viernes, 25 de marzo de 2011

Que lo demuestren con hechos. Por José María Carrascal

Si estuvieran de verdad contra la violencia de ETA la condenarían en su conjunto, no selectivamente, como hacen.

ES fácil imaginar por dónde va a salir la izquierda abertzale y su coro de plañideras ante la sentencia del Tribunal Supremo sobre Sortu: que por haber discrepado tres de los diez y seis magistrados de la Sala, el veredicto no es totalmente legal, cuando las sentencias de los tribunales son como los resultados de los partidos de fútbol: el que mete más goles gana. Y aquí, han sido trece los jueces que han dicho que Sortu no puede ser legalizada, por tres que han dicho que puede. O sea, goleada.

No sólo claro, sino también lógico. No voy a repetir aquí los argumentos de la Fiscalía, corroborados por las Fuerzas de Seguridad y la Abogacía del Estado, de que Sortu es una continuación de Batasuna, como Batasuna era una rama de ETA. Los encontrarán ustedes en las páginas de información, aparte de saltar a la vista. Sin que su proclamado «compromiso contra la violencia, incluida la de ETA», les sirva de coartada, por la sencilla razón de que tanto Eta como el entorno abertzale no se consideran violentos, sino victimas de la violencia del Estado español, contra la que invocan legítima defensa. Algo que realizan en múltiples actividades, empezando por la ayuda a los presos etarras, para ellos las víctimas de esa violencia estatal. Si estuvieran de verdad contra la violencia de ETA la condenarían en su conjunto, no selectivamente, como hacen. Quiero decir que la condenarían en todos los tiempos —pasado, presente y futuro—, en todos sus modos —directa e indirecta— y con todas sus consecuencias, aunque ello les supusiera aceptar la parte de culpa que les corresponde en la tragedia vasca con su tardanza en adoptar la postura que dicen haber tomado. Pues no hay duda de que si ETA ha podido asesinar, herir, robar, extorsionar y secuestrar durante tantos años, ha sido por sentirse respaldada por aquella parte del electorado vasco que no se recataba en mostrar su apoyo a la banda terrorista cuando campeaba a sus anchas y que ahora recoge velas al ver que se encuentra contra la pared.

Son culpas que no han reconocido todavía. Y mientras no lo reconozcan, no pueden pedirnos que confiemos en su palabra, ya que podemos estar, no ante un «compromiso contra la violencia», como aseguran, sino ante un «compromiso para seguir dando oxígeno» a la banda. La mejor forma de convencernos de que van de veras, de que no están poniendo en práctica un fraude de ley —utilizar la ley para violarla— sería que aceptaran la sentencia del Tribunal Supremo sobre ellos, aunque no les guste. Que es lo que hacen los demócratas. Pero ya verán ustedes como no lo hacen. Como se buscan toda clase de triquiñuelas para saltarse esa sentencia. Con ayuda, naturalmente, de cuantos en mayor o menos grado, creen que ETA es parte la solución del problema vasco, cuando es su primer y último problema.


ABC - Opinión

Sucesión. Rubalcaba, el Faisán y la extrema derecha. Por Agapito Maestre

¿Qué es la extrema derecha? No lo sé; pero si tuviera que buscar un referente empírico en la España de hoy, miraría directamente a Rubalcaba.

Tres medios de comunicación están extrañados de que el caso Faisán sea tan poco conocido por los españoles. Este periódico, esRadio y Libertad Digital TV dedicaron todo un programa de TV a buscar las causas de este desconocimiento. Felicidades por su labor de ilustración. Sin otra pretensión que añadir un argumento más a este debate, aquí aventuro yo una sencilla explicación, en verdad una ampliación del argumento de Pablo Planas, a saber, ni siquiera Rajoy se atreve con el poder casi absoluto que maneja Rubalcaba.

Sí, sí, Rubalcaba lleva tantos años mandando que incluso es respetado por los suyos. El poder trae siempre más poder. El PSOE, pues, terminará nombrándolo candidato a la Presidencia del Gobierno. No hay otra persona en su partido que se le equipare en experiencia, inteligencia y designio propio para mandar. Porque nadie conoce el poder mejor que Rubalcaba, está llamado a sustituir a Zapatero.

El poder ejercido con fuerza y violencia, sí, con la llamada violencia legítima del Estado, es la materia que mejor domina Rubalcaba; por eso, precisamente, Zapatero terminó nombrándole ministro del Interior y su segundo en el ejercicio del mando. Del poder. En fin, Rubalcaba abre la boca y ejerce con naturalidad la represión. Está en su naturaleza presionar, dirigir y diseñar los caminos por dónde tienen que ir tanto sus correligionarios como sus adversarios.


Más aún, las masas creen que será un buen presidente del Gobierno y los intelectuales de covachuela, o sea casi todos, le ríen las gracias y alaban su inteligencia. Todos parecen seguir a este líder sin mayores objeciones; incluso el jefe de la oposición, Rajoy, no se atreve a discutir con Rubalcaba sobre el caso Faisán. Acaso, por eso, por esa desidia de Rajoy, el propio Rubalcaba critica sin rubor al señor Gil Lázaro del PP, su azote en el Parlamento, porque visita cadenas de radio y televisión de extrema derecha para crear opinión pública contra él por el caso Faisán.

¿Qué es la extrema derecha? No lo sé; pero si tuviera que buscar un referente empírico en la España de hoy, miraría directamente a Rubalcaba. Si por extrema derecha se entiende el ejercicio del poder de modo oscuro, violento y sin justificar jamás públicamente, entonces nadie hay en España comparable en extremismo derechista al señor Rubalcaba; ahí está para el recuerdo su relación el gobierno del caso GAL, su organización de la violencia contra las sedes del PP en 2004, etcétera; por otro lado, tampoco creo que, en este régimen del 78, nadie haya estado en el poder ejecutivo, o sea en el poder de verdad, tanto tiempo como Rubalcaba. El poder sin límite es todo para él.

¿Quién es, pues, este Rubalcaba para dar lecciones de democracia y autolimitación en el poder a los españoles? Nadie. Y, sin embargo, este nadie ha contribuido de modo decisivo a que España sea uno de los países más salvajes de Occidente. La prueba de ese salvajismo es que él será candidato a la Presidencia del Gobierno. Apoyado, no se olvide este dato, por la "crema de la intelectualidad", o sea, el diario El País. En fin, es fatigoso y angustioso decir estas verdades sencillitas, pero, mientras haya un lugar donde nos dejen escribir, tendremos que ejercer el oficio del intelectual liberal: el trabajo de persuasión del público debe empezar de nuevo, cada día, aunque a veces envidiemos a quienes son apoyados por todo el aparato del Estado para repeler crítica.

La envidia, por fortuna, dura un instante, casi nada, porque enseguida nos percatamos de que la opinión libre, la libertad, es incompatible con los aparatos de propaganda del Estado.


Libertad Digital - Opinión

El miedo del tirano. Por Hermann Tertsch

Gadafi ya está en la guerra total y, como un führer hundido, lucha por prolongar su existencia matando tanto como pueda.

ES cierto que la tragedia libia continúa. Que jóvenes campesinos y estudiantes, trabajadores y comerciantes entrados en años, maestros y funcionarios y otros muchos civiles de todas las edades, pertrechados con armas que apenas saben usar, luchan y mueren estos días defendiendo sus ciudades frente a las fuerzas de Gadafi, bien entrenadas y perfectamente armadas en arsenales repletos de armas europeas. También es cierto que matanzas inminentes, la pasada semana, se han evitado gracias a la intervención armada. El ejército del dictador ya sufre en esta guerra. Pero los ataques aliados no han sido todo lo eficaces que se esperaba. Y los rebeldes desesperan porque no les llega una ayuda que, cuando lo haga, puede resultar inútil para muchos. Voces rebeldes acusan a las fuerzas internacionales de falta de contundencia en sus ataques. Perciben que los militares extranjeros no sienten la urgencia. Que actúan según un plan preestablecido y que sus vidas no están entre las prioridades. Puede ser una percepción injusta. Pero hay que aceptársela a quienes van a morir, están heridos o ven caer a sus familiares víctimas de la superioridad militar de las fuerzas de Gadafi en ciudades asediadas. Por lo menos albergan la esperanza de que los aviones lleguen a tiempo. Y afortunadamente no saben que si fueran aviones españoles, no podrían hacer nada por salvarlos. Porque nuestro Gobierno no pierde ocasión de hacer el ridículo y les ha prohibido disparar a la soldadesca de Gadafi en tierra. Vamos a la guerra pero con la puntita nada más.

Pero olvidemos hoy la flojera mental de nuestros gobernantes. Hablemos de una de las máximas gratificaciones que nos brinda el terremoto emancipador que recorre Oriente Medio y el norte de África. Después por supuesto de la mayor de todas, que es la felicidad en los rostros de las gentes que por primera vez en su vida son libres para expresar sus opiniones, deseos y esperanzas. Que son conscientes de que ellos, individuos tratados como siervos o animales, insignificantes siempre, han logrado romper los muros de la resignación y el miedo. Y que, desde ese instante y para siempre, suceda lo que suceda, han sentido ya la dignidad del sujeto libre. Quienes hemos tenido la suerte de ver ese bello orgullo en las miradas de las gentes cuando acaban de ser testigos de su propia gesta —en Europa oriental, ahora allí—, sabemos que hay ahí un salto cualitativo en la vida del hombre, de todos esos hombres que ya han luchado y luchan ahora en las calles de Libia, Siria, Bahrain o el Yemen. Pero la otra gran satisfacción no es otra que el espectáculo que supone la escenificación del miedo de los tiranos. En sus muchas formas y matices. Gadafi ya ha superado esa fase, en la que entraría con las primeras informaciones sobre las manifestaciones que se multiplicaban por todo el país hace un mes. Hoy ya está en la guerra total y, como un führer hundido, lucha por prolongar su existencia matando tanto como pueda. Otros dictadores menos sangrientos como Ben Ali y Hosni Mubarak no entendieron nada durante todas las semanas de revueltas, hasta que fue su entorno inmediato el que les expuso su soledad y su destino. Ahora le toca el turno a Bashir el Assad. Con su estado policial absoluto. Ayer sacó a su rostro amable, Buhaina Shaaban, a aplacar al pueblo. Asumió errores, prometió reformas, prosperidad y libertades. Angustia se notaba en el esfuerzo conciliador de este régimen canalla como pocos. Desde 1962, en estado de emergencia. Desaparecidos, torturas, ejecuciones, miedo total.

Ahora con prisas. Lo dicho, es un placer ver como tiemblan.


ABC - Opinión

El discutido fallo del Supremo sobre los amigos de ETA. Por Antonio casado

La división de opiniones del Tribunal Supremo sobre si la ley está o no de parte de los amigos políticos de ETA (Sortu), en su pretensión de competir con el resto de partidos, es la misma división de opiniones que sobre la cuestión podemos detectar en la clase política y en la opinión pública, con las debidas correcciones cuantitativas según hagamos la prospección en el conjunto de España o sólo en el País Vasco. Políticos y ciudadanos vascos, más favorables a la legalización de la llamada izquierda abertzale, se entiende.

Un hecho tan simple y tan verificable es suficiente en sí mismo para rebatir las acusaciones dirigidas por los responsables de la antigua Batasuna contra el alto tribunal. En un comunicado hecho público ayer, atribuyen el fallo del Supremo al resultado de una estrategia concertada y definida por los dos grandes partidos nacionales, PSOE y PP. Refiriéndose a los 16 magistrados de la sala, dice textualmente: “Queremos denunciar que en vez de analizar argumentos jurídicos se han basado en una decisión política para decidir”.


Cualquiera puede ver que eso no se corresponde en absoluto con el recuento de posiciones finales. El nueve en contra y siete a favor es un correctivo “legal” en toda regla al Gobierno, a los dos grandes partidos y a quienes desde el principio no hemos contemplado otra posibilidad que la del frenazo “político” a la operación de blanqueo “legal” y “político” iniciada por la Batasuna de siempre con otros collares.

El nueve a siete de los magistrados del Tribunal Supremo sobre la solicitud de inscripción de Sortu, la nueva marca, en el Registro de Partidos del Ministerio del Interior desmiente clamorosamente la conspiración política denunciada por los afectados.
«El nueve en contra y siete a favor conocido ayer es un correctivo “legal” en toda regla al Gobierno, a los dos grandes partidos y a quienes desde el principio no hemos contemplado otra posibilidad que la del frenazo “político” a la operación de blanqueo “legal” y “político” iniciada por la Batasuna.»
No solo eso. Además les ofrece la oportunidad de reconocerse en los argumentos técnicos -no políticos- utilizados en los votos particulares y en las posiciones defendidas por casi la mitad de los magistrados. Todo ello en virtud de principios fundamentales como la separación de poderes, la igualdad ante la ley y el derecho de participación política, engranados en ese Estado de Derecho que ETA y sus amigos quisieran reventar, unos por las buenas y otros por las malas. ¿Eso les iguala? El ministro de Justicia, Caamaño, lo explicó muy bien. Las similitudes les hace a todos ser ilegales. Tanto ETA como Batasuna están proscritos por ley. Pero las diferencias -los medios a utilizar, básicamente-, acaban en la cárcel a la luz del Código Penal y no de la Ley de Partidos Políticos. Eso les hace diferentes.

De todos modos conviene recordar que tras el discutido fallo del Supremo -se acabó la unanimidad-, sigue vigente la doctrina judicial según la cual la vieja Batasuna, a la que se pretende dar continuidad, forma parte de “una estructura integrada en ETA para hacer más eficaz la acción terrorista”.

Frente a tan claro pronunciamiento de los más altos tribunales (Supremo, Constitucional y Estrasburgo), y ante las numerosas pruebas presentadas en sus demandas por la Abogacía del Estado y la Fiscalía, los meros retoques formales no han servido a la nueva Batasuna para presentarse como algo distinto a la organización ilegalizada en marzo de 2003, la misma que desde junio de 2003 figura en la lista de organizaciones terroristas de la Unión Europea. Eso también es aplicación del Estado de Derecho. Próxima estación: Tribunal Constitucional.


El Confidencial - Opinión

Sucesión. En las cocinas del PSOE. Por Emilio Campmany

Sencillamente no se ve como jefe de la oposición. En cambio, de presidente, sí que se ve, y cómo. Y hará cualquier cosa por serlo. Sin límites, sin óbices, sin cortapisas. Rajoy no debería olvidarlo.

A la vista de cómo se comporta Rubalcaba, podría decirse que ya se siente sucesor. Pero parece que se siente algo más que sucesor. Rajoy debería observarle bien, aprovechando que en el Congreso lo tiene delante de él. Rubalcaba más bien se está empezando a ver como presidente. Las encuestas pronostican un batacazo del PSOE con Rubalcaba o con quien sea. Y, sin embargo, al de Solares no paran de reírsele los huesos. ¿Qué le hace sentirse así? ¿Será que es un soñador, que está en las nubes, que vive despegado de la realidad?

Entre las características que distingue al candidato Rubalcaba (1951) de la candidata Chacón (1971) es que, mientras ésta puede asumir la derrota y sentarse a esperar ser presidenta en 2016 ó 2020, aquél no puede esperar tanto. O quizá pueda, pero desde luego no quiere. Si Zapatero y el PSOE le dan la oportunidad de ser presidente de Gobierno hará lo indecible por aprovecharla. Porque no habrá otra o porque él no querrá tener otra. Sencillamente no se ve como jefe de la oposición. En cambio, de presidente, sí que se ve, y cómo. Y hará cualquier cosa por serlo. Sin límites, sin óbices, sin cortapisas. Rajoy (1955) no debería olvidarlo. También para él es la última oportunidad. Si fracasa una tercera vez, vendrá Gallardón (1958) a hacerse cargo del partido, si Dios y Esperanza Aguirre no lo impiden.

Sin embargo, no está tan claro que Rubalcaba vaya a ser el candidato. Aceptemos, que es mucho aceptar, que Zapatero dirá el próximo día 2 que no volverá a ser candidato. Si Rubalcaba es finalmente ungido, el cántabro presionará para que el presidente dimita con el argumento, esencialmente correcto, de que estando a 16 puntos del PP en las encuestas, la única posibilidad que tiene de ganar es presentándose desde la presidencia. La Moncloa le dará horas de telediario en los medios, lo fotografiarán al lado de los líderes mundiales, podría apuntarse la leve mejoría que se espera experimentará la economía española antes de las elecciones, metería su sonrisa caballuna en todos los hogares españoles. Y el PSOE le apoyaría porque sus opciones de ganar crecerían.

Pero Zapatero no quiere tener que dimitir. Quiere agotar la legislatura, si es posible, y salir en todo caso por la puerta grande, tras unas elecciones en las que entregará el poder al que gane. La dimisión significaría corroborar y suscribir lo desastroso que ha sido su gestión. Chacón estaría más dispuesta a dejarle al frente del Gobierno hasta el final sabiendo que la derrota, entonces, sería casi segura. No le importaría porque con los cuarenta recién cumplidos puede perfectamente esperar un par de legislaturas a ser presidenta de Gobierno. De modo que es posible que, por una vez, tenga razón Anson y sea verdad que el plan de Zapatero es proponer a Rubalcaba para luego forzar unas primarias que espera que Chacón gane de calle.

Todo esto está muy bien. Pero, entonces ¿de qué se ríe Bono (1950)? El manchego lleva varias semanas, desde que se reunió con Zapatero en su despacho de presidente del Congreso, que no deja de sonreír ni cuando duerme. Se pasa el día con la cara de pascua como si acabaran de decirle que le ha tocado el Gordo o que será el próximo presidente del Gobierno. Quizá sepa que habrá primarias y quizá tenga la llave para ganarlas. Jó qué tropa.


Libertad Digital - Opinión

Moody's, mejor que MAFO. Por M. Martín Ferrand

A la rebaja de la calificación del Reino de España se añade ahora la de un buen lote de instituciones financieras.

LA única obligación exigible a un buen aficionado al cante jondo es asistir en respetuoso silencio a la actuación de sus cantaores preferidos y, en todo caso y en el momento oportuno, colocar en su sitio un ¡olé! litúrgico y admirativo. Moody's es a la economía mundial lo que un habitual de los tablaos al cante. Sus calificaciones, unas al alza y otras a la baja, hacen vibrar o languidecer los mercados. En lo que a nosotros respecta, cabe señalar que los competidores de Standard & Poor's y Fitch nunca colocan sus olés en el momento que desearían sus, según los casos, víctimas o beneficiarios. Ahora, la centenaria agencia de calificación crediticia le ha rebajado las suyas a tres decenas de instituciones financieras españolas, Cajas mayormente. Popular, Sabadell, Bankinter y otros bancos de menor cuantía tendrán que pagar más por su pasivo y, dada la situación, con mayor gravedad les ocurrirá lo mismo a Caja Madrid, Bancaja, CAM y demasiados etcéteras más. Llueve sobre mojado. A la muy reciente rebaja de la calificación del Reino de España se añade ahora la de un buen lote de instituciones financieras y, entre ellas y para mayor significación, la del Instituto de Crédito Oficial, uno de esos organismos de nuestro exuberante modelo administrativo que está sin ser, no se sabe muy bien para qué sirve y tiende a participar en el salvamento de náufragos.

Son muchas, exquisitas y solventes las voces que en estas páginas pueden valorar, y valoran, estas peripecias sintomáticas de nuestra situación económica. Lo que me interesa señalar, como contraste de lo económico, es la responsabilidad política que le cabe al respecto al Banco de España, a su gobernador, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, y al Gobierno que, al concluir el mandato de Jaime Caruana, le encaramó a tan alto pedestal. El personaje, más conocido por lo que pudiera ser un bordado en la pechera de su camisa —MAFO—, se ha integrado plenamente en la lentitud de percepción de los fenómenos económicos que define a José Luis Rodríguez Zapatero, retrató a Pedro Solbes, no remedia Elena Salgado y obra en consecuencia. Tampoco, como su mentor, vió venir la crisis y, cuando la sintió sobre sus hombros, lejos de la reacción resolutiva que engrandece a los políticos que son capaces de ellas, se escondió en la concha del técnico. Así hemos asistido en los últimos años, va para tres, a una descomposición del sistema financiero, especialmente de las Cajas, que, pasito a pasito, siguen preparándose un acomodo de futuro que bien les venga a quienes, en el pasado reciente, han construido y administrado su decadencia. Moody's mejor que MAFO.

ABC - Opinión

Por si acaso. Por Alfonso Ussía

Es de esperar que el señor presidente de la Junta Islámica en Cataluña haya sido invitado, muy amablemente por supuesto, a declarar ante el juez. No por nada especial, sino por su cariñosa amenaza al presidente del Gobierno de España publicada en la «Web Islam» el pasado miércoles 23 de marzo. Don Abdennur Prado, que así se llama el sujeto, no ha sido excesivamente sutil en su escrito. Se muestra descontento con la participación de España en la guerra de Libia, y le ha advertido, más bien adelantado, a Zapatero de que «tendrá su 11-M».

Es de esperar que el Ministerio del Interior, el Fiscal y el juez hayan preguntado a don Abdennur Prado si ha ido de farol o tiene la convicción de que el atentado se va a producir. En tal caso, sería conveniente preguntarle, siempre que don Abdennur no se sienta incomodado, si conoce los planes, la identidad de los miembros de los comandos, y la fecha elegida para proceder a la masacre terrorista por su civilización aliada. No es por nada, pero siempre es mejor prevenir que curar, y con esta gente tan encantadora y nada fundamentalista, cualquier prevención es poca.


Aun tratándose de una fanfarronada, el escrito del simpático don Abdennur Prado, contiene una clara amenaza terrorista contra la ciudadanía con el presidente del Gobierno de España como excusa. Y mucho me temo, que una amenaza de esa índole, con base o sin ella, puede ser interpretada como un delito en nuestro Código Penal.

Con personas como don Abdennur hay que tener mucho cuidado. Se hace caso omiso a lo que dice y escribe, y el día menos pensado nos demuestra que tenía unos duples en sus manos y que de farol, nada. Lo malo es que esas demostraciones se certifican contando muertos y hospitalizando a los heridos. Don Abdennur nos tiene que explicar muchas cosas, mientras los ciudadanos nos intentamos explicar también cómo sujetos como don Abdennur pueden pasear por la calle con libertad y respeto. Porque ante una amenaza de semejante calibre, de no tener complejos aterrorizados ante los islamistas extremos, lo que habría que hacer con Abdennur, después de pasar por el despacho del juez, es ponerlo de patitas en Libia, en Siria, en Yemen o en Arabia Saudí, para que así se relacione con más facilidad con nuestros aliados de las civilizaciones, sector Al Qaeda, con el que se supone que don Abdennur intercambia algún tipo de información, a no ser que don Abdennur Prado sostenga sus amenazas en su inteligente intuición, el pálpito, eso que Plinio, el gran personaje de Francisco García Pavón, sentía cuando se acercaba al final de una investigación criminal.

Entiendo que con esta Junta Islámica hay que tener prudencia y mimo. Toda la furia y el desprecio oficial hacia los malvados cristianos que rezan y ponen la otra mejilla se transforma en comprensión y acojonamiento multicultural cuando los islamistas andan de por medio. Por ello no pido que la Policía lleve esposado al líder islámico en Cataluña ante el juez. Se puede hacer pupa en las muñecas. Hay esposas o grillos que hacen muchísima pupa. No pido, que en espera de que el juez lo reciba, sea encerrado en un calabozo. Nada de eso. Que aguarde en un salón confortable y bien alfombrado. ¿En qué cabeza cabe que un líder islámico radical sufra semejante humillación? Pero ya que ha amenazado al presidente del Gobierno con un atentado como el del 11 de marzo de 2004, que al menos el señor juez, con mucha cortesía, pueda formularle la siguiente pregunta. «¿Lo suyo va en serio o en broma?». Sin molestar ni ofender, claro está.


La Razón - Opinión

Fukushima. El progresismo de quinqué. Por Cristina Losada

Empleamos "demasiada energía" y somos sancionados por tan mala conducta con accidentes como el de Fukushima, un castigo extra por robar el fuego de los dioses.

Ya están aquí los efectos del accidente nuclear de Fukushima. Aquí mismo, entre nosotros. No en la calidad del aire, el agua y los alimentos, sino en la calidad del pensamiento. Pueden ahorrarse los de Greenpeace acciones de marquesina como las que acaban de oficiar en las sedes del PSOE y del PP. Aunque no querrán: de algo hay que vivir. Y, además, el socialismo los recibe con los brazos abiertos, que ni está para perder clientela ni desconoce el encanto del catastrofismo. Pero, insisto, aun sin retablos vivientes del apocalipsis, la especie se transmite boca a boca e igual de columna a columna. He perdido la cuenta de las piezas periodísticas que coinciden en advertir que hasta aquí hemos llegado, que así no podemos continuar, y que la supervivencia de la Humanidad depende de que pongamos freno a nuestra insaciable sed de energía. O, viene a ser lo mismo, al crecimiento. Vuelve, en fin, el denostado Club de Roma.

Las célebres previsiones del informe del Club de Roma y entre ellas, notablemente, la que predecía el agotamiento de las reservas de petróleo en 1992, fallaron, es verdad, pero una profecía incumplida no desanima al creyente, como demostró el clásico estudio de Festinger. Siempre encuentra el camino para justificar el fracaso y adaptarse a él. Y siempre renace con nuevos ropajes la visión del final del mundo. Así, rebrota ahora, abonada por el incidente en Japón, y alerta de que consumimos demasiada energía, no para que la ahorremos mientras dure la carestía del petróleo, como ha mandado el Gobierno, sino a fin de que reduzcamos su uso ad aeternum. Pero, ¿cuánto es demasiado? ¿A qué debemos renunciar? ¿Al secador de pelo, a la lavadora, al coche, al avión, a la aspiradora? ¿Tal vez al modesto ordenador? ¿A todo? Se echa en falta concreción y sobra moralina, que de eso van tales admoniciones, en definitiva.

Al fondo de las prédicas alarmistas hallamos a dos viejos conocidos: el sentimiento de culpa y el primitivismo, recurrente vía de escape a la complejidad de la civilización. Empleamos "demasiada energía" y somos sancionados por tan mala conducta con accidentes como el de Fukushima, un castigo extra por robar el fuego de los dioses. Por ello, hemos de regresar a la vida simple, natural y tranquila: a la Arcadia feliz que nunca existió. Fuera bromas. El ecoprogresismo está a punto de descubrir el quinqué.


Libertad Digital - Opinión

Humo en la casa de al lado. Por Ignacio Camacho

La crisis portuguesa deja la duda de si en España hubiese sido mejor o peor tirar al Gobierno por la ventana.

HAY un incendio en la casa de al lado y aunque de momento no vaya a prender en las medianeras será inevitable que se cuele la humareda y puede que hasta se nos chamusquen algunos muebles. La banca y algunas grandes empresas españolas corren riesgo de palmar en Portugal hasta 80.000 millones de euros, y si se produce el rescate, España como país se va a quedar sin cortafuegos. El único aspecto positivo de la crisis portuguesa es que, por primera vez desde que comenzó la crisis, hace una eternidad de sufrimiento, el mantra de que «España no es Portugal» ha salido de labios ajenos y no se ha producido un incremento de la presión de la deuda. Por ahora. Nuestra principal esperanza consiste en que a Europa le empieza a dar pereza tanto rescate y le seduce poco la idea de seguir apoquinando pasta; intervenir España, que desde luego no es Portugal, costaría al menos seis veces más. La diferencia de escala es un alivio pero hay otros diferenciales menos tranquilizadores: los vecinos tienen un déficit más bajo y casi la mitad de paro. Y aun así están a punto de desplomarse.

El otro gran contraste español con la situación portuguesa lo define la escena política. Tirar al Gobierno por la ventana es una idea tentadora pero no está claro que represente una solución. El PP lo intentó cuando Zapatero presentó su primer ajuste y no lo logró porque los nacionalistas actuaron de estabilizadores a cambio de prebendas presupuestarias. Rajoy insiste en que llevamos un año perdido, pero no concreta si hubiese preferido llegar al poder con la política económica secuestrada por Bruselas; igual piensa que eso le ahorraba decisiones incómodas. Sea como fuere, ya nunca lo sabremos, ni si habría sido mejor o peor, y ahora vivimos un estancamiento económico agravado por uno político. La paradoja es que el calendario de esta legislatura desperdiciada sólo depende ya de los equilibrios internos del PSOE y de cómo gestione la sucesión de Zapatero. Lo más que se puede acortar son seis meses.

Los portugueses han optado por la vía expeditiva, obligando a beberse la cicuta a un Sócrates que no es el sabio griego pero tampoco el más tonto de la clase. La confluencia de la derecha conservadora y la izquierda antiliberal ha tumbado al cabo de un año a un Gobierno menos frívolo que el zapaterista pero también más precario y no mucho más competente. El problema es que otras elecciones tampoco garantizan allí una mayoría sólida porque no existen bisagras moderadas. La pregunta que cabe hacerse al respecto en España es si el nacionalismo catalán, que ha ejercido históricamente de charnela, sigue siendo una minoría responsable o está ofuscada por el delirio soberanista. Hasta que las urnas den ocasión de averiguarlo conviene que en Europa sigan sin vernos cara de portugueses… o al menos disimulen los parecidos.


ABC - Opinión

ETA lo volverá a intentar

La decisión del Tribunal Supremo contra Sortu ha sido una victoria del Estado de Derecho y una derrota significativa de ETA. La Sala 61 asumió la contundencia de las pruebas aportadas por la Guardia Civil y la Policía Nacional para concluir que la nueva marca no era más que un intento de Batasuna para colarse en las elecciones. Las demandas de la Fiscalía y del Abogado del Estado establecían conexiones directas entre Batasuna y Sortu y ponían de manifiesto que su rechazo a la violencia no había sido otra cosa que una argucia para burlar la Ley, aunque no existió condena a ETA ni de su historia ni de sus asesinatos. Sortu siempre fue un instrumento al servicio de la estrategia de la banda. La primera intentona ha sido frenada, y lo celebramos porque cada trampa de ETA frustrada nos acerca más a su derrota definitiva. Sin embargo, y por desgracia, estamos lejos del escenario final. Ni siquiera está garantizado que un sucedáneo de Batasuna no concurra a las elecciones forales y locales. El veredicto del Supremo es positivo, pero contiene elementos inquietantes. El hecho de que el fallo no fuera aprobado por unanimidad –a diferencia de las anteriores ocasiones, en que se ha pronunciado sobre la ilegalización de formaciones proetarras– no es baladí. Que saliera adelante por nueve votos contra siete, con tres votos particulares, o lo que es lo mismo, que la Sala se partiera casi en dos, introduce confusión y provoca perplejidad en un asunto con una carga probatoria concluyente. La fractura de la Sala es además un aviso con vistas a la suerte del recurso de Sortu ante un Tribunal Constitucional con una nítida mayoría progubernamental, el perfil de buena parte de los magistrados del Supremo que se opusieron a las tesis del Gobierno. En principio, la resolución sobre Sortu del Alto Tribunal no se conocerá antes de las elecciones del 22-M si la tramitación es «normal». En caso contrario, habría que pensar en un proceso excepcional fuera de la razón jurídica, que alimentaría conjeturas escandalosas. En el plano político, ciertas interpretaciones del socialismo vasco invitan a la desconfianza. A los Eguiguren y Elorza, claramente alineados con Sortu, se suma una corriente, incluso en el Gobierno vasco, que edulcora el discurso de la exigencia y lo sustituye por el de la mano tendida, y que debería ser reprendida por el PSOE. El Gobierno y el PP tienen que mantener la firmeza de este primer envite hasta el final, y ambos están obligados a no equivocarse ante el seguro plan B de ETA que, como adelantó LA RAZÓN, contempla que Batasuna alcance las instituciones a través de las listas de EA. La reciente reforma de la Ley Electoral otorga herramientas para anular una candidatura «contaminada», por lo que no debería haber problema si existe voluntad. Que ETA se mantenga fuera de las instituciones es una cuestión de justicia que fortalece a la democracia. Quienes cuestionan este principio no sólo dan la espalda a las víctimas, sino que favorecen la estrategia de los terroristas, que pretenden destruir la democracia desde su interior. El Estado de Derecho sólo debe esperar la derrota y disolución de la banda. Es la única garantía de una nueva época.

La Razón - Editorial

Nuevo factor de riesgo

La dimisión de Sócrates agrava las urgencias del euro y empuja hacia la intervención de Portugal

La estabilidad de la eurozona cuenta desde ayer con un nuevo y grave factor de riesgo. El primer ministro José Sócrates presentó su renuncia al presidente de la República Cavaco Silva después de que el Parlamento rechazara el plan de austeridad, denominado Programa de Estabilidad y Crecimiento (PEC), presentado por el Gobierno para su aprobación. Plan que, por cierto, contaba con todos los pronunciamientos favorables de la Comisión Europea y el Banco Central Europeo. Si la única salida son las elecciones, la solución más favorable para Portugal sería que el próximo Gobierno que salga de las urnas cuente con una amplia mayoría que respalde el plan de ajuste del déficit que exigen Bruselas y los mercados. El principal partido de la oposición, el PSD de Pedro Passos Coelho, ya ha anunciado su disposición a cumplir el PEC. Pero mientras llegan los comicios, la situación de Portugal será insostenible. Ayer, el diferencial de las obligaciones del Tesoro a cinco años supera ya el 8% y a 10 años llegaban ya al 7,63%.

En estas condiciones, lo más probable es que las autoridades portuguesas tengan que solicitar un plan de rescate, similar a los que ya han experimentado Grecia e Irlanda. Portugal está sumido en una recesión y está siendo castigado sistemáticamente por los inversores, debido a las dudas persistentes sobre la solvencia de sus finanzas públicas. Tales dudas no están respaldadas por el comportamiento político del Gobierno, dispuesto a los ajustes presupuestarios obligados. Pero los analistas y las agencias de rating han jugado a la profecía que se autocumple. Con el pretexto de que su bajo crecimiento le impediría aumentar los ingresos públicos, ajustar los gastos y devolver la deuda, casi todos los análisis económicos inducían a no invertir en activos lusos. Al final, la inestabilidad política y la persistencia de los recelos de los mercados ha situado al país al borde de la intervención y a la zona euro en una nueva etapa de turbulencias financieras.

Ante una situación tan grave como la de Portugal, resulta imperativo que la cumbre europea que empieza hoy reaccione con rapidez. En primer lugar, debería resolver cuanto antes los detalles de la ampliación del Fondo de Rescate, con el fin de que tenga una capacidad de préstamo de 500.000 millones de euros. La situación óptima sería que los cambios se aprobaran con rapidez para que Portugal estuviese en disposición de acogerse a ellos. En este sentido, cualquier retraso en los acuerdos sería preocupante.

El Gobierno español ha reaccionado con demasiado optimismo al asegurar que la crisis de Portugal no afectará a España. El matiz obligado es que no debería afectar en función de las decisiones políticas adoptadas y de los fundamentales económicos y financieros de la economía española. Pero una intervención de Portugal provocaría una nueva espiral de causas de sospecha. Por ejemplo, la deuda portuguesa en poder de la banca española. Y se reiniciaría el modelo de las profecías de los analistas que tienden a autocumplirse.


El País - Editorial

Sin descargas... ni nada más

Su defensa cerrada de los intereses de las entidades de gestión convierte el fallo en un nuevo revés para ella. Si todos supimos desde el primer momento para qué la nombraba Zapatero, cada vez está menos clara la razón por la que la mantiene en el cargo.

Con cierta ingenuidad, la recién nombrada ministra de Cultura reconoció en la fiesta que celebraba su nombramiento que la habían colocado en el puesto para enfrentarse con las descargas de películas y música en internet. Desde entonces se ha esforzado denodadamente por ocupar el puesto de peor ministra de Cultura de nuestra democracia, récord harto difícil de alcanzar en un país donde Carmen Calvo ha ostentado esa cartera.

Además, al contrario que muchos otros altos cargos de los gobiernos de Zapatero, no ha sido la falta de capacidad intelectual su problema, sino su empecinamiento y su inhabilidad para entenderse no ya con quienes se oponen a sus iniciativas, sino incluso con sus propios subordinados y compañeros de profesión. Así, aunque su gestión haya tenido hitos como la marcha de Nacho Duato, ha sido el cine el principal y casi único motivo de sus desvelos, lo que ha llevado a sonoros encontronazos con representantes del sector, incluyendo a Álex de la Iglesia, su sucesor al frente de la Academia de Cine.


Posiblemente haya sido la ministra cuyo nombramiento ha sido más protestado, pues desde el mismo instante en que se anunció su nombre la red se movilizó en su contra. Los internautas eran conscientes de que venía no a representar los intereses de todos los ciudadanos, sino los de un sector crecientemente impopular como es el de los artistas y, en concreto, los que se dedican al cine. Un gremio que nos saca más dinero como contribuyentes que como espectadores, que no pierde la oportunidad de insultar a la mitad de su público potencial y que en los últimos tiempos ha dedicado sus esfuerzos a impulsar medidas legales que impidan que los internautas se descarguen películas americanas. Lo que nadie pensaba es que la incompetencia de Sinde la llevaría incluso a enfrentarse a los suyos.

La sentencia de la Audiencia Nacional declarando ilegal la orden ministerial que regula el canon podría no afectarla directamente, al haber sido aprobada por el ministro anterior. Pero su defensa cerrada de los intereses de las entidades de gestión convierte el fallo en un nuevo revés para ella. Si todos supimos desde el primer momento para qué la nombraba Zapatero, cada vez está menos clara la razón por la que la mantiene en el cargo.


Libertad Digital - Editorial

Europa, en el laberinto luso

Forzado por la UE y asfixiado por los mercados, José Sócrates debería haber consensuado con la oposición su plan de ajuste.

EL primer ministro portugués, el socialista José Sócrates, ha querido gestionar la crisis económica de su país como si fuera un asunto de partido, a través de un plan de ajuste que afecta a todos los sectores de la sociedad y durante un largo periodo de tiempo, tanto que cabe esperar que otras formaciones políticas, ahora en la oposición, sean las encargadas de aplicarlo a corto plazo. Hubiera sido más razonable que ese plan de austeridad que reclaman las instituciones europeas —planificado sin el oportuno consenso— se hubiera gestionado de forma conjunta, o al menos siguiendo un procedimiento de consultas que abarcase a todos los sectores políticos y sociales. Por su parte, la oposición de centro-derecha ha hecho de la actitud del dimisionario Sócrates un motivo de afrenta y, a cuenta de la terquedad del primer ministro, ha preferido responder con las mismas armas y derribar el plan en el Parlamento, a pesar de las consecuencias que va a tener la caída del Gobierno y a sabiendas de que, en caso de que le tocase gobernar, estaría obligada a aplicar el mismo plan de austeridad que acaba de rechazar, u otro muy parecido. Cuando la situación política está bloqueada, lo más razonable es dar la voz a los electores para que decidan hacia dónde creen que deben orientarse los asuntos del país, y esto es lo que muy probablemente van a tener que hacer los portugueses.

Esta situación hace más probable ahora que el Gobierno exangüe de Sócrates tenga que dar el paso de pedir la ayuda financiera de la UE que lleva tanto tiempo eludiendo. La muerte política del dirigente socialista provoca, a su vez, un problema jurídico en Bruselas que complica sobremanera el rescate: un político dimisionario no puede comprometerse por escrito a las reformas que, como contrapartida a recibir la astronómica inyección (más de 75.000 millones), debe llevar a cabo.

Para España, cuyos principales bancos tienen una participación muy importante en la deuda portuguesa, la intervención de Portugal sería una señal tranquilizadora por un lado, puesto que supondría la garantía de pago de esa deuda, pero al mismo tiempo nos dejaría expuestos directamente a los ataques del mercado financiero, porque las tardías y vanas reformas del Gobierno de Zapatero aún no son ni lo profundas que deberían ser ni han demostrado la eficacia que se esperaba de ellas.


ABC - Editorial