuando no por mimetizar la de su rival. En otras palabras, la izquierda hace ostentación de sus valores, al tiempo que la derecha no los discute y oculta los suyos. Puede decir, con Montaigne, "no sé quién soy, pero sé de qué huyo", que, en su caso, es de sí misma.


Libertad Digital - Opinión

La Esperanza de Cascos. Por M. Martín Ferrand

Cuando el motor de los electores es un generalizado descontento, la novedad cotiza a la alta.

ESPERANZA Aguirre, presidenta de rompe y rasga, le dijo ayer a Félix Rodríguez Madero, en Punto Radio, que Francisco Álvarez Cascos «es el mejor candidato» para optar a la presidencia de Asturias. Parodiando a Ventura de la Vega podría decirse que todo Madrid lo sabía, todo Madrid menos... María Dolores de Cospedal que, como Alejandro Sanz, tiene el corazón partío y anda la pobre con un ojo en Castilla-La Mancha y el otro desparramado por toda España en su estrambótico pluriempleo. Tan poco le ha gustado a la secretaria general del PP la valoración que de Álvarez Cascos ha hecho la presidenta de Madrid que la ha amonestado en público, en una rueda de prensa oficial de los de la gaviota. Si el partido trata así a los próximos y leales, a sus estrellas máximas, ¿qué no hará con los proscritos?

Ignoro el futuro político que le espera a Isabel Pérez —¿Fernández?— Espinosa; pero está claro que, si el justamente indignado Cascos llega a cuajar con el proyecto del Foro Asturiano y concurre a las elecciones de mayo, no llegará muy lejos. El decano de la prensa asturiana, El Comercio, publicaba este pasado domingo su tradicional y acreditado Asturbarómetro y, según sus tablas, si Cascos llega a presentarse a la presidencia del Principado, puede obtener el 42,2 por ciento de los votos, seguido por el PSOE (21,4) y por el PP (18). Así visto, parece que De Cospedal sirve peor los intereses del Partido Popular que Aguirre. Su desdén perjudica un entendimiento que pudiera serle necesario el 22 de mayo. Especialmente si, según la misma fuente sociométrica, el partido que resulta ser el de Cascos obtendría un 38 por ciento en las municipales asturianas y el PP solo el 18. Incluso, en la hipótesis más lejana de unas legislativas, el Foro, o lo que resulte ser, se alzaría con cuatro diputados y dejaría los otros cuatro, mitad por mitad, para el PP y el PSOE.

Cuando el motor de los electores es un generalizado descontento frente a la partitocracia establecida, la novedad —lo distinto— cotiza a la alta y Cascos, como los buenos toreros, no en vano fue crítico taurino en su juventud, sabe arrimarse. Después de sus multitudinarias apariciones en Nava y Mieres, la de anoche en Llanes, un feudo socialista, evidencia que el ex de Fomento está en forma. Después de recordar a los vecinos que la autovía Llanes-Unquera está sin terminar y de provocar el orgullo de ser llanisco les habló de Cajasturias, su incierto futuro y la torpeza con que el Gobierno de Zapatero se enfrenta al problema. Pisa el terrero y es muy capaz, de aquí a mayo, de saludar, uno a uno, a todos los inscritos en el censo astur.


ABC - Opinión

La momia. Por Alfonso Ussía

Leo con preocupación que el 70 por ciento de los rusos desea la retirada y posterior enterramiento de la momia de Lenin. Lo sentiría de verdad porque me llevo muy bien con ella. Lenin en momia es educado y cortés. Sus cuidadores le cambian el traje de cuando en cuando.

Moscú no es San Petersburgo. La capital de Rusia es una ciudad circular y fea, y sólo la Plaza Roja y su inmediato contorno pueden resultar interesantes. El resto es consecuencia de los planes quinquenales comunistas. Un espectáculo atroz. El sueño de Lenin ha sido visitado por todos los turistas que han pasado por Moscú en las últimas décadas. Sus ideas llevadas a la práctica causaron centenares de millones de muertos, y la URSS y sus naciones dominadas –desde Polonia a Hungría– vivieron en una gélida e insoportable prisión preventiva. Pero muerto el perro se acabó la rabia. El comunismo sobrevive en Cuba, en Corea del Norte y en algún miembro de la familia Bardem. China husmea las ventajas del capitalismo con frenesí. Derrumbado el comunismo, la momia queda monísima y atractiva.


Enterrar a Lenin en el cementerio de Volkóvskoye en San Petersburgo supondría un gran error.
Lo que hay que hacer con la momia es modernizarla. La izquierda se pierde en sus mentiras. Mucho progresismo de boquilla, pero siguen vistiendo a Lenin como en la década de los veinte del pasado siglo. Un Lenin veraniego con camisas floreadas, pantalones vaqueros y zapatillas de deportes de marca atraería a millones de visitantes. Y un Lenin primaveral vestido por Modesto & Lomba o por Vittorio y Luchino sería un Lenin alegre y positivo, y como dicen ahora los papanatas, perfectamente sostenible. En otoño, para no enfrentarse a la crisis, se podrían aprovechar los trajes grises que hoy le encasquetan, y en invierno habría que dar el golpe definitivo de modernidad. Un Lenin de «aprés sky», con modelos de Saint Moritz, Megéve o Baqueira Beret.

Además, que no está demostrada del todo la muerte de Lenin. Sí certificada, pero no demostrada, que hay largo trecho de distancia entre una cosa y la otra. Lo he contado. Antonio Burgos, José Oneto y el que escribe fueron testigos del milagro. Acudimos en plena «Perestroika» a visitar a Lenin a su mausoleo, inspirado en un panteón cristiano. Abandonábamos el lugar cuando ingresó en el recinto el gran José María Carrascal, que llevaba una corbata naranja con dragones violetas y verdes que soltaban por sus bocas llamas de fuego carmesíes. Lenin, al ver en su entresueño la corbata de Carrascal, se asustó y dio un brinco antes de recuperar su postura establecida. ¿Figuración? No lo descarto. Burgos, Oneto y el que escribe habían trasegado la noche anterior una considerable cantidad de vodka, pero la coincidencia en la visión no puede, en el plano científico, atribuirse a una resaca. Y ahí dejamos a Lenin, asustadísimo y asustadísimos.

Moscú ha cambiado mucho, pero su Plaza Roja se mantiene intacta. La momia de Lenin forma parte de su paisaje anímico. La visión del cadáver de Lenin es gratificante y conmovedora. Y lo repito. En momia, aquel singular asesino, queda bien, cordial, respetuoso y si me apuran, hasta guapo.


La Razón - Opinión

Despilfarro. La factura de la partitocracia. Por José García Domínguez

En su desnuda obscenidad, son ésos los valores –numéricos– que mantienen en pie el inamovible orden clientelar de las oligarquías partitocráticas y sus séquitos cortesanos. Las mismas magnitudes que nos abocan a la parálisis institucional.

Si en España se piensa poco y mal, más que por falta de ganas –que también–, es por ausencia de tradición. Aquí, desde finales del siglo XVI, cuando la gran escolástica castellana entró en barrena, nadie ha vuelto a usar la cabeza con propósito distinto al de embestir contra el prójimo. Excepción hecha de la prosa florida de Ortega, cuatro siglos de interminable siesta filosófica. De ahí que entre nosotros siempre sea recibido con resquemor quien pretenda razonar, y más si osa ejercer por libre. Sin ir más lejos, la zarrapastrosa condición del periodismo patrio no puede entenderse obviando semejante laguna histórica, tal como sugiere Álvaro Delgado Gal en muy brillante escrito difundido ahora por el Colegio de Eméritos.

Es sabido, no hay gusto, ni costumbre, ni rigor, ni método, ni maestros. Razón por la que resultan más de agradecer esfuerzos como el de esa institución, la de los eméritos, que acaba de publicar España en crisis, lúcida aproximación al origen último de nuestras desdichas. Y reflexión que igual posee la virtud de trascender el estéril narcisismo masoquista tan caro a los clásicos del género. Así, lejos de los fatalismos metafísicos de rigor, se ventilan en sus páginas magnitudes tan esquivas como el preciso número de "asesores" incrustados a dedo en las Administraciones (375.143 compañeros y compañeras), o la genuina cifra de "entes" estatales, autonómicos y locales que vagan a su libre albedrío con cargo al erario (2.656 tinglados independientes de incierto control y utilidad).

Amén del coste de las innúmeras televisiones públicas (1.460 millones de euros al año); o, en fin, la exacta cifra de españoles que viven de la política en su condición de cargos institucionales (53.797 profesionales del poder a tiempo completo). En su desnuda obscenidad, son ésos los valores –numéricos– que mantienen en pie el inamovible orden clientelar de las oligarquías partitocráticas y sus séquitos cortesanos. Las mismas magnitudes aritméticas que nos abocan a la parálisis institucional frente a la crisis. Y la misma paradoja terminal que llevó al bloqueo del régimen soviético previo a la Glásnost.Como allí, descartada por inerte sociedad civil, solo las elites del Estado de partidos disponen de capacidad para acometer las reformas. Pero, emprenderlas, implicaría demoler los cimientos mismos del orden jerárquico sobre el que imperan. Como allí.


Libertad Digital - Opinión

El reloj de la sucesión. Por Ignacio Camacho

Si anuncia ya su retirada Zapatero no tendrá perrito que le ladre; si aguanta se expone a un destrozo en mayo.

CON Rajoy recién investido en Sevilla de «presidente a la espera», en la acera de enfrente no ven el momento en que Zapatero señale al futuro jefe de la oposición o decida apartarse para destaponar el atasco. Los candidatos municipales y autonómicos, con Vara y Barreda al frente, han empezado a meter bulla para que el presidente dé cuanto antes el paso atrás en el sobrentendido de que el anuncio de su retirada aliviaría el cabreo de unos votantes dispuestos a darle a él —a ZP— una patada en el trasero de ellos. Los barones piensan que si el PSOE va a perder el poder en la nación debería al menos intentar conservarlo en sus feudos virreinales, y que ya se hace tarde para remediar la hecatombe presentida de mayo. No les falta razón pero Zapatero maneja otro punto de vista: si anticipa su decisión de autodescartarse —en el caso de que la haya tomado— puede dar por liquidada la legislatura; en el año que resta no le harían caso ni los ordenanzas de La Moncloa.

Abrir el melón sucesorio, aunque sea señalando a un Rubalcaba que tiene todas las papeletas y anda por ahí arengando a la resistencia, supondría para el presidente un calvario político que podría hacer trizas al partido enfrascándolo en luchas banderizas internas y provocaría un vacío de poder en el Estado. La «operación Calvo Sotelo», es decir, la dimisión formal para dejar al actual vicepresidente como interino al frente del Gobierno, parece inviable o muy complicada porque habría que negociar con los nacionalistas una nueva investidura a la que no parecen inclinados. De una manera o de otra, el mandato quedaría arruinado y Zapatero no tendría perrito que le ladrase, abocado un final de oprobio. El presidente quiere al menos cerrar su etapa de un modo relativamente honorable, aunque sea pasando a la Historia a última hora como un sacrificado reformista incomprendido, y trata de agarrarse al manejo de los tiempos a riesgo de que le estallen en las manos como una bomba de, nunca mejor dicho, relojería. Adelantar la sucesión supone reventar la legislatura y acaso dividir a un PSOE en combustión; madurarla tiene el riesgo de sufrir un varapalo descomunal en los poderes territoriales.

La impresión más extendida es que va a optar por la demora, confiado con su optimismo irredento en que las elecciones de mayo no resultarán tan calamitosas y en que mientras menos se queme Rubalcaba —o el tapado que tenga en mente— más posibilidades tendrá de reducir las distancias finales con el PP. Sin descartar una pirueta de inmolación con su tercera candidatura, aunque en su partido todo el mundo piensa que sería un disparate capaz de propiciar la mayoría absoluta de Rajoy. Lo más probable es que espere a las municipales para testear su impopularidad y evaluar los daños sobre cabezas ajenas; las perspectivas son tan devastadoras que es muy capaz de presentar un revés simplemente duro como una relativa victoria.


ABC - Opinión

Investigar hasta el final

En la causa que investiga el soplo que alertó a ETA en 2006 de la operación policial en el bar Faisán de Irún contra el aparato de extorsión de la banda están imputados el que fuera director de la Policía, Víctor García Hidalgo, y dos miembros de la lucha antiterrorista. Tras más de cuatro años de práctico parón, el denominado «caso del chivatazo» dio ayer un giro relevante. El juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz reactivó el proceso con nuevas diligencias, rechazó su archivo, como pedía la Fiscalía, y convirtió las actuaciones en un sumario.

El auto de Ruz, sustituto de Garzón, demuestra la dimensión de este oscuro episodio, en el que supuestamente un miembro de la Brigada Provincial de Información de San Sebastián entregó un teléfono móvil al dueño del bar Faisán, Joseba Elosúa, cabecilla de la trama de cobro terrorista, por el que se le avisó de la actuación policial.


El magistrado estima que hay indicios para seguir las pesquisas contra «una acción presuntamente ejecutada por miembros del Cuerpo Nacional de Policía» con la que se intentó «evitar la detención de determinadas personas que estaban siendo investigadas» por su relación con la recaudación del denominado «impuesto revolucionario». Podrían haberse cometido dos delitos: uno, de revelación de secretos por parte de un funcionario y otro, de colaboración con banda armada.

Entre las diligencias ordenadas por Ruz figuran la solicitud de datos sobre la cadena de custodia del vídeo que filmó los exteriores del bar Faisán el día en cuestión, y un informe sobre los cortes que aparecen en esa grabación, así como una reconstrucción de los hechos y que los policías imputados identifiquen al confidente etarra al que habrían llamado para justificar el tráfico de llamadas en torno al Faisán.

Es muy significativa también la decisión del magistrado de requerir la colaboración de la Guardia Civil, con una serie de informes sobre la presunta manipulación del vídeo que pudo grabar lo sucedido, después de que el Instituto Armado fuera relegado hace tiempo de un caso que afecta a mandos de la Policía y a Interior.

Estamos ante un episodio que ocurrió en el contexto del proceso de negociación. Si se trató o no de favorecer el diálogo con ETA, es una duda legítima que la investigación debería despejar. Lo cierto es que el asunto no suscitó en este tiempo el interés necesario del juez Garzón, primer encargado del asunto, ni de la Fiscalía, que reclamó su archivo, ni del Ministerio del Interior. Hubo que esperar a la llegada de Ruz a la Audiencia y a un informe sobre el caso de las autoridades judiciales francesas, recibido hace unos días, para que se reactivara.

La gravedad de los hechos exige un esclarecimiento total. Si hubo chivatazo a ETA, no puede haber impunidad y la Justicia debe actuar hasta las últimas consecuencias. No pretendemos prejuzgar nada, pero hablamos de actos que comportan delitos muy graves. El Gobierno pretendió darle carpetazo desde el primer día. No lo logró. Es un alivio que un magistrado sea capaz de buscar la verdad sin reparar en ninguna otra circunstancia que no sea hacer justicia.


La Razón - Editorial

Reconversión radical

El plan de refuerzo a la solvencia de las cajas es muy exigente y debe calmar a los mercados.

Una reconversión radical del sistema financiero, por la vía de aumentar los baremos de solvencia de bancos y cajas, especialmente de estas últimas. Este es el plan que el Gobierno anunció ayer, en una convocatoria por sorpresa de la vicepresidenta económica, Elena Salgado. En síntesis, la pretensión es que las entidades de ahorro se recapitalicen fuertemente, más rápida e intensamente que lo exigido por el calendario internacional (normas de Basilea III) apelando a los inversores privados; si naufragan en el intento, en otoño serán transitoria y parcialmente nacionalizadas.

Salgado hizo hincapié en asegurar que su plan "es también el plan del Banco de España" y, sobre todo, en que sus "detalles", que se incorporarán a un decreto ley, no desarbolan la reciente reforma de las cajas pactada con ellas, y que serán también negociados. Las cajas podrán acogerse a cualquiera de las cuatro opciones pactadas en la reforma, pero se favorecerá su conversión en bancos: las que decidan otras alternativas, como la de seguir como tales, deberán aumentar todavía más su capital.


El plan es contundente. Así se buscaba para calmar a los mercados, inquietos por la solvencia de la banca europea periférica desde que la crisis de Irlanda deslegitimó los resultados de las pruebas de resistencia publicados el pasado verano. Lo es porque se establece una exigencia inmediata de capital "de calidad" propio de un 8% sobre los activos. Y porque se adelantan a 2011 exigencias que entrarán en vigor para los competidores exteriores desde 2013 a 2019. La mayoría de los bancos y cajas españoles deberán aumentar su capital, en un entorno financiero internacionalmente adverso.

Es legítimo cuestionarse si tal adelanto y tales exigencias no resultan excesivos para un país enfrentado a unos mercados escépticos y a un crecimiento aún muy débil. Pero también es cierto que el sistema financiero español ha demostrado capacidad (sobre todo, pero no solo, cuando la crisis bancaria de los ochenta y primeros noventa) de adecuarse a listones más altos que los de su entorno.

También corresponde interrogarse sobre si el extremo rigor podría haberse atemperado de haberse aplicado con más celeridad -por el Gobierno y el Banco de España, pero sobre todo por las propias cajas- el plan de salvamento y actualización abierto con la creación del FROB. Pero esta es ya una cuestión histórico-académica, cuya importancia declina ante la urgencia extrema de dotar al sistema financiero de una fortaleza, transparencia y seguridad que le inmunice -y por extensión a todo el país- ante los vaivenes de los mercados.

El monto total de la recapitalización perseguida es significativo, pero modesto en relación con algunas exageraciones publicadas: unos 20.000 millones de euros en conjunto, según Salgado. De forma que el reto debiera ser manejable por casi todas las entidades, cada una según su cuota parte. Se trata de una cantidad que podría cubrir el FROB holgadamente. Colocarlo en posición subsidiaria, como se ha decidido, tras la apelación a los mercados y los inversores privados, muestra de nuevo la preferencia del banco emisor, y ahora del Gobierno, por una de las opciones, la conversión de las cajas en bancos, que quizá hubiese exigido mayor debate del que ha tenido lugar si las necesidades no fuesen tan perentorias.

Una opción, la de preferir bancos que cajas, en cualquier caso, explicable por su visibilidad, que facilita la lógica y exigible apelación a los mercados, pero que requerirá explicaciones adicionales porque supone replantear a fondo, en muy poco tiempo, un sector centenario. Y que históricamente prestó grandes servicios.


El País - Editorial

La ley Sinde y el cambio que promete el PP

El PP seguirá disfrutando de los amables epítetos de los principales espadas de la industria del entretenimiento y perderá los apoyos que podría haber reunido. Pero como vemos desde el congreso búlgaro de Valencia, al PP sus votantes le traen sin cuidado.

Tras terminar la convención del PP, expresábamos nuestras dudas sobre si ese cambio de Gobierno que los populares ven tan cercano implicaría un cambio real respecto a las políticas de Zapatero. Si debemos juzgar por el acuerdo al que ha llegado con el PSOE y CiU sobre la ley Sinde, no cabe sino concluir que un Gobierno de Mariano Rajoy sería más de lo mismo.

Durante los últimos años se han sucedido las causas abiertas por entidades de gestión, empresas del sector del entretenimiento y organizaciones patronales contra diversos sitios web de enlaces a redes P2P. Estas páginas no albergan contenido alguno que vulnere ningún derecho de autor. Se limitan a enlazar, apuntar al lugar donde pueden descargarse música, películas y series televisivas, que generalmente son los ordenadores de otros usuarios. Por esa misma razón los jueces, sistemáticamente, las han considerado perfectamente legales.


Esa es la razón de la ley Sinde. No se trata de acabar más rápido con una ilegalidad manifiesta, sino de encontrar una vía que permite cerrar por la vía administrativa aquello que los jueces se negaban a cerrar respetando escrupulosamente la legalidad. Ante semejante atropello, el PSOE decidió incluir la figura de un juez en el proceso. Pero era un engaño: además de dar al propietario del sitio web afectado sólo un par de días para defenderse, el juez sólo debía decidir si consideraba que el cierre atacaba la libertad de expresión. No decidía sobre el fondo de la cuestión. De modo que las quejas no disminuyeron: si acaso aumentaron de volumen ante el intento de tomarle el pelo a los ciudadanos.

El PP tomó la bandera de los internautas poniéndose en contra de la ley, pero ganándose la desconfianza de muchos al considerar que su apoyo dependía sólo de que hubiera mayores garantías y una mayor participación de los jueces en el proceso. La suspicacia estaba más que justificada: el acuerdo al que ha llegado con el partido de Zapatero no es más que una reedición del intento del PSOE de tomarnos el pelo. Ahora se incluye a otro juez al comienzo del proceso, pero tampoco decidirá sobre si la web debe cerrarse o no: sólo sobre si pedir a la policía los datos sobre el propietario viola los derechos a la intimidad y el secreto de las comunicaciones.

El rechazo a la ley Sinde resultaba tremendamente atractivo para el PP. Los sectores a los que podía perjudicar que esta norma no fuera aprobada son claramente contrarios al partido de Rajoy, así que nada puede ganar apoyándolos. En cambio, podría lograr votos poniéndose del lado de los internautas. Finalmente seguirá disfrutando de los amables epítetos de los principales espadas de la industria del entretenimiento y perderá los apoyos que podría haber reunido. Pero como llevamos viendo desde unos meses antes del congreso búlgaro de Valencia, al PP sus votantes le traen sin cuidado. Les basta esperar a que caiga el PSOE para hacer sus mismas políticas en casi todo, internet incluido.


Libertad Digital - Editorial

Austeridad, de palabras a hechos

El nivel de gasto no mide la eficacia del Estado en sus políticas sociales, que es lo que la izquierda defiende como coartada de sus fracasos.

EL Partido Popular convirtió la austeridad de las Administraciones Públicas en uno de los mensajes centrales de la Convención Nacional celebrada el pasado fin de semana en Sevilla, y a partir de hoy lo trasladará al Parlamento. Por un lado, los populares quieren recuperar el rigor de la ley de estabilidad presupuestaria para fijar un techo de gasto a las administraciones autonómicas y locales, después de que el PSOE modificara esa ley para facilitar su endeudamiento, que ahora quiere corregir cerrando cualquier posibilidad de refinanciación. Por otro, el PP en el Senado va a presentar una moción para impulsar la reducción de gastos multiplicados por las diversas administraciones públicas y, en concreto, para facilitar la privatización de las televisiones autonómicas. Es evidente que socialistas y nacionalistas votarán en contra, como ya han anunciado, porque su percepción de lo público está asociada al gasto y no tanto a la gestión. Sin embargo, este debate sobre el coste de la estructura administrativa del Estado es inevitable e imparable. Por eso el PP ha tenido el acierto de asumirlo como propio en un momento crítico para la economía nacional y familiar, en el que los ciudadanos quieren que los esfuerzos que se les están exigiendo tengan su correspondencia en decisiones sobre las administraciones públicas. La izquierda y el nacionalismo se equivocan al replicar al PP con el argumento de la deslealtad al Estado autonómico. Primero, porque el Estado autonómico nunca ha estado más en riesgo que con los pactos del PSOE con los nacionalistas. Segundo, porque la organización autonómica del Estado no está atada a un único modelo político ni justifica el derroche actual de medios económicos. Uno de los rasgos de esta crisis económica es que nada puede ser declarado intocable, ni en el mercado financiero, ni en el laboral ni en la situación de las Administraciones Públicas. Su hipertrofia de gasto y personal no funcionario es un problema que debe ser resuelto en el marco de las grandes reformas estructurales que exige la superación de la crisis económica. Y esto supone para la izquierda y los nacionalismos asumir que los poderes autonómicos y locales no son herramientas para crear servidumbres sociales que los apalanquen a perpetuidad, sino para gestionar con eficiencia las competencias públicas.

El nivel de gasto no mide la eficacia del Estado en sus políticas sociales, que es lo que la izquierda defiende como coartada de sus fracasos. Un Estado más racional, menos expansivo y mejor financiado es lo que realmente garantiza el bienestar de la sociedad.


ABC - Editorial