lunes, 14 de marzo de 2011

Seísmo nuclear (2). Por José María Carrascal

Lo que no puede pretenderse es tener energía abundante, barata y limpia, y gozar de un alto nivel de vida, por que eso no existe.

VOY a retomar el tema donde lo dejó el admirado Ignacio Camacho en su columna de ayer. Y voy a tomarlo en su frase «no existe el riesgo cero en las centrales (nucleares)», para ir más lejos: no existe riesgo cero en ninguna central energética. No existe porque el mero hecho de crear o manipular energía conlleva riesgos inevitables, dada la peligrosidad del elemento que se maneja. Eso lo sabe el hombre desde que empezó a utilizar la más elemental de todas las energías, el fuego, para calentarse, cocinar y ahuyentar a las fieras. Seguro que muchos de ellos fueron víctimas de los incendios que provocaban, pero no por eso cejaron en su empeño de domesticar la energía, que corre paralelo al avance de la civilización. El mito de Prometeo, el humano que robó el fuego a los dioses, por lo que estos le encadenaron a una roca del Cáucaso para que un águila le devorase las entrañas, se cumple, como tantos otros, poética y fielmente hasta nuestros días. Pues no hay ninguna energía completamente segura ni limpia. La que más pueda parecerlo, la hidroeléctrica, se ha llevado pueblos enteros al derrumbarse alguna presa. De la más tradicional, el carbón, prefiero no hablar, dada la historia de accidentes en las minas y la contaminación que produce. Por cierto, ¿están los ecologistas a favor de que se acaben las subvenciones al carbón nacional, lo que significaría el cierre de sus pozos? El petróleo, barato, abundante, es el principal generador de CO2 en la atmósfera, con su efecto invernadero, y el gas, aparte de su peligrosa manipulación, tiene el inconveniente de su transporte desde lejos. En cuanto a las energías llamadas alternativas, resultan carísimas y no muy eficientes, lo que disminuye bastante su alternancia.

Lo que nos lleva irremediablemente a la energía nuclear. Su pecado original es haber nacido para la guerra, que no van a perdonarle. Pero viene siendo utilizada desde entonces para fines pacíficos y los resultados son: que resulta barata, que está al alcance de cuantos tienen su tecnología y que sus accidentes han sido menos que los de cualquier otra en sus comienzos. De hecho, sólo ha tenido dos mayores, el de Harrisburg, que no causó ningún muerto, y el de Chernóbil, en el que murieron 31 personas y miles se vieron afectadas en mayor o menor grado. Nos queda ahora por saber las consecuencias del de Fukushima y algún otro.

La lógica apunta a una distribución equitativa de las fuentes de energía, con la nuclear teniendo la parte que le corresponde, que dependerá del país, sus recursos y su voluntad. Lo que no puede pretenderse es tener energía abundante, barata, limpia, y gozar al mismo tiempo de un alto nivel de vida, por la sencilla razón de que eso no existe más que en la mente de los demagogos.


ABC - Opinión

¿Tsunami nuclear?. Por José Carlos Rodríguez

La tecnología nuclear parece haber superado su prueba más dura. Los que esperaban tener un motivo para frenar el renacimiento de la energía nuclear se han quedado sin su catástrofe.

En 1923 Japón sufrió un terremoto con epicentro en la región de Kantó. La sacudida de la tierra provocó la muerte de 100.000 personas, a lo que hay que sumar otras 40.000 cuyo paradero se perdió con la catástrofe. Aquel terremoto fue tan devastador que el Gobierno nipón declaró el primer día de septiembre, aniversario del seísmo, "día de prevención de las catástrofes".

El "gran terremoto de Kantó" fue de grado 7,9 en la escala de Richter. El que sacudió Japón el pasado viernes fue de grado 9,0, es decir, más de diez veces mayor, ya que la Richter es una escala logarítmica de base diez. Es la magnitud que tuvo el famoso terremoto de Lisboa que ocurrió el día de todos los santos de 1755. Destruyó gran parte de la ciudad y fue tan violento que llevó a muchos a dudar de la existencia de Dios.

Este terremoto es el cuarto más grande jamás registrado, y las peores perspectivas apuntan a que podrían haber muerto diez mil personas, muy lejos del mortal recuento de hace 88 años, pese a que la población se ha doblado en este período. Japón es ahora mucho más rico y por tanto tiene muchos más medios puestos al servicio de la seguridad de sus ciudadanos. La riqueza salva vidas.


El temor, ahora, es que a la sacudida del suelo y al tsunami le sigan un terremoto nuclear. Ya hay insensatos que hablan de un posible Chernóbil. En primer lugar, aquel accidente mató a 56 personas; si se repitiese no sería el mayor de los problemas, visto el número de muertos. En segundo lugar, el accidente de Chernóbil alcanzó el grado 7 en una escala que va del 1 al 7. El de Three Mile Island, en el que no hubo muertos ni afectados, alcanzó el grado 5. Y el de la central nuclear de Fukushima Daiichi es de 4. Una persona podría pasar en la central un día y recibiría la radiación máxima aconsejable para un año. Para que fuera equiparable a Chernóbil habría que multiplicar la radiación liberada por 3,6 millones. No es la única central que ha tenido problemas, pero todos, a esta hora, parecen estar solucionándose.

La tecnología nuclear parece haber superado su prueba más dura. Los que esperaban tener un motivo para frenar el renacimiento de la energía nuclear se han quedado sin su catástrofe. Y los que confiamos en la tecnología tenemos ahora más motivos.

Si la riqueza salva vidas, como acabamos de ver, la energía nuclear también, porque contribuye eficazmente al desarrollo económico. A los ecologistas no les gusta por eso, y porque lo único que necesitamos para adoptarla es conocimiento y capital. Y no sólo tenemos ya ambos, sino que tendremos más en el futuro. Un futuro muy negro para las pretensiones ecologistas.


Libertad Digital - Opinión

El «zugzwang» de ZP. Por Félix Madero

La jugada que tanto temenlos ajedrecistas es particularmente frecuente entre los políticos.

LOS ajedrecistas saben que cuando llega el zugzwang al tablero han de esperar lo peor. Zugzwang es una palabra alemana que define una situación en la que cualquier movimiento es malo. No te puedes mover, y es tal la situación que te ves obligado a defender una cosa y la contraria. Los juegos tienen la mala costumbre de parecerse a la vida. En el tablero, en el césped o en la madera de una cancha de baloncesto está siempre lo mejor y lo peor nuestro. Más allá de la pelota y de las fichas del ajedrez, veremos a personas felices, melancólicas, previsibles, insensatas, tramposas, honorables o mezquinas. La condición humana, vaya. Igual sucede con el estilo que se gastan los toreros. Preguntaron al Pasmo de Triana: «Oiga, Belmonte, ¿cómo se torea?». Y don Juan, grandísimo filósofo tartaja en traje de luces, contestó: «Se torea como se es». Como se es se juega al fútbol, se lidia un toro, se escribe y habla, y se hace política. Y desde esa perspectiva, que muchas veces es una visión vanamente transcendental, se es presidente del Gobierno.

No sé si Zapatero juega al ajedrez, pero que pregunte a su alrededor, que aficionados al tablero habrá. Le ayudará a reconocerse y a reencontrarse. Y no exagero, que sabido es que muchos presidentes perdieron su identidad después de pasar por La Moncloa. La jugada que tanto temen los ajedrecistas es particularmente frecuente entre los políticos: a más poder, más zugzwang. ¿Cuántas veces se encuentran con una situación en la que hagan lo que hagan las cosas terminan por ponerse peor? Eso es zugzwang: una jugada temida e incómoda que afecta —o debería— a la moral del que dirige la partida (Zapatero) y de los que la siguen (el PSOE). Llegado ese momento no hay consuelo: la partida sigue y no se detiene, salvo que el jugador decida entregar el Rey. Y ahí se encuentra este hombre. Desde hace mucho tiempo Zapatero es un jugador en zugzwang, aunque es probable que no lo sepa, porque siempre está empezando la partida. Como sólo mueve el peón, está en el principio, igual que un dios de barro. Por eso olvida la situación en que ha dejado este tablero temeroso y desigual que es España en sus tres últimos años. España y los españoles —y qué decir de la votancia socialista— viven en un estado parecido al que determina el zugzwang de ZP. Como en las arenas movedizas: cuanto más te mueves para salir, más te hundes.

Ahora que se prepara para decir adiós —denlo por hecho—, no importa tanto el calvario al que le somete su situación sino cómo ha llegado a la misma. Un amigo ajedrecista me dice: llegas al zugzwang por tres razones: por impericia, porque vas sobrado o porque juegas como un mentiroso que ejecuta movimientos que no crees. Elijan la más oportuna. Todas conducen al mismo sitio. Yo me quedo con la última. Desgraciadamente, el tiempo dice que la razón me acompaña.


ABC - Opinión

Complutense. Profanación. Por José García Domínguez

Ellas, paniaguadas cómplices del statu quo, en las antípodas morales de los verdaderos disidentes. Gente como Salman Rushdie, abocado a la muerte en vida por inapelable sentencia de los ayatolás. O Theo van Gogh, ya asesinado.

Cuentan las crónicas que cuando el estreno de la Electra de Galdós, tragedia elevada a icono del anticlericalismo patrio, Ramiro de Maeztu, por entonces aún anarquista feroz, irrumpió en la platea luciendo un enorme pistolón al cinto para lo que fuere menester. A su vez, y luego de entonar La Marsellesa en la Puerta del Sol, una muchedumbre iconoclasta intentaría asaltar el palacio arzobispal aquella misma noche. Todo ello tras desfilar en pía procesión laica, paseando a hombros a Don Benito el Garbancero como si del mismísimo Antipapa se tratara. Ocurrió el 30 de enero de 1901. Hace más de cien años. Esto es, cuando la Iglesia todavía encarnaba la devoción del Poder. Viceversa, pues, de cuanto hoy acontece, al haber devenido el repudio de la fe tradicional único culto oficial del establishment.

Así los anales, si esos niños de la guardería de Berzosa que andan profanando capillas supieran algo de historia, comprenderían lo muy canónico, oficialista y obediente de su gansada. Y es que, aquí y ahora, en el Occidente laico y secularizado, nada resulta menos epatante y provocador que asaltar templos y hacer público escarnio de la religión. Al revés, pocos gestos como ése revelan más pacata servidumbre, mayor sometimiento servil al orden constituido y la ideología dominante. A fin de cuenteas, ¿dónde está la transgresión? ¿Dónde el heroico ataque al canon? ¿Dónde la airada contestación al sistema? Tan ignaras las pobres, esas beatas de la sacristía progre, las que obraron la suprema hazaña de exhibir tetas y necedad ante el púlpito, acaso nunca no lleguen a descubrir que las genuinas meapilas del laicismo resultan ser ellas mismas.

Ellas, paniaguadas cómplices del statu quo, en las antípodas morales de los verdaderos disidentes. Gente como Salman Rushdie, abocado a la muerte en vida por inapelable sentencia de los ayatolás. O Theo van Gogh, ya asesinado. O Hirsi Ali, amenazada. O los autores de las caricaturas de Mahoma. O los contados pocos que aquí se atreven a cargar con el sambenito de racistas, islamófobos y fascistas tras infringir la ley del silencio. Ésa que impone el eufemismo de la cobardía que responde por corrección política a propósito de la barbarie coránica. ¿Heterodoxos los payasos de la Complutense? No me hagan reír.


Libertad Digital - Opinión

Encuestas de doble filo. Por Ignacio Camacho

El diferencial de los sondeos se acortará en las municipales. Estos 15 ó 16 puntos no pasarán de cinco o seis.

VIENE con el mazo de periódicos bajo el paraguas, tratando de protegerlos de la lluvia. «Este fin de semana no se meten demasiado con nosotros; ni Zapatero ni los EREs pueden competir con un terremoto y una alarma nuclear», ironiza con una mueca cómplice. Debe de tener la mañana sarcástica porque no se ahorra otra broma ante el cartel de un candidato socialista pegado en una parada de bus: «¿Te acuerdas cuando presentábamos a gente conocida, a políticos de peso?». Le pregunto por las municipales para tirarle de la lengua. Sorpresa: no está demasiado pesimista.

«Al principio nos asustaban las encuestas. Ahora nos hemos acostumbrado, y quizá pronto los que se preocupen sean otros. Me explico: estos quince o dieciséis puntos de diferencia no pasarán de tres o cuatro en las municipales, cinco o seis en el caso peor. Ya lo verás. En total, menos de un millón de votos, quizá sólo medio, y con una abstención alta. Y si eso ocurre, será inevitable la pregunta de cómo el PP no logra abrir brecha en nuestro peor momento. El partido hará ese discurso, y los medios menos favorables a Rajoy. Cuando una victoria está tan clara, la preocupación principal es siempre para el favorito».


«Mira, al final, el balance de las elecciones de mayo se va a medir en tres sitios: Barcelona, Sevilla y Castilla-La Mancha. Perderemos alguna autonomía más, Asturias, Baleares, tal vez Aragón, pero eso tiene menos impacto de opinión pública. Las palizas en Madrid y Valencia están descontadas, y en Extremadura aguantaremos. El problema son esos tres lugares claves; si perdemos los tres habrá sensación de hecatombe grave, de vuelco. Y las dos capitales están prácticamente perdidas. En Barcelona palmamos seguro, en Sevilla muy probablemente, pero en La Mancha se puede estrellar Cospedal, que está demasiado sobrada. Y no es cualquiera: es la número dos del PP, parte del núcleo duro de Rajoy, y si fracasa va a hacer ruido. Mucho ruido».

«Es verdad que en el partido hay muy mal ambiente, sí, pero en las campañas electorales siempre nos venimos arriba. Los sondeos están creando una expectativa de doble filo que en el fondo perjudica al PP, porque ese diferencial se acorta seguro en las urnas; la gente expresa su cabreo a los encuestadores pero luego es bastante conservadora votando. Tenemos la sensación de que hay un voto oculto socialista, un voto vergonzante, como lo quieras llamar. El único problema serio que yo veo es que el Gobierno tenga que tomar más medidas impopulares bajo la presión alemana o de los mercados de deuda. Pero creo que el suelo ya lo hemos tocado. Es más, me parece que el verdadero problema lo podemos tener si el resultado no resulta desastroso. ¿Qué por qué? Porque si Zapatero no anuncia antes la retirada, podría sentir la tentación de reconsiderarla, ya sabes cómo es este hombre. Y entonces sí que vamos a sufrir en las generales…».


ABC - Opinión

Los mercados y el tsunami

Los mercados financieros internacionales abren hoy sus puertas agitados por la incertidumbre de Japón, cuya economía sufre ya los efectos letales del terremoto y el tsunami. Pese a que el Gobierno de Tokio ha garantizado la inyección de liquidez necesaria para evitar los ataques especulativos, lo cierto es que los expertos temen la apertura de los mercados y el desplome de la Bolsa de Tokio, que no ha levantado cabeza desde el año 2008. Ya nadie pone en duda que la tragedia trasciende las fronteras del país y que su onda expansiva supone también un serio problema económico para el resto del mundo, en especial para Estados Unidos y Europa. Japón no ha vivido en las últimas décadas su mejor ni más ejemplar era económica. La crisis de los noventa y la burbuja tecnológica de principios de 2000 dejaron al descubierto un país con una banca excesivamente debilitada para alimentar a la, entonces, segunda potencia económica del mundo. Los años sucesivos siguieron la misma tónica y en 2009 el país sufrió un desplome severo del 6,3%, lo que le llevaría a ceder a China la segunda plaza económica mundial, puesto que venía ocupando desde 1968. Si bien en 2010 su PIB creció un 3,9%, las previsiones para el presente ejercicio eran ya lo bastante discretas, un 1,3% de crecimiento, que pueden venirse al traste si se confirman los peores augurios sobre daños en propiedades, aparato productivo, sector energético, instalaciones portuarias, infraestructuras... El Banco de Japón calcula que las pérdidas podrían ascender a los 100.000 millones de dólares, lo que equivaldría a decir que el terremoto y el tsunami han sepultado alrededor del 2% del Producto Interior Bruto del país. Hay que tener en cuenta que la zona devastada generaba el 16% del PIB total. Por otro lado, el cierre de una docena de reactores nucleares, que aportaban buena parte de la energía eléctrica, exigirá drásticos planes de ahorro y aumentar las importaciones de gas, lo que sin duda repercutirá al alza en las cotizaciones internacionales. En el aspecto monetario, el yen puede verse fortalecido, pero eso causaría un problema adicional: el encarecimiento de las exportaciones para un país que vive de lo que vende a los demás, fundamentalmente industria y bienes de equipo. En concreto, el sector exterior representa nada menos que el 40% de su riqueza nacional. Otro dato inquietante es que uno de los motores económicos del país, la industria automovilística, está paralizado, con la única excepción de Mazda. Ante este panorama generado desde el viernes y con los mercados cerrados, es preciso plantearse la necesidad de una urgente acción concertada a escala internacional para impedir, primero, que la economía japonesa entre en una deriva incontrolada y para, después, favorecer su estabilización, de modo que no arrastre a las demás economías justo en el momento más delicado. Es probable que Europa y EE UU tengan que revisar sus previsiones y rebajar sus expectativas de recuperación. Pero también puede ser una oportunidad para profundizar en la coordinación de medidas conjuntas, hasta ahora bastante ausentes en los diferentes planes de recuperación.

La Razón - Editorial

Política antiterrorista

Con las detenciones, el Gobierno dice a la izquierda 'abertzale' que no habrá negociación.

Entre la detención en Bilbao de cuatro activistas con 200 kilos de explosivos y la captura en Francia de lo que parece ser parte de la dirección de ETA, el presidente del Gobierno declaró que la izquierda abertzale no sería legal hasta que ETA desaparezca. Luego matizó: "Lo tendrá difícil mientras ETA esté viva". Es una apreciación política, no jurídica; la legalización de la nueva marca de Batasuna no depende necesariamente de ese factor, aunque los tribunales podrían tenerla en cuenta.

Pero políticamente es relevante. El mensaje es que, en lo que de él dependa, el Gobierno no hará nada por favorecer esa legalización mientras ETA no se disuelva. Por ejemplo, que no hará nada en el terreno penitenciario, como ahora pretende Batasuna al plantear que se acabó la fase de movimientos unilaterales y que en adelante deberá hacerlos el Gobierno en la búsqueda del "acuerdo democrático que solucione el conflicto".

Un fruto de la actual política antiterrorista (acoso policial, ilegalización, rechazo de la negociación) es la necesidad en que se encuentra la izquierda abertzale de ir cada día más allá de lo previsto en su desmarque de ETA. Tras haberse negado a decir nada sobre la captura del grupo detenido en Bilbao, Sortu, su nueva marca, se ha visto obligada a rectificar y pronunciarse sobre planes como el de asesinar al lehendakari López cuando Batasuna ya hablaba de tregua.


La izquierda abertzale trata de convencer a la opinión pública española, y en primer lugar al Gobierno, de que realmente ha cambiado. Pero parece claro que también el Gobierno está interesado en convencer a Batasuna de que su estrategia actual no va a modificarse; que no espere mesas de partidos que formalicen cambios políticos u otras concesiones; que desde la T-4 no hay la posibilidad de que se repitan situaciones del pasado en las que la firmeza en las declaraciones era compatible con diálogos bajo cuerda y promesas de acuerdo. Zapatero y Rubalcaba parecen haber optado por evitar cualquier gesto que pueda interpretarse como disponibilidad para un escenario de ese tipo. Para que los de Otegi comprendan que lo tendrán difícil mientras perviva ETA.

Lo que la izquierda abertzale tiene que acreditar ante el Tribunal Supremo es que ha dejado de ser "instrumento de la estrategia terrorista"; y aunque sea visible el distanciamiento (que no debe ser subestimado a la vista de cómo ha reaccionado históricamente ETA frente a sus disidentes), la estrategia actual de Batasuna mantiene un punto de continuidad con la que durante años ha compartido con ETA: el intento de utilizar la presencia de la banda, aunque sea en condición de amenaza latente, como factor de presión para alcanzar un protagonismo negociador y una influencia política superior a la que le dan sus votos. Esa expectativa (legalidad con ETA presente) retrasa los pasos que aún debe dar Batasuna, y de ahí el interés del Gobierno en subrayar su escasa viabilidad práctica.


El País - Editorial

Como si no hubiera terremoto

Un ciudadano debidamente informado es consciente de las ingentes medidas de seguridad con que cuentan las centrales, que garantizan que incluso en un escenario tan fuera de lo común como el japonés no provoquen daños a la salud ni al medio ambiente.

El terremoto que ha arrasado Japón parece haberse desplazado a segundo plano. Lo importante, de lo que todos debemos hablar, es del grave riesgo que se supone que padecemos de sufrir una catástrofe nuclear. Los medios van dando titulares destinados a provocar el miedo, sin importar si la realidad que esconden debería preocuparnos tanto. Se dice, por ejemplo, que la radiación, no en los alrededores, sino dentro de la propia central multiplica por 1.000 la normal. Lo que no se dice es que aun así está muy por debajo de la que recibimos al hacernos una radiografía, y que harían falta muchas horas de exposición para que la dosis fuese mínimamente dañina.

Lo que en realidad debería resultar extraordinario es que tras un terremoto sin precedentes en Japón, las centrales hayan aguantado en general sin problemas. O, al menos, debería resultarles extraordinario a los antinucleares, que en ocasiones presentan una caricatura de esta fuente de energía que parece tomada directamente de Los Simpson. Sin embargo, un ciudadano debidamente informado es consciente de las ingentes medidas de seguridad con que cuentan las centrales, que garantizan que incluso en un escenario tan fuera de lo común como el japonés no provoquen daños a la salud ni al medio ambiente. Chernóbil no fue tanto una catástrofe nuclear como un desastre provocado por la poca consideración que tenía el comunismo por la vida.

Con el alarmismo injustificado a costa de la central de Fukushima se ha perdido de vista la magnitud de un terremoto que incluso en un país tan próspero y preparado para estas catástrofes como es Japón ha sido calificado como la peor crisis que sufre esta nación desde la Segunda Guerra Mundial. Un terremoto de 9,0 es 1.000 veces más intenso que otro de 7,0 como, por ejemplo, el que arrasó Haití el año pasado. Sólo la riqueza con que cuenta el país, que permite la construcción de edificios preparados para estos desastres, ha impedido que la catástrofe sea aún más dantesca de lo que ya es. Sin duda, los japoneses necesitarán ayuda, no precisamente del mismo tipo que los haitianos. Esa debería ser nuestra principal preocupación.


Libertad Digital - Editorial

Un terremoto de alcance mundial

Cuestionar la energía nuclear resulta oportunista ante un desastre que ha de servir para replantear su seguridad, no su continuidad.

AUXILIADO por la comunidad internacional, el pueblo japonés está reaccionando de manera ejemplar ante la peor tragedia que ha conocido en generaciones. Ese comportamiento racional es el mejor símbolo de la grandeza del ser humano, cuyas dimensiones físicas poco representan frente a las implacables fuerzas de la naturaleza. Los impulsos telúricos destruyen en segundos todo lo que encuentran a su paso, menos esa inagotable tenacidad de los hombres por sobrevivir y volver a construir —mejorándolo a veces— aquello que el ímpetu de los elementos reduce a escombros. En unos momentos en que Occidente empieza a recuperarse de la crisis financiera y cuando los mercados del petróleo siguen resintiéndose por las tensiones que han suscitado las revueltas en el mundo árabe, que una catástrofe de estas dimensiones haya golpeado de forma tan directa a una de las mayores potencias económicas confiere a este terremoto dimensiones planetarias. Ya se esperaba un debate sobre la energía nuclear con la perspectiva que pueden dar los veinticinco años transcurridos desde el accidente de Chernobil, pero este terremoto en Japón —y el hecho de que varios de sus reactores hayan sufrido daños— ha vuelto a actualizar la discusión sobre el futuro de esta industria, vital para el desarrollo. De la eficacia con la que Japón resuelva cuanto antes estos graves problemas y de las lecciones que resulten de este incierto episodio dependerá la imagen de la energía nuclear en el mundo durante las próximas décadas. Pero cuestionar el futuro de la energía nuclear resulta cuando menos oportunista ante un desastre que ha de servir para replantear y actualizar los protocolos de seguridad, pero no su continuidad, imprescindible en el mundo actual.

Afortunadamente, la Bolsa de Tokio reabre hoy, y la mayoría de las empresas japonesas ha decidido ponerse en marcha en la medida de sus posibilidades, la señal más evidente de que esta nación no ha sido derrotada y que no está dispuesta a dejar que prevalezcan la destrucción y el caos. Japón no ha elegido estar en una de las zonas más sensibles del planeta, pero sí luchar por seguir siendo un país importante en el mundo —la tercera potencia— y un ejemplo para otros a los que, afortunadamente, la naturaleza les ahorra estas calamidades naturales, pero que no siempre encuentran, como los japoneses, un estímulo en los valores universales del trabajo, el esfuerzo y el ansia de progreso.


ABC - Editorial

Vergüenza nacional. Por Enrique de Diego

Es una vergüenza nacional tener un presidente del Congreso que ha mentido y se ha enriquecido sin dar explicaciones.

Es una vergüenza nacional tener una ministra de Defensa que insultó a España.

Es una vergüenza nacional tener un ministro del Interior que está rodeado de chivatos de ETA.

Es una vergüenza nacional tener un ministro de Industria que no hace otra cosa que tener ocurrencias.

Es una vergüenza nacional que los socialistas hayan hecho negocio con los ERES en Andalucía.

Es una vergüenza nacional tener una ministra de Economía que cada vez que habla baja la bolsa, y por eso ya ni habla.

Es una vergüenza nacional que haya llegado a ministra Leyre Pajín.

Es una vergüenza nacional tener a un presidente como Zapatero, una completa nulidad, el peor de los posibles y aún de los imaginables.

Es una vergüenza nacional que cuando nos llevan a todos al paro no estemos todos ante Moncloa hasta que se vaya Zapatero.

Otrosí: Ana Botella, teniente de alcalde del Ayuntamiento de Madrid, va a la peluquería en coche oficial. Ya sabemos para que sirve la flota de 134 coches oficiales del Ayuntamiento de Madrid. Y la tasa de basuras.


El Semanal Digital - Opinión